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A LA SALUD GLOBAL
por Dokushô Villalba
El término japonés Zen es una transliteración del término chino Ch'an, que a su
vez es una abreviación de Ch'an-na. Este es una transliteración al chino del
vocablo sánscrito dhyana. Dhyana podría ser traducido como "absorción" o
"reabsorción". Para comprender este concepto podemos tomar el ejemplo de
las gotas del rocío matinal. Estas gotas son una condensación de la humedad
ambiental. Al salir el sol, las gotas de rocío se evaporan y son "reabsorbidas"
por la humedad ambiental. De la misma forma, el Budismo considera que el
organismo humano es una condensación de la energía universal, a la que
deberá volver inevitablemente en el momento de la disolución (muerte). La
actividad de la energía universal sigue pues un ciclo con tres fases:
condensación, mantenimiento y disolución. En la vida humana, la
condensación comienza con la concepción de un nuevo ser humano, continúa
con su gestación en el vientre materno, con el nacimiento extracorpóreo del
nuevo ser y culmina con la maduración corporal, física y mental. A partir de
aquí, comienza la fase de mantenimiento de la vida madura, fase que da lugar
a la siguiente, la inevitable disolución de la vida individual, que se manifiesta a
través de la degeneración física y mental y, por último, la muerte, o reabsoción
del ser individual en su Fuente Primigenia.
La práctica de la meditación Zen permite que el ser individual se conecte
conscientemente con la Fuente Primigenia de su vida, con "su verdadera
naturaleza original" en el lenguaje Zen. Esta conexión tiene el poder de reducir
o hacer desaparecer el miedo a la muerte y al cambio, o dicho de otra manera,
reduce el apego a la forma individual y al concepto de yo. Como veremos más
adelante, para el Budismo este apego es la causa de todo desequilibrio y
enfermedad y, por lo tanto, de todo sufrimiento.
El Buda Sakiamuni.
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época. Finalmente recurrió a la práctica milenaria de la meditación
contemplativa, gracias a la cual, después de experimentar profundos procesos
cognitivos internos, alcanzó el estado llamado "iluminación" o, en otras
palabras, la perfecta reabsoción en la Fuente Original de la Vida, o bien el
estado de Salud por antonomasia.
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vejez y a la muerte tiene su causa última en un error cognitivo de la mente
humana, la cual no percibe claramente su realidad interna y externa y, por
lo tanto, no puede generar comportamientos adaptados a dicha realidad.
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programado en sistema binario. Una de las primeras cosas que un humano
recienacido debe aprender por imposición cultural es la diferenciación entre
yo y no-yo. Es decir, debe aprender a definir el yo y a partir de ahí, a
considerarlo una entidad inmutable, siempre opuesta al no-yo. El niño
aprende a desarrollar el "amor propio", es decir, el apego a su yo y la
desconfianza hacia el no-yo. Este mecanismo psíquico que a primera vista
parece muy eficaz para sobrevivir, puede convertirse en la principal causa
de nuestra aniquilación como especie e incluso de la aniquilación de toda
forma de vida en el planeta.
3º. La Verdad del estado de Salud. El Buda enseñó que los seres
humanos tenemos la capacidad de generar y vivir en un estado de Salud
Global. Este estado de salud global es llamado Nirvana en el Budismo. Se
trata de un estado de equilibrio, de profunda paz interior, de aceptación
total, de satisfacción plena y de capacidad de adaptación. El Buda fue un
humanista convencido. Creía por experiencia en la capacidad de la
naturaleza humana de corregir el error de percepción que se haya en la raíz
del sufrimiento y, por lo tanto, en la capacidad de experimentar un estado
de dicha, originado por la plena aceptación y adaptación del organismo
humano a su realidad. El camino hacia la Salud comienza con el
reconocimiento de la enfermedad, con el descubrimiento de sus causas y
con la confianza en que el restablecimiento del equilibrio es posible.
Después, y quizá lo más importante, hay que seguir un tratamiento.
1. Visión correcta.
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En primer lugar, la mente humana debe corregir los errores de
percepción (o de procesamiento de la información, en lenguaje
cibernético) a fin de que la representación mental subjetiva coincida
perfectamente con la realidad objetiva. Esta corrección tiene lugar
mediante una reflexión adecuada sobre el verdadero carácter de la
realidad y pone en funcionamiento la capacidad autorreflexiva y
autocorrectora de la mente. Por ejemplo, frente a la ilusión de la
imortalidad y de la permanencia individual, la mente debe aceptar la
propia mortalidad y la impermanencia de toda forma como realidad
evidente con la que el organismo humano debe vivir en armonía.
Otro ejemplo, frente a apego terco al yo y a lo mío, la mente debe ver y
aceptar la interrelación y la interdependencia básica que une a todos los
seres vivientes. Si no se corrige la visión errónea que se haya en el
origen del desequilibrio, aunque eventualmente se consiga camuflar o
esconder los síntomas, el desequilibrio brotará de nuevo en una u otra
forma.
2. Intención correcta.
La intención correcta hace referencia al propósito de y en la vida. El ser
humano necesita comprender el propósito de la Vida con el fin de ajustar
su intención individual a dicho propósito. El sentido del propósito de la
vida universal y de la vida individual es una fuerza unificadora que actúa
como eje central y principio rector de todas las funciones, tanto a nivel
subatómico, como celular, emocional, mental y espiritual. La pérdida del
propósito individual, por el contrario, actúa como una fuerza
disgregadora que convierte en caótico el funcionamiento del organismo
humano, desordenando lo que la intención correcta ordena. Podemos
afirmar que muchas de las patologías extendidas entre gran número de
habitantes de las grandes ciudades tienen su origen en una pérdida del
sentido de la propia existencia individual, y de la desconexión de ésta
con la vida cósmica. La intención correcta sólo puede surgir de la
visión correcta. Por ello, si la percepción de la realidad no es correcta,
la intención individual no puede adaptarse al propósito universal y fruto
de ello es el desequilibrio, la enfermedad y el dolor.
3. Palabra correcta.
La palabra es la expresión verbal de la intención. La palabra tiene el
poder de matar o de dar vida, de herir o de sanar, de hacer daño o de
curar el dolor. Los chamanes, los sanadores más antiguos de la
humanidad, utilizan la vibración sonora como vehículo de su intención
sanadora. La palabra correcta es aquella que crea orden y percepción
clara en la mente, tanto del que la emite como del que la recibe. La
palabra expresa la propia visión e intención y, a la inversa, a través de
las palabras podemos transformar nuestra visión e intención, así como
las de los demás.
4. Conducta correcta.
La conducta es la expresión corporal de la visión y de la intención. Todo
comportamiento presupone una determinada visión de sí mismo y de la
vida. Detrás de los hábitos nocivos, origen de enfermedades, se haya
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una percepción errónea de la realidad y una incapacidad de adaptarse a
ella. En Occidente, la psicología conductista sigue predominando pero,
demasiado a menudo, esta escuela olvida que detrás de cada conducta
hay una visión y que es imposible transformar la conducta si no se
transforma la visión.
6. Esfuerzo correcto.
En todo proceso de sanación la voluntad de sanar, así como la
perseverancia en el tratamiento, son fundamentales para concluir dicho
proceso con éxito. Muchos tratamientos fracasan no porque sean
ineficaces, sino porque el paciente carece de la voluntad necesaria de
sanar, debido principalmente a causas emocionales que le han hecho
perder la conexión con el propósito de su vida. El paciente no puede ser
un mero sujeto pasivo del tratamiento. No puede dejar la responsabilidad
de su sanación en manos de los "especialistas" ni en la tecnología, ni en
los gurús, ni en el maestro espiritual.
7. Atención correcta.
Como ya hemos dicho, el Zen concibe la ignorancia como un "error de
percepción". En la base de este error se encuentra una atención
incorrecta. Dado que el desarrollo consciente de la atención es el pilar
básico de la práctica meditativa Zen, dedicaremos una sección a este
tema un poco más adelante.
8. Meditación correcta.
La meditación en zazen es el "laboratorio" que reúne las condiciones
adecuadas para cultivar la atención consciente y, por ende, corregir los
errores de percepción que constituyen la causa profunda de todos los
desarreglos y desequilibrios. También dedicaremos varias secciones al
tema de la meditación zen.
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Resumiendo todo lo anterior podemos decir que el ser humano es básicamente
un ser consciente. Para el ser humano, la realidad es sobre todo la conciencia
que él tiene de la realidad. De la misma forma, un ser humano es sobre todo la
consciencia que tiene de sí mismo. Esta consciencia humana es el producto
final de un complejo proceso o conjunto de procesos entre los que podemos
destacar los procesos biológico, emocional, mental (conceptual) y espiritual.
Cuando la consciencia que el ser humano tiene de la realidad no concuerda
con lo que la realidad es en sí hablamos de "error de percepción" o ignorancia.
Esta consciencia ilusoria impide a la vida humana adaptarse adecuadamente a
la realidad en la que vive, generando problemas de adaptación
(comportamientos erróneos) que adoptan formas de conflictos, desequilibrios y
enfermedades, cuyo resultado último es el dolor y el sufrimiento. En la base del
error de percepción se haya una atención incorrecta. Por lo cual, corregir el
error de percepción mediante un cultivo sistemático de la atención constituye la
base última de todo proceso sanador que quiera llegar hasta las causas
profundas, sin olvidar el tratamiento de los síntomas.
Importancia de la atención.
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La atención es una condición sine qua non de la consciencia y un sistema de
seguridad que opera sobre y trata de corregir el funcionamiento del sistema
nervioso en su tarea de conocer la realidad y de adaptarse a ella.
La enfermedad, considerada en un sentido genérico, y toda la secuela de dolor
y sufrimiento que conlleva, puede ser pues considerada como un error de
adaptación homeostática tanto al medio externo (realidad objetiva) como al
interno (realidad dubjetiva).
Este error de adaptación tiene como causa un error de percepción (de
captación, de transmisión, de recepción, de procesamiento o de reacción). Este
error de percepción tiene su causa en un funcionamiento incorrecto de la
atención. Por lo cual, restablecer el funcionamiento correcto de la atención
constituye un tratamiento necesario para algunas enfermedades.
O en otras palabras:
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Para que esta estabilidad se produzca es imprescindible que la postura
corporal esté bien equilibrada. Durante zazen, las nalgas están apoyadas
sobre un cojín y las rodillas firmemente estabilizadas sobre el suelo,
formando una sólida base triangular.
A partir de esta base, el tronco se endereza y la columna vertebral
permanece bien erguida, facilitando una perfecta conductibilidad de los
impulsos nerviosos desde las terminaciones nerviosas, a través de la
médula espinal, hasta el cerebro. Para ello, es importante que la nuca esté
bien recta, lo cual se consigue fortaleciendo, mediante el entrenamiento, los
músculos del cuello.
A nivel de la quinta vértebra lumbar debe producirse naturalmente la
curvatura lumbar que permite que todos los órganos internos permanezcan
libres de opresiones. Especialmente relajamos el bajo vientre, esta zona
que los japoneses llaman kikai-tandem (océano de energía). El kikai-tandem
se sitúa aproximadamente cuatro dedos por debajo del ombligo. Esta zona,
como veremos a continuación, es muy importante para el desarrollo
correcto de la atención.
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excita los músculos, y las sensaciones corporales reexcitan a su vez el
centro de la atención" ( Extraído de la obra "Zazen", de Katsuki Sekida.
Editorial Kairós. Barcelona 1990)
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señales nerviosas debido a bloqueos u "opacidades" provocadas por
determinadas actitudes emocionales y mentales. El dicho "Sólo ves
lo que quieres ver" es una expresión de esto. Actitudes emocionales
de rechazo, de negación o de indiferencia hacia estímulos concretos
bloquean la transmisión de estas señales hacia el cerebro. El estado
de atención lúcida viene caracterizado por un estado emocional
llamado ecuanimidad. Esto quiere decir que, en un estado de
ecuanimidad, los impulsos nerviosos captados por los sentidos son
transmitidos adecuadamente hacia el cerebro sin interferencia y sin
bloqueos. Como se dice en el Zen: "Nos guste o no nos guste, las
cosas son como son".
c) Recepción. Para la creación de una imagen correcta de la realidad es
importante que las señales lleguen hasta el tálamo y de aquí al
sistema límbico, al hipotálamo, a la FBR y al córtex, según
corresponda. Pero las señales no sólo deben llegar a sus respectivas
áreas cerebrales, sino que, y sobre todo, es importante que estas
zonas sean capaces de recibir dichas señales. Para ello, es
fundamental que las zonas cerebrales implicadas estén "despiertas".
Si no están despiertas, las señales no serán recibidas. Si sólo están
medio despiertas, las señales serán recibidas a medias. ¿Cómo tiene
lugar el despertar de las zonas cerebrales? De la siguiente forma:
cuando las señales llegan hasta el tálamo, éste realiza dos funciones:
1ª. Envía la señal a la zona cerebral correspondiente y 2ª envía una
señal de alerta al centro de atención el cual se encarga de despertar
a la zona cerebral específica que debe recibir las señales enviadas
por el tálamo. Este centro de la atención, como hemos visto, es
directamente estimulado también por la FBR, la cual, a su vez, puede
ser estimulada por el tono muscular, en concreto y principalmente por
los músculos abdominales del kikaitandem. Finalmente, a través de
la tonificación correcta del kikaitandem mediante una espiración larga
y profunda podemos mantener conscientemente despiertas amplias
zonas del cerebro, lo cual facilita una recepción adecuada de las
señales nerviosas.
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ello, su capacidad de procesar adecuadamente las señales es limitada. Como
consecuencia, la imagen de la realidad que el lóbulo frontal crea también es
limitada. Como consecuencia de ello, su decisión puede ser "torpe" impidiendo
una respuesta adaptativa adecuada. Esta es la situación de gran parte de los
seres humanos que viven en las grandes ciudades del llamado mundo
desarrollado. Esta situación tiene como base una falta de comunicación entre
los tres cerebros que conforman el cerebro humano: el primitivo, el paleo-córtex
y el córtex (y especialmente, dentro del córtex, el lóbulo frontal). El cerebro
primitivo o reptil, el paleo-córtex y gran parte del córtex están íntimamente
relacionados con la memoria del disco duro humano, mientras que el lóbulo
frontal es el que gestiona la memoria RAM. Los contenidos de la memoria RAM
son seleccionados por la conciencia del yo, la cual, a su vez, está condicionada
por el sistema socio-cultural. En las sociedades en las que la cultura humana
se "ha separado" de la naturaleza, la memoria del lóbulo frontal está
(parcialmente) "desconectada" de la memoria profunda gestionada por el
cerebro primitivo, por el paleo-córtex y por gran parte de la corteza cerebral.
Teniendo en cuenta que el sistema nervioso voluntario está controlado por el
lóbulo frontal y el sistema nervioso central por el cerebro primitivo y por el
paleo-córtex, podemos decir que muchas de las enfermedades del mundo
moderno tienen su origen en la falta de comunicación entre estos tres cerebros.
Esto quiere decir que la información no fluye libremente de unos a otros y que
sus respectivas memorias no son adecuadamente permeables entre ellas.
Para procesar adecuadamente las señales, el lóbulo frontal debería tener libre
acceso y ser permeable a la memoria del disco duro humano, incluyendo la
memoria contenida en el código genético. Esto significa que el lóbulo frontal
debe ampliar su umbral o su capacidad de memoria.
Y bien, el cultivo permanente de la atención lúcida permite esta ampliación. La
práctica de la meditación zen, como veremos más adelante, facilita el acceso a
la memoria inconsciente, actualizando un poder de procesamiento
insospechado.
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es la causa de muchas enfermedades y muertes en el mundo desarrollado
(infartos, estrés, adiciones mortales, insomnio, cánceres, desequilibrios
emocionales y psicológicos, etc.) La enfermedad el individuo no puede ser
estudiada, ni concebida ni curada sin tener en cuenta la enfermedad del
sistema socio-cultural en el que vive.
Aquí también la práctica de la atención lúcida juega un papel crucial. Al
aumentar el umbral de atención (y por lo tanto de conciencia, y por lo tanto de
poder de decisión, y por lo tanto de respuesta) el individuo tiene acceso a un
volumen mayor de memoria biológica y, por ello, esta memoria adquiere mayor
importancia a la hora de tomar decisiones y de ordenar respuestas realmente
adaptadas no solo al sistema socio-cultural, sino también a su realidad
biológica.
1. Lo corporal.
La meditación Zen transforma y mejora radicalmente nuestra imagen corporal
interna (y por añadidura, la externa). Esto es debido a la accesibilidad de la
conciencia a muchas señales que anteriormente pasaban desapercibidas
(funcionamiento de los órganos internos, tono y estado muscular, equilibrio
ergonómico, respiración, presión sanguínea, sentido del movimiento, relación
con la gravedad terrestre, relación con el espacio, estructura muscular y ósea,
etc.) Pareciera que, gracias a una práctica asidua, la meditación Zen nos
volviera "transparentes" a nosotros mismos, desde un punto de vista corporal y
fisiológico. La conciencia de nuestra fisiología aumenta en profundidad y en
calidad. Un dicho Zen del siglo V. lo expresa así: "Hacer zazen con la piel, con
la carne, con los huesos, con la médula". Esto es, tomando conciencia de la
piel, de la carne, de los huesos, de la médula, de todo el cuerpo, tanto en su
forma externa y su relación con el espacio, como de su funcionamiento interno.
Esta auto-conciencia corporal es fundamental a la hora de practicar una
medicina preventiva basada en un modo de vida respetuoso con las
necesidades corporales (sueño adecuado, alimentación adecuada, actividad
física adecuada, posiciones corporales adecuadas, etc.) y al mismo tiempo es
la base de un autodiagnóstico continuado que facilita las funciones
homeostáticas del cuerpo.
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El enderezamiento de la columna vertebral no solamente facilita el control del
equilibrio alrededor de un eje vertical, sino que permite también una relajación
del conjunto muscular que no es concernida para el mantenimiento de la
posición. La musculatura de los hombros, de los brazos, del vientre se
encuentra relajada. A parte del efecto benéfico inmediato de esta relajación,
esto permite también suprimir las tensiones impuestas a las vísceras y tiene
consecuencias sobre el funcionamiento de los aparatos digestivos, urinario y
sexual. El enderezamiento del cuerpo y la distensión de la parte superior del
tronco permiten que los pulmones se hinchen y se llenen de aire de manera
óptima, sin que la musculatura respiratoria tenga que hacer un esfuerzo
importante.
Sin embargo, la relajación de los músculos implicados en la locomoción y en la
vida de relación no implica que el conjunto de los músculos estriados esté
relajado. En efecto, el mantenimiento del tronco erguido implica que la
musculatura de sostén conserva un tono suficiente, esencialmente a nivel de la
musculatura dorsal y, en particular, a nivel de la nuca. Las diversas pruebas de
la actividad eléctrica (electromiograma) de estos músculos durante zazen
muestran efectivamente que no están en reposo. Sin embargo, el esfuerzo
exigido por estos músculos disminuye con la experiencia de meditación puesto
que en los sujetos muy entrenados en zazen se constata una actividad
muscular más débil que en los principiantes. Esto corresponde, por una parte, a
la eliminación de las crispaciones inútiles para mantener la postura y, por otra,
a un aprendizaje del equilibrio del armazón óseo que tiene como consecuencia
una disminución del esfuerzo de la musculatura de sostén.
No obstante esto, el equilibrio de la postura, la relajación muscular y el
mantenimiento del tono antigravedad durante zazen no constituyen un fin en sí
mismos. La meta de la meditación Zen no es la de mantener una postura
sedente, simple y rigurosa. Para los maestros Zen, el cuerpo y la mente son
no-dos. La actitud del cuerpo y la actitud del espíritu están interrelacionadas.
Diferentes actitudes corporales corresponden a diferentes estados de espíritu,
de la misma manera que tal o cual sentimiento se expresa de tal o cual forma
en el cuerpo. El Zen enseña que existe un vaivén entre la postura corporal y los
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contenidos psicológicos. Esta afirmación se ha visto corroborada por el
siguiente experimento: se han registrado los movimientos del centro de
gravedad en tres grupos de sujetos sentados en zazen. Se ha constatado que
el desplazamiento del centro de gravedad es amplio en los neuróticos, mediano
en los sujetos normales y débil en los sujetos experimentados en zazen. Si se
compara los sujetos neuróticos con los sujetos normales, aparece una relación
entre el desequilibrio psicológico y la estabilidad corporal. Si se lleva más lejos
este razonamiento es posible decir que los sujetos experimentados, más
estables en su postura, son igualmente más estables psicológicamente. No
obstante, en todo rigor, esta observación requiere ser completada con test
psicológicos.
Una serie de experimentos han sido realizados con el fin de estudiar la
estabilidad de las diferentes posturas sedentes o de rodilla, modificando
distintos detalles tales como posición de manos, de brazos, de la cabeza, sin
cojín, etc. La conclusión fue que la postura de zazen, especialmente el loto
completo, es la posición más estable.
2. La respiración.
Dentro de la conciencia corporal reviste especial importancia la conciencia de
la respiración que genera la práctica de la meditación Zen. De hecho, la
concentración sobre la respiración es la puerta principal por la que los
meditadores entramos en el estado de meditación o atención lúcida. Ya hemos
visto la estrecha relación que existe entre respiración, kikaitandem, formación
bulboreticular y alerta general del cerebro. En el Zen se dice que la respiración
es el nexo de unión entre lo material (visible) y lo espiritual (invisible).
Durante la meditación Zen, la conciencia de la respiración aumenta
considerablemente haciéndonos ver la función fundamental de la respiración en
el estado general del cuerpo y de nuestro ser en su totalidad. Los estudios de
los prof. Yuhiro Ikemi y Y. Sugi, de la Universidad de Tokyo, entre otros, (2)
ponen de relieve los profundos procesos metabólicos que tienen lugar en el
organismo gracias a la respiración practicada durante la meditación Zen. El
modo de respiración practicado durante zazen, caracterizado por una
espiración larga y profunda, permite eliminar el aire residual que constituye
normalmente 1/3 de la capacidad pulmonar y que está compuesto por gas
viciado inútil para la oxigenación.
Figura 2.
En esta figura, hacia el fondo, hallamos una línea al nivel aproximado de los
1.200 mls., que corresponden al llamado volumen residual de los pulmones.
Esto significa que aunque todos los músculos espiratorios se hallen totalmente
contraídos, quedan todavía 1.200 mls. De aire, los cuales no pueden ser
expelidos, puesto que ninguna cantidad de contracción muscular puede
deshinchar totalmente todos los alvéolos y pasos respiratorios. La curva
ondulada de esta figura, entre lo sniveles de 2.300 y 2.800 mililitros, representa
la respiración normal. El volumen del pulmón aumenta de 2.300 a 2.800
mililitros al realizar la inspiración y disminuye nuevamente a 2.300 mililitros
durante la espiración. La inhalación y exhalación de aire en cada respiración
constituyen el llamado volumen central y, como veremos, es de unos 500
mililitros aproximadamente.
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Cuando ningún músculo respiratorio se halla contraído, los pulmones contienen
más o menos unos 2.300 mls. De aire. Este es el contenido de los pulmones en
condiciones pasivas. La respiración tranquila normal la realiza casi
enteramente los músculos inspiratorios, y por eso el volumen pasivo es igual al
volumen de los pulmones al final de una espiración normal. Llamaremos a la
línea horizontal, al nivel de los 2.300 mls., horizonte respiratorio.
Cuando, al final de una espiración normal, contraemos todos los músculos
espiratorios lo más fuertemente posible, se pueden sacar todavía de los
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meditación zen: al cabo de dos días de práctica asidua los rostros se vuelven
mucho más abiertos, la piel más limpia, clara y brillante. Según nuestros
conocimientos se han realizado pocos experimentos científicos en este campo.
Los análisis bioquímicos a personas experimentadas en meditación Zen son
escasos. Una observación importante ha sido, sin embargo, realizada en
referencia a la presencia de ácido láctico en la sangre. Se sabe que el ácido
láctico es un desecho resultante de la combustión de la glucosa a nivel
muscular. Se ha constatado que la presencia de ácido láctico después de
zazen es mucho más débil que normalmente. Este resultado puede ser
comparado con la observación de una tasa de ácido láctico a menudo superior
a la normal en los depresivos y en los individuos patológicamente ansiosos. La
disminución de ácido láctico podría ser una de las causas del bienestar y del
sentimiento de optimismo a menudo experimentado después de zazen.
3. La actividad sensorial.
Las conciencias sensoriales se vuelven especialmente nítidas y agudas gracias
a la práctica de la meditación zen. Al mismo tiempo se produce una regulación
de la intensidad entre los distintos sentidos. Por ejemplo, la actividad visual
pierde parte de su extrema importancia. La mirada se vuelve más flexible y
suave, relajándose la tensión ocular que caracteriza a los seres humanos que
viven en medios visualmente saturados. La mirada pierde fijeza y rigidez y
gana en amplitud y profundidad de campo. Podemos decir que la meditación
zen facilita una redefinición visual de la realidad. Por otra parte, otros sentidos
más atrofiados en los seres humanos, como el olfato y el oído, aumentan su
campo y la definición de los estímulos asociados. Especialmente agudo se
vuelve el sentido de la audición. Muchos estímulos auditivos que comunmente
no alcanzan el umbral de conciencia en la vida cotidiana, son percibidos
claramente durante y después de la meditación zen. Lo mismo sucede con las
sensaciones corporales (sinestésicas). Debido a esto, el practicante asiduo de
zazen desarrolla una aguda conciencia corporal que le permite localizar
posibles desequilibrios cuando aún se encuentran en su fase inicial.
La meditación zen, a diferencia de otras meditaciones, no provoca desconexión
sensorial completa. El practicante debe permanecer en todo momento
consciente de su actividad sensorial, aunque su punto de observación debe
hallarse en un plano suprasensorial. Esta actitud permite al practicante dos
cosas: por un lado desarrollar ecuanimidad con respecto a las sensaciones y,
por otra, permanece continuamente atento a las mismas. Esto quedó
demostrado en el siguiente experimento llevado a cabo en la Universidad de
Komazawa (Japón): Se pidió a un yogui hindú y a un maestro zen que entraran,
por separado, en los estados de meditación habituales para ellos. Previamente
se le había colocado electrodos en la cabeza que permitieran registrar sus
encefalogramas. Al cabo de cierto tiempo, cuando ambos meditadores se
hallaban en su estado de meditación habitual y su encefalograma comenzaba a
registrar ondas theta, se hizo sonar una campana cerca de sus oídos. La
respuesta del yogi vino dada por una reacción lenta, registrada como ondas
beta, y un retorno también lento al estado theta. Por el contrario, la respuesta
del maestro zen fue inmediata, aparición inmediata de ondas beta, y su retorno
al estado de meditación profunda (theta) fue también mucho más rápido que el
del yogi. Este simple experimento conlleva profundas implicaciones filosóficas,
religiosas y morales. En efecto, podemos sintetizar las dos actitudes básicas
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que los diferentes sistemas religiosos y filosóficos tienen hacia el mundo
sensorial de la siguiente manera:
- La verdad se halla más allá de los sentidos (espiritualismo, idealismo),
- La verdad se halla exclusivamente en los sentidos (materialismo,
positivismo).
La primera visión insta a los seres humanos a ir más allá de los sentidos,
estimulando el abandono del mundo sensorial y, por lo tanto, de los estímulos
sensoriales.
La segunda ciñe la actividad de la mente humana a la esfera sensorial,
limitando o minimizando la exploración de lo suprasensorial.
El Zen enseña el camino medio: ni exclusivamente sensorial, ni exclusivamente
suprasensorial. Ni sometimiento a la esclavitud de los sentidos ni negación de
la realidad sensorial.
4. La actividad emocional.
El principal aporte de la meditación zen al equilibrio emocional viene dado por
el estado de ecuanimidad emocional que genera. Este hecho tiene profundas
repercusiones en el proceso de captación, transmisión, recepción y
procesamiento de las señales. La actividad emocional básica de cualquier ser
humano oscila entre tres actitudes: 1ª. Apego-deseo. 2ª Adversión-rechazo. 3ª
Indiferencia. Ante un estímulo dado, la mente humana reacciona de una de
estas tres maneras. Cuando esta reacción es automática e inconsciente, la
apreciación del estímulo se produce teñido de la reacción emocional
desencadenada. Este hecho imposibilita una correcta captación, transmisión y
procesamiento de la información. Un ejemplo: un hombre vuelve de noche a su
casa en un estado de embriaguez. Al cruzar el jardín ve una serpiente.
Inmediatamente, sin reflexión previa, coge un palo y golpea la serpiente hasta
dejarla muerta. A la mañana siguiente, recuperada la sobriedad, se dirige al
jardín y se encuentra con la manguera de riego rota. ¡Había confundido la
manguera con una serpiente! La visión de una serpiente despierta una fuerte
reacción emocional de rechazo en muchas personas. En el caso de nuestra
historia, esta adversión fue un obstáculo a la hora de captar, transmitir y
procesar correctamente el estímulo visual. El estado de ecuanimidad emocional
es una garantía de autenticidad del correcto funcionamiento de la actividad
perceptual. Ecuanimidad quiere decir que el cerebro va a procesar la
información sin verse mediatizado ni por la atracción, ni por el rechazo ni por la
indiferencia.
Algunas personas confunden el estado de ecuanimidad emocional con el de
indiferencia cuando, en realidad, se tratan de dos actitudes completamente
distintas. La indiferencia impide una captación clara del estímulo ya que, al
haber sido clasificado de "poco importante", la atención no es enfocada sobre
él. Por lo tanto, tampoco hay reacción. Lo indiferente no nos hace reaccionar.
Por el contrario, la ecuanimidad no es ausencia de reacción. Lo que la
ecuanimidad hace es impedir una reacción apresurada, automática y ciega. La
ecuanimidad proporciona al sistema nervioso un mecanismo de verificación y
un sistema de autorregulación que impide respuestas extremas y poco
adaptadas a la realidad. Este estado de ecuanimidad generado por la
meditación zen no es de ninguna manera una falta de actividad emocional sino
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un estado de equilibrio entre los dos polos opuestos de toda actividad
emocional.
Durante zazen, un practicante avanzado puede estar experimentando
emociones profundamente subjetivas y, al mismo tiempo, puede encontrarse
en un estado de contemplación objetiva de esas mismas emociones, estado
caracterizado por la ecuanimidad. Es a esto a lo que muchos psicólogos y
antropólogos llaman "conciencia dialógica".
5. La actividad mental.
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regula la actividad del sistema nervioso autónomo y a través de él la actividad
biológica inconsciente. En la medida en la que esto se va produciendo, el
electroencefalograma indica la presencia de ondas alfas y theta en el cerebro.
Las ondas alfas son emitidas por practicantes experimentado de meditación
zen unos diez minutos después del comienzo de la sesión. A los treinta
minutos, el registro cerebral de ondas theta indica objetivamente que el
practicante ha alcanzado un estado profundo de meditación, comparado a una
"ensoñación consciente" Los viejos maestros consiguen permanecer en el
límite entre las ondas theta (ensoñación consciente) y las deltas (sueño
profundo). Podríamos afirmar que este estado constituye el equilibrio perfecto
entre actividad mental consciente y actividad mental inconsciente, o lo que es
lo mismo, entre sistema nervioso autónomo y sistema nervioso voluntario. En
este estado, la actividad del lóbulo frontal (pensamientos) no bloquea ni
condena completamente a la inconsciencia la actividad del cerebro profundo
(no-pensamientos). Se da un equilibrio entre el estado de pensamiento y el de
no-pensamiento. Este hecho tiene grandes repercusiones en el estado de salud
de los habitantes de las grandes ciudades modernas. Uno de los problemas
muy extendido es el del insomnio. El insomnio es la incapacidad de la mente de
liberarse de la actividad del lóbulo frontal y de conectar con el cerebro profundo
y con el sistema nervioso autónomo. Es decir, la incapacidad del cerebro de
liberarse de la actividad beta y generar actividad alfa, theta y delta. Al no poder
acceder al sueño profundo, durante el cual se autorregula el metabolismo
general gracias a la actividad del sistema nervioso autónomo, el estado de
salud global disminuye. Dormir es "desconectar" del yo consciente y de la
tiranía del lóbulo frontal. Los registros del metabolismo que han sido llevado a
cabo en practicantes avanzados de meditación zen dejan ver que su estado es
muy similar al del sueño profundo y al de ensoñación, aunque con la gran
diferencia de que su autoconciencia permanece despierta. Es por esta razón
que muchos psicoterapeutas recomiendan o estimulan la práctica de zazen en
sus pacientes, ya que este estado de ensoñación consciente facilita, por una
parte, el acceso a los contenidos inconscientes y, por otra, un cierto nivel de
autoconciencia necesario para una correcta integración de los mismos en la
estructura mental consciente (ego).
6. La conciencia.
La meditación zen es sobre todo una técnica de expansión de la conciencia
que permite una captación sensorial más amplia, una transmisión de las
señales más fluida, un procesamiento de la información más completo y, por lo
tanto, una reacción más adaptada a la realidad. La conciencia expandida
propia de la meditación zen no es ya identificable a la actividad del yo
consciente (lóbulo frontal) sino que incluye también actividad inconsciente
(cerebro profundo), trascendiendo esta división categórica y generando un tipo
de actividad nerviosa holística e integradora. San Juan de la Cruz expresó este
estado en sus famosos versos:
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Los efectos benéficos e integradores de la práctica de zazen, si son
auténticamente reales, deben observarse necesariamente en el
comportamiento general de sus practicantes. Después de veinte años
dedicados a la práctica y a la enseñanza del Zen, mi experiencia personal es
que aquellas personas que hacen de la meditación zen una constante en sus
vidas experimentan cambios substanciales en su manera de ser, de estar y de
relacionarse con el mundo. Actualmente no tenemos ningún estudio objetivo
que permita cuantificar y definir estos cambios, pero creemos que sería muy
interesante que dicho estudio pudiera llevarse a cabo.
Conclusión.
Los estudios científicos sobre los efectos de la meditación zen en el estado
global de salud son aún insuficientes a la hora de trazar una teoría general que
corrobore muchas de las afirmaciones enunciadas en este artículo. Por ello,
este artículo debe ser considerado como una aportación a dicha teoría. Todas
las afirmaciones aquí vertidas están basadas en la experiencia personal de los
autores y en los resultados de los pocos estudios experimentales llevados a
cabo sobre todo en Japón, Estados Unidos y España. El autor espera que este
artículo sirva de estímulo a muchos profesionales de la medicina, de la
psicología, de la antropología, de la sociología, etc. y les incentive a iniciar
líneas de investigación que aúnen los resultados de las ciencias occidentales y
los resultados experienciales de los practicantes zen.
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Breve reseña del autor:
Bibliografía:
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