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Universidad Nacional de Quilmes (UNQ)

Licenciatura en Ciencias Sociales

Curso: Introducción a la Ciencia Política

Profesor: Dr. Hernán Fair

Clase 1

Fecha: 30/08/2021

Presentación

¡Bienvenid@s al curso de Introducción a la Ciencia Política! En primer lugar, quisiera


presentarme brevemente. Mi nombre es Hernán, me recibí en el año 2004 de Licenciado en
Ciencia Política en la UBA. Luego, realicé una Maestría en Ciencia Política y Sociología en
FLACSO-Argentina, que concluí en 2007. Finalmente, cursé el Doctorado en Ciencias
Sociales en la UBA y me doctoré en 2013. Fui becario doctoral (tipo I y tipo II) del
CONICET entre 2008 y 2013 y luego becario postdoctoral del CONICET durante 2013 y
2014. Desde junio de 2014 soy Investigador de planta permanente del CONICET en la
categoría de Investigador Asistente y en noviembre de 2017 fui promovido a la categoría de
Investigador Adjunto del CONICET. Actualmente trabajo como investigador científico en
el CONICET con sede en el Instituto IESAC de la Universidad Nacional de Quilmes.
Además, desde el año 2012 soy profesor instructor a cargo del curso de Elementos de
Ciencia Política en UVQ y también docente en la Licenciatura en Ciencia Política de la
UBA y en la de Ciencias Sociales de UNQ. Desde la Tesis de Maestría me especialicé en el
análisis de la construcción de la hegemonía neoliberal en la Argentina, desde un enfoque
que se basa en herramientas de la teoría política del discurso de Ernesto Laclau. En el
Instituto IESAC trabajo como investigador en dos Programas de Investigación y Desarrollo

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que estudian las disputas por la hegemonía en la Argentina reciente, ambos liderados por el
Dr. Javier Balsa, Profesor titular de esta Universidad.

Como se menciona en el Programa (que les recomiendo enfáticamente leer) el objetivo


general del presente curso consiste en introducirlos/as en el conocimiento de los conceptos,
perspectivas y debates fundamentales de la Ciencia Política, en un sentido amplio. Para
ello, a lo largo de la cursada analizaremos las principales perspectivas teóricas,
sociológicas, filosóficas e históricas y los aspectos teóricos, metodológicos,
epistemológicos y ontológicos en disputa de esta disciplina empírica, social y plural. Lo
que espero como meta es intentar ofrecerles algunas herramientas que les permitan
comprender, interpretar y analizar rigurosamente la dimensión política que estructura la
actividad social humana. Al mismo tiempo, pretendo estimular en Uds. la capacidad
reflexiva y argumentativa para analizar críticamente la realidad política y sociohistórica,
desde categorías de la Ciencia Política.

Como veremos en el transcurso de las 7 unidades del curso, todo estudio científico de la
política requiere desentrañar las múltiples relaciones de poder que se ejercen en el seno de
las sociedades y el carácter singular que adquiere la producción y reproducción de los
medios y formas de dominación social. Sin embargo, la Ciencia Política es, al mismo
tiempo, una disciplina que se especializa en el Estado y, en particular, en el estudio de las
formas de administración y gobierno de la sociedad. De manera tal que existe una “doble
cara” (Duverger) de la Ciencia Política como disciplina científica y social:

Por un lado, la Ciencia Política se especializa en el análisis sistemático de las relaciones


de poder, los modos de influencia social, los conflictos ideológicos, las luchas, alianzas y
correlaciones de fuerza de los actores políticos y sociales predominantes y las formas de
ejercicio de la dominación social, en todos los campos en los que la misma se ejerza, sea en
espacios públicos o privados, estatales o extra-estatales, a nivel nacional o internacional.

Por el otro, la disciplina analiza de forma sistemática el Estado y, en particular, las


estructuras de gobierno de la sociedad, los mecanismos de administración, las políticas
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públicas y las formas de gestión del Estado, incluyendo el estudio de los sistemas políticos
comparados.

Vislumbrar la existencia de esta “doble cara” de la disciplina, y las fuertes tensiones y


disputas hegemónicas que existen en torno al objeto, el método y las perspectivas teóricas,
resulta crucial para desarrollar un análisis riguroso y complejo de la política como Ciencia.
Ello implica reflexionar críticamente sobre las múltiples interacciones que se establecen
entre los aspectos políticos, económicos, sociales, culturales e históricos, cuya dinámica de
interacción condiciona las formas de producción y reproducción del orden social. Estas
interacciones complejas y en tensión entre el Estado y el mercado, la política, la economía
y la sociedad, y la ciencia, la técnica y la política, implican considerar a la Ciencia Política
como una disciplina social e interdisciplinaria que se centra en el análisis sistemático de las
diversas relaciones de poder y dominación que vinculan de forma dinámica al Estado con la
Sociedad civil, las decisiones, prácticas y acciones individuales y colectivas de los actores
de poder predominantes y las relaciones microscópicas de dominación social, a través de
sus mecanismos ideológico-discursivos, económicos e institucionales.

Debido a que no es posible practicar la Ciencia Política en forma integral sin analizar sus
vínculos interactivos con la sociedad, a lo largo de la cursada presentaremos una visión de
la Ciencia Política en un “sentido amplio” (Bobbio), entablando diálogos y convergencias
transdisciplinarias con el resto de las Ciencias Sociales. De este modo, espero ofrecerles
algunas herramientas que les permitan analizar las dimensiones sociales, económicas,
ideológicas e históricas que estructuran políticamente las formas de producción,
reproducción y dominación social, contribuyendo a un estudio complejo e integral de la
política como disciplina científica.

De lo que se trata en este curso, básicamente, es de interiorizarlos en los temas, conceptos,


teorías y enfoques centrales de las Ciencias Políticas, promoviendo el análisis riguroso y
sistemático de la disciplina, junto con la reflexión crítica y el debate colectivo y plural para
pensar y pensarnos como seres sociales e históricamente situados. Es por ello que tendré en
cuenta para la aprobación del curso tanto la adecuada exposición de los contenidos técnicos
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y científicos que determinen la aprobación de los dos Trabajos Prácticos obligatorios y el
examen final presencial, como la activa participación de cada un@ de Uds. en los foros de
debate colectivo sobre los textos y su capacidad de utilizar las herramientas teóricas y
conceptuales vistas en el curso para el análisis riguroso y crítico de la realidad histórica,
política y social en la que estamos situados.

La(s) Ciencia(s) Política(s)

¿Qué es y qué analiza aquello que se denomina la Ciencia Política? La Ciencia Política (de
ahora en más, CP) es una disciplina científica que, en líneas, generales, analiza la teoría y
práctica de la política. La CP, por lo tanto, constituye una disciplina científica que se enfoca
en el análisis de aquel aspecto medular y estructurante de la vida social que llamamos
política. Sin embargo, ¿cuál es su objeto de estudio específico? Aquí encontramos una
primera tensión. Desde una caracterización general podemos decir que la CP centra su
atención en el análisis riguroso y sistemático de las múltiples relaciones de poder y
dominación que se vinculan con la producción y reproducción de las estructuras de
gobierno de la sociedad. Sin embargo, la CP estudia también las relaciones microscópicas
de poder que exceden y van más allá de lo estrictamente gubernamental y lo directamente
estatal. Ello implica considerar las múltiples y complejas formas de interacción de la
política con la sociedad, lo que incluye el abordaje de los factores contextuales y
estructurales (económicos, ideológicos, discursivos, culturales, históricos e institucionales)
que condicionan la vida política en sociedad.

Antecedentes
El análisis científico de la política presenta largos antecedentes históricos que se remontan
a la Antigüedad (siglo IV A.C), y más en particular a Aristóteles. En su libro “Política”, el
célebre filósofo griego realizó el primer acercamiento a un análisis sistemático de aspectos
políticos, al caracterizar a los regímenes políticos de su tiempo en Grecia. A su vez, en
otros libros menos difundidos, como “Ética nicomáquea”, fue el primer pensador que
reflexionó sobre la política desde una perspectiva filosófica y ética. Aristóteles definió al
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hombre como un ser social que vive en comunidad (zoon politikon) e incluyó como ideal y
meta de la actividad política la búsqueda de la felicidad conjunta de los ciudadanos. El
propio concepto de política deriva de Polis, que eran las pequeñas ciudades-Estado griegas
donde los ciudadanos convivían socialmente en comunidad, preocupados por deliberar y
decidir de forma colectiva sobre el destino de los asuntos públicos y comunes a todos.

Sin embargo, fue el teórico político Nicolás Maquiavelo, en su famosa obra “El Príncipe”
(publicada en 1532), quien ha sido corrientemente situado por la bibliografía como el
fundador de la Ciencia Política. Ello se debe a que el pensador italiano fue el primero que
planteó la posibilidad de realizar un análisis científico y realista de la política como ser (y
no como deber ser), al distinguir entre el análisis de los hechos empíricos de la realidad
social, y los valores e ideales, sean estos éticos, morales o religiosos. Además, Maquiavelo
fue el primero que se refirió al concepto de Estado (un término clave de la politología) y
que colocó el eje en el análisis empírico de las relaciones de poder que atraviesan a las
sociedades modernas. Desde entonces, lo que luego se conocería formalmente como la
Ciencia Política, ha sido vinculado al análisis descriptivo y explicativo de los hechos
concretos de la realidad, excluyendo todo juicio de valor (lo que será conducido al campo
de la filosofía normativa). Aún así, como veremos con el texto de Caminal Badía, la CP, tal
como la conocemos hoy en día, recién se desarrolló como disciplina autónoma desde
mediados del siglo XIX. Ello fue producto de un proceso histórico-político que tuvo
diversas fases y que no estuvo exento de fuertes disputas y desacuerdos político-ideológicos
que continúan hasta el presente.

Las tensiones en torno al objeto de la Ciencia Política

¿Cuál es el objeto de análisis de la CP? Lejos de existir un acuerdo general, históricamente


existió y aún persiste una intensa disputa político-ideológica en torno al objeto (es decir,
qué estudia [y qué debe estudiar]) la disciplina. Como indicamos, a partir de Maquiavelo el
eje se ubica en el análisis descriptivo de las relaciones de poder entre los hombres (en un
sentido genérico), siendo el Estado, a través de los representantes políticos, su ámbito
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central de institución. Sin embargo, la CP como disciplina científica recién emergió a
mediados del siglo XIX, y bajo la fuerte influencia de los paradigmas conductistas y
cuantitativistas de la CP anglosajona.

En el caso de Europa continental (y de la Argentina en particular) el eje se enfocó en mayor


medida en el análisis las formas institucionales y procedimentales de administración,
gestión y gobierno. Ello implicó, al menos en sus primeros años de institucionalización
(80s y 90s), concentrarse en el análisis de las normas, leyes y procedimientos formales y, en
general, en las características formales e institucionales de los regímenes de gobierno (en
particular, el análisis del modo de funcionamiento y organización de los partidos políticos y
las relaciones entre los poderes en el Congreso y los sistemas electorales.

Este énfasis en el análisis del régimen político (es decir, en la forma de organización de los
partidos políticos, las normas jurídico-formales y el sistema electoral) tendió a generar una
CP desligada del análisis de los modelos económicos de acumulación y de las relaciones de
poder y dominación político-ideológica que atraviesan a todas las sociedades. Algunos
temas políticos fundamentales que se dejaron de lado desde este modo estrecho de entender
al objeto de estudio de la CP son los siguientes:

-El análisis de los problemas políticos y sociales acuciantes de nuestras democracias


capitalistas contemporáneas: desde el problema de las restricciones al desarrollo nacional
derivado de las formas de dependencia económica, colonialismo, imperialismo cultural y
expansión del sistema de capitalismo neoliberal-financiero, hasta el rol del Estado Social y
los problemas del desempleo, la marginalidad, la pobreza, la precarización laboral, la
desigualdad social y la inseguridad ciudadana.

-El análisis de las formas no institucionales de representación, participación y conflicto


social: entre ellas, el análisis de los movimientos populares y de protesta y acción social y
barrial que exceden a las formas sindicales y partidarias.

-Las luchas político-ideológicas de dominación que atraviesan a las sociedades, lo que


incluye las formas afectivas y de identificación colectiva y de difusión e imposición de
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determinados mitos, creencias, valores e imaginarios políticos y sociales que caracterizan al
capitalismo globalizado del siglo XXI y exceden a lo meramente racional.

-El análisis de las formas de ejercicio del poder y la dominación social por parte de las
elites corporativas en el capitalismo globalizado actual en campos como la economía
política internacional, el rol político de las empresas de medios concentrados de
comunicación y las relaciones de fuerza y opresión directa y velada entre los países
desarrollados y subdesarrollados.

-El análisis de los diferentes modos de ejercicio del poder, la dominación y opresión social
hacia las minorías, sea esta sexista y patriarcal (del hombre sobre la mujer),
heteronormativo (discriminación hacia homosexuales, lesbianas y trans) o étnico-racial (de
la raza blanca europea sobre las minorías étnicas y culturales, lo que incluye también a los
pueblos originarios).

Como pueden apreciar, existe una primera tensión y disputa hegemónica, es decir, una
lucha político-ideológica de sentidos, en torno al objeto válido de análisis de la disciplina.
Históricamente, ciertos grupos han intentado imponer determinados temas como los únicos
que pueden (y deben) ser analizados desde la disciplina, excluyendo deliberadamente a
otros. De todos modos, es muy importante tener en cuenta que, como señala Almond, la CP
actual (y la CP en la Argentina en particular) es una disciplina “segmentada”. En ella
coexisten, si bien en conflicto y tensión, una pluralidad de “mesas separadas”, algunas de
las cuales presentan diálogos entre sí. Esto quiere decir que no hay una sola Ciencia
Política, sino que existen una multiplicidad de perspectivas, enfoques y metodologías
válidas que se mantienen en tensión y cuyos presupuestos teóricos y onto-epistemológicos
son motivo de una intensa lucha hegemónica (es decir, de una fuerte disputa político-
ideológica por el sentido).

Un segundo eje de tensión y disputa, estrechamente vinculado a los debates sobre el objeto
de la disciplina, radica en el empleo del concepto de “Ciencia Política”. Como veremos en
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el transcurso de las clases, el concepto de “Ciencia” ha sido y es motivo de acaloradas
discusiones dentro de la disciplina. Para algunos, la CP constituye una Ciencia en sentido
estricto que, por lo tanto, aspira a un análisis puramente racional, técnico, objetivo,
explicativo y predictivo de la realidad. Para otros, esta pretensión es imposible, ya que,
como seres humanos, disponemos de múltiples valores, creencias, deseos, prejuicios e
intereses conscientes e inconscientes que impiden (o al menos limitan seriamente) la
objetividad. Y ello porque:

-Nuestro “objeto” de análisis son seres humanos y no partículas de un laboratorio.

-La realidad social está atravesada por conflictos y disputas político-ideológicas


constitutivas en torno a los significados legítimos (válidos) de la misma.

-Un análisis puramente científico excluye el objetivo humano de incidir políticamente para
transformar radicalmente y superar los problemas e injusticias sociales en los que estamos
insertos como comunidad.

Para estos últimos analistas y estudiosos de la política deberíamos emplear el término de


Estudios políticos o, a lo sumo, pensar en el concepto de Ciencias Políticas, antes que
reducirla a una sola y única Ciencia Política.

Desde mi punto de vista, debemos asumir un pensamiento complejo -esto es, un


pensamiento que no simplifique la realidad social-. Ello implica mantener el objetivo de
máxima rigurosidad, sistematicidad y adecuación a los hechos de toda ciencia, procurando
ser lo más neutrales y objetivos que nos sea posible. Pero reconociendo que nunca
podremos alcanzar un análisis puramente científico y experimental como el que se realiza
desde la física o las ciencias naturales. Además, debemos tomar en cuenta que el mero
conocimiento técnico sin incluir una utilidad social emancipatoria no tiene razón de ser.

Siguiendo la herencia de Marx y del marxismo, considero que debemos promover un


pensamiento socialmente crítico, que no sólo busque comprender y analizar de forma
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descriptiva la realidad social, sino también transformarla radicalmente en una dirección
socialmente liberadora y emancipadora para las clases subalternas. Es por ello que resulta
preferible pensar en la existencia de varias Ciencias Políticas en tensión, distinguiendo de
una forma relativa y parcial a la disciplina de la filosofía normativa (centrada en la
reflexión del deber ser especulativo, sin ningún método científico) y de la actividad
político-partidaria como profesión (es decir, de la acción de los dirigentes de los partidos
políticos profesionales). La política, entonces, trasciende por mucho a lo partidario, en tanto
las relaciones de poder atraviesan a las sociedades en todo tiempo y lugar. Y a su vez, se
entrelaza con la ciencia, sin caer en un cientificismo tecnocrático y políticamente
conservador del statu quo.

Debates y tensiones en torno al método de análisis y la epistemología de las CP

Para desarrollar un análisis científico de la política (entendiendo a las Ciencias Políticas


como una ciencia social) se requieren determinados métodos y técnicas sistemáticas de
investigación. Estos métodos nos sirven como procedimientos técnicos para emplear las
herramientas teóricas y conceptuales, es decir, para poder contar con ciertas pautas sobre
cómo usar los conceptos que ordenan la compleja realidad social que estudiamos.
Necesariamente, para acceder a cualquier realidad social que estudiamos empleamos
determinado marco teórico o conceptual. Por ejemplo (voy a simplificar un poco para que
se entienda lo que quiero ilustrar), si yo estoy a favor de una fuerte intervención del Estado
en la economía para controlar al mercado y promover el consumo interno, me sitúo dentro
de un marco teórico de matriz keynesiana. En cambio, si yo estoy a favor de una reducción
de la intervención del Estado en la economía para favorecer la libertad de mercado, me
sitúo dentro de un marco neo-liberal en materia de política económica.

La metodología se vincula con la forma y los procedimientos técnicos para emplear ese
marco conceptual de un modo sistemático y riguroso y así cumplir con mis objetivos. La
CP se caracteriza por ser una ciencia que es empírica y social. Es empírica, debido a que el
investigador o cientista de la política analiza la realidad social desde la experiencia de los
hechos y fenómenos concretos que observa. Y es social porque, como vimos, esa realidad
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está inserta en una vida en sociedad, esto es, en una determinada trama histórica,
económica, social e institucional, que nos integra de forma colectiva en determinado
espacio y tiempo (por ejemplo, en la Argentina actual).

Según el pensador alemán Max Weber, uno de los referentes centrales de la disciplina y de
las Ciencias Sociales en general, para realizar un análisis científico el analista o
investigador social debe realizar una distinción entre los “juicios de hecho” y los “juicios de
valor”. Como veremos, para este autor la ciencia social se basa en la construcción de
conceptos (que denomina “tipos ideales”) que nos permitan describir, y de este modo
comprender lo más objetivamente posible, la realidad histórico-social (el ser como
fenómeno). Ello supondría dejar para otras disciplinas, como la ética o la filosofía, la
búsqueda de los valores e ideales para una buena vida en comunidad (el deber ser).

Sin embargo, la elección y el desarrollo de la metodología es también un objeto en tensión


dentro de la disciplina. En ese sentido, hay visiones diferentes e igualmente valiosas para
analizar la realidad social. Para los enfoques marxistas (basados en aportes de Karl Marx),
el método de análisis de lo social consiste en el materialismo histórico. Uno de sus
exponentes más relevantes y actuales, Antonio Gramsci, sostenía que una CP sólo es
posible realizando un análisis riguroso de la praxis histórica concreta de los actores y
fuerzas sociales en el sistema capitalista. En contraste con Weber, para Gramsci no existe
una distinción estricta entre teoría, análisis político y crítica social, ya que la teoría busca
transformar la praxis social en una dirección emancipadora para las clases subalternas,
explotadas por el sistema de dominación capitalista.

En la práctica, hace tiempo sabemos que el ideal de objetividad científica es imposible de


ser alcanzado en su plenitud, ya que todo investigador tiene valores, deseos e intereses
subjetivos, sean estos conscientes o inconscientes, y porque analiza a otros sujetos
pensantes y actuantes (seres humanos) y no a objetos inanimados (cosas). Sin embargo, la
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propuesta metodológica weberiana mantiene vigencia para todos aquellos cientistas
políticos que pretendemos realizar un análisis riguroso y sistemático de la compleja
realidad social, dejando de lado la imposición arbitraria, la manipulación, la negación u
ocultamiento de determinadas ideas o hechos, y la escasa profesionalidad y honestidad
intelectual. Al mismo tiempo, la herencia de la tradición marxista también se mantiene
vigente hoy, ya que el análisis político no puede perder de vista su utilidad social para
promover el desarrollo económico y social a largo plazo, para desnaturalizar las formas de
explotación y opresión social de las clases dominantes en el actual sistema capitalista y para
promover las formas de emancipación y liberación social de las clases subalternas.

Como veremos en el transcurso de esta primera unidad, los referentes centrales que
construyeron la CP buscaron elaborar desde sus inicios una Ciencia estricta de la política,
que tuviere un nivel similar de rigurosidad, sistematicidad y objetividad como la que
presenta la física o la biología. Esto implicó el intento (infructuoso) de edificar una ciencia
con las siguientes características:

-Objetividad: el análisis científico de la política debe basarse en una realidad comprobable


de forma imparcial por todos, sin la incorporación de elementos subjetivos y juicios de
valor sobre el objeto estudiado. Ello implica asumir una idea de avaloratividad (abstenerse
de los juicios de valor) como método para alcanzar la objetividad científica.

-Racionalidad: el análisis sólo se basa en la emisión de juicios de hecho racionalmente


explicitados, de acuerdo a los cánones de la ciencia.

-Empírica: el análisis científico se basa en la experiencia de la realidad concreta, posible


de ser verificada y aprehendida mediante la observación objetiva de los hechos externos a
los investigadores.

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-Capacidad explicativa: con base en la acumulación de datos empíricos y su
generalización y sistematización, se busca describir y explicar causalmente la realidad (ello
implica hacer leyes estadísticas o causales, del tipo a causa o determina a b).

-Capacidad predictiva: el objetivo de la CP es elaborar leyes causales de comportamiento


que permitan predecir y experimentar de forma exacta la realidad a futuro, tal como lo
hacen los físicos en el laboratorio con sus microscopios.

¿De qué modo se garantiza el presunto ideal de objetividad en la CP? De acuerdo a la


lógica hipotético-deductiva propuesta por Popper (que es el método actualmente dominante
en las ciencias sociales) se accede a la realidad objetiva mediante la construcción de
hipótesis y la posterior verificación o refutación lógico-deductiva de los hechos mediante
un análisis riguroso de la realidad empírica, abstrayéndose de los valores subjetivos y
derivando el análisis desde las premisas lógicas previamente explicitadas. Para otras
visiones, se apela a métodos inductivos o bien a razonamientos abductivos, en los términos
de Peirce.

Existen diferentes técnicas para cumplir con los objetivos propuestos y validar el
conocimiento científico. La principal técnica que se ha procurado emplear desde las
visiones dominantes de la CP es la cuantitativa (numérica), ya sea a través de la elaboración
de estadísticas, fórmulas matemáticas y ecuaciones diferenciales, sondeos de opinión
pública o encuestas. Sin embargo, ese es el modelo dominante en la CP de Estados Unidos.
En Europa predomina un análisis cualitativo, que incluye el estudio de documentos escritos,
normas y reglamentos formales, el uso de entrevistas, análisis histórico-bibliográficos de
sistemas políticos comparados. En algunos casos, además, la CP ha apelado al análisis de
discursos políticos e ideologías políticas, sobre todo desde las visiones periféricas de la
disciplina. También existen los análisis de triangulación, que articulan técnicas cualitativas
y cuantitativas.

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Históricamente, bajo la influencia preponderante de los enfoques de la CP estadounidense,
la disciplina procuró construir una Ciencia de la política puramente objetiva, siguiendo el
ejemplo del paradigma de las ciencias naturales y la física. Ello implicaba realizar una
contraposición estricta entre lo descriptivo-explicativo, propio de la ciencia, desde una
lógica racional-empírica-objetiva (centrada en el análisis de las cosas universalmente
verdaderas), frente a lo prescriptivo-normativo-subjetivo-valorativo (el deber ser, desde un
análisis valorativo), considerado como no ciencia.

Ahora bien, lejos de existir un acuerdo general, lo que predominó históricamente y continúa
predominante hoy en día es una intensa disputa político-ideológica en torno a los métodos y
técnicas válidas para analizar la realidad. También sobre los aspectos epistemológicos, que
se vinculan a la posibilidad (o no) de acceder a un conocimiento científico válido y con
pretensiones de objetividad. Mientras que la CP predominante cree que existe la objetividad
científica o que, en todo caso, se puede mantener una neutralidad de valores (neutralidad
valorativa) como precondición del análisis científico de la política, los enfoques críticos
cuestionan esta creencia sedimentada y destacan los conflictos, luchas, intereses, valores,
deseos y pasiones constitutivas y la subjetividad en general. Ello supone cuestionar la idea
de una verdad objetiva y neutral a la que pudiera acceder de forma privilegiada. En ese
sentido, algunos análisis interesantes mantienen la posibilidad de alcanzar cierta objetividad
relativa en el análisis, sin caer en un binarismo objetivismo/subjetivismo. En algunos
enfoques más filosóficos (llamados posmodernos) se cuestiona el propio status de ciencia
de la disciplina y se tiende hacia un relativismo extremo.

Mientras que una parte de la disciplina cree que sólo es CP un análisis cuantitativo o un
abordaje institucional-formal del régimen político y las formas de gestión pública, otros
consideramos que la realidad social es producto de una construcción social y colectiva
atravesada por el lenguaje, los valores, los intereses económicos, los deseos inconscientes y
las pasiones de los individuos y grupos que la integran. De allí que, mientras algunos

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realicen encuestas, otros estudien el discurso político y otros realicen entrevistas para
comprender y analizar una misma realidad histórico-social.

Dos son los principales peligros de esta ilusoria construcción de la disciplina como una
mera técnica de gestión racional, técnica, objetiva y neutral de lo social:

1) Relegar, o directamente abandonar, el análisis de los valores constitutivos, los


ideales y pasiones inconscientes, los intereses económicos particulares y la
multiplicidad de disputas, luchas de poder y antagonismos sociales que son
intrínsecos a la ciencia, a la sociedad y a los sujetos individuales y colectivos que
forman parte de ella y contribuyen a construirla socialmente.

2) Relegar, o directamente abandonar, la dimensión políticamente crítica del


conocimiento y de la realidad social, que se vincula a la necesidad de desnaturalizar
y transformar radicalmente un mundo social que es fuente de múltiples injusticias,
opresiones, explotaciones y desigualdades económicas, sociales y culturales. En
otras palabras, en nombre del ideal objetivo y avalorativo de la “ciencia”, la CP
podría dejar de lado la dimensión normativa (es decir, la dimensión que se vincula
al deber ser ético-político crítico), la misma que, para parafrasear a Marx, no sólo
busca conocer e interpretar el mundo, sino fundamentalmente transformarlo
radicalmente para terminar con las formas de explotación social sobre las clases
subalternas.

La difícil tarea de la CP es, entonces, cómo combinar el análisis riguroso, sistemático,


honesto intelectualmente, con una base empírica y lo más objetivo posible (siguiendo la
herencia metodológica de Weber), con el desarrollo de esta dimensión social, reflexiva y
políticamente crítica del conocimiento, de las formas veladas de dominación y explotación
social del sistema (capitalistas, imperialistas, colonialistas, homofóbicas, patriarcalistas,
sexistas, racistas) (siguiendo la herencia de Marx, Gramsci y los pensadores críticos que se
basan en su teoría).
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En otras palabras, el desafío y la tarea que tenemos por delante como analistas sociales
situados en un determinado tiempo y espacio es lograr hacer un análisis político riguroso,
empírico, exhaustivo y con pretensiones de imparcialidad y objetividad, pero sin que ello
implique abandonar la reflexión crítica sobre la realidad social y el mundo injusto en el que
vivimos como comunidad. Necesariamente, ello implica cuestionar y cuestionarnos
nuestras ideas más arraigadas y adoptar una postura de apertura mental para reconocer
nuestras creencias sedimentadas, asumir nuestros prejuicios y preconceptos y cambiar
nuestra forma de pensar la realidad histórica y social de la que formamos parte, para poder
transformarla en dirección a una buena vida, más solidaria, justa, libre e igualitaria.

Para esta primera clase tenemos como lectura obligatoria un pequeño texto de Norberto
Bobbio que aborda algunas de estas cuestiones metodológicas, epistemológicas e históricas
en tensión para intentar realizar un análisis de la política como disciplina científica y social.

Norberto Bobbio, “Ciencia Política”, en AA.VV, Diccionario de Política,


Siglo XXI, México, 1993

Norberto Bobbio es un reconocido politólogo italiano, fallecido en el año 2004. En el texto


que tenemos como lectura obligatoria para esta clase, el autor analiza las características
metodológicas y epistemológicas que, a su juicio, definen a la Ciencia Política. En ese
marco, plantea una famosa distinción entre dos tipos de análisis de la política como ciencia:

1) La Ciencia Política en sentido estricto: concierne al estudio técnico y especializado de


los fenómenos políticos, vinculado al análisis más científico y sistemático de los hechos y
procesos políticos. Es la visión predominante de lo que entendemos por Ciencia Política.

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2) La Ciencia Política en sentido amplio: corresponde al análisis riguroso, empírico y
racional sobre la política, pero sin la sistematicidad y la visión cuantitativista de los análisis
de la CP en sentido estricto. Constituye una visión más amplia y abarcadora de la CP, que
retoma aportes del pensamiento político (teoría política y filosofía política). Desde esta
visión más amplia, la CP dialoga en mayor medida con el resto de las ciencias sociales y
humanas (sociología, economía, filosofía, comunicación, historia).

Un aporte interesante de Bobbio, que lo distingue de otros referentes de la disciplina, es que


reconoce algunos límites inmanentes al desarrollo de una CP en sentido estricto, en el
momento en que:

1. El ser humano es un ser teleológico, lo que implica que puede servirse de medios para
cumplir ciertos fines, a menudo inconscientes.

2. El ser humano es un ser simbólico, que construye sus conceptos e ideas mediante
símbolos, siendo el más importante de ellos el lenguaje.

3. El hombre es un ser ideológico, lo que implica que dispone y se basa en valores e ideas
culturales para tomar sus decisiones y efectuar sus acciones.

En el marco de estas condiciones simbólicas y valorativas que atraviesan a los sujetos,


Bobbio cuestiona la creencia en la avaloratividad de la CP. Además, destaca que la
búsqueda del ideal de máxima objetividad y rigurosidad posible no implica abandonar la
relevancia ético-política del conocimiento. Existe, efectivamente, una prescripción social
(un para qué) de la ciencia, esto es, una aplicación social que debe procurar ser útil y tener
fines prácticos para intentar mejorar la vida en sociedad. Bobbio también cuestiona la
posibilidad de prever y predecir el futuro, en el momento en que analizamos sujetos y no
objetos (como si los sujetos que se analizan pudieran ser entendidos como microbios en un
laboratorio). Y estos sujetos, además, están atravesados por una pluralidad de aspectos
ideológicos, valorativos y simbólicos (intereses, valores, creencias, pasiones, deseos) y
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situados en ciertos contextos históricos particulares (económicos, sociales, institucionales,
geográficos) que los condicionan. Si bien Bobbio no profundiza en la importancia crucial
que tienen las restricciones propias del sistema capitalista de dominación, así como los
mitos, fantasías e imaginarios sociales sedimentados, realiza un aporte para mostrar algunos
de los límites constitutivos de las visiones racionalistas y objetivistas que predominan
dentro del mainstream de la disciplina.

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