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Huxley, Aldous, Las puertas de la percepción.

Y cielo e infierno, México,


Editores Mexicanos Unidos, 2010.

Muere el mismo día que Jhon F. Kennedy, el 22 de noviembre de 1963, pidió


LSD para que le ayudara durante su agonía.

El nombre lo toma de William Blake (las puertas), que será también el origen
del nombre que tendrá la banda de “The Doors”.

Estos son dos ensayos sobre la mezcalina.

Hay una semejanza entre la composición de la mezcalina y la adrenalina.

La alucinación hace ver fractales.

La alucinación no es ni agradable, ni desagradable, simplemente es.

En la alucinación entra en relación con los objetos.

La droga no me hace más estúpido, dice el autor.

El ojo recupera una inocencia.

El interés por el tiempo se reduce a cero.

Hay un oscuro conocimiento de que todo está en todo.

Se ven más colores, de hecho los colores causan que haya un deseo de
novedad.

La silla de Van Gogh tiene un “terror de adoración”

Por expresivos que sean lo símbolos nunca son lo real.

Los jeroglíficos representan la vida, representan lo vivo.

Llegar a sentir los pliegues del pantalón.

La mezcalina abre las puertas de la percepción pero cierra las de la acción.


Los budistas zen y el tao siempre ven cosas en el vacío.

“Como la tierra hace cien años, nuestra mente tiene todavía sus Áfricas
sombrías, sus Borneos sin mapas y sus cuencas del Amazonas.” (75)

La experiencia con la mezcalina es extraña pero presenta cierto patrón.

La iluminación de una ciudad ahora es más que natural, cuando antes estaba
destinada a momentos de celebración.

La humanidad puede llegar a desaparecer como percepción durante el viaje


de la mezcalina.

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