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modernidad
Erica Grossi
Titulo original: Weber. Le adem e sodali di fronte alia modernitá
© Erica Grossi, 2 015
O de esta edición, Batiscafo, S. L , 2 0 1 6
Traducción de Juan Carlos Postigo Ríos
científico filósofo»,1 sin duda un sociólogo, pero tam bién adm inistra
dor y teórico de la racionalización capitalista de la sociedad industrial
alemana de principios del siglo pasado. Weber, de hecho, a lo largo
de su vida de estudioso y de crítico de la sociedad de su época, supo
m antener al mismo tiem po el papel que cada una de estas definicio
nes le atribuye. Antes de repasar los aspectos críticos de su trabajo y
las páginas más im portantes de su obra científica, antes incluso de
entrar en el mérito teórico de las definiciones concretas, sirve de ayu
da, para comprender las razones de esta consideración, volver sobre
el recorrido tem ático más com únm ente utilizado para reunir la canti
dad de escritos, ensayos y reflexiones que Weber dedicó a las ciencias
sociales durante toda su vida.
' Karl Jaspers, Max Weber. Politiker, Mensch, Philosoph. Storm, Bremen, 1946.
Max Wi'biit, tui buen padre pura todas tas ciencias sociales ‘J
s Entre los trece y los quince años, Weber escribe sus primeros ensayos de historia
política y social: Sobre e l curso de la historia alemana, con referencias especiales a la
posición del emperador y del papar, Sobre el período del Imperio romano desde Constan
tino a la migración de las naciones’, Consideraciones sobre el carácter, el desarrollo y la
historia de los pueblos indogermánicos.
'Uno valí¡fiara la «ciencia como profanán 13
mar los miedos del Weber hombre y las contradicciones del Webet
intelectual. Por un lado, la vocación conflictiva con la ciencia y con la
política, y por otro, las crisis europeas y mundiales que estallan a prin
cipios del nuevo siglo vibran en la conciencia weberiana como señales
inequívocas premonitorias de un terrem oto histórico.
10 Extraído de la biografía escrita por su m ujer Marianne: Biografía de Max Weber, trad.
María Antonia Neira de la Bigorra, Fondo de Cultura Económica, México, 1995.
’ttun vida fiiirn la «ncnaa cama profrsniw 27
Son estos años los más difíciles para la acción social y política del
hombre y del intelectual Weber, llamado a los salones de la diploma
cia europea para contribuir a las decisiones estratégicas relativas a la
catástrofe de la guerra que está teniendo lugar. Ocupado en misiones
oficiosas entre Bruselas, Viena y Budapest, vive una vez más la frus
tración teórica entre convicción y responsabilidad de la acción: por
un lado, la certeza de la legitimidad de los «objetivos» de la política de
potencia de la Alemania beligerante y, por el otro, la oposición a todo
«medio» de ejecución de la guerra. Su ferviente producción propa
gandística en el TrankfurterZeitunges, en este complicado momento,
la prueba de fuego de la contradicción personal y científica vivida en
su experiencia diplomática. Esta tensión se condensa en las restric
ciones efectivas de una acción política que solucione la catástrofe y
'Una vida para la «viruela como prnjrsiów ¡W
15 Max Weber, Ensayos sobre metodología sociológica, trad. José Etcheverry, Buenos
Aires, Amorrortu, 1982, Introducción de Pietro Rossi.
pensamiento. Ambas son un sistema ordenado de leyes que un mismo
método analítico puede determ inar para explicar de modo infalible
y universal los fenómenos en los que se manifiestan, los sociales por
un lado y los naturales por otro. Para la cultura alemana en la que se
forma Weber, la provocación positivista no es insignificante. Para los
científicos sociales alemanes, cada vez más enfrascados en la teoriza
ción de planos opuestos del saber, distinguiendo entre quien estudia
la naturaleza como mundo fuera del hombre -físicos, biólogos, quími
cos, anatom istas, astrónomos, etc.- y quien se ocupa del hombre, de
sus condiciones de funcionamiento interno y de sus relaciones con los
demás por sí solo -filósofos, sociólogos e historiadores-, la postura de
los positivistas no es algo que se pueda ocultar fácilmente bajo la al
fombra. Y sin duda, el mundo académico y cultural alemán de finales
del siglo xix no escapa a la provocación, pues está acostum brado des
de hace más de un siglo a dom inar el campo de las ciencias humanas.
Así pues, ¿cómo reaccionar?
2. ¿Cuáles son los objetos, los instrum entos y los métodos de in
vestigación de estas nuevas «ciencias de la realidad»?
:w 'IVcbttr
Si se enfrascaran en un debate
imaginario, Max Weber y Karl Marx
se pondrían de acuerdo a la hora de
considerar el capitalismo moderno
como el carácter distintivo de la civi
lización occidental. Am bos recono
cerían el papel central que, en este
sistema económico, desempeñan
el mercado, la competencia, el be
neficio, la acumulación y los modos
de producción. De hecho, desde los
primeros pasos de la crítica a los
dos maestros de la sociología y de
la economía política por parte de
alumnos y pensadores de segunda
generación, se ha destacado el fal
so mito del «antimarxismo» de We
ber y del Irreducible contraste entre
ambos. En primer lugar, en ambos Monumento a Marx y Engels en Berlín.
Los textos weberianos considerados por la crítica como los más ri
gurosamente dedicados a la dimensión metodológica de su trabajo
-desde la primera fase de elaboración del pensamiento del autor basán
dose en “E conomía y sociedad- se remontan a principios del siglo xx,
pero se extienden a lo largo de más de una década con saltos cronoló
gicos importantes.
Constituido ya form alm ente en un Corpus de cuatro ensayos,
publicados entre 1904 y 1917 en las diferentes revistas en las que
escribía Weber, el trabajo metodológico sigue, com plem entando la
fase de investigación de cam po a la que se dedica con mayor intensi
dad, especialm ente durante los prim eros años de su carrera de estu
dioso. Reunidos por prim era vez en la edición alem ana coordinada
por su alumno principal, Johannes W inckelm ann, con el título de
Qesammelte Aufsátze za r Wissenschaftslehre,M estas obras reúnen
elem entos y consideraciones útiles para la creación de un m étodo
de las ciencias histórico-sociales que descanse, exactam ente, sobre
los resultados de las investigaciones experim entales. Aunque, para
tener claros todos los fragmentos, las transform aciones y los hitos
correspondientes del pensam iento weberiano sobre el m étodo, no
«nada humano les sea ajeno» en este aspecto. Pero de esta confesión
de debilidad humana a la creencia en una ciencia «ética» [...], que hu-
44 Webar
50 Max Weber, Estudios críticos sobre la lógica de las ciencias de ¡a cultura, en Ensayos
sobre metodología sociológica, trad. José Luis Etcheverry, Buenos Aires, Amorrortu, 1982.
52 Weber
2' Enzo Traverso, La historia como campo de batalla. Interpretar las violencias
del siglo xx, trad. Laura Fúlica, Fondo de Cultura Económica, 2012.
22 Max Weber, Estudios críticos sobre la lógica de las ciencias de la cultura,
op. c it Los textos de Eduard Meyer con los que polemiza son: Zur Theorie
und Methodik der Geschichte [De la teoría y métodos de la historia] (1902)
y Geschichte des Alterthums [Historia de la antigüedad], una historia de la
antigüedad en cinco volúmenes (1884-1902).
23 Max Weber, Posibilidad objetiva y causación adecuada en la consideración
causal de la historia, en Id., El método de las ciencias histórico-sociales,
trad . J o a q u ín A bellán, A lianza Editorial, 2 0 0 9 .
Organizar cl edificio de las ciencias histdrica-socialcs: Weber y el nukoda 5.1
3!? Max Weber, Sobre algunas categorías de la sociología comprensiva, en Ensayos so
bre metodología sociológica, trad. José Luis Etcheverry, Buenos Aires, Amorrortu, 1982.
64 'M i/w r
93 Max Weber, Economía y sociedad, frad. Juan Roura Parella, Eugenio ímaz, Eduardo
García Maynez, José Ferrater Mora, Francisco Gil Villegas, México, FCE, 2002.
Organizar el eihfii la de la» enmelas luslMco-soaatas: 'Weliery el rntkotlu híV
Los dos primeros tipos de acción social son los atribuibles a la «aso
ciación», los otros a la «comunidad»: la segunda se sustenta sobre la
común pertenencia afectiva o tradicional, subjetivamente sentida por
todos los miembros; la otra se define por la disposición de los partici
pantes a la acción en función de intereses o vínculos de interés moti
vados racionalmente con vistas a cierto objetivo o sistema de valores.
Como se deduce de la descripción de cada uno de los niveles básicos
de comprensión analítica de la acción social, para Weber el sociólogo
debe ser capaz de «comprender» ese comportamiento social concreto
poniéndose del lado del sujeto agente y no desde el punto de vista del
66 Wubur
P o r t a n t o , e n u n a h is t o r ia u n iv e rs a l d e la c u l tu r a , y d e s d e el
p u n t o d e v is t a p u r a m e n t e e c o n ó m ic o , e l p r o b le m a c e n tr a l
n o e s , e n d e fin itiv a , e l d e l d e s a r r o llo d e la a c tiv i d a d c a p i t a l i s t a
( s o lo c a m b i a n t e e n la fo rm a ), d e s d e e l t i p o d e c a p i t a l i s t a a v e n tu r e r o
y c o m e r c ia l, d e l c a p ita lis m o q u e e s p e c u la c o n l a g u e r r a , la p o lític a
y la a d m in is t r a c ió n , a la s f o r m a s a c t u a l e s d e e c o n o m ía
c a p ita lis t a ; s i n o m á s b ie n e l d e l o r ig e n d e l c a p ita lis m o in d u s t r ia l b u r g u é s
c o n s u o r g a n iz a c ió n r a c io n a l d e l t r a b a jo lib re .35
36 Max Weber, La ética protestante y e l espíritu del capitalismo, trad. Luis Legaz Lacam
bra, Editorial Reus, 2009.
72 Wfílwr
38 Marianne Weber, Biografía de Max Weber, trad. María Antonia Neira de la Bigorra,
Fondo de Cultura Económica, México, 1995.
37 Cfr. recuadro: Marx y Weber: el carácter económico de la modernidad.
'l.a ética in m iin u n i de lu lellguiw. T.l «punto de vista» de la sociología welwriana T,\
Entre los años 1895 y 1905, el rey Leopoldo mandó construir una nueva
estación de tren en pleno centro de Am beres. La C entraal Station es el
sím bolo de una nueva etapa para Bélgica: la de la campaña colonial en
Á frica y la de la centralidad que los m ercados financieros y com erciales
flam encos van adquiriendo poco a poco en la Europa moderna. En esta
coyuntura de desarrollo nacional e internacional, la necesidad de una es
tación nueva y moderna, capaz de acoger el flu jo de personas y m ercan
cías que viajan por tierra flam enca, se une al deseo de m onum entalizar
el progreso económ ico en la arquitectura urbana y, en particular, en la de
los e dificios destinados a las actividades propias de la época ca p ita lista
Son los años en que el suelo europeo se cubre de estaciones fe rro
viarias, edificios que albergan la nueva institución financiera de la B o lsa
tribunales de ju s tic ia prisiones, teatros líricos, hospitales y m anicom ios.
Estos últim os son la m aterialización urbana de la coacción al orden es
tablecido por la m odernización de los códigos -in c lu id o s los de la edu
cación escolar o la gestión sanitaria p ú b lica -, y la tendencia a lo monu
m ental representa la dim ensión m aterial y ciudadana del «espíritu del
capitalism o». En aquellos años, W eber escribe que el «espíritu del capita
lismo» europeo occidental, tal y com o se ha desarrollado a lo largo de la
historia m oderna, es la traducción secularizada de la «ética protestante»,
etapa tran sitoria y en gran m edida avanzada de un proceso de transfigu
ración de las creencias prim itivas m ágico-rituales en com portam ientos
éticos orientados a lo racional. En esencia, el mundo m oderno, liberado
progresivam ente de las fuerzas m ágicas y luego de las sagradas -lo s
espíritus y las divinidades-, vive en un presente dom inado por la ciencia
y la técnica que ha excluido lo ultram undano y ha sustituido la fe en lo
inescrutable trascendental por la fe en aquello que se puede com probar
em píricam ente. No obstante, el nuevo «espíritu del capitalism o» no es
inm une a una tendencia religiosa ni a la aparición de entidades pseudo-
% é
7-1 ‘Wttbcr
divinas a las que los hom bres m odernos, en el «desencantam iento del
mundo», pueden dedicar su existencia y en las que depositar su fe en
la salvación, incluso cuando esta se expresa en el éxito económ ico y en
los negocios. Se da la circunstancia de que, para un e d ificio m oderno y
eficie nte com o la nueva estación central de Am beres, el soberano quiere
que sus arquitectos se inspiren en el Panteón rom ano, a su vez inspirado
en el griego. A sí pues, tanto aquí com o en la teoría genealógica w eberia-
na, tom a form a la continuidad en la era m oderna del capital de los frutos
culturales originados en la «cuna de la civilización» helénica Por este
motivo, en el punto central de máxima altura de la nueva construcción, el
arquitecto D elacenserie manda levantar una cúpula inspirada en la del
tem plo rom ano:
en los puntos elevados, desde donde los dioses del Panteón de Roma veían
al visitante, en la estación de Amberes se introducen en orden jerárquico
las divinidades del siglo xix: la minería, la Industria, el tráfico, el comercio
y el capital. Alrededor del vestíbulo [...] hay fijados a media altura letreros
de piedra con símbolos como gavillas de trigo, martillos cruzados, ruedas
aladas y cosas por el estilo, mientras que el motivo heráldico de la colmena
no simboliza [...] la naturaleza puesta al servicio del hombre y tampoco la
diligencia en cuanto virtud social, sino el principio de la acumulación capita
lista V de entre todas estas figuras simbólicas [...], la que está en la cumbre
es el tiempo, representada por las agujas y la esfera
De manera que:
/ X
Al interferir cada vez más en los asuntos del mundo (ascetismo laico
mundano), crece al mismo tiempo el aprecio de la importancia del
trabajo profesional.43
Puede que incluso el lector más atento no tenga claro aún cómo es
posible que en un tratado de sociología económica, las palabras ca
tolicismo, protestantism o y calvinismo aparezcan en tan estrecha re
lación causal con capitalismo y empresa. El punto de partida de esta
«familiaridad» lingüística reside en la relación lógica en la que Weber
sitúa el concepto religioso de «vocación» con el económico de profe
sión, y el de «ascesis» con el de beneficio.
47 El puritanismo que entre los siglos xvii y xvm se expande con fuerza por Inglaterra, en
especial por la intervención revolucionaria e institucional de Oliver Cromwell, inspira las
dinámicas económicas, políticas y sociales del primer colonialismo inglés en Norteaméri
ca Por esta razón, además, Weber también combina la mentalidad económica capitalista
de Benjamín Franklin con el proceso «evolutivo» que el primer puritanismo de los colonos
ingleses tuvo a lo largo del siglo hasta la declaración de la generación a la que pertenece
el estatista estadounidense.
‘La ética económica do la roltgión. '111«punta de vista» do la sociología wobonona ‘).H
Este es, por tanto, el mundo moderno actual «en el» que actúa
el individuo heredero del progresivo laicismo de la ética económica
en el sentido de un verdadero ordenamiento económico codificado
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✓ / V
\
de Lutero (1 5 1 7 ): «Que cada cual perm anezca en la profesión (B e ru l)
donde estaba cuando fu e llam ado (berufen)».
En esta expresión se resum e la base de la interpretación w eberiana
de los orígenes protestantes y del desarrollo calvinista de la m entalidad
económ ica capitalista que dom ina e l m undo m oderno. La dedicación al
trabajo com o form a laica de cum plir con la prescripción religiosa de per
seguir el éxito m undano para obtener la salvación a la que D ios destina
al hom bre. W eber utiliza este m ism o principio para reflexionar y entender
la profesión política y la ciencia com o «vocación» a la que dedicarse con
la máxima rectitud: «Debemos ponernos a trabajar y satisfacer, com o
hom bres y com o profesionales, las "exigencias de cada día"».52
C de Capitalism o, m oderno, burgués y occidental (europeo y esta
dounidense): «la organización racional del trabajo form alm ente libre»,
cuya peculiaridad consiste en la institución de la em presa industrial.
Esta, además de a las coyunturas del mercado, le debe su peculiar de
sarrollo a otros dos elem entos determ inantes: «la separación de la ad
m inistración dom éstica de la industria (que actualm ente es un principio
básico de la vida económ ica) y la consecuente contabilidad racional».
Pero es a la organización del trabajo a la que el capitalism o occidental
contem poráneo de W eber le debe su peculiar desarrollo, estrecham ente
conectado al nacim iento de la burguesía occidental -e s decir, del prole
tariado in d u s tria l- Como corolario de causas sim ultáneas a la principal
del trabajo, W eber reconoce la im portancia decisiva del desarrollo de las
posibilidades técnicas y -e n el plano de la contabilidad y de la adm inis
tración form al de la em p re sa- el de las normas del derecho.
D de D esencantam iento del m undo m oderno: W eber resum e en
esta expresión el proceso, investigado por él mismo, de racionalización
de las m anifestaciones culturales en la civilización occidental a lo largo
de su historia hasta principios del siglo xx. Solo en O ccidente -aunque
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'/.«ótica económica dc lu religión. 'III«punto de vista» de la sociología wchcrinrtii *W
56 El día de su muerte, la obra estaba incompleta Como ya hemos dicho, esta fue
publicada a titulo póstumo en una versión integral organizada por su mujer Marianne en
1922. La obra se volvió a presentar entre los años 1925 y 1976 en distintas versiones
revisadas por su mujer y su alumno, Johannes Winckelmann, en un intento por acercarse
al máximo al plan originario del autor. Más tarde llegó la versión italiana a cargo de Pietro
Rossi en dos volúmenes, basada en la edición critica de Winckelmann de 1956.
'í.lit ii y faditiva: el trabajo inlrlrt tualy lasjimuas dofiador 105
69 Raymond Aron, Las etapas del pensamiento sociológico. Montesquieu, Comte, Marx,
Tocqueville, Durkheim, Pareto, Weber, trad. Carmen García Trevijano, Editorial Tecnos,
2004.
106 Weber
58 Para el resumen de las definiciones de la acción social, véase la primera parte del
primer volumen de la obra póstuma, ya citada, Economía y sociedad
108 'títeher
glo xx, una configuración aún más peculiar del Estado. De acuerdo con
el análisis de Weber, hay dos aspectos en particular que juegan un papel
fundamental: la definición de un código de normas como la «constitu
ción» y el reconocimiento cultural, jurídico y social de la «nación» como
detentara sobredeterminada de la soberanía. Estos elementos se en
cuentran en estrecha relación con la sistematización de la participación
en el servicio militar de los miembros del Estado y con la formación de
una esfera pública en la que los dominados puedan ser representados y,
por tanto, operar formalmente en la gestión compartida del poder. Esto
ocurre por lo general mediante las formaciones políticas de los «parti
dos», los cuales compiten por la gestión de la administración pública se
gún el sistema de distribución de la potencia legitimado por el sufragio.
Dos son las vocaciones a las que puede aspirar la ciencia y por tanto
el científico. En primer lugar, la labor de evaluar de manera práctico-
empírica la relación entre los valores asumidos por la acción con vistas
al objetivo y los medios escogidos conscientemente (incluso subjetiva
mente) basándose en el cálculo de las consecuencias que pueden deri
var de la elección de esos valores para alcanzar el objetivo mismo. Solo
así el científico social -y el filósofo «frustrado por la política»- puede
generar a partir de las posibles valoraciones prácticas directrices para
una acción política racional. Aquí vuelve a ser útil la distinción entre
«relación de valores» y «juicio de valor» que Weber ya abordó metodo
lógicamente con respecto al estudio de los temas específicos de toda
investigación histórico-social, principalmente cuando estos se presen
tan como acontecimientos dirimentes para la contención o resolución
83 Max Weber, La ciencia como profesión, en Id, E l trabajo intelectual, op. c it Resulta
interesante recordar la cita completa también en función de la comprensión del tono del
debate académico.
'f.tit'u y /mlíticit: et iraliu/u mlfltwliiuty tus formas </<• ¡kttler 12Ü
hemos dicho, que aquellas puedan proponer una «crítica técnica de los
valores». Por consiguiente, si es posible un juicio de valor por parte del
científico, este no irá dirigido a la naturaleza de los medios y de los fines
en sí mismos sino a la idoneidad o no de estos respecto a las premisas ra
cionalmente consideradas por el sujeto en relación a su objetivo, es decir;
basándose en una valoración política, en tanto que va destinada a detec
tar la coherencia de esa acción racional orientada a la sociedad entendida
como campo de relaciones interindividuales.
Podemos por tanto, si hemos entendido bien nuestra misión [...] obli
gar al individuo -o al menos ayudarle- a darse cuenta del sentido de
su propia acción. No creo que sea demasiado poco, incluso para la
vida puramente personal.64
así como al sujeto que los elige, comprobar y juzgar la validez a partir
de los datos empíricos relativos a la realización - o al fracaso- de la
acción hum ana dirigida subjetivamente en este sentido.
/✓ \\
tado moderno como institución legítima del uso de la fuerza Solo que
antes, esa fuerza, encarnada por el carisma de un caudillo «romano» y
un Führer pangerm anista buscará su legitimación en un «sistema de va
lores» asimismo construido pseudocientíficamente sobre la aniquilación
física y burocratizada de cualquier competidor que se halle en el campo
de la política, de la existencia y del mundo.
V id a d e W e b e r C o n te x to h is tó r ic o y c u ltu ra l
1882 Se matricula en la
facultad de Jurisprudencia de la
Universidad de Heidelberg.
1883 Hace el servicio militar en 1883 Nietzsche empieza a
Estrasburgo. publicar A s í habló Zaratustra.
1889 Obtiene el doctorado.
1891 Enseña derecho en Berlín.
1893 Se casa con Marianne
Schnitger.
142 ‘Wtíber
V id a d e W e b er C o n te x to h is tó ric o y c u ltu ra l
B F
batalla de Maratón 52,57 Fischer, Kuno 12
Baxter, Richard 91 Foucault, Michel 19
Bekker. Immanuel 12 Franklin, Benjamín 75.76.77,92
Bloch, Emst 26 Freud, Sigmund 19
Brentano. Franz 72
Brunner, Otto 12 G
Goldschmidt, Levin 12
C
calvinismo 83.86.87.90-92.99 H
capitalismo 25. 38-40, 66, 67-70. 71-82. 83- Hildebrandt, Bruno 32
87,92-93,95-97,99,100.104.119
Comte. Auguste 21,33 J
Conferencia de Versalles 127-129 Jaffé, Edgar 23.68
Consideraciones sobre el carácter, el desa Jaspers. Karl 8, 30, 38
rrollo y la historia de los pueblos indo
germánicos 12 K
Knies, Karl 12,32
D
Dilthey. Wilhelm 12,43,44.46.56 L
doctrina de la ciencia ( Wissenschaftslehre ) 1 a ciencia como profesión 10,16.29.97,106,
43 122,124
'La ética económica de las religiones univer
E sales 28
'Economía y sociedad 9,30,41,42,64,94,95, l a ética protestante y el espíritu del capita
96.102,104,107,113,117 lismo 9. 23, 25, 66, 67, 71, 72, 75, 79, 80.
economía industrial 25 81, 86.91.92, 94, 95-99,100
El Estado nacional y la política económica 16 l a historia agraria romana y su significado
E l Capital 35 para el derecho público y privado 8.13
El manifiesto comunista 35 l a nueva Alemania 29
144 “Weber
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