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DEBIDO PROCESO EN EL

MARCO DEL SISTEMA


INTERAMERICANO DE
DERECHOS HUMANOS Y LA
LEGISLACIÓN NACIONAL

María Elena Attard


FUNDACIÓN CONSTRUIR-ESCUELA DE JUECES DEL ESTADO

TEMA 1 ............................................................................................................................................... 4

DEBIDO PROCESO SUSTANTIVO Y ADJETIVO Y SU EXPANSIÓN HORIZONTAL Y


VERTICAL .......................................................................................................................................... 4
1. APROXIMACIÓN CONCEPTUAL ...................................................................................................... 5
2. EL CARÁCTER FORMAL Y MATERIAL DEL DEBIDO PROCESO ......................................................... 7
3. EL DEBIDO PROCESO ADJETIVO .................................................................................................... 8
4. DEBIDO PROCESO SUSTANTIVO ..................................................................................................10
5. EL JUEZ COMO CUSTODIO Y GARANTE DEL DEBIDO PROCESO .....................................................19
6. LA EXPANSIÓN HORIZONTAL Y VERTICAL DEL DEBIDO PROCESO ...............................................21
6.1. LA EXPANSIÓN HORIZONTAL DEL DEBIDO PROCESO ................................................................................. 22
6.2. LA EXPANSIÓN VERTICAL DEL DEBIDO PROCESO ....................................................................................... 25
.............................................................................................................................................................................................. 27

TEMA 2 .............................................................................................................................................35
1. LAS GARANTÍAS DEL DEBIDO PROCESO CONTENIDAS EN EL ART. 8.1 DE LA CONVENCIÓN
AMERICANA ........................................................................................................................................36
2. EL DERECHO A SER OÍDO POR UN JUEZ O TRIBUNAL ...................................................................37
3. EL DERECHO A UN JUEZ COMPETENTE, INDEPENDIENTE E IMPARCIAL, ESTABLECIDO
PREVIAMENTE POR LA LEY .................................................................................................................40
3.1. JUEZ COMPETENTE ............................................................................................................................................. 41
3.2. JUEZ INDEPENDIENTE........................................................................................................................................ 44
3.3. JUEZ IMPARCIAL .................................................................................................................................................. 46
3.4. FUERO ESPECIAL ................................................................................................................................................. 47
4. EL DERECHO A SER JUZGADO EN UN PLAZO RAZONABLE ............................................................47
5. EL DERECHO A OBTENER UNA DEBIDA MOTIVACIÓN Y FUNDAMENTACIÓN DE LAS RESOLUCIONES
COMO GARANTÍA DE NO ARBITRARIEDAD ..........................................................................................53

TEMA 3 .............................................................................................................................................58

GARANTÍAS MÍNIMAS DEL DEBIDO PROCESO CONTENIDAS EN EL ART. 8.2. DE LA


CONVENCIÓN AMERICANA .........................................................................................................58
1. DERECHO A LA PRESUNCIÓN DE INOCENCIA ...............................................................................59
1.1 . LA PROHIBICIÓN DE CONDENA PENAL A UNA PERSONA MIENTRAS NO EXISTA PRUEBA PLENA DE
SU RESPONSABILIDAD ..................................................................................................................................................... 60
1.2. LA APLICACIÓN PROLONGADA DE PRISIÓN PREVENTIVA A PERSONAS CUYA RESPONSABILIDAD NO
HA SIDO ESTABLECIDA .................................................................................................................................................... 61
1.3. LA EXPOSICIÓN PÚBLICA DE UNA PERSONA PROCESADA COMO CULPABLE DE UN DELITO .............. 61
2. DERECHO A UN TRADUCTOR O INTÉRPRETE SI NO SE COMPRENDE O NO HABLA EL IDIOMA DEL
JUZGADO O TRIBUNAL ........................................................................................................................61
3. DERECHO DEL INCULPADO A UNA COMUNICACIÓN PREVIA Y DETALLADA DE LA ACUSACIÓN
FORMULADA .......................................................................................................................................63
4. DERECHO DEL INCULPADO A QUE SE LE CONCEDA EL TIEMPO Y LOS MEDIOS ADECUADOS PARA
LA PREPARACIÓN DE SU DEFENSA ......................................................................................................65
5. DERECHO DEL INCULPADO A DEFENDERSE PERSONALMENTE, SER ASISTIDO POR UN DEFENSOR
DE SU ELECCIÓN Y DE COMUNICARSE LIBRE Y PRIVADAMENTE CON SU DEFENSOR ............................67
6. DERECHO DE SER ASISTIDO POR UN DEFENSOR DE OFICIO .........................................................70
7. DERECHO DE LA DEFENSA DE INTERROGAR A LOS TESTIGOS PRESENTES EN EL TRIBUNAL Y DE
OBTENER LA COMPARECENCIA, COMO TESTIGOS O PERITOS, DE OTRAS PERSONAS QUE PUEDAN
ARROJAR LUZ SOBRE LOS HECHOS ART. 8.2.F ....................................................................................71
8. DERECHO A NO SER OBLIGADO A DECLARAR CONTRA SÍ MISMO NI A DECLARARSE CULPABLE
ART. 8.2.G, Y A DECLARAR SIN COACCIÓN DE NATURALEZA ALGUNA (ART. 8.3) ..............................72
9. DERECHO A RECURRIR EL FALLO ANTE JUEZ O TRIBUNAL SUPERIOR (ART 8.2.H CADH) ........74
10. DERECHO DEL INCULPADO ABSUELTO POR UNA SENTENCIA FIRME A NO SER SOMETIDO A
NUEVO JUICIO POR LOS MISMOS HECHOS: PRINCIPIO DE NE BIS IN ÍDEM (ART. 8.4) ..........................77
11. DERECHO A UN PROCESO PENAL PÚBLICO (ART. 8.5) .............................................................80

TABLA DE ESTÁNDARES .............................................................................................................81

BIBLIOGRAFÍA ...............................................................................................................................84
1. LIBROS........................................................................................................................................84
2. CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS .................................................................84
3. COMISIÓN INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS ............................................................87
Tema 1

Debido proceso sustantivo
y adjetivo y su expansión
horizontal y vertical

1. Aproximación conceptual

Definir el debido proceso es sumamente complejo, las conceptualizaciones
que de él se han realizado son diversas, motivo por el cual, en lugar de realizar una
conceptualización del mismo, nos detendremos en realizar una aproximación sobre
algunas manifestaciones conceptuales y dimensiones que han sido desarrollados
tanto por la doctrina como por la jurisprudencia nacional como internacional.

Una de las primeras impresiones sobre la caracterización del debido proceso
implicaría relacionarla como un sistema de garantías cuyo carácter es dinámico e
inacabado, orientado a garantizar el derecho fundamental a la justicia. La Corte
Interamericana de Derechos Humanos, en adelante Corte IDH o la Corte, ha
entendido al debido proceso como un medio para asegurar, en la mayor medida
posible, la solución justa de una controversia, a la que contribuyen el conjunto de
actos de diversas características, generalmente reunidos bajo el concepto de debido
proceso legal. Dichos actos sirven para proteger, asegurar o hacer valer la
titularidad o el ejercicio de un derecho, y son condiciones que deben cumplirse para
asegurar la adecuada defensa de aquéllos cuyos derechos u obligaciones están bajo
consideración judicial1.

De igual forma, haciendo alusión a la doctrina Cecilia Quiroga Medina
sostiene que “El debido proceso es una piedra angular del sistema de protección de
los derechos humanos; es por excelencia, la garantía de todos los derechos humanos
y un requisito sine qua non para la existencia de un Estado de Derecho” 2.

La relevancia del debido proceso transciende en todas las esferas al
constituirse como señalan Elizabeth Salmón y Cristina Blanco que estamos frente a
un derecho que es, a su vez, un prerrequisito indispensable para la protección de
cualquier otro derecho3. De ahí porqué ha sido considerado en una triple dimensión;
es decir, como derecho, principio y garantía.

Sobre esta base Bustamante Alarcón define al debido proceso como un
“derecho fundamental de carácter instrumental que se encuentra conformado por
un conjunto de derechos esenciales que impiden que la libertad y los derechos de
los individuos sucumban ante la ausencia o insuficiencia de un proceso o
procedimiento, o se vean afectados por cualquier sujeto de derechos (incluyendo el
Estado) que pretenda hacer uso abusivo de éstos4.

La Constitución Boliviana, consagra al debido proceso como derecho
fundamental, como garantía jurisdiccional y como principio en la administración de
justicia, alcance que ha sido destacado por la jurisprudencia constitucional al

1
Corte IDH. Garantías Judiciales en Estados de Emergencia (arts. 27.2, 25 y 8 Convención Americana sobre
Derechos Humanos). Opinión Consultiva OC-9/87 del 6 de octubre de 1987, párrs 117 y 118.
2
Citadas por Ramírez García Sergio. El debido proceso. Criterios de la jurisprudencia interamericana.
México: Editorial Porrúa, 2012, p. 6.
3
Salmón, Elizabeth y Cristina Blanco, El derecho al debido proceso en la jurisprudencia de la Corte
Interamericana (1a. ed.). Lima: Instituto de Democracia y Derechos Humanos de la Pontificia Universidad
Católica del Perú, 2012, p. 24.
4
Citado por Ramírez García Sergio. Op. cit. p. 9.
observar que el art. 115.II del texto constitucional, a la hora de establecer las
garantías jurisdiccionales, señala: “El Estado garantiza el derecho al debido proceso,
a la defensa y a una justicia plural, pronta, oportuna, gratuita, transparente y sin
dilaciones”. El artículo 117 de la CPE establece al debido proceso como una garantía
en el ejercicio de los derechos humanos, al vincularlo con los principios del juez
natural, principio de legalidad y principio non bis in ídem. El artículo 180 de la CPE,
en su parágrafo I, establece: “La jurisdicción ordinaria se fundamenta en los
principios procesales de gratuidad, publicidad, transparencia, oralidad, celeridad,
probidad, honestidad, legalidad, eficacia, eficiencia, accesibilidad, inmediatez,
verdad material, debido proceso, e igualad de las partes ante el juez”.

En efecto, a partir de la SC 0316/2010-R de 15 de junio se ha desarrollado la
triple dimensión del debido proceso al señalar:

La Constitución Política del Estado en consideración a la naturaleza y los
elementos constitutivos del debido proceso como instituto jurídico y
mecanismo de protección de los derechos fundamentales, lo consagra como
un principio, un derecho y una garantía, es decir, la naturaleza del debido
proceso es reconocida por la Constitución en su triple dimensión: como
derecho fundamental de los justiciables, de quien accede reclamando
justicia, la víctima y de quien se defiende el imputado. A la vez es un principio
procesal, que involucra la igualdad de las partes art. 119.I CPE y una garantía
de la administración de justicia, previniendo que los actos del proceso se
ceñirán estrictamente a reglas formales de incuestionable cumplimiento. De
esa triple dimensión, se desprende el debido proceso como derecho
fundamental autónomo y como derecho fundamental indirecto o garantía…”.

La SCP 0399/2014 de 25 de febrero ha complementado esta caracterización
señalando que la Constitución instituye al debido proceso como:
1) Derecho fundamental: Como un derecho para proteger al ciudadano en
primer orden de acceso a la justicia oportuna y eficaz, como así de protección de
los posibles abusos de las autoridades originadas no sólo en actuaciones u
omisiones procesales, sino también en las decisiones que adopten a través de
las distintas resoluciones dictadas para dirimir situaciones jurídicas o
administrativas y que afecten derechos fundamentales, constituyéndose en el
instrumento de sujeción de las autoridades a las reglas establecidas por el
ordenamiento jurídico.

2) Garantía jurisdiccional: Asimismo, constituye una garantía al ser un medio de


protección de otros derechos fundamentales que se encuentran contenidos
como elementos del debido proceso como la motivación de las resoluciones, la
defensa, la pertinencia, la congruencia, de recurrir, entre otras, y que se aplican
toda clase de actuaciones judiciales y administrativas, constituyendo las
distintas garantías jurisdiccionales inherentes al debido proceso, normas
rectoras a las cuales deben sujetarse las autoridades pero también las partes
intervinientes en el proceso en aplicación y resguardo del principio de igualdad.

Cabe precisar que en su dimensión de garantía asegura a su vez la obligación


prevista en el art. 25 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, en
adelante CADH o Convención, a los Estados de suministrar recursos judiciales
adecuados y efectivos a las personas que aleguen ser víctimas de violaciones de los
derechos humanos, que deben ser sustanciados de conformidad con las reglas del
debido proceso.

Como apunta Sergio Ramírez existe un panorama renovado del debido
proceso, en constante revisión y precisión, que se ha visto fuertemente influido por
el derecho internacional de los derechos humanos y la jurisprudencia de los
tribunales que tienen a su cargo la interpretación y aplicación de los tratados sobre
esta materia. 5 Por esta razón, en el marco del principio de progresividad de los
derechos humanos, los elementos que hacen al debido proceso no constituyen un
catálogo cerrado, sino en franca expansión con la introducción de otros, así como
una ampliación de su contenido para asegurar la realización del valor justicia,
conforme se explicará al hacer referencia a su expansión horizontal y vertical.

2. El carácter formal y material del debido proceso



La doctrina y la jurisprudencia han acentuado la necesaria caracterización de
una dimensión formal y material del debido proceso haciendo alusión a su versión
adjetiva y sustantiva, que en conjunto forman el contenido del debido proceso.

Es así que el debido proceso como una institución del Estado de Derecho, en
su dimensión formal está constituido por ciertas garantías de orden procesal que
deben ser aseguradas a los sujetos de derecho; es decir, su consideración como un
conjunto de requisitos y reglas que deben observarse en las instancias procesales,
hace alusión a su carácter formal; en tanto que la dimensión material se vincula con
la idea de justicia; en palabras de José María Tijerino Pacheco, citado por Sergio
Ramírez, esto conduce a establecer un tipo de proceso que tribute a la justicia, es
decir, un juicio justo.6

Lo anterior implica que no se cumple con un debido proceso con sólo
asegurar que el justiciable obtenga una sentencia, rodeada de todas las formalidades
que la ley exige, sino también con el derecho de obtener una sentencia justa,
razonable, respetuosa de los derechos y garantías; es decir, acorde con el sistema
jurídico imperante.

La jurisprudencia constitucional boliviana ha enfatizado esta doble
dimensión del debido proceso señalando en la SC 0999/2003-R de 16 de julio que
su finalidad:

Está ligada a la búsqueda del orden justo. No es solamente poner en
movimiento mecánico las reglas de procedimiento sino buscar un proceso
justo, para lo cual hay que respetar los principios procesales de publicidad,
inmediatez, libre apreciación de la prueba; los derechos fundamentales
como el derecho a la defensa, a la igualdad, etc., derechos que por su carácter

5
Ramírez García Sergio. Op. cit. p. 6
6
José María Tijerino Pacheco, señala que la calidad de “debido” va más allá de la simple conformidad con
la ley: Hace referencia a lo que debe ser el proceso según los cánones que exige la dignidad del hombre,
el humanitarismo, la justicia”, por eso es partidario de que la denominación más acorde es la de “proceso
justo”. Cfr. Ramírez García S. op. cit. 16.
fundamental no pueden ser ignorados ni obviados bajo ningún justificativo
o excusa por autoridad alguna, pues dichos mandatos constitucionales son
la base de las normas adjetivas procesales en nuestro ordenamiento jurídico,
por ello los tribunales y jueces que administran justicia, entre sus
obligaciones, tienen el deber de cuidar que los juicios se lleven sin vicios de
nulidad, como también el de tomar medidas que aseguren la igualdad
efectiva de las partes.

La SCP 0998/2014 de 5 de junio, pronunciada por el Tribunal Constitucional


Plurinacional, ha enfatizado el carácter material del debido proceso, al asumir que
constituye el derecho de toda persona a un proceso justo y equitativo, cuya
importancia deviene de la búsqueda de un orden justo, en el cual se deberá respetar
principios procesales de publicidad, inmediatez, libre apreciación de la prueba, así
como derechos fundamentales, como la defensa, la igualdad entre otros.

De esta forma el debido proceso ha sido definido por la jurisprudencia
constitucional como:

El derecho de toda persona a un proceso justo y equitativo, en el que sus
derechos se acomodan a lo establecido por disposiciones jurídicas generales
aplicables a todos aquellos que se hallen en una situación similar,
comprendiendo además la potestad de ser escuchado, y la observancia del
conjunto de requisitos de cada instancia procesal (…) y que en su triple
dimensión constituye a la vez un derecho humano reconocido por los
instrumentos internacionales que forman parte del bloque de
constitucionalidad, un derecho fundamental y una garantía jurisdiccional en el
ámbito constitucional.

Consecuentemente, como apunta Gabriela Sauma es indefectible la relación
entre debido proceso y la búsqueda del orden justo: no se restringe únicamente al
concepto de instrumento o vía para poner en movimiento mecánico las reglas del
procedimiento, ya que lo que se protege realmente a través del debido proceso no
es la rigurosa observancia de reglas de orden simplemente legal, sino el manejo de
reglas procesales para tomar decisiones que puedan justificarse
constitucionalmente, es decir, hay que ver el debido proceso desde el ámbito
constitucional y no desde el simplemente legal7.

3. El debido proceso adjetivo



Sergio García Ramírez sostiene que el debido proceso adjetivo es el que
generalmente está caracterizado por la invocación de los elementos que lo integran
y cuyos méritos derivan de la conformidad entre el enjuiciamiento y la ley, pero
también entre ambos y la justicia 8 , recuérdese que el debido proceso en su
dimensión material debe tributar a la justicia.


7
Sauma Zankys G. El debido proceso como garantía los derechos humanos. Unidad Didáctica V, preparada
para la Escuela de Jueces del Estado Boliviano. Versión PDF. p. 12.
8
Faúndez Ledesma, citado por García Ramírez, indica que el derecho a un juicio justo “muy
complejamente estructurado”, se halla conformado por un numeroso grupo de pequeños derechos que
constituyen sus componentes o elementos integrantes. García Ramírez S. op.cit. p. 17.
Bajo este concepto se consolidan diversos derechos del justiciable, o como
diría Faúndez Ledezma, el debido proceso se halla conformado por un numeroso
grupo de derechos que constituyen sus componentes o elementos integrantes, 9
derechos fundamentales de carácter procesal o instrumental.

Sergio García Ramírez, sostiene que estos derechos de carácter procesal o
instrumental no se agotan en las normas contenidas en el art. 8 de la Convención ni
en las referidas en el art. 25, sobre protección judicial y exigencia de un recurso
sencillo, rápido y efectivo, que ampare al sujeto en el ejercicio de sus derechos.
Entiende que en el art. 8.1 figuran tanto las garantías judiciales generales, como las
garantías judiciales penales (art. 8.2), pero el debido proceso adjetivo tiene su
expresión también en otras disposiciones de la Convención, que el autor identifica.

Entre ellas se tiene el art. 4, párr. 6 de la Convención, acerca del derecho a la
tutela de la vida, en lo que concierne a la posibilidad de que el condenado a muerte
pueda combatir la sentencia a través de indulto, amnistía o conmutación10.

El art. 5, referido al derecho a la integridad personal que prohíbe la tortura y
otros malos tratos (párr. 2) 11 ; separación de procesados con respecto a
sentenciados (párr. 4)12, y tribunales especializados y tratamiento para menores de
edad que infringen la ley penal (párr. 5)13.

También se tiene el art. 7, correspondiente al derecho a la libertad personal
y las condiciones para restringirla (párr. 2)14 , exclusión de detención arbitrarias
(párr. 3)15; información sobre las razones de la detención y los cargos formulados
(párr. 4)16, control judicial y plazo razonable (párr. 5)17; decisión judicial acerca de


9
Entre otros, el derecho a un proceso público; derecho al juez natural; derecho a la igualdad procesal de
las partes; derecho a no declarar contra sí mismo; garantía de presunción de inocencia; derecho a la
comunicación previa de la acusación; derecho a la defensa material y técnica; concesión al inculpado del
tiempo y los medios para su defensa; derecho a ser juzgado sin dilaciones indebidas; derecho a la
congruencia entre acusación y condena; el principio del non bis in ídem; derecho a la valoración razonable
de la prueba; derecho a la motivación y congruencia de las decisiones
10
Dicho párrafo señala: “Toda persona condenada a muerte tiene derecho a solicitar la amnistía, el
indulto o la conmutación de la pena, los cuales podrán ser concedidos en todos los casos. No se puede
aplicar la pena de muerte mientras la solicitud esté pendiente de decisión ante autoridad competente”.
11
El párrafo segundo señala: “Nadie debe ser sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos
o degradantes. Toda persona privada de libertad será tratada con el respeto debido a la dignidad
inherente al ser humano”.
12
“Los procesados deben estar separados de los condenados, salvo en circunstancias excepcionales, y
serán sometidos a un tratamiento adecuado a su condición de personas no condenadas”.
13
“Cuando los menores puedan ser procesados deben ser separados de los adultos y llevados
con la mayor celeridad posible, para su tratamiento”.
14
“Nadie puede ser privado de su libertad física, salvo por las causas y en las condiciones fijadas de
antemano por las Constituciones Políticas de los Estados Partes o por las leyes dictadas conforme a ellas".
15
“Nadie puede ser sometido a detención o encarcelamiento arbitrarios".
16
“Toda persona detenida o retenida debe ser informada de las razones de su detención y notificada,
sin demora, del cargo o cargos formulados contra ella”.
17
“Toda persona detenida o retenida debe ser llevada, sin demora, ante un juez u otro funcionario
autorizado por la ley para ejercer funciones judiciales y tendrá derecho a ser juzgada dentro de un plazo
razonable o a ser puesta en libertad, sin perjuicio de que continúe el proceso. Su libertad podrá estar
condicionada a garantías que aseguren su comparecencia en juicio”.
la legalidad de un arresto o una detención (párr. 6)18, así como las condiciones sobre
la suspensión de garantías en estados de emergencia (art. 27) y la cláusula
interpretativa prevista en el art. 29 referida al principio pro persona, que ha servido
para la continua expansión de los derechos humanos y en su caso, de los derechos y
garantías asociados al debido proceso.

Siguiendo lo razonado por el autor, todas las disposiciones señaladas y las
restantes contenidas en la Convención concernientes a la protección de los derechos
fundamentales, nutren las obligaciones generales que asumen los Estados Partes,
referidas a los deberes de respeto y garantía de derechos (art. 1.1)19 y adopción de
disposiciones y medidas protectoras de orden interna (art. 2)20.

4. Debido proceso sustantivo



Sergio Ramírez García recuerda que existe una versión sustantiva del debido
proceso, desarrollada ampliamente por la jurisprudencia norteamericana y que ha
sido igualmente considerada por nuestra región.

La génesis de éste, se encuentra en la Constitución de EEUU, que lo consagra
en la quinta enmienda y en la enmienda décimo-cuarta, previsiones a partir de las
cuales se entiende que los jueces deben preservar las garantías del proceso y aplicar
la garantía de razonabilidad en cada una de las decisiones adoptadas, fuente
constitucional que consagra las reglas del debido proceso adjetivo y sustantivo.

Asimismo, debe precisarse que el debido proceso sustantivo, tiene también
génesis en el derecho anglosajón, que a través de la frase due process of law -que es
una variación de la contenida en la Carta Magna inglesa de 1215 per legem terrae, by
the law of the land-, ha desarrollado un alcance no sólo procesal sino también
sustantivo de esta garantía.

Por su parte, en Estados Unidos, la Corte Federal, estableció el concepto del
debido proceso en sus dos facetas: a) Due process procesal, en virtud de la cual,
ningún órgano judicial puede privar a las personas de vida, libertad o propiedad, a
excepción que tenga oportunidad de alegar y ser oída; y b) Due process sustantivo,

18
“Toda persona privada de libertad tiene derecho a recurrir ante un juez o tribunal competente, a fin
de que éste decida, sin demora, sobre la legalidad de su arresto o detención y ordene su libertad si el
arresto o la detención fueran ilegales. En los Estados Partes cuyas leyes prevén que toda persona que se
viera amenazada de ser privada de su libertad tiene derecho a recurrir a un juez o tribunal competente a
fin de que éste decida sobre la legalidad de tal amenaza, dicho recurso no puede ser restringido ni abolido.
Los recursos podrán interponerse por sí o por otra persona”.
19
“Los Estados Partes en esta Convención se comprometen a respetar los derechos y libertades
reconocidos en ella y a garantizar su libre y pleno ejercicio a toda persona que esté sujeta a su jurisdicción,
sin discriminación alguna por motivo de raza, color, sexo, idioma o religión, opiniones políticas o de
cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición
social”.
20
“Si el ejercicio de los derechos y libertades mencionados en el artículo 1 no estuviere ya garantizado
por disposiciones legislativas o de otro carácter, los Estados Partes se comprometen a adoptar, con
arreglo a sus procedimientos constitucionales y a las disposiciones de esta Convención, las medidas
legislativas o de otro carácter que fueren necesarias para hacer efectivos tales derechos y libertades”.
en virtud del cual, el Gobierno no puede limitar o privar arbitrariamente a los
individuos de ciertos derechos fundamentales contenidos en la Constitución 21 .
Contemporáneamente y a la luz del Estado Constitucional de Derecho, como se ha
visto el debido proceso tiene dos dimensiones específicas: La adjetiva y la
sustantiva.

El debido proceso adjetivo también denominado por la Corte IDH debido
proceso legal, contempla “el conjunto de requisitos que deben observarse en las
instancias procesales, a efectos de que las personas estén en condiciones de
defender adecuadamente sus derechos ante cualquier tipo de acto del Estado que
pueda afectarlos22. La Corte IDH, también ha señalado que el debido proceso legal
debe resguardar las “condiciones que deben cumplirse para asegurar la adecuada
defensa de aquellos cuyos derechos u obligaciones están bajo consideración
judicial”23. En el marco de lo precisado, siguiendo a Attard Bellido, en un Estado
Constitucional de Derecho, el cual busca la consolidación de la eficacia máxima de
los derechos fundamentales y la justicia material, esta garantía además debe ser
asegurada en su ámbito material a través del denominado debido proceso
sustantivo24.

De acuerdo con García Ramírez, el debido proceso sustantivo constituye "un
medio de controlar la razonabilidad de las leyes", es decir, hace referencia a la
tutela de los derechos esenciales del individuo frente al arbitrio del poder público
en el ámbito ejecutivo y legislativo, no sólo en el instrumental o procesal. Por ende,
integra una vía para la revisión del sentido de una norma, conforme a las
circunstancias de los nuevos tiempos25.

Como sostiene Linares, hay "un debido proceso adjetivo que implica una
garantía de ciertas formas procesales y un debido proceso sustantivo que implica
una garantía de ciertos contenidos o materia de fondo justos"26.

En este marco, Reynaldo Bustamante Alarcón señala: “La dimensión material
del debido proceso exige que todos los actos de poder, sean normas jurídicas, actos
administrativos o resoluciones judiciales, inclusive, sean justos, es decir, que sean
razonables y respetuosos de los valores superiores, de los derechos fundamentales
y de los demás bienes jurídicos constitucionalmente protegidos, a tal punto que su
inobservancia debe ser sancionada con la inaplicación de aquel acto o con su
invalidez27.


21
http://www.juridicas.unam.mx/publica/rev/cconst/cont/7/ard/ard2.htm
22
Corte IDH. Opinión Consultiva 9/87 párr. 27 y Caso Tribunal Constitucional vs. Perú, parr. 69.
23
Corte IDH, OC 09/87 parr. 28 y caso Mohamed vs. Argentina párr. 80.
24
Attard Bellido M. E. El debido proceso sustantivo reforzado a la luz del acceso a la justicia de niños. La
Paz-Bolivia: Fundación Construir p. 32-33.
25 Recuérdese que el debido proceso adjetivo hace referencia al sistema de garantías de orden procesal,
a la formas y reglas que deben cumplirse para lograr un debido proceso.
26
Sobre el desarrollo de esta dimensión puede consultarse Linares J F. Razonabilidad de las leyes. El
debido proceso como garantía innominada en la Constitución Argentina. Buenos Aires: Astrea, 2ª ed.,
1970, p. 12. Igualmente, Bustamante Alarcón. Derechos Fundamentales p. 12, citados por Ramírez García.
Op. cit. p. 12.
27
Cfr. Ramírez García S. Op. cit. p.14.
Sergio Ramírez García sostiene que es posible aplicar esta orientación en el
ámbito que interesa a la Corte Interamericana, a partir de las disposiciones
contenidas en la propia CADH que permiten el control de leyes y actos de autoridad
al amparo de la legalidad material, concretamente a través de las normas de
interpretación contenidas en el art. 29 de la CADH que impiden reducir derechos,
libertades y garantías,28 así como también en la línea de las previsiones garantistas
contenidas en diversos textos constitucionales, las reglas sobre restricción legítima
de derechos y las limitaciones a los derechos que provienen de los derechos de los
demás, las seguridad de todos y las exigencias del bien común.29

A este respecto es importante hacer alusión a lo señalado por María Elena
Attard Bellido, en cuanto a que el debido proceso sustantivo se encuentra
íntimamente ligado al principio de razonabilidad de todo procedimiento y de toda
decisión, por tanto, en un Estado Constitucional de Derecho, los actos
administrativos y jurisdiccionales, para tener una plena validez, requieren, según
rescata de lo señalado por Cecilia Giraldi Madiaraga dos cualidades esenciales: la
cualidad normativa formal y la cualidad axiológico-jurídica de la justicia30.

En efecto, según apunta la autora la cualidad normativa formal, asegura
que todo acto procesal cumpla con las formas procesales establecidas en una ley
previa, además, a esta cualidad, debe agregarse el fundamento de esencia
desarrollado por Linares Quintana, es decir que todo acto no solamente debe
cumplir formas procesales establecidas por ley, sino también debe tener sustento
en normas jurídicas vigentes; por su parte, la cualidad axiológico jurídico de la
justicia, asegura que todo acto procesal o decisión jurisdiccional consagre los
valores de justicia e igualdad y por tanto sea armonioso con los principios de
razonabilidad y proporcionalidad, elementos configuradores del debido proceso
sustantivo; éste último elemento es lo que Linares Quintana denomina el
fundamento de razonabilidad de un acto, que se presenta cuando éste es justo31.


28 El articulo 29 excluye cualquier interpretación que: a) permita "suprimir el goce y ejercicio de los
derechos y Iibertades reconocidos en Ia Convención o Iimitarlos en mayor medida que la prevista en ella”;
b) limitar el goce o ejercicio de derechos y libertades “que pueda(n) estar reconocido(s) de acuerdo con
las leyes de cualquiera de los Estados partes (en la Convención Americana) o de acuerdo con otra
convención en que sea parte uno de dichos Estados”; c) “excluir otros derechos y garantías que son
inherentes al ser humano o que se derivan de la forma democrática representativa de gobierno”; y d)
“excluir o limitar el efecto que puedan producir la Declaración Americana de Derechos y Deberes del
Hombre y otros actos internacionales de la misma naturaleza”.
29
Ramírez García S. Op. cit. p. 14-15. Al referirse a las prevenciones garantistas de los textos
constitucionales, el Autor cita los arts. 28 y 29 de la Constitución argentina, así como el primer párrafo del
art. 1 de la Constitución mexicana (En los Estados Unidos Mexicanos todo individuo gozará de las garantías
que otorga esta Constitución, las cuales no podrán restringirse ni suspenderse, sino en los casos y con las
condiciones que ella misma establece). Asimismo, respecto de las reglas sobre restricción legítima de
derechos aclara que la jurisprudencia interamericana ha establecido que las restricciones al ejercicio y
goce de derecho y libertades “no pueden ser aplicadas sino conforme a las leyes que se dictaren por
razones de interés general y con el propósito para el cual han sido establecidas.
30
Giraldi Madariaga C. Acerca del principio de razonabilidad y el debido proceso. Disponible en
http://dspace.uces.edu.ar:8180/dspace/bitstream/handle/123456789/426/Acerca_del_principio.pdf;jse
ssionid=14B26B3638D9148692F861D84AE7A980?sequence=1.
31
Attard Bellido M. E., Op. cit. p. 34. Vid. Linares Juan Francisco. Razonabilidad de las Leyes. 2da. Ed.
Buenas Aires-Argentina: Editorial Astrea, 1970, p. 81.
Para Attard Bellido, los principios de razonabilidad y proporcionalidad como
continentes del debido proceso sustantivo, implican una “reingeniería” profunda de
la estructura lógica de la decisión judicial, visión que no debe mirar únicamente el
aspecto formal del proceso (debido proceso legal o formal), sino que debe asegurar
además su sustento material, es decir la consagración de la justicia e igualdad, por
esta razón, se lo denomina también debido proceso sustancial o material, dimensión
que exige analizar la estructura lógica de toda decisión judicial y administrativa32.

En efecto, para el análisis de la estructura lógica de toda decisión judicial y
administrativa debe invocarse los principios de razonabilidad, proporcionalidad
y objetividad, el primero de ellos está íntimamente ligada al principio de igualdad y
por ende al de proporcionalidad33.

Sobre el particular Attard Bellido apunta que una decisión judicial o
administrativa que a través de una consecuencia jurídica determinada plasme
un trato diferenciado al establecido por el Bloque de Constitucionalidad o la
norma para supuestos fácticos determinados, afecta el principio de igualdad
y por ende el de razonabilidad, tornando esta decisión injusta por plasmar
una diferenciación arbitraria contraria al plexo axiológico imperante y por
ende contraria al debido proceso sustantivo34.

Como se ha visto el debido proceso sustantivo trasciende el aspecto
netamente formal del sistema de garantías para lograr no sólo el respeto de las
reglas procesales del proceso en sí, pronunciar la sentencia en el plazo previsto por
ley, que el proceso esté bajo autoridad competente, que se asegure el contradictorio,
sino que además, el enfoque del debido proceso sustantivo es alcanzar la sentencia
justa, razonable, proporcional y objetiva, traspasa legalidad formal para alcanzar la
legalidad material respetuosa de los derechos y garantías fundamentales, de los
principios y valores que sustenta determinado ordenamiento jurídico.

Es por ello, que el debido proceso sustantivo permite el control de leyes y
actos de las autoridades porque se asienta, en el marco de los ordenamientos
jurídicos internos de los Estados, en el principio de constitucionalidad, principio que
asegura la eficacia de la irradiación del bloque de constitucionalidad y por ende de
los valores plurales supremos como la justicia e igualdad en todos los actos
jurisdiccionales o administrativos, inclusive legales35.

32
Attard Bellido M.E., op. cit. p. 35.
33
Ver Informe No. 4/01, en el caso 11.625 María Eugeni Morales de Sierra, Guatemala, de 19 de enero de
2001, párr. 31. A través del referido informe, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, ha
establecido que una distinción constituye discriminación en las siguientes circunstancias: 1) Cuando hay
una diferencia de tratamiento entre situaciones análogas o similares; 2) Cuando la diferencia no tenga
una justificación objetiva y razonable; 3) Cuando no exista una razonable proporcionalidad entre los
medios empleados y el objetivo cuya realización se persigue. Asimismo, la Comisión ha señalado que una
distinción basada en criterios razonables y objetivos, persigue un propósito legítimo y emplea medios
proporcionales al fin que se busca
34
Attard Bellido M. E., op. cit. p. 35.
35
Recuérdese que el principio de constitucionalidad es característico del Estado Constitucional de
Derecho, cuya característica esencial es no se reduce a la limitación del ejercicio del poder público, sino
sus fines esenciales son la eficacia máxima de los derechos fundamentales y la materialización de la
justicia.

En el sentido antes referido, el debido proceso sustantivo ha tenido eco en la
jurisprudencia constitucional boliviana en números casos, donde se destaca el
control de constitucionalidad a través de numerosas acciones de tutela en las que se
ha analizado la razonabilidad de las decisiones judiciales al momento de interpretar
y aplicar la ley.

En efecto, a través de la acción de libertad el Tribunal Constitucional realizó
control del debido proceso sustantivo al analizar la razonabilidad de las decisiones
judiciales vinculadas con la libertad personal.

Es sabido que dentro de la doctrina de las autorrestricciones diseñada por
el Tribunal Constitucional, se
encuentra la restricción de
DOCTRINA DE LA AUTORRESTRICCIÓN DE NO ingresar a través de las
VALORACIÓN DE LA PRUEBA: No proceden las acciones tutelares en la
acciones de libertad o amparo constitucional, valoración de la prueba, por
para realizar valoración probatoria, por ser esta ser ésta facultad privativa de
facultad privativa de las autoridades las autoridades
jurisdiccionales o administrativas, salvo casos en jurisdiccionales o
los cuales exista apartamiento de los cánones de administrativas, salvo casos
razonabilidad o equidad; o, frente a conductas en los cuales exista
omisivas que lesionen derechos fundamentales apartamiento de los cánones
(SC 0873/2004-R)
de razonabilidad o equidad;
o, frente a conductas
omisivas que lesionen derechos fundamentales36.

El tema del control tutelar de constitucionalidad en relación a la valoración
probatoria, tiene un primer hito jurisprudencial en la SC 0873/2004-R, la cual en un
recurso de hábeas corpus y dentro del contexto de medidas cautelares, estableció
que la compulsa de las pruebas que se aporten con el fin de obtener la cesación a la
detención preventiva, es facultad exclusiva del Juez Cautelar y que el control tutelar
de constitucionalidad, en resguardo de una posible doble valoración de la prueba,
podrá intervenir solamente cuando el juzgador se hubiere apartado de las
previsiones legales que rigen el acto procesal como de los marcos de razonabilidad
y equidad previsibles, este entendimiento, entre otras fue asumido por la SC
0106/2005-R. Luego, la SC 0965/2006-R, sistematizó los supuestos en los que la
justicia constitucional puede revisar la valoración de la prueba, quedando
establecido lo siguiente: La autoridad jurisdiccional o administrativa tiene el rol
exclusivo de valoración probatoria y solamente podrá ejercerse control tutelar en
cuanto a la valoración de la prueba en los siguientes casos: 1) Cuando exista
apartamiento de los marcos legales de razonabilidad y equidad previsibles para
decidir; 2) Cuando se haya adoptado una conducta omisiva, expresada, entre otras,
en no recibir, producir o compulsar cierta prueba inherente al caso y, su lógica
consecuencia sea la lesión a derechos fundamentales y garantías constitucionales,
en ambos supuestos, la sentencia sistematizadora ahora analizada, precisó que no
puede usurparse los roles propios de las autoridades jurisdiccionales o

36
Dentro de la doctrina de las autorrestricciones se tiene también a la de la interpretación de la legalidad
ordinaria, revisión de la cosa juzgada y la de relevancia constitucional.
administrativas. Además, esta sentencia sistematizadora generó una carga
argumentativa para la parte en ese momento recurrente –ahora accionante-,
señalando que en casos de tutela referentes a valoración probatoria, debía: a)
identificar las pruebas que se omitió valorar o que se apartan de los cánones de
razonabilidad o equidad; b) indicar la incidencia de la omisión o el apartamiento de
los cánones de razonabilidad y equidad en la decisión final. Línea jurisprudencial
que por vez primera fue confirmada por el Tribunal Constitucional Plurinacional a
través de la SCP 0012/2012.

Esta línea de excepción tiene
La doctrina de no valoración de la prueba como base el debido proceso
tiene su excepción, cuando en dicha sustantivo, pues a través de ella
valoración: a) exista apartamiento de los la jurisprudencia
marcos legales de razonabilidad y equidad constitucional ha realizado el
previsibles para decidir (SC 0873/2004-R y control de decisiones judiciales
106/2005-R, entre otras), o b) cuando se haya arbitrarias e irrazonables, en
omitido arbitrariamente valorar la prueba y las que, si bien se respetó el
su lógica consecuencia sea la lesión de debido proceso en su enfoque
derechos fundamentales y garantías formal, no fue así en lo material.
constitucionales (SC 129/2004-R).
Así el Tribunal Constitucional
de los Diez años, al conocer y
resolver un recurso de hábeas corpus en el que se denunciaba, entre otras lesiones
que sistemáticamente la autoridad judicial demandada había negado la cesación de
la detención preventiva por no haberse desvirtuado el riesgo de fuga, bajo el
argumento de que la accionante no acreditó derecho propietario para desvirtuar la
existencia de riesgo fuga por no tener domicilio habitual, así como tampoco habría
presentado certificado de matrimonio para acreditar la existencia de familia. El
Tribunal Constitucional a través de la SC 1521/2002-R de 16 de diciembre, declaró
la ilegalidad de dicha decisión por ser irrazonable y lesiva a los derechos al debido
proceso y libertad personal de la accionante, exponiendo los siguientes argumentos:
(…) a fin de establecer el riesgo de fuga, la norma no exige que el domicilio
habitual comprenda que el imputado deba tener el derecho propietario
sobre el inmueble que habita, pues este no es el sentido del precepto, por
cuanto su alcance interpretativo sólo va a demostrar que en el inmueble que
se señala como domicilio es en el que habita con la familia de forma diaria,
es decir, el que le sirve de residencia permanente, de modo que exigir a un
imputado títulos de propiedad sobre el inmueble que señala como domicilio,
es ir más allá de lo que prevé la norma jurídica y, por lo mismo, suprimir el
derecho a la libertad imponiéndole una medida extrema como la detención
preventiva, en base a un requisito no exigido por ley que inviabiliza la
solicitud de la cesación de la detención preventiva. (FJ. III.3)

Asimismo, respecto a la exigencia de acreditar certificado de matrimonio
para probar la existencia de familia constituida, la citada Sentencia expuso el
siguiente razonamiento:

(…) otro aspecto que cabe dejar establecido, es que para determinar si el
imputado tiene familia constituida, no es preciso el certificado de
matrimonio, pues para ello, son otros los elementos de prueba que debe
acumular el juzgador para imponer la extrema medida, esto no simplemente
por facilitar y viabilizar sin mayores exigencias la libertad del imputado, sino
porque la constitución de familia en el sentido ontológico, no requiere de la
formalidad legal, es decir, la celebración del matrimonio, ya que la
Constitución reconoce la unión libre y de hecho, de modo que en el caso
presente el recurrido ha vulnerado normas del debido proceso, al negar la
solicitud de cesación con el fundamento de que la recurrente si bien acreditó
certificados de sus hijas, no acreditó tener familia porque no presentó
certificado de matrimonio, criterio totalmente desajustado no sólo a la
prescripción del art. 234-1 CPP, sino a la normativa especial que trata la
institución de la familia, así en el Código de Familia, tenemos el matrimonio
celebrado ante el Oficial de Registro Civil y el matrimonio de hecho, en este
último resulta obvio que no podrá existir el documento formal de un
certificado que lo acredite, por consiguiente pretender la presentación del
mismo resulta irrazonable más aún para negar una solicitud que tiene
relación con un derecho fundamental primario como es la libertad física. (FJ.
III.3.).

Del mismo modo, ha controlado otros supuestos vinculados con medidas
cautelares relativas a los peligros de fuga y riesgos de obstaculización. Así ha
establecido a través de la SC 0129/2007-R que no es razonable sustentar el peligro
de fuga en la buena posición económica del imputado.

La doctrina de las autorrestricciones desarrollada


por la jurisprudencia constitucional boliviana
sólo es aplicable cuando no existe lesión al
debido proceso sustantivo.
El Tribunal Constitucional Plurinacional, a través de la SC 0683/2013 de 3 de
junio, ha desarrollado en forma expresa el debido proceso sustantivo al realizar el
control de legalidad material de una disposición normativa y lo ha concebido como
un estándar de justicia, en ese marco, ha señalado que toda desviación normativa
afecta el principio de igualdad tornado en arbitraria a la sentencia que incurra en
esta desviación.

En el contexto descrito precedentemente, en aquellas situaciones en las
cuales la sentencia o el acto administrativo presuntamente incurra en tratos
diferenciados arbitrarios o desviaciones normativas como las llama el Tribunal
Constitucional Plurinacional, a la luz de la vigencia plena del debido proceso
sustantivo debe realizarse el test de razonabilidad a efectos de determinarse la
objetividad, razonabilidad y proporcionalidad de la sentencia.

En efecto, una decisión
DEBIDO PROCESO SUSTANTIVO: Riesgo de
judicial o administrativa, será
fuga razonable y objetiva cuando su
Ilegal exigencia de certificado de finalidad sea legítima y exista
matrimonio para acreditar familia SC una relación razonable de
1521/2002-R proporcionalidad entre la
medida que establece el trato
Ilegal exigencia de derecho propietario diferenciado y el fin
para acreditar domicilio habitual SC perseguido37.
1521/2002-R
No es razonable sustentar el peligro de En el marco de ideas
fuga en la buena posición económica del señalado, “la legitimidad de
un fin se determina en
imputado SC 129/2007-R función de su
El domicilio habitual debe ser anterior al correspondencia con el
hecho (Antecedente) SC 1625/2003-R SC marco de derechos y
1154/2004-R libertades establecidos en
los instrumentos
internacionales. La situación más evidente de desconocimiento de esta condición
se da cuando la norma, el acto o la omisión, no obedecen a ninguna otra finalidad
que no sea la de tratar distinto a ciertas personas o grupos, es decir, cuando el único
objetivo que se persigue es precisamente el de discriminar” (resaltado propio)38.

Además, la relación razonable de proporcionalidad, asegura que la medida
que establece el trato diferenciado y el fin buscado, confronte los perjuicios sufridos
por quienes son excluidos de la medida y la importancia del objetivo perseguido39,
en este contexto, debe considerarse que existe medidas que establecen beneficios a
favor de quienes se encuentran en una situación desfavorable y que se dirigen
precisamente a corregir una desigualdad de facto40.

Ahora bien, considerando que el derecho al acceso a la justicia como garantía
de las personas y colectividades, tiene la finalidad de eliminar las trabas o
dificultades irrazonables que impliquen denegación de la justicia material41, cabe
sostener que una de las barreras esenciales para el acceso a la justicia es la falta de
observancia estricta a las reglas de un debido proceso adjetivo y sustantivo acorde


37
Estos dos criterios que son los elementos constitutivos del test de razonabilidad. Estos criterios fueron
plasmados por el Tribunal Europeo de Derecho Humanos en el caso “relating to certain aspects of the
laws on the uso of languages in education in Belgium” (merits) 23 de julio de 1968 parr. 10 Ver Uprimny
Yepes R. y Sánchez Duque L. M., “Artículo 24. Igualdad ante la ley, en Convención Americana sobre
Derechos Humanos. Comentario. Introducción General, op. cit., p 593.
38
Ibid. p 594.
39
Ibid. p 595.
40
Ibid.
41
En cuanto al acceso a la justicia, la Corte IDH, señaló que en virtud al derecho de acceso a la justicia los
Estados deben garantizar que no existan trabas para que las personas acudan a los jueces o tribunales en
busca de que sus derecho sean determinados o protegidos, asimismo, esta instancia jurisdiccional supra-
estatal afirmó que cualquier norma o medida de orden interno que imponga costos o dificulte de
cualquier otra manera el acceso de los individuos a los tribunales, y que no esté justificada por las
razonables necesidades de la propia administración de justicia, debe entenderse contraria al art. 8 de la
Convención que consagra este derecho fundamental. Ver Corte IDH, caso Cantos vs. Argentina parr. 50.
y armonioso con el parámetro de convencionalidad vigente que se estudiará en
líneas posteriores.

De esto se tiene que sólo es posible garantizar el acceso a la justicia de niños,
en la medida en la cual, las autoridades jurisdiccionales y administrativas, no
solamente cumplan con las reglas del debido proceso adjetivo o legal, sino que
aseguren la razonabilidad, proporcionalidad y objetividad de sus decisiones, esto es
con el debido proceso sustantivo.

Así, para la temática del debido proceso, siguiendo lo expresado por Attard
Bellido, la razonabilidad, proporcionalidad y objetividad de las decisiones, estará
asegurada en la medida en la cual se cumpla con el parámetro de convencionalidad
imperante, que está compuesto con todos los estándares internacionales que
plasman interpretaciones progresivas y evolutivas en cuanto a los derechos;
asimismo, este parámetro de convencionalidad comprende los mandatos
convencionales, los principios rectores de Derecho Internacional y todos los
lineamientos supra-estatales desarrollados tanto por el Sistema Universal como
Interamericano de Protección de Derechos Humanos 42 , esto supone que una
decisión es legítima cuando tiene correspondencia con el marco principios valores
derechos y libertades establecidos en el Constitución y en el parámetro de
convencionalidad que en el caso de Bolivia forma parte del Bloque de
Constitucionalidad.

En armonía con lo afirmado, la aplicación por parte de los jueces o
autoridades administrativas de los estándares internacionales emanados del
sistema interamericano, consolidará el respeto de un debido proceso sustantivo, por
lo que acorde con el objetivo de este trabajo se pasa a estudiar dichos estándares.









42
Attard Bellido M.E., op. cit. p. 40.
Para el control de la
Debido razonabilidad de las
decisiones judiciales, actos
proceso administrativos y normativos

sutantivo y
adjetivo Para la consecusión de los
fines y valores, entre ellos: de
funcionalidad justicia e igualdad y eficacia
de los derechos y garantías
fundamentales de la persona

5. El Juez como custodio y garante del debido proceso



En un Estado de Derecho Constitucional, el juez se constituye en el garante
máximo y custodio de los derechos fundamentales de la persona, razón por la cual
el resguardo de la independencia judicial se convierte en una obligación
fundamental por parte de los Estados. Asimismo, cabe señalar que igual exigencia se
tiene respecto de las autoridades administrativas, como se verá posteriormente.

En este marco, la Corte IDH ha
establecido que:

El Estado, para garantizar un
debido proceso, debe facilitar
todos los medios necesarios para
proteger a los operadores de
justicia, investigadores, testigos y
familiares de las víctimas de
hostigamientos y amenazas que
tengan como finalidad entorpecer
el proceso y evitar el
esclarecimiento de los hechos y
encubrir a los responsables de los
mismos43.

De esta manera es preciso que
el juez adopte toda la diligencia
necesaria para asegurar el
resguardo de los derechos fundamentales de las partes en el proceso, entre ellos, el
debido proceso como presupuesto de los demás derechos fundamentales y
garantías constitucionales y de esta manera alcanzar una sentencia justa. Asimismo,
cabe resaltar que para obtener un proceso justo, si bien es evidente que el juez se
constituye en el máximo guardián; sin embargo, no es menos cierto que todos los

43 Corte IDH. Caso de Ia Comunidad Moiwana, cit., parr. 159, y Caso Carpio Nicolle y otros, cit., parr. 134.
operadores de justicia también son custodios del debido proceso, así como las
partes involucradas en el juicio en sí, pues el carácter de principio-garantía del
debido proceso, obliga concebirlo como un bien jurídico a ser precautelado por
todos quienes intervienen en el proceso, aspecto que se verá reflejado en sus
diferentes actuaciones.

De otro lado, es importe recordar que la Corte IDH ha establecido que “todo
juez tiene la obligación de asegurar que los procesos se lleven a cabo con el debido
respeto de las garantías judiciales que sean necesarias para asegurar un juicio justo”,
y que igualmente se debe garantizar “que los individuos puedan defenderse
adecuadamente contra cualquier acto del Estado que pudiera afectar sus
derechos” 44 ; sin embargo, es importante dimensionar ¿cuál es el alcance de la
obligación que tiene el juez como garante del debido proceso?.

A este respecto, debemos recordar que la Corte ha tenido la oportunidad de
pronunciarse sobre el alcance del deber de resguardo del debido proceso por parte
de la autoridad judicial en un caso vinculado con la pena de muerte, formulándose
como interrogante si ¿debía el juzgador disponer por sí mismo la práctica de los
exámenes conducentes a establecer la situación del inculpado cuando ocurrieron los
hechos, o debía aguardar a que lo requiriese el defensor?.

La Corte partiendo del precedente antes señalado, hizo notar en el caso
Dacosta Cadogan que:

(…) las obligaciones del Estado son más exigentes y amplias en aquellos
procesos que puedan culminar en la pena de muerte, que conlleva una
privación del más fundamental de los derechos, el derecho a la vida, con la
consecuente imposibilidad de revertir la pena una vez que ésta se ha llevado
a cabo (…) el juez debe adoptar las medidas conducentes a garantizar la más
amplia defensa del acusado en el juicio, en aras del debido proceso y de la
amplia protección del derecho a la vida45.

En esta línea de pensamiento, la Corte resolviendo el caso determinó que al
tratarse de la posible imposición de la pena de muerte, resultaba indispensable
“determinar el efecto que podría tener una enfermedad mental sobre el sujeto al
momento de cometer el delito”, aspecto que fue mencionado en otro momento del
juicio interno. Esta determinación “podría haberle permitido alegar una defensa de
atenuantes de responsabilidad”. Es así que la Corte declaró la existencia de violación
de las garantías reconocidas en el art. 8.1, 8.2.c y 8.2.f de la Convención en relación
con el art. 1.1.46

44
Caso Dacosta Cadogan párr. 84.
45
Caso Dacosta Cadogan, op.cit. párrs. 84, 85.
46
Sergio Ramírez en su voto razonado respecto a la Sentencia en estudio, refirió que el deber de resguardo
implicaba que “el tribunal se cerciorase de que se había descartado, razonablemente, el presupuesto de
exclusión de la pena de muerte asociado a la salud mental del proceso en el momento de cometer el
delito, y no sólo al tiempo de comparecer en el juicio (…) Considerando la funcio´n de garanto que recae
en el juzgador, (éste) debía, asumir, por sí mismo, la verificación de ese presupuesto, ordenando una
examen psiquiátrico adecuado para tal fin (…) No puede secundar la idea que de conforme a las reglas
estrictas del sistema procesal penal acusatorio el juzgador debe abstenerse de asumir iniciativas
probatorias y aguardar a que las partes soliciten actuaciones que son notoriamente indispensables (…).

En efecto, la Sentencia trae a colación el alcance del deber de resguardo por
parte del juez en cuanto al debido proceso; y establece que este tiene que traducirse
en medidas efectivas, esto supone cuestionarse ¿hasta qué punto puede quedar
mermada o escudada dicha obligación desde la perspectiva del sistema penal
acusatorio?, dicho de otro modo, ¿el deber de resguardo del debido proceso,
encuentra límite en el modelo del sistema penal acusatorio?, o es que, más bien en
observancia de la estricta eficacia de los derechos humanos, verdad y justicia
material el juez o tribunal debe asumir una tutela efectiva y no limitarse a esperar
que lo hagan las partes.

6. La expansión horizontal y vertical del debido proceso



Un sector de la doctrina y principalmente el desarrollo jurisprudencial
efectuado por los órganos de protección de los derechos humanos han reconocido
que el debido proceso ha sufrido un doble proceso de expansión: horizontal y
vertical.

La expansión horizontal implica que el Derecho Penal ha dejado de ser el
marco en el que estaba encuadrado, para convertirse en una directriz transversal en
las funciones de cualquier instancia del poder público, o incluso privado, que pueda
de alguna manera afectar derechos47.

La expansión vertical puede caracterizarse en dos ámbitos, por un lado,
supone la incorporación de nuevos elementos que han dinamizado el debido
proceso y han ampliado el elenco de derechos que lo conformaban al momento de
la redacción de los instrumentos internacionales. En esta evolución, ha incluido
mayores garantías y contenidos en su propia definición, como el tribunal
competente, independiente e imparcial, el plazo razonable y el derecho de defensa,
entre otros. El otro ámbito de esta expansión vertical se traduce en extensión a otros
titulares; es decir, este proceso de dinamización ha dotado de contenidos más
amplios a las garantías estipuladas en los instrumentos internacionales a momento
de aplicarlos a grupos de personas en condiciones de desigualdad histórica.

Para ambos procesos de expansión ha sido preponderante el aporte del
Derecho Internacional de los Derechos Humanos. A través de los instrumentos
internacionales de protección de derechos humanos y con la interpretación que de
ellos vienen efectuando los órganos de supervisión de estos instrumentos hoy en día
se puede hablar de un debido proceso renovado48, que marca todo el sistema de
protección de derechos humanos.

Es en esta medida que es imperante que todos los operadores y operadoras
jurídicos se apropien de este desarrollo jurisprudencial, con la finalidad de otorgar
a cada uno de los sistemas nacionales la posibilidad de que el debido proceso se

La conducta pasiva del juzgador –esto es, la omisión a la que se refirió la sentencia en el caso Dacosta-,
puede generar el más grave quebranto de las normas aplicables y traer consigo una injusticia”. Voto
razonado del Juez Sergio García Ramírez. Caso Dacosta Cadogan, op. cit. pág. 15.
47
Salmón y Blanco, óp. cit., p. 84.
48
Ibíd.
consolide como una verdadera garantía para el pleno ejercicio de los derechos
humanos.



Expansión del
debido proceso

EXPANSIÓN HORIZONTAL. Engloba otras ramas del


derechos: desde el derecho penal hasta el derecho civil,
administrativo, de familia, etc.
EXPANSIÓN VERTICAL. Mayores garantías y aplicadas a
grupos de personas en condiciones de histórica desigualdad

6.1. La expansión horizontal del debido proceso



Para una mayor comprensión la caracterización de la expansión horizontal
del debido proceso la realizaremos en dos ámbitos: internacional y en el interno.

6.1.1. Expansión horizontal del debido proceso desde el ámbito


internacional

Tanto el art. 14 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, en
adelante PIDCP, así como el art. 8 de la CADH, se refieren al debido proceso, ambos
instrumentos reconocer el derecho genérico a ser oído con las debidas garantías.

Estas normas han sido interpretadas, tanto por el Comité de Derechos
Humanos como por la Comisión y Corte Interamericana, respectivamente, como
cláusulas abiertas para la aplicación del debido proceso a procesos civiles, laborales,
etcétera. Incluso ambos órganos han establecido que las garantías previstas en los
artículos 14 del PIDCP y 8 de la CADH, que en principio fueron desarrolladas para
su aplicación en procesos penales, pueden extenderse también a todos aquellos
actos con los que se pueda afectar derechos49.

Siguiendo la investigación de Salmón y Blanco, el Comité de Derechos
Humanos en el Caso Morael c. Francia ha señalado:

El Comité observa, a este respecto, que el párrafo mencionado no sólo se
aplica en materia penal, sino también en los litigios relativos a derechos y


49
Salmón y Blanco, óp. cit., pág. 85. y O’Donnell, óp. cit., pág. 360.
obligaciones de carácter civil. Si bien en el artículo 14 no se precisa cómo
debe entenderse el concepto de juicio “con las debidas garantías” en materia
civil (a diferencia de lo que se hace en el párrafo 3 del mismo artículo cuando
se trata de determinar el mérito de las acusaciones en materia penal),
corresponde interpretar que el concepto de juicio “con las debidas
garantías”, en el contexto del párrafo 1 del artículo14 del Pacto, exige cierto
número de condiciones, tales como el requisito de la igualdad de las armas,
el respeto del juicio contradictorio, la exclusión de la agravación de oficio de
las condenas y procedimientos judiciales ágiles. En consecuencia, deben
examinarse las circunstancias del presente caso teniendo en cuenta esos
criterios50.

Dentro del Sistema Interamericano, la Corte en la Opinión Consultiva sobre
Excepciones al Agotamiento de los Recursos Internos estableció que:

En materias que conciernen a la determinación de los derechos y
obligaciones de orden civil, laboral, fiscal o de cualquier otro carácter, el
artículo 8.1 de la CADH no especifica las garantías mínimas como lo hace el
artículo 8.2 al referirse al ámbito penal, se entiende que el concepto de
debidas garantías es aplicable también a otros ámbitos y, por ello, el debido
proceso es extensible a todo tipo de procesos. La citada Opinión Consultiva
establece que serán en última instancia “las circunstancias de un
procedimiento particular, su significación, su carácter y su contexto en un
sistema legal particular, los factores que fundamenten la determinación de
si, por ejemplo, la representación legal es o no necesaria para el debido
proceso”51.

Es en el caso Tribunal Constitucional vs. Perú que realiza la directa ampliación del
ámbito material del debido proceso al establecer que las garantías del debido
proceso deben respetarse durante procesos civiles y administrativos, efectuando el
siguiente análisis del artículo 8 de la CADH:

Cuando la Convención se refiere al derecho de toda persona a ser oída
por un “juez o tribunal competente” para la “determinación de sus
derechos”, esta expresión se refiere a cualquier autoridad pública, sea
administrativa, legislativa o judicial, que a través de sus resoluciones
determine derechos y obligaciones de las personas. Por la razón
mencionada, la Corte considera que cualquier órgano del Estado que
ejerza funciones de carácter materialmente jurisdiccional, tiene la
obligación de adoptar resoluciones apegadas a las garantías del
debido proceso legal en los términos del artículo 8 de la Convención
Americana52.


50
Comité de Derechos Humanos, Caso Morael c. Francia, 1989, párr. 9.3. Citado por O’Donnell, óp. cit.,
pág. 361.
51
Corte IDH. Excepciones al agotamiento de los recursos internos (art. 46.1, 46.2.a y 46.2.b Convención
Americana Sobre Derechos Humanos), Opinión Consultiva OC- 11/90, 10 de agosto 1990, párr. 28.
Disponible en: http://biblio.juridicas.unam.mx/libros/1/173/48.pdf
52
Corte IDH, Caso del Tribunal Constitucional vs. Perú, sentencia del 31 de enero de 2001 (Fondo,
Reparaciones y Costas), párr. 71.
De igual forma y con referencia al artículo 8.2 de la CADH en el referido Caso del
Tribunal Constitucional vs. Perú, la Corte señaló:

A pesar de que el citado artículo no especifica garantías mínimas en materias
que conciernen a la determinación de los derechos y obligaciones de orden
civil, laboral, fiscal o de cualquier otro carácter, el elenco de garantías
mínimas establecido en el numeral 2 del mismo precepto se aplica también
a esos órdenes y, por ende, en ese tipo de materias el individuo tiene también
el derecho, en general, al debido proceso que se aplica en materia penal53.

Este entendimiento jurisprudencial quedó asentado en la sentencia del Caso
Baena Ricardo vs. Panamá, en el que la Corte determinó que el individuo tiene el
derecho al debido proceso entendido en los términos del artículo 8.1 y 8.2, tanto en
materia penal como en todos estos otros órdenes54.

En ese sentido, la Corte IDH ha sostenido, con relación a la expansión
horizontal del debido proceso, que "las características de imparcialidad e
independencia (...) deben regir a todo órgano encargado de determinar
derechos y obligaciones de las personas. (...D)ichas características no solo
deben corresponder a los órganos estrictamente jurisdiccionales, sino que
las disposiciones del articulo 8.1 de la Convención se aplican también a las
decisiones de órganos administrativos"55.

6.1.2. La expansión horizontal del debido proceso en el ámbito


interno

Gabrielia Sauma56 se refiere a las líneas jurisprudenciales desarrolladas por
el Tribunal Constitucional boliviano a momento de interpretar la Constitución
abrogada, de cuya investigación se tienen las siguientes sentencias constitucionales
relativas a la expansión horizontal del debido proceso en el ámbito interno. Así
recuerda que en la SC 1234/2000-R, del 21 de diciembre, el Tribunal Constitución
estableció que:

Conforme lo ha definido este Tribunal en su jurisprudencia, la garantía del
debido proceso que consagran el artículo 16 de la Constitución Política del
Estado y el artículo 8 del Pacto de San José de Costa Rica, es aplicable no sólo
al ámbito judicial, sino también al administrativo cuando se tenga que
someter a una persona a un procedimiento en el que deberá determinarse
una responsabilidad.


53
Corte IDH, Caso del Tribunal Constitucional vs. Perú, óp. cit., párr. 70; y Excepciones al Agotamiento de
los Recursos Internos (arts. 46.1, 46.2.a y 46.2.b, Convención Americana sobre Derechos Humanos).
Opinión Consultiva OC-11/90 del 10 de agosto de 1990. Serie A No. 11, párr. 28.
54
Corte IDH, Caso Baena Ricardo y otros vs. Panamá, sentencia del 2 de febrero de 2001 (Fondo,
Reparaciones y Costas), párr. 125. Disponible en:
http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/Seriec_72_esp.pdf
55
Corte IDH, Caso Velez Loor vs. Panamá. Sentencia de 23 de noviembre de 2010 Serie C No. 218, parr.
108. Disponible en: http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/seriec_218_esp2.pdf .
56
Sauma Zankys G. El debido proceso. Unidad Didáctica V. Escuela de Jueces del Estado Boliviano, p. 59-
65.
En el mismo sentido, la SC 0685/2002, del 11 de junio, señaló que todo
proceso de la naturaleza que fuere deberá ser sustanciado con absoluto resguardo
y respeto de los derechos y garantías del procesado. Este entendimiento fue
reiterado por el Tribunal Constitucional Plurinacional en las SCP 100/2014, del 10
de enero, y 0521/2014, de marzo, entre otras.

La SCP 1399/2012, de 19 de septiembre, evidencia un ejemplo de aplicación
del debido proceso en espacios que trascienden el ámbito jurisdiccional y
administrativo; resaltando la aplicación del debido proceso en Cooperativas, a pesar
de su autonomía e independencia57.

6.2. La expansión vertical del debido proceso



Como acertadamente señala Sergio García Ramírez, el debido proceso tiene
una progresión histórica que se manifiesta en dos dimensiones: la primera, con
respecto a la profundización de su propio contenido a través de la incorporación de
nuevos elementos que han dinamizado el debido proceso y han ampliado el elenco
de derechos que lo conformaban al momento de la redacción de los instrumentos
internacionales de protección de derechos humanos; y la segunda dimensión
referida a que este proceso de dinamización ha dotado de contenidos más amplios
a las garantías estipuladas en dichos instrumentos internacionales a momento de
aplicarlos a grupos de personas en condiciones de desigualdad histórica58.

Este entendimiento ha cobrado singular importancia a partir de la Opinión
Consultiva 16/99, emitida por la Corte Interamericana de Derechos Humanos, a
solicitud de los Estados Unidos Mexicanos, en la que se señala:

El corpus juris del Derecho Internacional de los Derechos Humanos está
formado por un conjunto de instrumentos internacionales de contenido y
efectos jurídicos variados (tratados, convenios, resoluciones y
declaraciones). Su evolución dinámica ha ejercido un impacto positivo en el
Derecho Internacional, en el sentido de afirmar y desarrollar la aptitud de
este último para regular las relaciones entre los Estados y los seres humanos
bajo sus respectivas jurisdicciones. Por lo tanto, esta Corte debe adoptar un
criterio adecuado para considerar la cuestión sujeta a examen en el marco
de la evolución de los derechos fundamentales de la persona humana en el
derecho internacional contemporáneo59.

Finalmente, de la opinión consultiva en análisis es posible extraer dos
posiciones claramente identificables: la primera, referente a que en opinión de la
Corte, para que exista un “debido proceso legal” es preciso que un justiciable pueda
hacer valer sus derechos y defender sus intereses en forma efectiva y en condiciones
de igualdad procesal con otros justiciables. Al efecto, es útil recordar que el proceso
es un medio para asegurar, en la mayor medida posible, la solución justa de una

57
Sobre la expansión horizontal temporal del debido proceso puede consultarse. Sauma Zankys G. El
debido proceso. Unidad Didáctica V. Escuela de Jueces del Estado Boliviano, p. 59-65.
58
García, Sergio. Panorama del debido proceso (adjetivo) penal en la jurisprudencia de la Corte
Interamericana. Disponible en:
http://www.juridicas.unam.mx/publica/librev/rev/dconstla/cont/2006.2/pr/pr23.pdf pág. 1133.
59
Ibíd., párr. 115.
controversia. A ese fin atiende el conjunto de actos de diversas características
generalmente reunidos bajo el concepto de debido proceso legal.

Siguiendo la investigación de Gabriela Sauma, el desarrollo histórico del
debido proceso, consecuente con la protección del individuo y la realización de la
justicia, ha traído consigo la incorporación de nuevos derechos procesales. Son
ejemplo de este carácter evolutivo del proceso los derechos a no auto incriminarse
y a declarar en presencia de abogado, que hoy día figuran en la legislación y en la
jurisprudencia de los sistemas jurídicos más avanzados. Es así como, en forma
progresiva, se ha establecido el aparato de las garantías judiciales que recoge el
artículo 14 del PIDCP, al que pueden y deben agregarse, bajo el mismo concepto,
otras garantías aportadas por diversos instrumentos del Derecho Internacional60.

Por otro lado, para alcanzar sus objetivos, el proceso debe reconocer y
resolver los factores de desigualdad real de quienes son llevados ante la justicia. Es
así como se atiende el principio de igualdad ante la ley y los tribunales, y a la
correlativa prohibición de discriminación. La presencia de condiciones de
desigualdad real obliga a adoptar medidas de compensación que contribuyan a
reducir o eliminar los obstáculos y deficiencias que impidan o reduzcan la defensa
eficaz de los propios intereses. Si no existieran esos medios de compensación,
ampliamente reconocidos en diversas vertientes del procedimiento, difícilmente se
podría decir que quienes se encuentran en condiciones de desventaja disfrutan de
un verdadero acceso a la justicia y se benefician de un debido proceso legal en
condiciones de igualdad con quienes no afrontan esas desventajas61.

De esta manera, la Corte ha entendido que el desarrollo progresivo y
dinámico de los derechos humanos ha incorporado a la noción de debido proceso
nuevas garantías que han surgido precisamente de los casos individuales puestos en
conocimiento de la Corte, y que refuerzan el contenido del debido proceso. Serán
abordadas de manera individualizada cuando se desarrollen elementos del debido
proceso; sin embargo, debe precisarse que otro aspecto que ha contribuido también
a esta expansión vertical del debido proceso viene marcada por la diferente
protección que debe brindar el mismo a aquellas personas que se encuentran en una
situación de desigualdad. Aunque la citada Opinión Consultiva No. 16 se refiere
concretamente a los derechos de los migrantes, es posible aplicar este
entendimiento a los derechos procesales de los niños, mujeres víctimas de violencia
y pueblos indígenas, entre otros. Es más, tanto el Comité de Derechos Humanos
como la propia Corte Interamericana tienen un desarrollo jurisprudencial profuso
sobre estos temas.


60
Salmón y Blanco, óp. cit., págs. 104-105.
61 Ibíd., pág. 105.
1. La incorporación de nuevas garantías al
¿Qué elementos deben
ámbito de protección del debido proceso, así
considerarse en la
como la ampliación de las ya existentes.
expansión vertical del
2. Entender que el que debido proceso es
debido proceso?
flexible con respecto a los titulares que invocan
su vulneración.


En ambos casos no es posible hablar de
un catálogo rígido ni cerrado de
derechos



Se vincula a: Mujeres
menores víctimas de
violencia

Pueblos
migrantes
indígenas

6.2.1. Derechos procesales de las personas menores de edad

Tanto el artículo 24 del PIDCP, como el artículo 19 de la CADH reconocen no
solamente el derecho genérico del niño a una especial protección, sino también el
derecho a un trato especial cuando este es detenido o acusado de una infracción de
carácter penal. Así, el artículo: 10.2.b) del PIDCP reconoce el derecho de la o el
menor acusado a “ser llevado ante los tribunales de justicia con la mayor celeridad
posible para su enjuiciamiento”, y requiere que en el procedimiento aplicable a los
menores de edad a efectos penales se tendrá en cuenta esta circunstancia y la
importancia de estimular su readaptación social; en el mismo sentido el artículo 5.5
de la CADH reconoce el derecho de la o el niño a ser llevado ante tribunales
especializados.

Por su parte, el artículo 1 de la Convención sobre los Derechos del Niño (CDN)
establece que “se entiende por niño todo ser humano menor de dieciocho años de
edad, salvo que, en virtud de la ley que le sea aplicable, haya alcanzado antes la
mayoría de edad”. También el artículo 40 de la Convención sobre los Derechos del
Niño establece un catálogo de los derechos de los adolescentes acusados de
infracciones, similar al artículo 14.3 del PIDCP y del artículo 8.2 de la CADH.

De igual forma, es un principio fundamental del Derecho Internacional de los
Derechos de la niñez que los niños pequeños no tienen responsabilidad legal por
hechos delictivos tal cual se colige del artículo 40.3.A de la CDN; la regla 4 de las
Reglas de Beijing; las Reglas Mínimas de las Naciones Unidas sobre las Medidas No
Privativas de la Libertad (“Reglas de Tokio”), especialmente la regla 17; y las
Directrices de las Naciones Unidas para la Prevención de la Delincuencia Juvenil
(Directrices de Riad)62. Para O’Donnell, el hecho de que no haya consenso sobre la
edad mínima que justifica la imposición de una responsabilidad legal atenuada, no
puede obviar que existe un amplio entendimiento sobre el hecho de que dicha
responsabilidad no debe imponerse a niños que todavía no han alcanzado la
adolescencia63.

En este sentido, O’Donnell citado por Gabriela Sauma, sostiene que si bien
hasta la fecha no existe jurisprudencia universal que reconozca el derecho a un trato
especial en materia penal, por delitos cometidos por personas menores de 18
años 64 , el Sistema Interamericano ha desarrollado este aspecto de manera
pormenorizada. Así, en el Caso de los “Niños de la Calle” (Villagrán Morales y otros)
vs. Guatemala, que aborda la desaparición, tortura y ejecución extrajudicial de un
grupo de jóvenes, la Corte desarrolla las garantías procesales de los adolescentes
frente a la justicia de la siguiente manera:

Al respecto, la Corte considera pertinente destacar que, si los Estados tienen
elementos para creer que los “niños de la calle” están afectados por factores
que pueden inducirlos a cometer actos ilícitos, o disponen de elementos para
concluir que los han cometido, en casos concretos, deben extremar las
medidas de prevención del delito y de la reincidencia. Cuando el aparato
estatal tenga que intervenir ante infracciones cometidas por menores de
edad, debe hacer los mayores esfuerzos para garantizar la rehabilitación de
los mismos, en orden a “permitirles que desempeñen un papel constructivo
y productivo en la sociedad65.

De igual forma, la Corte Interamericana, en el Caso Instituto de Reeducación
del Menor vs. Paraguay estableció que la inexistencia de juzgados especializados en
materia de menores de edad vulneraba las garantías establecidas en el artículo 8 de
la CADH debido a que los procesos administrativos y judiciales deben garantizar los
derechos específicos de los niños, tal como establece el artículo 19 de la CADH, en el
entendido de que los derechos procesales tienen aplicación general, pero revisten
condiciones especiales en el caso de las y los adolescentes en conflicto con la ley.

La Corte Interamericana estableció en el citado caso que, a la luz de las
normas internacionales pertinentes en la materia, la jurisdicción especial para niños
y niñas y todos sus procedimientos deben contar con los siguientes elementos:

1) en primer lugar, la posibilidad de adoptar medidas para tratar a esos
niños sin recurrir a procedimientos judiciales; 2) en el caso de que un
proceso judicial sea necesario, este Tribunal dispondrá de diversas medidas,


62
O’Donnell, óp. cit., pág. 456.
63
Ibíd., pág. 457. Este aspecto se halla ampliamente desarrollado en: OACNUDH. Los derechos humanos
en la administración de justicia: Un manual para jueces, fiscales y abogados. Londres: International Bar
Association, 2010, pág. 449-451.
64
O’Donnell, óp. cit., pág. 457.
65
Corte IDH, Caso de los “Niños de la Calle” (Villagrán Morales y otros) vs. Guatemala, óp. cit., párrs. 196-
197.
tales como asesoramiento psicológico para el niño durante el procedimiento,
control respecto de la manera de tomar el testimonio del niño y regulación
de la publicidad del proceso; 3) dispondrá también de un margen suficiente
para el ejercicio de facultades discrecionales en las diferentes etapas de los
juicios y en las distintas fases de la administración de justicia de niños; y 4)
los que ejerzan dichas facultades deberán estar especialmente preparados y
capacitados en los derechos humanos del niño y la psicología infantil para
evitar cualquier abuso de la discrecionalidad y para asegurar que las
medidas ordenadas en cada caso sean idóneas y proporcionales66.

Este entendimiento jurisprudencial fue confirmado por la Corte
Interamericana en la Opinión Consultiva OC-No. 17/2002, solicitada por la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos y denominada Condición Jurídica y Derechos
Humanos del Niño. En esta la Corte expresamente señala que es evidente que las
condiciones en las que participa un niño o niña en un proceso no son las mismas en
que lo hace un adulto. Si se sostuviera otra cosa se desconocería la realidad y se
omitiría la adopción de medidas especiales para la protección de los niños, con grave
perjuicio para ellos. Por lo tanto, es indispensable reconocer y respetar las
diferencias de trato que corresponden a diferencias de situación, entre quienes
participan en un procedimiento67.

6.2.2. Mujeres y debido proceso



Con referencia al debido proceso y el acceso a éste por parte de las mujeres,
el Comité ha establecido que los Estados Parte deben presentar información que
permita al Comité determinar si la mujer disfruta en condiciones de igualdad con el
hombre del derecho a recurrir a los tribunales y a un proceso justo, previstos en el
artículo 14 del PIDCP.

Siguiendo la investigación de Gabriela Sauma sobre el desarrollo efectuado
en esta materia por el Sistema Universal, se tiene que el Comité, en la Observación
General en análisis, enfatiza la obligación de los Estados Parte de eliminar todas las
disposiciones legislativas que impidan a la mujer el acceso directo y autónomo a los
tribunales. Los Estados deben también explicar si la mujer puede rendir prueba
testimonial en las mismas condiciones que el hombre y si se han adoptado medidas
para que la mujer tenga igual acceso a la asistencia letrada, particularmente en
cuestiones de familia, o si en las disposiciones legales internas de los Estados Partes
existen normas que nieguen la presunción de inocencia establecida en el artículo
14.2 del PIDCP a algunas “categorías de mujeres”68.

Finalmente, el Comité incide en las garantías que deben acompañar a las
mujeres privadas de libertad: deben estar separadas de los hombres, deben ser

66 Corte IDH, Caso “Instituto de Reeducación del Menor” Vs. Paraguay, óp. cit., párr. 211.
67
Corte IDH, Opinión Consultiva solicitada por la Comisión Interamericana de Derechos humanos,
Condición Jurídica y Derechos Humanos del Niño OC-Nº 17/2002, del 28 de agosto de 2002. Disponible
en: http://www.derechoshumanos.unlp.edu.ar/assets/files/documentos/condicion-juridica-y-derechos-
humanos-del-nino-opinion-consultiva-n-1702.pdf

68
Ibíd., párr. 18.
vigiladas únicamente por guardias de sexo femenino, las mujeres acusadas jóvenes
deben estar separadas de las adultas y a las mujeres privadas de libertad
embarazadas se les debe brindar trato humano y digno.

Dentro del Sistema Interamericano, la Comisión en su informe sobre Acceso
a la justicia para mujeres víctimas de violencia en las Américas, ha señalado que
durante el proceso penal deben adoptarse medidas de protección para proteger la
seguridad, la privacidad y la intimidad de las mujeres víctimas de violencia. También
habla del deber de los Estados parte de proporcionarles información sobre sus
derechos y la forma de ejercerlos en todas las fases del proceso penal69.
Es importante también señalar que a partir de la aprobación y entrada en vigor del
Estatuto de la Corte Penal Internacional, la nómina de delitos reconocidos por el
derecho internacional aumentó de manera significativa, entre ellos, las formas
graves de violencia sexual. Para la Comisión Interamericana, la violación sexual
contra una mujer es un método de tortura, pues tiene por objeto, en muchos casos,
no sólo humillar a la víctima, sino también a su familia o comunidad. Concretamente,
la Comisión ha señalado:

La violación produce un sufrimiento físico y mental en la víctima. Además de
la violencia sufrida al momento que se perpetra, las víctimas habitualmente
resultan lesionadas o, en algunos casos, aún quedan embarazadas.
El hecho de ser objeto de un abuso de esta naturaleza les ocasiona asimismo
un trauma psicológico que resulta, por un lado, del hecho de ser humilladas
y victimizadas y por el otro, de sufrir la condena de los miembros de su
comunidad, si denuncian los vejámenes de los que fueron objeto70.

La Corte Interamericana ha establecido que la violación sexual es un tipo
particular de agresión que, en general, se caracteriza por producirse en ausencia de
otras personas, más allá de la víctima y el agresor o los agresores. Dada la naturaleza
de esta forma de violencia, no se puede esperar que dentro de un proceso de este
tipo se presenten pruebas gráficas o documentales y, por ello, la declaración de la
víctima constituye una prueba fundamental sobre el hecho71.

Finalmente, de acuerdo con Gabriela Sauma, nos referiremos a uno de los
casos más emblemáticos sobre discriminación y violencia contra las mujeres que se
relaciona de manera directa con el debido proceso y acceso a la justicia, de entre
todos los que hasta hoy analizó la Corte Interamericana: Campo Algodonero vs.
México. Este Caso fue materia de pronunciamiento de diversos órganos de
protección de derechos humanos. La Comisión Interamericana señaló que la
violencia contra las mujeres en Ciudad Juárez “tiene sus raíces en conceptos


69 Sauma Zankys. G. Op. cit. p. 67. Vid. CIDH. Informe sobre el acceso a la justicia para mujeres víctimas

de violencia en las Américas, Informe de 20 de enero de 2007, párr. 54. Disponible en: http://
www.cidh.org/women/acceso07/indiceacceso.htm

70
CIDH, Caso Raquel Martin de Mejía-Perú, Informe del 1 de marzo de 1996. Se recomiendo leer de la
CIDH: Caso Diana Ortiz-Guatemala, Informe del 16 de octubre de 1996. En éste, la CIDH también
manifiesta que los abusos sexuales constituyen una forma de tortura. Disponible en:
http://www.cidh.org/PRIVADAS/Guatemala.10526sp.htm
71
Corte IDH. Caso Fernández Ortega y otros vs. México, óp. cit., párr. 100; y Caso Rosendo Cantú y otra
vs. México, óp. cit., párr. 89. Citado por Salmón y Blanco, óp. cit., pág. 93.
referentes a la inferioridad y subordinación de las mujeres”72 . El Comité para la
Eliminación de la Discriminación contra la Mujer, en su Informe relativo al caso,
resaltó el hecho de que la violencia de género, incluidos los asesinatos, secuestros,
desapariciones y las situaciones de violencia doméstica e intrafamiliar, no eran
casos aislados, esporádicos o episódicos de violencia, sino de una situación
estructural y de un fenómeno social y cultural enraizado en las costumbres y
mentalidades”, y que estas situaciones de violencia están fundadas “en una cultura
de violencia y discriminación basada en el género” 73 . En el mismo sentido se
pronunció la Relatora sobre la Violencia contra la Mujer, de la Organización de
Naciones Unidas, que en el informe sobre el citado caso señaló que la violencia
contra la mujer en México sólo puede entenderse en el contexto de “una desigualdad
de género arraigada en la sociedad”74.

La Corte Interamericana en este caso realizó un interpretación extensa de la
Convención de Bélem do Pará y de la propia Convención Americana, y concluyó que
la violencia que padecen las mujeres de Ciudad Juárez se sustenta en la
“discriminación estructural” que contra ellas existe en México. Así, el Estado
mexicano, como parte de la Convención de Bélem do Pará y de la Convención
Americana está obligado a combatir dicha discriminación. La Corte señaló:

i) se deberá remover todos los obstáculos de jure o de facto que impidan la
debida investigación de los hechos y el desarrollo de los respectivos
procesos judiciales, y usar todos los medios disponibles para hacer que las
investigaciones y procesos judiciales sean expeditos a fin de evitar la
repetición de hechos iguales o análogos a los del presente caso;
ii) la investigación deberá incluir una perspectiva de género; emprender
líneas de investigación específicas respecto a violencia sexual, para lo cual
se deben involucrar las líneas de investigación sobre los patrones
respectivos en la zona; realizarse conforme a protocolos y manuales que
cumplan con los lineamientos de esta Sentencia; proveer regularmente de
información a los familiares de las víctimas sobre los avances en la
investigación y darles pleno acceso a los expedientes, y realizarse por
funcionarios altamente capacitados en casos similares y en atención a
víctimas de discriminación y violencia por razón de género;
iii) deberá asegurarse que los distintos órganos que participen en el
procedimiento de investigación y los procesos judiciales cuenten con los
recursos humanos y materiales necesarios para desempeñar las tareas de
manera adecuada, independiente e imparcial, y que las personas que
participen en la investigación cuenten con las debidas garantías de
seguridad, y

72
CIDH, Informe sobre la situación de los derechos de la mujer en Ciudad Juárez, México: El derecho a no
ser objeto de violencia y discriminación, Informe del 7 de marzo de 2003. Disponible en:
http://www.cidh.org/annualrep/2002sp/cap.vi.juarez.htm
73
Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer, Informe de México producido por el
Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer bajo el Artículo 8 del Protocolo Facultativo
de la Convención, 32° período de sesiones, 2005, párr. 159. Disponible en:
http://www.un.org/womenwatch/daw/cedaw/cedaw32/CEDAW-C-2005-OP.8-MEXICO-S.pdf
74
Relatoría sobre la violencia contra la mujer, sus causas y consecuencias, Informe integración de los
derechos humanos de la mujer y la perspectiva de género: la violencia contra la mujer, Misión México,
62o. Periodo de Sesiones, 2006, párr. 7. ( Disponible en:
http://www.pnud.org.co/img_upload/36353463616361636163616361636163/Relatora_Especial_Viole
ncia_contra_la_Mujer._Informe_2003.pdf )
iv) los resultados de los procesos deberán ser públicamente divulgados para
que la sociedad mexicana conozca los hechos objeto del presente caso75.

6.2.3. Pueblos indígenas y debido proceso



Conforme sostiene Gabriela Sauma, los pueblos indígenas han tenido y aún
tienen dificultades para acceder al derecho al debido proceso. Esto se debe,
principalmente, a dos razones. La primera: la consolidación normativa de los
derechos colectivos en la normativa internacional y en el ámbito interno de diversos
países, en muchos casos, no ha sido acompañada por la interpretación colectiva de
estos derechos. La segunda: la diferente lectura que del debido proceso debe
efectuarse a momento de analizar la justicia indígena en los casos de garantizar este
derecho de manera individual a los miembros de los pueblos indígenas76.

Atendiendo la investigación de la autora, dentro del Sistema Universal debe
mencionarse el artículo 1 de la Declaración de las Naciones Unidas sobre los
Derechos de los Pueblos Indígenas, que establece: “Los indígenas tienen derecho
como pueblos o como personas al disfrute pleno de todos los derechos
humanos y las libertades fundamentales reconocidos por la Carta de las
Naciones Unidas la Declaración Universal de Derechos Humanos y la
normativa internacional de los derechos humanos”. Conforme con ello, los
derechos tienen una dimensión colectiva y una dimensión individual. Este criterio,
por tanto, también debe ser aplicado al debido proceso77.

De acuerdo con la autora, si bien aún no existen pronunciamientos
específicos sobre este tema de parte de los órganos de protección del sistema
universal, es importante señalar que el Comité de Derechos Humanos, en la
Observación General No. 23 interpretó el artículo 27 del PIDCP estableciendo que el
Pacto hace una diferenciación entre el derecho a la libre determinación, como
derecho perteneciente a los pueblos indígenas como colectivos, y los derechos
personales reconocidos en todo el Pacto, como derechos aplicables también a los
miembros de estos pueblos. Este reconocimiento es muy importante cuando
hablamos del debido proceso ya que se entiende que los pueblos indígenas pueden
gozar de él en dos dimensiones: la primera, en el marco del derecho a la libre
determinación que permite una interpretación colectiva del debido proceso, y la
segunda, como una garantía en el ejercicio de sus derechos personales78.

En el Sistema Interamericano, la Comisión y la Corte se han ocupado en
muchas ocasiones del respeto de los derechos colectivos de los pueblos indígenas,
así como al resguardo del derecho al debido proceso de los miembros de estos
pueblos. La Corte ha establecido que “es indispensable que los Estados otorguen una
protección efectiva que tome en cuenta sus particularidades, sus características

75
Corte IDH, Caso González y otras (“Campo Algodonero”) vs. México, sentencia del 16 de noviembre de
2009 (Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas), párr. 455. Disponible en:
http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/seriec_205_esp.pdf
76
Sauma Zankis G. Op. cit. p. 56.
77
Ibid.
78
Comité de Derechos Humanos, Comentarios generales adoptados por el Comité de los Derechos
Humanos, Artículo 27 - Derecho de las minorías, Observación General No. 23, 50o. período de sesiones,
1994. Disponible en: http://www1.umn.edu/humanrts/hrcommittee/Sgencom23.html
económicas y sociales, así como su situación de especial vulnerabilidad, su derecho
consuetudinario, valores, usos y costumbres”. Enfatizó que estas obligaciones no se
agotan con previsiones normativas79.

De acuerdo con la autora, la Corte ha vinculado el debido proceso con otros
derechos de los pueblos indígenas, como el derecho a la propiedad. Estableció que
este derecho, en el caso de los pueblos indígenas, tiene una dimensión colectiva.

La Corte sostuvo que para garantizar el derecho a la propiedad comunal de
los integrantes de los pueblos indígenas, los Estados deben establecer “un
recurso efectivo con las garantías de debido proceso (...) que les permita
reivindicar sus tierras tradicionales”80.

La dimensión colectiva de los derechos fue definitivamente adoptada por la Corte
en el Caso Sarayaku vs. Ecuador, en el que concluyó:

231. La normativa internacional relativa a pueblos y comunidades indígenas
o tribales reconoce derechos a los pueblos como sujetos colectivos del
Derecho Internacional y no únicamente a sus miembros. Puesto que los
pueblos y comunidades indígenas o tribales, cohesionados por sus
particulares formas de vida e identidad, ejercen algunos derechos
reconocidos por la Convención desde una dimensión colectiva, la Corte
señala que las consideraciones de derecho expresadas o vertidas en la
presente Sentencia deben entenderse desde dicha perspectiva colectiva81.

Sobre las garantías procesales establecidas en la Convención Americana, la
Comisión y la Corte Interamericana han señalado que no solamente son aplicables a
todos los procesos en los que se encuentren involucrados miembros de los pueblos
indígenas, sino que en estos casos la obligación del Estado es más amplía, ya que
debe velar porque todos los procedimientos judiciales y administrativos tomen en
cuenta factores como el derecho al intérprete, traductor, a que se designe un perito
en temas indígenas, etcétera.

Por otro lado, es importante lo señalado por la Corte en el Caso Yatama vs.
Nicaragua, sobre la exclusión en los comicios municipales, realizados el 5 de
noviembre de 2000, de candidatos del pueblo indígena Yapti Tasba Masraka
NanihTakanka (Yatama), debido a una resolución emitida por el Consejo Supremo
Electoral y a la declaración de improcedencia del amparo presentado por los
Yatamas ante la Corte Suprema de Nicaragua.


79
Corte IDH, Caso Comunidad Indígena Yakye Axa vs. Paraguay, sentencia del 17 de junio de 2005 (Fondo,
Reparaciones y Costas), párr. 63. Disponible en:
http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/seriec_125_esp.pdf
80
Corte IDH, Caso del Pueblo Saramaka vs. Surinam, sentencia del 28 de noviembre de 2007 (Excepciones
Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas), párr. 178. Disponible en:
http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/seriec_172_esp.pdf
81
Corte IDH, Caso Pueblo Indígena Kichwa de Sarayaku vs. Ecuador, sentencia del 27 de junio de 2012
(Fondo y Reparaciones), párr. 231. Disponible en:
http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/seriec_245_esp.pdf
En este caso la Corte estableció que la inexistencia de un recurso efectivo y
además sencillo y rápido para que los Yatamas pudiesen impugnar la Resolución del
Consejo Supremo Electoral se constituye en una transgresión de la Convención, sin
importar que el ordenamiento constitucional nicaragüense no prevea recursos
contra este tipo de Resoluciones. La Corte concluyó que no se pueden vulnerar
derechos humanos en nombre de la independencia de poderes. En este sentido,
estableció que Nicaragua debía adecuar su ordenamiento interno a lo previsto en la
Convención82.

En el Caso del Pueblo Saramaka vs. Surinam, la Corte relacionó los artículos
8.1 y 25 de la CADH ya que consideró que si bien en el ordenamiento jurídico de
Surinam existía un recurso judicial específico para reclamar las vulneraciones
alegadas por el Pueblo Saramaka, era inadecuado para reparar las violaciones del
derecho de propiedad comunal de los miembros de ese pueblo. Por dos razones:
porque no se encontraba disponible para dicho pueblo, como entidad colectiva; y
porque el derecho a la propiedad comunal de los miembros de la comunidad no está
reconocido por el Estado. Por lo tanto, un recurso judicial que exige que se
demuestre la violación de un derecho reconocido por el Estado no sería un recurso
adecuado para este tipo de reclamos83.

Dimensión colectiva: la
¿Qué implica el reconocimiento de la titularidad recae en las
doble dimensión de los derechos naciones o pueblos indígena
colectivos de los pueblos indígenas? originario campesinos como
colectivo.
Dimensión individual: los
titulares de los derechos
humanos son los miembros de los pueblos
indígenas, como cualquier otra persona.

“Los derechos de las naciones y pueblos indígena originario campesinos al
mismo tiempo son derechos humanos en su dimensión colectiva y, por ende, en el
marco de la igualdad jerárquica de derechos contenida en el artículo 13.III de la CPE,
gozan de los mismos principios y pautas de interpretación que han sido anotados
precedentemente, los cuales deben ser utilizados por las autoridades y jueces de las
diferentes jurisdicciones a momento de aplicar el derecho; derechos que, además,
deben ser interpretados pluralmente, es decir, de acuerdo a los criterios que
emanan de la propia comunidad.” (SCP 487/2014, del 25 de febrero).



82
Corte IDH, Caso Yatama Vs. Nicaragua, sentencia del 23 de Junio de 2005 (Excepciones Preliminares,
Fondo, Reparaciones y Costas) párr. 185. Disponible en:
http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/seriec_127_esp.pdf
83
Corte IDH, Caso del Pueblo Saramaka vs. Surinam, óp. cit., 179.

Tema 2

Elementos del debido


proceso contenidos en el
art. 8.1 de la Convención
Americana


1. Las garantías del debido proceso contenidas en el art.


8.1 de la Convención Americana

Como ya se ha señalado el párrafo 1 del art. 8 de la CADH se refiere a las
garantías judiciales generales exigibles en el marco de un proceso; es decir, el
derecho de toda persona a ser oída por un juez o tribunal competente,
independiente e imparcial, dentro de un plazo razonable y con las debidas garantías.

De acuerdo con la Corte el art. 8.1 debe interpretarse de manera amplia; es
así que ha establecido que las garantías generales del artículo 8 deben estar
presentes en la determinación de los derechos y obligaciones de orden civil, laboral,
fiscal o de cualquier otro carácter, es así que en la Opinión Consultiva OC-11/90
precisó que en el resto de materias “el individuo tiene derecho también al debido
proceso que se aplica en materia penal”84.

En este sentido, determinó que:

Cuando la Convención se refiere al derecho de toda persona a ser oída por un
juez o tribunal competente para la determinación de sus derechos, esta
expresión se refiere a cualquier autoridad pública, sea administrativa –
colegiada o unipersonal-, legislativa o judicial, que a través de sus resoluciones
determine derechos y obligaciones de las persona es decir, que el artículo 8.1
de la Convención no se aplica solamente a jueces y tribunales judiciales, sino
también a los que pese a no serlo formalmente, actúen como tal85.

Del contenido del art. 8.1 de la CADH, se extraen expresamente tres derechos
fundamentales: derecho a ser oído por un juez o tribunal, a ser juzgado por un
tribunal competente, independiente e imparcial, a ser juzgado dentro de un plazo
razonable con las debidas garantías. Ahora bien, la Corte al realizar una lectura del
art. 8 de la CADH ha ampliado el contenido del art. 8.1 a partir de lo que debe
entenderse “ser juzgado con las debidas garantías”, a partir del cual ha establecido
que el deber de motivación si bien no se encuentra expresamente dentro de sus
disposiciones ha establecido que el deber de motivar las resoluciones es una de las
“debidas garantías” vinculada con la correcta administración de justicia para
salvaguardar el derecho a un debido proceso, vale decir que a través de su
jurisprudencia ha ampliado el contenido del art. 8.1 de la Convención y ha
incorporado el deber de motivación de las resoluciones. Corresponde entonces
referirnos a los derechos incorporados en esta disposición, cuyo contenido pasamos
a desarrollar.

84
Corte IDH. Excepciones al agotamiento de los recursos internos (arts. 46.1, 46.2.a y 46.2b, Convención
Americana sobre Derecho Humanos). Opinión Consultiva OC-11/90 de 10 de agosto de 1990, párr. 28. En
el mismo sentido se tiene Corte IDH. Caso Tribunal Constitucional vs. Perú. Fondo, Reparaciones y Costas.
Sentencia del 31 de enero de 2001, párr. El caso se refiere a la responsabilidad internacional del Estado
del Perú por la destitución, a través de un juicio político por el Congreso, de tres magistrados del Tribunal
Constitucional sin asegurarles el debido proceso.
85
Corte IDH Caso Barbani Duarte y otros vs. Uruguay. Fondo, reparaciones y costas. Sentencia de 13 de
octubre de 2011, párr. 118. Corte IDH. Caso Claude Reyes y otros vs. Chile, op. cit. párr. 118 y

art. 8.1 CADH

Derecho a un
Derecho a ser Derecho a ser Derecho a una
juez competente,
oído por un juez juzgado en un resolución
independiente e
o tribunal imparcial plazo razonable motivada

2. El derecho a ser oído por un juez o tribunal



La Corte ha desarrollado el contenido de este derecho y ha sido definido
como aquel derecho que exige que toda persona pueda tener acceso al tribunal u
órgano estatal encargado de determinar sus derechos y obligaciones86.

En el caso Apitz Barbera y otros vs. Venezuela, la Corte precisó que es
sustancial determinar si en el proceso en el cual se afirma haber vulnerado el
derecho a ser oído, se deliberará algún derecho u obligación de las presuntas
víctimas involucradas.87

De otro lado, definiendo los alcances de este derecho, la Corte ha manifestado que:

El derecho a ser oído no sólo exige que la víctima sea oída por un juez o
tribunal, sino que pueda participar ampliamente del proceso.88


86
Corte IDH. Caso Apitz Barbera y otros (Corte Primera de lo Contencioso administrativo) vs. Venezuela.
Sentencia de 5 de agosto de 2008, párr. 72. También puede verse Caso Cabrera García y Montiel Flores
vs. México. Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 26 de noviembre de 2010,
párr. 140.
87
Corte IDH. Caso Apitz Barbera y otros, op.cit. párr. 73. La Corte en este caso, analizó la participación de
los magistrados de la Corte Primera en el proceso de avocamiento y señaló que en este proceso no se
determinó derecho u obligación alguna para estos, por tanto, debido a que “la determinación de la
corrección o incorrección jurídica del fallo recurrido no afecto derecho alguno de los jueces, éstos no
fueron transformados per se en partes de la controversia ante la Sala Político Administrativa del Tribunal
Supremo de Justicia y por ello no se violó el derecho de las víctimas a ser oídas en dicho proceso.
88
Cfr. Corte IDH. Caso del Tribunal Constitucional vs. Perú. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia del
31 de enero de 2001, párr. 81. El caso se refiere a la responsabilidad internacional del Estado del Perú por
la destitución, a través de un juicio político por el Congreso, de tres magistrados del Tribunal
Constitucional sin asegurarles el debido proceso. La Corte, resolviendo el caso señaló que: “(…) b) luego
de las declaraciones rendidas (…) ante la Comisión de Investigación, los tres magistrados, supuestas
víctimas en este caso, no fueron citados nuevamente ante esta Comisión, con lo cual cuando ésta rindió
su informe dio por cierto lo afirmado por los dos magistrados mencionados, sin brindar la oportunidad a
las supuestas víctimas para que ejercieran su derecho a presentar pruebas de descargo (…)”. Párr. 80.
Asimismo, en el Caso Baena Ricardo y otros vs. Panamá, la Corte señaló que si bien los trabajadores
accedieron a la Sala Tercera y fueron oídos por este Tribunal, quedó evidenciado que esto no era
suficiente para garantizar una participación amplia en el proceso.
En esta línea ha establecido un procedimiento justo supone que el órgano
encargado de administrar justicia efectúe un examen apropiado de las alegaciones,
argumentos y pruebas aducidas por las partes, sin perjuicio de sus valoraciones
acerca de si son relevantes para su decisión89.

De acuerdo con la Corte, el derecho a ser oído comprende dos ámbitos: el
formal y el material, ámbitos que fueron definidos en el caso Barbani Duarte y otros
vs. Uruguay, señalando lo siguiente:

El ámbito formal o procesal del derecho implica “asegurar el acceso al
órgano competente para que determine el derecho que se reclama en apego
a las debidas garantías procesales (tales como la presentación de
alegatos y la aportación de prueba)”.

Por su parte, el ámbito material del derecho, supone “que el Estado
garantice que la decisión que se produzca a través del procedimiento
satisfaga el fin para el cual fue concebido”. Para la Corte, esto último no
significa que siempre deba ser acogido, sino que se debe garantizar su
capacidad para producir el resultado para el que fue concebido”.90

De otro lado, existe una conexión directa del derecho a ser oído por un juez o
tribunal con la obligación estatal de investigar toda violación de los derechos
reconocidos en la Convención; en este contexto la Corte en el caso “Niños de la Calle”
vs. Guatemala ha reiterado que del artículo 8 de la Convención se desprende que:

“las víctimas de las violaciones de los derechos humanos, o sus familiares,
deben contar con amplias posibilidades de ser oídos y actuar en los respectivos
procesos, tanto en procura del esclarecimiento de los hechos y del castigo de
los responsables, como en busca de una debida reparación”91.


89
Corte IDH. Caso Barbani Duarte y otros vs. Uruguay. Fondo, reparaciones y costas. Sentencia de 13 de
octubre de 2011, párr. 121. Los hechos del presente caso se desarrollan en un contexto de extrema
dolarización del sector bancario uruguayo. El 21 de diciembre de 2002 el Poder Legislativo de Uruguay
aprobó la Ley No. 17.613 titulada “Fortalecimiento del Sistema Financiero”, con la cual se buscaba atender
diversas situaciones surgidas como consecuencia de la crisis bancaria. El 31 de diciembre de 2002 el Banco
Central dispuso la disolución y liquidación del Banco de Montevideo. Asimismo, se transfirieron los fondos
del Banco de Montevideo al Trade and Commerce Bank en las Islas Caimán sin haber consultado a un
grupo de ahorristas. Debido a esta situación, solicitaron ante la Comisión Asesora creada en virtud de la
Ley No. 17.613 una audiencia. De igual forma trataron de interponer un recurso administrativo y judicial.
Sin embargo, no tuvieron mayor éxito.
90
Corte IDH. Caso Barbani Duarte y otros vs. Uruguay, op.cit. párr. 122. La Corte definió en el caso, que
“(…) que para garantizar que efectivamente los peticionarios fueran oídos en sus reclamos, a través de
este procedimiento especial, era necesario que el órgano encargado de resolver las peticiones pudiera
analizar el consentimiento de forma completa, porque la ausencia de consentimiento era un requisito
determinante para acceder a los derechos contemplados en el artículo 31 de la Ley 17.613. Dicho análisis
incluye la valoración de todos los alegatos de los peticionarios que significaran una afectación al
consentimiento, tales como los vicios que lo pudieran invalidar y la falta de información veraz y completa
por parte de los Bancos de Montevideo y La Caja Obrera. Ese análisis debió tomar en cuenta no sólo
aquellos elementos que permiten construir el consentimiento, tales como un contrato de administración
de inversiones o instrucciones particulares para la transferencia, sino también aquéllos que lo podrían
invalidar o afectar, como lo serían los alegados vicios al consentimiento”. (párr. 136).
91 Corte IDH. Caso de los “Niños de la Calle” (Villagrán Morales y otros) vs. Guatemala, op. cit., párrs. 225

y 227.

En esta línea de pensamiento la Corte se ha referido al derecho a ser oído en
su relación con la obstaculización que suponen las amnistías para su ejercicio, así ha
manifestado que las amnistías constituyen un obstáculo para la investigación o
sanción de las graves violaciones de derechos humanos. La Corte señaló por primera
vez en el Caso Barrios Altos vs. Perú que “las leyes de amnistía adoptadas por el Perú
impidieron que los familiares de las víctimas y las víctimas sobrevivientes fueran
oídas por un juez conforme a lo señalado en el art. 8.1 de la Convención”92. Similar
razonamiento fue expresado en el Caso Almonacid Arellano y otros vs. Chile, en el
que indicó que el Decreto Ley No. 2191 tuvo como efecto inmediato el cese de las
investigaciones y el archivo del expediente, dejando en la impunidad a los
responsables de la muerte del señor Almonacid Arellano. Por lo tanto, se impidió a
los familiares que ejercieran el derecho a ser oídos por un tribunal competente,
independiente e imparcial, a través de un recurso efectivo y adecuado que repare
las violaciones cometidas93.

Particular relevancia tiene el caso Gelman vs. Uruguay, que a diferencia de
los anteriores la Ley de Caducidad fue aprobada en un régimen democrático y
ratificada o respaldada por la ciudadanía en dos ocasiones a través de un
referéndum y un plebiscito. Sobre esta circunstancia la Corte expresó:

En casos de graves violaciones a las normas del Derecho Internacional de los
Derechos, la protección de los derechos humanos constituye un límite
infranqueable a la regla de mayorías, es decir, a la esfera de lo susceptible de
ser decidido por parte de las mayorías en instancias democráticas, en las
cuales también debe primar un control de convencionalidad, que es función y
tarea de cualquier autoridad pública y no sólo del Poder Judicial.94

Finalmente, la jurisprudencia interamericana ha establecido que el derecho
a ser oído se relaciona inevitablemente con el deber de motivación, así como con el
derecho a la defensa. En esta perspectiva, ha establecido que la motivación
demuestra que las partes han sido oídas, caso contrario las víctimas podrán ofrecer
como prueba una decisión carente de una debida motivación y así demostrar que el
derecho a ser oído fue vulnerado95. En efecto, una debida motivación demuestra que
han sido tomados en cuenta los alegatos de las partes y que el conjunto de pruebas
ha sido analizado.

De igual manera en el caso Vélez Loor vs. Panamá, la Corte determinó la
directa conexión del derecho a ser oído con el derecho a la defensa.

Por último, ha establecido en el Caso Blake vs. Guatemala que en el art. 8.1 de
la Convención está comprendido el derecho de los familiares de la víctima a las

92
Corte IDH. Caso Barrios Altos vs. Perú. Fondo. Sentencia de 14 de marzo de 2001, párr. 42.
93
Corte IDH. Caso Almonacid Arellano y otros vs. Chile. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y
Costas. Sentencia de 26 de septiembre de 2006, párr. 126.
94
Corte IDH. Caso Gelman vs. Uruguay. Fondo y Reparaciones. Sentencia de 24 de febrero de 2011, párr.
239.
95
Corte IDH. Caso Tristán Donoso vs. Panamá. Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas
Sentencia de 27 de enero de 2009, párr. 153. Así también Corte IDH. Caso Chocrón Chocrón vs. Venezuela.
Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 1 de julio de 2011 párr. 118.
garantías judiciales, por ende, ha declarado la violación del derecho a ser oído de los
familiares de las víctimas, en casos vinculados a desapariciones forzadas y
ejecuciones extrajudiciales96

3. El derecho a un juez competente, independiente e


imparcial, establecido previamente por la ley

El derecho a un juez competente, independiente e imparcial, establecido
previamente por la ley, consagrado en el art 8.1 de la Convención configura la
garantía del juez natural97, que ha sido considerada por la Corte como presupuesto
del debido proceso, así en el Caso Barreto Leiva vs. Venezuela ha señalado que:

El artículo 8.1 de la Convención garantiza el derecho a ser juzgado por un
tribunal competente (…) establecido con anterioridad a la ley, disposición
que se relaciona con el concepto de juez natural, una de las garantías del
debido proceso, a las que inclusiva se ha reconocido, por cierto sector de la
doctrina, como presupuesto de aquél. Esto implica que las personas tienen
derecho a ser juzgadas, en general, por tribunales ordinarios, con arreglos a
procedimientos legalmente establecidos98.

En tal sentido ha establecido que la ausencia de un órgano de enjuiciamiento


que tenga las características señaladas lesiona el debido proceso, a tal punto que
sería innecesario ingresar al examen de la violación específica de otros derechos o
garantías recogidos en el art. 8 de la Convención99.

En este entendido, el desarrollo jurisprudencial de la Corte IDH ha construido
el derecho del justiciable a ser oído por un juez competente, independiente e
imparcial, establecido previamente por ley, características que son la base de la
garantía de la vía judicial sobre la que se asienta todo Estado de Derecho.

Así en el caso Castillo Petruzzi y otros vs. Perú la Corte determinó que:

Las garantías a que tiene derecho toda persona sometida a proceso, además
de ser indispensables deben ser judiciales, lo cual implica la intervención de
un órgano judicial independiente e imparcial, apto para determinar la


96Corte IDH. Caso Blake vs. Guatemala. Fondo. Sentencia del 24 de enero de 1998, párr. 97. En la misma
línea puede consultarse, entre otros. Corte IDH. Caso Cabrera García y Montiel Flores vs. México.
Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia del 26 de noviembre de 2010, párr. 192.
97
Recuérdese que el juez natural deriva su existencia y competencia de la ley. De acuerdo con lo
establecido por la Corte IDH, en un Estado de Derecho sólo el poder legislativo puede regular, a través de
leyes, la competencia de los juzgadores. Cfr. Caso Barreto Leiva vs. Venezuela. Sentencia de 17 de
noviembre de 2009 (Fondo, reparaciones y costas), párrs. 76 y 77. A contrario sensu si es el ejecutivo o el
propio órgano judicial el que define al tribunal, se lesiona la garantía del juez natural, puesto que el juez
natural de una persona será aquél al que la ley atribuya competencia.
98
Caso Barreto Leiva vs. Venezuela. Sentencia de 17 de noviembre de 2009 (Fondo, reparaciones y
costas), párr. 75.
99
Cfr. Barreto Leiva, op.cit. párr. 75. En similar sentido se tiene el caso Usón Ramírez, Sentencia de 20 de
noviembre de 2009, párrs. 120, 124 y 148.
legalidad de las actuaciones que se cumplan dentro del estado de
excepción”100.

Es importe destacar que el derecho al juez independiente, imparcial y
competente, conforme ha señalado la misma Corte no atañe únicamente a los casos
de tribunales penales, sino que también contempla a otros órganos jurisdiccionales,
tal el caso de los jueces de constitucionalidad. La Corte subrayó que es necesario
“(…) que se garantice la independencia de cualquier juez en un Estado de Derecho
y, en especial, la del juez constitucional en razón de la naturaleza de los asuntos
sometidos a su conocimiento”.101

También debe caracterizarse que la exigencia del juez natural y sus
componentes esenciales no es predicable únicamente respecto de los órganos
judiciales; es decir, llega a cualesquiera autoridades llamadas a resolver sobre la
situación jurídica de un individuo:

Cuando la Convención se refiere al derecho de toda persona a ser oída por
un ‘juez o tribunal competente’ para la determinación de sus derechos, esta
expresión se refiere a cualquier autoridad pública, sea administrativa,
legislativa o judicial, que a través de sus resoluciones determine derechos y
obligaciones de las personas102.

Dada la importancia de los elementos esenciales del juez natural, la Corte ha
establecido que aunque guardan una estrecha relación entre sí, éstos contienen
contenido jurídico propio, que se pasa a desarrollar a continuación:

3.1. Juez competente



Conforme ha establecido la Corte, la competencia del juez o tribunal debe
estar garantizada durante todo el proceso, de ahí que ha precisado que la
competencia de un juez o tribunal implica el derecho a ser juzgado por tribunales
de justicia ordinarios con arreglo a procedimientos legalmente previstos, derecho
que no puede ser suspendido ni siquiera en los periodos de excepción. Es así que en
esta línea de pensamiento determinó que:

El Estado no debe crear tribunales que no apliquen normas procesales
debidamente establecidas para sustituir la jurisdicción que corresponda
normalmente a los tribunales ordinarios. Con esto se busca evitar que las

100
Cfr. Castillo Petruzzi y otros vs. Perú, Sentencia de 30 de mayo de 1999, párr. 131; esta Sentencia cita
a su vez como precedentes: la Opinión Consultiva OC-8/87 de 30 de enero de 1987 el hábeas corpus bajo
suspensión de garantías (arts. 27.2, 25.1 y 7.6 CADH) párr. 30, así como la Opinión Consultiva OC-9/87,
Garantías judiciales en estados de emergencia (arts. 27.2, 25 y 8 CADH). En esta última recordó que las
garantías judiciales indispensables son: aquellos procedimientos judiciales que ordinariamente son
idóneos para garantizar la plenitud del ejercicio de los derechos y libertades a que se refiere dicho artículo
( 27.2 ) y cuya supresión o limitación pondría en peligro esa plenitud (párr. 20). De otro lado, subrayó que:
“(…) los principios del debido proceso legal no pueden suspenderse con motivo de las situaciones de
excepción en cuanto constituyen condiciones necesarias para que los instrumentos procesales, regulados
por la Convención, puedan considerarse como garantías judiciales” (párr. 30).
101
Caso Tribunal Constitucional, op.cit. p.75.
102
Caso Tribunal Constitucional vs. Perú, op. cit. párr. 71. En el mismo sentido. Caso Baena Ricardo y otros,
op. cit. párr. 124.
personas sean juzgadas por tribunales especiales, creados para el caso, o ad
hoc103.

Asimismo, de acuerdo a lo señalado precedentemente el ámbito de aplicación
del juez competente se extiende a cualquier autoridad pública, sea administrativa,
legislativa o judicial, que a través de sus resoluciones determine derechos y
obligaciones104.

Asimismo, ha establecido que la competencia sólo puede ser establecida a
través de la ley, el Caso definió que “sólo el poder legislativo puede regular, a través
de leyes, la competencia de los juzgadores”.105

Consecuentemente, el fundamento del juez competente radica en evitar que
las personas sean juzgadas por tribunales especiales creados para el caso, o
tribunales ad hoc106. En el marco de este razonamiento, la Corte ha establecido que:

La jurisdicción militar no es competente para juzgar a civiles ni para conocer
de casos de violaciones a derechos humanos.

En el Caso Loayza Tamayo vs. Perú, la víctima fue juzgada ante el fuero militar
por “jueces sin rostro”, situación que para la Corte determinó, ante el obstáculo de
conocer su identidad, la imposibilidad para la procesada de valorar la competencia
de aquéllos, por ello determinó que los tribunales castrenses actuaron ultra vires,
usurparon jurisdicción e invadieron facultades de los organismos judiciales
ordinarios.107

Juana María Ibáñez Rivas108, sostiene que la Corte ha tenido una evolución
importante en los estándares internacionales sobre esta temática. En este sentido,
ha declarado que, en caso de que un Estado conserve la jurisdicción militar, ésta
debe cumplir con tres características:

i) tener un alcance restrictivo y excepcional109; ii) encontrarse inspirada
en los principios y garantías que rigen el derecho penal moderno110 y,


103
Caso Apitz Barbera y otros. Sentencia de 5 de agosto de 2008, párr. 50 (verificar)
104
Cf. Corte IDH. Caso del Tribunal Constitucional vs. Perú. Fondo, reparaciones y costas. Sentencia del
31 de enero de 2001, párrafo 71.
105
Corte IDH. Caso Barreto Leiva vs. Venezuela. Fondo, reparaciones y costas. Sentencia de 17 de
noviembre de 2009, párr. 76.
106 Corte IDH. Caso Apitz Barbera y otros («Corte Primera de lo Contencioso Administrativo») vs. Venezuela.

Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia del 5 de agosto de 2008, párrafo 50.
107
Corte IDH. Caso Loayza Tamayo vs. Perú. Fondo. Sentencia de 17 de septiembre de 1997, párrs. 61 y
62.
108
Ibáñez Rivas J M. Artículo 8. Garantías Judiciales. En Steiner Ch., Uribe P. (Editores). Convención
Americana sobre Derechos Humanos. Fundación Konrad Adenauer Stiftung. Bolivia: Plural editores; 2014.
p. 207-254.
109
Corte IDH. Caso Durand y Ugarte vs. Perú, op.cit. párr. 117, y Caso Masacre de Santo Domingo vs.
Colombia, op. cit. párr. 158. (Todas referenciadas por la autora) Ibañez Rivas J M. Op. cit. p. 207.
110
Corte IDH. Caso Palamara Iribarne vs. Chile, op. cit., párr. 132, y Caso Radilla Pacheco vs. México, op.
cit., párr. 272.
iii) estar encaminada a la protección de intereses jurídicos especiales,
vinculados a las funciones propias de las fuerzas militares111.

Siguiendo a Juana María Ibáñez Rivas112, que extrae la jurisprudencia de la
Corte IDH relativa al alcance restrictivo y excepcional de la jurisdicción militar, se
ha establecido en el caso Castillo Petruzzi y otros vs. Perú, dos limitaciones
específicas en razón de la persona y de la materia.

En razón de la persona:

La jurisdicción militar debe estar estrictamente reservada a militares en
servicio activo 113 , de manera que debe estar excluido del ámbito de la
jurisdicción militar el juzgamiento de civiles o de militares en retiro, quienes
no pueden incurrir en conductas contrarias a deberes funcionales de este
carácter114.

En razón de la materia o del bien jurídico que involucra el caso:

En el fuero militar sólo se debe juzgar “por la comisión de delitos o faltas que
por su propia naturaleza atenten contra bienes jurídicos propios del orden
militar”. Por tanto, la Corte ha establecido que “la jurisdicción militar no es el
fuero competente para investigar y, en su caso, juzgar y sancionar a los autores
de violaciones de derechos humanos, sino que el procesamiento de los
responsables corresponde siempre a la justicia ordinaria115.

Consecuentemente, la inobservancia de los presupuestos de orden personal y
material por parte de la jurisdicción militar, involucra la invalidez del proceso
sustanciado en la misma. Cabe agregar que en el caso Palamara Iribarne vs. Chile, la
Corte ha establecido que cuando una ley otorgue competencia al fuero militar y
determine las normas penales militares aplicables en dicho fuero, “deberá
establecer claramente y sin ambigü edad: quiénes son militares, únicos sujetos
activos de los delitos militares; b) cuáles son las conductas delictivas típicas en el
especial ámbito militar; c) la conducta ilícita a través de la descripción de la lesión o
puesta en peligro de bienes jurídicos militares gravemente atacados, que justifique


111Corte IDH. Caso Durand y Ugarte vs. Perú, op. cit., párr. 117, y Caso Cabrera García y Montiel Flores vs.
México. Excepciones preliminares, fondo, reparaciones y costas. Sentencia de 26 de noviembre de 2010.
Serie C No. 220, párr. 197. (Todas referenciadas por la autora) Ibañez Rivas J M. Op. cit. p. 207.
112
Ibáñez Rivas J M. Op. cit. p. 220-221.
113
Corte IDH. Caso Castillo Petruzzi y otros vs. Perú, op. cit., párr. 128, y Caso Masacre de Santo Domingo
vs. Colombia, op. cit., párr. 158. En el Caso Castillo Petruzzi y otros, la Corte Interamericana anuló el fallo
del órgano judicial máximo de la jurisdicción militar peruana y ordenó al Estado peruano realizar un nuevo
juicio a los afectados respetando las normas de un tribunal independiente e imparcial y un procedimiento
que cumpliera con las normas del debido proceso, lo que fue acatado por el Estado peruano, anulando la
sentencia anterior y realizándose el nuevo procedimiento ajustado a las reglas del debido proceso por un
tribunal ordinario preestablecido de carácter independiente e imparcial.
114
Corte IDH. Caso Cesti Hurtado vs. Perú. Fondo. Sentencia de 29 de septiembre de 1999. Serie C No. 56,
op. cit., párr. 151; Caso Durand y Ugarte vs. Perú, op. cit., párr. 117, y Caso Usón Ramírez vs. Venezuela,
op. cit., párr. 111.
115
Corte IDH. Caso Castillo Petruzzi y otros vs. Perú, op. cit, párr. 128, y Caso Masacre de Santo Domingo
vs. Colombia, op. cit., párr. 158.
el ejercicio del poder punitivo militar, y d) la correspondiente sanción, teniendo en
cuenta el principio de proporcionalidad” 116.

A contrario sensu, las autoridades que ejerzan la jurisdicción militar deberán
regirse “por el principio de legalidad y, entre otras, constatar la existencia de todos
los elementos constitutivos del tipo penal militar, así como la existencia o
inexistencia de causales de exclusión del delito”.

En este orden de ideas, la Corte también ha establecido que en estos casos no
sólo se lesiona el derecho al juez natural, sino también el derecho de acceso a la
justicia117, determinación que es extensible inclusive cuando el proceso está en la
etapa de investigación ante el Ministerio Público Militar, señalando en el caso
Fernández Ortega y otros vs. México que:

La incompatibilidad de la Convención Americana con la intervención del fuero
militar “no se refiere únicamente al acto de juzgar, a cargo de un tribunal, sino
fundamentalmente a la propia investigación”, dado que la actuación de dicho
Ministerio Público “constituye el inicio y el presupuesto necesario para la
posterior intervención de un tribunal incompetente”118.

3.2. Juez independiente



Respecto a la independencia la Corte ha establecido, que ésta debe ser
garantizada por el Estado tanto en su faceta institucional, esto es, en relación con el
Poder Judicial como sistema, como en su vertiente individual, es decir, en relación
con la persona del juez, específicamente. El objetivo de la protección radica en
“evitar que el sistema judicial en general y sus integrantes en particular se vean
sometidos a posibles restricciones indebidas en el ejercicio de su función por parte
de órganos ajenos al Poder Judicial o incluso por parte de aquellos magistrados que
ejercen funciones de revisión o apelación” 119.

El principio de independencia judicial se traduce para el estado en un deber
de garantía a los juzgadores, dado que, para garantizar la independencia judicial, de
acuerdo con la Corte, parte desde el adecuado proceso de nombramiento, la
inamovilidad en el cargo y la garantía contra presiones externas, así como en los
procesos de remoción de funcionarios judiciales.120

En lo que corresponde al nombramiento, la Corte IDH, siguiendo los
Principios Básicos de las Naciones Unidas relativos a la independencia de la


116
Corte IDH. Caso Palamara Iribarne vs. Chile, op.cit. párrs. 125 y 126. También se tiene el caso Usón
Ramírez vs. Venezuela, op. cit. párr. 110.
117
Corte IDH, Caso Castillo Petruzzi y otros. vs. Perú op.cit. párr. 128 y Caso Masacre de Santo Domingo
vs. Colombia, op. cit. párr. 158.
118
Corte IDH. Caso Fernández Ortega y otros vs. México. Excepciones preliminares, fondo, reparaciones y
costas. Sentencia de 30 de agosto de 2010. Serie C No. 215, párr. 177, y Caso Vélez Restrepo y Familiares
vs. Colombia, op. cit., párr. 238.
119
Cfr. Caso Rever6n Trujillo. Sentencia de 30 de junio de 2009. Serie C No. 197. parr. 67; Caso del
Tribunal Constitucional, cit., párr. 73.
120
Cfr. Opinión Consultiva OC-20/09, op.cit. párrs. 76 y 77. En el mismo sentido Tribunal Constitucional,
op. cit. párr. 75; Caso Palamara Iribarne, op.cit. párr. 156; Apitz Barbera y otros, op.cit. párrs. 44 y 138.
Judicatura y los lineamientos elaborados por el Comité de Derechos Humanos,
apuntó que:

“se debe seleccionar a los jueces exclusivamente por el mérito personal
y su capacidad profesional, a través de mecanismos objetivos de
selección y permanencia que tengan en cuenta la singularidad y
especificidad de las funciones que se van a desempeñar. Los procesos
de nombramiento deben garantizar la igualdad de oportunidades,
respetando parámetros de objetividad y razonabilidad121.

Respecto a la inamovilidad, la Corte también ha seguido los Principios
Básicos de las Naciones Unidades ya mencionados, refiriendo que la inamovilidad
es “una garantía de la independencia judicial que a su vez está compuesta por las
siguientes garantías: permanencia en el cargo, un proceso de ascensos adecuado y
no despedido injustificado o libre remoción”. Razonamiento que fue expresamente
establecido en el caso Reverón Trujillo122

inamovilidad del
cargo

Garantía contra
presiones externas

procesos de
remoción

adecuado proceso
de nombramiento


CONDICIONES MÍNIMAS QUE Finalmente, en relación con la garantía contra
ASEGURAN LA presiones externas, la Corte Interamericana –en
INDEPENDENCIA JUDICIAL observancia de los Principios Básicos de
Naciones Unidad relativos a la independencia
de la Judicatura- ha establecido que “los
juzgadores “tendrán autoridad exclusiva para decidir si una cuestión que les haya
sido sometida está dentro de la competencia que les haya atribuido la ley” y que “no
se efectúen intromisiones indebido o injustificadas en el proceso judicial”, esto se
correlaciona –según la Corte- con la obligación judicial de resolver las causas
“basándose en los hecho y en consonancia con el derecho, sin restricción alguna y


121
Cfr. Caso Reverón Trujillo op.cit. párrs. 72 y 74.
122
Caso Reverón Trujillo, op. cit. párr. 79.
sin influencias, alicientes, presiones, amenazas o intromisiones indebidas, sean
directas o indirectas, de cualesquiera sectores o por cualquier motivo”123.

Así en el caso Apitz Barbera y otros la Corte refiriéndose a las obligaciones
estatales relacionadas con asegurar las garantías necesarias para el buen
desempeño de los juzgadores, se refirió a los jueces provisorios y determinó que “los
nombramientos provisiones deben constituir una situación de excepción y no la
regla”. 124 En el Caso Reverón Trujillo, precisó que si los jueces “no tienen la
seguridad de permanencia durante un período determinado, serán vulnerables a
presiones de diferentes sectores, principalmente de quienes tienen la facultad de
decidir sobre destituciones o ascensos en el Poder Judicial”125.

3.3. Juez imparcial



En tanto que “la imparcialidad exige que el juez que interviene en una
contienda particular se aproxime a los hechos de la causa careciendo, de manera
subjetiva, de todo prejuicio y, asimismo, ofreciendo garantías suficientes de índole
objetiva que permitan desterrar toda duda que el justiciable o la comunidad puedan
albergar respecto de la ausencia de imparcialidad”.126

Los principios de independencia e imparcialidad han sido desarrollados en
la Opinión Consultiva 20/09, en la que examinó el régimen de los jueces ad-hoc.
Según la Corte, la institución de los jueces ad-hoc debe interpretarse
restrictivamente y limitarse a controversias interestatales. En este orden concluyó
que los Estados no pueden nombrar jueces ad-hoc cuando se trate de casos
contenciosos derivados de peticiones individuales127.

Cabe añadir, que para definir el alcance de la provisionalidad en el
desempeño del cargo, la Corte ha seguido las afirmaciones del Comité de Derechos
Humanos y ha establecido:

“la provisionalidad no debe significar alteración alguna del régimen de
garantías para el buen desempeño del juzgador y la salvaguarda de los propios
justiciables”; no debe extenderse indefinidamente en el tiempo y debe estar
sujeta a una condición resolutoria. (…) Esta situación de vulnerabilidad del
Poder Judicial se acentúa si tampoco existen procesos de destitución
respetuosos de las obligaciones internacionales de los Estados”128.


123
Cfr. Principios 2, 3 y 4 de los Principios Básicos de las Naciones Unidas relativos a la independencia de
la Judicatura. Principios que fueron aplicados en el caso Reverón Trujillo párrs. 80, 147.
124
Caso Reverón Trujillo, op. cit. párr. 118. En el mismo sentido Caso Apitz Barbera y otros (Corte Primera
de lo Contencioso Administrativo), op. cit. párr. 43.
125
Caso Reverón Trujillo, op. cit. párr. 117.
126
Caso Apitz Barbera y otros ("Corte Pmnera de lo Contencioso Administrativo"), cit., parr.
56; Caso Barreto Leiva, cit., parr. 98; Caso Uson Ramfrez, cit., parr. 117
127
Opinión Consultiva OC-20/09 de 29 de septiembre de 2009. (Interpretación del art. 55 de la CADH)
párrs. 33 y 49.
128
Comité de Derechos Humanos, Observación General No. 32, artículo 14: El derecho a un Juicio
Imparcial y a la igualdad ante los Tribunales y Corte de Justicia, que fue aplicado en el caso Aptiz Barbera
y otros párr. 43.
Asimismo, entendió que el régimen de ascenso, traslado, asignación de
causas, suspensión y cesación de funciones del que gozan los jueces titulares debe
mantenerse intacto en el caso de los jueces que carecen de dicha titularidad129.

3.4. Fuero especial



El fuero especial implica el juzgamiento a cargo de un órgano diferente al
juzgador ordinario, que se encuentra directamente relacionado con el derecho a ser
juzgado por un tribunal competente. La Corte ha tenido pronunciamientos respecto
a este tema, así en el caso Barreto Leiva precisó que:

“El fuero no necesariamente entra en colisión con el derecho al juez natural,
si aquél se halla expresamente establecido y definido por el Poder
Legislativo y atiende a una finalidad legítima (…). De esta forma, no sólo se
respeta el derecho en cuestión sino que el juez de fuero se convierte en el
juez natural del aforado. Si, por el contrario, la ley no consagra el fuero y éste
es establecido por el Ejecutivo o por el propio Poder Judicial, distrayéndose
así al individuo del tribual que la ley consagra como su juez natural, se vería
vulnerado el derecho a ser juzgado por un juez competente. Del mismo
modo, si la conexidad está expresamente en la ley, el juez natural de una
persona será aquél al que la ley atribuya competencia en las causas conexas.
Si la conexidad no está reglada por la ley, sería violatorio distraer al
individuo del juez originalmente llamado a conocer el caso”130.

Entonces de acuerdo con la Corte, la condición legítima para el fuero especial es:

Condición EL FUERO ESPECIAL sólo
legítima puede estar establecido
por ley

4. El derecho a ser juzgado en un plazo razonable



La Corte en el caso Suárez Rosero vs. Ecuador ha precisado que el derecho de
acceso a la justicia “debe asegurar la determinación de los derechos de la persona
en un tiempo razonable”131. A esto ha añadido que una demora prolongada o “la falta
de razonabilidad en el plazo constituye, en principio, por sí misma, una violación de
las garantías judiciales”132. De esto, es posible concluir que el derecho a un plazo
razonable es predicable en cualquier proceso, sea civil penal, laboral, etc.

129
Caso Aptiz Barbera y otros párr. 45.
130
Caso Barreto Leiva, op. cit. párr. 77.
131
Corte IDH. Caso Suárez Rosero vs. Ecuador. Fondo. Sentencia de 12 de noviembre de 1997, párr.73.
132
Cfr. Corte IDH Hilaire, Constantine y Bejamin y otros vs. Trinidad y Tobago, op.cit. párr. 145 y caso
Masacre de Santo Domingo vs. Colombia, op. cit. párr. 164.

En el caso Suárez Rosero vs. Ecuador también se ha pronunciado sobre la
razonabilidad del plazo y siguiendo los lineamientos del Tribunal Europeo definidos
en el Caso Guincho vs. Portugal, ha establecido que:

La razonabilidad del plazo se debe apreciar en relación con la duración total
del procedimiento, es decir incluyendo los recursos de instancia que pudieran
eventualmente presentarse, hasta que se dicta sentencia definitiva y se tenga
agotada la jurisdicción133.

También se ha referido en forma expresa a materia penal señalando:

[En materia penal] este plazo comienza cuando se presenta el primer acto de
procedimiento dirigido en contra de determinada persona como probable
responsable de cierto delito, por ejemplo, en la fecha de la aprehensión del
individuo134 o, en caso de que ello no proceda, a partir del momento en que la
autoridad toma conocimiento del caso135.

Bajo esta perspectiva, la Corte ha
establecido en los casos Genie Lacayo vs.
El principio de plazo Nicaragua y Masacre de Santo Domingo vs.
Colombia -siguiendo la línea de la
razonable tiene como jurisprudencia del Tribunal Europeo en el
finalidad impedir que Caso Motta y Ruiz Mateos vs. Spain-, que la
determinación de la razonabilidad del
los acusados plazo en el cual se desarrolla un proceso
permanezcan largo debe considerar cuatro elementos: a) la
complejidad del asunto; b) la actividad
tiempo bajo acusación
procesal del interesado; c) la conducta de
y asegurar que ésta se las autoridades judiciales 136 , y d) la
decida prontamente afectación generada por la duración del
procedimiento en la situación jurídica de la
(Suárez Rosero vs. Ecuador, párr.
persona involucrada en el mismo137. A esto
70)
debe añadirse que la Corte, en el caso Juan
Humberto Sánchez vs. Honduras considera
también la legislación nacional sobre la
materia138.


133
Corte IDH. Caso Suárez Rosero vs. Ecuador, op. cit., párr. 71, y Caso García y Familiares vs. Guatemala,
op. cit., párr. 152.
134
Corte IDH. Caso Suárez Rosero vs. Ecuador, op. cit., párr. 70.
135
Corte IDH. Caso Tibi vs. Ecuador. Excepciones preliminares, fondo, reparaciones y costas. Sentencia de
7 de septiembre de 2004. párr. 168.
136
Corte IDH. Caso Genie Lacayo vs. Nicaragua, op. cit. párr.77. También puede consultarse el caso
Masacre de Santo Domingo, op. cit., párr. 164.
137
Corte IDH. Caso Valle Jaramillo y otros vs. Colombia. Fondo, reparaciones y costas. Sentencia de 27 de
noviembre de 2008, párr. 158 y Caso Masacre Santo Domingo vs. Colombia, op. cit, párr. 164.
138
Corte IDH. Caso Juan Humberto Sánchez vs. Honduras. Excepciones preliminares, fondo, reparaciones
y costas. Sentencia de 7 de junio de 2003, párr. 130, y Caso Apitz Barbera y otros (“Corte Primera de lo
Contencioso Administrativo”) vs. Venezuela, op. cit., párr. 160.
Dada la importancia de dichos elementos, resulta útil seguir la
sistematización realizada por Juana María Ibáñez Rivas139 en lo que se refiere a cada
uno de estos elementos:

1. En cuanto a la complejidad del asunto, de acuerdo con la autora, la Corte
ha tenido en cuenta diversos criterios para determinarla, exponiendo el
siguiente detalle: Entre ellos, “la extensión de las investigaciones y la
amplitud de las pruebas”, el “número importante de incidentes e instancias”,
“la propia complejidad de la prueba”(por todos Caso Genie Lacayo vs. Nicaragua,
párr. 78), la pluralidad de los sujetos procesales (Caso Acosta Calderón vs.
Ecuador, párr. 106) 140 y presuntas víctimas (Caso Masacre de Mapiripán vs.
Colombia, párr. 221)141, la imposibilidad de detener a los inculpados (Caso Valle
Jaramillo y otros vs. Colombia, párr. 156), el tiempo transcurrido desde la
violación (Caso Radilla Pachecho vs. México, párr. 245), las características del
recurso consagradas en la legislación interna (Caso Furlan y Familiares vs.
Argentina, párr. 158), el contexto en el que ocurrió la violación (Caso de la
Masacre de Pueblo Bello vs. Colombia, párr. 184) 142 , si el asunto comprende
debates técnicos (Caso López Mendoza vs. Venezuela, párrs. 163 y 176) 143, si se
trata de asuntos de gran relevancia y/o que requieran de un cuidado especial,
así como de si supone procesos usuales para los Estado (Caso Forneron e hija
vs. Argentina, párr. 67)144.

2. Respecto a la actividad procesal del interesado, de acuerdo con la Corte,
se deben evaluar los comportamientos que por acción u omisión incidieron
en la prolongación de la actuación judicial interna (Caso Cantos vs. Argentina,
párr. 57), a fin de verificar si del expediente ante la Corte se desprende que las
presuntas víctimas o sus familiares hayan entorpecido o demorado los
procesos judiciales (Caso Valle Jaramillo y otros. vs. Colombia, párr. 157).

La Corte en el Caso Cantos vs. Argentina ha señalado que:

Si la conducta procesal del propio interesado en obtener justicia ha
contribuido en algún grado a prolongar indebidamente la duración del
proceso, difícilmente se configura en cabeza del Estado una violación de la
norma sobre plazo razonable145.


139
Ibáñez Rivas J M. Op. cit. p. 228-230.
140
Corte IDH. Caso Acosta Calderón vs. Ecuador. Fondo, reparaciones y costas. Sentencia de 24 de junio
de 2005, párr. 106. Vid. Corte IDH. Caso Masacre de Santo Domingo vs. Colombia, op. cit. párr. 165.
141
Corte IDH. Caso de la Masacre de Mapiripán vs. Colombia. Fondo, reparaciones y costas. Sentencia de
15 de septiembre de 2005. párr. 221, y Caso Masacre de Santo Domingo vs. Colombia, op. cit. párr. 165,
entre otros.
142
Corte IDH. Caso de la Masacre de Pueblo Bello vs. Colombia. Sentencia de 31 de enero de 2006, párr.
184; Caso de las Masacres de Ituango vs. Colombia. Excepciones preliminares, fondo, reparaciones y
costas. Sentencia de 1 de julio de 2006, párr. 293, y Caso Valle Jaramillo y otros vs. Colombia, op. cit., párr.
156.
143
Corte IDH. Caso López Mendoza vs. Venezuela. Fondo reparaciones y costas. Sentencia de 1 de
septiembre de 2011, párr. 163 y 176, y Caso Masacre de Santo Domingo vs. Colombia, op. cit. párr. 165.
144
Corte IDH. Caso Forneron e hija vs. Argentina. Fondo, reparaciones y costas. Sentencia de 27 de abril
de 2012, parr. 67.
145
Corte IDH. Caso Cantos vs. Argentina, op. cit. párr. 57.
Así, la Corte ha evaluado, en los Casos Forneron e hija vs. Argentina y Furlan
y Familiares vs. Argentina, entre otros:

Si el interesado obstaculizó el proceso interno o si participó activamente
haciendo todo lo posible para avanzar en la resolución del mismo, si hubo
desinterés de su parte 146 , o si se limitó a interponer los medios de
impugnación reconocidos por la legislación del país147.

3. Respecto a la conducta de las autoridades judiciales, de acuerdo con la
autora, la Corte ha evaluado los comportamientos que por acción u omisión
afectan la prolongación de la actuación judicial interna, así como todos
aquellos procesos o procedimientos no judiciales que de alguna manera
incidente en la causa y que pueden dejar entrever el comportamiento de las
autoridades públicas148.

En efecto siguiendo la referencia, se tiene que la Corte en los casos
Comunidad Moiwana vs. Suriram y Forneron e hija vs. Argentina, entre otros,
ha establecido que:

No se respeta el plazo razonable en caso de que una investigación haya sido
abandonada sin llegar a la identificación ya la sanción de los responsables149,
ni cuando las autoridades no aceleran el proceso a su cargo y no tienen
cuenta los efectos que el tiempo tendría sobre los derechos de los
implicados150.

En esta perspectiva, en el caso Bulacio vs. Argentina ha señalado también
que:
El juez interno, como autoridad competente para dirigir el proceso, tiene el
deber de encauzarlo de modo que (…) se restrinja el uso desproporcionado
de acciones que pueden tener efectos dilatorios151.

4. Afectación generada por la duración del proceso en la situación jurídica
de la persona involucrada en el mismo, siguiendo la sistematización
realizada por Ibañez, se tiene que la Corte en el caso Valle Jaramillo vs.
Colombia, ha señalado que:

Si el paso del tiempo incide de manera relevante en la situación jurídica del
individuo, resultará necesario que el procedimiento corra con más diligencia
a fin de que el caso se resuelva en un tiempo breve. Para ello se deberá tomar


146
Corte IDH. Caso Forneron e hija vs. Argentina, op. cit., párr. 68; Caso Furlan y Familiares vs. Argentina,
op. cit., 169-175, y Caso Uzcátegui y otros vs. Venezuela. Fondo y reparaciones. Sentencia de 3 de
septiembre de 2012, párr. 226.
147
Corte IDH. Caso Genie Lacauyo vs. Nicaragua, op. cit. párr. 79.
148
La autora respecto a estos dos supuestos cita los casos Corte IDH. Caso Cantos vs. Argentina, op.cit.
párr. 57, y Corte IDH Juan Humberto Sánchez vs. Honduras, op. cit. párr. 131. Ibáñez Rivas J M. Op. cit. p
229.
149
Corte IDH. Caso de la Comunidad Moiwana vs. Surinam. Excepciones preliminares, fondo, reparaciones
y costas. Sentencia 15 de junio 2005, párr. 162.
150
Corte IDH. Caso Forneron e hija vs. Argentina, op. cit., párr. 70;

151
Corte IDH. Caso Bulacio vs. Argentina, op. cit. párrs. 114 y 115.
en consideración, entre otros elementos, la materia objeto de
controversia152.

Así también en el caso Forneron e hija vs. Argentina, la Corte ha precisado:

No se respetan las exigencias del plazo razonable cuando no se tienen en
cuenta los derechos e intereses en juego en el proceso, o las afectaciones
significativas, irreversible e irremediables que el retraso en la decisión
judicial puede generar en la situación jurídica y los derechos de las personas
involucradas153.

Por su parte se tiene que en el caso Furlan y Familiares vs. Argentina, que
involucraba a un niño con discapacidad, la Corte consideró:

En casos de personas vulnerables, como lo es una persona con discapacidad,
es imperante tomar las medidas pertinentes, como por ejemplo la priorización
en la atención y resolución del procedimiento por parte delas autoridades a su
cargo, con el fin de evitar retrasos en la tramitación de los procesos, de manera
que se garantice la pronta resolución y ejecución de los mismos y se eviten
efectos negativos de carácter irreversible154.

Consecuentemente entre los elementos a ser tomados en cuenta para determinar la
incidencia del tiempo en la situación jurídica del individuo se tiene:

ELEMENTOS


152
Corte IDH. Caso Valle Jaramillo y otros vs. Colombia, op. cit. párr. 155. La Autora también cita los
siguientes casos: Caso Forneron e hija vs. Argentina, párr.75 y caso Furlan y Familiares vs. Argentina, párrs.
194-195.
153
Corte IDH. Caso Forneron e hija vs. Argentina, op. cit. párr. 76.
154
Corte IDH. Caso Furlan y Familiares vs. Argentina, op. cit. párrs. 196 y 203. Cabe señalar que la autora
señala que este último elemento, incluido expresamente en el año 2008 en la Sentencia Caso Valle
Jaramillo vs. Colombia no fue tomado en cuenta en posteriores fallos para determinar la razonabilidad o
no del plazo, situación que ha generado cuestionamientos en la doctrina. Cfr. Ibáñez Rivas J M. Op. cit. p.
230. A este respecto la autora cita entre esa doctrina a: Salmón, Elizabeth y Cristina Blanco, El derecho al
debido proceso en la jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, Lima, Instituto de
Democracia y Derechos Humanos de la Pontificia Universidad Católica del Perú-Cooperación Alemana al
Desarrollo, 2012, pp. 204, 222, 223 y 227.
materia objeto de
controversia

derechos e
grupos de
intereses en
prioritaria
juego en el
atención
proceso

afectaciones
significativas
irreversibles e
irremediables



Asimismo, siguiendo la investigación de Juana María Ibañez Rivas, se tiene que la
Corte ha declarado en los Casos de la Masacre de Pueblo Bello vs. Colombia y La
Cantuta vs. Perú que:

La pertinencia de aplicar estos criterios para determinar la razonabilidad del
plazo de un proceso depende de las circunstancias particulares de cada
caso155, pues en determinados supuestos el deber del Estado de satisfacer
plenamente los requerimientos de la justicia prevalece sobre la garantía del
plazo razonable156.

De otro lado, Juana María Ibañez Rivas, apunta que la Corte ha considerado que no
es necesario analizar los cuatro elementos “dado que es evidente que el tiempo
transcurrido sobrepasa excesivamente el plazo que pudiera considerarse razonable
para que el Estado investigue los hechos, “máxime si se tiene en cuenta que a ese
tiempo se le deberá sumar aquel que tome la individualización e identificación de
los responsables y el trámite del proceso penal con sus distintas etapas, hasta la
obtención de una sentencia firme157.

Siguiendo la investigación de Ibáñez Rivas, cabe apuntar tres estándares
internacionales referidos a las posibles alegaciones sobre el retardo de los procesos.
Así la Corte ha señalado en los casos Garibaldi vs. Brasil y Forneron e hija vs.
Argentina que:


155
Corte IDH. Caso de la Masacre de Pueblo Bello vs. Colombia, op. cit. párr. 171. También se tiene Caso
Radilla Pacheco vs. México, op. cit. párr. 244.
156
Corte IDH. Caso La Cantuta vs. Perú. Fondo, reparaciones y costas. Sentencia de 29 de noviembre de
2006, párr. 149 y Caso Radilla Pacheco vs. México, op. cit. párr. 153.
157
Corte IDH. Caso García y Familiares vs. Guatemala, op. cit. párr. 153.
No es posible alegar obstáculos internos, tales como la falta de
infraestructura o personal para conducir los procesos judiciales para
eximirse de una obligación internacional, o “una sobrecarga crónica
de casos pendientes158.

En todo caso, la jurisprudencia interamericana en los Casos Hilaire, Constantine y
Bejamin y otros vs. Tribunal y Tobago, Gonzalez Medina y familiares vs. República
Dominicana y Anzualdo Castro vs. Peru, entre otros, establece que:

Corresponde al Estado demostrar las razones por las cuales un proceso o conjunto
de procesos han tomado un período determinado que exceda los límites del plazo
razonable (Caso Hilaire, Constantine y Benjamin y otros vs. Trinidad y Tobago, párr.
145), por ejemplo, si éste expone y prueba que la demora tiene directa relación con
la complejidad del caso o con la conducta de las partes en el caso (Gonzáles Medina
y familiares vs. República Dominicana, párr. 257). En caso de no demostrarlo, la Corte
“tiene amplias atribuciones para hacer su propia estimación al respecto” (Caso
Anzualdo Castro vs. Perú, párr. 156)159.

Por último, para complementar el estudio sobre el derecho a ser juzgado en un plazo
razonable, atendiendo el apunte realizado por Ibáñez Rivas 160 , es importante
referirnos a la precisión realizada por la Corte respecto a la relación entre el
concepto del plazo razonable en el proceso judicial y el derecho de toda persona en
prisión preventiva a ser juzgada dentro de un de plazo razonable o ser puesta en
libertad, reconocido en el art. 7.5 de la Convención. A este respecto la Corte ha
establecido en los Casos Bayarri vs. Argentina y Barreto Leiva:

Cuando el plazo de la prisión preventiva sobrepasa lo razonable, el Estado
podrá limitar la libertad del imputado con otras medidas menos lesivas que
aseguren su comparecencia al juicio, distintas de la privación de libertad y
“este derecho del individuo trae consigo, a su vez, una obligación judicial de
tramitar con mayor diligencia y prontitud los procesos penales en los que el
imputado se encuentre privado de libertad161.

5. El derecho a obtener una debida motivación y


fundamentación de las resoluciones como garantía de
no arbitrariedad

Como ya se ha señalado la Corte, entre otros, en el Caso Aptiz Barbera y otros vs.
Venezuela al realizar una lectura del art. 8 de la CADH ha establecido que el deber
de motivación si bien no se encuentra expresamente dentro de sus disposiciones ha
establecido que el deber de motivar las resoluciones es una de las “debidas


158
Corte IDH. Caso Garibaldi vs. Brasil, op. cit., párr. 137 y Caso Forneron e hija vs. Argentina, op. cit., párr.
74.
159
Ibáñez Rivas cita también los casos: López Mendoza vs. Venezuela, op. cit. párr. 162, Uzcátegui y otros
vs. Venezuela, párr. 237.
160
Ibáñez Rivas, op. cit. p. 230.
161
Corte IDH. Caso Bayarri vs. Argentina. Excepciones preliminares, fondo, reparaciones y costas.
Sentencia de 30 de octubre de 2008, párr. 70 y Caso Barreto Leiva vs. Venezuela, op. cit. párr. 120.
garantías” vinculada con la correcta administración de justicia para salvaguardar el
derecho a un debido proceso162.

Siguiendo la investigación de Elizabeth Salmón y Cristina Blanco 163 , las autoras
sostienen que en el Sistema Interamericano, el primer caso en el que se alegó la falta
de motivación de una decisión judicial fue en el de Lori Berenson vs. Perú. La
Comisión alegó que la Sentencia que condenó a la presunta víctima carecía de una
motivación de hechos; empero, la Corte al observar las normas del ordenamiento
interno peruano relativas a la valoración de la prueba y la motivación de hecho,
concluyó que no ingresaría a analizar la calidad de la motivación. Postura que ha
sido cambiada porque en diferentes casos ha exigido el deber de motivación como
como componente de las debidas garantías que forman parte del debido proceso.

Ha sido en el Caso Yatama vs. Nicaragua que la Corte por primera vez desarrolló la
motivación y determinó que en toda decisión que afecte derechos humanos es
fundamental la motivación de esas decisiones, de lo contrario serían arbitraria164.
En los casos Aptiz Barbera y otros vs. Venezuela y López Mendoza vs. Venezuela, la
Corte ha justificado que:

La motivación demuestra a las partes que éstas han sido oídas, que sus
alegatos han sido tomados en cuenta y que el conjunto de pruebas ha sido
analizado (Aptiz Barbera, párr. 78). Además, en aquellos casos en que las
decisiones son recurribles, la motivación proporciona a las partes la
posibilidad de criticar la resolución y lograr un nuevo examen de la cuestión
ante las instancias superiores (Caso López Mendoza, párr. 148).

Siguiendo la jurisprudencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos del Caso
Hurk vs. Holanda, en los Casos Aptiz Barbera y otros vs. Venezuela y López Mendoza
vs. Venezuela, ha asumido el criterio que:

El deber de motivar no exige una respuesta detallada a todos y cada uno de los
argumentos de las partes, sino que puede variar según la naturaleza de la
decisión, y que corresponde analizar en cada caso si dicha garantía ha sido
satisfecha165.

En el ámbito disciplinario en el caso Chocrón Chocrón vs. Venezuela, determinó que
se vuelve “imprescindible la indicación precisa de aquello que constituye una falta y
el desarrollo de argumentos que permitan concluir que las observaciones tienen la
suficiente entidad”166.


162
Corte IDH. Caso Aptiz Barbera y otros (Corte Primera de lo Contencioso y Administrativo) vs. Venezuela,
op. cit., p. 77.
163
Salmón E y Blanco C. El derecho al debido proceso en la jurisprudencia de la Corte Interamericana de
Derechos Humanos, Lima: Instituto de Democracia y Derechos Humanos de la Pontificia Universidad
Católica del Perú-Cooperación Alemana al Desarrollo, 2012, p. 235.
164
Corte IDH. Caso Yatama vs. Nicaragua, Excepciones preliminares, fondo, reparaciones y costas.
Sentencia de 23 de junio de 2005, párrs. 152 y 153. Así también Caso López Mendoza vs. Venezuela, op.
cit. párr. 141.
165
Corte IDH. Caso Apitz Barbera y otros (Corte Primera de lo Contencioso Administrativo) vs. Venezuela,
op. cit., párr. 90 y Caso López Mendoza vs. Venezuela, op. cit. párr. 146.
166
Corte IDH. Caso Chocrón Chocrón vs. Venezuela op. cit. párr. 120.

Así en el caso Yatama vs. Nicaragua, vinculado con la restricción al ejercicio de
derechos políticos, la Corte determinó que el Consejo Supremo Electoral de
Nicaragua, que excluyo al partido político regional indígena cuyas siglas son
YATAMA del proceso electoral municipal de 2000, a pesar de que no se trataba de
una decisión judicial, sino de una administrativa emanada del órgano electoral, la
Corte observó que al tratarse de una decisión que afecta derechos humanos, como
la participación política, debía estar debidamente fundamentada, y que en el caso
exigía al menos tres aspectos a fin de descartar cualquier indicio de arbitrariedad:

1. Señalar la base jurídica en la que se basó la autoridad para tomar su
decisión;
2. Los hechos en los que conste el incumplimiento y
3. Las consecuencias jurídicas.167

Salmón y Blanco168 en su investigación hacen un análisis detallado sobre los casos
en los que la Corte se ha pronunciado sobre el deber de motivación vinculado con
diferentes derechos, cuyo detalle por su importancia se relaciona de la siguiente
manera:

Casos en los que la Corte IDH ha exigido el deber de motivación por afectar
DEREHOS HUMANOS

Debida fundamentación en 1. Caso Yatama vs. Nicaragua (exclusión de partido
decisiones que restringen político indígena de proceso electoral municipal)
derechos políticos
-Las decisiones que adopten los órganos internos que
puedan afectar derechos humanos deben estar
debidamente fundamentas, sino sería decisiones
arbitrarias (párr. 152)
-La debida fundamentación exige hacer referencia a: 1)
la base normativa; 2) los hechos que sirvieron de base
para tomar la decisión, y) consecuencias jurídicas (parr.
153)

2. Caso Castañeda Gutman vs. México. (negativa de
recurso de amparo interpuesto contra decisión que
denegó solicitud de inscripción como candidato
independiente al cargo de Presidente de Estado)

-La exigencia de motivación, no es equivalente a que
haya un análisis de fondo del asunto (párrs. 93 y 94).

3. Caso López Mendoza vs. Venezuela (inhabilitación
para el ejercicio de la función pública y participar en
elecciones regionales)


167
El caso López Mendoza vs. Venezuela se refiere también al cumplimiento del deber de motivación en
decisiones que suponen la restricción de derechos políticos. Los hechos
168
Salmón E y Blanco C. Op. cit. p. 236-
Si bien el deber de motivar no exige una respuesta
detallada a todos los argumentos de las partes, el
contralor “debía responder y sustentar autónomamente
sus decisiones y no simplemente remitirse a las previas
declaraciones de responsabilidad realizadas por la
Dirección de responsabilidades” (párrs. 146 y 147).

Debida fundamentación en Caso Claude Reyes y otros vs. Chile (Denegatoria de
decisiones administrativas información a las víctimas en relación a proyecto de
que restringen el derecho a deforestación)
la libertad de pensamiento
y expresión La debida fundamentación debería permitir
“conocer cuáles fueron los motivos y normas en que
se basó la autoridad para no entregar parte de la
información (párr. 122)
Debida fundamentación en Caso Escher y otros vs. Brasil (interceptación,
decisiones relativas a la monitoreo y divulgación ilegal de líneas telefónicas
restricción del derecho a la de miembros de organizaciones civiles)
vida privada -La motivación y fundamentación deben demostrar
que han sido ponderados todos los requisitos
legales y demás elementos que justifican la
concesión o la negativa de la medida (párr. 139)169
Debida fundamentación en Caso Palamara Iribarne vs. Chile 170 (órdenes de
decisiones judiciales que prisión preventiva ante tribunales penales
restringen el derecho a la militares)
libertad personal -La Corte consideró arbitrarias, la falta de norma
jurídica que sirva de fundamento para ordenar la
prisión preventiva y, en segundo lugar, la
inexistencia de una justificación de su aplicación en
el caso concreto.
Caso Chaparro Álvarez y Lapo Íñiguez vs.
Ecuador 171 (revisiones sobre la pertinencia de
mantener la medida de privación de libertad)

-Deber de motivación en el cumplimiento de la
obligación de realizar revisiones periódicas de los
fundamentos de una medida de la libertad personal
Debida motivación en Caso Tristán Donoso vs. Panamá 172 (gravación y
decisiones judiciales en divulgación de conversación telefónica de abogado)
materia penal -El deber de motivar no exige una respuesta
detallada a todo argumento de las partes, sino que
puede varias según la naturaleza de la decisión, y

169
Corte IDH. Caso Escher y otros vs. Brasil. Excepciones preliminares y costas. Sentencia del 6 de julio de
2009, párr. 139.
170
Corte IDH. Caso Palamara Iribarne vs. Chile. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 22 de
noviembre de 2005, párrs. 205-207.
171
Corte IDH. Caso Chaparro Álvarez y Lapo Íñiguez vs. Ecuador. Excepciones preliminares, fondo,
reparaciones y costas. Sentencia de 21 de noviembre de 2007, párr. 107.
172
Corte IDH. Caso Tristán Donoso vs. Panamá. Excepción preliminar, fondo, reparaciones y costas.
Sentencia de 27 de enero de 2009, párr. 154.
que corresponde analizar en cada caso si dicha
garantía ha sido satisfecha.
La Corte consideró que la falta de referencia con
respecto a la divulgación de la conversación
telefónica constituyó falta al deber de motivación.
Debida fundamentación en Caso Apitz Barbera y otros vs. Venezuela
decisiones de control (Destitución de magistrados por haber incurrido en
disciplinario de error judicial inexcusable al conceder un amparo
magistrados cautelar que suspendió los efectos de un acto
administrativo)
-Incorpora el deber de motivación como parte de
las debidas garantías a que hace referencia el art.
8.1 CADH.
-La motivación demuestra a las partes que éstas
han sido oídas. La argumentación de un fallo debe
mostrar que han sido debidamente tomados en
cuenta los alegatos de las partes y que el conjunto
de pruebas ha sido analizado.
-En aquellos casos en los que las decisiones son
recurribles, les proporciona la posibilidad de
criticar la resolución y lograr un nuevo examen de
la cuestión ante las instancias superiores (párr. 77)
-Al ejercer el control disciplinario es exigible la
elaboración de una motivación que la existencia de
una falta disciplinaria, la gravedad de la conducta y
la proporcionalidad de la sanción.

Caso Chocrón Chocrón vs .Venezuela (Destitución
de magistrados)

-La sola decisión de dejar sin efecto el
nombramiento de jueces debe encontrarse
mínimamente justificada173
Debida fundamentación en Caso Barbani Duarte y otros. vs. Uruguay
decisiones administrativas (transferencia de depósitos bancarios sin mediar
para evitar un tratamiento consentimiento de los ahorristas)
arbitrario y discriminatorio






173
En este Caso determinó que la motivación exige la precisión de los hechos que sustentan la decisión y
la indicación de si se trata de una medida de naturaleza sancionatoria. Si se trata de una sanción
disciplinaria, la exigencia de motivación es más alta (ya que el control disciplinario tiene como objeto
valorar la conducta, idoneidad y desempeño del juez como funcionario público y, por ende,
correspondería analizar la gravedad de la conducta y la proporcionalidad de la sanción. Corte IDH. Caso
Chocrón Chocrón vs. Venezuela. Excepción preliminar, fondo, reparaciones y costas. Sentencia de 1 de
julio de 2001, párr. 121.

Tema 3

Garantías mínimas del
debido proceso contenidas
en el art. 8.2. de la
Convención Americana

1. Derecho a la presunción de inocencia



La Corte en el Caso Chaparro Álvarez y Lapo Íñiguez vs. Ecuador ha señalado que el
propósito de las garantías judiciales subyace en el principio de inocencia, su idea
rectora es concebir que una persona es inocente hasta que se demuestre su
culpabilidad174. A este respecto, el art. 8.2 de la CADH, haciendo alusión al principio
de inocencia exige que una persona no puede ser condenada mientras no exista
prueba plena de su responsabilidad penal. Precisamente por ello, la Corte en los
casos Cantoral Benevides vs. Perú y Ricardo Canese vs. Paraguay ha establecido que:

Si contra una persona obra prueba incompleta o insuficiente de su responsabilidad
penal, no es procedente condenarla, sino absolverla175, en la medida que para una
sentencia condenatoria debe existir prueba plena de dicha responsabilidad. En
consecuencia, el principio de presunción de inocencia acompaña al acusado durante
toda la tramitación del proceso hasta que una sentencia condenatoria que
determine su culpabilidad quede firme176.

De esto, determinó en el Caso Cabrera García y Montiel Flores vs. México que:

La presunción de inocencia se vulnera si antes de que el acusado sea
encontrado culpable una decisión judicial relacionada con él refleja la
opinión de sí lo es177.

Asimismo, la Corte siguiendo el entendimiento jurisprudencial del Tribunal
Europeo en el caso Allenet de Ribemont vs. France estableció en el Caso Lori
Berensón Mejía vs. Perú que:

El derecho a la presunción de inocencia puede ser violado no sólo por un juez
o una Corte sino también por otra autoridad pública. Así el art. 8.2. la
Convención exige que el Estado no condene informalmente a una persona o
emita juicio ante la sociedad, contribuyendo así a formar una opinión pública,
mientras no se acredite conforme a la ley la responsabilidad penal de
aquella178.

Siendo el principio de presunción de inocencia el fundamento de las garantías
judiciales, la Corte ha establecido que de éste deriva la obligación estatal de no
restringir la libertad del detenido más allá de los límites estrictamente necesarios
para asegurar que no impedirá el desarrollo eficiencia de las investigaciones y que
no eludirá la acción de la justicia, pues la prisión preventiva es una medida cautelar,
no punitiva. En consecuencia, una prolongada detención preventiva equivaldría a

174
Corte IDH. Caso Chaparro Álvarez y Lapo Íñiguez op. cit. párr. 145.
175
Corte IDH. Caso Cantoral Benavides vs. Perú, op. cit., párr. 120. En este caso la Corte alegó que la
presunta víctima fue condenada por el delito de traición a la patria sin existir pruebas suficientes para
determinar su responsabilidad.
176
Corte IDH. Caso Ricardo Canese vs. Paraguyay, op. cit. párr. 154.
177
Corte IDH. Caso Cabrera García y Montiel Flores vs. México, op. cit. párr. 184 y Caso López Mendoza
vs. Venezuela op. cit. párr. 128.
178
Corte IDH Lori Berenson Mejía vs. Perú, op. cit., párrs. 159 y 160.
anticipar la pena y, por tanto, puede violar el principio de presunción de
inocencia179.

De lo precedentemente señalado y atendiendo la investigación realizada por Salmón
y Blanco180, se distingue tres ámbitos en los que la Corte ha aplicado este principio,
a saber:

La prohibición de condena penal a una


persona mientras no exista prueba
principio de presunción
Ámbitos de aplicación

plena de su responsabilidad

La aplicación prolongada de prisión


preventiva a personas cuya
responsabilidad no ha sido establecida
de inocencia

La exposición pública de una persona


procesada como culpable de un delito


1.1. La prohibición de condena penal a una persona mientras no
exista prueba plena de su responsabilidad

Como se ha señalado en el Caso Cantoral Benavides vs. Perú ella prueba incompleta
o insuficiente, no es procedente condenarla sino absolverla. Además de establecer
que la carga de la prueba recaiga en las autoridades a cargo de realizar la acusación
y juzgamiento de una persona imputada de la comisión de un delito181.

En el caso Acosta Calderón vs. Ecuador, la Corte evaluó que, a pesar de que la
legislación interna establece los medios que se deben utilizar para determinar la
responsabilidad penal por el delito de tráfico de estupefacientes, en el caso de
Acosta Calderón el Estado no cumplió con demostrar por medios técnicos y
científicos que se encontraba en posesión de estas sustancias. Por el contrario, la
Corte observó que se utilizó la declaración policial, por lo que no existieron indicios
suficientes para declarar su culpabilidad. Esto fue considerado una violación del
principio de presunción de inocencia182.

179
Corte IDH Suárez Rosero vs. Ecuador, op. cit. párrs. 77 y 78.
180
Salmón E, y Blanco C., op. cit., p. 252.
181
Corte IDH. Caso Ricardo Canese vs. Paraguay. Fondo, reparaciones y costas. Sentencia de 31 de agosto
de 2004, párr. 161. Asimismo, Corte IDH. Caso García Asto y Ramírez Rojas vs. Perú. Excepción preliminar,
fondo, reparaciones y costas. Sentencia 25 de noviembre de 2005, párr. 160.
182
Corte IDH. Caso Acosta Calderón vs. Ecuador. Fondo, reparaciones y costas. Sentencia de 24 de junio
de 2005, párr. 113-115.

1.2. La aplicación prolongada de prisión preventiva a personas cuya


responsabilidad no ha sido establecida

La Corte ha señalado que el estricto respeto de la presunción de inocencia tiene
especial incidencia en el derecho a la libertad personal. En el caso Suárez Rosero,
respecto de quien la Corte consideró que se vulneró la presunción de inocencia por
la prolongada detención por cerca de cuatro años y se convirtió la prisión preventiva
en una forma de sentencia anticipada, precisando que se viola este principio cuando
se excede el plazo de prisión preventiva. En el mismo sentido se han pronunciado
los casos Tibi vs. Ecuador, Acosta Calderón vs. Ecuador, así como el caso Bayarri vs.
Argentina, quien permaneció cerca de tres años bajo dicha condición.

Asimismo, en el caso Palamara Iribarne vs. Chile exigió además que para proceda la
privación de libertad preventiva acorde al principio de presunción de inocencia es
imprescindible que la resolución se encuentre debidamente motivada en cuanto a
los supuestos que deben presentarse para que la prisión preventiva pueda
ordenarse válidamente. En concreto señalo que:

El Estado puede ordenar la prisión preventiva cuando se cumplan con los requisitos
necesarios para restringir el derecho a la libertad persona, existan indicios
suficientes que permitan suponer razonablemente la culpabilidad de la persona
sometida a un proceso y que sea estrictamente necesaria para asegurar que el
acusado no impedirá el desarrollo eficiente de las investigaciones ni eludirá la
acción de la justicia. De esta forma para que se respete la presunción de inocencia al
ordenarse medidas restrictivas de la libertad es preciso que el Estado fundamente y
acredite la existencia, en el caso concreto, de los referidos requisitos por la
Convención183.

1.3. La exposición pública de una persona procesada como culpable de


un delito

Los casos Cantoral Benavides vs. Perú y Lori Berenson vs. Perú, quienes fueron
expuestos ante los medios de comunicación como autores del delito de terrorismo
y traición a la patria respectivamente, sin haber sido procesados ni condenados, ha
dado lugar a que la Corte considere la lesión del principio de presunción de
inocencia y a dar lugar en el último caso a extender la obligación de respetar la
presunción de inocencia a las autoridades públicas, distintas a las judiciales.

2. Derecho a un traductor o intérprete si no se


comprende o no habla el idioma del juzgado o tribunal


183
Corte IDH. Caso Plamara Iribarne vs. Chile. Fondo, reparaciones y costas. Sentencia de 22 de noviembre
de 2005, párr. 198.
El derecho del inculpado de ser asistido gratuitamente por un traductor o intérprete
si no comprende o no habla el idioma del juzgado o tribunal, se encuentra inserto en
el art. 8.2.a CADH.

En la Opinión Consultiva OC-16/99, la Corte se ha pronunciado sobre el contenido
de este derecho expresando que para que un proceso alcance sus objetivos “debe
reconocer y resolver los factores de desigualdad real de quienes son llevados ante
la justicia, atendiendo así al principio de igualdad ante la ley y los tribunales, y a la
correlativa prohibición de discriminación. De esta manera ha expresado que:

Frente a condiciones de desigualdad real entre las personas, los Estados están
obligados a adoptar medidas de compensación que contribuyan a reducir o
eliminar los obstáculos y deficiencias que impidan o reduzcan la defensa eficaz
de los propios intereses184.

En el caso Baldeón García vs. Perú, la Corte complementó el razonamiento
precedente señalando que:

Si no existieran esos medios de compensación, ampliamente reconocidos en
diversas vertientes del procedimiento, difícilmente se podría decir que
quienes se encuentran en condiciones de desventaja disfrutan de un
verdadero acceso a la justicia y se benefician de un debido proceso legal en
condiciones de igualdad con quienes no afrontan esas desventajas185.

Teniendo en cuenta estos criterios dos son los ámbitos en los que la Corte se ha
pronunciado: la situación de extranjeros y los casos de personas pertenecientes a una
comunidad campesina o pueblo indígena

Derecho al
traductor • extranjeros
o
intérprete • indígenas


184
Corte IDH. Opinión Consultiva OC-16/99, op. cit. párr. 119. En el mismo sentido se pronunció en el caso
Vélez Loor vs. Panamá, op. cit. párr. 152.
185
Corte IDH. Caso Baldeón García vs. Perú, op. cit. párr. 203.
En los supuestos de miembros de pueblo indígena la Corte ha establecido en el caso
Tiu Tojín vs. Guatemala que el Estado debe asegurar que las personas “puedan
comprender y hacerse comprender en los procedimientos legales, facilitándoles
intérpretes u otros medios eficaces para tal fin”186.

Conviene traer a colación y que además de vincularse con el derecho a la libertad de
expresión y la igualdad ante la ley, es el Caso López Álvarez vs. Honduras, donde el
Director del Centro Penal de Tella en el que se encontraba interno el señor López
Alvarez prohibió a la población garífuna de dicho centro hablar en su idioma
materno. Ante este hecho probado, la Corte señaló que “la lengua es uno de los más
importantes elementos de identidad de un pueblo, precisamente porque garantiza
la expresión, difusión y transmisión de su cultura187.

3. Derecho del inculpado a una comunicación previa y


detallada de la acusación formulada

El art. 8.2.b de la CADH prevé el derecho del inculpado a una comunicación previa y
detallada de la acusación formulada, de acuerdo con la jurisprudencia de la Corte
(Caso Tibi vs. Ecuador) para satisfacer este derecho:

El Estado debe informar al interesado no solamente de la causa de la acusación,
esto es, las acciones u omisiones que se le imputan, sino también las razones
que llevan al Estado a formular la imputación, los fundamentos probatorios de
ésta y la caracterización legal que se da a esos hechos. Esta información debe
ser expresa, clara integral y suficientemente detallada para permitir al acusado
que ejerza plenamente su derecho a la defensa y muestre al juez su versión de
los hechos.188

Consecuentemente de acuerdo con la Corte, la comunicación previa a la que hace referencia
el art. 8.2.b debe reunir los siguientes requisitos:


186
Corte IDH. Caso Tiu Tojín vs. Guatemala. Fondo reparaciones y costas. Sentencia de 26 de noviembre
de 2008, párr. 100.
187
Corte IDH. Caso López Álvarez vs. Honduras, op. cit. párr. 171.
188
Corte IDH. Caso Tibi vs. Ecuador, op. cit. párr. 187 y Caso Barreto Leiva vs. Venezuela, op. cit. párr. 28.
expresa

Requisitos de
suficientement la
e detallada comunicación clara
previa

integral


En el mismo caso Tibi vs. Ecuador estableció que:

La notificación detallada de los hechos que se atribuyen al imputado
debe ocurrir previamente al momento en que rinda su primera
declaración ante cualquier autoridad pública (párr. 234). El contenido
de dicha notificación variará de acuerdo al avance de las
investigaciones, llegando a su punto máximo, cuando se produce la
presentación formal y definitiva de los cargos. En todo caso, antes de
ello y como mínimo el investigado deberá conocer con el mayor detalle
posible los hechos que se le atribuyen189.

En el Caso Barreto Leiva vs. Venezuela, la Corte precisó que en todo caso el
investigado, antes de declarar, deberá conocer de manera oficial cuáles son los
hechos que se le imputan, no tendrá que deducirlos de la información pública o de
las preguntas que se le formulan y, por tanto, “su respuesta podrá ser efectiva y sin
el margen de error que las conjeturas producen”. Además, precisó que:

Ya que la transición entre ‘investigado’ y ‘acusado’ –y en ocasiones incluso
‘condenado’– puede producirse de un momento a otro, no se puede esperar a
que la persona sea formalmente acusada o que se encuentre privada de la
libertad, “para proporcionarle la información de la que depende el oportuno
ejercicio del derecho a la defensa190.

Sin perjuicio de lo anterior, la Corte ha precisado en el mismo caso:

En ciertos casos, “[e]s admisible que […] exista reserva de las diligencias
adelantadas durante la investigación preliminar en el proceso penal, para
garantizar la eficacia de la administración de justicia”, ya que “[a]siste al Estado
la potestad de construir un expediente en búsqueda de la verdad de los hechos,


189
Corte IDH. Caso Barreta Leiva vs. Venezuela, op. cit. párr. 31.
190
Ibid., párrs. 46 y 47.
adoptando las medidas necesarias para impedir que dicha labor se vea afectada
por la destrucción u ocultamiento de pruebas”. Sin embargo, el Tribunal ha
recordado que “esta potestad debe armonizarse con el derecho de defensa del
investigado, que supone, inter alia, la posibilidad de conocer los hechos que se le
imputan”. (párr. 253).

Adicionalmente, con relación a este derecho, la Corte ha desarrollado el “principio
de coherencia o de correlación entre acusación y sentencia”, que implica que “la
sentencia puede versar únicamente sobre hechos o circunstancias contemplados en
la acusación”, es decir, que “debe mediar identidad entre los hechos de los que se
informa al inculpado y aquellos por los que se le procesa, acusa y sentencia”.239

Al respecto, la Corte en el Caso Fermín Ramírez vs. Guatemala ha establecido que:

La calificación jurídica de los hechos que se le imputan a una persona “puede ser
modificada durante el proceso por el órgano acusador o por el juzgador, sin que
ello atente contra el derecho de defensa, cuando se mantengan sin variación los
hechos mismos y se observen las garantías procesales previstas en la ley para
llevar a cabo la nueva calificación191.

En efecto la Corte en este caso observó que no sólo cambió la calificación jurídica del
delito que se le imputó a la víctima en la acusación y el auto de apertura a juicio, de
violación agravada a asesinato, sino que se modificó también la base fáctica del
proceso, sin ofrecerle la oportunidad de rendir una nueva declaración en relación
con los último hechos que se le atribuyeron, razón por la cual se declaró la violación
al art. 8.2.b) de la Convención y, en consecuencia, al representar un obstáculo para
preparar adecuadamente la defensa, al art. 8.2.c.

En la misma línea, en el caso Tribunal Constitucional vs. Perú, la Corte precisó:

El cambio en el objeto de una indagatoria puede transgredir el derecho de las
personas en un proceso, si éstas no son informadas con anticipación sobre el
nuevo asunto que motiva su concurrente192.

4. Derecho del inculpado a que se le conceda el tiempo y


los medios adecuados para la preparación de su
defensa

En el Sistema Interamericano, la Corte en el Caso Palamara Iribarne vs. Chile ha
establecido que:

Este derecho comprende la obligación del Estado de permitir “el acceso del
inculpado al conocimiento del expediente llevado en su contra”, respetando


191
Corte IDH. Caso Fermín Ramírez vs. Guatemala op. cit., párr. 67 y 68.
192
Corte IDH. Tribunal Constitucional vs. Perú. Competencia. Sentencia de 24 de septiembre de 1999,
párr. 82.
el principio del contradictorio, que garantiza la intervención del inculpado
en el análisis de la prueba193.

Así en el Caso Radilla Pacheco vs. México ha establecido que el acceso al pendiente
es requisito sine qua non de la intervención procesal de la víctima en la causa en la
que se constituye como parte coadyuvante o querellante, según la legislación
interna194.

Asimismo, en el caso Barreto Leiva vs. Venezuela ha precisado que en los casos en
que el Estado pretenda limitar este derecho:

Debe respetar el principio de legalidad, argü ir de manera fundada cuál es el
fin legítimo que pretende conseguir y demostrar que el medio a utilizar para
llegar a ese fin es idóneo, necesario y estrictamente proporcional. Caso
contrario, la restricción del derecho de defensa del individuo será contraria
a la Convención195.

Otro aspecto importante es el referido al secreto de sumario que impide a las
víctimas acceder al expediente del caso, sin importar que tal secreto haya sido
dispuesto para asegurar el éxito de las investigaciones. En criterio de la Corte, si bien
es cierto que el Estado tiene la facultad de declarar el secreto de sumario, debe
actuar dentro de los límites y conforme a los procedimientos que permiten
preservar tanto la seguridad pública como los derechos fundamentales.

Concretamente, la Corte señaló que:
Uno de esos derechos fundamentales es el derecho a contar con el tiempo y los medios
adecuados para preparar la defensa, prevista en el artículo 8.2.c de la Convención, que
obliga al Estado a permitir el acceso del inculpado al conocimiento del expediente
llevado en su contra. Asimismo, se debe respetar el principio del contradictorio, que
garantiza la intervención de aquél en el análisis de la prueba. Si el Estado pretende
limitar este derecho, debe respetar el principio de legalidad, argüir de manera
fundada cuál es el fin legítimo que pretende conseguir y demostrar que el medio a
utilizar para llegar a ese fin es idóneo, necesario y estrictamente proporcional. Caso
contrario, la restricción del derecho de defensa del individuo será contraria a la
Convención196.

De otro lado, con relación al derecho a contar con tiempo adecuado para preparar
la defensa, en el Caso Chaparro Álvarez y Lapo Íñiguez vs. Ecuador, la Corte consideró
que el Estado violó el derecho de concesión del tiempo y medios al inculpado para
la preparación de su defensa porque los abogados de las víctimas no pudieron estar

193
Corte IDH. Caso Palamara Iribarne vs. Chile, op. cit. párr. 170 y Caso Cabrera García y Montiel Flores
vs. México, op. cit. párr. 156.
194 Corte IDH. Caso Radilla Pacheco vs. México, op. cit. párr. 252 y Caso Castillo Gonzáles y otros vs.
Venezuela. Fondo. Sentencia de 27 de noviembre de 2012, párr. 168. En el Sistema Universal, con relación
a los medios adecuados para la preparación de la defensa, en la Observación General No. 32, el Comité
de Derechos Humanos estableció que el derecho a disponer del tiempo y de los medios adecuados para
la preparación de la defensa incluye el derecho de acceso a los documentos y demás testimonios que el
acusado necesite para preparar su defensa.
195
Corte IDH. Case Barreto Leiva vs. Venezuela, op. cit. párr. 55.
196
Corte IDH, Caso Barreto Leiva vs. Venezuela, óp. cit., párrs. 54 y 55.
presentes en la realización de una diligencia fundamental para un proceso por el
delito de tráfico de drogas. La ausencia de este instrumento se debió a que la jueza
notificó la orden de dicha prueba dos horas y media antes de su realización, por lo
que la Corte consideró que el tiempo era insuficiente y por ende se había vulnerado
el artículo 8.2.c) de la CADH197.

De otro lado, la Corte se ha pronunciado también con respecto a la posibilidad de
que la vulneración del artículo 8.2.c) de la CADH se dé por omisión y no únicamente
por comisión. Así, en el Caso Da Costa Cadogan vs. Barbados analizó la situación de
un condenado a muerte que al parecer tenía trastornos de personalidad y
dependencia del alcohol. El juez encargado del proceso no había ordenado a un
experto realizar un examen para determinar si efectivamente esta persona padecía
de dichos trastornos y dependencia, pese a que el ordenamiento jurídico de
Barbados lo disponía. Por ello, la Corte en el referido caso consideró vulnerado el
artículo 8.2.c) de la CADH por omisión198.

De igual forma, es importante señalar que en la Opinión Consultiva OC-16/99, del 1
de octubre, la Corte afirmó que el derecho a la información sobre la asistencia
consular (previsto en el artículo 36.1.b de la Convención de Viena sobre Relaciones
Consulares), constituye “un medio para la defensa del inculpado, que repercute -y
en ocasiones decisivamente- en el respeto de sus otros derechos procesales”. Para
la Corte, ese derecho “debe ser reconocido y considerado en el marco de las
garantías mínimas para brindar a los extranjeros la oportunidad de preparar
adecuadamente su defensa y contar con un juicio justo”199.

5. Derecho del inculpado a defenderse personalmente,


ser asistido por un defensor de su elección y de
comunicarse libre y privadamente con su defensor

El art. 8.2.d de la Convención se refiere a dos posibilidades de defensa del inculpado,
esto es, la que puede ejercer él mismo (defensa material) y aquélla que supone la
asistencia de un defensor de su elección (defensa técnica).

La conexidad de este artículo con el derecho a que se conceda al inculpado el tiempo
y los medios adecuados para la preparación de la defensa ha sido expresamente
definida por la Corte en diferentes casos, en los que ha declarado la violación
conjunta de dichos derechos, según podemos recoger de la investigación realizada
por Juana Ibáñez Rivas200 debido a que la víctima no pudo contar con el patrocinio
letrado de un defensor público o que, una vez que pudo obtener un abogado de su
elección, no tuvo posibilidad de comunicarse en forma libre y privada con él (Caso
Suarez Rosero vs. Ecuador, párr. 83); el abogado defensor tuvo sólo un día para revisar


197
Corte IDH, Caso Chaparro Álvarez y Lapo Íñiguez vs. Ecuador, óp. cit., párr. 153 y 154.
198
Corte IDH, Caso Da Costa Cadogan vs. Barbados, óp. cit., párrs. 88 a 90.
199
Corte IDH. El derecho a la información sobre la asistencia consular en el marco de las garantías del
debido proceso legal. Opinión Consultiva OC-16/99, del 1 de octubre de 1999, óp. cit., párr. 4.6.
200
Ibañez Rivas J., op. cit. p. 237-238.
todo un expediente o su labor fue restringida; existieron escasas posibilidades de
presentación de pruebas de descargo (Caso Castillo Petruzzi y otros vs. Perú, párr. 141),
o se produjo el cambio de objeto del proceso en la etapa de la indagatoria (Caso
Tribunal Constitucional vs. Perú, párr. 82), entre otros. En todos esos casos, la Corte ha
considerado que la imposibilidad o las limitaciones en el derecho a defenderse
personalmente o a través de un defensor impiden que, en los hechos, el imputado
cuente con los medios para preparar su defensa, en los términos del artículo 8.2.c.

En cuanto al derecho a la defensa material, la Corte ha sido abierta y ha determinado
en la Opinión Consultiva OC-11/90 que:

Un inculpado puede defenderse personalmente siempre que lo
permita la legislación interna (…). Si el inculpado no quiere o no puede
hacer su defensa personalmente, tiene derecho de ser asistido por un
defensor de su elección. (párr. 25)

Así en el Caso Barreto Leiva vs. Venezuela dispuso que el inculpado a través de sus
propios actos, entre ellos la declaración que rinda sobre los hechos que se le
atribuyen, puede enfrentar y refutar la acusación en su contra (párr. 61).

Sobre la defensa técnica, la Corte en los Casos Barreto Leiva vs. Venezuela y Vélez
Loor vs. Panamá ha indicado que ésta supone que un defensor asesore al investigado
sobre sus deberes y derechos, sobre la posibilidad de ejercer recursos contra actos
que afecten derechos, y ejecute, entre otros, un control crítico y de legalidad en la
producción de pruebas. También ha señalado que:

El investigado debe tener acceso a la defensa técnica desde el momento en
que se ordena investigar a una persona o la autoridad dispone o ejecuta
actos que implican afectación de derechos. 201 Sobre todo, en la diligencia en
la que se recibe su declaración. Lo contario es limitar severamente el
derecho a la defensa, lo que ocasiona desequilibrio procesal y deja al
individuo sin tutela frente al ejercicio del poder punitivo202.

En esta línea ha resaltado la importancia de la comunicación libre y privada entre el
inculpado y su defensor.203

En este apartado conviene conectar los estándares internacionales señalados por la
Corte con relación al derecho a la defensa de una persona extranjera y el derecho
asistencia consular en casos relativos a personas que son privadas de libertad que
no son nacionales del país que las detiene.

La Corte ha señalado que el derecho a la asistencia consular reconocido en el art. 36
de la Convención de Viena Sobre Relaciones Consulares busca remediar la situación


201
Corte IDH. Caso Barreto Leiva vs. Venezuela, op. cit. párrs. 61 y 62 En el mismo sentido ha pronunciado
en el caso Corte IDH. Caso Vélez Loor vs. Panamá, op. cit. párr. 132. Vid. Cabrera García y Montiel Flores
vs. México, op. cit. párr. 155.
202
Corte IDH. Caso Barreto Leiva vs. Venezuela, op. cit. párr. 62.
203
Corte IDH. Caso Castillo Petruzzi y otros vs. Perú, op. cit. p. 146 y 148. Caso Suárez Rosero vs. Ecuador,
op. cit. párr. 83.
en la que se encuentran los extranjeros detenidos en un medio social y jurídico
diferente de los suyos.

En consecuencia, desde la óptica de los derechos de la persona detenida extranjera,
la Corte ha establecido en el caso Vélez Loor vs. Panamá, tres son los componentes
esenciales del derecho debido al individuo por el Estado Parte:

1. Derecho a ser notificado de sus derechos bajo la Convención de Viena sobre
relaciones Consulares;
2. El derecho de acceso efectivo a la comunicación con el funcionario consular,
y
3. El derecho a la asistencia misma204.

Respecto de la notificación ésta debe ser hecha antes que el detenido rinda su
primera declaración y supone que se le informe sobre su derecho a que el Estado
receptor comunique a la oficina consular competente de su situación, y a que el
Estado receptor transmita sin demora cualquier comunicación dirigida a la oficina
consular por el detenido205.

De acuerdo con la Corte, definido en el Caso Vélez Loor vs. Panamá:

La notificación se erige en una garantía fundamental de acceso a la justicia y
permite el ejercicio efectivo del derecho de defensa, pues el cónsul puede
asistir al detenido en diversos actos de defensa, como el otorgamiento o
contratación de patrocinio letrado, la obtención de pruebas en el país de
origen, la verificación de las condiciones en que se ejerce la asistencia legal y
la observación de la situación de privación de libertad206.

En cuanto al acceso efectivo a la comunicación consular la Corte ha establecido que
el Estado receptor no debe obstruir la actuación del funcionario consular de brindar
servicios legales al detenido207.

El derecho a la asistencia misma, se impone al Estado del cual el detenido es
nacional, en el sentido que tiene “el deber de proteger los derechos de sus nacionales
en el extranjero brindando protección consular. Las visitas de los funcionarios
consulares deberían ser con miras a proveer la protección de los intereses del


204
Corte IDH. Caso Vélez Loor vs. Panamá, op. cit. párr. 153. En este caso ha explicado que estos
estándares “no se aplican a las personas detenidas o retenidas que hayan solicitado una medida de
protección internacional (…). Si son detenidas, tales personas gozan de los derechos bajo la Convención
de Viena, no obstante, hay otras consideraciones para proteger sus intereses.
205
Corte IDH. Opinión Consultiva OC-16/99, op. cit., párr. 106, y Caso Vélez Loor vs. Panamá, op. cit., nota
al pie 157.
206
Corte IDH. Opinión Consultiva OC-16/99, op. cit., párr. 86, y Caso Vélez Loor vs. Panamá, op. cit., nota
al pie 154. La Corte ha considerado que la falta de notificación es en sí misma violatoria del art. 8 de la
Convención, pues coloca al detenido en estado de incertidumbre respecto de su situación jurídica y torna
impracticable el ejercicio del derecho a recurrir el fallo sancionatorio, regulado en el art. 8.2 de la
Convención. Vid. Caso Vélez Loor vs. Panamá, op.cit. párr. 180.
207
Corte IDH. Caso Vélez Loor vs. Panamá, op. cit. párr. 158.
detenido nacional, particularmente los asociados con su defensa ante los
tribunales208.

6. Derecho de ser asistido por un defensor de oficio



El art. 8.2.e de la Convención prevé el derecho irrenunciable de ser asistido por un
defensor proporcionado por el Estado, si el inculpado no se defendiere por sí mismo
ni nombrare defensor dentro del plazo establecido por ley.

De acuerdo con la Opinión Consultiva OC-11/90, párr. 25, el derecho a un defensor
de oficio se caracteriza por ser irrenunciable cuando el inculpado no se defendiere
por sí mismo ni nombrare defensor dentro del plazo establecido por ley, es decir, en
los supuestos regulados en el art. 8.2.d (desde que se abre la investigación o la
autoridad ejecuta actos, sobre todos al momento de prestar su declaración, en cuyo
caso tiene el derecho de que el Estado le proporcione uno. Esto supone que aún si el
inculpado no quiere defenderse, el Estado debe poner a su servicio un abogado para
que aquél siempre esté asistido.

Al respecto en la Opinión Consultiva OC-11/90 de Agotamiento de los recursos
internos, la Corte ha señalado que:

Si el Estado concernido no provee a un indigente un defensor gratuitamente, y aquél
se ve obligado a defenderse a sí mismo porque no puede pagar asistencia legal,
“podría presentarse una violación del art. 8 de la Convención si se puede probar que
esa circunstancia afectó el debido proceso a que tiene derecho dicha persona.
Consecuentemente, como la Convención Americana no ordena que la asistencia legal
sea gratuita, un indigente se ería discriminado por razón de su situación económica,
si requiriendo asistencia legal, el Estado no se la provee sin costo alguno209.

A este respecto, en el caso la Corte en el caso Cabrera García y Montiel Flores vs.
México, ha enfatizado que:

El nombrar un defensor de oficio con el sólo objeto de cumplir con una
formalidad procesal, equivaldría a no contar con defensa técnica, por lo que es
imperante que dicho defensor actúe de manera diligente con el fin de proteger
las garantías procesales del acusado y evite que sus derechos se vean
lesionados210.

De otro lado, en la Opinión Consultiva OC-18/03 sobre “Condición jurídica y
derechos de los migrantes indocumentados”, la Corte ha considerado que:

En procedimientos administrativos o judiciales en los cuales se pueda adoptar
una decisión que implique la deportación, expulsión o privación de libertad, la


208
Corte IDH. Opinión Consultiva OC-16/99, op. cit., párr. 87, y Caso Vélez Loor vs. Panamá, op. cit., párr.
158.

209
Corte IDH. Opinión Consultiva OC-11/90 sobre Excepciones al Agotamiento de los Recursos Internos,
párr. 25-27.
210
Corte IDH. Caso Cabrera García y Montiel Flores vs. México, op. cit. párr. 155.
prestación de un servicio público gratuito de defensa legal es necesaria para
evitar la vulneración del derecho a las garantías del debido proceso211.

En esta línea en el Caso Vélez Loor vs. Panamá, siguiendo el criterio expresado por
el Tribunal Europeo en el Caso Behham vs. United Kingdom, ha señalado que:

En los casos en que la consecuencia de un procedimiento migratorio pueda ser
una privación de la libertad de carácter punitivo, la asistencia jurídica gratuita
se vuelve un imperativo del interés de la justicia212.

Cabe precisar que el Tribunal ha establecido en el Caso Barreto Leiva vs. Venezuela
que ni el Ministerio Público, la Defensoría del Pueblo, ni las organizaciones no
gubernamentales responden a las exigencias de una defensa técnica, ni las
organizaciones no gubernamentales responden a las exigencias de una defensa
técnica proporcionada por el Estado213.

7. Derecho de la defensa de interrogar a los testigos


presentes en el Tribunal y de obtener la
comparecencia, como testigos o peritos, de otras
personas que puedan arrojar luz sobre los hechos art.
8.2.f

El art. 8.2.f de la Convención se refiere al derecho de toda persona procesada de
interrogar y solicitar la comparecencia de testigos o peritos que puedan colaborar
en el esclarecimiento de los hechos materia del proceso.

En ese sentido en el caso Castillo Petruzzi y otros vs. Perú, la Corte siguiendo la
jurisprudencia del Tribunal Europeo en los Casos Barberá, Messegué y Jabardo vs.
Spain y Bönisch vs. Austria, ha indicado que:

Dentro de las prerrogativas que deben concederse a quienes hayan sido
acusados está la de examinar los testigos en su contra y a su favor, bajo las
mismas condiciones que el Estado, con el objeto de ejercer su defensa y
hacer comparecer a personas que puedan arrojar luz sobre los hechos214.

En efecto, en el Caso Castillo Petruzzi y otros Vs. Perú, se alegó que la legislación
aplicada al juzgamiento de las víctimas –acusadas de terrorismo- impedía que se
interrogue como testigos a quienes fundamentaron la acusación y también a agentes
de la Policía y del Ejército que hayan participado en las diligencias de investigación.


211
Corte IDH. Condición Jurídica y Derechos de los Migrantes Indocumentados. Opinión Consultiva OC-
18/03 del 17 de septiembre de 2003, párr. 126, y Caso Vélez Loor vs. Panamá, op. cit., párr. 146.
212
Corte IDH. Caso Vélez Loor vs. Panamá, op. cit., párr. 146, y Caso Nadege Dorzema y otros vs. República
Dominicana, op. cit., párr. 164.
213
Corte IDH. Caso Barreto Leiva vs. Venezuela, op. cit., párr. 63. Sobre la justificación de la ineficacia de
estos servidores Vid. FICHA Sistematización jurisprudencial.
214
Corte IDH. Castillo Petruzzi y otros vs. Perú, op. cit. párr. 155.
De esto la Corte consideró que “la imposición de restricciones a los abogados
defensores de las víctimas vulnera el derecho de la defensa de interrogar testigos y
hacer comparecer a personas en el proceso que puedan arrojar luz sobre los
hechos”.

De otro lado, la Corte ha entendido que este derecho puede ser vulnerado ya sea por
acción o por omisión. Respecto del primero, en el Caso Ricardo Canese vs. Paraguay,
no se permitió a la defensa del inculpado obtener la comparecencia de testigos y
peritos, ya que el juez de primera instancia revocó la decisión mediante la cual citó
a audiencia a los testigos propuestos, luego de lo cual ordenó el cierre del período
probatorio. Esto fue calificado por la Corte como una violación del art. 8.2.f de la
Convención, la cual tuvo el efecto de limitar las posibilidades de defensa del señor
Canese215.

Un ejemplo de lo segundo, es el Caso DaCosta Cadogan vs. Barbados, quien fue
condenado a la pena de muerte y al parecer sufría de un trastorno de personalidad
y dependencia de alcohol. La Corte observó que el juez a cargo del proceso no ordenó
a un experto realizar un examen para determinar que efectivamente padecía de
dicho trastorno y dependencia, pese a que el ordenamiento jurídico lo permitía. En
particular, consideró que el juez no aseguró que el señor DaCosta Cadogan y su
abogado tuvieran conciencia sobre la disponibilidad de una evaluación gratuita,
voluntaria y detallada de su salud mental, con el fin de preparar su defensa en juicio.
Esta omisión de las autoridades judiciales llevó a la Corte a afirmar la violación del
art. 8.2.f. de la Convención216.

8. Derecho a no ser obligado a declarar contra sí mismo


ni a declararse culpable art. 8.2.g, y a declarar sin
coacción de naturaleza alguna (art. 8.3)

El art. 8.2.g de la Convención consagra el derecho de no autoincriminarse, así exige
a las autoridades estatales no obligar, de cualquier modo, a una persona procesada
a que realice una declaración que perjudique su situación o suponga una
autoinculpación. Esta disposición se interrelaciona con la obligación consagrada en
el art. 8.3 que garantiza el derecho a que las confesiones se realicen sin coacción
alguna.

A través de la Opinión Consultiva OC-17/02, la confesión ha sido considerada por la
Corte como un acto dentro del proceso que posee especial trascendencia para la
definición de ciertas consecuencias jurídicas que afectan la esfera de derechos y
responsabilidades del justiciable217. En este entendido en el Caso Maritza Urrutia vs.
Guatemala, ha expresado que:


215
Corte IDH. Caso Ricardo Canese vs. Paraguay. Fondo, reparaciones y costas. Sentencia de 31 de agosto
de 2004, párrs. 164 a 167.
216
Corte IDH. Caso DaCosta Cadogan vs. Barbado. Excepciones preliminares, fondo, reparaciones y costas.
Sentencia de 24 de septiembre de 2009, párr. 88 a 90.
217
Corte IDH. Opinión Consultiva OC-17/02, op. cit. párr. 128.
Este derecho también se tiene que respetar en procedimientos o actuaciones
previas o concomitantes a los procesos judiciales que, de no someterse a tales
garantías, pueden tener un impacto desfavorable no justificado sobre la
situación jurídica de la persona de que se trata218.

En los casos López Álvarez vs. Honduras y Bayarri vs. Argentina, la Corte reiteró que:
Las declaraciones obtenidas bajo intensa presión o coacción, en las que se
aceptan hechos perjudiciales para el procesado entrañan una violación del art.
8.2.g de la Convención219.

De esta manera la Corte ha establecido en el Caso Cabrera García y Montiel Flores
vs. México que la regla de la confesión referida a que ésta sólo es válida si es hecha
sin coacción, “ostenta un carácter absoluto e inderogable”220. En este entendido ha
asumido que:

Al comprobarse cualquier tipo de coacción capaz de quebrantar la expresión
espontánea de la voluntad de la persona, ello implica necesariamente la
obligación de excluir la evidencia respectiva del proceso judicial, ya que
dicha anulación es un medio necesario para desincentivar el uso de
cualquier modalidad de coacción. La anulación de los actos procesales
derivados de la tortura o tratos crueles constituye una medida efectiva para
hacer cesar las consecuencias de una violación a las garantís judiciales221.

Conforme a lo precedente la Corte concluyó:

El carácter absoluto de la regla de exclusión prohíbe otorgarle valor
probatorio no sólo a la prueba obtenida directamente mediante coacción, sino
también a la evidencia que se desprende de dicha acción. De esta manera, se
garantiza el cumplimiento de dicha regla cuando se excluye la prueba que haya
sido encontrada o derivada de la información obtenida mediante coacción222.

Tomando como referencia la jurisprudencia del Tribunal Europeo en el Caso
Harutyunyan vs. Armenia, precisó que “en caso de existir evidencia razonable de que
una persona ha sido torturada o tratada de manera cruel e inhumana, el hecho de
que ratifique la confesión ante una autoridad distinta a la que realizó la acción (de
coacción), no conlleva automáticamente que dicha confesión sea válida, ya que
dicha declaración posterior “puede ser la consecuencia del maltrato que padeció la

218
Corte IDH. Caso Maritza Urrutia vs. Guatemala. Fondo, reparaciones y costas. Sentencia de 27 de
noviembre de 2003, párrs. 120 y 121. En el Caso Cantoral Benavides vs. Perú, se alegó que la víctima fue
sometida a tortura con el fin de obligarlo a autoinculparse o a confesar determinadas conductas delictivas,
por lo que la Corte afirmó la afectación de este derecho. Corte IDH. Caso Cantoral Benavides vs. Perú.
Fondo Sentencia de 18 de agosto de 2000, párr. 132 y 133.
219
Corte IDH Caso López Álvarez vs. Honduras. Fondo Reparaciones y Costas. Sentencia del 1 de febrero
de 2006, párr. 155; y Caso Bayarri vs. Argentina. Excepción Preliminar, fondo, reparaciones y costas.
Sentencia de 30 de octubre de 2008, párr. 108 y 109.
220
Corte IDH. Caso Cabrera García y Montiel Flores vs. México, op. cit. párr. 165.
221
Corte IDH. Caso Cabrera García y Montiel Flores vs. México, op. cit. párrs. 166 y 167. A este respecto
la Corte en el caso Tibi vs. Ecuador aclaró que dicha regla se sustenta en el hecho de que “las declaraciones
obtenidas mediante coacción no suelen ser veraces, ya que la persona intenta aseverar lo necesario para
lograr que los tratos crueles o la tortura cesen”, al ser doblegada su resistencia psíquica. Corte IDH. Caso
Tibi vs. Ecuador, op. cit. párr. 198.
222
Corte IDH Caso Cabrera García y Montiel Flores vs. México, op. cit. párr. 167.
persona y (…) específicamente, del miedo que subsiste después de este tipo de
hecho. Ello es así porque la situación de indefensión y vulnerabilidad en la que se
encuentran las personas a quienes en el momento de ser detenidas se les somete a
tratos crueles, inhumanos y degradantes, con el objeto de suprimir su resistencia
psíquica y forzarla a autoinculparse, pueden producir sentimientos de miedo,
angustia e inferioridad capaz de humillar y devastar a una persona y posiblemente
quebrar su resistencia física y moral223.

9. Derecho a recurrir el fallo ante juez o tribunal superior


(art 8.2.h CADH)
El art. 8.2.h de la Convención se refiere al derecho a recurrir el fallo ante un juez o
tribunal superior. De esta manera en el caso Herrera Ulloa vs. Costa Rica ha señalado
que:

El derecho a recurrir un fallo constituye una garantía primordial que se debe
respetar en el marco del debido proceso legal, en aras de permitir que una
sentencia adversa pueda ser revisada por un juez o tribunal distinto y de
superior jerarquía orgánica224.

También ha destacado en el mismo caso su directa relación con el derecho a la
defensa, en tanto otorga la “posibilidad de interponer un recurso para evitar que
quede firme una decisión que fue adoptada con vicios y que contiene errores que
ocasionarán un perjuicio indebido a los intereses de una persona”, por ello tiene que
estar garantizado este derecho antes de que la sentencia adquiera calidad de cosa
juzgada. Asimismo, por su relevancia, la Corte ha añadido en el caso Mohamed vs.
Argentina que la falta de garantía del derecho a recurrir del fallo además impedir el
ejercicio del derecho de defensa “trae implícita la ausencia de protección de otras
garantías mínimas del debido proceso que deben asegurarse al recurrente, según
corresponda, para que el juez o tribunal superior pueda pronunciarse sobre los
agravios sustentados225.

Un aspecto muy importante que ha definido la Corte en el caso Castillo Petruzzi es
que:

El derecho de recurrir el fallo no se satisface con la mera existencia de un
órgano de grado superior al que juzgó y condenó al inculpado, ante el que este
tenga o pueda tener acceso. Para que haya una verdadera revisión de la
sentencia, en el sentido requerido por la Convención, es preciso que el tribunal
superior reúna las características jurisdiccionales que lo legitiman para
conocer del caso concreto226.


223
Corte IDH. Caso Cabrera García y Montiel Flores vs. México, op. cit. párr. 174.
224
Corte IDH. Caso Herrera Ulloa vs. Costa Rica. Excepciones Preliminares, fondo, reparaciones y costas.
Sentencia de 2 de julio de 2004, parr. 158.
225
Corte IDH. Caso Mohamed vs. Argentina, op. cit. párr. 119.
226
Corte IDH. Caso Castillo Petruzzi y otros vs. Perú. Fondo, reparaciones y costas. Sentencia de 30 de
mayo de 1999, párr. 161. También puede verse el Caso Lori Berenson Mejía vs. Perú. Fondo, reparaciones
y costas. Sentencia de 25 de noviembre de 2004, párr. 193.
Dentro de las características que debe reunir el recurso que contempla el art. 8.2.h,
la Corte ha establecido en el Caso Herrera Ulloa vs. Costa Rica que:

Debe ser un recurso ordinario eficaz mediante el cual un juez o tribunal
superior procure la corrección de decisiones jurisdiccionales contrarias al
derecho (párr. 161). Debe tratarse de un recurso accesible, sin requerir
mayores complejidades que tornen ilusorio este derecho (párr. 164). Lo
importante es que se garantice un examen integral de la decisión recurrida,
con independencia de la denominación (párr. 165).

De estos parámetros la Corte concluyó que los Estados tienen un margen de
apreciación para regular el ejercicio de ese recurso, empero no pueden establecer
restricciones o requisitos que infrinjan la esencia misma del derecho de recurrir del
fallo (párr. 161). De ahí que ha estimado, en el caso Mohamed vs. Argentina que las
formalidades requeridas para que el recurso sea admitido deben ser mínimas y no
deben constituir un obstáculo para que el recurso cumpla con su fin de examinar y
resolver los agravios sustentados por el recurrente227.

En este último caso se ha pronunciado respecto del alcance de la revisión y el
carácter de examen integral que debe reunir, señalando que independientemente
del régimen o sistema recursivo que adopten los Estados partes y de la
denominación que den al medio de impugnación de la sentencia condenatoria, debe
entenderse que:

Para que el recurso sea eficaz debe constituir un medio adecuado para
procurar la corrección de una condena errónea. Ello requiere que pueda
analizar cuestiones fácticas, probatorias y jurídicas en que se basa la
sentencia impugnada, puesto que en la actividad jurisdiccional existe una
interdependencia entre las determinaciones fácticas y la aplicación del
derecho, de forma tal que una errónea determinación de los hechos implica
una errada o indebida aplicación del derecho. Consecuentemente, las
causales de procedencia del recurso deben posibilitar un control amplio de
los aspectos impugnados de la sentencia condenatoria228.

Tratándose de los casos de condena, ha sido en el Caso Barreto Leiva vs. Venezuela,
en el que la Corte enfatizó que la doble conformidad judicial, expresada mediante la
íntegra revisión del fallo condenatorio, confirma el fundamento y otorga mayor
credibilidad al acto jurisdiccional del Estado, y al mismo tiempo brinda mayor
seguridad y tutela a los derechos del condenado229.

En cuanto al juez o tribunal superior que debe resolver el recurso la Corte ha
subrayado en el Caso Castillo Petruzzi vs. Perú que el proceso penal es uno solo y
que el concepto de juez natural y el principio de debido proceso legal rigen a lo largo
de todas sus etapas y se proyectan sobre las diversas instancias procesales.


227
Corte IDH. Caso Mohamed vs. Argentina, op.cit. párr. 99.
228
Corte IDH. Caso Mohamed vs. Argentina, op. cit. párr. 100.
229
Corte IDH. Caso Barreto Leiva. Vs. Venezuela. Fondo, reparaciones y costas. Sentencia de 17 de
noviembre de 2009, párr. 89.
Así, una verdadera garantía de reconsideración del caso será aquella que se
configura ante un órgano jurisdiccional superior que atienda las exigencias
de competencia, imparcialidad e independencia que la Convención
establece 230 . Además, dicho juez o tribunal debe cumplir con el deber
especial de protección de las garantías judiciales y el debido proceso a todas
las partes que intervienen en el proceso penal de conformidad con los
principios que lo rigen231

De esta manera en el caso Mohamed vs. Argentina, ha precisado que:

Los Estado deben asegurar que dicho recurso contra la sentencia
condenatoria respete las garantías procesales mínimas que, bajo el art. 8 de
la Convención, resulten relevantes y necesarias para resolver los agravios
planteados por el recurrente, lo cual no implica que deba realizarse un nuevo
juicio oral (párr. 100). En todo caso, la inexistencia de un recurso judicial que
garantice la revisión de la sentencia de condena o la aplicación de unos
recursos judiciales que tampoco garantizaron tal derecho a recurrir del fallo
implican un incumplimiento del Estado del deber general de adecuar su
ordenamiento jurídico interno para asegurar la realización de la garantía
judicial protegida por el art. 8.2.h. de la Convención (párr. 166).

En el Caso Mohamed vs. Argentina, la Corte se pronunció ante el caso de un
inculpado al que le fue impuesta por primera vez una sentencia condenatoria en
segunda instancia, esto es, que fue condenado mediante el fallo que revocaba una
decisión absolutoria. En dicha oportunidad, teniendo en cuenta que las garantías
judiciales buscan que quien esté incurso en un proceso no sea sometido a decisiones
arbitrarias, la Corte Consideró que resultaba contrario al propósito del art. 8.2 no
garantizarlo. Así, retomando la jurisprudencia según la cual el derecho a recurrir el
fallo se debe garantizar a todo condenado, el Tribunal concluyó que interpretar algo
distinto, “implicaría dejar al condenado desprovisto de un recurso contra la
condena. Por ello, destacó que se trata de una garantía del individuo frente al Estado
y no solamente una guía que orienta el diseño de los sistemas de impugnación en los
ordenamientos jurídicos de los Estados Partes de la Convención232.

De otro lado, cabe recordar que la Corte ha considerado en el caso López Mendoza
vs. Venezuela que:

No es per se contrario a la Convención Americana que se establezca en el
derecho interno de los Estados que en determinados procedimientos, ciertos
actos de trámite no son objeto de impugnación233.

Finalmente, entre los casos de actuaciones u omisiones que obstaculizan la
materialización de este derecho, la Corte ha considerado en el caso Vélez Loor vs.
Panamá que:

Se genera una situación de impedimento fáctico para asegurar un acceso real
al derecho a recurrir, cuando la sentencia a impugnar no es notificada al

230
Corte IDH. Caso Castillo Petruzzi vs. Perú, op. cit. 161
231
Corte IDH. Caso Herrera Ulloa vs. Costa Rica, op. cit. párr. 163.
232
Corte IDH. Caso Mohamed vs. Argentina, op.cit. párr. 92.
233
Corte IDH. López Mendoza vs. Venezuela, op. cit. párr. 120.
inculpado, de modo que, además de colocarlo en un estado de incertidumbre
respecto de una situación jurídica, torna impracticable el ejercicio del
referido derecho234.

Ordinario eficaz

10. Derecho del inculpado absuelto por una sentencia


firme a no ser sometido a nuevo juicio por los mismos
hechos: principio de ne bis in ídem (art. 8.4)

El art. 8.4 de la Convención instituye la prohibición de doble enjuiciamiento, señalar
que “El inculpado absuelto por una sentencia firme no podrá ser sometido a nuevo
juicio por los mismos hechos”.

Siguiendo lo expresado por Daniel O’Donnel 235 la redacción es más amplia a la
establecida en el art. 14.7 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos que
señala que “Nadie podrá ser juzgado ni sancionado por un delito por el cual haya
sido ya condenado o absuelto por una sentencia firme de acuerdo con la ley y el
procedimiento penal de cada país”, porque la redacción de la Convención protege a
toda persona frente a la persecución penal por “los mismos hechos”, mientras que
el art. 14.7 utiliza la expresión “delito”. De otro lado, el art. 8.4 de la Convención
resulta ser más restrictiva porque protege a las personas que han sido “exculpada
por una sentencia firme”, en tanto que el 14.7 protege tanto a personas condenadas
como absueltas.

Esta diferencia fue constatada por la Corte en el Caso Loayza Tamayo vs. Perú, en el
cual un tribunal militar procesó y absolvió por el delito de traición a la patria a María
Elena Loayza Tamayo y posteriormente un tribunal ordinario la proceso por el
delito de terrorismo. Al respecto, la Corte consideró que el artículo 8.4 de la
Convención Americana prohíbe el doble enjuiciamiento respecto de los «mismos
hechos» a diferencia de la disposición análoga del sistema universal que extiende la
protección del doble enjuiciamiento ante el mismo delito, de tal modo que la
garantía del Sistema Interamericano resulta más protectora al usar un «término más
amplio en beneficio de la víctima». En virtud de ello, consideró que se incumplió con
la prohibición de doble enjuiciamiento236.

La Corte en los casos Cantoral Benevides vs. Perú y Acevedo Jaramillo y otros vs.
Perú ha definido que la situación regulada por el art. 8.4 de la Convención supone
dos momentos:

La realización de un primer juicio que se pronuncia sobre el fondo del asunto, y


234
Corte IDH. Caso Vélez Loor vs. Panamá, op. cit. parr. 180.
235
O’Donnel D. Derecho internacional de los derechos humanos. Normativa jurisprudencia y doctrina de
los sistemas universal e interamericano. Bogotá: Oficina en Colombia del Alto Comisionado de las
Naciones Unidas para los Derechos Humanos, 2004, p. 452.
236
Corte IDH. Caso Caso Loayza Tamayo vs. Perú. Fondo. Sentencia del 17 de septiembrede 1997, párr.
66. En el mismo sentido. Corte IDH. Caso Mohamed vs. Argentina, op. cit. párr. 121.
La culminación del mismo en una sentencia firme de carácter absolutorio, es
decir, con una decisión adoptada de forma definitiva y obligatoria que absuelve
al inculpado237.

De conformidad con la doctrina el principio del ne bis in ídem, encuentra dos
justificaciones. En primer lugar, desde una perspectiva de derechos humanos, “para
proteger a las personas frente al uso indiscriminado del poder punitivo del Estado”.
En segundo lugar, desde una posición más pragmática, “para evitar dobles
procesamiento que llevan al uso inefectivo de los recursos de administración de
justicia, e incluso a sentencias contradictorias238.

La Corte en los casos Cantoral Benavides vs. Perú, Almonacid Arellano y otros vs.
Chile, entre otros, ha resaltado en su jurisprudencia que este derecho no es absoluto
y que, en consecuencia, no resulta aplicable cuando:

1. la actuación del tribunal que conoció el caso y decidió sobreseer o absolver al
responsable de una violación a los derechos humanos al derecho internacional
obedeció al propósito de sustraer al acusado de su responsabilidad penal;

2. el procedimiento no fue instruido independiente o imparcialmente de
conformidad con las debidas garantías procesales239;

3. no hubo la intención real de someter al responsable a la acción de la justicia 240.

De esta manera, la Corte en los casos Almonacid Arellano y otros vs. Chile y Carpio
Nicolle y otros vs. Guatemala concluyó:

Una sentencia pronunciada en las circunstancias indicadas produce una cosa
juzgada aparente o fraudulenta, es decir, que resulta de un juicio en el que
no se han respetado las reglas del debido proceso, o en el que los jueces no
obraron con independencia e imparcialidad241.


237
Corte IDH. Caso Cantoral Benavides vs. Perú, op. cit. párr. 137, volvió a examinar el juzgamiento
absolutorio de Luis Alberto Cantoral Benavides por un tribunal militar y su condena por el fuero de justicia
ordinario. Vid. Corte IDH. Caso Acevedo Jaramillo y otros vs. Perú, op. cit. párr. 167. Asimismo, en el Caso
Lori Berenson Mejía vs. Perú, la Corte volvió a examinar las intervenciones del fuero militar y el fuero civil
en el juzgamiento del delito de terrorismo. La Corte consideró que como el Consejo Supremo de Justicia
Militar declinó su competencia no se configuró un proceso absolutorio mediante sentencia firme
(requisito exigido por el art. 8.4 de la Convención). Corte IDH. Caso Lori Berenson Mejía vs. Perú. Fondo,
Reparaciones y Costas. Sentencia de 25 de noviembre de 2004, párr. 208.
238
Fundación para el Debido Proceso Legal, Digesto de jurisprudencia latinoamericana sobre crímines de
derecho internacional, Washington DC, Fundación para el Debido Proceso Legal, 2009, p. 319.
239
Corte IDH. Caso Cantoral Benavides vs. Perú, op. cit. párrs. 137-139, y Corte IDH Nadege Dorzema y
otros vs. República Dominicana, op. cit. párr. 195.
240
Corte IDH. Caso Almonacid Arellano y otros vs. Chile, op. cit. párr. 154 y Caso Nadege Dorzema y otros
vs. República Dominicana, op cit. párr. 195.
241
Corte IDH. Caso Carpio Nicolle y otros vs. Guatemala. Fondo, reparaciones y costas. Sentencia de 22
de noviembre de 2004, párr. 131. Caso Caso Nadege Dorzema y otros vs. República Dominicana, op. cit.,
párr. 195.
Asimismo, añadió que no puede alegarse la prohibición de doble enjuiciamiento
para eludir las obligaciones de judicialización de las violaciones de derechos
humanos:

Si aparecen nuevos hechos o pruebas que puedan permitir la determinación
de los responsables de violaciones a los derechos humanos, y más aún, de
los responsables de crímenes de lesa humanidad, pueden ser reabiertas las
investigaciones, incluso si existe una sentencia absolutoria en calidad de
cosa juzgada, puesto que las exigencias de la justicia, los derechos de las
víctimas y la letra y espíritu de la Convención Americana desplazan la
protección del ne bes in ídem242.

Sobre el particular, la Corte en el caso Genie Lacayo vs. Nicaragua ha señalado que,
ante su jurisdicción “eventualmente puede discutirse la autoridad de cosa juzgada
de una decisión cuando ésta afecta derechos de individuos protegidos por la
Convención y se demuestra que existe una causal para su cuestionamiento243. como
las citadas, por ejemplo.

De esta manera la Corte ha declarado en el caso Castillo Petruzzi y otros vs. Perú
sostuvo si los actos en que se sostiene la sentencia están afectados por vicios graves,
que los privan de la eficacia que debieran tener en condiciones normales, la
sentencia no subsistirá244.

Por tanto, de acuerdo con lo establecido en el caso De la Masacre de la Rochela vs.
Colombia:

El principio de cosa juzgada implica la intangibilidad de una sentencia sólo
cuando llega a ésta respetándose el debido proceso de acuerdo a la
jurisprudencia del Tribunal en la materia245.

Recapitulando, se tiene que los límites del principio ne bis in ídem son:


242
El Estado no podrá argumentar el principio ne bis in ídem, así como cualquier excluyente similar de
responsabilidad, para excusarse de su deber de investigar y sancionar a los responsables. Corte IDH. Caso
Almonacid Arellano y otros vs. Chile, op. cit., párr. 154. En el caso Barrios Altos vs. Perú, por los actos
cometidos por el Grupo Colina, la Corte determinó que no son inadmisible las disposiciones de amnistía,
las disposiciones de prescripción y el establecimiento de excluyentes de responsabilidad que pretendan
impedir la investigación y sanción de los responsables de las violaciones graves de los derechos humanos
tales como la tortura, las ejecuciones sumarias, extralegales o arbitrarias y las desapariciones forzadas,
todas ellas prohibidas por contravenir derechos inderogables reconocidos por el Derecho Internacional
de los Derechos Humanos. Corte IDH. Barrios Altos vs. Perú. Fondo. Sentencia de 14 de marzo de 2001,
párr. 41.
243
Corte IDH. Caso Genie Lacayo vs. Nicaragua. Solicitud de Revisión de la Sentencia de fondo,
reparaciones y costas. Resolución de la Corte de 13 de septiembre de 1997, párrs. 10 al 12, Corte IDH.
Caso Amonacid Arellano y otros vs. Chile, op. cit. párr. 154.
244
Corte IDH. Caso Castillo Petruzzi y otros vs. Perú, op. cit. párr. 219.
245
Corte IDH. Caso de la Masacre de la Rochela vs. Colombia. Fondo, reparaciones y costas. Sentencia de
11 de mayo de 2007, párr. 197 y caso Nedege Dorzema y otros vs. República Dominicana, op. cit. párr.
195.
graves violaciones
de derechos
humanos

no hubo
intenciónde
laintención real
sustraer al
de someter al
acusado de su
responsble a la
responsabilidad
acción de
penal
justicia

ausencia de imparcialidad e
independencia del tribunal

11. Derecho a un proceso penal público (art. 8.5)



El art. 8.5 de la Convención instituye el derecho a un proceso penal público al señalar
que “El proceso penal debe ser público, salvo en lo que sea necesario para preservar
los intereses de la justicia. Realizando una contrastación con las normas del sistema
universal se tiene que la regulación realizada en la Convención tiene un ámbito de
aplicación más restringido, puesto que en el sistema universal se consagra
formalmente la publicidad no sólo para los procesos penales.

El artículo 14.1 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos señala que “
Toda persona tendrá derecho a ser oída públicamente. La sentencia debe ser
pronunciada públicamente, pero el acceso a la sala de audiencia puede ser prohibido
a la prensa y al público durante la totalidad o parte del proceso en interés de la
moralidad, del orden público o de la seguridad nacional en una sociedad
democrática, cuando los intereses de los menores o la protección de la vida privada
de las partes en el proceso así lo exijan o en la medida en que será considerado
estrictamente necesario por el Tribunal, cuando en circunstancias especiales la
publicidad pudiera ser perjudicial para los intereses de la justicia”. La Convención
sólo antepone como excepción preservar los intereses de la justicia.

La Corte en el Caso Palamara Iribarne vs. Chile ha sostenido que:

La publicidad del proceso tiene la función de proscribir la administración de
justicia secreta, someterla al escrutinio de las partes y del público y se
relaciona con la necesidad de la transparencia e imparcialidad de las
decisiones que se tomen. Por ello, la publicidad hace referencia específica al
acceso a la información del proceso que tengan las partes e incluso los
terceros246.

Asimismo, la jurisprudencia de la Corte ha señalado, entre otros, en el Caso Castillo
Petruzzi y otros vs. Perú que:

Este derecho exige que los procesos se desarrollen en recintos a los que se
tenga acceso el público, prohibiendo circunstancias de secreto y aislamiento
para el desahogo de las diligencias procesales, sobre todo, para el caso de las
audiencias247.

En este caso la Corte examinó el juzgamiento ante tribunales militares de miembros
del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA) por el delito de traición a la
patria, y consideró que se violó la garantía de publicidad porque el proceso se realizó
en las instalaciones militares cuyo acceso fue reservado.

En cuanto al supuesto en el que es posible hacer una excepción de asegurar este
derecho, la Corte ha exigido en el caso Cantoral Benavides vs. Perú que:

El Estado está obligado a presentar informaciones y argumentos para
demostrar que, en un determinado caso, se deben restringir las condiciones
de publicidad del proceso por ser necesario para preservar los intereses de
la justicia248.

Tabla de estándares

ESTÁNDARES INTERNACIONALES SOBRE EL DEBIDO PROCESO
DERECHO A SER OÍDO POR UN JUEZ O TRIBUNAL
Ámbitos formal y material del derecho a Caso Barbani Duarte y otros vs. Uruguay
ser oído por un juez o tribunal
Derecho a ser oído y su directa relación Caso Niños de la Calle vs. Guatemala
con el deber de investigar Las víctimas de las violaciones de los derechos
humanos, o sus familiares, deben contar con
amplias posibilidades de ser oídos y actuar en los
respectivos procesos, tanto en procura del
esclarecimiento de los hechos y del castigo de los
responsables, como en busca de una debida
reparación
Conexión directa con el deber de Caso Trístan Donoso vs. Panamá
motivación y el derecho a la defensa Caso Vélez Loor vs. Panamá
-Una debida motivación demuestra que han sido
tomados en cuenta los alegatos de las partes y
que el conjunto de pruebas ha sido analizado.


246
Corte IDH. Caso Palamara Iribarne vs. Chile, op. cit., párrs. 166 y 167.
247
Corte IDH. Caso Castillo Petruzzi y otros vs. Perú, op. cit., párr. 172; Caso Cantoral Benavides vs. Perú,
op. cit., párrs. 146 y 147, y Caso Lori Berenson Mejía vs. Perú, op. cit., párrs. 198 y 200.
248
Corte IDH. Caso Cantoral Benavides vs. Perú, op. cit. párr. 148.
DERECHO A UN JUEZ COMPETENTE, INDEPENDIENTE E IMPARCIAL
Prohibición de crear tribunales Caso Apitz Barbera y otros. Sentencia de 5
especiales para el caso de agosto de 2008.
Prohibición de suspensión de las Caso Castrillo Petruzzi y otros. vs. Perú.
garantías judiciales en estados de Opiniones consultivas OC-08/87 y O9/87.
excepción
Extensión del juez natural en todos los Caso del Tribunal Constitucional vs. Perú
ámbitos: sea administrativa, legislativa párr. 71.
o judicial Caso Baena Ricardo y otros. párr. 124
Independencia judicial Caso Reverón Trujillo vs. párrs. 80 y 147.
Nombramientos provisionales de jueces Caso Aptiz Barbera y otros (Corte primera
deben ser una situación de excepción y de lo Contencioso) párr. 43
no la regla Caso Reverón Trujillo párrs. 117 y 118.
Juez competente sólo puede ser Caso Barreto Leiva vs. Venezuela, párr. 76
determinado por la Ley
La jurisdicción militar no es competente Caso Loayza Tamayo vs. Perú, párrs. 61 y
para juzgar a civiles ni para conocer de 62
casos de violaciones a derechos
humanos
Requisitos para el ejercicio de la Caso Durand y Ugarte vs. Perú (párr. 117)
jurisdicción militar
i) tener un alcance restrictivo y excepcional; ii)
encontrarse inspirada en los principios y
garantías que rigen el derecho penal moderno
y, iii) estar encaminada a la protección de
intereses jurídicos especiales, vinculados a las
funciones propias de las fuerzas militares.

Limitaciones en razón de la persona y de Caso Castillo Petruzzi y otros vs. Perú (párr.
la materia a la jurisdicción militar 158)
La incompatibilidad del fuero militar se Caso Fernández Ortega y otros vs. México,
extiende a la propia investigación y no párr. 177.
sólo al acto de juzgar Caso Vélez Restrepo y Familiares vs.
Colombia, op. cit., párr. 238.

Independencia: cargos provisorios Aptiz Barbera y otros vs. Venezuela

DERECHO A SER JUZGADO EN UN PLAZO RAZONABLE
Derecho a ser juzgado en un plazo Caso Suárez Rosero vs. Ecuador (párr. 71)
razonable es predicable en cualquier Caso García y Familiares vs. Guatemala, op.
proceso cit., párr. 152.

Inicio del cómputo del plazo Caso Suárez Rosero vs. Ecuador (párr. 70)
Corte IDH. Caso Tibi vs. Ecuador (párr. 168)
Criterios para determinar la Genie Lacayo vs. Nicaragua (párr. 77) y
existencia de plazo razonable Masacre de Santo Domingo vs. Colombia
(párr. 164)

Pertinencia de aplicar los criterios Caso de la Masacre de Pueblo Bello vs.
para determinar la razonabilidad Colombia
depende las circunstancias
particulares del caso


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