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APORTACIONES DE LA MEDITACION ZEN

A LA SALUD GLOBAL
por Dokushô Villalba

 ¿Qué es la meditación Zen?

El término japonés Zen es una transliteración del término chino Ch'an, que a su
vez es una abreviación de Ch'an-na. Este es una transliteración al chino del
vocablo sánscrito dhyana. Dhyana podría ser traducido como "absorción" o
"reabsorción". Para comprender este concepto podemos tomar el ejemplo de
las gotas del rocío matinal. Estas gotas son una condensación de la humedad
ambiental. Al salir el sol, las gotas de rocío se evaporan y son "reabsorbidas"
por la humedad ambiental. De la misma forma, el Budismo considera que el
organismo humano es una condensación de la energía universal, a la que
deberá volver inevitablemente en el momento de la disolución (muerte). La
actividad de la energía universal sigue pues un ciclo con tres fases:
condensación, mantenimiento y disolución. En la vida humana, la
condensación comienza con la concepción de un nuevo ser humano, continúa
con su gestación en el vientre materno, con el nacimiento extracorpóreo del
nuevo ser y culmina con la maduración corporal, física y mental. A partir de
aquí, comienza la fase de mantenimiento de la vida madura, fase que da lugar
a la siguiente, la inevitable disolución de la vida individual, que se manifiesta a
través de la degeneración física y mental y, por último, la muerte, o reabsoción
del ser individual en su Fuente Primigenia.
La práctica de la meditación Zen permite que el ser individual se conecte
conscientemente con la Fuente Primigenia de su vida, con "su verdadera
naturaleza original" en el lenguaje Zen. Esta conexión tiene el poder de reducir
o hacer desaparecer el miedo a la muerte y al cambio, o dicho de otra manera,
reduce el apego a la forma individual y al concepto de yo. Como veremos más
adelante, para el Budismo este apego es la causa de todo desequilibrio y
enfermedad y, por lo tanto, de todo sufrimiento.

 El Buda Sakiamuni.

Pienso que es imposible comprender la acción terapeútica de cualquier


remedio si no se tiene en cuenta el contexto conceptual en el que fue creado y
aplicado. El contexto conceptual de la meditación Zen viene dado por la
experiencia y la enseñanza del Buda Sakiamuni, fundador histórico del
Budismo. El Buda Sakiamuni inició su búsqueda espiritual tras confrontarse con
el hecho de que la realidad humana está marcada por el sufrimiento que
acompaña las experiencias de la enfermedad, la vejez (degeneración física y
mental) y la muerte. Sakiamuni hizo el voto de encontrar una vía de liberación
de este sufrimiento. En la raíz del Budismo encontramos pues un deseo de
sanación del dolor que acompaña a la condición humana. En un sentido
general, el Budismo es una terapéutica del dolor humano, entendido no
solamente como dolor físico sino sobre todo como dolor existencial. El Buda
Sakiamuni estudió y practicó durante años con los mejores maestros de la

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época. Finalmente recurrió a la práctica milenaria de la meditación
contemplativa, gracias a la cual, después de experimentar profundos procesos
cognitivos internos, alcanzó el estado llamado "iluminación" o, en otras
palabras, la perfecta reabsoción en la Fuente Original de la Vida, o bien el
estado de Salud por antonomasia.

A partir de ese momento y hasta la edad de 85 años, el Buda recorrió el Norte


de la India como un sanador espiritual aplicando la terapéutica que había
descubierto y experimentado sobre sí mismo. Expuso su sistema de sanación a
través de las llamadas Cuatro Nobles Verdades: la primera Noble Verdad hace
referencia a los síntomas de la enfermedad humana; la segunda a las causas;
la tercera afirma la capacidad de los seres humanos de alcanzar el estado de
salud; la cuarta constituye el tratamiento. Veámoslo más detenidamente.

 Las Cuatro Nobles Verdades:

1º. La Verdad del sufrimiento. El dolor y el sufrimiento existencial


constituyen los síntomas universales del estado de enfermedad o pérdida
del equilibrio. Insisto en que este dolor debe ser entendido en un sentido
genérico como malestar o insatisfacción profundas, aunque este sentido
genérico incluye también el dolor específico que puede aparecer como
consecuencia del desequilibrio puntual de un órgano o función. Todo
paciente acude al sanador impulsado por un malestar o dolor, ya sea
específico o inespecífico . La función del sanador es la de diagnosticar los
síntomas y buscar las causas.

2º. La Verdad de la Causa. El Buda Sakiamuni no fue un sanador corporal,


ni emocional, ni mental, a la manera occidental como entendemos la función
del doctor, del psicoterapeuta o del psiquiatra. El quiso ir hasta la causa
más profunda, hasta la raíz de la enfermedad humana, hasta su origen
ontológico más remoto. Es decir, fue un sanador espiritual. Su exposición
teórica y su praxis afirman que la causa profunda de toda enfermedad se
encuentra en dos actitudes emocionales-mentales extremas. A saber, por
una lado, en el deseo y en toda su familia (avidez, ansiedad, avaricia,
ambición, apego, etc.) y, por otro, en el odio y en toda su familia
(animadversión, rechazo, agresividad, cólera, etc.). Es más, yendo un paso
más allá, el Buda enseñó que ambas actitudes extremas son originadas por
la ignorancia. En el contexto budista, la ignorancia es la causa última de
toda enfermedad y sufrimiento. Siendo así es importante que
comprendamos qué entiende el Budismo por ignorancia. En japonés, el
término es mumyo y en sánscrito avijja, comúnmente traducidos como
"ausencia de claridad mental". En otras palabras, la ignorancia es un error
de percepción, o una percepción errónea de la realidad. Todo organismo
vivo necesita una cierta percepción de la realidad, tanto interna como
externa, con el fin de poder desarrollar comportamientos adaptados a la
misma que le permitan sobrevivir. Los organismos que no pueden
adaptarse a la realidad en la que viven terminan por perecer y extinguirse.
La capacidad de adaptación está indisolublemente unida a la capacidad
cognitiva, es decir, al conocimiento que dicho organismo tiene de la realidad
en la que vive. Para el Budismo, el dolor asociado a la enfermedad, a la

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vejez y a la muerte tiene su causa última en un error cognitivo de la mente
humana, la cual no percibe claramente su realidad interna y externa y, por
lo tanto, no puede generar comportamientos adaptados a dicha realidad.

¿Cómo se manifiesta este error cognitivo de la mente humana?

En primer lugar, a través del pensamiento dualista. En efecto, el software de


la mente humana ordinaria que procesa casi toda la información que nos
llega de la realidad a través de los sentidos y a través de las creaciones de
la mente misma, obedece a un programa diseñado en base dos, es decir,
binario, como los ordenadores: 0-1, bien-mal, yo-tú, cuerpo-mente, material-
espiritual, etc. Resultado de esto es una percepción compartimentada,
dividida ad infinitum en categorías estancas, generalmente opuestas y/o
excluyentes entre sí. Al procesar así la información, la mente humana olvida
un aspecto fundamental de la realidad que es la interconexión básica de
todos los elementos que la componen. Dicho de otra forma, el error de
percepción básico de la mente humana ordinaria viene dado por un exceso
de análisis y una carencia de síntesis, es decir, por un exceso de
parcelización y una falta de totalidad.

En segundo lugar, a través de la negación de la transitoriedad. La vida no


es un estado estático, es un proceso, es decir, cambio, transformación,
evolución e involución, condensación, mantenimiento y disolución. La vida
humana individual tampoco es un estado inmutable sino un proceso de
transformación en el que todo, absolutamente todo en el organismo
humano, tanto a nivel corporal como mental, está cambiando
continuamente. Es este proceso universal el que ha hecho que una
determinada cantidad de energía se condense formando una vida humana,
el que permite que esta forma se mantenga durante un tiempo limitado y el
que hace que esta forma se disuelva en el océano de la energía universal.
La degeneración física y mental y la disolución del organismo individual
forma parte del proceso de la Vida. En palabras del Buda: "Todo lo que
nace, muere. Todo lo que empieza, acaba". Así es la realidad. No obstante,
la mente humana ordinaria, debido a un error de percepción, ha generado el
concepto de perdurabilidad y se aferra a la perpetuación de la forma
individual. Este deseo de inmortalidad individual, o lo que es lo mismo, este
rechazo de la transitoriedad individual, ambos enraizados en un
conocimiento defectuoso (ignorancia) de la realidad, es una patología
profunda que impide al organismo desarrollar un comportamiento adaptado
a la realidad. Síntoma de lo cual surge el dolor y el sufrimiento, primero
mental, después emocional y, por último, corporal. Este dolor, en cualquiera
de sus formas, debe ser considerado como manifestación de la falta de
adaptación del organismo humano a la realidad, ya sea interna o externa.

En tercer lugar, a través de la negación de la ausencia de yo. La ignorancia,


o error de percepción, se manifiesta sobre todo en el concepto de yo creado
por la mente humana en el intento de conocerse a sí misma, y en el atávico
apego emocional a esa idea. Este es el origen de esa gran neurosis
colectiva que llamamos egocentrismo, causa última de tanto dolor y
sufrimiento. El concepto de yo es el producto típico de un software

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programado en sistema binario. Una de las primeras cosas que un humano
recienacido debe aprender por imposición cultural es la diferenciación entre
yo y no-yo. Es decir, debe aprender a definir el yo y a partir de ahí, a
considerarlo una entidad inmutable, siempre opuesta al no-yo. El niño
aprende a desarrollar el "amor propio", es decir, el apego a su yo y la
desconfianza hacia el no-yo. Este mecanismo psíquico que a primera vista
parece muy eficaz para sobrevivir, puede convertirse en la principal causa
de nuestra aniquilación como especie e incluso de la aniquilación de toda
forma de vida en el planeta.

Lo que la realidad nos dice, cuando la percibimos más allá del


condicionamiento egocéntrico, es que ningún yo puede sobrevivir sin eso
que llamamos no-yo. Es decir, ningún yo tiene autonomía para sobrevivir
por sí mismo sin la interconexión estrecha con lo no-yo. Sencillamente la
vida del hipotético yo está basada en su relación con lo no-yo. Por lo cual, lo
no yo es tan imprescindible para el yo como el yo mismo. Esto quiere decir
que, de hecho, no hay separación entre el yo y el no-yo, sino una
continuidad que desdibuja todo límite. Cuando una mente humana individual
no percibe esto, su existencia es una lucha permanente por la
supervivencia, una lucha contra lo Otro. Se trata sencillamente de un error
de percepción porque lo Otro es la parte del sí mismo que permanece
oculta en la sombra de la ignorancia. La división mental de la realidad en yo
y Otro es la principal causa de la ansiedad crónica que padecemos los
seres humanos. Ansiedad que, posteriormente, se manifiesta en una amplia
gamas de patologías mentales, emocionales y corporales.

3º. La Verdad del estado de Salud. El Buda enseñó que los seres
humanos tenemos la capacidad de generar y vivir en un estado de Salud
Global. Este estado de salud global es llamado Nirvana en el Budismo. Se
trata de un estado de equilibrio, de profunda paz interior, de aceptación
total, de satisfacción plena y de capacidad de adaptación. El Buda fue un
humanista convencido. Creía por experiencia en la capacidad de la
naturaleza humana de corregir el error de percepción que se haya en la raíz
del sufrimiento y, por lo tanto, en la capacidad de experimentar un estado
de dicha, originado por la plena aceptación y adaptación del organismo
humano a su realidad. El camino hacia la Salud comienza con el
reconocimiento de la enfermedad, con el descubrimiento de sus causas y
con la confianza en que el restablecimiento del equilibrio es posible.
Después, y quizá lo más importante, hay que seguir un tratamiento.

4º. La Verdad del Tratamiento. El tratamiento propuesto por el Buda no va


dirigido solamente a la disolución de los síntomas (dolor, sufrimiento,
enfermedad, desequilibrio) sino a la disolución de las causas profundas, a
saber, el error de percepción (ignorancia) que impide a los organismos
humanos adaptarse perfectamente a la realidad y vivir en ella en un
equilibrio dinámico. Este tratamiento abarca los tres aspectos
fundamentales de la actividad humana, a saber: mente, palabra, cuerpo.
Tradicionalmente el tratamiento budista reviste ocho campos de acción:

1. Visión correcta.

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En primer lugar, la mente humana debe corregir los errores de
percepción (o de procesamiento de la información, en lenguaje
cibernético) a fin de que la representación mental subjetiva coincida
perfectamente con la realidad objetiva. Esta corrección tiene lugar
mediante una reflexión adecuada sobre el verdadero carácter de la
realidad y pone en funcionamiento la capacidad autorreflexiva y
autocorrectora de la mente. Por ejemplo, frente a la ilusión de la
imortalidad y de la permanencia individual, la mente debe aceptar la
propia mortalidad y la impermanencia de toda forma como realidad
evidente con la que el organismo humano debe vivir en armonía.
Otro ejemplo, frente a apego terco al yo y a lo mío, la mente debe ver y
aceptar la interrelación y la interdependencia básica que une a todos los
seres vivientes. Si no se corrige la visión errónea que se haya en el
origen del desequilibrio, aunque eventualmente se consiga camuflar o
esconder los síntomas, el desequilibrio brotará de nuevo en una u otra
forma.

2. Intención correcta.
La intención correcta hace referencia al propósito de y en la vida. El ser
humano necesita comprender el propósito de la Vida con el fin de ajustar
su intención individual a dicho propósito. El sentido del propósito de la
vida universal y de la vida individual es una fuerza unificadora que actúa
como eje central y principio rector de todas las funciones, tanto a nivel
subatómico, como celular, emocional, mental y espiritual. La pérdida del
propósito individual, por el contrario, actúa como una fuerza
disgregadora que convierte en caótico el funcionamiento del organismo
humano, desordenando lo que la intención correcta ordena. Podemos
afirmar que muchas de las patologías extendidas entre gran número de
habitantes de las grandes ciudades tienen su origen en una pérdida del
sentido de la propia existencia individual, y de la desconexión de ésta
con la vida cósmica. La intención correcta sólo puede surgir de la
visión correcta. Por ello, si la percepción de la realidad no es correcta,
la intención individual no puede adaptarse al propósito universal y fruto
de ello es el desequilibrio, la enfermedad y el dolor.

3. Palabra correcta.
La palabra es la expresión verbal de la intención. La palabra tiene el
poder de matar o de dar vida, de herir o de sanar, de hacer daño o de
curar el dolor. Los chamanes, los sanadores más antiguos de la
humanidad, utilizan la vibración sonora como vehículo de su intención
sanadora. La palabra correcta es aquella que crea orden y percepción
clara en la mente, tanto del que la emite como del que la recibe. La
palabra expresa la propia visión e intención y, a la inversa, a través de
las palabras podemos transformar nuestra visión e intención, así como
las de los demás.

4. Conducta correcta.
La conducta es la expresión corporal de la visión y de la intención. Todo
comportamiento presupone una determinada visión de sí mismo y de la
vida. Detrás de los hábitos nocivos, origen de enfermedades, se haya

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una percepción errónea de la realidad y una incapacidad de adaptarse a
ella. En Occidente, la psicología conductista sigue predominando pero,
demasiado a menudo, esta escuela olvida que detrás de cada conducta
hay una visión y que es imposible transformar la conducta si no se
transforma la visión.

5. Medio de vida correcto.


El modo de vida (la manera como procuramos nuestro sustento)
manifiesta nuestra relación tanto con el ecosistema como con el sistema
socio-cultural en los que vivimos. A su vez, esta relación es la
manifestación de nuestra visión de la realidad. El hecho actual es que,
debido a un error de percepción, la cultura humana se ha separado y
está en lucha con el ecosistema original del que ha surgido y que la
sustenta. Esta disociación entre cultura y naturaleza desgarra el interior
de los individuos humanos, quienes necesitan insertarse en el sistema
cultural y al mismo tiempo necesitan mantener una relación correcta con
el medio natural del que surgen los nutrientes básicos de su vida. Esta
disociación es la causa de la crísis ecológica global y al mismo tiempo
de muchos disfuncionamientos biológicos, emocionales y mentales en el
interior de cada individuo. Por lo cual, restablecer un medio de
subsistencia justo que permita al individuo insertarse felizmente tanto en
el sistema socio-cultural como en el ecosistema es fundamental para
acabar con muchas enfermedades del mundo "civilizado"-

6. Esfuerzo correcto.
En todo proceso de sanación la voluntad de sanar, así como la
perseverancia en el tratamiento, son fundamentales para concluir dicho
proceso con éxito. Muchos tratamientos fracasan no porque sean
ineficaces, sino porque el paciente carece de la voluntad necesaria de
sanar, debido principalmente a causas emocionales que le han hecho
perder la conexión con el propósito de su vida. El paciente no puede ser
un mero sujeto pasivo del tratamiento. No puede dejar la responsabilidad
de su sanación en manos de los "especialistas" ni en la tecnología, ni en
los gurús, ni en el maestro espiritual.

7. Atención correcta.
Como ya hemos dicho, el Zen concibe la ignorancia como un "error de
percepción". En la base de este error se encuentra una atención
incorrecta. Dado que el desarrollo consciente de la atención es el pilar
básico de la práctica meditativa Zen, dedicaremos una sección a este
tema un poco más adelante.

8. Meditación correcta.
La meditación en zazen es el "laboratorio" que reúne las condiciones
adecuadas para cultivar la atención consciente y, por ende, corregir los
errores de percepción que constituyen la causa profunda de todos los
desarreglos y desequilibrios. También dedicaremos varias secciones al
tema de la meditación zen.

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Resumiendo todo lo anterior podemos decir que el ser humano es básicamente
un ser consciente. Para el ser humano, la realidad es sobre todo la conciencia
que él tiene de la realidad. De la misma forma, un ser humano es sobre todo la
consciencia que tiene de sí mismo. Esta consciencia humana es el producto
final de un complejo proceso o conjunto de procesos entre los que podemos
destacar los procesos biológico, emocional, mental (conceptual) y espiritual.
Cuando la consciencia que el ser humano tiene de la realidad no concuerda
con lo que la realidad es en sí hablamos de "error de percepción" o ignorancia.
Esta consciencia ilusoria impide a la vida humana adaptarse adecuadamente a
la realidad en la que vive, generando problemas de adaptación
(comportamientos erróneos) que adoptan formas de conflictos, desequilibrios y
enfermedades, cuyo resultado último es el dolor y el sufrimiento. En la base del
error de percepción se haya una atención incorrecta. Por lo cual, corregir el
error de percepción mediante un cultivo sistemático de la atención constituye la
base última de todo proceso sanador que quiera llegar hasta las causas
profundas, sin olvidar el tratamiento de los síntomas.

 Importancia de la atención.

Como ya se ha dicho, la consciencia es el producto final de un largo proceso


cognitivo. En este proceso podemos distinguir tres fases:
1. Captación, vehiculación y recepción de la información. La información
procedente del medio ambiente, y del medio interno, es captada por los
órganos sensoriales y vehículada a través del sistema nerviosos hasta las
zonas del cerebro dotadas de receptores específicos.
2. Procesamiento de la información. El cerebro procesa la información y
genera la "imagen" o conciencia de la realidad.
3. Respuesta adaptativa (respuesta conductual). En el lóbulo frontal de la
corteza cerebral, centro de decisión consciente, surgen la orden que al ser
vehículada por el sistema nervioso llega hasta las zonas motoras
generando una conducta supuestamente adaptada a la realidad percibida.

En las tres fases la función de la atención es fundamental, ya que el error de


percepción puede darse en una o varias de estas fases del proceso cognitivo:
1. Si los órganos y las conciencias sensoriales no están lo suficientemente
despiertos la calidad de los estímulos percibidos es pobre. Si los canales
nerviosos no se encuentran en buen estado de conductibilidad se producen
muchas interferencias. Si las zonas del cerebro dotadas de receptores
específicos no están lo suficientemente alertas se produce una recepción
insuficiente.
2. Si la asociación de los nuevos estímulos registrados no es adecuadamente
asociada con la información almacenada en la memoria, o si la memoria no
cuenta con informaciones parecidas a los nuevos estímulos, el
procesamiento de la información (la imagen resultante) resulta defectuoso.
3. Si la imagen es defectuosa la respuesta motora (la reacción conductual)
también lo será produciéndose un comportamiento inadecuado, es decir
inadaptado.

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La atención es una condición sine qua non de la consciencia y un sistema de
seguridad que opera sobre y trata de corregir el funcionamiento del sistema
nervioso en su tarea de conocer la realidad y de adaptarse a ella.
La enfermedad, considerada en un sentido genérico, y toda la secuela de dolor
y sufrimiento que conlleva, puede ser pues considerada como un error de
adaptación homeostática tanto al medio externo (realidad objetiva) como al
interno (realidad dubjetiva).
Este error de adaptación tiene como causa un error de percepción (de
captación, de transmisión, de recepción, de procesamiento o de reacción). Este
error de percepción tiene su causa en un funcionamiento incorrecto de la
atención. Por lo cual, restablecer el funcionamiento correcto de la atención
constituye un tratamiento necesario para algunas enfermedades.

 El cultivo de la Atención Pura.

El Sattipatana sutta (El sutra de los Fundamentos de la Atención) recoge las


enseñanzas del Buda Sakiamuni sobre el cultivo de la atención. En él se
nos dice que nuestra atención debe estar enfocada en cuatro aspectos de
nuestro ser:

1. Actividad corporal (con especial hincapié en la respiración).


2. Actividad sensorial.
3. Actividad emocional.
4. Actividad mental (conceptual).

O en otras palabras:

2 2. La captación de estímulos sensoriales.


3 3. La transmisión de estos estímulos hasta el cerebro.
4 4. El procesamiento de esa información (tanto el proceso como la
imagen resultante) y
5 1. La respuesta motora.

 El cultivo de la atención durante la práctica de la meditación Zen.

Hemos visto que la atención puede ser desarrollada enfocándola sobre


cuatro aspectos: corporal, sensorial, emocional y mental.
Las cuatro aptitudes básicas del cuerpo son: caminar, sentarse o estar
sentado, estar de pie, estar acostado o acostarse. El Zen enseña cómo
desarrollar la atención en estas cuatro aptitudes pero, fundamentalmente,
las condiciones más propicias se dan en la postura sentada. Por ello, la
meditación Zen tiene lugar básicamente, aunque no exclusivamente, en la
postura sedente llamada del loto o del medio loto. ¿Por qué? De lo que se
trata es de desarrollar un nivel óptimo de atención que sea normalmente
sostenible. La postura sedente de zazen es la que permite mayor nivel de
atención y mayor estabilidad (sostenibilidad). La postura de pie, por
ejemplo, permite un mayor nivel de atención pero una estabilidad menor
(mayor nivel de atención pero un lapsus de tiempo más corto). La postura
acostada permite una mayor estabilidad pero un nivel de atención bajo. La
relación más óptima entre estabilidad-alerta se da en la postura sedente.

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Para que esta estabilidad se produzca es imprescindible que la postura
corporal esté bien equilibrada. Durante zazen, las nalgas están apoyadas
sobre un cojín y las rodillas firmemente estabilizadas sobre el suelo,
formando una sólida base triangular.
A partir de esta base, el tronco se endereza y la columna vertebral
permanece bien erguida, facilitando una perfecta conductibilidad de los
impulsos nerviosos desde las terminaciones nerviosas, a través de la
médula espinal, hasta el cerebro. Para ello, es importante que la nuca esté
bien recta, lo cual se consigue fortaleciendo, mediante el entrenamiento, los
músculos del cuello.
A nivel de la quinta vértebra lumbar debe producirse naturalmente la
curvatura lumbar que permite que todos los órganos internos permanezcan
libres de opresiones. Especialmente relajamos el bajo vientre, esta zona
que los japoneses llaman kikai-tandem (océano de energía). El kikai-tandem
se sitúa aproximadamente cuatro dedos por debajo del ombligo. Esta zona,
como veremos a continuación, es muy importante para el desarrollo
correcto de la atención.

Según Arthur C. Guyton : "Se han encontrado en el sistema nervioso dos


senderos oscilatorios que, al ser estimulados, pueden causar la atención.
Ambos senderos pasan a través del centro simpático en el hipotálamo, por
cuya razón esta área se denomina a menudo centro de la atención. En uno
de los ciclos oscilatorios las señales pasan del centro de la atención al
tálamo anterior, siendo luego transmitidas en todas direcciones dentro del

córtex cerebral. Las áreas corticales, a su vez, retransmiten nuevamente los


impulsos hacia el centro de la atención, reexcitándolo y produciendo todavía
más impulsos para estimular el córtex. Esta secuencia de transmisión se
produce una y otra vez, creando un ciclo oscilatorio que viene ilustrado
como "ciclo oscilatorio 1" en la figura 1.

El segundo ciclo oscilatorio que puede causar la atención es el siguiente:


desde el centro de la atención se transmiten señales hacia la formación
bulboreticular del tronco cerebral, lo cual aumenta el tono muscular en todo
el cuerpo. La tensión de los músculos, a su vez, estimula los propioceptores
y otras terminaciones de los nervios sensorios a lo largo de todo el cuerpo,
que ocasionan señales sensorias que son retransmitidas a lo largo de la
médula hasta el tálamo y, finalmente, al centro de la atención. De este
modo se establece un segundo ciclo oscilatorio: el centro de la atención

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excita los músculos, y las sensaciones corporales reexcitan a su vez el
centro de la atención" ( Extraído de la obra "Zazen", de Katsuki Sekida.
Editorial Kairós. Barcelona 1990)

Siguiendo un circuito de feek-back, el tálamo estimula el córtex y la


formación bolboreticular (FBR). Por su parte, el córtex estimula también la
FBR. Esta hace que el tono muscular aumente. Esta estimulación del tono
muscular estimula los propioceptores, los cuales envían las señales al
tálamo.

Tradicionalmente los maestros zen han enseñado a generar el estado de


alerta mediante la tonificación del tono muscular. Especialmente importante
en la práctica de la meditación zen es la relación entre el kikaitandem y la
nuca. La enseñanza del Zen recomienda a los meditadores practicar una
espiración larga y profunda que estimule y tonifique los músculos
abdominales, especialmente los del bajo vientre. Al mismo tiempo se
enseña a mantener el cuello y la nuca bien rectos y a conectar
conscientemente ambas zonas (nuca y bajo vientre). De entre toda la masa
muscular, la que más directamente incide sobre el estado de alerta de la
FBR es la que se encuentra en el bajo vientre. La experiencia de los
meditadores corrobora que esta conexión nerviosa produce un estado
sostenido de atención lúcida. Este estado de atención lúcida es generado
por la respiración propia de la meditación Zen, basada en una espiración
abdominal larga y profunda.

El estado de atención lúcida tiene un rol decisivo en el proceso cognitivo,


como ya se ha dicho. Su influencia puede ser observada en las tres fases
de todo proceso cognitivo, anteriormente citadas, a saber:
1. En la captación, transmisión y recepción de los estímulos.
a) Captación. Una atención lúcida hace que el umbral de conciencia se
expanda considerablemente, permitiendo la captación de señales
que en el caso de una atención débil pasarían desapercibidas.
Muchos disfuncionamientos corporales emiten inicialmente señales
de dolor o de malestar que pueden ser débiles. En una conciencia no
alerta estas señales pasarán desapercibidas, pero una conciencia
alerta captará inmediatamente la señal. Muchas veces los pacientes
acuden al doctor cuando el dolor es muy intenso y ha alcanzado el
umbral de conciencia incluso en condiciones de atención débil. En
estos casos la enfermedad suele encontrarse ya en estado muy
avanzado y la curación se vuelve más problemática. Por el contrario,
un sistema nervioso dotado de un nivel de atención alto captará
inmediatamente cualquier señal de disfuncionamiento y actuará en
consecuencia.
b) Transmisión. La calidad de la transmisión de las señales nerviosas
depende de la "limpieza" y de la conductibilidad de los canales
nerviosos. Dejando de lado las lesiones físicas o hereditarias, los
canales nerviosos pueden dejar de transmitir adecuadamente las

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señales nerviosas debido a bloqueos u "opacidades" provocadas por
determinadas actitudes emocionales y mentales. El dicho "Sólo ves
lo que quieres ver" es una expresión de esto. Actitudes emocionales
de rechazo, de negación o de indiferencia hacia estímulos concretos
bloquean la transmisión de estas señales hacia el cerebro. El estado
de atención lúcida viene caracterizado por un estado emocional
llamado ecuanimidad. Esto quiere decir que, en un estado de
ecuanimidad, los impulsos nerviosos captados por los sentidos son
transmitidos adecuadamente hacia el cerebro sin interferencia y sin
bloqueos. Como se dice en el Zen: "Nos guste o no nos guste, las
cosas son como son".
c) Recepción. Para la creación de una imagen correcta de la realidad es
importante que las señales lleguen hasta el tálamo y de aquí al
sistema límbico, al hipotálamo, a la FBR y al córtex, según
corresponda. Pero las señales no sólo deben llegar a sus respectivas
áreas cerebrales, sino que, y sobre todo, es importante que estas
zonas sean capaces de recibir dichas señales. Para ello, es
fundamental que las zonas cerebrales implicadas estén "despiertas".
Si no están despiertas, las señales no serán recibidas. Si sólo están
medio despiertas, las señales serán recibidas a medias. ¿Cómo tiene
lugar el despertar de las zonas cerebrales? De la siguiente forma:
cuando las señales llegan hasta el tálamo, éste realiza dos funciones:
1ª. Envía la señal a la zona cerebral correspondiente y 2ª envía una
señal de alerta al centro de atención el cual se encarga de despertar
a la zona cerebral específica que debe recibir las señales enviadas
por el tálamo. Este centro de la atención, como hemos visto, es
directamente estimulado también por la FBR, la cual, a su vez, puede
ser estimulada por el tono muscular, en concreto y principalmente por
los músculos abdominales del kikaitandem. Finalmente, a través de
la tonificación correcta del kikaitandem mediante una espiración larga
y profunda podemos mantener conscientemente despiertas amplias
zonas del cerebro, lo cual facilita una recepción adecuada de las
señales nerviosas.

2. En el procesamiento de la información. Por muy adecuadamente que una


señal haya sido recibida, carece de valor si no es adecuadamente procesada.
Este procesamiento hace referencia a las funciones de identificación,
comparación, asociación, clasificación, etc. Todas estas funciones están
basadas en y se apoyan en la memoria. Cuanta más memoria accesible tenga
el cerebro, mayor será su capacidad de procesar una señal dada. La
accesibilidad a la memoria es pues fundamental. Usando el lenguaje
informático, podríamos decir que el cerebro cuenta con, al menos, dos tipos de
memoria: la memoria RAM y la del disco duro. En el ser humano, la memoria
RAM correspondería a la memoria accesible para el lóbulo frontal, sede de la
conciencia del yo, del control voluntario y de la capacidad de tomar decisiones.
La memoria del disco duro sería la memoria contenida en la totalidad del
cerebro, del sistema nervioso en su conjunto, en el organismo en su totalidad,
en cada célula, en el código genético. En resumen sería la memoria
filogenética y ontogenética. Usualmente, el lóbulo frontal no tiene acceso a este
segundo tipo de memoria. Para él, ésta es una memoria inconsciente. Debido a

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ello, su capacidad de procesar adecuadamente las señales es limitada. Como
consecuencia, la imagen de la realidad que el lóbulo frontal crea también es
limitada. Como consecuencia de ello, su decisión puede ser "torpe" impidiendo
una respuesta adaptativa adecuada. Esta es la situación de gran parte de los
seres humanos que viven en las grandes ciudades del llamado mundo
desarrollado. Esta situación tiene como base una falta de comunicación entre
los tres cerebros que conforman el cerebro humano: el primitivo, el paleo-córtex
y el córtex (y especialmente, dentro del córtex, el lóbulo frontal). El cerebro
primitivo o reptil, el paleo-córtex y gran parte del córtex están íntimamente
relacionados con la memoria del disco duro humano, mientras que el lóbulo
frontal es el que gestiona la memoria RAM. Los contenidos de la memoria RAM
son seleccionados por la conciencia del yo, la cual, a su vez, está condicionada
por el sistema socio-cultural. En las sociedades en las que la cultura humana
se "ha separado" de la naturaleza, la memoria del lóbulo frontal está
(parcialmente) "desconectada" de la memoria profunda gestionada por el
cerebro primitivo, por el paleo-córtex y por gran parte de la corteza cerebral.
Teniendo en cuenta que el sistema nervioso voluntario está controlado por el
lóbulo frontal y el sistema nervioso central por el cerebro primitivo y por el
paleo-córtex, podemos decir que muchas de las enfermedades del mundo
moderno tienen su origen en la falta de comunicación entre estos tres cerebros.
Esto quiere decir que la información no fluye libremente de unos a otros y que
sus respectivas memorias no son adecuadamente permeables entre ellas.
Para procesar adecuadamente las señales, el lóbulo frontal debería tener libre
acceso y ser permeable a la memoria del disco duro humano, incluyendo la
memoria contenida en el código genético. Esto significa que el lóbulo frontal
debe ampliar su umbral o su capacidad de memoria.
Y bien, el cultivo permanente de la atención lúcida permite esta ampliación. La
práctica de la meditación zen, como veremos más adelante, facilita el acceso a
la memoria inconsciente, actualizando un poder de procesamiento
insospechado.

3. En la respuesta adaptativa. Si la imagen de la realidad creada por el lóbulo


frontal es correcta, su orden de acción también lo será y, si no hay ninguna
lesión emocional, del aparato motor o de otro tipo, la acción motora responderá
perfectamente al estímulo. No obstante, en el caso humano volvemos a
encontrarnos con el conflicto cultura-naturaleza que ya hemos visto varias
veces en este artículo. El ser humano es un ente biológico inmerso en un
ecosistema del que depende para sobrevivir biológicamente y, al mismo
tiempo, es un ente social inmerso en un sistema socio-cultural de que también
depende para sobrevivir. El hecho es que, principalmente en las sociedades
llamadas desarrolladas, el conflicto y la separación entre cultura y naturaleza
es dramático. El sistema nervioso humano se enfrenta a un grave dilema: ¿A
qué adaptarse, al ecosistema o al sistema socio-cultural? Siendo como somos
entes sociales no podemos vivir apartados del sistema socia-cultural, pero al
mismo tiempo, siendo como somos seres biológicos no podemos negar nuestra
necesidad imperiosa de adaptarnos convenientemente al ecosistema que
sustenta nuestra vida. Podemos decir, que mayormente, los ciudadanos del
mundo "civilizado" anteponen su adaptación al sistema socio-cultural incluso si
dicha adaptación genera la muerte del ser biológico. Este sobresfuerzo de
adaptación a un sistema socio-cultural que trata de ignorar la realidad biológica

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es la causa de muchas enfermedades y muertes en el mundo desarrollado
(infartos, estrés, adiciones mortales, insomnio, cánceres, desequilibrios
emocionales y psicológicos, etc.) La enfermedad el individuo no puede ser
estudiada, ni concebida ni curada sin tener en cuenta la enfermedad del
sistema socio-cultural en el que vive.
Aquí también la práctica de la atención lúcida juega un papel crucial. Al
aumentar el umbral de atención (y por lo tanto de conciencia, y por lo tanto de
poder de decisión, y por lo tanto de respuesta) el individuo tiene acceso a un
volumen mayor de memoria biológica y, por ello, esta memoria adquiere mayor
importancia a la hora de tomar decisiones y de ordenar respuestas realmente
adaptadas no solo al sistema socio-cultural, sino también a su realidad
biológica.

 Efectos objetivos de la meditación Zen.

Tenemos que insistir en el hecho de que la meditación Zen no es sistema


terapéutico, en el sentido habitual de este término. No es una gimnasia física ni
mental y su función no es la de curar enfermedades específicas, ni físicas ni
psicológicas. La principal función de la práctica de la meditación Zen es la de
clarificar la naturaleza de nuestro ser, es decir, ayudarnos a despertar a lo que
somos. Si bien la meditación Zen actúa sobre los niveles corporal, emocional y
mental (conceptual) su campo de acción específico es el de la conciencia: la
conciencia de ser lo que somos, tal y como somos. No obstante, la conciencia
no es distinta del cuerpo, ni de la actividad emocional ni de la actividad mental.
Por lo cual, cuando se producen cambios importantes en nuestra conciencia de
ser, estos cambios de manifiestan inmediatamente en nuestra manera de ser
cuerpo, de experimentar las emociones y de pensar y concebir la realidad.
Veamos, someramente, algunas de estas manifestaciones:

1. Lo corporal.
La meditación Zen transforma y mejora radicalmente nuestra imagen corporal
interna (y por añadidura, la externa). Esto es debido a la accesibilidad de la
conciencia a muchas señales que anteriormente pasaban desapercibidas
(funcionamiento de los órganos internos, tono y estado muscular, equilibrio
ergonómico, respiración, presión sanguínea, sentido del movimiento, relación
con la gravedad terrestre, relación con el espacio, estructura muscular y ósea,
etc.) Pareciera que, gracias a una práctica asidua, la meditación Zen nos
volviera "transparentes" a nosotros mismos, desde un punto de vista corporal y
fisiológico. La conciencia de nuestra fisiología aumenta en profundidad y en
calidad. Un dicho Zen del siglo V. lo expresa así: "Hacer zazen con la piel, con
la carne, con los huesos, con la médula". Esto es, tomando conciencia de la
piel, de la carne, de los huesos, de la médula, de todo el cuerpo, tanto en su
forma externa y su relación con el espacio, como de su funcionamiento interno.
Esta auto-conciencia corporal es fundamental a la hora de practicar una
medicina preventiva basada en un modo de vida respetuoso con las
necesidades corporales (sueño adecuado, alimentación adecuada, actividad
física adecuada, posiciones corporales adecuadas, etc.) y al mismo tiempo es
la base de un autodiagnóstico continuado que facilita las funciones
homeostáticas del cuerpo.

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El enderezamiento de la columna vertebral no solamente facilita el control del
equilibrio alrededor de un eje vertical, sino que permite también una relajación
del conjunto muscular que no es concernida para el mantenimiento de la
posición. La musculatura de los hombros, de los brazos, del vientre se
encuentra relajada. A parte del efecto benéfico inmediato de esta relajación,
esto permite también suprimir las tensiones impuestas a las vísceras y tiene
consecuencias sobre el funcionamiento de los aparatos digestivos, urinario y
sexual. El enderezamiento del cuerpo y la distensión de la parte superior del
tronco permiten que los pulmones se hinchen y se llenen de aire de manera
óptima, sin que la musculatura respiratoria tenga que hacer un esfuerzo
importante.
Sin embargo, la relajación de los músculos implicados en la locomoción y en la
vida de relación no implica que el conjunto de los músculos estriados esté
relajado. En efecto, el mantenimiento del tronco erguido implica que la
musculatura de sostén conserva un tono suficiente, esencialmente a nivel de la
musculatura dorsal y, en particular, a nivel de la nuca. Las diversas pruebas de
la actividad eléctrica (electromiograma) de estos músculos durante zazen
muestran efectivamente que no están en reposo. Sin embargo, el esfuerzo
exigido por estos músculos disminuye con la experiencia de meditación puesto
que en los sujetos muy entrenados en zazen se constata una actividad
muscular más débil que en los principiantes. Esto corresponde, por una parte, a
la eliminación de las crispaciones inútiles para mantener la postura y, por otra,
a un aprendizaje del equilibrio del armazón óseo que tiene como consecuencia
una disminución del esfuerzo de la musculatura de sostén.
No obstante esto, el equilibrio de la postura, la relajación muscular y el
mantenimiento del tono antigravedad durante zazen no constituyen un fin en sí
mismos. La meta de la meditación Zen no es la de mantener una postura
sedente, simple y rigurosa. Para los maestros Zen, el cuerpo y la mente son
no-dos. La actitud del cuerpo y la actitud del espíritu están interrelacionadas.
Diferentes actitudes corporales corresponden a diferentes estados de espíritu,
de la misma manera que tal o cual sentimiento se expresa de tal o cual forma
en el cuerpo. El Zen enseña que existe un vaivén entre la postura corporal y los

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contenidos psicológicos. Esta afirmación se ha visto corroborada por el
siguiente experimento: se han registrado los movimientos del centro de
gravedad en tres grupos de sujetos sentados en zazen. Se ha constatado que
el desplazamiento del centro de gravedad es amplio en los neuróticos, mediano
en los sujetos normales y débil en los sujetos experimentados en zazen. Si se
compara los sujetos neuróticos con los sujetos normales, aparece una relación
entre el desequilibrio psicológico y la estabilidad corporal. Si se lleva más lejos
este razonamiento es posible decir que los sujetos experimentados, más
estables en su postura, son igualmente más estables psicológicamente. No
obstante, en todo rigor, esta observación requiere ser completada con test
psicológicos.
Una serie de experimentos han sido realizados con el fin de estudiar la
estabilidad de las diferentes posturas sedentes o de rodilla, modificando
distintos detalles tales como posición de manos, de brazos, de la cabeza, sin
cojín, etc. La conclusión fue que la postura de zazen, especialmente el loto
completo, es la posición más estable.

2. La respiración.
Dentro de la conciencia corporal reviste especial importancia la conciencia de
la respiración que genera la práctica de la meditación Zen. De hecho, la
concentración sobre la respiración es la puerta principal por la que los
meditadores entramos en el estado de meditación o atención lúcida. Ya hemos
visto la estrecha relación que existe entre respiración, kikaitandem, formación
bulboreticular y alerta general del cerebro. En el Zen se dice que la respiración
es el nexo de unión entre lo material (visible) y lo espiritual (invisible).
Durante la meditación Zen, la conciencia de la respiración aumenta
considerablemente haciéndonos ver la función fundamental de la respiración en
el estado general del cuerpo y de nuestro ser en su totalidad. Los estudios de
los prof. Yuhiro Ikemi y Y. Sugi, de la Universidad de Tokyo, entre otros, (2)
ponen de relieve los profundos procesos metabólicos que tienen lugar en el
organismo gracias a la respiración practicada durante la meditación Zen. El
modo de respiración practicado durante zazen, caracterizado por una
espiración larga y profunda, permite eliminar el aire residual que constituye
normalmente 1/3 de la capacidad pulmonar y que está compuesto por gas
viciado inútil para la oxigenación.

Figura 2.
En esta figura, hacia el fondo, hallamos una línea al nivel aproximado de los
1.200 mls., que corresponden al llamado volumen residual de los pulmones.
Esto significa que aunque todos los músculos espiratorios se hallen totalmente
contraídos, quedan todavía 1.200 mls. De aire, los cuales no pueden ser
expelidos, puesto que ninguna cantidad de contracción muscular puede
deshinchar totalmente todos los alvéolos y pasos respiratorios. La curva
ondulada de esta figura, entre lo sniveles de 2.300 y 2.800 mililitros, representa
la respiración normal. El volumen del pulmón aumenta de 2.300 a 2.800
mililitros al realizar la inspiración y disminuye nuevamente a 2.300 mililitros
durante la espiración. La inhalación y exhalación de aire en cada respiración
constituyen el llamado volumen central y, como veremos, es de unos 500
mililitros aproximadamente.

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Cuando ningún músculo respiratorio se halla contraído, los pulmones contienen
más o menos unos 2.300 mls. De aire. Este es el contenido de los pulmones en
condiciones pasivas. La respiración tranquila normal la realiza casi
enteramente los músculos inspiratorios, y por eso el volumen pasivo es igual al
volumen de los pulmones al final de una espiración normal. Llamaremos a la
línea horizontal, al nivel de los 2.300 mls., horizonte respiratorio.
Cuando, al final de una espiración normal, contraemos todos los músculos
espiratorios lo más fuertemente posible, se pueden sacar todavía de los

pulmones aproximadamente unos 1.100 mls adicionales de aire. A este aire


extra se le conoce como volumen espiratorio de reserva.

La línea curva y continua muestra las sucesivas inhalaciones y exhalaciones


durante zazen. La exhalación profunda, en la que se expele todo o casi todo el
volumen de reserva, va seguida por un número de ciclos de respiración normal.
(Extraído de la obra "Zazen", de Katsuki Sekida. Editorial Kairós. Barcelona
1992)

Al mismo tiempo, durante zazen se produce un menor consumo de oxígeno y


una posibilidad mayor de oxigenación pulmonar. Todo lo cual reduce
considerablemente el trabajo respiratorio. De hecho, el registro del ritmo
respiratorio durante zazen muestra una considerable disminución del ritmo y un
aumento de la amplitud. Al mismo tiempo, el análisis del consumo de oxígeno
muestra que éste disminuye notablemente. Dado que el oxígeno es el
carburante orgánico parece ser que el consumo de energía durante zazen es
muy reducido. Se ha constatado también que, de manera extraña, el
metabolismo durante zazen es inferior al del sueño. Se puede considerar pues
que el reposo orgánico (sistema nervioso central) alcanzado durante zazen es
más profundo que el alcanzado durante el sueño. Se puede imaginar
fácilmente las profundas consecuencias que esto tiene sobre la salud, entre
ellas un importante equilibrio entre los sistemas nerviosos simpáticos y
parasimpáticos. El reposo orgánico tiene además como consecuencia una
reducción de la producción de desechos, no obstante los órganos implicados
(riñones, hígado, piel, pulmones) continúan asegurando su función de
purificación. Zazen genera una profunda limpieza fisiológica. Esto es fácilmente
observable en los rostros de las personas que acuden a un retiro intensivo de

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meditación zen: al cabo de dos días de práctica asidua los rostros se vuelven
mucho más abiertos, la piel más limpia, clara y brillante. Según nuestros
conocimientos se han realizado pocos experimentos científicos en este campo.
Los análisis bioquímicos a personas experimentadas en meditación Zen son
escasos. Una observación importante ha sido, sin embargo, realizada en
referencia a la presencia de ácido láctico en la sangre. Se sabe que el ácido
láctico es un desecho resultante de la combustión de la glucosa a nivel
muscular. Se ha constatado que la presencia de ácido láctico después de
zazen es mucho más débil que normalmente. Este resultado puede ser
comparado con la observación de una tasa de ácido láctico a menudo superior
a la normal en los depresivos y en los individuos patológicamente ansiosos. La
disminución de ácido láctico podría ser una de las causas del bienestar y del
sentimiento de optimismo a menudo experimentado después de zazen.

3. La actividad sensorial.
Las conciencias sensoriales se vuelven especialmente nítidas y agudas gracias
a la práctica de la meditación zen. Al mismo tiempo se produce una regulación
de la intensidad entre los distintos sentidos. Por ejemplo, la actividad visual
pierde parte de su extrema importancia. La mirada se vuelve más flexible y
suave, relajándose la tensión ocular que caracteriza a los seres humanos que
viven en medios visualmente saturados. La mirada pierde fijeza y rigidez y
gana en amplitud y profundidad de campo. Podemos decir que la meditación
zen facilita una redefinición visual de la realidad. Por otra parte, otros sentidos
más atrofiados en los seres humanos, como el olfato y el oído, aumentan su
campo y la definición de los estímulos asociados. Especialmente agudo se
vuelve el sentido de la audición. Muchos estímulos auditivos que comunmente
no alcanzan el umbral de conciencia en la vida cotidiana, son percibidos
claramente durante y después de la meditación zen. Lo mismo sucede con las
sensaciones corporales (sinestésicas). Debido a esto, el practicante asiduo de
zazen desarrolla una aguda conciencia corporal que le permite localizar
posibles desequilibrios cuando aún se encuentran en su fase inicial.
La meditación zen, a diferencia de otras meditaciones, no provoca desconexión
sensorial completa. El practicante debe permanecer en todo momento
consciente de su actividad sensorial, aunque su punto de observación debe
hallarse en un plano suprasensorial. Esta actitud permite al practicante dos
cosas: por un lado desarrollar ecuanimidad con respecto a las sensaciones y,
por otra, permanece continuamente atento a las mismas. Esto quedó
demostrado en el siguiente experimento llevado a cabo en la Universidad de
Komazawa (Japón): Se pidió a un yogui hindú y a un maestro zen que entraran,
por separado, en los estados de meditación habituales para ellos. Previamente
se le había colocado electrodos en la cabeza que permitieran registrar sus
encefalogramas. Al cabo de cierto tiempo, cuando ambos meditadores se
hallaban en su estado de meditación habitual y su encefalograma comenzaba a
registrar ondas theta, se hizo sonar una campana cerca de sus oídos. La
respuesta del yogi vino dada por una reacción lenta, registrada como ondas
beta, y un retorno también lento al estado theta. Por el contrario, la respuesta
del maestro zen fue inmediata, aparición inmediata de ondas beta, y su retorno
al estado de meditación profunda (theta) fue también mucho más rápido que el
del yogi. Este simple experimento conlleva profundas implicaciones filosóficas,
religiosas y morales. En efecto, podemos sintetizar las dos actitudes básicas

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que los diferentes sistemas religiosos y filosóficos tienen hacia el mundo
sensorial de la siguiente manera:
- La verdad se halla más allá de los sentidos (espiritualismo, idealismo),
- La verdad se halla exclusivamente en los sentidos (materialismo,
positivismo).

La primera visión insta a los seres humanos a ir más allá de los sentidos,
estimulando el abandono del mundo sensorial y, por lo tanto, de los estímulos
sensoriales.
La segunda ciñe la actividad de la mente humana a la esfera sensorial,
limitando o minimizando la exploración de lo suprasensorial.
El Zen enseña el camino medio: ni exclusivamente sensorial, ni exclusivamente
suprasensorial. Ni sometimiento a la esclavitud de los sentidos ni negación de
la realidad sensorial.

4. La actividad emocional.
El principal aporte de la meditación zen al equilibrio emocional viene dado por
el estado de ecuanimidad emocional que genera. Este hecho tiene profundas
repercusiones en el proceso de captación, transmisión, recepción y
procesamiento de las señales. La actividad emocional básica de cualquier ser
humano oscila entre tres actitudes: 1ª. Apego-deseo. 2ª Adversión-rechazo. 3ª
Indiferencia. Ante un estímulo dado, la mente humana reacciona de una de
estas tres maneras. Cuando esta reacción es automática e inconsciente, la
apreciación del estímulo se produce teñido de la reacción emocional
desencadenada. Este hecho imposibilita una correcta captación, transmisión y
procesamiento de la información. Un ejemplo: un hombre vuelve de noche a su
casa en un estado de embriaguez. Al cruzar el jardín ve una serpiente.
Inmediatamente, sin reflexión previa, coge un palo y golpea la serpiente hasta
dejarla muerta. A la mañana siguiente, recuperada la sobriedad, se dirige al
jardín y se encuentra con la manguera de riego rota. ¡Había confundido la
manguera con una serpiente! La visión de una serpiente despierta una fuerte
reacción emocional de rechazo en muchas personas. En el caso de nuestra
historia, esta adversión fue un obstáculo a la hora de captar, transmitir y
procesar correctamente el estímulo visual. El estado de ecuanimidad emocional
es una garantía de autenticidad del correcto funcionamiento de la actividad
perceptual. Ecuanimidad quiere decir que el cerebro va a procesar la
información sin verse mediatizado ni por la atracción, ni por el rechazo ni por la
indiferencia.
Algunas personas confunden el estado de ecuanimidad emocional con el de
indiferencia cuando, en realidad, se tratan de dos actitudes completamente
distintas. La indiferencia impide una captación clara del estímulo ya que, al
haber sido clasificado de "poco importante", la atención no es enfocada sobre
él. Por lo tanto, tampoco hay reacción. Lo indiferente no nos hace reaccionar.
Por el contrario, la ecuanimidad no es ausencia de reacción. Lo que la
ecuanimidad hace es impedir una reacción apresurada, automática y ciega. La
ecuanimidad proporciona al sistema nervioso un mecanismo de verificación y
un sistema de autorregulación que impide respuestas extremas y poco
adaptadas a la realidad. Este estado de ecuanimidad generado por la
meditación zen no es de ninguna manera una falta de actividad emocional sino

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un estado de equilibrio entre los dos polos opuestos de toda actividad
emocional.
Durante zazen, un practicante avanzado puede estar experimentando
emociones profundamente subjetivas y, al mismo tiempo, puede encontrarse
en un estado de contemplación objetiva de esas mismas emociones, estado
caracterizado por la ecuanimidad. Es a esto a lo que muchos psicólogos y
antropólogos llaman "conciencia dialógica".

5. La actividad mental.

Zazen no es una meditación discursiva. No se trata de pensar sobre algo. Su


objetivo tampoco es dejar de pensar. En lenguaje zen se dice: "Pensar sin
pensar. No pensar pensando. Pensar desde el fondo del no-pensamiento".
Veamos de qué se trata esta especie de trabalenguas.
El pensamiento discursivo consciente es el producto final de un largo y
complejo proceso cognitivo que culmina en la actividad del lóbulo frontal (centro
de control y decisión consciente que regula el sistema nervioso voluntario).
Como hemos visto, el sistema nervioso voluntario se encuentra hiperestimulado
en la mayor parte de los habitantes de las sociedades post-modernas, en
detrimento del sistema nervioso autónomo. Esta hiperestimulación del SNV se
manifiesta en una hiperactividad mental consciente, es decir, por un exceso de

pensamientos generados por el lóbulo frontal. En los registros de


electroencefalogramas, esta actividad mental adopta la forma de ondas beta.
Debido a ello, muchos contemporáneos desean liberarse de la tensión mental
producida por un exceso de pensamientos conscientes.
La meditación zen relaja la actividad del lóbulo frontal y estimula la del tálamo,
hipotálamo, y demás zonas del llamado cerebro primitivo, el cual, básicamente

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regula la actividad del sistema nervioso autónomo y a través de él la actividad
biológica inconsciente. En la medida en la que esto se va produciendo, el
electroencefalograma indica la presencia de ondas alfas y theta en el cerebro.
Las ondas alfas son emitidas por practicantes experimentado de meditación
zen unos diez minutos después del comienzo de la sesión. A los treinta
minutos, el registro cerebral de ondas theta indica objetivamente que el
practicante ha alcanzado un estado profundo de meditación, comparado a una
"ensoñación consciente" Los viejos maestros consiguen permanecer en el
límite entre las ondas theta (ensoñación consciente) y las deltas (sueño
profundo). Podríamos afirmar que este estado constituye el equilibrio perfecto
entre actividad mental consciente y actividad mental inconsciente, o lo que es
lo mismo, entre sistema nervioso autónomo y sistema nervioso voluntario. En
este estado, la actividad del lóbulo frontal (pensamientos) no bloquea ni
condena completamente a la inconsciencia la actividad del cerebro profundo
(no-pensamientos). Se da un equilibrio entre el estado de pensamiento y el de
no-pensamiento. Este hecho tiene grandes repercusiones en el estado de salud
de los habitantes de las grandes ciudades modernas. Uno de los problemas
muy extendido es el del insomnio. El insomnio es la incapacidad de la mente de
liberarse de la actividad del lóbulo frontal y de conectar con el cerebro profundo
y con el sistema nervioso autónomo. Es decir, la incapacidad del cerebro de
liberarse de la actividad beta y generar actividad alfa, theta y delta. Al no poder
acceder al sueño profundo, durante el cual se autorregula el metabolismo
general gracias a la actividad del sistema nervioso autónomo, el estado de
salud global disminuye. Dormir es "desconectar" del yo consciente y de la
tiranía del lóbulo frontal. Los registros del metabolismo que han sido llevado a
cabo en practicantes avanzados de meditación zen dejan ver que su estado es
muy similar al del sueño profundo y al de ensoñación, aunque con la gran
diferencia de que su autoconciencia permanece despierta. Es por esta razón
que muchos psicoterapeutas recomiendan o estimulan la práctica de zazen en
sus pacientes, ya que este estado de ensoñación consciente facilita, por una
parte, el acceso a los contenidos inconscientes y, por otra, un cierto nivel de
autoconciencia necesario para una correcta integración de los mismos en la
estructura mental consciente (ego).

6. La conciencia.
La meditación zen es sobre todo una técnica de expansión de la conciencia
que permite una captación sensorial más amplia, una transmisión de las
señales más fluida, un procesamiento de la información más completo y, por lo
tanto, una reacción más adaptada a la realidad. La conciencia expandida
propia de la meditación zen no es ya identificable a la actividad del yo
consciente (lóbulo frontal) sino que incluye también actividad inconsciente
(cerebro profundo), trascendiendo esta división categórica y generando un tipo
de actividad nerviosa holística e integradora. San Juan de la Cruz expresó este
estado en sus famosos versos:

"No saber sabiendo,


toda ciencia trascendiendo".

7. El comportamiento y las relaciones.

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Los efectos benéficos e integradores de la práctica de zazen, si son
auténticamente reales, deben observarse necesariamente en el
comportamiento general de sus practicantes. Después de veinte años
dedicados a la práctica y a la enseñanza del Zen, mi experiencia personal es
que aquellas personas que hacen de la meditación zen una constante en sus
vidas experimentan cambios substanciales en su manera de ser, de estar y de
relacionarse con el mundo. Actualmente no tenemos ningún estudio objetivo
que permita cuantificar y definir estos cambios, pero creemos que sería muy
interesante que dicho estudio pudiera llevarse a cabo.

 Conclusión.
Los estudios científicos sobre los efectos de la meditación zen en el estado
global de salud son aún insuficientes a la hora de trazar una teoría general que
corrobore muchas de las afirmaciones enunciadas en este artículo. Por ello,
este artículo debe ser considerado como una aportación a dicha teoría. Todas
las afirmaciones aquí vertidas están basadas en la experiencia personal de los
autores y en los resultados de los pocos estudios experimentales llevados a
cabo sobre todo en Japón, Estados Unidos y España. El autor espera que este
artículo sirva de estímulo a muchos profesionales de la medicina, de la
psicología, de la antropología, de la sociología, etc. y les incentive a iniciar
líneas de investigación que aúnen los resultados de las ciencias occidentales y
los resultados experienciales de los practicantes zen.

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Breve reseña del autor:

Dokushô Villalba es maestro de meditación Zen.


Fundador de la Comunidad Budista Soto Zen española
y del templo Luz Serena (telf. 96.230.10.55),
escritor, traductor, conferenciante.

Bibliografía:

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Villalba, Dokushô., "¿Qué es el Zen?". Miraguano Ediciones. Madrid 1998.
Zohar, Danah., "La conciencia cuántica". Plaza y Janés. Barcelona 1990.

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