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INTRODUCCIÓN
Los 16 profetas –desde Isaías hasta Malaquías– vivieron durante unos 4 siglos;
más o menos desde el año 800 hasta el 400 a.C. La mayoría de ellos consignó
datos cronológicos que permiten ubicar la duración de su ministerio.
Muchos mensajes y profecías sólo pueden entenderse correctamente dentro del
INTRODUCCIÓN
Ahora bien, Dios dirige la Palabra a su pueblo por medio de hombres de ese
Palabra a su pueblo no para que el pueblo se refugie con Dios en una “torre de
marfil” en la historia. “He aquí he puesto mis palabras en tu boca. Mira que te he
puesto en este día sobre naciones y sobre reinos, para arrancar y para destruir,
para arruinar y para derribar, para edificar y para plantar” (Jer 1:9-10).
Dios se sienta como rey para dar órdenes, se levanta como juez para pronunciar
sentencia, se inclina para sugerir, se humilla para implorar. Los profetas son
mensajeros de la Palabra de Dios en la historia y para la historia. Dios conduce
al rey desde el corazón (Prov 21:1). Para llegarle al corazón emplea muchas veces
la Palabra profética.
INTRODUCCIÓN
Dios ha decidido actuar en la historia por medio de la Palabra, pero nada más
débil que la Palabra. Es viento que vibra, limitada por la distancia, confinada
por las fronteras de las lenguas. Es débil el hombre que la pronuncia, cuando no
dispone de riquezas que la recomienden, ejércitos que la respalden o tribunales
que la sancionen. Débil sobre todo porque se dirige a corazones humanos
torpes, débiles, tercos o cobardes. Es débil, porque quien la debe pronunciar
Profetas 2
puede escaparse (como Jonás) o callarse (como Jeremías); porque quien la debe
oír puede cerrar los oídos o endurecer el corazón.
Los portadores de la Palabra de Dios pertenecen a las personalidades más
vigorosas del AT, y su carácter puede estar marcado por la debilidad o las
contradicciones. Encontramos al ganadero a quien Dios saca de su oficio y lo
envía a profetizar al extranjero (Amós); está el marido burlado, que descubre a
Dios en su humillación (Oseas); el profeta que se va quemando en los fracasos
de su misión (Jeremías); el profeta a la fuerza (Jonás); y para que no falte nada,
hay hasta un profeta mudo (Ezequiel).
INTRODUCCIÓN
Por si fuera poco, surgen los profetas falsos, que con sus mentiras halagadoras
autoridades y pueblo. Unos dicen a los profetas: “que dicen a los videntes: No
veáis; y a los profetas: No nos profeticéis lo recto, decidnos cosas halagüeñas,
profetizad mentiras” (Isa 30:10). Otros dan largas a sus amenazas (Ez 12:21-28),
toman al profeta por un cantante de moda (Ez 33:31-33), le prohiben hablar
(Amós 7), lo acusan de falsedad y lo persiguen a muerte (Jeremías). Debilidad
misteriosa de la Palabra de Dios, que en una perspectiva más amplia mostrará su
poder.
INTRODUCCIÓN
Dios actúa en los profetas, interrumpe sus actividades, los toma a su servicio o
los escoge y prepara antes de ser concebidos. Han de estar a disposición de Dios,
en cualquier momento y para cualquier mensaje: “porque a todo lo que te envíe
irás tú, y dirás todo lo que te mande” (Jer 1:7).
Los profetas son hombres de la Palabra. Esto significa que han de poner a
INTRODUCCIÓN
Todo eso es tarea de los profetas, y en esas palabras se encarna y se comunica la
Palabra de Dios dirigida a los hombres por medio de hombres.
La palabra profética era ante todo un acontecimiento oral. Nunca piden los
profetas que se lean sus palabras, siempre exigen “escuchad la palabra del
Señor”. Cuando Baruc escribe al dictado de Jeremías es para presentarla en voz
Profetas 3
alta en el templo; dicen “al oído” para significar no algo privado sino que la
palabra resuena y llega a los oídos de todos los presentes.
EL CONCEPTO DE PROFETA
El don profético se fundamenta en la necesidad de comunicación entre la
instrumento humano en esta forma de comunicación. R 'eh (1 Sam 9:9; Isa 30:10)
y la más común ch zeh (2 Sam 24:11; Amós 7:12; 2 Reyes 17:13; etc.) ambas se
relacionan con el concepto “vista” y son comúnmente traducidas como
“vidente“. La idea es que Dios abre a los “ojos“ –es decir, a la comprensión del
profeta– cualquier información o mensajes que Él desea transmitir a su pueblo.
Los términos, por tanto, enfatizan la recepción del profeta de un mensaje divino.
El significado de la palabra posterior más comúnmente usada, n bî' (1 Sam 9:9)
y su equivalente griego profetes, se ve mejor en los usos de Exod 7:1-2; 4:15-16.
EL CONCEPTO DE PROFETA
Es evidente de estos textos, en los que Moisés y Aarón desempeñaron el rol de
EL CONCEPTO DE PROFETA
Ante todo es un llamado. Es el llamamiento lo que hace al profeta ser lo que
aplicaban al pueblo literal de Israel, sino que eran sólo para el Israel espiritual, o
sea la iglesia actual.
La escuela historicista de interpretación profética (adventista) sostiene que las
promesas y las predicciones dadas por los profetas del AT originalmente se
aplicaron al pueblo de Israel literal, que habría visto su cumplimiento si hubiera
obedecido a Dios, pero Israel desobedeció. Por tanto, lo que Dios se propuso
hacer por el mundo mediante Israel, finalmente lo hará por medio de la iglesia
que tiene en el mundo hoy, y muchas de las promesas dadas al Israel literal se
cumplirán en su pueblo remanente al final del tiempo.
profecías del AT, sobre todo las que afirman la misión mundial de Israel, la
conversión de los gentiles y las que prometen liberación de los enemigos, nunca
se han cumplido ni se cumplirán para la nación judía. Si Israel hubiera sido
obediente, todas las promesas que dependían de la obediencia se habrían
cumplido ya hace tiempo.
espiritual. Aquí Pablo afirma que el rechazo de los judíos no significaba que las
promesas de Dios hubieran fallado (Rom 9:6), y explica en seguida que han de
hacerse efectivas por medio del Israel espiritual (Rom 9:25-26). En Rom 9:30-31,
Pablo afirma que en el plan divino, la iglesia cristiana ha reemplazado a la
nación judía.
“Lo que Dios quiso hacer a favor del mundo por medio de Israel, la nación
Los profetas mismos no siempre comprendieron con claridad los mensajes que
daban con referencia al futuro distante, a la venida del Mesías (1 Ped 1:10-11).
Esas profecías mesiánicas tenían el propósito de preparar la venida del Mesías.
promesa o profecía particular del AT, hecha originalmente al Israel literal, halla
su cumplimiento con respecto al Israel espiritual, es cuando un escritor posterior
e inspirado hace tal aplicación de ella en el NT.
ISAÍAS
Isaías “Dios salva” profetizó en el reino del sur, Judá, donde actuó durante un
la tradición judía, Isaías fue aserrado (Heb 11:37). Todo el ministerio de Isaías,
desde Uzías hasta Manasés, debe haber durado más de 50 años (PR:230, 281).
ISAÍAS
El profeta Isaías es el autor de su libro profético. El hijo de Amoz y de linaje
real fue llamado al ministerio profético siendo joven (2 JT:348). Isaías se casó y
tuvo dos hijos (Isa 7:3; 8:3). En Jerusalén, escenario principal de su misión, llegó
a ser predicador de la corte y tuvo mucha influencia. Su ministerio profético
junto con el de Miqueas, contribuyó a las reformas de Ezequías. Según el
Talmud babilónico, Isaías fue asesinado por Manasés; lo mismo afirma E. G.
White (PR:281).
Hay muchas evidencias de la unidad de pensamiento y teología de Isaías. Por
en el resto del AT. El título “el Fuerte de Israel o Jacob” aparece sólo en Isaías
(Isa 1:24; 49:26; 60:16).
Isaías presenta en la primera sección (1-39) la liberación del pecado, de Siria,
ISAÍAS
Los primeros capítulos de Isaías se refieren a la invasión sufrida por Judá a
manos de los asirios, y los últimos anticipan la liberación judía del cautiverio de
Babilonia. La misión de Isaías era la de mantener firme el reino de Judá cuando
el reino del norte (Israel) desaparecía en cautiverio por los asirios.
Era el propósito divino que Judá aprendiese la lección de la triste suerte del
reino del norte, y como resultado se volviera a Dios con un espíritu de sincero
arrepentimiento. El poder de Asiria fue rechazado sólo a las puertas de Jerusalén
por la intervención divina. Pero los hombres de Judá no hicieron caso a las
advertencias implícitas de la historia y a las más explícitas de Jeremías.
Isaías 40 anticipa la cautividad de Babilonia, pero con la seguridad de que la
liberación final del cautiverio babilónico es tan cierta como la que habían vivido
poco antes con Asiria. Además llega a ser una promesa de la liberación final del
dominio del pecado.
ISAÍAS
Mensaje de Isaías durante el reinado de Jotam (Isa 1-5). Vivió en un tiempo de
crisis tanto para Judá como para Israel. El pueblo de Dios había caído en pecados
muy graves. Es una época de prosperidad material que había producido
decadencia espiritual. Constata numerosas injusticias, arbitrariedades de los
jueces, corrupción de las autoridades, codicia de los terratenientes y opresión de
los gobernantes. Todo esto pretenden enmascararlo con una falsa piedad y
abundantes prácticas religiosas (1:10-20). Pero el mensaje de Isaías es firme.
Jerusalén había dejado de ser la esposa fiel para convertirse en una prostituta
(1:21-26); la viña cuidada por Dios sólo producía frutos amargos (5:1-7).
Por otra parte, el lujo y el bienestar habían provocado el orgullo en ciertos
ISAÍAS
Mensaje de Isaías durante el reinado de Uzías (Isa 6). El profeta tuvo una visión
de la santidad de Dios, vio a Dios sentado sobre un trono, llamando a los
hombres al arrepentimiento: “En el año que murió el rey Uzías vi yo al Señor
sentado sobre un trono alto y sublime, y sus faldas llenaban el templo” (Isa 6:1).
Dios preparó a Isaías para afrontar el futuro y su ministerio profético durante los
reinados de Jotam, Acaz y Ezequías. Dios le mostró en visión su propósito para
él, los reyes y el pueblo, es decir, la santidad de Dios, para que él, como profeta,
fuera santo, y para que los reyes y el pueblo fueran santos: “[…] He aquí que esto
tocó tus labios, y es quitada tu culpa, y limpio tu pecado” (Isa 6:7).
ISAÍAS
Mensaje de Isaías durante el reinado de Acaz (Isa 7-8). Isaías insiste en la idea
del temor (7:2, 4; 8:12-13). Se opone decididamente al temor del rey y del pueblo
ante la amenaza enemiga. Para Isaías la alternativa radica entre “creer” y
“temer”. Porque temer supone desconfiar de Dios, dar más importancia a los
planes humanos que a las promesas de Dios. Supone, en definitiva, desconfiar
de que Dios esté con su pueblo. Isaías defiende una fuerte posición de fe.
Pero esa presencia de Dios entre su pueblo se manifiesta de forma mansa y
suave, como el agua de Siloé (8:6); se resalta con el nacimiento de un ser tan
débil como un niño (7:14). Poca cosa para alejar el temor. Pero no cabe otra
alternativa “Si vosotros no creyereis, de cierto no permaneceréis” (7:9b).
Dios, que se había comprometido con su pueblo, decide la ruina de Damasco y
Samaria (7:7, 16; 8:4). Pero, al chocar con la falta de fe, anuncia también un
castigo (7:17-25; 8:5-8). El mensaje de Isaías en esta época oscila entre los dos
polos, salvación y condenación. La clave de este mensaje se halla en: “He aquí,
yo y los hijos que me dio Jehová somos por señales y presagios en Israel […]”
(8:18). Aquí entra en juego el significado de los nombres simbólicos, Isaías
“Dios salva”; Sear-jasub “Un resto volverá”; Maher-salal-hasbaz “Pronto al
saqueo, rápido al botín”. Este último se refiere al castigo de Damasco y Samaria
(8:1-4). Sear-jasub hace referencia a un castigo purificador de Judá, a un
“resto/remanente” (no todo el pueblo) que se salvará y volverá al Señor.
ISAÍAS
¿Qué pretendió Isaías con su mensaje? Convertir a su pueblo. Sus denuncias
arrastrar por el orgullo no dejaban lugar a Dios o un lugar de mero trámite, sin
repercusión directa sobre sus vidas.
Isaías tuvo una experiencia con Dios muy distinta. La majestad de Dios, su
ISAÍAS
En la última parte de su libro (40-66), Isaías presenta uno de los cuadros
bíblicos más vívidos de Israel y del Dios de Israel. Aquí está la descripción más
conmovedora de Cristo como el salvador sufriente (Isa 53). Aquí se encuentra el
cuadro bíblico más claro de la bondad y grandeza infinitas de Dios. Aquí
también se esboza la gran misión de la iglesia.
Isaías comprendió muy bien que Cristo vendría “por luz de las naciones”, y que
JEREMÍAS
La historia de la vida de Jeremías es más conocida que la de cualquier otro
profeta. Era miembro de una familia sacerdotal de Anatot (Jer 1:1). Jeremías fue
escogido por Dios para servir como profeta desde antes de su nacimiento (1:5), y
llamado cuando era aún muy “joven” n^U^r, quizá menos de 20 años (1:6-7). Fue
llamado en el año 13 del reinado de Josías (1:2; 25:3), alrededor del año 627.
Josías también era joven, pues en esa época tenía sólo 21 años.
Jeremías vivió, como Isaías, en un período crítico de Israel, y fue llamado a
desobediencia. Por causa de sus osados mensajes casi perdió la vida durante el
reinado de Joacim, y por eso se escondió (36:26).
Durante el reinado de Sedequías, último rey de Judá, Jeremías fue encarcelado
JEREMÍAS
Jeremías “Dios establece” es el autor de la mayor parte de su libro. Fue
redactado por Baruc, su fiel secretario, hijo de Nerías (36:4, 27-28, 32). Su
posición como “el escriba” y secretario de Jeremías implica que Baruc era muy
culto. Siempre leal a Jeremías, fue con él a Egipto cuando se obligó al profeta a
que acompañara al remanente de Judá a ese país (43:5-7).
El capítulo final de Jeremías (Jer 52) se extiende mucho más allá del tiempo de
su ministerio. El que lo escribió fue muy cuidadoso en aclarar que no era obra
del profeta Jeremías: “[…] Hasta aquí son las palabras de Jeremías” (51:64).
El ministerio de Jeremías abarcó los últimos 40 años de la existencia de Judá
como reino. 5 reyes ocuparon el trono durante este período: Josías, Joacaz,
Joacim, Joaquín y Sedequías. A cada uno de ellos Jeremías dio mensajes de
reforma y reavivamiento espiritual.
JEREMÍAS
Jeremías se compone de una serie de predicaciones proféticas, combinadas con
datos históricos y biográficos de los últimos días del reino de Judá. Jeremías
procuró contener la rápida decadencia de Judá, pero sus esfuerzos a favor de la
nación fueron casi totalmente inútiles. Sus exhortaciones al arrepentimiento
cayeron en oídos sordos.
Jeremías fue el profeta de la religión sincera. Sus mensajes invitaban a
(2:36). Más allá de la ruina inevitable del presente, el profeta previó un futuro
glorioso para “aquellos que fuesen fieles” (PR:342). Ambas casas de Israel
retornarían; se reunirían de nuevo como un solo pueblo (PR:348). Otra vez serían
el pueblo de Dios, y él sería su Dios (32:37-41). Si Israel obedecía los mensajes de
Profetas 11
JEREMÍAS
Mensaje de Jeremías durante el reinado de Joaquín. En los primeros años de su
JEREMÍAS
Al reinado de Joaquín pertenecen las palabras a Baruc durante la redacción del
JEREMÍAS
Profetas 12
JEREMÍAS
En el año 588, al comienzo del asedio de Jerusalén por Nabucodonosor,
Jeremías anuncia al rey que Jerusalén caerá en manos de los caldeos (34:1-7).
Poco después, los egipcios acuden en ayuda de Judá con un pequeño ejército y
Nabucodonosor debe interrumpir el asedio (37:5). Al mismo tiempo anuncia a
Sedequías que el rey de Babilonia volverá victorioso (37:3-10). Aprovechando
estos momentos de tranquilidad, Jeremías intenta ir a Anatot a repartir una
herencia, pero lo acusan de desertor y lo encarcelan (37:11-16).
Poco después vuelven los babilonios, tras derrotar a los egipcios. Sedequías
JEREMÍAS
En estos momentos tan difíciles, cuando todo parece abocado al fracaso
absoluto, Jeremías tiene una de las experiencias más importantes de su vida. Su
primo Hanameel se presenta en el atrio de la guardia pidiendo que le compre el
campo de Anatot. La cosa más absurda para un hombre que lleva años
anunciando la catástrofe y el destierro. Sin embargo, Jeremías verá en esto un
mensaje de Dios lleno de esperanza (Jer 32; esp. 32:15, 37-41).
Y llegamos así al momento final del asedio. Sedequías habla en secreto con
Jeremías junto a la tercera puerta del templo; éste le insiste que sólo la rendición
conseguirá salvarlo (38:14-23). Pero el rey no hace caso. Por otra parte, ya es
demasiado tarde. Jer 39:1-10 trata de los eventos del día de la caída de Jerusalén.
El mensaje de Jeremías en estos años tiene dos focos de atención: los
desterrados y los que quedan en Jerusalén. Pero ambos grupos deben aceptar
Profetas 13
algo muy duro: Dios ha entregado el poder a un rey pagano y extranjero. Para los
desterrados, esto equivale a renunciar a la esperanza de un pronto retorno. Para
los habitantes de Judá y Jerusalén equivale a renunciar a la independencia
política. Por eso la alternativa de la segunda época (conversión o castigo) se
concreta ahora en sometimiento a Babilonia o castigo. Esta es la manera de
aceptar la voluntad de Dios (27:5-11).
JEREMÍAS
Jeremías después de la caída de Jerusalén. El 19/07/586, tras abrir brecha en las
murallas, entran los jefes babilonios y dividen al pueblo en tres grupos: los que
quedarán libres, los que serán deportados y los que deben ser juzgados
personalmente por Nabucodonosor. Saben que Jeremías ha sido partidario de la
rendición y se muestran benévolos con él, dejándolo en libertad (38:28-39:14).
El profeta fue hecho prisionero y conducido a Ramá con los deportados. Es
JEREMÍAS
Si queremos resumir en una sola palabra su mensaje debemos hablar de
EZEQUIEL
Hace 25 siglos, un judío se hizo famoso entre su pueblo deportado a Babilonia.
La gente acudía en tropel para escuchar a ese “cantor de amores, hermoso de voz
y que canta bien” (Ez 33:32). El profeta Ezequiel, también sacerdote, fue uno de
los 10.000 judíos llevados al exilio por Nabucodonosor en el 597 a.C., cuando el
rey Joaquín fue llevado a Babilonia. En el 5º año del cautiverio de Joaquín,
593/92, Ezequiel tuvo su primera visión junto al “río Quebar”, al sur de
Babilonia (Ez 1:1-3). Desarrolló toda su actividad profética en medio de los
desterrados. No hay datos de que volviese a Jerusalén.
Varios de los mensajes del profeta llevan fecha exacta, y el último de esos
mensajes proféticos que llevan fecha fue recibido en el año 27 del cautiverio de
Ezequiel (29:17), 571/70. Esto le atribuye a Ezequiel un ministerio de por lo
menos 22 años, desde el 593/92 hasta el 571/70. De los libros proféticos, sólo
Hageo y Zacarías ofrecen datos tan minuciosos como el de Ezequiel.
Ezequiel “a quien Dios fortalecerá” es su autor. No se conoce nada de la
historia personal del profeta. No se lo menciona en ningún otro libro del AT, y
nunca es citado directamente en el NT, aunque existen muchas alusiones a sus
símbolos, sobre todo en Apocalipsis.
EZEQUIEL
Ezequiel se llama a sí mismo “sacerdote Ezequiel hijo de Buzi” (Ez 1:3). El
hecho que Ezequiel fuera incluido entre “todos los príncipes, y todos los hombres
valientes” (2 Reyes 24:14) que fueron llevados al cautiverio junto con Joaquín
(597 a.C.), indica que quizá fue miembro de la aristocracia de Jerusalén.
A diferencia de Jeremías, que se quedó soltero (Jer 16:2), Ezequiel tuvo una
esposa a quien quería como el deleite de sus ojos (Ez 24:16). Ella murió
repentinamente en el noveno año del cautiverio (24:1), y dejó al profeta solo ante
las grandes pruebas de su ministerio profético.
Ezequiel comenzó su profecía en el 5º año del cautiverio de Joaquín (1:2),
593/592 a.C. Siendo todavía joven fue llamado como profeta. El castigo que ya
había caído sobre Jerusalén, en vez de hacer recapacitar a Judá, los sumergió más
en la apostasía y el vicio. Los exiliados junto al río Quebar también continuaron
siendo rebeldes e idólatras (2:3; 20:39). Tales fueron los tiempos turbulentos en
los que vivió Ezequiel.
EZEQUIEL
Los mensajes de Ezequiel aclaran el propósito de Dios para su pueblo en el
apostasía (Ez 34:2-19). Al principio Dios tenía el propósito de que sólo los
Profetas 15
registran los mensajes dados por Ezequiel a los cautivos cerca del río Quebar, en
su mayor parte antes de la caída de Jerusalén en el año 586 a.C. La segunda
(33:21-48:35), anticipa la terminación del cautiverio, y tenía el propósito de
infundir esperanza debido a esa restauración.
EZEQUIEL
Dios tenía la intención de exhortar vivamente por medio de Ezequiel al Israel
del cautiverio, para que aceptara finalmente el plan divino para él. Varios
mensajes se dedican a señalar los pecados del pueblo. El propósito era doble:
lograr que el pueblo se arrepintiera verdaderamente y revelar la necesidad de la
ayuda divina para la obediencia futura prometida en el nuevo pacto.
Los israelitas tenían una imagen deformada del carácter de Dios y de su plan
para su pueblo, debido, por una parte, a su ignorancia; y por la otra, a causa de la
instrucción pervertida de los sacerdotes corruptos, de los falsos profetas y de los
gobernantes apóstatas.
Esa impresión errónea era la que procuraba corregir Ezequiel. Esperaba que un
nuevo concepto de Dios fuera la fuerza impulsora para llevar a cabo la reforma
necesaria. Les rogaba que aceptaran el exilio y abandonaran su falsa esperanza
que Jerusalén podría resistir sin ser tomada. Culminó su súplica con
descripciones repetidas y detalladas de la gloria futura que vendría como
resultado de su aceptación de las condiciones divinas. ¡Cuán diferente habría
sido la historia de Israel si hubiera aceptado el intenso ruego del profeta!
EZEQUIEL
Mensaje de Ezequiel del destierro a la caída de Jerusalén. Ezequiel deberá hablar
a un pueblo rebelde. Ez 4-7 nos revela el contenido del mensaje. En 4-5 se trata
de 3 acciones simbólicas con su interpretación: el asedio (4:1-2), el hambre (4:9-
11), la muerte y deportación (5:1-2). Al final se da la clave: “es Jerusalén” (5:5ss).
Frente al optimismo y la esperanza de los deportados, Ezequiel anuncia la
catástrofe. Pero no es sólo la capital la que se verá afectada; también los montes
de Israel sufrirán las consecuencias (Ez 6). Proclama a toda la tierra prometida la
llegada del “día del Señor”, del fin (Ez 7).
¿Por qué este mensaje de condenación? Los motivos son “porque desecharon mis
país “pues la tierra está llena de sangre, y la ciudad está llena de perversidad”
(9:9).
EZEQUIEL
Pero a Ezequiel no le preocupa sólo el estado actual del pueblo. Toda la historia
pasada surge ante sus ojos llena de pecado. Así lo muestra Ez 20. El profeta no
denuncia pecados presentes, sino “las abominaciones de sus padres” (20:4). En 4
etapas, que abarcan desde Egipto hasta la tierra prometida, quedan
contrapuestos los beneficios de Dios (liberación, ley, sábado, tierra) y la rebeldía
continua de los israelitas.
Toda la historia de Israel es una historia de pecado, que provoca el castigo
EZEQUIEL
Un primer modo de anular la palabra de Dios es la burla: “se van prolongando
los días, y desaparecerá toda visión” (12:22); “la visión que éste ve es para de aquí
a muchos días, para lejanos tiempos profetiza éste” (12:27).
El segundo es la mentira, pecado de falsos profetas (13:1-16) y profetisas (13:17-
23), que anuncian paz cuando no hay paz (13:10) y apoyan al malvado para que
no se convierta (13:22). A la palabra profética oponen ellos sus propias fantasías,
sus falsas profecías.
El tercero es la nostalgia, el apego a las tradiciones que impide aceptar la
EZEQUIEL
Así, paso a paso, Ezequiel no sólo mantiene su mensaje de castigo, sino que tira
por tierra las objeciones de sus contemporáneos. Nada puede salvar a Jerusalén.
En la alegoría del águila y el cedro (17:1-10) denuncia la alianza errónea de
Sedequías, que le hace inclinarse hacia Egipto. La parábola de la olla, el mismo
día en que comienza el ataque, anuncia el fin de la ciudad sanguinaria (24:1-5, 9-
Profetas 17
EZEQUIEL
Mensaje de Ezequiel después de la caída de Jerusalén. Los desterrados piensan
que “los padres comieron las uvas agrias, y los dientes de los hijos tienen la
dentera” (18:2). Es una justificación del pasado; al mismo tiempo, una protesta de
inocencia y un reproche velado a Dios. Ezequiel no se deja engañar. Para él es
claro que todos, padres e hijos, comieron las uvas agrías, que todos se
convirtieron en escoria (22:18-22).
Con respecto al futuro, anuncia que en adelante Dios juzgará a cada uno según
sus actos. Este es uno de los grandes progresos en la historia teológica de Israel
“el alma que pecare, ésa morirá…el hombre que fuere justo, éste vivirá” (Ez 18;
33:12-20). Al mismo tiempo, una vez ocurrida la catástrofe, Ezequiel denuncia en
22:23-31 a los responsables: príncipes, sacerdotes, nobles, profetas, terratenientes
que acumulaban crímenes en Jerusalén; Ez 34 responsabiliza de la injusticia a
los pastores (reyes) y a los poderosos. Después Dios anuncia que él mismo
apacentará a sus ovejas, las buscará siguiendo su rastro (34:11-16).
Y esto dará paso a un mundo nuevo. Ez 36 habla de la renovación de la
EZEQUIEL
Sin embargo, el pueblo no se halla en situación de escuchar tales promesas:
“todos estos huesos son la casa de Israel. He aquí, ellos dicen: nuestros huesos se
secaron, y pereció nuestra esperanza, y somos del todo destruidos” (37:11). Pero
este pueblo que se considera muerto, sin futuro, vuelve a la vida (37:1-14). Como
indica la simbología de las dos varas (37:15-24), “nunca más serán dos naciones,
ni nunca más serán divididos en dos reinos”. Pero hay algo más importante: Dios
establecerá una nueva alianza y habitará permanentemente con su pueblo (37:26-
27).
Profetas 18
Con esto llegamos al punto culminante. El castigo más duro que Dios podía
infligir a Israel era la destrucción del templo y la desaparición de su Gloria. Así
lo decía la visión de Ez 8-11. Pero ahora, cuando todo ha cambiado, se construirá
un nuevo templo (Ez 40-42), al que volverá la Gloria del Señor (43:1-5).
Oseas
Joel
Amos
Abdías
Jonás
Miqueas
Nahúm
Habacuc
Sofonías
Hageo
Zacarías
Malaquías
OSEAS
El profeta Oseas era ciudadano del reino del norte de Israel, cuyo gobernante
Jeroboam II, es llamado por el profeta “nuestro rey” (Os 1:1; 7:5). Oseas fue
contemporáneo de Amós, aunque algo más joven. Comenzó su ministerio
durante el reinado de Uzías, rey de Judá, y Jeroboam II, rey de Israel, y continuó
hasta el tiempo de Ezequías, rey de Judá (1:1). Sin embargo, todos sus mensajes
están dirigidos a la nación del norte. Su ministerio puede ubicarse desde el año
750 hasta el año 725 a.C.
Oseas “Yahweh ha salvado” es el nombre del profeta que lo escribió. Es el
No se sabe nada más de la historia de la familia de Oseas que lo que dice en los
vv. iniciales de su libro. No sabemos nada de los acontecimientos de los últimos
días de Oseas, ni del lugar ni el tiempo de su muerte. Oseas ejerció su ministerio
en el reino del norte, Israel.
OSEAS
Vivió en el período más tenebroso de la historia del reino de Israel, antes que la
nación fuera llevada al cautiverio por Asiria. En la época de Jeroboam II; Israel
prosperó materialmente y progresó más que nunca desde los reinados de David
y Salomón (Os 2:8). A pesar de este bienestar material externo, prevalecía la
decadencia espiritual y moral interna del pueblo.
La anarquía política y la falta de gobierno caracterizaron esos tiempos. Hubo
OSEAS
El mensaje de Oseas coincide en parte con el de Amós. Por ejemplo, en la
rebeldía. ¿Qué hará Dios ante esto? Os 2:4-25 dice que Dios tiene 3 posibilidades
ante la conducta de la mujer: (a) ponerle obstáculos para que no pueda irse con
sus amantes y termine volviendo al marido (2:8-9); (b) castigarla públicamente y
con dureza (2:10-15); (c) perdonarla por puro amor, hacer un nuevo viaje de
Profetas 20
novios, un nuevo regalo de bodas, que sea como un nuevo matrimonio (2:16-25).
La predicación de Oseas pasó por estas 3 etapas.
OSEAS
Al principio no piensa en un castigo total y terrible, como Amós, sino en una
OSEAS
Os 11 es uno de los capítulos más maravilloso y fascinante del AT sobre el amor
de Dios. Os 11:1-5 habla de una triple muestra del amor de Dios y de un triple
rechazo de Israel. Dios, como padre, “ama, llama, enseña a andar, toma en los
brazos, cuida, atrae, da de comer”. Pero Israel, el hijo “se aleja, no le conoce”, no
pone la confianza en su padre, sino en los amigos. Es el prototipo del hijo
rebelde. Ante la inminencia del castigo paterno (11:5-6), Israel pide ayuda a Baal,
pero sin éxito (11:7). La misericordia de Dios vence a la ira: “mi corazón se
conmueve dentro de mí, se inflama toda mi compasión, no ejecutaré el ardor de mi
ira” (11:8-9).
En este pasaje el énfasis recae con toda su fuerza sobre el amor gratuito de Dios.
OSEAS
Oseas presenta 3 mensajes con una mención especial:
La imagen del matrimonio, aplicada a las relaciones entre Dios y el pueblo.
Profetas 21
La imagen paterna para expresar también las relaciones entre Dios y el pueblo
(Os 11); una paternidad en la que termina venciendo la misericordia y el perdón,
a pesar de las faltas del hijo.
La idea tan profética de que Dios prefiere la misericordia a los sacrificios:
“porque misericordia quiero, y no sacrificio, y conocimiento de Dios más que
holocaustos” (Os 6:6; cf. Mat 9:13).
JOEL
No se sabe nada del profeta Joel, excepto que era hijo de Petuel (Joel 1:1). El
relacionó con Judá y Jerusalén (2:1, 15; 3:1, 6, 18, 20-21). En todas sus profecías no
hay una sola mención de Israel. Su libro se caracteriza por un estilo literario
sublime y elevado, y una poesía vivaz e impresionante.
Joel está dividido en 2 partes: (1) capítulos 1-2, la sección histórica centrada en
JOEL
El desastre nacional da lugar a una exhortación al arrepentimiento (1:13-14; 2:1,
12-17), y a la referencia al “día de Jahweh” (1:15; 2:1-2, 11, 31; 3:14). La visión de
la gloria futura contempla el restablecimiento de los judíos en su propia tierra.
Un cesto de higos, una sequía, una olla hirviendo, una rama de almendro,
cualquier cosa de la vida diaria sirve al profeta para captar el mensaje de Dios.
Lo vulgar y cotidiano adquiere una dimensión nueva, habla, atemoriza,
interpela. Es un fenómeno que encontramos en bastantes profetas. Lo peculiar
de Joel es que todo su libro nace de una experiencia de este tipo: la
contemplación de una plaga de langostas.
Se considera el libro como una unidad. Hay en él un paso de lo inmediato a lo
JOEL
El profeta toma como punto de partida una catástrofe agrícola: una terrible
JOEL
Joel 3 presenta señales en el cielo y en la tierra (3:15-16); la salvación de Judá y
Jerusalén (3:17-18, 20); y sobre todo, con amplio desarrollo, la condena de las
naciones extranjeras que dispersaron y oprimieron al pueblo; reunidas en el
valle de Josafat, en el valle de la Decisión, serán juzgadas por Dios y condenadas
(3:2, 12, 14, 19).
El derramamiento del Espíritu, que rompe las barreras del sexo, de la edad y de
AMÓS
Amós se presenta como “uno de los pastores”, “boyero” que también recogía
“higos silvestres” (Am 1:1; 7:14). No sabemos en qué año nació y murió. En Am
1:1 afirma que profetizó durante los reinados de Uzías de Judá, y Jeroboam II de
Israel. El ministerio de Amós se sitúa entre los años 767-753 a.C.
Este profeta fue ciudadano de Judá, pero también dio mensajes al reino de
Israel. Varios de sus mensajes fueron dirigidos contra naciones extranjeras. Fue
a Bet-el, ciudad santuario del reino del norte, para pronunciar allí mensajes
proféticos de advertencia, reprensión y castigo para Israel.
Amós del verbo Uamas “cargar” es el autor del libro. El nombre significa “el
que lleva una carga”, lo que encaja muy bien con los graves y solemnes
mensajes que este profeta recibió para dar. El nombre Amós no se encuentra en
ninguna otra parte del AT. Fue contemporáneo del profeta Oseas, pero de mayor
edad.
AMÓS
Al llegar al siglo VIII a.C., la profecía en Israel cuenta ya con una larga historia
y con profetas relevantes como: Samuel, Natán, Elías, Eliseo, entre los más
Profetas 23
a la que no puede resistirse: “si el león ruge, ¿quién no temerá? Si habla Jehová el
Señor, ¿quién no profetizará?” (3:8). Para comprender el mensaje de Amós
debemos comenzar por las visiones, aunque están al final del libro.
En las dos primeras (7:1-6) Dios manifiesta su voluntad de castigar al pueblo
AMÓS
Lo mismo ocurre con la cuarta visión (8:1-2): el pueblo se asemeja a un cesto de
terremoto (9:1ss), que da paso a una catástrofe militar. Así comprendemos mejor
la progresión creciente de las visiones: de un castigo aparentemente
injustificado (langosta, sequía) se pasa a revelar la corrupción del pueblo (muro,
cesto de higos), que hace inevitable la catástrofe (terremoto). Es lo que ocurrirá
realmente 40 años más tarde, cuando las tropas asirias conquisten Samaria y el
reino del Norte desaparezca de la historia.
Este tema del castigo se repite a lo largo de todo el libro como un leitmotiv
insistente (2:13; 3:11; 4:2-3; 5:9, 17, 27; 6:8-9, 11, 14). Pero Amós no se limita a
anunciar el castigo. Y denuncia una serie de pecados concretos, entre los que
sobresalen: el lujo, la injusticia, el falso culto a Dios y la falsa seguridad
religiosa.
AMÓS
Amós ataca como ningún otro profeta el lujo; los palacios de los ricos, llenos de
AMÓS
Por último Amós ataca la falsa seguridad religiosa. El pueblo se siente seguro
porque es el “pueblo del Señor”, liberado por él de Egipto (3:1) y escogido entre
todas las familias de la tierra. Se considera en una situación privilegiada y
piensa que no puede sucederle ninguna desgracia (9:10). Más aún, espera la
llegada del “día del Señor”, un día de luz y esplendor. Amós tira por tierra toda
esta concepción religiosa. Israel no es mejor que los otros reinos (6:2).
La salida de Egipto no es un privilegio especial, porque Dios lo hizo también
con otros pueblos (9:7). Y si hubo una bendición especial no es motivo para
sentirse seguro, sino para una mayor responsabilidad ante Dios. Los privilegios
pasados, que el pueblo no ha querido aprovechar, se convierten en acusación y
causa de castigo: “a vosotros solamente he conocido de todas las familias de la
tierra; por tanto, os castigaré por todas vuestras maldades” (3:2). Así se explica
que cuando llegue el día del Señor sea un día terrible, tenebroso y oscuro (5:18-
20; 8:9-10).
En el mismo centro del libro, en medio de este ambiente de desolación y de
ABDÍAS
El breve libro de Abdías, que consta sólo de 21 vv., no lleva fecha, y su
“siervo de Yahweh”. Abdías era un nombre común entre los judíos de los
tiempos del AT. Algunas referencias al reino de Judá indican que Abdías
pertenecía a esa nación.
El libro describe el castigo que ha de venir sobre Edom a causa de su crueldad
ABDÍAS
El mensaje de amargura que nos transmite Abadías a través de sus palabras
denuncia algo más profundo: la espiral de violencia y la incapacidad para
olvidar errores pasados.
Después de anunciar la destrucción de Edom, el profeta se refiere a las
promesas de restauración de Israel. La casa de Jacob “recuperará sus posesiones”
(Abd 17) y extenderá sus límites (vv. 19-20). Y esta promesa de restauración, esta
seguridad de que Dios, a pesar del terrible castigo sufrido poco antes, no ha
abandonado a su pueblo, demuestra una fe y esperanza inquebrantables.
Entonces realmente “el reino será de Yahweh” (v. 21).
JONÁS
El profeta Jonás era galileo. En su libro no aparece ningún elemento decisivo
historia asiria. El único período en el que encaja la misión de Jonás a Nínive, con
los datos conocidos, es en el reinado de Adad-nirari II (810-782 a.C.). Durante su
reinado, Asiria dejó su religión politeista por un corto tiempo, y abrazó un culto
más o menos monoteista dedicado a Nabu (Nebo).
El libro toma su nombre de Jonás “paloma” que fue su autor. Jonás se emplea
como un término cariñoso en Cant 2:14; 5:2; 6:9. Relata la misión de Jonás a la
ciudad de Nínive para anunciar su pronta destrucción por causa de sus pecados.
Jonás fue presa del desaliento, el temor y la desesperación (PR:199). Conociendo
la bondad y misericordia de Dios, Jonás también temió que si daba el mensaje
divino, y los paganos lo aceptaban, no vendría la destrucción que pronunciaba
sobre ellos. Esto sería para él una gran humillación, como en realidad sucedió, y
no la pudo soportar (Jon 4:1-2). Los habitantes de Nínive se arrepintieron, y por
un tiempo abandonaron sus pecados.
JONÁS
El libro de Jonás se presenta como una llamada al universalismo frente al
Nínive era para Israel el símbolo del imperialismo, de la más cruel agresividad
contra el pueblo de Dios (Is 10:5-15; Sof 2:13-15; Nahum). A ellos debe dirigirse
Jonás para llamarlos a la conversión y a ellos les concede Dios su perdón. El
Profetas 26
mensaje de este libro es maravilloso pero duro y difícil de aceptar: Dios ama
también a los opresores, a los paganos, a los gentiles, ama universalmente.
En esta perspectiva de opresión e injusticia se comprende perfectamente la
JONÁS
En el mensaje del libro hay dos aspectos. Uno corresponde a los opresores:
convertirse. Otro toca a Israel: aceptar que Dios los perdone. Lo primero es
obvio, lo segundo resulta inaudito. Jonás representa al pueblo oprimido, que
sufrió la persecución y el destierro por los opresores. Un pueblo que siempre
espera que Dios intervenga de forma terrible contra sus enemigos. Pero esta vez
eso no sucederá. Es lo más duro que podía decir, y no es extraño que Jonás
prefiera la muerte antes que aceptarlo (4:1-3).
Nínive puede ser símbolo de opresión y persecución; pero quienes la habitan
son “más de ciento veinte mil personas que no saben discernir entre su mano
derecha y su mano izquierda, y muchos animales” (4:11). Dios no sólo se preocupa
por estas personas sino también por los animales, parte de su creación y de su
especial afecto.
Refiriéndose a “los hombres de Nínive” que respondieron al llamado de Jonás
MIQUEAS
Miqueas era oriundo de Moreset-gat (Miq 1:1, 14). No debe confundirse al
profeta Miqueas con Micaías, hijo de Imla, profeta de Israel en tiempos de Acab
(1 Reyes 22:8-28; siglo IX a.C.). Miqueas efectuó su ministerio durante los
reinados de Jotam, Acaz y Ezequías (1:1). De esta manera, su actividad profética
se sitúa entre los años 740 y 698 a.C. Por lo tanto, fue contemporáneo de Isaías y
Oseas, aunque menor que ellos, quienes comenzaron su ministerio durante el
reinado de Uzías, el predecesor de Jotam (Isa 1:1; Os 1:1). Aunque no sabemos
nada de su profesión, se piensa que era campesino.
El libro toma su nombre del profeta cuyo mensaje presenta. Miqueas significa
“¿quién se asemeja a Yahweh?”. Nada se sabe del profeta excepto lo que revela
el propio libro. Sin duda era de Judea, porque sólo menciona los reyes de Judá
(1:1). Murió durante la primera parte del reinado de Ezequías, antes de la caída
de Samaria. Igual que Isaías, Miqueas llevó a cabo su ministerio profético
durante la última mitad del siglo VIII a.C., cuando Asiria era la potencia
mundial dominante.
En Miqueas predominan dos temas principales: (1) la condenación de los
pecados del pueblo y el castigo resultante en el cautiverio; y (2) la liberación de
Profetas 27
Israel y la gloria y alegría del reino mesiánico. Por todo el libro de Miqueas
alternan las advertencias y las promesas, el castigo y la misericordia. Las
profecías de Miqueas y de Isaías tienen mucho en común. Sus profecías tratan
más de Judá que de Israel.
MIQUEAS
Después del título (1:1) se anuncia una grandiosa teofanía motivada por los
opone a las falsas promesas de los profetas un nueva amenaza contra las
autoridades por su conducta. En 3:5-8 tenemos un enfrentamiento directo de
Miqueas con los falsos profetas. Miqueas denuncia los crímenes y pecados de su
pueblo (v. 8). Por ello ataca duramente a las autoridades civiles y religiosas y
anuncia un terrible castigo a Jerusalén (3:9-12). Estas palabras debieron
impresionar tanto a sus contemporáneos, que se recordaban un siglo después (cf.
Jer 26:18).
MIQUEAS
Si Miqueas 1-3 presenta el tema de la justicia, 4-5 se centra en el de la salvación.
Frente a los falsos profetas, que la derivan de Jerusalén, Miqueas responde que
será Belén el punto de partida, como una condena de la capital.
¿Cuál es el contenido de la salvación? Para los falsos profetas tiene un sentido
nacional, cruel con los demás pueblos (5:4-5, 7-8). Para Miqueas se trata de una
salvación sin violencias, benéfica para todos (5:7). Es verdad que los enemigos
de Dios deben ser eliminados. Pero sus principales enemigos no son las
potencias extranjeras, sino todos los ídolos en los que confían los israelitas:
ejércitos, fortalezas, adivinos, falsas divinidades (5:9-14). Eso es lo que el Señor
exterminará.
MIQUEAS
La última palabra de Dios, como ocurre frecuentemente en los profetas, no será
de condenación, sino de salvación. Pero una salvación muy distinta de la que el
hombre espera, contraria a la que anuncian los falsos profetas, más cercana, por
Profetas 28
su purificación, del juicio de Miqueas 1. Así como el principio del libro nos sitúa
en el ámbito de la teofanía, Miqueas 6 nos sitúa en el ámbito de un juicio.
La primera profecía (6:1-5) convoca a la naturaleza para que asista al pleito de
Dios con su pueblo. Las bendiciones de Dios, presentadas con suave reproche
(vv. 3-5), provocan la generosidad de Israel, que intenta agradar a su Señor. Pero
al pueblo sólo se le ocurre una manera de acercarse a él: mediante el culto (6:6-7).
El profeta le recuerda el único camino: el que pasa por la justicia, la misericordia
y la humildad de corazón: “oh hombre, él te ha declarado lo que es bueno, y qué
pide Jehová de ti: solamente hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante
tu Dios” (6:8-9).
Y esto falta completamente en Israel; 6:9-16 contiene un duro ataque contra la
ciudad que se ha enriquecido a fuerza de injusticias. La referencia de Omri y
Acab (6:16) dirige el pensamiento a Samaria, capital del reino del Norte. Y 7:1-7
demuestra que también ha desaparecido la lealtad; en esta lamentación nos dice
el profeta que nadie puede fiarse de nadie, ni siquiera de las personas más
íntimas. En estas circunstancias, la única actitud sabia es confiar en el Señor y
esperar su salvación, como hace el profeta: “mas yo a Jehová miraré, esperaré al
Dios de mi salvación; el Dios mío me oirá” (7:7).
MIQUEAS
Hasta aquí el juicio ha seguido el mismo proceso que encontramos en otros
textos proféticos: ante la amenaza del Señor, el pueblo recurre al culto; pero Dios
no lo acepta como solución: la denuncia de la injusticia y de la falta de lealtad y
sinceridad religiosa sigue justificando el castigo divino.
Y éste se produce; pero, hay un cambio significativo. En el salmo final el
pueblo reconoce su pecado y lo justo del castigo: “la ira de Jehová soportaré,
porque pequé contra él, hasta que juzgue mi causa y haga mi justicia; él me sacará
a luz; veré su justicia” (7:8-10). Entonces Dios puede dar un mensaje de salvación
(7:11-13), al que sigue una súplica confiada (7:14-17) y la certeza del perdón:
“¿Qué Dios como tú, que perdona la maldad, y olvida el pecado del remanente de
su heredad? No retuvo para siempre su enojo, porque se deleita en misericordia. El
volverá a tener misericordia de nosotros; sepultará nuestras iniquidades, y echará
en lo profundo del mar todos nuestros pecados. Cumplirás la verdad a Jacob, y a
Abraham la misericordia, que juraste a nuestros padres desde tiempos antiguos”
(7:18-20).
NAHÚM
Nahúm era de Elcos (1:1), pero Elcos no figura como nombre geográfico en
ninguna otra parte del AT. Sin embargo, no hay duda que vivió y profetizó en el
reino del sur (Judá), casi seguro en Jerusalén (1:15); y que su profecía estaba
dirigida en general, contra Asiria, y contra Nínive en particular.
No se dan datos cronológicos, pero el profeta habla de la caída de Tebas (3:8-10)
como un acontecimiento pasado (663 a.C.). Esto proporciona una fecha límite
para la antigüedad de la profecía de Nahúm. Por otra parte, se describe la
Profetas 29
NAHÚM
Después del título (1:1), que se centra en Nínive, encontramos un salmo (1:2-10)
muerte se apoderan de la ciudad (vv. 1-3), indican las causas del castigo (v. 4) y
hablan de la intervención de Dios (vv. 5-7). Y para confirmar que Nínive no
escapará de la catástrofe, se recuerda la caída de Tebas (3:8-17). Los versos finales
(3:18-19) presentan el desastre como si ya hubiese ocurrido: los reyes y príncipes
han muerto, el pueblo se halla disperso por las montañas. Nínive ha
desaparecido de la historia a causa de su maldad.
NAHÚM
Lo que está en juego para Nahúm es la justicia de Dios en la historia. Jonás
podía perdonar a Nínive porque, Nínive se convertía. Pero, ¿qué ocurre cuando
el opresor, el malvado no se convierte? ¿Cuándo la guarida del león sigue
llenándose de victimas? (2:12) ¿Cuándo sigue descargando sobre los pueblos su
perpetua maldad? (3:19) ¿Puede Dios perdonar también en este caso?
Profetas 30
HABACUC
Fuera de su nombre, nada se sabe del profeta Habacuc. Es posible que fuera
cantor en el templo, puesto que Habacuc 3 está dedicado “al jefe de los cantores,
sobre mis instrumentos de cuerdas”. Aunque no se encuentran datos
cronológicos en el libro, ciertos textos permiten ubicar las profecías de Habacuc.
Se menciona que el templo todavía existe (2:20), lo que indica que el libro fue
El nombre Habacuc no se encuentra en ninguna otra parte del AT. Este libro
parece haber sido escrito durante un período de terrible apostasía (PR:285). Es
muy probable que el ministerio de Habacuc siguiera de cerca al ministerio de
Nahúm. El libro de Habacuc proporciona una solución al problema de por qué
Dios permite que prosperen los pecadores, comparable con la solución dada por
el libro de Job al problema de por qué Dios permite que sufran los santos.
HABACUC
Habacuc amaba profundamente al Señor, y con ansia deseaba el triunfo de la
justicia, pero no podía entender por qué Dios aparentemente permitía que
continuaran impunes la apostasía y el crimen de Judá (1:1-4). Dios le comunica
que tiene un plan para castigar a Judá por su mala conducta, y que para eso va a
utilizar a los caldeos como su instrumento (1:5-11).
Esta explicación presenta otro problema en la mente de Habacuc: ¿cómo puede
usar Dios a una nación más malvada que Judá para castigar a Judá? ¿Cómo se
puede conciliar un plan tal con la justicia divina? (1:12-17).
Con toda sinceridad, Habacuc pide una respuesta de Dios (2:1). Dios asegura al
HABACUC
Habacuc se arrepiente humildemente. Sin embargo, ruega que la justicia divina
gloria y el poder divinos que presenta a Dios trabajando para la salvación de sus
hijos fieles, y para la derrota de sus enemigos (3:3-16).
Termina el libro con una afirmación de confianza de Habacuc en la sabiduría y
el éxito final del plan divino: “aunque la higuera no florezca, ni en las vides haya
frutos, aunque falte el producto del olivo, y los labrados no den mantenimiento, y
las ovejas sean quitadas de la majada, y no haya vacas en los corrales; con todo,
yo me alegraré en Jehová, y me gozaré en el Dios de mi salvación” (3:17-19).
La profecía de Habacuc incorpora el diálogo. Un diálogo entre el profeta y Dios,
del que saldrá la enseñanza para los contemporáneos y para las generaciones
futuras. Sólo el diálogo con Dios, la pregunta, la objeción, la actitud de fe, la
esperanza contra toda esperanza, constituyen el camino para entender el curso
de la historia.
SOFONÍAS
El profeta Sofonías remonta su genealogía hasta Ezequías, uno de los reyes más
famosos de Judá (727-698 a.C.); por tanto, implica su ascendencia real. Afirma
que ministró en tiempo del rey Josías (1:1; 640-609 a.C.). Profetiza la destrucción
de Nínive, ocurrida en el año 612 a.C., como un suceso futuro (2:13), lo que
indica que escribió antes de esa fecha.
Además, la repetida mención de la gran impiedad de Judá (1:4-6, 8-9, 12; 3:1-3,
7), parece una referencia a la época anterior a la reforma de Josías, que comenzó
en el año 623/22. Todo esto sitúa el ministerio profético de Sofonías en los
primeros años del reinado de Josías (~ 639-630 a.C.), como contemporáneo de
Habacuc.
El libro de Sofonías lleva el nombre de su autor. Sofonías significa “Yahweh ha
SOFONÍAS
La primera sección de Sofonías (1:2-2:3) comienza con el anuncio de un juicio
extranjeros, que culmina con una nueva acusación de Judá. La primera nación
amenazada es Filistea (2:4-7), a la que siguen Moab-Amón (2:8-11), Etiopía (2:12)
y Asiria (2:13-15). El castigo de todos estos países debería servir a Judá para
convertirse. Pero el pueblo, especialmente las autoridades civiles y religiosas, no
aprenden la lección de la historia, convierten a Jerusalén en una ciudad “rebelde,
Profetas 32
SOFONÍAS
La tercera sección (3:9-20) supone que el juicio de Dios ya se ha cumplido y abre
paso a una etapa de salvación. Igual que el castigo aparecía desde el comienzo
como universal (1:2-3), también la salvación se extiende ahora a todas las
naciones (3:9-10). Pero la principal beneficiada es Judá. Su situación cambiará
por completo. Los idólatras, injustos y soberbios dejan paso a un “pueblo
humilde y pobre“, purificado por Dios (3:11-13). Los tiranos ceden su puesto al
Señor, “Rey de Israel…Yahweh está en medio de ti, poderoso, él salvará; se gozará
sobre ti con alegría, callará de amor, se regocijará sobre ti con cánticos” (3:14-17).
Y los desterrados y dispersos vuelven al país, reunidos por su Dios (3:18-20).
Sofonías denunció las diversas transgresiones contra Dios y contra el prójimo.
SOFONÍAS
Sofonías considera la destrucción como paso a la salvación. De la ciudad
rebelde, contaminada y opresora saldrá un resto que se acogerá al Señor: “el
remanente de Israel no hará injusticia ni dirá mentira, ni en boca de ellos se
hallará lengua engañosa; porque ellos serán apacentados, y dormirán, y no habrá
quien los atemorice” (Sof 3:13).
Por eso, a pesar de sus profundas denuncias, la lectura de Sofonías se convierte
más bien en estímulo para la acción, en agente de cambio. Es lo que él pretendió
con su ministerio profético: impulsar las reformas religiosas del rey Josías.
HAGEO
La reanudación de la reconstrucción del templo en tiempos de Dario, después
que la obra había sido abandonada por algún tiempo (Esd 4:24; 5:1), se debió al
valiente ministerio de Hageo. El libro de Hageo contiene 4 discursos, cada uno
de ellos lleva una fecha precisa, con día, mes y año del reinado de Dario.
La secuencia del libro de Hageo indica que todo su ministerio conocido no duró
más de 3 meses y medio, y que comenzó (Hag 1:1) el 27/08/520 a.C., y se extendió
hasta el 18/12/520 (2:10, 20). De todas las fechas de los profetas, la de Hageo es la
más exacta.
El título del libro es el nombre del profeta que fue su autor. Hageo significa
“festivo”, y sugiere que nació en un día de fiesta. Hageo fue el primero de los 3
profetas menores postexílicos. No se sabe nada de él más que lo que está
revelado en su profecía y lo que de él se dice en el libro de Esdras (Esd 5:1; 6:14).
HAGEO
Profetas 33
gobernantes, una respuesta más favorable y rápida que la que se dio a cualquier
otro profeta. La mayor parte de los profetas encontraron oposición, pero Hageo
se destaca como el profeta de más éxito, por la aceptación inmediata de su
mensaje.
El templo se terminó en un tiempo breve gracias a un espíritu de extraordinaria
HAGEO
1:1-15. El día 1 del mes sexto (27/08/520), el profeta se dirige a Zorobabel,
reconstrucción), Hageo hace una consulta a los sacerdotes. Al final afirma que
todas las obras que ofrece a Dios este pueblo se hallan contaminadas (10-14).
Inmediatamente después recuerda que la situación agrícola era desastrosa antes
de comenzar la reconstrucción, pero promete que en el futuro cambiará por
completo (15-19).
HAGEO
2:20-23. El mismo día 24 del mes noveno Hageo recibe una segunda profecía del
Señor dirigida a Zorobabel. Con palabras semejantes a las de 2:6-7 anuncia una
conmoción de cielo y tierra; los reinos paganos quedarán destruidos, mientras a
Zorobabel se le promete la dignidad regia mesiánica.
La predicación de Hageo gira en torno a dos temas: el templo y la irrupción de
ZACARÍAS
Zacarías quizá perteneció a una familia sacerdotal (1:1; Neh 12:12, 16). Recibió
su llamamiento entre octubre y noviembre del año 520 a.C., en el mismo año en
que aparece Hageo por primera vez (Hag 1:1). Zacarías aparece mencionado
junto con Hageo en Esd 5:1; 6:14, como uno de los principales artífices de la
reconstrucción del templo.
Algunos meses más tarde se dieron otras profecías (Zac 1:7-6:15). Luego se nota
una pausa de casi 2 años en su actividad, al cabo de los que recibió otro mensaje
divino el 07/12/518 (7:1), registrado en Zacarías 7-8.
Los otros mensajes y profecías, registrados en Zacarías 9-14, no llevan fecha,
por lo que no es posible fijar la duración total del ministerio de Zacarías. Si bien
se sabe que comenzó su obra en el año 520, y que siguió hasta el año 518 a.C., no
puede asignarse una fecha definitiva para el fin de su ministerio profético. Sin
embargo, lo más probable es que viviera hasta ver la terminación de la
construcción del templo unos años después, en el año 515 a.C.
ZACARÍAS
El libro lleva el nombre del personaje cuyas profecías presenta. Zacarías
ZACARÍAS
En cuanto a la época, vale lo dicho para Hageo. Dos grandes temas ocupan a los
ZACARÍAS
1:7-6:15 es la sección principal del libro. Estos capítulos contienen 8 visiones
Jerusalén (1:8-16)
2ª visión: los 4 cuernos y los 4 herreros; castigo de los paganos (2:1-4)
Por último, las visiones fueron completadas con una acción simbólica referente
ZACARÍAS
Las dos primeras y las dos últimas tienen por objeto los países extranjeros que
una consulta a los sacerdotes y profetas para ver si hay que seguir celebrando el
día de luto y ayuno del mes quinto. La respuesta de Zacarías se encuentra en
8:18-19: no sólo el ayuno del mes quinto, también los otros se cambiarán en gozo,
alegría y festividad.
ZACARÍAS
Profetas 36
ZACARÍAS
9:1-10:2. Habla del Dios que derrota a sus enemigos y libera a los desterrados:
muy difícil del pueblo/rebaño, que se hace cada vez más dura por culpa del
mismo. Aquí el mal no está fuera del pueblo, sino dentro. La actividad del mal
pastor y la dispersión se convertirán en prueba purificadora, lo importante es
purificar al pueblo. Al final habrá un remanente que invoqué al Señor y se halle
en pacto con él.
ZACARÍAS
Desde 12:1 hasta el final del libro se pueden distinguir 7 secciones, que
comienzan todas ellas con la misma fórmula: “sucederá aquel día” (12:3, 9; 13:2, 4;
14:6, 8, 13). 12:1-13:6 comienza hablando del combate escatológico entre Jerusalén
y todas las naciones (12:1-8). La derrota de los enemigos abre paso a una
gigantesca lamentación (12:9-13:1). A la purificación del corazón sigue la
purificación del país, desterrando de él los ídolos y los falsos profetas (13:2-6).
El capítulo final comienza hablando del combate escatológico y la teofanía
(14:1-5), que abre paso a una época maravillosa (14:6-11). Resuena de nuevo el
tema del combate (14:12-15); los supervivientes del mismo acudirán a Jerusalén a
celebrar la realeza de Yahweh en la fiesta de los tabernáculos (14:16), quien no lo
Profetas 37
MALAQUÍAS
Malaquías es el último de los profetas, y su libro también es el último libro
profético escrito en la era precristiana. Sus mensajes muestran que fue escrito
después del reino de Judá, cuando el país era regido por un gobernador (1:8), o
sea durante el período persa. El templo había sido reconstruido, pues se ofrecían
sacrificios diarios en el período de actividad del profeta (1:7-10). Los abusos que
Malaquías reprocha son casi los mismos que Nehemías encontró al regresar a
Jerusalén para iniciar su segundo período de gobierno (Mal 2:11-16; 3:8-9).
El ministerio de Malaquías pudo ser posterior al primer período de Nehemías
como gobernador, así se puede asignar a su libro una fecha sobre el año 425 a.C.
El libro fue escrito en el tiempo de Nehemías o poco después. Malaquías
significa “mi mensajero”, no se sabe si éste es el nombre del autor del libro o se
trata de un autor anónimo. Sería éste el único de los libros proféticos del AT
escrito en forma anónima. Pero, no hay ninguna razón por la que no deba
considerarse a Malaquías como un nombre propio.
El profeta no hace ninguna referencia biográfica ni nos da la fecha de su
ministerio. Pero, queda poca duda que sea el último de los profetas del AT. Por
el contenido de su libro, Malaquías profetizó cuando el cautiverio casi había
pasado al olvido y después que el templo había sido restaurado y su culto
instituido por algún tiempo.
MALAQUÍAS
La profecía de Malaquías presenta una decadencia espiritual progresiva. Los
exiliados habían regresado de la tierra de su cautiverio a la tierra prometida,
pero en su corazón permanecían en el lejano país de la desobediencia y el olvido
de Dios: “este incumplimiento del propósito divino era muy evidente en días de
Malaquías” (PR:520).
Las cosas habían llegado a un punto tal que aún los sacerdotes menospreciaban
el culto y el servicio a Dios y estaban hastiados de la religión (1:6, 13). Dios, por
su parte, estaba cansado de su infidelidad y de ninguna manera podía aceptar su
culto y su servicio (1:10, 13; 2:13, 17). Aunque en la práctica el pacto se había
anulado por el pueblo, Dios seguía teniendo misericordia de su pueblo
extraviado.
Dios comisionó al profeta Malaquías para que diera un duro mensaje de
amonestación que recordara a los judíos lo que habían sido antes como nación, y
Profetas 38
los instara a volver a Dios y reconocer los requisitos del pacto (PR:520-21). 8
veces, bondadosa y pacientemente, el Señor se dirige al pueblo y a sus dirigentes
religiosos, llamándoles la atención a su apostasía, y 8 veces, impacientemente,
ellos rechazan reconocer equivocación alguna (1:2, 6-7; 2:13-14, 17; 3:7-8, 13-14).
Este constituye el tema central del libro.
MALAQUÍAS
Con suavidad Dios empieza recordándole a Israel su amor eterno: “yo os he
amado, dice Yahweh”, y lo demuestra comparando a Jacob con Esaú (a los judíos
con los edomitas); pero ellos protestan duramente alegando que falta una prueba
de que él los ama. Dios contesta recordándoles que fue por su amor por lo que
ellos habían llegado a ser una nación (1:2-4).
Observando que Israel debía dar a Dios la honra que un hijo da a un padre,
del templo como una ilustración. Han contaminado o vulgarizado las cosas más
santas. Pero su reacción indica completa ceguera para distinguir entre lo santo y
lo común (1:7).
Dios explica en detalles la inutilidad de su vacía rutina de ceremonias
religiosas (1:18-2:12), concluyendo con el anuncio que él ya no tomará en cuenta
sus ofensas ni las aceptará (2:13). Descaradamente y pretendiendo que sus
sentimientos han sido heridos, el pueblo demanda saber por qué Dios pasa por
alto de esa manera su culto y servicio (2:14). Con paciencia él les explica que las
formas de la religión no tienen valor cuando sus principios no se aplican a los
problemas prácticos de la vida diaria (2:14-16).
MALAQUÍAS
Dios está cansado también de su hipócrita pretensión de piedad. El pueblo se
acusación con una bondadosa invitación para que se vuelvan a él. Sin embargo,
ellos fingen completa sorpresa e indignación respecto a su desviación del
camino de la obediencia a los requerimientos divinos (3:7).
Dios contesta el desafío con pruebas específicas y tangibles de su descarrío. Los
MALAQUÍAS
Dios acusa a los judíos por sus descaradas respuestas ante el continuo esfuerzo
divino para hacerles ver su condición espiritual, pero ellos se niegan a admitir
que hayan dicho alguna cosa falsa o impropia (3:13). Dios contradice esa
negativa señalando la esencia del problema: no han estado sirviendo a Dios con
corazón sincero, sino para obtener provecho personal. Con una actitud
totalmente desafiante están listos para poner a Dios a prueba. Declaran su
disposición a enjuiciarlo, para probar que sus acusaciones contra ellos no tienen
base (3:14-15).
En 3:16-18 y 4:2, Dios reconoce que hay unos pocos fieles en Israel que