Me gusta la música y sus extensas melodías, me apasiona escuchar el rasgar de las

bandolas, Tiples y guitarras. Me encanta escuchar aquellas historias que nos cuentan en las
interminables tertulias musicales dónde nos regalan una radiografía viva de los más
emblemáticos intérpretes de la música colombiana como lo fueron benigno mono Núñez,
Diego estrada, Álvaro Romero, Fulgencio García, Gustavo Adolfo Rengifo, Rodrigo
silva... Entre otros; nos enseñaron a mirar nuestro entorno con otros ojos, nos inspiraron a
componer, cantarle a la vida, al amor, a la naturaleza, a nuestros antepasados y a las
historias de injusticia que han estado tan presente en nuestro país. También nos enseñaron a
robarle besos a la luna, a tirar cenizas al viento, a cantarle a los caballitos de raquira, a
amar el olor a penumbra y a la madera puesta seca, a dedicarle composiciones a los
cucarrones, los parrandistas, las doce, los tolimenses, las marías…. etc.

Y para terminar cierro con una pequeña frase de Tchaikovsky: “en verdad, si no fuera por
la música, habría muchas razones para volverse loco”