Delirante
Arik Eindrok
Para Rous,
la única razón para no estar triste en esta existencia absurda
Amor delirante,
un efímero y quimérico suspiro
en mi existencia absurda y errante
Debe ser hermoso sentir tu alma: tan pura e inefable, tan opuesta a lo
deplorable y repugnante que es la esencia humana.
Cuando probé por vez primera tu boca sentí que me convertía en una sombra
completamente ajena a mi tediosa humanidad.
La sensación que me provocaste el día que te conocí es algo que jamás podré
explicar ni expresar. Removiste algo en mi espíritu, algo que ni yo sabía que
existía, algo que ahora solo a ti pertenece… Me hiciste sentir vivo
nuevamente.
No importa las veces que caigas, yo no quiero que siempre vueles en los cielos
más bellos. Sé que a veces es necesario caminar por el infierno, pero cada vez
que lo hagas, yo estaré ahí para ti.
Quiero recordarte que la razón de que yo muera felizmente eres tú,
eternamente tú.
El único sentido que le hallo a esta inadmisible existencia eres tú. Es que eres
increíble, no te percatas del alma tan magnífica que posees, pero yo puedo
sentir una vibración sorprendente que emana de ti y me hace sentir vivo.
Creo que esta vida no será adecuada, pues hay demasiado dolor. Sin embargo,
nos tenemos el uno al otro para consolarnos el alma.
Un solo abrazo tuyo repara mi alma por completo. Me haces sentir tan divino,
tan lejano de mi auténtica forma en este efímero delirio.
Besarte es algo completamente fuera de este plano. Rozar tus labios hace que
mi alma se eleve a lo más sagrado.
Prometo que haré lo posible por responder más a tus dudas, pero me resulta
difícil que entiendas lo que ni siquiera yo consigo.
Quisiera hacer tu vida diferente, no sabes cuánto te amo, pero sólo sabemos
hacernos daño.
Por encima de todo lo que brilla estás tú, tienes el alma más hermosa que haya
podido atisbar.
Tan bien encajan nuestros labios que, al besarnos, colapsamos y nos elevamos
por encima de cualquier dimensión.
Me fascina besarte a cada momento porque me haces sentir vivo, porque vibro
con tu aliento, porque siento que nos vamos volando muy lejos de la miseria
humana y aterrizamos en lo eterno.
Los sentimientos que tengo por ti no pertenecen a este plano humano donde
estamos destinados a no saber lo que es amar y, por ende, a sufrir.
II
Lo que por ti siento se torna tan estremecedor que, por estar contigo
eternamente, mataría a toda la demás gente.
Enrédame entre tus bellos sentimientos, donde las flores nunca se marchiten,
donde la muerte y el olvido no puedan entrar, donde para siempre tu hermosa
sonrisa pueda contemplar.
Lo que por ti siento es un poético delirio de las más majestuosas utopías. Por ti
mataría y moriría con tal de experimentar una sola de tus caricias, no en este
cuerpo, sino en el alma.
Si no somos más que una ilusión, toma todo lo que hemos vivido y extínguelo
en el fuego de tu interior sin dejar rastro. Haz añicos lo poco que aún queda de
nuestro amor, y luego marchemos juntos hacia el cadalso.
Me gustaba la manera en que te veías, me acercaba a ti con poética
melancolía; pero, cuando te besaba, comenzaba a destruirte, y también a
destruir nuestro tragicómico romance.
Rompiste cada capa de un denso espesor lleno de dolor que mostraba un ser
fuerte para dejar sólo un corazón débil y hambriento de amor, únicamente de
ese amor que tu deslumbrante ser me proporciona.
Tus dulces besos son los que le dan a mis días los matices adecuados para
hacer de mi miserable y deprimente existencia la obra de arte más bella.
No eres como ellos, eres más especial; eres aquello que la humanidad jamás
podrá entender ni ser.
Cuando la guerra que luches te provoque heridas, las curaré. Sin embargo, no
pelearé tus batallas, solo seré tu apoyo incondicional.
Nunca podría olvidarte, no sin torturarme a mí mismo. Pues has de saber que
me he vuelto adorador de tu alma y que lo demás ya me sabe poco.
Si pudiera cambiar todos los momentos de felicidad que me has dado por
brindarte un alivio permanente, lo haría. Aunque me hundiera en el mar de la
tristeza, preferiría amarte, pues sé que tú te hallarías muy lejos de mí, en un
lugar donde no podría alcanzarte, tan solo podría admirarte como el cometa
más bello y resplandeciente en mi anunciada muerte.
Eres el goce más asequible para mi espíritu, tú representas esa figura opuesta a
la hediondez de la humanidad. Eres todo lo contrario a lo que es el mundo, un
mar tan puro donde puedo nadar libremente hasta ahogarme.
Cuando digo que eres mía o que soy tuyo es más bien porque pertenecemos al
tiempo que somos libres.
Pienso en ti como la única salvación que conozco en este mundo impuro y vil
en que habito por accidente, y el cual quiero abandonar cuanto antes para vivir
por siempre dentro de tu luminoso y tierno corazón.
Fuiste un préstamo en mi vida, tan perfecto, pero, tal vez, no eras para mí.
Ahora quisiera solo soñar con tus dulces labios, pues eso parece ser lo más
real, lo único que me queda antes del suicidio.
Quisiera no conocerte, sino tan solo observar tu hermosa silueta desde lejos,
donde no pudiera lastimarla ni infectarla por la demencia de un ser tan roto.
Creo que has estado conmigo siempre, incluso desde antes de conocernos.
Quizás eras esa extraña energía que de algún modo sentía cuando peor me
encontraba; la única estrella que, en las noches más solitarias, al contemplarla
desde mi asquerosa humanidad, evitaba que me suicidara.
Te comería los labios a besos, pero te dejaría sin boca. Te comería en mis
sueños, pero te dejaría sin ropa.
III
Sé que hay dolor y cosas más oscuras que posiblemente te torturan y flagelan
tu espíritu. Pero debes saber que cuando estoy contigo todo parece tan
diferente, tan cristalino. El simple hecho de verte me hace tanto bien, como si
me bañara en un precioso y dulce manantial, como perderme en un límpido
sueño del cual jamás querría despertar.
Mi alma te buscará para poder sentir una vez más esa energía que únicamente
tú irradias.
Quisiera devolver el tiempo que hemos vivido para hacer esto mucho más
sencillo, pero al menos el dolor que llegaré a sentir será paralelo al recuerdo
de lo feliz que he sido.
Agradezco que hayamos podido conocernos y ser los danzantes en una estrella
de sueños e ilusiones concomitantes.
En el fondo, andamos por caminos similares, solo que cada quién elige con
qué piedras tropezarse.
Qué complicado debe ser solventar a un corazón roto cuando hasta los pedazos
siguen quebrándose. Somos tan frágiles, no tenemos que rompernos más.
Me entristece saber que nuestro amor es tan frágil y efímero, cuando quisiera
compartir contigo fragmentos de eternidad.
Era como una enorme intranquilidad, la más peligrosa que alguna vez he
sentido; era una incertidumbre de magnitudes inconmensurables. Fue entonces
cuando caí en cuenta de que, quizás, era parte de eso a lo que se llama
enamorarse.
Pensar que, si al final no hay algo más, al menos en esta absurda existencia me
hubiera gustado ser absurdo a tu lado.
Has sido y serás por siempre aquello de lo cual jamás podría arrepentirme: mi
más bella tortura en este accidente eterno.
Y es que hasta el amor me había hecho pensar que la vida era bella, era una
magnífica mentira para sentir que existía en esta constante querella.
Tal vez éramos dos viajeros con el mismo motivo, pero con destinos
separados.
No te conocí, siempre fuiste extraño para mí, con tu caminar tan libre y ese
constante deseo de apartarte que nos distanció.
Ahora sé que las personas se enamoran y llegan a amar con una fuerza tan
increíble que parece no pertenecerles y que, sin embargo, es la más poderosa y
pasajera de todas.
Te amé tanto que incluso el brillo de la estrella más reluciente del firmamento
se opacaba ante lo que llegué a sentir por ti, pero ahora la más ínfima
oscuridad ensombrece el féretro de nuestros lejanos sentimientos.
Quizá sea mejor morir separados, porque morir juntos ya es común en este
mundo tan ahíto de dudosas costumbres.
Te amé, más allá de una palabra, de una expresión, del odio, de lo malo y
contaminado de este mundo que terminó por carcomer mis sueños y destruir lo
inmaculado.
El amor debería de estar prohibido para los humanos, pues no saben lidiar con
él, son muy débiles.
Después de todo, lo que rápida e intensamente llega, así igualmente se va.
Desearía que todo hubiera sido diferente, y que esta relación hubiera sido más
calmada y armoniosa. Sin embargo, quizá, si hubiera sido de esa forma, no
hubiese representado todo lo que creíamos duradero.
Ahora las nubes han tapado el resplandor que alimentaba este amor, pero sé
que ni mil tormentas podrán borrar tu recuerdo en lo más profundo de mi
corazón.
Moriremos… entonces nuestro amor será solo polvo al igual que nosotros y
todo lo que alguna vez ha sido.
La segunda vez que creas enamorarte solo estarás tropezando con la misma
piedra, pero en un sendero distinto, más absurdo.
Aguardaría hasta una eternidad para poder atisbar una vez más esa luz que
solo tú podrías emanar.
IV
Te deseo suerte, y, si algún día recuerdas que alguna vez en tu vida existí, no
olvides que estaré pensando en ti, aunque mi alma esté ya fuera de mí.
Fuimos una página más cuyas letras se difuminaron a través del tiempo con el
constante uso. Te llevas mucho de mí, pero es diferente, pronto serás solo una
hoja que se ha llevado el viento.
Solo esta efímera instancia en la tierra nos ha unido, una rara coincidencia o
un aún más raro destino; pero todo para que, al final, solo subsista el dolor.
Eres mi centelleante luz en este mundo gris, revelas los más anhelados cielos y
los más temidos infiernos.
Lo que por ti siento nos protege del inmundo lugar en que habitan el resto de
las personas cuyas almas han sido consumidas. Aun con las heridas, la tuya
resplandece entre la oscuridad, y se eleva refulgente y sublime.
Las palabras sobran ahora, sellemos el final de este amor con un silencio
sublime, uno eterno.
Que todos aquellos que buscan ansiosamente las alas del amor están buscando
saltar de lo más alto sin saber si estas resistirán su peso.
Quiero que te quedes conmigo y me abrazas con vigor, aunque tus espinas
hagan sangran mi ser hasta lo más profundo.
Eras ideal, tus talentos eran los más supremos que hubiese visto. Al menos
quisiera poder acariciarte un poco en mis sueños, pues sólo eso me queda.
Sin importar qué tan oscura sea la situación siempre lucharé por ser esa luz
imperecedera que te haga arder el corazón.
Te amo, y, aunque roce mis labios con otros, al final de esta tormenta seguiré
esperando los tuyos para purificar mi alma enferma de humanidad.
Tu llegada cambió todo radicalmente: liberó los sueños y acertijos que para
este menguado ser habían quedado opacados por un supuesto destino.
Sé que esto es sumamente sagrado, pues lo que he en ti he encontrado es
aquello que de la humanidad ha sido extirpado.
Cada color en tu lienzo me muestra una distinta faceta, y cada una de ellas
ilumina una parte de mi desteñida existencia.
Me haces volar, y haces que estas alas renazcan siempre que la tormenta abate
mi esencia.
Me reconforta saber que, por muy absurda que resulte esta falacia, vivaz y
obstinada fulguras como el dios inconcebible.
No son celos, pero me encantaría que estuvieras viva solo para mí y muerta el
resto.
Extraño la sensación que produce el roce de tus labios con mi piel, extraño ser
yo el panal donde deposites tu miel.
A veces, cuando veo las estrellas caer y todo a mi alrededor se torna sombrío,
tú eres el único astro que me recuerda cuál es mi destino.
Soy un loco ser enamorado que ha fijado sus ojos en la estrella más fulgurante,
y en cuyo atrevimiento busca inventar un nuevo vocablo que le sirva para
expresar su querer.
Cuando sientes todo roto, lo demás es sólo un rasguño. Esta vez, al parecer, lo
descuartizado se puede volver a romper en un montón de funestos fragmentos.
No necesito joyas ni dinero, pues a tu lado pierden su valor; tan solo serían un
pedazo de basura junto a tu alma, la más inefable con su eterno resplandor.
Puedo sentir una fuerza ignota recorriendo mi interior, cuyo flujo concuerda
con el exquisito manantial de tu silueta fantasmal.
Tu alma encajó con la mía sin necesidad de unir las piezas, pues por sí mismas
nunca estuvieron separadas, solo esperaban reencontrarse.
Amar es estar loco y ser adorador de lo raro, caer en el peor de los pecados,
perderse en uno mismo sin sentido.
Por poseerte toda la vida que me desampare cualquier dios, porque a partir de
ahora solo tú eres mi adoración.
Valioso quien se muestre totalmente desnudo ante ti, y no del cuerpo, sino del
alma, pues es, acaso, lo único que se acaricia más allá del ocaso.
Vivimos consumidos por las vidas que llevamos, lo que vemos y sentimos;
este encuentro es lo único que puede darnos luz y esperanza.
Pensar que éramos dos extraños cuyas almas se atraían tanto, pero cuyos
caminos tardaron tanto en cruzarse.
Estoy poseído por tu espíritu, pues vives más tú que yo en mí. Es tu esencia la
que inunda mi mente y tu recuerdo el que engrandece mi corazón hasta la
demencia.
Si un día quieres verme, entonces estaré para ti; mientras haz lo que deseas,
comienza a vivir en medio de este cementerio de sueños.
Antes de ti me sentía muerto, era otra entidad más entre las sombras
percibiendo un mundo que no existía. Cuando te encontré ese día me sentía
real, mi alma ardía.
Un amor que no puede seguir nunca acaba; al menos es un consuelo, pues con
estos constantes problemas lo hemos destruido por completo.
Te quiero ver brillar, aunque sea donde apenas pueda someramente apreciar
esa luz que solo tú emites. El humano es tan torpe que llega a lastimar lo más
puro que posee.
Tú me haces recordar lo mágico que puede llegar a ser el universo, sin leyes ni
restricciones, sin más humanos que nosotros dos.
VI
Tu belleza reluce con extraño fulgor, mismo que resulta el más preciado entre
todos los tesoros.
No pararé de buscarte e invocarte allende donde sea que te encuentres tras este
ínfimo lapso. En cualquier lugar miraré al nuevo mundo, aunque mi corazón
se estremezca, todo con tal de indagar el significado de tu silueta tornasolada y
tu tenue paz pronunciada.
Solo ella no podía percatarse de lo que significaba para aquel humano que le
esperó cada día hasta su último suspiro, y que, en su agonía, todavía le
añoraba e, incluso en su muerte, seguía llamándole; y un día observó ella que a
su lado había aparecido un corazón petrificado, que le siguió hasta el más allá,
donde no podía éste descansar en paz, pues temía por ella ser desechado.
Te dije que te amaría, pero no mencioné por cuánto ni con qué intensidad,
pues mi corazón cambió cuando otros labios me mostraron un paisaje mucho
más celestial que aquel tan lúgubre que en los tuyos traté de imaginar.
Pudo haber sido para siempre, pudimos haber sido una historia inmarcesible
de amor inigualable… si tan solo el amor realmente fuese cierto, verdadero y
sempiterno.
Entre tus brazos hallaba una calma hermosa al sentirme tan propio, pero entre
los de esa otra persona hallaba una furiosa tormenta que me despojaba de mí
mismo en mi hora más estrepitosa.
Sutiles fueron los tontos que juraron amarse por siempre, pues con qué
ignorancia y plácida insensatez se prometieron hasta la muerte lo único que no
podrían cumplir.
Un beso o una caricia, todo es parte de una realidad ficticia. Con qué
magnífica y ridícula máscara finge el humano un amor extinto hace eones, que
le ata y sostiene su enfermiza dependencia, cuando todo lo que realmente
necesita se ve reducido a la satisfacción de un mero acto carnal, sin que
ningún sentimiento se preserve por encima de sus instintos más sofocantes.
El animal humano no ha sido concebido para amar por mucho tiempo, tan solo
para enamorarse estúpidamente y estropearlo todo con excelsa y perfecta
ironía.
Yo te amaba, o así lo creía, hasta que la conocí y entre sus piernas me enredé,
hasta que entre sus brazos desperté y entre sus caricias de mí te extirpé.
Qué ignorante es el humano al creer que el amor es algo con lo que se puede
lidiar. Con qué fantástica y grotesca facilidad cede ante los deseos más
repugnantes y oscuros que yacen en su interior, y que palpitan asquerosamente
hasta haber sido saciados.
Entonces lloraba noche tras noche, lacerando los recovecos de su corazón con
recuerdos de días que ya nunca volverían. Y, a pesar de que esa persona
especial jamás le amaría de nuevo, pues una vez que tal sentimiento frugal se
ha extinguido jamás retorna con la misma intensidad, prometió que solo el
llanto compensaría su ausencia, y que solo a la muerte, cuando llegase atraída
por el suicidio, besaría y le haría el amor de nuevo.
Quería realmente creer en las palabras que emanaban de tus labios, pero tu
boca había perdido ese mágico toque que hacía explotar inmensos cúmulos de
fulgurantes escenarios; sabía que ahora alguien más había robado tu aliento, y
que, tristemente, ya no era yo tu único sueño.
Dije que te amaba, pero nunca dije que sería para siempre. Creí haber dicho
que eras la única persona en mis pensamientos, pero jamás precisé por cuánto
tiempo.
La dulzura con la cual presencié tu despertar hizo estallar todas mis galaxias,
pero ahora la oscuridad ha devorado todos los universos y en ninguno logro
hallarte más, en ningún tiempo volveremos a coincidir jamás.
Quisiera volver al día en que nos conocimos para volarme la cabeza con un
astuto disparo, pues incluso la muerte sería mucho más llevadera que soportar
el dolor aciago con el cual ahora se retuerce mi corazón. Preferiría no haberte
conocido nunca, pero es demasiado tarde, y ahora, tras haberte vislumbrado en
brazos de otro ser, se despedaza nuestro más inmaculado regalo.
Para ti siempre estaré aquí, esperando por si tus labios deciden volver a unirse
con los míos, por si acaso en ninguna persona logras expresar tus más
dementes desvaríos.
No me interesa si tus labios han de yacer en los de alguien más, pues una vez
que descanses en el féretro yo seré el último que, tras el embalsamiento, tus
acendradas formas habrá de saborear.
No tenía la más mínima idea de cómo sería hacer el amor contigo cuando
estuvieses inconsciente, aunque ahora he descubierto que es lo más exquisito y
puro que pueda haber; lástima que ya hayas muerto para poderlo también
saber.
VII
Me considero afortunado por haber descifrado cada uno de los misterios que
esconde tu carne, por haber intuido el etéreo cromatismo que refulge en tu
mente.
Mi simple percepción humana no podría concebir un ser tan radiante y
superior como el que en ti la naturaleza ha osado conformar.
Te deseo tan bestialmente que tendré que asegurar tu felicidad, la cual lejos de
este mundo vomitivo ha de germinar.
De ningún modo el amor podía ser verdad en un mundo donde la mentira era
la más prominente veracidad.
Lo que más adoro es sostener tu espíritu entre mis manos y sentir como el
conjunto aciago de nuestras depravaciones se esfuma por un momento. Me
agrada percibir como nuestras bocas, en tan hechizante atracción cósmica,
pueden destruir cualquier concepción de lo que sería el tiempo, el espacio, lo
perecedero, lo infinito y hasta nuestra sombra como humanos.
Podría decirte tan solo que te deseo, pero englobar el jaspeado y apocalíptico
paroxismo hacia el cual me proyecta el besarte se torna imposible en mi
infame y actual condición mundana.
Yo sé cuán escueto será el tiempo en que pueda sentirte mía y fundirme con el
dolor de tu alma, mismo que contemplo en esa profunda y triste mirada,
cristalina y azulada como el lapislázuli, frágil e inocente como tu olvidada
dignidad.
No sé si sería mucho pedir que esta mentira pueda tornarse un poco más real;
¿acaso podrías tú, vampiresa de labios rojos y tacones altos, con tu corazón
desgarrado y tus sentimientos pisoteados por la depravación, sostener mi
compungido espíritu, aunque sea solo esta última ocasión?
Nadie ama tan solo por amor, se necesita una implicación de otros factores que
rebajen dicho concepto al nivel en que el humano pueda experimentarlo más
como un objeto y no como lo que realmente es: una expiación.
Solo contigo caminar hasta que el anhelo se desvanezca, hasta que el luctuoso
instante donde continúe mis pasos sin que me importe sentir tu mano llegue...
pues será el símbolo para consagrar este dolor cuya intensidad me otorgará el
sempiterno reposo.
Jamás creí que existiera un ser como tú, pero has llegado demasiado tarde. El
tiempo, por desgracia, no ha sido justo al arrojarte hacia mí ahora, pues ya es
momento de que la magia cese y mi alma muera.
Te mirabas sensualmente única con ese antifaz puesto sobre tu rostro bucólico;
tus ojos lapislázuli anunciaban el nacimiento de una diosa hacia la cual no
podría resistirme y a quien, en el suicidio, me entregaría con ligereza.
Comprendía por qué los humanos anhelaban estar con otra persona, era esa la
debilidad que buscaban subsanar para completar el ciclo de la absurdidad.
Espero que al menos sonrías cuando llegue tu muerte, porque no deberás estar
triste ya jamás en este infernal plano de sufrimiento palpitante.
Diré que es solo una ilusión poder tocarte siendo yo únicamente la sombra
etérea de un espíritu silente. Así es, empero, como ha sido contrastado este
estado de muerte, pues me cuesta tanto desfragmentarme y nunca más volver a
verte.
Ayer intuí que habías dejado de quererme, pero estoy seguro de que fue una
tergiversación. Aún trato de convencerme de que no eras tú quien prometió
amarme hasta el final y a quien observé entregarse a otro tan dócilmente.
VIII
Creo que te necesito, aunque tal vez ya no te amo como antes, ni tú a mí; pero
también sé que no puedo seguir viviendo si no puedo aniquilar mi tristeza con
tus latidos.
La trivialidad del amor humano había agotado todos mis sentidos, me había
desterrado de esta supuesta esfera de espíritus marchitados.
Qué aburrido debe ser buscar lo que no existe, como el amor o la felicidad,
pero así es el ser que habita este mundo: cualquier falacia es interesante para
hacerle olvidar la verdadera purificación que traerá consigo la muerte.
Sé que estarás mejor en algún otro lugar donde yo no pueda existir, pues aquí
conmigo no queda sino la miserable y raquítica memoria de lo que algún día
hizo arder mi fallecida alma.
Me ocasionaba una risa tremenda escuchar humanos que decían amarse. Qué
banal era el supuesto entendimiento que dos personas creían haber entablado
por el simple hecho de permanecer unidas en la carne. Si acaso se trataba de
costumbre o de apego, era lo más a lo que se aspiraba manteniéndose en los
brazos de un supuesto amante, solo eso.
El amor humano era solo un cuento, una historia que se había inventado para
brindar esperanza y sosiego a una raza de imbéciles condenados al sinsentido
y la destrucción de su propia esencia.
Te diría que creo amarte, pero ni siquiera sé qué es el amor; como tampoco sé
si algo de lo que creo pueda ser mi propia percepción o solo producto de lo
inculcado.
Al parecer era cierto lo que las estrellas susurraban ayer por la noche cuando
soñé que tu corazón no me elegía ya. Lo que no averigüé hasta la mañana fue
la perturbadora sabiduría que habías elegido para matarme con las caricias que
alguien más obsequiaba a tu carne.
Qué frío se siente el panorama ahora que no estás a mi lado, pues avanzo
solitario y temeroso de la sombra. Era todo tan bonito y orlado de flores
inmarcesibles en tu compañía, era una fabulosa caminata sostener tu mano y
alejar los demonios del vacío. Pero esos tiempos se fueron para jamás volver,
tú moriste el día en que yo volví a nacer. Lo único cierto es ambos
compartimos un momento en donde el amor no fue tan falso como lo es la
verdad.
Una tenue palpitación onírica bastará para reducir todo a viles escombros, para
extraer lo que no puede morir en mí de la decadente forma que ahora me
alberga. Así es como quiero conocerte y consumirte cuando tus labios hayan
rozado la oscuridad de mi alma, y cuando en la muerte haya entendido que aún
te amo.
Te amé tanto como pude, hasta el día que descubrí la triste verdad, hasta el día
en que tus labios ya no sabían solo a mí, hasta el momento en que me suicidé
para olvidarme de ti.
No creí que fuera posible amar a alguien más después de nuestro trágico
desenlace. Y, aunque aún te extraño, también tengo sentimientos muy fuertes
hacia ella, pues representa en mi vida la destrucción de la inmundicia que tan
bien introdujiste en mi alma.
El día que te fuiste me sentí aún más feliz de lo que me sentí el día en que a mi
vida llegaste. Ahora veo que me arruinaste todo lo que creía hermoso, te
encargaste de aplastarme con tu estúpido ego y me convertiste en tu triste
marioneta. Por eso, hoy que te marchas, lo único que suplico es que jamás
vuelvas.
Jamás tuvo sentido, pero al menos fue un buen engaño, una bonita manera de
sentirme menos muerto. Este amor ha llegado a su fin, no nos volveremos a
ver nunca más, pero eso me ayudará bastante, pues se convertirá en el
impulsor necesario para poder suicidarme.
Al fin puedo respirar, al fin puedo ser libre de nuevo. Tú ya no estás aquí, y
eso me hace tan bien. Es tiempo ya de volver a ser feliz, de cambiar el matiz
de este traumático desliz.
El camino se despeja, la serpiente se esconde entre la hierba, los demonios
salen del agujero y esparcen la salvación a los desamparados. Un pequeño
corazón en llanto es consumido por el dolor y la sangre, mientras la
contraparte ríe y sueña con un nuevo paraíso.
Quien se enamora siempre pierde, pero tal vez valga la pena perder siempre
con tal de obtener una sensación que nos aleje un poco de la aburrida y
cotidiana existencia humana.
No sé qué signifique esto que ahora siento, pero sé que me va a doler y que
eso no puede ser bueno. Quizá enamorarse siempre conlleve al mismo punto,
al de un sufrimiento que solo puede ser mitigado con el suicidio.
Dos personas que se extrañan son como dos tontos que juegan a separarse sin
saber que, una vez que dos elementos del mismo sistema han entrado en
contacto, jamás vuelven a alejarse del todo.
Solía creer que nuestra conexión era especial, que tú eras la única persona a
quien yo podría amar. Me envolviste bien con tus mentiras, conseguiste
atraparme entre tus piernas con tu espectacular fragancia, pero hoy el hechizo
termina. Sé que tal vez no encontraré a nadie como tú, pero no importa,
porque, sin importar qué, es evidente que nuestro amor ha muerto.
IX
Sé que yo nunca hubiera podido hacerte feliz, pues no fui más que un perdedor
en tu vida. No obstante, yo estaré aquí esperándote, por si algún día decides en
mi alma reposar tu inefable mirada.
Quizá encuentres a alguien mucho mejor que yo, con abundantes deseos de
vivir, que pueda hacerte sentir mujer a cada momento. Pero de lo que estoy
seguro es que nunca encontrarás a nadie que por ti lo diese todo, hasta el
corazón.
Me embelesaste desde el primer momento, con ese encanto tan singular que en
tus ojos fulgura, tan violentamente como el fuego. Eras solo un espejismo, una
utopía que jamás podría ser mía, pero, debes saber, eso no impidió que yo, en
mi estupidez, me enamorase como un niño de ti.
Pienso que estás lejos ahora, y que jamás nos volveremos a ver. Y luego me
confundo, pues no sé si eso era realmente lo que querías, o si fue un capricho
lo que nos separó.
Este sufrimiento es por ti. La agonía que ahora envuelve mi alma proviene de
una mentira en la cual yo decidí creer, pues evidente era que, aunque yo te
miraba como a la única diosa de mi corazón, tú jamás sentiste por mí el más
mínimo ápice de amor.
Esta historia tan lúgubre e hiriente para ambos ha tocado fondo. Entiendo que
tú seguirás con él y que, pese a todo, yo no podría ser quien repose en el dulce
néctar de tus labios.
No sabes cuánto me has gustado desde el primer momento que te vi, con esos
resplandecientes ojazos tan únicos de ti, con esa inmaculada sonrisa que
removía cada mancha de tristeza en mí. Pero, aun así, yo no dejaré de
pensarte, y cada poema que escriba siempre tendrá una sola esencia: la que tu
alma impregnó en lo más profundo de mi corazón.
Y luego, cuando supe que jamás te podría tener, no me quedó otra opción más
que entender. Sí, entender que, si no podía estar contigo, tampoco quería ya
que la vida estuviera conmigo.
Pensarás que estoy loco si te digo que por un solo beso tuyo yo… Yo podría
quitarme la vida y arrojarme directo a los peores infiernos, pues el cielo, luego
de ti, ya me parecería tan poco, tan menos.
Ese fue mi error, vaya cosas. Caí rendido a tus pies, pero sin siquiera poder
rozarlos un poco, pues alguien más ya te había elevado hasta las nubes, de
donde nada ni nadie te podría ya alguna vez bajar.
Me pregunto qué tendrá él que no tenga yo. No hallo respuesta que me
satisfaga, pero sí infinitas razones por las cuáles deberías de considerarme
dentro de tu lista de opciones.
Me hacía sentir tan bien contemplarte, perderme en tus preciosos ojos en cuyo
brillo atisbaba el único sentido a esta trivial existencia, deleitarme con la
exquisita melodía propalada por tus encantadores labios. Sí, definitivamente
me había enamorado de ti, y eso era algo que ni yo podía controlar o elegir.
Sin embargo, sabía que amarte así terminaría por destruirme, pues no era yo
aquel por quien tu sonrisa centelleaba de manera tan sublime.
A mi parecer, no existe nada más puro y perfecto que el sempiterno fulgor que
desprende tu mirada acendrada. No existe nada más elevado que tu ser, tan
natural como solo tú eres, tan única e ideal en cada faceta que te compone, y
tan eternamente lejana de estar conmigo sin reprimir nuestras emociones.
Ella lo era todo para mí, era el amor de todas mis vidas y el único ser con
quien deseaba estar en cualquier universo. Por desgracia, ella jamás lo supo, y
nunca lo sabrá ahora que termina mi funeral.
Mi vida es tan miserable como la de cualquier otro humano, pero cuando estoy
contigo debo admitir que todo luce mejor. Este absurdo se torna más llevadero
y hasta creo que podría intentar ser feliz contigo, si tan solo existiese un
nosotros.
Podría estar contigo, experimentar esa clase de amor que jamás mi alma ha
inundado. Podría decirte lo mucho que te amo, pero eso implicaría separarme
para siempre de tu lado.
No sé si sea una condena poder estar tan cerca de tus labios y no poder
siquiera rozarlos. No sé si solo sea una tonta fantasía mía, pero no te imaginas
cómo quisiera poder ser yo el motivo de cada sonrisa tuya que adorna tu bello
rostro con absoluta armonía.
Qué divino me resulta escucharte, tanto que quisiera por siempre conmigo
tener tu voz hechizante. Qué horripilante se torna el saber que ya tienes a
alguien que te hace feliz, pero si sigues enamorándome, te apuesto a que uno
de estos días un beso voy a robarte.
Lo que por ti sentí ese día que te conocí superó cualquier cosa experimentada
hasta entonces, pues tú me hiciste creer, por unos instantes, que valía la pena
luchar por alguien.
Y. cuando tu mano rozó a la mía, supe que quería para siempre: hundirme en la
inmarcesible hermosura de tu boca perfecta.
Al final, tú no eres la culpable de nada, sino yo. Sí, pues yo fui quien se
enamoró del etéreo almizcle que reverbera en el ápice de tu sublime y
espiritual encanto.
Eres lo único que en esta existencia que me hace sentir tan tremendamente
encantado, la única persona que me interesa y me embelesa más que la poesía
del suicidio.
Y es que no te imaginas todo lo que significas para mí, todo lo que descubro al
hundirme en el inmarcesible fuego de tu mirada y en la inexplicable beldad de
tu sonrisa. Me gustaría en verdad poder decírtelo de un modo humano, pero se
torna tan intrincado.
Y todo es por ti, no sé cómo ni por qué, pero así es. Y, cuando te veo
nuevamente, creo que siento que muero, pues no logro concebir cómo un ser
tan sublime y majestuoso como tú puede posar un poco de su atención en
alguien como yo. En verdad me desfragmentas por completo, me embriagas de
un néctar que no puedo parar de beber.
Estar contigo, aunque sea solo unos minutos, basta para hacer que me sienta
agradecido de estar vivo, tal es el efecto que causas en mí. Y sí, debo admitir
que vivía pensando en el suicidio, pero desde que llegaste me has embelesado
a tal punto de hacerme olvidar casi todo lo que era antes.
Jamás pensé que pudiera pasarme algo así, que pudiera caer rendido ante la
magnificencia de tu divina esencia, pero me has cautivado. Tus labios rosados
se han convertido en el único cielo en el cual quisiera reposar eternamente, y
tu cálida alma es la única a la que quisiera poder contemplar, acariciar y orlar
cada día por el resto de mi vida.
¿Sabes algo? A veces odio pensar que sea así, porque es tan doloroso y a la
vez tierno todo lo que provocas en mí. Odio pensarte a cada instante y que
verte pueda transformar mi infierno en un dulce y bello oasis.
Odio que tú hayas conquistado así mi mente y que seas tú la mujer a la que mi
corazón haya querido amar, pues creo que no te queda ninguna duda de que
haría lo que fuera por ti de modo incondicional.
Y, en fin, creo que quería decir tantas cosas que terminé sin decir algo
concreto. Quizás, en lugar de todo lo anterior, lo único que podría decirte es
que siento que podría matar y morir con tal de verte feliz, que no me importa
si el mundo se va al carajo mientras tú estés bien, y que tampoco me interesa
el tiempo que tenga que esperar para poder sostener y cuidar tu corazón.
No sé si todo esto signifique algo para ti, pero para mí tú eres la representación
de lo más lindo y puro que existe en el mundo entero, pues te miro más allá de
tu envoltura humana y sé que tienes algo así como la más hermosa de entre
todas las almas.
Creo que, sin titubear, daría la vida por ti las veces que fueran necesarias,
incluso si tú no me lo pidieras. Podría renunciar a todo lo que pueda tener con
tal de aspirar la exquisita fragancia que solo tu angelical esencia desprende. Y
es que no me importa mirar ni conocer a nadie más, ya que eres tú quien me ha
embelesado.
Me gustaría poder hacer algo bonito por ti, escribirte un poema que pudiera
hacerte entender todo lo que siento, pero lo único que puedo confesarte es que
me encantas hasta el punto de no necesitar ninguna razón para quererte con tal
intensidad.
Tú eres todo para mí, el único sentido que hallo en esta existencia y la persona
de quien, inevitablemente, mi ser se enamoró tan loca y apasionadamente.
Lo que siento por ti es algo que ni en millones de eones podría sentir nunca
más por nadie. Por verte sonreír una vez más podría cambiar todo lo que me
queda de vida y morir absolutamente feliz.
Tú me hiciste recordar que todavía existe en mí, aunque sea absurdo, un amor
delirante que solo vibra por ti.
Prefiero estar lejos de ti y mirarte sonreír con alguien más, que estar cerca y
mirarte llorar porque, bien lo sé, ya nunca me volverás a amar.
XI
Y, si poso mis labios sobre los tuyos, aunque sea solo unas milésimas de
segundos, ¿no sería eso mucho más bonito y sublime que mi existencia entera?
Tan solo bastó de unos momentos para entender que, después de ese primer
beso, mi alma te pertenecería hasta que mi mano plasmara, en tu honor, mi
último verso.
Lo que me haces sentir me tiene paralizado, tanto que me asusta pensar en ti,
pues te apoderas de mi mente con una majestuosidad avasallante. Y es que no
sé, quisiera creer que el mismo efecto te ocurre a ti cuando, acaso por
casualidad, llego yo a estar, muy brevemente, en tus pensamientos.
Detestaría pensar que algún día podrías engañarme, que podrías besar los
labios de alguien más, pues entonces la vida tendría que arrebatarte.
Solo tú tienes esa misteriosa habilidad para matizar mi realidad de una manera
tan sublime. Solo tú me ocasionas esa misteriosa sensación cada vez que me
recuestas en tu pecho, me vivificas con tu calidez y, aunque no lo digas, sé
muy bien que tu mirada me dice tiernamente: “te quiero”.
Podría besarte todo el día, todos los días de mi existencia. Y, aun así, nunca
me cansaría de saborear el delicioso y embriagante hechizo que solo en tu
boca divina encuentro.
Te odio. Sí, solo a ti, porque conseguiste lo que nadie había logrado: hacer que
odiara mi amada soledad. Y entonces, así, descubrí cuánto te amo también.
Aunque tu corazón esté ahora tan lejos del mío, sería un crimen no aceptar que
tú eres la única razón por la cual aún late el mío.
Los gritos que surgen de mi alma son tan estridentes y me consumen esta
noche. Ya no puedo contenerlos por más tiempo, ya no sé cómo silenciar esa
voz interna que me pide unirme a tu boca tan solo para poder respirar hasta el
amanecer.
Y yo, sin ti, ¿para qué demonios quiero esta absurda y estúpida existencia?
¿Para qué diablos quiero seguir viviendo si ya no estás tú? ¿Acaso tiene algún
sentido continuar respirando, sabiendo de antemano que ya jamás podré besar
tus labios? No, desde luego que no.
Tengo miedo de que esta sea la última vez que me pierda en la sublime
supernova de tus ojos, pues, luego de eso, ¿qué más me ha de quedar sino el
absurdo palpitar de una vida que siempre me ha parecido, sin ti, sumamente
odiosa?
Nunca quise aceptar que no podía vivir sin ti, y, mírame ahora, suplicando
porque vuelvas aquí solo unos instantes, porque me abraces solo hasta que la
muerte deje de buscarme.
Tus labios son el lugar perfecto para morir. Sí, quiero besarte mientras el
suicidio me consume al fin.
Por ti yo…, yo hasta… ¿Qué no haría yo por ti? Por ti, incluso me colgaría,
me ahogaría, me dispararía, me cortaría, me asfixiaría, me destruiría, me
suicidaría. Por ti yo, con gusto y las veces que fuesen necesarias, a la muerte
me entregaría. Porque, para mi triste corazón, tú eres lo más sagrado y
hermoso que pueda existir. Sí, solo tú eres todo lo que yo amo y amaré
eternamente.