Literatura Argentina I
Licenciatura en Letras
Año: 2018
2) En el centro del capítulo V, “Vida de Juan Facundo Quiroga. Infancia y juventud”, Sarmiento
compone esta imagen: “La carrera gloriosa de las armas se abría para él con
los primeros rayos del sol de Mayo; y no hay duda que con el temple de alma de que
estaba dotado, con sus instintos de destrucción y carnicería, Facundo, moralizado por la
disciplina y ennoblecido por la sublimidad del objeto de la lucha, habría vuelto un día
del Perú, Chile o Bolivia, uno de los generales de la República Argentina, como tantos
otros valientes gauchos que principiaron su carrera desde el humilde puesto del soldado.
Pero el alma rebelde de Quiroga no podía sufrir el yugo de la disciplina, el orden del
cuartel, ni la demora de los ascensos. Se sentía llamado a mandar, a surgir de un golpe,
a crearse él solo, a despecho de la sociedad civilizada y en hostilidad con ella, una
carrera a su modo, asociando el valor y el crimen, el gobierno y la desorganización.”
Seleccione las imágenes y los tópicos que aquí sintetizan el singular individualismo de
Facundo y analice las tensiones que lo caracterizan como una fuerza emergente. Tenga
presente las otras imágenes clave del capítulo: entre “el hombre grande, el hombre de
genio, a su pesar, sin saberlo él” y “el tipo de la barbarie primitiva”.
1) La representación de la masa, o del colectivo de los otros, en El Matadero de Echeverría
está basada en una profunda convicción política-filosófica derivada de las ideas de la
Ilustración. Son ellos quienes, justamente, entienden al pueblo como una categoría que permite
el desarrollo de la democracia, ven al pueblo como un aval para lograr un Estado moderno que
propicie el constante movimiento hacia el avance y el progreso de la sociedad. A la vez, para
los ilustrados el concepto pueblo es el de un cuerpo político activo y necesario para el progreso,
sin embargo, esta idea no es del todo positiva, sino que contiene cierta concepción negativa de
lo popular, en palabras de Martin Barbero:
A la noción política del pueblo como instancia legitimante del Gobierno civil, como generador de la nueva
soberanía, corresponde en el ámbito de la cultura una idea radicalmente negativa de lo popular, que
sintetiza para los ilustrados todo lo que éstos quisieran ver superado, todo lo que viene a barrer la razón:
superstición, ignorancia y turbulencia1.
El pueblo, antes de la revolución, era algo sin nombre ni influencia; después de la revolución apareció
gigante (...) La turba, el populacho, antes sumergido en la nulidad, en la impotencia, se mostró entonces
en la superficie de la sociedad, no como espuma vil, sino como una potestad destinada por la Providencia
para dictar la ley y sobreponerse a cualquiera otra potestad terrestre2.
El autor del Dogma observa y caracteriza a un sector inferior como el populacho, como
un otro inferior, este conglomerado inferior de personas es una masa que debe ser educada y
enseñada con el fin de poder ejercer los deberes y derechos de un ciudadano moderno, el
1 Barbero, Jesús Martín (1991). De los medios a las mediaciones. Comunicación, cultura y hegemonía. México, México:
Editorial Gustavo Gili, pág. 15.
2 Echeverría, Esteban (sin fecha de publicación). Dogma Socialista. Buenos Aires, Argentina: Ediciones Jackson, pág. 154-
155.
argumenta que: “Para emancipar las masas ignorantes y abrirles el camino de la soberanía, es
preciso educarlas3.” Se necesita educarlas porque estas masas son indisciplinadas, sin razón,
viven espontáneamente según sus instintos y son peligrosas en su estado de constante
salvajismo. En este mismo sentido, aunque estas masas son libres y están emancipadas
políticamente, para Echeverría estas aún no han conocido la senda de la verdadera libertad. Por
esta misma razón, necesitan ser educadas, necesitan de la guía y los caminos de la Ilustración.
El problema radica en que el populacho no cree que necesita instrucción, no percibe su
necesidad de comprender la razón moderna; y en esta doble concepción: de Echeverría para con
el populacho y del populacho hacia los ilustrados, notamos la escisión ideológica que marca la
sociedad argentina de 1840, tal como lo expresa Beatriz Sarlo:
La materialidad de lo social impone sus leyes. En este caso la coexistencia violenta de dos mundos. (…)
Los opuestos sociales que se enfrentan en el espacio del matadero son tan irreconciliables que su
entrecruzamiento no puede producir sino tragedia 4.
Sí, la fuerza y la violencia bestial. Ésas son vuestras armas, infames. ¡El lobo, el tigre, la pantera, también
son fuertes como vosotros! Deberíais andar como ellos, en cuatro patas 5.
Llamaban ellos salvaje unitario (…) a todo el que no era degollador, carnicero, ni salvaje, ni ladrón; a
todo hombre decente y de corazón bien puesto, a todo patriota ilustrado amigo de las luces y de la
libertad7.
5 Echeverría, Esteban (2007). El matadero. La cautiva. Buenos Aires, Argentina: Gradifco, pág. 32.
6 Cfr. Kohan, Martí (2006). “Las fronteras de la muerte” en Alejandra Laera y Martí Kohan (comps.): Las brújulas del
extraviado. Para una lectura integral de Esteban Echeverría. Rosario: Beatriz Viterbo Editora, pág. 183.
7 Echeverría, Esteban (2007). El matadero. La cautiva. Buenos Aires, Argentina: Gradifco, pág. 34.
ignorancia y no reflexionan profundamente del hecho que han cometido, sino que se ríen y
hacen chistes, su única reflexión es esta: “Pobre diablo, queríamos únicamente divertirnos con
él y tomó la cosa demasiado a lo serio – exclamó el juez frunciendo el ceño de tigre–8.”
“Facundo, al fin de un año de trabajo asiduo, pidió su salario, que ascendía a setenta pesos; montó en su
caballo sin saber a donde iba; vio gente en una pulpería; desmontose y alargando la mano por sobre el
8 Ibidem.
grupo que rodeaba el tallador, puso sus setenta pesos en una carta; perdiolos y montó de nuevo, marchando
sin dirección fija (…)9.”
“(…) que dominaba a sus condiscípulos y se atrincheraba en su cuarto de estudiante para resistir a un
ultraje. De Facundo se refieren hoy varias anécdotas, muchas de las cuales lo revelan todo entero 10.”
Facundo es ese héroe con capacidad de atracción y liderazgo, comparado con el Cesar,
el Tamerlan y el Mahoma, cuyas anécdotas deben ser contadas y admiradas. Esta escritura
biográfica de Facundo pone en evidencia las motivaciones del autor, quien buscaba representar
la voz del otro en la individualización bajo la figura y vida del caudillismo bárbaro de Facundo,
según Ramos de esto trata la escritura de Sarmiento:
“Para reordenar la vida pública, había que incorporar –no alienar– al otro. Y el primer paso hacia esa
incorporación era la representación de la barbarie. Había que oír los cuentos del otro, hasta entonces
desconocidos por el “saber” letrado11.”
“Es el hombre de la naturaleza que no ha aprendido aún a contener o a disfrazar sus pasiones, que las
muestra en toda su energía, entregándose a toda su impetuosidad” (…). Facundo es un tipo de la barbarie
primitiva; no conoció sujeción de ningún género; su cólera era la de las fieras (…) 12.”
9 Sarmiento, Domingo Faustino (2007). Facundo. Buenos Aires, Argentina: Gradifco, pág. 76-77.
10 Ibidem, pág. 75.
11 Ramos, Julio (1989). “Saber del Otro: Escritura y oralidad en el Facundo de D. F. Sarmiento” en Desencuentros de la
Sarmiento se siente atraído por la figura del Facundo, señala que el caudillo Facundo
Quiroga es el único que, realmente, ha logrado llamar su atención. Y esto es porque lo
individual de Facundo solo existe en razón de lo general de la masa y, a su vez, posibilita la
interpretación de lo particular, es decir, la descripción de Facundo complementa la
interpretación del mundo barbárico. Ese mundo que resiste a las instituciones resultantes del
progreso y la revolución se representa en la figura de Facundo, quien vive en constante
separación y rompimiento con estas instituciones de la modernidad. Facundo se separa de su
familia al enfrentarse a su padre, al mismo tiempo deja de ir a la escuela luego de una pelea con
su maestro y, también, deserta del ejército. Tiene como característica una resistencia hacia las
instituciones, él es quien comparte esto con la masa y al mismo tiempo la guía y arrastra a
romper y separarse de todo tipo de institución, Facundo establece una forma de vida por fuera
de la modernidad. En otros términos, es salvajismo en estado puro, movimiento descontrolado
y comandado por las pasiones, lo cual solo puede suponer una cosa: destrucción. Así es la vida
de Facundo, es una vida llena de excesos y caprichos, su forma de ejercer el poder no es por
medio de la admiración, sino por medio del terror y el temor que inspiraba a los demás.
Altamirano plantea que esta forma de ejercer el poder deriva en el despotismo figurada por
Sarmiento en Facundo Quiroga:
“Pero si tal es el principio o resorte del despotismo, ese mal político que no sólo viene del desierto, sino
que produce desierto a su alrededor, ninguna ley, ninguna regla, según lo vimos antes, controla o modera
los impulsos y los caprichos del déspota. La arbitrariedad es inherente a la naturaleza de ese tipo de
gobierno. Podemos reconocer el funcionamiento de esta idea en muchas de las escenas a través de las
cuales Sarmiento cuenta la vida de Quiroga, escenas en que éste aparece, una y otra vez, entregado al
talante y los caprichos del momento13.”
13
Altamirano, Carlos (1997): “El orientalismo y la idea del despotismo en el Facundo” en Altamirano, Carlos y Beatriz Sarlo:
Ensayos argentinos. De Sarmiento a la vanguardia. Buenos Aires: Ariel, pág. 190.
BIBLIOGRAFÍA:
- Barbero, Jesús Martín (1991). De los medios a las mediaciones. Comunicación, cultura y
hegemonía. México, México: Editorial Gustavo Gili.
- Echeverría, Esteban (sin fecha de publicación). Dogma Socialista. Buenos Aires, Argentina:
Ediciones Jackson.
- Kohan, Martín (2006). “Las fronteras de la muerte” en Alejandra Laera y Martín Kohan
(comps.): Las brújulas del extraviado. Para una lectura integral de Esteban Echeverría. Rosario:
Beatriz Viterbo Editora.
- Ramos, Julio (1989). “Saber del Otro: Escritura y oralidad en el Facundo de D. F. Sarmiento”
en Desencuentros de la modernidad en América Latina. México: Fondo de Cultura Económica.