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(cuento)
Publicado el noviembre 1, 2014 de Jorge Luis Flores Paredes
Aunque en el siglo XVI, el virrey Francisco de Toledo intentó borrar todo vestigio
de la cultura existente en el Perú antes de la llegada de los españoles, ordenando
quemar los quipus del Imperio Incaico a los cuales llamó “libros malditos de los
incas”, no pudo cumplir su objetivo completamente, pues algunos pocos
sobrevivieron a la hecatombe, aunque lamentablemente, sin poder ser descifrados.
Sólo se conoce hoy el contenido de uno de ellos, denominado “Quipu de cuatro
colores”, que versa sobre las virtudes necesarias para gobernar. Esta es su historia.
Durante la guerra civil surgida entre los hermanos Huáscar y Atahualpa en disputa
por la sucesión del Imperio Incaico, uno de los amautas (sabios), que acompañaba
al sequito de Huáscar, fue gravemente herido en las inmediaciones de la ciudad de
Chachapoyas. Este amauta, llamado Machayquymuqta, encontrándose al borde de
la muerte, fue curado y salvado por un curandero lugareño llamado Illavanca.
Como agradecimiento el amauta enseñó al curandero a descifrar los quipus, algo
que estaba reservado únicamente para amautas y altos funcionarios estatales.
Además le obsequió algunos objetos y quipus, entre ellos uno especial, conformado
por sólo cuatro cordones, de un color diferente cada uno: verde, rojo, azul y
amarillo; respecto del cual le dijo:
Tiempo después el Imperio Incaico fue invadido por los españoles y la hija del
curandero Illavanca, Allpa Urpi fue ultrajada por un capitán español, naciendo
como consecuencia un niño, a quien se le dio el nombre de Blas Valera. El
curandero Illavanca transmitió a su nieto el conocimiento de la lectura de los
quipus y le legó los objetos que recibió del Amauta, entre ellos el quipu de cuatro
colores. Sobre éste le dijo cuando aún era niño:
– Blas, este quipu contiene los valores que deben inspirar el actuar de los buenos
gobernantes: el cordón rojo está referido a la vocación de servicio, y dice que
quien se decida a gobernar, debe hacerlo porque en el fondo de su corazón quiere
servir a los demás y no servirse a sí mismo. Lo contrario traería la corrupción, el
mal funcionamiento del Estado, y con ello la desgracia de nuestro pueblo.
– ¿Y qué significa el color azul, abuelito? No lo entiendo… – preguntó el pequeño
Blas.
– ¡Y éste es el color que más me gusta, abuelito! – dijo con entusiasmo el pequeñín
señalando el cordón amarillo.
– Sí Blas, éste es el color más bonito, porque es el color del sol, que es nuestro
padre y nos da vida; y es también el color del oro, el metal más excelso. El cordón
amarillo habla de la excelencia, que significa hacer siempre bien las cosas. Los
incas nos caracterizamos por hacer las cosas cuidando mucho los detalles y ejemplo
de ello es la solidez de nuestros edificios, la calidad de nuestros caminos, la finura
de nuestros tejidos. ¡Son obras que pervivirán aún cuando nosotros ya no estemos y
servirán para nuestros hijos, y los hijos de nuestros hijos!
Al crecer, Blas Valera pudo comprobar que el gobierno de los españoles trajo al
Perú todo lo contrario de lo que aquel quipu de cuatro colores estipulaba. La
avaricia, la prepotencia, la corrupción, el aprovechamiento, el robo, la mentira, la
mediocridad invadieron el país y su gobierno. Se expolió el imperio, se ultrajó,
asesinó y explotó a los indios, y todo el bienestar que se había logrado ejerciendo
aquellos cuatro valores de los que le hablaron cuando niño, desapareció.
Se espera que, por intermedio de SERVIR, estos cuatro valores que orientaron el
buen gobierno de nuestros antepasados, se transmitan hoy a todo el Servicio Civil
Peruano, a fin de lograr niveles de bienestar similares o superiores a los que hubo
varios siglos atrás, en este mismo territorio que hoy comprende nuestra patria.
Fin