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En 1777, el Imperio español creará la Capitanía General de Venezuela como entidad territorial.

Se
trataba de una reorganización de su territorio colonial. La Capitanía incluía como propio la Guyana
Esequiba y estableció como frontera oriental entre las colonias españolas y neerlandesas el río
Esequibo desde su nacimiento hasta su desembocadura en el océano Atlántico.

Esta división se recogió en varios mapas y escritos. En 1779, el Intendente General de la Capitanía
General se refirió a la frontera con el dominio holandés de la siguiente forma:

“Los límites de la dicha Provincia de Guayana que da principio por la parte oriental de ella a
barlovento del desemboque en el mar del río Orinoco, en el confín de la Colonia Holandesa de
Esequibo.”

No obstante, pese a reconocerse nominalmente el control por parte de la Capitanía General de


Venezuela del Esequibo, lo cierto es que no existía un dominio eficaz sobre el conjunto del territorio.
No se había descubierto ningún tipo de metal precioso en la zona y lo frondoso e inhóspito de su
selva hizo que el decadente imperio español no estableciese en la zona una gran presencia.

Entre finales del XVII e inicios del XIX, Reino Unido pondría en práctica una política expansionista
hacia las posesiones neerlandesas y españolas en la región. En el caso español, los ataques
británicos llegarían incluso a ocupar parte de lo que hoy es la República de Venezuela; no obstante,
el Tratado de Amiens de 1802 devolverá esos territorios continentales a España, no así la Isla de
Trinidad, la cual quedará bajo dominio británico.

Por su parte, la agresiva política expansionista británica contra Países Bajos culminó con el Tratado
de Londres de 1814, donde los neerlandeses ceden sus dominios a Reino Unido, convirtiéndose
estos en la Guyana Británica.

La independencia de Venezuela y el inicio de la disputa


En 1810 comenzará la Guerra de la Independencia de Venezuela liderada por Simón Bolívar contra la
metrópoli española. En 1819 tiene lugar el Congreso de Angostura, donde el movimiento
independentista proclama la creación de la Gran Colombia, cuyas fronteras quedaban definidas en
Art. 2 de la Ley fundamental de la República:
“Su territorio será el que comprendían la antigua Capitanía General de Venezuela y el Virreinato del
Nuevo Reino de Granada, abrazando una extensión de 115 mil leguas cuadradas, cuyos términos
precisos se fijarán en mejores circunstancias…”.

Representación de la batalla de Carabobo de 1821. Una victoria decisiva de las fuerzas de Bolívar
para lograr la independencia de la Gran Colombia. Cuadro de Martín de Tovar y Tovar (1887).
Por tanto, desde el nacimiento mismo de Venezuela como país se reivindicará como propio el
territorio hasta entonces controlado por España, incluyendo la Guayana Esequiba al oeste del río. La
pretensión venezolana descansa sobre el principio jurídico del Uti possidetis iuris, “como poseéis de
acuerdo al derecho, así poseeréis”; que exige que los territorios descolonizados asuman
íntegramente las fronteras que controlaba la metrópoli, evitando así guerras o conflictos entre los
nuevos Estados nacientes.
Este principio ha sido aplicado desde el siglo XIX de manera importante en los procesos de
independencia de las nuevas naciones latinoamericanas, y posteriormente en las del continente
africano. La Corte Internacional de Justicia ratificó este extremo en el conflicto fronterizo entre
Burkina Faso y Malí.
No obstante, como hacíamos referencia más arriba, el territorio Esequibo era de iure
perteneciente a la corona española –pues así lo recogían las normas y mapas publicados por la
metrópoli-, pero no existía un control de facto eficaz sobre el mismo, algo con lo que toparían las
fuerzas independentistas de Bolívar.
Este hecho fue aprovechado por Reino Unido, quien comenzó a realizar incursiones al oeste del
Río Esequibo, asentándose colonos británicos en el territorio de la Guayana Esequiba al no
encontrar en la zona un Estado sólido que lo impidiese. La política expansionista británica no se dio
solo aquí, sino que coincide con la ocupación de las Malvinas a Argentina.
Ante este escenario, el libertador Simón Bolívar, ordenó en 1822 a su Ministro en Londres, José
Rafael Revenga, presentar una denuncia oficial a las autoridades británicas, en los siguientes
términos:
“Los colonos de Demerara y Berbice tienen usurpada una gran porción de tierra que según los
últimos tratados entre España y Holanda nos pertenecen de este lado del Río Esequibo. (…) que
dichos colonos se pongan bajo jurisdicción y obediencia de nuestras leyes o se retiren a sus antiguas
posesiones”.
La protesta cayó en saco en roto y Reino Unido mantuvo su presencia al oeste del río Esequibo.
Contradictoriamente, Reino Unido reconocerá en 1825 a la Gran Colombia como Estado soberano.
En 1830 Venezuela se separa de la Gran Colombia y recoge sus fronteras en la Constitución,
definidas como las que conformaban la antigua Capitanía General de Venezuela, lo que incluía de
iure –ya que la presencia británica no desapareció- el Esequibo. Reino Unido reconoce también la
independencia de esta república.
Hasta ese momento, aunque Reino Unido tenía presencia en la Guayana Esequiba, nunca había
reivindicado formalmente como parte de su dominio este territorio. No obstante, el conflicto
territorial se oficializaría en 1835, cuando Reino Unido encarga al naturalista prusiano Robert
Schomburgk la exploración del territorio y la elaboración de una línea fronteriza. Los resultados del
especialista se denominarán “Línea Shomburgk” y serían utilizados por el Imperio británico para
reclamar el territorio.
En 1835 Schomburgk comunicó una primera línea que incluía como demarcación el Río Moroca,
es decir, tomaba 4,290 km2 del territorio Esequibo. No obstante, Schomburgk continuó realizando
exploraciones y ofreciendo al Reino Unido datos para redefinir su frontera colonial. En 1840 se
publicaría una nueva Línea Schomburgk que esta vez incluía más de 141.000 km2 que los británicos
reivindicaron como propios.
En total se elaborarían varios mapas donde Reino Unido fue ampliando progresivamente su
control sobre el Esequibo, llegando a incluso a reclamar en la última de las versiones parte del
territorio actualmente controlado por Venezuela.
A continuación, se presenta el discurso pronunciado por el Libertador Simón Bolívar, en el
Segundo Congreso de Venezuela, celebrado en la ciudad de Santo Tomás de la Nueva Guayana en la
Angostura del Orinoco –actual Ciudad Bolívar–, el 15 de febrero de 1819. La versión del discurso
utilizada es la que se encuentra en la edición facsimilar del Correo del Orinoco (1818-1821), que
reposa en la colección Pilar Moreno de Ángel, de la Sala de Patrimonio Documental del Centro
Cultural Biblioteca Luis Echavarría Villegas, de la Universidad EAFIT. La transcripción aquí presentada
fue realizada con una expresa voluntad divulgativa, razón por la cual se decidió modernizar ciertos
aspectos del texto original para facilitar su lectura, pero sin afectar directamente el sentido de las
frases. La ortografía fue actualizada, como también algunos aspectos gramaticales que podrían
aparecer accidentados para el lector contemporáneo. Se mantuvo el uso de las mayúsculas al inicio
de ciertas palabras, porque se asumió la importancia del énfasis que se quería resaltar en su
momento a conceptos político-fundamentales, como los de Pueblo, Ciudadano, Libertad, Justicia,
Gobierno, Poder Supremo y Voluntad General, entre otros.
En esta transcripción, se mantiene el orden original en el que fue impreso y divulgado por el
Correo del Orinoco . Así, la primera parte del discurso, que fue publicada cinco días después del acto
de inauguración del Congreso, contiene la introducción y las conclusiones pronunciadas por Bolívar.
Probablemente, esta fue una estrategia divulgativa que pretendía fidelizar a los lectores del
momento. En los siguientes tres números, publicados entre el 27 de febrero y el 13 de marzo, se
presentó el resto del discurso. Para separar cada número, se utilizó una marca especial que indica el
paso de un documento al siguiente. Se agradece a María Isabel Duarte, coordinadora de la Sala
Patrimonial de EAFIT, por poner a disposición el periódico. Igualmente, al historiador Isaac Montoya
López, por su ayuda en la realización de la transcripción.

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