Número 39

Sábado, 2
de abril
de 2011
El perseguidor
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EL VUELO DE ÍCARO ARTE
Ascender hacia abajo Revisitar a Domínguez

por por
JUAN CARLOS MÉNDEZ GUÉDEZ ISIDRO HERNÁNDEZ GUTIÉRREZ

ÓSCAR DOMÍNGUEZ:
UNA EXISTENCIA DE PAPEL
TEA acoge una gran exposición, que incluye numeroso material inédito, cen-
trada en los trabajos como dibujante del pintor surrealista tinerfeño

Óscar Domínguez. La ola, 1938. Colección particular-Cortesía Galería Interart, Ginebra, Suiza.

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2 El perseguidor
ISIDRO HERNÁNDEZ GUTIÉRREZ/conservador de la
colección TEA
Óscar Domínguez: Una existencia de papel --muestra que se puede ver en TEA Tenerife Espacio de las Artes hasta el 16 de octubre-- revela una
de las facetas menos conocidas del creador plástico y surrealista tinerfeño, el dibujo. Actividad en la que el pintor se dejó seducir para
materializar la obra de algunos de los grandes escritores de su época como Paul Éluard, Agustín Espinosa o Robert Ganzo, entre otros. La
exposición propone también una reflexión en torno a varios cuadros y objetos firmados por al artista, muchos de los cuales se exhiben por
primera vez en las islas con el fin de imbricarlos en el contexto de una trayectoria creativa que se caracteriza, entre otras cosas, “por la
búsqueda constante del artista en encontrar las claves de una obra personal”, apunta el comisario de la muestra y conservador de la colección
TEA, Isidro Hernández Gutiérrez.
“ÓSCAR DOMÍNGUEZ NUNCA
DEJA DE CAMBIAR DE ESTILO”
EDUARDO GARCÍA ROJAS
- ¿Por qué Óscar Domínguez: Una exis-
tencia de papel?
- Porque el trabajo como ilustrador de
Óscar Domínguez es lo suficientemente
representativo como para dedicarle una
exposición monográfica. No es una labor
anecdótica, sino que, por el contrario, evo-
luciona de forma paralela al resto de su
producción artística desde su juventud
hasta el final de su vida. Si comprobamos
los distintos trabajos que realizó tanto
como publicista en sus primeros años,
como después en tanto que ilustrador y
dibujante de libros de poesía y publicacio-
nes colectivas, caemos en la cuenta de que
se trata de una labor que posee, por
encima de todo, una continuidad absolu-
tamente coherente con el devenir de su
pintura y su faceta como constructor de
objetos de funcionamiento simbólico. Son
dibujos que sorprenden por la variedad de
estilos que podemos encontrar en ellos, y
es que Domínguez es muchos pintores a la
vez; nunca deja de cambiar su estilo, siem-
pre está buscando su forma personal, defi-
nitiva de crear. De ahí las muchas etapas
por las que atravesó su pintura. En alguna
carta dirigida a Eduardo Westerdahl
comenta: “he vuelto a cambiar mi forma
de pintar”. Existe en su obra una experi-
mentación constante. A mi juicio esto
tiene mucho valor e interés porque nos da
una imagen real de Óscar Domínguez
como artista de vanguardia, esto es, en
permanente ebullición y cambio cons-
tante, por siempre insatisfecho y en conti-
nua progresión. Esto es muy actual, desde
luego. En cuanto al título de la exposición
la idea es que fuese lo suficientemente
abierto como para que aludiese no sólo a
su labor como ilustrador, sino que tam-
bién rindiera cuenta de la personalidad
misma del personaje en su encrucijada
vital. Y Una existencia de papel nos habla,
desde luego, de esa ambivalencia de su
personalidad, a medio camino entre la fra-
gilidad de su carácter y la potencia de su
personalidad, entre el sentimiento de
dolor y de fracaso que transmite su obra
en ciertos momentos y la comicidad vita-
lista que asalta a cada paso desde todos
los frentes de su pintura. Sus dibujos refle-
jan también esta doble personalidad crea-
tiva. En fin, para decirlo de forma com-
prensible para todos, podríamos decir que
esa doble naturaleza de sentido es la dis-
tancia que existe entre el tratamiento pic-
tórico que recibe la figura del revólver a
principios de los años cuarenta, amena-
zante, grave, tenso, asfixiante; y el aire
lúdico, formalista y casi de objeto de
juguete con el que es representado más
adelante, tan cotidiano y natural que
puede compartir mesa junto a una fruta
cualquiera. Con todo, ¿por qué Una exis-
tencia de papel? Porque no cabe duda de
que esa actitud creativa propia del artista
es en sí misma una forma de existencia o
una forma de estar en el mundo.
- ¿Pero el Óscar Domínguez de papel es
diferente al Óscar Domínguez que conoce-
mos como pintor?
- Uno de los elementos que puede lle-
varse como idea el visitante de la exposi-
ción es precisamente que hay una unión
total entre sus dibujos, sus pinturas y sus
objetos. No podemos deslindar una cosa
de la otra porque van a la par. Fiel a esa
idea, la exposición muestra un conjunto
de libros ilustrados por Domínguez junto
a pinturas, decalcomanías y objetos que
nos dan cuenta de esos puentes que se
comunican entre sí. En el caso de Domín-
guez, habitualmente un dibujo nos lleva
hasta una pintura muy próxima y en la que
descubrimos variantes de mucho interés.
Es evidente que para realizar esta compa-
ración entre obras tan diversas ha hecho
falta mostrar no sólo piezas procedentes
de la Colección TEA sino préstamos muy
importantes procedentes de colecciones
privadas e institucionales.
- Entre otras ilustraciones Domínguez
colaboró en libros de poesía. ¿Hasta que
punto se ajusta su dibujo al poema?
- A la hora de abordar el motivo de la
ilustración tenemos que tener en cuenta
en qué nivel se sitúa el artista plástico con
respecto al poema o texto con el que esta-
blece ese diálogo. En la colaboración inter-
artística a dos voces entre un pintor y un
poeta, las dos disciplinas –la poesía y el
dibujo– funcionan como lenguajes auto-
suficientes y autónomos que se unen para
dar lugar a una unidad de sentido mayor,
y en donde el dibujo no ilustra al texto, ni
el texto parafrasea o describe el dibujo.
Son dibujos que
sorprenden por la
variedad de estilos
que podemos
encontrar en ellos, y
es que Domínguez es
muchos pintores a la
vez; nunca deja de
cambiar su estilo,
siempre está buscando
su forma personal,
definitiva de crear. De
ahí las muchas etapas
por las que atravesó
su pintura
Sábado, 2
de abril de 2011
Ambos se nutren de una misma atmósfera
y se complementan mutuamente. ¿Quién
hizo qué primero? ¿Qué fue antes, el
dibujo o la palabra escrita? Con todo,
incluso en aquellos casos en los que los
dibujos de Domínguez se superponen a
los textos creados previamente, como en
el caso del célebre poema de Paul Éluard
Poésie et vérité 1942, para el que Domín-
guez realiza más de una treintena de agua-
fuertes en 1947, incluso en esos casos,
digo, los dibujos reinterpretan la materia
textual y no se limitan meramente a “ilus-
trar” los textos. En el caso de, por ejemplo,
de su ilustración para la cubierta de Cri-
men, de Agustín Espinosa, vemos hasta
qué punto Domínguez consigue reinter-
pretar la misma atmósfera delirante pre-
sente en el texto: tanto en el libro como en
el dibujo la extrañeza es la auténtica pro-
tagonista; el sueño o la profundización en
los mecanismos inconscientes del indivi-
duo. También podemos destacar el libro
Le feu au cul [El fuego en el culo] de Geor-
ges Hugnet. En este libro los dibujos de
Domínguez, en tinta roja, de trazo geomé-
trico y con aspecto lúdico, fueron realiza-
dos sobre los textos de Hugnet, esto es, el
rojo del dibujo se sobrepone al negro del
poema. Se trata de escenas más pornográ-
ficas que eróticas en las que Domínguez se
deja llevar por la descarga incontenible y
obscena, y por la descarada sexualidad
que emana del poema. Poema y dibujo
muestran, así, las múltiples contorsiones
de ambas líneas (la de la escritura y la del
dibujo), fundidos en los diversos acopla-
mientos de los cuerpos en el acto sexual.
Es el caso, por ejemplo, de la ilustración
de Domínguez para el Canto III de las
obras completas de Lautréamont editadas
en 1938 por Guy Levis Mano. Es éste,
desde luego, un buen ejemplo de ese reco-
rrido tan estrecho entre el dibujo y la pin-
tura, pues obras como L’oeuvre-boîte
(1936) y La vague (1938) se complemen-
tan sorprendentemente con el dibujo cre-
 El perseguidor 3
Sábado, 2
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España El teléfono revólver, cortesía de la

Galería Thessa Hérold, París, o los docu-
mentos de la colección GLM con variantes
del dibujo realizado por Domínguez para
el libro L’hampe de l’imaginaire (1936),
cedidos en préstamo gracias a la parisina
Galería 1900-2000. Otras piezas que des-
tacaría como muestras de los inicios de

ESCENOGRAFÍA DE UNA EXPOSICIÓN

En este planteamiento han participado varios equipos. De un
lado el estudio de diseño Contenedor Estudio, que se mueven
habitualmente entre Tenerife y Barcelona. Del otro el propio
equipo de TEA, implicándose de forma ejemplar, aportando ideas
y sumando esfuerzos mucho más allá de horarios. También han
participado los artistas Fernando Larraz e Iker Muro en la
proyección de algunos de los dibujos de Domínguez en las
paredes de las salas de exposición, y el equipo de diseño de TEA
realizó un interesante estudio sobre las tipografías de cada uno
de los libros expuestos. /FOTO: JAIME BRAVO

Domínguez como ilustrador son los carte-

ado por Domínguez para esa ocasión. En
este caso, la relación entre obra literaria,
ilustración o dibujo y varias pinturas de
esos años establece un juego rico en
correspondencias. La idea es que el visi-
tante de la muestra caiga en la cuenta de
todo ello.
- ¿Esta es la primera exposición que
explora la relación de Domínguez con el libro
y el mundo del dibujo y la ilustración?
- Exposiciones de Domínguez ha habido
muchas, pero sobre este tema tan especí-
fico no. Digamos que normalmente su
labor como dibujante aparece subordi-
nada a su tarea como pintor. Poner ahora
el acento sobre el dibujo nos sirve para
presentar a Domínguez de forma nove-
dosa y atractiva para el público. El plante-
amiento de TEA como Centro de Arte -y
no tanto como Museo- se nutre del dina-
mismo y de la movilidad de sus coleccio-
nes, así como de la diversidad de sus acti-
vidades. Estamos en un mundo plural y
diverso y un centro de arte no puede tener
sus colecciones expuestas siempre de la
misma manera, idea que comparto total-
mente con nuestro director artístico Javier
González de Durana. Siendo Óscar
Domínguez una de las piezas angulares de
la colección y un reclamo permanente del
público local y foráneo, tenemos la obliga-
ción de mostrarlo en exposiciones de larga
duración como ésta, abierta al público
entre los meses de febrero y octubre. La
cuestión es cómo mostrarlo, porque se ha
hablado y escrito mucho en estos últimos
años sobre Domínguez y no podemos
hacerlo siempre de la misma manera. De
ahí que hayamos optado por una pro-
puesta de vocación escenográfica.
- Háblame de la escenografía de la exposi-
ción.
- En este planteamiento han participado
varios equipos. De un lado el estudio de
diseño Contenedor Estudio, que se mue-
ven habitualmente entre Tenerife y Barce-
lona. Del otro el propio equipo de TEA,
implicándose de forma ejemplar, apor-
tando ideas y sumando esfuerzos mucho
más allá de horarios. También han partici-
pado los artistas Fernando Larraz e Iker
Muro en la proyección de algunos de los
dibujos de Domínguez en las paredes de
las salas de exposición, y el equipo de
diseño de TEA realizó un interesante estu-
dio sobre las tipografías de cada uno de
los libros expuestos. En fin, el concepto es,
claramente, que el contenedor esté en sin-
tonía con el contenido, de ahí que haya-
mos recurrido al elemento envolvente en
las diversas salas, a la manera de las expo-
siciones surrealistas de los años treinta. La
Uno de los elementos
que puede llevarse
como idea el visitante
de la exposición es
precisamente que hay
una unión total entre
sus dibujos, sus
pinturas y sus
objetos. No podemos
deslindar una cosa de
la otra porque van a
la par. Fiel a esa idea,
la exposición muestra
un conjunto de libros
ilustrados por
Domínguez
pretensión es que el espectador se sienta
imbuido no sólo por las obras de arte pre-
sentes en cada ámbito, sino por la atmós-
fera que propicia la belleza convulsiva del
Surrealismo. En este sentido, hemos habi-
litado las distintas salas para que la visita
sea más atractiva acorde con una concep-
ción museológica contemporánea. Evi-
dentemente corremos el riesgo de come-
ter algunos excesos, pero precisamente la
estética del Surrealismo y la iconografía
de Domínguez se nutre del exceso y de la
quiebra de todo orden establecido. ´
-Según su opinión, ¿cuáles cree que son
las obras más curiosas de esta exposición?
- Creo que el conjunto de las obras que
forman esta exposición tienen la calidad
suficiente para darnos una imagen bas-
tante novedosa de Domínguez, tal y como
ya han manifestado distintos visitantes de
la muestra. Se presentan diversas obras de
una calidad técnica y un imaginario visual
realmente excepcional, algunas de ellas
nunca antes vistas en España y proceden-
tes de colecciones españolas y extranjeras.
Además de los libros lustrados por Domín-
guez, raramente o nada expuestos, podrí-
amos señalar algunas piezas destacadas.
El óleo El drago (1933), Colección Caixa-
Galicia, por ejemplo, es una de las piezas
más emblemáticas del pintor y, sin
embargo, no había podido verse en Cana-
rias desde 1968. Luego tenemos otras pie-
zas claves que se muestran por primera
vez: un Autorretrato de 1928 dedicado por
Domínguez a su amigo el poeta López
Torres, así como otra pieza de 1933 de
mucho interés, ambas procedentes de una
colección particular de Tenerife. De Gine-
bra procede el lienzo La ola (1938), corte-
sía de la Galería Interart, Ginebra. Tam-
bién podríamos señalar aquí el ejemplar
de lujo con ilustraciones originales a tinta
china en el reverso de los pliegos del libro
Poésie et Vérité 1942, procedente de la
colección de Guillermo de Osma, Madrid.
Además, se exhiben por vez primera en
les publicitarios pintados en 1933, Colec-
ción CajaCanarias, aunque depositados
en el Museo de Historia de Tenerife
(OAMC). En fin, hay otras cosas de mucho
interés…
- La exposición también incluye trabajos
que realizó para La main à plume. ¿Cuál fue
su relación con este grupo clandestino?
- La main à plume es un grupo de jóve-
nes poetas que persiguen mantener viva la
llama del Surrealismo en los años som-
bríos de la Ocupación nazi de París. En
estos momentos en los que la mayoría de
los miembros históricos del Surrealismo
se encuentran exiliados en tierras ameri-
canas, este grupo cuenta con el apoyo y la
colaboración de algunos artistas de la anti-
gua guardia, como es el caso de Óscar
Domínguez, Jacques Hérold o el poeta
Paul Éluard. Domínguez mantiene una
colaboración activa con este grupo hasta
1943 fundamentalmente, y sus ilustracio-
nes son variadas y muy diversas. Hoy sabe-
mos que la actividad de este grupo clan-
destino no se limitaba sólo a la publica-
ción de cuadernillos sobre arte y poesía,
sino que existía una comunicación fluida
con muchos miembros de la Resistencia.
De entre los libros ilustrados por Domín-
guez en este período sin duda debemos
destacar Au fil du vent (1942), poemario
de Laurence Iché, así como Domaine
(1942), de Robert Ganzo, entre otras
muchas colaboraciones. No podemos olvi-
dar Le grand ordinaire [El gran ordinario],
publicado en 1943 aunque con las señas
de 1934 para evitar la censura.
- ¿Cómo se ha planteado la estructura de
la exposición?
- Son ocho los ámbitos expositivos, cada
uno de ellos diferenciados y puestos en
relación con uno o varios de los libros ilus-
trados por Domínguez. El primero de los
ámbitos tiene que ver con la etapa de su
juventud y su relación con el grupo de
Gaceta de arte. Otra de las salas se detiene
en el mundo de la decalcomanía en rela-
ción al libro Grisou, de Domínguez y Mar-
cel Jean. Una sala de ambientación cós-
mica en relación al libro Domaine marca
otro de los ámbitos. Otros espacios están
dedicados a las colaboraciones de Domín-
guez en el marco de las ediciones de GLM
en el París de los años treinta; los años de
la guerra; o a la relación de Domínguez
con el poeta Paul Éluard, entre otras salas.
4 El perseguidor
REVISITAR A
DOMÍNGUEZ
ISIDRO HERNÁNDEZ GUTIÉRREZ (*)
L
a exposición Óscar Domínguez:
una existencia de papel, produ-
cida por TEA Tenerife Espacio de
las Artes, se ocupa de una de las
facetas creativas del artista
menos conocidas, menos visitadas por la
crítica y, por consiguiente, menos re-cono-
cidas. Se trata de una actividad, también,
menos individualista que la pintura, y en
la que el pintor canario se dejará seducir
por la obra poética de algunos escritores
de su tiempo –Paul Éluard, Agustín Espi-
nosa, Robert Ganzo, Georges Hugnet, o
André Thirion, entre otros– para transfe-
rir, al dibujo, los escenarios, experiencias
o sentimientos evocados en el verso, para
aproximarse y tender puentes, mediante
este ejercicio de despojamiento que es el
dibujo, entre el arte del decir y el arte del
dar a ver. Desde este punto de vista, cabría
preguntarse hasta qué punto la actividad
como ilustrador o dibujante, en el caso de
Domínguez, fue lo suficientemente autó-
noma, constante y con la calidad sufi-
ciente como para dedicarle el beneficio de
una exposición monográfica como ésta. El
visitante de la muestra comprobará, acaso
con sorpresa, hasta qué punto esos traba-
jos como ilustrador de libros de poesía y
ediciones colectivas no constituyen, ni
mucho menos, dedicación puntual o anec-
dótica, sino que, por el contrario, se trata
de una actividad desarrollada desde sus
años de juventud hasta sus últimos años.
Sus dibujos e ilustraciones dan como
resultado obras muy diferentes entre sí,
reflejo del rostro multiforme y cambiante
de Domínguez, de su insaciable sed de
cambio al servicio de la búsqueda de una
expresión artística personal y rica en mati-
ces.
Los inicios de la labor de Óscar Domín-
guez como dibujante o ilustrador se
remontan a sus años de juventud, cuando
realiza varios trabajos de publicista como
medio de subsistencia, tanto en Canarias
como en París. Prueba de ello es su partici-
pación en el concurso de carteles turísti-
cos que en diciembre de 1933 el Cabildo
Insular de Tenerife convoca con el propó-
sito de difundir la imagen de la isla en el
exterior, y en el que Óscar Domínguez
obtiene el primer y segundo premio. Con-
siderados hoy en día como piezas de un
valor no sólo artístico sino documental,
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El pintor surrealista tinerfeño
Óscar Domínguez (La Laguna,
1906-París, 1957).
esos primeros trabajos como publicista Domínguez realiza dibujos para las publi-
constituyen un buen ejemplo de una caciones colectivas Trayectoria del sueño,
faceta de Domínguez poco conocida, pero de André Breton, y para las Obras comple-
que realizó en sus años de juventud como tas, de Lautréamont, ambas publicadas
modo de subsistencia. Pertenecientes a la por GLM en 1938. En diálogo con el dibujo
Colección de CajaCanarias, aunque custo- realizado por Domínguez para éste
diados por el Museo de Historia de Tene- último, la exposición muestra al visitante
rife (OAMC), en la exposición pueden varios óleos de estos mismos años, entre
verse dos de las muestras de esa labor los que destacan La apisonadora y la rosa
publicitaria que hoy por hoy se conservan: [Colección MNCARS], y muy especial-
El mejor bombón de mantequilla, realizado mente L’oeuvre-boîte [Cortesía Edouard
para la marca Krama, y El mejor clima del Malingue Gallery, Hong Kong] y La vague
mundo. [Cortesía Galería Interart, Ginebra], ésta
A estos primeros trabajos como ilustra-
dor se suman, también en 1933 y 1934,
los dibujos de portada compuestos para
varios de los títulos editados por el grupo
Gaceta de Arte, entre ellos, Romanticismo y
Cuenta nueva, de Emeterio Gutiérrez
Albelo; y Crimen, de Agustín Espinosa, a
la postre obras emblemáticas del Surrea-
lismo español. También a este mismo con-
texto pertenece la ilustración de la por-
tada de Willi Baumeister, monografía
escrita por Eduardo Westerdahl en cuya
imagen de cubierta encontramos el que se
ha considerado uno de los primeros ensa-
Los inicios de la labor yos decalcomaníacos de Domínguez. La
exposición recoge, además, las pruebas
La exposición Óscar
de Óscar Domínguez originales de estos sueños de tinta realiza-
dos por Domínguez, cedidos en préstamo
Domínguez: una
como dibujante o por la generosa aportación del coleccio- existencia de papel
nista santanderino José María Lafuente.
ilustrador se En esta sección destaca el dibujo con dedica también una
drago realizado para la revista y en el que
remontan a sus años las hojas del árbol adoptan las iniciales de sección a los años
Gaceta de Arte. En diálogo con aquél, Una
de juventud, cuando existencia de papel muestra la que hasta 1936-38, momento en
ahora ha sido considerada una de las
realiza varios trabajos obras de mayor relevancia de Óscar el que Domínguez
Domínguez, El Drago (1933), óleo sobre
de publicista como lienzo perteneciente a la Colección de Arte realiza colaboraciones
de Caixa-Galicia y que no ha podido verse
medio de subsistencia, en Canarias desde 1968, momento en el
como ilustrador en el
tanto en Canarias que Westerdahl organizó una exposición
sobre el pintor en Museo Municipal de
contexto de las
como en París. Prueba Santa Cruz de Tenerife.
La exposición Óscar Domínguez: una
ediciones del editor y
de ello es su existencia de papel dedica también una sec- tipógrafo Guy Lévis
ción a los años 1936-38, momento en el
participación en el que Domínguez realiza colaboraciones Mano (GLM),
como ilustrador en el contexto de las edi-
concurso de carteles ciones del editor y tipógrafo Guy Lévis personaje de gran
Mano (GLM), personaje de gran relevan-
turísticos en diciembre cia en la historia de la edición de libros relevancia en la
nacidos de la colaboración entre poetas y
de 1933 pintores en el París de los años treinta. historia de la edición

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última nunca antes vista en España. Esta
sección, de las más ricas de la exposición,
se complementa con varios documentos,
cartas, fotografías y variantes del dibujo
realizado por Domínguez para el poema-
rio de Georges Hugnet L’hampe de l’imagi-
naire (GLM, 1936], cedidos por la Galería
parisina 1900-2000.
Ya en los años de la Ocupación, Domín-
guez desarrolla una intensa actividad par-
ticipando en publicaciones –en su mayor
parte colectivas– en las que intervienen
poetas y pintores de distinta procedencia.
Estas ediciones del grupo de jóvenes poe-
tas y pintores La Main à Plume mantienen
vivo el espíritu surrealista durante los
años de la Ocupación alemana en París.
Sus vínculos con la resistencia armada
tuvieron consecuencias trágicas para algu-
nos de sus miembros. Entre sus integran-
tes se encuentran también Óscar Domín-
guez y Jacques Hérold, que en 1941 retor-
nan –junto a otros artistas e intelectuales–
desde Marsella a París al no conseguir el
visado de salida hacia América. Animada
principalmente por Noël Arnaud y Jean-
François Chabrun, La Main à Plume reúne
en sus filas a varios de los artistas que for-
maban parte del grupo surrealista antes
del inicio de la guerra (Raoul Ubac, Adol-
Óscar Domínguez, Autorretrato, 1928. Colección particular.
phe Acker, Robert Rius, Victor Brauner,
Léo Malet, Maurice Henry y Jean Ferry),
así como a otros de reciente incorporación
(Marc Patin, Christian Dotremont, Marco
Ménegoz, Gerard de Sède, Gérard
Vulliamy, André Stil o Edouard Jaguer,
entre otros.) Con medios escasos y envuel-
tos en la sórdida atmósfera de un tiempo
de guerra, este grupo desarrolla, en la
clandestinidad, una actividad común que
se plasma en varias ediciones colectivas,
entre las que destacan Géographie noc-
turne (1941), Transfusion du verbe (1941)
y La conquête du monde par l´image
(1942). El taller de Robert Rius y de Lau-
rence Iché, en la última planta de la plaza
Delormel, sirvió como lugar de encuentro
del grupo y taller de trabajo editorial.
Óscar Domínguez simpatiza con La Main
à Plume en los primeros años de la Ocupa-
ción. Sus colaboraciones son múltiples,
hasta el punto de que puede considerár-
sele uno de los principales ilustradores.
Estos años coinciden con su obsesión por
los cuerpos deformados y desmontables,
cuyas extremidades aparecen claramente
agigantadas, fruto de extrañas deforma-
ciones. Además de los mencionados,
Domínguez ilustra libros como Noués
comme une cravate, de Christian Dotre-
mont (1942, o el poemario de Laurence
Iché Au fil du vent (1942), uno de cuyos
dibujos sirvió de frontispicio para la colec-
ción de doce cuadernos poéticos de Les
pages livres de La Main à Plume. En el con-
texto de esa variedad de registros emplea-
dos por Domínguez durante estos años,
también en 1942 encontramos de una alta
elaboración técnica y de gran originali-
dad, como en el caso de sus dibujos para
el libro del poeta Robert Ganzo Domaine
(1942), en donde el pintor demuestra una
gran destreza técnica y esquematismo,
experimentando una gran depuración del
trazo y consiguiendo que los objetos
representados sean dibujados por finísi-
mas líneas de tinta que dejan a uno y otro
lado el vacío de la página en blanco. Los
ocho dibujos que lo componen, elabora-
dos durante aquellos años sombríos, no se
presentan como un conjunto unitario. De
un lado, algunos dibujos se encuentran
próximos a sus trabajos de finales de los
años treinta: son los de ambientación cós-
mica, caracterizados por la nitidez de la
línea en las cristalizaciones y los movi-
mientos siderales, por el aspecto acerado
de los cuerpos y por la sensación de conte-
nido silencio. Otros dibujos del mismo
cuaderno, poseen una temática próxima
El perseguidor 5
a sus composiciones de cuerpos “desmon-
tables” de principios de los años cuarenta:
formas voluptuosas, cuerpos mutilados,
contorsionados o superpuestos, confundi-
dos entre lo uno y lo múltiple, entre varias
dimensiones posibles.
A este mismo período pertenecen los
libros Le grand ordinaire [El gran ordina-
rio y Le feu au cul [El fuego en el culo],
ambos ilustrados con dibujos eróticos por
Domínguez en 1943, y de los que en la
exposición se muestran varios ejemplares
de lujo de ambos títulos, procedentes de
la colección de José María Lafuente y de
la propia colección TEA. Publicado en
1943 –aunque datado por sus autores en
1934 con el propósito de evitar la cen-
sura–, Le Grand Ordinaire consta de un
texto de André Thirion al que acompañan
ilustraciones pornográficas del pintor
canario que se burlan del Mariscal Pétain,
Jefe de Estado del Régimen de Vichy
durante la Ocupación.
Una de las últimas secciones de la mues-
tra presenta el libro de Paul Éluard Poésie
et vérité 1942, ilustrado por Domínguez
en 1947 con más de treinta aguafuertes
en los que recrea motivos iconográficos
muy presentes en su pintura. El libro de
Paul Éluard, Poésie et Verité, se da a cono-
cer por vez primera en el año 1942, en
forma de pequeña plaquette y en las edi-
ciones de La main à plume. Durante los
cinco años siguientes, se suceden las edi-
ciones y traducciones de este célebre
texto, cuyo título coincide con el de la
autobiografía de Goethe. Sin embargo, tal
y como lo conocemos hoy –Poésie et Verité
1942, con unas dimensiones mayores que
su primera versión, e ilustrado con 32
aguafuertes de Óscar Domínguez– fue
editado por Les Nourritures Terrestres e
impreso el 1 de octubre de 1947 en el
taller de estampación de Roger Lacourière
(Montparnasse), contando con una tirada
de doscientos veintiún ejemplares. El
poema con el que se abre el volumen,
Liberté, es uno de los más célebres de Paul
Éluard y uno de los más conocidos de toda
la literatura francesa del siglo XX. Conver-
tido en himno de la Resistencia, el men-
saje de optimismo combativo que porta
en sus estrofas, además de la reivindica-
ción de la libertad como principio y dere-
cho inherente a todo individuo, fue per-
fectamente interpretado por Óscar
Domínguez a través de una serie de moti-
vos que se repiten –quinqué, mujer con
antorcha, pájaros, estrellas, columnas,
flechas... También el poeta menciona
algunos de estos elementos, de forma que
se consolida la perfecta simbiosis entre
palabras y dibujos. Esta interacción, que
hace que a lo largo del libro imagen y texto
se vayan enriqueciendo y complemen-
tando mutuamente, se hace más evidente,
si cabe, en el sol estrellado que, a modo de
clímax visual, sirve como colofón al esta-
llido verbal originado por la palabra
“Liberté” con la que se cierra el poema.
En definitiva, el visitante de la exposi-
ción Óscar Domínguez: una existencia de
papel tendrá ocasión de perderse entre los
vericuetos de esta apasionante labor crea-
tiva del pintor canario, contemplando no
dibujos e ilustraciones exclusivamente,
sino un conjunto de pinturas, objetos y
decalcomanías provenientes de coleccio-
nes nacionales y extranjeras, públicas y
privadas.,
(*) Isidro Hernández Gutiérrez
es comisario de la exposición Óscar
Domínguez: una existencia de papel
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ÓSCAR DOMÍNGUEZ, DIBUJANTE

Reproducimos en esta página algunos de los dibujos que forman parte de la exposición Óscar Domínguez: una existencia de papel, que se puede
contemplar hasta el 16 de octubre en Tenerife Espacio de las Artes TEA, en la capital tinerfeña. Las ilustraciones escogidas pertenecen en su
mayoría a la colección TEA, y entre otras destaca la que el pintor surrealista realizó para una de las primeras ediciones de Crimen, de
Agustín Espinosa (Puerto de la Cruz, Tenerife, 1897 - Realejo Alto, Tenerife, 1939), uno de los más destacados y también revolucionarios
títulos de la literatura canaria y que por derecho propio también ha trascendido las fronteras insulares.

Dibujo de Óscar Domínguez para las Obras Completas de Cubierta con dibujo de Óscar Domínguez para Crimen, de Dibujo de Óscar Domínguez para L’hampe de l’imaginaire
Lautréamont (GLM, París, 1938). Colección TEA Tenerife Agustín Espinosa. Colección TEA Tenerife Espacio de las (1936), de Georges Huguet. Colección particular, cortesía
Espacio de las Artes. Artes. Galería 1900-2000, París.

Dibujo del pintor surrealista tinerfeño Óscar Domínguez Óscar Domínguez, Recuerdo del futuro, 1938. Dibujo para el Dibujo de Óscar Domínguez para el poemario de Robert
para la edición de Le Grand Ordinaire. Colección TEA libro de André Breton, Trayectoria del sueño (GLM, París, Ganzo, Domaine (1942).
Tenerife Espacio de las Artes. 1938). Colección TEA Tenerife Espacio de las Artes. Colección TEA Tenerife Espacio de las Artes.

Sábado, 2
de abril de 2011
EL VUELO DE ÍCARO /
ASCENDER
HACIA ABAJO
JUAN CARLOS MÉNDEZ GUÉDEZ
E
n algunos pueblos antiguos el
niño que deseaba saltar a la
madurez tenía que atravesar el
vientre oscuro de un animal
previamente sacrificado. Esa es
una de las imágenes que me asaltan al con-
cluir la lectura de la más reciente novela
de Ernesto Pérez Zúñiga: El juego del mono
(Alianza, 2011). Un personaje aferrado a
su dolorosa, casi infantil insatisfacción,
que debe cruzar la oscuridad para renacer
en la lucidez de sí mismo, aunque en este
caso se trate de un renacimiento que no
fortalece sino que mutila, que crea la nece-
saria conciencia de lo incompleto, de la
mezquindad y la derrota.
Crecer hacia abajo. Ascender hundién-
dose. Una de las tensiones fundamentales
de esta excelente novela. Movimiento que
ya viene condensado en el apellido del
personaje protagonista: Montenegro. Per-
sonaje que desarrolla en estas páginas un
crecimiento que no lleva hacia la lumino-
sidad solar sino hacia la oscuridad de lo
subterráneo, como si se tratase de una
montaña que al escalarse nos desciende al
infierno.
Narrativa que por momentos condensa
en sus páginas el crecimiento propio de la
novela lírica, en otros el de la novela
negra, y en otros el de la novela de forma-
ción, esta pieza es una excelente, una equi-
librada suma de todas sus partes. Dividida
en tres grandes bloques, el primero de
ellos parece avanzar como un apasionante
relato realista sobre el mundo del contra-
bando, de las fronteras, de las vidas sin
esperanzas en un instituto educativo. El
segundo bloque introduce un extraño
manuscrito recorrido por mujeres enmas-
caradas, monos, mini cuentos, apuntes
líricos, cápsulas ensayísticas sobre el
mundo de la creación. Y el tercero es una
combinación de las dos primeras partes:
suerte de recorrido febril por abismos per-
sonales en los que Montenegro entremez-
cla la ficción y la realidad inmediata para
alcanzar esa iluminación áspera que lo
conduce a la escritura propia.
Excelente novela, El juego del mono es
de esos libros que también construyen su
musculosa vitalidad a partir de otros
libros: Las mil y una noches; Viaje al oeste;
Lolita; Juntacadáveres. Y siempre a partir
de ese juego en el que lo vivido y lo leído
son parte de una idéntica experiencia. Por-
que se lee para vivir, se vive lo leído, se
vive porque se lee y se lee la vida posible y
la imposible, y es a partir de ese acto, de
ese hundirse en las palabras ajenas como
se produce un agujero interior que sólo
puede ser llenado con palabras propias.
Viaje a la noche profunda de las ficcio-
NÚMERO:CXXIII
Coordinación: Coriolano González Montañez
MICRORRELATO
nes, con esta pieza Pérez Zúñiga confirma
el personalísimo y excelente camino crea-
tivo que ya esbozaban sus anteriores nove-
las: Santo Diablo; y El segundo círculo: la
escritura como frenética exacerbación del
lenguaje y la invención. Pese a esto, Pérez
Zúñiga es hasta ahora un autor que muta
en cada uno de sus títulos. De una novela
inicial que jugaba con lo político sostenido
en una armazón falsamente decimonó-
nica; pasando por una historia dantesca y
feroz sobre la imposibilidad del deseo eró-
tico; llegamos ahora a este juego narrativo
que no duda en emplear con virtuosismo
los recursos clásicos del relato dentro del
relato y el manuscrito encontrado. El juego
del mono es literatura en estado puro. Un
libro para paladares no embrutecidos por
el realismo periodístico o por el costum-
brismo digital que se exalta en los espa-
cios más frívolos de la actualidad cultural.
Aguda construcción verbal en la que des-
taca la presencia inquietante, simbólica,
casi pesadillesca, de ese mono que recorre
El juego … como si fuese el mensajero de
unos dioses que quizás han enviado a la
tierra no la salvación, sino el ardor des-
tructivo que puede reconstruir un reino de
palabras perdido y fugaz. Un reino que
sólo puede leerse, un reino que sólo puede
escribirse.
El perseguidor 7
CANDELITA
MORA
GABRIEL CRUZ BARRETO
C
andelita tiene ojos de macho. Candelita
Mora no sabe que tiene una sola mirada
en sus ojos de macho. Y te duele, o te
asusta, o por lo menos seguro que te
intriga.
Desde los dieciocho está guapetona como una actriz
de cine. Nunca se pinta, pero tiene algo fuerte y sal-
vaje que gusta a los hombres. Aunque no deja que se le
arrimen. Los mira como si le debieran algo. Todos son
unos machangos y a mí me dejan tranquilita porque
araño, parece decirles con sus morritos encarnados
como clavellinas. Si la ves venir, piensas, a esta no hay
quien le hable.
Aparecía en los futbolines con su ropita apretada,
tenis, pantalón americano y camiseta. Siempre miste-
riosa tras sus gafas de espejo. Era de pocas palabras,
pero alguna vez te contaba que se echaba fuera de su
casa porque no se le daban las cosas de mujeres. Nos
sentábamos a bebernos una cerveza y se quedaba
petrificada; como no sabías adónde estaba mirando te
entraba la paranoia.
Su madre quería un niño y le nació Candelita. A lo
mejor, aquel deseo se le quedó en los ojos.
Poco antes de que ella naciera, en un día frío, su
padre desapareció dejando a su madre tirada. Detrás
de algún sueño se enroló en los barcos de La Cepsa.
Llegó alguna carta desde Venezuela, donde se arrimó
a una. La magua lo devolvió años después, arrepen-
tido y con un loro para su hija. Él se encontró con una
mujer, ella con un extraño de ojos turbios. La madre lo
perdonó, pero Candelita mató al loro.
Ya en su lecho de muerte la vieja le pidió que arre-
glara las cosas con su padre. Su ausencia los condenó
a vivir en mayor soledad.
Ella le huye, se coloca y sale de la barriada extraña-
mente atraída por la cercanía del Puerto, por las gavio-
tas y los barcos que cruzan sus aguas al atardecer.
Atraviesa toda La Rambla guiada por el olor del mar,
bajo la sombra de los laureles de indias, de las jacaran-
das y los flamboyanes, con gesto de gata orgullosa, tal
vez la dignidad que su madre perdió. Luego pasea por
la Avenida, con sus ojos cubiertos tras las gafas oscu-
ras, zambullidos en desconcertantes sueños marinos.
Desde que la vieja murió su padre se emborracha
cada noche; se apalanca en la barra del Zebenzuí y
ahoga el dolor del desprecio de su hija. Candelita
espera en casa; al llegar lo desnuda y le empurra la
cabeza en el fregadero hasta hacerlo vomitar. Después
lo echa a dormir en el patio de cemento sobre una
manta como un saco de huesos. El viejo suelta la len-
gua poseído por los demonios del alcohol. Soy tu
padre, y entona una retahíla de lamentos y delirios de
viejo marinero, que recorrió la tierra toda hasta el
final mismo de sus cuatro puntos cardinales. Pero ya
es solo un animal indefenso.
Ella, en calma, se fuma el último porro y se va a la
cama con las gafas de espejo a escuchar a Pink Floyd.
El cuerpo le flota; se hunde en un sueño cálido, pero
no duerme; siente que en la piel le crecen flores de
colores y del pelo le cuelgan estrellitas brillantes.
Los perros aúllan lejanos. Jou ai, jou aigüisyu güear
jiar…
8 El perseguidor Sábado, 2
de abril de 2011

IMAGEN DE DESTINO OCULTO,

DE GEORGE NOLFI.

EL OJO CINÉFILO
Ángeles
cuestionando
órdenes
ENRIQUE CARRASCO
Destino oculto es el debut en la
dirección de George Nolfi, guio-
nista de El ultimátum de
Bourne, un dato que incluso se
hace evidente para el especta-
dor sin saberlo: esta historia de
género fantástico destila una
serie de similitudes evidentes
entre una obra y otra, sobre
todo si nos proponemos anali-
zar el trazado del personaje que
da vida Matt Damon.
El protagonista es un impulsivo
y carismático congresista ame-
ricano que debe rebelarse ante
un destino falto de amor y esca-
par de una serie de brigadas
sobrenaturales que tratan de
cercenar, por todos los medios,
sus sueños de libertad. Su con-
trolada existencia se transforma
radicalmente cuando entra en
su vida una guapa bailarina de
ballet llamada Elise Sellas
(Emily Blunt).
El libreto del film está basado
en un relato corto de Philip K.
Dick, aquel visionario escritor
de ciencia ficción fallecido
antes de tiempo que se adelantó
a su época con obras como Sue-
ñan los androides con ovejas eléc-
tricas (de donde procede la
excelsa adaptación cinemato-
gráfica Blade Runner). Y, curio-
samente, algunos aspectos del
diseño de producción de la pelí-
cula se inspiran sin disimulo en
el universo arquitectónico, de
urbanística megalómana, mag-
nánima y fascista que Ridley
Scott tomó, a su vez, de Metró-
polis (Fritz Lang, 1927).
Destino oculto no sobrepasa
algunos clichés en exceso mani-
dos de los últimos tiempos (per-
sonajes que desentonan con un
sentido del humor más que pre-
visible, discurso panfletario del
sueño americano que garantiza
la supervivencia del orbe, y
otros recursos prescindibles).
Sin embargo, plantea una pro-
puesta francamente estimu-
lante para quienes han
leído algo o han tratado
de escudriñar la com-
pleja, críptica, difícil --y
hasta ahora nunca reve-
lada científicamente--
metafísica relacionada
con los ángeles. Y es
que estos seres que
supuestamente nos
acompañan y realizan
acciones de apoyo,
orientación, y protección, y
nunca son violentos pero, al
parecer, sí que predeterminan
(siempre que en nuestra confi-
guración del mundo se dé
cabida a algún atisbo de creen-
cia sobre el particular) y nos
ayudan a definir y salvaguardar
nuestros destinos; por ello, se
escurren de toda interpretación
al tratar de evidenciar su pre-
sencia: y en el cine, o bien dul-
cifican su paso por el planeta
(City of angels, Brad Silberling,
1998), o bien se demonizan
(Legión de ángeles, Scott Charles
Stewar, 2010), o finalmente se
intentan justificar en interpre-
taciones presuntamente más
plausibles o convincentes, como
es el caso de este trabajo de
George Nolfi.
El film desvela, finalmente,
momentos realmente curiosos,
desde la química liberada en
pantalla cada vez que la pareja
protagonista logra tener un
encuentro, hasta la imponente
puesta en escena del monstruo
Terence Stamp encarnando una
especie de arcángel veterano
que sigue las ordenanzas mar-
cadas por la jerarquía superior,
pasando por ese cuestiona-
miento moral entre los dos
ángeles de menor rango que
están muy cerca de los movi-
mientos del político.

ESA LITERATURA DE GÉNERO/ Eduardo García Rojas

EL ESCRITOR BRITÁNICO
RAMSEY CAMPBELL

LA BANDA
género, Stephen King, cuando dijo: “he
visto el futuro del horror y su nombre es
Clive Barker” tras la lectura de las aún per-
turbadoras historias que se incluyen en
Libros de sangre. Lástima que las incursio-

DE LOS TRES nes del sobresaliente escritor se dispersa-

ran cuando tanteó la novela y el cine,
donde la mayoría de sus obras no dejan
de resultar efectistas pero también muy
toscos artefactos para generar miedo.
James Herbert fue un novelista que
gozó de bastante éxito en los años 80 con
una serie de novelas donde explotaba
temas tan queridos por los aficionados

E
n mi ya larga trayectoria como
lector de novelas y relatos fan-
tásticos si hay tres autores bri-
tánicos a los que sigo con rela-
tiva regularidad son los aún
perturbadores y ocasionalmente retorci-
dos Ramsey Campbell, Clive Barker y
James Herbert. Escritores todos ellos
cuyos libros han disfrutado de amplia
difusión en España, en especial cuando
los vientos de lo macabro pudo hacerse
un hueco en las editoriales tras el arrolla-
dor éxito de Stephen King y su peculiar
retrato del lado oscuro del sueño ameri-
cano.
Acostumbrado como estoy a digerir las
infernales ensoñaciones de escritores
estadounidenses de nuestro tiempo (uno
de los hijo de Stephen King, Joe Hill, se
suma también a esta ya amplia nómina de
cultivadores del horror anglosajones)
cuando me tropiezo --y aún hoy pero cada
vez menos-- con trabajos de algunos de
sus aventajados primos británicos descu-
bro nuevas y en ocasiones apasionantes
propuestas solo que en los casos de Camp-
bell y Barker les agradezco más sus extra-
vagantes relatos cortos que sus novelas, a
mi modesto entender volúmenes volumi-
nosos en el que describen desordenadas
historias de pesadilla.
El caso es que con James Herbert la
digestión me resulta mucho más pesada
ya que me cuesta entrar en sus historias y
cuando logro desenmarañar sus en apa-
riencias complicadas tramas, a veces --
solo a veces--, llego a la conclusión de que
mereció la pena el esfuerzo.
Quizá sea, pienso, porque Herbert es de
estos tres autores el que menos se preo-
cupa de sus historias, a las que suele vestir
de una temática y de una galería de perso-
najes que parece casi una constante en su
producción. Me refiero a adoradores de
cultos primigenios quiero pensar de inspi-
ración lovecraftiana.
En todo caso, la literatura de estos tres
mosqueteros que han puesto su talento al
servicio de subvertir el espíritu de su gra-
ciosa majestad me sabe a diferente y a
ratos extrañamente coincidente en los
casos de Campbell y Herbert.
En algunos de sus mejores libros ambos
escritores ofrecen interesantes visiones
apocalípticas de Londres. Un territorio
urbano al que someten a todo tipo de veja-
ciones no sé si como involuntario reflejo
de lo que sufrió la City durante los amar-
gos y trágicos bombarderos nazis de la II
Guerra Mundial.
Campbell inició su carrera influenciado
notablemente por el universo lovecraf-
tiano en una serie de novelas donde reac-
tualizó los mitos de Cthulhu con originali-
dad y cierta tendencia a la charcutería.
Más tarde exploró otros senderos de la
geografía de lo macabro y así metió las
pezuñas en sectas satánicas de las que
salieron excelentes (aunque algo largas)
historias como Los Sin Nombre, llevada al
cine con irregular pero también inquie-
tante éxito Jaume Balagueró, director de
la exitosa Rec.
Clive Barker sorprendió a propios y
extraños con sus Libros de sangre, antolo-
gía de cuentos de terror donde dio un paso
hacia adelante al explorar nuevos paisajes
que hasta ese momento no habían sido
investigados en demasía por otros autores
residentes en el género. Su éxito no tardó
en llegar, y en parte contribuyó a ello el
espaldarazo que recibió del gran pope del
como el gigantismos (La invasión de las
ratas), seguidores de deidades prohibidas
(Sepulcro) o los espectros (El supervi-
viente) más o menos entretenidas y casi
siempre proponiendo una curiosa vuelta
de tuerca. El espíritu que emana de las
historias de Herbert no deja de ser el de
una novelita de todo a cien, plagada de
lugares comunes y personajes cortados de
una pieza aunque su autor sabe manejar-
los y casi da la sensación de que su talento
es bastante limitado y por lo tanto poco
dado a extraños experimentalismos.
Por ello considero una injusticia que
Herbert continúe siendo una especie de
tonto en este triángulo diabólico que nos
vino de la Union Jack. Casi como un Ringo
Starr de la literatura de terror anglosa-
jona relativamente apagado por el talento
más serio e innovador de Campbell
(¿George Harrison?) y Baker (¿Paul
McCartney?) en lo que fue la gloriosa e
irreverente fantasía británica de las dos
últimas décadas del siglo pasado.Décadas
que no encontró a su peculiar John Len-
non como cabalista del género.
Claro que, quién sabe, igual un día de
estos Stephen King vuelve a anunciarnos
que ha visto el futuro del género y que su
nombre es…