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que están sujetos todos los poderes públicos y ciudadanos de España desde su entrada en vigor
el 29 de diciembre de 1978. Su promulgación implicó una serie de acontecimientos políticos e
históricos que transformaron el anterior régimen dictatorial en un «Estado social y democrático
de derecho que propugna como valores superiores del ordenamiento jurídico la libertad, la
justicia, la igualdad y el pluralismo político», tal y como proclama su primer artículo. En él
también se afianza el principio de soberanía nacional, que reside en el pueblo español, y se
establece la monarquía parlamentaria como forma de gobierno. La Constitución se fundamenta
en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los
españoles, y establece una organización territorial basada en la autonomía de municipios,
provincias y comunidades autónomas, rigiendo entre ellos el principio de solidaridad. El
castellano es la lengua oficial del estado y todos los españoles tienen el deber de conocerla y el
derecho a usarla. No obstante, las demás lenguas españolas serán también oficiales en las
respectivas comunidades autónomas de acuerdo con sus estatutos. Esta riqueza lingüística es
considerada patrimonio cultural que será objeto de especial respeto y protección.
Haciendo referencia a sus características formales, se trata de una constitución formal y escrita
que se enmarca dentro de la tradición del Derecho continental. Está plasmada en un texto escrito
que ha sido aprobado por un procedimiento político complejo
Es extensa, por el número de artículos que tiene y por su complejidad. En la historia del
constitucionalismo español es la segunda más extensa, después de la Constitución de 1812.
Por otro lado, se trata de una constitución derivada, puesto que atendiendo al Derecho
comparado, no incluye innovaciones radicales, sino que se asienta sobre el constitucionalismo
histórico español, y muy especialmente en las constituciones europeas posteriores a la Segunda
Guerra Mundial.
Tiene valor normativo, en tanto que es una fuente de derecho y fuente originaria de derecho.
Establece unas pautas que regulan la normativa y vincula a todos los jueces y tribunales a
interpretar y aplicar las leyes y los reglamentos según los principios y preceptos
constitucionales.
Es una constitución rígida, ya que exige un procedimiento especial para su reforma. Esta
rigidez es una de las garantías constitucionales que permite asegurar, junto con el control de
constitucionalidad de las leyes, la supremacía de la Constitución y su continuidad. Queda
manifestada en el Título X, que señala su procedimiento de reforma, pudiendo ser ordinario (art
67) o agravado (art 68). Los sujetos con iniciativa de reforma constitucional son el gobierno,
las Cortes y las asambleas legislativas de las comunidades autónomas, no pudiendo iniciar
dicha reforma en tiempo de guerra o de vigencia de alguno de los estados excepcionales.