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Consejo Editorial
Presidente
Sergio Alejandro Ozuna Rivero
Consejeros
Rodrigo Jarque Lira, Alejandro Fernández Campillo,
Marcela González Salas y Petricioli, Jorge Alberto Pérez Zamudio
Comité Técnico
Félix Suárez González, Marco Aurelio Chávez Maya
Secretario Ejecutivo
Roque René Santín Villavicencio
Cantemos con ellos y para ellos. Las canciones que narran historias
(casi todas las de Gabilondo Soler, Cri-Cri, lo hacen) pueden resultar
especialmente atractivas.
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Historias de hule
Sonido e imagen
“¿Dónde lee papá? ¿Y mamá? ¿Cómo son los libros que leen? ¿Cuán-
do lo hacen? ¿Dónde están sus revistas, sus periódicos, sus libros?”.
Las respuestas pueden mostrar el entorno de los niños, las caracterís-
ticas o la carencia de la cultura escrita en su vida cotidiana a través de
juegos de imitación, reproducción de lugares comunes y expresiones
de necesidades satisfechas por la lectura. La actividad busca, por me-
dio del diálogo y la dramatización, operar como cámara oculta que
permite conocer las realidades lectoras de cada miembro de un grupo.
Comienzo y sigues
Se trata de elegir las tres imágenes de un libro que más nos llamen
la atención. La idea es conversar observando las imágenes desde la
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Yo te acerco, tú me cuentas
Te lo cuento, te lo leo
Muéstrame tu lectura
Ya crecimos
La idea de esta propuesta es que los niños con más experiencia con
libros compartan la lectura con otros más pequeños. Esta actividad
implica el compromiso de una elección pertinente y la preparación
del encuentro. También, la determinación de las mejores circunstan-
cias para la lectura y la aceptación de la crítica después de la presen-
tación. Es importante que algún adulto cercano a los niños colabore
en cada uno de estos momentos como asesor o guía.
Mi escena de lectura
De visita
Un momento de decisión
Palabras escondidas
Hay muchas palabras que esconden otras. Por ejemplo, pantalón es-
conde varias: pan, talón, alón. En un grupo podemos repartir varios
relatos breves para que cada uno, solo o con ayuda de otro, descu-
bra unas cuantas palabras escondidas. Luego pondremos a dispo-
sición del grupo un conjunto de palabras aportadas por todos los
integrantes. Por ejemplo: aro-danza-oso-tiritar-noche-nada-mayor-
arte. Después, cada participante elegirá tres palabras para contar una
historia breve. Una condición interesante puede ser ubicar las pa-
labras en el relato en el mismo orden en el que fueron elegidas. A
continuación, pueden tomar cuatro y luego cinco, y seguir siempre
con el mismo procedimiento expuesto. Por ejemplo: “El aro era el
instrumento en el que se apoyaba esa danza. Lo increíble es que esos
movimientos pudieran ser ejecutados por un oso. El asombro me hizo
tiritar. Esa noche no dormí nada. Transcurría el mes de mayo. Había
aprendido que domar un animal constituía todo un arte”.
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5. Léelo varias veces, cada vez más rápido, hasta que no se te trabe
la lengua.
palabras: Una rata tonta tira mantas tras la torta y entinta la triste
tortuga.
Posible o imposible
Los equipos tienen que proponer nuevas frases y, también, nuevas lis-
tas de sentimientos. Ejemplo: “Esto no es nada más que el comienzo”.
Las noches eran de hielo, y los dioses se habían llevado el fuego. El frío
cortaba la carne y las palabras de los hombres. Ellos suplicaban tiritan-
do, con voz rota; y los dioses se hacían los sordos.
para merecer el fuego, los hombres debían abrirse el pecho con el puñal
de obsidiana y entregar su corazón.
3. La tercera, sinonimia.
Red 1 camino-porcino-divino-vino
Red 2 camino-casa-cara-canoa
Red 3 camino-senda-huella-vereda
Red 4 camino-destino-principio-final
Sesión espiritista
Se observará que, por más antigua que sea la forma de hablar del
español de España, México u otro país latinoamericano, hoy la se-
guimos entendiendo, aunque se modifique en algunas cosas por los
aportes de los usuarios.
(chino, japonés, ruso, griego, árabe, etcétera), para que, por unos mi-
nutos, el grupo los observe con calma. Una vez que han sido explora-
dos, los participantes platicarán sobre la época, el lugar o país en que
fueron escritos o editados, y el género, tema o materia de que tratan;
lo importante es que detrás de cada comentario digan qué fue lo que
los llevó a tales deducciones.
¹ Instituto “Miguel de Cervantes”, El teatro menor en España a partir del siglo XVI. Actas
del Coloquio celebrado en Madrid, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Cientí-
ficas, 1983, p. 110.
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—¿Seguísteisle?
—Yo encargué
a un camarada, porque
no era dél tan conocido,
la siguiese y me avisase
dónde le dexava.
² Pedro Calderón de la Barca, Comedia famosa. Peor está que estaba, Barcelona, Francisco
Suria y Burgada (impresor), 1728, sin folio.
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Extraviadas en el tiempo
Una vez realizadas las traducciones, se abrirá la ronda para que los
equipos enuncien las ideas y actúen tal y como lo harían los personajes
antiguos con el vocabulario contemporáneo elegido (modismos, caló,
modulación). Recordemos que la consigna es utilizar palabras de hoy
en actitud de gente de otro tiempo.
—Padre, yo os contaré,
si me queréis escuchar
a lo que aquí me llegué;
es por saber si podré
de lo que ando a buscar.
porque yo ando perdido
en el mundo por allar
el señor muy más subido
tan preciado y tan temido
que nadie le puede usar.
3
En Hermenegildo Corbató, Los misterios del corpus de Valencia, California, University
of California, 1932, p. 46.
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Hechas las dos lecturas, los equipos tendrán tiempo para discutir
algunas hipótesis respecto de cómo y por qué se dieron las trans-
formaciones en el lenguaje al paso del tiempo. Una vez planteados
los supuestos, podrían hacer una lista de los modismos, palabras y
refranes que, por tradición oral familiar, sabemos que usaban nues-
tros abuelos, bisabuelos y tatarabuelos. También sería interesante que
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Membresías de memoria
Los participantes podrían trabajar con textos como el del poema in-
fantil de la hormiga que se encontró un centavo, el cuento de la hor-
miga y el ratón Pérez o el de la cucarachita Mondinga para dar un
ejemplo (ambos cuentos con el mismo argumento). Hay una canción
infantil con un argumento similar, El piojo y la pulga.
Una vez integrados los clubes, sus miembros tendrán tiempo para
hablar acerca de por qué su club tiene más o menos integrantes.
carta. Proponemos fotosíntesis para los chicos y genoma humano para los
grandes. Por supuesto que se puede trabajar con otros temas científicos,
lo importante es que los textos de divulgación científica resulten con-
trastantes temática y formalmente con la anécdota o el cuento elegido.
Después, cada equipo decidirá qué tema preparará para narrar y cuál
para escribir. Concluido el tiempo de preparación de los textos, los
productos se mostrarán al grupo.
No todo es igual
Ensayo es creación
Si tres o más personas se reúnen con el fin de que cada uno lea en
voz alta para los otros, puede aprovecharse la ocasión para conversar
acerca de qué fueron descubriendo en el proceso de preparación de
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Buscar textos que dos o más personas puedan leer en voz alta asu-
miendo la voz de los personajes o la del narrador, es un ejercicio
cualitativamente distinto al de realizar una lectura en voz alta indivi-
dual. Hay que acordar y ensayar salidas y entradas, registrar y valorar
las interpretaciones propias, de los otros, y las que hacen de la nuestra.
Asumir esta práctica en forma regular fortalece el trabajo en equipo
y ayuda a encontrar las diferencias entre textos y lecturas. Ocultar el
cuerpo de los lectores y dejar para el auditorio sólo la voz (armando
un muro de mesitas recubiertas con periódico, por ejemplo) agrega
un condimento especial a la experiencia que permite la valoración de
la voz como recurso para la construcción de imágenes interiores. Es
importante recalcar que el objetivo consiste en que el lector encuen-
tre, en su voz, la emoción que caracteriza al personaje que revive a
partir de su lectura. Reiteramos, se trata de rescatar la voz del lector,
no de imitar las voces de otros. Todas las personas, por medio de su
voz, tienen la capacidad de transmitir estados de ánimo; y esa drama-
ticidad de la voz nos remite a la representación de personajes.
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El derecho a la reescritura
efectos sobre los que nos están escuchando con ayuda de algún recur-
so lingüístico, vocal o gestual.
Entre todos
Pescadores de historias
Escuchar e, incluso, pedir a las personas que cuenten historias son ac-
tividades cotidianas para quienes ven en la narración un recurso para
el fortalecimiento del habla y la formación de lectores. Así como un
docente que está enseñando a leer sabe que puede aprovechar no sólo
la escritura que se encuentra en los libros sino también la de los car-
teles, la de las revistas, la de los volantes comerciales y la de los textos
de envase, el narrador sabe que puede encontrar buenas historias en
cualquier momento y en cualquier lugar.
Arropando el esqueleto
Pelea de taquígrafos
Traducciones
gresar a su choza cuando una gota de agua cayó sobre su cabeza […]
pasados unos minutos, la sucesión de gotas se convirtió en un fino y
continuo chorro de agua […].
Cante y cuente
breve lista hay una, la del sapo que no puede correr, que nos llegó
del Popol Vuh.
Cadena 1
Rey viudo
Muchachas rebeldes
Papá organiza baile
Quiere casarlas
Vestidos bonitos
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Cadena 2
Rey viudo
Tres hijas
Mucho trabajo: el reino y la casa
Criarlas y gobernar
Muchachas inquietas
Detestan ser princesas
Se escapan para pasear
Rey quiere casarlas
Programa gran baile
Tres vestidos distintos
Todos del mismo color: rojo
Podrían elaborarse tres, cuatro o incluso cinco cadenas. Por otra par-
te, los ejemplos anteriores muestran sólo el principio de ellas. Este
es un posible primer comienzo de la narración: “En un lejano país
vivía un rey que había quedado viudo; viudo y con tres hijas. El po-
bre monarca vivía extenuado entre tantas tareas de gobierno y las de
papá. Para colmo, las hijas detestaban ser princesas y se oponían a
los protocolos del reino. Además, las muchachas no eran ningunas
santas, eran tres chicas inquietas que, constantemente, se escapaban
para poder pasear libres por el reino… El rey quería casarlas, pero
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Volver y volver
Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro
Páramo. Mi madre me lo dijo. Y yo le prometí que vendría a verlo en
cuanto ella muriera. Le apreté sus manos en señal de que lo haría; pues
ella estaba por morirse y yo en un plan de prometerlo todo. “No dejes
de ir a visitarlo —me recomendó—. Se llama de este modo y de este
otro. Estoy segura de que le dará gusto conocerte”. Entonces no pude
hacer otra cosa sino decirle que así lo haría, y de tanto decírselo se lo
seguí diciendo aun después que a mis manos les costó trabajo zafarse
de sus manos muertas.
Todavía antes me había dicho:
—No vayas a pedirle nada. Exígele lo nuestro. Lo que estuvo obli-
gado a darme y nunca me dio… El olvido en que nos tuvo, mi hijo,
cóbraselo caro.
—Así lo haré madre.
Siempre hay puntos en una lectura por donde colar nuevas imágenes
con más facilidad, desarrollar perspectivas personales de lo que esta-
mos viendo, pensando y sintiendo. Pero esos puntos no son los mismos
para todos. Dependen de nuestra atención y de nuestro interés.
Crecimiento desmesurado
El poema de todos
Sopa de versos
Hay poemas con los que al jugar a subir, bajar o intercalar los versos
puede resultar delicioso. Este ejercicio genera otros textos, pues los
nuevos encuentros abren significados inesperados. Al igual que en
otras propuestas, es importante la selección de los poemas que cum-
plan el papel de materia prima, pues no cualquier texto posibilita
hallazgos inmediatos.
Todo vale
Un ejemplo: “Reino de los suelos que hoy comparten con los maes-
tros, los trabajadores, y todos lo que viven ‘por sus manos’”, como
diría el poeta Jorge Manrique.
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Veo, veo
Decir, hacer
Una cosa es leer y, otra, leer al ritmo de la escritura; esto es, prestar
mucha atención a lo que voy pensando y sintiendo mientras transcri-
bo un texto. La propuesta consiste en copiar un texto (por ejemplo,
el fragmento del poema de Juan Gelman presentado en la actividad
anterior) y detener la copia para registrar detalles de percepciones del
texto original que no se habían considerado previamente. Se trata de
dejar constancia de toda nueva apreciación por menor o intrascen-
dente que, en principio, nos parezca. Por ejemplo, la cercanía fonética
entre miro y río, y el vínculo que pudo haber imaginado el autor con
la expresión habitual “me río a carcajadas”.
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Leer y elegir
La aguja en el pajar
Alborada Brsklapki
Mendoza Maldajaiba
Canutillo Kuspandof
Anacoreta Tokiollunoa
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Baldomero Glasputkas
Zanahoria Meisauxem
Almibarado Krfuagnar
Infiernillo Opakillaumo
Danzarina Softmeunoc
Canadiense Pivfgrofbe
Después, el grupo encabeza cuatro columnas con las letras “l”, “i”, “e”
y el dígrafo “ll”, que va a llenar, durante el dictado de las dos listas,
con las palabras que contengan la letra marcada en las columnas. No
importa que se repitan las palabras en las columnas. Se dará tiempo
para que los participantes clasifiquen y escriban.
En busca de lo inexistente
El trabajo que proponemos se inicia con la lectura en voz alta del tex-
to “Patio de tardes”, de Julio Cortázar.6 La lectura deberá detenerse
antes de su desenlace:
6 Este texto se encuentra en su libro Último round, t. 1, México, Siglo XXI Editores, 1969, p. 42.
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Tal vez, la muchacha rubia vuelva a pasar. Toby suspira de nuevo, sa-
cude un momento la cabeza como para espantar una mosca, mete el
pincel en el tarro y sigue aplicando la cola de madera terciada.
De la celulosa al celuloide
Esta es una propuesta para los que tienen poco que esconder y están
dispuestos a trabajar durante varias sesiones. Se trata de que los más
audaces recopilen postales familiares o personales (incluso electró-
nicas) y las lean y muestren al grupo de modo que, a partir de esa
exposición, se organicen equipos.
Lecturas distantes
Fetiches indiscretos
etcétera. En este caso, la elección del libro importará más por todas
las características del objeto libro, y menos por el contenido o la es-
critura propiamente dicha. Circularemos los libros en el grupo para
mirarlos con detenimiento, hojearlos, manipularlos y después hablar
acerca de sus características y de por qué suponemos que están he-
chos así y qué es lo que nos atrae más acá o más allá de su escritura.
Por grupos, podríamos escribir acerca de cómo imaginamos a las per-
sonas a las que destinaríamos esos libros.
parte en una batalla en medio de una lluvia de balas o que recogió ba-
las para los mayores, o refería otra heroicidad semejante. Nosotros, los
muchachos, estábamos entusiasmados, y cuando el maestro, con acento
de ironía, nos preguntó después:
—¿Es ésta una buena poesía?
—¿¿Sí!!
Pero él movió la cabeza sonriendo y dijo:
—No, es una poesía muy mala.
Tenía razón; aquella poesía, según las reglas y el gusto de nuestros
tiempos no era buena, no era fina, no era natural, era un chapuz. A pe-
sar de esto, nos había llenado a los muchachos de una soberbia ola de
entusiasmo […].
Una poesía es, en su origen, algo enteramente singular en su sig-
nificación. Es una descarga, una llamada, un grito, un suspiro, un ges-
to, una reacción del alma viviente con la que busca defenderse de una
emoción, de un recuerdo o de tener constancia de ello. En esta primera
función, primigenia y la más importante, ninguna poesía puede ser juz-
gada generalmente. Habla en primer lugar sólo al poeta mismo, es su
alentar, su grito, su sueño, su sonrisa, su gorjeo.
Qué da más