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En Baviera, por ejemplo, el drama de la muerte del dragón se representaba el día de San Juan.

El punto
cúlmine del ritual ocurría cuando un hombre encarnando a San Jorge rompía una vegija llena de sangre
que se hallaba dentro de la efigie del dragón. La sangre era recogida por los espectadores y después
derramada sobre los campos de lino, para ayudar a la cosecha. El Año Nuevo chino, por su parte, se
festeja con grandes dragones de papel y bambú, que se llevan en procesión por las calles.

 
El mito del dragón
 
Un poema épico babilónico, el Enuma Elish, relata cómo en un principio, el poderoso dios Marduk luchó
con el gran dragón Tiamat, encarnación del caos acuático original, y lo mató. Después de su victoria, creó
el cielo y la tierra. Un mito indio que aparece en el Rigveda (recopilación de himnos sánscritos del año
1000 AC) cuenta por su parte cómo el valiente dios Indra triunfó sobre un gran dios Dragón llamado Vrita,
que había sellado todas las aguas vivificadoras de la tierra. Indra, después de matar al monstruo, permitió
que las aguas, liberadas, fluyeran nuevamente, en mil manantiales, arroyos y ríos.

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