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Lectura: Tomado de Laburthe-Tolra y Warnier[1] pp.

31-34

LOS ORíGENES DE LA HUMANIDAD

La evolución de la que ha surgido el Homo sapiens sapiens no es solamente una evolución


biológica que, en cierto sentido después, hace posibles la organización social, la técnica y el
desarrollo de las facultades intelectuales. La relación de causalidad se ejerce también en sentido
inverso: la evolución biológica del género Homo fue hecha posible por una organización social
compleja y por la técnica, bajo su doble aspecto de control (del cuerpo y del intelecto) y de
herramientas (material). En otras palabras, los cuatro hilos conductores de la evolución humana -
social, mental, técnico y biológico- se tejen juntos y de forma indisoluble en relación con el entorno.
El arranque de este proceso es muy anterior a la aparición de los primeros homínidos. Esto es lo que
demuestran los estudios de primatología comparada.
Los estudios comparados de las especies del orden de los primates, de la que forman parte
los lemúridos, los simios, los hominoides y los homínidos, comenzaron en los Estados Unidos entre
las dos guerras mundiales, y tomaron auge principalmente en Japón y los Estados Unidos después
de 1945. Están basados en lo esencial en la observación de las especies estudiadas, en libertad en
su hábitat natural. Estos estudios en sincronía permiten trazar un esquema diacrónico de la
evolución de la estructura social en la filogénesis de los primates. El japonés Imanishi propone llamar
specia a una sociedad, una manada o una banda de una especie dada. Es el equivalente de una
sociedad humana. Demuestra que las specia perduran de año en año independientemente del ciclo
de la actividad sexual. lnvalida por ese mismo hecho la tesis defendida en 1932 por Zukerman, para
quien la sexualidad es la causa del vínculo social. Según Imanishi, la sociabilidad de los primates es
un hecho sui generis, independiente de la actividad sexual, y variable en su intensidad y sus formas
de una especie a otra, prefigura la sociabilidad humana.
Una specia está compuesta de varias unidades sociales de base (USB), equivalentes a la
familia entre los humanos, y definidas como el conjunto de parientes corresidentes. Por medio de
estos conceptos, Imanishi y su colega Itani (1985) construyen una tipología de los sistemas
sociales de los primates que comprende, subdivididos en subtipos, dos tipos; 1) la USB se reproduce
en dos o varias generaciones, según tres tipos de filiación, bilateral, matrilineal, patrilineal; 2) la USB
no abarca más que una generación y se disuelve a la muerte de los padres. Existen tres subtipos,
según que los sexos mantengan relaciones de poliandria (manada con varios machos), de poliginia
(manada con un macho adulto dominante y varias hembras), o de monogamia.
La evolución de las specia en el transcurso de la filogénesis de los primates puede ser
reconstruida a partir de esta tipología. El paso fundamental de la actividad nocturna a la vida diurna
se realiza bastante pronto. Los lemúridos hacen la transición. Una vez efectuado este paso, la USB
toma la forma de una unidad monógama de una generación, que va diversificándose hasta que
estén representados los seis subtipos. Mucho antes del surgimiento de los homínidos se ponen en
acción mecanismos de evitación del incesto mediante la dispersión de los jóvenes adultos,
Las especies más próximas a los humanos, desde el punto de vista de la organización social,
son las de la familia de los pánidos (gorilas y chimpancés), que son patrilineales, polígamos, entre
los que está afirmado el dominio masculino, y que presentan numerosas similitudes con las
sociedades de cazadores-recolectores humanas. Estos simios son simios africanos que viven en un
medio selvático. Es la razón por la que Charles Darwin (1809-1882), a quien debemos la teoría de la
evolución de las especies, y que había destacado estos hechos, creía que la humanidad tenía su
origen lejano en África. Más tarde, las investigaciones de paleontología humana parecen confirmar
sus impresiones.
La primatología comparada ha establecido también que las specia poseen lo que podríamos
denominar culturas, es decir, repertorios de conductas y de modos de comunicación, objeto de
aprendizaje y de transmisión, variables de una specia a otra en el interior de una misma especie,
Estos estudios confirman las impresiones de Clarence Carpenter, el fundador de la primatología.

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Éste escribía en 1954 que ni que decir tiene que «los fenómenos que se conocen bajo el nombre de
mente, lengua, sociedad, cultura y valor existen solamente en el nivel de la evolución humana».
El guión de la evolución humana, tal y como puede ser reconstruido en el estado actual de
nuestros conocimientos, es susceptible de ser alterado por los descubrimientos que se acumulan a
un ritmo acelerado en genética y paleontología. Pero parece ser el siguiente: Homo apareció hace
alrededor de cuatro millones de años, en el momento en que la evolución de los grandes simios
antropoides puso en acción los factores de su dinámica, a saber, la adaptación a un entorno
cambiante por medios articulados entre sí: organización social compleja, formas de comunicación
perfeccionadas entre los individuos, puesta en práctica de técnicas y utensilios. Los cambios del
entorno desempeñarán un papel importante orientando este proceso en la dirección de la
hominización.
En el Mioceno (-15 a -7 millones de años), en una región que va del Rift africano a Pakistán,
el clima se deseca y la selva deja su lugar a la sabana. Los pre-homínidos principalmente arborícolas
se ven obligados a descender al suelo para ir de árbol en árbol. La posición de pie, cada vez más
frecuente, permite a uno de ellos, Ramapithecus, ver a los depredadores y aumentar sus
oportunidades de huida.
El aparato locomotor es el primero en evolucionar. De la posición bípeda se pasa muy deprisa
a la locomoción bípeda exclusiva, que se adquiere con el Australopithecus (-6 a -1 millón de años).
La morfología y el funcionamiento de los pies, las piernas y la pelvis se modifican profundamente.
Por decirlo brevemente, Australophitecus tiene la cabeza y las facultades mentales de un simio
sobre miembros inferiores humanos. Pero sus piernas y pies les proporcionan el privilegio de tener
las manos libres durante sus desplazamientos. Lo aprovecha para fabricar herramientas,
transportarlas y por lo tanto conservarlas.
Muy pronto, los homínidos se separan de sus primos australopitecos. Estos últimos son casi
vegetarianos, como los gorilas y los chimpancés. Homo es omnívoro. Caza y come carne.
Correlativamente, los individuos cooperan en la búsqueda de alimentos, y los comparten, mientras
que los australopitecos practican el sálvese quien pueda alimenticio. Homo y Australopithecus
coexisten en las mismas regiones durante dos millones y medio de años, pero no compiten. El
hombre posee una ventaja sobre su primo: su alimentación es más variada y menos coriácea. Su
dentición, después de todo secundada por unos utensilios cada vez más perfeccionados, puede ser
reducida sin prejuicios para su estómago. Al reducirse, permite a los músculos maseteros y
temporales adelgazar. Éstos dejan de comprimir permanentemente la bóveda craneal. El cerebro
puede desarrollarse libremente. El neo-córtex (formado por células grises) alcanza una expansión
considerable y, al plegarse, multiplica su superficie. Su red de irrigación sanguínea aumenta
proporcionalmente. Podemos seguir sus huellas en la impresión que deja en el endocráneo.
Correlativamente, las facultades mentales se desarrollan. El cóndilo occipital pasa bajo la cabeza,
que se coloca en su centro sobre el atlas igual que una bola de boliche sobre su mango. Los
músculos del cuello se limitan a mantener el equilibrio. Adelgazan y, el cuello se hace grácil. El
aparato fonador se ve liberado de las presiones que lo encerraban y que limitaban la variedad y la
suavidad de sus expresiones. Homo se pone a hablar y cantar. El lenguaje tiene un efecto
multiplicador sobre la comunicación y, las prestaciones intelectuales, la expresión de las emociones
y la organización social, la coo peración entre los individuos y el desarrollo de las técnicas y las
habilidades. Se separan y se multiplican las lenguas y las civilizaciones. La humanidad sale de su
cuna afroasiática y coloniza el planeta.
En resumen: es el aparato locomotor el que evoluciona en primer lugar. Siguen los miembros
superiores, el aparato masticador y las técnicas: la mano, la dentición y la herramienta evolucionan
juntos, y formando sistema. El desarrollo de la civilización material desempeña un papel capital en la
evolución de las facultades mentales, permitiendo la adquisición y la preparación de los alimentos de
forma que los hace digeribles y libera a la mandíbula de su función de utensilio. El cerebro y las
capacidades mentales siguen, mucho después, y el cráneo no alcanza su capacidad actual más que
con el Homo sapiens neandertalensis (hacia -300.000 a -100.000 años). La evolución humana es

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solidariamente bio-psico-sociotécnica.

1. Laburthe-Tolra, P. and J.-P. Warnier, Etnología y Antropología. 1998, Madrid: Ediciones


Akal, S.A.

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