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Septiembre 6, 1908

Jesús quiso sufrir para unir todo a Sí.


Continuando mi habitual estado, estaba
pensando en el misterio de la flagelación, y al
venir Jesús, poniendo su mano en mi hombro
me ha dicho:
“Hija mía, quise que mi carne fuera esparcida
en pedazos, mi sangre vertida por toda mi
Humanidad, para reunir a toda la humanidad
dispersa; en efecto, con haber hecho que todo
lo que de mi Humanidad fue arrancado: carne,
sangre, cabellos, quedara disperso, en la
resurrección nada quedará disperso sino todo
reunido de nuevo en mi Humanidad, con esto
Yo reincorporaba a todas las criaturas en Mí;
así que después de esto, quien de Mí queda
separado, es por su obstinada voluntad que
de Mí se arranca para ir a perderse.”
Libro de Cielo. Septiembre 6, 1908 Volumen 8
“Hágase Tu Voluntad En La Tierra Como En El
Cielo”

“Hija mía, cuánto amo a las almas, mira, la


naturaleza humana estaba corrompida, humillada,
sin esperanza de gloria y de resurgimiento, y Yo
quise sufrir todas las humillaciones en mi
Humanidad, especialmente quise ser desnudado,
flagelado y que a pedazos cayeran mis carnes bajo
los azotes, casi deshaciendo mi Humanidad para
rehacer la humanidad de las criaturas, y hacerla
resurgir llena de vida, de honor y de gloria a la
vida eterna. ¿Qué otra cosa podía hacer y que no
haya hecho?”
Enero 13, 1907 Volumen 7

“El pecado no sólo quita la belleza, sino que forma


llagas profundas, putrefactas y gangrenosas que
corroen las partes más íntimas, consumen los
humores vitales, así que todo lo que el hombre hace
en estado de pecado son obras muertas,
esqueléticas, el pecado le arranca la nobleza de su
origen, la luz de su razón y se vuelve ciego, y Yo
para llenar la profundidad de sus llagas me hice
arrancar a pedazos la carne, me reduje todo a una
sola llaga, y con derramar a ríos mi sangre hice
correr los humores vitales en su alma, para darle
nuevamente la vida.” Febrero 9, 1922 Vol. 14

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