Para llenar nuestro vaso de agua hemos visto que el agua baja poco a poco por el cordón. El agua tiene una gran capacidad de adhesión, que consiste en la atracción de moléculas de un tipo por moléculas de otro tipo. Esta propiedad permite que el agua se adhiera a las fibras que componen el cordón y se transporte al otro vaso gracias a la acción de la capilaridad. La capilaridad del agua es una propiedad que le permite ascender en contra de la gravedad a través de pequeños tubos o capilares. Es la misma propiedad que permite a las hojas de los árboles recibir los nutrientes que las raíces – que están en un plano inferior– les aportan. De esta manera, la capilaridad y la adhesión del agua son dos fuerzas compatibles que permiten hacer este experimento posible. El agua baja gracias a que la capacidad de adhesión del agua en este caso es mayor que la fuerza intermolecular del agua, que genera una atracción entre las moléculas que la componen. Así vemos cómo, en un verdadero desafío de la ley de la gravedad, podemos llenar un vaso de agua haciendo que el agua suba y no baje.