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El protocolo de familia constituye una herramienta importante para

lograr dos objetivos principales: la perdurabilidad de las empresas y la


unidad familiar. El protocolo, también denominado pacto o constitución
familiar, es un acuerdo entre los miembros de la familia para lograr el
equilibrio dinámico entre empresa, familia y propiedad.

Este acuerdo se refiere principalmente a los siguientes temas:

 Misión y visión de la familia


 Valores familiares
 Desarrollo de la familia
 Mecanismo de protección del patrimonio familiar
 Sucesión en la propiedad y en la administración
 Órganos de gobierno de la empresa
 Relaciones con la familia política
 Criterios a seguir para evitar la confusión de patrimonios familia-
empresa
 Política de liquidez para los accionistas
 Participación laboral de los familiares en la empresa
 Contribución de la familia a la comunidad
 Alternativas para la solución de conflictos

El protocolo familiar debe tener las siguientes funciones:

a. “Respecto de los problemas previsibles: señalarlos y anticiparse a


los mismos, estableciendo a priori la solución a aplicar cuando
surjan
b. Respecto a los problemas no previstos: establecer los cauces a
seguir para alcanzar una solución negociada
c. Respecto a la continuidad de la empresa en manos de la familia
propietaria, conseguir que esta se enlace con el menor coste
“personal” y fiscal posibles, sobre todo para la unidad empresarial.
d. Respecto a los miembros de los tres sistemas (los propietarios, los
directivos- mandos y los miembros de la familia) persigue que,
especialmente la familia, estén bien informados sobre la empresa,
y conozcan el tipo y nivel de relaciones a mantener entre todos
ellos.

Desde el punto de vista jurídico el protocolo es un contrato


consensual, pues para su nacimiento basta el acuerdo de voluntades.
No obstante, se recomienda que sea un documento con
estipulaciones claras y suscrito por todos los miembros de la familia
que directa o indirectamente tengan relación con la empresa.

Los protocolos son eslabones muy útiles para edificar el gobierno


corporativo y la transición generacional ordenada, pero exigen ser
contratos verdaderamente vinculantes, tanto moral como legalmente,
y también deben venir acompañados de medidas adicionales que
desarrollen adecuadamente las reglas y principios familiares.

Las normas y demás cláusulas consagradas en el protocolo de familia


serán oponibles a quienes lo suscriben. Esto se fundamenta en la
naturaleza contractual del protocolo, por lo que sus normas son ley
para las partes de conformidad con el artículo 1602 del Código Civil.
Debe considerarse que el protocolo se encuentra limitado por la ley y
los estatutos, es decir, se trata en principio de un acuerdo parasocial.

De conformidad con el artículo 110, numeral 14, del Código de


Comercio, en los estatutos se pueden incluir pactos entre los socios
que, siendo compatibles con la índole de cada tipo de sociedad,
estipulen los asociados para regular las relaciones a que da origen el
contrato social.

Por otra parte, de acuerdo con lo señalado por el artículo 70 de la ley


222 de 1995, los accionistas de la empresa familiar que no sean
administradores podrán celebrar acuerdos en virtud de los cuales se
comprometan a votar en igual o determinado sentido en las
asambleas juntas de accionistas. Dicho acuerdo podrá comprender la
estipulación que permita a uno o más de ellos, o a un tercero, llevar
la representación de todos en la reunión o reuniones de la asamblea.
Esta estipulación producirá efectos respecto de la sociedad siempre
que el acuerdo conste por escrito y que se entregue al representante
legal para su depósito en las oficinas donde funcione las
administración de la sociedad.

Conviene que en el protocolo queden claramente establecidas las


sanciones que se generen por el incumplimiento de lo pactado y los
mecanismos para la solución de conflictos.

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