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El Estado y la revolución

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Este aviso fue puesto el 2 de enero de 2020.

El Estado y la revolución
de Lenin Ver y modificar los datos en Wikidata
L'état et la révolution.jpg
Género Crítica social Ver y modificar los datos en Wikidata
Tema(s) Política Ver y modificar los datos en Wikidata
Idioma Ruso Ver y modificar los datos en Wikidata
Título original Государство и революция Ver y modificar los datos en Wikidata
País Gobierno Provisional Ruso Ver y modificar los datos en Wikidata
Fecha de publicación 1918 Ver y modificar los datos en Wikidata
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El Estado y la revolución es un libro escrito por Lenin entre agosto y septiembre
de 1917, mientras se encontraba en la clandestinidad en Finlandia. Es un texto
fundamental, en la medida en que fue redactado entre la primera etapa (febrero) y
la segunda etapa (octubre) de la revolución rusa de 1917. Por eso se ha considerado
que esta obra, junto con otras del mismo período, proporciona claves para
comprender la idea que tenía Lenin de lo que iba a ser y de lo que debía ser dicha
revolución.

Se trata de un texto plagado de citas textuales, de lecturas y comentarios a los


clásicos del marxismo en relación con la cuestión del Estado, respecto de la cual
consideraba que teóricos posteriores (como Plejánov o Kautsky) no habían hecho más
que tergiversar el marxismo.

Índice
1 Resumen
1.1 La sociedad de clases y el Estado
1.2 El Estado socialista y la Comuna de París según el análisis de Marx
1.3 Dos fases del comunismo
1.4 Un libro inacabado (cita)
2 La polémica con los «oportunistas»
2.1 Polémica con la polémica de Plejánov y los anarquistas
2.2 Polémica con la polémica de Kautsky y los oportunistas
2.3 Polémica con la polémica de Kautsky y Pannekoek
3 Importancia e influencias
4 Referencias
5 Bibliografía
6 Véase también
7 Enlaces externos
Resumen
La sociedad de clases y el Estado
Lenin comienza explicando el modo en que el Estado surge de las contradicciones de
clase, es decir de las luchas de clases, para someterlas en torno a los intereses
de la clase dominante. Como vemos en el siguiente fragmento:

El Estado es producto y manifestación del carácter irreconciliable de las


contradicciones de clase. El Estado surge en el sitio, en el momento y en el grado
en que las contradicciones de clase no pueden, objetivamente, conciliarse. Y
viceversa: la existencia del Estado demuestra que las contradicciones de clase son
irreconciliables.1
Sin embargo, los autores liberales, argumentan que «el Estado es precisamente el
que concilia las clases».2 Ahora bien, el hecho de querer conciliar las clases
cuando objetivamente hay, en toda formación social bajo el modo de producción
capitalista, un conflicto de intereses entre ellas, supone en sí mismo una toma de
partido por la clase dominante y una consiguiente opresión de una clase por otra.
Esta conciliación de las clases es la tarea fundamental del Estado: conciliación de
las clases, con la condición de su subordinación a los intereses de la clase
dominante.

En su libro Reforma o revolución, Rosa Luxemburgo ha intentado profundizar esta


tesis teórica de la siguiente manera:
Hoy es ya lugar común la opinión de que el Estado actual es un Estado de clase. En
nuestra opinión, esta proposición, como todo lo relativo a la sociedad capitalista,
no debe entenderse de una manera rígida, absoluta, sino dinámica, dialéctica (...).
El Estado actual es, ante todo, una organización de la clase dominante, y si ejerce
diversas funciones de interés general en beneficio del desarrollo social es
únicamente en la medida en que dicho desarrollo coincide en general con los
intereses de la clase dominante. La legislación laboral, por ejemplo, se promulga
tanto en beneficio inmediato de la clase capitalista como de la sociedad en
general. Pero esta armonía solamente dura hasta un cierto momento del desarrollo
capitalista.3
Como explica este texto, el dominio de una clase sobre otra no tiene que entenderse
necesariamente como el ejercicio de una violencia manifiesta, ni siquiera
intencionada. Los intereses de la clase dominante pueden ser solidarios, en
determinadas circunstancias, de los intereses de la clase dominada. Esto no es lo
importante: lo importante es que la clase dominante busca esta conciliación,
precisamente para seguir ejerciendo su dominio de clase. En las circunstancias en
que los intereses de las clases son manifiestamente conflictivos, se rompe con esa
armonía.

Según expone Lenin, el Estado surge de la sociedad, pero separado de ella,


ejerciendo la fuerza sobre ella. Esa fuerza consiste principalmente en
«destacamentos especiales de hombres armados, que disponen de cárceles y otros
elementos».4 Los instrumentos principales por los que se ejerce esta fuerza son la
policía y el ejército permanente. Por eso Lenin presenta aquí una primera
alternativa comunista: la organización armada espontánea de la población. Ello no
es posible para el Estado burgués «porque la sociedad civilizada está dividida en
clases enemigas y, además, irreconciliables, cuyo armamento 'espontáneo' conduciría
a la lucha armada entre ellas».5 Esta realidad oculta sale a la luz cuando los
acontecimientos revolucionarios revelan los enfrentamientos de clase, y vemos cómo
cada clase se sirve de sus propios «destacamentos de hombres armados» para el
servicio de sus intereses de clase.

Lenin subraya que el Estado constituye el instrumento para la dominación de una


clase sobre otra. La extinción del Estado o comunismo es un proceso en dos pasos.
En primer lugar la toma, previsiblemente por la violencia (no por otra cosa sino
porque se prevé que será contestada violentamente), por parte del proletariado de
la maquinaria del Estado. Ello conduce a la dictadura del proletariado o
socialismo, un Estado que como tal ejerce una dominación de clase, solo que en este
caso una dominación en la que los que mandan son la masa del pueblo: por tanto, una
«dictadura», pero paradójicamente, más democrática y además transitoria.

La democracia burguesa se ejerce como una dictadura de la burguesía sobre el


proletariado:
Somos partidarios de la república democrática como la mejor forma de Estado para el
proletariado en el capitalismo; pero no tenemos derecho a olvidar que la esclavitud
asalariada es el destino del pueblo, incluso en la república burguesa más
democrática.6
Por el contrario, la dictadura del proletariado, siendo dictadura de una clase, es
no obstante la dictadura de la clase más numerosa sobre la menos numerosa. Y es la
dictadura de una clase que no busca sostener su situación de dominio sino hacer
desaparecer los antagonismos de clase. Esa es su democracia.

Y es una «dictadura» transitoria porque pretendiendo la abolición de todas las


clases, con ello el Estado, existente como fuerza coercitiva de una clase sobre
otra, sencillamente se irá disolviendo. Ello es así por cuanto que una vez que el
Estado se convierte en representante fiel de la propia sociedad (cuando
sencillamente la reproduce, en vez de ser su ortopedia, de deformarla por la
fuerza) es sencillamente superfluo.

En resumen, dos fases para la desaparición del Estado y la implantación del


comunismo:
La sustitución del Estado burgués por el Estado proletario es imposible sin una
revolución violenta. La supresión del Estado proletario, es decir, la supresión de
todo Estado, sólo es posible mediante un proceso de “extinción”.7
El Estado socialista y la Comuna de París según el análisis de Marx

Barricada. Comuna de París, 1871.


Ahora bien, ¿por qué tipo de organización hay que sustituir al Estado burgués en la
primera fase del comunismo? En este sentido, Lenin recurre al análisis marxista de
la experiencia de la Comuna de París.

En primer lugar, según extrae Lenin de los textos de Marx, sustituir esos
"destacamentos de hombres armados" por el pueblo armado: "¡Y por cuanto la mayoría
del pueblo es la que reprime por sí misma a sus opresores, no es ya necesaria una
'fuerza especial' de represión! En este sentido, el Estado comienza a
extinguirse".8 En definitiva, el ejército popular sirve para evitar la existencia
de un ejército del Estado por encima de la sociedad. Esto contribuye a la extinción
del Estado en el sentido de que al identificarse el ejército con la sociedad
sencillamente lo que hay es la sociedad armada y no el instrumento del Estado
llamado ejército. En segundo lugar,

...la supresión de todos los gastos de representación, de todos los privilegios


pecuniarios de los funcionarios, la reducción de los sueldos de todos los
funcionarios públicos al nivel del "salario de un obrero".9
en tanto que tales tareas
pueden (y deben) ser despojadas de toda sombra de algo privilegiado y
"jerárquico".10
En tercer lugar, la desaparición del parlamentarismo:
Decidir una vez cada cierto número de años qué miembros de la clase dominante han
de oprimir y aplastar al pueblo en el Parlamento: ésa es la verdadera esencia del
parlamentarismo burgués, tanto en las monarquías constitucionales parlamentarias
como en las repúblicas más democráticas.11
Ahora bien,
La salida del parlamentarismo no está, como es natural, en abolir las instituciones
representativas y la elegibilidad, sino en transformar dichas instituciones de
jaulas de cotorras en corporaciones "de trabajo". "La Comuna no había de ser un
organismo parlamentario, sino una corporación de trabajo, ejecutiva y legislativa
al mismo tiempo",12
dice Lenin citando a Marx. Esencialmente, de lo que se trata es de que no puede
haber profesionalización de la política: el parlamentarismo desaparece en cuanto es
el proletariado el que se organiza autónomamente para hacerse cargo de la política.

En cuarto lugar, acerca de la unidad de la nación,


Marx discrepa de Proudhon y de Bakunin precisamente en la cuestión del federalismo
(…). El federalismo dimana por principio del anarquismo. Marx es centralista-
democrático.13
Pero explica a continuación:
…si el proletariado y los campesinos pobres toman el poder del Estado, se organizan
con plena libertad en comunas y unen la acción de todas las comunas para dirigir
los golpes contra el capital, para aplastar las resistencias de los capitalistas,
para entregar la propiedad privada de los ferrocarriles, las fábricas, la tierra,
etc., a toda la nación, a toda la sociedad, ¿Acaso no será eso centralismo? ¿no
será el más consecuente centralismo democrático y, por añadidura, centralismo
proletario?14
Centralismo proletario que se opone al centralismo burgués, militar y burocrático.
Más adelante vuelve Lenin sobre el tema:
Pero Engels no concibe el centralismo democrático, ni mucho menos, en el sentido
burocrático con que emplean este concepto los ideólogos burgueses y
pequeñoburgueses, incluyendo entre estos últimos a los anarquistas. Para Engels el
centralismo no excluye en lo más mínimo esa amplia administración autónoma local
que, con la defensa voluntaria de la unidad del Estado por las "comunas" y las
regiones, elimina en absoluto todo burocratismo y todo "mando" desde arriba.15
Esta teoría es precisamente la que fundamenta su texto sobre el derecho de las
naciones a la autodeterminación.[cita requerida] Ello no significa la ruptura,
significa deshacer las relaciones de dominación, lo que conduciría a la posibilidad
de renegociar nuevas relaciones igualitarias y de cooperación.

En quinto lugar, dar una solución, como propone Engels, del problema de la
vivienda, fundamentalmente expropiando los edificios desaprovechados, que abundan
en las ciudades. En un periodo de transición, no es probable que esas viviendas
sean gratuitas, pero ello resultará natural al cabo, con la extinción del Estado.

Dos fases del comunismo


Se ha hablado de dos fases del comunismo: Lenin las detalla como "primera fase de
la sociedad comunista" (lo comúnmente llamado socialismo), y como «fase superior de
la sociedad comunista» (lo comúnmente llamado, sin más, comunismo).

La primera fase del comunismo es el Estado socialista como dictadura del


proletariado. En esta fase, el Estado es propietario de los medios de producción,
cada trabajador realiza su cantidad proporcional del trabajo social, y recibe en
productos el mismo valor que entrega. Cuando los hombres no son iguales, el
igualitarismo es la mayor injusticia que se puede cometer. Este igualitarismo
excluye las circunstancias individuales de los hombres: unos son más fuertes y
resistentes y otros menos, unos tienen familias que mantener y otros no. En este
Estado la explotación la ejerce el Estado "proletario" donde persisten diferencias
injustas de riqueza:
Marx señala el curso del desarrollo de la sociedad comunista, la cual se verá
obligada a destruir primero solamente la "injusticia" que representa la usurpación
de los medios de producción por individuos aislados, pero no estará en condiciones
de suprimir de golpe también la otra injusticia, consistente en distribuir los
artículos de consumo "según el trabajo" (y no según las necesidades).16
Y
"El que no trabaja, no come": este principio socialista es ya una realidad; "a
igual cantidad de trabajo, igual cantidad de productos": también este principio
socialista es ya una realidad. Pero eso no es todavía el comunismo, no suprime aún
"el derecho burgués", que por una cantidad desigual (desigual en la práctica) de
trabajo da una cantidad igual de productos a hombres que no son iguales.17
La fase superior del comunismo es la extinción del Estado. El Estado ha de
extinguirse necesariamente, pero también progresivamente, tras la dictadura del
proletariado. El Estado constituye como ya hemos visto un aparato represivo, de
dominio de una clase sobre otra. Hasta ahora, de la burguesía sobre el
proletariado; tras la revolución proletaria, del proletariado sobre la burguesía.
Es algo así como una ortopedia de la sociedad: en la sociedad hay lucha de clases,
entre una clase propietaria de los medios de producción, poco numerosa, y una gran
mayoría propietaria tan solo de su fuerza de trabajo, que ha de arrendar a dichos
propietarios. Entre esas clases hay una lucha, latente a veces, otras oculta, y
ocasionalmente expresa. La función del Estado es poner un velo sobre esta realidad
social, amortiguar las contradicciones de clase, cuya exacerbación destruiría el
modo de producción capitalista y con él al Estado. Pero una vez que, tras la
dictadura del proletariado, las diferencias de clase sean abolidas (una vez que no
exista la propiedad privada de los medios de producción y por tanto la burguesía
desaparezca como tal), el Estado dejará de llevar a cabo esta función ortopédica,
no tendrá ya que seguir equilibrando la balanza a favor de una clase determinada y
poco a poco dejará de tener sentido su existencia, al no haber distinción alguna
entre el Estado y la sociedad.
Esta etapa superior del comunismo se caracteriza especialmente por la desaparición
de la separación entre trabajo intelectual y trabajo manual. Es previsible que con
la educación de los trabajadores, así como con la simplificación de la organización
(pareja al desarrollo tecnológico) las labores de contabilidad, y en general el
«trabajo intelectual» puedan ser llevadas a cabo por cualquier obrero. Así pues, no
hay obreros especializados en este tipo de trabajo —de hecho, pueden rotar en su
desempeño— y desaparecen estas jerarquías, al tiempo que queda establecido un
salario igual para toda la población. Igualmente, postula Lenin que este comunismo
convertirá el trabajo, de una obligación, en una necesidad vital, de modo que los
hombres trabajarán voluntariamente. A esto se suma la provisión de artículos de
consumo según las necesidades individuales. «Toda la sociedad será una sola oficina
y una sola fábrica, con trabajo igual y salario igual».18Sobre este comunismo,
Lenin escribe:

Sólo en la sociedad comunista, cuando se haya roto ya definitivamente la


resistencia de los capitalistas, cuando hayan desaparecido los capitalistas, cuando
no haya clases (es decir, cuando no existan diferencias entre los miembros de la
sociedad por su relación con los medios de producción sociales), sólo entonces
"desaparecerá el Estado y podrá hablarse de libertad". Sólo entonces será posible y
se hará realidad una democracia verdaderamente completa, verdaderamente sin ninguna
restricción. Y sólo entonces comenzará a extinguirse la democracia, por la sencilla
razón de que los hombres, libres de la esclavitud capitalista y comunista
estatista, de los innumerables horrores, bestialidades, absurdos y vilezas de la
explotación estatal, se habituarán poco a poco a observar las reglas elementales de
convivencia (…) sin esa máquina especial de coerción que se llama Estado.19
Ahora bien, dos observaciones finales. Por un lado, que según Lenin esta segunda
fase aun siendo un proyecto para el futuro, no correspondía estudiarla por el
momento: eso sería caer en el utopismo y olvidar la situación concreta, algo
enteramente ridículo, pues no se puede trazar la línea hacia una nueva sociedad sin
ningún teórico marxista ha pensado en ella, al contrario de los pensadores
anarquistas, que partiendo del principio de que «los medios justifican el fin»,
para los que no existen etapas más que los periodos de antes de la revolución, el
momento de esta y después de aquella, no temen proyectarse hacia el futuro, aunque
tampoco entregando un modelo determinado de sociedad sin Estado, pero que si,
respondiendo a una época determinada, Proudhon propone el mutualismo, Bakunin el
colectivismo y Kropotkin, aunque no el único, el comunismo anarquista, —la lucha de
clase del proletariado por establecer el Estado socialista—. Por otro, que esta
segunda fase, que no es ni siquiera un esbozo, es precisamente lo que más interesa
a los ideólogos burgueses, que insisten en la imposibilidad y el absurdo de este
comunismo:
La defensa interesada del capitalismo por los ideólogos burgueses (...) consiste,
principalmente, en suplantar con discusiones y parloteos sobre un remoto porvenir
el problema más vital y más urgente de la política de hoy: expropiar a los
capitalistas, transformar a todos los ciudadanos en trabajadores y empleados de un
"consorcio" único, a saber, de todo el Estado, y subordinar por completo el trabajo
de todo este consorcio a un Estado realmente democrático: al Estado de los Soviets
de diputados obreros y soldados.20
Por eso es preciso dejar al margen los debates abstractos sobre ese comunismo e
insistir en la situación presente, que es la única que podemos imaginar de un modo
concreto.

Un libro inacabado (cita)


Escribí este folleto en los meses de agosto y septiembre de 1917. Tenía ya trazado
el plan del capítulo siguiente, del VII: La experiencia de las revoluciones rusas
de 1905 y 1917. Pero, a excepción del título, no tuve tiempo de escribir ni una
sola línea de dicho capítulo: vino a "estorbarme" la crisis política, la víspera de
la Revolución de Octubre de 1917. "Estorbos" como éste sólo pueden causar alegría.
Pero la segunda parte del folleto (dedicada a La experiencia de las revoluciones
rusas de 1905 y 1917) habrá que aplazarla, quizá, por mucho tiempo; es más
agradable y provechoso vivir "la experiencia de la revolución" que escribir acerca
de ella.21
La polémica con los «oportunistas»
Ante todo, El Estado y la revolución va dirigido contra el olvido intencionado de
estos temas por parte de los teóricos de la II Internacional.22 En particular,
Lenin dirige sus ataques contra Kautsky y Plejánov.

Polémica con la polémica de Plejánov y los anarquistas


Lenin centra su polémica con Plejánov en el tratamiento que éste da del anarquismo.
Lo que Lenin encuentra inconcebible, es el modo en que Plejánov puede entrar en esa
polémica ignorando por completo que la oposición entre marxismo y anarquismo se
centra en la problemática de la revolución frente al Estado. Según Lenin, Plejánov
encara la cuestión de un modo oportunista, por cuanto elude esta problemática.[cita
requerida]

Polémica con la polémica de Kautsky y los oportunistas


Kautsky es bien conocido por su polémica con Bernstein y los oportunistas. Sin
embargo, es preciso recordar, según apunta Lenin, las vacilaciones de Kautsky en
esta polémica, y que explicarían más tarde su posición «socialchovinista» —es
decir, su apoyo nacionalista a la guerra imperialista— entre los años 1914 y 1915.

Y la razón de estas vacilaciones, Lenin la encuentra una vez más en una posición
oportunista respecto del Estado. En su polémica con Bernstein, Kautsky «escamoteó
la diferencia más esencial entre el marxismo y el oportunismo en cuanto a las
tareas de la revolución proletaria».23 Al dejar la cuestión de la revolución como
un asunto para el porvenir, Kautsky estaba haciendo una concesión vital al
oportunismo, y estaba de hecho pasándose a las posiciones políticas de los
oportunistas.

Polémica con la polémica de Kautsky y Pannekoek


Anton Pannekoek formaba parte de la línea de izquierda del SPD, junto con Rosa
Luxemburgo y Karl Radek. Pannekoek acusaba a Kautsky por su pasividad respecto de
la problemática de la revolución y de su relación con el Estado. Pannekoek habla
precisamente de la necesidad de luchar no solamente contra la burguesía, por
hacerse con el poder del Estado, sino también de luchar contra el propio Estado.24

Lo que le interesa a Lenin es el modo en que Kautsky responde a estas críticas —


independientemente de la idoneidad del planteamiento que de Pannekoek, con quien
Lenin no está del todo de acuerdo. Kautsky sitúa la cuestión como una oposición
entre socialdemócratas y anarquistas: los socialdemócratas pretenden conquistar el
Estado, los anarquistas pretenden destruirlo. Desde este punto de vista, Pannekoek
sería inconsecuente al pretender ambas cosas al mismo tiempo. Sin embargo, Lenin
considera que la posición de Kautsky es oportunista en tanto que ignora la
necesidad de que una revolución vaya a transformar la naturaleza misma del Estado.
Kautsky reduce el problema a la gestión del poder del Estado por parte de una élite
burocrática, que gobierna en nombre de la clase obrera. Al hacerlo así, no
soluciona la cuestión de la transformación del Estado en una máquina verdaderamente
democrática, bajo el control directo de órganos democráticos y participativos —como
los soviets.

Importancia e influencias
En las Tesis de abril, Lenin se refirió ya a una serie de tareas fundamentales en
el seno de su partido:

Celebración de un nuevo congreso


Modificación del programa en relación con la posición ante el imperialismo y ante
el Estado, y reforma del programa mínimo.
Cambio de denominación del partido, que pasará de denominarse Partido Obrero
Socialdemócrata de Rusia a Partido Comunista de Rusia (bolchevique).
El Estado y la revolución, escrito tan solo cuatro meses después de la lectura
pública de las "Tesis", estaba relacionado justamente con estos dos últimos puntos.

En primer lugar, el libro debía ofrecer una exposición sistemática, clara y


coherente de la teoría marxista respecto de la cuestión del Estado, a la vez que
vislumbraba en un plano teórico lo que habrían de ser las tareas de una revolución
proletaria. No era, por tanto, un tema casual: entraba en los planes de un programa
práctico, tal y como se vislumbra en las "Tesis", en un momento en que la
revolución era una posibilidad tangible.
En segundo lugar, el libro tomaba posiciones frente a la línea política sostenida
en la II Internacional. Ésta había desarrollado una línea "oportunista" en relación
con los temas aquí expuestos. Esta línea oportunista es la que condujo a casi la
totalidad de partidos de izquierda a mantener una posición nacionalista durante el
desastre de la primera guerra mundial.
Marcando las distancias con la II Internacional, Lenin inauguraba una ruptura
dentro del movimiento obrero que se concretaría después en la formación de la III
Internacional o Internacional Comunista. Esta escisión en el movimiento obrero
internacional marcaría posteriormente todo el siglo XX, con la oposición entre
partidos "socialdemócratas" y partidos "comunistas" de inspiración leninista, a
veces (aunque no siempre) alineados con la URSS y sometidos a sus directrices
políticas.

Más allá de la coyuntura en la que fue escrito, El Estado y la revolución ha


ejercido una influencia constante en el pensamiento político radical de todo el
siglo XX. Ha sido libro de cabecera para distintas corrientes comunistas, que van
desde el estalinismo al trotskismo o al maoísmo. Su influencia indirecta puede
rastrearse desde el Mayo francés a los nuevos movimientos globales. Su propuesta de
un Estado sometido al control de asambleas verdaderamente democráticas, por
alternativa al parlamentarismo burgués, ha sobrevivido más allá del socialismo
estalinista. El libro sigue editándose.

Referencias
V. I. Lenin (2001), El Estado y la revolución, Barcelona: DeBarris, p. 16
V. I. Lenin, Op. Cit., p. 17
Rosa Luxemburgo (2002), Reforma o revolución, Madrid: Fundación Federico Engels,
p. 48
V. I. Lenin, Op. Cit. p. 20
V. I. Lenin, Op. Cit. p. 21
V. I. Lenin, Op. Cit. p. 36
V. I. Lenin, Op. Cit. p. 40
V. I. Lenin, Op. Cit. p. 74
V. I. Lenin, Op. Cit.
V. I. Lenin, Op. Cit. p. 76
V. I. Lenin, Op. Cit. p. 79
V. I. Lenin, Op. Cit. p. 80
V. I. Lenin, Op. Cit. p. 91
V. I. Lenin, Op. Cit. p. 92
V. I. Lenin, Op. Cit. p. 121
V. I. Lenin, Op. Cit. p. 156
V. I. Lenin, Op. Cit. p. 157
V. I. Lenin, Op. Cit. p. 170
V. I. Lenin, Op. Cit. p. 149
V. I. Lenin, Op. Cit. pp. 162-163
V. I. Lenin, Op. Cit. pp. 205-206
V. I. Lenin, Op. Cit. p. 173
V. I. Lenin, Op. Cit. p. 180
V. I. Lenin, Op. Cit. p. 189
Bibliografía
Lenin, V. I. (2001). El Estado y la revolución. Barcelona: DeBarris. ISBN 84-
931319-1-1.
Véase también
Lenin
El imperialismo, fase superior del capitalismo
Tesis de abril
Enlaces externos
El Estado y la revolución en Marxists Internet Archive.
El Estado y la revolución texto completo.
El Estado y la revolución en la Fundación Federico Engels.
El estado y la revolución, audiolibro.
Control de autoridades
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