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La poesía castellana en el siglo XIII

Textos Literarios de la Edad Media (UNED)

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LA POESIA CASTELLANA EN EL SIGLO XIII.


EL TEATRO DE LOS ORIGENES

ISBN – 84-9822-422-5

Carlos Alvar Ezquerra

Thesaurus: Teatro, poesía, épica castellana, medieval, Menéndez Pidal, Castilla,


poema, latín, románico.

Resumen:

1. Poemas didácticos y morales.


1.1. Poemas de debate.
1.1.1. Debate del alma y el cuerpo.
1.1.2. Razón de amor con los denuestos del agua y el vino.
1.1.3. Elena y María.
1.2. Poemas de asunto religioso.
1.2.1. Vida de Santa María Egipcíaca.
1.2.2. Libro de la infancia y muerte de Jesús.
2. El planto Ay, Jherusalem!
3. Los orígenes del teatro: la Representación de los Reyes Magos.
3.1. El teatro primitivo y Castilla.
3.2. La Representación de los Reyes Magos.

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1. Poemas didácticos y morales.

1.1. Poemas de debate.

Desde el siglo XII proliferan por todo el occidente medieval poemas dialogados en
los que los interlocutores discuten en latín o en lengua vulgar sobre los más variados
temas (religiosos o profanos; filosóficos, teológicos, amorosos o sociales). En las
literaturas árabe y hebrea también existe el género, lo que ha hecho pensar a algunos
investigadores en una posible relación entre las modalidades románicas y las semíticas;
sin embargo, parece innecesario establecer ese vínculo, ya que la trayectoria latina
medieval es bastante clara. Por otra parte, la existencia de testimonios en culturas
dispares (egipcia e irlandesa, por ejemplo) lleva a considerar la posibilidad de una
poligénesis, perfectamente justificable.
En general, el debate suele desarrollarse a través de personificaciones o de
alegorías que encarnan a los personajes más variados (un cadáver, el alma, Carnaval y
Cuaresma, el lirio y la rosa...), en un juego literario en el que el recurso retórico de la
antítesis ocupa un lugar de primera magnitud. Todo ello con una clara intención
didáctica, que con el tiempo puede llegar a ser desplazada por la tendencia hacia el
adorno retórico, hacia la burla o la parodia.
El éxito del debate en el mundo medieval se debe, en gran medida, al hábito
escolar de la controversia y de la disputatio heredadas de los programas de enseñanza
de la Antigüedad: los testimonios son muy abundantes y van del simple discurso forense
(Pedro Damián, en el siglo XI, censuraba que los alumnos defendieran en clase a
Aquiles por haber dado muerte a Héctor) a la discusión dialogada (bastará recordar que
siguiendo los pasos del emperador Adriano y del filósofo Epícteto, Alcuino de York
debatirá con Carlomagno de Retórica).

1.1.1. Debate del alma y el cuerpo.

El tema del enfrentamiento del cuerpo y el alma a la muerte del individuo está
representado en textos de la Antigüedad (egipcios y coptos, en Demócrito y S. Pablo,
etc.), lo que plantea las más diversas especulaciones acerca de su origen. En el
occidente medieval, los testimonios más antiguos se remontan al siglo X (sería el
anglosajón Address of the Soul to Its Body) y a comienzos del siglo XI (la Vida latina de

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S. Macario), aunque en realidad no se trata de debates, sino de simples alocuciones


dirigidas por el alma al cuerpo.
Habrá que esperar al siglo XII para encontrar perfectamente estructurado como
disputa un representante del género en una homilía irlandesa, impregnada de frases
latinas, lo que hace sospechar que su fuente inmediata debió ser un texto en latín hoy
perdido, del que derivarían dos composiciones latinas ya contaminadas con la Vida de S.
Macario, que -a su vez- serán la base de todos los debates del alma y del cuerpo
existentes en las literaturas románicas: se trata del Nuper huiuscemodi (s. XII?) y de la
Visio Philiberti (mediados s. XIII).
El Debate del alma y el cuerpo castellano se conserva en un folio (AHN, Clero,
carp. 279, n. 22) procedente del monasterio de Oña, al dorso de un documento escrito el
año 1201. El fragmento -sin lugar a dudas copia un original anterior (tal vez de finales del
siglo XII)- está formado por dieciocho renglones, que contienen un total de 74 versos
heptasílabos pareados, con irregularidades tanto en el cómputo silábico como en la rima,
generalmente consonante. El texto conservado se corresponde con el inicio del poema,
aunque la brevedad del testimonio apenas permite algo más que la alocución del alma,
sin que el cuerpo llegue a tomar la palabra.
El texto castellano deriva de un poema francés emparentado con el latino Nuper
huiuscemodi (Un samedi par matin..., s. XII) al que traduce con bastante libertad.
Aunque el tema es conocido en la literatura castellana por otros testimonios
(Disputa del cuerpo y el ánimo o Revelación de un hermitaño, s. XIV, y Tractado del
cuerpo e de la ánima , s. XV), ninguno de ellos tiene relación textual con el Debate .

1.1.2. Razón de amor con los denuestos del agua y el vino.

La obra conocida como Razón de amor con los denuestos del agua y el vino
muestra ya desde el título que le dio R. Menéndez Pidal el carácter mixto de su
contenido: por una parte, un relato de carácter amoroso que transcurre en un vergel; por
otra, un debate entre el agua y el vino. Los esfuerzos de la crítica se han dirigido
fundamentalmente a comprender y explicar los diversos problemas que plantea esta
obra, y en especial su estructura.
Se conserva el texto -que se suele fechar en el segundo tercio del siglo XIII- en un
ms. único (Ms. lat. 3576 de la Biblioteca Nacional de Paris) que contiene varias homilías
latinas y un breve manual de confesión en prosa castellana, conocido habitualmente
como Los Diez Mandamientos. La Razón de amor concluye en el verso 259; continúan
luego cinco versos con una despedida del autor y otra del escriba, y un éxplicit "Lupus

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me fecit de Moros"; el final plantea nuevos problemas: si se trata del autor o del copista,
y si la obra está completa o no.
El poema comienza con unas palabras del autor que se dice escolar educado en
Alemania, Francia y Lombardía (y más adelante la doncella señalará que su amado es
clérigo que sabe trovar, leer y cantar). A continuación, el escolar ve un vaso de vino y
otro de agua en un olivo, y decide quedarse a descansar en aquel prado, a la sombra,
junto a una fuente. Aparece entonces una doncella de extraordinaria hermosura,
cantando una cantiga de amigo. Se entabla una conversación entre los dos personajes,
que acaban reconociéndose como los enamorados que -sin haberse visto nunca- se
habían enviado prendas de amor en reiteradas ocasiones; tras el primer encuentro
amoroso tienen que separarse, y el escolar queda solo en el vergel (v. 145).
Cuando se dispone a dormir la siesta, una paloma vierte el agua en el vino.
Comienza el vino a quejarse de la compañía, a la que recrimina su escasa importancia y
su presencia en toda suciedad; el agua responde con los estragos que causa el vino.
Luego, el debate toma derroteros de carácter teológico: los dos elementos están
presentes en algún sacramento (eucaristía y bautismo) (v.259). Concluye el poema con
un par de versos en los que el autor pide un vaso de vino, y se cierra con la alusión a
Lope de Moros.
Se aprecian, pues, dos partes claramente definidas. La primera corresponde a la
narración amorosa, a medio camino entre la pastorela y la chanson de femme, con
abundantes elementos procedentes de la lírica gallego-portuguesa, como es la cantiga
de amigo que canta la doncella:

Dios Senor, a ti loa[do]


quand conozco meu amado.
Agora é tod bien [comigo]
quant conozco meo amigo.

Se mezclan con los rasgos de la lírica autóctona otros procedentes del mundo
cortés y, sobre todo, de la poesía de los goliardos, en un contraste de tradiciones líricas
muy sugestivo: el escolar que ha vivido en Alemania, Francia y Lombardía representa el
espíritu de las corrientes poéticas cultas; la doncella, por el contrario, se encontraría
anclada en la lírica tradicional, como queda de manifiesto al expresarse con una cantiga
de amigo y no mediante una de amor, que habría sido la adaptación en el occidente
peninsular de la cansó provenzal. Así, en esta primera parte se pueden aislar numerosos
motivos o temas que se encuentran también en la literatura goliárdica o provenzal y
francesa: elevada condición social de la dama, condición clerical del autor, locus

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amoenus, encuentro primaveral, descripción de la belleza da la dama, mensajero de


amor, enamoramiento "de oídas", regalos, celos...
A pesar de su calidad, la primera parte se considera en gran medida como simple
presentación del tema central, que son los Denuestos del agua y el vino.
Apenas una línea en blanco separa -en la única copia conservada- las dos partes
de esta obra, entre las que no se pueden establecer puntos de unión claros, a no ser la
presencia de unos personajes y algunas alusiones al vino y al agua contenidas en la
primera parte, lo que hace pensar en la precedencia e independencia de los Denuestos
sobre la Razón ; sin embargo, ni la métrica, ni la lengua, ni ningún otro aspecto avala la
hipótesis de la fusión de dos obras, sino que más bien parece inducir a considerar que
se trata de un poema único y que la primera parte no sería más que el prólogo, el
exordio primaveral que lleva hacia el tema central.
La tradición literaria en la que inserta profundamente sus raíces esta segunda
parte no deja lugar a dudas, y es mucho más clara que la de la Razón, pues es también
más pobre. Las composiciones dedicadas al placer de la bebida (carmina potatoria)
constituyen uno de los pilares fundamentales de la poesía de los goliardos, y el tema de
la disputa del agua y el vino se encuentra representado en la misma tradición, al menos
por una decena de textos. Entre todos ellos destaca por su proximidad a los Denuestos
el que empieza Denudata veritate/ et succinta brevitate (segunda mitad s. XII), que
presenta numerosos puntos de contacto y paralelismos textuales con nuestro poema,
hasta el extremo de que se puede considerar que los Denuestos son una adaptación de
la composición latina, y que, como ésta, mantiene el carácter impulsivo, casi violento, del
vino, frente a la actitud más comedida del agua. El final de los Denuestos se orienta
hacia el debate teológico, que no se encuentra en la Denudata veritate , pero que forma
parte de otro de los textos goliárdicos sobre el asunto, Goliae dialogus inter aquam et
vinum: es probable que el autor de los Denuestos tuviera a su alcance los dos poemas
latinos o una versión en la que se mezclaban aspectos "físicos" y "metafísicos". Por otra
parte, es importante el hecho de que en otro texto sobre el mismo asunto, el italiano
Incepit Desputatio Aque et Vini hay una introducción -ajena a las demás muestras del
debate- en la que se presentan los hechos como ocurridos en un huerto (bello e nobel
zardino/ infra le roxe vermegie, a l'ombra soto uno pino ), en presencia del propio autor,
en un planteamiento que recuerda el inicial de la Razón .
Si la estructura de la obra plantea graves problemas, a pesar de que la mayoría de
los estudiosos consideran que es unitaria, no menores son las dificultades que surgen
de los versos finales:

Mi razon aqui la fino,

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e mandatnos dar vino.

Qui me scripsit scribat,


semper cum Domino bibat.
Lupus me feçit, de Moros. (vv. 260-5)

De la interpretación de feçit en el último verso dependerá el resto. Es cierto que el


verbo fazer en un contexto similar al empleado puede significar tanto 'copiar' como
'escribir', y así, Lope de Moros -del que nada más se sabe- podría ser copista o autor; en
la posición que ocupa el verso, después del colofón, me inclino a pensar que Lope de
Moros fue el copista: si hubiera sido autor, lo lógico habría sido que hubiera firmado tras
el verso 261.
La lengua del texto es castellano con rasgos aragoneses, que en alguna ocasión
afectan a la rima: piedes: valientes (rima asonante; el castellano pies no podría rimar
con valientes ). Es posible que los dialectalismos se deban, pues, a la lengua del autor,
que -no obstante- intentaba escribir en castellano.
A pesar de los estudios llevados a cabo para explicar el significado exacto de la
obra, y el alcance de su unidad, los estudiosos no han llegado a una solución
plenamente satisfactoria: las interpretaciones esotéricas (destilación de la quintaesencia,
el alcohol), místicas (simbología cristiana), eróticas (caza de amor; cascabel de la
paloma), heréticas (ideas cátaras) y simbólicas (agua y vino como medios para saciar la
sed amorosa y la física), llegándose a negar la existencia de unidad temática (Barra,
1990); recientemente, E. Franchini (1993) ha manifestado la posibilidad de que la
disputa no sea más que una alegoría de la templanza y que la obra en su conjunto deba
ser vista como una batalla interior en el espíritu del clérigo entre el amor purus y el amor
mixtus, al socaire de las reformas eclesiásticas emprendidas contra los clerici
concubinarii tras el IV Concilio Lateranense.

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1.1.3. Elena y María.

Menos dificultades plantea el debate de Elena y María, que se inscribe plenamente


en la tradición de las disputas del caballero y el clérigo, y que por tanto tiene un carácter
lúdico o erótico plenamente definido. Se conserva -como los casos anteriores- en un
manuscrito único (Biblioteca de los Duques de Alba), de reducido tamaño (65 x 55 mm.),
escrito a principios del siglo XIV, copia de un texto anterior que presentaba ya
alteraciones en el orden de sus folios, lo que indicaría que era -a su vez- copia de un
texto anterior.
Siguiendo las más estrictas pautas del género, la obra plantea la discusión entre
Elena (amiga de un caballero) y María (compañera de un abad) sobre cuál de los dos es
mejor para amante. Como la disputa no llega a un resultado satisfactorio, las dos
mujeres acuden a la corte del rey Oriol para que sea éste en "juicio de amor" el que
dictamine, dando la razón a una de ellas.
El manuscrito, incompleto en su comienzo y en su final, se interrumpe cuando
Elena está exponiendo sus razones al rey; no se sabe, por tanto, cuál sería el desenlace
final de la obra, aunque R. Menéndez Pidal sospecha que en contra de la tradición, el
veredicto del rey Oriol sería favorable a Elena, habida cuenta de las censuras y burlas
que se vierten contra el abad.
En el estado actual, este poema tiene 402 dísticos pareados de métrica muy
irregular, aunque con predominio de los versos octosilábicos de rima consonante; y se
expresa en una modalidad lingüística propia del occidente peninsular, con claras marcas
del leonés.
El tema es bien conocido en la poesía latina y románica de entre 1150 y 1250,
donde tiene como representantes más antiguos conocidos los poemas latinos dedicados
a la Altercatio Phillidis et Florae, obra de un clérigo culto y al burlesco Concilium
Romaricimontis. Estas dos composiciones y algún texto goliárdico más, parecen estar en
la base del picardo Jugement d'Amour (fin. s. XII), que es el punto de partida de casi
todas las versiones románicas, incluida la elaboración anglonormanda de Florence et
Blancheflor, que es la más próxima a la disputa de Elena y María por la enumeración de
aves que contiene, por el trato que se da al clérigo y por el nombre que recibe el rey; sin
embargo, el poema hispánico se distancia de la mayor parte de las versiones conocidas
porque prescinde de casi todo tipo de adornos, centrando de esta forma la atención en la
burla que dirige a los dos estamentos personificados en los respectivos amantes, el
abad y el caballero.

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1.2. Poemas de asunto religioso.

Un mansucrito único del siglo XIV (Escorial, K.III.4) contiene junto al Libro de
Apolonio otros dos textos que difieren de éste por el carácter menos cuidado de su
métrica y por no utilizar la cuaderna vía, sino el verso octosílabo, igual que ocurría en los
poemas de debates que adaptaban obras francesas. Se trata de la Vida de Santa María
Egipcíaca y del Libro de la infancia y muerte de Jesús, dos textos hagiográficos, ajenos
en gran medida a la tradición hispánica, y que fueron copiados por un escriba que dejó
en la lengua de los dos textos claros testimonios de su origen aragonés.

1.2.1. Vida de Santa María Egipcíaca.

El mismo manuscrito que contiene el Libro de la Infancia y muerte de Jesús


recoge esta Vida de Santa María Egipcíaca, redactada a comienzos del siglo XIII en
1451 versos octosílabos pareados, con notables irregularidades tanto en el cómputo
como en las rimas consonantes: gran parte de estas deficiencias pueden ser atribuibles
a la defectuosa transmisión del texto, plagado de aragonesismos.
La Vida de Santa María Egipcíaca vierte al castellano una Vie de Sainte Marie
l'Égyptienne francesa de finales del siglo XII. Como ésta, el texto hispánico cuenta la
leyenda de una pecadora, lasciva, que en su irrefrenable vicio embarca hacia Jerusalén
pagando el pasaje con la venta de su cuerpo a los peregrinos. Será en esta ciudad
donde se inicie la conversión de la pecadora, cuando unos caballeros le impiden pasar
al templo el día de la Ascensión; tras arrepentirse y llorar sus pecados ante una imagen
de la Virgen, se siente impulsada a retirarse al desierto y a hacer vida de penitencia allí.
La belleza de su cuerpo, que había sido descrita con detalle anteriormente, contrasta
ahora con el cuerpo ajado por los sacrificios y privaciones. En esta situación la
encuentra un día el monje Gozimás, al que cuenta su vida y le encarga que regrese un
año después con la comunión; el monje así lo hará, de tal forma que, apenas María haya
recibido el sacramento y Gozimás haya vuelto a su monasterio, María muere. Cuando un
año más tarde acude Gozimás a ver a la ermitaña, la encuentra muerta, con unas letras
escritas por el cielo que le ordenan enterrarla, labor a la que le ayudará un león.
La leyenda tuvo un gran éxito durante la Edad Media: se sitúa su origen en la
Iglesia de Oriente -el primer texto sería del siglo VII- de donde pasó a la Iglesia
occidental; la versión latina de la obra griega tuvo varias redacciones diferentes(son
especialmente importantes tres en prosa, una de ellas de Pablo Diácono (s. IX) y dos en
verso, una de las cuales fue compuesta por el extraordinario Hildebert de Lavardin en el

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siglo XII); de las versiones latinas surgieron abundantes traducciones a las lenguas
románicas, y entre ellas, al francés, lengua en la hay por lo menos cuatro textos en verso
(de los siglos XII y XIII) y catorce en prosa (siglos XIII al XV). Será uno de los poemas en
verso el que servirá de base a la versión española, que traduce con notable fidelidad el
original, lo que no obsta para que el autor introduzca algunos elementos nuevos y
amplifique en ocasiones: entre todas las adiciones, quizás la más significativa es la
alusión al ave que lleva siempre María, una calandria que le canta de amor (tópico
literario que se encuentra en Alfonso X, Cantigas de Santa María, 103, o en Dante, Inf.,
V, 46 y Purg. IX, 13-14).
Tanto el texto francés como el hispánico son poemas didácticos y moralizantes.
con una enseñanza clara: el arrepentimiento y la penitencia pueden borrar todo pecado.
El mensaje es optimista, y la vida de María es un ejemplo que cala con facilidad en la
imaginación del público: no extrañará el éxito obtenido por la leyenda, y a nadie
sorprenderá que la vida de María Egipcíaca se repita en las colecciones hagiográficas,
en el Romancero y en la más variada iconografía, a veces en claro antagonismo con la
vida de la otra gran pecadora, María de Magdala.

1.2.2. Libro de la infancia y muerte de Jesús.

Entre 1250 y 1260 debió componerse la versión castellana del Libro de la infancia
y muerte de Jesús, que narra -en 242 versos octosílabos pareados de rima consonante-
distintos episodios de la vida de Cristo, procedentes en su mayor parte de los Evangelios
apócrifos, plenamente difundidos por el occidente europeo.
Se inicia el poema con la visita de los Reyes Magos a Herodes y la Adoración del
Niño, para proseguir con la huída a Egipto, el encuentro con dos ladrones, uno bueno y
otro malo, padres a su vez de dos niños, Dimas y Gestas, que con el transcurso del
tiempo aprenderán el oficio paterno y serán crucificados en el Calvario junto a Jesús.
El relato parece construido para explicar quiénes eran los dos ladrones
condenados a morir en la cruz el mismo día que Cristo, más que para llevar a cabo una
apología mariana, por más que la figura de la Virgen destaque con gran fuerza en los
episodios iniciales, los que se refieren a la infancia de Jesús.
La fuente directa utilizada por el poeta se desconoce; no obstante, M. Alvar indica
las claras deudas que mantiene el texto con el Evangelio de S. Mateo y, sobre todo, con
los Evangelios árabes y con la obra de Berceo, lo que además permite una datación del
poema castellano a mediados del siglo XIII.

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2. El planto Ay, Jherusalem!

Este planto constituye un caso extraño en la poesía medieval, tanto por su tema,
como por su forma métrica. Los 110 versos de que consta se conservan en un
manuscrito único (Archivo Histórico Nacional, Madrid, Diversos, miscelánea, cajón 12)
de finales del siglo XIV o principios del XV, que debe ser copia de otro de mediados del
siglo XIII.
Se reparte el contenido de este poema en 22 estrofas de 5 versos, dos
dodecasílabos y tres pies quebrados de seis sílabas, el último de los cuales funciona
como estribillo (o, si se prefiere, presenta siempre como palabra rima "Iherusalem"), en
una estructura métrica que se puede considerar muy próxima a la de la retroencha
francesa, aunque en el caso castellano hay vacilación de rimas consonantes y
asonantes:

A los que adoran en la Vera Cruz


salud e gracia de la vera luz,
que envió sin arte
el maestre d'Acre
a Iherusalem.

Bien querría más convusco plañir,


llorar noches e días, gemir e non dormir,
que contarvos prosas
de nuevas llorosas
de Iherusalem.

Resulta también llamativo el hecho de que las estrofas lleven un orden alfabético,
según la primera letra: el texto que se acaba de reproducir corresponde a las estr. I y II,
y, por tanto, comienzan con las dos primeras letras del abecedario, en una construcción
semejante a la de las cuatro primeras lamentaciones de Jeremías, lo que pondría de
relieve la cultura y formación del anónimo autor del poema.
El contenido no es otro que el de una canción de cruzada, con el propósito de
mover a los caballeros para que acudan a combatir en Tierra Santa y que recuperen, de
este modo, Jerusalén.
Durante el I Concilio de Lyon, de 1245, el occidente europeo recibió la noticia de la
toma de Jerusalén -ocurrida un año antes- mediante una carta de Roberto, patriarca de

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la Ciudad Santa, y de Guillermo de Chateauneuf, maestre de los Hospitalarios (es el


"maestre d'Acre") apresado por los turcos jarismíes. Inmediatamente se promulgó una
Cruzada para recuperar los territorios perdidos. El 11 de mayo de 1246 el infante D.
Alfonso (futuro Alfonso X) otorgó su venia a Pelay Pérez Correa -gran maestre de la
orden de Santiago que había asistido al Concilio de Lyon y había llevado a Castilla las
noticias- para que fuera con sus caballeros en auxilio del Imperio latino de
Constantinopla. El 25 de agosto de 1248 se hicieron a la mar en el sur de Francia las
fuerzas cristianas reunidas por Luis IX.
Y aunque es cierto que el papa Alejandro IV autorizó en 1255 la predicación de la
Cruzada por España y Gascuña para ir a combatir a los árabes en el norte de Africa (los
cruzados se pusieron en marcha en 1260 y tomaron la ciudad de Salé), no es menos
cierto que la toma de Jerusalén en 1244 estaba ya algo lejos en el tiempo, y no parece
ser justificación suficiente para ir a Marruecos en vez de dirigirse a Tierra Santa. Así,
pienso que el planto Ay, Iherusalem debe situarse entre 1245 y 1248, posiblemente en el
ámbito de la orden de Santiago.
Este planto no es el único testimonio existente en la literatura hispánica de su
momento del impacto de la caída de Jerusalén: poetas gallego-portugueses del séquito
del infante don Alfonso, como Pedr'Amigo de Sevilha, Johan Baveca, Pero d'Ambroa,
Gonçal'Eanes do Vinhal o Pero Gómez Barroso se hicieron eco de una Cruzada a
Jerusalén, real o ficticia, iniciada en el zoco de Jaén, tras la conquista de esta ciudad
(1246).

3. Los orígenes del teatro: la Representación de los Reyes Magos.

3.1. El teatro primitivo y Castilla.

El paso de la Antigüedad a la Edad Media vio desaparecer las formas teatrales del
mundo clásico. Las escasas muestras de imitaciones de Terencio (como las de
Hroswitha de Gandersheim en el siglo X, que intenta cargar de moralidad al autor latino)
atestiguan aún más esa desaparición, pues no sólo son casos aislados y muy poco
abundantes, sino que además parecen haberse perdido en las bibliotecas de los
monasterios, sin llegar a tener una descendencia literaria y, desde luego, sin que en
ningún momento se pensara en su posible representación escénica.
La desaparición del teatro clásico no significa que muriera toda forma de
espectáculo público: los juglares recogerán de los mimi e histriones el testigo del
entretenimiento y se aplicarán a distraer a la gente con los medios más diversos, como
atestiguan en época tardía los conocidos textos de Guiraut Riquier y Alfonso X

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(Suplicatio y Declaratio, 1274 y 1275), o el menos conocido Libro de las confesiones


(1316) de Martín Pérez, todos ellos vinculados al mundo castellano. Salvo contadas
excepciones, todos los tipos de juglares son objeto de censura eclesiástica y víctimas de
cuantos castigos espirituales -y también físicos- se puedan imaginar.
Pero la actividad juglaresca, aunque pudo influir en el desarrollo de la dramaturgia,
no está en el origen del teatro medieval: habrá que esperar hasta el siglo XI para
empezar a encontrar auténticas representaciones teatrales vinculadas con la liturgia y
centradas en la vida y pasión de Cristo. Los estudiosos consideran que, en efecto, es
como adorno de la liturgia como empieza a gestarse el género dramático,
fundamentalmente a través de los tropos, que no son más que textos interpolados en las
lecturas litúrgicas, como aclaración o como embellecimiento.
Son varios los tipos de tropos (sequentia, prosa, prosula, farsa, tropus) y no todos
deben ser considerados aptos para la dramatización, pero es indudable la importancia
que tuvieron estos textos y su música para el nacimiento y desarrollo de distintos
géneros literarios en lengua romance: con los tropos se asocia la francesa Secuencia de
Santa Eulalia , la lírica de los trovadores o el origen del teatro.
Fue a partir del siglo IX cuando empezó a adornarse el Alleluia ; luego, se introdujo
el diálogo. Los testimonios más antiguos se refieren al tema de la pasión y resurrección
de Jesús, con tropos dedicados a la Visitatio sepulchri (así el Quem quaeritis, en el que
el ángel anuncia la resurrección de Cristo a las tres Marías). No tardaron mucho en
aparecer otros temas, relacionados con la Navidad, como la adoración de los pastores
(Officium pastorum) y la procesión de los profetas que habían anunciado la llegada del
Salvador (Processus Prophetarum, que incluía, también, la profecía de la Sibila) , la
epifanía de los Reyes Magos (Officium stellae) o la persecución de los Inocentes (Ordo
Rachelis).
La Península Ibérica, y más concretamente Castilla, no fueron ajenas a estas
innovaciones, según prueban distintos manuscritos escritos en el monasterio de Silos
(British Library, Add. 30848 y 30850, del siglo XI), que recogen dos tropos del ciclo de la
Resurrección. En otras regiones (Huesca, Vich, Ripoll) también hay muestras de la
difusión de los tropos, y del éxito de estas formas paralitúrgicas.
A lo largo del siglo XII se amplía la temática, incluyendo nuevos episodios de la
vida de Jesús y dando cabida a distintas escenas y figuras del Antiguo Testamento; sin
embargo, en Castilla son tan escasos los testimonios (apenas los recordados tropos
silenses), que son muchos los investigadores que dudan de que el género llegara a
aclimatarse, quizás por las características de la liturgia mozárabe que se utilizaba en
gran parte de la Península, o quizás -según señalan otros- porque la Iglesia hispana,

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reformada bajo el reinado de Alfonso VI se encomendó a la orden de Cluny, que


combatió con firmeza la presencia de los tropos en las celebraciones litúrgicas.

3.2. La Representación de los Reyes Magos.

La Representación de los Reyes Magos es un testimonio temprano -único por


ahora- de ese teatro de los orígenes en lengua vulgar. Su conservación ha sido
accidental, pues se copió a finales del siglo XII o comienzos del siglo XIII en los folios en
blanco de un códice de la Catedral de Toledo (Biblioteca Nacional, Madrid, Vitr. 5-9). El
poco cuidado que puso el copista, o el desinterés por el texto que copiaba, se aprecia no
sólo en el aprovechamiento de los folios en blanco, sino también en el hecho de que no
se respetaran los versos y que no se indicara cuándo empezaba a hablar cada uno de
los personajes. Nada hay que permita pensar en su destino para ser representado; al
contrario, es probable que se buscara la lectura individual de la obrita.
La obra no presenta ningún título, por lo que los estudiosos le han dado distintas
denominaciones (Auto, Misterio, Representación); poco a poco se va imponiendo la
denominación de Representación, que parece la más acorde con el nombre que se da
en las Partidas alfonsíes (I, vi, 34) a este tipo de manifestaciones religiosas:

Pero representación ay que pueden los clérigos fazer assi como de


la nascencia de Nuestro Señor Ihesu Christo que muestra como el ángel
vino a los pastores e como les dixo como era Ihesu Christo nacido. E
otrossí de su aparición como los tres Reyes magos lo vinieron adorar. E de
su Resurreción que muestra que fue crucificado e resuscitó al tercero día
[...] Mas esto deven fazer apuestamente, e con muy grand devoción; e en
las cibdades grandes donde ovieren arçobispos, o obispos, e con su
mandado d'ellos, o de los otros que tovieren sus vezes e non lo deven
fazer en las aldeas, nin en los logares viles, ni por ganar dineros con ellas.

En realidad, las Partidas vierten al castellano el texto de un decreto de Inocencio


III, por lo que no se puede considerar que refleje necesariamente la situación en Castilla;
en todo caso, es válidad y clara la denominación de estas primitivas formas dramáticas.
A juzgar por la lengua, el original debería situarse a mediados del siglo XII, aunque
el tema coincide con la renovada devoción -impulsada por pseudo-Beda y por Pedro
Coméstor- que se produjo por las figuras de los tres Reyes a partir de 1158, fecha en
que se descubrieron los supuestos restos de los Magos en Milán (serán enterrados en
Colonia, en 1164); en todo caso, la Representación sería uno de los testimonios más

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antiguos de la literatura castellana y la primera muestra de teatro medieval escrito


totalmente en lengua vernácula.
Nada se sabe del autor; la deturpación del texto y la presencia de rimas
incorrectas y de un lenguaje híbrido, heterogéneo, ha planteado dudas difíciles de
resolver a los historiadores de la lengua, que con las mismas razones han sugerido que
podría ser gascón, mozárabe, riojano o catalán, a la vez que sostienen que la copia se
realizó en Toledo. Si en otras ocasiones resulta grave la ignorancia del origen de un
autor, en ésta es especialmente lamentable pues impide saber si la Representación
debe ser considerada como una pieza autóctona castellana, o si es la adaptación de
algún modelo extranjero: en gran medida las teorías sobre la existencia del teatro en
Castilla se sustentan sobre esta pieza única, de origen desconocido.
El contenido de la Representación se divide en cinco escenas: la primera reúne los
soliloquios de los tres Reyes; la segunda se dedica al encuentro de los Magos y a la
decisión de probar la condición del recién nacido mediante la ofrenda de oro, incienso y
mirra; la tercera escena pone en acción la entrevista con Herodes; la cuarta se llena con
el monólogo de Herodes; por último, en la quinta escena Herodes y sus sabios judíos
intentan averiguar la verdad.
El texto consta de 147 versos, pareados, de rima consonante, aunque con algunos
errores en la rima, que no se pueden reducir, y que se han puesto en relación con el
posible origen del autor. A cada escena parece corresponder una forma métrica
diferente (en realidad, la división de las escenas se apoya en los cambios métricos,
aunque a grandes rasgos éstos coinciden con entradas y salidas de los personajes). Así,
la escena primera está formada por eneasílabos; la segunda, por versos de catorce
sílabas; la tercera comienza con versos de catorce sílabas y cambia de ritmo a un metro
más rápido, el heptasílabo; el verso de siete sílabas se utiliza también para la cuarta
escena; la última escena es más heterogénea, pues presenta versos de catorce y de
nueve sílabas. La variedad métrica es un rasgo original de la Representación , pues, en
general, las obras francesas suelen presentar sólo un esquema métrico; la misma
riqueza se encuentra en la Suscitatio Lazari (s. XII), texto latino escrito en Francia.
Los rasgos innovadores de la Representación con respecto a la tradición de las
"Adoraciones de los Reyes" son muchos, y afectan al orden de algunos detalles, al
significado de la ofrenda que llevan al Niño o a la escena final, que si realmente era con
la que concluía la obra, debe ser interpretada como un cierre burlesco contra los judíos,
puesto en boca de los propios rabinos, y quizás represente un ejemplo más del
antisemitismo de Castilla en la segunda mitad del siglo XII.

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Bibliografía.

Debate del alma y el cuerpo.

Traducción manuscrita: El Debate del alma y el cuerpo castellano se conserva en


un folio (AHN, Clero, carp. 279, n. 22) procedente del monasterio de Oña, al dorso de un
documento escrito el año 1201. El fragmento es copia de un original anterior, tal vez de
finales del siglo XII.
Ediciçon: R. Menéndez Pidal, Disputa del alma y el cuerpo y `Auto de los Reyes
Magos´, in Obras Completas, XII.. Madrid, 1976, 161-177. F. Gómez Redondo, Poesía
española. 1. Edad Media . Barcelona, 1996.

Bibliografía:

M. Alvar, “Rasgos dialectales en la Disputa del alma y el cuerpo (siglo XV)”, in


Mélanges M. García Blanco. Salamanca, 1962, 37-41. Th. Batiouchkof, “Le Débat de
l´ame et du corps”, R , 20, 1891, 1-55 y 513-78. A. García Solalinde, “La disputa del
alma y el cuerpo. Comparación con su original francés”, HR, 1, 1933, 196-207. A. García
Solalinde, Poemas breves medievales, (ed by I. A. Corfis), Madison, 1987.

Razón de amor con los denuestos del agua y el vino.

Traducción manuscrita: Se conserva el texto -que se suele fechar en el segundo


tercio del siglo XIII- en un ms. único (Ms. lat. 3576 de la Biblioteca Nacional de Paris)
que contiene varias homilías latinas y un breve manual de confesión en prosa castellana,
conocido habitualmente como Los Diez Mandamientos.
Edición: R. Menéndez Pidal, RdA con los denuestos del agua y el vino , in Obras
Completas, XII.. Madrid, 1905 (1976), 105-117. M. Di Pinto, Due contrasti d'amore nella
Spagna medievale. Pisa. 1959. G.H. London,“The RdA and the Denuestos del agua y
el vino. New Readings and Interpretations”, RPh , 19, 1965-1966, 28-47. M. Barra
Jover, “RdA : Texto crítico y composición”, RLM , 1, 1989, 123-153. E. Franchini, El
manuscrito, la lengua y el ser literario de la RdA , Madrid, 1993. F. Gómez Redondo,
Poesía española. 1. Edad Media. Barcelona, 1996.

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Bibliografía:

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“RdA con los denuestos del agua y el vino “, in El Comentario de textos, 4. La poesía
medieval , Madrid, 1983, 53-83. M. De Ley , “Provençal Bibliographical Tradition and the
RdA´”, JHP , 1, 1976-1977, 1-17. A. C. de Ferraresi, “Locus amoenus y vergel
visionario en RdA” , HR, 42, 1974, 173-183. A. C. de Ferraresi,“RdA” , in De amor y
poesía en la España medieval. Prólogo a Juan Ruiz México, 1976, 43-118. E. Franchini,
“Sobre el orden de los versos y la tradición manuscrita de la RdA”, VR , 46, 1987, 128-
137. A. García Solalinde, Poemas breves medievales. Madison, 1987. H. Goldberg,
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1986, 42-62. L. Simó Goberna, “RdA y la lírica latina medieval”, RLM, 4, 1992, 197-212.
G. Tavani, “Osservazioni sul ritmo della Razón feyta d´amor”, in C. Samonà, ed. Studi di
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Poems” , in Mélanges Robert White, Madrid, 1973, 177-184.

Elena y María.

Traducción manuscrita: Se conserva -como los casos anteriores- en un manuscrito


único (Biblioteca de los Duques de Alba), de reducido tamaño (65 x 55 mm.), escrito a
principios del siglo XIV, copia de un texto anterior que presentaba ya alteraciones en el
orden de sus folios, lo que indicaría que era -a su vez- copia de un texto anterior.
Edición: R. Menéndez Pidal, “Elena y María (Disputa del clérigo y el caballero).
Poesía leonesa inédita del siglo XIII”, RFE , 1, 1914, 52-96. M. Di Pinto, Due contrasti
d´amore nella Spagna. Pisa, 1959. F. Gómez Redondo, Poesía española. 1. Edad
Media . Barcelona, 1996.

Bibliografía:

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sul chierico e il cavaliere nella tradizione mediolatina e volgare” , RJ , 15, 1964, 51-84.

Poemas de temática religiosa.

Traducción manuscrita: Un manuscrito único del siglo XIV (Escorial, K.III.4)


contiene, junto al Libro de Apolonio, otros dos textos que difieren de éste por el carácter
menos cuidado de su métrica y por no utilizar la cuaderna vía, sino el verso octosílabo,
igual que ocurría en los poemas de debates que adaptaban obras francesas. Se trata de
la Vida de Santa María Egipcíaca y del Libro de la infancia y muerte de Jesús, dos textos
hagiográficos, ajenos en gran medida a la tradición hispánica, y que fueron copiados por
un escriba que dejó en la lengua de los dos textos claros testimonios de su origen
aragonés.

Vida de Santa María Egipcíaca.

Edición: Mª S. Andrés Castellanos, La VSM , Madrid, 1964. M. Alvar, Poemas


hagiográficos de carácter juglaresco. Madrid, 1967. M. Alvar, VSME, 2 vol. Madrid,
1970-2. M. Schiavone de Cruz Sáenz, The Life of Saint Mary of Egypt: An Study of the
Medieval French and Spanish Verse Redactions, Barcelona, 1979. F. Gómez Redondo,
Poesía española. 1. Edad Medi . Barcelona, 1996.

Bibliografía:

M. Alvar, “De arte y Literatura. Nuevas apostillas a VSME”, in Mélanges José Manuel,
Madrid, 1983, 73-84. M. Alvar, “Prosa y verso en antiguos textos hagiográficos”, in
Mélanges Samuel G. Armistead , Madison, 1992, 37-50. J.R. Craddock, “Apuntes para
el estudio de la leyenda de Santa María Egipciaca en España” , in Mélanges Rodríguez-
Moñíno, Madrid, 1966, 99-110. A. García Solalinde, Poemas breves medievales ,
Madison, 1987. T. Kassier, “The rhetorical devices of the VSME”, AEM , 8, 1972-1973,
467-480. J. Maier, “Sainthood, Heroism, and Sexuality in the Estoria de Santa María
Egipciaca ”, Rev. Canad. Est. Hisp., 8, 1984, 424-435. A.M. Monti, La Leggenda di
Santa Maria Egiziaca nella Letteratura medioevale italiana e

spagnola, Bologna, 1938. A. Ruffinatto, “Per una morfologia del racconto agiografico
(Santa María Egipciaca vs. San Millán, Santo Domingo e Santa Oria )” , Miscellanea di
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Studi Ispanici, 28, 1974, 5-41. J.T. Snow, “Notes on the Fourteenth-Century Spanish
Translation of Paul The Deacon´s `Vita Sanctae Mariae Aegyptiacae, Meretricis”, in
Mélanges John K. Walsh. Madison, 1990, 83-96. E. Swanberg, “The Singing Bird: A
Study of the Lyrical Devices of la VSME” , HR, 47, 1979, 339-355.

Libro de la infancia y muerte de Jesús.

Edición: M. Alvar, LIMJ (Libre dels Tres Reys d'Orient). Madrid, 1965. M. Alvar,
Poemas hagiográficos de carácter juglaresco. Madrid, 1967.

Bibliografía:

M. Alvar Ezquerra, “Concordancias e índices léxicos del LIMJ ”, AFA , 26-27, 421-60.
M. Chaplin, “The Episode of the Robbers in the Libre dels tres reys d´Orient”, BHS, 44,
1967, 88-95. A. Deyermond e J. Connolly, “La matanza de los Inocentes en el Libre
dels Tres Reys d´Orient”, El Crotalón, 1, 1984, 733-738. A. García Solalinde, Poemas
breves medievales. Madison, 1987. V. Richardson, “Structure and Theme in the Libre
dels tres reys d´Orient”, BHS, 61, 1984, 183-188.

El lamento Ay, Iherusalem .

Traducción manuscrita: Los 110 versos de que consta se conservan en un


manuscrito único (Archivo Histórico Nacional, Madrid, Diversos, miscelánea, cajón 12)
de finales del siglo XIV o principios del XV, que debe ser copia de otro de mediados del
siglo XIII.
Edición: E. Asensio, “¡Ay Iherusalem! Planto narrativo del siglo XIII”, NRFH, 14,
1960 251-270. M. C. Pescador del Hoyo, “Tres nuevos poemas medievales” , NRFH ,
14, 1960, 242-250. F. Gómez Redondo, Poesía española. 1. Edad Media . Barcelona,
1996.

Bibliografía:

C. Alvar, “La cruzada de Jaén y la poesía gallego-portuguesa”, in Actas del I


Congreso de la AHLM , Barcelona, 1988, 139-144. E. Franchini, “Ay Iherusalem ¿Una
Canción de Cruzada Castellana?”, in Literatura Medieval. Actas do IV Congresso da
AHLM , II, , Lisboa, 1993, 343-356. P.E. Grieve, . “Architectural and Biblical Building:
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The Poetic Structure of ¡Ay Jherusalem!”, Forum for Modern Language Studies, 22,
1986, 145-156. Mª C. Tato García, “En torno al poema ¡Ay, Iherusalem! y a sus
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Barcelona, 1988, 571-579.

Il teatro primitivo e la Castiglia.

L. Allegri, Teatro e spettacolo nel medioevo , Roma-Bari, 1988. C. Alvar, Textos


trovadorescos sobre España y Portugal , Barcelona, 1978. A. Mª Alvarez-Pellitero,
Teatro medieval castellano. Madrid, 1990. E. Castro Caridad, Tropos y troparios
hispánicos. Santiago de Compostela, 1991. G.F. Contini, Teatro religioso del Medioevo
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profana (siglos XV y XVI). 2ª ed. Madrid, 1976. H. López Morales, “Sobre el teatro
medieval castellano: Status quaestionis”, Bol. Acad. Puertor. Leng. Esp., 14, 1986, 99-
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Madrid, 1968. H. López Morales, “El Concilio de Valladolid de 1228 y el teatro medieval
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History of the Spanish Stage from Medieval Times until the End of the Seventeenth
Century, Oxford, 1967. C. J. Stratman, Bibliography of Medieval Drama. 2nd. ed. New
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La Representación de los Reyes Magos .

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del siglo XII o comienzos del siglo XIII en los folios en blanco de un códice de la Catedral
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el desinterés por el texto que copiaba, se aprecia no sólo en el aprovechamiento de los
folios en blanco, sino también en el hecho de que no se respetaran los versos y que no
se indicara cuándo empezaba a hablar cada uno de los personajes.
Edicióni: A. Mª Alvarez-Pellitero, Teatro medieval castellano, Madrid, 1990. R.E.
Surtz,Teatro castellano de la Edad Media. Madrid, 1992.

Bibliografía:

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Magos”, AEM, 13, 1983, 269-278. A. M. Espinosa, “Notes on the Versification of el
Misterio de los Reyes Magos “, RR , 6, 1915, 378-401. G. Hilty, “La lengua del Auto de
los Reyes Magos ”, in Mélanges Eugenio Coseriu, V. Berlin, 1981, 289-302. M.P.A.M.
Kerkhof, “Algunos datos en pro del origen catalán del autor del Auto de los Reyes
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Regueiro, “El Auto de los Reyes Magos y el teatro litúrgico medieval”, HR , 45, 1977,
149-164. J. Rodríguez Velasco, Redes temáticas y horizonte de expectativas:
observaciones sobre la terminación del Auto de los Reyes Magos”, VR , 48, 1989, 147-
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Mélanges Emilio Alarcos Llorach ,I, Oviedo, 1977, 417-432. M. Sito Alba, “La teatralità
seconda e la struttura radiale nel teatro religioso spagnolo del medioevo: la
Representación de los Reyes Magos” , in Atti del V Convegno Internazionale del Centro
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