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(1) SHAPIRO, Scott J., “Massively Shared Agency,” en M. Vargas and G. Yaffe, eds.

,
Rational and Social Agency: Essays on the Philosophy of Michael Bratman, New York:
Oxford University Press (2014).

Shapiro propone, en el artículo a comentar, el siguiente esquema argumentativo: i) dado


que la forma de relacionarnos colectivamente cambió creando nuevas agencialidades1
colectivas de gran escala; y que i.i) éstas nuevas maneras de agenciar grupalmente
cumplen con las características de tener estructuras autoritativas y participantes que no
tienen, necesariamente, un compromiso con el éxito de la empresa compartida; entonces
y sabiendo que ii) la teoría de Bratman sobre autoría compartida es, en palabras del autor,
“la más interesante y plausible”, iii) es relevante preguntarse si ésta alcanza para describir
los fenómenos actuales descriptos en i) y i.i).

Cabe indicar que la teoría de Bratman (SIA “Shared Intentional Activity” (actividad
intencional compartida)) se compromete con la necesidad de que los agentes, para que
haya una verdadera co-autoría, compartan intenciones. Ahora bien, no solamente tienen
que compartir una intención –e.g. X y Z se comprometen a cocinar una torta– sino que
las intenciones individuales deben poder entrecruzarse –las intenciones de X tienen que
englobar a las intenciones de Z y viceversa, de manera que si X rompe con la autonomía
de Z el compartido se cae (Z hornea la torta bajo la amenaza de X). Esto significa que
para que haya una acción compartida, los participantes de ella deben comprometerse hasta
el grado que sus intenciones sean interdependientes con las de los demás autores, incluso
deben ser pasibles de lograr solucionar conflictos –deliberando– durante la ejecución lo
que supone una conducta responsiva ante la intención del otro.

Shapiro logra hacer ver que la teoría expuesta prevé escenarios donde los participantes de
plan compartido i) no ostentan diferencias autoritativas y que parecerían ser planes
escalas pequeñas donde todos están comprometidos con la realización de la intención
grupal. Sin embargo, en cuanto a i), esta pretensa deficiencia de la teoría de Bratman se
logra vencer ya que en estructuras donde alguien asume la autoridad ella es quien cumple
con los requisitos impuestos por SIA. Es decir, la figura autoritativa tiene la posibilidad,
en casos de conflicto, de decidir por el grupo e incluso ordenar acciones siempre y cuando
los participantes le hayan otorgado dicha potestad. Sin embargo, en cuanto ii), el

1
Utilizo esta invención para referirme a cierta forma de agenciar, entiendo que si utilizara “agencia” no
presentaría el concepto de la manera que lo quiero mostrar.
argumento bartmaniano parecería flaquear. El problema de utilizar SIA es que no es
pasible de ser aplicada a estructuras con esquemas de jerarquía autoritativa, y no reconoce
agencialidades con compromisos débiles en relación con el éxito de la empresa2.

Como consecuencia de ésto, Shapiro se encarga de elaborar una teoría apropiada para
describir las agencialidades masivas y con estructuras autoritativas. Según él lo que une
a los participantes de dichas empresas es el compromiso con la ejecución de un plan. No
hay más suposición de intenciones plurales compartidas, sino que la tarea de un
participante implica hacer su parte, permitir la tarea de otro ejecutor y resolver los
conflictos sobre la ejecución del plan de manera racional. De esta forma cualquier tipo de
grupo de personas que compartan el compromiso por llevar a cabo un plan se podrían
considerar co-autores de una acción colectiva, y aunque el autor deja claro que no todos
los participantes deben asumir dicho compromiso, sí entiende que una parte del grupo
debe hacerlo.

La teoría de Shapiro parece ofrecer una analogía robusta con la forma en la que nos
comportamos institucionalmente, en particular ante la aceptación implícita del derecho
como forma de resolver nuestros conflictos. Es decir, nuestra comunidad comparte un
plan que supone aceptar la autoridad de ciertos órganos oficiales para que en caso de
conflictos nos ayuden a entrecruzar nuestras propias intenciones. Sin embargo, entiendo
que la teoría de Shapiro puede resultar, incluso, demasiado pretenciosa para legitimar la
autoridad de los órganos oficiales ya que si esta requiere que los participantes compartan
un plan involucraría un compromiso de los participantes demasiado alto; en el ejemplo
de los “pintores alienados” todos ellos tenían intereses en común (que la casa se termine),
lo que una teoría debe tener en cuenta para poder justificar la aceptación de la autoridad
en un grupo de gran escalada como los participantes de un país, es que pueda legitimar a
un órgano oficial incluso cuando los ciudadanos no tengan intereses en común.

2
SHAPIRO, Scott J., “Massively Shared Agency,” en M. Vargas and G. Yaffe, eds., Rational and Social
Agency: Essays on the Philosophy of Michael Bratman, New York: Oxford University Press (2014), pags.
21 y ss. El caso presentado en el artículo de Shapiro es el de los “pintores alienados”; lo que demuestra el
ejemplo es que aún cuando las intenciones de los pintores no son interdependientes y ni siquiera comparten
las motivaciones del empleador o del restante empleado, todos ellos comparten una acción, la de pintar la
casa.
(2) YAFFE, G., “Desert for Wrongdoing”, The Age of Culpability. Children and the
Nature of Criminal Responsibility, Oxford University Press (2018), Capítulo 4.

La intención del autor es elaborar una teoría que justifique la intuición de que el
merecimiento cumple un rol importante en cuanto a decidir el castigo sobre quien comete
un acto incorrecto. Es decir, intuyendo que un castigo es justo cuando logra encajar
equivalentemente con el previo wrong, pero dado también que nuestra intuición puede
engañarnos sobre la naturaleza del castigo (pensemos en casos donde se lo entiende como
venganza y no como reproche), es necesario construir una teoría que pueda justificarlo
sin apelar, primordialmente, a la intuición. Entonces, las preguntas que recorren el
capítulo del libro son dos: ¿Cómo se justifica la proporcionalidad del castigo en relación
con el acto incorrecto? y ¿Cuándo se merece el castigo?

La teoría que Yaffe intenta avalar la llama ISR (Isomorphism in the Space of Reasons) y
cómo el nombre lo indica, ésta hace mella en las razones de los agentes. Según el autor,
entre Castigo1 y Castigo2 será merecido aquel que si de haberlo tenido en cuenta por el
autor al momento de la comisión del ilícito, la deliberación producto de ello ocupara el
mismo lugar en el “espacio de las razones” que la decisión de abstenerse de cometer el
delito por parte de un agente ideal. De alguna forma, el examen para saber si el castigo es
merecido debe concluir que hipotéticamente el castigado, de haber contado con la
consecuencia del castigo como objeto de deliberación, le hubiera otorgado el mismo
apoyo racional que un “agente ideal”. Éste “agente ideal” cumple el rol de una hipotética
persona que acepta la incorrección de cierto acto sin cuestionarse los aspectos referidos a
sus consecuencias; dicho de otra forma, interioriza los aspectos relevantes de la norma de
manera que no hay deliberación sobre el castigo. Podemos aseverar que según Yaffe que
un castigo sea merecido en término de la ISR, implica que dicho castigo esté justificado.

Lo que entiendo que el autor no logra cubrir son los déficits que una teoría psicologista
–como la suya– puede tener y ciertos aspectos cuestionables de la figura del agente
ideal. En primer término, no creo que sean suficientes las aclaraciones en cuanto a qué
razones son relevantes para juzgar el merecimiento y cuales no; Yaffe hace mella en los
modos de balanceo de razones, sin embargo no es concluyente en cuanto a qué razones.
Esto me hace pensar sobre si son relevantes razones que no tengan relación con aspectos
normativos sino del background del agente, es decir, qué rol en la ISR las razones de
tipo emocionales, sociales y económicas (el caso de aquel que comete un ilícito como
medio para ir a prisión y así aliviar su estado de necesidad puede vislumbrar una
hipótesis para elaborar una respuesta3). Por último, es por lo menos cuestionable la
elaboración de la figura del agente ideal; aunque pueda compartir que la fijación de un
hipotético estándar de comportamiento es necesario, e incluso presupuesto, dada la
pretensión y profundidad explicativa de Yaffe, no logra precisar cuál es la forma en la
que dicha figura opera.

3
YAFFE, G., “Desert for Wrongdoing”, The Age of Culpability. Children and the Nature of Criminal
Responsibility, Oxford University Press (2018), Capítulo 4, pag. 114.

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