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¿Cómo dar clases online sin perder a los alumnos por el camino?

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Me gustaría compartir un conjunto de ideas que personalmente me han servido al dar clases online para mantener la
motivación de mis estudiantes. Especialmente teniendo en cuenta este paso abrupto a la docencia no presencial. Se trata de
reflexiones personales, que no me atrevo a catalogar como manual. La idiosincrasia de cada asignatura, grupo-clase y
profesor genera situaciones tan variadas que me parecería imprudente.

No obstante, sí que lo puedo definir como decálogo (porqué son 10) de ideas útiles para encarar el principal reto docente que
tenemos, hoy por hoy, en la universidad presencial: pasar a una docencia online, en poco tiempo y de forma abrupta, sin
“perder” a nuestros alumnos por el camino.
1. Antes de dar el paso de dar clases online: comprobar la situación individual de cada alumno
Estamos en unos momentos complejos: confinados en casa y luchando contra esta terrible pandemia. Podemos encontrarnos
a muchos alumnos en situaciones diversas y que sus tareas para estudiar no sean prioritarias. También puede darse el caso
de que carezcan de las herramientas informáticas o de conectividad suficientes para seguir una docencia online.

El primer consejo que daría es comprobar la situación individual de los alumnos pidiendo una respuesta en el foro del
campus virtual o enviando un e-mail privado. Esta opción nos puede permitir recibir respuestas más sinceras, más
personalizadas y comprobar qué estudiantes pueden seguir las clases.
2. Clarificar de forma muy detallada, y cuanto antes, cómo evaluaremos la asignatura
Es importante asumir que el seguimiento de todas las tareas, de todas las materias, y de forma irregular (porque no estamos
ante una propuesta regularizada) genera un gran estrés e incertidumbre en los estudiantes. Si queremos que este seguimiento
sea efectivo, debemos saber temporalizar y dosificar el esfuerzo que pedimos a los estudiantes. Si los cargamos
excesivamente de trabajos, no sólo no les ayudaremos a seguir la materia, sino que los resultados serán contraproducentes.

Por lo tanto, la segunda idea, es clarificar e informar a todos, cómo evaluaremos la asignatura. Si hay cambios respecto a la
guía docente hay que explicarlos cuanto antes y sería muy conveniente “pactar» con los estudiantes las nuevas pautas
evaluativas. La figura del delegado/delegada es clave. Tengámoslo a nuestro lado ya que nos ayudará.
3. Determinar qué es lo verdaderamente esencial del temario
Probablemente, a pesar del cambio a dar las clases online, todos queremos mantener los contenidos previstos. Deseamos
mantener el ritmo inicial (original) de periodicidad de temas. No es viable, a priori no es viable.

Es necesario determinar qué es lo verdaderamente esencial y si hay alguna parte del temario prescindible, la dejaremos para
próximas materias y para mejores momentos. Vayamos a lo esencial y dediquemos a ello más tiempo.
4. Ser muy específicos en la definición de tareas y en el cómputo de la carga de trabajo asociada 
Ciertamente, en general, los estudiantes parecen más diestros en algunas herramientas audiovisuales, en redes sociales, etc.
Pero probablemente, hasta ahora, nadie les ha pedido dar las clases online. Ellos también necesitan ayuda, puesto que la
situación es nueva e incierta para todos.
Por lo tanto, es especialmente necesario ser muy específicos y muy claros en el cómo y en el cuándo.  Determinar qué
herramientas TIC necesitan, comprobar las que conocen y clarificar cómo las usaremos. También debemos clarificar el horario
de clases y cuándo subiremos los vídeos, audios, documentos a la red. Cuándo les pediremos las tareas y cómo se
entregarán. Cuándo facilitaremos que puedan consultar, etc.

Recordemos el concepto ECTS y contabilicemos el peso de trabajo que podemos exigir para poderlo exigir con
transparencia. Hará falta escribir mucho y de forma muy detallada.
5. Pedir cada semana un retorno a los estudiantes
Otra cuestión interesante al dar clases online, quizás una de las más necesarias, es obtener un retorno muy continuado de sus
progresos. No les vemos la cara como antes, y la no prespecialidad nos puede incrementar las dudas sobre el correcto
seguimiento de las materias. No estamos seguros si siguen las clases por lo tanto necesitamos asegurarlo de forma periódica.

Pedir cada semana algún tipo de retorno a los alumnos, como la entrega de una tarea o la participación en consultas es muy
conveniente. La tarea puede ser el resumen de la teoría subida a la red, puede ser también responder una pregunta del
temario, realizar un cuestionario auto-evaluativo o pedir que se graben explicando un tema.

Hay decenas de ejemplos de inputs que demuestran que siguen la asignatura. Pero hace falta hacerlo cada
semana. También nos puede servir hacer sesiones de consultas o tutorías periódicas.
6. Dar respuesta rápida a las tareas encomendadas
Las tareas o entregas semanales hay que evaluarlas y dar respuesta en breve tiempo, no más de 24-48 horas. Los alumnos
necesitan saber que se le atiende. Esa motivación extrínseca que era acudir presencialmente a la clase, debe ser
sustituida por una nueva forma de compromiso constante en el tiempo.
Es clave que justo pasada la entrega de la tarea se notifique la solución, las pautas de solución, la rúbrica, etc. Remitir las
respuestas corregidas de cada tarea es fundamental. No debemos poner sólo la nota.

No nos liemos demasiado a valorar las tareas con notas de 0 a 10, yo hago tres niveles: no llega, llega, ha llegado muy bien.
Será más efectivo y aún más adecuado.

7. Integrar el concepto de auto-evaluación en la fórmula evaluativa


No tengamos miedo a pedir su propia valoración, su «autoevaluación», para que aprendan a evaluarse ellos mismos. Es una
buena práctica del proceso de aprendizaje que los alumnos se valoren. Haced una media o alguna proporción que les
cuente un poco.
Intentad integrar métodos de compromiso en su propia evaluación. Funciona, os lo aseguro. Y sobre todo, motiva muchísimo.

8. Forzar en lo posible la participación activa en las sesiones no presenciales


Al dar la clase online, ésta puede ser atendida de forma síncrona o asíncrona. Si es síncrona, pedid que usen el chat, es decir,
que hagan preguntas. Incluso se puede exigir que todos hagan al menos una pregunta. O lanzad vosotros preguntas, para ser
contestadas. Todo depende mucho del número de alumnos que tengamos por sesión, pero mi consejo es que se les incite,
dentro de las posibilidades, a participar durante la misma. Genera atención y por tanto motivación.

Por el contrario, si la siguen asíncronamente podéis usar las herramientas H5P o cualquier otra forma de asegurar el
seguimiento. Por ejemplo, generad preguntas tipo test al final de cada tema y que haya que resolver antes de pasar al
siguiente.

9. No tener miedo a innovar


También recomiendo mucho utilizar aquella frase del mayo del 68: “La imaginación al poder”. Sed creativos, abrid una cuenta
en twitter para que expongan ideas, respuestas o aportaciones. Haced un blog y que se graven en Instagram mostrando una
maqueta o una pieza que han diseñado. Pasad un K-hoot, etc.

Hay tantísimas ideas para probar además de las más tradicionales como aconsejar de leer un libro, artículo, etc. Que haya un
poco de juego, de gaming. Repensad cómo interaccionar con los estudiantes en formas menos convencionales. Ahora es el
momento. Aprovechad la ocasión y usad el ingenio y la creatividad. No tengáis miedo a inventar.
Siempre es motivador descubrir formas nuevas de aprender y animar a nuestros alumnos y también a nosotros.

10. Dar clases online no es excluyente a promocionar el trabajo en equipo


El décimo consejo es pedir a los alumnos que se conecten e interactúen entre ellos. La idea de generar trabajos en grupo,
grupos de estudio, proyectos en equipo, trabajos colaborativos los anima y crea lazos fuertes.

Un aspecto relevante en la motivación del alumnado es el contacto y la generación del vínculo con los compañeros de clase.
Por lo tanto, no deberíamos desatender esta interacción por el hecho de dar la clase online.  Es esencial para su sentimiento
de pertenencia, en su vínculo con la Universidad y para su motivación.

Para terminar, una pequeña reflexión final: no hay que disimular, este paso abrupto a la no presencialidad, puede tener
repercusiones no deseadas en nuestra actividad académica. Si pese a todo, mantenemos nuestra voluntad de hacer buena
docencia y nos arremangamos de verdad creo que lo podemos hacer muy bien.

Y ese ejemplo, nuestro compromiso docente, facilitará que nuestros estudiantes asuman recíprocamente su responsabilidad.
Pues ellos eran y son los principales responsables de su aprendizaje, antes y después del maldito coronavirus.

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