con su tenue frío se mete por cada poro de mi piel, venenosa y sigilosa, alentando la agonía de lo que no se puede alcanzar. Soledad, ven por mí, llévame entre tus manos, me desvanezco entre incertidumbre. No quiero tumultos, quiero estar sola escucharme. Sentir el ritmo de mi madre, en mi pecho. No me tienes sino vas a tomarme tómame, lo necesito.