Mientras que en sus primero momentos “el proceso de industrialización” fue un fenómeno
exclusivamente inglés, se inició luego la industrialización masiva de otras sociedades como Francia,
en la primera mitad del siglo XIX y Alemania y Estados Unidos en la segunda mitad.
La última fase de éste proceso de industrialización se gesta a partir de un cambio en el proceso del
trabajo introducido por las experiencias de Henry Ford en su fábrica de autos en Estados Unidos
de Norteamérica, generando una nueva forma de organizar la producción y el trabajo.
Al reducirse el tiempo de trabajo utilizado para ensamblar cada unidad de producto, creció la
productividad, por lo que fue posible trasladar los beneficios a los consumidores a través de la baja
de precios, situación que generó el incremento de la demanda.
La empresa Ford, además, fue precursora al realizar estudios sociológicos sobre los parámetros de
vida de sus trabajadores y las implicancias de los mismos en el proceso del trabajo. Esto funcionó a
modo de “disciplinamiento” de la mano de obra a través de controles realizados por asistentes
sociales. Y generó una suerte de “intercambio” con los empleados, quienes, al modificar algunos
hábitos de su vida, recibían aumentos de salario. Estos estudios dieron nacimiento al
Departamento de Sociología de la empresa, antecesor del Departamento de Personal.