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Marcos 12,18-27
No es un Dios de muertos, sino de vivos.
Jesús como de costumbre no se deja encerrar en los términos en
que le planteaban los saduceos esa pregunta y los hace estallar
desde dentro. Para Jesús, hemos de captar la Escritura en su
centro, allí donde atestigua que Dios es el Dios de los vivos, el
Dios de la vida y no de la muerte. La vida de los resucitados
-declara Jesús no tiene que ser pensada según los esquemas de
este mundo presente.
Señor Tú, que estás cerca de quien tiene el corazón abatido y
escuchas el deseo de los pobres, concédenos la capacidad de
abandonarnos a ti y poner en ti nuestra confianza, más allá de
toda humana esperanza.