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Cómo ayudamos

Así, la Fundación Hugo Pomar desarrolla programas terapéuticos a través de disciplinas como la
música, artes plásticas,escritura, fotografía, expresión corporal y dramática o creación
audiovisual. Ponemos el énfasis en el proceso creativo y no en el resultado estético de la obra,
utilizando la imaginación, la intuición, el pensamiento y las propias emociones.
¿Para qué?
· Para facilitar las relaciones interpersonales y la libre expresión de emociones, conflictos,
vivencias o dificultades.
· Para promover la comunicación, el bienestar emocional y el desarrollo personal desde la
integración de las dimensiones social y laboral y atendiendo, entre otros, factores
relacionados con la empleabilidad de personas en dificultad social.
¿De qué manera?

En las sesiones de terapia utilizamos la libre expresión con un enfoque terapéutico.

· Individualmente, la libre expresión proporciona a la persona un medio de reconocer y


desarrollar la identidad personal. Al emplear canales de comunicación tanto verbales como
no verbales, la improvisación artística sirve para intensificar, elaborar o estimular la
comunicación verbal, mientras que la comunicación verbal sirve para definir, consolidar y
aclarar la improvisación.

· Grupalmente, utilizamos la libre expresión a través del arte como un medio facilitador que
lleve a la persona a un contacto consigo misma y con el resto de las personas del grupo. Las
relaciones que se desarrollan entre la persona y su propio modo de expresión sirven para
estimular y prestar apoyo a las relaciones interpersonales que se abren a otras personas.

El proceso de salud a través de la creatividad implica dotar a la persona de los mecanismos


necesarios para que él mismo pueda activarlos y avanzar hacia nuevos estados de desarrollo
alejados de su enfermedad. El trabajo consiste en que uno se vaya haciendo cargo de seguir
viviendo y seguir construyéndose a sí mismo. Lo terapéutico, la manifestación artística, la
creatividad y la participación activa del paciente confluyen en este trabajo. La persona se
siente impulsada a expresarse, comunicarse y conocerse en el proceso creativo. El terapeuta
acompaña, contiene, da seguridad, recursos, empatiza y aprende a conocerlo. Evalúa y
establece un tratamiento. La tradicional relación dual terapeuta paciente se ve acompañada
de una tercera parte, el soporte (la música, la danza, la escritura…), que aumenta las
posibles relaciones.

¿Por qué y cómo la creatividad, el impulso creador, puede ser tan útil en la relación
de ayuda?

Pintar, escribir, fotografiar, bailar, hacer música, va mucho más allá de ser algo accesorio,
añadido al tiempo libre o al ocio. La creación artística junto a los sentimientos y emociones
conforman la esencia de lo humano. El hombre se justifica como tal cuando pensamiento,
sentimiento, creatividad, arte y cultura aparecen proporcionados y actuando de una manera
globalizadora y armónica. 

En ciertos momentos o situaciones las personas nos vemos sumidas en tal confusión,
negación, dolor o enfermedad que cerramos nuestras puertas a cualquier acercamiento y
perdemos la capacidad creadora para cambiar. Pero sin esta capacidad no es posible
resurgir, es por tanto la creatividad algo innato a todo ser humano y necesaria para vivir. En
palabras de Donald Winnicot, cuando se pierde la experiencia creadora, desaparece el
sentimiento de una vida real y significativa.

En resumen, con la creatividad movilizamos una serie de recursos psíquicos que empujan en
dirección hacia la salud, el desarrollo, el crecimiento, el cambio, la adquisición de
capacidades y de nuevos elementos de identidad y cuyo cumplimiento apunta a la realización
y a la construcción personal. 

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