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Los últimos fines de semana han sido movidos en Templin.

Esta localidad del este de Alemania


entró el primer domingo de septiembre en el Libro Guinness de los récords por organizar la
mesa de desayuno más larga del mundo, de 505 metros, desbancando a la estadounidense
Memphis. Pero el día realmente importante fue el viernes siguiente. Dentro de los actos de
conmemoración del 750 aniversario de este pequeño municipio de 16.000 habitantes, el
alcalde colocó la primera piedra del futuro jardín de infancia. El acto tuvo una invitada de
excepción, la canciller Angela Merkel. “Vengo aquí, donde tengo mis raíces. Siempre tendré
una estrecha relación con Templin”, dijo entre aplausos.

En Templin, Merkel aprendió que el silencio y la lealtad son herramientas de supervivencia


también en la política

A pocos días de las elecciones que marcarán el fin del larguísimo mandato de Merkel, el pueblo
parece dividido. Por una parte, muchos de los que caminan por el centro muestran su orgullo
por la mujer que pasó allí su infancia —de los 3 a los 19 años, cuando se marchó a Leipzig a
estudiar Física— y que ha paseado el nombre de Templin por todo el mundo. Otros la critican
por haber dejado entrar 900.000 refugiados en el país en 2015. Pero la mayoría insiste en que
no piensa votar a su partido, la Unión Cristianodemócrata (CDU).

“Respeto lo mucho que ha logrado. Pero mucha gente que conozco duda qué hacer el
domingo: o abstenerse o votar a Alternativa para Alemania (AfD)”, asegura un hombre que
compartió colegio con la mujer más poderosa del mundo y que pide que su nombre no
aparezca en un periódico extranjero.

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Estas opiniones no son por aquí nada raro. El este de Alemania es, con mucha diferencia,
donde más éxito tiene el partido ultra que surgió primero como reacción a las ayudas al sur en
la crisis del euro, más tarde abanderó la crítica a la política migratoria de la canciller —con
gritos constantes de “Merkel tiene que irse” y “Merkel traidora”— y ahora se centra en atacar
la gestión de la pandemia. En Templin —en realidad, en todo el Estado de Brandeburgo—, el
voto a AfD se disparó en las elecciones regionales de 2019 hasta la segunda plaza, muy cerca
del primer puesto que ocuparon los socialdemócratas. Dos años antes, en 2017, la CDU había
sido el partido más votado en el pueblo en las elecciones federales, a las que sí se presentaba
Merkel (aunque por otra circunscripción). AfD quedó segundo.

En el Estado oriental de Sajonia, algunas encuestas colocan ya a los ultras como el partido con
más apoyos, un hito inédito hasta ahora. El hombre elegido para sustituir a Merkel no ayuda.
“¿Laschet? Parece buen tipo, pero no lo veo como canciller”, asegura otro templinés.
“¿Laschet? Parece buen tipo, pero no lo veo de canciller”, dice un vecino

Detlef Tabbert rige el pueblo desde hace más de una década. Sorprende que este alcalde de la
formación poscomunista Die Linke parezca el mayor fan de la política democristiana. Reconoce
que en su partido hubo gente a la que no le gustó que en 2019 la nombrara hija predilecta de
la localidad. “Lleva 16 años en el cargo y no se le conoce ni un escándalo. Y, por primera vez,
un canciller deja el poder voluntariamente, sin aferrarse al sillón”, asegura en su despacho del
Ayuntamiento.

El País, 23/09/2021

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