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Más allá del lugar de origen, o del lugar de origen del padre, la patria, como lo señala Aristóteles, es la

nación donde se vive mejor, y ello es, siempre, producto de la decisión de uno, es decir, de la
autodeterminación, superándose así la predeterminación que, con relación al lugar donde se ha nacido,
trae consigo el nacimiento. Yo elijo mi patria – YO elijo MI patria -, lo cual no supone, necesariamente,
rechazar la patria en la cual se ha nacido, la cual se puede elegir a posteriori, pero elegir al final de
cuentas, pero sí supone la posibilidad de elegir otra distinta, sin que patria alguna, ni aquella en la que
nacimos, ni aquella en la cual queremos vivir, nos lo impida, impedimento que es, no la excepción,
mucho menos la que confirma la regla, sino la pauta, impedimento que nunca es el resultado de la
acción de la patria, sino de aquellos que, seres humanos que detentan el poder político, se creen desde
los únicos capaces de interpretarla hasta su mismísima encarnación, encarnación e interpretación que
suponen que la patria existe de manera sustancial, por sí misma, siendo que solamente puede existir de
manera accidental, es decir, en otro, tal y como se concluye de la distinción aristotélica entre la
sustancia y los accidentes.

Por último lo más importante: si el ser humano tiene el derecho a elegir patria (el que muchas veces los
“representantes” de la patria no reconozcan ese derecho e impidan su práctica no lo elimina), igual
derecho tiene a ser apátrida, es decir, a no tener patria alguna: ser, sin necesidad de ser mexicano,
español o alemán, mucho menos oficialmente, con acta de nacimiento, documento de identificación,
pasaporte y demás parafernalia de la patria oficial.
La patria es el país donde se vive mejor, y ello solamente puede ser producto de la decisión de
abandonar la patria donde se nació para elegir la patria donde se vivirá. La patria no debe ser producto
de la predeterminación que impone el nacimiento, sino de la autodeterminación que resulta de la
libertad.

Sebastian Jans

Sobre la base de esos postulados, ante los desafíos que enfrenta el país, sosteniendo nuestro llamado de
la pasada Fraternitas de la República, la Masonería invita a todos los ciudadanos a reflexionar sobre el
futuro que queremos, en un ambiente de tolerancia y civismo, donde las esperanzas y sueños de todos
sean posibles, permitiendo que la fraternidad sea la expresión de nuestra cohesión social.

Este 25 de octubre debe ser un hito de la mayor importancia para establecer la ruta institucional,
democrática y republicana, con la cual empezaremos a reconstruir las confianzas entre las chilenas y
chilenos, con el aval de los resultados del plebiscito que tendrá lugar ese día.

En virtud de lo señalado, frente a las esperanzas que nos unen como chilenos y porque hay una Patria
que espera nuestras mejores voluntades, la Gran Logia de Chile hace un llamado a todos los ciudadanos
a participar en el plebiscito del 25 de octubre para que, con nuestra diversidad, construyamos unidad y
trabajemos por un sólido contrato social, que nos permita progresar y asegurar los legítimos derechos
de todas y todos los chilenos.

Hacemos un llamado a cumplir con nuestro deber cívico, con profunda tranquilidad de espíritu y
conscientes que la participación es necesaria, acudiendo a expresar nuestra opinión a través del voto, en
un legítimo acto de ejercicio democrático, que es el camino válido para consolidar nuestra convivencia
nacional en paz y entendimiento, resolviendo con civismo las diferencias que nos separan.

Nuestra historia como país se ha construido con base en muchos hitos que han dejado su huella y
configurado nuestra República. Nos unimos a la esperanza que el plebiscito del 25 de octubre será
recordado en la historia como el inicio de un proceso que marcará los destinos superiores de nuestra
Patria, con la participación de todos, en su más amplia diversidad.

Sebastián Jans Pérez

Gran Maestro
Gran Logia de Chile

Oriente de Santiago, 02 de Octubre de 2020.-

Homenaje a la patria 2017

S Jans

Cuando los aires primaverales de septiembre comienzan a soplar sobre Chile, sin duda el concepto de la
Patria toma una connotación que parece llenar el sentimiento popular - las sensaciones personales y
colectivas -, y la simbología de la chilenidad se expresa en todos los lugares, igual como se manifiesta en
todas la ocasiones donde las gentes concurren y manifiestan su habitabilidad citadina y rural.

Todos parecemos vernos asociados a la sensación de un sentimiento especial que se relaciona


probablemente con las primeras manifestaciones de la primavera. Todo brota a nuestro alrededor, y el
sol comienza a revelar la belleza de las geografías. La naturaleza misma parece decir que estamos en el
mes de la Patria, y un estado de ánimo general pareciera embargarnos, tal vez prometiéndonos que
vendrá el verano y que la vida sigue su ciclo maravilloso en el entorno de nuestra cotidianidad.

Es, sin duda, septiembre, por excelencia, el mes de la Patria. Algo que nos convoca y nos une, y
queremos compartir las bondades de las comidas típicas y la libación de las bebidas tradicionales, y el
costumbrismo de los juegos y entretenciones de antigua data.

La Patria, más allá de cualquier consideración, en este caso se nos manifiesta con su idea de
asociatividad, con su invitación integradora, convocándonos a ser parte de su identidad, acogiéndonos
con su relato.

Para quienes hemos incursionado en la lectura de la literatura chilena, encontramos afirmaciones ciertas
en nuestra literatura costumbrista o romántica, y en todos aquellos poetas y narradores que han
descrito las consecuencias de los grandes episodios de la historia, para dejarlos presentes en nuestra
memoria colectiva que somos parte de una misma identidad.

Los poetas han exaltado a la patria desde los tiempos primeros de la República y sus sentimientos siguen
siendo propuestas que reviven, a veces en la escuela, o tal vez en la boca de algún juglar rebuscón que
quiere traernos la memoria de los sentimientos olvidados.

“Tú eres la patria/ y también eres el amor/ pues quien dice patria dice amor” señalaba Manuel
Magallanes Moure. “Si pequeña es la Patria, uno grande la sueña. Mis ilusiones, y mis deseos, y mis
esperanzas, me dicen que no hay patria pequeña”, afirmaba Rubén Darío, un trasplantado en Chile por
varios años. “Ay Patria, Patria / ay Patria, cuándo /ay cuándo y cuándo / cuándo me encontraré contigo?
/ Lejos de ti / mitad de tierra tuya y hombre tuyo / he continuado siendo / y otra vez hoy la primavera
pasa./ Pero yo / con tus flores me he llenado /, con tu victoria voy sobre la frente /y en ti siguen viviendo
mis raíces”, susurraba Neruda en la distancia del desarraigado.
Todo juglar la siente, la necesita, la reclama, pero nadie la explica desde la razón. Sin embargo, un poeta
latinoamericano, un día quiso responder las incógnitas desde esa trinchera de los consensos. Fue el
argentino Jorge Luis Borges que nos propuso: “Nadie es la Patria. Ni siquiera el jinete / que, alto en el
alba de una plaza desierta, / rige un corcel de bronce por el tiempo, / ni los otros que miran desde el
mármol, / ni los que prodigaron su bélica ceniza / por los campos de América / o dejaron un verso o una
hazaña / o la memoria de una vida cabal / en el justo ejercicio de los días. / Nadie es la Patria. / Ni
siquiera los símbolos. / Nadie es la Patria. / Ni siquiera el tiempo / cargados de batallas, de espadas y de
éxodos / y de la lenta población de regiones / Que lindan con la aurora y el ocaso, / y de los rostros que
van envejeciendo / en los espejos que se empañan / y de sufridas agonías anónimas / que duran hasta el
alba / y de la telaraña de la lluvia / sobre negros jardines. / La Patria, amigos, es un acto perpetuo /
como el perpetuo mundo. (Si el Eterno espectador dejara de soñarnos / un solo instante, nos fulminaría,
/ blanco y brusco relámpago, Su olvido.) / Nadie es la Patria, pero todos debemos / ser dignos del
antiguo juramento / que prestaron aquellos caballeros / de ser lo que ignoraban, / de ser lo que serían
por el hecho / de haber jurado en esa vieja casa. / Somos el porvenir de aquellos muertos; / nuestro
deber es la gloriosa carga / que a nuestra sombra legan esas sombras / que debemos salvar. / Nadie es
la Patria, pero todos lo somos. / Arda en mi pecho y en el vuestro, incesante, / ese límpido fuego
misterioso”.

Alejándonos del lirismo, como hombres analíticos que seguramente somos, que nos congregamos en
torno a la reflexión y al estudio de los fenómenos humanos, seguramente estaremos contestes que la
Patria es la tierra natal de nuestros padres, una geografía a la cual nos ligamos afectivamente, porque es
parte de nuestra raigambre emocional, y nuestra comprensión cultural del origen. Su significación está
muchas veces unidas a connotaciones políticas, porque todo individuo humano es un ser político, o bien
a lecturas ideológicas que se construyen a partir de una raigambre común que pareciera nos obliga.

Hace un siglo y medio, la idea de Patria tenía algo profundamente ligado a una idea de inmolación. No
importaba el acierto o los yerros de quienes dirigían los destinos de la reivindicada Patria, porque, por
sobre todo, la determinación personal era estar dispuesta a morir por ella. Millones de cadáveres
quedaron repartidos por el mundo por aquella voluntad decidida de servir a la Patria más allá de
cualquier certeza en los objetivos perseguidos por las élites del Estado Nación.

Pero, en este siglo de revisiones y relativismos que impone la globalización y las nuevas comprensiones
de los deberes frente al Estado, la idea de Patria parece haber experimentado ciertos matices que no
responden a las lógicas de fidelización.

La Patria – como sabemos - nace de la idea patriarcal, derivada de los clanes primitivos, asociada a cierta
condición de arraigo con el lugar de asentamiento gregario.

El concepto de Patria, en su variable que ha predominado en nuestra cultura nacional, nace


fundamentalmente de los procesos derivados de la revolución francesa y la independencia de Estados
Unidos. En los siglos previos la fidelidad al Estado estaba determinado por la cualidad de súbditos a un
rey, a quien se debía fidelidad y abnegación. Destronados los reyes, se impone la república, y esta se
relaciona con un espacio territorial específico. Es así como cobra importancia el valor de un concepto de
“patria”, como el factor que construye la ligazón emocional en torno a un país-Estado, o Nación, es
decir, ese conjunto comunitario que se siente parte de un mismo origen y que comparte un territorio.
La emancipación de América ocurre bajo esa invocación patriótica. Carentes de una relación emocional
con el territorio, los criollos emancipacionistas, toman el concepto de Patria, como un relato que une a
aquellos que sienten que sus lazos con la Corona española se han roto. Perdida la condición de súbditos,
es decir, de una sociedad unida por la corona, no hay un elemento unificador de la condición común que
articule el relato social. Lo que hacen los promotores de la independencia es vindicar como elemento de
unidad social la condición patriarcal. Se trata de ganar la independencia para quienes habían heredado
la tierra de sus padres. Así, el objetivo era liberar la patria del yugo extranjero, y ellos mismos se
calificaron como “patriotas” de la América a liberar.

Esa misma vindicación la tomarían quienes se levantaron contra las Coronas europeas, en la misma
Europa. Fueron los románticos los que desarrollaron esa idea, en el marco de las revoluciones sociales
que se desataron por Europa en 1848, contra las casas reales. Los países centroeuropeos fueron
escenario de alzamientos contra la nobleza, especialmente en París y Praga. En ese intento
revolucionario y sus efectos, frente a los excesos de la razón dieciochesca, los románticos pusieron su
más profundo acento en los sentimientos, lo que, desde el punto de vista de las raigambres geográficas,
la Patria fue la expresión más sublime y el patriotismo la expresión cierta de aquel sentimiento que unía
a las personas a la tierra de sus padres.

Ello dio sentido a una convergencia social de distintos sectores dentro de un ámbito territorial común,
de la misma forma que incentivó la lectura de lo nacional, como otro exponente de invocación unitaria
de una comunidad social, en el marco territorial. Ello traería enormes consecuencias para muchos
pueblos, que enfrentaron la obligación de compartir un territorio. Eso es lo que aún está presente en
muchos conflictos del mundo, donde las fronteras fueron establecidas sobre basamentos de poder,
impuestas muchas veces por la fuerza.

Luego, hacia inicios del siglo XX, la usurpación ideológica de los fanatismos del concepto de patriotismo,
por los fascismos y nacionalismos militaristas, hará que la idea de Patria alcance niveles insospechados,
cuando los grandes y poderosos Estados, tradujeron su propia caracterización en homologación con el
concepto Patria.

Un notable ejemplo de ello fue la lucha de la Unión Soviética contra la Alemania Nazi, una conjunción de
distintas nacionalidades o patrias, sometido a un concepto unificador a través de un poder soviético que
convoca a una Gran Guerra Patria contra el nazismo y Alemania. Es lo mismo que pretendieron los
germanófilos de los países limítrofes de Alemania en torno a Hitler.

Sin embargo, la civilización humana ha experimentado cambios muy profundos en las últimas décadas.
Ello constituye una afirmación repetida y consensuada que nace de la comprobación cotidiana. Nada
parece estar bajo los moldes y afirmaciones comunes, que caracterizaron la cultura occidental de hace
medio siglo.

La globalización como proceso cultural se palpa cada día y los basamentos tradicionales parecen ser
licuados en una nueva comprensión del mundo, sobre todo en las nuevas generaciones.

Las instituciones, los paradigmas, las afirmaciones fundacionales, la caracterización de los grupos y
comunidades humanas, las categorías culturales, etc. ya no son las mismas en su apreciación vetusta e
inconmovible. Quienes tienden a afirmarse en las antiguas concepciones y discursos, probablemente
sean mirados sin un reclamado respeto por quienes ven las cosas bajo los prismas de una libertad e
irreverencia que impacta a quien sigue pensando que las cosas son como ayer.

Así, ocurren muchas revisiones conceptuales. Una muy respetable es la revisión del patriotismo desde el
punto de vista filosófico, que hace el alemán Jurgens Habermas, cuando busca superar los efectos
catastróficos de la idea de Patria impuesta por el nazismo, y propone alternativamente la idea de un
patriotismo constitucional, que se apoye en una identificación de carácter reflexivo, no con contenidos
particulares de una tradición cultural determinada.

En equidistancia con las comprensiones nacionalistas, propone constituir la idea de patriotismo sobre
contenidos universales recogidos por el orden normativo sancionado por la Constitución Política del
Estado, los derechos humanos y los principios fundamentales del Estado democrático y del Estado de
Derecho.

El objeto de adhesión a una idea patriótica no sería – según Habermas - el país en que a uno le ha
tocado vivir, sino aquel que reúne los requisitos de civilidad exigidos por el constitucionalismo
democrático; sólo de este modo cabe sentirse legítimamente orgulloso de pertenecer a un país. Dado su
destacado componente universalista que la idea de Habermas contiene, su tipo de patriotismo
propuesto se contrapone al nacionalismo de base étnico-cultural, como explicación de una idea de
Patria.

Por cierto, que la idea de Patria tiene hoy comprensiones que varían las referencias tradicionales. Las
personas que deben viajar por el mundo, que captan el cosmopolitismo de un planeta crecientemente
interconectado, donde la prevalencia de las culturas tiende a tener fracturas cada vez más profundas, es
dable reconocer que hoy, la interculturalidad redibuja de una manera mucho más racional la ligazón
individual con la tierra de origen. Los exilios y las migraciones han generado condiciones nuevas, donde
los discursos no tienen el mismo asidero que cuando el horizonte de la mirada humana era mucho más
limitada.

Refractariamente hay millones de personas en el mundo que reivindican más la cultura o la identidad
religiosa que la idea de Patria. Es lo que marca muchos conflictos sangrientos de nuestro tiempo.

Producto de las migraciones – voluntarias u obligadas - en gran medida, la Patria más que una tierra
heredada, tiende a mutar en una tierra adoptada. Muchos hijos de españoles, croatas, árabes, italianos
y alemanes, verbigracia, nacidos en tierra chilena, no reivindican en general la tierra de sus padres como
la Patria.

Todo apunta a que, cuando más reflexivo es el hombre actual, la idea de Patria tiende a ser
crecientemente asociada al lugar donde se vive, y donde las personas adquieren su realización como
proyecto personal de vida. Eso significa que la idea de Patria está asociada a lo que podemos llamar el
“patriotismo de derechos y deberes”. Es mi Patria porque en ella yo puedo realizarme en mi proyecto de
vida, donde cumplo deberes fundamentales, como es aportar al beneficio colectivo, y donde tengo
derechos que me dignifican como persona e individuo único e irrepetible.

Pero está también la Patria sentimental. Aquella que no tiene fundamentos intelectivos y no obedece a
razones, sino a la suma de vivencias y arraigos, determinado por sueños y recuerdos, por las referencias
geográficas de circunstancias que subyacen en los sentimientos. Recuerdo al respecto que, hace algunas
décadas atrás, reunido con algunos exiliados chilenos en Europa, aparecía la Patria en la nostalgia y el
desarraigo, en la sublimación de recuerdos plañideros, sin ninguna proximidad con la racionalidad del
análisis político o de la lógica de los hechos que los motivaban habitualmente.

Recuerdo de ellos que nunca encontré una descripción de la Cordillera de Los Andes, con tan fino
detalle, como en aquellos añorantes apátridas, que la magnificaban en sus formas y colores, cortando la
base de un cielo azul de alcances sin iguales. Simple sublimación de las ausencias obligadas. En fin, la
Patria venía a ser aquello del cual habían sido despojados.

Comprendí entonces, que la Patria adquiere un valor emocional enorme cuando se pierde su vivencial y
emocional constatación. Tal vez aquello que vivió Ulises, de regreso a Itaca, tuvo mucho de lo que tan
apasionadamente nos describe Neruda, antes de volver de París, en su cargo consular en 1938.

“Patria, mi patria, vuelvo hacia ti la sangre./ Pero te pido, como a la madre el niño / lleno de llanto./
Acoge esta guitarra ciega / y esta frente perdida./ Salí a encontrarte hijos por la tierra, / salí a cuidar
caídos con tu nombre de nieve, / salí a hacer una casa con tu madera pura, / salí a llevar tu estrella a los
héroes heridos./ Ahora quiero dormir en tu substancia. / Dame tu clara noche de penetrantes cuerdas, /
tu noche de navío, tu estatura estrellada./ Patria mía: quiero mudar de sombra./ Patria mía: quiero
cambiar de rosa./ Quiero poner mi brazo en tu cintura exigua / y sentarme en tus piedras por el mar
calcinadas, / a detener el trigo y mirarlo por dentro. / Voy a escoger la flora delgada del nitrato, / voy a
hilar el estambre glacial de la campana, / y mirando tu / ilustre y solitaria espuma / un ramo litoral
tejeré a tu belleza” (Himno y regreso).

Siendo esta una reflexión masónica, destinado a homenajear a la Patria, cabe reflexionar, aunque sea
brevemente, sobre la Patria masónica y el patriotismo en Masonería. No en vano, muchos masones han
luchado por la Patria, y muchos, muchos más, han hecho Patria. Hacer Patria ¿Cómo se hace Patria?
¿Una institución de perspectiva universal puede hacer Patria?

Sin duda alguna, la Masonería radica en una territorialidad específica, constituida sobre la base del
Derecho y está llamada a respetar la ley del país en la cual se encuentra regularmente establecida.
Desde sus orígenes mismos, hace 300 años, cada Masonería ha estado ligada a la realidad del país en
que se desarrolla y practica su Rito.

Nuestro Rito nos conmina a cumplir un programa que nos indica: “obedecer las leyes del país, vivir
honradamente, practicar la justicia, amar a tus semejantes, trabajar sin descanso por la felicidad de la
Humanidad y por su emancipación progresista y pacífica”

Eso hace que cada organización masónica se entronque con los valores que unen a su sociedad, con su
identidad y con aquello que potencia la unidad, la solidaridad y la filantropía de la gente que habita un
país determinado. Todos los conceptos que contribuyen a la vida en sociedad, a la convivencia pacífica, a
la concreción de nuestro ideal de fraternidad, basados en el respeto del hombre y en el desarrollo de sus
capacidades, tienen valor e importancia para nosotros los masones.

De allí que el concepto de Patria está arraigado profundamente en la comprensión fraternal de la


naturaleza masónica. No amamos la patria por ser una estructura ordenada en torno al Estado. Amamos
la Patria por sus gentes, por sus comunidades que bregan cotidianamente para hacer de la geografía y el
territorio, una oportunidad para sus integrantes. Amamos la Patria porque es el lugar donde podemos
ser y hacer, donde se materializan nuestros sueños personales y colectivos. Amamos la Patria porque es
el lugar donde se conjugan con perfección los derechos y los deberes de cada cual, por el solo hecho de
ser parte de su integridad.

Sin duda, la inspiración de la Patria debe ser fraternal, porque todos nos reconocemos simbólicamente
hijos de ella. Allí debe reinar la tolerancia, porque no todos pensamos de la misma manera. Debe ser un
lugar donde la caridad adorne las conductas, porque siempre ayudaremos al desvalido o rezagado. Es la
trilogía fundamental de la Patria masónica del Aprendizaje. Sin esos tres valores fundamentales no
podríamos construir una idea de Patria.

Siempre debemos tener presente, que la Patria no está donde no hayan cualidades que la expresen en
la conciencia y en la comprobación cotidiana, porque – por sobre cualquier diseño argumental racional -,
la Patria es padre y madre de una colectividad humana, congregada en torno a valores sublimes, que
deben ser enseñados a sus hijos. Como todo Padre-Madre, nos enseña, nos guía, desde nuestros
primeros pasos, nos cobija, nos acompaña aún cuando nos equivocamos, nos quiere en toda nuestra
diversidad.

La Patria del Masón, es aquella que nos hace libres, pero conscientes del deber colectivo, y la que nos
exige coherencia en nuestros principios y los valores que preconizamos.

La Patria del Masón chileno, es aquella que dibujaron como un ideal los masones de la emancipación: O
´Higgins, Carrera, Pinto, Freire, Blanco. La que fue pensada desde los ideales de la institucionalización
libertaria, por Lastarria, Bilbao, Matta y Gallo. Lo que fue adornada por los valores del libre
pensamiento, por Espejo, De la Barra e Isidoro Errázuriz. La que fue defendida con vigor por Emilio
Sotomayor, Estanislao del Canto y Latorre. La que fue señalada por la esclarecedora docencia de
Letelier y Salas. La que fue modelada desde los derechos sociales por Martínez, Grove, Matte y Allende.
La que fue sanada en sus dolores por Noé, García, Asenjo o Sendic. La que ha sido formulada por el
Derecho, con los aportes de Moisés Poblete, Aguirre Cerda, Silva Cimma y Abeliuk. En fin.

La Patria del Masón chileno es aquella que hacemos cada día, con nuestros principios y nuestras
conductas, en la sociedad de la que somos parte, trabajando y aportando a la idea de un país mejor, de
una sociedad más justa y en paz. Porque, como lo dicen nuestros Principios Constitucionales “los
masones aman a su patria, respetan la ley y la autoridad legítima del país en que viven y en el que se
reúnen libremente”

Patriotismo y Masoneria febrero de 2011

Patriotismo, su raíz, etimológicamente hablando es muy similar en los idiomas, francés, latín y griego y
todos llevan en sí, un mismo significado el cual quiere decir “perteneciente a la tierra del padre”.
Ejercer, vigilar y proteger la soberanía y la unidad territorial, enaltecer a los héroes y próceres, respetar
las normas cuyos valores aseguren el bienestar común de los individuos del territorio, estas
características son vista universalmente como valores patrióticos. El patriotismo pudiera definirse como
un pensamiento o una tendencia que vincula a un ser humano con su patria o la tierra de sus padres,
pero ese vinculo tiene que ver mayormente por determinados valores de tipo cultural, afectivos e
históricos, difiere éste del nacionalismo en cuanto a que no necesita de una forma de gobierno para
manifestarse, esta es la razón por la cual el sentimiento patriota se hace presente antes de la presencia
de ordenamientos o sistemas jurídicos, políticos, económicos y administrativos de un territorio, con la
salvedad de que el sentimiento patriótico perdurará si estos ordenamientos llegasen a desaparecer. En
nuestra institución, es decir la Masonería, se conlleva al iniciado en los primeros preceptos de nuestras
leyes al respeto de la constitución y las normas del país en que se habite, indistintamente de que
seamos extranjeros o no, nos exige enaltecer los valores patrios en nuestros trabajos al colocar en el
oriente tanto la bandera masónica como la bandera de la nación habitada, nos invita al estudio de la
historia pretérita de la nación que habitamos para un mejor y objetivo entendimiento de su cultura e
idiosincrasia para que así logremos entender y respetar la labor de aquellos héroes del pasado que
hicieron libres a las naciones. Podría decirse sin caer en la exageración que la Masonería más que una
institución es una patria, si se quiere podemos asegurar de que se trata literalmente de una Nación
Universal, puesto que tenemos nuestra Constitución, Estatutos Generales, Código de Enjuiciamiento
Masónico entre otras Normas que nos rigen en el marco de la ley, pero sobre todo por los objetivos que
persigue y los elementos que la conforman, éstos son la libertad que deben gozar los individuos y el
mecanismos de instrucción que utiliza representada en símbolos todos sabemos la aceptación y el
alcance universal que poseen dichas características. Tenemos nuestra propia técnica de lenguaje
conocida solo por los iniciados, éstos son los enigmáticos sistemas de abreviaturas etc. Para aquellos
QQ.: HH.: que han viajado a naciones extranjeras donde tiene cabida la Institución Masónica, no es
extraño oírles decir que fueron bien recibidos por QQ.: HH.: habitantes de aquella nación, haciéndolos
sentir como en su propia patria, aun mas si se encuentran en alguna situación menesterosa. Es por ello
que se puede decir con cierto nivel de propiedad que la masonería es una sociedad dentro de otra
sociedad, es una nación dentro de otra nación. Esa misma característica, vista por los iniciados en los
augustos misterios de la masonería como una de sus razones más benignas, esa universalidad ha sido lo
más ventajoso para nuestra orden, cosa contraria ocurre para aquellos individuos vestidos con los
harapos de la profanidad que apoyan gobiernos de tipo monárquico, fundamentalistas o dogmaticos
religiosos, que en determinado momento han descubierto ese carácter de organización, (de sociedad
dentro de otra sociedad) y perciben un peligroso potencial, he allí toda aquella campaña de descredito
en detrimento de la masonería, en mayor medida en el pasado y un poco menos en el presente . Por
otro lado, litúrgicamente hablando cuando nos preguntan que es un masón damos por respuesta que un
masón es un hombre libre, amante de su patria y amigos de los hombres cuando son virtuosos, con esa
respuesta no solo damos importancia a la libertad que deben gozar los hombres y a las virtudes que
posea, si no también que debemos respetar y sobre todo amar a nuestra patria y en nuestro caso, no
solo amar la tierra de nuestros ancestros o a la tierra que nos vio nacer, también desde mi punto de
vista amar a la “tierra” que nos permitió ver la luz al aceptarnos en su seno y alejarnos de la oprobiosa
tierra reina de la oscuridad llamada ignorancia. Esa tierra generosa, esa patria global que llamamos
masonería, aprovechándonos de ese carácter universal que posee y los preceptos que divulga permite a
los verdaderos iniciados en esos augustos misterios a vivir no solo en países que respeten la condición y
los valores fundamentales del ser humano y el resto de los seres vivos, si no también en cualquier parte
de nuestro vasto universo, puesto que todo masón respeta las tradiciones culturales e inclinaciones
religiosas de cada país o región que visita y si llegare el punto de que un masón pudiera viajar a un lugar
equidistante del universo, allí también indiferentemente del nombre dado a sus deidades para él será el
G.: A.: D.: U.:. Hemos percibido en lo práctico y con hechos tangibles que cada taller o cada logia ha
fungido como embajadas puesto que se ha recibido a QQ.: HH.: masones de todas partes del mundo y se
le da cobijo, si fuere necesario en nuestro propios templos, procurándosele alimento, abrigo y el
necesario cariño, todo ello gracias a la condición de ser un Q.: H.: para que en su estadía sienta que está
en su propia tierra. Para finalizar estas breves palabras debemos en lo adelante estar conscientes de que
somos habitantes de una hermosa Patria llamada Masonería.

Y recordemos siempre; Salud para seguir disfrutando con nuestros familiares, queridos hermanos y
amigos, Fuerza para que soportemos las cargas entre si y Unión para dejar de ser tantos y convertirnos
en uno solo.

Publicado por JJ Celis en 11:20

Bolivia

Venerable Maestro

Hemos asistido hoy a esta solemne tenida de Confraternidad, donde se ha rendido un sincero homenaje
al PERU, con motivo de su 180 aniversario.

Estamos reunidos al mágico conjuro de la fraternidad masónica DONDE UNA PATRIA RINDE HOMENAJE
A OTRA PATRIA, donde las puertas de vuestro templo han estado siempre abiertas para los hermanos
foráneos dando un claro ejemplo integracionista, donde se brindó hospitalidad, cariño, amor fraternal a
nuestro Poderoso e Ilustre hermano, que mora en el Oriente Eterno Raúl García, gesto que ha llegado a
los corazones de los Masones peruanos, de mi madre Logia y del mío propio.

Estamos reunidos en una atmósfera de cálido afecto, lejos de las pasiones, mirándonos a los ojos, como
mira el hombre de alma limpia, mirándonos y queriéndonos como se aman los verdaderos hermanos.

Quiera el GADU irradiar ese amor y esa comprensión por toda la AMERICA MORENA y por todo el
mundo, que tanto lo necesita.

El masón ama a su Patria. La ama por sobre todas las cosas y por amarla por sobre todas las cosas ha
sido capaz de crear un patriotismo trascendente que desborda los límites de una geografía
convencional.

La patria que amamos los masones y que deseamos afirmar es una patria simple sencilla y pura y sobre
todo se sienta parte integrante de esa otra patria grande que es la humanidad; sin condicionamientos,
sin otro límite que aquel en que comienza el derecho y la libertad de las demás naciones.
El Masón rinde un culto fervoroso al suelo en que vio la luz y a la jurisdicción que le dispensó la
iluminación iniciática para su propia obra. Y si alguna vez los llamados superiores intereses del Estado
pusieron a los hermanos frente a frente, nunca faltaron los masónicos gestos de nobleza y bondad.
Bástenos recordar los preliminares de la Batalla de Ayacucho, como la mejor alegoría para ilustrar
nuestro pensamiento y el nombre de Antonio José de Sucre como el símbolo de tantos libertadores que
pasearon la enseñanza de la libertad por encima de las fronteras, porque la Orden le había enseñado a
empinarse por encima de las contingencias de raza, nacimiento y prejuicios. Al rendirle homenaje a la
patria, ayudadme respetables y queridos hermanos a hacer fervientes votos porque su futuro esté
basado en la paz, el amor, la justicia, la libertad, la tolerancia y para que la nueva institucionalidad que
se va a instalar en pocos días tenga el sello de la equidad y del derecho y se traduzca en una autentica
democracia.

Es para mí, Venerable Maestro y Respetables y Queridos hermanos un motivo de especial orgullo el
haber participado en tan emotiva tenida de homenaje al Perú y traer el saludo cariñoso, agradecido y
fraternal de nuestro V:. M:. de HONOR Y PROGRESO RH:. Francisco Sialer para vos y para todos los
respetables y queridos hermanos del taller

Adriano Álamo V.

Honor y Progreso N° 5

Lima – Perú

BRINDIS POR LA PATRIA

Brindar por la Patria, es pensar en sus hombres y sus mujeres, en su geografía, y en su historia, es
reflexionar sobre su organización humana, física, afectiva, e histórica; es pasado, presente y futuro.

¡Chile! Es Patria multicolor bañada por mar y sostenida por montañas, labrada por su historia y raza
mestiza. Ella es la patria chica la que más quiero, y esa américa patria grande que también admiro cuna
de hombres ilustres consagrados a defender su soberanía y que hoy descansan entre ramas de laurel y
olivo.

¡Te llamo a ti patria!, en nombre de mis HH.: obreros del compás y de la escuadra, para que nos nutras
de pasión a cada chileno y que del nacimiento de esa semilla renazcan los valores y derrumbemos al
traidor, al hambre, la corrupción y la ignorancia.

Hoy les convoco a un brindis para alzar vuestras copas, lo hago por esta mi patria, pero también lo hago
por esa patria grande por esa américa donde habitan ciudadanos de un habla característica y propia de
estos pueblos de igual manera que esos hombres, los de manos enlazadas, que también son patria pero
de una patria de hombres libres, y costumbres rectas, son los obreros del compás y de la escuadra
eslabones del fraterno gremio de acacias, espigas y granadas que te saludan.

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