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LA MUSICA YA NACE GRANDE CIENCIA DE LA VERDAD El primero de los volimenes de una particular historia de la filosofia escrito por Emanuele Severino—el referido a la An- tigtiedad griega—se abre con un titulo muy tentador para ser aplicado, asimismo, a la misica. Si «la filosofia ya nace gran. de», tal como reza el enunciado, por qué no admitir que lo propio sucede en el caso del arte o de la ciencia musical. La aparicién del pensar, del pensar (to noein) entendido como instrumento de bisqueda de la verdad, tal como se dio entre los filésofos jonios, fue un hecho determinante en la evolu ci6n de Occidente, una semilla dela que germiné un fruto de extraordinaria ramificacién que vino a alimentary condicio. nar desde los inicios la que sera, con el paso de os siglos, la concepci6n moral y espiritual de Europa, religiosa también, cientifica, artistica, politica, econémica Sila entidad filoséfica se revel6 ya grande desde el princi- pio se debe aque, ciertamente, no requirié de un preimbulo, pues desde el primer momento, es verdad, quedaron fijados «los rasgos fundamentales de todo su discurtirhistérico» (La filosofia antigua, p.19). De acuerdo con su grandeza, la phi losophia, desde su luz inicial, incidié en el cincelado de la realidad; la observ6, la mesur6, la interpret6, especulé con ella. Y entonces, al igual que sucedié con esa nueva epistémé 46s alétheias 0 «ciencia de la verdad», gpuede decirse que la miisica es grande desde su aparicién? Rudimentaria al principio, arte del comienzo, sonoridad enelalba del tiempo, percusidn primera, piel tensada del or gen, «nace grande» no en cuanto a su aspecto formal, sino a que desde su raiz represent6 un lenguaje paralelo, otro modo 52 ‘ a constituida por de deci, otra dimensién no menos eal quela constitu pos el verbo. gs en isis cxprese en una ansorms Jn del silencio, en un despertar ante el cosmos, en pe cién del sile . ve Joy calcularlo, en establecer una linea de continu devenir; y si aquél fue «en el principio», en la eee umbral, supuso la exenci6n del nombrar segunda, ya en su u o perio t consistié en ge el acotar, Su materia prima consisti en g: y, pot lo tanto, del st erat lo inverso, en propiciar otra direccié no se conozca civilizacién ni pueblo alguno sin misica dente quele conformacién dela mentees capaz dearticula (fr. 30); ¢s proporcién, como la misica, Parece l6gico que Gadamer (El inicio dela sabiduria, pp. 29 30 y 38) pensara el fuego heracliteo como automovimiento Cuando languidece, medio apagado ya, es repentinamente avivado poruna pavesa, Siestosucede, no hay tiempo detran- sicidn: se trata de una accién inmediata, como lo es, de pron- to, la idea que se ilumina en medio del pensamiento. Es lo iquesurgeysehace visible, al gual queelrayo quelo alumbra todo. El pensar no puede ser una constante; ¢s discontinui dad. La iluminacién esta refida con la nocién de constancia. En la corteza de un érbol, cerca d Arbol, cerca dela entrada dela cabafaen lage Marin eee scons enc delve dona dera cereana a Todtnauberg, en la Seiva Negra, habie graba ddo le semtencia de Heviclte: Ta de pana oiakizet ne, Todas las cosas las timonea el rayo. kale , Su fulgor sibito orienta, dirige, provoca que algo obter la mayor presencia en lo que ya est presente: «lleva de ante. mano a todos los entes al lug: I que les ar esencial que les ha sido asig- ao adivinamos, es Heidegger quien ha hablado aho- F gos», en Conferencias y articalos, p. 189). Este llevar ee cx Légos: «El rayo esta aqui como la palabra para nombrar a Zeus» (ibid.). Lainesperada luminosidad trema es Zeus. a ak El fuego es inteligente, todo se transforma con das las cosas (fr. 219) cntalioom Une y mezela, como los danzantes que se enlazan et no a una hoguera. El fuego es danza aes Nada, por lo tanto, en comin con los antiguos respect que hoy se entiende por armonia, pee eee de notas de distintas altur ae san Ciniliiesmentery dicho de otro modo: una serie de acordes que se Focaicnn en sucesién. Nada « jacién con la harmonte concebida como aquella conjuncién de tres partes o voces que emulan a la Trinidad (/a bien-heureuse Trinité), segtin dejé escrito Marin Mersenne en el cuarto «Avertissement» de la Harmo- nie universelle (1636). Tampoco se corresponde con lo afi: mado por G.W. Leibniz en Confessio philosophi, hacia fines de 1677, donde es definida como la expresién de una felici dad de espiritu, vivencia de la armonia universal que, en de- finitiva, es Dios («maxima harmonia mentis, seu felicitas in oe harmoniae universalis, id est DE1, in mentent>, 6v); todavia menos con lo que propuso Jean-Jacques Rous: 76 seau en el Dictionnaire de Musique de 1768 cuando sugiti6 fa buena armonfa es el unisono y que, tan pron: fiferencian las consonancias, al alterarse la pro porcién natural, It armonia ha perdido su pureza” (p. 88); Pov parecido alo apuntado por Ernest Ansermet en cuanto ‘urmonia es una asintesis tonal» de a conciencia mu- que ela Gnic to como se d aguela weal (cLes fondements dela musique dans a conscience hu- si jne», p.89-93)snada en conexidn con esa armonia Pensa acomo estructura vertical «que expresa la lines horizontal sty mundo», al decit de Gilles Deleuze (El pliegue. Leibniz sel Barroco, p. 169); ninguna afinidad con la construccién Ye énica segin las simetrias de acordes que anali26 GySray Ligeti a propésito de la Primera cantata de Anton Webern (Neuf essais sur la musique, pp. 71-88) Juan Bermudo, frail franciscano que, siendo todavia joven, sit obligado a dejarl teclado a causa de una enfermedad Jor buenu que en Ja armonia «se Sleanzala gracia dela contemplaciém» (Declaracién de instr aos musicales, 1555). Lo-seBala en el capitulo vitr, donde we diseiemne sobrela gran uilidad de la misica. Conclusio: la sta contenido en ella de la que nunca sano, dio armonia permite oft lo divino, porque Entre los griegos el termino harmonia, sise dejan a un lado sus significados filos6ficos, tuvo en lo musical, como sabe- nos, una aplicacién varia, Podia referirse, segin la €poca, ¥ veces segiin el autor, a una escala y a su relacién numéri- ca entre las notas; a una afinacién determinada, 0 bien aun centre los pitagéricos a partir de tipo de melodfa, ¢ inclus Filelao (c. 470-380 antes de Cristo), ala octava, es decir, fala serie diaténica de una escala que incluye la repeticion del primer grado, que es el que ayuda a cumplir esa «octa van También, a esta tiltima, se la denominaba diapasén. Hé 7 did pasén chordén symphonia es tanto como decir «a través de todas las cuerdas consonantes» o, para abreviar, «alo lar go de todas las cuerdas» (de la lira), ya que did define ese «a través», mientras que pan es indicativo de «todo»: did pasdn que derivé en el latin diapason. Y asi también fue de uso co: rriente la voz disdiapasén 0 bidiapasén para indicat la distan- cia de dos octavas. En los tiempos pasados, dice Calcidio (siglo 1v), results muy comin el término bis did pasén (Traduccion y comenta: rio del «Timeo» de Platén, 1, 35). Plinio (afios 23 al 79) co- mentaré que cuando se cuentan los siete tonos y los semito: 1nos que separan los planetas, segtin la teoria de Pitagoras, se cumple «la que denominan diapasén barmonéa, o sea, la ar monfa universab> (Historia natural, 1, Sécrates responde a Hermégenes: «En lo que se refiere a Ja mtisica, hay que tomar en consideracién [...] que a tiene a menudo el significado de honzod (junto con) y que aqui se tefiere a la co-rotacién (homox pélésis), tanto alrededor del cielo—lo que llaman revoluciones (pdloi)—, como en torno ala armonia del canto, la cual recibe el nombre de consonan- cia (symphania), porque todas éstas giran al mismo tiempo de acuerdo con una cietta armonia, tal como afirman los enten: didos en misica y astronomia» (Cratilo, 405d) Consuelo de la miisica El caminante, que ha entrado en el columbario, se detiene. Leha llamado la atencién el dibujo de una citara grabada en el marmol; se acerca. A su izquierda, distingue un plectro; ala derecha, un tensador para las clavijas. Hay quietud en los visitantes, son telas caidas. Lee la inscripcidn. Recuerda la elegia de Propercio, aquella en que pide ser enterrado en tun lugar oculto, lejos de los caminos. Quiere hacer del sue: fio mortal un repliegue, una retirada. ra Inscripeiénfiinebre de una citaista llamada Cleopatra, siglo. e sepultarse aparte. Taiie para Piensa: un masico no pued Jos demas difuntos; su misica pronuncia el nombre de cada ‘uno, es parecida al barro, modelable. Son los dedos y la voz Jos que contornean elstlencio que se espesaen lus tuctdas; no necesitan ser pulsadas: el misico que muere hace que el soni do venga delo més |lejano, que proceda dela desaparici6n del ddia primero de los mundos, cuando las canciones y las cuer stian ni eran sucesién, sino semillas no sembradas. dasnoe! Esta es la miisica de cen.un lugar de Roma donde el imperio ha vuelto alo que es: ceniza, La escuchan los de coraz6n subterrineo, los que han desaprendido la luz, los que han olvidado la andbasis. Aho. ra su piblico es un descenso. Consolados, Albio, Claudia, Talia, Fabia, Sexto, duermen en los dedos de Cleopatra, son las pequefias cajas actisticas que nos dejan ofr lo profundo. Sleopatta, la citarista joven que yace RAZON DEL MITO EL VIENTRE DE GEA Elsaber especulativo fue concebido como una rupturaconel universo mitico. Sin embargo, no existe—no puede existir— un paso directo del msthos al Légos como tantas veces se ha dicho; seria reduccionista pensarlo de este modo. Es cierto que un buen nimero de elementos mitolégicos son inaccesi bles al pensamiento regido por la l6gica, pero también oct tre al contrario. La oposici6n entre mito y lgica carece de propiedad, entre otras cosas porque no se excluyen. El paso del uno al otro es constante y en ambas direcciones, pertene- ce al engranaje de un proceso que se distingue por su movi- ae En el pensamicnto logico, comenta B. Snell ra descubrimiento aaa 369370) laverdad debe buscarse, ser investigada, forma parte de una incégnita que eee esac ereeceeN que en el pensamiento mitolégico las figuras tienen sentido y valor por si mismas: si el uno requiere receptividad, si «bor- dea los limites del suefio», el otro—el l6gico—necesita acti vidad y «exige un estado de vigilia total». Que esta delimitacién o tierra fronteriza no tenga senti- do se debe también a que antes del «pensar» hubo una sabi duria, un estudio y un aprendizaje profundo de la naturale- za, una especulacién de la physis que no excluyé la referen cia mitica. No fue formulada metafisicamente. Si por prime- ra vex, segiin cree Severino (La filosofia antigua, pp. 19-34), los més antiguos pensadores griegos quisieron apartarse del mito y mirarlo «a la carav; si por primera vez, también, laf losofia fue el auténtico sistema para acercarse a la verdad, a esa verdad que demuestra la falacia del mundo mitico; si es 80. cierto que los términos sophta (saber {verdad) y epistémé (ciencia) constituyen «un saber innega- Hier, irrefutable, que desmantela un pasado regido por el asthos, y Sicabe aceptar, asimismo, que sopbia se relaciona rr apbés, es decir, lo claro, lo verdadero y evidente, ¥ © comprende que phos es lo luminoso, Jafilosofia se instaura, soronces, comolo que no puede negarse porque estd exPucs , podemos acudir a sees epata comprender mejor aquélas» (De cerca y de feos, ino puede despojarse del mito, por pp. 241-243). La mési «que el sonido estuvo—fue—en el origen. EL DESPEDAZAMIENTO Un grandioso mito, una extraordinaria metéfora del descen- so al Infierno, al fuego de Ja propia conciencia, que halla en Ja masica una salvacion ala vez que una purificacién, lo encar TO feo. el hijo de Eagro y de Calfope. Pindaro lo conside taelenviado de Apolo; lo. llama «el padre de los cantos» (Pi tica 1V, 176). En su descenso al Had Jas Erinias. Ante el prodigio de sus amansa a Cerbero y a as, Ixién detiene los 85 despiadados giros de la rueda, y las Danaides dejan de llenar el pozo sin fondo. Tantalo, Sisifo, son aliviados de sus penas. Orfeo es una revelacién, funda misterios; la suya es la encat nacién del espiritu en busca del conocimiento. Maurice Blanchot dice, en El espacio literario, que escribir empieza con la mirada de Orfeo. Lo que su figura ejemplifica, entre otras cosas de valor semi nal, ¢s la autoridad que la misica aleanz6, ya en época muy temprana, entre los griegos. En sus manos, en su garganta, el sonido es el «desvelamiento» de un estado superior. Baja a losinfiernos en busca de Euridice. A veces descender, abrirse ala penumbra de los abismos interiores, salva, purifica. Es el tinico camino. Esta profundidad de contornos lébregos pue de convertirse, paradéjicamente, en una superficie, en una forma de salida hacia un renacer. El hundimiento que prece- de a un reflotar. Regresar a la luz del dia es tanto como decir que sus haces son el lugar respirable del retorno. Conmovidos porlaserenidad de su canto yla melodiosidad de la ira, Perséfone y Plutén (Hades) le conceden el favor de rescatarala que leva por nombre Eurydiké, quees tanto como decir «la muy justa». Mientras emprende el camino hacia la luz del dia tiene, en cambio, que evitar volver el rostro hacia su esposa, que le sigue, al igual que Yrit, la mujet de Lot, ala que se impide mirar hacia la destruida Sodoma. Orfeo es con minado a renunciar a esa mirada hasta llegar a su hogar; sera entonces cuando podra fijar los ojos en los de su amada. Noes capaz, La incertidumbre, la inquietudo, el apremio, lo angus us que su coraz6n recorre lo lleva a girarse. Es castigado: «la ‘muy justa» cae sin remedio en lo hondo, ya irreparable, en los infiernos. Euridice tenfa un pie en la ceniza de lo profundo. Formaba parte, aunque por escaso espacio, de la estancia de 86 célico por un mundo que y lancélico por ut ertos. Orfeo vagara mel " 1 los limites». alir de viaje no darse la vuelta y obser ee ; .g6rico (Diégenes Laercio, Vidas, VIN, 17) decia un lema pita Orfeo, arrodillado, dice asi a Plutén: Os lo suplico por las negras aguas dela laguna Estigia y de Aqueronte pot el Caos, que fue del mundo origen, por el Flegetén de ardor sonoro, por la granada que gustaste, ob, reina la vez primera que dejaste el mundo: cla niega suerte inicua, pero, sime la nies: alli no he de volver, pido la muerte. A. POLIZIANO, Fébula de Orfeo, wv. 278-285) 79) dePlatén se da una delas visiones mas eo Ores fue echado del crudas de Orfeo. Cuenta que, insatisfecho, Hades, y quela figura de Euridice result6 ser éinicamente un fantasmna, una especie de sefuelo pata que el traciose sclera deal, Los infernales pensaron que un misico no podia ser apaz de enamorarse como lo habia hecho Alestes,y que lo finico que einteresaba era «entrar vivo en el Hades», Por eso Jellegé el castigo de morir a manos de mujeres Los infernales, decimos ahor que un masico puede sentir ante unas a, no sospechaban la atracci6n llamas que lo consumen todo menos el sonido. F W.K.C. Guthrie sugirié que el nombre de Orfeo quizé po dia relacionarse con drphen, ‘oscuridad’ (Orfeo y la religion griega). Llora durante siete meses, subido a un pefiasco jun: to al Estrimén; cruza las nieves del Tanais. Las Ménades lo descuartizan, esparcen sus miembros. Era ésta la forma més despiadada «y mas brutal de la destruccién»: el despe- dazamiento 0 sparagmés, sein Walter Burkert (Homo ne cans, p. 78). En realidad, lo que las Ménades cumplen es un ritual, porque el despedazamienta se daba en los misterios dionisfacos. Euripides lo describe en Las Bacantes (vv. 1130 1145), cuando descuartizan a Penteo; primero un brazo, des pués otro; las costillas, dice, quedaron «desnudas a fuerza de tirones», y asi se narra en esta tragedia del afio 409 que elas se lanzaban los restos «como si ugasen con una pelota». Penteo es decapitado, pero también lo es Orfeo, y su ca beza es arrojada a las aguas del Hebro. Y sin embargo sigue cantando, flotando hasta llegar al mar, arrastrado a las cos: tas de Lesbos. Las musas se apiadan, la sepultan, erigen un ordculo. Una tradicion distinta relata que la cabeza fue ha: ada por unos pescadores en la desembocadura del rio Me les, y alli le rindieron honor fiinebre. Otra lo sitda en Anti sa, muy cerca del cabo Sigrios, asimismo en tierra lesbia. Se decia que en ese lugar los ruisefiores cantaban las melodias, mis dulces. Estrab6n (c. 64 antes de Cristo-c. 19-24) cuenta en su Geografia que en dicho paraje vivié un mago que pedia limosna, aunque merced a la misica y a su arte adivinatoria consiguié hacerse merecedor de un niimero grande de segui: dores, y que celebraba rituales secretos que encaminaban a Ia iniciacién (vit, fr. 18). Y de esta suerte, cuando Apolonio de Tiana (3-c. 97) fondes en Lesbos, verificé que Orfeo vati cinabaen dicha isla desde muy antiguo, segiin cuenta su bis. grafo Fildstrato (c.160-c. 249), y sucedié asi «hasta que Apo- lose hizo cargo de ello» (Vida de Apolonio de Tiana,1v, 14). Los habia que aseguraban que, una vez regresado de los dominios regidos por las divinidades infernales, establecié 88 nos misterios en los que se desvelaban los secretos del mun- ginferior. Non vano, Orfeo era renido por el fundador de Joscotsespondientes a Dioniso, En Eleusis—cuyos misterios eauvieron estrechamente vinculados al orfismo—, a través el canto y a lira érficos, Apolo se hace presencia, como lo fs también Dioniso: ambas divinidades faciitan la senda ha- lapa Jo los que invo- Gia el conocimiento. Son la palabra y el sonido los qt Jueran a quien busca la iniciacin, son los versos que cond cen al éxtasis, es su significado el que empuja a que ambos dlioses trencen su fuerza y sus atributos. i “G. Collisugiere que en los pocmas de Orfeo esté el propio canto de Apolo, su manifestacién. Sin embargo, en cuantoa Su contenido, y através del pathos dionisfaco, «reproduce ol ‘misterio mismo de Dioniso». Es decisiva la deduccién: Or «pa ro ala gran feo fue inventado por los griegos «para dar rostro a lag ‘contradiccién», ala unidad y polaridad establecida entre os ddos dioses, una oposicién de fuerzas—gpor es0 Orfeoes bar- ‘monfa?—, una lucha entre lo apolinco y lo dionisiaco: tiene sentido que fuera despedazado, que no resistiera Ia energia dde dos potencias, su lucha sin tregua (La sabiduria griega, 1, pp. 41-42). ° [Adelimtate a toda despedida, como sila hubieras dejado ats, como el invierno que se est yendo. Pues bajo los inviemnos hay uno tan infinitamenteinvierno aque, silo pasas, tu corazén resistira Sé siempre muerto en Eurfdice, cantando sube, ensalzando regresa ala pura relaci6n. ‘Aqui, entre los que se desvanecen, en el reino deo que declina ‘€ una copa sonora gue con s6lo sonar se rompi6. Sé,y sabe a la vez la condicién del no ser, el infinito fondo de tu intima vibracion, para que la lleves a cabo del todo, esta tinica ver, ‘Aas reservas de la Naturaleza en plenitud, las usadas como las sordas y mudas, alas indecibles sums, afiédete jubiloso y aniquila el némero. (8a, RILKE, Los sonetos « Orfeo, x111) LA NOCHE Aunque fue el poeta fbico de Regio (fl. c. 540 antes de Cris. to), el amigo de las grullas, quien lo menciona por prime: ta verse localiza en un verso que ha sobrevivido al fai dae See EEOIeOP Ce iene cal tre nombre» (onomaklytn Orphen, fr. 17 Diehl)—, su leyenda ya era inmemorial aa Jos griegos, bien arraigada en alejania de los tiempos preho- méricos. Se tienen suficientes indicios para pensar que en el siglo viit antes de Cristo habfa ya una poesta érfica, pese a que uv sea demostrable. Colliafirmé que, siendo oral como eraentonces la poesia, unida esta circunstancia ala diversf cacién y fragmentacién de los mitos, los poemas 6rficos que- Poca mayor oscuridad hasta que, en el decurso de los siglos v y 1v antes de Cristo, dado el éxito «clamoroso» que tba oblenidocl onfiamo, a¢mukipcaronydfundicron as on ears cin «la pérdida de una radicién unitaria» (La sabiduria grieg ia griega, 1, pp. 37°38). Por Ao eacnnal alee Ente eee To. En un escrito tardio como es el Adversus mathe s el Adversus mathematicos 0 Contra los profesores de Sexto Empftico (fl. c. 200), se co- menta que no todos estan de acuerdo con que Homero sea el mis antiguo de los poetas, «pues hay quienes le precedie: ron en el tiempo, Lino, Orfeo, Museo y muchisimos mas» (1, 204). Se ha conjeturado incluso la presencia de figuras arquetipicas de caractetes drficos en torno 1500 antes de Cristo, y se apunta, como asi parece ser, la no pertenencia Ge Ori ls tradiiba homésia nla mediverrinea, dno 90 ques le sefala, bien al contati, en relacién con ls regio aes orientales, las de Egipto y Mesopotamia. Diodoro Siculo (siglo 1 antes de Cristo) testimoni6 que centre los mis ilustres de los griegos que visitaron las tierras szipcias estaban Orfeo, Museo, Melampo, Dédalo, ome to, asi también viajaron alli Pitagoras y Plat6n, Eudox y Deméerito, al igual que Enépides de Quios (Biblioteca bis Morea 1,96), Lo que més nos interesa, sin embargo, € el re tomo del misico y saber qué trajo consigo: nada menos que ta mayor parte de las iniciaciones misticas, os ritos secretos con weimjennes a aus propias peregrinaciones y Ia invencién de mitos se giin la mitologia drfica, creador del Cielo. Primogénito de los dioses, su nombre indica esa irrupcién: es «el resplande- ciente», Atenagoras (siglo 11) se pregunta en la Stiplica a fa vor delos cristianos: «¢Se podria aceptar a Fanes como el pa. dre delos dioses [...], 0 que tuviera cuerpo de dragén, o que hubiera sido devorado por Zeus?» (20, 4). Si, es el progeni: tor, también de la Noche. Nace de un huevo que ha deposi tado el Tiempo. Cuando sale de su céscara, sacude y despeja la niebla que habia en el Abismo y en el Eter. Tiene cuatro cabezas, las de un carnero, un toro, un le6n y una serpien- te. Ruge y ilba, Son los sonidos primordiales, a potencia de unas gargantas y de una lengua bifida que se abren paso. Sil ba y brama. Hay un estrépito en lo que surge. Por eso ven: dré la misica. En uno de los Hémnos drficos, Fanes recibe in cienso y mirra y es descrito como «errante por los espacios celestes, nacido de un huevo, | adornado de éureas alas, que muge como un buey> (v1) Cuando ha cumplido su trabajo creador, marcha con un carro alas cimas del Cielo y o deja todo en manos de la No che, a quien ha entregado un cetro. FCs a acl, cuando del Ese en leno Pee a ctemportin cba ded brillante el torso con sus alas, turbién mas sey ae viento anistOranes, Lat aves, w. 693-699) feo el misico se erigié en la rafz de una corriente espiti es ‘como ha quedado dicho, tenia instituidos sus pro- pios misterios en cl siglo V antes de Cristo. Cietamente, el orfsmo fue determinants para a vivencia eee catregada a la ascesis y a cumplir una via de pureza. Si co eee el comentario de Pitre Hadot Cldeseo de deseubrir los secretos de la Naturaleza, y lo hace ‘ Es seguro que en dichas ceremonias inicidticas la masica y elcanto tuvieron un lugar destacado, y sabemos que en la Epocaimperial los himnos pasaron a formar parte de un grue- so poético de primera importancia para el ritual, los Hama: dos Himnos érficos, ochenta composiciones que abastecian Jas celebraciones de una reducida comunidad que los recita- 99 vwuestros cantos» (660). Y todavia mas: en el terteno astrol6. azico pasaba por ser el autor de obras como la titulada Dode- cacterides y las Efemérides, a las que debian afiadirse Sobre os fugitivos, Sobre las iniciattoas y Sobre los terremotos, poe. ma este iltimo cuya autoria no parecia del todo discernida, si se debia a la inspiracién de Orfeo o a la de Hermes Tris megisto. Libros alquimicos y de medicina, paginas sobre la adivinacién, ¢ incluso un lapidario le fueron asignados como prolifico autor. En Sobre la miisica de Pseudo Plutarco se observa que Or- feo «no imit6 a nadie» (1132f), pues antes de él s6lo estaban «los compositores de canciones cantadas con aul6s» (1133) No empleé el pedi ni el ritmo crético, al igual que tampoco lo hicieron Arquiloco ni Terpandro (ibid., 1134). Es rese fiable que Cicerén (106-43 antes de Cristo) reconozca que, por mas que Aristételes (384-322 antes de Cristo) refutara la cexistencia real de Orfeo, «aun asi [.,.] su imagen acude con frecuencia a mi espiitu» (Sobre a naturaleza de los dioses, 1, 38, 107). ¥ todavia un padre de la Iglesia como el arrebatado Tertuliano (c. 160-¢, 220) dudaba en Acerca del alma sobre quién escribié el verso: «la sangre de alrededor del corazén es el sentido del hombre», si Orfeo o Empédocles (xv, s). LA LIRA Y LA CRUZ Por mas que desdefie al que fuera el esposo de Euridice, otro primitivo cristiano como Clemente de Alejandria (na. cido en toro al afio 215) habla del Hijo de Dios como de un nuevo Orfeo, no en vano Cristo tuvo también la fuerza ya potestad de someter a los animales més ficros «que son los hombres», de suerte que su «cancién celeste los ha transformado hombres civilizados», y silo ha consegui- do ha sido gracias a un «canto nuevo». Tanta sabiduria y bondad entrafiaba, que ordené el mundo con armonfa y lo ? 1 noes quelle: ado a concordia (Protéptico, 1, 5,1). ¥ noes quelle: pe bien segiin la misica de Orfeo ola del bi Jo hizo con la que surge dela volun: decirla «que procede de Da fase atérmino este blico Jubal, al contrat, fad de Dios, que es tanto como: vid (ibid. 1, 552) gaiiter Paulino de Nola (c. 355-431) se refirié a Cristo come Ge «auténtico David», por lo cual se esti ante «el verdadero mt- sicoinspirador»(Poemas, xx, 45). Eusebio(c.260-6.340 Ss Delandatius Canstantins(xi¥)ysan Agustin (354-430) en Sermén xvit expusieron ideas parecidas, porque, ala luz del naciente pensamiento cristiano, el Hijo de Dios encarna ‘ejemplifica la capacidad de unién de Jo celeste y lo huma: 2 roclama la naturaleza divina del alma, y, Jo que es im- ae etante ahora: su descenso a las profundidades de la exis oe uae indo, concebir el sacti. tencia, haber muerto a manos del mui oe: ficio como regeneracién, denotan unas singulares analon Gxicas. Cuando Clemente de Alejandria compara « Orfeo con el enviado de Dios, lo hace con una analogia: la lira es el tadero de la cruz en la que murio Cristo, Este patalclismo hhabra de convertirse en tradicién; todavia Giovanni Boccac cio refiere en la Genealogia de los doses paganos que Orfeo descendié alos nfiernos como lo ha hecho «todo hombre sa bio alguna vez» (v,12) an en los origenes, La realidad y aquello que no lo es, si estan ; abrazan las formas de la verdad. Es el pasado el que aspira ‘una unién del relato, y con frecuencia se resuelve en una memoria que es fabula y acontecimiento, tendencia alo uni tario, micleo. : ‘Cuando Dante es guiado por Virgilio y ambos naa al Jugar en el que se halla la afilosofica famiglia», alza el sesti- roe Todos lo miran, todos lo veneran Reconocia los dos que se sentaban 103,

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