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Violencia de género: ¿qué repercusiones emocionales provoca en la superviviente?

¿Cómo afecta el maltrato físico a la mujer en el contexto de una relación de pareja?


¿De qué manera influye en el estado emocional de la víctima?
¿Qué se trabaja en terapia?
¿Qué resultados tiene la terapia a la hora de devolver la confianza y la seguridad a las supervivientes?
Palabras clave: violencia de género, violencia machista, víctima, superviviente, relación de pareja, maltrato

Los seres humanos, contamos con las emociones como indicador (o retroalimentación) respecto
de qué tan peligrosa resulta alguna situación particular. Las emociones “negativas” (dolor, pena,
rabia, etc.) darán cuenta de niveles más elevados de amenaza, a tal punto de dejar “grabadas” en
nuestros sistemas, aquellas situaciones más traumáticas. Así ocurre con la violencia de género, en
donde las mujeres son las principales afectadas. Así, muchas de estas situaciones de amenaza se
instalan como una especie de fobias, generando respuestas automáticas ante cualquier situación
de agresión, o parecida a una agresión. Cuando la situación se da en el contexto de una relación de
pareja (matrimonio, convivencia, pololeo, otros), esta amenaza se torna constante (aunque no
continúe la violencia) ya que nuestros sistemas nos estarán protegiendo al evocar las emociones
originales vividas en situación de agresión, generando dolor emocional, que si no es gestionado
de la manera correcta, se visibiliza como estrés, baja autoestima, miedo constante, trastornos
ansiosos y muchos otros tipos de afectaciones psicológicas e incluso físicas.

Entre los muchos tipos de psicoterapia, aquellas que ofrecen resultados más profundos, rápidos
y permanentes, son aquellas que trabajan directamente sobre el sistema emocional, tanto de la
víctima como del agresor. De esta forma, se da respuesta a las razones que subyacen a los actos de
agresión y violencia, y por otro lado, se abordan las consecuencias de estos actos, devolviendo
rápidamente la confianza y la seguridad, en este caso, a la afectada principalmente. Así, se trabaja
de forma preventiva y reparatoria, con resultados rápidos y evidentes, que permiten interrumpir
el ciclo de violencia, posicionando a la pareja en un escenario saludable que les permita
desarrollarse de manera integral, como pareja, familia, individuos y seres sociales que resulten un
aporte para el desarrollo de sociedades más conscientes, sanas y felices.

Eduardo Acuña Cartes, Psicólogo Clínico.

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