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Estoy encerrado, completamente encerrado en esta pocilga de muertos vivientes, me siento como

un extraño y tengo la completa certeza de que así es, no pertenezco a este lugar, soy la pieza de
un rompecabezas perdido que quizá nunca encontraré o al que tal vez deba buscar en otros lados.
Aquí es realmente prometedor, una ilusión perfecta para seres débiles, una hipnosis infinita que
todos aman o la gran mayoría, e incluso, no tienen otra opción además de aceptar la mentira en la
que viven; pero yo no, ya no, es más, no estoy ansioso por irme, pero tampoco lo estoy por
quedarme, creo saber completamente lo que debo hacer, sí, vivir, como si fuese uno de ellos, pero
a la vez como si no, para ser sinceros, debo ser quien los guie, aquí los humanos lo llaman héroe.

He visto la oscuridad, casi mismo puedo decir que he estado en ella o que ella está en mí, conozco
las cadenas oxidadas del odio, el rencor y la descomunal tormenta de la tristeza, esa que te
domina y te obliga a ser quien no eres o tal vez solo te muestra lo que de verdad te hace ser tú,
baahhhh, que jodida confusión, realmente es enigmático pensar en todo, al final ese todo termina
llevándote a la nada, sientes como si caminaras en círculos y terminaras siempre en el punto en el
que inicias pero de alguna manera un poco más sabio. Sí, esto que llaman vida no es nada más que
un ciclo, e incluso, más allá de lo que denominamos muerte también está otro ciclo más, porque la
vida y la muerte humana no tienen sentido, realmente no lo tiene, es como lanzarse a ciegas a un
vacío desconocido y creer que lo sabes todo, cuando en realidad, no sabes ni quién eres. Solo hay
algo que puede salvarnos, y ese algo está dentro de ti

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