Está en la página 1de 8

Facultad de Ciencias Sociales

Carrera de sociología

Eurocentrismo,
modernidad y
política en
América Latina

David Rodríguez
Kevin Ketterer
Sociología Política
Prof. Juan Christian Jiménez
El siguiente ensayo busca trazar un bosquejo de la realidad política en América
Latina, es decir, dar cuenta de cuales han sido los diversos rumbos y temáticas que se han
dado en la zona a la hora de articular el escenario político. En base a esto, se busca poner en
manifiesto como los debates -tanto intelectuales como políticos de la zona-, han respondido
a una lógica eurocentrista, moderna y colonialista a la hora de formularse. De esta forma, el
análisis se centrará en la realidad chilena, no obstante, se dará cuenta de aspectos que se
entrecruzan con las particularidades históricas de la zona.
No es una novedad los procesos colonizadores que experimento la zona que se
conoce como América. Dicho proceso de ocupación y colonización constituye el primer
antecedente de la occidentalización en el continente. Asimismo, dicho fenómeno para
muchos autores, tales como Tzvetan Todorov constituyen el inicio de la modernidad, en
donde por primera vez el europeo conoce a un otro en el cual puede reflejarse a sí mismo
-es decir, toma conciencia de su individualidad-. Este hecho de una u otro manera funda la
modernidad en base a que, por primera vez esta se establece como un hecho no-totalizante,
sino que, como una peculiaridad propia de la cual un otro carece. Es así que América
aparece como un lienzo en blanco para la percepción europea, lo cual conlleva que el sujeto
moderno se descubra a sí mismo a medida que coacciona y cincela a un otro a su voluntad,
despojándolo de sus cualidades propias a través de la fuerza[ CITATION Tzv07 \l 13322 ].
De esta manera, si bien el territorio se ha independizó de los dominios directos de
las colonias europeas respecto a sus aspectos palpables, es decir, de coacciones
comprobables en la realidad -tales como ejércitos europeos o administraciones
transcontinentales que gobiernen la zona-, el cese de las colonias y la emancipación de los
territorios no son sinónimos de que la dominación moderna y eurocéntrica haya cesado en
esta. Las secuelas de la colonización son mucho más profundas y sus consecuencias van
más allá de lo que la simple vista pueda percibir. El proceso de la usurpación europea
consiste en una profunda alteración identitaria del sujeto americano, la cual repercute en
una fuerte alteración del sentido de pertenencia. De esta forma, el sujeto no sabe de dónde
viene y la única opción que le queda es aferrarse a la modernidad y, por ende, consolidarse
como un sujeto moderno; tal como se configuró en los discursos propios de dicho
fenómeno.
La modernidad como tal busca ser totalizante y universal, en sus entrañas asegura
ser un fenómeno cosmopolita y transnacional, no obstante, la observación meticulosa de la
historia y sus discursos nos invitan a sospechar de esta creencia. En pos de este objetivo, tal
como expone Aníbal Quijano: “Desde ese universo intersubjetivo (la modernidad) fue
elaborado y formalizado un modo de producir conocimiento que daba cuenta de las
necesidades cognitivas del capitalismo: la medición, la cuantificación (…)” [CITATION Qui00
\p 343 \n \t \l 13322 ] , es decir, en pos de satisfacer las necesidades de la modernidad - en
cuanto empresa de conquista y de englobamiento de mundo-, es que se refina y reformula
su instrumento por excelencia: la ciencia. Dicha disciplina ha sido una de los factores
claves en pos de instaurar un discurso moderno que fuera homologable a diversos sectores
culturales y geopolíticos y que, a su vez, fuera incuestionable. La ciencia se ha encargado
de posibilitar la existencia de una concepción que permita asegurar la creación de
1
conocimientos objetivos y universales, es decir, que no dependan del sujeto que las produce
ni de otras subjetividades. De esta forma, la mera existencia de la ciencia ha permitido una
validación y legitimación de la modernidad como fenómeno universal y objetivo.
Sin la creación de la ciencia como dispositivo esencial del proyecto moderno, la
hegemonía de dicha empresa hubiera sido insostenible a lo largo del tiempo, debido a la
patente imparcialidad que se hubiese manifestado en torno a dicho discurso a la hora de que
un otro no-moderno lo reciba. No obstante, la modernidad sustenta y legitima su
dominación a través de estos argumentos.
Este hecho de gran relevancia a la hora de analizar el contexto político
latinoamericano y los debates que se sustentan intelectualmente en la zona. Históricamente
se ha buscado articular propuestas innovadoras respecto al pensar moderno desde América,
es decir, que se pongan a la vanguardia en la carrera por articular un pensamiento
revolucionario e innovador que traslade el centro de producción del conocimiento a la zona.
No obstante, en buen español, no se puede ser más papista que el papa. La trampa moderna
siempre ha estado a la vista, pero el mero hecho de renunciar al proyecto intelectual
propuesto por Europa es un sacrilegio que los pensadores latinoamericanos no están
dispuestos a correr. La modernidad no deja de ser un mecanismo normativo, y como tal, es
la encargada de evaluar y advertir cualquier propuesta teórica que emane desde sus
entrañas, sin embargo, cualquiera que se aleje de los márgenes impuestos por esta (es decir,
no se ajuste a sus parámetros) será rápidamente rechazada y catalogada como un fracaso, lo
cual los intelectuales latinoamericanos que, debido a sus realidades están más expuestos a
contradecir los presupuestos de la modernidad, no están dispuestos a correr mientras su
prioridad sea el ser validados y consagrados en torno a sus obras. La aprobación y el miedo
al fracaso (y, por ende, el miedo a una exclusión irreversible del campo de producción
intelectual) siempre son elementos presentes a la hora de producir conocimiento. No
obstante, la modernidad no solo actúa como un elemento normativo en torno a la
producción de saber, sino que también lo hace en el ámbito social, empero, cualquier sujeto
perteneciente a la periferia también lucha inconscientemente por ser aprobado por la
modernidad, por ende, busca ajustarse a esta y seguir sus directrices. Esto es lo que se
conoce como civilización/barbarie, un relato ampliamente conocido en Latinoamérica y que
da cuenta del componente racista que se circunscribe en los anales de la modernidad: nadie
quiere pertenecer a la barbarie, el pecado de no haber nacido moderno en las periferias del
mundo genera una gran culpa en pos de esforzarse por compensar dicha falla, es decir, de
ser imperfecto y un fracaso respecto a cumplir con los estándares del sujeto moderno y
civilizado; una astuta estrategia para asegurar la militancia a dicho fenómeno a través del
estigma.
Es en base a esto que al analizar las tendencias políticas en América Latina se hace
evidente la occidentalización que esta ha sufrido. Las categorías analíticas presentes en el
continente son un reflejo de la realidad moderna europea. Si bien los procesos de
globalización en el territorio son evidentes, por lo cual se entiende que el funcionamiento
de la realidad se corresponde con la percepción de mundo que entregan las categorías
conceptuales, estas dan cuenta de cómo la colonialidad y el eurocentrismo se hacen
2
presentes a la hora de mirar la realidad latinoamericana con los lentes de la modernidad.
Esto hace evidente una sumisión y pasividad a la hora de acercarse a lo social, se espera a
que lleguen las producciones de conocimiento provenientes de Europa para buscar en el
mundo cotidiano aquello a lo que estas hacen mención o, por el contrario, se producen
investigaciones llevadas a cabo en la zona, las cuales, no obstante, no dejan de estar
circunscritas a la modernidad y sus supuestos.
En base a esto, en el caso chileno tenemos un análisis de las diversas posturas que
analizaron la cuestión social en Chile. Es de sumo interés observar que el origen del
concepto cuestión social no nace en América Latina a pesar de que este es de gran
relevancia para explicar los fenómenos que se estaban suscitando. Si bien no se busca
relativizar dichos fenómenos sociales y tampoco reducirlos a meras invenciones teóricas
por parte de la producción intelectual de la modernidad, es de suma relevancia evidenciar
como las diversas concepciones para concebir lo social están ampliamente mediadas por
dicho paradigma. De esta forma, la modernidad ejerce una autoridad en torno a la forma de
observar lo social y, a su vez, se espera a que dicha cosmovisión valide tanto, el objeto
analizado como, las conclusiones que se desprenden de él. Esto en pos de poder observar
con seguridad, es decir, que se aprueben aquellas conclusiones que se creen estar
observando.
Es en esta línea que en la cuestión social fue respondida desde diversas corrientes de
pensamiento de la realidad chilena, tales como la corriente conservadora-católica, la
radical-reformista y, por último, demócrata-socialista [ CITATION Cru99 \l 13322 ] . Si bien
todas buscan responder a estos fenómenos, todas las hacen desde la matriz moderna y, por
ende, sus respuestas no dejan de estar enmarcadas dentro de dicha cosmovisión.
Esto tiene muchas implicancias, por un lado, nos muestra como el proyecto
moderno se reproduce y perpetua continuamente por parte de las respuestas políticas e
intelectuales de la época y, por otro, muestra como el eurocentrismo y la colonialidad se
mantienen intactas dentro de las conceptualizaciones periféricas. Esto en base a que las
nociones de estado, poder, pueblo, clase trabajadora, etc., son nociones importadas desde el
centro de poder eurocéntrico, el cual, a su vez, se encarga de ir modelando las diversas
sociedades del mundo a través de los procesos de globalización y los discursos que emanan
de estos.
De esta manera, el problema no radica en que las sociedades no puedan
modernizarse u occidentalizarse, ya que, si ese fuera el caso las diversas categorías
analíticas que nos entrega la modernidad serían sumamente interesantes y suficientes para
atender los conflictos que se susciten en las sociedades latinoamericanas o periféricas, pero,
¿entonces por qué se deberían articular producciones de conocimientos autónomas e
independientes respecto al eje central moderno?, ¿por qué es necesario analizar la realidad
latinoamericana desde sus particularidades y producir un saber propio? Esto radica en el
hecho de que, por más que la las sociedades latinoamericanas alcancen un mayor desarrollo
incluso que los países primer mundistas, jamás la modernidad será efectiva y, a su vez, se
adaptará a la realidad del continente. Esto es debido a que la modernidad en su seno

3
conlleva un elemento de colonialidad y eurocentrismo, el cual es indispensable para que
esta exista, por ende, para que dicho fenómeno siga manifestándose tal como se conoce, es
esencial que, por otro lado, conviva una periferia que lo sostenga y, a su vez, que se
manifieste como dualidad antagónica a dicha realidad. Esto ya se ha mencionado
anteriormente en la teoría de la dependencia y del centro-periferia [ CITATION Enz15 \l
13322 ].

Esto se debe a que, como se mencionó anteriormente, la modernidad se sustenta en


una dualidad de civilización-barbarie, es decir, la modernidad como proyecto lleva
aparejadas cualidades de ideal o de desarrollo, no obstante, para que dicha realidad exista,
en su contraparte conlleva una realidad indeseada y antagónica, la cual se puede ubicar en
las periferias. No obstante, si bien aquello considerada periferia engloba mucho más que
solo América, es importante destacar que el conflicto respecto a la colonialidad si es
exclusivo de dicho continente, debido a su particular historia de “descubrimiento”, en tanto
zona virgen y pura en pos ejecutar cualquier tipo de proyecto, respecto a otras zonas.
En base a esto, las ciencias sociales en América Latina se embarcaron en el proyecto
moderno y aspiran hasta día de hoy a alcanzarlo. No obstante, un movimiento interesante
radica en sospechar de dicha empresa, lo cual se ha hecho aisladamente por pensadores
tales como Aníbal Quijano, Enrique Dussel, Walter Mignolo, Orlando Fals Borda, entre
otrs, quienes buscan desmantelar los vestigios de eurocentrismo y colonialidad del
pensamiento latinoamericano y, a su vez, no seguir perpetuando el proyecto moderno, sino
mas bien, detenerse y establecer las bases de un conocimiento depurado y propiamente
instalado en torno a la realidad de la zona, en vez de intentar encajar a esta última en los
moldes europeos.
No obstante, no se trata únicamente de despreciar la producción del conocimiento
en América Latina hasta ahora, al contrario, esta es de suma importancia. Sin embargo, esta
debe dejar de ser neutral frente al eurocentrismo y la colonialidad y, a su vez, no ser
ingenua a los intereses propios de la modernidad, si no mas bien, sospechar y desconfiar de
estos. En base a esto Enzo Faletto nos permite observar como en el caso chileno y en el de
Latinoamérica, en pos del desarrollo se comenzaron a establecer alianzas con el
imperialismo desde los gobiernos de los respectivos países, es decir, alianzas con las
maquinaria que había intervenido económica y políticamente la zona y que, también,
ejercían influencias y dominio en estas[ CITATION Enz15 \l 13322 ] . Esto da cuenta de cómo el
continente busca -a pesar de sus limitaciones-, adaptarse de cualquier manera en pos de
embaucarse en el proyecto moderno. Esto, a su vez, pone de manifiesto como la zona fue
lanzada a la modernidad en el proceso de invasión de América y, posteriormente, su única
esperanza para revertir o mejorar la situación en la cual quedó cada uno de los territorios
fue adentrándose aún más en las fauces de la modernidad.
Asimismo, Faletto en su texto busca dar cuenta del socialismo como alternativa en
América Latina, no obstante, esto es de gran relevancia, ya que, las mismas categorías del
pensamiento marxista son concebidas en las entrañas de la modernidad, es decir, a pesar de
que estas busquen superar al capitalismo, no deja de ser una teoría moderna, y, por ende,

4
cargada de colonialidad y eurocentrismo. En base a esto, Karl Marx en su pensamiento
llega a la conclusión que, debido a las condiciones reales de existencia, el sujeto
revolucionario -y, por ende, el encargado de superar el capitalismo-, es el proletariado. No
obstante, Marx como buen europeo de ninguna manera centró su análisis en las periferias
del mundo y mucho menos ubicaría al sujeto de cambio fuera de Europa. Asimismo, las
diversas corrientes del marxismo hasta el día de hoy, incluso en Latinoamérica en sus
readaptaciones, no ubican a dicho sujeto revolucionario en las periferias (y si lo hacen,
siempre son en categorías propias del primer mundo que también se hayan en la periferia).
En base a esto, lo primero que debería establecer un decolonización del pensamiento es
readaptar tanto, por un lado, el pensamiento marxista como, por otro, la teoría critica, a la
posibilidad de concebir el sujeto de cambio en las marginalidades del mundo; en donde se
hayan las condiciones reales de existencia.
Es inédito pensar que en que el capital y las industrias ya no se hallen en el primer
mundo, sino mas bien, en localidades tales como Asia, África, etc. y que, no obstante, aún
se piense al proletariado como clase revolucionaria ubicada en el primer mundo (como si
este aún fuese el encargado de llevar a cabo la revolución). Asimismo, es preocupante que
aún no se actualicen las concepciones del marxismo a las realidades periféricas y
marginales del mundo y sus respectivas particularidades. De esta forma, el pensar la teoría
desde las periferias implica no dar por sentadas las categorías entregadas por la
modernidad, sino mas bien, buscar articular conceptos pensados desde las mismas
realidades marginales, es decir, ideas originales y propias de aquellos mundos. Mientras
que esto no se lleve a cabo, los debates políticos en cualquier zona del mundo que sean
llevados a cabo bajo la tutela de la modernidad no serán más que reproducciones y
perpetuaciones del estado actual de las cosas, es decir, serán conceptualizaciones llevadas a
cabo bajo el dominio y el yugo del capital, el eurocentrismo, la colonialidad y todo el
entretejido de fenómenos que actúan en conjunto en pos de mantener el status quo del
mundo moderno.
Asimismo, Norbert Lechner se mantiene en la misma línea de perpetuar y mantener
la lógica de pensar la realidad latinoamericana dentro de los márgenes de la modernidad.
En su texto Los patios interiores de la democracia el autor asegura que uno de los
problemas de Latinoamérica es la ausencia de proyecto [ CITATION Nor88 \l 13322 ] , si bien
ese proposición coincide con el objetivo de este ensayo, dicho proyecto no debe pensarse
en torno a las ideales modernos, sino mas bien, debe ser articulados considerando las
injusticias históricas de la zona y, desde ahí establecer saberes y conocimientos que cesen
con el mantenimiento de dichas dominaciones.
En conclusión, es por esto que este ensayo promueve pensar la política de la
realidad latinoamericana fuera de los marcos de la modernidad. El pensar dicha realidad
desde estos implica la perpetuación de un paradigma que mantiene a la región bajo
dominaciones y desigualdades que contribuyen a la miseria y precarización de esta.
Asimismo, el pensar el conocimiento en torno a los márgenes delimitados por la
modernidad siempre implicará una desventaja a la hora de articular el empoderamiento de
la zona y de proyectar su inherente escenario político. El hecho de moverse dentro de la
5
lógica moderna y sus categorías implica una no-pertenencia y, a su vez, un sentimiento de
extrañeza al momento en el que los sujetos se acercan a estudiar su realidad, ya que, no se
corresponden a esta o, por el contrario, dicha realidad para ser coherente debe adaptarse y
ajustarse a dichas categorías de manera forzada. Es por esto que, para pensar un escenario
político favorable a la realidad latinoamericana, es de suma importancia que no se tomen
herramientas ya creadas de antemano por la modernidad, o que, incluso, ocupe a esta
misma para crear las suyas propias. Mas bien debe creer sus propias herramientas a partir
de la articulación de una episteme y una matriz propias, incluso aunque estas no sean
modernas. Solo a partir de una producción de conocimiento propia, en conciencia del
eurocentrismo y colonialidad que afectan a la zona, es que las sociedades latinoamericanas
podrán articular un escenario político real y autentico en torno a sus realidades.

6
Bibliografía
Cruzat, X., & Tironi, A. (1999). El pensamiento frente a la cuestión social en Chile. En El
pensamiento chileno en el siglo XX (págs. 127-153). Santiago: Fondo de cultura economica.

Faletto, E. (2015). Dimensiones sociales, politicas y culturales del desarrollo. Buenos Aires: Siglo
veintiuno.

Lechner, N. (1988). Los patios interiores de la democracia. Santiago: FLACSO.

Quijano, A. (2000). Colonialidad del poder y clasificación social. Journal World-Systems, 342-384.

Todorov, T. (2007). La conquista de América. La cuestión del otro. México: Siglo XXI.

También podría gustarte