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1. EL CULTO Y LA LITURGIA
La música religiosa de la Edad Media es que se trata de una oración cantada. El texto es el eje
vertebrador de la obra, expresión de un texto religioso al cual ensalza por medio de la naturaleza
cuasi mágica del canto.
La entonación a una altura más o menos elevada y precisa respecto a la voz hablada
confiere a la palabra, un nuevo status sobrenatural apropiado para su veneración y
distanciamiento de lo terrenal.
1.1. La Misa
El término misa procede de la frase "Ite missa est" (Idos, ya está [hecho]) con la que se
concluía el rito y que actualmente es sustituido por el "podéis ir en paz".
* Liturgia de la Palabra: cuerpo principal de esta primera parte.Inicialmente constituida por 3 lecturas, a partir
del s.VI pasaron a ser 2 (Epístola y Evangelio) enmarcando a 2 piezas responsoriales (Gradual y Aleluya).
Su importancia en el primer milenio fue grande puesto que es la parte didáctica del rito, la lectura de los
textos sagrados y el cuerpo de la doctrina. A su finalización se despedía a los asistentes no bautizados dado
que no podían estar presentes en el misterio de la consagración. Cuando la práctica totalidad de la
asamblea estuvo bautizada las fórmulas de despedida se sustituyeron por el Credo, confesión de fe que
cierra la Ante-Misa.
• Ritos del Ofertorio (Ofertorio).: los presentes realizaban ofrendas en el altar desfilando en procesión,
realizándose su bendición
• Plegarias Eucarísticas (Sanctus).: preparación de la bendición del pan y el vino como cuerpo y sangre de
Cristo
• Ciclo de la Comunión (Pater Noster, Agnus Dei, Comunión) :consagración de las formas y comunión de
los fieles .El rito se cierra con unas fórmulas de despedida (Ite missa est o Benedicamus Domino).
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Las piezas de la misa también se pueden dividir de la siguiente manera, conforme la
variabilidad del texto o de la música:
• El ciclo del Propio son aquellas piezas propias de cada día: texto y música cambian a diario durante todo el
Año Litúrgico. (Introito, Gradual, Aleluya, Ofertorio, Comunión ).
• El ciclo del Ordinario son aquellas piezas cuyo texto es fijo aunque su música pueda variar diariamente,
dentro de un repertorio limitado. (Kyrie, Gloria, Credo, Sanctus, Agnus Dei).
El Oficio Divino, también denominado Oficio Monástico o Rito de las Horas, tiene su origen
en las iglesias orientales de Antioquía y Jerusalén, en las que, durante los primeros siglos del
cristianismo, los fieles se reunían en asambleas nocturnas (vigilias) desde la medianoche del
sábado hasta la madrugada del domingo, en la que se celebraba la Eucaristía.
El domingo, día de la Resurrección, había sustituido al Sabbath judío como día festivo de la
semana, pero el sustrato de este culto seguía siendo fundamentalmente común al rito de las
horas judío, basado en oraciones, lecturas de las Escrituras y el canto de los salmos.
Durante los primeros siglos del cristianismo fueron numerosos los grupos de fieles que,
disconformes con la forma de vida cristiana imperante en su entorno, decidieron llevar una vida
consagrada a la oración, constituyendo los precedentes de las órdenes monásticas. La Regla de San
Benito (530) fue la primera regulación escrita de la vida y el rito monásticos durante todos los días
del Año Litúrgico, consagrando el día a la oración e imponiendo como obligatorio el rito de las horas.
Con ella se constituyó la orden benedictina, la más importante y extendida de todas las órdenes
monásticas.
La 'música paralitúrgica' denota aquella música "no estrictamente litúrgica", aunque pretenda
o parezca serlo y se suele aplicar a aquellas piezas que, sin ser estrictamente litúrgicas por no
haber sido aprobadas expresamente para el rito por las autoridades religiosas, son interpretadas
en él en ocasiones.
El término 'paralitúrgico' conviene utilizarlo, por tanto, para aquellas piezas que,
compartiendo la característica de ser "música religiosa" y ser interpretadas dentro del rito, no
fueron concebidas oficialmente para serlo.
Los himnos, tropos y secuencias no aprobados oficialmente (sólo lo fueron unos pocos entre
miles), así como los dramas litúrgicos medievales, son considerados "música paralitúrgica"
porque, aunque no fueran aprobados oficialmente, su razón de ser es adornar el rito.
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Himno: composición enteramente nueva (texto y música); su texto no procede de las
Sagradas Escrituras sino que es inventado por un poeta (generalmente un monje o religioso) de
la época cristiana medieval. La composición de poesía religiosa es un hecho común a todas las
culturas y religiones.
Su origen se sitúa en oriente, y f San Ambrosio de Milán los introdujo en la liturgia occidental.
La libertad de expresión e interpretación del dogma que suponía explica su amplio uso por las
corrientes heréticas (los gnósticos en especial) y la consiguiente alarma que despertaron en
Roma, en continua lucha contra la disgregación herética y en favor de la pureza de la doctrina.
Tropos: son adiciones a las piezas litúrgicas, bien sea por inserción de un fragmento en una
pieza preexistente o por su yuxtaposición, en casos como la secuencia en los que la nueva pieza
se independiza totalmente de su origen.
Se ha establecido su origen en los monasterios de San Gall y San Martial de Limoges a partir
del s IX. Pero ambos datos (fecha y lugar) son de carácter orientativo.
Es a partir de esta fecha cuando disponemos de documentos con notación musical, por lo
que bien se podrían haber empezado a realizar con anterioridad. Esta fecha también coincide
con la implantación del rito romano en el Imperio Carolingio, lo que se ha interpretado como una
salida a la creatividad de los contemporáneos ante un rito cerrado. Al no poder crear nuevas
piezas la creatividad se encauzó hacia la ornamentación, comentario y ampliación de las
existentes. Su sentido está marcado por el de la pieza a la que ornamentan y su separación tras
el Concilio de Trento les privó de él.
Textos del Ordinario, por definición comunes a todos los días, se connotan con un texto para
una fiesta determinada. El Kyrie fue una pieza predilecta por sus melismas capaces de recibir
nuevos textos en forma silábica.
Textos del Propio, formados por versículos de los Salmos, tienen una relación muy vaga con
las fiestas del calendario cristiano (conformado siglos más tarde). Las piezas antifonales de la
misa (Introito, Ofertorio y Comunión, aunque muy especialmente el primero) fueron las preferidas
para realizar inserciones de texto y música que explicaran y connotaran el texto bíblico de una
forma más cercana al creyente medieval.
Las piezas extremas de la Misa (Introito, Kyrie e Ite, missa est) fueron las más utilizadas. El
Credo nunca, por sus implicaciones teológicas (declaración de Fe). En el Oficio Divino fueron
escasos.
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Secuencia: es un tipo de tropo especial, realizado sobre el melisma del Aleluya, llamado
"Jubilus" por ser un canto alegre, de exaltación, de 'júbilo'.
2. LAS FUENTES
Cada región, incluso cada monasterio, disponía de su propia tradición y costumbres. A pesar de que
se pueden percibir ciertas escuelas principales, cada manuscrito dispone de su propio estilo
notacional. El monasterio de Saint-Gall (Suiza), por su intensa actividad musical y el valor intrínseco
de los manuscritos que nos han llegado, se ha constituido en una referencia para el estudio de este
tipo de notación. También porque ha sido el más estudiado y difundido por la escuela de Solesmes,
centro clave de estudio y recuperación de este repertorio.
• La unidad musical no es la nota sino el neuma, dibujo que recuerda dibujo de la melodía. De esta
forma, hay neumas de 1, 2, 3 o incluso más notas.
• La notación se ocupa del carácter y expresión del material musical. es el único testimonio
documental que puede arrojar alguna luz sobre la interpretación medieval de estas piezas. Es por
esto que la edición crítica del Graduale Triplex (Solesmes, 1979) incorpora junto a la notación
cuadrada oficial dos notaciones neumáticas de la misma pieza (situadas encima y debajo de la
cuadrada).
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Letras significativas: c (celeriter, más rápido), t (tenere, mantener), etc… Corte neumático: el
final de neuma implica una ligera retención. Episemas: trazos, guiones que significan ‘más
peso’, retención e intensidad.
Desarrollada por Guido D'Arezzo hacia el año 1000, supone la evolución, estabilización y
generalización en el entorno occidental de un sistema de notación con una definición precisa del
sistema de alturas. Es la culminación de un proceso iniciado dos siglos antes mediante la
inserción, primero con punta seca y luego con tintas de color, de 1 o 2 líneas que servían de
orientación para la altura correcta de los neumas.
A partir del s. XI se transcribieron todos los cantos litúrgicos a la nueva notación cuadrada (v. 4. 5.
Doc 5). Gracias a esto podemos disfrutar del repertorio gregoriano, definido melódicamente gracias a
esa transcripción (no sin variantes al cotejarlo con distintos manuscritos neumáticos).
Rito Romano: para esa fecha ya se había producido la unificación de todos los ritos occidentales en
uno común, y ya era demasiado tarde para transcribir de las notaciones neumáticas locales a
notación cuadrada sus repertorios ya olvidados. El ejemplo más triste para nosotros es el inmenso
repertorio mozárabe conservado en varios manuscritos (el más importante de ellos el Antifonario
Mozárabe de León) con cientos de piezas de las que sólo podemos disponer de un puñado de
transcripciones.
Las frases están divididas por líneas verticales jerarquizadas según su importancia:
El ritmo es libre, sin un pulso fijo, y condicionado únicamente por el fraseo del texto y los
signos expresivos de la notación neumática. Tan sólo unos pocos signos expresivos son
utilizados en la notación cuadrada:
Signos expresivos:
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• El punctum mora vocis, situado a la derecha de la cabeza de la nota. Suele utilizarse al final
de frase o sección. Es una parada cadencial importante, alargando la duración de la nota.
• El quilisma es un trazo en zig-zag que indica una nota breve y de paso rápido a la superior
(generalmente a un semitono de distancia).
• El epiphonus es una nota con cabeza más pequeña de lo normal, indica una nota con poco
peso, breve y suave. Siempre aparece en neumas de dos notas, ascendente con más
frecuencia, en la que la 2ª nota cumple una función de adorno ligero de la 1ª.
El estilo melódico se caracteriza por utilizar grados conjuntos con escasos y pequeños saltos
interválicos, superando raramente la 5ª.
La relación entre número de notas por sílaba de texto da lugar a la siguiente clasificación del
estilo melódico:
Esta clasificación hay que entenderla como una valoración global de la pieza, en la que
predomina un estilo aunque se puedan observar pasajes breves en otro. Por ejemplo, el estilo
melismático presenta pasajes en estilo neumático junto a largos racimos de neumas para
palabras clave o finales de frase que le otorgan el carácter del melismático
La solemnidad del momento litúrgico, cuanto más solemne más elaborado melódicamente:
• La misa, como conmemoración de la Ultima Cena, es más solemne que el Oficio Divino,
como oraciones regulares del día.
• Las piezas responsoriales de la misa, Gradual y Aleluya, situadas entre las lecturas.
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Los participantes del canto, cuanto más especializados en el canto más elaboradas son las
piezas que interpretan:
Los cantores o solistas de la schola, los más preparados musicalmente, eran los encargados
de las piezas y partes más melismáticas y los versículos de las piezas responsoriales.
La schola, o coro dirigido por un chantre, director musical o también solista, se ocupaba de
las partes corales.
El estilo melódico de las piezas también sufrió una evolución tendiendo hacia un estilo cada
vez más melismático y tendente a la especialización de los cantores. Esta tendencia se rompió
con la generalización de la polifonía en el culto, lo que llevó hacia la regularización rítmica y la
simplificación e indiferenciación melódica de las distintas piezas del rito.
La estructura de la frase melódica esta unida a la del texto y sus acentos, constituyendo ésta,
de por sí, un embrión melódico que se potencia, amplifica y expande mediante la frase melódica.
Se puede establecer una evolución global de la acentuación latina en las siguientes etapas:
• postclásica (s.IV-V):
Lo que sí parece cierto es su progresión desde un estilo plano sobre cuerdas madre o notas
de recitado, procedente de la cantilación judía, pasando por una polarización entre nota final y
nota de recitado (a la 3ª o 5ª) mediante una fase de ascenso inicial o entonación y una final de
descenso o cadencia, y evolucionando de forma general hacia una progresiva elaboración más
adornada.
De esta forma tenemos una estructura genérica de arco, formada por un ascenso, un
recitado con cadencias intermedias más o menos elaboradas, y un descenso. Una vez
establecida esta estructura, podemos distinguir dos tipos de estilos de composición:
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El estilo silábico (cada sílaba coincide con una nota)
El estilo melismático (caracterizado por pasajes melódicos largos cantados sobre una única
sílaba). Todavía, se distingue el denominado estilo neumático o adornado para referir pasajes en
los que se cantan breves pasajes melódicos - hasta cinco notas - sobre una misma sílaba.
Las formas estróficas se usan habitualmente en los himnos y se caracterizan por el uso de la
misma melodía para cantar frases diferentes del texto. Las formas libres incluyen cualquier otro
tipo de desarrollo de la melodía.
Antifonales: alternancia de dos semicoros. Apta para la interpretación alternada de los versículos de
los Salmos. (Introito, Ofertorio, Comunión).
Responsoriales: alternancia entre coro y solista (o solistas). Apta para la interpretación de las piezas
más melismáticas, asignando el versículo al solista. (Gradual, Aleluya).
Directo: interpretado por el coro de principio a fin. (Ordinario)
3.2. El ritmo
Aun así, hay que entender que todo ello se somete a la flexibilidad necesaria en toda
expresión estética. Para esta flexibilidad, sobre todo a pequeña escala, se utilizó toda una serie
de signos de notación como letras, episemas (guiones), puntos, etc… que constituyen la gran
aportación de la notación neumática: la abundancia de indicaciones expresivas y de
interpretación que sistemas de notación posteriores, más exactos en la notación rítmica,
perdieron.
Hay que tener clara la pluralidad de significados que se asocian a la palabra ‘modo’.
Modo: es una construcción teórica que tiene como objetivo evidenciar el esqueleto de una
melodía reduciéndola a su contenido intervalar característico y destacando cuáles son las notas
que asumen un especial protagonismo por causa de su localización recurrente en un lugar
especialmente importante.
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Esto último significa algo tan simple como lo siguiente: la nota con la que se empieza y con
la que se acaba son, en el discurso, elementos más destacados que el resto, asumiendo
por lo tanto una función estructural.
Las notas recurrentes : las que forman parte de la “escala” del modo y su estructura vendría
dada por los intervalos que forman entre ellas. Tened, de todas maneras, en cuenta que ésta es
una visión reductora del modo, ya que hay otros factores que contribuyen a su caracterización
(fórmulas cadenciales, otros elementos rítmicos y expresivos, por ejemplo).
Redundando en algunas de las cuestiones antes señaladas, de esta definición hay que
destacar:
• El concepto de "modo gregoriano" es mucho más amplio de lo que nos suele transmitir la
teoría tradicional del solfeo, no es sólo una escala sino también un conjunto de características
asociadas intrínsecamente a ella, es decir, es una escala con un comportamiento característico.
• Las "cuerdas" o notas de recitado, puesto que además de una principal puede haber varias
secundarias en distinto grado, constituyen el armazón estructural del modo. Su altura y distancia
interválica respecto a la nota final son propias de cada modo.
Actualmente se descarta una relación directa de la modalidad gregoriana con los modos
griegos. La teoría con más fundamento contempla unas cuerdas madre o notas de recitado sobre
las que se fueron desarrollando fórmulas melódicas ornamentales, principalmente en los puntos
cadenciales. De cualquier manera, no perdáis nunca de vista que ésta es una construcción
teórica a posteriori y que el canto gregoriano es en origen una tradición oral e improvisatoria,
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directamente ligada al texto. O sea, el origen es una cantinela – los modos arcaicos resultan de
la fijación de esas cantilenas – que posteriormente fue fijada y anotada.
Incluso esas cantinelas era propias de determinadas zonas geográficas: por ejemplo, en el
oficio romano no se utilizaba el modo de re, que era muy usado en la liturgia milanesa. Pero
bueno, podemos aceptar que “modo arcaico” intenta dar cuenta de un tipo de interpretación
reducido a un número muy pequeño de notas, en los que encontramos persistentemente una
nota (la “cuerda de recitación”) como punto de referencia, y otras, no demasiado abundantes,
con las que se “adorna” la melodía. Ahora bien, es prácticamente imposible trazar de forma
exacta e indiscutible los caminos por los que transcurrió la evolución del canto desde esa primera
fase “arcaica” hasta su fijación en manuscritos, pasados muchos siglos. Esa evolución no tuvo
lugar de forma linear, sino que tuvo diferentes estadios locales. El “sistema modal” no comenzó a
organizarse teóricamente hasta el s IX, pero tened en cuenta que, para entonces, ya existía la
mayor parte del repertorio gregoriano.
*Subida en los acentos”: en el interior de las piezas se verifica que, coincidiendo con las
sílabas acentuadas, se cantan notas cada vez más agudas, que van ampliando el ámbito y el
número de notas de la escala de cada modo.
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A) principales o auténticos: El ámbito de los auténticos es una 5ª
El ‘octoechos’ es la teoría de los 8 modos (echos: cuerda, voz, tono) adoptada en occidente
por influencia bizantina, donde se originó.
El análisis modal no consiste en adjudicar uno de los 8 modos a la pieza sino en observar
cuál es el comportamiento modal de la pieza en cuestión.
Al igual que el análisis de una pieza tonal no acaba en decir si está en Do Mayor (más bien
ahí empieza) el análisis modal debe contemplar las sutilezas del comportamiento de la pieza.
1 Nota final: es la nota con la que finaliza la antífona. No hay que confundirla con la nota final del
versículo en las piezas antifonales. El final de la antífona viene marcado por una doble barra
vertical y es seguido de una indicación Ps (de Salmo) con la que se inicia el versículo del salmo
correspondiente. Esta nota final nos reduce ya a 2 los posibles modos en los que se puede
encontrar la pieza (el auténtico y el plagal correspondientes a esa nota final).
2 Ámbito: Los modos auténticos tienen un ámbito más amplio y siempre en la octava superior a
la nota final, a excepción de la bordadura inferior de ésta.
Los modos plagales tienen un ámbito más reducido y se mueven desde la 4ª inferior a la 5ª
superior a la final. Podemos encontrarnos con piezas en modo auténtico de ámbito reducido, no
superior a una 5ª o 6ª por encima de la final. En estos casos es definitivo comprobar que no
utilizan el tetracordo inferior a la final.
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Los modos transportados son la excepción al sistema del octoechos. Los utilizan ciertas
piezas en combinación con la alteración del Sib. Por ejemplo, una pieza con final en La (no
contemplado en el octoechos) y utilización del Sib es en realidad un modo de Mi transportado a
La. Comprobad la correlación de los intervalos de ambas escalas.
Por otro lado es posible encontrar incluso definiciones abiertamente contradictorias. También
es discutible buscar la lógica en la aplicación de estos caracteres, en todo caso, si la hubiera,
estaría inmersa en los condicionantes culturales de la psicología de la percepción en la Edad
Media occidental.
La interpretación más obvia sería asignar un carácter ‘alegre’ a los modos auténticos y ‘triste’
a los plagales, basándose en el intervalo de 5ª o 3ª entre las notas final y de recitado y en el
ámbito amplio en la 8ª superior a la final de los auténticos o reducido entre la 4ª inferior y la 5ª
superior de los plagales.
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6 Tritus plagal Fa La (1) voluptuoso
(2) plañidero (Hermanus Contractus)
Conforme señalan André Madrignac y Danièle Pistone en su manual de canto gregoriano (v.
bibliografía), todo comentario realizado a propósito de una pieza musical debe basarse en un análisis
previo. En el caso de la monodia medieval, se recomienda observar los siguientes aspectos:
definición del género al que la pieza pertenece;
situación en el año litúrgico;
comprensión del texto literario;
análisis de la estructura;
examen de la melodía (estilo, modo, ámbito, perfil de las frases, intervalos, ritmo);
estudio de la relación entre texto y música.
La estructura original de los cantos antifonales del Propio, del que el Introitus, juntamente con el
Ofertorio y la Comunión, forma parte, es ternaria (ABA), contando con una antífona (frase melódica
en estilo libre) que enmarca a una cantidad variable de versículos en estilo recitado (más o menos
adornado según la solemnidad de la fecha) interpretados de forma antifonal (un versículo cada
semicoro). Tras el último versículo se canta la doxología (Gloria Patri…) con la misma fórmula de
recitado, antes de volver a cantar la antífona como final.
Al contrario, las piezas responsoriales del Propio constituyen el momento musicalmente más lírico,
elaborado e interesante de la misa. Esto se debe a su situación entre las lecturas en plena liturgia de
la Palabra y es acorde a su función de ensalzamiento y elevación de ésta.
La función de los cantos antifonales era la de acompañar actos de duración variable, como las
procesiones de entrada de los celebrantes, la entrega de ofrendas en el altar o la comunión de los
fieles. Con el tiempo se uron acortando por motivos funcionales, las procesiones han desaparecido
(Ofertorio) o se han abreviado al máximo (Introito, Comunión).
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El Introito constituye el preludio de la misa, el principio de la porción cantada de la misa. Desde el
s.VIII sólo se interpreta un versículo y doxología. La principal excepción a este esquema
interpretativo lo constituye la liturgia monástica benedictina en la que se alterna la antífona entre el
versículo y la doxología
El Ofertorio es, tal vez, la pieza de la misa que sufrió más cambios con el tiempo. Comenzó
interpretándose antifonalmente, pasando a ser responsorial en una época temprana (antes de los
primeros documentos con notación musical del s.IX). Los versículos (V), más ornamentados ahora,
se redujeron (entre 1 y 4), alternando con los versículos la 2ª parte de la antífona o respuesta (R),
según el esquema: Rab, V1, Rb, V2, Rb, V3, Rb.
La Comunión es la pieza más antigua de estas tres (tal vez por ello corta, sencilla y ambigua
modalmente) y pudo ser la primera en perder los versículos. Esto pudo ser por la ampliación del
período de comunión de los fieles o porque acabó concibiéndose como una conclusión más que
como un acompañamiento a la procesión. De hecho, se le llamó ‘antífona después de la comunión’ o
‘postcommunio’ (la postcommunio actual es un breve recitado). Actualmente, como en el ofertorio, se
interpreta únicamente la antífona. Texto latino del introito y correspondiente traducción:
Puer natus est nobis, et filius datus est nobis: Un niño nos ha nacido y un Hijo nos ha sido dado,
cujus imperium super humerum ejus el cual lleva sobre sus hombros el principado;
et vocabitur nomen ejus, magni consilii Angelus. y su nombre será Ángel del gran consejo.
Cantate Domino canticum novum quia mirabilia fecit. Cantad al Señor un cántico nuevo porque ha hecho maravillas.
El salmo se caracteriza por la homogeneidad que le da el uso de re como nota-eje. Re es el tono de recitado
de lo séptimo modo, cuya final es sol y que es el modo de este introito. Sin embargo, también se puede
observar la constante presencia del do en la antífona, que es la nota de recitado de otros modos,
específicamente del octavo modo, cuya final tambén es la nota sol. Esta aparente separación de la norma
puede ser entendida como un medio expresivo para dar un nuevo impulso al júbilo causado por el nacimiento
de Cristo a través de la afirmación del séptimo modo en la segunda parte, ya que ése es el modo asociado
con la alegría. El octavo modo se asocia a la serenidad y la perfección de amadurez, por lo tanto representa
una lectura de la autoridad otorgada al recién nacido.
El ámbito es de una 8ª, por lo que el salto de 5ª inicial sorprende. Es además un intervalo relativamente raro
en las piezas gregorianas, que suelen mostrar la preferencia por los movimientos conjuntos. Teniendo en
cuenta el contenido del texto, también podemos entenderlo como una manera de señalar la exultante noticia
del nacimiento que se anuncia. Cabe finalmente señalar que este introito fue muchas veces tropado,
recibiendo palabras y música añadidas.
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4. 2. Secuencia Victimae Paschali Laudes
La secuencia Victimae paschali laudes (v. 4. 6. Documento 5) pertenece al propio de la misa del día de
Pascua. La secuencia es un tipo de tropo especial, realizado sobre el melisma del Aleluya, llamado "Jubilus"
por ser un canto alegre, de exaltación, de 'júbilo'. Lo más definitorio de su evolución es que fue el único tipo de
tropo que alcanzó plena independencia como pieza, interpretándose de forma voluntaria tras el Aleluya. Esta
independencia es de carácter estructural, como pieza independiente del Aleluya, y no litúrgico,
interpretándose siempre en el ámbito de la Misa, después del Aleluya. En este caso, la pieza no fue
construida sobre el Aleluya Pascha nostrum que la precede en la misa del día de Pascua, sino sobre el
Aleluya Christus resurgens.
Este tipo de piezas se estandarizó de tal forma que con un pequeño número de variantes de forma estrófica
se compusieron un gran número de ellas. La regularidad métrica, de rima y el isosilabismo permitieron la
composición de muchas de ellas por aplicación de nuevos textos a melodías preexistentes. Éste fue uno de
los procedimientos compositivos fundamentales de la Baja Edad Media, en la que los conceptos modernos de
"compositor" y "obra original" no existían. La definición como "forma estrófica" es común al himno y a la
secuencia, pero es importante observar que la relación entre la estructura textual y la musical es totalmente
distinta en ambos.
Mientras que el himno aplica la misma música a cada una de sus estrofas (generalmente sin repeticiones
musicales internas), la secuencia aplica materiales melódicos distintos a cada una de ellas con repeticiones
internas regulares. Tras la reforma del repertorio en el Concilio de Trento tan sólo sobrevivieron 5 de un
repertorio de más de 4.500 de ellas, una de las cuales es Victimae paschali laudes.
Las secuencias más antiguas son tropos de texto, música o ambas cosas interpolados en el jubilus del Aleluya
e interpretados dentro de esta pieza. Las secuencias con textos parciales parecen ser un estadio intermedio
en esta progresiva independencia. Son jubilus con versos en ciertas secciones, lo cual parece indicar que se
adaptaron esos textos (posiblemente de origen popular) al jubilus, interpretándose dentro del Aleluya.
Las primeras secuencias independientes adoptan un texto estrófico y una estructura musical con pares de
frases melódicas repetidas, enmarcadas por una frase suelta al principio y otra al final. Los versos no son
isosilábicos y la estructura melódica interna puede ser más compleja que la general presentada aquí y
requiere un estudio pormenorizado de cada caso. En el caso de Victimae paschali laudes, podemos
representar su estructura de la siguiente forma: a bb c d c d b' . Ésta es la versión del Liber Usualis: la
secuencia originalmente presentaba la siguiente estructura: a bb cc dd.
Dic nobis Maria, quid vidisti in via? Sepulcrum Dinos, María, qué has visto en el camino? Vi el sepulcro de
Christi viventis, Cristo viviente
et gloriam vidi resurgentis, y la gloria del que resucitó,
angelicos testes, sudarium et vestes a unos ángeles, el sudario y los vestidos.
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Surrexit Christus spes mea; Resucitó Cristo, mi esperanza;
precedet suos in Galileam. precederá en Galilea a los suyos
Scimus Christum surrexisse Sabemos que Cristo verdaderamente resucitó de entre los
a mortuis vere. muertos.
Las ideas se articulan en torno de dos tipos de discurso: la narración de acontecimientos y el diálogo en estilo
directo con María, concluyendo con la afirmación de la fe en la resurrección de Cristo. Estas tres partes
articulan de la siguiente manera la estructura que antes señalamos: a bb / c d c d / b'. Se evidencia el uso del
estilo silábico. Cada frase tiene un número diferente de sílabas y pueden ser divididos en versos que, a su
vez, tampoco muestran ninguna regularidad. La longitud desigual de las frases, además de proporcionar
variedad a la pieza, se adapta bien al estilo narrativo. Los fragmentos y b' contienen cuatro incisos, mientras
que el resto de las frases tienen apena dos elementos.
Las frases a, b, b y d aparecen en el primer modo - modo de re auténtico -, pero el punto de inflexión más
grave coincide con un pasaje por el segundo modo, con re como final, pero descendiendo hasta la tenor fa.
Este préstamo de otro modo coincide con el momento en el que el texto cambia al discurso directo.
Predomina la coincidencia del acento verbal y del melódico. El ámbito es relativamente amplio, con un
intervalo de 11ª, pero los movimientos entre notas son siempre conjuntos. Los intervalos mayores coinciden
habitualmente con los cambios de frase, articulando el texto y la melodía y reforzando las cadencias.
6. PARTITURAS Y AUDICIONES
Audio: Introito 'Puer Natus est' ; Kyrie V ;Gloria V; Gradual 'Viderunt omnes' ;Alleluia 'Dies
sanctificatus' ;Ofertorio 'Tui sunt caeli'; Sanctus V ; Agnus Dei V ;Communio 'Viderunt omnes'
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