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Andrés Bello fue uno de los más grandes humanistas de América Latina, dedicándose a la literatura, la
educación, la filología, la filosofía, el derecho. Ejerció la docencia particular en Venezuela y tuvo el honor de
ser profesor de Simón Bolívar. Acompañó en sus exploraciones, al barón Alejandro von Humboldt en sus
exploraciones científicas en las Colonias.
Su trayectoria puede dividirse en tres etapas diferenciadas: 1781-1810: su vida en Venezuela; 1810-1829: su
viaje a Inglaterra y su misión diplomática; 1829-1865: su estada en Chile.
Su vasta obra permite contarlo entre los exponentes importantes de la literatura americana, con poemas como
la "Silva a la agricultura de la zona tórrida", escrita en Londres, y la "Alocución a la Poesía" en 1823; la
"Oración por todos" en 1843, ya con caracteres románticos.
También en Derecho, Andrés Bello compuso en 1832 el tratado "Principios de Derecho Internacional" y el
"Derecho Civil" para Chile, en 1955.
En Gramática descolló con su obra, la "Gramática de la Lengua Castellana" escrita en 1847, con una visión
actual y renovadora de los conceptos lingüísticos (en lo referente a vocabulario, a los verboides, etc).
Fue Rector de la Universidad en Chile, de la cual se retiró ya anciano, y prosiguió sus investigaciones hasta
su fallecimiento en 1865.
Andrés Bello
29 de noviembre de 1781
Nacimiento
Caracas, Cap. Gral. de Venezuela
Nacionalidad
Firma
En Santiago alcanzaría a desempeñar cargos como senador y profesor, además de dirigir diversos periódicos
del lugar. En su desempeño como legislador sería el principal impulsor y redactor del Código Civil, una de las
obras jurídicas americanas más novedosas e influyentes de su época. Bajo su inspiración y con su decisivo
apoyo, en 1842 se crea la Universidad de Chile, institución de la que se convertirá en su primer rector por más
de dos décadas. Entre sus principales obras, se cuenta su Gramática del idioma castellano (Gramática de la
lengua castellana destinada al uso de los americanos), los Principios del derecho de gentes, la poesía Silva a
la agricultura de la zona tórrida y el Resumen de la Historia de Venezuela.
Biografía
Caracas (1781-1810)
Él fue el hijo primogénito de Bartolomé Bello y Ana Antonia López. Sus bisabuelos provenían de las Islas
Canarias. En su Caracas natal el joven Andrés cursó las primeras letras en la academia de Ramón
Vanlonsten. Leyó los clásicos del siglo de oro, y desde muy joven frecuentaba el Convento de Las Mercedes,
donde aprende latín de manos del padre Cristóbal de Quesada. A la muerte de éste (1796) Bello traduce el
libro V de la Eneida.
En 1797 comienza estudios en la Real y Pontificia Universidad de Caracas, graduándose de Bachiller en Artes
el 14 de junio de 1800. Ese mismo año, antes de graduarse, recibe en Caracas al naturalista alemán
Alexander von Humboldt y a su compañero, Aimé Bonpland, y los acompaña a subir y explorar el Cerro Ávila.
En su ciudad natal realiza también estudios inacabados de derecho y medicina, aprende por su propia cuenta
inglés y francés, y da clases particulares, contándose el joven Simón Bolívar entre sus alumnos. Sus
traducciones y adaptaciones de textos clásicos le proporcionan prestigio, y en 1802 gana por concurso el
rango de Oficial Segundo de Secretaría del gobierno colonial. Durante el período entre 1802 y 1810 Bello se
convierte en una de las personas intelectualmente más influyentes en la sociedad de Caracas, destacándose
al desempeñar labores políticas para la administración colonial, además de ganar notoriedad como poeta, al
traducir la tragedia de Voltaire, Zulima. Al llegar la primera imprenta a Caracas en 1808, la gran notoriedad de
Bello lo hace el candidato ideal para asumir la dirección de la recién creada Gaceta de Caracas, una de las
primeras publicaciones venezolanas.
Los sucesos revolucionarios del 19 de abril de 1810 dan inicio a la independencia de Venezuela. En ellos
participa el joven Bello, y la Junta enseguida lo nombra Oficial Primero de la Secretaría de Relaciones
Exteriores. El 10 de junio de ese año, zarpa de las costas de su patria para ejecutar una delicada misión
diplomática como representante de la naciente República: es comisionado junto con Simón Bolívar y Luis
López Méndez para lograr el apoyo británico a la causa de la independencia. Bello es escogido por sus
amplios conocimientos y su dominio de la lengua inglesa, que había adquirido de forma autodidacta. Sale
destino a Londres en la corbeta Wellington, que puso a disposición de la Junta de Caracas el almirante
Thomas Cochrane.
Londres (1810-1829)
La corbeta en la cual viajaba la comisión llegó al puerto de Portsmouth el 10 de julio de 1810, lugar desde el
que se dirigieron hacia Londres con el fin de establecer contactos con miembros de las altas esferas
británicas. La misión encomendada a Bello, Bolívar y López encuentra graves problemas para desarrollar su
labor, puesto que la situación política había cambiado el eje de los intereses ingleses respecto de América.
Por un lado, la invasión napoleónica a España había acercado al Reino Unido con su tradicional enemigo,
frente al peligro común que consistía Napoleón Bonaparte. Esto significó para el gobierno de Londres tener
que ayudar a la causa hispana, otorgándole créditos y ayuda a la Junta Suprema Central que gobernaba en
nombre del "cautivo" Fernando VII. Sin perjuicio de aquello, y utilizando un doble discurso, Londres toleraba la
propaganda independentista americana en su territorio, en especial la realizada por el también venezolano
Francisco de Miranda, al mismo tiempo que le otorgaba a los americanos la calificación de beligerantes. Los
intereses británicos con la independencia de las colonias españolas de América no iban más allá.
Con esos antecedentes, la delegación venezolana fue recibida por el canciller británico Richard Wellesley,
hermano del duque de Wellington, en cinco entrevistas no oficiales realizadas en su domicilio particular. La
postura británica fue clara y desde el principio dieron a entender que en esos momentos, el apoyo político a la
causa de la independencia era imposible y trataron de desviar las negociaciones hacia acuerdos comerciales
más acordes con los intereses británicos, en un intento además de presionar a España para que les dejase
comerciar libremente con sus colonias. Otra de las razones para permitir el recibimiento informal de la
embajada venezolana, era el de evitar que los mismos tuvieran que recurrir a la ayuda francesa, pese al
escaso interés mostrado por Bonaparte por la región. El fracaso de la misión provoca el regreso a Bolívar al
Nuevo Mundo, con el fin de sumarse a la guerra que arreciaba entonces en el continente. Bello y López
quedan entonces a cargo de la embajada, empezando a vivir diversas penurias económicas ante el cada vez
más escaso aporte realizado por el gobierno de la naciente república.
En esta época Bello empieza a desenvolverse dentro de la sociedad londinense, trabando una breve pero
influyente amistad durante el escaso tiempo que confluyeron en dicha ciudad con Francisco de Miranda. Pese
a conocerse desde la época en que ambos residían en Caracas, Miranda, en su rol de líder de la causa
independentista americana en Europa, aprovechó los amplios conocimientos de Bello para sumar a distintos
actores a la causa. Miranda en aquella época residía bajo el amparo británico en Londres, con el fin de
escapar de la constante persecución española, quien lo había convertido en uno de sus principales enemigos.
Bolívar, López y Bello fueron recibidos por Miranda en su casa de Grafton Street, a donde concurrieron
reiteradamente con el fin de acceder a las esferas de influencia que Miranda había desarrollado. Después de
la partida de Bolívar, Bello es acogido por un tiempo en casa de Miranda, en donde es iniciado en la
masonería, en una nueva logia llamada Nº 7 de Caballeros Racionales, de la cual fueron sus fundadores
Carlos de Alvear, José de San Martín y Matías Zapiola, mientras que López Méndez ejercía de venerable y
Bello de secretario.
Otro de los personajes que ejercería una amplia influencia sería su amigo José María Blanco White, protegido
de Lord Holland. Sería este último bajo instancias de Blanco, quien le proporcionaría cierta estabilidad a Bello
al contratarlo como su bibliotecario y profesor particular. Junto con éste se desempeña en el periódico El
Español, que no abogaba por una independencia total de España. En tal medio se desempeñó como redactor,
y en su calidad de tal tomó contacto con personajes como Francisco Antonio Pinto, futuro presidente de Chile,
Antonio José de Irisarri, encargado de negocios de Chile y quien impulsaría su viaje a Santiago, Servando
Teresa de Mier, con quien colaboraría en El Español, James Mill, economista y político escocés y padre de
John Stuart Mill, Jeremy Bentham, filósofo inglés, padre del utilitarismo, Vicente Salvá, filólogo español,
Bartolomé José Gallardo y Antonio Puigblanch, entre otros.
Pese a la ayuda recibida por Blanco White, la situación económica de Bello se hace cada vez más precaria.
En 1812 manifiesta su intención de regresar a Venezuela, pese a lo cual un gran terremoto que asola Caracas
el 26 de marzo de 1812 no permite que su familia pueda ayudarlo, dada la pérdida de buena parte del
patrimonio familiar. Para agravar más la situación, la derrota patriota y la caída de la Primera República,
significa el fin de todo apoyo económico desde América y el encarcelamiento de su amigo Francisco de
Miranda. Ante tales descalabros, Andrés Bello presenta una solicitud de amnistía que tentativamente habían
anunciado el gobierno español ante el fracaso momentáneo de la independencia americana. Tal solicitud
aparece presentada en la embajada española en Londres, fechada el 31 de junio de 1813, un curioso error en
un eficiente y minucioso funcionario público. En una parte de aquella petición Bello expresa:
El suplicante puede alegar también en su favor la notoria moderación de sus opiniones y conducta, que aun
llegaron a hacerle mirar como desafecto de la causa de la Revolución; y cita en su abono el testimonio de
cuantas personas le hayan conocido en Caracas, de las cuales no será difícil se encuentren muchas en Cádiz
Andrés Bello
La petición de Bello no tuvo ningún resultado. Al año siguiente traba relación por medio de El Español con el
sacerdote Servando Teresa de Mier, destacado revolucionario mexicano quien publicaría varios textos en
defensa de la causa americana. Además se relaciona con Francisco Antonio Pinto, quien en esos momentos
se desempeñaba como agregado comercial en la capital británica. Éste le da a conocer a Bello que los
patriotas chilenos se han inspirado en el poema épico de La Araucana de Alonso de Ercilla para su causa.
Pinto, quien anteriormente se desempeñaba como agente comercial, había sido comisionado por el gobierno
de Chile como su agente, primero en Buenos Aires y después en Londres. En este lugar se enfrenta al igual
que Bello con la caída del gobierno patriota tras la derrota de Rancagua, que lo sume en una gran pobreza.
Pese a encontrarse en una situación similar, Bello ayuda en todo lo posible junto a Manuel de Sarratea al
infortunado diplomático. Así traban los dos una profunda amistad, siendo Pinto uno de los escasos miembros
de su círculo cercano. De regreso a Chile, Pinto tomaría parte en las victorias patriotas en Chacabuco y
Maipú, formado parte de la cúpula política del país. En 1827, ante la renuncia del capitán general Ramón
Freire a la primera magistratura, Pinto es elegido como Presidente de Chile. Durante su breve ejercicio del
cargo, en vísperas de la guerra civil y la derrota liberal en Lircay, en uno de sus últimos decretos nombra a
Bello como oficial segundo del Ministerio de Hacienda de Chile.
Sus penurias económicas no menguan con su matrimonio con la joven inglesa de 20 años Mary Ann Boyland,
con la que se casa en mayo de 1814. De esta unión nacerían sus primeros tres hijos Carlos (1815), Francisco
(1817) y Juan Pablo Antonio (1820). Su vida familiar se ve constantemente afectada por la falta de sustento,
los cuales intenta mejorar solicitando un empleo al gobierno de Cundinamarca en 1815, y al de las Provincias
Unidas del Río de la Plata al año siguiente. En este último caso, el trabajo fue concedido a Bello, pero por
razones poco claras nunca lo asumió en propiedad. Sus situación alcanza en 1816 a mejorar un poco al
recibir alguna ayuda por parte del gobierno británico, con lo que puede realizar algunas investigaciones en la
biblioteca del Museo Británico. En este lugar se encuentra trabajando, cuando Thomas Bruce, conde de Elgin,
presenta los mármoles del Partenón, en 1819. Al año siguiente colabora con James Mill en la transcripción en
limpio de los manuscritos de Jeremy Bentham. Su esposa se ve afectada por la tuberculosis, enfermedad de
la que fallece el 9 de mayo de 1821, seguida por su hijo Juan Pablo en diciembre de aquel año, siendo el
primero de nueve de sus hijos que viera morir en vida.
En esta época trabaría también amistad con el granadino Juan García del Río, y más importante aún para su
futuro, conoce en 1819 a Antonio José de Irisarri, quien se había desempeñado como director supremo
interino de Chile en 1814, y después de la independencia de Chile como canciller de la nueva República. Ese
mismo año escribe a Irisarri solicitándole explícitamente ayuda, con el fin de ser contratado en la legación
chilena en Londres. La respuesta positiva se demora, pese a los intentos del embajador en acelerarlos. Tal
designación demora más de seis meses, logrando Bello finalmente ser designado para un empleo estable,
como secretario de la legación en junio de 1822.
Durante su desempeño como secretario, Bello sigue las instrucciones de Irisarri, a quién se le encomienda
lograr el reconocimiento de Chile por Francia y el Reino Unido, además de conseguir un empréstito para la
naciente república. El encargado Irisarri responde a órdenes directas del director supremo Bernardo
O'Higgins, quien se desempeña en el mando hasta su forzada abdicación el 28 de enero de 1823. Irisarri se
ve entonces interpelado por un nuevo delegado del gobierno, Mariano Egaña, quien mantenía una antigua
disputa con Irisarri. Bello se ve envuelto en medio de un desagradable conflicto, en el cual se enfrenta con el
titular del cargo y su superior directo (Egaña), al mismo tiempo que debe un gran aprecio a su antiguo jefe
(Irisarri). Sin embargo, las suspicacias y temores iniciales de Egaña se disipan en el tiempo, al descubrir en
Bello una mente brillante. No escatima entonces elogios para hablar de quien se convertiría en uno de sus
grandes amigos, haciendo presente en una recomendación enviada en 1826, cuando Bello ya no se
desempeñaba en la legación, con el fin de favorecer su contratación por parte del gobierno de Chile. Dice
Mariano Egaña en su informe:
La feliz circunstancia de que existan en Santiago mismo personas que han tratado a Bello en Europa, me
releva en gran parte de la necesidad de hacer el elogio de este literato: básteme decir que no se presentaría
fácilmente una persona tan a propósito para llenar aquella plaza. Educación escogida y clásica, profundos
conocimientos en literatura, posesión completa de lenguas principales, antiguas y modernas, práctica en la
diplomacia, y un buen carácter, a que da bastante realce la modestia, le constituyen, no sólo de desempeñar
muy satisfactoriamente el cargo de oficial mayor, si no que su mérito justificaría la preferencia que le diese el
gobierno respecto de otros que solicitasen igual destino
Mariano Egaña
Durante esta época Bello realiza buena parte de su trabajo como escritor y poeta, dirigiendo y redactando en
gran medida el El Censor Americano (1820), La Biblioteca Americana (1823) y siendo el director de El
Repertorio Americano (1826). Todas estas obras constituyen por muchos la más grande manifestación
europea del pensamiento americano, en la cual se publican diversas y variadas obras sobre ciencias eruditas,
filología, estudios de críticas y análisis. En ellas se publican dos de los grandes poemas de Bello, la Alocución
a la poesía de 1823, y la Agricultura en la zona tórrida de 1826. Se desempeña en la legación chilena hasta
1825, cuando termina su contrato. En ese mismo año pasa a desempeñar labores iguales en la embajada de
la Gran Colombia, en las cuales sufre una gran decepción al no ser designado titular del cargo que ha
quedado vacante por parte de Bolívar. En su intercambio epistolar Bello manifiesta su decepción por lo
sucedido, manifestando su deseo de abandonar de manera definitiva Europa. En 1828, y ante reiteradas
solicitudes de Egaña, el gobierno de Chile contrata a Bello para un puesto en el Ministerio de Hacienda,
abandonado definitivamente el Reino Unido el 14 de febrero de 1829.
Santiago (1829-1865)
Andrés Bello llega a Chile en 1829, junto con su esposa Isabel Dunn, con quien había contraído matrimonio el
24 de febrero de 1824. Su designación titular es de Oficial Mayor del Ministerio de Hacienda, Académico del
Instituto Nacional, y fue el fundador del Colegio de Santiago, rival del Liceo de Chile creado por José Joaquín
de Mora. Tuvo una importante participación en la actividad literaria y cultural en el llamado Movimiento
Literario de 1842. En 1842 con la fundación de la nueva Universidad de Chile se le otorga el título de primer
rector. Participa en la edición del diario El Araucano entre 1840 a 1860, siendo el medio cultural de referencia
casi obligatoria en aquella época. Participa en el debate y polémica sobre el carácter de la educación pública
junto con Domingo Faustino Sarmiento. En estos años, durante su estadía en Chile, publíca sus principales
obras sobre gramática y derecho, recibiendo distintos reconocimientos por tal labor, siendo el más importante
el recibido en 1851 al ser nombrado miembro honorario de la Real Academia Española.
El Congreso Nacional le otorgó unánimemente la nacionalidad chilena por gracia el 17 de octubre de 1832.
Sin embargo, este acuerdo no fue publicado en el diario oficial de la época, El Araucano. Posteriormente, en
la edición del 7 de diciembre de 1832 de ese periódico se publicó un “aviso oficial” que señaló: “Se han dado
cartas de naturaleza á favor de don Benito Fernandez Maqueira, de don Carlos Eduardo Mitchall, de don
Victorino Garrido, de don Andres Bello y de don Tomas Ovejero”. En consecuencia, Andrés Bello no recibió la
nacionalidad por gracia sino que él la solicitó conforme al reglamento sobre la materia publicado el 9 de
noviembre de 1832, tal como cualquier otro extranjero.
Andrés Bello se desempeñó como senador por la ciudad de Santiago entre los años 1837 y 1864. Fue el
principal y casi exclusivo redactor del Código Civil chileno entre 1840 a 1855, considerado una de las obras
más originales de la legislación americana. Entre su obra literaria, destaca su traducción libre de la "Oración
por todos" de Víctor Hugo, considerada por muchos la mejor poesía chilena del siglo XIX. Impulsor de la
Universidad de Chile, fue designado su primer rector, desempeñando el cargo hasta su muerte.
Falleció en la ciudad de Santiago, el día 15 de octubre de 1865 y fue enterrado en el Cementerio General de
dicha ciudad.
Reconocimientos
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1777–1823
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Bandera Escudo
Religión Católica
LA CAPITANÍA GENERAL DE VENEZUELA fue una entidad territorial ultramarina indiana, integrante del
Imperio español, establecida por la Corona española durante su periodo de dominio americano, que abarcaba
un territorio similar al de la actual Venezuela. Fue gobernada por distintos capitanes generales exceptuando
un breve período cuando gobernó la Junta Suprema de Caracas tras la renuncia de Emparan hasta marzo de
1811.
Historia
El 3 de agosto de 1498 Cristóbal Colón, durante su tercer viaje, llegó a lo que hoy es Macuro, en la costa de
Paria, a la que llamó "Tierra de Gracia".
Alonso de Ojeda capituló con el rey de España el 9 de junio de 1501 para explorar las costas de Venezuela.
Se le nombró gobernador de la península de Coquibacoa o Coquivacoa (península de la Guajira) y se le
otorgó el derecho de fundar una colonia en ese territorio, lo cual hizo en la península de La Guajira el 3 de
mayo de 1502 con el nombre de Santa Cruz, que fue el primer poblado español en territorio venezolano. La
colonia duró tres meses, hasta que Alonso de Ojeda fue apresado por sus socios Juan de Vergara y García
de Campos, abandonándose la gobernación de Coquibacoa que abarcaba desde el cabo de la Vela hasta el
cabo de Chichiriviche.
El 27 de marzo de 1527, el rey de España (Carlos I) firmó la capitulación con los banqueros alemanes Welser
concediéndole el gobierno de Venezuela, al título de gobernador que se le otorgó a los Welser se le añade el
de Capitán General, refiriéndose, sin dudas a su autoridad sobre el ejército.
En 1717 Venezuela es transferida desde la jurisdicción de la Real Audiencia de Santo Domingo al virreinato
de Nueva Granada.
En 1739, al informar sobre la reconstitución del Virreinato de la Nueva Granada, el rey se refiere a "Caracas,
con el territorio de su Capitanía General". De esta forma, es evidente que en la jurisdicción militar el
Gobernador de la provincia de Caracas tenía superioridad sobre las otras provincias. Todas las provincias del
virreinato fueron agrupadas en 3 comandancias militares generales: Caracas, Portobelo y Cartagena.
Una Real Cédula del 12 de febrero de 1742 independizó a Venezuela de la jurisdicción del Virreinato de
Nueva Granada:
[editar] Antecedentes
El 8 de septiembre de 1777 se expidió por orden del rey Carlos III la Real cédula de creación de la Capitanía
General de Venezuela, agregándole las provincias circunvecinas a su jurisdicción "en lo gubernativo y militar"
y ordenando a los gobernadores de dichas provincias que "obedezcan" al capitán general y "cumplan sus
órdenes". Las provincias de Cumaná, Maracaibo, Guayana, Trinidad y Margarita son separadas del virreinato
de Nueva Granada en lo gubernativo y militar y unidas con la de Venezuela. Además, las de Maracaibo y
Guayana pasan de la jurisdicción de la Audiencia de Bogotá a la de Santo Domingo, a la cual ya pertenecen
las otras.
El Rey. - Por cuanto teniendo presente lo que me han representado el actual Virrey, Gobernador y Capitán
General del nuevo Reyno de Granada, y los Gobernaclores de las Provincias de Guayana y Maracaibo acerca
de los inconvenientes que produce el que las indicadas Provincias, tanto como las de Cumaná e islas de
Margarita y Trinidad, sigan unidas como al presente lo están al Vireynato, y Capitanía General del indicado
Nuevo Reyno de Granada, por la distancia en que se hallan de su capital Santa Fe, siguiéndose por
consecuencia el retardo en las providencias con graves perjuicios de mi Real Servicio. Por tanto, para evitar
estos y los mayores males que se ocasionarían en el caso de una invasión; he tenido a bien resolver la
absoluta separación de las mencionadas Provincias de Cumaná, Guayana y Maracaibo, é islas de Trinidad y
Margarita, del Vireynato y la Capitanía General del Nuevo Reyno de Granada, y agregarlas en lo gubernativo
y militar a la Capitanía General de Venezuela, del mismo modo que lo están, por lo respectivo al manejo de mi
Real Hacienda, a la nueva Intendencia erigida en dicha Provincia, y ciudad de Caracas, su capital. Así mismo
he resuelto separar en lo jurídico de la Audiencia de Santa Fé, y agregar a la primitiva de Santo Domingo, las
dos expresadas Provincias de Maracaibo y Guayana, como lo está la de Cumaná y las islas de Margarita y
Trinidad, para que hallándose estos territorios bajo una misma Audiencia, un Capitán General y un Intendente
inmediatos, sean mejor regidos, y gobernados con mayor utilidad de mi Real Servicio. Y en su consecuencia
mando al Virrey, y Audiencia de Santa Fe, se hayan por inhibidos y se abstengan del conocimiento de los
respectivos asuntos que les tocaba antes de la separación que va insinuada, y a los Gobernadores de las
Provincias de Cumaná, Guayana y Maracaibo, e Islas de Margarita y Trinidad, que obedezcan, como a su
Capitán General, al que hoy es y en adelante lo fuere de la Provincia de Venezuela, y cumplan las órdenes
que en asuntos de mi Real Servicio les comunicare en todo lo gubernativo y militar; y que así mismo den
cumplimiento los Gobernadores de las Provincias de Maracaibo, y Guayana a las Provisiones que en lo
sucesivo despachare mi Real Audiencia de Santo Domingo, admitiendo para ante ella las apelaciones que se
interpusieren según y en la forma que lo han hecho, ó debido hacer para ante la de Santa Fé, que así es mi
voluntad. Dada en San Ildefonso a ocho de septiembre de mil setecientos setenta y siete.- Yo el Rey.
Una Real Cédula del 15 de febrero de 1786 ordenó transferir la ciudad de Trujillo desde la gobernación de
Caracas a la de Maracaibo. La misma cédula separó de Maracaibo a la ciudad de Barinas, erigiéndola como
provincia separada.
En 1786 fue creada la Real Audiencia de Caracas con las provincias de Margarita, Venezuela, Nueva
Andalucía, Trinidad, Guayana, La Grita-Mérida-Maracaibo y Barinas, siendo su primer presidente Juan
Guillelmi.
Por real orden del 13 de agosto de 1790, se ordenó segregar de la provincia de Ríohacha el establecimiento
de Sinamaica y agregarlo a la provincia de Maracaibo en la Capitanía General de Venezuela. El 1 de agosto
de 1792 se llevó a cabo la transferencia.
Entre el 19 de abril de 1810 y el 30 de julio de 1812, los revolucionarios venezolanos mantienen juntas de
gobierno en Caracas y en las provincias de Cumaná, Margarita, Barinas, Barcelona, Trujillo y Mérida, en tanto
que Maracaibo, Coro y Guayana permanecen fieles a la Regencia que gobernaba en España. Las primeras
declaran la independencia el 5 de julio de 1811. El 25 de julio de 1812 las fuerzas independentistas de
Miranda capitularon.
Simón Bolívar entró en Caracas el 6 de agosto de 1813, pero en diciembre de 1814 los españoles
reconquistaron Venezuela.
La restablecida Constitución de Cádiz fue jurada en Caracas el 7 de junio de 1820, permaneciendo hasta
1823.
El 10 de noviembre de 1823 fue abandonado Puerto Cabello que fue el último reducto de los españoles en
Venezuela.
[editar] Territorio
Las provincias que estuvieron bajo su jurisdicción tras su creación y organización fueron:
Provincia de Venezuela: es la más antigua de las provincias, creada el 27 de marzo de 1528 y sus primeras
capitales fueron Coro (se lo conoció como Provincia de Coro o de Venezuela indistintamente en la
documentacion oficial) y El Tocuyo, durante la conquista del territorio. Los límites de esta provincia se
extendían desde el Cabo de la Vela en la Guajira Colombia hasta Maracapana, en el oriente de Venezuela. El
primer gobernador y capitán general fue el alemán Ambrosio Alfínger, representante de los Welser, quienes
conservaron la provincia hasta 1556. Fue también llamada posteriormente como Provincia de Caracas, por el
nombre de su principal ciudad y capital, fundada el 25 de julio de 1567, en el valle del mismo nombre, por el
conquistador Diego de Losada, después de vencer la fuerte resistencia de los indígenas acaudillados por el
Cacique Guaicaipuro. Desde su creación depende de la Real Audiencia de Santo Domingo. En 1717, cuando
es creado el Virreinato de Nueva Granada, es incorporada a éste y a la Real Audiencia de Santa Fe de
Bogotá. En 1723 fue suprimido el virreinato pero se mantiene dentro de la jurisdicción de la Audiencia de
Bogotá hasta 1726 en que vuelve a Santo Domingo. En 1739 fue restablecido el virreinato de Nueva Granada
incorporando a las provincias de Caracas, Maracaibo, Cumaná, Guayana, Río Orinoco, Trinidad y Margarita,
pero se mantiene en la jurisdicción de la Audiencia de Santo Domingo. En 1742 la provincia de Venezuela
pasa a depender directamente de España, dejando de ser una comandancia general y recuperando su
gobernador el rango de capitán general.
Provincia de Trinidad: creada primero en 1532, por el conquistador Antonio Sedeño, fue establecida el 1 de
septiembre de 1591 por Antonio de Berrío, quien consolidó la gobernación, el 12 de octubre de 1595, con el
nombre de Trinidad-Guayana. Originalmente bajo la jurisdicción de Santo Domingo, posteriormente a su
incorporación a la Capitanía General, fue atacada por una flota inglesa, que obtuvo la rendición de la plaza,
del gobernador de la isla, el 17 de febrero de 1797 y fue reconocida su ocupación por Tratado de Amiens en el
año 1802.
Provincia de Cumaná: reunió a las anteriores provincias o gobernaciones de Nueva Andalucía (creada en
1536) y Paria, en una única entidad creada el 27 de mayo de 1568 con Diego Fernández de Serpa como
primer gobernador. En 1633 Juan de Orpín estableció la gobernación de Nueva Cataluña con partes de las
gobernaciones de Venezuela y de Nueva Andalucía, entre el cabo Codera, el actual pueblo de Cariaco y el río
Orinoco, fundando Barcelona el 12 de febrero de 1638. En 1654 Nueva Cataluña o gobernación de Barcelona,
se integra a Nueva Andalucía. Hacia 1726 estaba integrada por los territorios de Cumaná, Guayana,
Barcelona, Maturín y la isla de Trinidad. Hasta 1739 dependió de la Audiencia de Santo Domingo y hasta 1777
de la de Santa Fe de Bogotá.
Provincia de Margarita: la isla fue la primera gobernación en Venezuela, fue capitulada por Carlos V el 18 de
mayo de 1525 a Marcelo Villalobos. Los descendientes de Villalobos gobernaron hasta 1593, fecha en que el
rey pasa a nombrar a los gobernadores de Margarita.
Provincia de Guayana: también conocida como Provincia de Angostura, fue creada en 1530 pero no
prosperó, refundada el 18 de noviembre de 1568, tampoco prosperó. Fue establecida finalmente el 19 de
marzo de 1591 por Antonio de Berrío, formó hasta 1731 una única provincia con Trinidad denominada
Trinidad de Guayana. Dependió de Santa Fe de Bogotá. En 1731 Guayana pasa a integrarse a la provincia de
Nueva Andalucía. En 1762 adquiere el rango de comandancia de Guayana como una gobernación
dependiente de Bogotá hasta 1786, fecha en que se agrega a la Real Audiencia de Caracas.
La autoridad de la Capitanía General abarcaba los asuntos de índole política, militar y económica, de todas las
anteriormente señaladas provincias; sin embargo, las mismas continuaron dependiendo judicialmente de la
Real Audiencia de Santo Domingo, y sus gobernadores eran nombrados directamente por la Corona
Española.
El 6 de agosto de 1511 el papa Julio II creó la Diócesis de Puerto Rico sufragánea de la Archidiócesis de
Sevilla. En 1519 su jurisdicción fue ampliada para incluir a todas las Antillas menores y parte de la costa de
Venezuela hasta la desembocadura del río Orinoco, conservando estos territorios hasta 1790, aunque las
islas menores se fueron perdiendo a medida que fueron ocupadas por otros países. Su primer obispo, Alonso
Manso llegó en 1512. trrt
El 12 de febrero de 1546 las diócesis de Puerto Rico y de Coro pasaron a ser sufragáneas de la Archidiócesis
de Santo Domingo.
El 20 de junio de 1637 la Diócesis de Coro fue trasladada a Caracas y renombrada como Santiago de
Venezuela.
El 16 de febrero de 1778 fue creada la Diócesis de Mérida, con territorios hasta entonces incluidos en la de
Santa Fe de Bogotá.
El 20 de mayo de 1790 el papa Pío VI erigió la Diócesis de Santo Tomé de Guayana en la costa venezolana,
separándola de la jurisdicción de la diócesis de Puerto Rico.
El 27 de noviembre de 1803 fue erigida la Caracas o Santiago de Venezuela, pasando a ser sus sufragáneas
las diócesis de (hasta entonces sufragáneas de Santo Domingo):
Diócesis de Mérida.
Diócesis de Santo Tomé de Guayana (hoy Ciudad Bolívar).
La Revolución Haitiana
El dominio francés
La cesión de la parte occidental a Francia
La pequeña isla Tortuga, cerca de la costa norte de la isla fue base de operaciones de saqueo de las
islas contíguas por los piratas asociados en la Hermandad Hermanos de la Costa que se dividían en
filibusteros, que acechaban las presas y se lanzaban al abordaje; bucaneros normalmente franceses
que se dedicaban a cazar reses alzadas, o a robarlas de las haciendas para secar los cueros y
ahumar las carnes que vendían o cambiaban a los anteriores y habitantes que eran los menos
peligrosos debido a que se dedicaban al cultivo del campo. Dirigidos por Levasseur, habían
fortalecido la isla y se habían puesto bajo el protectorado de Luis XIII de Francia.
En 1652 saquearon San Juan de los Remedios en Cuba y las autoridades de Santo Domingo los
expulsaron por más que la isla volviera en 1660 a poder de los franceses.
A partir de allí los franceses comenzaron a colonizar la zona occidental de la isla que había sido
descuidada por los españoles. En 1697 el tratado de Ryswick formaliza la cesión esa zona a Francia.
La parte francesa tomó el nombre de Saint-Domingue. La primera capital fue Cap-Français (actual
Cap-Haïtien) puerto ubicado en el norte del país.
Este grupo estaba conformado por los funcionarios del gobierno francés y los dueños de las grandes
plantaciones. Éstos eran la cúspide de la pirámide social de la colonia, también fueron conocidos
como la burguesía colonial esclavista
Los pequeños blancos
Este grupo estaba formado por blancos que no poseían tierras y que trabajaban en tareas
comerciales y artesanales. Era un grupo muy conflictivo porque tenían fuertes recelos de los mulatos
a quienes consideraban inferiores pero que muchas veces poseían fortunas muy superiores.
Un grupo muy heterogéneo. Normalmente pretendían emular la vida y las costumbres francesas. Sus
miembros llevaban cuenta precisa del porcentaje de sangre negra que llevaban en su sangre de
manera que aquellos que tenían menos porcentaje se encontraban en un nivel social más alto. Esta
clasificación era tan precisa que tenía 32 niveles diferentes con diferentes nombres para cada nivel.
Los esclavos
El término cimarrón, que tiene origen en el Santo Domingo español, quiere decir salvaje, y se aplica
a los esclavos que huían de sus dueños y que muchas veces se refugiaban en las montañas, ya sea
en forma solitaria o formando pequeñas comunidades. Aun cuando su número permaneció limitado
su importancia ha sido fundamental ya que estos fugitivos, rondaban las plantaciones para proveerse
de víveres y alentando a los esclavos a rebelarse. Entre 1751 y 1758, Mackandal, un esclavo
cimarrón nacido en África, a partir de haber perdido un brazo en las labores de un ingenio azucarero,
huye a las montañas desde donde ataca frecuentemente las plantaciones, matando blancos, muchas
veces con la ayuda de venenos, y alentando a los negros a sublevarse. Finalmente fue capturado y
ejecutado, pero su memoria, y especialmente sus tácticas, ejercieron gran influencia en los hechos
posteriores.
En 1749, se fundó la actual capital haitiana (Port-au-Prince) con el nombre de L´Hôpital. Cuando
Francia apoyó a las colonias americanas en su lucha de independencia contra Gran Bretaña un
fuerte contingente de voluntarios de Saint-Domingue combatió junto a las fuerzas francesas en el
territorio de los actuales Estados Unidos. Esta experiencia pudo haber sido importante en los
acontecimientos posteriores. Un terremoto estremeció la isla en 1751 y otro en 1770 de 7,5 grados
en la escala de Richter devastó Puerto Príncipe por completo.[3] [4] De acuerdo con el historiador
francés Moreau de San-Méry (1750-1819), "mientras que ningún edificio sufrió daños en Puerto
Príncipe durante el terremoto del 18 de octubre de 1751, la ciudad entera colapsó durante el
terremoto del 3 de junio de 1770".[5]
La Revolución Haitiana
La Revolución Francesa del 11 de septiembre de 1789 tuvo un fuerte impacto sobre la sociedad
racista y esclavista de la colonia. Inicialmente la igualdad entre los hombres proclamada por la
revolución no se aplicaba a los esclavos, pero tampoco a los mulatos ni a los negros libres. Las
luchas internas entre monárquicos, girondinos, jacobinos, etc. y las luchas contra otras naciones se
sumaron a las ya fuertes contradicciones de la sociedad colonial. Los hechos acontecidos en Francia
se reflejaban en la colonia. Todo con un cierto retraso debido a las comunicaciones.
Empieza con el conflicto de los grandes propietarios y comerciantes de la colonia y los funcionarios
Fundada incluso antes de la Revolución, en 1788 tuvo un importante papel en las discusiones sobre
la abolición de la esclavitud. Formado por un grupo bastante heterogéneo movidos por ideologías e
intereses diferentes que pretendían llevar la esclavitud a un fin. Su acción en Francia, aunque por lo
general yendo detrás de los hechos, tuvo una fuerte influencia en los acontecimientos de la colonia.
Su acción causó temor y recelo entre los propietarios de esclavos, a la vez que alentó las
esperanzas de igualdad de mulatos y negros.
En la noche del 28 de octubre de 1790 un grupo de unos 350 mulatos liderados por Vincent Ogé y
Chavannes, manifiesta frente a la Asamblea de Port-au-Prince exigiendo iguales derechos para
mulatos y negros. La manifestación es rápida y duramente reprimida con una serie de ejecuciones.
Sus líderes logran escapar a Santo Domingo, pero luego de ser entregados por los españoles, son
condenados al suplicio y ejecución pública. En Francia, horrorizados por las noticias de la colonia,
deciden otorgar la ciudadanía a un número muy reducido de mulatos muy ricos, lo que agrava aún
más la situación pues no satisface ni a los blancos ni a los mulatos. La tensión surge también entre
los pequeños blancos, autodenominados patriotas y los grandes blancos (partidarios de una
independencia al estilo de Estados Unidos, que garantizara la continuidad del sistema de los
esclavistas.
Todas esas tensiones no permanecen ajenas a los esclavos que ven en ellas la oportunidad de
liberarse. El 14 de agosto de 1791 se habría producido en Bois-Cayman una ceremonia del
sacerdote vudú Boukman que es considerada por muchos como el punto de partida de la Revolución
Haitiana. El 22 de agosto de 1791 estalla la rebelión en el norte. Dirigidos por Boukman decenas de
miles de esclavos se sublevan. No solamente matan a todos los blancos (muy pocos fueron
respetados) sino que destruyen las haciendas, que representan el instrumento de la opresión.
Boukman muere en noviembre y su cabeza es exhibida en Le Cap, pero muchos líderes continuarían
la lucha y el estado de inseguridad permanecería vigente.
La abolición de la esclavitud
El 4 de abril de 1792 la Asamblea Nacional Francesa decide otorgar la ciudadanía a los hombres
libres de color. Para aplicar la medida decide enviar tres comisionados, de los cuales los principales
eran Léger-Félicité Sonthonax y Étienne Polverel, acompañados de una fuerza de 6000 hombres,
que llegaron a la Española en septiembre de 1792. La medida contaría con la fuerte oposición de los
blancos. Para derrotarlos, Sonthonax recurre a los mulatos, y con ayuda de estos y las tropas leales
logra controlar tanto a blancos como a esclavos. Pero en febrero de 1793 se producen dos
importantes hechos: Francia declara la guerra a Gran Bretaña y el rey Luis XVI es ejecutado dando
comienzo a la República. Ambos hechos tiene inmediatas consecuencias en la colonia. Los realistas
se sublevan. El general francés Galbaud, jefe de las fuerzas en Le Cap, se subleva. Para derrotarlo
Sonthonax recurre no solo a los mulatos sino que reúne una fuerza de cerca de 10000 esclavos a los
que otorga la libertad. Logra derrotar y expulsar a Galbaud pero la liberación de tan alto número de
esclavos irrita a los mulatos, que también eran propietarios de esclavos. Privado de su principal
apoyo y ya siendo inminente la invasión por parte de los ingleses, busca el apoyo de los negros para
lo cual el 29 de agosto de 1793, Sonthonax, decreta la emancipación general de los esclavos en el
norte de Saint-Domingue, medida que rápidamente se extiende a toda la colonia. El 4 de febrero de
1794 la Convención Nacional Francesa declara abolida la esclavitud de los negros en todas las
colonias francesas.
Gran Bretaña y España vieron en la rica colonia de Saint-Domingue un apetitoso botín además de la
oportunidad de privar a Francia de una de sus mayores fuentes de recursos. En especial Inglaterra
envió en 1794 una poderosa expedición cuyo número exacto de tropas es incierto pero que puede
haber estado en varias decenas de miles que ocupó Port-au-Prince y otros puntos costeros. España,
por su parte, intento ganarse el favor de los esclavos prometiéndoles la liberación, y atacó la colonia
desde su parte de la isla. Los principales dirigentes de la rebelión de esclavos pasan a luchar por
España. La parte francesa de la isla estaba invadida por la Marina británica y por las tropas
españolas a las que se habían unido numerosos monárquicos franceses blancos. Las fuerzas
francesas son derrotadas en las ciudades costeras por los ingleses y en gran parte del interior por
los españoles.
Toussaint Louverture
Sin embargo, el 5 de mayo de 1794, Toussaint Louverture, libertador haitiano que desde 1791 hasta
entonces había luchado para España, influenciado por los comisarios y el general en jefe Etienne
Laveaux, se inclina al bando francés. El ejército que estaba a su mando, en el que había soldados
negros, mulatos e incluso algunos blancos atacó a sus antiguos aliados y les arrebató una decena de
ciudades. En un año, y gracias a su hábil manejo de la situación, rechazó a los españoles hasta la
frontera oriental de la isla y consiguió derrotar a sus antiguos jefes, que habían permanecido leales a
España. En marzo de 1796, salvó a Laveaux, con problemas por su severidad tras una rebelión de
mulatos en Cap-Français.
Sin embargo la lucha contra los británicos resultó más complicada. Toussaint no pudo echarlos ni del
Norte ni del Oeste. En el Sur, el general mulato André Rigaud lograba contenerlos, pero no era
capaz de rechazarlos.
El regreso de Sonthonax como comisario civil en mayo de 1796 hizo planear sombras a las
ambiciones de Toussaint Louverture de convertirse en el único dirigente. Consiguió que Lavaux y
Sonthonax fueran elegidos en septiembre de 1796 diputados ante el Directorio para que de ese
modo volvieran a la metrópoli: el primer desde octubre, el segundo en agosto de 1797. Pero para
tranquilizar a Francia, envió a sus dos hijos a estudiar a París.
Gracias a las armas llegadas con la comisión de 1796, L ouverture contaba con un ejército de 51000
soldados (entre ellos 3000 blancos). Reemprendió la lucha contra los británicos y tuvo diversas
victorias, aunque ninguna de ellas fue decisiva. Cansados por esa resistencia, luego de fuertes bajas
debido tanto a las luchas como a las enfermedades, ante la amenaza de un contraataque de
Toussaint en Jamaica y con poco que ganar en esa guerra, los británicos decidieron negociar.
Louverture consiguió apartar de las negociaciones al último comisario civil Julien Raimond y al último
general en jefe Hédouville, llegado en marzo de 1798. Para deshacerse de Hédouville, L ouverture
alertó a los negros del Norte, que el 16 de octubre de 1798 se rebelaron contra el general, que había
ordenado el desarme de los negros, lo que obligó a Hédouville a reembarcarse precipitadamente
hacia Francia junto a numerosos blancos. El 31 de agosto de 1798, los británicos dejaban la isla de
La Española.
Una vez libre de los controles franceses, Toussaint se volvió contra el jefe de los mulatos, Rigaud. L
ouverture, secundado por los generales Jean-Jacques Dessalines y Henri Christophe, aprovechó un
incidente y le provocó, con lo que Rigaud inició las hostilidades en junio de 1799 dando comienzo a
la Guerra de los Cuchillos. Desde noviembre la facción mulata se encontraba acorralada en el puerto
estratégicamente importante de Jacmel, en la costa meridional. Alexandre Sábes, llamado Pétion,
encabeza la defensa, y Jean Jacques Dessalines dirige el asalto. La caída de Jacmel en marzo de
1800 pone fin a la revuelta y Rigaud y Pétion, junto con otros dirigentes de color, se exilia a Francia.
Toussaint derrotó a las tropas de su enemigo tras una sangrienta guerra.
Con estos hechos desplazó a sus adversarios internos y a las autoridades francesas, aunque nunca
proclamó la independencia. En enero de 1801 invade la parte española de la isla (que en 1795 había
sido cedida a Francia por el Tratado de Basilea) y la anexa, liberando a los esclavos. El mismo año
(el 9 de mayo), propone un Proyecto de Constitución por la cual la colonia, aún proclamándose parte
integral de Francia, tendría un gobierno que gozaría de una enorme autonomía y otorgándose a sí
mismo el gobierno vitalicio. La Constitución es rechazada por Napoleón quién decide enviar una
fuerte expedición militar a reconquistar la isla además de restablecer la esclavitud.
Napoleón tenía planes de establecer un gran imperio colonial en América para lo cual se hizo ceder
el enorme territorio de la Luisiana de parte de España y necesitaba recuperar el control total de su
principal colonia: Saint Domingue. En enero de 1802 una fuerte expedición militar de 24000
hombres, al mando del cuñado de Napoléon, el general de brigada Charles-Victor-Emmanuel
Leclerc, hizo arribo a Haití logrando en un primer momento el acatamiento de una parte de los
haitianos bajo falsas promesas de no reinstaurar la esclavitud y de respetar los grados militares de
los haitianos. En esta expedición regresaban Rigaud y Pétion, los líderes mulatos expulsados por
Louverture. Los franceses gobernaron también el este de La Española por un período de seis años
hasta ser expulsados por un grupo de dominicanos quienes bajo el mando de Juan Sánchez
Ramírez reincorporaron la parte oriental al dominio de España.
Pero Louverture, con la otra parte de los haitianos, no se dejó engañar fácilmente. Se replegó hacia
posiciones más seguras, a la vez que seguía una política de tierra quemada y firmó un pacto de
amistad con Gran Bretaña. Christophe incendió Le Cap ante la llegada de los invasores. Port-de-
Paix, Saint-Marc y Gonaïves corrieron igual suerte. Los comienzos de la campaña no fueron felices
para Toussaint. El general Maurepas, se sometió en Port-de-Paix. Toussaint mismo fue vencido en
Ravine-à-Couleuvres y Dessalines fracasó contra Port-au-Prince. Leclerc intuyó los planes de
Toussaint y ordenó la marcha convergente de sus tropas contra Les Cayes, sobre uno de cuyos
montículos se alzaba el fuerte de la Crète-à-Pierrot, donde se libró, del 11 al 24 de marzo, el
combate más glorioso de la historia haitiana. La parte española de la isla apenas ofreció resistencia,
pero en la ciudad de Santo Domingo, el gobernador haitiano, general Paul Louverture, se negó a
entregar la plaza, contra el deseo de los dominicanos, que se aliaron a los franceses, quien luego de
ardua lucha tomaron la plaza.
El 2 de mayo de 1802, Toussaint ofreció su capitulación a cambio de quedar libre y de que sus
tropas se integraran en el Ejército francés.
El arresto de Toussaint, seguido de una orden de desarme general de la población, exaltó los
espirtus, y Charles Belair se proclamó general en jefe de los rebeldes. El general Dessalines (ahora
en el bando francés) obtuvo autorización de Leclerc para combatirlo, y lo apresó en una emboscada.
Juzgado ante un Consejo de guerra, Belair fue fusilado.
Consecuencias de la Revolución
Etapas
La lucha por la independencia en Haití se desarrolló en varias etapas. En la primera, los grandes
terratenientes, los esclavos, los comerciantes y los blancos pobres -llamados petits blancs- se
solidarizaron con el movimiento revolucionario que había estallado en la metrópoli y formaron una
asamblea local, que reivindicaba el fin del pacto colonial. En una segunda etapa, los mulatos libres
comenzaron a apoyar la revolución metropolitana, creyendo que con eso obtendrían de los blancos
residentes en la colonia la plena igualdad de derechos para los hombres libres, independientemente
del color. Sin embargo, en 1790 los plantadores blancos reprimieron ferozmente las reivindicaciones
de los libertos. Y estos, a su vez, no tuvieron otra alternativa que aliarse, un año después, con dos
grupos de esclavos sublevados o marrons.
La Guerra de la Independencia
La política de sangre inaugurada por Leclerc hizo ver a los oficiales de color que no había seguridad
para ellos junto a los franceses. Así, en la noche del 13 al 14 de octubre de 1802, el mulato Pétion y
Clerveaux desertaron. Christophe y Dessalines no tardaron en unírseles. Desde ese momento las
bandas que merodeaban por los campos tuvieron líderes y se inició la verdadera guerra de
liberación.
Mientras tanto, Leclerc murió de fiebre amarilla y tomó el mando el general Rochambeau, cuya
tiranía enajenó a Francia las últimas simpatías de los haitianos.
Pétion, reconoció a Dessalines general en jefe de los rebeldes (con motivo a la conferencia secreta
de Arcahaie), y este hecho hizo que la mayoría de los jefes de banda se agruparan alrededor del
último.
A fines de 1802, Dessalines, asistido por Christophe y Pétion toman la dirección de la lucha por la
independencia radicalizando el legado de Louverture. Logran la unidad de negros y mulatos.
Hasta 1803, el Sur había asistido a los acontecimientos sin tomar parte de la rebelión. Al final, el
general Nicolas Geffrard lo arrastó al movimiento liberador.
Dessalines desplegó una actividad extrordinaria desde noviembre de 1802, por todo el Noroeste y el
Oeste. Tras crear el 18 de mayo de 1803 la bandera nacional, fraternizó en la llanura de Les Cayes
con Geffrard.
La lucha se generalizó contra el ejército cada vez más reducido de Rochambeau, y luego de una
serie de campañas (Jérémie, Jacmel, Saint-Marc, Fort-Liberté y Anse-à-Veau), el 11 de octubre,
Port-au-Prince capituló y el 17 Geffrard entro en Les Cayes. A fin de mes, Francia solo conservaba el
Môle Saint-Nicolas y Le Cap, que Dessalines resolvió tomar, para lo cual concentró 20000 hombres
en Limbé. Comprendiendo que un sitio en regla era preferible a una ofensiva, empezó el 18 de
noviembre a bombardear los fuerte de Breda y de Charrier. Esta campaña que culminó el 18 de
noviembre de 1803 con la decisiva victoria haitiana en la Batalla de Vertierres, que obligó a las
tropas francesas a capitular en Le Cap. El 4 de diciembre, Rochambeau capituló en el Môle Saint-
Nicolas, terminando de este modo la guerra de independencia.
Dessalines, un esclavo nacido en una plantación del Norte, quedó como jefe del recién Estado
haitiano. Decidió después de su primer año de mandato proclamándose a sí mismo Emperador del
país con el nombre de Jacques I, dando lugar al Imperio de Haití. El emperador dio a su gobierno
una fuerte impronta nacionalista pero al mismo tiempo buscó consolidar su poder personal creando
un Estado autocrático, similar al que nacía en Francia durante esos años. Sus métodos autoritarios,
derivados de la implementación del «fermage», y una suma de luchas en toda la isla llevaron a una
decadencia del imperio, lo que dio como resultado que el este de la isla fuese recuperado por los
españoles, mientras que en el oeste se constituyese un complot entre los generales Christophe y
Petion que dio como resultado su asesinato en 1806. Los instigadores del complot, debido a sus
divergencias, libraban luchas por el liderazgo que desembocaron en la división del territorio desde
1806 y una guerra declarada como tal hasta 1810. Henri Christophe, un antiguo esclavo, estableció
en el norte el Estado de Haití, que en el año 1811 se convirtió en el Reino de Haití, proclamándose
como rey Henri I; en el sur, el mulato Alexandre Pétion gobernó la República de Haití, que brindó
amplio apoyo en armas y dinero a Simón Bolívar, a cambio de la abolición de la esclavitud en los
territorios que fueran liberados. Pétion estaba convencido de que sólo la independencia de toda
América garantizaría la de Haití, acosado por las potencias europeas y por Estados Unidos. Muerto
Pétion en 1818, el general Jean Pierre Boyer es electo presidente de la república y cuando Henri I se
ha suicidado, reconquista el norte del país en 1820 consolidando la república.
Negativas a la Independencia
Los sucesos siguientes reflejaron la pugna entre las autoridades mulatas y las masas populares afro-
descendientes.
En 1843, el general Boyer fue depuesto en una revuelta militar liderada por Charles Rivière-Hérard y
obligado a exiliarse a Francia, lo que se tradujo en en el restablecimiento por breve tiempo del
sistema parlamentario y en la aprobación de la Constitución de 1843. Un año después la República
Dominicana recuperaría su independencia.
Soulouque
El 1 de marzo de 1847, el general Faustin Soulouque fue elegido Presidente de la República, pero
contrariamente a lo imaginado por los senadores Ardouin y Dupuy, demostró su fuerte voluntad y
empezó a favorecer a los negros contra los mulatos. Una conspiración de estos fue reprimida con
confiscaciones, proscripciones y ejecuciones. Los soldados negros efectuaron una matanza general
en Port-au-Prince, que sólo cesó cuando el cónsul francés Charles Reybaud amenazó con un
desembarco de soldados de su país.
En 1848, Soulouque fue designado Presidente Vitalicio de Haití, de acuerdo con la constitución de
1846. En marzo de 1849 invadió la República Dominicana con un ejército de 4000 hombres, pero fue
derrotado por el general Pedro Santana el 21 de abril de ese año en las vecindades de Ocoa y hubo
de retirarse.
A fines de 1855 invadió nuevamente la República Dominicana y otra vez fue derrotado por Santana,
y al año siguiente fracasó en otro intento.
La crisis económica se adueñó del país y hubo varias insurrecciones, que fueron duramente
reprimidas. En diciembre de 1858 estalló una nueva revuelta, encabezada por el general Fabre
Geffrard, Duque de Tabara, que tras varios choques con las fuerzas imperiales entró en al capital el
15 de enero de 1859. Los soldados de Faustin I se negaron a combatir y el monarca se refugió en el
consulado francés. Poco después se le permitió abandonar el país con rumbo a Jamaica, a bordo del
buque británico Melbourne, llevando consigo a su familia y copiosas riquezas en dinero y piedras
preciosas. Sus bienes en Haití fueron confiscados por las nuevas autoridades.
República
Después de más de un año de situación anárquica, Florvil Hyppolite fue designado por el Consejo
Constitucional como presidente para el período 1889 - 1896. Su gobierno otorgó amnistía general
para los presos políticos y exiliados haitianos y emprendió planes de obras públicas para mejorar los
puertos, mercados, redes hidráulicas, telégrafos y teléfonos. En 1891 enfrentó la voluntad de los
Estados Unidos de hacerse conceder la punta noroeste del país: el malecón de San Nicolás. [8]
Hyppolite murió en 1896 de infarto cardíaco poco antes de terminar su período presidencial.
El 6 de diciembre de 1897, tras el encarcelamiento del residente alemán Lüders, Alemania envió a
Haití dos barcos de guerra para exigir una indemnización exorbitante y las excusas oficiales del
presidente Tirésias Simon Sam, que fue así humillado y desprestigiado y terminó renunciando el 12
de mayo de 1902. Las luchas entre facciones militares reanudaron. Pierre Nord Alexis se sostuvo sin
embargo como presidente seis años entre diciembre de 1902 y diciembre de 1908, cuando fue
derrocado tras intentar erigirse como presidente vitalicio. Sigue un período de inestabilidad, un
I. La juventud de Bolívar.
Simón Bolívar nació en Caracas el 24 de julio de 1783. Su ciudad natal era la capital de la Capitanería General de
Venezuela. Era hijo del coronel Juan Vicente Bolívar Ponte y de Doña María de la Concepción Palacios Blancos, ambos
salidos de familias españolas de gran descendencia.
Estas dos familias, viviendo sobre suelo americano por numerosas generaciones, hacían parte de la poderosa clase
social de los "Mantuanos", lo que les valía grandes privilegios.
Fue en ese cuadro que nació Simón Bolívar, a quien uno de los miembros de la familia, el padre Juan Félix Jérez-
Aristiguieta Bolívar redactó un testamento en su favor, asegurándole una fortuna muy grande.
Simón, a quien su madre no podía amamantar, se vio confiado a una nodriza negra, Hipólita, una de las esclavas de la
familia. Ésta hizo más que alimentar a Simón, se ocupaba de él como si fuera su propio hijo, y sobre todo a la muerte
del coronel Bolívar cuando su hijo tenía apenas 7 años. Simón Bolívar guardaría siempre en su corazón mucha ternura
por Hipólita.
Alrededor del año 1790, María Antonia, Juana, Juan Vicente, y Simón, se paseaban bastante seguido con su madre en
sus tierras del valle de Aragua. Simón fue tocado por la belleza y la tranquilidad de los paisajes que descubría.
Pero el encanto se rompió el 6 de julio de 1792, cuando murió su madre, quien había tenido siempre una salud frágil.
Los Bolívar quedaron huérfanos. Las dos muchachas, aunque muy jóvenes, no tardaron en casarse, y fue el abuelo
materno, don Feliciano, quien devino el tutor de Simón, de apenas 9 años.
Pero el joven Simón sufrió mucho por la desaparición de sus padres.
Simón había aprendido a leer, escribir y contar con diferentes preceptores. Fue a la Escuela Pública, dirigida por
Simón Rodríguez, un hombre original y progresista, cuyas ideas pedagógicas y sociales tendrían mucha influencia
sobre un joven de caracter aún muy maleable.
Pero entretanto, don Feliciano falleció a su vez, y la tutela regresó a Carlos Palacios, su tío, con quien Simón no se
entendía para nada. Don Carlos, soltero, pasaba mucho tiempo en sus haciendas, y Simón, librado a su suerte, se
paseaba en las calles de Caracas con muchachos que no eran de su rango.
A los 12 años, Simón Bolívar se fugó y fue a buscar refugio con su hermana María Antonia. Pero el niño es
reconducido a su casa, después confiado como interno a cargo de su maestro Simón Rodríguez.
Rodríguez no tardó en ganar la confianza de Simón, y en algunos meses lazos estrechos iban a ligarlos, lazos de
simpatía, que durarían hasta la muerte.
Admirador de Rousseau y otros filósofos franceses, Rodríguez iba a enseñarle mucho a Simón Bolívar, empleando
mucho tacto, sensibilidad y firmeza igualmente. Fue en ese momento que Simón abrió sus ojos, su espíritu y su
corazón a los ideales que marcarían su vida.
Rápidamente, conoció a María Teresa Rodríguez del Toro y Alaiza, una joven española de quien se enamoró. Pensó
inmediatamente en fundar una familia, tener descendencia y regresar a Venezuela para disfrutar de sus bienes. Pero su
tío pensó que era un poco precipitado y le aconsejó viajar algún tiempo. Sería tiempo de pensar en el matrimonio un
poco más tarde.
En la primavera de 1801, viajó a Bilbao donde permaneció el resto del año. Después fue a Francia, a París y Amiens. El
país, su cultura, las gentes lo encantaron. En el mes de mayo de 1802, estaba de nuevo en Madrid donde se casó, el 26,
con María Teresa. Los dos jóvenes esposos viajaron a Venezuela, pasando momentos felices hasta enero de 1803,
fecha en la cual murió María Teresa.
En una carta dirigida a un amigo que vivía en Francia, Bolívar expresó sus sentimientos después de la muerte de su
esposa: "La he perdido; y con ella la vida de dulzura que alegraba mi tierno pecho... El dolor no me deja un solo
instante de sosiego". Era una emoción profunda y sincera, expresada con mucho romanticismo.
El joven viudo regresó a Europa a fin de ese mismo año, pasando por Cádiz y Madrid, y se instaló en París en la
primavera de 1804.
En París, Bolívar llevó una vida social muy intensa, aprovechando los placeres que ofrecía la capital francesa. Hubo
amores furtivos con una dama francesa, Fanny Du Villars, a quien frecuentaba en los salones, a los cuales iban los
hombres políticos, militares, diplomáticos, científicos, comerciantes y las bonitas mujeres.
Leía mucho, asistía a conferencias y observaba con sagacidad los acontecimientos políticos y militares que estaban
cambiando el mundo. Fue la época, en 1804, cuando Napoléon fue coronado emperador. Esto impresionó mucho a
Bolívar quien admiraba el genio militar de Bonaparte, pero criticó su subida al trono imperial.
En el curso de sus conversaciones con los sabios Humboldt y Bonpland, Bolívar comenzó a abordar el tema de la
independencia de América del Sur.
En Francia, encontró a su maestro y amigo Simón Rodríguez. La misma pasión del saber los animaba. Juntos viajaron
a Italia, en 1805. En Roma, en el mes de agosto, hicieron la ascensión del Monte Sagrado donde Bolívar, de un tono
solemne, juró jamás dejar su alma en reposo ni su brazo mientras la América Hispanoparlante no sea libre de la
dominación española. Era un bello gesto romántico, pero no sería solamente un gesto... Sería el Libertador, el que
prometió y cumplió sus promesas.
Después de haber visitado Nápoles, Bolívar regresó a París a comienzos del año 1806, e integró por un tiempo logias
masónicas. A fines de aquel año, embarcó a Hamburgo en un navío que lo condujo a Charleston, en enero de 1807.
Recorrió una parte de Estados Unidos y regresó a Venezuela hacia mediados de año.
Durante su estancia en la República del Norte, tomó conciencia de lo que representaba la "libertad racional".
El momento llegó cuando, el 19 de abril de 1810, comenzó en Caracas la revolución de independencia. Bolívar devino
coronel, fue comisionado por la Junta de Caracas, con Luis López Méndez y Andrés Bello, para viajar a Londres, y
exponer delante del gobierno británico los deseos de Venezuela, deseosa de mantenerse, al menos, autónoma del
gobierno que en España había tomado el poder, después de la detención de Fernando VII por Napoleón.
Bolívar, muy en su interior, aspiraba a la total independencia. Pero el gobierno inglés observaba una prudente reserva.
En Londres, donde permaneció durante dos meses, Bolívar - quien contaba con el apoyo franco y entusiasta de
Miranda - podía apreciar el funcionamiento de las instituciones británicas.
A fin de este año, Bolívar estaba de regreso. Poco tiempo después, Miranda regresó también a su patria. En tanto que
miembro eminente de la Sociedad Patriótica, Club Revolucionario, Bolívar era uno de los más ardientes en pedir al
Congreso que proclamara la independencia.
Después del 5 de julio de 1805, combatió bajo las órdenes del general Miranda a fin de someter a los realistas que
ocupaban Valencia. El 23 de julio de 1811, Bolívar recibió su bautismo de fuego y combatió por primera vez.
El 26 de marzo de 1812, mientras que un temblor de tierra causó enormes desgastes y numerosas pérdidas humanas
en Caracas y alrededores, Bolívar, en la Plaza de San Jacinto, encaramado sobre un montón de ruinas, lanzó esta
famosa declaración: "Si la naturaleza se opone a nuestros designios la combatiremos y haremos de suerte que ella
nos obedezca". Era la actitud de un hombre que no cedía, cualesquiera fueran las dificultades que pudiera encontrar
en su camino; era, también, una forma de contrarrestar el desaliento y el terror que se habían apoderado de muchos
republicanos frente a tal catástrofe.
Algunos meses más tarde, comandando la plaza fuerte de Puerto Cabello, Bolívar no pudo, pese a sus esfuerzos,
impedir que caiga en manos de los realistas. Sus propios soldados lo abandonaron y se alinearon bajo las órdenes de
los españoles. Debió huir con un puñado de fieles oficiales.
Algunas semanas más tarde, Miranda debió capitular ante el jefe realista Monteverde, y la Primera República de
Venezuela se apagó. En la Guaira, un grupo de jóvenes oficiales, entre los cuales se encontraba Bolívar, detuvieron al
infortunado Precursor, Francisco de Miranda, y lo libraron a los españoles.
Bolívar obtuvo un pasaporte gracias a la generosa intervención de su amigo Iturbe, y pudo partir, en exilio, a Curaçao.
Desde allá se fue a Cartagena, donde el 15 de diciembre de 1812 publicó un manifiesto en el cual expuso sus
principales ideas, que guiaron su acción en los próximos años: un solo mando para luchar hasta la victoria, y la unión
de todos los países hispano-americanos para lograr y consolidar la independencia y la libertad.
Estos principios eran claros y simples. Bolívar se daba cuenta de que el fracaso de 1812 venía de la desunión. Había
que concentrar los esfuerzos de todos los americanos para ganar la guerra y organizar a continuación las nuevas
naciones. Había que convencer a los criollos de la exactitud de su causa y adiestrarlos en la lucha por la
independencia. Esta lucha no podía desarrollarse en un solo país, sino sobre todo el continente a fin de hacer
doblegar la dominación realista.
Simón Bolívar
El Libertador
2da parte
IV. En ruta hacia la independencia.
Poco tiempo después, Bolívar transformó sus palabras en hechos. A la cabeza de un pequeño ejército, limpió las
márgenes del río Magdalena de todo enemigo, y tomó, en febrero de 1813, la ciudad de Cucuta. Fue en mayo que él
comenzó la liberación de Venezuela.
Por una serie de combates y de hábiles maniobras, Bolívar condujo sus tropas de la frontera del Tachira hasta
Caracas, donde entró el 6 de agosto. Cuando su pasaje por Trujillo, el 15 de junio, redactó el Decreto de Guerra a
Muerte, con el fin de afirmar el sentimiento nacional de los venezolanos y obtener una mayor cohesión.
Poco tiempo antes, en la ciudad de Mérida, la población lo había proclamado Libertador, título que recibió
solemnemente, en octubre de 1813, en Caracas y con el cual él pasaría a la historia.
El período que va desde agosto de 1813 a julio de 1814 (la Segunda República) fue en verdad el Año Terrible de la
Historia de Venezuela. La Guerra a Muerte estaba en su paroxismo, y los combates eran indecisos. Girardot y Ricaurte
se sacrificaban heroicamente. Urdaneta defendía Valencia. Ribas triunfaba en la Victoria. Mariño, quien había liberado
el oeste del país, arrivaba en ayuda de Bolívar y triunfaba en la batalla de Bocachica. Bolívar se defendía uñas y
dientes en el campo parapetado de San Mateo.
Batalla tras batalla, solicitó apoyo de los civiles notables para restaurar las instituciones, proclamó decretos, y redactó
artículos para La Gazeta de Caracas.
Desgraciadamente, los realistas dirigidos por el infatigable Boves, batieron en la Puerta a Bolívar y Mariño en junio de
1814. La Segunda República estaba herida de muerte. Los Republicanos debieron abandonar Caracas. Una gran
cohorte, población y ejército reunidos, se dirigió hacia Barcelona y Cumana. Los Republicanos sufrieron una nueva
derrota en Aragua de Barcelona.
En Carupano, Bolívar y Mariño perdieron la autoridad sobre sus propios compañeros de armas. El Libertador se fue a
Nueva Granada por un segundo exilio, después se va a la colonia británica de Jamaica en mayo de 1815.
Entretanto, una poderosa armada y un ejército aguerrido, bajo el mando del general Pablo Morillo, desembarcaba en
Venezuela. La causa de la independencia parecía perdida.
Bolívar se quedó en Jamaica hasta diciembre de 1815. Después de haber escapado milagrosamente a una tentativa de
asesinato en Kingston, se fue a Haití donde recibió la generosa ayuda del presidente Alejandro Petion. Gracias a él, su
expedición logró alcanzar Margarita, después Capurano y Ocumare de la Costa. Allá decretó la emancipación de los
esclavos, convencido de que un país que combate por la libertad no podía albergar en su seno el cáncer social de la
esclavitud.
Separado en Ocumare del grueso de sus fuerzas, Bolívar estaba a punto de caer prisionero e intentó suicidarse para
no sufrir tal ignonimia. Por suerte, el mulato Bideau lo salvó y lo condujo a bordo de un navío. Volvió a Haití donde
obtuvo una nueva ayuda del presidente Petion.
Logró volver a Margarita a fin del año 1816, y de allí alcanzó Barcelona en enero de 1817.
Su objetivo era ahora la liberación de la Guyana, para hacer la base de sus próximas ofensivas republicanas y un
punto de contacto con el exterior gracias al Orinoco. Pudo contar con el ejército del general Manuel Piar, quien había
ya comenzado la conquista.
En el mes de junio, la capital Angostura (Ciudad Bolívar hoy) cayó en manos de los republicanos. Un gobierno es
nombrado con Bolívar como Jefe Supremo.
Pero Bolívar se enfrentaba a la anarquía que ganaba las tropas. En octubre de 1817, el general Piar fue fusilado,
condenado a muerte por un consejo de guerra.
Los llaneros quienes, en su mayor parte, habían combatido para los españoles, combatían en adelante por la
República bajo las órdenes del general José Antonio Páez, quien venía de unirse al Libertador. Numerosos voluntarios
europeos llegaban igualmente. En plena guerra, Bolívar se preocupaba de organizar el Estado de Derecho, y convocó a
un congreso que se reunió en Angostura el 15 de febrero de 1819.
A mediados del año 1819, el ejército republicano, Bolívar a la cabeza, atravezó los Andes y venció al ejército realista de
Nueva Granada en los Pantanos de Vargas y en Boyaca. El ejército entró triunfante en la ciudad de Bogotá.
En diciembre de 1819, ante la insistencia de Bolívar, el Congreso de Angostura creó la República de Colombia, que
comprendía Venezuela, la Colombia actual, Panamá y Ecuador.
En 1820, después de ásperas negociaciones, un armisticio fue firmado en Trujillo por Bolívar y el general Morillo. Este
tratado significó a la vez el fin de la Guerra a Muerte y el reconocimiento de la Gran Colombia por el gobierno de
Fernando VII.
V. La independencia total.
Pero la paz no duraría mucho tiempo. En 1821, las hostilidades recomenzaron, y el 24 de junio se desarrolló en la
llanura de Carabobo la batalla decisiva para la independencia de Venezuela, que sería ratificada, en 1823, por la batalla
naval del lago Maracaibo.
Después de Carabobo, Bolívar fue recibido triunfal en su ciudad natal, pero él miraba ya hacia Ecuador, aún dominado
por los españoles. La única recompensa que pidió después de la victoria de Carabobo, para él y su ejército, fue la
libertad de los esclavos.
En 1832, el general Sucre marchó sobre Quito desde Guayaquil, que se había sublevado contra los realistas, mientras
que Bolívar atacaba por el norte desde Popayan. La batalla de Bombona, ganada por Bolívar en abril debilitó a los
realistas, mientras que la de Pichincha, ganada por Sucre el 24 de mayo dio la libertad definitiva a Ecuador. Bolívar
llegó a Quito algunas semanas más tarde, donde conocería a Manuela Sáenz, de quien se enamoraría.
El 11 de julio, Bolívar se encontraba en Guayaquil, donde desembarcó el general José de San Martín, llegando desde el
Perú. Las dos grandes figuras de la independencia sudamericana se abrazaron. San Martín venía a negociar el destino
futuro de Guayaquil, pero la provincia estaba ya incorporada a la República de la Gran Colombia.
Bolívar pasó los últimos meses del año 1822 y la primera mitad del siguiente en Ecuador. Atravezó el país, de
Guayaquil a Cuenca, de Loja a Quito, después se fue a Pasto, en el sur de la Nueva Granada, donde los paisanos fieles
al rey se sublevaron. Era necesario someterlos.
Después regresó al sur de Ecuador, a Guayaquil. Seguía atentamente el desarrollo de la guerra en Venezuela, donde el
general realista Morales resistía. Pero pronto fue derrotado en Maracaibo, en tierra y en mar.
La situación en Perú preocupaba mucho a Bolívar porque, después de la partida de San Martín, la oligarquía de Lima
no había podido vencer al poderoso ejército realista que se mantenía siempre en el país. Esta presencia amenazaba no
solamente la independencia de Perú, sino también la de todos los otros países sudamericanos.
En 1823, el Perú llamó al Libertador en su ayuda porque los republicanos estaban divididos y una potente armada
realista amenazaba destruir la obra comenzada por San Martín. Bolívar desembarcó en Callao en septiembre de 1823, y
se fue inmediatamente a Lima, donde el Congreso le acordó poderes excepcionales. Fue nombrado Dictador (como en
la antigua Roma), para salvar al Perú. Bolívar concentró toda su energía en este objetivo. Cuando un amigo, viéndolo
hundido por la enfermedad y a causa de todas las traiciones, le preguntó lo que pensaba hacer, el Libertador le
respondió: "¡Triunfar!".
Con el apoyo de ardientes republicanos peruanos como Unanue y Sánchez Carrión, Bolívar enfrentó todas las
dificultades, las penurias, las traiciones y las decepciones, y superó igualmente la enfermedad que minaba su
organismo.
Su genio y su fe en el destino de América lo conducirían al triunfo. En agosto de 1824, la victoria de Junín hizo inclinar
la balanza en favor de los republicanos. En diciembre, la batalla de Ayacucho ganada por el más valiente de los
generales del Ejército republicano, Antonio José de Sucre, puso fin a la Guerra de Independencia. La etapa militar
estaba terminada y había llegado la hora de reorganizar política y socialmente los nuevos estados, para reforzar la
unión y, con la paz, modernizar el continente.
En 1825, el Libertador visitó Arequipa, Cuzco y las provincias del Alto Perú. Ellas constituían una nación
independiente, bajo la protección de Bolívar, de quien tomaría el nombre: Bolivia. Para ella, el Libertador redactó un
proyecto de constitución que él consideraba aplicable, en líneas generales, a todos los otros países que su espada
había liberado.
Redactó igualmente numerosos decretos orientados hacia la Reforma Social, con el objeto de proteger a los indígenas,
favorecer la educación organizando escuelas y universidades, construir rutas, desarrollar el comercio y la agricultura:
en una palabra, poner en plaza el progreso, que era su objetivo principal. La guerra no había sido más que un medio
para conseguir la independencia para comenzar a continuación la verdadera revolución.
Fue el período más brillante del Libertador. Mientras que estaba de paso en la ciudad de Pucara, un abogado de origen
inca, José Domingo Choquehuanca, le confió una profecía el 2 de agosto de 1825: "Vuestra gloria crecerá con los
siglos como la sombra se apaga cuando el sol se esconde".
Un día, agentes diplomáticos de Buenos Aires vinieron a buscarlo a Potosí, para obtener su apoyo en un conflicto
entre el Río de la Plata y el Imperio de Brasil.
Para llevar a cabo sus proyectos de reforma socio-política, el Libertador contaba ahora con Simón Rodríguez. Bolívar,
en plena madurez, buscaba de nuevo el apoyo de su antiguo maestro y amigo. Ambos aspiraban a una profunda
transformación de las sociedades americanas, gracias a la educación y al trabajo, y basada sobre las realidades
humanas, geopolíticas y económicas del Nuevo Mundo. Porque para ellos - y para hombres tales como Gual, Revenga,
Vargas, Mendoza, Sucre, Bello...- la independencia adquirida por las armas en Boyaca, Carabobo, Pichincha, Junín y
Ayacucho no era más que el primer paso hacia la autodeterminación. No bastaba ser independiente de España, había
que ser también libre. Y para eso existían dos medios: el trabajo y el saber.
En abril de 1826, una revolución llevada por el general Páez estalló en Venezuela. Bolívar regresó a su suelo natal y
logró restablecer la paz, evitando los horrores de la guerra civil, en 1827.
Durante los seis primeros meses de 1827, Bolívar restauró la autoridad y el orden público. Pero se encontró enfrentado
a una terrible crisis económica, consecuencia de la bancarrota de una de las bancas inglesas, depositaria de una parte
de los fondos de la Gran Colombia. Sin embargo, Bolívar se esforzó en poner el orden en las finanzas, hizo pagar a los
deudores, combatió la corrupción con Cristóbal Mendoza y José Rafael Revenga.
Con el nombramiento del Doctor José María Vargas en el puesto de Rector de la Universidad de Caracas, reformó esta
institución y la abrió a los jóvenes deseosos y capaces de estudiar.
Pero las fuerzas de la desunión dominaban a las de la unidad. Los partidos políticos estaban en total desacuerdo y
nada parecía funcionar correctamente.
Bolívar fue proclamado Dictador en Bogotá. Aceptó el mandato para intentar salvar su obra. El 25 de septiembre de
1828, fue víctima de un atentado al cual escapó gracias a su sangre fría y a la presencia de espíritu de Manuela Saenz.
Poco después, debió ponerse otra vez en campaña para enfrentar la invasión de los peruanos en el sur de la república,
y permaneció en Ecuador casi todo el año 1829.
En su ausencia, el Consejo de Ministros proyectó instaurar una monarquía en Colombia, pero Bolívar logró rechazar
esta idea, reiterando su antiguo consejo: "Libertador o muerto".
A comienzos del año 1830, estaba de nuevo en Bogotá para preparar el Congreso Constituyente, el cual, esperaba él,
salvaría la Gran República. Pero Venezuela se agitaba de nuevo, y se proclamó estado independiente. La oposición se
hizo cada vez más importante. Bolívar, enfermo y agotado, renunció a la presidencia y se fue hacia la costa con el fin
de viajar a Europa. El asesinato en Berruecos del General Sucre y la actitud de los que gobernaban Venezuela lo
afectaron profundamente.
Bolívar escribió a un amigo para confiarle sus estados de ánimo: "Sabes que he tenido el poder durante veinte años y
no he sacado más que algunas conclusiones seguras. Primero, América es ingobernable para nosotros. Segundo,
aquel que hace una revolución labra la mar. Tercero, la única cosa que se podría hacer en América es emigrar. Cuarto,
este país caerá infaliblemente en las manos de pequeños tiranos..."
Con esta frase célebre, "He labrado la mar", se comprende que Bolívar no creía más en la democracia.
La muerte iba a sorprenderlo en San Pedro Alejandrino, una hacienda próxima a Santa Marta, el 17 de diciembre de
1830. Al momento de morir, pronunció estas últimas palabras: "Partamos, partamos... Estas gentes no quieren más de
nosotros en este país... Vamos, mis niños, lleven mis equipajes a bordo de la fragata!"