Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Nosotras
estábamos... y con eso bastaba... Vivíamos en tu casa, pero no había ningún
gesto tuyo preferencial para nosotras. ¡Trabajabas tanto!... más tarde tuve que
entender que trabajabas por nosotras... pero mucho más tarde, comprendí que
trabajabas para calmar tu miedo papá... tu miedo. Ni mamá ni yo fuimos nunca
dueñas de tus miradas. Nada me causaba más espanto que el que no me
miraras. Siempre me esquivabas, mis ojos se quedaban sin apoyo. No me
mirabas, y yo me sentía transparente, dolorida, no formada. Ausente, echada,
ignorada. Yo era la hija del doctor, porque los otros lo decían..., Era tu hija,
porque dormías en casa, porque estudiabas los domingos en la misma casa en
donde mamá y yo pasábamos el fin de semana, porque aparecías en nuestra
mesa ese día, para almorzar o cenar, y después volvías a encerrarte en la
biblioteca. ¡Cómo respetábamos tu aislamiento, tu necesidad de silencio! ¡Te
cuidábamos tanto, papá! Yo pensaba que mi presencia te aburría, te irritaba.
Nunca me sentí tu hija, nunca me sentí presente ante vos, era como si tuviera
que hacer ruido o enfermarme para que me encontraras... para encontrarte. Y
me acostumbré así, papá. Hasta que un día en lo de Gloria, nuestra vecina de la
casa de fin de semana, vi a su papá tocarla, abrazarla, llevarla sobre los
hombros... besarla... y cuando el papá de Gloria, se me acercó para jugar
conmigo, yo me asusté tanto que me quedé quieta, dura como una piedra. Esa
noche en casa, no pude dormir: escuchaba tu voz en el escritorio, estudiabas.
Repetías en voz alta una conferencia que querías que saliera perfecta. La
repetías una y otra vez, pero yo borraba las palabras y las reemplazaba por
otras, y no era un tema médico el que repetías, no, hablabas con mamá y
conmigo, nos decías que éramos lindas, que nos querías, y que me ibas a llevar
sobre los hombros a pasear por el jardín. Me dormí muy tarde... ya amanecía.
No fui a la escuela esa mañana... no me pudieron despertar. (PAUSA)