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JONATHAN OTT

PHARMACOPHILIA
O
LOS PARAÍSOS NATURALES

Amanita pantherina (Dc. ex FR.) SECR., o tengu–take, hongo


enteogénico pangéico. Dibujado por Tim Girvin, Olympia, WA, 1977

Les Paradis Naturels

En vez de crear un Prix Monthyon para re-


compensar la virtud, preferiría... otorgar un
bello premio al hombre que inventase un nuevo
placer; pues el goce me parece la finalidad de
la vida, y la única cosa útil del mundo. Dios así
lo quiso. Él, que creó a las mujeres, los per-
fumes y la luz... Que, por decirlo brevemente,
nos confirió en exclusiva el triple y glorioso
privilegio de beber sin sed, de encender luz, y
hacer el amor en toda estación.
Théophile Gautier, Mademoiselle de
Maupin (1835)

En París, a finales de mayo de 1860, el inmortal poeta francés


Charles Pierre Baudelaire publicó su obra más conocida, Les paradis
artifciels (Los paraisos artificiales),1 bajo cuyo título incluyó las
ebriedades provocadas por hashish y opio. Destinado a ilustrar a la
filosofía y la jurisprudencia occidental en materia de ebriedad, 2 este
breve libro reúne dos ensayos ya publicados; el De l'ideal artificial–Le
haschisch (Sobre el ideal artificial –Hashish [1858]) y Enchanternenis et
torttíres d´un mangeur d´opium (Raptos y torturas de un comedor de
opio), un híbrido de recensión y traducción parcial de las Confesiones
de un inglés comedor de opio, la imperecedera obra que Thomas De
Quincey publica en 1822, y su continuación de 1845, Suspiria de
profundis y otros escritos.3 Ya en 1851 Baudelaire había publicado un
artículo sobre hashish y vino, e incluyó dos poemas sobre el opio –y
cinco sobre el vino– en su obra maldita Les fleurs du mal (Las flores
del mal).4 Más tarde escribió dos poemas en prosa sobre
embriagantes en su obra póstuma Petit poémes en prose (Pequeños
poemas en prosa [1869], citada algunas veces como Le spleen de
Raris, título bajo el cual se publicaron algunas partes en Le Figaro
durante el año de 1864).5,6,7
Aunque reconozco que Les paradis artificiels está escrito de modo
hermoso y a veces poético, y profeso profundo respeto y admiración
por el Baudelaire poeta, pondré en cuestión su engañoso concepto
de las ebriedades farmacológicas como Paraísos artificiales,
demostrando que más bien se trata de paraísos naturales y que, en
realidad, forman parte de los únicos paraísos naturales disponibles.
Antes de continuar definiré estos términos clave, usando sentidos
relevantes proporcionados por el Diccionario de la Lengua Española,8
pues todas esas palabras castellanas son equivalentes en significado
a sus parientes francesas [págs. 204, 1428, 1526]:

ARTIFICIAL: Hecho por mano o arte del hombre. No natural, falso.


NATURAL: Perteneciente a la naturaleza o conforme a la cualidad o
propiedad de las cosas. Hecho con verdad, sin artificio, mezcla ni
composición alguna.
PARAÍSO: En el Antiguo Testamento, jardín de delicias donde Dios
colocó a Adán y Eva. Cualquier sitio o lugar muy ameno.
Imaginaciones alegres conque cada uno se finge a su arbitrio
conveniencias o gustos.
Por HASHISH (que primero transcribió por hashish, para luego usar
haschisch) Baudelaire entendía extractos concentrados o
preparaciones de resina de las especies de Cannabis (que, según
sabemos ahora, contienen diversos principios psicoactivos,
básicamente  1–3,4–trans–tetrahidrocannabinol e isómeros [Merck
Index 12: 9349]; y cannabidiol [Merck Index I2: 17921); por OPIO se
refería al exhudado seco de cápsulas inmaduras de la amapola del
opio, Papaver somniferum L. (que en el comercio farmacéutico pasa
por contener aproximadamente un 10% de morfina como principal
componente narcótico [Merck Index 12: 6359], con cantidades
inferiores de más de 40 alcaloides); por VINO podemos entender
algún jugo frutal fermentado, generalmente de vid, que suele
contener aproximadamente un 12% de alcohol (alcohol etílico o
etanol, CH3CH2OH [Merck Index 12: 3806]). Como De Quincey y Bau-
delaire ingirieron su opio en forma de láudano o una tintura
alcohólica, los efectos descritos son potencialmente una amalgama
entre los del opio/morfina y los del alcohol, al menos en las dosis
heroicas absorbidas por el primero, punto sobre el que volveremos.9
Así pues, artifcial y natural son antónimos, y al caracterizar las
ebriedades producidas por drogas como paraísos naturales –en
contraste con los artificiales de Baudelaire –quiero, en realidad, decir
que el gran escritor francés lo entendió completamente al revés; que
respecto a esto no podía estar más equivocado: su concepto es
engañoso. En el CAPÍTULO DOS argumentaré análogamente que las
religiones y las experiencias religiosas basadas en drogas enteogénicas
son, de hecho, naturales e innegablemente auténticas, y para nada
«formas inferiores de misticismo»,10 mientras lo generalmente
considerado hoy como religión, y diversos caminos hacia un pre-
tendido éxtasis o iluminación religiosa sin drogas, son decididamente
artificiales, y de dudosa autenticidad en sí mismas, al revés de lo
usualmente supuesto.
Para empezar, debo subrayar que Baudelaire no era ningún
puritano farmacológico; en su ensayo de 1851, sobre el vino y el
hashish, expresa al comienzo [Parte II]:
En cuanto al vino, reincide todos los días. Todos los días repite sus
favores. Eso explica sin duda el encarnizamiento de los moralistas
contra él. Cuando digo moralistas aludo a pseudo–moralistas
fariseos.
Aún reconociendo que los «crímenes del vino son tantos como sus
virtudes», y a riesgo de ser acusado de «idealizar el libertinaje» [Parte
II], Baudelaire continúa:
¿No es razonable pensar que las personas que nunca beben
vino, por ingenuidad o por sistema, son imbéciles o hipócritas?
Imbéciles, es decir, hombres que no conocen ni la humanidad
ni la naturaleza, artistas que rechazan los medios tradicionales
del arte; obreros que blasfeman contra la mecánica;
hipócritas, es decir, glotones vergonzantes, fanfarrones de
sobriedad que beben a escondidas y que tienen algún vino
oculto? Un hombre que sólo bebe agua tiene un secreto que
esconder a sus semejantes. [la cursiva es mía; Parte II]
Nueve afros después, en la dedicatoria a Los paraísos artificiales,
Baudelaire admitió de inmediato que «la verdadera realidad sólo existe
en sueños», comentando:
¡Ay! Los vicios del hombre, por más horrorosos que los
supongamos, contienen la prueba (aunque ésta no fuese otra
que su infinita expansión) de su gusto por el infinito; sólo que
es un gusto que se equivoca a menudo de ruta. [Sección I, Le
goút de l´infini, «El gusto del infinito»]

Sin embargo, a pesar de reconocer astutamente un deseo innato de


ebriedad en la especie humana, comparó desfavorablemente el
hashish con el vino, como un tal gusto del infinito, un «medio para
incrementar la individualidad»:
Aquí tenéis un licor que activa la digestión, fortifica los
músculos y enriquece la sangre. Incluso tomado en gran
cantidad, no causa más que desórdenes bastante breves. Ahí
tenéis una sustancia que interrumpe las funciones digestivas,
que debilita los miembros y que puede causar una ebriedad de
veinticuatro horas. El vino exalta la voluntad, el hashish la
aniquila. El vino es un soporte físico, el hashish es un arma
para el suicidio. El vino le vuelve a uno bueno y social. El
hashish es aislante. Uno es, por así decirlo, laborioso, el otro
esencialmente perezoso. En efecto, ¿para qué trabajar, labrar,
escribir, fabricar, lo que sea, cuando uno puede apoderarse del
paraíso de un solo golpe? Finalmente, el vino es para el pueblo
que trabaja y merece beberlo. El hashish pertenece a la clase
de las alegrías solitarias; está hecho para los miserables
ociosos. El vino es util, produce resultados fructíferos. El
hashish es inútil y peligroso. [Sección VI]

Por consiguiente Baudelaire era un chauvinista farmacológico,


cualquier cosa menos un puritano, él que tan poéticamente exaltó la
ebriedad:
Hay que estar siempre ebrio. Todo consiste en eso: es el único pro-
blema. [...] Pero, ¿de qué? De vino, de poesía o de virtud, como gus-
téis. Pero embriagaros. [Enivrez–vous, I'etits poénies XXXIII]
¡Baudelaire era simplemente intolerante con respecto a las opciones
embriagantes!; Qué hay del amor, qué hay del opio del que era
incapaz de prescindir en su higiene diaria, durante el período más
productivo de su vida, cuando escribió todo lo que aquí nos ocupa? El
suyo era un chauvinismo farmacológico enmascarado de filosofía
moralizante, donde Gustave Flaubert [I82L–1880] denunció «un
fermento de catolicismo».11 En sus notas para disertar en Bélgica en
1864, Baudelaire escribió:
Pero yo quiero hacer un libro no de fisiología pura, sino sobre todo de
moral. Quiero probar que los buscadores de paraísos hacen su infier-
no, lo preparan, lo ahondan con un éxito cuya previsión quizá les ate-
rraría. [Exordio y notas para las confěrencias dadas]
El «Poema del hashish, de ese libro, Les paradis artiiciels, llega a la
sigu¡ente conclusión moralizante:

Pero el hombre no está tan abandonado, tan privado de


medios honestos para ganar el cielo que se vea obligado a
invocar a la farmacia y a la brujería; no hay necesidad de
vender su alma para pagar las caricias enervantes y la amistad
de las huríes. ¿Qué es un paraíso que se compra al precio de
la salvación eterna? [Sección V]

En ésta, y en muchas otras afirmaciones,12 Baudelaire subrayó su


actitud sermoneadora hacia ebriedades no vinosas, llamando Morale,
«Moralidad», a la última sección [v] de la primera parte de Les paradis
artificiels. Sin embargo, al comenzar la moraleja de su historia, la
mañana siguiente a la crápula, escribe:
Pero ¡el día siguiente! ¡El terrible día siguiente! Todos los órganos rela-
jados, fatigados, los nervios distendidos, los titilantes deseos de llorar,
la imposibilidad de aplicarse a un trabajo continuado, os enseñan cru-
elmente que habéis jugado a un juego prohibido.
Quien reciba esto fuera de contexto quedará estupefacto,
comprensiblemente, al saber ¡que hablaba de hashish, y no de vino!
Habiendo centrado su indignación moral sobre la renuncia a la
voluntad implícita en rendir el dominio sobre uno mismo a una droga,
observando cómo este concepto mismo repugnaba al gran escritor
Honoré de Balzac [1799–1850] una velada de diciembre de 1845 en
Le Club des Hachichins del Hótel Pinlodan de la parisina ¡le Saint–
Lotris,13,14 Baudelaire puso en guardia ante «otro peligro terrible,
fatal, que es el de todos los hábitos» [cursiva en el original]:

Todos se transforman pronto en necesidades. El que recurra a


un veneno para pensar pronto no podrá ya pensar sin veneno.
¿Os figuráis el destino horrible de un hombre cuya imaginación
paralizada no pudiese funcionar más sin la ayuda del hashish o
del opio?

¡Comenzaremos visualizando el horrible destino del escritor, cuya


imaginación paralizada no puede funcionar sin ayuda del alcohol?:

Pronto me encontré a mí mismo, sentado en mi escritorio en


medio de mis mil palabras, esperando a ese coctel de las once
y media... Pero surgió una nueva y muy diabólica
complicación. El trabajo se negaba a ser hecho sin bebida...
Tenía que beber para hacerlo... Mi cerebro no podía tener los
pensamientos adecuados porque continuamente estaba
obsesionado con la sola idea de que al otro lado de la habita-
ción, junto al mueble bar, se hallaba John Barleycom.

Estas son las palabras de un escritor bebedor, Jack London, en John


Barleycorn; o, recuerdos alcohólicos, escrito en 1913, 53 años
después de Les paradis artificiels, y tres años antes de que se quitase
la vida a la joven edad de 40. Aunque Baudelaire describió este peligro
como «el de todos los hábitos», lo utiliza luego inexplicablemente de
un modo selectivo, para condenar el hashish a expensas del vino. Esto
es sofisma, indigno de este gran escritor, chauvinismo farmacológico.
La denigración del hashish hecha por Baudelaire trascendió el reino de
lo poético para invadir el de lo melo dramático, rayando en lo
histriónico: «arma para el suicidio», «imaginación paralizada»,
«vender su alma», «juego prohibido». Claramente, Baudelaire no era
ningún abstemio en lo que al vino se refiere; no menos claramente,
consideró el hashish como un vicio extranjero, decadente y afeminado,
y algunos mantienen que disertó en su contra, ¡sin haberlo siquiera
probado! Pero ¿qué hay del opio, que ocupa casi dos tercios de Les
paradis artificiels? No hay duda de que Baudelaire estaba íntimamente
familiarizado con los efectos del láudano, y la opinión general es que
comenzó tomándolo como anodino para los dolores de la sífilis en
1847, un uso diario que aparentemente continuó durante el resto de
su vida. Por otra parte, en una carta a su madre, fechada el 4 de
diciembre de ese año, el todavía desconocido escritor culpaba de sus
fracasos el hecho de haber tomado vino y láudano durante los 6 años
previos, lo cual significa que empezó a usar láudano alrededor de
1841, cuando tenía 20 años.
Sea como fuere, como en el caso del hashish, Baudelaire no describe
abiertamente ninguna experiencia personal con opio, y la segunda
parte de Les paradis artificiels, «Un mangeur d'opium» («Un comedor
de opio»), es una especie de traducción cum recensión de Thomas De
Quincey,3 y la mayor parte de lo que dice sobre esa materia sale de la
pluma del gran escritor, de su lanza lívida por el láudano. Incluso la
última sección [IX], titulada Conclusión, está en su mayor parte
entregada a De Quincey, y termina con una bella floritura poética
sobre la repentina finalidad de la muerte, sin extraer conclusión
ninguna sobre el comedor de opio o su bálsamo. No obstante, sería
justo decir que Baudelaire extrajo sobre el opio iguales conclusiones
que sobre el hashish. A pesar de ella, en el poema XLV [XLIX en el
canon ampliado] de Les fleurs du mal, había cantado:
Agranda el opio aquello que no tolera límites, Lo
ilimitado alarga,
El tiempo profundiza, los deleites ahonda, Y de
placer triste y oscuro,
Anega y colma al alma rebasada.

El poema se titulaba Le poison (El veneno), y allí englobaba opio y


hashish como socorros para una imaginación paralizada, como
venenos utilizados para el pensamiento vides upra. Más aún, al
comienzo de Les paradis artificiels, Baudelaire había expresado
bastante llanamente [la cursiva es mía]:

Entre las drogas más idonéas para crear lo que denomino el


Ideal Artificial, dejado a un lado los licores, que empujan
rápidamente al furor material y abaten la fuerza espiritual...
están el hashish y el opio. El análisis de los efectos misteriosos
y los goces mórbidos que pueden engendrar estas drogas, de
los inevitables castigos que resultan de su uso prolongado y,
finalmente, de la inmoralidad misma implicada en esa
persecución de un falso ideal, constituye el tema del presente
estudio.

No queda claro si Baudelaire consideró el alcohol como un «ideal


artificial» –nótese que vuelve a eximirlo de censura moral– pero no
hay duda de que tenía al hashish y al opio por drogas afines, «rameras
de ojos enjoyados de la imaginación» (con perdón de James Joyce),
fantasmagóricos pájaros de una bandada, engañosas huríes, sea cual
fuere la finura de su plumaje. Pero ¿qué hay de su noción de que sus
farmaco paraísos son artificiales?
Asombrosamente, el propio Baudelaire contradijo repetidamente
esta idea: una vez en «Du vin et du hahish» y al menos media docena
de veces en Les paradis artificiels. En la sección IV de la primera, Le
hashish, dijo de esa droga:
No consuela como el vino; no hace más que desarrollar hasta
el exceso la personalidad humana en las circunstancias
actuales en que se encuentra.

En Les paradis artificiels, III, Le théátre de Séraphin15 nuevamente


refiere al lector:
En la ebriedad del hashish... No saldremos del sueño natural.
La ebriedad... conservará siempre la tonalidad particular del
individuo. [... ] El ocioso se ha ingeniado para introducir
artificialmente lo sobrenatural en su vida y en su
pensamiento; pero después de todo, y pese a la energía
accidental de sus sensaciones, no es otra cosa que el mismo
hombre aumentado, el mismo número elevado a muy alta
potencia.
Nótese que negó la artificialidad de este intento, declarando en el
próximo párrafo:

Que las gentes del mundo y los ignorantes, curiosos por


conocer goces excepcionales, sepan, pues, que no encontrarán
en el hashish nada milagroso, absolutamente nada más que lo
natural en exceso. El cerebro y el organismo sobre los que el
hashish opera, no provocarán sino fenómenos cotidianos...
para las impresiones y los pensamientos familiares del
hombre, será un espejo de aumento, pero un puro espejo.

Hacia el final de esta tercera sección, describiendo las visiones de


hashish, reitera:

La alucinación es un género bastardo y extrae su raison d


´etre del espectáculo exterior; el espíritu no es más que un
espejo en que el medio circundante se refleja, transformado
de modo exagerado.

En la sección IV, l´Homme–Dies («El hombre–Dios»), Baudelaire


comentó del opio:

En sus Confesiones, De Quincey afirma con razón que el opio,


en lugar de adormecer al hombre, lo excita, pero que no lo
excita más que en su via natural...

Retornando al hashish, se nos dice que su ebriedad ilumina la


percepción inteligente: El hashish se extiende entonces a toda la vida
como un barniz mágico; la colorea de solemnidad e ilumina toda su
profundidad.
Finalmente, en las moralizaciones de la sección v, respondió a su
pregunta retórica:
¿Y si al precio de su dignidad, de su honestidad y de su libre
albedrío, pudiese el hombre sacar del hashish grandes beneficios
espirituales, volverse una especie de máquina de pensar, un
instrumento fecundo? ... Por de pronto, como ampliamente he
explicado, el hashish no revela al individuo nada más que el
individuo mismo.
En lugar de intentar demostrar su concepto de las ebriedades
inducidas por drogas como paraísos artificiales, Baudelaire pareció
dar esto por sentado, aunque repetidamente insistiese en que son
naturales –sólo ensoñación natural, lo natural en exceso, que nos
excita de una forma natural, reflejando el pensamiento y sus
alrededores en «un espejo de aumento, pero un puro espejo».
Basándome en la evidencia ¡ntrínseca, sin desviarme de lo escrito
por Baudelaire, podría jactarme de que disparó sobre su propio pie,
cambiarle audazmente el título del libro por Les paradis naturels, y
reclamar quod erat demonstrandum. Pero eso sería impropio y
prematuro; además, tengo alimentos más importantes que cocinar.

En 1975 el mundo científico fue conmocionado por el descubrimiento de que el tejido


cerebral contiene péptidos naturales endógenos semejantes al opio. Estos «péptidos
opiáceos» del cerebro (cortas cadenas lineales de aminoácidos, en este caso cada una de
cinco), generalmente denominados endorfinas (endógenas morfinas) o, con más precisión,
«compuestos endógenos opiáceos» (endopiáceos; actualmente se conocen más de media
docena)16 luego se demostró que producían «tolerancia cruzada»17 cuando se suministraban
a ratas con dependencia de morfina; esto es, que podían sustituir a la morfina. Igual que la
morfina, los endopiáceos podían provocar tolerancia y síndromes de abstinencia tras una
administración prolongada a animales de laboratorio– distintivos del hábito a drogas
opiáceas –síndromes que pueden precipitarse, como en el caso de animales adictos a la
morfina, dando a los animales adictos a endopiáceos el especifico «narcótico antagonista»
(un «antiopiáceo), llamado naloxona® o Narcan® (Noloxone®) [Merck Index 12: 6449.

Resumiendo, se descubrió que cerebros mamíferos (y otros)


producían de forma natural su propia «morfina», su propia «droga»
analgésico–eufórica, y dos años antes fueron aislados en cerebros
mamíferos los primeros «receptores opiáceos» endógenos
(actualmente se conocen al menos tres clases de receptores
opiáceos,18 para los cuales los endopiáceos son ligadores, siendo los
receptores «blancos» para esas «drogas» naturales), a los que se
ligarían tanto endopiáceos y morfina como otros alcaloides opiáceos.
Es decir, la morfina del opio «funciona» como un analgésico
euforizante porque «casa» con nuestros receptores naturales para
nuestra «morfina» natural. F¡nalmente, poniendo la guinda
psicotrópica en el pastel, se descubrió que la propia morfina ¡era un
componente normal del fluido cerebro/espinal humano; y de la leche,
tanto humana como bovina!19 Así pues, el opio o mejor dicho, su
principal alcaloide y mayor «principio activo», la morfina, «funciona»
como un embriagante psicotropico porque puede insertarse
limpiamente en nuestro propio sistema de analgesia (y quizá incluso
euforia). En realidad, la euforia que sigue al ejercicio extenuante–el
llamado «subidón de los corredores» –resulta mediado por
endopiáceos que el cuerpo produce para mitigar el dolor muscular de
semejante estrés físico. En una palabra, el paraíso farmacológico del
opio/morfina no puede ser más natural, y la morfina «funciona»
precisamente porque posee una afinidad estructural suficiente con los
endopiáceos naturales (¡siendo idéntica a la morfina auténtica de
nuestros cuerpos!) para adecuar sus receptores naturales en nuestros
cerebros. Es como una «llave» que entra en una «cerradura» abierta
de forma natural por las morfinas de nuestros propios cerebros, una
llave para abrir una puerta a lo más profundo de nosotros mismos,
tras la cual yace nuestro paraíso natural de euforia, en el sedante
abrazo de Morfeo. Así pues, en toda la extensión de la palabra, las
«caricias enervantes» de la «hurí» opio son paraísos naturales; y de
ninguna manera puede la ebriedad de opio ser considerada un paraíso
artificial.
A pesar de que la evidencia no es tan inequívoca, por ser reciente e
incompleta, lo mismo podría decirse del hashish y su mayor principio
activo, el Tetrahidrocannabinol (THC). En 1988 fue identificado en
Estados Unidos el «receptor cannabinoide» natural del cerebro. Dos
años después, el gen de este receptor fue hallado y clonado
(biosintetizado artificialmente), y en 1992, el endógeno ligador natural
[vide supra] de este receptor en el cerebro fue descubierto y
denominado anandamida.20 Por lo tanto, el THC del hashish/Cannabis
se vincula con el receptor natural de nuestros cerebros debido a una
sustancia neuroquímica natural, la anandamida, habiéndose
demostrado su capacidad para duplicar algunos de los efectos
conocidos del THC. Aunque el propio THC no haya sido identificado;
hasta el momento, como sustancia neuroquímica natural de los
mamíferos, está dentro de lo posible, y no sería más sorprendente que
descubrir que los mamíferos pueden biosintetizar morfina.19
Tal como la morfina/opio, también el THC/hashish «funciona» en
nosotros como embriagante precisamente porque también se
adecua como una llave a la cerradura de nuestros propios cerebros,
abiertos de forma natural por el «hashish» natural de nuestros
propios cerebros, la anandamida; en este caso, abriendo la puerta a
nuestro nirvana más interior, ese fragante jardín de júbilo ante los
pies de «perfumado loto» del Buda. Una vez más, la neurociencia
ha demostrado lo intuido y argumentado por Baudelaire, a pesar de
su título –que el paraíso farmacológico del hashish es otro paraíso
natural en todos los sentidos; todo menos un paraíso artificial.
Por lo que respecta al alcohol (alcohol etílico o etanol), pocos
indicios hay de que exista un «receptor de etanol» en el tejido
cerebral, y los mamíferos no pueden biosintetizar alcohol, que se
produce como material de desecho por levaduras y bacterias.21 Los
farmacólogos clasifican el alcohol como «anestésico general»,
utilizando un término acuñado por Oliver Wendell Holmes para
describir anestesia quirurgica producida por inhalación de
disolventes volátiles como éter (o éter dietílico, CH3CH2OCH2CH3
[Merck Index 12: 38521) o cloroformo (CHCL3 [Merck Index 12:
2193]).22 Aunque el alcohol es relativamente ineficaz, y rara vez se
ha utilizado en anestesia quirúrgica, sus propiedades farmacológicas
como depresor del sistema nervioso central se explican en términos
de teorías físicas complejas, que desbordan el horizonte de este
libro. A pesar de que la farmacología de estos gases y disolventes se
comprende mal, y existen teorías que compiten, y al riesgo de
simplificar exageradamente, se piensa que el alcohol y otros
anestésicos generales deprimen el sistema nervioso central
disolviéndose o concentrándose en las capas lípidas (o grasas) de las
membranas celulares, especialmente de células nerviosas, alterando
de ese modo su permeabilidad o sus propiedades conductivas. A
diferencia de los endopiaceos/ morfina o de la anandamida/THC, en
los cuales la precisa geometría molecular de la «llave» o compuesto
neurotransmisor/droga abre una «cerradura» o neuroreceptor
específico engastado en la membrana celular nerviosa, alterando así
su permeabilidad o conductividad, la acción de los anestésicos
generales es estructuralmente inespecífica, es decir, no depende de
una geometría molecular precisa, sino de propiedades físicas
generales (tales como solubilidad, carga, tamaño molecular, etc.).
En esencia, a diferencia de la morfina y el THC, que se interponen
en sistemas naturales de control neural exquisitamente sensibles, el
alcohol provoca una disrupción global inespecífica de las membranas
celulares, que se manifiesta en el sistema nervioso como sedación,
anestesia y pérdida de equilibrio y coordinación, sin olvidar la euforia
y un montón de otros síntomas que sin duda resultan familiares a la
mayor parte de mis lectores. En cuanto a la evidencia neuroquímica,
uno puede extraer la conclusión de que –en contraste con los
paraísos naturales debidos a ebriedad de opio y hashish –la
intoxicación por alcohol,23 que es un envenenamiento general del
sistema, debería ser caracterizada como un paraíso artificial.
Ciertamente, de las tres drogas examinadas poética y
filosóficamente por Baudelaire, alcohol y vino son las que pueden
aspirar a este epíteto con mayor fundamento.
Pero hay otras consideraciones, aparte de la neuroquímica. Como
la adormidera del opio, y el cáñamo o planta de marihuana, el alcohol
es natural, «perteneciente a la naturaleza» [vide supra], y –como el
opio y el hashish–vinos y cervezas con contenido alcohólico han sido
consumidos por la humanidad como embriagantes desde tiempos
inmemoriales.24 Es más, frutos fermentados ricos en alcohol se pro-
ducen espontánea y naturalmente, y se consumen abundantemente
como embriagantes por muchos animales no humanos.25 Aunque los
seres humanos produzcan brebajes alcohólicos artificialmente,
mediante habilidad constructiva, y no espontáneamente, eso
demuestra que los paraísos farmacológicos asociados a ellos son,
decididamente, paraísos naturales.
Otros tipos de drogas también nos conducen a paraísos naturales.
Aunque fuese descubierto mediante un proceso de síntesis al azar y
ensayos con innumerables compuestos, se comprobó más tarde que
el famoso sedante Valium® o diazepam [Merck Index 12: 30421 es un
producto natural, aislado a partir del cerebro de ratas, y la
identificación de un receptor de Valium en cerebros lleva a conjeturar
si el diazepam no será nuestro sedante endógeno.26 Entre las muchas
drogas psicotrópicas cuyo descubrimiento por parte de la humanidad
se atribuye tradicionalmente a la observación de sus efectos
embriagantes en animales domésticos, se encuentran los
estimulantes: café (Coffea arabica L., que contiene cafeína [Merck
Index 12: 1674]), qat (o khat, Catha edulis [Vahl] Forskal, rico en
catinona [Merck Index 12: 19541) y coca (Erythroxylum coca Lamarck
y E. novogranatense [Morris] Hieron., que contienen cocaína [Merck
Index 12: 25171).27 Como en el caso del alcohol, aunque las
propiedades farmacológicas de estos estimulantes son atribuidas a
algunas disrupciones globales del funcionamiento neural, en lugar de
atribuirse al nexo con un receptor especifico,28 el hecho de que sean
productos naturales, derivados de plantas «pertenecientes a la
naturaleza», que se usan arcaicamente en etnomedicina, y también se
emplean como embriagantes por animales no humanos, nos obliga a
categorizar sus éxtasis de Excitantia como paraísos naturales. Incluso
los enteógenos,10 cuya neuroquímica resulta tan misteriosa como sus
ebriedades extáticas, son consumidos por miembros no humanos del
reino animal,» además de catolizar una capacidad humana innata para
el trance y el éxtasis religioso (que examinaremos detalladamente en
el CAPíTULO DOS) –adicionales sendas farmacológicas hacia nirvanas
naturales, prodigiosos y pletóricos paraísos naturales.
Por tanto, no hay nada exclusivamente humano ni remotamente
artificial en cuanto a la ebriedad per se, siendo éste un fenómeno
bien natural, observable en incontables otras especies animales. La
ebriedad es en realidad, como observó Nietzsche, «el juego de la
Naturaleza con el ser humano»,2 o mejor «el juego de la Naturaleza
con el reino animal». Ernst Jünger lo expresó hermosamente en su
maravilloso diario de bitácora sobre paraísos psiconáuticos:

Lo mismo que Goethe consideraba que los colores eran una


especie de aventura de luz, igual podemos contemplar a los
embriagantes como la marcha triunfal de las plantas por la
psyche. [Annäherungen, «Plantas como poderes
autónomos», 31]30
La marcha triunfal de la adormidera, la planta de marihuana, las uvas
y levaduras por la psyche... sí, esos son decididamente paraísos
naturales. En Les paradis artificiels de Baudelaire, exquisitamente
encantadores pero lógicamente defectuosos, y básicamente
prejuiciados, los únicos paraísos artificiales que marchan triunfalmente
por la afinada psyche del lector... ¡son la poesía y la filosofía
apasionada de Baudelaire! Quienes sean lo bastante afortunados para
transportarse a paraísos mediante una poesía sublime como la suya
debemos admitir que son artificiales, decididamente «hechos por mano
o arte del hombre», por el artificio poético y las habilidades artisticas
de Baudelaire, innegablemente paraísos artificiales. Estos paraísos
poéticos son tan efímeros, tenues y artificiales que –a diferencia de
cualquier paraíso natural producido por drogas visionarias y de otro
tipo, abiertos casi a cualquiera que tenga «el valor de tragarlos»
(como dijo Baudelaire de la felicidad, en su famosa dedicatoria a Les
paradis artificiels)– pueden ser divisados y deglutidos, digeridos y
deleitados únicamente por una minoría; e inventados o concebidos por
menos todavía.31
Esos sí que son verdaderamente paraísos artificiales, insustanciales,
inmateriales; espejismos rielantes, milagrosos fatas murganas de la
mente, evanescentes, efímeros, diáfanos... a la vez ahí... y no ahí.
Siendo naturales, los robustos farmacoparaisos resultan asequibles por
igual para cabras y llamas, monos, visones y ratas almizcleras; tanto
asimismo lo son los paraísos naturales aliados al dormir, esa
fantasmagoría cotidiana de la psyche que sueña. Lo mismo puede
decirse de los paraísos naturales de éxtasis erótico, que alcanzan tal
vez su manifestación más sublime en nuestra concupiscente especie
humana, aunque engastada a conciencia en la matriz animal y natural
de apareamiento/ reproducción, evolución de genotipos. Si no me
equivoco, los reinos oníricos de fantasías y romance; el éxtasis etéreo,
terreno y terrenal de Eros, la lascivia de Venus y la prodigiosa plétora
de paraísos farmacológicos agotan la provisión de paraísos naturales
puestos a nuestra disposición. Todo el resto son artificiales.
Retomaremos en el capítulo siguiente el hilo sedoso de Ariadna,
ambrosial y «amritoso», hacia el paraíso mismo, y los paraísos
artificiales de la religión.
Alguno me acusará de sofisma, de jugar con las palabras... de que
todo esto está muy bien, pero que cualquier como sabe que lo crucial
del asunto es la ingesta... Diga lo que diga, los paraísos de la religión,
la poesía y la filosofía son accesibles de forma natural, inmaterial, sin
ingerir ninguna sustancia extraña; los farmacoparaísos, en cambio,
deben depender forzosamente de algunos estímulos externos,
únicamente accesibles metiendo algo extraño en el organismo; en ese
respecto, los primeros son naturales, los siguientes artificiales. No
obstante, si uno ha de alcanzar el paraíso leyendo poesía, o
contemplando cualquier otro arte visual, los ojos de la persona habrán
de ingerir fotones, «partículas» de luz que mientras tanto impresionan
células fotosensibles de la retina, y, por consiguiente, poniendo en
movimiento eventos neuroquímicos precisamente análogos a aquellos
iniciados por la «ingesta» de moléculas de morfina o THC mediante
sus respectivos neuroreceptores en el cerebro (y en algunos casos,
tejido retinal, ya que hay drogas psicoactivas capaces de actuar
directamente sobre la retina). Por el mismo motivo, si hubiese que
ganarse el paraíso oyendo poesía oral, música u otras artes auditivas,
esas compresiones y rarefacciones que forman ondas sonoras en el
aire estarán materialmente impactando en el tímpano del oyente,
finalmente estimulando células neurales sensibles a la presión, y de
nuevo desencadenando una cascada de eventos neuroquímicos, en
ningún modo diferentes de los provocados por el «impacto» de
morfina o THC en sus respectivos neuroreceptores. Incluso hablamos
metafóricamente sobre la propensión de uno a «tragarse» un
argumento; los más dados a la credulidad, «fácilmente creen» o «tra-
gan» (gullible en inglés). Además, aunque Baudelaire solamente
admitiese el tragar como camino hacia los farmacoparaísos, estaba de
nuevo haciendo un ejercicio de colosal estrechez mental con respecto
a las opciones de ingestión.32 Esto está bien lejos de circunloquios
sofísticos, o de cualquier prestidigitación filosófica; «ningún hombre es
una isla, llena de sí» todas las criaturas vivientes somos ecosistemas
abiertos, en un constante intercambio de materia con el universo; los
átomos que constituyen nuestro cuerpo circulan y se entrelazan
eternamente a través de nuestra sangre, huesos y fibra, nuestros
tejidos mismos, hilados y rehilados al estilo de Penélope en cada
instante; introduciendo materia a través de nuestros gaznates, pieles
y pulmones; devolviéndola a través de nuestras pieles, pulmones y
órganos excretorios. Debemos ingerir continuamente –oxígeno y agua
a través de nuestras pieles y pulmones, agua, proteínas ricas en
nitrógeno y diversos carbohidratos (así como varios minerales y
vitaminas) a través de nuestro sistema digestivo –mientras con no
menos prontitud nuestros sentidos «ingieren» directamente fotones,
calor, presión e incluso moléculas orgánicas vía los neuroreceptores de
nuestro sistema gustativo y olfativo. Verdaderamente, si uno resulta
transportado a algún paraíso estético oliendo una rosa (gracias a
moléculas orgánicas volátiles de la rosa que se difunden en el aire,
para tropezar con neuroreceptores olfativos, y evocar de este modo
procesos neuroquímicos en nuestro sistema nervioso)... ¿en qué modo
difiere eso esencialmente de, digamos, inhalar cualquier compuesto
psicoactivo volatilizado como el THC? Quizá valga la pena mencionar
también que se ha comprobado que algunas plantas pueden ejercer
efectos psicoactivos simplemente por el hecho de ser olidas cuando
están frescas, faltando cualquier artificio humano para fumárselas de
un modo u otro.33
Desarrollando aún más esta idea, ¿cuál es, en realidad, la
diferencia entre un «alimento» y una «droga»? ¿Es el alcohol una
droga, porque manifiestamente puede alterar nuestros ánimos, hacer
que nos tambaleemos, incluso provocar el estado comatoso de
anestesia general; o es un alimento, un carbohidrato que nuestro
sistema digestivo procesa convirtiéndolo en energía para el
organismo, agua y dióxido de carbono? ¿Es la hoja de coca una droga
por contener cocaína, que puede estimular nuestro sistema nervioso
mientras provoca anestesia local en nuestras mejillas y encías, o es
un alimento rico en vitaminas y minerales? ¿Es el café una droga
estimulante rica en cafeína, o un alimento rico en potasio y niacina?
¿Es el cacao/chocolate un alimento nutritivo o una droga estimulante,
rica en teobromina? Tendemos a considerar droga a la coca (pero
¿qué hay de su extendidisimo uso como aromatizante en la Coca–
Cola?), al café como brebaje, y al chocolate como un producto
alimenticio exquisito, pero la coca resulta ser también uno de los
vegetales más nutritivos disponibles en las dietas andinas, y tanto el
café como el chocolate son drogas psicoactivas.34 Todo el mundo
mantiene que la leche es un alimento nutritivo, y la lactancia materna
humana el alimento más natural, al menos para infantes. Pero hemos
visto que las leches bovinas y humanas contienen morfina, igual que
opio19 –una vez, más, ¿es la leche materna un alimento o una droga?
35
Nuestras clasificaciones de las sustancias como alimentos o drogas
tienen más que ver con nuestras leyes, tradiciones y prejuicios que
con cualquier criterio objetivo.
Hipócrates [circa a.c. 469–399] y Galeno [circa 129–199]
observaron que un «alimento» era vencido y asimilado por el cuerpo;
mientras que una «droga» podría vencer al cuerpo. Pero ya hemos
visto que al ser «vencido» o embriagado por una
droga psicoactiva el organismo debe metabolizarla, y puede extraer en
ese proceso su valor nutritivo, que quizá sea considerable. As¡ pues,
¿es la mescalina una droga, porque «vence» al cuerpo, y se excreta en
gran medida inalterada?; y ¿es el alcohol mas bien un alimento, ya
que el cuerpo lo «vence» y extrae su valor calórico, como con
cualquier carbohidrato? Aún más, físicamente, incluso productos
alimenticios manifiestamente desprovistos de cualquier componente
de «droga» psicoactivo,36 podrían ser, sin embargo, alteradores de
ánimos o psicotrópicos. Entre mis lectores ¿quien no está familiarizado
con el arrebolamiento que produce estar saciado por una buena
comida, cuya intensidad aumenta en proporción a la duración y fuerza
del hambre previa? Todo el mundo conoce los reales padecimientos del
hambre, y la forma de aliviarlos mediante la comida; quizá nuestro
cuerpo indica su necesidad de alimento vía alguna «droga» endógena
causante de dolor (Sustancia P o análoga), mientras sabemos que los
dolores producidos por ayuno y hambre influyen profundamente en
nuestros niveles de endopiaceos. ¿Quien puede negar que cualquier
alimento, cuando se come para superar los dolores del hambre, es
también una droga, un anodino alimenticio, por así decirlo?37 En
consecuencia, ¿qué son las drogas psicoactivas, sino alimentos más o
menos nutritivos para el cuerpo y, simultáneamente, alimentos
especiales para el cerebro o el espíritu? Como tan acertadamente dijo
Gottfried Benn [1886–1956], el médico poeta alemán, en su crítica a
la prohibición de drogas, el racismo eugenésico y los programas de
distribución de leche humana entonces puestos en práctica por el
gobierno nazi:
Sin embargo, los cerebros potentes no se fortalecen con la
leche, sino con alcaloides. [Provoziertes Leben (Vida
provocada), pág. 341]38

Así pues, la ebriedad es un fenómeno natural, los farmacoparaísos


son decididamente naturales en términos neuroquímicos y
zoofarmacognósticos, por tanto, las drogas pueden ser también
alimentos... y los alimentos también drogas; nuestra percepción
sensorial ordinaria vinculada a la «ingesta» de partículas, ondas y
moléculas orgánicas es fundamentalmente semejante a la ingesta de
drogas, que realmente no son sino un tipo especial de alimentos; y
sin alimento no podemos vivir. Me parece que la agitación y el
malestar en torno a las drogas embriagantes proviene de que pueden
producir placer; que buscar placer puede ser la motivación principal
subyacente a su consumo. Pero la comida también produce placer,
así como la aventura erótica... La ética calvinista puritana según la
cual el placer es intrínsecamente pecaminoso, ¡ha desacreditado por
igual el éxtasis erótico, el deleite gustativo y la ebriedade9 En
realidad, es la naturaleza muy natural, animal, de nuestros paraísos
naturales de erotismo, apetito de comida y embriagantes –que son
apetitos animales, beatitudes bestiales –lo que conlleva al púdico a
desconfiar de ellos. Para el lascivamente pudico sólo es satisfactorio
un paraíso artificial, sólo puede ser verdaderamente santo o sagrado
lo irreal, lo ideal, la ficción del artificio humano (inaccesible a
cualesquiera otros animales) beatíficamente enemistado con el
apetito animal, con los placeres sibaritas o voluptuosos de la carne.
William Blake describe despectivamente esta patética abnegación de
nuestra verdadera naturaleza como: «pálida lascivia religiosa... ¡que
desea pero no actúa! Pues todo lo que vive es sagrado».
En cuanto a Baudelaire, hemos visto que Flaubert denunció el
fermento de catolicismo en sus homilías moralistas contras las
ebriedades no vinosas.11 Si bien el puritanismo y el calvinismo son
eminentemente protestantes, desde luego, corrientes de la
«Reforma» frente a la Iglesia Católica, la ética antiplacer es innata en
un grado menor a facciones del catolicismo, y especialmente a la
monástica; aunque alguien podría alegar que la diferencia se basa
más en grado de hipocresía que en práctica. Sea como fuere, puede
decirse en justicia que Baudelaire se liberó a duras penas de
represiones moralizantes por consentirse la ebriedad alcohólica
(después de todo, para el catolicismo el vino es un sacramento), si
bien su santurronería moralizante contra el hashish y el opio pone de
manifiesto que no tolera ningún otro farmacoparaíso, ¡ninguna
ebriedad distinta de la poesía, la virtud y la filosofía! Como vimos en
la Nota 12, condenó la «prodigalidad impía» del comedor de hashish,
tal como «el poeta afligido» sintió condescendiente lástima por «esos
pobres diablos que no han ayunado ni rezado», y que «buscan en la
magia negra los medios para elevarse hacia una existencia
sobrenatural». Mientras tanto, «nosotros, poetas y filósofos, hemos
renovado nuestra alma con el trabajo continuado y la
contemplación». En el universo moral de Baudelaire, sólo los paraísos
artificiales del poeta y filósofo pueden aspirar «al único milagro para
el que Dios nos ha otorgado licencia».
¿Cuál era, pues, la naturaleza de este milagro, del paraíso poético
de Baudelaire? En su hermosa y extraña dedicatoria a Les paradis
artificiales, el poeta había admitido:

En cuanto a mí, siento tan poco gusto por el mundo vivo que –
como esas mujeres sensibles y desocupadas que envían por
correo, según se dice, sus confidencias a amigos imaginarios–
de buena gana sólo escribiría para los muertos.
En Petits poémes en prose [Enivrez–vous, mocln], había aconsejado la
ebriedad eterna:
Para no sufrir la miserable carga del tiempo que te rompe los
hombros y te inclina hacia el suelo [...1 Para no ser esclavos
martirizados por el Tiempo...
Partiendo del No. V, La chambre double (La habitación doble), es
evidente que Baudelaire buscó en la ebriedad refugio de una
existencia miserable, personificación de lo sombrío:
¡Horror! ¡Lo recuerdo! ¡Lo recuerdo! ¡Sí! ¡Este tugurio, esta
sede de eterno hastío, es lo mío! Aquí están los muebles
necios, polvorientos, descantillados: la chimenea sin llama y
sin brasa, mancillada de escupitajos; las tristes ventanas
donde la lluvia ha trazado surcos en el polvo; [...] En este
mundo estrecho pero tan lleno de repugnancia, un solo objeto
me sonríe: el frasco de láudano; vieja y terrible amiga; como
todas las amigas, ¡ay!, fecunda en caricias y traiciones.
Por ambivalente que fuese su actitud hacia el opio, cuando menos aquí
Baudelaire admitió haberse refugiado en el. ¡Pobre Baudelaire! En el
Nº. XLVIII, Any Where Out of the World (N´importe ou hors du monde;
título original en inglés), su alma torturada exclamó:
La vida es un hospital donde cada paciente está poseído por el
deseo de cambiar de cama. [...] Finalmente mi alma estalló y
gritó sagazmente: «¡No importa dónde! [...] ¡Con tal de que
sea fuera de este mundo!»

Los farmacoparaísos naturales de este mundo eran todos demasiado


reales para el atormentado espíritu de Baudelaire, que en un proyecto
de prefacio a Les fleurs du mal había hecho, al fin, la siguiente
confidencia:

Cantor de las locas voluptuosidades del vino y del opio, mi


sed no es sino de un licor desconocido en la tierra, y que ni
siquiera podría ofrecerme la Farmacia celestial; de un licor que
no contuviese ni la vitalidad, ni la muerte, ni la excitación, ni la
nada. No saber nada, enseñar nada, descarnada, sentir nada,
dormir y dormir más todavía ...40

Dos décadas después de morir Baudelaire, la «farmacia celestial»


irrumpió en el panorama europeo con el redescubrimiento científico de
enteógenos, Únicas cosas capaces de haber aplacado la sed
abrasadora del poeta triste. Ese es el tema del siguiente capítulo.

Farmacia Celestial

Los profetas describen lo que vieron en


Visiones... con sus órganos imaginativos y
mortales... Un Espíritu y una Visión no son,
como supone la filosofía moderna, un nuboso
vapor, o una nada: se hallan organizadas y
articuladas meticulosamente, más allá de lo
que pueda producir la naturaleza mortal y
perecedera. Quien no imagina rasgos más
fuertes y mejores, y bajo una luz más fuerte y
mejor que la de su ojo perecedero, no imagina
en absoluto.
William Blake
Un catálogo descriptivo de cuadros [1809]

Mientras Baudelaire moralizase –poética pero no científicamente– sobre


el tema de los embriagantes, en Escocia y Alemania se sentaban los
cimientos de una ciencia sobre plantas psicotrópicas, y finalmente para
la «farmacia celestial» que e l había invocado. En 1855, cuatro años
después de publicarse Du vin et du hashish, y cinco años antes de Les
paradis artificiels, apareció en Edimburgo el último fascículo de la obra
precursora de James F. Johnston, The Chemistry of Common Lifé,
seguida en breve por Die Narkotischen Genufmittel und der Mensch
(Las delicias narcóticas y el hombre) de Ernst Frei herr von Bibra, en
Nuremberg. Johnston [1796–1855], un químico, no vivió para ver el
extraordinario éxito de su libro, que tuvo al menos una docena de
ediciones y dos revisiones/ampliaciones, además de ser traducido al
alemán. El libro de von Bibra [18o6–1878], acaudalado científico
amateur, estaba más bien destinado a la oscuridad, aunque fue
rescatado de ella por una traducción inglesa reciente.41 El segundo
volumen del tratado general de bioquímica de Johnston trataba en
extenso Los NARCÓTICOS QUE NOS CONSENTIMOS, y además de opio,
hashish y otros describe varios «narcóticos menores»–enteógenos –
incluyendo la Amanita muscaria, el hongo maravilloso hiperbóreo.29 El
libro del barón von Bibra abordaba casi exclusivamente drogas
psicoactivas con 17 capítulos, dedicados principalmente a plantas
estimulantes, pero incluyendo también opio, hashish y –entre los
enteógenos –nuestro hongo siberiano.
En 186o, el mismo año que se publicaron Les paradis artificiels en
París, el micólogo británico Mordecui Cubitt Cooke [1825–1913] publicó
en Londres The Seven Sisters of Sleep, dedicado enteramente–igual
que el libro de von Bibra–a drogas psicotrópicas, de nuevo con
capítulos sobre opio y hashish, así como sobre Amanita
muscaría.También admite mención en este contexto el escritor
estadounidense Fitz Hugh Ludlow [1836–18701, cuyo The Hasheesh
Eater –primer libro usano42 sobrela materia –dio excelente tratamiento
literario a la ebriedad de hashish, como había hecho su mentor De
Quincey con el opio.43
Como Baudelaire, el pionero psicofarmacognosista escocés adoptó una
postura moralizante hacia lo que describió como «narcóticos».44
Johnston señaló el «consumo extendido», la «importancia agrícola y
comercial» y la «maravillosa acción» de los fitoembriagantes, y
admitió «cuán deficiente» era el conocimiento de entonces, que no
permitía ni la más rudimentaria conjetura en cuanto a cualquier
mecanismo de sus acciones. Ello no le disuadió de emparentarlas
drogoebriedades con psicopatología, «como delirios, meras burlas, que
engañan a nuestros sentidos enfermos o afectados por droga» [pág. i
59] y bajo la rúbrica NUESTRA DEBILIDAD HUMANA, resumió:

No podemos sorprendernos de que el hombre... a veces,


deba ser cautivado por el fulgor deslumbrante de esta
felicidad corpórea, y deba entregarse a hábitos –si bien
resultan exquisitamente deleitosos al principio –finalmente
le conduce a la tortura del cuerpo como al sufrimiento
mental… Somos en verdad criaturas débiles… cuando en
verdad un grano de hashish puede vencernos, o unas pocas
gotas de láudeano postrarnos; pero cuánto mucho más
débiles de mente, cuando al saber los males a que nos
conducen, ¡somos incapaces de resistir las tentaciones
fascinantes de estas insidiosas drogas! [Capítulo XXII, pág.
165].

¿Quiso decir que se le podían perdonar al «salvaje» sus apetitos


bestiales sobre la base de su débil entendimiento, aunque nosotros–
con las ventajas de una ciencia sobre drogas –deberíamos sentirnos
avergonzados? ¿Es que nunca se le ocurrió a Johnston que la ebriedad
no era necesariamente mala, o que las drogas podían tener beneficios
superiores a sus déficits? Afortunadamente, von Bibra terminó su libro
con una opinión mucho más indulgente sobre la ebriedad:
En conclusión: ¿es este amplio uso de narcóticos afortunado o des-
afortunado para la humanidad? ¿Debería aprobarse, o desaprobarse,
partiendo de fundamentos morales? Estamos absolutamente conven-
cidos de lo primero. [...] La experiencia nos ha enseñado también que
incluso las medidas más severas serían incapaces de suprimir el uso
de narcóticos, una vez conocidos ya por un pueblo. [...] Por lo mismo,
sólo un hipócrita descarriado condenaría la copa vinosa del viejo padre
Noé, debido a que algunos borrachos singulares no conocen su límite.
[Sehluf págs. 396–397; 221–222 de la traducción]

También Cooke formó una opinión tolerante y liberal con respecto a


los embriagantes. Recordando a sus lectores ingleses su afición al
alcohol y al tabaco, observó:
El tabaco termina en humo. [...] Algunas personas no tienen más que
una visión humeante o neblinosa de la vida.., viven en una bruma, y
mueren sin que se les eche de menos. [...] ¿Imaginas, tú, pobre de
espíritu, miembro del club anti–rapé y anti–tabaco, que el oscuro
apóstol que está ante nosotros predicará con menos fuerza, menos de-
voción y menos elocuencia persuasiva porque aspira droga sobre el
libro de los salmos y fuma en la sacristía, entre el servicio marinal y el
vespertino? ¿Acaso su piedad rezuma de su pipa, o su formalidad
acaba en humo? [Capítulo XXVI, pág. 347]
La incipiente ciencia de la ebriedad no hizo más progresos en tiempos
de Baudelaire, ¡pero seguramente habría sacado provecho leyendo a
Johnston, von Bibra, Ludlow o Cooke. Apenas veintiún años después
de la muerte de Baudelaire, el 3 de agosto de 1867, los primeros
relámpagos de su «farmacia celestial» cayeron sobre Europa a la
velocidad del rayo. El 10 de febrero de 1888, el botánico alemán Paul
E. Hennings leyó un trabajo en el congreso botánico de Berlín,
describiendo lo que a su juicio era una nueva especie de cacto
mejicano, al que llamó Anhalonium lewinii Hennings, en honor de su
«descubridor» Louis Lewin. Lewin [1850–1929], farmacólogo prusiano,
había obtenido el material deshidratado del cacto, un año antes, de
Parke, Davis & Co., una firma farmacéutica de Detroit, durante su
prolongada estancia en los Estados Unidos. Aunque famoso como
embriagante chamánico en México desde el siglo XVI, bajo el nombre
náhuatl de peyotl o peyote, fue el texto de Lewin de 1888 sobre un
alcaloide extraído del cacto, Anhalonin, lo que excitó el interés
científico hacia este tipo hasta entonces recóndito de embriagante,41
que culminó nueve años después con el primer aislamiento –y el
primer bioensayo psiconáutico– de un compuesto enteogénico
purificado. Así, nacía la farmacia celestial.
Aunque Lewin sistematizase más tarde la novel ciencia
psicofarmacológica, e introdujo el péyotl en la ciencia europea, fue
más bien su compatriota y encarnizado rival Arthur Heffter [1860–
1
925] quien hizo el primer gran descubrimiento en enteognosia. Lewin
recibe merecido reconocimiento como descubridor de alcaloides en
cactos, pero su Anhalonin se considera una mezcla impura de
alcaloides, y fue Hefftet quien aisló más tarde cuatro alcaloides puros
del cacto péyotl (hoy llamado Lophophora williamsii2)–Anhalonin,
Anhalonidin, Lophophorin y Mezcalin –a la vez que aislaba el sedante
Pellotin de la Ladiffusa, especie emparentada aunque por entonces
confundida con el peyotl auténtico. Además, Heffter se aventuró en lo
que se consideraba «autoexperimentos heroicos» u «horripilantes»
con la planta entera, ensayando la totalidad de sus alcaloides, y
finalmente con los alcaloides uno a uno, que culminaron el 23 de
noviembre de 1897 al ingerir 150 mg. del clorhidrato de Mezcalin,
gracias a lo cual determinó:
La Mezcalin es exclusivamente responsable de los principales síntomas
del envenenamiento por peyote (mescal). Esto es aplicable especial-
mente a sus singulares visiones.46
A la vez que Heffter resolvía el enigma químico sobre la fuente de las
visiones con péyotl, haciendo el primer «viaje» enteogenico del mundo
con un compuesto químico purificado, los médicos usanos D.W.
Prentiss y Francis P. Morgan publicaban el primer informe de la
literatura médica sobre los efectos del cacto peyotl, y al año siguiente
su colega médico usano S. Weir Mitchell describía sus
autoexperimentos con el cacto visionario, así como los de un
compañero. Fueron también importantes en este contexto los informes
de 1897–1898 2 sobre «un saturnal de los sentidos específicos, y ante
todo una orgía de visión», notificados por el psicólogo inglés Havelock
Ellis durante su único bioensayo psiconáutico con la droga en estado
crudo.47 ¡Ahora nuestra incipiente ciencia de la farmacia celestial se
cocinaba con gas!
Lewin pudo haber sido adelantado por su rival Heffter en la fitoquímica
del péyotl, pero sentaría la etnofarmacognosia de los embriagantes
sobre una base científica sólida en 1924, cinco años antes de su
muerte, con la publicación de su decisiva obra Phantastica, que tuvo
dos ediciones en Alemania, y fue traducida al francés, al italiano y al
inglés.48 Lewin subdividió las drogas psicoactivas en cinco categorías:
EUPHORICA (opio y opiáceos artificiales como la heroína);
PHANTASTICA (enteógenos del tipo péyotl); INEBRIANTIA (alcohol y
otros anestésicos generales); HYPNOTICA
(sedantes artificiales y la droga vegetal kava o Piper methysticum
Forster fil.)49; y EXCITANTIA (estimulantes como las plantas de la
cafeína). Investigaciones científicas posteriores han corroborado las
clasificaciones de Lewin en casi todos los aspectos, y su precursor libro
es considerado, en general, como la primera reflexión comprensiva
tanto de psicofarmacología como de etnofarmacognosia.50
Es significativo que Lewin eligiese los PHANTASTICA o «agentes de
ilusiones sensoriales» como título de su libro en conjunto, y en la
primera edición sólo los EXCITANTIA ocupaban más espacio (aunque
con nueve subdivisiones químico/botánicas, frente a cuatro de los
PHANTASTICA péyotl, Cannabis, Amanita muscaria y diversas plantas
solanáceas; incluyendo estas últimas también «hierbas locas» y
Banisteria caapi o ayahuasca). la farmacia celestial, PHANTASTICA, era
claramente una cuestión entrañable para él, y Lewin publicó una
monografía importante sobre ayahuasca en 1929, el año de su muerte,
a los 79. 51 Sin embargo, no hay evidencia de que emprendiese
bioensayos psiconáuticos con PHANTASTICA, y aunque fuese mucho
menos moralizante que Baudelaire o Johnston parecía considerar la
ebriedad como intoxicación y sus ilusiones sensoriales como irreales,
incluso cuando sean «superiores a la realidad», y mostraba una
actitud condescendiente hacia «percepciones primitivas»,
mencionando que el péyotl «inducirá incluso en el cerebro de un indio
la idea de que es una encarnación de Dios» (la cursiva es mía), a
diferencia del «europeo culto, que es incluso capaz de analizar el
estado [ebrio]». Con todo, Lewin alegó:
Considerado subjetivamente, ¿no son las «visiones interiores» sucesos
reales considerados completamente auténticos por la persona que ex-
perimenta las visiones y percepciones internas? [...] En otras palabras,
¿pueden las alucinaciones y las visiones–que aquí se incluyen– tener
una causa material? ¡Sí, en mi opinión! [...] Los estados visionarios
generalmente también ocasionan... sustancias que surgen en el inter-
ior del cuerpo, provocando realidades subjetivas, con respecto a lo que
la persona en cuestión no tacha de falsedad o fraude. [págs. 79–82]
Al mismo tiempo, persiste la ecuación de Johnston entre visión
inducida por drogas y delirio enfermizo, alucinación:
Las siguientes observaciones demostrarán cómo los Phantastica, in-
cluso en tanto que agentes milagrosos combinados con creencias
religiosas y nociones supersticiosas, han sido apreciados y consumidos
por muchas gentes desde tiempos inmemoriales; y todavía lo son hoy.
[...] Se oyen vibraciones armoniosas que sobrepasan toda experiencia
humana, aparecen fantasmas como si fuesen reales, siempre codiciados
y nunca obtenidos, ofreciéndose a los hombres como otorgados por
alguna deidad. [cursivas mías; págs. 84–85]
Tal vez, la ambivalencia de Lewin, en este punto, no se debiese a un
fermento de catolicismo, sino de judaísrno–cuando sugirió la realidad
subjetiva de las «visiones interiores», utilizó al profeta Ezequiel como
ejemplo de persona con visiones «que no podemos llamar patológica».
Pero como el poeta visionario inglés William Blake 1757–1827 había
poetizado su propia visión, del mismo profeta Ezequiel:

Los profetas Isaías y Ezequiel cenaron conmigo. Y les


pregunté como osaban afirmar tan rotundamente que Dios les
había hablado; y que si no pensaban al tiempo que iban a ser
mal interpretados, siendo por consiguiente la causa de la
imposición.
Isaías contestó: no vi ni oí a ningún Dios, en una
percepción orgánica finita; pero mis sentidos descubrieron el
infinito en cada cosa...

Tampoco Blake puede llamarse patológico, y regresaremos a su visión


asombrosa, intuitiva y poética de circa 1 790.52 Al tiempo que Lewin
sistematizaba la joven c¡encía de la farmacia celestial, se sintetizaban
la Mezcalin o mescalina de Hefrer, probando su estructura, y ahora no
sólo era posible comprobar el éxtasis enteogénico con un compuesto
purificado, ¡sino con uno sintetizado en laboratorio!53
La marcha triunfal de las plantas a través de la psyche cedía
lentamente terreno a una marcha triunfal de la ciencia por el jardín
zarcilloso de temicxoch de Nezahualcóyotl,54 desde su fantasmagórico
«sueño floral» a nuestra fantástica fitoquímica; desde los viajeros que
cuentan historias de diabólicos tragos delirantes, hasta daltones y
datos etnofarmacognósticos. Transcurrieron siete décadas desde los
dos tendenciosos volúmenes de Johnston en 1855 –cuando Baudelaire
alcanzaba su apogeo artístico–hasta el psicóptico Phantastica de Lewin
en 1924, nacido de la mano de von Bibra, Cooke, Kraepelin y Harwich;
desde la lamentación judeocristiana de Johnston hasta una etnografía
de la ebriedad; desde las caricias enervantes de las hurte hasta el
heurismo hikurino de Heffter; desde el atontamiento a la mescalina;
desde los espectros especulativos a los alcaloides amritosos, joyas
sintéticas que cristalizan en un laboratorio alemán; bajando ese
sendero, tortuoso y serpenteado, ¡hacia la ciencía celestial de la
psicofarmacia!
Mientras nuestros pioneros farmacéuticos celestiales diferían en su
tolerancia con respecto a ebriedades exóticas, y pese a que su interés
se centraba en los aspecto hedonistas –el gusto humano por las
exquisiteces narcóticas, o drogas de placer– no pudieron evitar
advertir que los «pueblos primitivos» proyectaban divinidad o cierras
plantas especiales, una apoteosis botánica, una epifanía ebria.
Johnston comentó sobre los indios andinos:

El fruto de la planta [Brugmansia sanguinea (Ruiz et


Pavón) Don]. es la parte empleada, y con el los indios
preparan una bebida narcótica fuerte, a la que llaman
Tonga. Consurniendo esta bebida creen que entran en
comunicación con los espíritus de sus antepasados. [... ] En
tiempos pasados, los sacerdotes indios, cuando aparentaban
transportarse a la presencia de sus deidades, bebían el jugo
de este estramonio, a fin de provocarse un estado de
éxtasis. [Capítulo XXI, págs. 137–138]

Tánto von Bibra como Cooke repitieron esencialmente esta


observación clave de las plantas enteogénicas como oráculos o
embriagantes chamanicos, en contraposición a drogas de placer, así
como la siguiente extrapolación de Johnston acerca de los oráculos de
la antigua Grecia:

Según varios autores, éstas [semillas] también han sido


utilizadas por los sacerdotes del templo délfico en la antigua
Grecia, para producir esos desvaríos frenéticos que entonces
llamaban profecías. [...] Ya es bastante extraño hasta qué punto
los sacerdotes de casi todas las religiones falsas de la antigüedad
utilizaban modos y medios de imposición similares, con el
propósito de embaucar a sus crédulos paisanos. Pero es
verdaderamente notable que en las montañas de Grecia... la
misma planta silvestre podría haber sido empleada por los
sacerdotes de Apolo para engañar a los reflexivos griegos, y al
mismo tiempo era utilizada diariamente por los sacerdotes del sol
para engañar a los indios toscos y crédulos, en las muy distantes
montañas de los Andes. [Capítulo X X I , págs. 138–139]

Lejos de ser tan desdeñosos como Johnston, tanto von Bibra como
Cooke adoptaron una actitud condescendiente hacia esta ebriedad
profética; el primero, destacando aquella idea peculiar de los indios,
de que pueden tener comunicación con los espíritus de sus ancestros»
[Pág.141; 78 de la traducción]; el segundo, despreciando como eso
jugase «una parte prominente en las supersticiones de los nativos»
[pág. 326]. En realidad, lo que Johnston, von Bibra y Cooke tenían en
común con su prole científica– Lewin, Heffter, Kraepelin y otros– era
una tendencia a igualar visión con alucinación, profecía con patología:
«delirios, meras burlas, que engañan a nuestros sentirlos enfěrmos o
afectaďos por droga», como Johnston expresó contundentemente
[pág. 159; el subrayado es mío]. En general, todos coincidían en
despreciar cualquier uso religioso de embriagantes como superstición;
y cualquier religión no judeocristiana como un derivado espúreo de
ilusiones delirantes de «indios toscos y crédulos». Los paraísos
artificiales de Baudelaire reinaban supremos, y de la química de la vida
común habíamos pasado... ¡a la psicopatología de la profecía!
Este punto de vista fue llevado a sus extremos ilógicos con Poisons
sacrés, invresses
divines (Venenos sagrados, ebriedades divinas10), libro de Philippe de
Pélice publicado en 1936– De Félice habría hecho mejor omitiendo la
oximorónica primera parte del título; Ebriedades divinas habría sido
suficiente; pero su subtítulo lo decía todo: ¡Ensayo sobre algunas
formas inferiores de misticismo! Citando repetidamente la traducción
francesa de Phantastica (que como vimos en la Nota 2–incluso se había
apropiado del titulo de Baudelaire, «Les paradis artiftciels»), de Félice
compiló una reseña enciclopédica sobre ebriedad religiosa, con una
bibliografía de 138 fuentes. Además de opio, hashish, coca y péyotl,
reseñó tabaco, qat, ayahuasca, Brugmansia, kawa [vide supra] y
bebidas alcohólicas. Su libro terminaba con especulaciones sobre el
soma, antiguo enteógeno ario del RgVeda,55 la ebriedad dionisíaca y las
bacanales,56 y los embriagantes celtas y germanos. Sin embargo, ese
extraño libro está repleto de «toxicomanías» y «venenos místicos»,
imbuido por el concepto de paraisos artificiales, «sucedáneos» de la
«auténtica espiritualidad cristiana», describiendo la psicopatología de la
profecía con minuciosa condescendencia.
Dos años después de la filípica de de Félice sobre la toxicomanía del
teísmo, un joven químico farmacéutico alumbró en Suiza el coup de
gráce de la moderna ciencia de la farmacia celestial, al sintetizar un
amritoso alcaloide artificial, i5000 veces más potente que la mescalina
de Heffter como droga engendradora de visiones! En la infructuosa
búsqueda de un analéptico o estimulante circulatorio modelado a partir
de la Coramina, dietilamida del ácido nicotínico, Albert Hofmann
sintetizó el 16 de Noviembre de 1938 la dietilamida de ácido lisérgico
en los laboratorios farmacéutico Sandoz, de Basilea. Aunque se
desechó inmediatamente, al ser considerado inservible por los
farmacólogos de la firma, a Hofmann le «gustó la estructura química»
del nuevo compuesto, y tuvo el «curioso presentimiento» de que poseía
un interés farmacológico pasado por alto en la investigación preliminar.
Este pálpito, que es recordado como una de las grandes intuiciones en
la historia de la investigación científica, indujo a Hofmann a violar la
política de la compañía y preparar una segunda hornada del
compuesto, que el había designado con la clave LSD–25 (Lyserg säute
Diätylamid–25). El viernes 16 de abril de 1943, al finalizar la síntesis,
fue «sobrecogido por un estado de conciencia muy extraño», que
después de fin de semana desasosegado le indujo a ingerir un cuarto
de miligramo (mg.) de la nueva sustancia el siguiente lunes 19 de abril,
dosis que resultó ser varias veces superior a la activa visionaria, poco
más o menos, equivalente a un gramo (g.) y cuarto de la mescalina y
se desencadenaba así el primer «viaje» enteogénico del planeta con un
compuesto artificial, descubierto por investigación hasta cierto punto
rutinaria de una compañia farmacéutica, separada tan solo por el río
Rin de la Alemania nazi. Ahora, pues, farmacia celestial ya no se
cocinaba con gas simplemente; sin duda, ¡iba a todo gas!
El resto, como dice el refrán, es historia, y remito al lector a mi
Pharmacotheon33 para el relato de cómo huyó la farmacia celestial del
laboratorio.58 Hofmann ha destacado la extraña circunstancia de que los
efectos de la LSD fueran descubiertos cuatro meses y medio después
de verificarse la primera reacción nuclear en cadena controlada, el 2 de
diciembre de 1942, en la «pila atómica» montada por Enrico Fermi en
una pista de squash de la University of Chicago; y mientras Hofmann y
sus colegas de Sandoz exploraban las consecuencias de su
descubrimiento serendípico (es decir, que él descubrió el LSD mientras
buscase otra cosa), Fermi y otros físicos en los estados de New México,
Tennessee y Washington–transformaban ese reactor nuclear crudo en
explosivos nucleares igualmente crudos. A unos dos años y cuarto de la
detonación psíquica en el cerebro de Albert Hofmann de un enteogeno
nuevo, 5000 veces más potente que cualquier conocido hasta entonces
partiendo del mundo natural, tres dispositivos nucleares explosivos
fueron detonados sobre Álamo gordo, New México; Hiroshima y
Nagasaki, Japón, utilizando materiales fisionables que también eran
unas 5000 veces más potentes que cualquier explosivo químico cono-
cido hasta entonces. ¡Esa farmacia infernal de los humanicidas
avanzaba, así, al mismo paso aterrador... que la farmacia celestial de
los enteógenos!
Doce años después de este primer bioensayo psiconáutico con LSD–25,
las diversas hebras hiladas por Johnston, ven Bibra y Cooke, Lewin,
Heffter y Hofmann, fueron tejidas en un tapiz asombroso dentro del
cerebro extático de un banquero de New York que estaba «de
vacaciones» en México, y descubrió en la farmacia celestial nada menos
que una «teoría de campo unificado» sobre la cultura humana. La
noche del 29 al 30 de junio de 1955, en la aldea de Huautla de
Jiménez, Oaxaca, R. Gordon Wasson [1898–1986] fue introducido a la
ebriedad divina por una chamana india mazateca, María Sabina [1894–
1986].59 Wasson, que había venido a México «rastreando un misterio
antiguo y sagrado», como un peregrino «buscando el Grial», se
encontró cara a cara con ese Misterio disfrazado de lo que su mentor
mazateca llamaba el hongo «derrumbe», Psilocybe caerulescens Murrill,
representativo de sus «queridos niñitos que brotara», a partir del cual
Hofmann, descubridor de la LSD, aislará un nuevo alcaloide amritoso, la
psilocibina,30 dos años después.60 María, lejos de ser a los ojos de
Wasson una «india tosca y crédula», era más bien:
La chamana, foco para los infortunios y anhelos de la
humanidad previa, anterior desde la Edad de Piedra hasta
Siberia. Era la Religión Encarnada. Era el hierofante, el
taumaturgo, el psicopompos, en quien los problemas y
aspiraciones de incontables generaciones de la familia de
humanidad han encontrado, todavía encontraban, su
consuelo.

Wasson vio claramente el oráculo fúngico de María Sabina como una


encarnación de la religión arcaica, como si revelase el secreto del
soma de los arios, del antiguo kykeon, poción de los Misterios
eleusinos55,60 sintió que bebía de «la auténtica fuente de la idea
religiosa». Como manifestó dos años después, el 13 de mayo de
1957, en las páginas de la revista Life, una de las publicaciones de
mayor tirada del mundo:

Estaba viendo los arquetipos, las ideas platónicas... El


pensamiento cruzó mi mente: podrían los hongos divinos ser
el secreto que está detrás de los antiguos Misterios? [...]
Esto era el hongo hablando a través de ella, palabras de
Dios... Esto era el Oráculo. [...] En el pasado evolutivo del
hombre... hubo de haber un momento donde descubrió el
secreto de los hongos alucinógenos. A mi entender, su efecto
sobre él sólo pudo haber sido profundo, un detonador para
nuevas ideas. [...] Cuando tenemos presente la sensación
beatífica de temor reverencial y éxtasis y caritas engendrada
por los hongos divinos, uno se envalentona hasta el punto de
preguntarse si no habrán implantado en el hombre primitivo
la idea misma de un dios.61

Ahora, esto estaba a gran distancia de la psicopatología de la


profecía; los «desvaríos frenéticos que entonces llamaban profecías»
de la «falsa religión» de Johnston, o los «venenos sagrados»
oximorónicos, sucedáneos baratos, esas «formas inferiores dd
misticismo» de de Félice. En Mushrooms Russia and History, de
Gordon y Valentina Pavlovna Wasson 1901–1958, obra maestra de
edición limitada (512 copias) que fue; publicada simultáneamente al
artículo de Lifě, Cordon Wasson no dejó sombra de duda sobre su
visión reveladora, blakeana del éxtasis fúngico:

Para el mundo nuestras visiones fueron y deben seguir


siendo «alucinaciones». Pero para nosotros no fueron
sugestiones falsas o inconsistentes de las cosas reales,
figuraciones de una imaginación trastornada. Sabíamos
que lo que veíamos era la única realidad, cuyas réplicas
cotidianas son simples presagios imperfectos. [...]
Cualquiera que sea su procedencia, la realidad
contundente y pasmosa es que nuestras visiones se
percibían con más claridad, eran superiores en todos sus
atributos, tenían más autoridad para nosotros que las
experimentábamos, que cuanto pasa por realidad
mundana.62

Entre el encuentro fúngico de Wasson con María Sabina en junio de


1955, y junio
1855 cuando von Bibra publica Die Narcund der Menschmittel 
o tischen Genu en Nuremberg, pisándole los talones a The
Chemistry of Common Life de Johnston, hay exactamente un siglo.
Desde las «supersticiones» y la «falsa religión» hemos cumplido un
ciclo completo; desde la química de la vida común y la toxicomanía
del teísmo a la química común de la cultura y la religión; desde los
delirios engañosos y vanos inducidos por drogas, a los alcaloides
anaritosos y celestiales que brotan, ofrecidos por el Arbol de la Vida;
Othrörir manando del «pozo del agua de la vida, en sus raices... el
Pozo de Mimir brotando milagrosamente. Pese a ser, en principio,
«renuente a auspiciar abiertamente el concepto de un hongo divino
entre nuestros propios arcestros», Wasson, como hiciese Charles
Darwin [1809–1882] antes que él, perdió progresivametlte esa
reticencia a desafiar la fe oficial, y se retiró de su banco y de una
década practicando enteobotánica mesoamericana, para seguir el
rastro del hongo divino de la inmortalidad–«Amrita» muscaria –en el
Viejo Mundo o Paleogea.63
Después de pasar algunos años en Oriente, en una búsqueda ulterior
de este Grial, Wasson publicó Soma: Dívine Mushroom of
Immortality. Además de demostrar incontrovertiblemente que el
soma del antiguo sacramento ario era un enteógeno,
y casi con seguridad un hongo enteogénico, expuso un argumento
sólido, que todavía está por refutar o debatir –con seriedad, para el
soma como Amanita muscaria.29,55,64 5s.sa Como fue el caso con
Mushrooms Russia and History, la teoría de Wasson sobre los
orígenes enteogenicos de la religión y la cultura era el tema
subyacente del libro, del cual aproximadamente dos tercios se
dedicaban a la enteobotánica del hongo divino euroasiático. Wasson
utilizaba argumentos lingüísticos para establecer la extrema
antigüedad del consumo chamánico del «hongo matamoscas» en
Siberia, y reunió como exhibiciones alrededor de 30 relatos históricos
sobre consumo siberiano lúdico y chamánico. En el último capítulo,
EUROPA Y EL HONGO MATAMOSCAS, y en el Epílogo ÁRBOL DE LA
VIDA Y LA HIERBA MARAVILLOSA, resumió su teoría del campo
unificado enteogénico de la religión humana, de la «protohistoria de
nuestra propia cultura indoeuropea». El estudio de las palabras como
fósiles lingüísticos o artefactos orales, detallado en Mushrooms
Russia and History y que condujo los Wasson al redescubrimiento de
los hongos divinos en México, descubrió vestigios del hongo divino en
Eurasia, como en húngaro bolond gomba o en alemán
Narrenschwamm, «hongo de arlequin», el eslovaco salené huby o el
francés antiguo mijoulo folho, «hongo loco». Expresiones arcaicas
asociaban a los hongos con comportamiento extraño, como la
austríaca er hat verrückte Schwammerl gegessen – «ha comido
hongos locos» –o la catalana estar tocat del bolet– «tocado por la
Amanita». La palabra inglesa toadstool (silla de sapo) y alemana
Fliegenpilz Amanita muscaria– vinculan el hongo ineluctablemente al
sapo y la mosca, espíritus ctónicos similares, esta última asociada
especialmente con locura y ebriedad en innumerables expresiones
europeas, que incluyen moscas o insectos en el cerebro o la cabeza.64
En el CAPíTULO UNO vimos que la ebriedad es un fenómeno ordinario
en el reino animal, y que los embriagantes sagrados –como los hongos
siberianos –también son ingeridos por animales no humanos, a
quienes a menudo se atribuye su descubrimiento.29 Como Wasson
conjeturó en 1959:62

El reino animal no conoce a Dios; no tiene concepción de la


idea religiosa. [...] Debió haber un momento donde el hombre,
emergiendo de su pasado bestial, comprendió por primera vez
estas posibilidades, vaga, dubitativamente; donde por primera
vez conociese el temor reverencial que acompaña a la idea de
Dios. [...] Yo les sugiero que mientras nuestros más prim¡tivos
ancestros buscaban afanosamente su alimento, se encontraron
con nuestros hongos psicotrópicos, o quizá con otras plantas de
las mismas propiedades, y se las comieron, conociendo así el
milagro del temor reverencial en presencia de Dios. [Pág– 333]

Los paraísos naturales de la farmacia celestial, y sus más antiguas


manifestaciones humanas en el chamanismo, catalizaron de ese modo
el desarrollo de la cultura, sugiriendo la idea misma de otro mundo
espiritual y sus habitantes, sean plantas/espíritu, almas humanas
ancestrales o divinidades creadoras. Los antropólogos usanos Weston
La Barre y Peter T. Furst ambos expertos en etnografía enteogénica
abrazaron entusiásticamente la visión de Wasson. Furst describió el
chamanism extático como Ur Religion en Hallucinogens and Culture,
una exploración pangéica sobre farmacia celestial de la cultura
humana; La Barre, más tarde, destacó en «Shamanic origins of
religion and medicine»:

El chamanismo no es sólo la más antigua de las


religiones historicamente, sino, con arreglo a la sobria
facticidad psicológica, la fuente de todas las religiones
sobrenaturales, incluso de las más modernas, ya que la
revelación es la fuente de todas las religiones. [...] El
chamanismo visionario es la fuente de todas las
revelaciones religiosas. Pero un número sorprendente de
revelaciones se derivan del consumo chamánico de
alucinógenos... Peter Furst y yo creemos que la sociedad
chamán/droga puede ser firmemente retrotraido a los
horizontes culturales del Mesolítico.

Wasson vio el chamanismo siberiano –no el monoteísmo del Oriente


Próximo como cuna de la civilización, y La Barre y Furst investigaron el
modo en que su complejo enteogénico–chamánico se diseminó por el
Nuevo Mundo o Neogea fundamentalmente intacto, para redescubrirse
en Oaxaca, en 1955.66 Ahora sabemos lo que Wasson tan sólo
sospechaba: que el consumo chamánico siberiano de Amanita mus-
caria sobrevive hasta el día de hoy.67 Su hierba maravillosa, fruto del
Árbol de la Vida, el hongo divino de la inmortalidad68 fue llevado por
los arios al subcontinente índico como soma, dando origen al
hinduismo; y al levante como haoma, de donde brotan la fe zoroástrica
y la maniquea.69 El monoteísmo del Oriente Próximo judeo/cristiano e
islámico– se convirtió más bien en el ataúd donde las religiones
naturales basadas en el éxtasis, en experiencias religiosas personales
canalizadas por la ingestión sacramental de embriagantes sagrados,
habrían de ser enterradas, sepultadas bajo un grandioso edificio de
religión artificial, basado en nada más sustancial que la fe; fe en la
transubstanciación de un sacramento placebo como lo auténtico:
farmacia celestial que cedía a prestidigitación clerical; ¡éxtasis
enteogénico... a un nostrum nebuloso y numinoso!
Como podemos documentar historicamente, lo que Wasson llegó a
llamar Edad de los Enteógenos sucumbió ante lo que denominé
Inquisición Farmacrática;70 los arcaicos y auténticos sacramentos –los
enteógenos– fueron reprimidos brutalmente; sus paraísos naturales de
farmacia celestial, esa innegable religión natural, fueron reemplazados
por religiones artificiales que confían en fórmulas mágicas y transub-
stanciaciones, con todos sus adornos de oración y meditación, ayuno y
flagelación, fe y temor. Comparando las religiones artificiales cristianas
con las naturales ligadas a hongos, Wasson observó en 1959:
La ceremonia a que asistimos en el sur de México era un
verdadero ágape, una fiesta de amor fraterno, una Santa
Cena, en la cual todos sentimos la presencia de Dios, en la
cual el Elemento llevaba su propia convicción en los milagros
que cumplía en nuestro interior. Los creyentes no estaban
obligados a aceptar el dogma de la Transubstanciación para
saber que habían participado en el cuerpo de Cristo. [...]
¿No pudo haber sido el hongo sagrado, o algún otro
alucinógeno natural, el elemento original de todas las Santas
Cenas del mundo, que fue gradualmente reemplazado por
Elementos inocuos para suavizar el sobrecogedor
sacramento original? [págs. 333–334]

Lo único que subsiste de religión natural en la cristiandad son


símbolos, el Árbol de la Vida chamánico y el Árbol de la Ciencia del
Bien y del Mal, con sus frutos mágicos. Jehová prohibe a Adán y Eva
la fruta del segundo, «diciéndoles moriréis con certeza si la coméis»
[GÉNESIS 2:17].

Como en Siberia, la serpiente guardiana del Árbol, dice a Eva que


Jehová ha mentido, que en lugar de muerte la fruta conferirá con-
ocimiento divino [GÉNESIS 3:4–5].
La serpiente dijo la verdad, Jehová no, pues al corner la fruta Adán y
Eva no murieron, sino que alcanzaron conciencia de sí. Jehová,
admitió este hecho, diciendo que «discernir el bien y el mal convierte
al hombre en uno de nosotros», y expulsó a sus hijos de su jardín del
Edén, para que no pudiesen también comer del Árbol de la Vida, «y
vivir para siempre» [GÉNESIS 3:22]. No hace falta una especial
perspicacia para reconocer en este relato al primer hongo entogénico
eurasiático, que doraba de conocimiento divino a los chamanes, y
más tarde adquirió la reputación de conferir la inmortalidad, incluso
de resucitar a los muertos. ¡Cuán cur¡oso resulta que la inmemorial
búsqueda del conocimiento divino sean declarada exorbitante por una
deidad que mintió celosamente a fin de monopolizar la conciencia
espiritual! Así, las escrituras judeocristianas empiezan con un
repudio, de la fuente misma de su inspiración. Como dijo Friedrich
Nietzsche [1844–1900] en Der Antichrist (1888): La moralidad consiste
en esto solo. «No conocerás»–«el resto; se sigue». En Persephone´s
Quest,71 su libro póstumo, Wasson perdió su renuencia al situar el
hongo divino en nuestro propio pasado espiritual, delineando
claramente sus desvanecidas huellas en la Biblia, tras concluir su
Soma como sigue:
Y Ponce de León, a principios del siglo XVI, todavía
buscaba en Florida el pozo de agua viva que podía haber
descubierto en la taiga siberiana, el pozo donde Gilgarnesh
finalmente encontró su Hierba de la Inmortalidad m¡les de
años antes, sólo para volver a perderla en beneficio de la
Serpiente, que era más sutil que cualquier otra bestia del
campo, la misma Serpiente que cautivó a Eva con su
agradable conversación, cuya morada está en las raices del
imponente abedul siberiano. [pags. 221–222]

Hemos visto que el chamanismo constituye una especie de Ur–


Religión pangéica cuya esencia son las revelaciones visionarias–
catolizadas original y naturalmente por comunión pangéica con
plantas visionarias que esta herencia cultural espiritu de la Edad de
los Enteógenos (todavía vigente en Amazonia y otros lugares) cedíó
paso en tiempos históricos a las diversas religiones que hoy
conocemos, las cual suelen conservar vestigios simbólicos de sus
orígenes chamánicos. Comunion puramente formularias, con
sacramentos placebo o simbólicos, reemplazaron al éxtasis chamánico,
a las experiencias religiosas personales de lo divino, que
experiencialmente habían transforrnado a los mystai o iniciados de las
antiguas religiones griegas nustéricas en epoptai, aquellos que habían
visto lo sagrado. El éxtasis, fuente de toda fe, fue suprimido y
reprimido; fe ciega es todo lo que quedó; fe en que palabras latinas
masculladas frente a pan y vino podrían transubstanciarlos en
sacramentos viv¡entes; fe ciega en Otro mundo invisible y sus
moradores. Esto es religión artíficial, y su utópico jardín del Edén, no
es sino un paraíso artificial.
Si bien hay poca o ninguna controversia entre especialistas sobre el
estatus del chamanismo como Ur–Religion primordial, la importancia
de los enteógenos para el chamanismo ha sido minimizada por
puritanos farmacológicos. Este prejuicio antiebriedad data de 1951,
cuando el pionero experto en chamanismo Mircea Eliade [1908–1986]
publicó Le chamanisme et les techniques archaïques de l'extase.
Aunque el libro sea muy respetado como un excelente análisis del
chamanismo asiático, dicho prejuicio moralista ciega a Eliade y le
hace perder los papeles en lo concerniente a la antigüedad y
significado de los enteógenos para el chamanismo, comete así el
grave anacronismo de agrupar a la Arnanita muscaria primordial con
alcohol destilado y tabaco –ambos introducidos en Siberia en el siglo
XVII –como si fuese una «innovación reciente» que constituye
«decadencia en técnica chamánica», concluyendo:
«los narcóticos son solamente un sustituto vulgar del
trance «puro»».

En su Soma, de 1968, Wasson dedicó 8 páginas a este concepto de


Eliade, poniendo en claro que era un error colosal, que viciaba el
valor de ese estudio enciclopédico, y al final de su vida Eliade
comenzó a admitir de mala gana la importancia espiritual de los
embriagantes.72 Por errado y engañoso que fuese el concepto de
Eliade, resultaba correcto a ojos farmacopuritanos tediosos, que
continuaron adoptando posiciones indefendibles análogas. Aunque
pueda sin duda sobrevivir el chamanismo, como los pobres
simulacros de religión que reinan actualmente, alejado del consumo
de embriagantes, no hay duda tampoco de que esa falta de consumo
de entegqénos es la «inmovación reciente», que potencialmente
constituye una «decadencia en técnica chamánica», y finalmente se
admite que el más antiguo arte rupestre conocido de hecho, llamado
«arte primitivo» en general –es de inspiración chamánica y vi-
s¡onaria, en muchos casos vinculado ineluctablemente a la ebriedad
enteogénica.73
Por la misma razón, algunos «pensadores espirituales»
contemporáneos –que quizá merecen el sobriquet de Baudelaire, de
«Fanfarrones de sobriedad» (o tal vez «fanfarrones de
espiritualidad»)– parecen histéricamente propensos a den¡grar la
ebriedad sagrada como experiencia religiosa «ilegítima» (uno de ellos
hasta declaró «Nunca jamás he tomado ninguna droga», lo cual
demuestra o falta de honradez o un equívoco ingenuamente selectivo
en cuanto a droga). En muchos casos inmaculados (y desinformados)
por emociones ilegítimas semejantes (nunca, jamás), estos modelos
de ortodoxia espiritual se equivocan al clasificar tediosamente a los
enteógenos como drogas, en sentido político y lúdico, en contraste de
lo que son, sacramentos; luego, apilando insulto sobre injuria (o
imprecisión sobre ignorancia), ¡los descartan bajo la rúbrica de
psiquedélicos, término pseudocientífico y erróneo, en el mejor de los
casos aplicable a usos contemporáneos, no tradicionales, seculares y
especialmente médicos de LSD y productos artificiales o naturales
extraídos de la ciencia indiscutiblemente moderna de la farmacia
celestial!74 ¡Esto equivale a descartar la Biblia debido a las bufonadas
asesinatos de Charles Manson! ¡Que los santos nos protejan de una
«espiritualidad» parejamente atolondrada, ignorante y prejuiciada!.
Aclaremos una cosa, y en seguida: es indudable que los paraísos
naturales de los enteógenos promueven experiencias religiosas
auténticas, y constituyen una especie de religión natural (pace Blake,
quien dijo dos veces que no existía tal cosa, pero él no tenía el
beneficio de conocer la farmacia celestial; no sabía que su
«temperamento Poético o Profético» estaba en realidad inspirado por
alguna religión natural). La religión y otros aspectos de la cultura
humana tienen sin duda su origen en este pozo de aguaviva al pie del
Árbol de la Vida, de dónde nuestras primeras madres bebieron
directamente su cultura y espiritualidad... ¡directamente del Pozo de
Mimir! ¿Negarán luego quienes proponen sobriedad espiritual el papel
primordial de los enteógenos en la religión? Incluso Eliade dio
indirectamente la razón a Wasson, comentando la Inquisición
Farmacrática hindú, que condujo al abandono del soma hace 3000
años:

Muy probablemente tales experiencias estaban


reservadas a los sacerdotes... [...] La revelación de una
existencia plena y beatífica, en comunión con los dioses,
continuó obsesionando a la espiritualidad hindú mucho
después de desaparecer de la bebida original. Se hizo por
eso un intento de alcanzar semejante existencia con la
ayuda de otros medios: ascetismo o excesos orgiásticos
[sic], meditación, las técnicas del Yoga, devoción mística...

Hemos visto los rastros supervivientes de la hierba maravillosa que


produce el Árbol de la Vida en nuestra propia Biblia, que comienza con
la consagración de la Inquisición Farmacrática y su fruto amargo de
duplicidad divina. Hay, también vestigios claros de la antigua senda
enteogénica hacia la iluminación en el budismo,75 por no mencionar las
religiones Mistéricas de nuestros cultos antepasados griegos. Estos
fanfarrones de sobriedad espiritual ¿seguirán arrastrando
ascéticamente su decrépita carreta delante del caballo, poniendo «la
carroza de Medea delante de su tiro de serpientes», como lo expresó
Mary Barnard, y anteponiendo «el deseo de una vida tras la muerte y
la creencia en un néctar imaginario de inmortalidad a la experiencia
con plantas y bebidas reales, consumidas en comunión ceremonial con
los dioses o los ancestros»?76 No, las «patentes de antiguo linaje y
nobleza» espiritual corresponden a los sacramentos enteogénicos, ¡es
allí donde se encuentra la religión primigenia, genuina, religión
natural!77
Pero ¿qué hay de quienes conceden la autenticidad espiritual de los
sacramentos enteogénicos, pero sostienen que sus éxtasis
embriagadores son meras «formas inferiores de misticismo», limitarías
y depauperadas como supuso de Félice? Eliade continuó la referencia
antes citada alegando:

En suma, la búsqueda de libertad absoluta produjo toda una


serie de métodos y philosophournena, que en último análisis
abrieron nuevas perspectivas y vistas, insospechadas en el
período védico.

Desde luego, estoy dispuesto a admitir esta posibilidad, pero


necesitaremos algo distinto a la convicción puritana de que sufrir y
esforzarse es intrínsecamente virtuoso; algo más que un prejuiciado
odio a las «drogas», para aceptarlo como cierto o siquiera probable.
Como escribió William Blake en una carta fechada el 7 de octubre de
1803:

Algunos dicen que la Felicidad no es Buena para los


Mortales, & se les deberá responder que la Tristeza no
casa con los Inmortales & es rabiosamente inútil para
cualquiera; una plaga nunca es buena para un árbol, & si
una plaga no mata un árbol y todavía produce fruto, que
nadie diga que el fruto se debió a la plaga. [carta a su
benefactor, el popular poeta inglés William Hayley]78

Las cosas no están en su lugar. Incumbe más bien a quienes proponen


caminos derivados, artificiales, hacia experiencias religiosas–productos
de artificio humano, inspirados por lo que Baudelaire apropiadamente
llamó nuestro «gusto por el infinito, un gusto adquirido bebiendo del
Pozo de Mimir, que fue sepultado bajo un moribundo mausoleo de
religión– ¡demostrar que sus artificiales tecnologías espirituales
pueden conducir a auténticas experiencias religiosas! Sí, quizá resulte
que en el aspecto espiritual, como en algunos de la tecnología
material, la humanidad se ha anticipado a Nuestra Señora Gea
(aunque sospecho que esa «alta tecnología» orientada espiritualmente,
debería buscarse mejor en el laboratorio de Albert Hofmann que en el
ashram de Ramakrishna; en la ingeniería psicofarmacológica de
alcaloides amritosos, mejor que vertiendo calumnias sobre la
ambrosía). Tal vea las
tecnologías espirituales fomentadas por la Inquisición Farmacrática,
forzosamente constituyan progresos para lo auténtico, en esa genuina
«Religión de Antaño»
que son los sacramentos enteogénicos. Ahora que la Reforma
Enteogénica está metiendo la directa, por así decirlo, y está aquí para
quedarse, logrando atrasar el reloj un par de milenios, el experimento
indispensable para responder a esta pregunta está en marcha. El
tiempo lo dirá... pero el dinero inteligente ya está apostando por la
Reforma Enteogénica.79
Idiosincrasia y Pharmacophilia

Sin embargo, los cerebros potentes no


se fortalecen con la leche, sino con
alcaloides. Un órgano de tamaño tan
pequeño y gran vulnerabilidad, que no
sólo se acercó a pirámides y rayos gama,
leones e icebergs, sino que los creó e in-
ventó, no puede regarse como un
nomeolvides, descubrirá sus propios
víveres. […]
El cerebro es el órgano mutante par
excellence, Su naturaleza siempre fue
forma, no contenido; sus medios la
expansión, sus necesidades los estímulos.
Gottfried Benn Provoziertes Leben
[1941]

La fisiología, la medicina y la farmacología en el mundo clásico –


especialmente durante el apogeo del Imperio Romano, pero en realidad
durante toda la Edad Media, hasta surgir una ciencia de la medicina–
fueron inspiradas por el concepto de humores corporales, o humores
cardirnales, básicamente cuatro, cada uno correspondiente a su
elemento o sustancia física fundamental, subyaciendo a toda materia.
Aunque generalmente se atribuye a Hipócrates de Cos, como el famoso
juramento Hipocrático, la filosofía y la vida de este gran pionero, que
vivió en el siglo V a.c., nos es conocida indirectamente, a través de los
escritos de su progenie intelectual, y especialmente de Galeno de
Pérgamo, que clasificó los humores cardinales, y sus correspondientes
elementos, como: SANGRE (AIRE); FLEMA (AGUA); CÓLERA (FUEGO);
y MELANCOLíA (TIERRA); los dos últimos se mencionan algunas veces
como BILIS AMARILLA y BILIS NEGRA. Según este sistema, que
dominaría la medicina occidental durante dos milenios, la salud estaba
vinculada al mantenimiento del equilibrio entre estos principios
elementales contrastantes; la enfermedad consistía en ciertos
desequilíbrios patológicos, y las plantas curativas eran clasificadas
según la proporción de uno u otro de estos elementos/humores, que
debían reforzar o suplementar en el paciente. Los humores y
elementos eran dicotomizados como CALIENTES–FRÍO y HÚMEDO–
SECO, de la siguiente forma: SANGRE/AIRE era CALIENTE y HÚMEDO;
FLEMA/AGUA, FRíO y HÚMEDO; CÓLERA/FUEGO, CALIENTE y SECO;
MELANCOLÍA/TIERRA, FRÍO y SECO. Ese sistema es conocido en
general como galenismo o galénico, aunque se basase en los llamados
cuatro Humores Hipocráticos.80
En este esquema es de particular interés su subdivisión de los seres
humanos en cuatro subtipos físicos básicos, de nuevo con arreglo al
supuesto predominio constitucional de uno u otro humor cardinal. Estos
cuatro tipos, y sus concomitantes humores, son: SANGUÍNEO
(SANGRE), FLEMÁTICO (FLEMA), COLÉRICO (CÓLERA)
MELANCÓLICO (MELANCOLÍA).
La persona sanguínea, de complexión robusta, era considerada
valiente, confiada, cariñosa; la flemática, de complexión acuosa, in-
dolente, apática, tranquila; la colérica, de aspecto bilioso, se
consideraba irascible„ apasionada, veleidosa; y la melancólica de
semblante oscuro, hosca, sombría y depresiva. La palabra complexión,
que para nosotros tiene solamente un significado:
físicamente descriptivo y superficial, se refiere de hecho al
temperamento, a la combinación o «complexión» de los cuatro
humores dentro de un cuerpo dado, produciendo un cierto tipo
corporal característico y su correspondiente personalidad. Todavía
conservamos este sentido original cuando decimos que alguien es
«bienhumorado»o «malhumorado», es decir, de temperamento
agradable o iracundo; y las personas todavía pueden usualmente
caracterizarse como melancólicas, o mucho menos usalmente como
sanguíneas; pero describir hoy a una persona como flemática o colérica
es arriesgarse a la incomprensión.81
Este sistema galénico de humores cardinales, complementado por la
famosa Materia Medica de Pedanius Dioscórides [circa siglo I d.c.] que
enumera unos 700 plantas, reinó indiscutidamente en toda Europa y el
mundo árabe, donde fue defendido por Avicena o Abu'Ali al–Husayn
ibn–Sina [980–1037], hasta que Paracelsus3 inmoló públicamente los
venerados tratados médicos de Galeno y Avicena en Basilea, en 1527.
Aunque condenado al destierro por las autoridades médicas ortodoxas
de Basilea, debido a este incendio iconoclasta, Paracelsus eficazmente
publicitó su credo, seguir el cual la medicina debe basarse en la
experimentación científica, no en antiguos dogmas inverificados,
transmitidos como sagradas escrituras y como sacrosantos de la
primera letra a la ultima. Era el período de la Reforma, y Paracelsus
representaba en todos los aspectos el heraldo del Renacimiento que
amanecia. Dos años después de su muerte en 1541, a los 48 años,
llegó el punto sin retorno para la Revolución cientifica que había
presagiado: en 1543 aparece la primera traducción de los tratados
físicos y matemáticos de Arquímedes [circa a.c. 287–211], el tratado
anatómico de Andrews Vesalius [1514–1564], De Humani Corporis
Fabrica, y el «revolucionario» De Revolutionibus Orbium Celestium de
Nicolaus Copernicus [1473–1543]. Aunque fuese vilipendiado por
algunos como el prototípico médico charlatan y embaucador,
Paracelsus es justamente venerado como padre de la medicina
científica; un hereje heroico que osó desafiar la corriente dogmática
vinculada a una hagiarquía de la curación.82
No obstante, Paracelsus introdujo su propio dogma en las artes
curativas, promoviendo la «Doctrina de las Signaturas», en cuya virtud
«los aspectos y cualidades externas de las cosas» –de las plantas
curativas–traicionaban «sus virtudes internas que Dios puso en ellas
para uso del hombre». Esta teleología terapéutica basada en la
suposición de que la humanidad era el coronamiento de la creación, y
el resto existía para su beneficio, fue elaborada ulteriormente por
Giovanni Battista Della Porla [1538–1615], llevada de lo ridículo a lo
sublíme en combinaciones con la astrología, y continúa pisando los
talones de la fitomedicina de nuestro propio tiempo. Así, la anatomía
superficial de las plantas, opuesta a sus hipotéticas dotaciones de
humores cardinales, fue de crucial importancia. Al igual que la teoría
de los Humores Hipocráticos, la Doctrina de las Signaturas giró en
torno a una fijación superficial en anatomía grosera, ya sea del
paciente o de la supuesta panacea, y ha habido repetidas iteraciones
de eso en la larga historia de la curación, que todavía sigue siendo
tanto arte como ciencia. La llamada –más bien
pomposamente–«ciencia mental» de la frenología, inventada a
comienzos del siglo XIX, se basaba en minuciosos exámenes y
mediciones del cráneo humano, y en el siglo XX la clásica somatulogía
o anatomía de Vesalius dio lugar a «somatotipificar», clasificando
cuerpos humanos (y temperamentos) mediante un sistema con tres
«somatotipos» primarios, con arreglo a un supuesto predominio de
tipos de tejido fetal: el somatotipo «ectomórfico», el «endomórfico» y
el «mesomórfico».
Nuestro universo moderno es considerablemente más complejo que el
de los filósofos clásicos, construido simplemente por cuatro elementos.
Actualmente reconocemos 90 elementos naturales en el universo: el
AIRE de los filósofos está compuesto por varios (principalmente
nitrógeno y oxígeno); el AGUA por dos (oxígeno e hidrógeno); la
TIERRA por el grueso de los elementos; en tanto que para nosotros el
FUEGO no es un elemento o substancia per se, sino la energía
radiante de la oxidación de gases. Cuerpos vivos como los nuestros, y
sus semejantes botánicos, están compuestos por unos 25 elementos –
básicamente carbono, oxígeno, nitrógeno e hidrógeno– que participan
en las reacciones metabólicas de la bioquímica, y pueden secuestrar
otros elementos como plomo, mercurio y cadmio, que no toman parte
activa en la química de la vida. Si bien la «filosofía natural» de la
antigüedad nos parece ingenua y simplista a la luz de nuestra ciencia
contemporánea, dado que ilumina una visión mucho más detallada de
nuestros cerebros y sistemas nerviosos, esto proporciona cada vez
más verosimilitud a las concepciones antiguas sobre temperamento y
constitución innata, aunque revelando complicaciones infinitamente
mayores que las permitidas por las «complexiones, de sólo cuatro
humores cardinales. Por otra parte, podemos estar seguros de que los
fundamentales «fenotipos conductuales» humanos superan con mucho
el número de cuatro.
A riesgo de alborotar el avispero de la controversia «naturaleza versus
crianza», y repudiando desde el principio cualesquiera
generalizaciones raciales y concepciones eugenésicas extrapolables a
este respecto, quiero examinar los aspectos genéticos de la
individualidad bioquímica humana, particularmente individualidad
neuroquímica, pues atañe a la Farmacología de los embriagantes. Eso
iluminará considerablemente la amplia diversidad en gustos por los
embriagantes, y demostrará que nuestra engañosa clasificación de
drogas en «buenas» o «malas», «duras» o «blandas», es igual de
simplista como ese universo arcaico construido sobre cuatro
elementos, o la farmacología clásica basada en cuatro humores
cardinales. En realidad, descubriremos que cualquier embriagante,
lícito o ilícito, ortodoxo o heterodoxo, «duro» o «blando», puede ser,
de hecho, una «droga de inteligencia» o «droga lista» para alguien, y
también al contrario.
Para cualquiera persona perspicaz, resulta evidente que hay infinitud
de variaciones anatómicas superficiales en las caras y cuerpos
humanos, y los cirujanos son bien conscientes de que semejante
diversidad anatómica externa tiene su contrapartida en anatomía
interna. Sin embargo, incluso la ciencia médica está apenas
comenzando a apreciar la individualidad bioquímica humana y sus
manifestaciones como idiosincrasia en reacciones farmacológicas.
Investigaciones de indiosincrasias humanas con respecto a
requerimientos nutritivos de ocho aminoácidos esenciales revelan un
margen de 2 a 7 veces mayor, de mínimo a máximo, en necesidades
de cualquier aminoácido particular, simplemente al examinar de dos a
cinco docenas de individuos. En un estudio que comprende sólo 19
sujetos humanos, se encontró un margen próximo al quíntuplo en
requerimientos de calcio. Experimentos animales muestran una
variabilidad general similar en los requerimientos de animales
singulares en respecto a varias vitaminas. Es bien sabido que algunas
personas tienen «deficiencias de lactasa», o una poca capacidad para
digerir lactosa o azúcar de leche, y el marge humano «normal» de
lactasa –así como de las enzimas sucrasa y maltasa en la mucosa
intestinal– varia dentro de un margen entre 10 y 20 veces mayor. En
estudios que incluyen la pepsina (enzima digestiva) y niveles de ácido
clorhídrico en estómagos de miles de individuos «normales», se
encontró un margen de variación entre 100 y 200 veces mayor.83
De modo nada sorprendente, los seres humanos singulares varían
también cuanto al metabolismo de drogas. En un sencillo estudio con
10 voluntarios humanos, cada uno de los cuales inhaló el vapor de
una cantidad normal de cocaína base (imitando, así, el acto de
«fumar» el llamado crack), hubo un margen de variación del
quíntuplo en las máximas concentraciones de cocaína en plasma que
cada persona alcanzó (es decir, la cantidad máxima que pudo ser
detectada en análisis periódicos de la sangre de los sujetos). En
estudios paralelos, que comprenden el consumo de marihuana, se
encontraron variaciones de igual medida en los niveles máximos del
principio activo, r thc, en plasma. El famoso analgésico opiáceo
codeína
(metiléter de morfina36), es metabolizado por nuestros cuerpos
transfórmándose en
morfína, factor causante de
de la analgesia, pero en Estados Unidos, entre el 5 y el 10% la
población caucásica carece de una enzima hepática que cataliza esta
transformación, y para tales individuos la codeína tiene únicamente
propiedades analsegicas de tipo placeba. 84 Por la acción de cierta
enzima, la desidrogenasa de etanol, nuestros cuerpos metabolizan
etanol o alcohol etílico convirtiéndolo en acetaldehido,
y se sabe que el 50% de los asiáticos y los aborígenes americanos
tienen niveles sustancialmente más bajos de esa enzima que los
típicos individuos de descendencia africana o europea, siendo por ello
rnás susceptibles a los efectos del alcolhol. Por
supuesto, dentro de cualquier grupo racial dado hay igualmente
considerable variable en este rasgo, o sensibilidad al alcohol
(etanol).85
Incluso se ha especulado en torno a la existencia de un específico
«gen del alcoholismo» o defecto genénetico hereditario, que
predispone a las personas al llamado «alcoholismo». Aunque parece
haber un componente genético para la susceptibilidad a la
habituación de alcohol, es improbable que el defecto de un solo gen
explique esto. Generalmente, la conexión genética entre efecto de las
drogas y habituación es relacionada con tres fenómenos: sensibilidad
aguda a propiedades Psicotropicas; reacciones de adaptación a la
administración crónica (tolerancia y síndrome de abstinencia); y
recompensa o placer atendiendo a efectos psicotrópicos (o, a la
inversa, aversión/disforia hacia ellos)." Los conocimientos actuales de
la neurofármacología [vide supra págs. 19–22 y Notas 16– 20 y 26]
han llevado a conjeturar que las diversas reacciones a las drogas
basadas en genética pueden derivar de una o varias perturbaciones
en los siguientes factores neuruquímicos: I) n¡veles de enzimas
implicadas en la síntesis y descomposición de compuestos
neurotransmisores (por lo tanto los niveles de estos
neurotransmisores); 2) los mismos receptores–proteínas de los
neurotransminores;18 3) los transportadores o «bombas de recaptura»
Para varios neurotransmisores;28 y 4) los canales iónicos en las
membranas de neuronas que directa o indirectamente son influidas
por estos neurotransmisores.87
Hay modelos animales para la mayor parte de estos mecanismos
neurofarmacologico la observación de reacciones divergentes a
drogas en diferentes cepas puras de animales de laboratorio condujo
a una cría selectiva de esos rasgos. En el caso de Sensibilidad a una
droga, aquí al etanol, los llamados ratones de sueño Largo (SL) y no
corto (SC) varían marcadamente en sensibilidad a dicha sustancia,
igual que otros depresores del SNC, cono benzodiacepinas y
anestésicos generales. Las ¡nvestigaciones demostraron que estas
cepas difieren en el efecto del etanol sobre los receptores inhihidores
del ácido –aminobutírico (GABA), debido a variación basada en
genes en una parte de la estructura proteínica de este receptor/canal
iónico87. En
ratones SL, el etanol activó el canal fónico, pero no lo hizo en ratones
SC, mediando la mayor sensibilidad a las propiedades sedantes del
etanol en los primeros. Una cepa pura de ratones, la CXBK, es
genéricamente deficiente en receptores  de endopiáceos en el
cerebro, pero no en receptores endopiáceos .18 Se descubrió que
estos ratones eran insensibles al efecto analgésico, depresivo locomotor
y respiratorio de la morfina (también a los efectos analgésicos de la
acupuntura, facilitados por los endopiáceos), cuyo sitio de ligadura
primario es ese receptor . La sensibilidad a la nicotina resultó ser una
función de densidad de sitios de ligadura de nicotina, para 19 cepas
puras de ratones que presentan reacciones muy variables a esa
Con respecto a la neuroadaptación de la administración crónica de
droga, en este caso del etanol, hay los llamados ratones Propensos a
Ataques Abstinenciale (PAA) y los Resistentes (RAA); los primeros son
un orden de magnitud más sensibles al síndrome abstinencias del
etanol (aunque criados buscando estos rasgos, los ratones PAA
mostraron una sensibilidad paralela a benzodiacepinas y anestésicos
generales, ¡hasta el punto de presentar síntomas abstitienciales tras
una sola dosis!). Aunque este efecto se entiende mal, una diferencia
notable en adaptación cerebral a una administración crónica de etanol
consistió en el incremento relativamente mayor (la llamada «regulación
ascendente») de los canales iónicos del calcio en los cerebros de los
PAA en contraste con los ratones RAA; respecto a los PAA, los animales
habituados al etanol mostraron un incremento menor en tales canales,
comparados con sus semejantes no habituados.89
Se sabe menos de los mecanismos que constituyen el trasfondo en los
aspectos genéticos de recompensa/aversión relacionados con drogas.
La variabilidad de gustos humanos por los embriagantes es manifiesta,
como ilustró un famoso experimento donde algunos sujetos humanos
sin experiencia previa consideraron que una inyección de heroína era
sumamente agradable (recompensante), mientras otros la encontraron
bastante nauseabunda (aversiva). Los tests que exponen a animales de
entre dos drogas, o a la posibilidad de recibir una droga como
respuesta alguna acción,
revelan considerables diferencias de gusto hacia toda la gama de
drogas eufóricas para el ser humano, en cepas genéticamente distintas
de ratones y ratas de laboratorico.90 Si bien nadie discutiría la variación
manifiestamente diversa y ecléctica en los gustos humanos por drogas
de placer, y hemos visto que ya existen modelos animales para
diversos rasgos neurofisiológicos sutiles que influyen en la
psicofarmacología de los embriagantes, ¿qué datos hay sobre cualquier
paralelismo humano? La farmacogenética humana per se continúa poco
investigada, salvo intentos prematuros de atribuir el alcoholismo al
defecto en un gen singular, que supuestamente implica a un receptor
de dopamina (DRD 2 ),u observaciones de variacíones raciales con
respecto a enzimas cruciales para el metabolismo de embriagantes, co-
mo la deshidrogenasa de etanol y el citocrome P450IID6. No obstante,
hay al menos tres ejemplos bien documentados sobre variaciones
genéticas humanas (llamadas «polimorfismos») de relieve
neurofarmacológico. Recientemente, se ha comunicado que el
«neuroticismo» y las características de personalidad relacionadas con
ansiedad se asocian con una entre dos variantes de un gen humano
que codifica el transportador de serotonina (esto es, una proteína de la
membrana que sirve para reabsorber al neurotransmisor de serotonina
proveniente de una sinapsis, donde asedia transmisión de una neurona
a otra, «volviendo a poner en hora» así el mecanismo de
señalización).28 En una muestra de 505 individuos, el 57% tenía el
«alelo Largo» (1.) en el gen del transportador de serotonina; el 43% un
correspondiente «alelo corto» (c). En el primer caso, estos sujetos
mostraban mayor «expresión,, (es decir, más biosíntesis del producto
de la proteína del gen, el transportador de serotonina) y, por tanto,
más transportadores de serotonina en sus neuronas, lo cual desemboca
en –a grandes rasgos– una doble recaptura de serotonina proveniente
de la sinapsis, en contraste con quienes tienen el gen del tipo c. En
comparación con sus compañeros del tipo c, estos individuos exhiben
niveles significativamente inferiores de «neuroticismo» y ansiedad, cosa
atribuible, al menos en parte, a su más eficiente evacuación de
serotonina proveniente de la sinapsis. Aunque ese no sea un efecto far-
macogenético en sí mismo, este transportador de serotonina es un
blanco importante para los medicamentos psicotrópicos
«antidepresión» y «antiansiedad», como el famoso Prozac® o fluoxetina
[Merck Inder 12: 4222], que es un IRS o «Inhibidor de Recaptura de
serotonina» –es decir, un inhibidor de este transportador de
serotonina.92
Nuestro segundo ejemplo humano implica a la enzima MonoAmlno
oxidasa (MAO). A diferencia del transportador de serotonina, la MAO
metaboliza neurotransmisores como la serotonina dentro de terminales
nerviosos (en este caso degradándolos), y ayudando, también, a
mantener la señalización «conectada». Recientemente se ha descrito un
fenotipo conductual humano relacionado con un gen defectuoso para la
MonoAmino oxidasa A (MAOA), en el cual una sola mutación condujo a
un cambio estructural en la enzima MAOA destruyendo completamente
su actividad, de degradar la serotonina y norepinefrina. Los varones de
familias que son portadoras de este gen exhiben una «deficiencia total
de MAOA»: aunque sus cuerpos pueden producir esta enzima vital, la
mutación hace que no sea funcional. Por otra parte, este defecto
genético se asocia con «un fenotipo conductual reconocible», «limítrofe
con retraso mental y conducta anormal», que incluye «agresión,
incendio premeditado, intento de violación y exhibicionismo».
Posteriormente se crió una línea de ratones transgénicos, para obtener
una deficiencia paralela de MAO, y los animales mostraron un
incremento del 900% en los niveles de serotonina cerebral, mientras
los adultos manifestaron «un síndrome conductual notable, que
incluía agresividad acrecentada en los machos». Una vez más, no se
trata exactamente de un fenómeno farmacogenético, pero los
inhibidores de MAO (IMAO) son una categoría importante de drogas
psicotrópicas utilizadas en el tratamiento de la depresión y otros
desórdenes mentales, y los IMAO naturales figuran en la
psicofarmacología de la amrta amazónica, la ayahuasca.51,92
Nuestro tercer ejemplo humano incluye un polimorfismo genético
relacionado con un defecto neurológico hereditario asociado a la
esquizofrenia, que se ha descubierto hace poco y todavía se
comprende pobremente. En este caso, un desorden neurológico que
implica deterioro en la capacidad para discriminar reacciones a
estímulos aud¡t¡vos se relacionó con el cromosoma humano 15, y
parece implicar al gen para un neuroreceptor «nicotínico–colinérgico–
o de nicotina– del cerebro humano (nominalmente para el
neurotransmisor acetilcolina [Merck Index 12: 881)
Evidentemente la nicotina del tabaco compensa provisionalmente las
séquela , este defecto en el receptor, a que se atribuye la extremada
habituación al tabaco que se observa usualmente en los
esquizofrénicos.93
Hay otros candidatos genéticos a fenotipos conductuales humanos,
que implican serotonina como para dopamina. Sin duda se
¡dent¡ficaran neuroreceptores tanto para variantes que comprenden
también las enzimas para sintetizar neurotransmisores y otras
proteínas de la membrana como canales iónicos. En el caso de
peptidos neuroquímicos, como los endopiáceos,16 hay una posib¡l¡dad
de mutac¡ones genét¡cas que afecten la secuencia aminoácido de los
propios neurotransmisores y, por tanto su actividad. Los intentos de
localizar genéticamente entre estos rasgos en cepas de roedores, que
desembocan en distintas reacciones a embriagantes, han implicado a
toda la gama de genes para los diferentes receptores, canales iónicos
neurotransmisores peptídicos, transportadores de neurotransmisores
y enzimas, tanto para las sintesis como para la degradación de
neurotransmisores.94
He atravesado tantas dificultades para elucidar estas minutia
enteramente neuroquímicas, a riesgo además de agotar la paciencia
de mis sufridos lectores, para subrayar la diaból¡ca complejidad de la
neurofisiología, y las posibilidades casi ilimitadas de las sutiles
diferencias constitucionales –idiosincrasias – que interfiere la
psicofarmacología.
Verdaderamente, si lo que para un ser humano es al¡mento pueda ser
veneno para otro; entonces, el colocón de uno será sin duda la resaca
de otro... esa droga asiduamente lista para Laura, será forzosamente
alguna dilatoria droga tonta para Tomás... ¡farmacológicamente
desnudando de productividad a un santo... para vestir de prodigalidad
a otro!
Quizá sea pertinente destacar que con arreglo a nuestra teoría clásica
de los humores cardinales, se creía que al menos un humor –la
FLEMA–se originaba en el cerebro, y los neurotransmisores se
denominaban anteriormente neurohumores. La
simplificación claramente excesiva de cuatro humores y cuatro
temperamentos correspondientes (aunque Praxágoras de Cos postuló
hasta una docena de humores, un siglo después de Hipócrates),
oscurece el hecho de que los antiguos estaban básicainerte en lo
cierto con respecto a sus percepciones sobre temperamentos
humanos innatos. Ya no podemos decir que las personas son
flemáticas (excepto en el sentido de excrecencia o effluvium
emuntoria), pero puede que pronto llegue reconozcamos un
temperamento «hipoendopiáceo», o un carácter «hiperserotonínico»
¡tal vez incluso un «trastorno depresivo disdopaniínico»!
En realidad, podemos estar seguros de que los seres humanos
mostrarán al menos tanta variabilidad genética con respecto a
reacciones hacia los embriagantes, como sus parientes los roedores.
Ya hemos visto que hay fenotipos conductuales humanos asociados a
«polimorfismos» genéticos y mutaciones en genes para proteínas
claves en neuroquímica básica. Es de esperar que, tanto en seres
humanos como en roedores, se encuentren las variaciones genéticas
que afectan las enzimas para la síntesis y degradación de
neurotransmisores, sus sitios de recepción, junto con variaciones
genéticas en canales iónicos de membrana neuronal y otros
elementos de la compleja maquinaria neuroquímica del pensamiento
y, la conciencia. Identificar y elucidar polimorfismos genéticos
humanos, que conducen a reacciones idiosincráticas hacia los
embriagantes, no requiere descubrimientos científicos o nueva
tecnología, sino simplemente continuar la actual investigación sobre
conducta y genética molecular en cepas puras de roedores, con
extrapolación al genoma humano. En realidad, esta labor se simplifica
progresivamente en proporción al incremento inexorable del nivel de
detalle de los trazos genéticos humanos y de los animales de
laboratorio, como resultado del Proyecto Genoma Humano e
investigaciones genómicas conexas. Una vez que las variaciones
genéticas correspondientes a rasgos de sensibilidad a drogas
específicas, o sensibilidad a la abstinencia de drogas, se retrotraigan
a los cromosomas humanos, y se describan sus mutaciones, sería
igualmente un asunto de aplicar la tecnología existente a diseñar
simples ensayos biomédicos, para identificarlas mediante
procedimientos médicos rutinarios de exámenes físicos. Análisis
biomédicos, de sangre u otros tejidos, podrían desarrollarse
fácilmente para detectar estos Polimorfismos, directamente o en
algunos casos indirecta mente, cuantificando las enzimas adecuadas,
u otros bioquímicos peptídicos o no peptídicos humano y la de otros
animales. Aun sospechando que las genéticas y otras pruebas
biomédicas demostrarán ser la aproximación más fructífera a
fenotipología de idiosincrasia con respecto a embriagantes, es
probable que la experimentación psicológica directa, con instrumentos
psicométricos existentes, demuestre su valor como auxiliar o
complemento de aquellos. Se sabe desde hace tiempo que personas
fácilmente diferenciadas psicométricamente, como introvertidos o
extrovertidos, tienen reacciones variables, de características
predecibles, con los embriagantes. Aunque los extrovertidos son
generalmente mucho más sensibles a los efectos de sedantes como el
alcohol que los introvertidos, sucede al contrario con estimulantes
como cocaína o anfetaminas–siendo los introvertidos, por regla
general, más susceptibles, que los extrovertidos a sustaricias
enervantes. Incluso es posible utilizar simples exámenes
«psicométricos» (es decir, conductuales), para predecir la
vulnerabilidad de animales individuales de laboratorio a embriagantes
particulares, y pruebas psicométricas en seres humanos también han
podido detectar, indirectamente, variacion genéticas que afectan el
metabolismo de los embriagantes.95
Hay una creciente evidencia científica, con alguna pretensión de ser
concluyente relativa a un «sendero de recompensa común» o «circuito
de recompensa» en nuestros cerebros, que constituye un sustrato
fundamental de dependencia a las drogas, a despecho de la gran
diferencia farmacológica entre drogas (sedantes, estimulantes etc.).
Desde que se demostró, en 1984, que los aspectos de recompensa en
la ebriedad narcótica eran separables de los fenómenos de
dependencia física, la distinción artificial entre la llamada adicción
«física», y la, psicológica» ha desaparecido. La investigación en curso
se concentra mucho más sobre la recompensa o «refuerzo positivo
como motor de la habituación a drogas, en contraposición al refuerzo
negativo modelo antes dominante, según el cual la aversión –o
evitación del dolor/disforia producido por la abstinencia de una droga
causadora de dependencia física– sería la fuerza impulsora. Este
«cambio de paradigma» proviene en parte de la demostración de
«centros de placer» en el cerebro, dispuestos a aceptar estimulación
eléctrica directa, y al reconocimiento de que estimulantes como
cocaína y nicotina –refuerzadores positivos clásicos, que prácticamente
no revelan fenómenos de dependencia física/abstinencia –estaban
entre las más «adictivas» o creadoras de hábito de todas las drogas. A
medida que este nuevo modelo fue irrumpiendo y la ciencia
proporcionó un detalle neuroanatómico, neurofisiológico y
neurofarmacológico mucho mayor, las investigaciones sobre
neurobiología de la adicción se concentraron cada vez más en el
sistema de circuitos de recompensa del neurotransmisor dopamina,
recientemente bautizado como «la molécula maestra de la adicción»»96
La dopamina28,86 es un neurotransmisor importante del «sistema
mesolímbico» cerebral, que actualmente se considera un lugar
primario del sendero de recompesa.
Las neuronas dopaminérgicas, que se originan en el área de
«tegmento vectral» del cerebro medio, especialmente las que
conectan con el «núcleo accumbens» en el área basal del lóbulo
Frontal, se consideran hoy el sustrato principal de este sistema de
circuitos de recompensa, común a hábitos de distintas drogas. Hemos
visto que la cocaína y las anfetaminas actúan bloqueando el
transportador de dopamina, causando acumulación de dopamina en la
sinapsis;28 los opiáceos provocan una liberación incrementada de
dopamina en el núcleo accumbens inhibiendo las neuronas GABA–
ergicas que ordinariamente inhiben las neuronas dopaminérgicas
conexas;87 tanto el etanol como los cannabinoides pueden provocar
niveles de dopamina incrementados en el núcleo accumbens; y
receptores nicotínicos de células dopaminérgicas en el núcleo
accumbens admiten nicotina directamente para estimular estas
células. En todos los casos, la dopamina figura en una «senda final
común» de recompensa, y por eso se supone que a la retirada de
droga sigue la «depresión consecuente» de este sistema de
recompensa dopamínico, tanto si va acompañada por un síndrome
abstinencia¡ físico como si no.97
También hemos visto que el polimorfismo de un gen del receptor de
dopamina (el llamado DRD2), ha sido relacionado con el alcoholismo,
alegando que se trata de un «gen del alcoholismo».86 De igual manera,
este polimorfismo del gen DRD2 ha dado muestras de una «asociación
modesta, significante» con el «póliabuso de sustancias», o consumo
de múltiples drogas embriagantes además de alcohol. En un análisis
de tres variantes genéticas del receptor–proteína de DRD2 expresado
en células de mamíferos, se descubrió que dos de estos proteínas–
receptores anormales tenían una afinidad dos veces menor para fijar
la dopamina que el proteína–receptor del «tipo salvaje». Por la misma
razón, las variaciones basadas en genes de la proteína del
transportador de dopamina28 mostraron estar relacionadas con una
predisposición a la paranoia inducida por droga entre los usuarios de
cocaína blancos, pero no entre los negros. Sin duda estos estudios
siguen siendo preliminares, y cualesquiera conclusiones son altamente
especulativas, pero dada la importancia de las neuronas dopamínicas
en la farmacología del placer, y en el sustrato neural de los senderos
de recompensa, sería lógico que las variaciones genéticas que afectan
a los receptores de dopamina, y a los propios transportadores de
dopamina, pudiesen resultar significativas para la idiosincrasia sobre
sensibilidad y susceptibilidad a embriagantes.98
Se piensa que el sendero de recompensa del cerebro es un antiguo
rasgo evolutivo de los animales, subordinado a conductas orientadas a
la supervivencia como buscar alimento y sexo. Pero en contraste con
el placer/recompensa gustativo o sexual:

Las drogas de abuso [sic] pueden preferirse a otros


reforzantes naturales como alimento y agua en una situación
de libre elección, porque proporcionan una activación de
este sistema de recompensa más robusta y duradera. [M.T
Bardo et al¡¡, 1996, pág. 24; las cursivas son mías]99

Esta astuta observación es compatible con el hecho de que la ebriedad


–como vimos en el primer capítulo– está engastada en nuestra matriz.
animal natural de alimentación y reproducción y debe tomarse en
cuenta en cualquier teoría evolutiva de gran alcance. Los
embriagantes proporcionan una recompensa más robusta incluso que
el alimento o quizá también que el sexo; así pues, esa conducta
buscadora de droga es potencialmente más gratificante que conductas
buscadoras de alimento o a arcamiento; robusta... sí, ciertamente.
Antes de leer este artículo arriba citado, también había yo descrito los
farmacoparaísos naturales como robustos [vide supra, Pág, 31. Sólo
una vaga línea distingue alimentos de drogas–cuyos límites se borran
y desaparecen cuanto más nos aproximamos– sino que resulta que
sus respect¡vas recompensas y placeres son idénticos; emanantivas,
rebosantes, desde todo ego Epicúreo; efluvio extático de la esencia
eflorescente de Eros; son hermanos cerebrales
sibaritas; ese vinculum vibrante y vital, voluptuoso, entre deseo
ensoñador, destino y acción; requisito vigoroso para alcanzar la
realización rapaz; robusto, rubicundo. Siendo este el caso, qué es
pharmacophilia, la satanizada «conducta buscadora de drogas», sino
un asunto biológico básico en detalle, búsqueda del más puro placer
per se, una danza coqueta con el destilado del deseo, un cortejo de
anhelo cristalino? La búsqueda de placer es una parte tan destacada
en nuestra herencia biológica como la búsqueda de felicidad en
nuestra herencia política. Lejos de ser patológico es natural y
saludable que los animales orienten sus pasos hacia activadores
exógenos para senderos de recompensa cerebrales innatos –ya sean
los activadores otros organismos comidos como alimentos, erotizados
como pareja, o ingeridos como embriagantes. Después de todo, estos
circuitos de recompensa son la matriz milenaria de la motivación,
motores existenciales de evolución, animas arcaico de cada animal
Aunque el paradigma predominante entre los neurocientíficos está
cambiando tendiendo cada vez más a considerar los embriagantes
como un imperativo Biológico básico, y otorgando cada vez menos
verosimilitud a los planteamientos policial –de drogodisidencia como
conducta criminal, ese modelo desastroso y, decadente de
drogodesviación está siendo reemplazado por una teoría igualmente
viciada, sobre patología farmacológica. Destacadas autoridades en
habituación se entregan a declaraciones osadas corno... «la adicción
puede ser considerada una enfermedad como tal», y «la adicción es un
trastorno del cerebro, que no difiere de otras formas de enfermedad
mental». Pasemos por alto la confusión semiótica de esta última
declaración –que un «trastorno cerebral» no sea descrito en términos
neurológicos sino metafóricamente, como «enfermedad» mental –esto
es Puritanismo farmacológico par excellence, y equivale a diagnosticar
que prácticamente todo ser humano está «mentalmente enfermo»;
¡esto añade la patología del placer a la toxicomanía del teísmo! Porque
la pharmacophilia trasciende límites de raza, religión, cultura, período
histórico, incluso de especies; está tan cerca de lo universal como casi
cualquier aspecto de la conducta humana. El placer piadosamente
postulado como pecado es suficientemente perverso... pero el placer
como patologia –la debilitante enfermedad del deseo en sí mismo– ¡es
sobrecogedorl De hecho, en Estados Unidos 9 de cada 10 adultos
están habituados a la cafeína, más de la mitad buscan poner fin a
preocupariones con la ebriedad etanólica; casi una de cada tres
necesita asistencia nicotínica durante el día. Aunque la atención es
centrada exageradamente en los embriagantes ilícitos, únicamente el
Cannabis puede reclamar más de 1 devoto entre 20 adultos usanos,
siendo el resto de los embriagantes ilíciros decididamente actores
secundar¡os. Al menos la hipocresía de separar artificialmente los
embriagantes lícitos de sus opuestos ilícitos está siendo finalmente
superada, y un artículo recientemente aparecido en Time96 concedía
lugar de honor al alcohol, tabaco, Cannabis y heroína como emblemas
de las drogadicciones, destacando así tres de las cuatro drogas
principales, en términos de número de habituados. La cafeína y la
cocaína brillaron por su ausencia, pero el artículo dejaba claro el
estrecho parentesco entre nicotina y los otros estimulantes; incluso
reconocía lo común entre el hábito de estos embriagantes infames y
«el juego, el chocolate e incluso el sexo».100
Sin duda, mucho pensamiento confuso sigue enturbiando este
controvertido asunto. Un destacado médico, experto en adicciones,
calculó que había entre 30 y 40 millones de «individuos químicamente
dependientes» en Estados Unidos, tirando en el siguiente párrafo
«cocaína, heroína, tabaco v otras drogas», y subrayando que el tabaco
se añade para contrarrestar la idea de que... la medicina de la adicción
se refiere solamente a drogas ilícitas». ¡Pero el artículo antes citado de
Time calculó que hay 61 millones de usanos con hábito de nicotina tan
sólo! Sí, algo tan corriente y casi universal como la búsqueda del
placer, básico para la biología, no puede ser descartado por disfunción,
ni tampoco puede argumentarse que la conducta buscadora de drogas
implique el «abuso» de senderos de recompensa destinados a otras
empresas, dado nuestro conocimiento de zoofarmacognosia. Nuestro
ímpetus innato hacia la ebriedad es parte esencial de los impulsos
biológicos orientados a la supervivencia –alimentación y reproducción–
y se concibe óptimamente, como he dicho, como otro tipo de
alimentación. Por otra parte, para nada niego que existan expresiones
patológicas de impulsos intrínsecos, ya sean perversiones sexuales
violentas y lesivas en el instinto de aparcamiento, adicciones al ayuno
o hábitos aliment¡c¡os extremos e insalubres, o, por supuesto,
fijaciones malsanas en materia de ebriedad. Pero el impulso
subyacente a tales manifestaciones patológicas no es patológico en sí
mismo: difícilmente podríamos existir sin comida y sexo, y consentirse
ebriedades placenteras y saludables no revela más problema médico
que el impulso a tener éxito en los negocio o a triunfar en el deporte.
En cuanto a mí, soy un farmacófilo inveterado, pero debería reconocer
que la habituación que más gobierna; mi vida es una adicción vitalicia
a los libros: ¡leerlos, escribirlos, incluso manosearlos y olerlos!
Algunos pueden sublevarse ante este concepto de «adicción a los
libros» pero, en realidad, uno de los primeros usos de esta palabra en
inglés (1675), fue «Su propia Industria y Adicción a los Libros», y pasó
un siglo antes de que adicción fuese utilizada en materia de drogas
refiriéndose al tabaco la primera vez. Como escribí hace 14 años, en
un libro sobre oti adicción al chocolate,20 que trataba nuestras
actitudes provincianas y prejuiciadas sobre háb¡tos de drogas con
juguetona ligereza:

Todos somos adictos a una u otra ocupación, y la


gran mayoría de nosotros a una u otra droga. [The
Cacahuatl Eater, Capítulo 1, pág. 7]

En 1985, un psiquiatra usano sacudió el campo del «abuso de


drogas», al exponer que llamaba la «hipótesis de automedicación en
trastornos adictivos», proponiendo que los adictos a la heroína/cocaína
sufrían una «psicopatología grave y significativa»:

En lugar de buscar simplemente evasión, euforia o


autodestrucción, los adictos están intentando
medicarse a sí mismos para una serie de problemas
psiquiátricos y estados emocionales adictivos. [E.J.
Khantzian, pág. 1263]101
Naturalmente, esto puede ser cierto en algunos casos, por ejemplo
entre los 11 millones de habituados problemáticos al alcohol en
Estados Unidos. Sin embargo, la gran mayoría de los consumidores de
embriagantes, como los 95 millones de usanos bebedores de etanol
controlados y moderados, se conciben mejor como personas que
buscan euforia y placer en la ebriedad, al igual lo hacen vía una amplia
gama de otras conductas recompensadoras.
Además, para el aproximadamente 10% cae en la llamada categoría
de «abusador», «adicto» o «alcohólico», seguramente resultarla
mucho más provechoso que sus «trastornos adictivos» fuesen
examinados en el contexto de individualidad b¡oquímica–idiosincrasia
embriagante –que el de la enfermedad. Aceptamos
incuestionablemente la diversificación en gustos
alimentarios, admitiendo incluso que algunas viandas no son
saludables en exceso; e incluso reconociendo que algunas personas no
pueden controlar su alimentación, y a consecuencia de ello sufren un
quebranto. ¿Por qué ha de ser todo diferente con los embriagantes,
por qué hemos de mirar despectivamente a los que tienen otros
gustos con respecto a embriagantes? Igual que varían nuestras papilas
gustativas, también varían nuestros neuroreceptores. La belleza está
en los ojos del espectador, y el placer reside en el sendero de
recompensa de cada individuo –buscando placeres de maneras
particulares, quizá incluso peculiares.
Los neurocientíficos harían bien abandonando todas sus nociones de la
ebriedad como patología, concentrándose a cambio en identificar la
fluctuación máxima de variaciones genéticas humanas que interfieren
en neurofisiología básica, y en el metabolismo de varias clases de
embriagantes. Como ya se ha mencionado, está dentro de nuestras
capacidades identificar y trazar estos «polimorfismos», y desarrollar
análisis biomédicos rutinarios para identificarlos en el ser humano
individual. Aunque somos innegablemente producto de la interacción
entre nuestros genes y su medio ambiente, y el genotipo no es destino
absoluto, disponemos ya de pruebas contundentes sobre el grado en
que la individualidad bioquímica basada en genes puede determinar la
sensibilidad a embriagantes particulares, así como la susceptibilidad al
consumo compulsivo o incontrolado o al hábito a ellos. Comprender las
bases neuroquímicas de la indiosincrasia embriagante conduciría
inmediatamente a terapias para aquellos consumidores problemáticos
que las necesiten y deseen, y facilitaría la prevención de usos
destructivos e insalubres. Ser consciente de las debilidades
constitucionales con respecto a un determinado tipo de embriagante –
ya sea derivado de alguna enzima, receptor; transportador de proteína
o canal iónico defectuoso– puede disuadir a un individuo de buscar
placer por sendas patológicas, y permitiría a otro distinguir un
potencial paliativo de un posible veneno. Los aventureros entre
nosotros podrían ensayar los diversos embriagantes en sus cuerpos y
sistemas nerviosos, y con diligencia identificar los que no concuerdan
con ellos, aunque corran a la vez el riesgo de descubrir una
susceptibilidad al uso compulsivo de alguna droga determinada, ¡al
hallarse incómodos en su poder!
Puede ocurrir que algunos habituados a drogas se vean esclavizados a
cierta droga en un intento de tratar estados emocionales aflictivos;
seguramente, otros ansían una droga concreta, para aliviar
farmacológicarnente alguna deficiencia metabólica innata, como
sucede con el fuerte consumo de nicotina en algunos esquizofrénicos.
Hemos visto que la falta de una enzima implicada en la biosíntesis de
morfina y en el metabolismo de muchas drogas, un defecto congénito
que padecen entre el 5 y el 10% de los norteamericanos caucásicos,
hace que sus víctimas sean más sensibles al dolor.84 Como quienes
heredan muchas otras deficiencias congénitas hipotéticas en el
sistema endopiáceo de analgesia endógena, tales individuos
probablemente mostrarán más interés en ingerir opiáceos que sus
semejantes memos sensibles al dolor. Si hay individuos que soportan
una sobreproducción constitucional de los ligadores causantes de
ansiedad del receptor benzodiacepínico,26 probablemente desa-
rrollarán un gusto por drogas ansiolíticas como el Valium, y así
suces¡vamente, para las diversas clases de embriagantes que hemos
examinado. ¡Hasta se ha supuesto un «síndrome deficitario de la
recompensa» como correlato del hábito de drogas, ligado a alguna
deficiencia en el propio sendero dopamínico de recompensa! Quizá los
polimorfismos genéticos más drogoespecíficos fijan el gusto con
respecto a diversos tipos de embriagantes, y sólo al combinarse con
algún defecto en el propio sendero de recompensa, pueden
predisponer al consumo compulsivo de tales compuestos En todo
caso, nos corresponde ciertamente sujetar con firmeza al bebé
mientras vaciamos el agua de su baño, pues ya no tiene más sentido
concluir que el impetus hacia la ebriedad implica flaqueza –dado que
algunas personas no pueden controlar sus expresiones– como
considerar que el apetito alimenticio es aberrante a priori ya que
algunos comensales sucumben a la obesidad o a la anorexia nervosa!
Consentirse embriagantes, tanto lúdicas como sagradas, es común a
todas las razas, culturas y edades humanas; y si quisiéramos hablar
de conducta anormal o aberrante en lo tocante a drogas de placer,
¡antes nos vendrán a la mente los raros abstemios que cualquier
jaranero ronco! De hecho, en el mundo clásico quienes rechazaban
categóricamente la ebriedad eran repudiados por disfuncionales y
antisociales, negarse a «relajar el alma», quitarse las máscaras, y
mostrar sus verdaderas naturalezas internas. Como Baudelaire
expresa francamente [vide supra, pág. 131:
Un hombre que sólo bebe agua tiene un
secreto que esconder a sus semejantes. [«Du vin
et du hachish», Parte II]

Aquí, en México, hay situaciones sociales donde rechazar una oferta


de bebída es cometer una grave ofensa, incluso invitar a la violencia.
Debemos aceptar nuestros impulsos a la ebriedad como algo dado, y
haríamos bien cultivando una tolerancia razonable con respecto a
gustos y hábitos de los demás. Aunque las víctimas de háb¡tos
incontrolados a drogas merecen compasión antes que desprecio,
nuestra descendencia gratuita es injustificada e impropia. Si cierto
paciente de cáncer, debe tomar opiáceos diariamente para soportar
dolores agudísimos, es digno de nuestra misericordia, ¿por qué
debemos menospreciar a otra persona que toma opiáceos para
superar una hipersensibilidad habitual al dolor? Si mujeres de
negocios o amos de casa excesivarnente ansiosos encuentran alivio
autorizado en el Valium ¿tan difícil es de entender que el alcohol o el
Cannabis disipen la frustración de otros?
El descanso para tomar café es una costumbre indisociable de
nuestras jornadas laborales occidentales; el consumo diario de
cafeína en alguna de sus formas es casi universal entre los adultos
usanos. No nos molesta que un cotrabajador elija té en lugar de café
o algún «refresco» cafeinado ¿Por qué ha de trastornarnos que la
coca rica en cocaína sirva como estimulante para la jornada laboral
en Perú y Bolivia; o cat rico en catinona en Yemen y Somalia? Las
bebidas alcohólicas constituyen un embriagante legal, principal en los
Estados Unidos; ¿qué importa si alguna otra cultura contracultura
pueda preferir la morféica mansetud del opio a las beatitudes
bibrones de Baco? Después de todo, la ebriedad alcohólica
escasamente carece de problemas, y algo como uno de cada diez
consumidores usanos sucumbe al llamado uso» o «adicción» al
alcoholismo. El alcohol causa muerte prematura a un 0,1% de la
población usana anualmente, además de ser la droga preeminente de
la violencia, los accidentes, el absentismo y el crimen.102
Además, hay pruebas crecientes de que los animales individuales
dados a buscar ebriedad con más avidez pueden ser los más
inquisitivos, audaces e inteligentes; cualquier cosa menos los
«gorrones» o los «arruinados». En la Nota 95 vimos que ratas más
dadas a explorar activamente un entorno nuevo son también las más
dadas al consumo de anfetaminas, y se ha sugerido que son animales
«generalmente mas capaces para el aprendizaje de cualquier tipo» –
es decir, más inteligentes– igualmente son más aptas para la
autoadministración de embriagantes. Un artículo reciente99
examinaba los múltiples paralelismos entre la conducta buscadora de
drogas y la «buscadora de novedades», que también se considera
activante para el sendero recompensador del sistema límbico. En
animales experimentales, las drogas que antagonizan los efectos de
la dopamina inhiben tanto la conducta buscadora drogas como la
buscadora de novedades. En animales y seres humanos analizas, los
de «respuesta extrema a la novedad» son al mismo tiempo más
sensibles y muestran más interés por los embriagantes, y a esto se
asocian muchos indicios bioquímicos, por ejemplo, niveles inferiores
de plaqueta: MAO,51,92 lo cual se considera relacionado con niveles
elevados de dopamina en los circuitos cerebrales de recompensa.
¿Qué es esta marcada conducta buscadora de novedades sino
inteligencia a actitud abierta y curiosa hacia la novedad, lo
desconocido? Que búsqueda de verdades deba activar antiguos
senderos de recompensa atestigua su importancia evolutiva, y no es
difícil imaginar cómo, dentro de una especie dada que se adapta al
costreñimiento de su nicho en un ecosistema, la marcada conducta
buscadora de novedades –o una actitud progresiva, val¡ente, curiosa y
expansiva –debe ser gratificante, incluso otorgar ventajas de
adaptación. Si bien, quizá algunas veces por la boca muere el pez, es
innegable que la curiosidad ha prestado buen servicio a nuestra
especie; una especie única, emblemática por dar prioridad a la
evolución de la inteligencia. Incluso R.G.Wasson conjeturó en 1957
[vide supra, págs. 39–41]61,63 que los amritosos alcaloides de las
plantas enteogénicas funcionaban como kairomonas33 para nuestros
ancestros protohumanos hace milenios, «¡limitando la imaginación de
aquellos primeros hombres que los comieron, avivando su curiosidad y
sus facultades especulativas», de hecho funcionando como:

[Un] verdadero detonador para su alma, que


despertó en él sentimientos de temor y reverencia, y
dulzura y amor, hasta el punto máximo que la
humanidad es capaz de alcanzar, todos esos
sentimientos y virtudes que la humanidad siempre ha
considerado el máximo atributo de su especie. Le hizo
ver aquello que sus ojos mortales y perecederos: no
pueden ver. [1961, pág. 157]

Asumiendo que sea aguda la visión asombrosa de Wasson, no sólo


debemos nuestras religiones y otros atributos de cultura a
caleidoscópicos kykennes kairontonales, sino también la hipertrofia
misma de nuestro cortex cerebral que los engendró; sí, a l a conducta
buscadora de drogas y novedades; que se ha conjeturado como
explicación a las más antiguas migraciones humanas hacia Neogea,
¡ese Nuevo Mundo bravo, bárbaro y tentador!103
Sea como fuere, la pharmacophilia no es nada nuevo,
n¡ exclusivamente humano, ni insignificante; tampoco es perjudicial, ni
necesariamente negativo, sean cualesquiera los problemas que pueda
causar a algunos. Incumbe a los neurocientificos no intentar curar lo
incurable–«¿Cómo mejor exasperar a un enfermo de júbilo sino
intentando curarlo?»104 como preguntó Baudelaire –sino diseñar la
euforia optimizar la farmacología del placer; sí, ¡crear embriagantes
mejores y más ¡nocuos!. Los antiembriagantes pueden ser las «balas
mágicas» indicadas para adicción de algunas personas, pero la gran
mayoría suspira básicamente por éxtasis más exquisitos; la prodigiosa
y paradisíaca promesa de la ingeniería psicofarmacológica

Ingenieria Psicofarmacológica
Lo único que justificaría la proh¡bición sería
el éxito. Pero no tiene éxito y, dada la naturaleza
de las cosas, tampoco puede tenerlo. La forma
de evitar que la gente beba demasiado alcohol, o
se haga adicta a la morfina o a la cocaína, con-
s¡ste en sum¡nistrarle un sustituto eficiente pero
sano de estos venenos deliciosos y (en el actual
mundo imperfecto) necesarios. El hombre que
invente dicha sustancia se contará entre los
benefactores más insignes de la humanidad
Aldous Huxley
Un tratado sobre drogas [1931]

En la conferencia nacional de la Amer¡can Chemical Society, celebrada


en M¡ami en 1989, un funcionario del National Institute on Drug Abuse
(NIDA) de los Estados Unidos anunció la formación del Programa para
Desarrollo de Medicaciones de su Agencia –«para desarrollar
medicaciones que puedan interferir en conductas de drogas..,
necesitamos un surtido de med¡cac¡ones: para bloquear el subidón
para bloquear el anhelo, para bloquear los síntomas abstinenc¡ales». La
revista Science cacareó: «NIDA pretende combatir las drogas con
drogas», refiriéndose a «las balas mágicas para la adicción», y un
miembro de la conferencia, sin duda inconsciente de cualquier ironía
implícita, se extendió a propósito de esas metáforas bélicas, bautizando
este programa como «el Proyecto Manhattan para químicos en la
Guerra contra las drogas». Significa esto que la guerra contra las
drogas se intensificará hasta el punto de intentar «nuclear» a los
yonquis del vecindario, o quizá basta atacar los guetos con napalm?
Desde luego, la extravagante idea de fármacoterapía para adicciones a
drogas –combatir las drogas con drogas– es apenas novedosa,
campañas quimioterapeuticas contra la drogadicción como se han
emprendido ya en cuatro frentes; 1) tratamientos alternativos, donde
una droga habituadora se sustituye por un embriagante similar, cuyo
ejemplo más destacado es la sustitución de heroína por metadona; 2)
antagonistas de drogas o «antiembriagantes» que bloquean la diana de
los receptores de drogas sin producir euforia o placer, como el
antagonista opiáceo naltrexona® [Merck Index 12: 6450]; 3) terapias
avers¡vas, «disforiantes de drogas» que catalizan unas reacciones
disfóricas en caso de ser ingerida la droga en cuestión, como el Antabus
utilizado para el alcoholismo;84 y 4) el anhelo compuestos para
controlar el anhelo, que supuestamente suprimen la conducta
buscadora de drogas, probablemente actuando sobre el sendero de
recompensa del sistema límbico, cuyo prototipo es la ansiolítica
buspirona o Buspar® (Narol) [Merck Index 12: 1528].105 ¡Así pues, el
propósito es desarrollar «medicaciones» (también llamadas drogas)
para «interferir en ... la conducta tomadora de drogas», es decir, para
hacer que la gente deje de tomar drogas (también llamada
automedicación)! O, como expone Science, con refrescante candor:
«combatir las drogas con drogas», o sea, combatir drogas
(autoadministradas, aprobadas o no, pero habituadoras) con drogas
(médicamente prescritas, aprobadas, posiblemente habituadoras).
Observemos que el propósito no es necesariamente hacer que la gente
deje de tomar drogas, pues algunas de las farmacoterapias
antiadicción antes mencionadas presuponen consumo cotidiano de
«medicación» para «curar» el consumo diario de «droga». Entonces,
de lo que realmente hablamos es de interferir en conductas tomadoras
de drogas, impidiendo que las personas ingieran las drogas que
quieren tomar, «medicándolas» con sustancías prescritas, o con
sustancias nocivas que les enfermarán caso de perseguir petulante y
protervamente placeres farmacológicos personales. Después tenemos
los antiembriagantes, drogas que harán todo por los habituados
menos proporcionar el placer que originalmente buscaban en las drogas,
por no mencionar el siniestro espectro de los «supresores de anhelo»,
también aptos para disipar impulsos sexuales y alimenticios, o al
menos los placeres que acompañan su satisfacción, mientras acá con
cualquier deseo de tomar drogas. Además de no ser exactamente un
cuadro bonito, difícilmente puede ser la tierra prometida
farmacológica. Sin coacción, y en la excepción de la estrategia
alternativa, es difícil imaginar multitudes de «pacientes» ansiosos de
tragar esos amargos brebajes–¡cambiando los dulces deleites de las
drogas, por disforias dispepticas!
Por otra parte, no niego la existencia de pacientes potenciales para
estas «antidrogas», «drogodisforiantes», y quizá incluso también para
los temidos «destructores del deseo» o «aniquiladores del anhelo». La
industria farmacéutica debe proseguir estas vías de investigación, y si
se descubren agentes inocuos y efectivos deben estar disponibles para
un uso médico, contractual y no coercitivo, por parte de quienes los
deseen. Drásticas terapias semejantes podrían justificarse para la
pequeña minoría de habituados problemáticos a embriagantes
particulares, como el casi 10% usanos usuarios de alcohol que sufren
graves sequela por su drogo hábito– pues pueden dañarse o destruirse
matrimonios, carreras, incluso vidas. Quizá sea mejor vivir con el
deseo disminuido que desear no vivir, disminuido por las drogas.
No obstante, suprimidas las penalidades legales, económicas y de
salud públ¡ca asociadas al consumo de drogas ilícitas, de manera que
el consumo controlado de opiáceos, estimulantes no cafeínicos,
Cannabis y otras drogas estuviese acompañado de consecuencias
legales y económicas no superiores a que el consumo habitual
controlado de alcohol, cafeína y tabaco, ni agravado por los problemas
médicos causados por la prohibición,106 además de los efectos
secundarios intrínsecos de cualquier droga en sí, la gran mayoría de
presuntos pacientes para farmacoterapia de la farmacotimia
desaparecerían. Más bien estarían automedicándose sus hábitos, y no
estarían en el mercado de tratamientos médicos más que la gran masa
de nosotros, que ahora automedicamos nuestros hábitos de cafeína,
alcohol y tabaco. Para aquellos que quisieran ayuda a la hora de
abandonar un hábito, por supuesto, la terapia debería y podría estar
disponible.
Los neurocientíficos y especialistas en drogohabituación harían bien
concentrándose en el modelo alternativo o sustitutorio de
farmacoterapia para la adicción, y sin duda no necesito aconsejar a los
ejecutivos de las compañías farmacéuticas sobre donde podrían
encontrar las más provechosas avenidas de aproximación a la lucha
contra las drogas con drogas. ¡No obstante, creo que ya es hora de
descartar la absurda equivocación de que la euforia o las sensaciones
de placer constituyen ipso facto efectos secundarios adversos de las
drogas! Comentando estudios sobre estructura –actividad–relación de
analgésicos opiáceas, W.C. White, presidente del Committee en Drug
Addiction del Narional Research Council de Estados Unidos señaló:

El propósito de estos estudios es encontrar, si


fuese posible, ciertos medios para reducir o corregir
los males de la drogadicción. [...] Aunque sólo una
proporción relativamente pequeña de los que
reciben morfina por diversas razones desarrollen
adicción, parece como si en ciertos individuos
debiese haber un receptor que despierta una
sensación de euforia cuando se combina con un
elemento químico, como por ejemplo la molécula de
morfina. La mayor parte quienes reciben morfina
por diversas razones no alcanzan esta sensación de
euforia, y por eso no se sienten tentados a buscar
una repetición de su administración, ni convertirse
en adictos de su consumo. [ ...] En consecuencia,
se decidió a proceder siguiendo la línea de separar
químicamente, si posible, la propiedad adictiva de
la morfina de sus otros atributos más benéficos.
[...] Una de las dificultades químicas de esta
investigación ha sido suministrar drogas que
prolonguen el factor que controla dolor, para
reducir la necesidad de dosis reiteradas y al mismo
tiempo eliminar la fracción responsable de euforia.
[Studie son Drug Addiction, «Introducción», págs.
III–IV]107
Suena raro que un científico hable del mal, pero uno acaba
acostumbrándose a ello en el campo del «abuso de drogas». Hay que
decir que hasta ahora este intento quijotesco por separar
químicamente las propiedades analgésicas de las eufóricas en los
opiáceos ha resultado singularmente infructuoso, y que el Comité
sobre Drogadicción del gobierno de los Estados Unidos abandonó
finalmente la búsqueda, tras más de una década de esfuerzo
combinado. Pero hay más de una forma de despellejar a un gato (con
perdón de mis gatos y de los gatos de cualesquiera lectores, a quienes
no pretendía ofender), y sugiero que una reformulación del problema
en el contexto de la neurociencia contemporánea seria procedente.
Hemos visto96 que al menos los aspectos de recompensa (eufórico) y
dependencia física de los opiáceos resultará ser neurológicamente
separables, manteniendo la esperanza de que en principio lo mismo se
demuestre cierto para sus aspectos de recompensa y analgesia. En mi
opi nión, deberíamos más bien intentar «proporcionar drogas que
prolonguen el factor eufórico a fin de reducir la necesidad de dosis
reiteradas, y al mismo tiempo eliminar la fracción responsable de
«analgesia». En resumen, abandonar la búsqueda misantrópica de una
analgesia no eufórica, en favor de ciertos euforizantes no analgésico –
dirigir los estudios sobre estructura –actividad–relación en materia de
opiáceos, ¡no con miras a eliminar la euforia, sino más bien a
maximizarla! Esta idea no es nueva; fue propuesta por el escritor
inglés Aldous Huxley [1894–1963] hace 68 años:

Por lo que veo, el único nuevo placer posible


sería el derivado de la invención de una nueva
droga, de un sucedáneo del alcohol y la cocaína,
más eficaz y menos dañino. Si yo fuese millonario,
financiaría a un equipo de investigadores para que
buscasen el embriagante ideal. Si pudiésemos
aspirar o ingerir algo que aboliese diariamente
nuestra soledad individual durante cinco o seis
horas, algo que nos reconciliase con nuestros
semejantes en una ardiente exaltación de afecto y
que hiciese que la vida nos pareciese no sólo digna
de ser vivida en todos sus aspectos, sino
divinamente bella y transcendente, y si esta droga
celestial, transfiguradora del mundo, fuese de
naturaleza tal que a la mañana siguiente
pudiésemos despertarnos con la cabeza despejada
y el organismo indemne... entonces, creo, todos
nuestros problemas (y no sólo el problema
minúsculo de descubrir un placer novedoso)
quedarían totalmente resueltos y la tierra se
convertiría en un paraíso.
[Se busca: Un nuevo placer]108

Huxley, ¡lástima!, nunca se hizo millonario, y su embriagante ideal


«transfigurador del mundo», su «tónico hiperhedónico» solo fue
elaborado en sus novelas.109
Hoy podemos disponer de los hiperhedónicos huxleyanos, por medio
de lo que llamo ingeniería psicofarmacológica; vía estudios de
estructura–actividad–relación sobre farmacología del placer, una
especie de hedonología o farmacohedonología apl¡cada;
hedonofarmacología, si lo desean.
Siendo más precisos, necesitamos ingeniería farmacológica para cada
categoría principal de embriagante, y no solamente de opiáceos: la de
anestésicas generales y otros sedantes; de psicoestimulantes, desde
cafeína a cocaína, desde anfetaminas a nicotina; de los enteógenos,
¡cabezudos catalizadores hiperhedónicos del mismo cielo! Es probable
que esta farmacohedonología dependa inexorablemente de potenciar
los circuitos de recompensa subyacentes al placer per se –reforzadores
de recompensa materializados; panpotenciadores del placer purificado,
euforia epitomizada, parangones farmacéuticos de excitación eléctrica
directa de centros cerebrales: ¡la proteica, prototípica Piedra Filosofal!
Puede que tengamos efectivamente balas mágicas para la adicción,
pero sin duda no son los antiembriagantes ni los drogodisforiantes–
municiones tales sólo pueden herir o matar el deseo y deleite. No,
esas balas mágicas para la adicción deben ser por fuerza embriagantes
perfeccionadas– ¡tónicos hiperhedónicos más específicos y eufóricos,
de más larga duración, menos tóxicos! Quienes consideren que la
ingeniería psicofarmacológica o la farmacohedonología son una idea
extravagante pueden sorprenderse al saber que ya se ha hecho mucho
progreso en este campo parcialmente involuntario– aunque sea
vacilante e incoordinado. Nuestro ejemplo más antiguo nos lo
proporciona el consumo de estimulantes y esteroides para incrementar
el rendimiento militar y atlético, aunque comprende
fundamentalmente efectos físicos, en contraposición a los mentales.
En 1883 el médico militar alemán Theodor Aschenbrandt probó la
cocaína en maniobras con soldados bávaros, dando parte de sus
ventajosas propiedades antifatiga, y durante la II Guerra Mundial los
estimulantes– especialmente anfetaminas fueron consumidas
rutinariamente por la Luftwaffe y la Wehrmacht de la Alemania nazi,
así como por su contrapartida japonesa. Aunque el uso militar por
parte de los soldados aliados –especialmente pilotos– estaba
supuestamente prohibido, «nuestros aviadores contrabandeaban
anfetaminas para reducir la fatiga y promover la vigilia». En general
los estudios de posguerra confirman el valor de los psicoestimulantes
para incrementar el rendimiento físico, tanto en contexto militar como
atlético, pero se limitaban a evaluar drogas existentes, principalmente
anfetaminas y cafeína, en contraposición a las perfeccionadas
mediante ingeniería. Las ventajas atléticas de las anfetaminas fueron
tan dramáticas que en 1962 fueron prohibidas por el Comité Olímpico
Internacional. Los primeros indicios de drogoingeniería en relación con
el rendimiento atlético aparecieron en la antigua Alemania Oriental,
donde un programa secreto de alto nivel, que incluía ¡500 científicos,
médicos y entrenadores, estaba dedicado a desarrollar esteroides más
activos. Uno de los resultados fue un nebulizador nasal que contenía
un precursor de la testosterona, cuyo uso era obligatorio para muchos
miembros del equipo nacional enviados a las Olimpiadas de Seúl en
1988. Este compuesto era psicotrópico, y un atleta describió sus
efectos como «similares a una erupción volcánica».
Estoy bastante de acuerdo con cualquiera que sostenga que se trata
una aplicación más bien perversa de la farmacotecnología: ¡sin duda
podemos hacer los mejores! En el caso de los opiáceos, ha habido
cierta cantidad de ingeniería involutaria mientras se buscaba un
analgésico no eufórico. Después de todo, la heroína – más potente y
considerada más eufórica por los habitués que su compuesto matriz, la
morfina– fue ocasionalmente empleada como cura para el hábito de
morfina. Además, el químico británico K.W. Bentley sintetizó una larga
serie de análogos la morfina de extraordinaria potencia, generalmente
conocidos como «compuestos Bentley», de los cuales el más famoso
es la etorfina [Merck Index 12: 3932], que resultó 500 veces más
potente que la morfina, ¡produciendo euforia en dosis de 25 mcg.!
Incluso el mercado negro de los Estados Unidos ha hecho
contribuciones a la ingeniería de opiáceos, cuando un químico anónimo
hizo una serie de derivados del opiáceo artificial fentanil [Merck Index
12: 4043], incluyendo el α –metil–fentanil [Merck Index 12: 6150],
también activo en dosis de microgramos, ¡y unas 3000 veces más
potente que la morfina! Así pues, nos hallamos bien encaminados
hacia opiáceos más potentes y específicos; falta trabajar en el
perfeccionamiento de duración
y propiedades eufóricas, al tiempo que reduciendo al mínimo los
efectos secundarios adversos.
En cuanto a la nicotina–alcaloide más estimulante y habituador de los
cigarrillos de tabaco comerciales –que se ha descrito como «la
sustancia de abuso más adictiva y con mucho la más perniciosa», hay
pruebas de que las compañías de tabaco han llevado a cabo en secreto
un trabajo considerable en su ingeniería farmacológica, reacias a
admitir públicamente que la nicotina es una droga, y mucho menos
una droga adictiva. Actualmente todo esto está cambiando bajo la
presión pública y gubernamental, y en un testimonio reciente ante el
Congreso usano cierto farmacólogo –que antes trabajaba para una de
las principales compañías tabaquera de Estados Unidos–mencionó que
investigaciones hechas en 1983 mostraron que las ratas reaccionaban
a dos análogos de la nicotina como al componente matriz, y que se
autoadministraban los tres alegremente. Estos análogos, 2'–metil–y4
´–metil–nicotina, mostraron menor toxicidad al no estimular el tejido
muscular cardiaco vascular, sugiriendo que podrían carecer de algunos
de sus efectos deletéreos sobre el corazón y la presión sanguínea. Sin
duda se han llevado a cabo muchas más investigaciones parecidas,
posiblemente también examinando los dos análogos naturales de la
nicotina, nornicotina [Merck índex 12: 6807] y, anabasina [Merck
lndex 12: 661],y dadas las consecuencias desastrosas para lasalud
que afectan a un tercio de nuestra población adulta consumidora de
tabaco;102 la ingeniería sobre nicotina claramente podría ser bastante
lucrativa.112

Parecería que hasta ahora los enteógenos son quienes han sido
sometidos a una ingeniería más concertada. Tras el descubrimiento
serendípico de la Fántastica potencia visionaria de la LSD,52 Albert
Hofmann probó personalmente varios isómeros y algunos análogos en
busca de efecto s psicotrópicos, pero no consiguió aumentar potencia
del prototipo. Posteriores trabajos han conducido recientemente
a la identificación de un par de análogos de la LSD que parecen ser el
doble de potentes. Con respecto al enteógeno prototípico, la
mescalina,46 el químico usano Alexander T. Shulgin [nacido en 1925],
ha explorado durante cuatro décadas sistemáticamente
las relaciones de estructura–actividad en este tipo de compuestos, y
publicado recientemente PIHKAL, un compendia monumental y
personal de sus investigaciones pioneras con su mujer Ann Shulgin,
que incluye datos sobre síntesis y bioensayos psiconáuticos con casi
200 nuevos compuestos. Finalmente, a lo largo de las cuatro décadas
pasadas diversos científicos han desarrollado investigaciones similares
sobre triptaminas simples como la DMT51 y sus análogos
psilocina/psilocibina,60 a¡sladas por Hofmann a partir de los hongos
mejicanos de María Sabina y Gordon Wasson. Los Shulgin acaban de
publicar TIHKAL, una secuela de PI¡¡KAL, que resume estudios sobre
relación entre estructura–actividad en triptaminas visionarias.113
Aún careciendo de cualquier financiación significativa para las
investigaciones o de esfuerzos coordinados, y desafiando a una
investigación organizadabien financiada, de signo filosófico opuesto, la
ingeniería psicofarmacológica está viva, y activa y promete progresar
a grandespasos, mientras se investigan sistemáticamente sendas de
recompensa recientemente identificadas. A medida que se disecciona y
desnuda la neurofisiología del placer, resulta cada vez más obvio que
la búsqueda de placer es el ¡mpulsuso fundamental, por diferentes y
sinuosos que sean aquellos cam¡nos que divagan en su dirección. En
realidad, algunos encuentran en el trabajo de su vida la recompensa
última, y las sociedades tienden a valorar incluso fijaciones laborales
obsesivas, que bien pueden ser claramente consideradas
«trabajomanía» (workaholism). Para otros la satisfacción última es la
conquista sexual, que puede ser altamente considerada, dependiendo
de las ópticas culturales o contraculturales de las que se mire. Por
supuesto, la comida es la recompens par excellence de muchisimas
personas, y demasiados obtienen su satisfacción de adquirir poder
sobre otros, expresado en jerarquía socioeconómica, canalizado
sistematicamente a través del deporte y actividades
militares/policiales, o en la dinámica infinita de las relaciones
interpersonales. Y luego tenemos a los farmacófilos, para quienes los
placeres superiores son farmacológicos. Todas estas actividades
diversas tiene en común placer y la recompensa, son medios
semejantes para alcanzar el mismo fin; todas son tan altamente
adictivas como pueden ser eficaces para cierto individuo en la
producción de placer, recompensa; y también son motivacionales en
proporción directa a su eficacia eufórica.
Inmediatamente tropezamos con problemas cuando emitimos juicios
de valor hacia los placeres de otras personas. Hablando desde una
perspectiva estrictamente biológica, podemos decir que el placer es
«bueno», el dolor «malo», y de ahí que los circuitos de recompensa de
placer nos motiven. Como criaturas sociales, conscientes,
consideraciones éticas ulteriores nos dictan que los placeres obtenidos
a expensas del dolor de otro son ipso facto «malos», y podríamos
argumentar que los placeres alcanzados vía explotación económica,
sexual o política de otros carecen de escrúpulos. Dejando aparte tales
actividades, todo compás moral pierde rápidamente su rumbo.
Debemos comer para vivir y, no siendo autótrofos, comer a expensas
de otros organismos, lo cual es un imperativo biológico. Comer en
favor del instinto de supervivencia es biológicamente bueno, pero las
personas pueden comer en exceso, llevándose a una muerte
prematura. De igual manera, mediante el trabajo nos ganamos el pan
de cada día, pero algunas personas literalmente se matan a trabajar,
durante el proceso pueden influir adversamente en la felicidad de sus
familias. El descanso para tomar café o fumar puede aumentar nuestra
productividad econónomica, cocteles y canutos lubrican y facilitan
interacciones sociales gratificantes, pero algunas personas arruinan
sus pulmones e hígados tempranamente, fumando y bebiendo hasta
una prematura sepultura. Por otra parte, tal como los «trabajómanos»
privan a su familia de un cónyuge o progenitor y, por tanto, perjudican
a otros; los consumidores de drogas pueden lastimar a otros además
de a si mismos, como sucede con el fumador cuyo «humo de segunda
mano» puede causar enfermedades pulmonares a un hijo o
cónyuge,112 o como quien se inyecta drogas perteneciente al mercado
negro puede contraer Sida o hepatitis, y posteriormente infectar a
otros a falta de moderación o la sobre especialización en la búsqueda
de placeres puede claramente conducir a excesos destructivos y
antihigiénicos, en detrimento de nuestra salud y felicidad, y la de
otros; pero, igual de claramente, el disfrute moderados y católico de
los placeres de la vida no sólo conduce a la salud y la felicidad, y no
sólo hace que valga la pena vivir la vida, sino que es, en sentido real,
la veradera finalidad de la vida, o al menos, como decía Théophile
Gautier al principio, «la Única cosa útil del mundo».
Como animales, es el placer lo que nos motiva, lo que hace girara
nuestro mundo. Incluso en las enrarecidas esferas mentales del
científico o el poeta, simplemente encontrarnos senderos de placer
más abstrusos. Como señaló el poeta William Wordsworth [1770–
1850], en su Lyrical Ballads [Prefacio, 1802]:

No tenemos conocimiento... fuera del creado por


el placer, y existe en nosostros solamente por
placer... El conocimiento, tanto del Poeta como del
Hombre de Ciencia, es placer.

Habitualmente desdeñamos los placeres del farmacófilo, al menos los


de quienes rinden pleitesía a drogas que no acostumbramos a tomar,
mientras aceptamos tácitamente, e incluso admiramos secretamente,
los placeres de los «trabajómanos», que quizá adquirieron más
merecimientos económicos que nosotros, y disfrutamos o envidiamos
a un lúbrico Don Juan sus conquistas concupiscentes, si son
pusilánimes. Pero no es necesario apresurarse demasiado en el
menosprecio de deleites divergentes, no sea que pasemos por alto
algo importante. Hemos visto que la ebriedad es parte de nuestra
herencia biológica natural, e indudablemente ha desempeñado un
papel crucial en nuestra evolución cultural, si no biológica; que los
embriagantes pueden en realidad proporcionar un placer «más robusto
y duradero» que la alimentación o el apareamiento. Me parece que el
farmacófilo, lejos de deambular por el mal camino, corrompiendo
peligrosamente circuitos de placer robados –desatando tumultos con
sus recompensas renegadas– está abriendo atajos más directos hacia
placeres prístinos y poderosos, no abstraídos artificialmente vía
complejos sistemas sociales, políticos o económicos, ni teóricamente
dependientes de otros, cuyos caprichos pudiesen frustrar nuestros
designios. En ausencia de cualquier perjuicio para otros, y de
autodestrucción tanto corporal como socioeconómica, ¿qué problema
concebible podemos tener con los placenteros pecadillos de otros?
¿Osamos menospreciar farmacófilos, desesperados por encontrar
sendas más directas hacia placeres más puros de lo que nos permiten
nuestro pudor, prudencia, pusilanimidad o prejuicio? Las personas
buscarán sus placeres en los embriagantes, nos guste o no; la gran
mayoría de nosotros lo hacemos ahora, por lo que sabemos siempre
ha sido así, y espero que lo siga siendo siempre. La prohibición sólo
puede distorsionar y pervertir la continua expresión de este impulso
animal básico; como dijo Huxley, la única Justificación posible podría
ser el éxito, pero su manifiesta falta de éxito es obvia para cualquiera
que preste atención, aunque siga atrayendo a quienes derivan sus
placeres de tratar de controlar y manipular a otros, probablemente
devotos de los embriagantes legales. La búsqueda de placeres
farmacológicos es algo dado, y el mejor servicio que la ciencia puede
prestar en este aspecto es hacer que esta búsqueda resulte más
segura y placentera. Bien puede ser que algunas personas necesiten
desesperadamente antiembriagantes, drogodisforiantes y, el resto de
ese arsenal militar de balas, mágicas para la adicción, que pueden
resultar tablas de salvación para ellos, hasta el extremo de aclamar a
sus descubridores como mesías suyos. Pero la gran mayoría quienes
se consienten ebriedades no están fuera de control, con lo cual no
sufre que estén entregados a este comportamiento por la simple razón
de ser agradable, en realidad mitiga algunas de las anomias inherentes
a la vida. Como señaló Huxley quien ofrezca algún sustituto «eficiente
pero sano» para los imperfectos embriagantes actuales, sin duda «se
contará entre los benefactores más insignes de la hum¡dad sufriente».
Además, es innegable que los embriagantes pueden potencialmente
proporcionar gratificaciones más allá del placer y el goce. Después de
todo, los estimulantes y esteroides se han prohibido en el atletismo
organizado porque claramente incrementa el rendimiento. Si no
mejorasen el rendimiento, si en lugar de eso redujese la capacidad
atlética, que atleta que se precie cargarla con este handicap, y por qué
iba a ser considerado necesario prohibir su consumo?114 Por lo que
respecta a la producción intelectual o artística, vimos en la página 13
que Baudelaire veía en la ebriedad vinosa «el medio tradicional del
arte», y que el arte más antiguo de todos –el rupestres de inspiración
chamámca, cuya esencia extática es la ebriedad visionaria.73 A que a
algunos les parecerá sofisticada la opción personal y el chauvinismo
feroz de Baudelaire, el entusiasmo de los artistas por los embriagantes
es legendario. Por otra parte, no hay duda de que los índices
mensurables de rendimiento mental o cognoscitivo humano son
susceptibles de aumento farmacológico, y los llamados nootrópicos o
«drogas listas» tienen sus ávidos adeptos, a pesar de las dificultades
manifiesta a la hora de medir objetivamente la inteligencia básica. En
cuanto a los embriagantes clásicos, resulta evidente que cuando
menos los estimulantes pueden incrementar el rendimiento mental o
intelectual, dramáticamente, en algunas personas.115
Además afirmaría, como sugerí en la página 50, que cualquier droga
psicoactiva puede ser una «droga lista» para alguien, y al mismo
tiempo ser potencialmente lo inverso para otra; es decir, de igual
modo casi cualquier droga psicotrópica puede ser una «droga tonta»
para alguien. Mientras algunos individuos son claramente capaces de
extremas adicciones a la anfetamina, que llevan a la ruina funcional
vidas y carreras, otros, según vimos, pueden ser transformados como
por encanto, pasando de diablillos hiperactivos incorregibles –
deficientes para el aprendizaje e ¡neducables –a estudiantes con
capacidad e inteligencia ordinaria. ¿Quien puede negar que la misma
categoría de drogas embriagantes –las anfetaminas– funciona por una
parte como drogas tontas destructivas, y por la otra, como drogras
listas supererogatorias? Por la misma razón, se estima que el 5% de la
población mundial padece depresión, lo cual puede ser una desventaja
frustrante. Algunos tipos de depresión responden bien a anfetaminas,
otros a opiáceos; en realidad, algunos casos intratables de depresión
no mejoran con la terapia antidepresiva convencional, pero pueden
tratarse con opiáceos. Opiáceos similares muestran ser adictivos e
¡ncapacitanles en si para una pequeña minoría de usuarios;
decididamente, su droga tonta. Aunque no hablamos en términos de
inteligencia per se, si los opiáceos o las anfetaminas pueden ayudar a
superar la depresión, potencialmente devastadora, Y capacitar a
algunas personas deprimidas para funcionar más o menos
normalmente, sin duda representan drogas listas para esos
individuos.116
Se estima que entre el 5 y el 10% de la población mundial padece
ansiedad grave, lo cual también puede comprometer o impedir
dramáticamente cualquier funcionamiento socioeconómico ordinario. El
tratamiento más común para la ansiedad clínica es la terapia
ansiolítica con benzodiacepinas,26 cuyo consumo está tan extendido
que en 1975 se determinó que un 15% de la población usana las había
tomado en un momento u otro –100 millones de prescripciones,
contribuyeron a vender 500$ millones de Valium® sólo ese año. Las
benzodiacepinas se consideran «drogas de abuso» y bien pueden ser
drgas tontas para algunas personas, pero para aquellos cuya ansiedad
tiende más a la angustia y el terror abyecto que al desasosiego,
pueden ser la diferencia entre acurrucarse en un rincón y tener una
carrera de éxito, drogas listas aliviantes. Ya hemos visto que hay
concomitancias neuroquímicas significativas entre estas
benzodiacepinas y el alcohol.89 El alcohol es sin duda una droga tonta
devastadora para aproximadamente el 10% de consumidores que se
habitúan excesivamente a su uso, pero es innegable que un gran
número de sus consumidores controlados están automedicandose
satisfactoriamente su ansiedad vía alcohol, que bien podría ser una
droga lista para ellos.117
Naturalmente, oimos un montón de críticas sobre la medicalización de
las aflicciones y tribulaciones cotidianas de la vida misma, ya que para
algunos cierto grado de ansiedad no es una enfermedad sino una
respuesta saludable, de hecho razonable a amenazas y problemas
reales. Algunos han llegado a afirmar que el dolor y el sufrimiento son
inherentemente buenos y virtuosos, o al menos imprimen carácter v
fortaleza; así pues, escudando farmacológicamente a las personas de
las «hondas
Y flechas de la atroz Fortuna», estamos privándoles forzosamente de
oportunidades para adquirir o demostrar fibra moral –aunque tiendo a
comulgar con los sentimientos de Blake expresados en la página 45.
Además ¿qué derecho tiene alguien a desestimar tan alegremente las
calamidades de otro, que, por supuesto, invariablemente serán tan
insignificantes como ajenas sean a la propia experiencia?
Comprendemos sin dificultad, incluso consentimos y protegemos, la
incapacidad que congénita o adquirida, aunque contemplamos la
incapacidad psicológica con desconfianza, refractándola a través de
lentes moralizantes, que tienden a considerar inhibición o incapacidad
como indolencia. Quizá alguna «medicación» con Valium® constituya
poco más que una muleta farmacológica, ¡por no mencionar la
automedicación con alcohol!. Algunas personas necesitan muletas,
¿qué diantres hay de malo en ello? Nunca juzgaremos a una persona
moralmente débil porque necesita gafas para ver el mundo con
claridad; ¿por qué, entonces, debemos moralizar sobre si otro
depende de alcohol o Valium® para ver el mundo tranquilamen con
optimismo y buen ánimo?
Un libro reciente91 ha examinado por extenso la llamada
«psicofarmacología cosmética», con el consumo de drogas
«abrillantadoras del ánimo»» como el Prozac® tanto orientado a
medicar trastornos clínicos claramente definidos, como a la que
personas tenidas por sanas con arreglo a los criterios actuales se
sientan normales; e incluso, en algunos casos, a sentirse mejor que
bien. Aún admitiendo que «paciente anhedónico» que toma Prozac® y
el usuario automedicado de cocaína están tratando ambos de
«compensar capacidades hedónicas disminuidas», y reconociendo que
la petición de esta droga por parte de un paciente «normal»
equivalente a pedir «cocaína legalizada», el psiquiatra Peter D.
Kramer, autor del libro, efectúa una prestidigitación filosófica, en un
intento por marcar la diferencia entre ambas. Al final censura
blandamente los embriagantes ordinarios, precisamente por
cortocircuitar el «proceso hedónico», por ir directamente a la fuente
de placer por no llegar a ella tortuosamente, vía acciones
indirectamente placenteras; mientras da por bueno el Prozac®, que
más bien «proporciona a las personas anhedónicas acceso a placeres
idénticos a los disfrutados por otras personas normales en sus
actividades sociales ordinarias». A mi entender, esto es un
circunloquio sofístico... basta observar que, como ya vimos, la mayoría
de las personas «normales» concede un lugar de honor a los
embriagantes, entre las «actividades sociales ordinarias» disfrutables.
Un «farmacógrafo» lo expresó mucho más llanamente: «La diferencia
entre Prozac y el Éxtasis es fundamentalmente una cuestión de
marketing». No, como Kramer observa correctamente, el quid de ese
asunto es: «hedonismo –¿debemos consumir drogas por placer?».
Está metiendo el dedo justo en la llaga cuando comenta: «entramos
en una época donde la medicación puede utilizarse para incrementar el
funcionamiento de la mente normal». La cuestión no es tanto
distinguir el incrementador médicamente prescrito de cualquier
sucedáneo autoadministrado, sino diferenciar enfermedad y disfunción
de gusto e indiosincrasia; distinguir anormalidad y el anticipable amplio
margen de la individualidad neuroquímica humana, donde puede
concebiblemente no haber norma.118
En el último capítulo vimos que la incipiente ciencia farmacogenética
proporciona innumerables ejemplos de «polimorfismos» o
mutaciones/variaciones genéticas en las proteínas del sistema
nervioso–enzimas clave, neuroreceptores, transportadores, etc. –que
son cruciales para el funcionamiento cerebral y pueden influir
drásticamente en el metabolismo y la sensibilidad de ciertos individuos
a drogas embriagantes particulares, así como ordenar
susceptibilidades idiosincráticas a las caricias enervantes de diversas
clases de euforizantes. La otra cara de la moneda de la ingeniería
psicofarmacológica, como comentamos_en el último capítulo, es
dilucidar los polimorfismos genéticos humanos que interfieren con el
funcionamiento neural básico, y conducen a gustos y susceptibilidades
variables en relación con los embriagantes, para desarrollar
tecnologías biomédicas que pueden identificarlos en análisis de sangre
y otros exámenes médicos rutinarios. Comprender las indiosincrasias
en materia de embriagantes indicará las mejores terapias para quienes
sucumben a adicciones incontroladas, y permitirá advertir a las
personas sobre potenciales debilidades constitucionales en relación
con ciertas drogas, pudiendo así optar por evitarlas, antes de que
«viajen allí y frecuenten a la Chusma Equivocada».
Inexorablemente se sigue, por supuesto, que tal como ciertas
personas pueden padecer debilidades constitucionales congénitas con
respecto a cierta clase de drogas embriagantes, podrían tener
debilidades constitucionales congénitas que podrían compensarse, o
incluso superarse, mediante un euforizante lúdico u otro. Ya hemos
examinado un caso extremo en relación con esto [vide supra, pág.
53]93 –el fuerte consumo de tabaco de los esquizofrénicos– que se ha
mostrado relacionado con cierta mutación particular en el gen de un
neuroreceptor colinérgico «nicotínico». Como en un modelo animal la
nicotina del tabaco temporalmente normaliza o supera una
consecuencia neurológica de este defecto –que constituye un síntoma
de esquizofrenia– no puede negarse que ese fuerte consumo de tabaco
típico en los esquizofrénicos representa su intento satisfactorio de
«automedicar» este rasgo neurológico congénito particular.119
Por el mismo motivo, algunas personas son inherentemente
hipersensibles al dolor, quizá debido a un gen defectuoso para una
enzima clave en la síntesis de opiáceos endógenos.84 Es lógico que
este defecto esté relacionado con un gusto por los opiáceos, y una
susceptibilidad a su consumo habitual; pero incluso esa ingesta de
opiáceos puede representar una «automedicacion» razonable de dicho
rasgo, útil para «normalizar» el metabolismo del m¡smo modo que la
insulina exógena normaliza el del diabético. Las anfetaminas son
claramente drogas listas para las víctimas de «trastorno de
hiperactividad con déficit de atención»,115 y ayudan dramáticamente a
la concentración «afinando» de alguna manera sus cerebros.
Seguramente, algunas personas que toman anfetaminas sin receta
médica están tratándose el mismo trastorno o uno similar, utilizando
la droga para compensar su déficit neuroquimico, tal como el coctel
podría servir como Valium®del hombre pobre. Tanto los opiáceos como
las anfetaminas tratan satisfactoriamente algunas formas de
depresión,116y podemos estar seguros de que algunas personas se los
autoadministran por esa razón. ¿Quien sería tan desconsiderado, como
para atreverse a tildar de vicio lo que puede ser una terapia eficaz,
una respuesta racional al debilitador sufrimiento? Si duda, tal
«automedicación» apenas superará el lenitivo, pero no hay pruebas
convincentes de que las terapias antidepresivas, ansioliticas y
antiesquizofrénicas116,117,119, sean sino paliativas, y está por saber si
estas terapias convencionales son más eficaces o económicas, en
casos dados –para algunas personas, son decididamente menos
accesibles.
La mayoría estará de acuerdo en que la esquizofrenia es un defecto,
que es razonable tratarla con drogas, incluso aunque solamente se
alívien sus síntomas, y pocos escatimarían al esquizofrénico un chute
de nicotina, que después de todo es legal, Podría esperarse una
tolerancia algo menor hacia una automedicación opiada la
hipersensibilidad al dolor, admitiéndose una laxitud mucho mayor para
quienes pueden pagar consultas médicas y recetas de codeína.
Disolver los problemas de uno en alcohol es un remedio casero poco
menos que universal, y hemos visto que el curso al Valium® ha sido
rampante. Pero supongamos que el trastorno que ha de ser tratado
profesionalmente o automedicado es lo que Kramer denomina
anhedonia o «capacidades hedónicas disminuidas», ¿qué diríamos
entonces? Aquí se debate la intensificación del placer, no la
medicación de alguna enfermedad, y en real¡dad no importa que el
tónico hiperhedonico sea el Prozac® medicantente prescrito o la
cocaína autoadministrada. Quienes rechazan perentoriamente todo
placer farmacológico deben forzosamente repudiar ambas cosas;
viceversa, quienes en principio aceptan las drogas de placer, las
aceptarán por igual.
No es mi intención evaluar si los paliativos farmacéuticos puediesen o
no ser superiores a sus sustitutos profanos: clorpromacina contra
cocaína; Prozac® opuesto a porros; vodka versus Valium®. Más bien
propondría que no necesitamos como diagnósticos de enfermedades
imaginarias, como la «anhedonia», para justicar el incremento de
placer farmacológico: la mayoría, diaria y resonantemente, lanza a
favor de ello los votos cristalinamente claros de sus hábitos de cafeína,
alcohol tabaco, marihuana e innumerables análogos. Nada podría ser
más «normal» que la búsqueda farmacológica del placer, aunque
consentírselo inmoderadamente pueda conducir a algunas personas
del placer a la perd¡ción. Bien podríamos definir cualquier hábito
exagerado como patología, como cierto tipo de obsesión, pero la gran
mayoría se consiente los euforizantes por el placer que proporcionan,
y la individualidad neuroquímica que predestina nuestros gustos y
tendencias divergentes hacia drogas particulares no es más patológica
que la individualidad gustativa, que ordena gustos multifarios con
respecto a alimentos. Más allá del principio de placer, ciertos
embriagantes funcionan ulteriormente para muchas personas como
drogas listas, que ayudan a superar alguna deficiencia neuroquímica
inherente, y capacita para ser más felices, más productivos, para
sentirse mejor. No se trata de que la ciencia médica deba aún
descubrir la naturaleza dañina de sus trastornos, y etiquetarlos como
entidades clínicas con quimioterapias apropiadas. Según creo, se
comprobará que, en la gran mayoría de los casos, no está implicada
ninguna patología auténtica, sino sólo sutiles variaciones en un
sistema increíblemente complejo, con miles de millones de células
cerebrales interconectadas vía quizá 100 neurotransmisores, muchos
con múltiples subtipos de receptores, siendo el conjunto un sólo
órgano dentro de un organismo complicado y sujeto a control
hormonal, al medio nutritivo interno, y al medio externo, etc. Las
posibilidades de indiosincrasia neuroquímica, de fenotipos
conductuales, quizá están solamente limitadas por el número absoluto
de animales humanos existentes, todos únicos; a este respecto podría
resultar que no hay individuo «normal» que contrastar cualquier
individuo anormal, y mucho menos los gustos de ella o él.120
Más allá de muchas patologías definidas, creo que la neurociencia nos
revelará cada vez más nuestra asombrosa o, mejor aún, ilimitada
diversidad –como en rostros o huellas dactilares– quizá con
características raciales, configuraciones familiares o rasgos
prominentes, pero cada uno de nosostros único y especial, cada cual
de cierta índole; nuestra infinita intrincación e idiosincrasia, no
obstante, injertada en ese cerebro arcaico, «reptiliano»... entramado
de circuitos cerebrales tableados... matriz milenaria de motivación
mesencefálica... rinencéfalon reptiliano recompensador... senderos de
placer primigenios... leche del Paraíso:

Llamar a esto animalístico es estar


equivocado: este proceso está muy por debajo
de los animales, por debajo de los reflejos, está
cerca de las raíces, la tiza y la piedra. Esto no
es la apatía de una raza agonizante, no es
degeneración... es algo más primordial...
[Gottfried Benn, Provoziertes Leben (Vida
provocada), pág. 334; 48–49 de la traducción]38

Debemos aprender a deleitarnos con la diversidad, a no demonizarla,


y a nuestros; congéneres les debemos cuando menos liberal tolerancia
para con sus fútiles flaquezas; compasión católica por cada fatídica
debilidad que constituye la herencia de la carne humana –porque tan
diferentes somos en cada fragmento como semenjantes somos. Las
balas mágicas para la adicción son santas y buenas, siempre que
su consumo sea voluntario,121 pero la neurociencia prestará mucho
mejor servicio a la humanidad con un programa práctico de ingeniería
psicofarmacológica. Nuestras arbitrarias y punitivas «Leyes de Salud
Pública» están pervirtiendo y patologizando pasatiempos primarios
impermeables a la legislación, y hora es de acometer un verdadero
cambio de política en salud pública, hora de que la política pública
refleje la predilección privada, reconociendo en el disfrute de los
euforizantes esa senda bien trillada en la perenne búsqueda de la
felicidad que nuestro gobierno ha jurado proteger. Protección, no
persecución, la política pragmática es nuestro derecho, no más
sermoneo, santurrón y cínico, ni fantasías fetichistas sobre una
«América libre de droga»122 que jamás ha existido ni existirá; eso no
es más que un placebo político.
Los placeres farmacológicos están aquí para quedarse, y debemos
aceptarlo para ser capaces de fundar las políticas en prevención y
protección, y no sobre prevarización y propaganda. Si las drogas con
las que nos deleitamos causan perjuicio, suavizemos
sus toxicidades, desactivemos sus peligros... si las personas quieren
disfrutar de euforizantes, que obtengan los placeres más puros, los
éxtasis más exquisitos que la farmacología pueda proporcionar. Sólo la
farmacohedonología puede llevarnos desde nuestra parálisis actual al
paraíso psiconáutico.

Psiconáutica y Farmacohedonología

Naturalmente, alguien inmediatamente men-


cionará la noción de perjuicio, individual y racial.
Drogas, intoxicaciones, éxtasis, exhibicionismo
espiritual –todo esto suena infernal a la mayor
parte de la gente. [...]
Pero... un estado que lanza guerras donde
mueren tres millones de hombres en tres años
difícilmente está en una posición para poder hablar
de perjuicio... El asunto no es el perjuicio, sino los
principios, y el tipo que uno desea adoptar.
Gonfried Benn Provoziertes Leben [1941]

Los farmacopuritanos sin duda persistirán en su perentorio rechazo de


todos los placeres farmacológicos –al menos los de otras personas–
mientras muchos médicos interpretan que la terapia es una
incumbencia exclusiva de la farmacología, aunque no sean nada
reacios a diagnosticar como patología incluso la falta de placer. Para
muchos, un interés demasiado vigoroso por el placer es ipso facto
patológico; una busqueda demasiado ávida y directa es pervertida.
Algunos pueden estar dispuestos a perdonar las drogas psicoactivas
como compensación de déficits neurológicos, siempre y cuando sean
tratados como enfermedades y disfunciones–Valium® para la ansiedad,
Ritalin® para trastornos en el aprendizaje. Pero ¿qué hay sobre la
«farmacopotenciación» de la capacidad personal, la optimización del
rendimiento, el uso de la medicación «para incrementar el
funcionamiento de la mente (y el cuerpo) normal?» ¿Admitirá la
medicina moderna esta «psicofarmacologla cosmética»? No olvidemos
que todo el armamentárium de la tecnología médica ha estado largo
tiempo al servicio de la «cirugía cosmética», y que la «farmacología
cosmética» ya existe –prueba de ella son el minoxidil o Rogaine®
[Merck Index 12: 6290] para retrasar el calvicie, y el ácido retinóico o
Retin–A® [Merck Index 12: 8333] para borrar las arrugas. Décadas
antes del Prozac® había florecido ampliamente una especie de
farrnacopotenciación, por el hipotensor propranolol o Inderal®
(Sumial®) [Merck Index 12: 8025], muy favorecido por músicos y otros
ejecutantes, para automedicar la (para ellos) potencialmente
paralizadora enfermedad... ¡del miedo escénico!123
En esta época de «potencial humano» obsesionada por ejercicio y
dieta, suplementos nutritivos, drogas listas, drogas y tecnologías de
«extensión vital» o antienvejecimiento, regímenes de culturismo e
inyecciones reforzadoras de hormonaesteroide–denigradas como
«bricolage corporal»–donde la tecnología farmacéutica y otras
trabajan escrupulosamente para favorecer el crecimiento personal y la
Autorrealización; ¿hay alguna incoherencia en demandar euforizantes
superiores y más seguros, nuevas y pletóricas prótesis farmacológicas,
ópticas correctoras cristalinas, lentes límbicas lenitivas para reducir
cualesquiera insuficiencias latentes o inescrutables ocultas en el
sistema nervioso humano? La propia civilización es un proceso que
favorece las potencialidaes humanas, el conocimiento y la tecnología
incesantemente extendidos, que amplían nuestro lapso vital, mejoran
nuestra salud y nutrición, ofreciendo constantemente posibilidades que
ningún profeta presagió en períodos pasados. Incluso el filósofo yanqui
Henry Thoreau [1817–1862], uno de los críticos más caústicos del
«progreso», concedió que la civilización constituía: «un verdadero
avance en la condición del hombre», aunque añadiese al respecto:
«sólo los sabios aprovechan sus ventajas». Lo mismo acontece con la
farnacopotenciación de la capacidad personal –sólo los sabios
aprovecharán de las ventajas que pueda conferir. Una profusión de
senderos penitenciales hacia la prodigalidad– patéticos pretextos para
la perdición personal– tal vez sea el horizonte farmacológico
aquellos cuya propensión es malgastar oportunidad y potencial.124
Los defensores de los potenciadores recetados, paliativos
farmacéuticos como Prozac® han intentado diferenciarlos de
potenciadores proscritos como la coca¡ y las anfetaminas, alegando
que, a diferencia de los segundos, los primeros contrarrestan cierta
«conservación del humor» –decretando que todo incremento o
potenciación debe inevitablemente ser reembolsado con intereses,
mediante un correspondiente «derrumbe, o depresión y debilitación
[vide supra, pág. 76]92 aparente analogía con el principio
termodinámico de «conservación de energía» que ni se crea ni se
destruye –es tan ridícula como es manifiestamente espuria. ¿Se
argumentará que la felicidad del hoy forzosamente habrá de ser
compensada a la tristeza del mañana, o es que esa «conservación del
humor» rige tan sólo para alteraciones farmacológicas del humor (que,
como ya hemos visto, son por la regla general naturales y no
artificiales, suscitando la inevitable cuestión: ¿que razón de ser
neurofarmacológica explica la hegemonía de la «conservación del
humor» en casos de farmacoactivación exógena de circuitos cerebrales
de recompensa, en contraposición a la farmacoactivación generada
endógenamente; y como puede ser el Prozac® aplicado exógenamente
esté exento de su jurisdicción?)? Naturalmemente no hay
«conservación del humor», fuera de ilógicas especulaciones, cogidas
por los pelos, mal concebidas y a medio guisar, hechas por dilettanti
descosidos, disimuladores disyuntivos de drogas.
Sin duda, el consumo inmoderado o pródigo de euforizantes,
especialmente de los más tóxicos, como el alcohol, puede provocar
resacas, que pagan la diversión de la larga noche con miseria la
mañana siguienre. Por otra parte, la euforia etanólica sobreviene con
prontitud tras un consumo moderado, y devuelve rápidamente a
disforia cuando el usuario se consiente más cantidad. Superar el límite
de uno –la intoxicación –es ese sobreconsentirse que provoca vértigo,
náusea y entorpecimiento, que engendra resacas. El bebedor
moderado sabe cuando parar, sabe que el ardiente beborrotear es
contra placentero, y puede disfrutar de la euforia etanólica con
impunidad. Lo que disipa el deleite en disforia es el propio despilfarro
del bebedor; una perpetuación del humor –el mal uso de medianoche
fabrica el malestar de mañana. Tampoco se puede argumentar que
enervación procede de los efectos energizantes de la cafeína;125 y los
grandes consumidores de tabaco están tanto más agotados a la
mañana siguiente que los consumidores moderados o los abstemios.
Debemos tener presente que el alcohol se cuenta entre los
euforizantes más tóxicos que existen cancerigeno, teratogénico,
neurotóxico y hepatotóxico– y que esas bearitudes báquicas son
corpóreamente estrepitosas, cargadas de efectos secundarios que van
desde los desagradables hasta los incapacitantes. Hemos aceptado
una de las drogas más «inmundas» con los brazos abiertos, pero no
debemos proyectar sus tendencias tóxicas a otras delicias menos
venenosas.
Sin embargo, hemos visto que 9 de cada 10 consumidores de etanol
han hecho las paces con esta droga, y la engullen para que produzca
placer en lugar de dolor. Incluso hay evidencias de que beber con
moderación, al menos vino, supone beneficios para la salud,
indudablemente relacionados con su capacidad para aliviar estrés y
tensión, agentes patógenos de la civilización, produciendo de este
modo placer, que es el más saludable de todos los humores.
Necesitamos desesperadamente una ciencia imparcial, no doctrinaria,
de la farmacohedonología, que comience investigando la farmacología
del placer desde sus raíces, nuestras sendas cerebrales de
recompensa. Esta investigación básica en farmacohedonología está ya
en camino, aunque infestada por la perversa ideología de la
farmacopatología. La divulgación actual de la quintaesencia del deseo
debe combinarse con una disección farmacogenética de los
mecanismos de la idiosincrasia embriagante, al servicio del
descubrimiento de la droga tonta y la selección de la droga lista
individual. Mientras tanto, esta ciencia básica debe complementarse
con investigación farmacohedonológica aplicada, con Ingeniería
psicofarmacológica de euforizantes más específicos y menos tóxicos.
Sólo entonces podremos presumir de entender la farmacología del
placer; aspirar a una ciencia sobre drogas de placer basada en
parsimonia farmacológica; a un eudemonismo de euforizantes. Un
elemento esencial de esta farmacohedonología aplicada es la Posología
psiconáutica–una investigación minuciosa sobre medios óptimos para
ingetir embriagantes optimizados. Por tanto la farmacohedonología es
una ciencia cuatripartita: investigaciones científicas básicas sobre
farmacología del placer y farmacogenética de la idiosincrasia
embriagante, combinadas con las ciencias aplicadas de la ingeniería
psicofarmacológica y la posología psiconáutica.
Ya hemos discutido con cierto detalle todo menos esos aspectos
posológicos pero antes de proceder a este asunto son pertinentes
algunas observaciones sobre la ética de las pruebas genéticas. Se ha
expresado mucha preocupación sobre el posible mal empleo de
información derivada de pruebas genéticas, por ejemplo en
discriminación ocupacional o de otro tipo, basada en rasgos
«indeseables». Es innegable que en este punto existen riesgos reales,
y hay ya leyes sobre los usos de información genética.126 Claramente,
las pruebas genéticas que divulguen cualquier predilección innata
hacia el hábito alcohólico, o de otras drogas, pueden ser injustamente
utilizadas para negar empleo o contrato de seguros. Por consiguiente,
es imperativo que esta tecnología sea desarrollada en forma de
productos de consumo, como equipos de análisis caseros análogos a
los de análisis de embarazo o nivel de azúcar en sangre que
actualmente están a disposición del consumidor. Esto permitiría a las
personas mantener privadamente, como debe ser, esa información útil
pero íntima.
Además, esta estrategia militaría en favor de la autoconfianza y la
responsabilidad personal, y contra la creciente ola de tecno–
impotencia, particularmente en cuestiones médicas. Ya es hora de que
reafirmemos hegemonía sobre nuestras mentes y cuerpos; de que
pongamos coto a hierofantes higiénicos y sus secuaces en el gobierno,
que ofuscan y disimulan con tecnología y jerga; que monopolizan la
firma y osan decretar qué medicinas y euforizantes están permitidos
en su perversa farmacracia, su dictadura duplícita de drogas. Aquello
que con toda razón Thomas Szasz ha condenado por infantilizacion
psiquiátrico/médica del ciudadano, a indudablemente su cenit cuando
burócratas arrogantes deciden por nosotros podemos y qué no
podemos ingerir o inyectarnos, tanto si nuestra meta es la terap¡a, el
placer –o ambos.127 Sometiéndonos cobardemente a la tiranía de
«Zares de la Droga» no electos, los ciudadanos de los Estados Unidos
consentimos degradantes asaltos a la dignidad humana –orinálisis en
el trabajo, «pesquisas de cavidades corporales» en aduanas –no
envilecida y deshonrada por las drogas, sino por nuestra
obsequiosidad. Como era de esperar, hoy está de moda que los
fumadores con cáncer pongan pleitos a las compañías tabaqueras,
como si hubiesen sido forzados a ingerir sus productos como tantos
indefensos animales de laboratorio –¡el macho «Hombre de Marlboro»
patéticamente transmutado en un canijo lloriqueante, incapaz de
resistir humeantes cantos de sirena! Cuando no asumimos
responsabilidad por las drogas que consumimos, los gobiernos nos
despojan condigname de nuestras libertades y nuestra dignidad, como
quitándole el caramelo a los bebés que nos hemos convertido. Ya es
hora de que maduremos, mientras haya tiempo.
La habituación al tabaco/nicotina servirá admirablemente como
cinosura en un examen sobre posología psiconáutica. Hemos visto gue
el tabaco era la prototípica droga «adictiva», que es una de las
habituaciones más extendidas, que sojuzga a un tercio de los adultos
usanos, y que el tabaco en forma de cigarrillos es considerado la droga
más adictiva y mortífera [vides supra, págs. 59 y 70]100,112 Como señaló el
«drogabusólogo» usano F. Leavitt, definir nuestro «abuso de drogas»
por consecuencias, antes de por decreto político, significaría que:

Muchos entre los 68 millones de usanos que han


probado la marihuana ya no seran clasificados como
drogoabusadores; pero prácticamente la totalidad
de los 55 millones de fumadores usanos de
cigarrillos en la actualidad sí lo serán. [Drugs oj
Behavior, pág. 188]

Quienes consideran que la proscripción y un mercado negro son


concomitantes indispensables de la «drogadicción» se sorprenderán al
saber que incluso sin prohibición, algo como el 30% del consumo
mundial de cigarrillos proviene de venta en mercado negro, y que el
prototipo de «guerra a las drogas» –repleto de purgas a oficiales de
aduanas corruptos e informantes encubiertos– ¡fue el control británico
del siglo XVIII sobre la importación de tabaco! Finalmente, para
quienes ilógicamente se niegan a reconocer como «drogas» al tabaco
y la nicotina, vale la pena mencionar que los expertos consideran que
la neurofarmacología de la nicotina es extraordinariamente similar a la
de la cocaína, y que sujetos experimentados a quienes se suministró
inyecciones intravenosas de nicotina, invitados después a identificar la
sustancia en una lista de drogas psicoactivas, ¡pensaron en la mayoría
que habían sido Inyectados con cocaína o anfetaminas!,128
Un principio posológico crucial a establecer, de vital importancia en el
caso de , tabaco/nicotina como de muchas otras drogas, es que la
forma cruda (planta) de la droga puede ser más tóxica que algún principio
activo purificado. En su libro pionero The Natural Mind23 que puede
justificadamente considerarse como Biblia del movimiento
«organófilo», el popular ensayista médico Andrew Weil defendió como
primera regla general práctica: «consumir las drogas naturales de
forma natural» manteniendo que sería más seguro y más saludable
consumir opio en lugar de heroína; coca antes de cocaína; cerveza y
vino en vez de licores. Si bien puedo estar de acuerdo con Weil en
estos casos particulares,34,35 estoy en franco desacuerdo con elevar
esto a regla general, y decididamente es del todo falso en el caso del
tabaco. La nicotina aislada y purificada de las hojas de tabaco
cultivado revela una toxicidad aguda extrema (se considera que
incluso 1–2 gotas de aceite de nicotina puro, o 60–120 mg., aplicadas
en la piel, sería suficiente para matar a un ser humano adulto vía paro
respiratorio, pero en el uso chamánico se toleran dosis
extremadamente altas de tabaco, y la toxicidad crónica del consumo
lúdico repetitivo y diario de nicotina per se parece ser nominal,
comparada con las toxicidades de otros componentes del tabaco
típicamente ingerido. Aunque la contribución de la nicotina a la
toxicidad cardiovascular del hábito al tabaco permanece oscura, una
reseña reciente alegaba «escaso riesgo cardiovascular» por
administración de nicotina pura en individu sanos, y la principal
secuela adversa para la salud por hábito al tabaco–cáncer de pulmón y
enfisema–claramente resulta de fumar tabaco, y. se ha adscrito a
innumerables subproductos de la combustión del llamado alquitrán del
tabaco, no a nicotina en sí misma. Puesto que se piensa que la
nicotina es el elemento «adictivo principal del tabaco, e
indudablemente explica su extendido consumo como embriagante
chamánico, considerables esfuerzos se han orientado hacia estrategias
«sustitución de nicotina» o haciendo que la nicotina pura resulte
asequible como alternativa al tabaco. Además, se ha descubierto
recientemente que en realidad la nicotina en sí posee cierta utilidad
terapéutica.129
Por otra parte, la sustitución de nicotina en general se ha defendido
como estrategia a corto plazo para desacostumbrar a las personas del
tabaco, y más también de la nicotina, comulgando con la ideología de
la farmacopatología misántropica, descarriada y predestinada al
fracaso. Una propuesta mucho más sensata sería diseñar sustitutos
para la nicotina más seguros y eufóricos [vide supra, pág.70], tiempo
que se desarrollan medios más saludables y eficientes de suministro
de la droga. El deber de la ciencia es eliminar la toxicidad del hábito al
tabaco, no intentar de manera poco realista, privar a la humanidad de
sus placeres. Últimamente, unas voces científicas se han alzado en
defensa de las delicadezas nepénticas de la nicotina, pero quizá nadie
lo expresó mejor que el escandaloso actor y poeta irlandés Oscar
Wilde [né Fingal O'Flahertie Wills, 1854–1900]:7 «Un cigarrillo es el
tipo perfecto de un placer perfecto. Es exquisito, y le deja a uno
insatisfecho. ¿Qué más puede uno desear?, [vide supra The Picture of
Dorian Gray, publicado original en 1891]. El inglés Michael A.H.
Russell, experto en tabaco y adicción, resumió optimamente la
situación, observando:130

Lo que mata son las impurezas del tabaco y su


humo, mientras que la nicotina proporciona la mayor
parte del placer, estimulación y alivio del estrés. Aquello
que merece la más seria consideración no es tanto el
potencial de formas más puras de nicotina como ayuda
temporal para dejar de fumar, si no sus potenciales usos
para la autoadministración a largo plazo. Los productos
convencionales del tabaco pueden ser en el futuro tan
arcaicos como ahora resulta el uso no refinado de alca-
loides en medicina popular, en comparación con los
productos modernos de la industria farmacéutica. El
principio para todas las drogas ha sido purificarlas tanto
como sea posible. Si la industria del tabaco no hace esto
con su droga, lo hará la industria farmacéutica.
Si bien fumar ofrece la ventaja indudable de una rápida y eficaz
suministro de droga al cerebro, es bastante obvio que se trata de una
de las vías de admistración menos saludables, que puede provocar
incendios y otros accidentes, y tiene el correlato
poco ético de exponer potencialmente a otros a drogas que quizá no
quieran ingerir. Ha habido un número considerable de investigaciones
sobre posología psiconáutica de nicotina, y ya se han desarrollado
varias alternativas prometedoras para su suministro.
Desgraciadamente la industria tabaquera y los fumadores se han
fijado en los llamados cigarrillos «bajos en nicotina» como alternativas
posológicas presuntamente más seguras, lo cual es contraproducente.
En primer lugar, la industria tabaquera ha logrado ingeniosamente
reducir los contenidos de alquitrán y nicotina, iprincipalmente mediante
reducir la cantidad de tabaco por cigarrillo! Mientras antes de la II
Guerra Mundial una libra de tabaco producía por término medio 324
cigarrillos (o 1,4 g. tabaco/cigarrillo) ¡hacia 1970 el término medio
era 467/libra; y 523/libra en 1980 (o 0,87 g. por cigarrillo)! Esta
brillante estratagema de
marketing se logró empleando la llamada «sábana de tabaco», o
restos de tabaco reconstituidos y prensados, en vez de hoja
desmenuzada; más el llamado «soplado» de tal hoja. Así pues,
¡parece que en cada lado del cigarrillo industrial hay un «soplado»
considerable! ¡Sin duda, esto es el epítome del astuto ingenio yanqui
para el marketing! A medida en que los fabricantes de cigarrillos
«soplan» sus productos, los fumadores se ven obligados a chupar trás
de ellos –entre chupópteros anda el 'juego– y como era de
prever, los datos indican que, enfrentados con unos productos bajos
en nicotina, los compensan fumando más cigarrillos, o tornando más y
más profundas caladas por unidad, y cosas por el estilo. Desde una
perspectiva de salud pública naturalmente, tendría más sentido
proporcionar cigarrillos altos en nicotina, que los fumadores no podrían
consumir vorazmente, ¡so pena de caer en trances adivinatorios ¡como
tantos tabaco–chamanes warao!
Ni por asomo la ingesta de tabaco implica tener que fumar, ni el
cigarrillo es la modalidad definitiva de ingerir de tabaco. En realidad,
hacia 1900 el mascar tabaco era con mucho el modo de ingesta
preferido de los usanos, representando un 44%
del consumo; sólo en 1941 se convirtieron los cigarrillos en la forma
mayoritaria del consumo de tabaco en Estados Unidos en algunos
paises europeos los cigarrillos no alcanzaron el estatus mayoritario
hasta la década de 1970.131 Aunque sea discutible si mascar o inhalar
constituyen medios más saludables de ingerir tabaco que fumar,
nadie pone en duda las saludables ventajas de ingerir nicotina pura,
en lugar de hacerlo a través de productos del tabaco; que ha
conducido al desarrollo y refinamiento de formas de dosificar de
nicotina pura, sans tabaco. Los primeros pasos en esta prometedora
dirección fueron perfilados en un libro reciente, Nicotine Replacemenl.
La alternativa más conocida es el chicle de mascar Nicorette® 112 que
contiene 2 o 4 mg de polacrilexo de nicotina por pieza, pero mucho
más prometedor es el Favor®, un «cigarrillo sin humo», y la variante
prototípico «casi sin humo» de R. J. Reynolds, Eclipse®. También hay
un producto híbrido entre chicle y tabaco de mascar llamado –
Masterpiece Tobac®, y la nicotina también está disponible en forma de
parches adhesivos para absorción transdérmica, Nicoderm® y
últimamente también como atomizador nasal, Nicotro®. En el caso del
Nicorette®, la nicotina se comprime en una base de chicle masticable y
se absorbe vía la mucosa bucal; mientras los parches Nicoderm®
(disponibles en dosis de 10, 20 y 30 mg.) liberan nicotina gradual-
mente, que se absorbe percutáneamente sin dificultad. El ingenioso
Favor® libera vapor de nicotina volatilizado, al chupar aire sin humo,
calentado por una punta de carbón encendido, a través de un
sustrato saturado de nicotina; y el Eclipse® implica, de forma similar,
chupando aire caliente a través del propio tabaco. Actuando la bomba
manual del atomizador de Nicotrol® (10 mg. Nicotina/1o ml.)
suministra una neblina fina con 0,5 mg. de nicotina.
La posología psiconáutica de algunos métodos alternativos para
suministrar la nicotina se ha examinado, comparándose tanto con
cigarrillos de tabaco como con la aspiración del tabaco en rapé. El
chicle de nicotina es con mucho la alternativa mejor estudiada, y se
descubrió que de una pieza de 2 mg., una media de 0,86 mg. de
nicotina podía llegar al riego sanguíneo (1,2 mg. Por pieza de 4 mg.);
mientras se ha dicho que los fumadores absorben 1,0 mg. de
nicotina al fumar un cigarrillo típico, que contenga 1,4 mg. de la
droga. Se supone que el período de vida media fisiológica (el tiempo
para que el 50% de la droga absorbida sea metabolizada) de la
nicotina es de 2 horas. Aunque los parches de 20 y 30 mg. nicotina
podrían producir niveles de nicotina en sangre equivalente o
superiores a los de fumar cigarrillos, lo hacen mas lentamente,
privando al consumidor del rápido y satisfactorio «flash» de placer.
Únicaménte la administración de 2 mg. de nicotina en solución
intranasal puede competir con la rapidez y «flash» de los cigarrillos –
en ambos casos, los niveles máximos en sangre se alcanzaban en 7,5
minutos, aunque en el caso de la solución, eran algo inferiores a los
producidos por los cigarrillos (14 contra 25 ng./ml. de nicotina).
Presumiblemente, serían recomendables algunos ajustes de la
dosificación intranasal (pero nótese que el Nicotrol® está calibrado
para una dosificación total de 1mg., 0,5 mg. por ventana de nariz,
cuando debería de suministrar una doble o triple cantidad), y se
subrayó que esta forma de dosificación, a diferencia del chicle de
nicotina (que requiere 30 minutos para alcanzar los niveles máximos
en sangre; mientras las tres dosis de parches requerían 3, 6 y 8
horas, respectivamente), produciría «el «zumbido» nicotínico, una
sensación «cabezona» o «vertiginosa» tipo droga, experimentada por
los fumadores durante su primer cigarrillo del día». Vamos... ¿«tipo–
droga»? ¡Llamemos al pan pan y al vino vino! Por lo que respecto a
Favor®, se insinuó que la mayor parte del vapor de nicotina estaba
siendo absorbido por las vías respiratorias superiores, en vez de por
los pulmones, y aunque podían alcanzarse niveles en sangre
adecuados con «caladas máximas», tomó 35 minutos para llegar al
tope, lo cual es excesivamente lento. El tabaco de rapé era más o
menos equivalente a fumar cigarrillos, en términos de
farmacodinamica de la nicotina.132
Sin embargo, debemos tener presente que solamente hay datos
preliminares sobre formas de dosificación prototípicas, y que
claramente hay esperanzas considerables tanto en la vía intranasal
como en la estrategia del vapor de nicotina, si la dosificación y los
parámetros físicos pueden manipularse para que permiten un
suministro eficiente a los pulmones. No obstante, y curiosamente, la
Food and Drug Administration (FDA) de Estados Unidos clasificó
Favor® como un «dispositivo de suministro de drogas», sujeto a una
experimentación y un escrutinio ruinosamente costosas, que
desalientaron el ulterior desarrollo de esta prometedora iniciativa,
¡bajo la rúbrica de protección al consumidor! Ahora que las
compañías tabaqueras pueden verse obligadas a acatar la regulación
de la FDA en cualquier caso, quizá esto pueda seguir, y seguirá. La
nicotina también podría suministrarse vía algún tipo de dispositivo
inhalador, semejante a los utilizados para administrar medicamentos
antiasma, e investigaciones recientes establecieron la viabilidad de un
drogo–suministro vía «grandes partículas porosas».Tanto la hormona
peptídica insulina, de alto peso molecular, como la hormona esteroide
testosterona, de bajo peso molecular, se administraban
eficientemente con esta técnica, que seguramente también
funcionaría con la nicotina. Además, la «liberación prolongada»
controlada de tales drogas a través de los pulmones resultó
prometedor.133
Si bien el suministro de nicotina presenta un mercado potencial
vasto, sumada a perspectivas de mejorar un problema de salud
pública importante, huelga decir que las nuevas tecnologías de
drogo–suministro son aplicables a otros euforizantes,
de tipo opiáceo –como heroína y morfina– y estimulante –como
cocaína y anfetaminas–sin desdeñar el THC de la marihuana, que
fumado puede acarrear problemas de salud similares a los de fumar
tabaco. También en estos casos, alguna forma de dosificación
intranasal o de inhalación podría resultar ventajosa, prosiguiendo la
investigación sobre posología psiconáutica aplicada a cada compuesto
individual, o a sustancias congéneres psicofarmacológicamente
diseñadas.
Otro terreno donde esta posología psiconáutica podría adelantar la
farmacohedonología es investigando fenómenos de drogo–tolerancia.
En lugar de aceptar tal cosa como inevitable, concomitante a la
administración crónica de drogas, o esforzarse neciamente por
incrementar artificialmente la drogo tolerancia, como vía la mal
concebida «vacuna de cocaína»,121 existen evidencias de que –al
menos en el caso de los opiáceos– la tolerancia a sus efectos
analgésicos y eufóricos puede ser parcial o completamente
contrarrestada farmacológicamente, inhibiendo el antagonista
narcótico endógeno ColeCistoQuina (CCQ), y/o administrando
anticuerpos anti–CCQ– o una suerte de «vacuna para la tolerancia a
opiáceos».116 Ya hemos visto que existen ligadores ansiogénicos del
receptor de benzodiacepina,26 cuya inhibición podría militar contra la
tolerancia a drogas ansiolíticas, y es probable que produzcamos
algunos antagonistas endógenos para nuestro hashish natural, la
anandamida,20 que podrían ser blancos potenciales para el
antimitridatismo de la marihuana.134
El quid de la cuestión es simplemente que no necesitamos delimitar
nuestros horizontes psiconáuticos por el apremio de la costumbre o la
tradición establecida, que no necesitamos botar a nuestros bebés
psiconáuticos, con el agua sucia de baño posológico! El hecho de que
fumar tabaco tenga consecuencias desastrosas para la salud en
ningún modo disminuye el valor de la nicotina como euforizante, sino
que más bien argumenta en favor de medios mayores y más seguros
de ingerirla. Por la misma razón, el hecho de que la inyección
intravenosa de heroína adulterada y contaminada se asocie con sida y
hepatitis en modo alguno define los riesgos de ésta, y otros opiáceos
afines; tan sólo subraya los peligros de introducir sustancias no
esteriles en el riego sanguíneo. Ni en un caso, ni en el otro, tiene
sentido describir el hábito de drogas en relación a un método de
suministro, particularmente infeliz; especialmente en el último caso,
donde las calamitosas «leyes de salud pública» han fomentado una
posología tan peligrosa: ¡la prohibición piadosamente pervierte un
potencial inmunoestimulante, convirtiéndolo así en un vector de
enfermedad! Suponiendo que algún opiáceo optimizado, alguna
neonicotina nonpareil, superior en todos los sentidos a prototipos
vegetales –más eufórica, más duradera, menos tóxica– llegase a
estar disponible en prácticos aerosoles inhaladores o en dispositivos
viables de suministro de vapor... ¿cuantos habituados persistirían en
sus antiguas costumbres, a riesgo innecesario de SIDA y hepatitis,
cáncer de pulmón y enfisema?
Naturalmente, aquí el punto clave es ofrecer alternativas viables,
para lo cual es necesario incorporar mejoras significativas allí donde
importa, en eficacia eufórica, en reducción de efectos secundarios
nocivos. Hablo de placeres más puros, no de sustitutos y recursos
provisionales escasamente adecuados, como el chicle de nicotina y la
metadona. No existen obstáculos científicos o técnicos que
entorpezcan nuestro progreso, ni misterios ontológicos recónditos...
¡sólo puritanismo contrario al placer, y obstinada gazmoñería
farmacológica! En lo cual, por supuesto, estriba la diferencia entre
PHARMACOPHILIA y otros estudios del «problema de drogas», porque
soy un sibarita, todo menos contrario al placer. He sido
perspícuamente lógico y concienzudo, pero me parece axiomático e
incotrovertible que las personas buscarán asiduamente placer donde
puedan encontrarlo, y las drogas euforizantes son demostrablemente
uno de los senderos más eficazes y eficientes hacia ese placer. Quien
se niegue a reconocer este aspecto fundamental de la naturaleza
humana y animal revela un entendimiento tan mezquino de la historia
y la ciencia, y es sospechoso de ser tan pobre de espíritu y
misantrópico, tan santurronamente siniestro, ¡que merece ser
inhabilitado para ejercer toda influencia sobre política pública, mucho
menos sobre moralidad! Si interponerse entre otros y sus placeres no
es obtusamente misantrópico, ¿entonces qué lo es? A mi juicio,
también es manifiesto que las personas tienen todo derecho a buscar
sus placeres donde quieran, mientras no perjudiquen o usurpen los
derechos de otros al hacerlo. Salvo que el habitué a drogas obligue
de alguna manera a otros a ingerir una droga involuotariamente, no
ha causado daño alguno a los derechos de otros –aunque no podamos
decir lo mismo del piadoso prohibicionista, ¡que puede infringir, e
infringe, los derechos de otros a ingerir las drogas de su elección!
Quienes derivan sus placeres de ejercer control sobre otros participan
inmoralmente en deleites inescrupulosos, probando frutos prohibidos.
En otras palabras, nuestro «problema de drogas» más peligroso es
más bien un «problema de prohibición», que erosiona nuestros
derechos humanos y pervierte nuestra Constitución, con ruinosos
costes para los fondos públicos, maximizando y exacerbando todo ese
tiempo los riesgos personales, sociales y de salud pública que
pudiesen acompañar a la imprudente complacencia en embriagantes.
En lugar de procurar facilitar y mejorar una persecución de la
felicidad farmacológica por parte de sus ciudadanos, los gobiernos
pervierten y deforman la ciencia médica, en una grotesca parodia de
protección –al–consumidor, magnificando monstruosamente cualquier
malignidad medicinal, intrínseca o fabricada; repito: un perfecto
ejercicio cínico de política procrusteana y policíaca, a años luz de una
profilaxis supuestamente benéfica y fundada en salud pública.
Gobiernos que prefieren castigo a protección, propaganda
farmacológica a pragmatismo, pietismo puritano a salud pública...
¿pueden seguir a largo plazo cobrando –o más bien mereciendo–
nuestro respeto? Esta es una cuestión abierta en un país como
Estados Unidos, donde una mayoría de los ciudadanos admite haber
experimentado con drogas ilícitas; es bastante más pertinente
preguntarse cuánto tiempo podrá prevalecer el puritanismo ante el
desastre de la prohibición, mientras las ciencias sondean la pangéica
ubicuidad del principio de placer como motif milenario de la
motivación; una evocadora energía de evolución.135 Parecería la
preempción prometéica de sendas farmacológicas dirigidas
directamente al placer –sin deambular oblicua y des¡nteresadamente
en sus inmediaciones, y desprovistas de todo sufrimiento y esfuerzo
estoico –cosa ofensiva para los prohibicionistas puritanos. Sus ideas
perversas sobre la masturbación como polución corporal y autoabuso
se aplican a la masturbación medicinal del drogoabuso: ¡el placer
perseguido en y por sí, y sin especial coste o lucha, equivale al pe-
cado! Como astutamente señaló Antonio Escohotado, Baudelaire fue
el «verdadero profeta del proh¡bicionismo», pues repudió el hashish
precisamente porque sus paraísos –a diferencia de los del alcohol–
evidentemente no imponían ningún peaje fisiológico: ,
En otras palabras, hay según Baudelaire una droga tan sublime po-
éticamente, y tan poco tóxica, que resulta pecado tomarla.
Semejante pecado farmacológico se capitalizaría y potenciaría en la
medida en que la farmacohedonología pueda suministrarnos placeres
más puros, y medios óptimos para ingerir euforizantes optimizados,
con pocos efectos secundarios adversos, o con ninguno. ¿Y si el
placer pudiese obtenerse sin coste farmacológico alguno,
simplemente estimulando eléctrodos implantados en nuestros
circuitos de placer, poco más o menos como la estimulación cerebral
eléctrica que actualmente se utiliza para tratar el parkinsonismo?
Hace cuatro décadas, Robert de Ropp había respondido esta
pregunta, respecto a ratas que estimulaban sus circuitos de placer
demasiado ávidamente:
¡Asombroso descubrimiento! Qué curiosas
perspectivas de depravación se despliegan ante
nuestros ojos. Vaya «abismo de goce divino»,
por apropiarme la frase de De Quincey, se abre
aquí ante nosotros. [...] ¿Es posible que esos
neurofisiólogos hayan logrado aquello que in-
cluso el diablo fue incapaz de hacer en todos
sus siglos de experiencia? ¿Podría ser que, en
realidad, hayan inventado una nueva forma de
pecado? [Drugs and the Mind, pág. 13] 136
No, simplemente habían inventado una nueva forma de placer, ¡y no
hay nada pecaminosa en el placer per se! Tenemos una «industria del
entretenimiento inmensa y en crecimiento –vídeo–juegos, música,
películas, deportes, televisión, revistas que ofrece frenéricamente
placeres preempaquetados; sin embargo damos la espalda a la
ingeniería psicofarmacológica sobre drogas de placer, ¡nuestro
verificado sendero recto hacia los deleites más profundos! Qué
irónico, en un sistema sicofántico de sondeos y encuestas, grupos
piloto y estudios de mercado, donde se ganan y se pierden fortunas
anticipando o malinterpretando tendencias en los gustos del
consumidor, que el desarrollo de la totalidad de una clase de
productos –los psicofármacos–se vea delimitado por la exigencia
antitética de que... ¡más les vale a los consumidores no apreciarlos en
demasía!
Pero las drogas, alterego de los imperios montados sobre el
entretenimiento, no desaparecerán ni serán barridas bajo alguna
alfombra recreativa, y PHARMACOPHILIA respeta, en realidad se
deleita, con aquello que a su cuenta y riesgo ignoran los expertos y
prohibicionistas: que el eudemonismo de los euforizantes está aquí
para quedarse, que es venerable, pangéica, panhistórica, todo menos
marginal, contracultural, patológica. ¡Mientras no lleguemos a un
acuerdo sobre este hecho fundamental de la vida, nuestros
pertinaces, pueriles y patéticos parches políticos de proscripción
seguirían exacerbando los mismos problemas que se propagandearon
prevenir! El poeta opiómano francés Jean Cocteau [1891–1963] captó
la quintaesencia de PHATMACOPHILIA:

El opio sigue siendo único, su euforia es superior a


la sobria. Le debo mis horas perfectas. Es una lástima
que, en lugar de perfecc¡onar su desintoxicación, la
medicina no intente hacerlo inocuo. [...] Es imperioso
que descubramos un medio de convertir en inofensivas
esas benéficas sustancias... algún día consumiremos
sustancias apaciguadoras sin peligro, sin adicción; y nos
reiremos del coco de las Drogas, y el opio domesticado
aliviaría el mal de aldeas donde los árboles una vez
murieron erguidos. [Opium, págs. 25, 45–46]

Concuerdo de todo corazón con el optimismo lírico de Cocteau, o


quizá con su opioísmo, y no debemos olvidar que PHARMACOPHILIA
apenas se restringe a los placeres más puros, pues abarca
farmacopotenciación, mejoras en el rendimiento, en la vida; es la
vida provocada (Provoziertes Leben) de Benn:
Lo que falta es algún esfuerzo educativo sistemático dirigido al incre-
mento consciente de la vitalidad, ya que este período en conjunto
carece de cualquier principio fundamental. De no ser esto así,
alguien podría proporcionar a nuestra raza una corriente de
intuiciones espirituales capaces de desembocar en una nueva era
creativa –digamos , aumentando los estados visionarios con
mescalina o hashish. [...] En lugar de dar Pervitin® [el clorhidrato de
metanfetamina] a pilotos de bombarderos y exploradores, podría ser
inteligentemente utilizado en institutos y universidades para inducir
oscilaciones cerebrales.38
La prohibición, el farmacoódio, se refiere al pecado, no a la ciencia; a
la política policial, no a la salud pública; y es una manifestación
moderna de la milenaria Inquisición Farmacrática [vide supra, págs.
42–46],70,71 alebrado tras un camouflage secular. Por
desesperadamente que necesitemos una ciencia de la
farmacohedonología, la farmacia celestial es más bien un asunto de
vida o muerte; para reconciliar el cuerpo con el espíritu, la materia
con la energía, el mysterium sernpiternum, afilado por exigencia
ecológica; todos somos psiconautas, de nuestra Vía Láctea,
transportados por Anaconda–Canoa sobre este Amazónas de los
Eones, Ahpikondiá, río lácteo de estrellas; trirremes mecidos por el
tiempo, alcanzando puertas celestiales, de fondo estrellado [viďe el
Epílogo Phytomphalos].137

Notas Bibliográficas

«Necesito tiempo para ultimar mi visión global, que


en forma esquemática se basa ya en una aseveración:
Dios es una sustancia». Dios es una sustancia, una
droga. Una sustancia productora de ebriedad afín al
cerebro humano. Esto es ciertamente posible y, en
cualquier caso, más probable que la alternativa de
cierta máquina administradora de electrochoques...
Gonfried Benn Provoziertes Leben [1941]

1
Les paradis articiels: opium et haschisch, se publicó en mayo de
1860, y fue registrado como propiedad intelectual el 2 de junio
[Poulet–Malassis et De Broise, París]. «De l'idéal artihciel –le
haschisch» (que se convirtió en la primera parte del libro, «le poeme
du haschisch»), apareció por primera vez el 10 de septiembre de
1858 en un número de Revue Contemporaine et Atherereum Francais.
«Enchantements et tortures d'un mangeur d'opium», (que se
convirtió en la segunda parte del libro, «Un mangeur d'opium»)
apareció en los números del 15 y el 31 de enero de 1860 del mismo
periódico. El póstumo (Euvres completes de Clrarles Baudelaire [Obras
completas de Charles Baudelaire, Michel Lévy Frenes, París, 1869]
colocó Les paradis artificiel en su tomo IV, con Petits poěmes en
prosee y otros trabajos. Me he atenido a la edición de Claude Pichois
de Les paradis artificiel [Éditions Gallimard, París, 1961], que
contiene también «Du vin et du hashish», así como las obras de
Théophile Gautier, «La pipe d'opium» [La Presse 27 de septiembre de
1838], «Le hachich» [Ibid. 10 de julio de 1843] y su fantasmagórico
«Le club des hachichins» [Revue des Deux Mondes 1 de febrero de
1846]. A Gautier [1811–1872], «el impecable poeta... mago perfecto
de las letras francesas... mi muy querido y altamente estimado
maestro y amigo», dedicó Baudelaire su venerado libro de poesía,
Les fleurs du mal.4

2
Cuando se publicó en una traducción francesa, de 1928, el pionero
tratado sobre drogas psicoactivas del farmacólogo Louis Lewin,
[Phantastica: Die Betäubendenr und Errengenden Genzzfmittel, Verlag
ven Georg Stilke, Berlín, 1924], ¡los editores no tuvieron escrúpulos
en cuanto a usar el título de Baudelaire: Les «paradis artificiels»
[Payot, París, 1928]! En realidad, ya el gran psicólogo británico
Havelock Ellis había tonado prestada la definición de Baudelaire en
un artículo que describía sus bioensayos psiconáuticos con péyotl, un
cacto rico en mescalina [Merck Index 12: 5965], conocido como
Lophophora williamsii (Lem.) Coult.: Mescal [sic]: A new artificial
paradise» [Contemporary Review 73: 130–141,1898]; repetido en
1898, Smithsonianh Istitution Annual Report for 1897 [Smidlsonian
Institution, Washington, nc; págs. 537–548] –El poeta francés
Henr¡ Michaux, relatando sus experiencias habitualmente malas con
mescalina y otras drogas, aludió repetidamente a les paradis ar-
tificiels de Baudelaire, apuntando en la introducción a su Miserable
miracle: la mescaline [Miserable milagro: la mescalina, Editions du
Rocher, Monaco,19561: «Tal cosa está en el precio de este
paraíso!». Su desolado relato Connaissance par les gouffres
[Conocimiento a través de los abismos, Gallimard, París, 1961], abre
diciendo «las drogas nos aburren con sus
paraísos», tras haber apuntado previamente «la fatiga es mi droga». Lo
único que puedo decir a eso es «¡pobre colega!» prefiriendo ver la
ebriedad como la veía Friedrich Nietzsche, como «un juego de la
Naturaleza con el ser humano» [Die Geburt der Tragödie (El nacimiento
de la tragedia), 1872], en el cual no todos pueden o quieren jugar, y
menos aún ganar, aunque muchos se atrevan a aventurarse en el
casino caleidoscópico de la Naturaleza.

3
En el número de septiembre de 1821 del London Magazine, Thomas De
Quincey, que entonces tenía 36 años, conmocionó a la sociedad inglesa
e hizo añicos la tradicional flema británica al publicar sus personales e
incluso íntimas «Confessions of an Opium–Eater, being an Extract from
the Life of a Scholar», primero de los 150 artículos que escribiría. Esta
sensacional pieza de 20 páginas le proporcionó inmediata reputación,
tanto por su escandaloso contenido como por su calidad literaria, y fue
seguida en 1822 por Confessions of an English Opium–Eater [Taylor &
Hessey, London], que contenía y aumentaba en gran medida dicho
artículo. El relato que De Quincey hace de «un extraordinario periodo
de mi vida», narra la historia de su prolongado y disoluto hábito de
láudano (tintura de opio que contiene alrededor de un 40% de alcohol,
cuya invención se atribuye generalmente a Paracelsus [Philip
Theophrastus Bombasí von Hollenllcin,1493–1541], al químico suizo
fundador de la medicina científica en el siglo XVI; si bien el láudano de
Paracelsus se presentaba en forma de pastillas o píldoras de opio). Las
Confesiones de De Quincey, además de ser generalmente consideradas
como una gran obra maestra de la literatura inglesa, son el punto de
partida para un género especializado de literatura sobre drogas, y un
trabajo significativo en los anales de la rnedicina científica, al inaugurar
el estudio de lo que hoy podría llamarse fisiología adictiva. En 1845 el
libro fue seguido, y en cierto sentido completado, por Suspiria de
Profundis (publicado originalmente en cuatro partes por la revista de
New York Blackwood´s, y añadido a la edición de las Confesiones hecha
por Ticknor & Fields en 1859 en Boston). Actuando de modo parecido a
su predecesor francés, Alfred de Musset (que publicó en 1828 lAnglais
mangeur d´ópium, una especie de adaptación a De Quincey),
Baudelaire alternó, tanto en su artículo sobre el opio de 1860 como en
Les paradis artificiels, traducciones ocasionalmente largas de De
Quincey con comentarios y análisis propios, y no vaciló en añadir
algunas palabras suyas entrecomilladas como si fuesen de De Quincey,
ni en tomarlas prestadas directamente de De Quincey en sus
comentarios, sin preocuparse por pagar dichas deudas literarias con el
uso de comillas. Sólo alguien íntimamente familiarizado con De Quincey
puede saber con certeza si es el maestro quien habla o es el
amanuense. En la segunda parte de Les paradis artificiels Baudelaire
hizo también un similar comentario/traducción de Suspiria de Profundis
y–especialmente– de la sublimemente lúgubre obra maestra que es
Levana: And Our Ladies of Sorrow.

4
El primer escrito publicado por Baudelaire sobre vehículos de ebriedad
fue «Du vin et du hashish: compares comme moyens de multiplication
de l'individualité» («Sobre el vino y el hashish: comparados como
medios para potenciar la individualidad»), que se publicó en cuatro
partes en los números del 7, 8, 11 y 12. de marzo de 1851 de Le
Messager de l´Assemblée, en París. Al principio fueron versiones en
prosa de dos poemas (Les vins des chiffonniers o Los vinos del trapero
y l´Ame du vin o El alma del vino, este último escrito muy
precozmente, en 1844) incluídos en Les fleurs des mal (Las flores del
mal), ese hito de la poesía contemporánea publicado en 1857 [Pouleo–
Malassis et De Broise, París]. Una sección de esta obra maestra, que
originalmente contenía 100 poemas, es Le vin (El vino), que incluye
cinco poemas sobre el vino (los ya mencionados y Le vin de l´assassin
o El vino del asesino, Le vin du solitaire o El vino del solitario, y Le vín
des amants o El vino de los amantes, corresponden a los números
XCIII–XCVII). La primera sección, Spleen et idéal (Spleen e ideal)
contiene, como número XLV, un poema titulado Le poison (El veneno),
y la versión ampliada de 1861 se cerraba con Le voyage (el viaje,
CXXVI), que aparentemente se refiere al opio o a la ebriedad producida
por otra droga. Había aquí referencias al «Circe tiránica de los
peligrosos perfumes», al «inmenso opio», al «perfumado Loto», a
«frutos milagrosos» y a «ti, veneno que puede consolarnos». Desde su
publicación (el 25 de junio) causó inmediata sensación y escándalo,
debido a sus supuestos delitos «contra la moral religiosa», y «contra la
moral publica», que desembocaron en un juicio por obscenidad
celebrado el 20 de agosto ante la Sala sexta de lo penal de París. Se
pronunció sentencia al día siguiente, siendo declarados los acusados,
autor y editores, inocentes del delito «contra la moral religiosa», pero
culpables del delito de «ultraje a la moral pública» (outrage á la morale
publique), siendo multado el autor con 300 francos y los editores con
100, además de ordenarse la expurgación de los poemas XX, XXX,
XXXIX, LXXX, LXXXI y LXXXVII (Les bijoux [Las joyas]; Le Léthé [El
Leteo]; A celle qui est trop gaie [Para la que es demasiado alegre];
Lesbos [Lesbos]; Fěmmes damnées [Mujeres condenadas]; y Les
métamotphoses du vampire [Las metamorfosis del varnpiro]). La
segunda edición, publ¡cada en 1861, omitió obedientemente los 6
poemas «obscenos», pero añadió 35 nuevos. En febrero de 1866, las
poemas suprimidos fueron publicados en Bélgica como parte de una
colección de 23 poemas titulada Les épaves [Los desechos; Poulet–
Malassis, Bruselas; tras haber aparecido dos años antes en Parnasse
satyrique du dix–neuvieme siécle]; por entonces Baudelaire sufrió una
apoplejía, presagio de su muerte en agosto del año siguiente, con 46
años. Curiosamente, el nombre de este gran genio de las letras
francesas sólo serla revindicado bastante después de muerto. El 31 de
mayo de 1949, un día antes de que yo viniese a este mundo, y casi 82
años después de que él lo abandonase, gracias a una legislación
especial de 1946 que abrió la posibilidad de revisar este particular caso,
un Tribunal de Apelación francés revocó solemnemente el juicio de
1857, rehabilitando a Baudelaire y a sus editores del «delito» de
obscenidad ¡92 años después de que ocurriese! Las ediciones actuales
de Les fleurs du mal [yo me he basado en la de Claude Pichois, Éditions
Gall¡mard, París, 1996] incluyen los 126 poemas del canon, más los 23
de Les épaves y los 14 añadidos a la tercera edición de 1868 [Michel
Lévy Fréres, París], hasta llegar a un total de 163. Hay innumerables
traducciones, individuales y colectivas, al castellano, inglés y a otras
lenguas.

5
Bajo el título Le spleen de París (El spleen de Parls), Baudelaire publicó
diversos poemas en prosa (los más precoces son de 1855) en los
números del 7 y el 14 de febrero de 1864 de Le Fígaro. Una colección
extensa de 50 poemas,fue publicada como Petits poémes en prose
[Pequeños poemas en prosa, Michel Lévy Freres París, 1869]. El quinto
poema, La Chambre double [La habitación doble; publicado
originalmente en La Presse el 26 de agosto de 1862], versa sobre una
ensoñación opiácea (láudano); el poema número 33, Enivrez–vous
(Embriáguese; de la colección de Le Figaro), es una verdadera oda a la
ebriedad [vid– infra, pág. 14]. Drogas o ebriedad aparecen en muchos
otros poemas en prosa; por ejemplo, en el poema número XLVI: «¡Tú,
embebedor de quintaesencia.! ¡Tü, comedor de ambrosía!.

6
Baudelaire fue un gran admirador, crítico y traductor del famoso
poeta usano42 Edgar Allan Poe [1809–1849], en quien veía a su
«alma gemela», confesando con orgullo que la obra de Poe contenía
«frases enteras» que se le habían ocurrido a él
independientemente, por inspiración de la misma musa. En un
extenso análisis, «Edgar Allan Poe, sa vie et son travaux» [Edgar
Allan Poe, su vida y obra», Revue de Paris, números de marzo y
abril de 1852], Baudelaire se refirió a la legendaria dipsomanía de
Poe: «Al final, Poe se evadió de todo –vértigo cara al infinito,
problemas conyugales, las pequeñeces de la pobreza– en la negrura
de la ebriedad como en la negrura de la tumba; porque no bebió
con glotonería, sino con barbarie; le bastaba que el alcohol
humedeciese sus labios para que se plantase en el bar y apurase
trago tras trago, hasta haber ahogado a su buen ángel y aniquilado
sus facultades». Si bien Baudelaire y otros dieron por hecho que
Poe también había sido un habitué al opio [por ejemplo: A. Hayter,
Opium and the Romantic Irnagination, Faber y Faber, Londres, 1968],
Poe fue, decididamente, un alcohólico inveterado que expiró en
Baltimore entre ataques de delirium tremens, apenas tres meses
antes de cumplir 41 años. Baudelaire, por ejemplo, escribió en la
cuarta sección del «Le poéme du haschisch„: „...pero ¿en cuantos
maravillosos pasajes de Edgar Poe, ese poeta incomparable. ese fil-
ósofo irrefutable, que siempre ha de ser citado sobre las
misteriosas enfermedades del espíritu, no se describen los sombríos
y fascinantes esplendores del opio?».

7
Baudelaire también conoció en profundidad la peculiar ebriedad
producida por la absenta (un licor hecho destilando alcohólicamente
hojas maceradas de ajenjo, Arternisia absinthium L.. y otras hierbas),
llamada La fée verte, «El hada verde». Esta potente libación (68–
85% de alcohol) era también rica en el volátil monoterpenoide
psicoactivo tujona (sin. absintol, salvanol, salviol, tanacetona, 3–
tujanona [Merck Index 12: 9533]), que, según algunos, tiene un
efecto similar al de marihuana rica en THC.9 La prohibición de la
absenta debido a su presunta neurotoxicidad en las primeras dos
décadas de este siglo fue el prototipo para la actual «guerra» a las
drogas. Si bien Baudelaire no incluyó la absenta en sus ensayos
sobre la ebriedad (o, quizá, la incluyó tácitamente como bebida
alcohólica análoga, bajo el concepto amplio de «vino»), esta bebida
había influido mucho más que el opio o el hashish en su predecesor
Alfred de Musset, 3 y lo mismo ocurrió con su progenie poética: Paul
Marie Verlaine, Arthur Rimbaud (el primero fue encarcelado en una
ocasión por haber disparado sobre éste último en un ataque de
celos, sin duda azuzado por su habitual borrachera de absenta),
Oscar Wilde, Ernest Dowson y otros. Por supuesto, El hada verde se
asoció íntimamente con el movimiento artístico del impresionismo
parisino, empezando, por el amigo de Baudelaire, Édouard Manet, y
su controvertido lienzo de 1859, l´Absintheur (El bebedor de
absenta). La absenta y sus bebedores fueron temas habituales del
arte impresionista. El cuadro más famoso sobre la absenta fue
probablemente, la obra maestra de Edgar Degas, l´Absinthe, de
1876, y este tema sería retomado por Paul Gauguin, Vincent Van
Gogh, Henri M. de Toulouse–Lautrec y otras figuras menores del
movimiento; posteriormente fue hábilmente explotado por el joven
Pablo Picasso y, entrando ya en el siglo XX, la absenta se asoció
especialmente con el dramaturgo surrealista Alfred Jarry. Una fas-
cinante exposición del arte relacionado con la absenta puede
encontrarse en el libro de Barnaby Conrad III, Absinthe: History in a
Bottle [Chronicle Books, San Francisco, 1988].

8
Los números de página provienen de la vigésima primera edición
del Diccionario de la lengua española [Editorial Espasa Calpe, Madrid,
1992 (dos volúmenes numerados 1–1077 y 1079–2133)]
9
La obra clásica sobre fitoquímica del opio es la de Lindón F Small y
Robert E. Lurz, Chemistry of the Opium Alkaloids [Suplemento num.
103 a los Public Health Reports, us Government Printing Office,
Washington, 1932], Un informe más actualizado pero mucho menos
detallado puede encontrarse en el libro de L.D. Kapoor, Opium
poppy: Bptany,
Chemistry, and Pharmacology [The Haxorth Press, Binghamton,
1995] . El láudano y otros preparados opiáceos tipicos del siglo XIX
son descritos en The Practice of Pharmacy, de J.P Remingron
[publicado originalmente en 1885; he utilizado la tercera edición
Lippincott, Londres, 1894], Para el análisis de la química y la
farmacología del Cannabis, vide: R. Mechoulam (Ed.),. Marijuana:
Chemistry, Pharmacology, Metabolism [Academic Press, New York y
Londres, 1973]; Marijuana Chemistry: Genetics Proresting, dI'oteney,
de Michael Stacks [Room Publishing, Inc., Berkeley, CA, 1990].

10
ENTEÓGENO nov. verb. Sacramentos vegetales o embriagantes
chamánicos que evocan éxtasis religioso o visionario, utilizados
habitualmente en el mundo antiguo para trances adivinatorios en
curación chamánica y en Sagrada Comunión, por ejemplo durante la
iniciación a los Misterios de Eleusis o en el sacrificio del soma védico.
Literalmente: devenirse divino por dentro. De aquí: La Edad de los
Enteógenos nov. verb., Enteogénico nov. verb. [The Age of
Entheogens, The Angel´s Dictionary, Natural Products Co., Kennewick,
WA, 1995 págs. 88–89]. El neologismo fue acuñado a instancias del
difunto R.Gordon Wasson partiendo del término griego que define la
inspiración divina, ε ν θ ε ο ζ (entheos), por un comité ad hoc que
contó con los filólogos clásicos Carl A. P Ruck y Danny Staples y, como
enteobotánicos, con Jeremy Bigwood y yo mismo [C.A.P Ruck et alii,
«Entheogens» journal of Psychedelic Drugs II: (1–2):145–146,1979; J.
Ott, «Entheogens II: On entheology and entheobotany» ¡bid 28(2):
205–209, 1996; que incluye el articulo original como apéndice].
Aunque nuestro neologismo es a veces mal interpretado, como si
fuese sinónimo de psiquedélico o alucinógeno, en realidad se trata de
un término más amplio que carece de los referentes farmacológicos
implícitos en esos controvertidos y peyorativos epítetos; se refiere
más al contexto cultural de uso que a las propiedades farmacológicas.
Exploraremos con profundidad el verdadero contexto cultural en el
CAPÍTULO DOS, «Farmacia Celestial». También vale la pena apuntar
que muchos térm¡nos científicos acuñados para describir los efectos
visionarios de los embriagantes chamánicos están tácitamente
imbuidos por el concepto baudelairiano de arrificialidad, especialmente
alucinógeno, «que produce percepciones falsas o de ilusiones»,
psicotomimético «que simula psicosis» (síntoma de la cual son las
alucinaciones), psicodisléptťco «que causa disfunción mental»,
delusionógeno, delirante, etc. [L. Grinspoon y J.B. Bakalar, Psychedelic
Drugs Reconsidered, Basic Books, New York, 19791. En lo que fue un
tratado pionero en el campo de la enteobotánica, el historiador francés
de la religión Philippe de Félice publicó, en 1936, Poisons sacrés
ťvresses divines: essať sur quelques formes imférieures de la mystique
[ Venenos sagrados, ebriedades divinas: ensayo sobre algunas formas
infěriores de la mistica, Éditions Albin Michel, París; facsímil por la
misma firma en 1970; editado en italiano, Le droghe degli de¡, veleni
sacri, estas¡ divine, sets, Génova, Italia, 1990]. A pesar de que subrayó
el nexus entre religión y ebriedad, la caracterización que de Félice hace
de esta últinta como una «forma inferior de la mística» es
lamentablemente infundada, tal como demostraré en el CAPÍTULO
DOS.

11
Flaubert desaprobó el «Espíritu del mal» (l´Esprit du mal) de
Baudelaire en Les paradis artificiels, advirtiendo sobre tonos católicos.
Igualmente, lamentó que Baudelaire censurase el hashish y el opio,
apuntando proféticamente: «¿No te das cuenta de lo que puede ocurrir
en un futuro?» [A. Castoldi, El texto drogado, Anaya & Mario Muchnik,
Madrid, 1997].

12
Vacilando entre la indignación moral y la censura de los voluptuosos e
irresolutos que se rendirán a la seducción de las drogas, Baudelaire
hace repetidas afirmaciones de naturaleza moralizante o
sermoneadora: «Este es el castigo por la impía prodigalidad con la que
has desperdiciado tu fluido nervioso. Has lanzado tu personalidad a los
cuatro vientos del cielo y, ahora, ¡qué esfuerio te costará reunirla y
concentrarla de nuevo!» (Sec. ut, Le théátre de.Vraphin, «El teatro
seráfico»); «En efecto, al hombre le está prohibido, bajo pena de
pérdida y muerte intelectual, violentar las condiciones esenciales de su
existencia y romper el equilibrio de sus facultades con el escenario en el
cual está destinado a actuar; en una palabra, perturbar y reemplazar
su destino con una fatalidad de nuevo cuño,. (Set. v, Morale); «El
hombre se habría convertido en Dios, pero en virtud de una ley moral
incontrolable cae pronto por debajo incluso de su verdadera naturaleza.
La suya es un alma vendida a trozos» [Ibid.]; «Tras todas estas
consideraciones, es superfluo insistir en el carácter inmoral del hashish,
He de compararlo al suicidio, a un lento suicidio, a un arma siempre
ensangrentada y siempre afilada, ningún espíritu razonable lo pondrá
en duda». [ibid l; «Si llamamos estafador al jugador que ha
encontrado un medio para jugar sin riesgo, ¿cómo debemos llamar al
hombre capaz de comprar, por un poco de dinero, felicidad y genio?»
[Ibid.; y finalmente «Yel afligido poeta reflexiona: «Esos pobres diablos
que no han ayunado ni rezado, y que rechazan la redención del trabajo,
buscan en la magia negra los medios para elevarse hacia una existencia
sobrenatural de un solo golpe. La magia los seduce y alumbra para
ellos una falsa felicidad y una falsa luz; mientras nosotros, poetas y
filósofos, hemos renovado nuestra alma con el trabajo continuado y la
contemplación; por el ejercicio habitual de nuestro albedrío, y la
constante nobleza de propósito, hemos creado para nuestro uso un
jardín de belleza auténtica. Creyendo en la máxima de que la fe puede
mover montañas, ¡hemos alcanzado al único milagro para el que Dios
nos ha otorgado licencia!» [ibid.]

13
En su discurso de la sección V, sobre la supositicia inmoralidad del
hashish, Baudelaire cuenta que ofrecieron a Balzac un producto
elaborado con hashish llamado dawamesk, hacia el cual mostró
considerable curiosidad. Pero, según se afirma, no se dignó catarlo,
supuestamente porque «la idea de pensar incluso sin querer le ofendía
profundamente». En cualquier caso, resulta evidente, tras consultar la
correspondencia de Balzac del 23 de diciembre de 1845, que en
realidad sí cató la droga. [Correspondances, Classiques Garnier, París;
Vol. v, P. 711. Ello ocurrió indudablemente en el Hótel Pimodan, en el
famoso Club des Hachichins.14 Irónicamente, al menos según Gautier,
¡fue más bien Baudelaire quien no ingirió el hashish, al menos durante
las sesiones del Club des Hachichins, aunque residiera en el Hótel
Pimodan desde octubre de 1843 hasta septiembre de 1845!

14
«Le club des hachichins» de Théophile Gautier inmortalizó el famoso
club literario que él mismo había fundado, y que se reunía en el Hótel
Pimodan, en la lle Saint–Louis, sobre el Sena. Un miembro clave del
club fue el médico Jacques–Joseph Moreau [de Tours, 1804–1884], el
doctor que en la historia de Gautier dispensa el preparado de hashish
con las famosas palabras: «Esto se les descontará de su parte del
paraíso». A Moreau se le considera un pionero de la quimioterapia
psiquiátrica; publicó el tratado primario Du hachisch et de l´áliénation
mentale [Sobre el hashish y la alienación mental, Librairie de Fonin
Masson et Cie., París, 1845; reimpreso en facsímil, Collection
«Esquirol», París, 1970]. Además de Balzac, es sabido que Víctor Marie
Hugo [1802–1885] asistió a las reuniones. Otro famoso hachichin fue
Gérard de Nerval (né Labrunie), que vivió en Oriente Próximo y cuya
narración de viajes Voyage en Orient (Viaje a Oriente) detalla el uso de
hashish fumado – Nerval se suicidó ahorcándose en enero de 1855, a la
edad de 46 años.

15
Este subtítulo lo tomó prestado el dramaturgo surrealista francés
Antonin Artaud [18961948], fundador del llamado «teatro de la
crueldad», para un artículo escrito en México en abril de 1936. Artaud
revolucionó el teatro mejicano durante su breve estancia, en Dance,
conocido por sus artículos sobre el péyotl2 y sobre los indios
tarahumara [The Peyote Dance. Farrar, Straus y Giroux, New
York,1976; México y viaje al país de los Tarahumaras, Fondo de Cultura
Económica, México, 1984]. Antes, en 1925, Artaud publicó un acta de
acusación contra la prohibición de las drogas, especialmente en cuanto
al opio, promulgando «su ley del fruto prohibido», [J. Stratisbaugh y D.
Blaise (Eds.), The Drug User. Documents: 1840–1960, Blast Books,
New York, 1991; págs. 50–52]. Cuando volvió a Europa, tras apenas
nueve meses en México, Artaud consumió el grueso de los días que le
quedaban en diversas instituciones mentales.

16
El descubrinliento original de endopiáceos se produjo en Escocia, al
aislar los pentapéptidos Leu5–encefalina y Met5–encefalina.
Posteriormente, se descubrió que la estructura de este último se
encuentra en la hormona de la pituitaria β –lipotropina que, además,
produjo como fragmentos tres endopiáceos adicionales: α –endorfina,
γ –endorfina y β –endorfina [Merck Index 12: 3613]. Más adelante se
descubrieron formas extendidas de Leu5–encefalina, conocidos como
dinorfina A y dinorfina B [(Merck Index 12 :3528) para un excelente
análisis de los endopiáceos vide J.R. Cooper et alii, The Biochemical
Basis of Neuropharmacology, Oxford University Press, New York, 1991
(sexta edición; publicado originalmente en 1970)]. Asombrosamente, el
descubrimiento fue anticipado 275 años (en 1700) por el médico
británico John Jones, en su histórico The Mysteries of Opium Reveal´d
Richard Snaith, Londres], donde apuntó: «llevamos naturalmente un
Opiáceo dentro de nosotros». Jones basó su extraordinaria intuición en
la cualidad subjetivamente natural de la ebriedad producida por el opio.

17
Esto significa sencillamente que un animal experimentado y con
tolerancia a los efectos de una droga A –con lo cual necesitará dosis
cada vez mayores para conseguir el mismo electo– será tolerante
también a una droga B análoga, que mantenga tolerancia cruzada
con dicha droga A. Análogamente, el «síndrome de abstinencia» ,
causado por la retirada súbita de la droga A puede suavizarse
suministrando la droga B.

18
En 1973, partiendo del tejido cerebral porcino, investigadores
usanos42 aislaron los primeros «receptores opiácea». Son de tipo
enzimático, proteínas cerebrales naturales normalmente incrustadas
en membranas celulares, dentro de las cuales mensajeros químicos
de otras células –en este caso los endopiáceos– se intercalan o ligan,
conduciendo a un cambio de conformación en la membrana que es
fundamental para la transmisión del mensaje por la célula receptora.
Así, los endopiáceos resultan ser neurotransmisores, y los
«receptores opiáceos" encontrados en el cerebro y otros tejidos
nerviosos parecen ser sus receptores de neurotransmisor, flechas y
dianas bioquímicas que median en la transmisión de impulsos
nerviosos desde una célula a otra. Actualmente conocemos al menos
tres clases de estos receptores opiáceos: 1) MU (µ ), activado por la
morfina, la β –endorfina y las encefálinas; 2) DELTA (δ ), activado
por las encefalinas; y 3) KAPPA (κ ), activado por las dinorfinas.
Existe también un receptor putativo SIGMA (σ ) y un receptor
ÉPSILON (ε ), activado este último por la [β –endorfina, pero tan
sólo conocido a partir de tejido vas deferens (canales seminales
macho), todavía no a partir de tejido cerebral [S.H. Snyder y S.
Matthysse, Opiate Receptor Mechanisms, MIT Press, Cambridge, nu,
1975 J.R. Cooper et al¡i The Biochemical Basis of
Neuropharmacology16].

19
Seis años después de que los endopiáceos fuesen descubiertos, su
historia dio un giro extraño e inesperado: se encontró morfina en
bajas concentraciones (200–500 ng./l.) en leche humana y bovina.
Faltaban pruebas de que este complejo alcaloide fuese biosintetizado
en tejidos de mamíferos, y se descubrió también que la morfina
estaba «presente en diversos vegetales, como el heno y la lechuga
(de 2 a 70 ng. por gramo, peso en seco)», lo que condujo a la
hipótesis de que ese compuesto «podía ser un integrante ubicuo de
los alimentos derivados de vegetales» simplemente secuestrado por
el cuerpo y luego secretado en la leche [E. Hazum et alii, Morphine in
con and human milk: Could dietary morphine constitute a ligand for
specific morphine (p) receptors?,» Science u3: 1010–1012,; 1981 J.
De todos modos, cinco años antes se había aislado un componente
«similar a la morfina», en el cerebro de mamíferos [A.R. (Gintzler et
alii, «Antibodies asa means of isolating? and characterizing
biologically active substances: Presence of a non–peptide,
morphine– like compound in the central nervous system„ Proceedings
of the National Academy of a sciences 73(6): 2132–2136, 1976; A.J.
Blume et alii, «Binding of the endogenous nonpepdde morphine–like
compound to opiate receptors„ ibid. 74(11): 4927–4931,1977]
¡Posteriormente se halló morfina y codeína (metiléter de morfina) en
el fluido cerebroespinal en concentraciones comparables a las de
otros endopiáceos! [e.g. 2–339 fmol./ml.; G.J. Cardinale et alii
«Morphine and codeine are endogenous components of hurnan
cerebro–sp¡nal fluid Life Sciences 40: 301–306, 1987], y se ha
aislado morfina en la piel del sapo [K. Oká et alii, Isolation of
morphine from toad skin» Proceedings of the National Academy of
Sciencies 82,: 1852–1854, 1985], en el cerebro y en la glándula
suprarrenal bovina [A. Goldstein et alii, (Morphine and other opiates
from beef bra ¡n and adrenal ibid. 82:
5203–5207, 19851 y en el cerebro de ratas [C.J. Weitz et alii,
«Morphine and codeine from mammalian brain, ¡bid. 82: 9784–
9788,1986]
Además, se ha demostrado después que los tejidos de los mamíferos
pueden sintetizar tanto morfina como codeína [J. Donnerer et alii
(Presence and formation of codeine and morphine in the man, ¡bid,
83: 4566–4567, 1986], y parece que la biosíntesis mamífera de
estos opiáceos sigue un camino sim¡lar al conocido en la adormidera
[H. Kotlaira et alii, «ldentification of the convulsant opiate thebaine
in mammalian brain, ¡bid. 86: 776–719,1989; (J. Kcitz et alii,
«Synthesis of che skeleton of the morphine molecule by mammalian
liven» Nature 330: 674–677, 1987]. Dado que tal biosíntesis tiene su
origen en la condensación de dos moléculas del aminoácido tirosina,
ha llegado a suponerse que la morfina representa «un dipéptido
[opiáceo] modificado» [B. Max, «This and that: Deception and the
stuff of dreams Trends in Pharmacologiral Science 9:198 –
200,19881. Hay, por tanto, muchas posibilidades de que la morfina
sea en sí misma, al menos en algunas regiones del cerebro de
vertebrados e invertebrado, ligadura natural para los receptores
opiáceos

20
El nombre de la anandamida proviene de la palabra sánscrita ananda,
que significa «beatitud„ [en realidad, ananda significa tanto placer
físico cómo felicidad espiritual, que el budismo reconoce como dos
caras de una misma moneda; histór¡camente, Ananda fue primo y
discipulo de Gautama el Buda; vide A K Coomaraswmy Budadha and
the Gospel and Buddhism, Harrap & Co., Londres,
1916].76 La estructura del componente es conocida: una larga cadena
de un ácido graso con una sustituyente amina (un átomo de
nitrógeno), conocido químicamente como araquidoniletanolamida
(C22H37NO2;
técnicamente es 5,8,11,14–eicosatetraenamida, [N–2–hidroxietil]–
[todos–z]). El compuesto ha sido sintetizado y está disponible
comercialmente [WA. Devane et alii, «Isolation and structure of a
brain constituent that binds to the cannabinoid receptor,, Science
258:19461949, 1992; Z. Vogel et alii, «Anandamide, a brain
endogenous compound, interacts speci ficall y with cannabinoid
receptors and in hibits adenylate cyclase» Journal of Neurochemistry
61: 352–355,1993]. El putativo neurotransmisor nuevo dio señales
dc actividad fárrnacológica de tipo cannabínico en ratones [E. Fride y
R. Mechoulant, Pharmacological activity of the cannabinoid receptor
agonise, anandamide, a brain constituent» European Journal
Pharmacology 231: 313–314• 1993]. Se ha encontrado anandamida
en cerebros humanos, sintetizada por una enzima específica, la
amidohidrolasa de anandamida [D.G. Deutsch y S.A. Chin,
«Enzymatic síntesis and degradation of anandanide, «cannabinoid
receptor agonisn» Biochemical Pharmacology 46(5): 791–796, 1993;
WA. Devane y J. Axelrod, «Enzymatic synthesis of anandamide, an
endogenous ligand for the cannabinoid receptor, by brain
membranes» Proceedings of the National Academy of Sciences 91:
6698–6701, 1994; V. Di Marzo et alii, «Formation and inactivation of
endogenous cannabinoid anandam¡de in central neurons» Nature
372: 686–691, 1994]. Este probable neurotransmisor, además, es
un constituyente natural del chocolate y el polvo de cacao (producto
de las semillas del Theobroma cacao L.), junto a los compuestos
afines N–oleodetanolamina y N–linoleoiletanolamina, que no activan
el receptor cannabinoide, pero inhiben la enzima que rompe la
anandamida [E. di Tumaso et alii Brain cannabinoidis ¡n chocolate»
Nature 382: 677678, 1996]. Se supone que estos compuestos
contribuyen al bien conocido síndrome adictivo del chocolate, en que
también se ve involucrada la teobromina, alcaloide de tipo
xantina [Merck Index 12: 9418] y que se ha atribuido
(erróneamente) a la β –fenetilamina [(Merck index 12: 7371]; para
un tratamiento farmacognóstico de chocolate, vide mi The Cacahuatl
Eater: Ruminations of an Unabashed Chocolate Addict, Natural
Products Co., Vashon, wA, 1985].

21
El alcohol etílico es producto de la fermentación que hacen
microorganismos de carbohidratos, especialmente de levaduras en
zonas templadas de la tierra. Aunque Lottis Jacques Thénard sugirió
en 1803 que los microorganismos producían alcohol al actuar sobre
los azúcares, la idea fue objeto de burla durante cierto tiempo, hasta
que su compatriota Louis Pasteur lo probó experimentalmente
décadas más tarde [F. J. Moore y W E Hall, A History of Chemistry,
McGraw–Hill Book Co., Newlórk, 1939]. Los organismos
fermentativos excretan etanol como un desecho de su digestión de
azúcares, y cuando su concentración alcanza del 12% al 14% de
etanol comienzan a morir o dejan de metabolizar, imponiendo así un
límite máximo a las concentraciones alcohólicas alcanzables por
proceso natural. En los ecosistemas tropicales la fermentación
alcohólica es a menudo efectuada por bacterias (antes que por
levaduras) del tipo de la Pseudomonas lindneri Kluyver (=Thermo-
bacterium mobile Lindner), aislada en 1924 por el microbiólogo
alemán Paul Lindner en el pulque, vino mejicano del Agave en cuya
fermentación se ven implicadas alrededor de 30 especies bacterianas
de 14 géneros, jugando la levadura un papel secundario [O.
Gonzalves de Lima, El maguey y el pulque en los códices mexicanos,
Fondo de Cultura Económica, México, 1978 (segunda edición;
publicado originalmente en 1956)].

22
Evidentemente Paracelsuss3,82 experimentó con las propiedades
anestésicas del éter, aunque no comenzó a ser u t i l izado como
anestésico quirúrgico hasta 1840. El gran químico inglés Humphrey
Davy [1778–1829] descubrió en 1799 las propiedades anestésicas
del óxido nitroso N2O [Merck Index 12: 6751]) y sugirió su uso con
ese fin, pero la anestesia no comenzó a establecerse en medicina
hasta que el dentista usano42 Williarn Thomas Green Morton [1819–
1868] demostró públicamente, el 16 de octubre de 1846, las
propiedades anestésicas del letheon (éter). Un año después, la
anestesia por cloroformo fue utilizada por primera vez. por el
obstétrico escocés James Young Simpson [1811–1870], que además
fue un campeón en la lucha contra las objeciones religiosas al uso de
anestesia en obstetricia ¡el sufrimiento de las mujeres al dar a luz se
consideraba voluntad divina, como castigo del llamado pecado
original! [B. Holmstedt y G. Liljestrand (Eds.), Readings in
Pharmacology, The Macmillan Co., New York, 1963]. Oliver Wendell
Holmes [1841–1933] acabó siendo magistrado del Supremo de los
Estados Unidos y apoyó a la mayoría que ¡nterpretó la Harrison
Narcotic Act (HR 6282; aprobada el 14 de diciembre de 1914) como
una norma que otorgaba poderes represivos a la autoridad federal
en materia de drogas, en el crucial caso U.S. v. Doremus [249 u.s.
86, 3 de marzo de 1919; D.F. Musto, The American Disease: Origins
of Narcotic Control, Yale University Press, New Haven, CT, 1973].
23
A pesar de que ambas palabras se utilizan para describir estados
alcohólicos y casi como si fuesen sinónimas, intoxicación y ebriedad
tienen significados distintos. La pnmera proviene del vocablo latino
toxicum y significa literalmente «acción de envenenar», o «volverse
estúpido, insensible o desordenado mentalmente por el efecto de
una droga o un licor alcohólico». Por el contrario, una de las más
antiguas acepciones inglesas de la segunda (de 1497, hallarse ebrio),
dice: «Pedro como hombre está ebrio en la gloria de dios», y el
primer uso inglés de la palabra ebrieďad, en 1526, es: «Esta
ebriedad o celestial borrachera del espíritu» [Oxford English
Dictionary, Compact Edition; págs. y 1472]. Parece, así, que
ebriedad tuvo inicialmente un sentido decididamente espiritual,
refiriéndose a la ebriedad divina a través del culto, originalmente vía
un pharmacotheon o enteógeno [vide CAPíTULO DOS],10 y que perdió
ese significado cuando el mundo occidental perdió los enteógenos,
debido a mil años de la Inquisición Farmacrática cuyo resultado fue
sumergir a Europa en el oscurantismo [vide mi The Age of
Entheogens o The Angel´s Dictionary].10,70 Los parientes de inebriation
son: 1) el castellano ebriedad (también embriaguez); 2) el italiano
ebrezza (y ubriachezza); 3) el francés ébriété (también ivresse,
enivrement); 4) el catalán ebrietat (y embriagues,); y 5) el portugués
inebriaçao (y embriaguez). El equivalente sin parentesco en alemán
sería Bausch. Al igual que en inglés, esas palabras actualmente se
utilizan como si fuesen sinónimos de intoxicación, pero en castellano
embriagar se define con las palabras enajenar y embelesar,
«extasiar), o causar «mucho placer o felicidad tanto como para,
hacer perder a alguien la serenidad». Embelesar proviene de beleño,
nombre de la planta enteogénica Hyoscyamus niger L. [M. Moliner,
Diccionario de Uso del Español, Editorial Gredos, Madrid, 1988; págs.
1072, 1076, 1091]. En francés, enivrement tiene el sentido de
euforia, placer; e ivresse de transporte, éxtasis, rapto. Parece
indiscutible que, originalmente, esas palabras definitorias de
ebriedad se referían a la ebriedad divina, en contraposición con la
maligna intoxicación alcohólica. Está fuera de duda que la peyorativa
palabra intoxicación es apropiada para la desorganización sistemática
que causa el alcohol. Algunos podrían argumentar que el opio es
también un intoxicante, pero ha disfrutado largo tiempo de un papel
espiritual en el Islam [R. Gelpke, Um Rausch in Orierit and Okzident,
Ernsi Klett Uerlag, Stuttgart, 1966]. El hashish sería clasificado por
la mayoria como un vehículo a la ebriedad visionaria, que queda
atestiguado por su inmemorial uso espiritual en el mundo islámico y
el hindú, además, un reciente estudio sobre la enteobotánica del
Cannabis ha apuntado como posible su uso enteogénico entre los
antiguos hebreos, egipcios, persas y otros [C. Bennett et alii, Green
Gold The Tree of Life: Marijuana in Magic Religion, Access Unlimited,
Frazier Park, c A , [995].24 A despecho de la propensión de Baudelaire
hacia el alcohol, la ciencia médica contemporánea lo clasifica entre
las drogas de placer más tóxicas; es neurotóxico, hepatotóxico,
cancerígeno y teratogénico; en cambio, el Cannabis es tma de las
drogas menos tóxicas, sin que se conozca una sola muerte humana
por sobredosis. Aunque la sobredosis de opiáceos puede matar por
insuficiencia respiratoria, el único problema médico asociado a su
uso continuado (prescindiendo de las enfermedades infecciosas
secundarias asociadas con la inyección, y al uso de muestras
contaminadas y adulteradas procedentes del mercado negro) ¡es el
estreñimiento! Para un examen de la toxicidad relativa de estas
drogas, vide A. Weil, The Natural Mind An Investigation into Drugs and
Higher Consciousness [Houghton–Mif in, Boston, 1994 (edición
revisada, publicado originalmente en 1972)]. Puede ser oportuno
comentar que Baudelaire murió a los 46 años, y su héroe dipsómano
Edgar Allan Poe a los 40 (la misma edad a la que se suicidó el
alcohólico Jack London), mientras el libertino opiófago De Quincey
(cuyo hábito ascendía a unas 8.000 gotas o 400 ml. de láudano por
día, equivalente a unos 120 g. de opio o 2 g. de morfina!) alcanzó la
madura edad de 75 años, y Moreau y Gautier, coetáneos de
Baudelaire y comedores de hashish, vivieron 80 y 61 años
respectivamente. A propósito del hábito de De Quincey, debe
apuntarse que su ingesta diaria de 400 ml. de láudano implicaba
necesariamente ingerir casi 400 ml. de licores destilados, que en
general contenían un 4o% de alcohol,3,9 y eran por eso equivalentes
a ginebra o vodka. De ahí que el opiófago inglés debiese padecer un
hábito considerable al alcohol, además de la relativa al opio, pues
;bebía casi un litro cada dos días! Menciono esto en relación con los
terroríficos sueños alucinatorios que ocuparon un lugar central en
«los dolores del opio», y que tanto destacó Baudelaire en Les
paradis artificiels (dramatizando los «dolores de De Quincey como
«torturas», que tienen más de delirium tremens alcohólicos que de
ensoñaciones opiáceas. La «ansiedad profundamente arraigada y la
melancolía oscura» de esas alucinaciones mórbidas, su «monstruoso
escenario» de «feos pájaros, o serpientes, o cocodrilos»,
especialmente , «el maldito cocodrilo... la abominable cabeza del
cocodrilo y sus impádidos ojos... multiplicados en mil repeticiones»
son claramente moradores de los terroríficos reinos alucinatorios de
los delirium tremens, producto del hábito de alcohol que De Quincey
arrastraba paralelamente a su hábito de opio. Ese tipo de monstruos
no frecuenta los mundos oníricos de los habitués al opio y, segu-
ramente, tenían su origen en la intoxicación alcohólica crónica, quizá
modificada por la ebriedad opiácea... No, fue De Quincey, el bebedor
inglés de ginebra –y no el comedor inglés de opio– quien «despertó
entre luchas y gritó– «¡Nunca más volveré a dormir!» («Los dolores
del opio»).

24
El cáñamo o planta de marihuana se considera entre los cultivados
más antiguos de la humanidad, «que casi se remonta al origen de la
agricultura en el mundo antiguo» y es por eso «sin duda, uno de los
más antiguos psicotomiméticos [sic] utilizados por el honlbre» [R.E.
Schultes y A. Hofmann, The Botanny and Chemisny of Hallucinogeris,
C.C. Thomas, Springfield, rc, 1980 (segunda edición ampliada;
publicado originalmente en r973); C. Bennettetafi, Green Gold the
Tree of Life 31. Una planta que compite con el cáñamo como uno de
los cultivados más antiguos es la adormidera, pues se sabe que fue
cultivada en Europa hace al menos 4.500 años, y fue muy utilizada
en el mundo clásico [para la historia etnofarmacognóstica del opio,
vide: R.S. Nlerrillees, «Opium trade in the Bronze Age Levann»
Antiquity 36 :287–292,1962; R Kritikos y S.P. Papadalci, «The
history of the poppy and of opium and their expansion antiquity in
the eastern Mediterranean area» Bulletin on Narcotics 19(3): 17–
38;19(4) 5–10,1967; M.D. Merlin, On The Trail of the Arecient Opium
Poppy, Associated University Presscs, Londres, 19841, Oriente
Próximo ha estado haciendo vinos desde hace 6 u 8.000 años,
cervezas 6 a 5.000 años [P.E. McGovern etalíi, «Neolithic resinated
wine» Aiture 381: 480–481; C. Rátsch, Urbock: Bier Jenieits van
Hopfen 1 and Mtiz, A7 Uerlag, Aaratl, Suiza, 1996]. El uso de
bebidas fermentadas intoxicantes es pangéico y transcultoral [para
un análisis, video. Gongalves de Lima, Pulque, balchéy pa– 1 jauaru
en la emobiología de las bebidas y de los alimentos fermentadas,
Fondo de Cultura Económica, México, 1990 (el original en portugués
es de 1975)]. Hay cierta controversia sobre el descubrimiento de la
destilación alcohólica, que probablemente tuvo lugar por primera vez
en el área actual de Manchuria/Corea, aproximadamente en el siglo
VIII. En cualquier caso, los europeos descubrieron la destilación
alcohólica del vino circa el 1100 d.c. en Italia [R.]. Forbes, Short
History of the Art of Distillattion, E.J. Brill, Leiden, 1948].

25
La tradición mejicana sostiene que los seres humanos aprendieron a
hacer pulque (vino de Agave) de una especie de roedor que vaciaba
los tallos de la planta y después volvía para beber la savia
fermentada allí disponible, y en México el pulque se asocia
especialmente con los conejos [O. Comalves de Lima, El maguey y el
pulque en los códices mexicanos].21 Los pájaros carpinteros
norteamericanos bebedores de savia hacen, de modo similar, agu-
jeros en los árboles que llenan con savia que fermenta, y se sabe
que otros pájaros y ardillas se intoxican igualmente. Los elefantes
africanos buscan frutos fermentados y se intoxican con ellos, como
hacen sus primos asiáticos. Los elefantes y otros animales en
cautiverio se adaptan fácilmente al alcohol cuando se les suministra
[para un estudio interesante sobre intoxicaciones animales con
alcohol, y ebriedades con muchas otras drogas, vi R.K.
Siegel,Intoxicratiore: Life in Pursuitof Artificiai Paradise
(Intoxicación: la vida en busca del paraíso artificial, E.P. Dutton,
New York, 1989)]. Aunque Siegel pase revista a una extensa
documentación sobre la cualidad natural de la ebriedad en el mundo
animal, inexplicablemenie imita luego a los Paraísos artificiales de
Baudelaire en su subtítulo–¿podría sugerir que cualquier edición
futura se retitule, más apropiadamente, Ebriedad: la vida en busca
del paraíso natural?

26
El Valium® o diazepam fue sintetizado en 1961 y puesto a la venta
como calmante en 1963. Pertenece a una clase de calmantes o
ansiolíticos llamada benzodiacepinas [M. Lader, «Benzodiazepines –
The opium of the musses?» Neuroscience 3:159–165, 1978; M.C.
Smith, A Social History of the Winor Tranquilizers, Pharmaceutical
Products Press, Binghamton, Ny, 1991]. En 1977 se identificó un
llamado «receptor benzodiacepínico» en el cerebro de mamíferos, y
se han aislado al menos dos ligadores endógenos. Uno de ellos,
llamado «péptido de la ansiedad» o «inhibidor de vínculo
Diacepínico> (IVD), enlaza con su receptor pero provoca ansiedad
en vez de aliviarla [P. Ferrero et al¡¡, «A brain octadecaneuropeptide
generated by trypiic digestion of DBI (Diazepam Binding inhibitor)
functions as a proconflier ligand of benzodiazepine recognition sites»
Nuztropharmacology 23(11): r359–1362, 1984]. El otro, un
compuesto β –carbolínico, ha sido aislado en la leche y el cerebro de
mamíferos y es igualmente ansiogénico [C. Braestrup et alii, «Urinary
and brain (β –carboline–3–carboxylates as potent inhibitors of brain
benzodiazepine receptors» Proceedings of the Nation Academy of
Sciences 77(4): 2288–2292,1980]. De nuevo, la naturaleza se
guardaba algunas sorpresas, y en 1986 se descubrió diazepam (y su
metabolito activo desmetildiazepam) en el cerebro de vacas y ratas
[L. Sangameswaran et alii, «Purificarion of a benzodiazepine from
bovine brain and detection of benzodiazepine–like imnlunoreaetivity
inhuman brain., ¡bid. 83: 9236–9240, 1986; J. Wildrnann et alii,
«Diazepam and vdesmethyldiazepam are found in rat brain and
adrenal and may be of plant origin» Journal of Neural Transmission
70:(3–4): 383–398, 19871. Del mismo modo que al encontrar
morfina en leche bovina y humana,19 se supuso que el origen de
estos compuestos estaba en los vegetales [J. H. Medina et alíi,
«Presence of benzodiazepine–like molecules in mammalian brain and
milk» Biochemical and Biophysical Research Communications 152(2):
534–539,19881, y éstas y otras benzodiazepinas se encontraron en
el trigo y la patata [J. Wildrnann et alíi, «Occurrence of
pharmacologically active benzodiazepines in trace arnotmts in wheat
and potato» Biochemical Pharmacology 37(t9): 3549–3559, 1988] y,
más adelante, en la soja, el arroz y en hongos Agaricus cultivadas
[E. Unseld et alii, «Detection of desnaethyldiazepam and diazepam in
brain of differclu species and plants« ibid. 38(16): 2473–2478,1989]. El
análisis de algunas plantas utilizadas como sedantes en etnobotánica
sugirió la presencia de benzodiacepinas en la Tilia sp. y en la Passiflora
caerulea L., pero no en la Valeriana officinalis L. [J.H. Medina et al¡¡,
«Benzodiazepine–like molecules, as well as other molecules for the
brain benzodiazepine receptors, are relatively common constituents of
plants» Biochemical and Biophysical Research Commrenications
165(2): 547553,1989]. Las ínfimas concentraciones encontradas en
estas plantas despiertan dudas sobre su trascendencia farmacológica, y
la P. caerulea también contiene crisina, un agonista de receptor
benzodiazepínico comprobado [ibid. «Chrysin (5,7–dihydroxy–flavone),
a naturally– occurring ligand for benzodiazepine receptors, with
anticonvulsant properties» Biocbentical Phannacol OD 40(10): 2227–
2231,1990; C.Wolfman et alii, «Possible anxiolytic effects of chrysin, a
central benzodiazepine receptor ligand isolated from Passiflora Cae-
rulea» Pharmacology Biochernistry and Behavior 47: 1–4 1994]. Estos
hallazgos apoyan la hipótesis del origen vegetal dc las benzodiacepinas
localizadas en tejidos animales, aunque sigue siendo posible que los
mamíferos puedan sintetizar el diazepam, que quizá, sea. un ligador
endógeno ansiolitico del receptor benzodiacepínico. Pendiente de una
investigación definitiva, el diazepam o su metabolito activo sigue siendo
nuestro mejor candidato como hipotético ligador endógeno ansiolítico
del receptor benzodiacepínico.

27
Según una tradición, un cabrero etíope descubrió el café tras observar
que los frutos del arbusto espabilaban a sus cabras. Igualmente, en
Yemen, se supone que otro despierto cabrero descubrió las propiedades
estimulantes de la planta de qat al observar el efecto que tenía sobre
sus animales. Del mismo modo, en los Andes se afirma que la
humanidad descubrió las milagrosas propiedades de las hojas de coca
al observar cómo sus llamas las comían [RK. Siegel, Intoxication. Life in
Pursuit of Artificial Paradise's J.G. Kennedy, The Flower of Paradie: The
Institutionalized Use of the Drug Qat in Earth Yemen, D. Reidel
Publishing Co., Dordrecht,1987]. Son comunes las historias sobre el
descubrimiento de drogas con la ayuda de animales.29

29
Como en el caso del alcohol, la farmacología de la cocaína o de la
anfetamina no depende primariamente de una actividad de tipo
neurotransmisor, si bien se ha sugerido que esta última puede actuar
como «agonista parcial» (o activante) de los neuroreceprores para la
norepinefrina [Merck Index 12: 6788], que es un neurotransmisor muy
común. Aunque la neuruquímica de los estimulantes sigue
comprendiéndose poco, pruebas recientes sugieren con fuerza que los
efectos sobre el neurotransmisor dopamina [Merck Index 12: 3479] son
la clave de las propiedades estimulantes de la cocaína [S.J. Mule (Ed.),
Cocaine: Chemlcal, Biological, Clinical Social and Treatment Aspects,
CRC Press, Cleveland, OH, 1977; RC. Petersen y RC. Stillman (Eds.),
Cocaine: 1977, MIDA Research Monograph 13, National Institute on
Drug Abuse, Rockville, MD, 1977] y de las anfetaminas [las más
importantes y mejor estudiadas son la metanfetamina (Merck Index 12:
6015), y la δ –anfetamina o dextroanfetamina (Merck Index 1: 2996),
ambas homólogos artificiales de la efedrina (Merck Index 12: 3645),
que es un estimulante natural procedente de las especies Ephedra; vide
el anticuado, pero exhaustivo libro de C. Leake, The Amphetamines:
Their Actions and Uses, C.C. Thomas, Springfield, II, 1958; J. Caldwell
(Ed.), Amphetamines and Related Stimulams: Chemical, Biological,
Clinical, and Sociological Apects, cae Press, Boca Ratón, FL, 1979; A.
Cho y D. Segal (Eds.), Amphetamine and it Analogs, Academic Press,
New York, 1994]. Ambas bloquean el transportador de dopamina (y los
transportadores análogos de norepinefrina y serotonina [Merck Index
12: 8607]), una bomba de readmisión para la dopamina al señalar
neuronas «presinápticas» (las sinápsis son uniones entre neuronas, a
través de las cuales se difunden neurotransmisores), que liberan
dopamina para elegir como blanco neuroreceprores de neuronas
«postsinápticas». La función de lcu transportadores de dopamina es
reabsorber la dopamina de las sinapsis, «recomponiendo» así el
«conectador» la cocaína y las anfetaminas impiden que el transportador
reabsorba la dopamina, de modo que queda en sinapsis, prolongando la
estimulación de las neuronas postsinápticas. Recientemente,
investigadores usanos42 lograron ratones «noqueados» desprovistos del
gen requerido para el transportador de dopamina, y esos animales no
sólo resultaban extremadamente hiperactivos (constantemente
estimulados), sino insensibles a cocaína y anfetaminas [B. Giros et alii,
«Hyperlocomotion and indifference to cocaine and amphetamines in
mice lacking the dopamine transporter» Nature 379: 606–6t2,1996].
Experimentando con personas, luego se mostró que la euforia
provocada par cocaína intravenosa se relaciona directamente con el
bloqueo de los transportadores de dopamina en los sujetos [N.D.
Uolkow et al¡¡, «Relationship berween subjective effects ofcocaine and
doparnine transporteroccupancy» Nature 386:827–830,1997]. Por lo
mismo, la acción estimulante de estas drogas no parece ajustarse
primariamente a neuroreceprores específicos, como ocurre con la
morfina y el THC, que consiguientemente actúan como
neurorransmisores, y más bien supone un cese total en las funciones
normales de neurotransmisión de la dopamina (y norepinefrina, y
serotonina) al impedir la liberación normal de los neurotransmisores a
partir de las sinapsis, haciendo más bien que se acumulen allí, y
prolonguen la estimulación de la neurona receptora. La cafeína y las
metilxantinas afines (compuestos purínicos, químicamente afines a las
partes base de los nucleótidos del ADN, como la adenina [Merck Index
I2: 150]), parecen ejercer su efecto estimulante al bloquear los
neuroreceptores de la adenosina ([MerckIndex 12: 152] o el ribósido de
adenina, la base de azúcar purínico del ADN). Puesto que la adenosina
parece funcionar en el sistema nervioso como una especie de
neurotransmisor inhibitorio (más bien como un «desconectador»),
cuando la cafeína bloquea esa señal inhibitoria provoca, indirectamente,
estimulación [S.H. Snyder et alii, «Adenosine receptors and behavioral
actions of nacthylxanthines» Proceedings of the Nationai Academy of
Scienees78(01326 0–3264, 1981]. Así, todos estos estimulantes
ejercen primariamente efectos indirectos sobre la neurotransmisión, en
contraste con las acciones directas de tipo neurotransmisor que
caracterizan al THC y la morfina: algo más sutilmente que los bloqueos
globales en las membranas de células nerviosas causados por el
alcohol, pero de una naturaleza intoxicante similar.16,18,20

29
En Siberia, donde se ha probado sobradamente el uso histórico
chamánico generalizado del hongo enteogénico Amanita muscaria (I..
ex Fr.) Pers. ex Gray, cuya utilización puede remontarse
arqueológicarnente 3.000 años al menos, y más aún lingúísticamente,72
es bien sabido que los renos salvajes y domésticos son adeptos
apasionados de ese hongo, así como de la ebriedad que produce. Se
dice incluso que la humanidad aprendió originalmente las propiedades
del hongo observando a los renos, e incluso tras embriagarse al comer
la carne
de un reno que acababa de consumirlo [R.G. Wasson, Soma Divine
Mushroom of Immortalitv, Mouton and Co. , La Haya,1968]. También
se ha observado que el caribú canadiense ingiere Amamita muscaria, y
en Africa ecuatorial occidental se dice que los seres humanos
aprendieron las virtudes enteogénicas de las raíces de cierto arbusto, la
¡boga (Tabernanthe ¡boga Baillon, que contienen ibogaína [Merck Index
12: 4920]), al observar que jabalíes, puerco espines y gorilas se
embriagaban con ellas [H.G. Pope, Jr., «Tabernanthe ¡boga: An African
narcotic plant of social importance Economic Botany 23(2): 174–184,
1969; RK. Siegel, Intoxication: Life irv Pursuit of Artificial Paradise].25,70

30
Padre del neologismo psiconauta, el gran escritor alemán Ernst Jünger
[1895–1998] publicó un detallado cuaderno de bitácora narrando sus
bioensayos psiconáuticos con alcohol, opio, hashish, mescalina, LSD
[Merck Index 12: 5665] y psilocibina [Merck Index 12: 81]. Los
bioensayos de LSD y psilocibina se llevaron a cabo en colaboración con
el químico suizo Albert Hofmann (que nació en 1906 y se mantiene aún
vigoroso ¡a sus 93 años!), amigo íntimo de Jünger y primero en
sintetizar la LSD, en 1938, y en aislar y sintetizar la psilocibina, en
1957. Es trágico que la traducción al inglés del libro seminal de Jünger
siga sin estar disponible, y lo mismo pasa con la mayor parte de la obra
de este prolífico escritor. Vide E. Jünger,Annäherungen: Drogen und
Rausch [Acercamientos: diogas y ebriedad, Ernst Kleit Verlag,
Sttugart,1970]; A. Hofmann, LSD: My Problem Child [McGraw–Hill,
New York, 1980 (publicado originalmente en alemán en 1979)]; E.
Ocaña, El dioniso moderno y la farmacia utópica [Anagrama, Barcelona,
1993].

31
De hecho, de la pequeña minoría de animales humanos transportables
en principio a los paraísos artificiales poéticos de tipo baudelairiano,
sólo una minoría aún más reducida, cuyos cerebros han sido
preprogramados artificialrnentecon el sistema operativo 18.6. o de la
Lingua Franca Française o, al menos, con un compilador de tal en sus
«sistemas operativos lingüísticos» activos, logrará extraer sentido
semántico a tal poesía y, menos aún, ser aerotransportados a los
paraísos artificiales en sus sutiles alas de la metáfora, la rima u otros
recursos poéticos. Por otro lado, no niego que la poesía aliterada de
música lingüistica que, de cualquier modo, no era el fuerte de
Baudelaire –sea capaz de conmover hasta las almas de aquellos que no
captan ni comprenden sus palabras, como muestra la lectura de
cualquier página del extraño Finnegans Wake de James Joyce [Viking
Press, New York,1958 (publicado originalmente en 1939)], escrito en su
propio y anificial sistema lingüístico. Sugiero a la atención del lector
también el postfacio exquisitamente bello al libro de V .P. y R.G.
Wasson Mushrooms Russia and History, «Vale», –sobre las palabras
como artefactos orales– con una «evocación emocional» no semántica,
como un musical «repertorio de trinos silvestres, si ajustamos nuestro
tono a la leve melodía que de ellos nos llega». Vide el Epílogo y
también vide infra, mis comentarios adicionales sobre música y poesía
oral.

32
Los etnofarmacognosistas saben bien que es posible acceder a los
farmacoparaisos naturales sin recurrir a la deglución y digestión. Vías
alternativas tradicionales de acceso a los farmacoparaísos son: 1)
aspiración nasal de drogas en polvo o sus extractos secos o líquidos [P
A.G. M. De Strict, «A multidisciplinary overview of intoxicating snuff
teals in the western ltemisphere journal of Etnopharmacology 13(1):3–
49=1985]; 2) fumarlas o inhalar sus vapores [J. Wilbert, Tobacco and
Shamanim in South America], Yale University Press, New Haven, CT,
1987]; 3) inserción intrarrectal de drogas en polvo o en líquidos
[PA.G.M. Dc Smet, «A multidisciplinary, overview of intoxicating enema
rituals in the western hemisphere journal of Ethnopharmacology 9
(2,3): 129–166,1983]; 4) absorción cutánea de embrocaciones o
ungüentos a base de drogas M.J. Hamer, Hallucinogens and
Sharnanisnt, Oxford University Press, Londres, 1973; Págs. 125–1501,
e incluso; 5) aplicación intraocular directa de extractos de drogas [G.
Samorini, «Colliri visionari– Eleusis 5: 27–32, 1996]; a los cuales
debemos, por supuesto, añadir el uso moderno de la inyección
hipodérmica sea subcutánea. intramuscular, intraventricular,
intravertebral o intravenosa –introducida a gran escala a mediados del
siglo diecinueve, principalmente para el uso de morfina, y ¡nventada en
1656 por Cristopher Wren [1632–1723], que inyectó infusiones de opio
y vino a un perro con una vejiga y una pluma. Su invención se olvidó,
para ser redescubierta por Alexander Wood en Escocia en 1843, que
inyectó morfina subcutáneamente [D. Latimer y. J. Goldberg, Flowers
in the Blood: The Story Opium, Franklin Watts, New York, 1981]. El
espléndido libro de Wilbert sobre chamanismo del tabaco (vide supra,
que trata principalmente las propiedades de la nicotina [Merck Index
12: 66II]) detalla tres variantes de ingestión oral, además de fumarlo,
aspirarlo, insertarlo mediante enema y aplicarlo ¡otraocularmente,
refiriéndose tan sólo al tabaco, y exclusivamente en Sudamérica,

33
A pesar de que el acoma de las flores de las especies de Brugmansia,
ricas en alcaloides tropánicos (sobre todo escopolamina [Merck Index
12: 8550]) y muy utilizadas en el chamanismo sudamericano, es
supuestamente un vehículo de ebriedad, los estudios recientes no han
logrado detectar esos alcaloides en los effluvia de las flores o de las
hojas [G.C. Kite Y C. León, «Volatile compounds emitred from flowers
and leaves of Brugmansia candida (Solanacea)» Plrytochemistry
40(4):1093–1095, 1995]. Por otro lado, la planta de rapé psicoactivo,
aún desconocida químicamente, Tanac¡um nocturnum (Barb. Rodr.)
Bur. et K. Shum. (llamada koribó por los indios brasileños paumarí y
usada con tabaco para un polvo al que llaman koribó–nafuni), hizo que
un etnobotánico brasileño se sintiese «tan mareado que hubo de salir
gateando» de una habitación donde había una gran cantidad de parras
bignoniáceas recién recolectadas y de penetrante olor, tras sentarse
junto a ellas durante sólo media hora [G.E Prance et alii, «The
ethnobotany of the Paumirí lndians» Economic Botany 31(2):129–
139,1977] De cualquier modo, dicho efecto pudo ser debido a la
emisión de cianuro de hidrógeno, que los indios eliminan al tostar las
hojas antes de su consumo. Las hojas de la salvia culinaria, Salvia
officinalis L., ricas en tujonas psicoactivas volátiles que son el vehículo
de ebriedad en la absenta y otras especies de Artemisas,7 pueden
«causar intoxicación y vértigo» si son «olidas durante cierto tiempo–
[J.A. Duke, Living Liqueurs, Quarterman Publications, Lincoln,
mA,1987]. De modo similar, varios usos etnomédicos de las especies
Artemisa, ricas en tujona, implican la inhalación del vapor de las
plantas, que a veces se calientan sobre piedras, por ejemplo en saunas
[vide mi Pharmacotheon: drogas enteógenas, sus fuentes vegetales y
su historia, Los Libros de la Liebre de Marzo Barcelona, 1996 (edición
usana43 original en 1993)], lo que trae a la memoria el uso tradicional
norteamericano de la salvia en ceremonias análogas. La mayoría
quienes aman a los gatos conocen la psicoactividad en gatos de la
hierba gatera o Nepeta cataria L., producida principalmente por la
nepetalactona volátil psicoactiva [Merck Index 12: 6556] y otras
lactonas afines localizadas en varias hierbas gateras psicoactivas [vide
supra, Pharmacotheom, para repasar este área (lela zoofarmacognosia
psicoact¡va]. Aunque los gatos a veces mordisquean esas plantas, salta
a la vista que se embriagan con sólo olerlas. Por supuesto, muchos
anestésicos generales, –iucluyendo el alcohol, son activos con sólo
inhalar sus vapores volátiles. En un interesante repaso a los fumatorios,
Christian Rätsch sugirió que los inciensos podrían ser psicoactivos vía
mecanismos distintos a las usuales interacciones receptor–membrana
de las drogas psicoactivas. Advirtió que ciertos aromas, especialmente
los de aceites volátiles habituales en plantas, y particularmente en sus
terminaciones florales, pueden tener efectos neuroquímicos potentes,
que quizá conducen a alteraciones de la conciencia [para este aspecto
de la llamada aromaterapia, vide J. Steele, The anthropology of smell
and scents» en S. Van Toller y G.H. Dodd (Ecls.), Fragrance:The
Psychology and Biology of Perfume, Elsevier, Londres]. Efectivamente,
se sabe que algunos aceites volátiles, como la tujona [vide supra, son
psicoactivos. Rätsch sugirió además las feromonas animales (con su
probado efecto de atracción sexual) o sus congéneres en plantas, como
una ruta de alteración de la conciencia mediante aromas vegetales [C.
Rätsch, Rüucherstoff: Der Aterra des Drachen (Purgatorios: El aliento
del dragón), A ' 1 Uerlag, Aarau, Suiza, 1961]. Aunque Rätsch da una
definición muy restrictiva de las feromonas, limitada a sustancias
sexualmente atractivas, existen otras muchas clases, como: feromonas
de alarma en el veneno de las abejas (que enfurecen y excitan a otras
abejas a atacar y picar); feromonas que marcan territorio y caminos en
hormigas y otras especies; y todo tipo de feromonas de ordenación
social y reconocimiento en insectos sociales como hormigas y abejas.
Las feromonas son, por regla, compuestos volátiles que se difunden a
través del aire o el agua para ser «olidos» por el animal receptor, un
miembro de la misma especie que el emisor. De cualquier modo, las
feromonas no son más que una pieza del rompecabezas mucho mayor
de la aleloquímica, que incluye las interacciones químicas entre
diferentes especies vegetales y/o animales. Hay dos grandes categorías
de aleloquímicos: las alomonas, sustancias que confieren ventajas
adaptativas o evolutivas al organismo emisor, como venenos animales,
compuestos vegetales secundarios que son pesticidas naturales, etc.; y
las kairomanas, compuestos que otorgan ventajas adaptativas al
organismo receptor, como el aroma de la presa o de la planta
comestible que percibe el depredador o el herbívoro, etc. [R.FL
Whittaker y P.P. Feeny, «Allelochemics: Chemical interactions beta
seen species» Science 171: 757–770,1971] . Esta es un área
diabólicamente complicada de la coevolución, y hay interacciones
aleloquímicas que benefician a ambos organismos, como la producción
de atrayentes de tipo feromónico en los néctares florales, a través del
cual el polinizador (murciélago, pájaro o insecto) recibe alimento, y la
planta autopolinización o polinización cruzada [en esto pudiese haber
aleloquimica secundaria neutra para el polinizador pero beneficiosa
para la planta, como la presencia de alcaloides que refrenen a
marníferos polinizadores –murciélagos–pero no a insectos, con lo cual
la planta favorece a una clase de polinizador, que puede por ello
preferir alimentarse con una sola fuente de néctar a la vez, sobre otra
quizá no tan discriminativa; vide D. F. Rhoades y J.C. Berghadi.
«Adaptive significante of toxic nectar» The Arnerican Naturalist 117:
798–803, 1981]. Hay casos aún más extraños de «propaganda
química», donde animales o plantas depredadoras (como las planťas
carnívoras) producen falsas feromonas sexualmente atractivas para
seducir a la presa, e incluso una «mistificación química», mediante la
cual una especie de avispa social parasitiza el nido de otra especie de
avispa gracias al control feromónico de sus trabajadoras [A.–G–
Bagnéres et al¡i «Chemical usurpation of a nest by paper wasp
parasites» Science 272: 889–89z, 1996]. La clave está aquí en que las
interacciones feromónicas son básicamente olfativas en su naturaleza,
y la sugestiva conjetura de Rätsch sobre la existencia de una alteración
feromónica de la conciencia a través del olfato, debería extenderse más
allá de su my restringido examen sobre feromonas sexualmente
atractivas.

34
Si bien W Golden Mortimer argumentó en 1901 [Perú: History of Coca:
«The Divine Plant» o The Incas, J.H. Va¡¡ and Co., New York] que «la
coca no es sólo teórica sino prácticamente un alimento», se ha insistido
en considerar el uso de la coca andina como una consecuencia de la
malnutrición, para suprimir los dolores causados por el hambre, y a la
vez, como una causa de la malnutrición, debido a los efectos anoréxicos
que llevan al «adicto» a preferir la coca a la comida [C. Gutiérrez
Noriega, «El hábito de la coca en el Perú» América Indígena 9(2): 143–
182, 1949], y, esa lógica circular fue aceptada por la Comisión de Na-
ciones Unidas de 1949, que recomendó mejorar la nutrición y sustituir
la coca por el cultivo de alimentos, en un programa que pretendía
erradicar un hábito «indeseable» [l. Cagliano, Coca Prohibition in Perú:
The Historical Debates, University of Atizona Press, Tucson, 1994]. Aún
así, estudios llevados a cabo por el Ministerio de Agricultura usano42
sobre la coca boliviana demostraron que sus hojas no sólo eran
nutritivas, sino que contenían más calorías, proteínas, carbohidratos,
fibra, ceniza, calcio, fósforo, hierro, vitam i n a A y ribofiavina (B2) que
la media de 50 vegetales latinoamericanos; ¡y que la ingestión de 100
g. bastaba para cumplir la dicta diaria de calcio, hierro, fósforo,
vitarninas A , B y E recomendada por los Estados Unidos [J.A. Duke et
alii, «Nutritional value of coca, Botanica Museum Leaflets, Harvard
Universky 24(6):113–119, 1975] ¡Puesto que por regla general los
consumidores de coca de las tierras altas no se tragan las hojas, sino
que las chupan durante casi una hora, sería conveniente estudiar los
jugos ingeridos. Por otro lado, los consumidores amazónicos de coca
ipadú (Erythroxylum coca Lam. var. Ipadú Plowman) pulverizan e
ingieren las hojas. A este respecto, el grupo de Duke comentó: «en
términos nutritivos, no hay ninguna diferencia esencial entre el uso de
la coca y el consumo directo de alimentos». Un análisis médico de 28
«coqueros crónicos» en Argentina concluyó afirmando que su consumo
«no produce alteraciones físicas o mentales», ni «causa malnutrición»,
ni demostró ninguna «adicción a las drogas, ni dependencia física, ni
dependencia psíquica ni síndrome de abstinencia» [J. A. Cornejo et alii,
La historia de la coca, Círculo Médicas de Salta, Salta, 1984]. Con todo,
el gobierno de los Estados Unidos impone una erradicación de la coca
en Perú y Bolivia que, además de ser contraria a la ecología y a la
economía, es racista e imperialista [E. Morales, Cocaine. White Gold
Rush in Peru, University of Arizona Press, Tucson, 1989; para la
respuesta indígena, vide J. Ba¡ldó Aliment et alii, La coca andina: Visión
indígena de una. planta satanizada, Instituto Indigenista
Interamericano, Coyoacán, México, 1986; E. Agreda, Mujeres
cocaleras, Comité Coordinador de las Cinco Federaciones del Trópico de
Cochabamba, Cochabamba, Bolivia, 1996]. Aunque generalmente
clasificamos el cacao y el chocolate entre los alimentos, la etnobotánica
precolombina del cacao o cacáhuatl sugiere que debería más bien
caracterizarse como psicofármaco, y es sabido que el cacao contiene
abundante teobromina y alcaloides xantinas estimulantes afines, así
como nuestro «hashish» endógeno, la anandamida.20,28

35
Como vimos en la Nota 19, la morfina no sólo está presente en la leche
de vaca y la materna, sino en varias plantas utilizadas como alimento
bovino y humano. Además, es tradición etnomédica inmemorial en
Europa el uso del opio como sedante infantil, que en ocasiones se
añadía a la leche: «Algunos administran polvo de amapola
[adormidera] mezclado con leche a los niños para que duerman mejor»
[F. Bindoni, Erbolario volgare, Venecia, 1536; vide infra, Camporesi]. En
un inquietante libro [Bread of Drearms: Food and Fantasy in Early
Moderm Europe, University of Chicago Press,1989], el historiador
italiano Piero Camporesi apunta: «La costumbre de administrar una
infusión de amapola [adormidera] absorbido en agua a niños
ligeramente inquietos sobrevivió en el campo italiano al menos hasta
finales del siglo XVIII. También en Francia estaba rnuy extendida esta
costumbre...». En la Inglaterra victoriana, el láudano se utilizaba
comúnmente para tranquilizar a los niños: «Habla una auténtica y
extendida creencia de que el opio era bueno para un bebé„ [M. Kohn,
Aarcomania: On Heroin, Faber y Faber, Londres, 19R7] y, con la indu-
strialización de la memedicina, los jarabes para «cólico infantil» y
«dentición», que contenían opio, morfina y, posteriormente, heroína o
diacetilmorfina, se convirtieron en pilares del comercio nostrum de
medicinas patentadas [B. Drake, The Cultivator and book of Marijuana,
Agrarian Reform Co., Eugene, OR,1970] Hoy consideramos que tal
«dopaje» de las criaturas es reprensible –un abuso infantil torpe,
ignorante, cruel– pero apenas existen pruebas de que sea dañino en
dosis apropiadas. Después de todo, hasta la propia leche materna
contiene morfina; acaso no es éste un ejemplo de sabiduría tradicional
presente e intuitiva, a la cual la ciencia moderna ha añadido
verosimilitud? De hecho, en el mundo clásico se mantenía que el opio
era un preventivo universal para cualquier dolencia, una theriacum o
triaca, y ciertas evidencias sugieren que puede ser inmunoestimulaute,
¡en dramática contradicción con aquello creído por los prohibicionistas
opiófobos! La theriacum estaba originalmente compuesta por serpientes
venenosas y/o sus venenos, y su nombre deriva de ello, pero el opio
era un ingrediente tan importante en la antigua Roma que se convirtió
en la quintaesencia de la triaca, y en ciertas lenguas de Oriente
Próximo triaca ha venido a significar simplemente «opio» [R Gelpke,
hom Ransch ¡ni Orient and Occident].23 No sólo los romanos
consideraban el opio como una panacea y los europeos como algo
bueno para los niños, sino que el folklore entre los habitués
contemporáneos a opiáceos sostiene normalmente que su consumo
previene enfermedades, especialmente los resfriados y la gripe [J.
Cocteau, Opium: journal de úne désintoxication, Librairie Stock, París,
1930; W.S. Burroughs, The Naked Luncb, The Olympia Press, París,
1959]. La noción médica de que los opiáceos son inmunodepresivos se
sostiene más en la observación de inyectantes crónicos pobres y mal
nutridos –normalmente heroinómanos que suelen tener diversas
infecciones por inyectarse muestras adulteradas e impuras del mercado
negro con jeringuillas no estériles– –que en evidencias experimentales.
Los habitués de larga duración a la metadona [o Dolophina® [Merck
Index 12: 6008] por vía oral no manifiestan las disfunciones
inmunológicas características de los inyectantes de larga duración de
heroína procedente del mercado negro, lo cual viene a sugerir que tales
efectos sobre el sistema inmunológico tienen más que ver con la
inyección crónica de cuerpos extraños en la corriente sanguínea que
con la acción directa de los opiáceos sobre el sistema inmunológieo
[D.N..A. Novick et al¡¡, «Natural killer cell activity arad lymphocyte
subsets in parenteral heroin abusers arad long–term methadone
maintcnance patients» The journal Of Pharmacology and Experimental
Therapeutics 250 (2): 606–610, 1989]. Dado que los endopiáceos
pueden de hecho estimular el sistema inmunológico, y que se ha
demostrado una inmunoestimulación similar en la morfina exógena [J.
Wybran, «Enkephalins arad endorphins as modifiers of the immune
system: Presentarad futuro>, Fěderatiórz Proceedings 44: 9z–94,
1985], es imperativo hacer estudios controlados que investiguen en
profundidad las potenciales propiedades inmunoestimulantes del opio
oral y los opiáceos. Despues de todo, tanto la sabiduría ernobotánica
arcaica como el folklore con temporáneo y victoriano apuntan al opio
ingerido oralrnente como medicina preventiva, como una triaca.
Tambien vale la pena comentar que al comienzo de la alta Edad
Moderna europea, y en la Inglaterra victoriana, antes de que se
introdujeran los antibióticos y otras terapias químicas contra las
enfermedades, la medicina ortodoxa era realmente charlatanismo
supersticioso, y que los pacientes adinerados sufrían el adicional
quebranto de sangrías y purgaciones «heroicas» [HW Haggard, Devi,
DrMZs, ara Doctors. The Story o the Science of Healirtgorre Medicine,
Blue Rilrbon Books, Inc, New York, 1929], mientras el opio resultaba
incuestionablemente eficaz, al menos como analgésico. Necesitamos
investigaciones imparciales sobre esas claves etnomédicas a posibles
propiedades inmunoestimulantes de los opiáceos, y también sobre el
fenómeno de la estimulación inmunológica en sí.

36
No es sólo que muchos alimentos contengan drogas [S L. Rice et alii,
«Biologically active amine in food: A review» Journal Milk Food
Technology 39(5):353–358,1976], sino que debernos recordar que los
vegetales psicoactivos se preparan a menudo en (o como) alimentos
[C. Rärsch, 1001 Genuβ : Psychotrope Wirkstoffe in der Nahrung»
Diät+Information 2: 39–43,1995]. Es sabido que las semillas de
adormidera contienen niveles bajos de alcaloides opiáceos «ligados»
(unidos a moléculas mayores), incluyendo la psicoactiva codeína
(metiléter de morfina [Merck Index 12: 2525]), lo cual no impide que
se sigan utilizando frecuentemente en panadería, siendo tradicionales
los pasteles y panes con semilla de amapola en Europa y Oriente
Próximo. Camporesi35 describió el consumo en Italia del pane
papaverino o pan de semilla de adormidera hecho a partír de harina de
grano molido, apuntando que «la amapola [adormidera] se cultivó en
vastas áreas de Europa de un modo que hoy podría llamarse industrial»
en la baja Edad Media y a comienzos de la Edad Moderna. Cabe
detectar morfina en la orina de seres humanos entre 3 y 15 horas
después de ingerir un solo pastel sueco de semillas de amapola [K.
Bjerver et, alii, «Morphine intake from poppy seed food» Journal
Pharmacy and Pharmacology 34: 798–801, 1982], Y se han
encontrado tanto codeína como morfina en sangre y orina de seres
humanos que habían comido 25 g. de semillas de amapola compradas
en supermercados usanos42 [LW: Hayes et alii, «Concentrations of
morphine and codeine in serum arad orine after ingestion of poppy
seeds» Clinical Chernistry 33(6): 806–807, 1987]. Utilizando métodos
rutinarios de análisis de orina en busca de drogas, pudo detectarse
morfina a las 5 horas de haber comido un solo bollo hecho con semillas
de amapola [J.L. Abelson, «Urine drug testing– ¡Watch what you eat!»
Journal of the American Medical Association 266(22,):3130–3131,
1991]. Además, cuando digerimos las proteínas de diferentes alimentos
se producen fragmentos de péptidos opiáceos en nuestro aparato
digestivo; los más conocidos son las casomorfinas, que se producen al
digerir las proteínas de la leche [Caseína Morfinas; vide: J. Svedberg
et alii, «Demonstration of β –casomorphin immunot active materials in
invitro digests of bovine milk and in small intestine contents after
bovine milk ingestion in adult humans» Peptides 6: 825–830, 1985]. Es
probable que esas «exorfinas» se liguen con los receptores opiáceos
intestinales, y puede que incluso lleguen al cerebro [B. Max, «This and
that: An artef actual alkaloid and its peptide analogs» Trends in
Pharmacological Science 13:341–345,1992]. Los comedores de hashish
contemporáneos de Baudelaire, de Le Club des Hachichins, solían
consumir su ambrosía bajo la forma de electuario árabe dawamesk,
descrito por Moreau14 madjound o majoon es un dulce indio análogo
hecho a partir de Cannabis [M.C. Cooke, The Seven Sisten of Sleep.
Popular History of the Seven Prevailing Narcotics of the World, James
Blackwood, Londres, 1860 (facsímil en 1989, Quarterman Publications,
Lincoln, MA)]. Camporesi también describió la elaboración en Europa
de pan con harina de marihuana que causaba una «pérdida de la
razón». Estas drogas presentes en los alimentos y las plantas–droga o
sus extractos preparados y consumidos como alimentos, conspiran para
empañar nuestra distinción habitual entre alimentos y drogas.

37
De nuevo, lo dicho está lejos de ser una extravagancia oratoria, pues
es tan cierto que la ciencia médica acepta el concepto de «abuso de
comida» como que acepta el de «abuso de drogas», y tanto el de
«adicción a comidas» como el de «adicción a drogas». Tal como
algunos defienden que las intervenciones quirúrgicas pueden ser una
«cura» para el «abuso de drogas», las intervenciones quirúrgicas se
practican como «cura» a la «alimentomanía». Para comidas como
drogas, «persecuciones rituales» y «abusos» de ambas, vide: T.S.
Szasz, Ceremoníal Chernistry: The Ritual Persecution of Drugs, Addicts,
and Pushers [Doubleday/ Anchor, New York, 1974]. Además, aparte de
los ejemplos arriba mencionados de drogas que forman parte de
alimentos o que son alimentos en sí,36 se ha demostrado que cl ayuno o
la privación de comida pone en funcionamiento los sistemas
endopiáceos naturales de analgesia. Ratas sometidas a 24 horas de
ayuno entraron en un estado de analgesia que sin duda fue causado
por los endopiáceus, pues podía revocarse administrando el antagonista
opiáceo naloxona [vide supra, página 19], y ayunos sucesivos
provocaron tolerancia tanto a endopiáceos como a morfina [T.L.
Davidson et al¡¡, «Development of tolerance to endogenous opiates
activated by z4–h fcod deprivation» Appetite 19: 1–13, 1992]. Los
animales, en otras palabras, adquirieron la tolerancia a opiáceos, que
es el prototipo de la adicción a narcóticos, lo cual podría explicar cómo
pueden los seres humanos habituarse al ayuno, como sucede en el caso
de la anorexia nervosa. Me he referido ya a las propiedades adictivas
de los endopiáceos [E. Wei y H. Lolr, «Physical dependence on opiata–
like peptides» Science 193: 1262–1263, 1976], y a cómo en el llamado
«subidón de los corredores» producido por el ejercicio extenuante,
median los endopiáceos [vide supra, página 19]. Es bien sabido que
algunas personas se habitúan a ese tipo de ejercicio extremo en el
mismo modo que las ratas al ayuno –se han hecho tolerantes, y luego
¡adictos a las drogas narcóticas producidas por sus propios cuerpos!.
Este tipo de «adicción atlética» puede llegar a ser tan dramática que
hay casos de individuos jóvenes con defectos cardíacos congénitos a
quienes el médico había prohibido el ejercicio extenuante, si bien eran
tan adictos a los «ejerendopiáceos» que no lo pudieron dejar, ¡como el
más inveterado habitué al tabaco o a la heroína! En un caso del este
tipo, un corredor–maratón de 22 años literalmente ¡corrió hasta morir!
[J. Partanen et alii, «Noncritical aortic stenosis in two oren unable to
quit running marathons–Well, one quit» Journal of the American
Medical Association 267(4): 51, 1992]. Es innegable que, al menos en
estos casos, las drogas proporcionan una ruta más segura a la euforia
opiácea.

38
Vide Gottfried Benn, «Provoziertes Leben» Ausdruckswelt, Essays
y und Aphorismen 1949; traducido al inglés por Ralph Mermar,
Provoked life: An essay (Eds.), The Psychedelic Reader. University
Books, New e w York, 19(5, págs. 39–401.

39
La antigua ética Puritana antiplacer se alzaba contra todas y cada una
de sus formas; con el tiempo, la «iluminación científica» ha despuntado
su filo. En algunas órdenes monásticas, especialmente durante la
contrarreforma del siglo XVI (respuesta católica a la Reforma), se
imponía a los devotos una economía espartana en la alimentación,
siendo la norma tomar una comida al día, preferiblemente pan y agua.
Los indios mesoamericanos, que no contaban con tales principios
antiplacer, quedaron asombradosy atónitos ante el comportamiento de
los frailes franciscanos que llegaron a –«evangelizalos» una década
después de la conquista de México (en 1521). Fray Martín de Valencia,
que formaba parte de la avanzadilla de esta invasión esp¡ritual. cuando
fue oblígado a comer por necesidad física, ¡espolvoreó cenizas sobre su
comida.. para privarse incluso del placer de saborearla! [S. Corcancera,
El fraile, el indio y el pulque. Fondo de Cultura Económica, México,
1991] Hoy eso se consideraría una obsesión extrema, por no decir
insana, y podría etiquetarse como un caso grave de anorexia nervosa
(acaso condenada como adicción opiácea endógena), pues aparte de
las necesidades nutritivas del cuerpo consideramos conveniente si no
necesario para una digestión efectiva y, para la salud psicológica, el
tranquilo disfrute de la comida. Las órdenes mendicantes eran en teoría
célibes, como han de ser codos los curas católicos, pero algunas
iglesias reformadas llegaron al extremo de condenar la naturaleza
pecaminosa de todos los placeres eróticos, afirmando que el sexo es
ipso facto pecaminoso si no está comprometido con el expreso
proposito de la concepción (siendo invariablemente pecaminosa la
masturbación, las relaciones homosexuales, el sexo oral, etc. . Es
innecesario recordar a lector que tales creencias no son ignotas en
estos Estados Unidos del siglo XX! También vale la pena apuntar que
los «siete pecados capitales», de los católicos incluyen la lujuria o la
gula, pero no la ebriedad (una falta de moderación aquí podría
subsumirse en el «pecado» de gula, si bien hoy en día parece que la
llamada «adicción a drogas» ha sido elevada a un octavo pecado
capital). Aunque la «sexología» moderna racionalice científicamente
una vida sexual activa y placentera como elemento esencial de la salud
física y psicológica,
hasta el siglo XIX se acusaba a la masturbación de causar
enfermedades mentales, y la clitorectomía y la circuncisión se
empleaban como «tratamientos» bárbaros [T.S. Szasz, The
Manufacture of Madnesr: A Compurative Study of the Mental Healt.
Quedamos así con las drogas, que a pesar de aceptar los opiáceos para
usos «estrictamente medicinales» se condena su empleo con fines
hedonistas. De este modo, nos enfrentamos al absurdo espectáculo de
una búsqueda específica de drogas que no gusten a la gente,
¡considerando absurdo que la euforía es un efecto secundario negativo!
Si no me equivoco, y con la posible excepción de las armas, éste es el
único producto de las economías capitalistas ¡donde la satisfacción del
consumidor no reina de modo absoluto, sino que se evita activamente!
Vemos ya racionalizaciones médicas sobre los aspectos positivos de las
bebidas alcohólicas (¡con moderación, por supuesto!). Es sólo cuestión
de tiempo que la ciencia médica comience a aceptar con moderada
indulgencia los aspectos naturales y saludables de otros vehículos de
ebriedad, o a justificarlos como terapia (con receta, desde luego), lo
cual será examinado en los CAPÍTULOS TRES y CUATRO.

40
Compárese la «farmacia celestial» del «licor desconocido»
baudelairiano con «ese limpio vino» que de una jarra inmaterial
«bebieron los ángeles» del poeta persa sufí del siglo XIV, Mahmud
Shabestari [circa 1250–1320]. Anticipándose a Baudelaire unos 550
años, en el fragmento The Spilled Cup (La copa derramada), Shabestari
cantó este himno: «El universo: Su bodega;/el corazón del átomo: Su
copa de medida./El intelecto está borracho, la tierra borracha, el cielo
borracho/el paraíso está perplejo con Él, buscando sin descanso,/ Amor
en su corazón, esperando al menos/una siniple vaharada de la
fragancia/de ese vino, ese limpio vino que bebieron los ángeles/de esa
jarra inmaterial, un sorbo de los sedimentos/el resto servido sobre el
polvo:/un sorbo, los Elementos giran en una danza de ebrios/ora caen
al agua, ora sobre el fuego abrasador./Y del olor de esa copa
vert¡da/surge el hombre del polvo y se eleva hacia el cielo». Vide PL.
Wilson y N. Pourjavady (traducción y comentario), The Drunken
Universe: An Anthology of Persian Sufi Poetry [Phanes Press, Grand
Rapids, MI, 1987; págs. 39; 140–1411. El rítulo del libro deriva del de
Janialoddin Salman Savaji; [circa 1300–1376] The Drunken Universe,
con «el secreto escondido/del tarro/servido/en la boca/de Todos»
[¡bid., págs. 37–39;.

41
Los «narcóticos» tratados en The Chem¡stry of Common Life [he
utilizado la novena edición usana;42 D. Appleton y Co., New York, 1857;
las primeras cuatro ediciones aparecieron en 1855] fueron: tabaco
(Nicotiana spp., que contiene nicotina);32 lúpulo (Humulus lupulu L.,
con sedantes como 2–metil–3–buten–2–ol); opio; hashish; betel (Areta
catechu L., con el estimulante arecolina [Merck Index 12–: 815]); coca;
Amanita muscaria (ahora se sabe que contiene ácido iboténico [Merck
Index 12: 4922]/muscimol [Merck Index 12: 6391] como principios de
ebriedad); y varias solanáceas que contienen alcaloides tropánicos.39
Con la excepción del lúpulo, todos ellos se examinan, generalmente con
mayor detalle, en Die Narkotischen [Verlagvon Wilhelm Schmid,
Nuremberg; reedición facsímil sin fecha de Reprint Uerlag, Leipzig:
traducción usana42 Plant Intoxicants, Healing Arts Press, Rochester, vr,
1995]; que también se ocupa de plantas estimulantes como el café y el
qat [vide supra]. Aunque Johnston fuese el químico, von Bibra escribió
mucho más extensamente sobre los aspectos químicos, especialmente
sobre los alcaloides del opio, de los cuales ya se conocían los más
importantes, pues la ciencia fitoquímica había sido fundada por
Friedrich Wilhelm Adam Serrúrner [1783–1841], que fue el primero, en
1803–1805, en aislar la morfina del opio [para su biografía y
reediciones de sus escritos precursores, vide Friedrich W¡lh. Serrúrner,
dar Entdecker des Morphiums, Uerlag von Gustav Fischer, Jena, 1925].
Aunque se discute la prioridad de este descubrimiento clave,
generalmente se atribuye a Sertúrner, que hizo los primeros
bioensayos psiconáuticos de este primer principio activo aislado de una
planta, llevando a cabo el crucial descubrimiento químico de su
naturaleza «alcaloide» o «tipo álcali». En comparación, la cocaína sólo
se aisló de la coca en 1860, el THC del hashish en 1964 y el ácido
iboténico y el muscimol entre 1964–1965 [vide supra Plant intoxicants,
para reférencias]. En consecuencia, los puntales científicos de la
psicofarmacología eran todavía rudimentarios aunques, habían dado los
primeros pasos para fundar una ciencia de la ebriedad. Debe
mencionarse aquí la tesis de uno de los estudiantes de Linnaeus [né
Carl von Linné, 1707–1778] Olof Reinhold Alander [1739–1810], que
describió la etnoboiánica del opio, el hashish, el tabaco, las bebidas
alcohólicas, varias solanáceas embriagantes y otras drogas. Su tesis
publicada en latín, siendo más un estudio breve que un libro y [O. R.
Alander, Inebriantia,Universidad de Uppsala, 1761(2)]. Recientemente
ha aparecido una traducción al inglés de este estudio precursor [B.
Holmstedt y R. E. Sechultes, «Inebriant¡a: An early interdisciplinary
consideration of inloxicants and their eftécts on man» Botanical Journal
linnean Society 101: 181–198, 1989].

42
Los sudamericanos centroamericanos, los aborígenes de América del
Norte y otros nortearnerícanos (e.g. canadienses y mejicanos) se han
opuesto con razón a que los nativos de los Estados Unidos de América
(U.S.A.) se arroguen el adjetivo americano
para caracterizarse a sí mismos. En el castellano de los mejicanos, los
norteamericanos no canadiense del norte del río Bravo (río Grande)
pueden ser llamados estadounidenses (variante: estadunidenses),
evitando de ese modo el uso de nortearnericanos, que incorpora
imprecisamente a los canadienses, y ignora que los mejicanos,
también, son norteamericanos– Desasfortunadamente, en inglés,
Unitedstatesians es un nombre kilométrico y muy feo, así que propongo
que nos definamos a nosotros mismos usanos, una contracción de esa
palabra traducida del castellano. Ocurre que este neologismo fue
caprichosamente acuñado por
el antropólogo usano Weston La Barre, en una parodia burlona de las
pretensiones científicas e inclinaciones innatas de los etnógrafos. Vide
su pseudóuimo anagramatical (de Tarnel O'Beawes) «Profesor Widjojo's
field trip to the Usans»» en Three Contrabuiort. La Barre hizo su
comentario perverso «sobre la etimología apropiada del nombre tribal.
Los lingüistas normativos... lo construyen como *U.S.A.–[a]ns (con
alfs–ecdisiásmo). Pero los liugüi.stas descriptivps... lo tienen como US–
ans, una caso–forma oblicua de We–uns (cf. Fundir you–all y youse
como plurales redundantes). Los usanos, de todos modos, se suelen
confundir con sus caso–formas (e.g., «Who did you see?» y «It´s me»
Usan[o] Es claramente distinguible de usancelunsanr, habit[ualJ,
acostumbrado» [Oxford English Dictionary Compact Ed.; pág. 35731,
fácilmente deletreable y pronunciable, y de significado claro.

41
En The Seven Sister of Sleep,36 había capítulos sobre tabaco, opio,
hashish betel, coca, las Plantas solanáceas productoras de ebriedad,
Aman¡ta muscaria; mucha más detallados etnobotánicamente
que los de sus predecesores, aunque entrase en menos detalles
químicos que von Bibra. Cooke, además, conectó correctamente las
especies solánaceas Atropa, Brugmansia (como «Floripondio» [sic]),
Datura, Hyoscyamus y Solanum, se sabe que
todas ellas contienen alcaloides tropánicos productores de ebriedad.33
The Hasheesh Eater [Harper the Bros., New York, 1857; ha sido
reeditado seis veces, y reimpreso recientemente en facsímil por Level
Press, San Francisco, 1975] es una fantasmagoríca literaria que puede
ser favorablemente comparada con las Confesiones de De Quincey.3
Aunque se trata de literatura y difícilmente puede considerarse un
trabajo científico, lo incluyo aquí por su importancia y por ser
contemporáneo de Baudelaire, Johnston, von Bibra y Cooke. Ludlow
colaboró extensamente en otro libro sobre vehiculos de ebriedad: The
Opium Habit, with Sugestion as to the Remedy [H. Day (Ed.), Harper &
Bros— New York, 1868], que ¡ncluía un capitulo sobre su supositicia
«cura del opio», en la que figuraba su amado cáñamo.
Johnston, von Bibra y Cooke usaron la palabra narcótico para definir
las plantas–droga, un término toscamente equivalente en significado a
embriagante, o a plantas o drogas psicoactivas o psicotrópicas.
Partiendo del griego ν α ρ κ ϖ τ ι κ − υ ν «entorpecer, crear
estupor», este término es apropiado para drogas cuyo efecto sea ése,
pero muy inapropiado para plantas estimulantes como la coca, de
farmacología opuesta, u para los enteógenos, que también suelen ser
estimulantes. Actualmente, el término narcótico suele restringirse a las
drogas opiáceas50 [para terminología moderna sobre drogas
psicoactivas, vide Nota 10].

45
Lo descrito por Hennings como Anhalonium lewinii resultó ser péyotl
auténtico, ahora conocido como Lophophora williamsii (Lemaire)
Coulter [P.E. Hennings, «Eme giftige Kakree, Anhalonium lewini¡n.
sp.» Garterflora 37: 410–412, 1888]. Los primeros trabajos químicos
estuvieron perseguidos por una confusión taxonómica con la llamada
Anhalonium williams¡i Rümpler. Parece que este nombre se utilizó a
veces para la especie ancestral Lophophora diffusa (Croizat) Bravo,
que contiene relativamente más del alcaloide Pellotin y menos
Mezcalin [para un análisis de esta confusión, vide J.G. Brulm y B.
Holmstedt, «Early peyote research: An interdisciplinary study» 28 (4):
353–390,1974; para un estudio mult¡disciplinar minucioso, vide E.F.
Anderson, Peyote: The Div¡ne Cactus, University of Arizona Press,
Tucson, 1980 (edición revisada publicada en 1996)]. El pionero escrito
de Lewin sobre el aislamiento de la Anhalonin a partir de la A. lewinii
de Hennings apareció poco después [L. Lewin, Phamakologie 24: 401–
411, 1888; ¡bid., «Anhalonium Lewinii» The Therapeutic Gazette 1v,
No. 4, 16 de abril de 1888]. Es una extraña coincidencia que este
último y precursor escrito de Lewin sobre el redescubrimiento de los
enteógenos, se publicase justamente 55 años antes de que Albert
Hofmann descubriese serendipitosamente (es decir, mientras buscase
otra cosa) las propiedades visionarias de la dietilamida del ácido d–
lisérgico, o LSD–15.50 Curiusamente, el gran explorador (de las fuentes
del Nilo) y erudito arabista británico (nraductor de Las mil y una
noches, El jardín perfumado y otros títulos exótico/eróticos), Richard
Francis Burton [1821–1890], relacionó sagazmente el «Exilio
siberiano» de Cooke–Amanita muscaria43 –y el cacto norteamericano
de péyotl, al describir en un libro publicado en 1862 su viaje de 1860 a
través de los Estados Unidos [R.F. Burton, The Look of the Wesh
1860– Across the Platns to California, Londres; reeditado por Universiy
of Nebraska Press, Lincoln, r963]. Fue una observación importante por
parte de Burton, que había escrito tanto sobre el hashish como sobre
el qat [vide supra], demostrando así que aún en la época de
Baudelaire, mentes más abiertas captaban a grandes rasgos los
perfiles de su farmacia celestial.

46
Aunque Heffter publicó varios escritos preliminares, su escrito
definitivo sobre los alcaloides de la Lophophora williamsii y la L.
diffusa45 apareció en 1896 [«Ueber Cacteenalkaloide. (ti. Mi ttheilung.)
» Berichte der Deutscl en Chemisehen Gesellschaft 29: 216–227,
1896]; y dos años después resumió sus bioensayos psiconáuticos
definitivos con los alcaloides [«Ueber Pellote. Beitráge zur chemischen
pharmakologischen Kenntnis der (:acteen. ZWCite Mittheilung» Archiv
für Frperimentel, Pathologie und Pharmakologie 4o: 385–429,1898].
Heffter bautizó equivocadamente al principal principio visionario como
Mezcalin (ahora mescalina), debido a la ignorancia de parte de los
científicos europeos a la nomenclatura mejicana de la planta,
confundida inextricablemente con otras dos. El médico usano John
Raleigh Briggs [1851–1907] realizó un autoexperimento con lo que
llamó botones de muscal [sic] –es probable que no lo identificase
correctamente– y publicó un escrito pionero [««Muscale buttons»–
Physiological effěcts–Personal experience» The Mdual Register 1:
1276–277, 1887; reeditado como «Muscale buttons–Physiological
action–AMexican fruit with possible medicinal virtues» The Druggats
Bulletin 1(5):78,1887]. Prentiss y Morgan47 al menos deletrearon
correctamente la denominación errónea–botones de mescal –pero
Lewin adoptó la ortografía de Briggs en sus escritos pioneros (fue
Briggs quien envió a Parke, Davis & Co. el material que, en parte,
llegó también hasta Lewin y Hennings). Heffer también designó péyotl
cómo «Botones de Mescal», pero observó correctamente que se
trataba de una corrupción de la palabra castellana «Mezcál» [sic], que
define el «licor de las especies de Agave». Ahora bien; la palabra
mezcál, que define el destilado del zumo fermentado de las especies
de Agave, proviene de la palabra náhuatl para esas especies,
mexcálmetl, a partir de las cualesse preparaba un vino en tiempos
precolombinos, que entonces se conocía como octli, y hoy como
pulque [O. Goncalves de Lima, El maguey y el pulque en los códices
mexicanos]21 El nombre que normalmente se usa hoy en México para
las especies Agave, maguéy, se considera derivado del taíno, lo mismo
que la palabra maíz y las palabras, canoa e incluso barbacoa [B.P.
Reko, «De los nombres botánicos aztecas» El México Antiguo 1(5):
123–157. 1919; traducido recientemente por mí: 011 Aztec Botanical
Mames, vwB, Berlín, 1996]. De ahí la palabra mescal/muscal, pero los
científicos a menudo confundieron el cacto con las llamadas judías de
mescal, que son semillas de Sophora secundiflora (Ortega) Lagasca ex
de Candolle, una droga putativa arcaica y visionaria, rica en el
alcaloide tóxico citisina [Merck Index 12: 2858]. Para el alegado
consumo de estos judías de mescal como enteógenos, vide J.M.
Adovasio y G.F. Fry, «Prehistoric psychotropic drug use in
northeastern Mexico and trans–Pecos Texas» [Economic Botany 30(1):
94–96, 1976]. La primera monografía en lengua inglesa sobre péyotl y
mescalina se tituló triste y equivocadamente Mescal [H. Müver, Mercal,
Kegan Paul, Londres, 1928], y Carlos Castañeda, en sus novelas
fantásticas sobre el chamanismo mejicano–engañando a incautos e
ignorantes como si se tratase de antropología verídica –llegó al dislate
de afirmar que su brujo [sic] mejicano Don Juan creía que el
«espíritu» del péyotl era Mescalito, ¡cómo si algún chamán mejicano
participase en esa confusión de la Europa decimonónica, o confundiese
el diminuto y desprovisto de espinas cacto visionario –llamado hikuri
en México septentrional— con las gigantescas y espinosas especies de
Agave (Amaryllidacex), o con las semillas rojo intenso de un árbol
leguminoso! Mientras Sertürner, pionero en fitoquímica y
psicofarmacología,41 90 años antes, fue el primero en realizar
bioensayos psiconáuticos con un componente vegetal purificado, la
morfina, Heffter fue el primero en hacer bioensayos priconáuticos para
guiar la búsqueda fitoquímica de un principio activo específico, en este
caso la escalina. De acuerdo con ello, ese proceso de bioensayo
humano, que es el más eficaz, y el único bioensayo éticamente
aceptable en el caso de fármacos visionarios, vino a llamarse
«Técnica Hefften) [vide mi The Age of Entheogens of The Angel's
Dictionary].10 Existe además un INSTITUTO HEFFTER DE
INVESTIGACIÓN, así llamado en honor de este gran pionero alemán
en enteognosia psiconáutica.

47
Prentiss y Morgan formaban parte de la Facultad de Medicina de la
Universidad de Columbla en New York, y citaron a Lewin y a Henning
[sic], así como el trabajo preliminar de Heffter [DW Prentiss y F.P.
Morgan, «Anhalnnium Lewinii (Mescal Buttons). A study of the drug,
with especial reférence its physiological action upon man, with report
of expcritnents» The Therapeutic Gazettei 9(9): 577–585, 1895] El
bioensayo de S.Weir Mitchell, con un extracto de peyotl que le
proporcionó Prentiss, tuvo lugar el 24 de mayo de 1896 [S W.
Mitchel], «Remares en the effects of Anheloniunn (sic) Lewinii (the
mescal button), The British Medical Journal, edición del 5 de
diciembre, 1625–1629, 1896]. Mitchell caracterizó el péyotl como
una «droga engendradora de visiones», describiendo que «un
abrupto asalto de incontables puntos de luz blanca barrió el campo
de visión, como si los imperceptibles millones de la Vía láctea
alimentasen un centelleante río ante los ojos. [...] Entonces empecé
a ver líneas zigzagueantes de colores muy vivos, como los que se
ven en algunas migrañas. [...] Cualquier color que jamás haya
contemplado es pálido en comparación con aquellos». Es interesante
que comparase las visiones de la mescalina con las de la migraña. Al
año siguiente, el famoso psicólogo británico Havelock Ellis, citando a
sus predecesores usanos Prentiss, Morgan y Nlitchell, ingirió una
infusión hecha con tres botones de péyotl en Londres, en un Viernes
Santo [H. Ellis, «A note on the phenomena of mescal intoxicatiom,
The Lancet 1: 1540–1542, 1897; vimos en Nota 2, cómo los escritos
de Ellis describieron la ebriedad como paraíso artificial
baudelairiano]. Heffter 46 apuntó luego que creía poco probable un
éxito notable del péyotl «entre la gente culta como droga
intoxicante», debido a sus «pronunciados» efectos secundarios;
Mitchell había descrito un dolor de cabeza resacoso tras sus
impresionantes visiones, observando: «Estos espectáculos son caros.
[...] De todos modos, la experiencia compensó un dolor de cabeza y
una indigestión, pero no un segundo». Por otro lado, Ellis sacó esta
presciente conclusión de su «orgía de visión»: «con toda
probabilidad, el mescal tendrá éxito. Sin duda tiene un gran futuro
entre quienes cultivan las drogas engendradoras de visiones [aquí
utilizó el término de Mitchell]. Además, resulta interesante para
fisiólogos y psicólogos»'. Ellis estaba vindicado, aunque la rnescalina
no reclamaría su «gran futuro» hasta los años 50.

48
Se publicó originalmente en alemán [L.Lewin, Phantastica: Die
Betiiubenden zínd Frregenden Genufmittel Fiir Arzte und Vichtürzte,
Verlag von Georg Súlke, Berlín, 1924], y fue seguido en 1927 por
una segunda edición ampliada de la misma editorial. El año siguiente
aparecieron traducciones en francés [Les «paradis artificiels»12 e
italiano [Gli stupefacenti (Pantastika), Vallardi, Milán, 1927; tres
volúmenes]. Pasaron tres años más hasta que apareció la traducción
al inglés [Phantaiticrt Narcotic and Stimuntting Drugs, Rotaledge sc
Kegan Paul Lid., Londres, 1931; la traducción fue reeditada por F.P.
Dutton & Co., New York, 1964]. La segunda edición alemana está
aún imprimiéndose en facsímil [Volksverlag, Linden, 1981]. En
realidad, el subtítulo debería traducirse Delicadezas narcóticas y es-
timulantes: para médicos y no–médicos. La reedición usana de la
traducción inglesa de 1931 añadió un subtítulo secundario y
gratuito: Their Use and Abuse [sic], e incluyó un excelente prefacio
histórico de Bo Holmsiedt, páginas IX–XIV. El interesante título de
Lewin fue asimismo utilizado en la mayor oferta de libros de
anticuario sobre drogas y ebriedad, Phantastica. Rare e Important
Psychoactive Drug Literature: 1,700 to the Present [William y
Victoria Dailey, Los Ángeles, 19791. Este estupendo catálogo fue
editado por Michael Horowitz, que redactó una introducción de dos
páginas e incluyó un prefacio de dos páginas del pionero
enteomicólogo usano R. Gordon Wasson [sin paginación; vide infra].

49
Kava, prototipo botánico de la categoría HYPNOTICA de Lewin, es
una poción de todo el Pacifico productora de ebriedad, hecha a partir
de una solución acuosa de rizomas del arbusto Piper methysticum. La
investigación fitoquímica ha puesto en evidencia que el kava debe
sus propiedades sedantes a una clase de kava–pironas o kava–
lactonas (ésteres cíclicos no nitrogenados), de las cuales las más
importantes son la meristicina [ Merck lndex 12: 6181 y la kavaína
[Merck Index 12: 5299], esta ultima aislada el mismo año en que se
publicaron Les paradis artificiels: 1866. Aunque se emplee
principalmente como «delicadeza narcótica» o droga lúdica–una
especie de coctel sans resaca– hay pruebas de su uso ritual
tradicional o oracular, por ejemplo entre los chamanes hawaianos o
kahunas. Para un excelente estudio multidisciplinar sobre la
etnofarmacognosia, química y farmacología del kava, vide V Lebot et
alii, Káva: The Pacifc Drug [Yale University Press, New Haven, CT,
1992]. Sobre los usos etnomédicos hawaianos del kava (llamado
awa en hawaiano; tambien conocido como kava–kava; y en Fidji
como yaqona o yagona), viďe ítem B.I I. Krauss, Plant in Hawaiían
Culture [University of Hawaii Press, Honolulu, 1993].

50
También debe ser mencionado aquí el farmacéutico alemán Carl
Hartwich [1851–1917], cuyo enciclopédico, elegante e ilustrado
volumen [24 láminas en color y 168 ilustraciones de texto] sobre la
historia y etnografía de las drogas psicoactivas puede compararse al
Phantastica cíe Lewin, aunque no tuviese tanta repercusión [C.
Hartwich, Die Menscbliclgen
Génzzffmittel: Ihre Herkunft,Verbreitung Geschichte, Anwendung
Bestandteile and Wiirkung (Delicadezas humanas: origen, distribución,
historia, consumo, constitutivos y efectos), Chr. llerm.Tauchnitz,
Lcipzig,1911]. Aspectos enteobotánicos aparte, no quisiera dejar de
señalar la importancia de Emil Kraepelin [1856–1926], un psiquiatra
alemán pionero en psicofarmacología que analizó el estado de los
conocimientos sobre la farmacología de las drogas psicoactivas en el
cambio de siglo [E. Kraepelin, Ueberdie Beeirtflufs'ung Einfacher
Aychischer üorgange durclh einige Arzneirnittel (Sobre la influencia
que algunos medicamentos ejercen sobre los procesos mentales
básicos), Verlag von Gustav Fischer, Jena,1892]. Por lo que se
refiere al sistema de clasificación de Lewin, sólo Sus HYPNOTICA se
han mantenido en la nomenclatura moderna (como hipnóticos); los
EUPHORICA se conocen hoy como narcótiios; los PHANTASTICA como
enteógenos, alucinógenos o psiquedélicos;10 los INEBRIANTIA como
anestésicos generales; 22 y EXCITANTIA como estimulantes o
analépticos. La investigación fitoquímica posterior corrobora en
general la adscripción que hace Lewin de embriagantes específicos a
las respectivas categorías, con unas pocas excepciones. Aunque
clasificó el polvo de rapé llamado paricá como estimulante, cosa
claramente cierta, el paricá se encuadra mejor entre los
PHANTASTICA. Esta droga sudamericana y caribeña, elaborada a
partir de las semillas de Anadenanthera peregrina (L.) Spegazzini,
como el cebil, su afín aspirable del sur de los Andes, hecho a partir
de A. colubrina (Velloso) Brenan var. cebil (Grisebach) ven Reis
[Altschul], es un embriagante chamánico que debe sus efectos
visionarios a las triptaminas, especialmente a la bufotenina [(Merck
Index l2: 1502) vide mi Pharmacotheon]33 De modo similar, el tabaco
debería haber sido transferido de los EXCITANTIA a los
PHANTASTICA, basándose en su uso panamericano como
embriagante chamánico [J. Wilbert, Tobacco and Shamanism in South
American. Finalmente, la coca y la cocaína no deben encuadrarse con
los opiáceos en los EUPHORICA, sino más bien con los EXCITANTIA,
junto a las plantas cafeínicas. Es extraño que Lewin cometiese ese
error obvio, especialmente teniendo en cuenta que antes él había
criticado al joven Sigmund Freud [1856–1939] por sugerir [S. Freud,
«Ueber coca» Centralblatt fiir die Gesamntte Therapie 2:289–
314,1884; traducido parcialmente al ¡nglés por J. Straus baugh y D.
Blaise, The Drug User]15 que la cocaína podría utilizarse para apartar
a los adictos a la morfina de su hábito. Lewin apuntó correctamente:
«la coca no puede en ningún caso sustituir a la morfina, porque el
verdadero adicto a la morfina busca el efecto específico que ésta
produce, y puede distinguir perfectamente la euforia producida por
otras substancias» [L. Lewin, «Referat: Pharmakologic und
lhxikologie» Berliner Klinischer Wochenschrift22: 311–321, 1885;
para más detalles sobre esta disputa y sobre la historia de la
etnofarmacognosia, vide B. Holmstedt, «Historical survey» en D.H.
Efron et alii (Eds.), Ethnopharmacologic Véarclr for Aychoactive Drugs,
us Government Printing Office, Washington, 1967, págs. 3–32].
Freud, posteriormente, dejó de considerar la cocaína como una
droga milagrosa, sin duda influido por la «psicosis cocaínica» que
sufrió su amigo Ernst von Fleiscfl–Marxow cuando Freud trató de
«curan» su morfinismo con cocaína. Para reediciones de los escritos
freudianos sobre la cocaína, vide A.K. Donoghue y J. Hillman (Eds.),
The Cocaine I'apers: Sigmund Freud [Dunquin Press, Viena, 1963]. En
este asunto Lewin estuvo sin duda influido por los prohibicionistas
usanos, que consiguieron «controlar» legalmente opio/opiáceos, y
coca/cocaína, clasificados como «narcóticos» por la Harrison Narcotic
Act de 1914.22 Más adelante, Albert Hofmann sugirió expandir el
sistema lewiniano añadiendo una sexta categoría donde tuviesen
cabida los sedantes neurolépticos, con el prototipo botánico de la
Rauvolfia serpentina Benth. ex Kurtz. (origen de la reserpina [Merck
Index 12: 8314]), y yo propuse subsiguientemente que se
designasen NEUROLEPTICA. Aunque Hofmann fue el primero en
aislar la reserpina, ¡los farmacólogos de Sandoz consideraron que
carecía de valor comercial!

51
Ayahuasca, «la liana de los espíritus» es el nombre quechua para un
complejo panamazónico – de pociones visionarias, preparado a partir
de los extractos acuosos de los tallos de la liana ayahuasca,
Banisteriopsis caapi (Spruce ex Grisebach) Morton, que contiene
alcaloides β carbolínicos inhibidores de la monoamino oxidasa,
especialmente harmina [Merck Index 12: 4647]; además de
numerosos aditivos vegetales, principalmente la Psychotria viriďis
Ruiz et Pavón, que contiene el alcaloide visionario DiMetilTriptamina
o DMT [Merck Index 12:3311]. Aunque la DMT sea inactiva por vía
oral, ¡los indios amazónicos descubrieron que se podía activar
mediante una ingestión simultánea de los inhibidores enzimáticos de
la liana de ayahuasca! Para un análisis moderno de la literatura
científica sobre la enteobotánica de la ayahuasca, vide mi Ayabuasca
Analogues: Pangaan Entbeogens [Natural Products Co., Kennewick,
vaA, 1994]. Para la etnofarmacognosia tradicional de la ayahuasca,
vide L.E. Luna y P. Amaringo, Ayahuasca Visions: The Religious
Iconography of a Peruvian Shaman [North Atlantic Books, Berkeley,
cA, 1991]. El canto del cisne lewiniano sobre la ayahuasca
enteogénica fue: Banisteria Caapi: Eirt Neues Rauschgift and Heilmittel
[Banisteriopsis caapi: un nuevo narcótico y medicamento, Verlag von
Georg Stilke, Berlín, 1829; reeditado recientemente en facsímil con
el mismo título, express Edition, Berlín, 1986; con una introducción
«Die Erforschung des dlélepathin» («La investigación de la
«telepatina,» [telepatina = harmina, vide supra]) hecha por Christian
Ráisch, págs. VIIX].

52
Este extracto corresponde al segundo (de cinco en total) de «Una
fantasía memorable» en el inmortal poema de William Blake El
matrimonio del cielo.y de la tierra, grabado a mano en 27 planchas de
cobre y compuesto probablemente entre 1789 y 1790. La. selección
que aquí se cita corresponde a la plancha número 12 (la cita de
Blake de la página 2–6 proviene de la conclusión del poema, de la
plancha número 27). Se cree que Blake sólo produjo nueve copias
originales de este poema (que se encuentran entre los objetos más
valiosos de la Tíerra) y el poema, de significativa relevancia
filosófica, suele considerarse entre los mejores de la lengua inglesa.
Se trata, fundamentalmente, de una sátira de largo alcance sobre
los trabajos del teólogo sueco Emanuel Swedenborg [né Sveciberg,
1688–1772], especialmente Cielo y tierra y sus maravillas, tal como
fueron vistos por el autor, un ataque salvaje a lo que podría llamarse
«materialismo espiritual», que inspiraría luego a pioneros de la
enteobotánica como Aldous Huxley (cuyo título Las puertas de la
percepción proviene de la plancha número 14 de este poema) 74,108,109
y R. Gordon Wasson, tal como veremos. Para una edición facsímil,
vide G. Keynes (Ed.), The Marriage aI Heaven and Hell [Oxford Uni-
versiry Press, Oxford,1975]: para la obra completa de Blake: ibid.,
The (Implete Writings «W iliiam Blake: With AY the Variant Readings
[The Nonesuch Press, Londres, 1957].

23
Justo 23 años después de que Heffter publicase que había aislado la
mescalina del péyotl, su colega Ernst Späth verificó que la estructura
de la mescalina era 3,4,5–trimetoxi–β –fenetilamina, al sintetizar
con éxito el compuesto [E. Späth, «Uber die Anhalonium–Alkaloide.
Anhalin and Mezcalin» Moriatrhefte fu>r Chemie 40:129–154,1919].
El nuevo enteógeno podía ya conseguirse barato en el laboratorio.
Aunque antes se habían realizado estudios con mescalina aislada a
partir del péyotl [A. Knauer y WJ.M.A Maloney, «A preliminary note
on the psychic action ofmescaline with special referente to the
mechanismofvisual hallucinations» The journal of Nervous and Mental
Disease 40:425–438, 1913], la mayor disponibilidad del material
sintético facilitó la investigación ulterior. Klet Beringer [1893–1949]
realizó un estudio importante y precoz sobre la mescalina en los
seres humanos, Der Meskalin rausch: Seine Gesc hichte tind
ñřsclbeinungsweise [Ebriedad mescalfizica: su historia y
sintomatologfa, llLonograplien aus dent Gesarntgebiete der Neurologie
and Aychiatrie 49: 35–89; 119–315,1917; reeditado por Julio
Springer, Berlín, 1927; de nuevo por Springer Verlag, New York,
1969], El farmacólogo francés Alexandre Rouhier también publicó un
importante libro multidisciplinar sobre el péyotl, incluyendo datos
farmacológicos relativos sobre todo a la ingestión de la planta en sí
misma [La plante que fait les yeux émerveillés: le péyotl (Echinocactus
Williamsii Lem.) (La planta que maravilla los ojos: el péyotl), Gasten
Doin et Cie., París, 1927].

54
Acolmiztli Nezahualcóyotl [1402–1472], gobernador de Acolhuacan en
el Valle de México dos generaciones antes de la conquista, fue un
temido guerrero que recuperó el trono usurpado a su asesinado padre;
y también un renombrado poeta– de los cerca de 200 poemas
precolombinos náhuatl que se conservan, 36 se atribuyen al «coyote
hambriento fuerte como un león» –cuyo hijo Nezahualpilli también
alcanzó ser un célebre poeta [J. L. Martínez, Nezahualcóyoti: vida y
obra, Fondo de Cultura Económica, México, 1972]. Muchos de sus
poemas se refieren a los etneógenos o «flores» (xóchitl), «flores
embriagadoras», y el fragmento de uno de ellos, junto al fiero rostro
de Nezahualcóyotl, adorna el actual billete mejicano de 100 pesos. Se
mantiene también que Nezahualcóyotl creó los primeros jardines
botánicos [P. Máynez (Ed.), La botánica entre los nahuas y otros
estudios, Francisco del Paso y Troncoso, str, México, 1988] que incluían
colecciones de plantas medicinales, entre las cuales las más
apreciadas eran las plantas enteogénicas. Quienes hablaban náhuatl
se referían a los estados visionarios enteogénicos como temicxoch, o
el «sueño florido», representado visualmente como flores adornadas
con «ojos desincorporados», de los cuales manan «colirios
desincorporados» [R.G.Wasson, The Wondrous Mushroom: Mycolatry in
Mesoamerica, McGraw–Hilo, New York, 1980].

55
El RgVeda es el más antiguo [circa 1500 a.c.] de los cuatro Vedas,
epopeyas orales en sánscrito de los arios, que provenientes del norte
invadieron la India septentrional en el segundo milenio a.c., y es la
escritura sagrada más antigua de¡ hinduísmo. Buena parte del RgVeda
es un elaborado himno a un dios–planta extático, soma, conocido
como haoma en el posterior Avesta de los iranios, también
descendientes de los arios. De Félice observó con presciencia que
soma no era una bebida alcohólica, como creían muchos de sus
contemporáneos, aunque no ofreció teoría alguna sobre la identidad
botánica de la planta «tóxica» original. El estudio más completo sobre
el soma, con la argumentación más detallada sobre su identidad, es el
trascendental libro de R. Gordon Wasson Soma: Divine Mushroom of
Immortality,–donde argumenra de forma bastante convincente, y en
varios frentes, que la planta sagrada original era el hongo enteogénico
hiperbóreo Amanita Muscaria.29 Lo esencial en la novedosa hipótesis
de Wasson –que soma era un enteógeno– se ha aceptado por lo
general, aunque se haya alegado también que soma/haoma era en
realidad Peganum harmala L., un sustituto de la planta original, en el
área irania [DS. Flattery y Martin Schwartz, Haoma and Harmaline:
The Botanical Identity of the Indo–Iranian Sctcred Hallucinogen (sic)
«Soma» and ¡ts Legay in Religion, language, and Middle Eastern
hblklore, University of California Press, Berkeley, 1989], o un hongo
que contuviese psilocibina30 [R.F. Schroeder y G. Guzmán, «A new
psychotropic fungus in Nepal» Mycotaxon 13(2): 346–348, 1981]; o
bien un parásito fungoide de los cereales similar al cornezuelo o ergot,
que contenía ergina (la amida del ácido lisérgico [Merck lndex 12:
5663]) u otro alcaloide ergolínico similar al LSD30 [M.T. Greene,
Natural …… Johns Hopkins University Press, Baltimore, M D , 1992].
Para un minucioso estudio de la etnofarmacognosa del soma, vide mi
«La historia de la planta del «soma» después de R. Gordon Wasson»
en J.M. Fericgla (Ed.), Plantas, chamanismo y estados de consciencia
[sic] [Liebre de Marzo, Barcelona, 1994 págs. 117–150; inglés: Eleusis
1 1 : 9–37, 1998], y Pharmacotheon)33

56
Dioniso o Baco fue el dios griego de los embriagantes, y se dice que
introdujo el vino de Asia Menor en la antigua Grecia. Aunque hoy se
sostiene que fue el dios de la ebriedad vinosa –alcohólica– Dioniso fue
más bien el señor de la ebriedad en general, y especialmente de la
ebriedad sagrada o enteogénica. William Emboden argumentó que
Dioniso representaba la tradición chamánica preagrícola de la ebriedad
oracular [«Dionysus as a shaman and wine as a magical drug» Journal
of Pychedelic Drugs 9(3): 187–192, 1977], y Carl A.P. Ruck, eminente
experto en ernofarmacognosia clásica, le vio como símbolo del aspecto
«salvaje» o animal de la humanidad, que los griegos contrastaban con
el «cultivado» [«The wild and the cultivared: Wine in Euripides
Baccho» Journal of Ethnopharmacology 5(3):231-270, 1982; reeditado
en R.G.Wasson et alii, Persephone Quest Entheogens and the Origins of
Religion, Yale University Press, Nevv Haven, en,1986; págs. 179–223].
Baccho de Eurípides narran el mito de Dioniso y la historia del origen
del vino, describiendo los delirantes ritos orgiásticas de las bacantes o
ménades, mujeres devotas a Dioniso que se abandonaban a la
ebriedad extática, danzando desnudas y frenéticas en el bosque. En la
obra, el rey Penreo se disfraza de mujer para espiar a las ménades,
que tomándole por un león le despedazan, y su propia madre, Agave,
alza su cabeza como trofeo. Las bacanales fueron una festividad
importante de la antigua Roma, que acabó con la famosa persecución
de las bacantes en el 186 a. c., donde el filósofo español Antonio
Escohotado ha visto el prototipo de nuestra actual guerra contra las
drogas, repleta de monstruosas búsquedas de chivos expiatorios y
testigos pagados por los perseguidores [historia general de las drogas,
Alianza Editorial, Madrid, 1989]. Aunque las bacantes sin duda bebían
vino, se ha apuntado que los vinos griegos clásicos eran potentes
infusiones de varios fitoembriagantes, y era necesario diluirlos en agua
para poderlos beber sin peligro. Había elaborados rituales para el
symposion o «fiesta de la bebida», y cuencos especiales llamados
krateres en los que se diluía y mezclaba el vino. Como los griegos no
conocían la técnica de la destilación, sus vinos tenían un límite de
concentración alcohólica de un 12 a un 14%,21,24 siendo obvio que no
los rebajaban así por su alta concentración: alcohólica. Dioscórides
describió una infusión de vino con mandrágora (Mandragora
officinarum L., rica en alcaloides tropánicos, especialmente
hiosciamina [Merck Index 12:4907]),33 tan soporífera que resultaba
eficaz como anestésico quirúrgico; ciertos vinos, como el que Odiseo
dio sin diluir al gigante Polifemo para drogarle, debían diluirse en 20
partes de agua, y Plutarco describió un vino alucinatorio que era
consumido en un festival dionisíaco llamado Anthesteria [C.A.P. Ruck,
«Documentation, en R.G. Wasson et al¡¡, The Road to Eleusis. En ese
tipo de vinos, que en general estaban presentes por todo el mundo
arcaico, el alcohol obviamente servía más como conservante que como
principio de ebriedad psicoactiva. Los vinos griegos o [w]oinoi, eran
llamados entheos por los griegos, «divino adentro», pues contentan un
«espíritu» visionario de su deidad Dioniso en forma de alcaloides u
otros principios psicoacrivos, y éstos provenían de distintos
fitoembriaganres [C.A.P, Ruck y D. Staples, The World of Classical
Myth: Gods and Goďdesse, Heroines and Heroes, Carolina Academic
Press, Durhant, 1994]. Del término entheos deriva nuestra palabra
común entusiasmo, «inspirado divinamente», que se refería
originalmente a la ebriedad poética u oracular mediante fármacos
celestiales, también llamada por los griegos pharmacotheon,
«medicina divina» y por eso acusamos nuestro neologismo
enteógeno.10 támbién es evidente que las cervezas arcaicas eran
equivalentes funcionales a los [w]oinoi
Enteogénicos de la aruigua Grecia, pues en el mundo antiguo también
se les añadían ¡nnumerables embriagantes sagrados a las cervezas,
como ha documentado recientemente Christian Rätsch, en Urbock.
Bier jenseits von Hopfen und Maíz [La cerveza más allá del lúpulo y
malta, Ar Verlag, Aarau, Suiza, 1996]. En los países nórdicos había
hidromieles y cervezas enteogénicas, como el Othrörir (aloja de la
inmortalidad de Odín) y la mágica hidromiel de la sabiduría que
manaba del Pozo de Mimir, en la base del Árbol Mundial escandinavo
Yggdrasil. De modo similar, en el Nuevo Mundo o Neogea, los
mesoamericanos preparaban un xochioctli especial o «pulque
enteogénico», enriquecido con fitoembriagantes. 21,24,25,46. Un ejemplo
moderno de vino enriquecido es el famoso Vin Mariani del siglo XIX,
que era una infusión de un buen vino de Burdeos con hojas
estimulantes de coca [A. !Mariani, Coca and its Therapeutic
Application, J.N. Jaros, New York, 1890]34 Hasta los licores destilados
han sido en ocasiones base. de principios embriagantes no alcohólicos,
como los licores de absenta en el siglo XIX y principios del XX, que
contenían Tujona.7

57
Hofmann cuenta la historia de su descubrimiento de la LSD que fue
distribuida por Sandoz como medicamento experimental, bajo el
nombre comercial Delysid,® en su autobiográfico LSD: My Problern
Child3° y recientemente ofreció ulteriores revelaciones en «LSD:
Completely personal» [Maps Bulletin VI(3): 46–52,1996]. Los detalles
científicos de la extensa investigación sobre los alcaloides del
cornezuelo o Claviceps purpurea (Fries) Tulasne, pueden encontrarse
en su monografía técnica Die Mutterkornalkaloide [Los alcaloides del
cornezuelo, Ferdinand Enke Verlag, Stuttgart, 1964]. Para los
múltiples aspectos filosóficos y las implicaciones de su larga carrera en
la farmacia celestial, vide Einsichten Ausblicke [Sphinx Verlag,
Basilea,1986; traducido al castellano como Mundo interior mundo
exterior. Los Libros de la Liebre de Marzo, Barcelona, 1997];
Naturwifβ enschaft und Mystische Welterfahrung [Ciencia y experiencia
mistica del mundo, Medienxperimente, Löhrbach, y Nachtschatten
Verlag, Solothurn, 1995]. Aunque la LSD se sintetizó primero como un
derivado art¡final de los alcaloides naturales del cornezuelo (ergot),
casi seguramente un día se demostrará que es en realidad un producto
natural, presente en alguna planta.60

58
Quien desee conocer detalles sobre el nacimiento de la llamada «Era
Psiquedélica», vide MA. Lee y B. Shlain, Acid Dreams: The CIA, LSD
and the Sixties Rebellion [Grove Press, New York, 1985]; J. Stevens,
Storming Heaven: LSD and the American Dream [Atlantic Monthly
Press, New York, 1987]. Para algunos de los aspectos políticos más
oscuros, vide J. Marks, The Search for the Manchurian Candidate,: The
CIA and Mind Góntrol [Times Books, New York, í979]. Para unos
detalles enteradas, vide T. Leary, High Priest [The World Publishing
Co., New York, 1968; reeditado por Ronin, Berkeley, cA, 1995].

59
La biografía de María Sabina fue escrita por su aldeano Álvaro
Estrada, Vida de María Sabina [Siglo XXI Editores, México, 1977]; hoy
va por la octava impresión y cuenta con una «presentación» de R.G.
Wasson en las páginas 9 a 22. El libro se tradujo al inglés por Henry
Munn, María Sabina: Her Life and Chants [Ross–Erikson, Inc., Santa
Bárbara, cA, 1981]; al francés, Autobiograpbie de María Sabina: la
sage aux cbampignons sacrés [Éditions du Seuil, París, 1979]; al
portugués, A vida de María Sabina, a sabia dos cogurnelos [Livraria
Martins Fontes Editóra Ltda., Sáo Paulo, 1984]; y al alemán, Maria
Sabina: Botin derheil¡gen P¡lze [Medienxperimente, Löhrbach, y
Nachtschatten Verlag, Solotlntrn, 1996]. Estrada publicó
recientemente una continuación, Huzutla en tiempo de hippies
[Editorial Grijalbo, México, 1996]. René de Solier publicó otro libro
sobre Sabina, Curandera: les champignons hallucinogénes [Jean–
Jacques Pauvert, Montreuil,1965]. Wasson y su esposa/colaboradora
Valentina Pavlovna, pusieron en circulación la grabación fonográfica de
un ritual micólatro en que participaron junto a Sabina, la noche del 21
al 22 de julio de t956, Mushroom Ceremony of the Mazatec Indiana of
Mexico, repleta de notas paralelas [Folkways Records, New York,
1957]– Finalmente, Wasson y colaboradores publicaron María Sabina
and her Mazatec Mushroom Velada [Harcourt Brace Jovanovich, New
York, 1974], una completa transcripción/trasliteración, que incluía
traducciones paralelas al inglés y al castellano–todas clavadas a cuatro
grabaciones fonográficas (casetes en una edición popular) –de otra
ceremonia micólatra grabada la noche del 12 al 13 de julio de 1958.

60
La investigación científica de Wasson sobre los hongos visionarios
mejicanos, en colaboración con el mitólogo francés Roger Heim, está
resumida en su libro Les champignons hallucinogénes du Mexique
[Archives du Muséum National d´Histoire Naturelle, Séric 7, Tome VU,
París, 1958(9)]. Cuando varios colaboradores químicos fueron
incapaces de resolver el problema del principio visionario de los
hongos, Heim acudió a Hofmann, en Basilea, enviándole 100 gramos
secos de Psilocybe mexicana Heim, que cultivaba en París. Utilizando
la Técnica Heffter de bioensayos psiconáuticos como guía del trabajo
químico, Hofmann pronto aisló la psilocibina y su forma activa, la
psilocina [Merck Lndex 12: 8110], probando por síntesis que su
estructura era 4–fosforiloxl–dimetil-triptamina y 4–hidroxi–dimetil-
triptanlina, respectivamente [A. Hofmann et alii, «Psilocybin, ein
psychotroper Wirkstoff aus denl mexikanischen Rauschpilz Psilocybe
mexicana Heim» Experientia 14(3):107–109, 1901. Hofmann y
Wasson, entonces un director del subsidiario usano de Sandoz, se hici-
eron pronto amigos, colaborando así en la resolución química de otro
par de embriagantes mejicanos chamánico–tradicionales, el ololiuhqui
y el tlitliltzin, semillas de los dondiegos de día Turbina corymbosa (L.)
Rafinesque e Ipomea violacea L. En los veranos de 1959 y 1960,
Wasson recogió para Hofmann cantidades considerables de ambas
semillas, y éste (utilizando de nuevo la Técnica Heffter) determinó
rápidamente que el principio activo principal de ambas semillas era la
ergina o amida del ácido d–lisérgico,31 acompañada de otros alcaloides
del cornezuelo íntimamente relacionados con la LSD, que
originalmente le había introducido en este campo de investigación,
cerrando así lo que él posteriormente llamó un «círculo mágico» [A.
Hofmann y H. Tscherter, dsolierung von LysergsáureAlkaloide aus den
mexikanischen Zauberdroge Ololiuqui (Rivea corymbrosa [L.] Hallier
fil.)» Experientia 16(0414, 1960]. Dos décadas después, Wasson y
Hofmann colaboraron con el filólogo clásico usano Carl A.P. Ruck en la
resolución del «secreto» de las religiones mistéricas de la Grecia
clásica, entre las cuales estaban los célebres Misterios de Eleusis.
Varios miles de mystai o neófitos se reunían anualmente para una
iniciación durante el otoño, en el santuario o telesterion de Eleusis,
cerca de Atenas. Tras beber la pócima de Démeter, el kykeon, estos
mystai contemplarían una visión luminosa en el oscurecido telesterion,
que era «nueva, asombrosa, inaccesible al conocimiento racional»
(como afirmó Arístides el Retor, en el siglo II d.c.) y que les
transformaba en epoptai: quienes han visto ta hiera, «lo sagrado».
Aunque los Misterios de Eleusis se celebraron durante casi dos
milenios, hasta que el rey godo Alarico saqueó el templo en el 395 d.
c., era un delito capital divulgar lo que se revelaba en la iniciación, y
los detalles de la liturgia desaparecieron con el telesterion. En 1955,
inmediatamente después de experimentar los efectos extáticos del
oráculo fungico de María Sabina, Wasson se dio cuenta de que había
desvelado el secreto perdido de los misterios: que el kykeon era un
enteógeno catalizador de la visión luminosa. En 1978 comentó que
durante su primera experiencia de éxtasis mitológico, «en seguida
me dí cuenta de que tenía que existir un denominador común entre
el Misterio mejicano de los hongos y los Misterios de Eleusis», y lo
propuso en público por primera vez el 15 de noviembre de 1956, en
debate que siguió a su lectura de un escrito breve ante la Sociedad
Filosófica Americana de New York [vide The Road to Eleusis, págs. 12
y 17;56 el escrito de 1956 fue posteriormente publicado: «The divine
mushroom: Primit¡ve religion and hallucinatory ageuts» Proceedings
of the American Philosophical Society 101(3): 221–223, 1958];
Wasson profundizó y desarrolló esta idea en un escrito que hizo
época, «The hallucinogen¡e fungi of Mexico: An inquiry into the
origins of the religious idea atrlung primitive peoples» [Botanical
Museum eaflets, Harvard University 19(7):137–162.,1961], donde
afirmaba audazmente: «predigo que el secreto de los misterios se
encontrará en los indólicos» (la psilocibina> la ergina y la LSD son
alcaloides «indólicos»). Apoyándose en la pericia quírnica de
Hofmann, y en los conocimientos filológicos de Ruck, Wasson ofreció
entonces una solución convincente al «secreto», de los misterios
eleusinos de Démerer, que consagraba el cultivo de cebada: que el
kykeon (cuya composición a base de cebada, agua y una menta
llamada glechon se conocía gracias al Himno homérico a Démeter, del
siglo VII a.c.) era un extracto acuoso del cornezuelo parásito de la
cebada de Démeter, proveniente de la meseta rariana, que contenía
alcaloides ergotínicos visionarios, similares a la ergina del
Ololiuhqui [R.G.Wasson et alii, The Road to Elesuis: Unveiling the
Secret of the Mysteries 56 Aunque algunos han puesto en duda que las
propiedades visionarias de la ergina justifiquen el dramatismo de las
visiones eleusinas, no hay duda de que son la clave de las
propiedades psicotrópicas del ololiuhqui mesoamericano, y hay
pruebas del consumo de hierbas infectadas con cornezuelo como
embriagantes chamánicos [D.C. Pal y S.K. Jain, «Notes on Lodha
medicine in Midnapur District, West Bengal, India» Economic Botany
43(4) 464–470,1989].Además, se dan considerables variaciones en
alcaloides producidos por cada cornezuelo, que pueden incluir
ergonovina visionaria [Merck Index 12.: 3694] y al menos otras dos
ergolinas conocidas cuya actividad visionaria es casi segura aunque
todavía no se hayan probado en seres humanos: la elimoclavina y la
amida del ácido–N–(I-hidroxietil) lisérgico. La primera, de conocida
presencia en las semillas de ololiuhqui, provocó estimulación en
experimentos animales [T. Yui y Y. lákeo, «Neuropharmacological
studies of a new series of ergot alkaloids» Japanese journal of
Pharnacology 7:157–161, 1958], y se ha sabido que es el alcaloide
principal de un enteógeno africano [C. Costa et al¡¡, [«Indole
alkaloids from the roots of an African plant Securidaca
longzpedunculata» journal of Heterocyclic Chemisny 2.9: 1641–1647,
1992]. La segunda, que también se encontró en el ololiuhqui y en
semillas afines D. C róger, «Über die Vorkommen von
Ergolinderivate in Ipomwa–Arten» Flora 153: 373–382,71963],
provocó igualmente estimulación animal [A. Glásser, «Sume
pharmacological actions ofd–lysergic acid methyl carbinolamide»
Nature l89:313–314, 1969], y se conoce a partir del (Claviceps
paspali Stevens et alli, que parasitiza el Paspalum dútichum L., donde
puede convertirse en ergina sin dificultad [P. Arcamone et alii,
«Production of lysergic acid derivatives by a strain of
Clavicepspaspali Srevens and Hall in submerged cultures„ Nature
187: 238–239, 1960]. Además, se ha demostrado que algunas cepas
de C. paspali en cultivos saprofíticos son capaces de transformar
esta hidroxietilamida del ácido lisérgico en su pariente próximo, la
amida o ergina [F. Arcamone et alii, «Production of a new lysergic
acid derivative in submerged culture by a strain of Claviceps prupali
Stevens and Hall, Proceedings of the Royal Society 155a: z6–
54.1961]. Por todo ello, parece probable que haya cepas de
cornezuelo productoras de la propia LSD, y que eventualmente sea
descubierto como producto natural. Dado que hay una media docena
de alcaloides visionarios, probados o putativos, en los cornezuelos,
implicados en la farmacología de una de las plantas chamánicas más
importantes de Mesoamérica, y dado que los propios cornezuelos se
usan como embriagantes tradicionales, no hay base farmacológica
contraria a la tesis enteogénica Wasson/Hofmann/Ruck [R.G.
Wasson, «Notes on the present status of ololiuhqui and the ocher
hallucinogens of Mexico» y A. Hofmann, «The active principles of the
seeds of Rivea corymbasa and lpomea violacea» Botanical Museum
Leaflets Harvard University 20(6): 161–193;194–212.,1963; ambos
reimpresos en The Pscchedelic Review i(3): 175–304 302–316, 1964;
el primero en Tlie Psychedelic Reader38].

61
El artículo que Wasson publicó en Life, tercero de la serie «Great
Adventures», se tituló «Seeking the magic mushroom», y la cita
corresponde a las páginas 109 y 114 [número de life del 13 de mayo
de 1957; págs. 100–107; 109–111; 113–114;117–118;120; («En
busca del hongo mágico»), 3 de junio de 1957, pág. 38 et seq]. Lo
que precede entrecomillado viene de página 28 de The Wondrous
Mushroom.5 4 Los comentarios de Wasson acerca de su «peregrinaje»
mej¡cano en busca del «Grial» provienen de la página 147 de su
trascendental escrito de 1961 The hallucinogenic fungi of Mexico: An
inquiry into the origins of the religious idea among primitive
peoples»60 Este escrito extraordinario y poéticamente emocionante
se ha republicado ya media docena de veces [vide m¡
Pharmacotheon33 para referencias].

62
Mushrooms Russia and History, cuyo primer autor fue Valentina –
Pavlovna Wasson, se publicó en una edición limitada de 512 copias,
en una caja con dos volúmenes muy grandes cuyo precio original,
125$, se dobló poco después de su puesta en circulación. El libro,
impreso con SU tipografía DANTE por Giovanni Mardersteig en su
Stamperia Valdonega de Verona, Italia, era una ganga incluso por
250$–¡posteriormente se ha llegado a pagar desde 2.000 a 6.500$
[Pantheon Books, New York, 1957]! La cita larga proviene de la pág.
194, y el comentario sobre la «fuente de la idea religiosa» de la
página 369. Además del artículo de R. Gordon Wasson en Life,61 para
promocionar el libro, Valentina publicó « I ate the sacred
mushroom» [This Week Magazine, número del 19 de mayo de 1957;
págs. 8–10, 36]; y apareció en la portada de ese suplemento
dominical de periódico vestida con su bata blanca de médico. El
artículo de Valentina fue reimpreso por Cynthia Palmer y Michael
Horowitz (Eds.), Shaman Winzan, Mainline Lady: Women's Writingsn
the Drug Experience [William Morrow and Co., New York, 1982;
págs,183–186; traducción al alemán, Tdnzerinrzen zwischen Himuoel
und Hďlle, Medienxperimente, Liihrbach, r9go; «leh as die heiligen
Pilze» reimprí mido en ZauberPilze, Nachtschatten Verlag, Solothurn
y Medierixperintente, L6hrbach,1993; págs. 127–1301. El argumento
implícito que discurre a lo largo del libro de Wasson postula que los
orígenes de las religiones y las culturas humanas están en el uso
chamánico de enteógenos, como los hongos de María Sabina, idea que
también se desarrolla en un importante escrito de R. Gordon Wasson,
«The hallucinogenic mushrooms of Mexico: An adventure in
ethnomycological exploration» [Transactions of the New York Academy
of Sciences, Series n, 21(4):325–339, 1959; que se presentó
originalmente como conferencia en la citada Academia el 23 de enero
de 19S9].

63
Más tarde Wasson comentó del inaugural libro de 1957 «ahí
expresamos nuestra [«conjetura impetuosa» vacilantemente, más por
deducción que de modo directo, y ni un solo crítico la captó. Todavía
estábamos renuentes a auspiciar abiertamente el concepto de un
hongo divino entre nuestros propios ancestros» [R.G. Wasson, Soma:
Divine Mushroom of Immortality;
página 174].9 Entre aquellos críticos estaban el famoso Edmund Wilson
[«Mushrooms, Russia and the Wassons» The Nation,16 de noviembre
de 1957, págs. 364-370]; Richard Evans Schultes [Natural History
67(1): 4–5; 46–49,1958], numerosos profesionales de la micología y
críticos anónimos de la Audubon Magazine [59(4): 188, 1571, del New
Yorker [18 de mayo de 1957, págs. 25–27 y 27 de julio de 1957, págs,
21–26] y del Times Literary Supplement [19 de diciembre de ¡958]. Un
par de años después de mi encuentro con R. Gordon Wasson en 1974,
y una vez aceptado por él como .su «discípulo», como a veces me
llamaba, me dijo que había sido el primero en interesarse
específicamente por la «conjetura impetuosa» que con tanta astucia
escribió entre las líneas de Mushrooms Russia and History, y el primero
en preguntarle lo que él mismo se había cuestionado. Quizá fui
aceptado como «discípulo» ¡por haber resuelto el enigma! Tras su
muerte, llamé a Wasson «un Darwin del siglo XX» [TJ. Riccilinger
(Ed.), The Sacred Mushroom Seeker. Essays for R. Gordon Wasson,
Dioscorides Press, Portland, OR,1990; Págs. 183–191]: al igual que
Darwin, provenía de una familia religiosa; Darwin dudó en exponer su
teoría de la evolución por el mecanismo de selección natural, siendo
consciente de cuanto provocaría la fe cristiana ciega; Wasson fue
cauteloso en exponer La Teoría Wasson sobre génesis de las religiones
y otros aspectos de la cultura en el uso primordial de enteógenos,
precisamente por la misma razón. Hemos visto como mencionó por
primera vez el asunto en el artículo de Life, que catalizaría el llamado
recrudecimiento de la comunión con los antiguos sacramentos en la
Edad Psiquedélica [M. Horowitz, «Just say knovv: Gordon Wasson and
the psychedelic revolutiom lntegration: Zeitschrifrfür Geutbewegende
Pflanzenund Kulturr. 5–6, 1991], y como este tema se «bosquejaba
apocadamente en Mushrooms Russia and History», ¡tanto fue así, que
ninguno de los críticos profesionales reparó en ello! No obstante,
Wasson apuntó en el GAPíTULO 15, EL ÁGAPE FÚNGICO: «Nuestros
hongos divinos... pueden haber desempeñado un papel en los orígenes
de la cultura humana ¡Cuánto debe haber conmovido el alma de cada
hombre la extraña virtud de esas criaturas del relámpago! [...] Sí,
nuestros hongos debieron desperezar la imaginación de aquellos
primeros hombres que los comieron, estimulando su curiosidad y sus
facultades especulativas. Nuestros hongos pudieron avivar en ellos la
verdadera idea de Dios». Wasson concluyó con una comparación
directa del teonanácatl, el «hongo maravilloso», y la Hostia: «el indio
mejicano con su teonanácatl, no necesita Transubstanciación, porque
su hongo habla por sí mismo. El Elemento del ágape cristiano palidece
en comparación con el hongo. El hongo tiene la llave de una unión
mística con Dios, mientras sólo almas excepcionales pueden alcanzar
un éxtasis similar y una comunión divina contemplando
intensivamente el milagro de la Misa». Hemos visto que en la
exposición y el escrito que dirigió a la New York Academy of Sciences
en 1959,60 Wasson expuso con mayor claridad su teoría, aunque hasta
su conferencia del 30 de agosto de 1960 ante la Psycological Society of
America, en Stifwater, OlKahoma (publicada el año siguiente),60
Wasson no se embarcó en «una investigación sobre los orígenes de la
idea religiosa entre los pueblos primitivos», que concluyó poética-
mente: «Hace miles de años, cuando el hombre emergió de su
embrutecido pasado, hubo una etapa en la evolución de su
conocimiento en que la existencia de un hongo... con propiedades
milagrosas, fue para él una revelación, un verdadero detonador para
su alma, que despertó en él sentimientos de temor y reverencia, y
dulzura y amor, hasta el punto máximo que la humanidad es capaz de
alcanzar, todos esos sentimientos y virtudes que la humanidad
siempre ha considerado el máximo atributo de su especie. Le hizo ver
aquello que sus ojos mortales y perecederos no pueden ver. ¡Cuán en
lo cierto estuvieron los griegos cercando este Misterio, este tragar la
poción, con secreto y vigilancia! Lo que hoy se reduce a una mera
droga, una triptamina o un derivado del ácido lisérgico, era para él un
milagro prodigioso que le inspiraba poesía, filosofía y religión. Con
todo nuestro conocimiento moderno, quizá no necesitemos ya el hongo
divino. ¿O acaso lo necesitamos más que nunca? A algunos les
asombra que la Llave de la religión se reduzca a una simple droga. Por
otro lado, la droga es tan misteriosa como siempre fue...» [págs. 157–
158].

64
Además de Soma: Divine Mushroom of lrnmortality; 29 que apareció en
1968 como una edición en caja, limitada a 680 copias, y a un precio de
200$, se publicó una edición facsímil encuadernada (a 15$, con un
estuche de cartón, en 1971) y otra como libro de bolsillo (tres
ediciones, a 7,50$). Contestando a un análisis crítico de John Brough
[«Soma and Amanita muscaria» Bulletin of The School of Oriental and
Afiican Studies 34(2): 331–362,1971], Wasson publicó una escueta
continuación, Soma and the Fly–Agaric: Mr. Wasson´s Rejoin der to
Professor Brough [Botanical Museum of Harvard University,
Cambridge, ra v,1972;1000 copias a 3$], más tarde actualizada con
«Soma brought up–to–date» [Botanical Museum Leafets Harvard
University 26(6): 2n–223, 1978; reimpreso en Journal of the American
Oriental Society 99(1): ¡00–105, 1979]. Wasson anticipó su teoría en
una conferencia de 1976, «Fly agaric and man» [D.H. Efron et a1ü
(Eds.), EthnopharmacologiralSenrch for Psychoactive Drugs, us
Government Printing Office, Washington, 1967; págs. 405–414]; y en
«Soma: The divine mushroom of immortality» [Discovery 3(1): 41–
48,1967]. Vide mi reseña55 para referencias acerca de análisis y
publicaciones adicionales de Wasson (y otros) sobre soma.

65
Los Wasson mostraron convincentemente que la mosca del «hongo
matamoscas» no tenía absolutamente nada que ver con el supuesto
uso de Amanita muscaria como insecticida, sino que más bien se
refería al vuelo de la locura cerebral o a la posesión, al «estar
mosqueado» o «tener algo metido entre ceja y ceja», afligiendo al
viejo borrachín de la canción infantil: «se fue a la cama con un bicho
en la cabeza, y por la mañana no se pudo levantar». Esta frase
familiar tiene equivalente en prácticamente todas las lenguas
europeas. Gordon Wasson situó el origen de ese concepto en la
curación chamánica, donde el chamán chupa objetos y particularmente
insectos del cuerpo del paciente, especialmente de la cabeza. Sugirió
un origen naturalista de esta curiosa creencia: los pueblos siberianos,
que viven en estrecha simbiosis con los renos, observaron que sus
animales se, «volvían locos» periódicamente y espontáneamente se
curaban, cuando insectos cuyas larvas, tras gestarse en las fosas
nasales de sus anfitriones animales, enfurecían a las pobres criaturas–
brotaban de sus narices. Por supuesto, como vimos en la Nota 29, los
siberianos también se dieron cuenta de que sus renos se «volvían
locos» tras comer el hongo matamoscas, mukhomor. En el mundo
judeocristiano la mosca representa todo lo diabólico, o las deidades de
otros pueblos– el Antiguo Testamento [II Reyes 1:2] dice que los
ecronitas, rivales de los israelitas, adoraban a Belzebú (o Beëzelbub),
«señor de las moscas», y en el Paradise Lost de John Milton [1608–
1674], Beëlzebub es el jefe de los ángeles caídos [BOOK 1: 79–811,
que antes había sido pintado por Hieronymus Bosch [né van Aken,
circa 1450–1516] en su famoso tríptico Hay Wain [Museo del prado,
Madrid] transformándose en varios insectos voladores mientras caen
por el aíre.
66
El libro de Furst Hallucinogens and Culture [Chandler & Sharp, Novato,
CA, 1976; castellano: Fondo de Cultura Económica, México, 1980],
siguió a la edición de una antología pionera, Flesh of the Gods: The
Ritual Use of Hallucinogens [Praeger Publishers, New York, 1972], que
incluía los escritos de Wasson sobre los hongos enteogénicos y uno de
La Barre sobre enteógenos y chamanismo. La cita proviene de un
escrito presentado por La Barre en una conferencia que yo organicé en
San Francisco (Hallucinogens in Native American Shamanism and
Modern Life, del 28 de septiembre al 1 de octubre de 1972), y se
publicó en las actas que edité como número doble del Journal of
Psychedelic Drugs [11(1–2): 1–149, 1979; La Barre: págs. 7–111.
Wasson también participó en la conferencia y en las actas, que
incluyeron además nuestro escrito breve acuñando el neologismo
enteógeno.10 La Barre exploró con mucha más profundidad el nexus
entre enteógenos y chamanismo en su enciclopédico The Ghost Dance.
The Origins of Religion [Doubleday & Co., New York, 1970].

67
Tras el colapso de la censura soviética que siguió a la glasnost, el
micólogo estonio Maret Saar relató que el uso tradicional de Amanita
muscaria continuaba entre los khanty u ostiácos del área siberiana del
río Ob, y entre los habitantes de la península de Kamchatka, sobre el
mar de Bering [M. Saar, «Ethnomycological data from Siberia and
northeast Asia on the effects of Amanita muscaria» jourrial of
Etbriopharmacology 31(2): 157–173, 1991]. Recientemente, un grupo
de micólogos y micoaficionados usanos viajó a Kamchatka para
documentar la supervivencia del uso chamánico del mukhomor [E.
Salzman et al¡¡, «In search of mukhomor, the mushroom of
immortality» Shaman´s Drum 41: 36–47, 1996]. Hubo un somero
estudio del uso chamánico de Amanita muscaria entre los indios dogrib
de área del lago Great Slave en los Northwest Territories canadiense
[S. Larsen, The Shaman´s Doorway: Opening the Mythic Imagination
to Contemporary Consciousness, Harper el Rovv, New York, 197 (11, y
en la conferencia antes mencionada de 197866 Wasson y el antro-
pólogo Reid W Kaplan, junto a la chamana Keewaydinoquay [M.
Peschel] de los Ojibway o Ahnishinaubeg, documentaron el uso
chamánico tradicional entre sus gentes de este hongo, al que llaman
miskwedo [R.G. Wasson, «Traditional use in North America of Amanita
muscaria for divinatory purposes» y Keewaydinoquay, «the legend of
miskwedo» Journal of Psychedelic Drugs 11(1–2): 25–z8; 29–31,
1979]. La documentación completa no está disponible hasta el año
2020, cuando las tres copias de un libro de Wasson, Kaplan y
Keewaydinoquay sean desveladas por la Houghton Rare Book Library
de Harvard. Kaplan documentó antes el alcance del culto fúngico en la
Escandinavia arcaica, basándose en motivos fúngicos arqueológicos [R
W Kaplan, «The sacred mushroom in Scandinavia» Man10(1): 72–
79,1975]. Recientes datos arqueológicos [P T Furst, Mushrooms:
Psychedelic Fungi, Chelsea House Publishers, New York, 1986],
lingüísticos [M..G. Elizondo, «Ethnobotany of the Southern Tépehuan
of Durango, Mexico: i. Edible mushrooms» Journal of Ethnobiology
11(2): 165–173,1991] y etnobotánicos [T Knab, «Minor Mexican
pharmacogens: Context and effects» manuscrito no publicado, 1976–
1978; C. Rätsch, Indianische Heilkrduter, Eugen Diederichs Verlag,
Múnich, 1992] documentaron el uso tradicional de Amanita muscaria
en Mesoamérica, y, probablemente fue el enteógeno preferido por los
antiguos mayas, conocido como kakuljá hurakan (el «no–nacido
unípede») en el Popol huh quiché y pintado en los códices mayas [B.
Lowy, «Mushroom symbolism in Mayan codices» y «Amanita muscaria
and the thunderbolt legend in Guatemala and Mexico». Psycologia
64(4): 816–821,1972; 66(1): 188–191, 1974; D. Tedlock (Tr.), Popol
Vuh: The Mayan Book of the Dawn of Life, Simon & Sehuster, New
York, 1985; R.G. Wasson et al¡¡, Persephone´s Quests56]. En Paleogea,
el uso chamánico de la Amanita muscaria sobrevivió bien entrados los
tiempos históricos en Japón, donde este hongo y sus entcógenos
afines se conocen como tengu–take, «hongos Téngu», asociados a los
Téngu, una raza de duendes traviesos que según la leyenda se
embriagan comiendo hongos [R. Imazeki, «Japanese mushroom
names, The Transactions of the Asiatic Society of Japan Third Series,
11: 26–90, 1973], y hay numerosas referencias chinas a Hsiao–ch
´un, «los hongos de la risa, [H.L. Li, «Hallucinogenic plants in Chinese
herbals» Botanical, Vaaeiim Leaflets Harvard Universiry z5(6): 161–
181,1977]. Hay noticias sobre el uso del hongo matamoscas en el
Hindu Kush de Afganistán [S,C. Mochtar y H. Geerken, «Die
Halluzinogene Muscarin and Ibotensáure irte lnioleren Hindulcusc»
Afganistán Journal 6(2); 63–6s,1979]; se cita un manuscrito inédito de
1980 referido al uso enteógenico de la Amariita muscaria, llamada
ampacao, por el pueblo igorot de Luzón, Filipinas [C. Rätsch, The
Dictionary of Sacred and Magical Punts, Prism Press, Briciport, 1992
(publicado originalmente en alemán, 1988)].

68
Los micólogos saben hoy que la Amanita muscaria es un hongo
micorrizo; es decir, crece en relación simbiótica con las raíces de
ciertos árboles, lo cual es para el hongo una simbiosis obligada, y que
este hongo nunca ha podido cultivarse. En Siberia los simbiontes
principales son abedules, y los secundarios pinos; el abedul es el
preeminente Árbol del Mundo o Árbol de la Vida en el chamanismo
siberiano, cuyo espíritu es una mujer que ofrece leche fortificante al
chamán, «leche fúngica» que surge de sus pechos, del Lago de leche o
del Agua de la Vida que se halla en la base del Árbol de la Vida [U.
Holmberg, «The Tree of Life» en J.A. McCulloch (Ed.), Mytho Gi(:
Reyes, Vol. tv, Archxological Institute of America, Boston, mA,1927].
Evidentemente, como apuntó Wasson, ese Lago de Leche o Agua de la
Vida que se encuentra en la base del Árbol de la Vida es Amanita
muscaria, la «fruta» del Árbol de la Vida que confiere conocimiento
divino y poder al chamán. En su Soma, Wasson hipotetizó una difusión
mitológica de la «hierba maravillosa, de los bosques siberianos y los
Vedas hindúes a los linq–chih u «hongos divinos de la inmortalidad» de
la China taoísta, a quienes en el primer milenio se atribuía revivir a los
muertos. También una leyenda contemporánea, proveniente del
poema épico persa Shanahmeh de Firdousi, atribuye poderes
fantásticos semejantes a una planta india «brillante como el raso de
Bizancio», es decir: al ya legendario hongo soma indio. Incluso en la
india, donde el verdadero soma se abandonó hace unos 3000 años,
una leyenda de los Puranas hablaba igualmente de una hierba capaz
de revivir a los muertos. Uno de los textos escritos más antiguos que
tenemos (se cree que fue compuesto circa 2000 a.c. y grabado en
tablillas cuneiformes en el siglo VII a.c. o anteriores), la Epopeya de
Gilgamesh, narra cómo su héroe busca la «hierba de la
inmortalidad», que es roja, se asocia con el agua y está custodiada
por una serpiente. Se han encontrado muchos paralelismos entre
esta antigua epopeya y el Antiguo Testamento hebreo,
especialmente en lo que se refiere a ideas sobre la muerte y la
inmortalidad, y en el relato del Diluvio, que establecen una «relación
genética» entre la totalidad de los escritos cuneiformes babilonios y
asirios y el posterior Antigua Testamento [A. Heidel, The Gilgamesh
Epic and Old Testament Parallels, Universiry of Chicago Press, 1946].

69
Como ya se mencionó, el soma del RgVeda era llamado haoma en el
Avesta iraní, un cuerpo de textos compuestos durante el primer
milenio a.c. y atribuido en parte al profeta y supuesto «psicopompo»
Zoroastro o Zaratustra, que se cree vivió entre los siglos V y VI a.c.
Tres capítulos del Avesta, Yasna 9–II, conocidos como Hom Yasht,
mencionan repetidamente el haoma. Se piensa que los textos del
haoma están entre las interpolaciones más recientes del Avesta,
fechándose entre el 140 a.c. y el 50 d.č., unos 1500 años después
del RgVeda. 55 En la actualidad el zoroastrismo o mazdeísmo se
asocia especialmente a los parsis de Bombay, en India; en Irán dio
lugar a varias religiones, entre las que destaca el maniqueísmo,
fundado por el profeta Mani [216–276 d.c.]. Hay razones para
aventurar que los maniqueos practicaban una comunión sacramental
con Amanita muscaria enteogénica, cuyo uso ritual, como
haoma/soma, quizá sobrevivía aún en Irán, o fue observado por
Mani durante su estancia en India. San Agustín [354–430], un
apóstata del maniqueísmo, denunció a los maniqueos, entre otras
cosas, por comer Amanitas (utilizó la palabra latina para las Am-
anitas, boletos), en su De Moribus Manicheorum (Sobre las
costumbres de las maniqueos, 386 d.c.). Casi un milenio más tarde,
y casi 500 años después de que el maniqueísmo fuera introducido en
China, un funcionario chino llamado Lu Yu [1125–1209] denunció
también a los maniqueos por comer hongos rojos. Los chinos no
solían ser micófobos, y debía haber algo especial en aquellos hongos
rojos; del mismo modo, los italianos comen grandes cantidades de la
comestible Arnanita casare« (Fríes) Schweinitz, y Agustín
¡dificilmente hubiese separado a los maniqueos, y mucho menos con
afán de censura, por permitirse una delicadeza tan popular! El
maniqueísmo se diseminó ampliamente en Europa, y llegó a ser uno
de los rivales más poderosos e importantes del catolicismo, sobre
todo en el sur de Francia. Allí se hizo fuerte en torno a Toulouse, que
era la ciudad mas grande y rica de Francia a principios del siglo XIII,
y la segunda de toda Europa, después de Roma. La influencia y
popularidad de esta secta maniquea, más conocida por Cátaros
(cataranos o cataristas, del latín cathari, «los puros») o Albigenses
(por la ciudad de Albi, al NE de Toulouse), llevó a los papas
Alejandro III e Inocencio [sic] III a decretar la primera cruzada
¡nterior de la cristiandad, la llamada Cruzada Albigense, que
comenzó en 1181, aunque no cometiese su principal matanza hasta
1209, mediante un nutrido ejército de esclavos levantado por
Inocencio. Se calcula que cerca de un millón de personas murieron
durante los primeros 20 años de esta cruzada, que liquidó
eficazmente el maniqueísmo europeo.
Las cruzadas católicas eliminaron todos los detalles de la secta rival
y, sin duda, hubiesen enterrado todo vestigio de sacramento
enteogénico. No obstante, un pequeño libro ilustrado maniqueo que
representa el festival de Bema, muestra junto a Man¡ una «mesa de
Dios» central, rodeada por fieles, donde reposa una cesta con pan
blanco y «fruta sagrada» que es roja con puntos blancos, como la
Amanita muscaria [K. Rudolph, Gnosis: The Nature and History oF
Gnosticism, Harper San Francisco, New York,1987]. Puede ser
significativo que el consumo lúdico tradicional de Amanita muscaria
sobreviva en Catalunya, sólo separada por los Pirineos de las plazas
fuertes del maniqueísmo en el sur de Francia. El etnógrafo catalán
Josep Maria Fericgla ha documentado tal consumo entre sus
paisanos de los pueblos de Berga y Ripoll, en las faldas de los
Pirineos, cerca de la frontera francesa [J.M. Fericgla, «Las
supervivencias culturales y el consumo actual de Amanita muscaria
en Cataluña» Supplemento agli Annali de¡ Musei Civici di Rovereto 8:
245–256, 1992(3)].

70
He dividido la historia en tres amplios períodos: la EDAD DE LOS
ENTEÓGENOS wassonlana, la INQUISICIÓN FARMACRÁTICA (que. en
Paleogea comenzó a finales del siglo IV siendo simbólicamente su
punto de partida la destrucción del santuario de Eleusis en el año
395 d. c.; en Neogea comenzó brutalmente con la conquista de
México, en 1521); y la REFORMA ENTEOGÉNICA, con el nacimiento de
religiones sincréticas en cuyos rituales de comunión un enteógeno
genuino toma el lugar de la Hostia. Un ejemplo de éstas últimas es
la Native American Church of North America, [NAC] que surgió a
finales del siglo XIX sobre las ruinas de la cultura india de las
praderas, y en la que se usa péyotl como sacramento en ritos
nominalmente cristianos. Con más de 250.000 miembros
procedentes de numerosas tribus, su consumo de péyotl, que es una
«sustancia» controlada, fue legalizado formalmente por el gobierno
de los Estados Unidos en 1994 [W La Barre, The Peyote Cult, Yale
University Press, New Haven, CT, 1938; O.C. Stewaru Peyote
Religion: History, University of Olkahoma Press, Norman, OK,1987].
La REFORMA ENTEOGÉNICA comenzó más o menos
contemporáneamente en el Afica ecuatorial occidental, cuando en
iglesias cristianas como la Buiti se comenzaron a urilizar como
sacramento las raíces pulverizadas del arbusto enteogénico ¡boga29
[J .W. Fernández, Bsuiti: An Pthnography of the Religious
Imagination in Afrua, Princeton University Press, Princeton, Ni, 1982;
G. Samorini, «The Buiti religion and the psychoactive plant
Tabernanthe ¡boga (Equatorial Africa)» Integration: Zeitschrift für
(ieistbewegende l'flanzen und Rultur 5: 105–114, 1995].
Remontándonos a los años 30 de este siglo XX, aparecen varias
iglesias cristianas ayahuasqueras51 en Brasil, también emblemáticas
de la REFORMA ENTEOGÉNICA [Anónimo, Unido do Vegetal Hoatsca:
fundamentos e objetivos, Centro de Memoria e Documentatáo,
Brasília, 1989; E. MacRae, Guiado pela lua: xamanismo e uso ritual
da ayahuasca no culto do Santo Daime, Editora Brasiliense, Sáo
Paulo, [19921]. El artículo de Wasson de 1957 en Life sobre el
éxtasis fúngico dio el pistoletazo de salida a la llamada Era
Psiquedélica en nuestro mundo científico, y produjo un interés
renovado por el chamanismo, que es la manifestación de la
REEORMA ENTEOGÉNICA entre neopaganos no cristianos del mundo
industrializado. Vide mi The Age of Entheogens The Angel´s
Dictionary10 para detalles ulteriores sobre esta perspectiva
salvajemente iconoclasta sobre historia religiosa y teocrática.

71
Wasson, en su libro póstumo Persephone´s Quest, 56 examina por fin
abiertamente la presencia de enteógenos en la Biblia. En una extensa
recapitulación, dividida en 16 apartados, de NUESTROS
DESCUBRIMIENTOS (precedida por LA BÚSQUEDA y Un INTERLUDIO
que expllca la palabra enteógeno; y seguido por el EPÍLOGO: LA EDAD
DE LOS ENTEÓGENOS), Wasson resumió toda su trayectoria,
reservando la última sección a EL ÁRBOL DEL CONOCIMIENTO DEL
BIEN Y DEL MAL. En contraste con la cautelosa desgana de Wasson, el
filólogo John M. Allegro [1923–1988] publicó The Sacred Mushroom
and the Cross [Hodder & Stoughton, Londres, 1970]. Claramente
inspirado por el trabajo de Wasson, trata de demostrar, mediante
recónditos argumentos lingüísticos, que ¡el Muevo Testamento fue
escrito en una especie de código para ocultar a los romanos un culto
cristiano secreto con Amanita muscaria! «Dirigido principalmente» al
«lector común», este «controvertido bestseller» se publicó
originalmente por entregas en el tabloide británico The News of the
World, y aunque cargado con casi tantas páginas de «datos técnicos»
como de texto, es significativo que Allegro nunca hiciese alguna
presentación académica de la teoría ante sus colegas, y que declinase
cartearse con Wasson. Ningún lingüista profesional dio crédito alguno
a las fantasiosas especulaciones de Allegro. Como dijo Wasson: «Creo
que llegó a conclusiones dudosas, basándose en pruebas insuficientes.
Y un error tan garrafal como emparentar la lengua hebrea y la griega
con el sumerio resulta inaceptable para cualquier lingüista. El sumerio
no tiene relación con ninguna otra lengua, y nadie conoce su origen».
[R. Forte, «A conversation with R. Gordon Wasson (1898–1986)»,
Religion 10(4): 13–30, 1988; para los análisis de filólogos
profesionales: T Jacobsen y C.C. Richardson, «Mr. Allegro among the
mushrooms» ilnion Seminary Quarterly Review 26(3): 1 et seq 1971].
Si bien Allegro contaba al menos con una formación lingüística, así con
otros trabajos dignos de crédito reseñables, no puede decirse lo
mismo de Andrija Puharich, que publicó un libro completamente
fantasioso donde pretende localizar un uso ritual de la Amanita
muscaria en el antiguo Egipto ¡gracias a los trances hipnóticos de
supositicios «psíquicos»! [The Sacred Mushroom: Key to the Door of
Eternity, Doubleday & Co., Garden City, NY, 1959]. Inspirado por un
encuentro con Wasson a mediados de los años 50, Puharich no hizo
ninguna contribución sustancial a la etnomicología. Un volumen
reciente, mucho más sustancial que los de Allegro o Puharich, pero
reconocidamente «especulativo» (y algunas veces incluso más que
eso), trata de demostrar que la Amanita muscaria no sólo fue el soma
y la fruta bíblica, sino, literalmente, el Santo Grial y el Piedra Elixir o
Piedra Filosofal alquímica [C. Heinrich, Strange Fruit. Alchemy,
Religion and Magical Foods: A. Specislative History, Bloomsbury
Publishing, Londres, 1995]. Heinrich da a entender que el rechazo de
sus colegas a las teorías de Allegro se basa más en política y fe
religiosa, que cn su manifiesta falta de mérito y en su obvio
sensacionalismo dirigido a convencer al gran público, pero sabiamente
«se apoya en la teoría wassoniana del Soma», no en las insustanciales
arenas movedizas de The Sacred Mushroom and the Cross, y. con igual
sabiduría, ignora completamente a las fantasías de Puharich.

72
Le chamanisme et les techniques archaiques de l´éxtase se publicó en
francés por primera vez en 1951, y posteriormente fue traducido al
inglés [Pantheon Books, New York, 19641. Eliade hizo comentarios
similares sobre los «narcóticos» en una especie de continuación, Le
yoga: Immortalité et liberté [Yaga: Immortality and Freedom,
Pantheon Books, New York, 1958; original francés de 1954]. Aunque
tabaco y alcohol fueron introducidos en Siberia tras la invasión de
Yermak circa 1580, ciertos petroglifos con 3.000 años de antigüedad
en el río Pegtymel; territorio actual de los pueblos chukotka,
consumidores históricos de Amanita muscaria, documentan la
importancia ritual arcaica de los hongos en Siberia [N.N. Dikov,
Naskainuie Sagadki Drevniei Ciukotki (Pietroglřfui Pegtirnelzá), Nauka,
MOSCÚ, 1971]. Wasson dedicó una sección de Soma a presentar una
serie de convincentes pruebas lingüísticas de que la ebriedad fúngica
en Siberia se remonta cuando menos a 6 u 8 mil años. Las palabras
que definen la ebriedad en varias lenguas samoyedas y finougrias
tienen un antecedente común en urálico, y derivan de la palabra para
la Amanita muscaria, ρ α η χ , cuyo significado literal es «estar
fungizado». Mientras a los siberianos les asombraba tanto ver que los
rusos se «fungizaban» bebiendo aguardiente, ¡los rusos quedaron no
menos perplejos, viendo a los siberianos «en sus copas» tras comer
hongos!
73
Petroglifos con 7 a 9 milenios de antigüedad hallados en Africa
septentrional, documentan claramente el uso chamánico de hongos
enteogénicos, y reflejan motivos también hallados en petroglifos
siberianos,72 y en el arte precolombino mesoamericano [G. Samorini,
«The oldest representations of hallucinogenic mushrooms in the world
(Sahara Desert, 9000–7000 B.P,)»,1999]. El fantasmagórico arte en
piedra de los indios chumash de California, parte del cual alcanza los
5.000 años de antigüedad [C. Grant, The Rock Paintings of the
Chunzasb, Universit, of California Press, Berkeley, 1965], representa
indudablemente visiones chamán tras producidas por las especies
Dcztura [K.F. Wellman, «North American Indian rock art and
hallucinogenic drugs» Journal of the American Medical 239: 1524–
1527, 1978]. De modo similar, se piensa también que el arte arcaico
en piedra del bajo río Pecos, en Téxas, en cuyas excavaciones se han
hallado algunos de los restos más antiguos de plantas enteogénicas,
representa visiones chamánicas [Furst, a Shamanism, the cesta
experience, and Lower Pecos art». Shafer y J. Pintgraff, Ancient Texas
Rock Artand Life ways power Pecos, Texas Monthly Press, San
Antonio, 1986; págs. 210–225; J. Tintgraff y S.A. Turpin, Pecos River
Rock Art, S. Mcherson Publishing Co., San Antonio, Tx, 1991]. Me he
referido ya a la documentación que Reid W Kaplanfir aportó sobre los
motivos fángicos en el arte sueco sobre roca de Åby. Recientemente
se ha sugerido que los motivos abstractos de las pinturas rupestres
paleolíticas en Europa, como las de Trois Fréres y Lascaux en Francia
(que se remontan a un período comprendido entre los 13.000 y los
34.000 años), son representaciones de visiones chamánicas
enteogénicas, dada su similitud con los llamados fosfenos o fenómenos
visuales entópticos, observables bajo la influencia de LSD y mescalina
en experimentos de laboratorio, o por estimulación eléctrica [D.
Lewis–Williams y L.A. Dowson, «The signs of all times: Entoptic
phenomena in Upper Palxolithic aro» 29(2): 201–245, 1988]. Aunque
citaron los trabajos del difunto Gerardo Reichel–Dolmatoff con los
indios amazónicos tukana, que también usan modelos fosfénicos para
representar sus visiones con ayahuascas51 [Beyond the Milky Way.
Hallucinatory Imagery of the Tukano Indians, ucLa Latin American
Center Publications, University of California, Los Ángeles, 1978], estos
autores no estaban al corriente de que R.G. Wasson había propuesto
independientemente un nexus entre enteógenos y motivos decorativos
abstractos y geométricos precolombinos, y entre aquellos y varios
otros motivos fosfénicos similares que adornan las amphora griegas
[The Wondrous Mushroom.54 Un libro reciente analiza la inspiración
visionaria chamánica en el arte rupestre de diversos lugares de
Norteamérica [S.A. Turpin (Ed.), Shamanism and Rock Art in North
America, Rock Art Foundation, San Antonio, TX, 1994].

74
Como vimos en la nota 10, el neologismo enteógeno/enteogénico
proviene de una arcaica palabra griega para embriagantes sagrados,
y su significado literal es «volverse divino por dentro». Por otro lado,
psiquedélico es un término moderno de los años 50, que hace refer-
encia al consumo contemporáneo y no tradicional de LSD y
mescalina. Aunque sus defensores suelen interpretar que significa
«manifestador de la mente» su significado literal es «deidad en la
psyche», siendo, por tanto, una recensión bastardizada de
enteógeno. Para un análisis sobre los méritos relativos de ambos
términos, vide mi «Entheogensn».10 Mientras enteógeno, el término
mucho más amplio, se refiere al contexto cultural de uso,
psiquedélico se utiliza generalmente como término farmacológico
referido a unos efectos parecidos al de la LSD, y la combinación
terapia psiquedélica se refiere a un uso específico de drogas del tipo
LSD en psicoterapia [B. Aaronson y H. Osmond, Psychedelics: The
Uses and Implications of Hallucinogenic Drugs, Doubleday Anchos,
Carden City, NY, 1970]. La psiquedélica tendencia moderna a
concentrarse en los efectos mentales de estos embriagantes,
especialmente en su potencial psicoterapéutico, ha contribuido a
crear confusión sobre sus posibilidades enteogénicos o espirituales.
Dado que nuestras «autoridades espirituales» parecen ignorar
completamente la historia enteogénica de estos embriagantes, y que
la escasa información que sobre ellos tienen proviene de la literatura
psiquedélica moderna, tienden a desvirtuar el alcance de sus
propiedades potenciales. Como sugiere la definición psiquedélico, el
estudio científico contemporáneo se ha centrado en efectos
mentales, en psicología, en neuroquímica. Más allá de «manifestar la
mente», las ciencias mentales interpretan que estos vehículos de
ebriedad son «expansores de la mente», y subrayan sus propiedades
visionarias, especialmente las psicópticas, como demuestra el
término científico alternativo, alucinógeno. Puesto que algunas
disciplinas espirituales llevan aparejadas técnicas para detener o
someter a la mente, a quienes desconocen los embriagantes
chamánicos les resulta difícil imaginar como esos estimulantes
aparentemente mentales podrían resultar cosa distinta de una
distracción. De nuevo, insisto en que esas nociones provienen de
una literatura moderna que se centra en los usos seculares,
científicos y no tradicionales, muy diferentes del inmemorial empleo
sacramental de enteógenos; una literatura obsesionada por sus
efectos mentales, por explotar una novedosa herramienta
psicológica. Una de las objeciones más a considerar, entre las
muchas y muy significativas que se pueden oponer al mal empleo de
la palabra psiquedélico para definir los embriagantes chamánicos, es
que en realidad, en el uso chamánico psiconáutico tradicional, como
en el inmemorial uso comunal, sacramental, estas «plantas–
maestro» no se emplean para manifestar o expandir la mente o la
conciencia, ni en general tampoco para lograr algún efecto mental
particular; eso es una fijación moderna de psicólogos y
neurocientíficos. Por el contrario, estos embriagantes sagrados se
emplean para contraer la mente, para acallarla, si se prefiere; no
para expandir la conciencia, sino para someterla o anularla.
Describiría las propiedades espirituales que busco en los enteógenos
como un «dejar fuera de combate» la mente racional y su espíritu
tutelar, el ego; aventurarse más allá del pensamiento y la razón, de
las etiquetas lingüisticas y sus correspondientes conceptos; anhelar
reinos translingüistícos de percepción directa y desnuda; lo inefable
más allá de palabras, que Platón describió acertadamente como
arquetipos o ideas tras las construcciones mentales determinadas
por nuestra programación lingüística. Con ayuda de los enteógenos
la mente puede someterse, y así superar este materialismo que pone
nombre al universo y lo cosifica, para así percibir, en palabras del
Isaías de Blake «lo infinito en todo». Por ello precisamente eligió
Aldous Huxley estas Puertas de la percepción de Blake para describir
los efectos de la mescalina. Como apuntó el gran visionario en El
matrimonio del cielo y la tierra:52 «If The doors of perception were
cleansed every thing would appear to man as it is: Infinite. For man
has closed himself up, till he sees all things thro' narrow ch inks of
bis cavern». («Si las puertas de la percepción se depuriesen, el
hombre vería todo como es en realidad: Infinito. Porque el hombre
se ha encerrado, hasta ver todo a través de las estrechas grietas de
su caverna»). ¿Saben algo nuestras autoridades espirituales sobre
los sacramentos enteogénicos, y su rol espiritual inmemorial?
¿Saben que no tienen nada que ver con los productos psicoterapéu-
ticos de moda, que se producen en los laboratorios farmacéuticos? Si
en vez de esgrimir prejuicios irreflexivos contra las «drogas»
contemporáneas, tuviesen la más mínima idea de la importancia
pangéiea de los enteógenos en la génesis de las tecnologías
espirituales, y de los conceptos por los que tan fervientemente se
abogan, dudo de que predicasen tan histérica y absurdamente contra
«misticismo químico» o «iluminación instantánea»

75
Siddhattha Gautama, el Buda [circa 563–483 a.c.], fue un príncipe
sakya (pequeño reino donde hoy está Nepal) que renunció a su vida
mundana para convertirse en asceta peripatético, y luego alcanzó la
iluminación y fundó uno de los mayores movimientos religiosos de
Oriente, el budismo [A.K. Coomaraswamy Buddha and the Gospel of
Buddhesm].20 Se dice que durante los seis años anteriores a su
iluminación subsistió alimentándose con sólo una semilla al día –
según algunos de arroz, de sésamo, o de Cannabis. De cualquier
modo, el Cannabis continua jugando un papel preeminente como
ayuda a la meditación en algunas corrientes del budismo y el
hinduísmo, y hay pruebas que demuestran la supervivencia de la
poción de amrta o soma en la alquimia budista, especialmente en las
tradiciones tibetanas [S. Hajicek–Robberston, «Soma sidd has and
alchemical enlighten ment: Psychedelic mushrooms in Buddhist
tradition» journal of Etbnopharmacology 48(2): 9g–118, 1995; J.A.
Ardussi, «The Doha tradition in Tibet» journal of the American
Oriental Society 97(2)= 115–124, 1977; M. Crowley, «The god who
drank urine» en el libro de S. Moore (Ed.), Fortean Studies, 1996;
Vol. 111; C. Watkins, «Let its now praise famous grains» Pro-
ceedings of the American Philosophical Society 122(1): 9–17, 1978].
Wasson, en una de sus últimas publicaciones, discutió las extrañas
circunstancias que rodearon la muerte del Buda, que se produjo tras
consumir un hongo, evidentemente el hongo putka/putika, sustituto
primario del soma en los rituales védicos, tras abandonarse el
enteógeno original [«The last meal of the Buddha» Journal of the
American Oriental Society 102(4): 591–603, 1982; reimpreso en
Botanical Museum Leaflets Harvard University 29(3): 219–249,
1981].

76
Para el enésimo cambio de opinión de Eliade, vide The History of
Religions Ideas [3 Tomos, The University of Chicago Press, Chicago,
1t, 1978, 1981, 1985; Tomo I, pág. 2121. Los trabajos de Blake a
los que me refiero, ambos titulados There is No Natural Religion,
fueron grabados al aguafuerte circa 1788. La cita de Mary Barnard
proviene de su «The god in the
Flowerpot» [The American Scholar 32(4) : 578–586, 1963; reimpreso
en The Psychedelic Review 1(2): 244–251, 1963].

77
Como subrayé en la página 22, los enteógenos son simplemente
catalizadores para una capacidad humana innata de trance y éxtasis
religioso. Alexander T Shulgin destacó que dichos embriagantes: «En
realidad no hacen nada. Los psiquedélicos permiten que pasen cosas.
[...] Todo este poder mágico sólo existe en un sitio. En tí. En tu alma.
En tu mente». [«El arte de ver» En J.M. Fericgla (Ed.), Plantas
chamanismo y estados de consciencia [sicj, págs. 19–24]55 Los paraísos
naturales de la iluminación espiritual, los nirvana, samadbi, satori,
yacen dentro de nosotros, como una posibilidad intrínseca de la
conciencia humana. Los ejercicios espirituales o la farmacia celestial
sólo sirven como ayudas, o llaves, para acceder o traer a la superficie
lo que ya está ahí, latente, lo que siempre «hemos sabido» En cual-
quier caso, aunque uno alcance reinos visionarios a través del ayuno,
altera necesariamente su bioquímica, tanto –si bien con mayor
peligro– como si ingiriese algún embriagante chamánico.37 Las plantas
chamánicas, según vimos en la Nota 29, no sólo están engastadas en
nuestra matriz natural animal de alimentación y ebriedad, sino que
hay pruebas claras –al menos en el caso de la LSD– de que los
estados visionarios a los que podemos acceder con ayuda botánica son
potenciales innatos, naturales. Aunque normalmente los efectos
visionarios de una dosis generosa de LSD no se manifiestan
completamente hasta por lo menos una hora después de su ingestión,
y pueden durar de 6 a 8, los experimentos muestran que la máxima
concentración de LSD en los tejidos se produce durante 1o–15
minutos, y que a partir de ahí desciende rápidamente. Se ha calculado
que tras ingerir una dosis visionaria de LSD sólo entran en el cerebro
0,02 mcg. [2 x 10-8 g.], unos 3,7 millones de moléculas, para entrar
en posible contacto con nuestros 12.000 millones de células ce-
rebrales, pero durante un tiempo mínimo, pues son eliminadas en la
primera hora, antes de que el «viaje» visionario haya comenzado [S.
Cohen, The Beyond Within: The LSD Story, Athencum, New York,
1964]. Por ello, no son moléculas de LSD operando sobre neuro-
receptores la «causa» de los efectos visionarios, pues la droga ha sido
ya metabolizada. Evidentemente, el compuesto puede catalizar
procesos cerebrales que persistan tras su excreción. Dado que en
ocasiones se alcanzan estados similares de conciencia
espontáneamente, y que se puede acceder a ellos vía otras «llaves»,
quizá hoy consideradas ortodoxas por nuestras autoridades
espirituales, debemos asumir que el estado extático es en sí mismo un
aspecto preexistente del potencial humano, y que no está causado por
una droga, por la meditación, por alguna deidad, por un mantram, por
el ayuno o por cualquier otra cosa. Las drogas enteogénicas son sólo
una entre tantas tecnologías espirituales utilizadas como ayudas de
entrenamiento o facilitadores que coadyudan a desaprender
objetivización y conceptualización mentales, racionales, los hábitos
mentales que mantienen sometido al éxtasis, encarcelado dentro de
nosotros, permitiendo así una experiencia del mundo más como
energía (o espíritu) que como materia. Denigrar el uso espiritual de los
enteógenos basándose en que se trata de una sustancia externa, una
materia, una mera droga de la que se depende para inducir
experiencias religiosas, es materialismo espiritual, es otorgar poderes
espirituales a la materia –es dar al César lo que es divino. No, los
enteógenos no son más que una llave, como la liturgia, las enseñanzas
tradicionales, o cualquier aspecto de tecnología espiritual... que ayuda
a olvidarlos malos hábitos de la mente, a redescubrir dentro de uno lo
que siempre se ha sabido que estaba allí. Los enteógenos son sin duda
la ayuda espiritual más eficaz, arcaica, tradicional y pangéica de las
conocidas. Todas las demás, en realidad artificiales, producto del
ingenio humano, derivan de los enteógenos, e intentan recapturar,
como apuntó Eliade, los paraísos naturales del éxtasis enteogénico;
provincia natural de jabalíes, puerco espines y gorilas, renos
siberianos y de nuestros propios ancestros protohumanos, pintores
rupestres hace decenas de milenios.

78
Se me ocurre que parte de la predisposición contemporánea contra los
enteógenos, dejando de lado su tergiversación como drogas mentales
para la psicoterapia, deriva de nociones erróneas sobre la «iluminación
instantánea»74 El trabajo espiritual no «debe» ser fácil, y la idea de
que alguien pueda alcanzar en un santiamén estados que
habitualmente sólo comienzan a vislumbrarse tras años de ardiente
disciplina repugna y perturba a devotos espiritualistas. De todos
modos, vale la pena apuntar que hay una profunda diferencia entre
tener experiencias religiosas o espirituales, y alcanzar la vida espiritual
o religiosa. Aunque no enteógeno pueda permitirle a uno echar un
vistazo rápido a la tierra prometida, por así decirlo, la vida espiritual a
la que cabe aspirar continúa tan distante de la realidad cotidiana como
siempre; sigue requiriendo disciplina, sacrificio y sometimiento de la
mente caprichosa y el ego despótico. La «iluminación instantánea»
sólo existe cuando se produce espontáneamente, sin ayuda de drogas
o disciplinas. Los enteógenos pueden proporcionar una revelación más
o menos fácil y comparativamente rápida, de lo que podría ser la
iluminación, y servir, por tanto, como estímulo o incentivo para
buscarla o perseguirla; pero quien los considere un atajo en el terreno
espiritual es un iluso, o está mal informado. Puede haber algo cierto
en la idea de que, si bien algunas disciplinas espirituales requieren
años de práctica diligente –exigen disciplina– si uno alcanza su objeti-
vo a través de ellos, adquiere en el proceso la disciplina debida, sello
auténtico de la vida espiritual. Por otro lado, al confundir enteógenos
con drogas, y éxtasis con placer, quienes desdeñan las fármacoparaísos
naturales no se dan cuenta de que su uso espiritual también exige
disciplina. Como Wasson escribió en 1961: «En el habla común, entre
los muchos que no lo han experimentado, el éxtasis es divertido, y a
menudo me preguntan por qué no voy por hongos todas las noches.
Pero el éxtasis no es divertido. El alma es raptada y sacudida hasta
que se estremece. Después de todo, ¿quién eligiría sentir el temor
reverencial en forma pura, o atravesar flotando esa puerta que llega,
allá a lo lejos, hasta la Presencia Divina? Vulgar e inconcientemente se
abusa de la palabra, y debemos recuperar su sentido completo y
aterrador...». Tengo el mayor respeto por chamanes tradicionales
como María Sabina, o sus colegas ayahuasqueros de la Amazonia, que
llegan a tornar dosis masivas de enteógenos varias veces por semana,
año tras año, en humilde ejercicio de su oficio. No es un camino fácil.
No hablamos de tonterías, yacusis, grupis o circuitos de gurues. Por lo
mismo, ¡me asombra como algunos de mis prójirnos del mundo
sobredesarrolado osan arrogarse el título de chamán!

79
En verdad, uno puede cavar su tumba con las manos desnudas, o con
una cucharilla, o con un pico y una pala. En cualquier caso, habrá que
desplazar la misma masa de tierra del agujero. Cualquier instrumento
constructivo puede también utilizarse destructivamente, incluso como
un arma asesina. Los sabios experimentan y hacen un uso eficiente de
aquellos instrumentos que pueden tener a su disposición. Es una
cuestión de tecnología apropiada, sea material o espiritual.

80
El sistema de los cuatro elementos (literalmente: «miembros de una
serie») se atribuye a Empédocles [circa 492–437 a.c.] de Acragas,
Sicilia, aunque se cree que combinó y sintetizó ideas anteriores sobre
los principios unitarios fundamentales, a los que añadió la TIERRA.
Tales de Mileto [639–544 a.c.], de quien se dice que fue el primero en
predecir un eclipse de sol, en el año 585 a.c., propuso el AGUA por
primera vez como arche o primer principio; Anaxímenes, también de
Mileto [570–S00 a.c.], sugirió el aro AIRE en su lugar; mientras
Heráclito de Éfeso [556–460 a.c.] propuso el FUEGO. Heráclito es más
conocido por introducir el logos (razón o pensamiento) como principio
fundamental que, junto al FUEGO, su elemento básico, animaba la
psyche o «alma». Aplicar a la cura estos principios filosóficos
elementales, y sus humores cardinales correspondientes, sentó las
bases para la fundación racional de la medicina, que en el mundo
griego había sido principalmente una función religiosa asociada en
particular con el culto al semidios Asclepio (Æsculapius en el mundo
romano), héroe de la Iliada de quien luego se dijo que era hijo de
Apolo, y a sus hijas Hygieia y Panacæa.
Como en el mundo chamánico arcaico, diagnosis y prognosis se
basaban en la adivinación, que normalmente se alcanzaba mediante
incubación o «acto de yacer» concretamente durmiendo en un templo
de Asclepio, yaciendo sobre un stibas o lecho natural de palos o pieles
de animales, esperando una revelación divina por vía onírica. Los
griegos reconocieron cinco tipos de sueños, dos de los cuales no eran
predictivos: enhypnia, que se consideraba formado por detritus
puramente cotidiano, y phantasmata, que supuestamente sólo
contenían visiones deformadas del crepusculum entre sueño y vigilia.
Los tres tipos de sueños predictivos eran: oneiroi, o sueños simbólicos
que necesitaban interpretación; boramata, o las verdaderas visiones
proféticas; y chrematismata, consejo directo de una divinidad. En el
mundo chamánico, aunque los sueños sean importantes, la adivinación
se alcanza normalmente mediante la ingestión por el chamán de
plantas enteogénicas, para obtener revelaciones o informaciones sobre
el estado del paciente. Además, este proceso sin duda jugó un papel
en el mundo clásico, y sabemos que la incubación sobre el sobas
también fue característica de los Misterios báquicos, consagrados a
Dioniso, dios de la ebriedad sagrada. «Vide S. Hornblower y A.
Spawforth (Eds.), The Oxford Classical Dictionary [Oxford Universiry
Press, Oxford, 1996 (tercera edición; publicado originalmente en
1949)]; G. Sonnedecker (Ed.), Krernerand Urdangs Lippincott Co.,
Philadelphia, PA, 1963 (tercera edición; publicado originalmente en
1940).

81
Como Geoffrey Chaucer [circe 1343–1400] presentó al caballero rural
entre sus peregrinos al Canterbury del siglo XIV: « Of his complexioun
he was sangwyn» [«De su complexión era sanguíneo», PRÓLOGO
333]. Después elescribió así, al «fiscal» entre sus peregrinos: «The
Reve was a sclendre colerik man» [«El Reve era un hombre delgado,
colérico», PRÓLOGO 587]. Que Chaucer hubiese descrito dos
personajes como SANGUÍNEO y COLÉRICO, atestigua la importancia
de semejantes rasgos en simbolizar la persona, y no cabe duda de que
complexión se refería para Chaucer a los humores cardenales. Vide
R.A. Pratt (Ed.), Selections fotu che Tales of Canterbury and Short
Poems [Houghton–Mifflin, Boston, MA,1966].
82
Hijo de un Médito y nacido en Zurich, Suiza, Páracelsus 3,22 pasó su
juventud en Einsiedeln, donde aprendió minería y metalurgia, es decir,
todo lo que podía saberse en sus días sobre la ciencia química. Fue
famoso como químico y como médico peripatético, y salvó
milagrosamente la pierna (y quizá la vida) del prominente impresor
protestante Johann Frobenius [circa 146o–1527], apóstol y editor del
gran humanista Desiderius Erasmus [de Rotterdam; né Geert Geerts,
1466–1536], en Basilea en 1527. Como muestra de gratitud por haber
superado a los médicos ortodoxos de Basilea, el gobierno de la ciudad
le aseguró una plaza de profesor en la Universidad, pese a la oposición
de sus rivales. Adoptó el nombre de «Paracelsus», «mejor que Celsus»
(Aulus Cornelius Celsus, que vivió durante el siglo I en Roma y escribió
los 8 volúmenes del De Medicina, que estuvo muy de moda en la Eu-
ropa del siglo XVI), mostrando así su desprecio por la medicina
arcaica. Al dar sus clases en alemán, en vez de latín, ridiculizó
continuamente a la ortodoxia médica. En 1527, en estado ebrio,
«relajó» las escrituras sanativas de Galeno y Avicena –y para colmo,
también una bula papal–echándolas al fuego purificador y ¡se
autoproclamó nuevo soberano de la medicina! Obviamente, sus
colegas se negaron a concederle la cátedra, por lo que se vio obligado
a reanudar su vida itinerante en 1528, expirando finalmente en
Salzburgo (Austria) en 1541; según algunos, fue asesinado por orden
de sus indignados colegas. A Paracelsus no sólo se le recuerda por su
iconoclastia y su defensa de la ciencia contra el dogma. Fue el primer
científico en identificar la vida como proceso químico, urgiendo a los
alquimistas a aplicar su incipiente tecnología en lo que hoy llamamos
química medicinal la quinta esencia como principio activo. Él mismo
hizo tinturas y extractos medicinales (como se mencionó en la Nota 3,
inventó el láudano o la tinrura de opio), y también introdujo el uso
terapéutico de aceites volátiles y sales inorgánicas. Paracelsus adoptó
el término árabe alcohol (o al–kohl, nombre original de la stibnita o
trisulfuro de antimonio, SB2S3) como nombre para el etanol, y hay
pruebas de que realizó experimentos animales utilizando éter como
anestésico, y quizá también en quimioterapia.22 Por otro lado, sus
escritos están imbuidos por un misticismo que influiría en los teósofos;
postulaba algún tipo de fuerza vital, archeus, tras la química vital, y
sugirió el concepto de homeopatía, que luego inspiraría a C.F. Samuel
Hahnemann [1755–1843]. Finalmente, inmortalizó el celebrado
dictmum: «Si nos contentamos con explicar cada veneno ¿qué hay que
no sea veneno? Todo es veneno y nada hay sin veneno: sólo la dosis
hace que algo no sea veneno» (Wenn ihr jedes Gifft recht wolt
ausslegen / wats ist das nit Gifft ¡st? alíe ding sind Cifft/ und nichts ohn
Gifft / allein die Dosis macht /das ein ding kein Gifft ist.). Vide E J.
Moore y W.T. Hall, A History of Chemistry;21 B. Holmstedt y G.
Liljestrand (Eds.), Readings ¡n Pharmacology;22 D. Larimer y J.
Goldberg, Flowers in the Blood;32 G. Sonnedecker (Ed.), Kremer and
Urdang´s History of Pharmacy;80 J. Bronowski, The Ascent of Man,
[Little Brown and Co., Boston, mA, 1973]; J. Jacobi (Ed.) Paracelso:
textos esenciales [Siruela, Madrid, 1995].

83
Los seres humanos no pueden biosintetizar los ocho aminoácidos
«esenciales» (fenilalanina, isoleucina, leucina, lisina, rnetionina,
treonina, triptófano y valina), y deben ingerirlos como elementos
nutricionales mediante la digestión de proteínas. Nuestros cuerpos sin-
tetizan enzimas, endopiáceos, neuroreceptores y una miríada de otras
proteínas o polipéptidos (cadenas de aminoácidos), a partir de estos
ocho, y de otra docena de «aminoácidos comunes» que somos capaces
de sintetizar en caso de necesidad. Entre adultos, las cantidades
requeridas de estos aminoácidos esenciales llegan a variar 2,1 veces
para la valina (375–800 mg./día; 48 sujetos) hasta 7 veces para la
lisina (400–2.800 mg./día; 55 sujetos), y si se hiciesen pruebas de
mayor espectro sin duda se conocerían variaciones aún mayores [R.J.
Williams, Physicians Handbook of Nutritional Science, C.C. Thomas,
Springfield, IL, 1975]. En un ensayo con 19 personas, las necesidades
de calcio variaron por encima de 4,6 veces (222–1018 mg./día) [F.R.
Steggerda y H.H. Mitchell, «Variability of calcium metabolism and
calcium requirements of adult human su bjects» journal of Nutrition
31: 407, 1946). En ratas de laboratorio, las necesidades de vitamina A
variaron igualmente hasta 40 veces [R. J. Williams, Biochemical
Individuality, University of Texas Press, Austin, 1973], y en un
experimento con 100 conejillos de Indias se observó una variación de
20 veces en las necesidades individuales de vitamina C [R. J. Williams
y. G. Deason, «Individuality in vitamin C needs» Proceedings of the
National Academy of Scences 57:1638–1641,1967]. En tan solo 100
individuos se observó una variación de 10 a 20 veces en los niveles de
enzimas intestinales que digieren los carbohidratos [A.D. Newcomery
D.B. McGill, «Disaccharidase activity in small intestine: Prevalence of
lactase deficiency in 100 healthy subjects» Gastroenterology
5;:881,1967], y cuando se examinó a miles de sujetos para analizar
sus niveles de pepsina y de ácido clorhídrico en los jugos gástricos, el
alcance de la variación fue 10 veces mayor [A.E. Osterberg et al¡¡,
«Pepsin in human gastric juice III: Physiologic aspects] American
journal of Digestive Disease 3: 35, 1936]. Estos datos muestran
incontrovertiblemente que funciones básicas fundamentales para toda
vida animal, como la digestión y la absorción de nutrientes, varían
considerablemente, incluso en experimentos con pocos animales, y
que tal idiosincrasia o individualidad bioquímica puede moverse entre
porcentajes extremadamente amplios si se examinan muchos más
sujetos.

84
Para los estudios sobre concentraciones máximas de cocaína en
plasma tras inhalar base vaporizada, vide R. Jones, «The
pharmacology of cocaine smoking in humans» [en C.N. Chiang y R.L.
Hawks (Eds.), Research Findins on Smoking of Abused Substances,
NIDA Research Monograph 99, National Institute on Drug Abuse,
Rockville, mD, 1990; págs. 30–41]. Para datos similares sobre
concentraciones máximas en plasma de THC tras fumar marihuana,
vide M. Pérez–Reyes, «Marijuana smoking: Factors that influence the
bioavailability of tetrahydrocannabinol» [¡bid, págs. 42–62]. En
estudios realizados sobre la droga hipotensiva Tendor® o debrisoquina
[Merck Index r2: 2901], se descubrió que del 5 al 10% de los
pacientes caucásicos norteamericanos eran «metabolizadores pobres»
de la droga, que metabolizaban hasta 200 veces menos que los
«metabolizadores extensivos» [F.]. González et al¡¡, «Characterization
of the common genetic defect in humans deficient indebrisoquine
metabolism» Nature 331: 442–446, 1988]. Se demostró que esta defi-
ciencia también impedía la o–desmetilización de la codeína en morfina,
y que causaba además una disminución en la respuesta a más de dos
docenas de fármacos. Es opinión generalizada que la codeína per se
carece de actividad opiácea, y que es una «predroga» que ha de ser
metabolizada en morfina [N. Nomof et alii, «Actions and metabolism of
codeine (methylmorphine) administration by continuous intravenous
infusion to humans, Clinical Toxicology 1r (5): 517–529. 1977] J. F.
Rogers et alii, «Codeine disposition in smokers and nonsmokers»
Clinical Chemistry 32(2): 218–227,1982; Z.R. Chen et alii, «Morphine
formation from codeine in rat brain: A possible mechanism of codeine
analgesia» Life Sciences 46(15): 1067–1074, 1990; J.C. Shah y W.D.
Mason, «Plasma codeine and morphine concentrations after a single
oral dose of codeine hosplate» journal of Clinical Pharmacology 30:
764–766, 1990]. Como se ha demostrado a través de investigaciones,
la causa de dicha deficiencia genética es la carencia de una enzima
hepática llamada citocrome P450IID6, atribuible a mutaciones en su
gen, llamado CYP2D6 [M. Kagimoto et ali¡, «Multiple mutations of the
human cytochrome P450IID6 gene (CYP2D6) in poor metabolizers of
debrisoquine» The journal of Biological Chemistry 265(28): 17209–
17214, 1990; A. Gaedigk et alii, «Deletion of the entire cytochrome
P450CYPD6 gene as a cause of impaired drug metabolism in poor
metabolizers of the debrisoquine/sparteine polymorphism» American
journal of Human Genetic 48: 943–950, 1991] Tras administrarse
dosis orales de codeína, no se pudo detectar morfina en la sangre de
los «metabolizadores pobres» que, en consecuencia, no obtuvieron
efectos analgésicos, al contrario de lo ocurrido con los
«metabolizadorcs extensivos»; y se descubrió que, aparte de los
tratamientos con codeína. los primeros tenían un umbral de tolerancia
al dolor más bajo que los últimos [S.H. Sindlup et alii, «Codeine
increases pain thres holds to copper vapor laser stimuli in extensive
but not poor metabolizers of spartcine» Clinical Phamacology and
Therapeutics 49(6): 686–693,1991; ¡bid, «Are poor metabolizers of
sparteine/debrisoquine less pain tolerant than extensive
metabolizers?» Pain 53: 335–339, 1993). Se ha supuesto que la
deficiencia concomitante de biosíntesis de morfina endógena, que
también depende de la enzima ausente,19 podria explicar la mayor
sensibilidad al dolor intrínseca en los merabolizadores deficientes.
También se descubrió que una enzima citocrome P450 tiene una
influencia vital en la biosíntesis de morfina en los hígados de
mamíferos [T. Amann y M.H. Zenk, «Formation of the morplilne
precursor salutaridine is catalyzed by a cytochrome P450 enzyme in
mammalian liven) Tetrabedron Letters 32(30): 3675–3678,1991].
Posteriormente se demostró que este defecto genético también
impedía la desmetilización del analgésico opiáceo hidrocodinona
[Merck Index 12: 48261 en su forma activa, la hidromorfinona o
Dilaudid® [(Merck Index 12: 4847); S.V. Otton et alii, «CYP2D6
Phenotype determines the rnetabolic conversion of hydrocodone to
hydromorphine» Clinical Pharmacology and Therapeutics 54(5): 463–
472, 1993]. Recientemente se han discutido algo las consecuencias
médicas y científicas de esta deficiencia genética relativamente común
[11.M. Reidenberg, «Clinical pharmacology» journal o the American
Medical Association 273(21): 1664–1665, 1995]. La mayor sensibilidad
congénita al dolor de las personas carentes de esta enzima es de
particular interés, y sugiere que la morfina endógena, de la que
presumiblemente carecen, puede ser de importancia para establecer
umbrales de tolerancia al dolor. Todavia tiene que determinarse si este
particular defecto genético, y los umbrales de tolerancia al dolor
anormalmente bajas en general, pueden predisponer a los seres
humanos a la automedicación con drogas opiáceas, o incluso constituir
una tendencia innata al consumo y dependencia de opiáceos. Ello
parece probable, y además se ha demostrado que se puede aumentar
el nivel de morfina endógena en ratas mediante la administración de
cierto dipéptido [P. Horak et alii, «Endogenous morphine and codeine
in mice. Effect of muramyl dipeptide» Life Sciences 52: 255–
260,1993], y que tal incremento de los niveles de morfina endógena
puede atenuar el síndrome de abstinencia de la morfina [I.D. Munjal et
al¡¡, «Role of endogenous morphine in the attenuation of opiate with
drawal syndrome by Nacetylmuramyl–L–alanine–D–isoglutamine
(MDP)» Neuropsycíbopharmacology 15: 99–103, 1996]. De modo
similar, se demostró que las excreciones de los pacientes de
parkinsonismo bajo terapia de L–DOPA (levodopa, 3,4–dihidroxifenil–
L–alanina [Merck Index 12:5490]) tenían niveles elevados de morfina,
tetrahidropapaverolina y codeína, lo que sugiere que la biosíntesis de
la morfina en los mamíferos sigue la misma ruta que en la
adormideras [K. Matsubam et alii, «Increased urinary morphine,
codeine and tetrahydropapaveroline in Parkinsonian pacient
undergoing L–3,4–dihydroxyphenylalanine therapy: A possible
biosynthetic pathway of morphine from L–3,4–dihydroxyphenylalanine
in humans» The Journal of Pharmacology and Experimental
Therapeutics 260(3): 974–978, 1992].

85
Para la metabolización enzimática del alcohol etílico o etanol vía
deshidrogenasa de etanol a acetaldehido (de ahí a ácido acético vía
deshidrogenasa de aldehido), y de los distintos factores genéticos y
secundarios que modifican esto, vide D.M. Perrinc, The Chemistry of
Mind–Altering Drugs [American Chemical Sncicty, Washington, DC,
1996]. Se ha establecido también que las mujeres son intrínsecamente
más sensibles a los efectos del etanol, pues prácticamente carecen de
la deshidrogenasa gástrica de etanol, que en los hombres metaboliza
algo de etanol antes de que pueda ser absorbido [M. Frezza et alii,
«High blood alcohol levels in women: The role of decreased gastric
alcohol dehydrogenase activity and first–pass metabolism» The New
England journal of Medicine 322(2): 95–99, 1990]. También se ha
descubierto que los hombres alcohólicos tienen unos niveles menores
de la enzima en su mucosa gástrica que los no alcohólicos, lo que
puede sugerir que la deficiencia de esta enzima sea un factor
inherente que predispone a la habituación alcohólica. Una de las
«terapias», aversivas de la habituación alcohólica consiste en la
administración de Antabus® o disulfiramo [Merck Index 12: 3428], que
inhibe la deshidrogenasa de aldehido y causa, si luego se ingiere
alcohol, síntomas de intoxicación debido a la acumulación de
acetaldehido. Curiosamente, hay hongos–no tóxicos en sí–que
provocan el llamado «síndrome de la Antabus®» si se ingiere alcohol
dentro de los tres días de haberlos comido. Se conocen al menos
cuatro especies de Coprinus, especialmente el C. atramentarius Fries,
que provocan este síndrome, causado por la coprina, un compuesto
ciclopropanónico nuevo que se metaboliza en I-aminociclopropanol,
inhibidor en sí de la deshidrogenasa de aldehido [G.M. Hatfield y J.P.
Schaulnberg, «Isolation and structural studies of coprine, the
disulfiram–like constituent of Coprinus atramentarius» Lloydia 38(6):
489–496. 1975; P. Lindberg et alii, «isolation and structure of coprine,
the in vivo aldehyde dehydrogenaseinhibitor in Gprinucatrarrnentariw:
Synthesis of coprine and related cyclopropanone derivatives» journal
of the Cherrtťcal Society, Perkins Transactions 1: 684–691, 1977]

86
El infame «gen del alcoholismo», que en realidad es el gen del llamado
receptor D2 (DRD2) del neurotransmisor dopamina28 (K. Blum et alii,
«Allelic association of human dopamine o, receptor gene in
alcoholism» Journal of the American Medical Association 263: 2055-
2060, 1990], ha sido descartado por muchos expertos en genética del
alcoholismo, pero quienes proponen esta teoría alegan que se trata
fundamentalmente de un «gen recompensa», de importancia en el
«centro del placer» cerebral, pudiendo incluso mediar como un camino
común de recompensa o refuerzo hacia determinados aspectos de la
habituación a drogas [C. Holden, «A cautionary genetic tale: The
sobering story of 13,11 Science 264: 1696–1697,1994]. En efecto, se
piensa que los circuitos cerebrales de la dopamina son comunes a
cualesquiera aspectos de recompensa/refuerzo –en una palabra, al
placer –tengan que ver o no con una droga,97 y que el fenómeno de la
recompensa, junto con todos los fenómenos asociados tanto a una
sensibilidad agudizada hacia las drogas como a la tolerancia que
conlleva su administración crónica, se caracteriza por una
individualidad genéticamente basada, y hay muchos modelos
«farmacogenéticos» específicos de animales de laboratorio que
confirman tales idiosincrasias relacionadas con drogas [J.C. Crabbe et
alii, «Genetic animal models of alcohol and drug abuse» Science 264:
1715–1723, 1994]

87
La conductancia bioelectrica de impulsos nerviosos es una función de
propagación ondulatoria de una despolarización de membranas
neuronales efectuada por flujos de iones (partículas cargadas; en este
caso, átomos de calcio [Ca], cloro [Cl.], potasio [K] o sodio [Na] con
electrones desemparejados, conducentes a carga: positiva o catiónica
en los casos de ca++ K+ y Na+; y negativa o aniónica en el caso de
Cl- ). Una enzima llamada «bomba de sodio» mantiene en el interior
de las membranas concentraciones bajas de Na+ y altas de K+ y lo
inverso en el exterior, logrando el efecto neto de un potencial eléctrico
de 50–100 mV El impulso nervioso o potencial de acción, se caracteriza
por la apertura gradual de canales con «puertas de voltaje» para iones
de Na+; que se desplaza secuencialmente por la membrana de la
célula nerviosa. Al producirse un rápido influjo de Na+ se rompe
temporalmente el desequilibrio de iones tras ella, «despolarizando» así
esa membrana. Cuando esa onda de despolarización alcanza el final de
la fibra nerviosa, o axón, puede producir la liberación de
neurotransmisores en una sinopsis o hueco entre esa célula y cualquier
célula adyacente o postsináptica, donde al ligarse las moléculas del
neurotransmisor a sus respectivos receptores puede iniciarse una onda
de despolarización que se propague a lo largo de la neurona
postsináptica.18,28 Obviamente, esta es una burda simplificación, y hoy
se sabe que las membranas neuronales tienen canales iónicos para
todos los iones implicados en potenciales: de acción y descanso. En el
caso de un neurotransmisor inhibitorio, que sirve más para inhibir que
para estimular la célula postsináptica, la membrana celular
postsináptica puede resultar hiperpolarizada (con su base o potencial
de reserva incrementado por encima de 50–100 mV) abriendo los
canales iónicos de Cl- u K+. Me he referido ya en la Nota 28 a la
adenosina como transmisor inhibitorio de este tipo, y en este contexto
se conoce bien la GABA o ácido γ –aminobutírico [Merck Index 12:
450]. El principal receptor de tipo GABA (GABAA) controla un tal canal
iónico (CL-), y el receptor benzodiacepínico26 es parte de este complejo
de canal iónico/receptor. Muchas sutilezas de este campo de la neuro-
química, que cada vez se complica más, pueden clarificarse
consultando el manual The Biochemical Basis of Neuropharmacology
por J.R. Cooper et ali¡.16

88
En el caso de los ratones SL y SC, la investigación probó que el etanol
aumentaba la admisión de CL- vía el receptor GABAA87 en el primero,
pero no en el segundo; posteriormente se demostró que este efecto
implicaba mutaciones en el código genético de una de las subunidades
proteínicas del canal iónico/receptor [A.M. Allan y R.A. Harris,
«Gamma–aminobutyric acid and alcohol actions: Neurochemical
studies of long sleep and shorr sleep mice» Lijé Sciences 39: 2005–
2015, 1986; K.A. Wafford et al¡i «Genetic differences in the ethanol
sensitivity of cABA receptors expressed in Aenopus ocytes» Science
249: 291–293, 1990]. La sensibilidad divergente al síndrome de
abstinencia alcohólico89 y una presunta
susceptibilidad al hábito alcohólico en cepas puras de ratones, se han
relacionado con la abundancia de canales ¡ónicos de Ca++ en las
membranas cerebrales [C.H. Brennan et alii, «Genetic regulation of
dihydropyridine–sensitive calcium channels in brain may determine
susceptibility to physical dependence on alcohol» Neuropharmacology
29(5): 419–431, 1990]. Para obtener datos sobre la relativa
insensibilidad a la analgesia morfinica en ratones CXBK con falta de
receptores µ de opiáceos, vide H.R. Frischknecht etalii, «Op¡o¡ds
ancibehavior: Genetic aspects» [Experientia 44: 473–481,1988]; G.1.
Elmer et alii, «Opioid operant self–administration, analgesia,
stimulation and respiratory depression in P–deficient mice»
[Psychopharmacology 117: 23–31, 1995]; y L. Schuster,
Pharmacogenetics of drugs of abuse» [Annals of the New York
Academy of Sciences 562: 56–73,1989]. Cuando se inyectó nicotina en
19 «cepas puras de ratones», la densidad de sitios de ligadura nico-
tínica «pronosticó sensibilidad a los efectos nicotínicos sobre la
temperatura corporal y actividad locomotora» con «marcadas
diferencias genéticas» entre las cepas [L.L. Miner y A.C. Collins,
«Strain comparison of nicotine–induced seizure sensitivity and
nicotinic receptors» Pharmacology Biochemistry and Bebavior 33: 469–
475, 1989; M.J. Marks et alii, «Variation of nicotinic binding sites
among inbred strains» ¡bid. 33: 679–689, 1989].

89
Las diferentes familias de roedores de laboratorio varían mucho en
cuanto se refiere a sensibilidad y gravedad de los síndromes
abstinenciales asociados a etanol, opiáceos, benzodiacepinas y
barbitúricos [sedantes medicinales como el fenobarbital (Merck Index
12: 7386); A. Kosobud y J.C. Crabbe, « Ethanol withdrawal induce
bred to be genetically journal of Pharmacolagy and Exper¡mental
Therapeutics 138: 170–177, 1986]. La neuroadaptación de los ratones
PAA y RAA, tras administraciones prolongadas de etanol, supuso
incrementar el número de canales iónicos de calcio87 en las
membranas de las neuronas cerebrales. Este fenómeno, caracterizado
por incrementar dinámicamente los sitios de ligadura o canales iónicos
como respuesta a una administración crónica de drogas, se conoce
como «regulación ascendente», y su inverso, o «regulación
descendente», también puede acontecer. En este caso, la diferencia
genética entre los ratones PAA y los RAA tenía su origen en que estos
últimos, al adaptarse a la administración prolongada de etanol,
«incrementaron mucho menos» que los primeros los canales iónicos de
calcio. Es decir, los ratones RAA eran comparativamente resistentes al
síndrome de dependencia del etanol, hasta tal punto que sus cerebros
sufrieron menor cambio estructural al tratar de compensar las
distorsiones neuroquímicas que provocó la presencia continuada de
etanol y/o sus metabolitos [C.H. Brennan et al¡¡, «Genetic regulation
of dillydropyridine –sensitive calcium channels in brain may determine
susceptibility to physical dependence en alcohol»].88 Del mismo modo
que la diferente sensibilidad al etanol en los ratones SL y SC se
correspondía con una sensibilidad paralela a benzodiacepinas,
barbitúricos y anestésicos generales, las diferentes susceptibilidades
a
la retirada del etanol en los ratones PAA y RAA reflejó una disparidad
similar respecto a la retirada de estos tipos de sedantes químicamente
distintos [J.K. Belknap et alii, «Ethanol and nitrous oxide produce
withdrawal–induced convulsions by similar rnechanisrns in mico» L¡fe
Sciences 41(17): 2033–2040, 1987; ¡bid., «Ethanol and diazepam
withdrawal convulsiona are extensively codetermi ned in wsp and wse
n1ice» ibid. 44(26): 2075–1080, 1989]. Estos descubrimientos
aumentan la posibilidad de que haya rasgos comunes significativos en
los mecanismos farmacológicos de sedación del SNC y en su control y
variación genética, tanto si es efectuada por medio del etanol o de
otros anestésicos generales afines,22 como si se efectúa mediante
benzodiacepinas como el Valium®26 [J.C. Crabbe et alii, «Acute
dependence on depressant drugs is determined by common genes in
mice» The Journal of Pharmacology and Esperimental Therapeutic
257(2): 663–667, 1991]. De hecho, de igual modo que los ratones SL
y SC, los animales PAA y RAA parecieron tener algunas diferencias
genéticas en el receptor GABAA. Ya observé que el receptor
benzodiacepínico forma parte del complejo receptor del GABAA, hacia
donde se dirigen también los barbitúricos.87 Resulta interesante que
también el kava, un fitosedante rico en pironas49 haya demostrado
ejercer efectos farmacológicos sobre el canal iónico/receptor GABA. [A.
Jussofie et alii, «Kavapyrone enriched extract from Piper methysticum
as modulator of the GABA binding site in different regions of rat brain
Psychophamacalogy 116: 469–474, 1994]. De modo sim¡lar, un
diterpeno de quinona, la miltirona, ha resultado ser un potente
«agonista parcial» (activador) de los receptores benzodiacepínicos. La
miltirona, que se encuentra en las raíces de la Salvia miltiorrhiza
Bunge, utilizada en etnomedicina china, produjo efectos sedantes en
los ratones, aunque carece del típico efecto de relajación muscular que
producen las benzodiacepinas [C.–M. Lee et alii, «Miltirone, a central
benzodiazepine receptor partial agonist from a Chinese medicinal herb
Salvia Miltiorrhiza» Neuroscience Letters 127: 237–241, 1991].
90
Quienes temen la heroína por ser una droga peligrosa, que seduce a
incautos y embelesa automáticamente a quienquiera se deje apresar
por las enervantes caricias de su abrazo morfinico, harían bien en
consultar la literatura que describe los efectos vomitivos y pro-
fundamente aversivos que produce en la mayoría de las personas [L
Lasagna et al¡¡, «Drug–induced mood changes in man I. Observations
on healthy subjects, chronicallyill patients and «postaddicts»» Journal
of the American Medical Association 157(12): 1020,1955]. En
experimentos de autosuministro que miden las preferencias de los
animales en materia de drogas, permitiéndoles elegir entre varias o
entrenándoles para que hagan algo a cambio de una droga, las
diferentes familias genéticas de ratones y ratas mostraron tener unos
gustos propios muy diferentes hacia etanol, opiáceos y cocaína [G.1.
Elmer et al¡¡, «A fixed ratio analysis of oral ethanol reinforced behavior
i n inbred mouse strains» Psycbopharnutcology 96: 431–436, 1988; P.
Hyyatiá y J.D. Sinclair, «Oral etonitazerte and cocaine consumption by
AA, aNA and Wistar rats» ¡bici. 111: 409–414,1993; J.K. Belknap
etalii, «Voluntary consumption of morphine in 15 inbred mouse
strains» ¡bid. 112: 352358, 1993 T. Suzuki etalii, «Differential
establishment and maintenance of oral ethanol rei nforcecl behavior in
Lewis a nd Fiscller 344 in bred rat strains» 7hejourrutlof Pharmacology
andExperimentalTberapeutics245(1):164–170, r988;T. Suzuki etalii,
«Etonitazenedelivcredorally serves as a reinforces for Lew is b ut nor F
isch er 344 rats» Las investigaciones preliminares han puesto en rela-
ción las variaciones en avidez por la íngesta de etanol entre distintas
cepas puras de ratones, con sus diferenciasen los niveles de
serotonina y dopamina en áreas clave del cerebro [J.M. Murphy et alii,
«Contents of monoamines in forebrain regions of alcohol–preferring
(1) and non–preferring (NP) lines of rars» ¡bid. 26: 389–392,1987J.
Cuando se trata de embriagantes, lo que para uno es alimento bien
podría representar veneno para otro.

91
Los alelos C y L del gen humano para el transportador de serotonina
se distinguen en que la forma L tiene la inserción de una secuencia
codificando para 44 aminoácidos en la sección regulatoria del gen
(parte de algunos genes es estructural [o sea, especifica la estructura
secuencial de aminoácidos del producto proteín¡co] mientras que otras
partes pueden ser reguladoras, controlando la expresión o traducción
del gen en su producto), lo que conduce a una transcripción más
eficiente del gen a la proteína (hasta 1,4 a 1,7 veces mas mARN o
«mensajero», ARN, que es el intermediario entre el ADN del gen y la
proteína, el transportador de serotonina). La absorción de serotonina
radiactiva por células de tipo L fue 1,9–2,2 veces superior a la de las
células tipo C. Utilizando varios tests psicológicos se puso en evidencia
que las personas con alelo C despliegan mayor «neuroticismo» y
«rasgos de personalidad con tendencia a la ansiedad» [K.–P. Lesch et
ali¡, «Association of anxieryrelated traits with a polymorphism in the
serotonin transporter gene regulatory region» Science 274:137–
153,1996 D. Coldman. «High anxiety», ibid.274:1483,1996].
También el autismo, un defecto neurológico de fuerte componente
genético, se ha relacionado igualmente con algunos «alelos cortos»
(un 16% de la población general) del gen para el transportador de
serotonina [C. Holden, «A gene is linked to autism» Science 276: 9o5,
1997]. He examinado ya la importancia del transportador dopamínico
en farmacología de la cocaína y las anfetaminas, apuntando que estos
estimulantes también pueden bloquear el transportador serotonínico–
los ratones desprovistos del gen para el transportador dopamínico
eran hiperactivos e insensibles a la cocaína y a las anfetaminas [B.
Giros etaN, «Hyperlocomotion and indifference to cocaine and
amphetamine in mico lacking the dopamine transporten»; N.D. Volkow
et alii, «Relation ship between subjective effects of cocaine and
dopamine transponer occupancy»].28 Resulta lógico que quienes tienen
niveles bajos de estas proteínas transportadoras –como el 43% que
en el estudio arriba mencionado tenía el alelo C –sean más o menos
sensibles a la cocaína y a las anfetaminas que quienes tienen una
tendencia genética a unos niveles mayores de estos transportadores
de neurotransmisores. El enorme incremento en consumo de
inhibidores de reabsorción de serotonina, como el Prozac® y el Zoloft®
[Merck lndex 12:8612], en cuanto antidepresivos, atestigua la
importancia del transportador serotonínico en la regulación del ánimo.
El Prozac® ha demostrado ser particularmente útil en el tratamiento de
compulsiones y otros síntomas neuróticos. Algunos han criticado que
se recete excesivamente de esta droga, como si fuese
«psicofarmacologíacosmética», pues puede utilizarse no como
tratamiento contra un trastorno específico, sino como un
«sintonizador» del ánimo o de las relaciones sociales, ayudando a la
gente a «sentirse normal». Para un exámen sobre este tema, vide P.D.
Kramer, Listeningto Prozac [Viking Penguin, New York, 19931;
también, vide página 76 y Nota 118, para más detalles sobre el
Prozac® o fluoxetina.

92
La cohorte familiar holandesa padecía una mutación puntual
(alteración de un nucleósido base del ADN) en un gen estructural para
la enzima MAOA, que transformó un codón glutamínico (los codones
son secuencias de tres bases que especifican un aminoácido
determinado, en este caso la glutamina) en un codón de paro (una
secuencia de tres bases que informa a la maquinaria celular «lectora»
del gen que debe parar al final de la secuencia codificadora). De
acuerdo con esto, se terminaría prematuramente la copia del gen en
proteína, resultando una proteína truncada que carecería de actividad
enzimática. El análisis de las historias médicas de esta «gran familia»
reveló que «varios machos sufren un síndrome que bordea el retraso
mental y muestran un comportamiento anormal, incluyendo una
regulación trastornada de la agresión impulsiva», mientras «los
portadores hembra de esa familia tienen una inteligencia y un
comportamiento normal». Vide H.G. Brunner et alii, «Abnormal
behavior associated with a point mutation in the structural gene for
monoamine oxidase A [Science 26,2: 578–580, 1993], En el modelo
animal de este trastorno congénito, un gen extraño se intercaló con el
gen MAOA resultando de nuevo una carencia de la MAOA funcional. Se
observó un gran incremento en los niveles cerebrales de serotonina en
los cerebros de cachorros, y una agresividad anormal que acompañaba
a otras patologías en machos adultos, paralelamente a los casos
humanos previamente descritos [O. Cases et alii, «Aggressive behavior
and altered amounts of brain serotonin and norepinephri ne in mico
lacking MAOA» Science 268:1763–1766,1995]. Se sabe que las
poblaciones humanas «normales» varían mucho en cuanto a la
actividad de la MAOA y se piensa que la deficiencia congénita en la
actividad, tanto de la MAOA como de la MAOB, tiene que ver con «un
retraso mental grave en algunos pacientes con la enfermedad de
Norrie». En estudios sobre la MAO de las plaquetas sanguíneas (que se
piensa paralelo a la MAO cerebral), se descubrió que los llamados
alcohólicos del Tipo II (con antecedentes familiares de alcoholismo, y
que presentan síntomas más tempranamente en su vida que los
alcohólicos del Tipo 1) tenían niveles de MAOA inferiores a los
alcohólicos del Tipo i, que, por su parte, tenfan niveles inferiores que
los no alcohólicos [A. von Klorringetafi, «Platelet monoamine oxidase
activity in type 1 and type 2 alcoholism» Alcohol and Alcoholism 26:
409–416,1991]; lo que también es válido para la actividad de la MAO,
plaquetas [E j. Devor et alii, «Platelet mito activity in type 1 and rype
2 alcoholism» Annals of the New York Academy of Sciences 708: 119–
128, 1994]. Como en el caso del transportador de serotonina,91 la
MAO es un objetivo preferente de los medicamentos antidepresivos,
cuyo origen es un descubrimiento serendípico. Se había observado que
un antibiótico contra la tuberculosis, la iproniacida o Marsilid® [Merck
Index 12: 5094], elevaba el ánimo de algunos pacientes, efecto luego
correlacionado con su actividad como un IMAO. Subsiguientemente se
desarrollaron IMAO más eficaces, y los anteriores inhibidores
irreversibles están siendo desplazados en la actualidad por tnhibidores
Reversibles de la MonoAmino oxidasa (a veces llamados IRMA), como
la moclobemida o Aurorix® [Merck Index 12: 6309], que son
inhibidores específicos y reversibles de la MAO. Además de afectar el
funcionamiento mental, una ruptura congénita o farmacológica de la
actividad de la MAO puede alterar dramáticamente la metabolización
de las drogas, como ilustra el afamado efecto de la ayahuasca, donde
las triptaminas (normalmente inactivas per oral) pueden hacerse
psicoactivas vía esta ruta. Es probable que las triptaminas fuesen
activas por vía oral para los machos de familias holandesas que
carecen de actividad MAOA, un potencial al que he apodado
congenihuasca. Recientemente se ha probado que los fumadores de
tabaco muestran una reducción de un 40% en el nivel cerebral de
MAOA, y se ha sugerido que puede jugar un papel en la adicción al
tabaco vía influencias sobre la concentración de neurotransmisores,
especialmente de dopamina [J.S. Powler et a1ii, «Inhibition of
monoamine oxidase B in the brains of smokers» Nature 379: 733–
736, 1996]. Resulta significativo que el tabaco sea uno de los aditivos
o cohortes más comunes en las pociones amazónicas de ayahuasca
[vide mi Ayahuasca Analogues]51 El antidepresivo «organófilo»
actualmente en vogue [S. Miller, «Depressed? A natural mood
booster» Newsweek, edición latinoamericana del 5 de mayo de 1997,
págs. 6o–61], hipérico o Hyper¡cum perforatum L., parece deber su
actividad antidepresiva a compuestos xantona y flavonoide con
propiedades inhibidoras de la MAO [J. 130: 367, 1990; ¡bid., !Tinta
Medica 55: 643, 1989; VE. Tyler, The Honest Herbal, Pharmaceutical
Products Press, Bingharmon, NY, 1993 (tercera edición, originalmente
publicado en 1982)].

93
Este defecto neurológico afecta la capacidad del individuo para
responder a estímulos sonoros, espedficanlente a estímulos sonoros
pareados, de los cuales el primero produce una típica respuesta
excitadora, a la vez que activa mecanismos inhibitorios que calman o
atenúan la excitación obtenida por el segundo estímulo, la llamada
«respuesta P50». En los esquizofrénicos se da una inhibición
disminuida al segundo estímulo, es decir, una discapacidad para
discriminar, relacionándose este rasgo con una falta de habilidad para
mantener la atención, y una capacidad disminuida en las pruebas de
reconocimiento de palabras. Las investigaciones pusieron en evidencia
que este defecto neurológico mensurable está correlacionado con un
polimorfismo que implica pares de nucleósidos base91,92 en el
cromosoma 15q13–14, a cual lugar se ha trazado el gen de un
neuroreceptor nicotínico α 7. Se logró un modelo de rata con este
desarreglo vía lesiones específicas en el cerebro de los animales. Y se
dernostró que la nicotina podía normalizar las respuestas P50 en esa
rata modelo, y que en los an¡lnalcs normales la α –bungarotoxina
[Merck índex 1 2 : 1513] podía modelar la disfunción. Esta proteína,
presente en el veneno de una serpiente [la krait de múltiples bandas,
Bungarus multicintus; S.A. Mituon, y M.R. Minion, Venonaoars Reptiles,
Charles Scribner's Sons, NewYork,198o (edici(n revisada, original de
1969)] es específica para el receptor nicotínico α 7 [JW. Kebabian y
J.L. Neumeyer (Eds.), The RBI Handbook of Receptor Classifacation,
Research Bioclacnlicals International, Natick, "A,1994]. Se ha sugerido
que los esquizofrénicos automedicaban su defecto con la nicotina
procedente del tabaco, dada su «bien conocida dependencia a la
nicotina» y parece que también la benzodiacepina atípica clozapina o
Clozarile® [Merck lndex 12:1484] alivia transitoriamente este déficit
neurológico; los pacientes esquizofrénicos medicados con esta droga
fumaron menos cigarrillos. Se piensa que las neuronas colinérgicas
(que responden al neurotransmisor acetilcolina) con receptores de la
nicotina funcionan de acuerdo con las neuronas GABA-érgicas,87 lo cual
explicaría que las benzodiacepinas mejoren este síndrome. Finalmente,
se han docurnentado varias correlaciones raciales entre los
polimorfismos en cl punto genético del receptor nicotínico α 7 y la
psicosis o esquizofrenia. Vide R. Freedman et al¡¡, «Linkage of a
neurophysiological deficit in schizophrenia to a chronaosorne locus»
[Proceedings of the National Acaderny of Scienccs 94: 587–592,1997].

94
Usando técnicas sofisticadas para retrotraer los genes a cromosomas
(están diseñándose mapas genéticos cada vez más exactos de seres
humanos, ratones y otros organismos de importancia científica), se
retrotraen puntos genéticos implicados en respuestas variables de
cepas puras de ratones a embriagantes a los cromosomas del ratón,
tratando de correlacionar rasgos con genes conocidos situados sobre
esos cromosomas. Un análisis sobre modelos genéticos de murina
referidos a actividad de drogas, centrado en cuatro categorías de
embriagantes - 1) etanol; 2) otros sedantes; 3) cocaína y
metanfetamina; y 4) morfina –reunió una larga lista de genes
candidatos para explicar las diferentes respuestas de distintas cepas
genéticas de ratones a esas drogas. Se incluyeron genes para: 1 )
proteínas receptoras (con varios receptores de dopamina, GABA y
serotonina; más el receptor δ − opiáceo y otros); 2) canales iónicos
(calcio y sodio); 3) enzimas para síntesis de neurotransmisores (para
la dopamina y la norepinefrina); 4) enzimas degradantes de los
neurotransmisores (y deshidrogenasa de etanol); 5) el transportador
de dopamina; y 6) péptidos endopiáceos. Esta investigación se dirige a
la clonación y caracterización de los genes involucrados y sus
mutaciones o polimorfismos, para poder extrapolar estos datos al ge-
noma humano que, mientras tanto, está siendo trazado y secuenciado.
Ello permitirá identificar las variaciones genéticas humanas que
pueden influir en nuestra sensibilidad y susceptibilidad hacia las
drogas embriagantes [J.C. Crabbe et alii, «Geneticanimal models of
alcohol and drug abuse»;86 ¡bid., «Genetic determinants of ethanol
reinforcemeno, Annals of the New York Academy of Sciences 654:302–
310, 1992; J.K. Belknap y J.C. Crabbe, «Chromosome mapping of
gene loci acting morphine and amphetamine responses in Bu
recombinant lnbred mice,, ¡bid. 654: 311–323, 1992].

95
Los resultados de la serie de extensos experimentos clásicos que
realizó Hans Eysenck no dejan lugar a dudas sobre la profunda
influencia de la personalidad en los efectos de las drogas
embriagantes. Es tan dramática la diferencia de respuesta en
introvertidos y extrovertidos hacia los sedantes, que una dosis de un
determ¡nado sedante que basta para sedar al 95% de las personas
consideradas extrovertidas en pruebas psicométricas, sólo conseguirá
un efecto equivalente en apenas 10% de sus colegas introvertidos.
Con los estimulantes se obtiene una disparidad parecida, pero en este
caso los introvertidos son mucho más.sensihles a las «caricias
analépticas» de Mama Coca y sus seductoras hermanas. Para un
résumé de esta sugerente investigación, vide H J. Eysenck, The
Biological Basis of Personality [C.C. Thomas, Springfaeld, 11,1967];
¡bid., «Drugs as research coals in psychology: Experiments with drugs
in persona l¡tyresearch» [Neuropsycho biologyc: 29–43,1983]. En
experimentos con ratas que se autoadministran d–anfetamina (los
animales enjaulados fueron entrenados para autoadministrarse sulfato
de d–anfetamina28 por vía intravenosa, mediante una jeringuilla
conectada por un lado a una bomba, por otra a cannula implantadas,
como respuesta a un comportamiento específico–en este caso la
aparición de un «hocicazo» en un determinado hueco de su jaula –
para inyectarse 1 0 mcg. de la droga), se pudo observar que algunos
animales tenían mayor apetencia por las dosis de una determinada
droga que otros. Los investigadores diseñaron un simple test de
cribado «psicológico» para ratas (m¡diendo su reactividad, o el alcance
de su movilidad, al ser expuestas a un medio nuevo), que las dividía
en dos grupos: las de Respuesta Baja (RB) al medio nuevo, y las de
Respuesta Alta (RA), que eran mucho más activas físicamente una vez
introducidas en el medio nuevo y extraño. Cuando se implantó unas
cannula intravenosa a esas ratas, permitiéndolas así adquirir el hábito
de autoadministrarse sulfato de anfetamina, se descubrió que las ratas
RA se habituaban a la droga mucho más fácilmente. De ese modo, se
hizo posible predecir la vulnerabilidad de cada animal a la adicción
anfetamínica con una simple prueba «psicométrica„ [P.V Piazza etalii,
«Factors that predica individual vul nerab il iry to amphetamine self–
administration» Sc¡ence 245:1511–1513,1989]. Es posible que las
ratas RA –al explorar activamente su entorno– correspondan a los
humanimales extrovertidos, y que sean menos sensibles a los
estimulantes que sus compañeras de celda, por lo cual se
autoadministratan mayor cantidad. Por lo mismo, en los seres
humanos una sensibilidad básica baja con respecto a los efectos del
etanol podría correlacionarse con una vulnerabilidad al hábito de
etanol [M.A. Schuckit, «Low level of response to alcohol as a predictor
of future alcoholism» American journal of Psychiatry 151(2):184–
189,1994; M.A. Schuckit y T. L. Smith, «An 8–year follow–up of 450
sons of alcoholic and control subjects» Archives nfGeneral Psychiatry
53: 202–910, 1996]. En estudios paralelos a largo plazo, una
respuesta disminuida al etanol, medida por encefalograma, se
correlacionó igualmente con una susceptibilidad al hábito de etanol
una década después [J. Volavka et al¡¡, «The electroencephalogram
after alcohol administration in high–risk men and the development of
alcohol use disorders lo years later» ¡bid. 53: 258–263, 1996].
También se demostró que las personas con un historia familiar de
«alto riesgo de alcoholismo» presentaban niveles anormalmente altos
de endopiáceos en sangre tras la administración de etanol; esto
constituye otro índice potencial de susceptibilidad congénita al hábito
de etanol [C. Gianoulakis et alii, «Enhanced sensitivity of pituitary p–
endorphin to ethanol in subjects at high risk of alcoholism,, ibid. 53:
250–257,1996]. Estos descubrimientos fueron acompañados por un
editorial que exploró su importancia como «intervenciones
preventivas» [E.. Gordis, «Alcohol research: At the cutting edge» ¡bid.
53: 199–201, 1996]. He examinado un defecto genético común que
causa la ausencia de una enzima hepática fundamental implicada en la
metabolización y biosíntesis de los opiáceos y de otras muchas
drogas;84 como se ha demostrado recientemente, las pruebas
psicométricas que analizan los rasgos fundamentales de la pers-
onalidad podrían detectar este polimorfismo genético [L. Bertilsson et
alii, «Debrisoquine hydroxylation polymorphism and personality» The
Lancet 1989: 555, 1989].

96
En un experimento clásico, se entrenó a ratas para que pulsasen un
resorte que les hacia recibir inyecciones de morfina directamente en el
área ventral tegmental de sus cerebros. No hubo síndrome de
abstinencia físico cuando se les administró el antagonista narcótico
naloxona, ni siquiera tras una prolongada infusión de morfina
directamente en ese área clave del sendero de recompensa.97 Sin
embargo, la infusión de morfina en la región periventricular del
cerebro de los animales dio como resultado dependencia física,
mostrando que las propiedades recompensadoras de la morfina eran
independientes de las propiedades causantes de dependencia [M.A.
Bozarth y R.A.Wise, «Anatomically distinct opiate receptor fields
mediate reward anca physical dependence» Scienee 224: 516–517,
1984]. Tres décadas antes se había demostrado que la estimulación
eléctrica directa del sistema limbico del cerebro de los animales de
laboratorio producía placer, es decir, era reforzador del mismo modo
que las drogas embriagantes, pues esos animales pulsaban el resorte
repetidamente para recibir tal estimmlación, hasta 100 veces por
minuto [J. Olds y P.M. Milner, «Positive reinforcement produced
byelectrical stimulation of septa] areas and other regions of rat brain»
Journal of Comparative Physiology and Psychology 47: 419–
427,1954]. Esto mismo se ha probado con seres humanos, que
tuvieron sensaciones de euforia y placer sexual. ¡Un sujeto hembra
experimentó repetidos orgasmos tras una estimulación electrica de 5–
10 minutos sobre los «centros de placer» de su cerebro [M. Gossop,
Living witb Drugs, Arena/Ashgate Publishing Co., Brookfield, 1996
(cuarta edición, publicado originalmente en 1982,)]! El hecho de que
animales sanos y no adictos fuesen recompensados
mediante estimulación cerebral, y que lo solicitaran activamente,
mostró que la motivación para buscar el placer podía existir con
independencia de cualquier aversión/evitación de dolor, o a la disforia
debida al síndrome abstinencia] de drogas. La coronación de la dopa-
mina como «molécula maestra» de la adicción se hizo en una
sensacionalista portada de la revista usana Time [J.M. Nash et al¡¡,
«Adelicted» Time, edición usana del 5 de mayo de 1997, págs. 68–
761.

97
Los contornos de este circuito de recompensa no se bosquejaron hasta
finales de la década de los 80, al centrarse en el sistema limbico y en
las neuronas del área del tegmento ventral con conexiones en el
núcleo accumbens [G.F. Koob y E.E. Bloom, «Cellular and mólecular
mechanisms of drug dependence» .Science 242: 715–723,1988; R.A.
Wise y P.–P. Rompre, «Brain dopamine and reward» Annual Review of
Psychology 40:191–225, 1989]. El sistema limbico o cerebro medio
separa el cerebro interno de la corteza cerebral, y se asocia
especialmente con la regulación del comportamiento emocional [S.H.
Syder, Drugs and the Brain, Scientific American Books, New York,
1986]. Al conocerse cada vez con mayor detalle, se fortaleció la
hipótesis del sistema de circuitos de dopamina como «senda común
final» en adicción a drogas [C.F. Koob, «Drugs of abuse: Anatomy,
pharmacology and function of reward pathways» Trends in
Pbarntacological.Science 13: 177–183, 1992; R.A. Wise,
«Neurobiology of addiction» Garrent Opirciora in Neurobiology 6: 243–
251,1996] J. Atlman et alii, The biological, social and clínical bases of
drug addiction: Commentary and debate» Psychopharmaco 125: 285–
345,1996]. Aunque sobrepasa el alcance de este libro, debo mencionar
que se ha progresado considerablemente en el conocimiento de los
mecanismos intracelulares de adicción a drogas –es decir, en lo que
ocurre dentro de las neuronas tras ligarse los neurotransmisores a los
receptores. Ahora se sabe que tal ligadura desencadena una «cascada
bioquímica» de «mensajeros secundarios» intracelulares (como las
«G–proteínas» y el CAMP o «monofósfato cíclico de adenosina», etc.)
que influye prácticamente sobre todos los aspectos del metabolismo
neuronal, incluyendo aún la expresión genética [E.J. Nestler,
«Molecularneurobiologyof drug addiction» Neuropsychol,
pharmacology 11(2): 77–87,1994; S. E. Hyman, «Shaking our the
cause of addiction» Science 273: 61r61z,1996]. El papel de estos
mensajeros intracelulares en los circuitos de recompensa del núcleo
accumbens y en la neuroadaptación a la administración crónica de
drogas, coincide la hipótesis dopamina/recompensa de refuerzo
positivo [DW Self y E.]. Nestler, «Molecular mechanisnis of drug
reinforce ment and addiction» Annual Review of Neuro science 18:
463–495, 1995]. Para una explicación a profanos sobre los circuitos de
recompensa, vide J.M. Nash, «Addicted»96

98
Para un análisis profundo de la hipótesis de la dopamina en relación
con la farmacología de la cocaína, vide M.J. Kuhar et alii, «The
dopamine hypothesis of the reinforcing properties of cocaine» [Trends
in Pharmacological Science 14(7): 2,99–302, 1991]; D.C. Mash y J.K.
Staley, «The dopamine transporter in human brain en M.E.A. Reith
(Ed.), Neurotransmitter Transporters: Structure, Function and
Tulation, [Humana Press Inc., Totowa, 1996, págs. 315–343]28 Para
el estudio de los polimorfismos DRD2, en 224 sujetos que practicaban
el llamado «poliabuso de sustancias», vide S.S. Smith et alii, «Genetic
vulnerability to drug abuse: Then, dopamine receptor Taq 1 B1
restriction fragment length polymorphism appears more frequently in
polysubstance abusers» [Archives of General Psychiatry 49:72–3–
727,1992]. En el sugestivo estudio sobre la ligadura de doparnina a
«variantes de mal sentido» en el propio receptor DRD2 resultó que la
sustitución de la valina–>alanina en la posición 96, y la sustitución de
la setina– cistina en la posición 311 de la proteína receptora,
mostraron una afinidad dos veces menor para capturar la dopamina
que el receptor normal o de –«tipo salvaje». Esta última mutación
llega a darse en un 16% de los americanos nativos pima, en un 3% de
los caucásicos y en un 2,3% de los japoneses [A. Cravchik et alii,
«Functional analysis of the human D doparninc receptor missense
variants» The journal of Biological Chemistry 271(12–): 26013–
26017,1996]. En el estudio sobre la paranoia inducida por cocaína y
su relación con variaciones en el gen del transportador de dopamina,
fueron examinados 103 consum¡dores, 58 blancos y 45 negros.
Aunque esto no sea aplicable a los sujetos negros, se halló una
relación significativa entre una particular variación del gen y una
susceptibilidad a paranoia inducida por cocaína en sujetos blancos [J.
Gelernter et alii, «Genetic association between dopamine transporter
alleles and cocaine–induced paranoia» Neuropsychopharmacology
1 1 : 195–200, 1994]. Aunque estos estudios son preliminares y
apenas concluyentes, es probable que la investigación ulterior
demuestre la importancia de los polimorfismos en los genes del
receptor de dopamina, y de su transportador, para las idiosincrasias
en materia de drogas embriagantes.91

99
Para esta sugestiva hipótesis, vide M T. Bardo et alii, «Psychobiology
of novelty seekingand drug seeking behavior» [Behavioural Brain
Pesearch 77: 2–3–43, 1996].

100
Aunque resulta difícil obtener información sólida y fidedigna sobre el
consumo de embriagantes, especialmente en el caso de los ilícitos, el
gobierno federal usano llevó a cabo un estudio en 1985 que puede
considerarse rnás o menos fiable por lo que concierne a las drogas
legales, y bastante conservador en lo que respecta a las ¡lícitas. De
198 millones de adultos (12– años o más), 178 millones eran usuarios
de cafeína (un 90%, en un cálculo probablemente conservador); 106
millones eran usuarios de alcohol (un 54%); 64 millones usuarios de
tabaco (un 32%); 12 millones usuarios de Cannabis (un 6%); 3,4
millones usuarios de cocaína (un 2%) y 1,9 millones de consumidores
de heroína (un 1 % ) . Vide A. Goldstein y H. Kalant, «Drug policy:
Striking the right balance» [Science 249: 1513–1521, 1990]. Datos
más recientes, y quizá menos rigurosos, aparecidos en la edición de 5
de mayo de 1997 de Time,96 sobre consumidores usanos en el mes
anterior, sugieren los siguientes números (mis porcentajes se basan
en una población de 200 millones de adultos): 130 millones de
bebedores de café (un 65%), sin incluir en la estadística otros
consumidores de cafeína; 1 1 millones de «abusadores» de alcohol (un
5,5%), sin indicación respecto al total de bebedores; 61 millones de
consumidores de tabaco (un 31%);10 millones de consumidores de
Cannabis (un 5%); 1.5 millones de consumidores de cocaína (un
0,75%) y sólo 200.000 consumidores de heroína (un 0,1%). Resulta
imposible establecer comparaciones útiles entre estos dos estudios. En
cualquier caso, vale la pena señalar que los sondeos de amplio
espectro demuestran que el consumo de heroína en los Estados Unidos
se ha mantenido más o menos estable en porcentajes a lo largo de los
años, a pesar de la perenne histeria (alimentada por los alarmistas y
la prensa amarilla) desatada por una supuesta «plaga de heroína en
expansión,.. Vide también la Nota 122 sobre drogas usanas.

101
La teoría de la adicción a drogas como automedicación frente a
patologías psiquiátricas fue presentada por primera vez por el
psiquiatra usano Edward J. Khantzian [«The self medication hypothesis
of addictive disorders: Focos on heroin and cocaine depertdence» The
American journal of Psychiatry 142(t1): 1259–1264, 1985]. Esta
noción farmacopsicopatológica parece estar triunfando, como ilustra la
primera página del número de Time dedicado a la adicción,96 con su
hincapié en la fraseología patológica, refiriéndose a los: «trastornos en
el proceso mental que marcan el abuso crónico de drogas [sic], y a
«un serio trastorno de conducta», «un trastorno cerebral que no se
diferencia de otras formas de enfermedad [sic] mental» y a una
supositicia «crisis médica y de salud pública».
102
Además de ser una droga adictiva que provoca la gran mayoría de
casos de consumo compulsivo y problemático de embriagantes en
Estados Unidos, el alcohol es una de las drogas embriagantes más
tóxicas: es neurotóxico, hepatotóxico, cancerígeno y teratogénico
(causa defectos fetales si se consume inapropiadamente durante el
embarazo.23 Más de la mitad del total de criminales encarcelados por
cometer crímenes violentos en 1983 había consumido alcohol
inmediatamente antes de cometerlos; el alcohol fue un «elemento co-
adyuvante, en el 40% de los 46.000 muertos por accidentes de tráfico,
y en el 40% del total de suicidios de escaño; además de estar
implicado en el 10% de los accidentes laborales en 1986 [An.,
Totvarda Nacional Plan to combat Alcohol Abuse and Alcoholism: A
Report to the United Statet Congress Department of Health and
Human Services, Washington, 1986]. En dramático contraste con su
horrible reputación, la heroina seda y pacifica a sus habituales y,
decididamente, no les incita a la violencia. Más aún, heroína y
opiáceos afines, al contrario que el alcohol, no son neurotóxicos,
hepatotóxicos, cancerígenos o teratogénicos; como vimos en la Nota
23, el estreñimiento es el problema médico más serio que resulta de
su uso crónico; y como vimos en la Nota 35, se cree que el consumo
oral de opiáceos es inmunoestimulate. Finalmente, unos 320.000
usanos consumidores de tabaco mueren premamrarnenre cada año
por consecuencias directas, y el alcohol causa unas 200.000 muertes
prematuras. En contraposición, todas las drogas ¡licitas juntas apenas
ascienden a 3–4.000 muertes intempestivas por año en E.E.U.U., y la
mayor parte de ellas son causadas directa o indirectamente por la
prohibición, antes que por la toxicidad intrínseca de las drogas [para
las estadísticas, vide E.A. Nader mann, «Drug prohibirion in the United
States: Costs, consequences and alternativas» Science 245: 939–
947,1989].

103
En mi Pharmacotheon 33 comenté recientes pruebas
dendrocronológicas halladas en Beringia (área que engloba los
territorios situados entre Siberia oriental y Alaska), que muestran la
aparición allí de los primeros árboles hace 14–12.000 años, antes de
lo cual se considera imposible la existencia de asentamientos humanos
estables, debido a la falta de combustible, caza y forraje. De hecho,
los primeros asentamientos humanos incontrovertidos en Beringia
preceden en un siglo al menos a los asentamientos humanos más
antiguos generalmente aceptados en cualquier otro lugar del Nuevo
Mundo o Neogea [J.F. Hoffecker et alii, «The colonization of Beringia
and the peopling of che New World„ Science 259: 46–53, 1993]. La
primera especie arbórea en colonizar Beringia fue el abedul enano,
Betula nana L., simbionte primario de la Amanita muscaria, enteógeno
preeminente del chamanismo siberiano65,67,68 que siempre ha sido muy
escasa y así apreciada en Siberia. Hay noticias de que a principios del
siglo XIX los koriácos de Kanrchatka «a menudo pagaban un reno a
cambio de un solo hongo seco» [R.G. Wasson, Soma].29 Dado que el
inapreciable enteógeno debió ser, junto a su anfitrión simbiótico
Betula nana, un colonizador pionero de la «tierra puente» beringia,
he supuesto que la súbita aparición del poco común y reverenciado
enteógeno–cuyo uso lúdico también ha sido ampliamente
documentado en Siberia en tiempos históricos –llevó a la humanidad
a explorar el nuevo e inhóspito medio, conduciéndola
inexorablemente a poblar las vastas extensiones de las Américas. En
fin ¡podríamos deber las primeras migraciones humanas hacia
Neogea a una conducta buscadora de drogas, sí, a la portentosa
pharmacophilia de nuestros ancestros primigenios!

104
La cita corresponde a la Parte IV de Le hachish, «Du vin et du
hashish: comparés comme moyens de multiplication de l
´individualité», 4 en el famoso episodio donde un «célebre músico» –
sobrio–acompañado por un grupo ebrio de hashish, encuentra
molesta, pueril y digna de mofa la estridente hilaridad de los
hachichins; pero cuando intenta salir no puede, porque la puerta está
cerrada con llave... consiguiendo los hachichins al fin convencerle
para que toque su violín. Alarmado ante las exageradas respuestas
emotivas de su embriagado público, perdido en cielos de hashish,
deja de tocar y pregunta a uno de los beatíficos sufridores qué
puede hacer para socorrerle: «El paciente, con éxtasis en los ojos, le
contempla con innombrable desdén; su orgullo le ahorra mayores
perjuicios. En efecto, ¿cómo mejor exasperar a un enfermo de júbilo,
sino intentando curarlo?».

105
Para el mencionado informe sobre la 198º conferencia internacional
de la ACS, vide M.M. WaldrOp, «NIDA Aims to fight drugs with
drugs» [Science 245: 1443–1414, 1989], incluyendo el sidebar
«Magic bullets for addiction?». Para informarse sobre la
controvertida terapia de sustitución, manteniendo a los habitués de
heroína con el potente opiáceo artificial metadona, vide V.P. Dole,
«Addictive behavion, [Scientific American 243: 138–154, 1980];
¡bid, y M.E. Nyswander, «methadone maintenance treatment: A ten–
year perspective» [Journal of the American Medical Association
235(19): 2117–2119,1976]; T D'Aunno y T.E. Vaughn, «Variations in
methadone treatment practices» [¡bid. 267(2): 253–258, 1992]. El
escritor usano William S. Burroughs, que se autodescribió como
«maestro en la adicción a drogas peligrosas», abogó por el
«Mantenimiento en heroína», alegando que la metadona era «sin
duda tan adictiva como la heroína, y causa una adicción aún más
difícil de superar» [New Tirnes, edición del 11 de noviembre de
1977, págs. 59–61]. Por supuesto, esto se ha intentado con éxito en
Gran Bretaña, donde la heroína,35 bajo el nombre comercial
D¡amorph¡ne® se utiliza legalmente en medicina, y hasta los
consumidores inveterados e intensos pueden estabilizarse con
heroína, si tienen acceso a productos farmacéuticos esterilizados a
precio real de mercado [M.Gossop, Living with Umgs].96 Burroughs
probablemente no se equivoca al observar que la metadona es aún
más tóxica y adictiva que la heroína, pero si la alternativa de la
heroína incluye comprar en el mercado negro un producto
contaminado y adulterado cuyo precio es descaradamente alto,
compartir jeringuillas y todo lo demás, resulta obvio que la
metadona por vía oral sí tiene sus ventajas. Estos adictos podrían en
realidad estar aprovechándose de los putativos beneficios
inmunoestimulantes de los opiáceos, en lugar de sobrecargar
rutinariamente sus sistemas inmunológicos con proteínas extrañas35
Por otra parte, la metadona –al contrario que la heroína– presenta la
clara ventaja de tener una vida media farmacológica muy
prolongada, lo que permite hacer dosis diarias. Los anti–
embriagantes más conocidos son opiáceos «antagonistas» del tipo
naltrexona y naloxona [vide supra, pág. 19]. Se trata de congéneres
artificiales de la morfina, que se ligan a los receptores cerebrales de
opiáceos sin producir euforia ni analgesia. Su supuesta utilidad en
terapia de la adicción radica en que, al «bloquear» los receptores,
impiden que el paciente obtenga placer de la heroína o de otros
opiáceos eufóricos. Recientemente la prensa ha publicado que la
naltrexona, bajo el nombre ReVia® se está utilizando en España,
Israel y México para acelerar la deshabituación de habitués a opiáce-
os hospitalizados y fuertemente sedados [G. Cowley et alii, «A new
assault on acidiction» Newsweek, 30 de enero de 1995, edición
latinoamericana, pág. 49]. Hemos analizado antes 85 la terapia
aversiva contra el alcoholismo a base de Antabus® que –inhibiendo la
enzima desintoxicadora del metabolíto mayor del etanol– causa
síntomas de toxicidad al beber cantidades incluso pequeñas de
alcohol. Aunque los intentos farmacológicos de bloquear el anhelo
son una novedad –pues el circuito de recompensa es un descubrim-
iento reciente–hay posibilidades de que el ansiolítico no
benzodiacepínico buspirona bloquee el ansia de alcohol en
alcohólicos crónicos. Este compuesto bloquea parcialmente los
receptores cerebrales de serotonina (5–HT1). Recientemente, la
naltrexona ha mostrado cierta actividad para bloquear el ansia
abstinencial en habitués de alcohol, y ya hemos visto que el sistema
endopiáceo parece estar involucrado en la habituación alcohólicas 95
Cumpliendo el concepto del hábito de drogas como psicopatología,–
se han realizado numerosos estudios con enteógenos en un contexto
psicoterapéutico para tratar alcoholismo y dependencia a otras
drogas, con distintos resultados [para los análisis, vide L. Grinspoon
y J.B. Balcalar, Psychedelie Drugr Reconsidered; 10 J.H. Halpern, a
The use of hallucinogens in the treatment of addiction» Addiction
Research 4(2): 177–189,1996]. En años recientes, el enteógeno
amazónico ayahuasca 51 se ha empleado en un contexto chamánico
para tratar la adicción a drogas [J. Mabit et alii, «Takiwasi: The use
of Amazonian shamanism to rehabilitate drug addicts» Jahrbuch für
Traru kulturelle Mediz¡n und Aychotherapie, Berlín, 1996» págs. 257–
285]; el uso ritual del péyotl45,47 también combate el alcoholismo.
Para concluir, mucho se ha investigado recientemente sobre el uso
de la ibogaína29 enteogénica como «interruptor de la adicción», y
este sugestivo componente parece combinar elementos de terapia de
sustitución (tiene algunas propiedades agonistas de los opiáceos) y
efectos antianhelo de larga duración (potencia la rotación de la
dopamina en el núcleo accumbens); además de ser un potente
visionario de posible valor en psicoterapia [J.R. Sánchez–Ramos y
D.C. Mash, «Pharmacotherapy of drug–dependence with ibogaine»
ibid, Págs. 353–367]– Patentada como Endabuse® para terapia de
adicción, y a pesar de su estatus de ilicitud en los Estados Unidos,
este enteógeno está ya disponible en clínicas de tratamiento para la
adicción de varios países [sobre un análisis de la farmacología de la
ibogaína, vide P. Popik et al¡i, «100 Years of ibogaine: Neurochemical
and pharmacological actions of a putative antiaddictive drug»
Pharmacological Reviews 47(2): 235–253,1995; P. De Rienzo et al¡¡,
The Ibogaine Story, Autonomedia, Brooklyn, NY, 1997],

106
La mayoría de problemas de salud asociados al uso ilícito de drogas
inyectables no son inherentes a las drogas en sí, sino consecuencias
de la prohibición. La propagación de enfermedades infecciosas como
el SIDA y la hepatitis, los abscesos cutáneos y la sobrecarga
inmunológica general de los habitués a la heroína, son resultado de
la inyección con jeringuillas sin esterilizar usando muestras
adulteradas y contaminadas del mercado negro, cosa que
decididamente constituye un efecto de la prohibición. La inyección
medicinal común de narcóticos farmacéuticamente puros no tiene
tales complicaciones. Incluso se han dado episodios trágicos de
envenenamiento por error de los químicos clandestinos al sintetizar
químicamente los productos. Varios habitués jóvenes a opiáceos
contrajeron parkinsonismo debido a los efectos neurotóxicos de un
contaminante, la MPTP [Merck Index 12: 6376], que se encontraba
en muestras del mercado negro de MPPP, un análogo del opiáceo
medicinal meperidina o Demerol® [Merck Index 12: 5894]. Se
descubrió que el compuesto (en realidad un metabolito llamado
MPP+) era una potente neurotoxina que destruía las células
cerebrales en la substantia nigra119 «Aunque trágico, ello representó
un importante descubrimiento científico y un avance en la posible
etiología del parkinsonimo [J W Langston eta[¡¡, «Chronic
Parkinsonism in humans due to a product of meperidine analog
synthesis» Science 219: 979–980,1983; ¡bid., « Pargyl¡ne prevents
MPTP–induced Parkinsonism in primates» ¡bid. 225: 1480–1482,
1984]. Este descubrimiento clave condujo a la identificación de la
MPTP como un potencial peligro laboral [i bid, « Parkinson's disease
in a chemist working with 1–methyl–4–phenyl–1,2,5,6–
tctrahydropyridine» !he New England Journal of Medicine 309, 1983].

107
Esta investigación, coordinada por el National Research Council,
supuso especialmente una colaboración entre químicos del Cobb
Chemical Laboratory de la University of Virginia y farmacólogos de la
facultad de farmacología de la University of Michigan. Los estudios
sobre la relación entre estructura y actividad incluyen el alterar
químicamente de alguna molécula madre, en este caso morfina, para
después probar sistemáticamente la farmacología de esos análogos,
y así determinar la relación entre aspectos de su estructura química
y de su actividad farmacológica. Este proyecto supuso un gran
avance en nuestro conocimiento de la química y la farmacología de
opiáceos, y el gobierno de los Estados Unidos editó muchas
publicaciones importantes que detallaban esa investigación. Buena
parte de este trabajo fue resumida en publicaciones del Public Health
Service, notablemente: L.F. Small et al¡¡, Studies on Drug Addiction:
With Special Refrence to Chemical Structure of 0p¡um D. rivatives and
Allied Synthesic Substances and I heir Physiological Action [Supplement
No. 138 to the Public Health Reports, os Government pr¡ming Ofce,
Washington, De, 1938]. Otra inapreciable publicación de esta serie
es: L.F. Small y R.E. Lutz, Chemistry of the Opium Alkaloids
[Supplement No. 103, 1932].9

108
El epigrama de Huxley que aparece al comienzo de este capítulo
proviene de «A treatise on Drugs» [The Chicago Herald and
Examines, 14 de octubre de 1931], inspirándose en la lectura de la
traducción inglesa del libro pionero de L. Lewin, Phantastica,
publicado ese año en Londres; Huxley lo describió como «¡legible». 48
La cita más larga, proveniente de «Wanted, a new pleasure»
[Musicai Vight, and (the Essays, Chatto sc Windus, Londres, 1931,
págs. 248–257], probablemente fue escrita en la misma época,
cuando Huxley vivía en la Riviera francesa. Ambos ensayos han sido
reeditados en una antología reciente [M. Horowitz y C. Palmer
(Eds.), Aldous Huxley. Moksha: Writings on Aychedelics artd the
Visionary Experience (1931–1963), Stonehill Publishing Co., NewYork,
19, 7; como Capítulo 1, págs. 3–5 y como Capítulo 2, págs. 6–10;
versión castellana: Edhasa, Barcelona, 1982].

109
Huxley escribió sus ensayos breves sobre embriagantes 108 mientras
trabajaba en su novela más famosa, Un mundo feliz [Harper,
NewYork,1932], donde introdujo una concepción preliminar del
embriagante ideal, soma, «con tres efectos diferentes: eufórico,
alucinógeno o sedante» que luego desecharía por resultar una
«combinación imposible». Por supuesto, su droga tomó el nombre
del antiguo enteógeno del RgVedas que casi con certeza era una
poción elaborada a partir de un hongo enteogénico. Huxley, poco
antes de morir, introdujo en su última novela La Isla (publicada 9
años después de haber ingerido mescalina enteogénico en Los
Ángeles el 6 de mayo de 1953),46 la medicina moksha, «reveladora
de la realidad, píldora de la verdad y de la belleza», (moksha quiere
decir «liberación» en sánscrito), un hongo cultivable diseñado a
partir de los hongos psilocíbicos mejicanos.60 Huxley, basándose en
sus propias experiencias, pasó de una forma glorificada de alcohol a
un enteógeno, cosa que también detalló en dos ensayos, Las puertas
de la percepción [Harper, New York, 1954]52 y una secuela breve,
Cielo e infierno [Chatto & Windus, Londres, 1956]. Como estaba
muriendo de cáncer cuando la escribió, La isla se centra
especialmente en el uso de la medicina moksha en el ars moriendi o
arte de saber morir, practicado por el propio Huxley en su lecho de
muerte el mismo día en que John F. Kennedy fue asesinado, al
inyectarse dos veces LSD para facilitar la gran transición [L.A.
Huxley, This Timeless Moment: A Personal View of Aldous Huxley,
Farrar, Straus t£ Giroux, New York,1968]. Curiosamente, la
compañía farmacéutica usana Wallace Laboratories, sin duda
inspirada en el famoso Un mundo feliz de Huxley, designó a su
relajante muscular carisoprodol [Merck Index 12: 1889] Soma®
ofreciendo también un Soma Compound® que contenía cafeína, ¡y
aún otra variante que además de cafeína contenía codeína!
Refiriéndose al entonces desconocido principio activo de los hongos
mejicanos, Valentina P. Wasson fue la primera en proponer la
utilización de enteógenos como apoyo a la terapia agónica [«I ate
the sacred mushrooms»];62 y resultó profético, pues la LSD pronto
probó ser valiosa a este respecto, al tener efectos liberadores de
ansiedad e inesperadas propiedades analgésicas de duración
prolongada [E.C. Kast, «The analgesic action of lysergic acid
compared with dihydromorphinone and nleperidine» Bulletin on Drug
Addiction and Narcotice 27: 3517, 1963; ¡bid. y VJ. Collins, «A study
of lysergic acid diethylamide as an analgesic agent» Analgesia
Current Research 43: 285–291, 1964]. Este aspecto
psicofarmacológico del art moriendi ha sido analizado en detalle por
Stanislav Grof y Joan Halifax en: The Human Encounter with Death
[E.P. Dmton, New York, 1977]. Vide el retrospectivo de A. Huxley,
«Brave New World revisited» [Esquite Magazine, edición de julio de
1956, págs. 31–32].

110
Para el informe sobre la primera investigación militar de la cocaína,
vide T. Ascltenbrandt, «Die physiologische Wirkung and die
Bedeutung des Cocains» [Deutsche Medizinische Wochenschrift 50:
730–732, 1883]; y para comentarios sobre el uso militar de
anfetaminas en la II Guerra Mundial, vide M. Gossop, Living with
Drugs;96 C.D. Leake, The Arnphetamines.28 «Antes, en el siglo XIII,
parece ser que el médico árabe Naguib Ad–Din estimulaba a sus
soldados con qat, lo cual le convierte en el pionero militar [vide
supra, pág. 21; vide A.J. Giannini et al¡¡, «Khat: Another drug of
abuse» Journal of Psychoactive Drugs 18(2): 155–158, 1986]. Los
estudios de posguerra sobre estimulantes y aumento del rendimiento
han sido analizados por B. Weiss y V.G. Laties, «Enhancement of
human performance by caffeine and the amphetamines»
[Pharmacological Reviews 14: 1–36,1962]. La extraña historia sobre el
«programa de choque» farmacológico de la antigua Alemania Oriental
para aumentar el rendimiento atlético ha sido detallada por S.
Dickman: «East Germany: Science in the disservice of the state»
[Science 254: z6–27, 1991]. Es obvio que los esteroides, como los
estimulantes, pueden aumentar el rendimiento atlético, como
demostró el desproporcionado éxito obtenido porel equipo olímpico de
Alemania Oriental. Últimamente los atletas utilizan incluso productos
biotecnológicos como la hormona del crecimiento Humano [hCH o
hGH; Merck Index 12: 8864] y la Eritropoietina [EPO; Merck Index 12:
37291 [J. Hodgson, «Black–market biotechnology: Athletes abuse EPO
and hGH» Biotechnology 9:1050–1053,1991]. Desorganizada y
subrepticiamente, los atletas están contribuyendo a la ingeniería de
drogas que aumentan el rendimiento. Parte de la ingeniería
psicofarmacológica de las anfetaminas ha pasado inadvertida; en ella
se ha tratado de separar sus efectos eufóricos y estimulantes de los
anoréxicos. Como es bien sabido, las anfetaminas se han prescrito
muy a menudo como coadyuvantes en los regímenes de pérdida de
peso, y varias firmas farmacéuticas llevaron a cabo investigaciones en
este área. Una de las anfetaminas producidas fue el metilfenidato o
Ritalin® [Merck lndex 12: 6186], cuyas propiedades anoréxicas se
encuentran considerablemente reducidas; otra fue la fenfluramina o
Pondinil® [Merck Index 17: 40151] con propiedades anoréxicas pero
desprovisto de las estimulantes. Dado que el aspecto estimulante
parece ser tan importante como el anoréxico para perder peso, la
fenfluramina a menudo se combina con fentermina o řastin® [Merck
Index 12: 7415], un estimulante marginalmente eufórico, como el
famoso duo dietético «phen–fen» [S.H. Snyder, Drugs and the Brain.97
La fenilpropanolamina o Dexatrim® [Merck Index 12: 7461] es otra
anfetamina anórexica ampliamente utilizada, y con propiedades
estimulantes sólo nominales. Antes de que las anfetaminas de «amplio
espectro» (estimulante, eufórico y anoréxico) adquiriesen mala fama,
y fuesen reemplazadas por los mencionados sucedáneos, se desarrolló
un buen número de ellas, y en el anticuado libro de C.D. Leake, The
Amphetamines;28 se catalogó la farmacologia de unas dos docenas,
con distinta potencia y duración. Siempre dispuesto a hacer su
contribución, el mercado negro ha producido hace poco un derivado
fácilmente sintetizable de la catinona, anfetamina natural del qat, de
breve efecto [vide supra, pág. 21]; cat, metilcatinona [Merck Index
12: 6033; vide U. Fester, Secrets of Methamphetamine Manufacture,
Loompanics Unlimited, Pon Townsend, wA, 1994], Estos diversos
éxitos menores indican que el porvenir en la ingeniería de las anfeta-
minas es excelente, y su inagotado y vasto potencial económico está
muy b¡en documentado.
111
La historia temprana de la heroína, puesta originalmente en circulación
por F. Bayer como sustitutivo de la codeína en medicamentos para la
tos, se ha analizado hace poco [M. de Ridder, «Heroin: New facts
about an old myth» Journal of Psychoactive Drugs 26(1): 6568,1994].
Como ha ocurrido con posteriores productos opiáceos de la industria
farmacéutica, en ocasiones se sostuvo que la heroína no era adictiva,
presentándola incluso como una «cura» para la adicción a la morfina.
Para la farmacología humana de la etorfina, vide D.R. Jasinski et aiii,
«Etorphine in man. I. Subjective effects and suppression of morphine
abstinence» [Clinical Pharmacology and Therapeutics 17(3):267–
272,1975]. Para la historia de los derivados del fentanil procedentes
del mercado negro, vide R.M. Baum, «New variety of street drugs
poses growing problems>, [Chemical and Engineering News, edición
de 9 de septiembre de 1985, págs. 7–16]; y para la farmacología del
α –metil–fentanil, de la heroína y de ulteriores opiáceos legales e
ilegales, vide R. Seymour y D.E. Smith, The Physician Guide to
Aycboactive Drugs [The Haworth Press, New York, 1987].

112
Hace siete años apareció un revolucionario artículo en la revista
Science, que empezó a contrarrestar la absurda negación (fomentada
por la propaganda tabaquera) de la naturaleza adictiva de la nicotina y
el tabaco [TC. Schelling, «Acidictive drugs: The cigarette experience»
Seience 2551430–433, 1992]. Cuatro años antes, la revista Science
había citado la declaración del entonces Cirujano General, C.E. Koop:
«dos procesos farmacológicos y de comportamiento que determinan la
adicción al tabaco son similares a los que determinan la adicción a
drogas como heroína y cocaína» [G. Byrne, «Nicotine likened to
cocaine, heroin» Seience 240:1143, 1988]; y tres años antes el
entonces director del NIDA, W Pollin, afirmó que la adicción al tabaco:
«no es diferente a la de heroína o cocaína» [C. Holden, «ADAMHA
Funding pressed» Science 227:147–149, 1985] . Ya por entonces la
compañía Marion Merrell Dow, Inc. anunciaba Nicorette® su chicle de
mascar con nicotina, refiriéndose a «la adicción de su cuerpo a la
nicotina». Ya en 1994 las compañías tabaqueras tuvieron que
defenderse ante un subcomité de salud del Congreso, donde el
farmacólogo Víctor DeNoble testificó sobre la investigación que su
antiguo empresario había llevado a cabo sobre la adicción a la nicotina
en experimentos con animales, y sobre la ingeniería
psicofarmacológica de análogos de la nicotina [R. Nowak, «Key study
unveiled– 11 years late, Science 264: 196–197, 1994; ibid., «Was
safer cigarette research snuffed? Science 264: 766-767, 19941]. Estos
artículos fueron parte de una serie que incluyó: ibid., «Nicotine scru-
tinized as FDA seeks ro regulate cigarettes» [Science 263: 1555–1556
1994]; y de R. Stone, «Stud y implicares second–hand smoke»
[Science 264:30, 1994]. Aunque algunos apologistas protestaron
vehementemente, se preparó el camino para el reciente artículo de
Time que, como vimos en la página 59, destacó las drogas licitas
nicotina y alcohol –en todo sentido las drogas adictivas más
importantes– al lado de las ilícitas heroína y Cannabis.

113
Para un resumen de los bioensayos psiconáuticos pioneros de Albert
Hofmann con los isómeros de LSD y algunos análogos, véanse sus
memorias, LSD: My Problem Child.30,57 El trabajo más reciente,
particularmente el realizado por el químico usano David E. Nichols [R.
Oberlender et alii, «Stereoselective LSD–like activity in d–lysergic acid
amides of (R)and (S)–2–aminobutane» Journal of Medicinal Chemistry
35 (2): 203–211,1992; A.P. Monte et alii, «Stereoselective LSD–like
activity in a series of d–lysergic acid amides of (R)–and (S)2–
aminoalkanes» ibid. 38(6): 958–966, 1995], ha deparado compuestos
nuevos. Los más prometedores son el EHLAD, N (6)–etil–LSD, que
parece doblar la potencia de la LSD [P. Jacob III y A T Shulgin,
«Structure–activity relationships of the classic hallucinogens and their
analogs» en G.C. Lin y R.A. Glennon (Eds.), Hallucinogens: An Update,
NIDA Research Monograph 146, National Institute on Drug Abuse,
Rockville, NaD, 1994, págs. 74911 y el ALLYLAD, N(6)–alil–LSD, cuyos
tests con animales sugieren una potencia aún mayor [R.C. Pfaff et alii,
«Lysergamides revisited» ibid. págs. 52–731. Jacob III y Shulgin
también han analizado los estudios de la relación estructura–actividad
en análogos de la mescalina o α –fenetilaminas, además de los
análogos triptamínicos de la DMT y la psilocina. Con mucho, el estudio
más exhaustivo y detallado sobre los análogos de la mescalina es el
monumental PIHKAL: A Chemical Lave Story, autoeditado por
Alexander T y Ann Shulgin [Transform Press, Berkeley, cA, 1991],
que no sólo perfila síntesis y farmacología humana sobre casi 200 de
esos análogos –la gran mayoría sintetizados por primera vez por
Shulgin– sino que ofrece detalles íntimos de su larga investigación
autofinanciada, conducida al margen de la empresa científica
organizada. El matrirnonio Shulgin acaba de publicar su largamente
esperada secuela sobre triptaminas, TIHKAL: The Continuation
[Transform Press, Berkeley, cA, 1997]. Este libro resume un
considerable cuerpo de estudios sobre la relación de estructura–
actividad en las triptaminas. Dichas investigaciones comenzaron con
el trabajo sobre análogos de la DMT realizado en Budapest [S.I.
Szára, «Dimethyltryptamin: Irs metabolism in man; the relation of
its psychotic effect to the serotonin metabol¡sm» Experientia
15(6):441–442,1956; Z. Bószórményiy S.I. Szára, «
Dimethyltryptarnine experiments with psychotics» Journal of Mental
Science 104:445–453, 1958; Z. Bószórményi et al¡¡, Mbservations on
the psychotogenic effect of N–N diethyltryptamine, a new tryptamine
derivative» ¡bid. 105: 171–18r, 1959]. Fue también Hofmann, el
famoso descubridor de la psilocina, quien inició los estudios sobre la
relación estructura–actividad de este compuesto, que condujeron
señaladamente al descubrimiento de un dietil–derivado de acción
más breve, el 4–OH–DET o CZ–74 [F. Troxler et alii, «Abwandlungs
produktevon Psilocybin and Psilocin» Helvetica ChimicaActa 42:
2073–2103,1959; H. Leuner y G. Baer, of wo new short–acting
hallucinogens of the psilocybin group» en D. Bente y P.B. Bradley
(Eds.), Neum–Psychopharmacology, Elsevier, Amsterdam, 1965;
págs. 471–474]. El trabajo con las triptaminas ha sido
tranquilamente continuado por el químico usano David B. Repke
[D.B. Repke et al¡¡, «Psilocin analogs. i. Synthesis of 3–(2–
[dialkylamino]ethy1)– and 3–(2[cycloalkylamino]ethyl)indol–4–ols»
Journal ol Heterocyclic Chentásiry 14: 71–74, 1977; ibid– «Psilocin
analogs n. Synthesis of 3–(2–[dialkylamino]ethyl)–, 3–(2–[N–
methyl–N–alkylam¡no]ethy1)–, and 3–(2–
[cycloalkylamino]ethyl)indol–4–ols» ¡bid. 18: 175–179, 19S1; ¡bid,
«Psilocin analogs. ira. Synthesis of 5–methoxy– and 5–hydroxy–
1,2,3,4–tetrahydro9H–pyrido(3,4–b)indoles» ¡bid.19: 845–848,
1982]. Se han publicado pocos datos farmacológicos humanos con
estos compuestos [D.B. Repke et alii, «Psychotomimetic N–methyl-
N–isopropyltryptamines. Effects of variation of aromatic oxygen
substituents» Journal of Medicinal Chemistry 28(7): 892–896,1985].
Debe apuntarse que parte de este trabajo se ha realizado dentro de
la industria farmacéutica (viz. Hofmann en Sandoz, LTD.), pero en su
mayoría ha sido realizado por investigadores independientes,
autofinanciados. Alexander T Shulgin, que ha impulsado más que
nadie esta importante investigación, es cualquier cosa menos
millonario. A pesar de la falta de subvenciones a la investigación,
estorbados por trabas burocráticas relacionadas con el hecho de que
la LSD, DMT, psilocina y mescalina son sustancias controladas de la
Lista 1, y arrostrando el oprobio científico derivado de la tenebrosa
reputación que ha caído sobre estos enteógenos a raíz de su errónea
clasificación legal. grandes pioneros como Shulgin, trabajando
principalmente en su rural laboratorio doméstico, han logrado
proseguir la ingeniería psicofarmacológica de enteógenos. Además,
como detallé en la Nota 77, el hecho de que enteógenos
extremadamente potentes y específicos como la LSD puedan
canalizar capacidades espirituales inherentes al sistema nervioso
humano, vía un mecanismo en gran parte oscuro, permite esperar
que un estudio cuidadoso de los correlatos neuroquímicos de tales
intensificadores prodigiosos de la conciencia humana nos abra una
entrée al eterno problema científico y filosófico– ¡la bioquímica de la
conciencia en sí! No es exagerado decir que la Piedra Filosofal está al
alcance de nuestra mano, y me resulta incomprensible que el
«establishment»
científico vuelva la espalda al mayor desafío de todos los tiempos:
¡han decidido «simplemente decir no» a la enteofarmacología! Es
sabido que LSD, mescalina y otros enteógenos interactuan con
nuestros receptores de serotonina, y ciertas pistas apuntan la
posible importancia del subtipo 5–HT2A [R.A. Newton et alii,
«Characterisation of human 5–hydioxytryptamine 2A and 5–
hydroxytryptarn¡ne2C receptors expressed in the human
neuroblastoma cell line SH-SY5Y: Comparative stimulation by
hallucinogenic drugs>Journal of Neteroehemistry 67(6): 2521–2531,
1996].También se sabe que algunas drogas seroionérgicas como la
Auoxetina o Prozac® pueden inhibir algunos efectos de los
enteógenos [R.J. Strassman, «human hallucinogenic interactions
with drugs affecting serotonergic neurotransmission» Neuropsy-
chopharniacolaf 7(3): 241–243, 19921]; mientras otras como el
pindolol o Visken® [Merck Index 12: 75971 pueden intensificarlos
[¡bid., «Up date on University of New Mexico studies» MAPS v(1):
32–33,19941. Se ha trabajado considerablemente sobre rělación
estructura actividad de los cannabinoides» del Cannabis, de nuevo
intentando separar los «indeseables» efectos cannabimiméticos
(psicotrópicos) de cualquier prop¡edad medic¡nal potencialmente
valiosa, especialmente: la propiedad anti–emética, para tratar las
náuseas que produce la quimioterapia del cáncer; la capacidad para
reducir la presión intraocular en terapia del glaucoma; y la
anticonvulsiva,para el tratamiento de ataques epileptiformes [L.
Grinspoon y J.B. Bakalar, Marihuana: The Forbidden Medicine, Yale
University Press, New Haven, CT, 1993; R.S. Rapaka y A.
Makriyannis (Eds.), Structure–Activity Relationsbips of the Canna-
binoid, NiDA Research Monograph 79, National Instiruteon Drug
Abuse, Rockville, MD, 1987]. Se ha logrado separar las propiedades
amiconvulsivas de las psicotrópicas con cierto éxito [para
referencias, vide NiDA Research Monograph 79:A.R. Martin et alii,
«Structurc anticonvulsant activity relations hips of cannabidiol
analogs» págs. 48–58; R. Karler y S. A. Tilrkanis, «Different
cannabinoids exhibit differen t pharmacological and toxicological
properties» págs. 96–1071]. Sin embargo, el gobierno usano accedió
de mala gana a la comercialización del principal cannabinoide
psicoactivo, el THC, como producto farmacéutico llamado Marinol®
Estas pistas, que derivan de la avanzada ingeniería
psicofarmacológica de los enteógenos, deberían combinarse con
tecnología neurocientífica moderna y, sobre todo, con bioensayos
psiconáuticos humanos, en una investigación coordinada sobre los
correlatos neuroquímicos de la conciencia.

114
Esta prohibición se justifica recurriendo a argumentos éticos. Dado
que el consumo de drogas se considera una polución antihigiénica
del templo corpóreo, que viola cierto ideal de castidad corpórea al
cual ha consagrado ostensiblemente su vida el noble atleta, permitir
el uso de drogas potenciadoras del rendimiento equivaldría a obligar
inmoralmente a los castos de cuerpo a usar drogas para continuar
siendo competitivos. Y entonces nos encontramos con el hipócrita
espectáculo del campeón escarmentado, que –tras ser sorprendido
haciendo trampas o disfrutando de placeres prohibidos– exhorta
piadosamente a sus jóvenes admiradores a decir no a las drogas, sí
a la vida, al deporte, ¡al epítome de la vitalidad viril! El problema de
esta línea de pensamiento, sin duda, es que el deporte de
competición, especialmente en el enrarecido mundo de la «élite
mundial», rara vez resulta un esfuerzo saludable y, generalmente,
requiere cierto grado de sacrificio de la vida y los miembros para
garantizar el éxito. Nadie niega la naturaleza físicamente destructiva
del boxeo, y el fútbol usano le sigue en número de víctimas y lesiones
permanentes. Incluso deportes sin contacto y muy estéticos, como la
gimnasia femenina, causan traumas considerables y son
manifiestamente insanos; se piensa que el entrenamiento riguroso de
mujeres adolescentes para competiciones de «amateurs» perturba su
metabolismo hasta el punto de retrasar la madurez sexual y la
fertilidad. ¿Qué porcentaje de atletas profesionales evita el bisturí del
cirujano? ¿Cuantos pagan la gloria del hoy con la agonía del mañana?
Además, todas las pruebas apuntan a que la mayoría de los
«deportistas de élite» están tan obsesionados con aumentar su
rendimiento que no dudarían en valerse de cualguier medio para
incrementarlo. Cuando el Comité Olímpico realizó pruebas sorpresa en
1984 y 1985, era típico descubrir que la mitad de los atletas estaba
utilizando esteroides. En los Estados Unidos aproximadamente un 7%
de los atletas varones de instituto usa esteroides [G.C. Lin y L. Erinoff,
Anabolic Steroid Abuse, NiDA Research Monograph toz, National
Institute en DrugAbuse, Rockville, MD,1990]. Hemos visto que los
atletas están utilizando productos farmacéuticos no probados, como la
hormona del crecimiento humano y la eritropoietina.110 Esta última
incrementa considerablemente la producción de glóbulos rojos
portadores de oxígeno, y es particularmente utilizada por ciclistas y
corredores. De cualquier modo, su sangre puede alcanzar un punto de
viscosidad que provoque fallos cardíacos, y se cree que eso explica la
reciente muerte de 18 ciclistas belgas y holandeses [G. Cowley et alii,
«Doped to perfection» edición latinoamericana de Newsweek del 22,
de julio de 1996, págs. 21–22]. Se sabe incluso que algunos atletas
guardan su sangre para transfusiones de último minuto antes de la
competición, de nuevo para incrementar su capacidad de portar
oxígeno. Obviamente, los atletas no se aventurarían a esos extremos,
ni asumirían tales riesgos, si no lograsen avanzar en su firme empeño
por mejorar los rendimientos en un contexto determinado. Se han
realizado algunos estudios controlados sobre estimulantes y
rendimiento deportivo que muestran claramente los beneficios.
Pruebas hechas con atletas universitarios mostraron que nadadores,
corredores y lanzadores de peso mejoraban consistente y
significativamente su rendimiento a las dos horas de recibir 14 mg. de
sulfato de anfetamina por cada 70 kg. de peso, comparados con
individuos que habían recibido un placebo– ¡los lanzadores de peso
mejoraron sus marcas en más de un 4% [G.M. Smith y H.K. Beecher,
«Amphetamine sulfate and athletic performance. 1. Objective effects»
Journal of the American Medical Association 170: 542, 1959]! El famo-
so caso del afro–canadiense Ben Johnson es bien ilustrativo. Tras
hacer morder el polvo al legendario todoterreno Carl Lewis y a otros, y
lograr el récord mundial de los 100 metros con un tiempo de 9,79
segundos en las Olimpíadas de Seúl de 1988, Johnson fue igno-
miniosamente despojado de su medalla de oro por dar positivo en la
prueba de esteroides. Como se apunta en el mencionado artículo de
Newsweek, al abjurar altletismo amplificado anabólicamente, Johnson
no ha vuelto a romper la barrera de los 10 segundos. Sin duda, los
esteroides ayudaron a que un Johnson mediocre se transformase en
magnífico. Ya que el deporte de competición tiene como tenaz
propósito alcanzar objetivos estrechamente definidos en una carrera
despiadada, que perjudica claramente la salud e incluso puede costar
la vida, sugiero abolir la hipócrita prohibición de drogas potenciadoras
del rendimiento. Un útil término medio podría ser mantener los
controles, pero diferenciando entre marcas de atletas potenciados
farmacológicamente y no potenciados farmacológicamente, tal como
hoy se hace con las competiciones de interior y exterior, en las que se
destacan los tiempos donde ha habido «ayuda del viento». Así
comprobaríamos rápidamente cuantos atletas abstemios aceptarán la
condición de segundones a cambio de una apariencia de pureza. Vale
la pena observar que una investigación ha demostrado que 9 mg. de
cafeína por kg. de peso, suministrada a corredores de maratón, puede
aumentar hasta un 70% sus tiempos de aguante en una banda de
andar, sin signos de toxicidad y con concentraciones punta de la droga
en sangre aún inferiores al nivel de 12 mcg/ml., considerado aceptable
por el Comité Olímpico Internacional [T. Graham y L. Spriet,
«Performance and metabolic responses to a high caíféine dose during
prolonged exercise» Joumal of Applied Physiology71(6): 2292–2298,
1991]. Parece probable, por tanto, que muchos atletas estén ya
potenciando su rendimiento mediante una permisible estimulación con
cafeína.

115
Una de las prototípicas «drogas listas», la arecolina,41 principal
alcaloide estimulante procedente del betel, entre los estimulantes de
mayor consumo mundial [D.F. Rooney Betel Chewing Traditions in
South–East Asia, Oxford University Press, Oxford, 1993], ha dem-
ostrado potenciar considerablemente el aprendizaje humano en serie,
probablemente debido a que influye sobre la neurotransmisión de la
acerilcolina cerebral [N. Sitaram et al¡¡, «Human serial learning:
Enhancement with arecholine and choline and impairmenc with
scopolamine» Science zo1: 274–276,1978]. Se ha comprobado que la
escopolamina,33 un importante embriagante visionario, más bien
inhibe el aprendizaje en serie; mientras el estimulante sudamericano
guaraná [Paullinia eupana Mart. var. sorbilis Mart; vide M. van
Stratten, Guaraná: The Energy feeds and Herbs of the Amazon
Rainforest, (:W Daniel Co., Essex,1994], que contiene cafeína, resultó
capaz de revertir la amnesia inducida por escopolamina, «mostrando
un efecto positivo en la adquisición de memoria» [E.B. Espinola et al¡¡,
«Pharmacological activity of Guaraná (Paullinia eupana Mart.) in
laboratory animals» Journal of Ethnopharmacology 55(3): 223–229,
1997]. He aquí un grupo de estimulantes naturales enormemente
populares que ofrecen sugerentes posibilidades para potenciar el
aprendizaje o la inteligencia, y que indican buenas perspectivas para la
ingeniería de estimulantes que –además de potenciar el aprendizaje–
sean eufóricos. Muchas de las llamadas drogas nootrópicas, como el
bien conocido piracetam o Nootropile® [Merck Index 12: 76411,
parecen potenciar el aprendizaje, actuando como la arecolina sobre la
neurotransmisión de la acerilcolina [W Dcan y J. Morgenthaler, Smart
Drugs Nutrienn, Health Freedom Publications, Menlo Park, cA, 1990].
La acetilcolina es uno de los principales transmisores del cortex
cerebral, «y se considera especialmente importante en la asimilación
de información [S.H. Snyder, Drugs and the Brain]97 y no debe
sorprender que drogas como la arecolina, capaces de potenciar el
sistema colinérgico, puedan también mejorar el aprendizaje; ni que
drogas como la escopolamina, que bloquean los receptores de
acetilcolina, puedan inhibirlo. Aunque muchos alegan que la cafeína y
las anfetaminas no suelen aumentar notablemente el rendimiento
intelectual, varios estudios analizados por Weiss y Laties110
establecieron claramente potenciación en algunas tareas, mas
evidentemente una general habilidad benéfica de mejorar funciones
degradadas por la fatiga y/o el aburrimiento. Es más, la anfetamina
Ritalin®110 está siendo ampliamente utilizada como potenciador del
aprendizaje en niños que padecen el llamado «síndrome Hiperactivo de
Pérdida de Atención» [SHPA], que en casos extremos puede hacer
imposible la educación de niños de inteligencia normal o superior.
Algunos consideran paradójico este efecto farmacológico, en cuya
virtud una droga que estimula a los adultos más bien calma a los
niños. De cualquier modo, en realidad las anfetaminas estimulan tanto
a niños como a adultos; potencian la atención de unos y otros,
mejorando su capacidad de concentración, y son igualmente efectivas
para tratar el SHPA de los adultos. Aproximadamente 1 de cada 20
chicos usanos y 1 de cada 50 chicas toman actualmente Ritalin, ® «y
según algunos estimaciones ¡1 de cada 10 podría mejorar con su uso
[D.M. Perrine, The Chemistry of Mind Altering Drugs]!83 No discutiría
con quien argumentase que esta anfetamina en realidad no aumenta
la inteligencia, pero clara y dramáticamente mejora la capacidad de
aprender, cosa no menos importante, que hace de ella una «droga
lista» de utilidad potencial para ¡hasta un 10% de los escolares
usanos! Aunque a algunos les gustaría correr un tupido velo sobre la
realidad de que el Ritalin® es una anfetamina, o argumentar que no
tiene efectos eufóricos, la verdad es que en ocasiones se consume o
inyecta con propósitos lúdicos [T .V Parran, Jt. y D.R. Jasinski,
«Intravenous methylphenidate abuse. Pro totypc for prescription drug
abuse» Archives of lnternal Medicine 151: 781–783,1991], y se ha
demostrado que tiene un perfil farmacológico virtualmente idéntico al
de la cocaína [N.D. Volkow et alii, «ls methylphen¡date like cocaine?»
Archives of General Psychiatry 52: 456–463, 1995]. Hace poco se
realizó un importante y sugerente experimento, en el que tras
suministrar bien un placebo o bien 0,25 mg. de d–anfetamina por kg.
de peso a sujetos humanos, su actividad neuronal –m¡entras
realizaban diferentes tareas cognitivas–fue observada vía un escáner
Tomográfico de Emisión de Positrones (TEP), descubriéndose que la
anfetamina incrementaba selectivamente la actividad neuronal, según
el área cerebral que se utilizase en la tarea especifica. Los
investigadores comentaron que la anfetamina era por tanto capaz de
«sintonizar» o «enfocar» el cerebro hacia una labor específica, según
se necesitase, potenciando la proporción señal–ruido en circuitos
específicos, lo cual podría explicar su demostrada capacidad para
ayudar a quienes padecen de concentración cognitiva defectuosa por
SHPA [VS. Manay et al¡¡, «Dextroamphetamine enhances «neural
nerworkspecific» physiological signals: Apositron–emission
roniography rc.BE study> The journal of Néuroscience 16(15): 4816–
4822, 1996]. Sólo el ideólogo más recalcitrante continuaría negando
que las anfetaminas pueden ser «drogas listas». Mientras el alcohol,
estéticamente hablando, parecía ayudar a Baudelaire, una Erato
etanólica inspiraba siniestramente a Poe6 y una Calíope de coctel
acudía a la llamada de Jack London [vide supra, pág. 15], fue más
bien una musa morfínica la que en una ensoñación opiácea, durante el
verano de 1797, motivó al gran Samuel Taylor Coleridge [1772–1834]
a preguntarse al hilo de su poema más conocido, Kubla Khan [vide
infra, pág. 207]: «si cabe llamar composición a una situación donde
las imágenes aparecen ante uno como cosas, a la vez que surgen las
expresiones correspondientes, sin ninguna sensación o conciencia de
esfuerzo» [J. Miller y R. Koral (Eds.), White Rabbit. A Psychedelic
Reader, Chronide Books, San Francisco, 1995]. El lirismo del láudano
–de los opiáceos– constituyó el animas estético del movimiento
romántico [A. Hayter, Opium and the Romantic imagination]6
cediendo–mientras avanzaba el siglo XIX– su papel impulsor de la
imaginería etérea a la absenta; aunque extendió su influencia hasta
bien entrado el siglo actual, especialmente en los trabajos de Jean
Cocteau y William S. Burroughs.35 Hemos visto que La fée verte, «El
hada verde», fomentó fecundamente las fantasías enfebrecidas de los
impresionistas parisinos, y de sus sucesores surrealistas: Por otro
lado, el hashish aumentó los poderes mentales de Fitz Hugh Ludlow,
Gérard de Nerval y Théophile Gautier,1,14,43 mientras los enteógenos
excitaron las facultades esotéricas de Antonio Artaud, Aldous Huxley,
Ernst Jünger y Henri Michaux.2,15,30,108,109 La prodigiosa fantasmagoría
de los «psiquedélicos» presagiaba forzosamente el desarrollo de la
música contemporárica y otras formas artísticas, cuya primacía ha sido
llevada al panegírico por Christian Rätsch Naclitschatten Verlag,
Solothurn, Suiza y Medienxperimente, Lührbach, Alemania, 1993]; y
la borrosa huella de «psiquedélicos» sobre las artes gráficas ha sido
estudiada por R.E.L. Masters y J. Houston en su Phychedelic Art [trove
Press, New York, 1968]. Lo que para un hombre o mujer puede ser
alimento, para otro/a puede ser veneno; ¡pero el sufrimiento
mefistofélico de un artista... revela quizá la musa mercurial de otro
esteta!
116
La llamada terapia antidepresiva en ocasiones se denomina terapia –
timoléptica»– literalmente, que actúa sobre el timus, retrotrayendo a
los humores cardinales clásicos,80,81 y sugiriendo la posibilidad de
alterar el temperamento o la personalidad farmacológicamente, vía
ajustes neuroquímicos. Los primeros antidepresivos fueron los
inhibidores de la monOAmino oxidasa (IMAO), como iproniacida.92 Tras
ellos se desarrollaron los llamados ,antidepresivos tricíclicos», cuyo
prototipo es la imipramina o Tofranil® [Merck Index 12: 4955] la
llamada «hipótesis amina» sobre la depresión ofreció eventualmente
una teoría coherente sobre la neurofarmacología de estos diferentes
productos farmacéuticos. El IMAO, como hemos visto [vide supra,
págs. 53–54]51,92 inhibe una enz¡ma que degrada los
neurotransmisores serotonina y norepinefrina, elevando así su
concentración en el cerebro. De modo similar, los antidepresivos
tricíclicos bloquean los transportadores de serotonina y norepinefrina
[vide supra, pág. 53],91 impidiendo así la retirada normal de esos
neurotransmisores de las sinapsis, donde se acumulan. En ambos
casos, pero vía mecanismos diferentes, estas dos clases de
antidepresivos aumentan la neurotransmisión cerebral de serotonina y
norepinefrina. Antidepresivos más modernos, como el Prozac®91 son
más selectivos y bloquean sólo el transportador de serotonina, y el
elemento litio ejerce también efectos antidepresivos, aunque por
mecanismos recónditos [S.H. Snyder, Drugs and the Braint].97 Ahora
bien, hemos visto28 que la cocaína y las anfetaminas, como los
derivados tricíclicos, bloquean transportadores de neurotransmisores –
afectan principalmente a dopamina, pero secundariamente a
serotonina y norepinefrina. Por ello, no debe sorprender que
anfetaminas como Ritalin® puedan tratar con éxito algunas formas de
depresión [M.E. Thase y A.J. Rush, «Treatment–resistanr depressiorn
en F.E. Bloom y D.J. Kupfer (Eds.), Aychopharmacology: 1 burth
Generation of Progress, Raven Press, New York, 1995, págs. 1081–
1097]. Antes de surgir nuestra moderna terapia timoléptica, opio y
opiáceos se utilizaban con éxito en el tratamiento de la depresión, y
algunos datos indican que ciertos tipos de depresión pueden tratarse
con endopiáceos como la β –endorfina, lo cual sugiere que deficiencias
en el metabolismo endopiáceo pueden estar en la etiología de la
depresión. Más específicamente, hay pruebas de que subyace a la
depresión algún defecto en concentración o conformación de los
receptores opiáceos [I. Extein et alii, «A possible opioid receptor
dysfunction in some depressive disorders» Annals of the New York
Academy of Sciences 398: 113–119,1982]. Se ha demostrado que un
opiáceo mixto de agonista y antagonista, la buprenorfina o Temgesic®
(Buprex®) [Merck Index 1 1 : 1522], alivia algunos casos de la
depresión, especialmente en aquellos que no responden a la terapia
convencional y cuyo último remedio sería el electrochoque, que
también influye en el sistema endopiáceo [H.M. Emrich et alii,
«Possible antidepressive effects of opioids: Action of buprenorphine»
ibid. 398:108–112,1982; J.A. Bodkin et alii, «Buprenorphine treatment
of refractory depression» Journal of clinical Aychopharmacology 15:
49–57, 1995]. como agonista/antagonista mixto, la buprenorfina tiene
algunas propiedades opiáceo–analgésicas, pero también bloquea
algunos receptores opiáceos como los clásicos antagonistas naloxona y
naltrexona [vide supra, págs. 19 y 65]. Puedo mencionar que la
hormona peptídica colecistoquina [Merck Index 12: 2253], involucrada
en la regulación del páncreas y en apetito/saciedad, parece funcionar
también como antagonista endopiáceo natural, como una especie de
control por realimentación del sistema analgésico endógeno [L. Stanfa
et alii, «Cllolecystokinin and morphine analgesia: Variation
sonacheme» Trends in Pharmacological Science 15: 65–66, 1994]134
Extrañamente, se ha alabado a la buprenorfina como una de las «balas
mágicas» contra la adicción,105 y en los Estados Unidos se dice
habitualmente que carece de propiedades eufóricas, que está
«desprovista de efectos psicotomiméticos», que tiene «un bajísimo
potencial de abuso». Sin embargo, este potentísimo opiáceo tiene una
gran demanda entre los habitués a la heroína en España. A mí me
parece probable que la buprenorfina actúe en algunas personas más
como agonista que como antagonista –más como eufórico que como
disfórico– y, en ese sentido, puede ser muy efectivo (al igual que la
metadona) como sustitutivo oral o sublingual de la heroína en
regímenes de mantenimiento. Por otro lado, también se presenta
como terapia contra la adicción a la cocaína, lo que parecería
involucrar interacciones entre opiáceos y neuronas dopaminérgicas en
el núcleo accumbens [vide supra, pág. 57]. Sea como fuere, cada vez
aparecen más pruebas de que hay ciertas perturbaciones en el sistema
endopiáceo en determinados casos de depresión que, poco
sorprendentemente, responden bien a la terapia opiácea. Por todo ello,
parece probable que –al menos en algunos casos– los habitués a
opiáceos se estén automedicando contra la depresión, como sugirió
Khantzian hace 14 años.101

117
La primera farmacoterapia de la ansiedad incluía sedantes,
especialmente barbitúricos, de los cuales el más conocido es el
fenobarbital o Luminal.®89 Esto, en cualquier caso, era far-
macológicamente como matar moscas a cañonazos, dada la naturaleza
sedante/hipnótica y habituadora de los barbitúricos, y en 1955 se
introdujo un llamado «tranquilizante menor», el meprobamato o
Mliltown® [Merck Index 12: 5908]. Pero este avance fue pequeño, pues
resultó ser tan sedante y habituador como los barbitúricos, y la
verdadera terapia ansiolítica hubo de esperar a la introducción de
benzodiacepinas, como el diazepam o Valium®26,87,89 Ya hemos visto
que hay un receptor específico para las benzodiacepinas, que estos
compuestos son en realidad naturales, y que el diazepam o su
metabolito bien pueden representar el ligador ansiolítico endógeno de
ese receptor. También hemos analizado que hay elementos comunes
entre el alcohol y las benzodiacepinas, y considerando el cálculo que
un 5–10% de la población mundial padece ansiedad, poco puedo
dudar de que ciertos habitués al alcohol seguramente están
automedicando su ansiedad, mientras algunos de sus colegas más
ricos prefieren dedicarse a las benzodiacepinas que les receta el
médico. Para cifras sobre la incidencia de la ansiedad, y sobre la
extensión del uso y ventas del Valium ® vide S.H. Snyder, Drugs and
the Brain;97 para barbitúricos y benzodiacepinas como «drogas de
abuso», vide R. Seymour y D.E. Smith, The Physician's Guide to
Psychoactive Drugs.III Para más información sobre esta «plaga»
moderna de ansiedad, vide M.C. Smith, A Social History of the 1Vlinor
Tranquilizers; y, V. Lader, «Benzodiazepines– The opium of the
masses?».26 He mencionado otros sedantes tranquilizantes,
especialmente algunos naturales con utilización tradicional en la
etnomedicina.49,92

118
El auto–designado «farmacógrafo» es David Lenson, un profesor de
literatura comparada que afirmó con franqueza que había elegido
escribir sobre drogas «precisamente porque no estoy cualificado para
ello». El resultado fue un análisis sobre varias drogas y sus efectos,
inusualmente honesto, imparcial y libre de prejuicios, más desde la
perspectiva del usuario que desde la del «experto». Lenson, como yo,
no se dejó persuadir por las maquinaciones de Kramer cuando trata de
diferenciar el Prozac® recetado a pacientes supuestamente sanos, pero
«anhedónicos», de la cocaína autoadtninistrada por
«drogabusadores», similarmente «anhedónicos» pero supuestantente
patológicos. A mí me parece que Lenson dio en el clavo cuando
apuntó: «la competencia entre MDMA (Éxtasis) y Prozac ilustra
también la nueva competencia entre corporaciones farmacéuticas y
químicos ilegales». Vide D. Lenson, On Drugs [University of Minnesota
Press, Minneapolis, MN,1995]. El éxtasis o MDMA [Merck Index 12:
58o6] es el famoso derivado anfetamínico del mercado negro,
íntimamente relacionado con el medio «rave» [N. Saunders y R.
Doblin, Extasy: Dance, Trance & Transfórmation, Quick American
Archives, Oakland, ca, 1996; J. Beck y M. Rosenbaum, Pursuit of
Extasy: The MDMA Experience, State University of New York Press,
Albany,1994]. Antes de ser prohibido, el MDMA mostró evidentes
posibilidades como coadyuvante farmacológico en psicoterapia [G.
Greer y Rlirlbert, «Subjective reports of the effects of MDMA in a
clinical setting» Journal of Psychoactive Drugs 1 R (4):319–327,1986;
R. Leverant, «MDMA Reconsidered» ¡bid,18(4): 373–379» 1986], y
actualmente se está probando en ensayos clínicos de Fase 1 en
Estados Unidos [C.S. Grob et alii, «Psychohiological efFects of 3,4–
methylenedioxymethamphetamine in hunrans: Methodological
considerations and preliminary observations» Behnvioural Brain
Pesearch 73: roa–107, 1996; J. Camí, Farmacología y toxicidad de
MDMA (Éxtasis), Eds. en Neurociencias, Barcelona, 1995].

119
Aunque hay gran controversia sobre diagnóstico y tratamiento de la
esquizofrenia caracterizada originalmente como la enfermedad
dementia præcox por el gran psiquiatra alemán Emil Kraepelin50 –la
mayoría de los psiquiatras la acepta como entidad clínica válida, y se
cree que es padecida de modo debilitante por un 1% de la población
mundial, calculándose que un 2–3%, o hasta un 5–6%, de la población
sufre síntomas esquizofrénicos más leves. El hecho de que haya un
fuerte componente genético en este trastorno (los hijos de padres
esquizofrénicos tienen de un 40 aun 70% de posibilidades de padecer
esquizofrenia), alimenta la sospecha de que bajo este síndrome hay
una base de mutación genética con significado neurológico, aunque
haya pruebas de que los factores ambientales también tienen su
importancia las primeras drogas antiesquizofrenia o «neurolépticas»
fueron la reserpina50 y la clorpronlacina o Thorazineg® [Merck Index
12: 22381], una antihistamina fracasada. Estudios sobre estas dos
drogas químicamente diferentes que, sin embargo, mejoraban
síntomas de la esquizofrenia, condujeron eventualmente a descubrir
que las drogas neurolépticas actuaban bloqueando los receptores de
dopamina, particularmente el receptor subtipo D2.86 Los circuitos
específicos de dopamina afectados resultaron ser aquellos con
neuronas de cuerpo celular en la substantia nigra y conexiones con el
cuerpo estriado, así como los de circuitos de recompensa que conectan
el área de tegmento ventral con el núcleo accumbens.97 El núcleo
accumbens forma parte del cuerpo estriado, y el área de tegmento
véntral forma, junto con la substantia nigra, el llamado «cerebro
medio». Se sabía desde hacía mucho tiempo que tanto la reserpina
como la clorpromacina en dosis altas producían síntomas parecidos a
los de la enfermedad de Parkinson, y hemos visto antes que la
neurotoxicidad en substantia nigra produjo esta enfermedad geriátrica
en jóvenes,106 mientras que la neurodegeneración progresiva del
camino «nigrostriatal» es el signo distintivo de esta enfermedad [S.H.
Snyder, Dmgsand the Brain]97 Los esquizofrénicos fumadores parecían
tener en un receptor de la acetilcolina, no de la dopamina, un defecto
que pudo ser compensado temporalmente con nicotina." En cualquier
caso, hemos visto que hay receptores nicotínicos en las células
dopaminérgicas del núcleo accumbens [vide supra, pág. 571], a través
de los cuales la nicotina estimula directamente las células
dopaminérgicas del circuito de recompensa.

120
Como apunté en la página 51, las variaciones genéticas que
determinan respuestas idiosincráticas a los embriagantes pueden
implicar: enzimas que metabolizan drogas individuales o influyen en el
nivel de neurotransmisores (enzimas que se dedican tanto a su
biosíntesis como a su degradación); proteínas Transportadoras de
varios neurotransmisores; numerosas proteínas receptoras; y canales
iónicos que controlan la polarización y despolarización de la
membrana. Recapitulando, hemos analizado ejemplos específicos de
idiosincrasias en la ebriedad relacionadas con polimorfismos genéticos
en: A) enzimas que degradan drogas: ausencia del citocrome humano
P450IID6 que influye en el metabolismo opiáceo [vide pág. 51]84 y
niveles humanos variables de deshidrogenasa de etanol, lo cual
perturba el metabolismo del alcohol [vide página 51];85 B) enzimas
que degradan neurotransmisores: MonoAmino oxidasa (MAO): una
MAOA defectuosa provoca retraso y agresividad, y su modelo animal
presenta un aumento por 9 veces en los niveles cerebrales de
serotonina, con agresividad incrementada [vide, pág. 541;92 más la
observación de que los alcohólicos del Tipo II tienen niveles mayores
de MAO de plaquetas que los de Tipo 1, que a su vez tienen niveles
más altos que los controles;92 C) niveles de neurotransmisores: se han
asociado en las ratas los niveles variables de dopamina y serotonina
en el lóbulo frontal con su avidez por el consumo de etanol,10 y
correlación en seres humanos de niveles altos de endopiáceos y riesgo
de alcoholismo;95 D) transportadores de neurotransmisores: el alelo–L
humano del gen para el transportador de serotonina produce más
transportadores y una absorción 2 veces mayor de serotonina, lo cual
se asocia con niveles menores de ansiedad y «neuroticismo» que en
sujetos de alelo–C también se ha asociado otro alelo corto del gen de
transportador de la serotonina con el autismo [vide pág. 53];91 los
ratones noqueados sin el gen del transportador de dopamina, con
insensibilidad concomitante a cocaína y anfetaminas;28 E) proteínas
receptoras: polimorfismos en el gen humano receptor DRD2 de
dopamina, que se asocian con el alcoholismo [vide pág. 51];86 y con el
«poliabuso de sustancias» y las sustituciones de aminoácidos humanos
en las posiciones 96 y 311 de esta proteína receptora, que mostraron
una afinidad 2 veces menor para ligar la dopamina [vide pág. 57];98 la
correlación entre densidad de receptores colinérgicos nicotínicos en
ratones y sensibilidad a nicotina [vide pág. 52]88 y la mutación en el
gen receptor nicotínico humano α 7, que se asocia con la respuesta
P50 en los esquizofrénicos y con su elevado consumo de nicotina [vide
pág. 54]91 insensibilidad relativa a la morfina en ratones CXBK con
falta de receptores opiáceos µ [vide pág. 52];88 y F) proteínas de los
canales iónicos: donde el etanol provoca en ratones SL (con un tipo
variante del receptor/canál iónico GASAA) una permeabilidad mayor al
CL, haciéndolos más sensibles a sus efectos que los ratones SC, que
no ven alterado su flujo de iones por el etanol [vide pág. 52]88 y
relaciones parecidas entre la densidad de los canales Ca++ en ratones y
sensibilidad al síndrome de abstinencia del etanol [vide pág. 52]88,89
También vimos94 que retrotraer rasgos idiosincráticos de la ebriedad
morfina a las cromosomas ha involucrado: genes de la deshidrogenasa
de etanol, y enzimas para la degradación y síntesis de la dopamina y
la norepinefrina; para los receptores de dopamina, GABA, serotonina y
endopiáceos; para canales iónicos Ca++ y Na+ y el transportador de
dopamina; e igualmente para los propios endopiáceos. De acuerdo con
esto, hay abundantes pruebas de que existe una serie impresionante
de polimorfismos genéticos humanos y animales que imponen una
variación significativa en neurofisiología y neuroanatomía, que además
influyen profundamente en la sensibilidad y susceptibilidad individual a
los efectos principales de los distintos embriagantes, y en la
adaptación y tolerancia a los mismos.

121
Un ejemplo de farmacoterapia para farmacotimia, cuyo uso
generalmente no será voluntario, sino coercitivo, es la llamada
«vacuna de cocaína» que actualmente se halla en vías de desarrollo.
Siguiendo investigaciones previas con monos, donde los anticuerpos
opuestos a opiáceos bloquearon parcialmente los efectos
recompensantes de la heroína, se han creado los llamados
«anticuerpos catalíticos» contra cocaína. Se trata de híbridos de anti-
cuerpos y una enzima que metaboliza la droga, descomponiéndola en
ácido benzóico y metiléster de ecgonina, más o menos del mismo
modo que el cuerpo metaboliza normalmente la cocaína. Al ser
enzimas, estos anticuerpos catalíticos no son destruidos en la
reacción, por lo que pueden atacar continuamente más moléculas de
la droga [V Morell, «Enzyme may blunt cocaine's action» Science 259:
1828, 1993; D. W. Landry et al¡¡, «Antibody–catalyzed degradation of
cocaine –Science 259:1899–1901,1993]. Las pruebas hechas en ratas
con una «vacuna» prototipo sugirieron que los animales podían ser
«inmunizados» contra la cocaína, cuya subsiguiente administración dio
como resultado una reducción en los efectos estimulantes, y en las
concentraciones cerebrales de esta droga [D W Sclf, «Cocaine ahuse
takes a shot» [Vature 378: 666–667,1995; M.R.A. Carrera el alíi,
ibid. 378: 727–730, 1993]. Los problemas de esta aproximación
perversa son muchos y fundamentales, aunque en principio pueda
conseguirse que funcione en seres humanos. Para empezar, un
individuo «inmunizado» contra la cocaína puede fácilmente satisfacer
su anhelo de estimulantes ingiriendo anfetaminas, que no serían
degradadas por anticuerpos de la cocaína. Más significativo aún es que
lo máximo que se puede esperar de tal «vacuna» es una reducción
importante de la sensibilidad individual a la cocaína, por lo cual dosis
suficientemente altas de la droga podrían eventualmente superar a los
anticuerpos, y producir estimulación y euforia. Es decir, los decididos a
experimentar la euforia cocaínica se verían empujados a administrarse
dosis cada vez más altas, incrementándose así la probabilidad de
efectos secundarios adversos. Además, como hemos visto,95 cualquier
sensibilidad intrínsecamente baja a los efectos principales de los
embriagantes suele correlacionarse con una susceptibilidad alta al
hábito, quizá por requerirse necesariamente dosis más fuertes. Así, la
inyección de anticuerpos catalíticos contra la cocaína podría en
realidad ¡conducir a un mayor uso de la droga, y a un mayor riesgo de
adicción a la cocaína! Thomas S. Szasz, en un tratado pionero sobre la
prohibición de las drogas, atacó los abusos sistemáticos que se
producen en el lenguaje referido a las drogas y las adicciones, y el uso
incorrecto de metáforas médicas que pueden llegar a adquirir una vida
propia. Szasz dirigió nuestra atención al hecho de que: «aquí un
profesor de una escuela de medicina afirma que la adicción a la
heroína es como la malaria, la heroína como un parásito y la persona
que vende heroína como un mosquito. Conversión del ser humano en
sabandija... »; y habló sobre «las consecuencias que una metáfora
equivocada tiene sobre su objeto. La adicción ha dejado de ser como
una plaga; es una plaga. Una droga administrada compulsivamente a
los adictos ya no es como una vacuna; es una vacuna.» [Ceremonial
Chemistry].37 Poco podían imaginarse Szasz y sus lectores, hace
venticinco años, que un destacado experto en adicciones describiría la
adicción en una de las principales revistas científicas usanas como
«una enfermedad mental», justificando la estrategia de «tratar la
cocaína como un invasor patógeno, y vacunar al cuerpo contra la
droga». Parece poco probable que alguien desee ser «vacunado» de
ese modo, si no es bajo coacción, y esta «vacuna para la cocaína»
tiene claramente mucho más de poder político que de promesa
farmacológica, y sin duda es antes un ejercicio arbitrario de autoridad
que algo profiláctico. Como Szasz profetizó, este nostrum «ha dejado
de ser como una vacuna; es una vacuna». Dejemos una cosa clara:
esta «vacuna de la cocaína» no es una vacuna; ¡ni siquiera es como
una vacuna! Una vacuna real, por supuesto, es una suspensión oral o
inyectable de patógenos muertos o atenuados, incapaz de iniciar una
infección, pero capaz de estimular el sistema inmunológico del
anfitrión para que reaccione a ella, movilizándolo inmunológicamente,
especialmente para que secrete, de sus linfócitos o glóbulos blancos
especializados, anticuerpos específicos a ese organismo en cuestión,
capaces de «reconocer» e inmovilizar al agente patógeno, ligándose a
su superficie. La vacuna «inmuniza» activamente al anfitrión,
estimulando en él una «inmunización» nativa total o parcial frente al
patógeno involucrado, análoga (pero seguramente no idéntica) a la
inmunidad natural y más robusta que seguiría a una infección real. Ese
anfitrión, «inmunizado activamente» contra el agente patógeno,
cuenta así con una ayuda para combatir la infección si ésta llegase a
entrar en el cuerpo, pues tiene ya anticuerpos suero (en la sangre)
contra ella. En efecto, suministrar la vacuna es análogo a producir una
infección iatrogénica (o causada por el médico) controlada, con la
esperanza de provocar una respuesta inmunológico suficiente, en todo
caso, para inmunizar al anfitrión contra la enfermedad. Por supuesto,
en ciertos casos las vacunas vivas pueden por sí mismas producir la
enfermedad en cuestión. Puedo añadir que, al hilo de la aparición de la
biotecnología, hay actualmente vacunas incapaces de iniciar una
infección, pues no contienen organismos vivos ni atenuados, sino sólo
una proteína u otra molécula característica de la membrana superficial
del patógeno; también en este caso puede lograrse inmunización
activa, estimulando los anticuerpos contra esa molécula, de modo que
en teoría también reconocerán al agente patógeno, cuya superficie
está recubierta por ellas. Obviamente, la inyección de cocaína no
produce en sí misma anticuerpos. Las moléculas de cocaína son
demasiado pequeñas para activar el sistema inmunológico; no son
antigénicas. Esta «vacuna para cocaína» en realidad no puede activar
la inmunización como una vacuna; consiste más bien en anticuerpos
monoclónicos de murina producidos por hibridomas –una especie de
híbrido entre mieloma, o células cancerígenas del sistema
inmunológico, y linfocitos seleccionados para la producción de un tipo
particular de anticuerpo. Tales hibridomas son inmortales–pueden
cultivarse in vitro como las células cancerígenas–y poseen la capacidad
de los linfocitos para producir y secretar anticuerpos contra un
antígeno determinado. En el presente caso, ratones vivos fueron
activamente inmunizados vía la inyección de una molécula análoga
estructuralmente al «estado de transición» o intermedio en la
descomposición metabólica de la cocaína, que se unió a una «proteína
portadora» suficientemente grande como para ser antigénica, y así
estimular la producción de anticuerpos. En este caso, podemos decir
que la parte análoga a la cocaína en este complejo droga–proteína
inyectado fue un hápten, y que cuando los ratones fueron así
desafiados inmunológicalnente, sus linfocitos resultaron aislados y
seleccionados para aquellas células secretoras de anticuerpos que
reconocían la porción análoga a cocaína del antígeno artificial. Los
linfocitos fueron entonces fundidos con células mieloma, para crear
hibridomas que secretan anticuerpos capaces de reconocer y ligar este
intermedio de la cocaína, y alterarlo catalíticamente,
descomponiéndolo después en ácido benzóico y metiléster de
ecgonina, como las enzimas naturales del cuerpo. Por consiguiente,
esta estrategia requiere administraciones repetidas de estos
anticuerpos catalíticos murinos (repárese en que el prototipo ensayado
en ratas sólo fue efectivo durante algunas semanas) en el anfitrión (un
desventurado joven, convicto, inmigrante o parado). De nuevo, esto
no puede considerarse en ningún sentido análogo a la inmunización
activa de cualquier vacuna, sino que más bien corresponde a un
inmunoestímulo pasivo similar a la inyección de γ –globulinas [Merck
Index 12: 4967], o de anticuerpos en grandes cantidades para ayudar
al sistema inmunológico a luchar contra una infección activa. Por otro
lado, bien podría probarse que esta «vacuna de la cocaína» en
realidad estimula la inmunización activa, provocando que el anfitrión
produzca anticuerpos contra las proteínas de la «vacuna», dirigiendo
contra ellas las defensas corporales, ¡y seguramente habrá casos
potencialmente fatales de anafilaxis o de hipersensibilidad
inmunológico desencadenada por el uso de cocaína en las
desafortunadas víctimas «inmunizadas» contra ella! Adenda: las frases
«las hondas y flechas de la atroz Fortuna» y «la herencia de la carne»,
de las págs. 75 y 80, son por supuesto del lamento lírico del Hamlet
shakespeariano, en la primera escena del tercer acto de su obra
epónima: «¡Ser o no ser: he ahí la cuestión! ¿Qué es más levantado
para el espíritu: sufrir las hondas y flechas de la atroz Fortuna, o
tomar las armas contra un piélago de calamidades y, haciéndoles
frente, acabar con ellas? ¡Morir... dormir; no más! ¡Y pensar que con
un sueño damos fin al pesar del corazón y a los mil naturales
conflictos que constituyen la herencia de la carne! ¡He aquí un término
devotamente apetecible! ¡Morir... dormir! ¡Dormir!... íTal vez soñar!
¡Sí, ahí está el obstáculo! ¡Porque es forzoso que nos detenga el
considerar qué sueños pueden sobrevenir en aquel sueño de la
muerte, cuando nos hayamos librado del torbellino de la vida!». La
frase sobre la «Chusma Equivocada» de la pág. 77 es del «Post
Script... Woudn't you?» a la introducción «Deposition: Testimony
concening a sickness» en la obra de William S. Burroughs The Naked
Lunch? »

122
Probablemente ni siquiera los ciudadanos usanos expatriados y/o no
aficionados a la televisión hayan podido evitar ver alguno de los
histriónicos anuncios anti–«droga», como el del famoso huevo frito:
«eso le ocurre a su cerebro bajo los efectos de la droga», producidos
por la agencia no lucrativa «fartnersh ip for a Drug–Free America»
(Sociedad para una América libre de drogas). Quizá sorprenda a
algunos saber que más de la mitad de los fondos de la fundación
provinieron de la competencia –de los productores de específicos
farmacéuticos, alcoholes y tabaco [C. Cotts, «Hard sell in Clic drug
wan, The Nation, edición de 9 de marzo de 1992, págs, 300–302].
Presumiblemente, en ese utópico país «libre de drogas», ¡a uno se le
seguiría permitiendo disfrutar de una copa/un cigarrillo, sin mencionar
«medicarse» la anhedonia o ansiedad con Prozac® y Valium®! Para
ilustrar cuán lejos están los Estados Unidos de ser un país libre de
drogas, repárese en que teniendo apenas un 4% de la población
mundial ¡el país consume un 34% de los 214 millones de kg. que
produce la industria farmacéutica global, cifra 8 veces superior a la
media per capita [A. Albert, Xenobiosis: Foods, Drugs, and Poisons in
the Human Body, Chapman & Hall, New York,1987]! Aunque por
consumo per capita de alcohol la población usana está más o menos
en la media, hay un consumo de 620 mil millones de cigarrillos por
año, un sexto de la producción mundial o 4 veces la media per capita;
por no mencionar las 800 toneladas o 52% (13 veces la media
mundial) de las 1.550 toneladas de opio convertidas en opiáceos
legales como codeína. Aunque resulte difícil obtener datos fiables, DEA
usana estima que se producen unas 1.200 toneladas al año de cocaína
ilegal, de las cuales un 70% se consume en los Estados Unidos, 17
veces la media mundial, si bien en 1991 las autoridades sólo lograron
capturar 134 toneladas, el 12% de la producción ¡legal [T Marnell
(Ed.), Drug Identifcation Bible, Drug Ideuification Bible, Denver, co,
1995 (segunda edición; original de 1993)]. Un reciente National
Comorbid¡ty Survey sobre consumo de drogas ilegales en Estados
Unidos ha mostrado que el 51% de la población había probado al
menos una vez alguna droga ilegal, y un 15% admitió haberlo hecho
en el último mes [L.A. Warner et alii, «Prevalence and correlates of
drug use and dependence in the United States» Archives of General
Psychiatry 52: 219–229, 1995]. Considerando también los datos
presentados en la Nota 100, y dejando de lado la definición selectiva y
tendenciosa de droga que uno pueda inventarse, los Estados Unidos no
podrían estar rnás lejos cíe un país «libre de drogas», acercándose
mucho más a la etiqueta «una América anegada de droga». Sin
embargo, visto como prevalece la propaganda histérica e hipócrita,
quizá «una América enloquecida por la droga» o «una América
aterrorizada por la droga» defina mejor la realidad del caso.

123
Resulta significativo que la cirugía cosmética se presente a menudo
como una especie de psicoterapia que aumenta la autoestima de los
pacientes, haciéndoles parecer o sentirse más atractivos y, por
supuesto, sirve a menudo como coadyuvante al tratamiento quirúrgico
de traumas mayores. Del mismo modo, la calvicie masculina se
retrasa ya con Rogaine,® y contra la aparición de arrugas se utiliza
Retira–A;® acudiendo así a la Fuente de la Juventud farmacológica,
que al retrasar los signos de envejecimiento y la pérdida de atractivo
se convierte en una forma de psicoterapia. Lo mismo puede decirse de
cualquier droga que ayude a compensar alguna deficiencia neurológica
productora de ansiedad, depresión, falta de amor propio o de
seguridad en uno mismo. De hecho, el uso psiquiátrico de ansiolíticos,
drogas antidepresivas y antiesquizofrénicas,116,117,119 claramente más
paliativas que verdaderamente terapéuticas –muletas químicas– puede
justificarse del mismo modo, como si fuesen francamente
terapériticas. El propranolol o Inderal® (Sumial®) es un medicamento
hipotensivo, un llamado «β –bloqueador», que bloquea los receptores
(β –adrenoreceptores) de adrenalina [Merck Index 12: 3656](o
epinefrina) y norepinefrina (o nuradrenalina). Como la hormona
adrenalina media nuestra «respuesta de lucha o huída» de
emergencia, que eleva las pulsaciones del corazón y la presión
sanguínea, al bloquear sus receptores en el sistema vascular se reduce
la presión sanguínea [J. R. Cooper et alii, The Biochemical Basis of
Neuropharrnacology].16 Dado que la adrenalina mediatiza el miedo, y
que la ansiedad es una forma de miedo crónico, los β –bloqueadores
también sirven para calmar ansiedades como el miedo escénico, a
falta de cualquier actividad sedante, y en vez de afectar a la destreza
pueden servir para contrarrestar temblores acompañantes del miedo
escénico, capaces de representar un serio problema para los músicos.
En una encuesta sobre 2.122 asistentes a una Conferencia
Internacional de Músicos Sinfónicos y de Opera, se descubrió que ¡el
279/0 empleaba [β –bloqueadores; un 19% los empleaba a diario! Sin
duda, no es posible que una cuarta parte de todos los músicos
sinfónicos padezca hipertensión, pero de algún modo esa proporción
persuade a sus médicos para que les receten drogas hipotensivas, que
emplean para mejorar u optimizar sus realizaciones artísticas –como
farmacopotenciadores [A. Loch–wood, «Medical problems of
musicians» The Mrw England Journal of Medicine 120: 221–126,
1989]. Algunos atletas –en particular los golfistas profesionales–
evidentemente emplean también estos β –bloqueadores que, coleo en
el caso de los tan populares estimulantes y esteroides, no se
emplearían en el mundo deportivo110,114 si no mejorasen claramente los
rendimientos.

124
He citado antes un popular libro, actualmente en su séptima
reimpresión, sobre nootrópic;os o «drogas listas»115 al cual ha seguido
una continuación [W Dean etalii, Smart Drugs II, Health Freedom
Publications, Menlo Park, CA, 1991]. Hace diecisiete años, un grueso
volumen sobre drogas y tecnologías «potenciadoras de la longevidad»
se convirtió en un superventas [D. Pearson y S. Shaw, Life Extension:
A Practical Scientific Approach, Warner Books, New York, 1982].
Recientemente se ha producido un gran aumento en la autopre-
scripción de suplementos hormonales, sin duda para retrasar el
envejecimiento, particularmente vía la hormona pineal melatonina
[Merck Index 12: 5857] y la hormona adrenal
DesHidroEpiAndrosterona o DHEA [Merck Index 12: 7891]. Las
publicaciones sobre nutrición y regímenes resultan demasiado
numerosas para ser reseñadas aquí, y los complementos nutritivos y
los llamados «alimentos integrales» se han convertido en una gran
industria. Lo mismo puede decirse de la musculación y su pléyade de
libros y revistas, equipo para ejercicios, fórmulas de musculación y
esteroides. Buena parte de los comercios dedicados a «alimentos
integrales» abastecen tanto a culturistas como a aficionados a
suplementos. El comentario sobre el bricolage corporal (literalmente
«reparación», provincia del sano factótum) proviene de un libro sobre
droga y literatura: «Sin la metáfora paternalista como nexo de unión,
uno se convierte en artesano del propio cuerpo, trapicheando,
experimentando, creando partes nuevas o tratando la psique como un
órgano, como un órgano enfermo. Uno se convierte en un bricoleur
maníaco de su propio cuerpo». [A. Ronell, Crack Wars, Universiry of
Nebraska Press, Lincoln, 1992]. Para una interesante discusión sobre
«Sexo, drogas, tecnología y el cuerpo», que incluye
«teleconsoladores» computerizados basados en tecnología erótica de
realidad virtual, y formacopotenciaciones, legales e ilegales, véase el
capítulo 15 del libro de D. Lenson, On Drugs,118 Para los comentarios
de Thorean, vide Walden or, Life in the Woods, Capítulo 1, «Economy»
[The New American Library, Inc., New York, 1960; pág. 25
(publicado originalmente en 1854)].

125
La producción mundial de cafeína como café, té, cola y una miríada
de estimulantes menores se estima en 100.000 toneladas o 100
millones de kg. Partiendo de dosis de 100 mg., corresponde a un
billón de dosis por año. Dado que hay unos 5.000 millones de
consumidores (el 50% de los más de 6.000 millones de habitantes
del planeta), equivale a 200 dosis de cafeína por año para ocho de
cada diez seres humanos [S.B. Karch, The Pathology of Drug Abuse,
CRC Press, Boca Ratón, FL, 1993]. Al hilo de la «América anegada de
drogas» la investigación del NiDA de 1988 consideró conservador el
cálculo de que un 90% de la población mayor de 12 años (178/198
millones) era consumidora habitual de cafeína [A. Goldstein y H.
Kalant, «Drug policy: Striking the right balance»].100

126
Para un examen sobre la bioética de las pruebas genéticas, vide W
Allen y H. Ostrer, «Anticipating un fair uses of genetic information»
[American joumal of Human Genetics 53:1621,1993]; para los
aspectos legales, vide G. Cowley, «How the gene tests can affect
your insurance» [Newsweek, 13 de enero de 1997, edición
latinoamericana, págs. 48–50] y E. Marshall, «Clinton backs broad
genetic safeguards» [Science 277: 308–309, 1997].

127
Szasz ha expuesto con valor los aspectos politicos y éticos de la
psiquiatría institucionalizada y la farmacracia en más de 20 libros.
Los siguientes son representativos, y tienen relación con lo que
antecede: The Myth of Mental Illness: Foundations of a Theory of
Personal Conduct [Hoeber–Harper, New York,1961]; The Manufacture
of Madness: A Comparative Study of the Inquisition and the Mental
Health Movement;39 Ceremonial Chemistry: the Ritual Persecution of
Drugs, Addicts, and Pushers;37 y Our Right to Drugs: The Case for a
Free Market [Praeger, Westport, cl, 1992]; y también la antología
Friedman or Szsaz on Liberty and Drugs: Essays on the Free Market
and Prohibition (A.S. Trebach y K. B. Zeese (Eds.), The Drug Policy
Foundation Press, Washington, Dc, 1992].

128
El libro de texto de Leavitt sobre drogas y adicciones,
sorprendentemente imparcial, está en su tercera edición [Sage
Publications, Thousand Oaks, CA, 1995], y ofrece una magnífica
bibliografía de 87 páginas. Para las cifras sobre cigarrillos del
mercado negro, que en algunos paises llegan a copar 2/3 del
mercado, vide M. Gossop, Livingwith Drugs,96 y para el estudio de la
prototípica guerra británica contra el tabaco, vide J. Goodman,
Tobacco in History: The Cultures of Inpendence [Rourledge, Londres,
1993]. Para el informe sobre experimentos con nicotina inyectada
por vía intravenosa, vide J.E. Henningfield et alii, «Abuse fiability and
pharmacodynamic characteristics of intravenous and inhaled nicot-
inc» [journal of Pharmacology and Experimental Therapeutics 234: 1–
12, 1985].

129
Aparte de su probado potencial paliativo para esquizofrénicos, 93 la
nicotina resultó ser una eficaz quimioterapia para la colitis ulcerosa
[R.D. Pullan et alii, «Transdermal nicotine for active ulcerative
colitis» The New England journal of Medicine 330: 811–3315, 1994],
y posee actividad profiláctica tanto contra el parkinsonismo como
contra la enfermedad de Alzheimer –además de valor terapéutico en
los casos de síndrome de Tourette [M. Jarvik, «Beneficial effects of
nicotine» British Journal of Addiction 86: 571–575,1991]. Para la
nicotina como clave en el uso del tabaco en el chamanismo, vide j.
Wilbert, «Does pharmacology corroborate the nicotine therapy and
practices of South American shamanism?» [Journal of
Ethnopharmacology 32(1–3): 179–186, 1991]32

130
Para el sagaz comentario de Russell, vide «Nicotine in take and its
regulation by smokers» en WR. Martin et alii (Eds.), Tobacco Smoking
and Nicotine. A Neurobiological Approach [Plenum Press, New York,
1987, 095. 25–50]. M. Jarvik, comentando la capacidad de la
nicotina para –hacer que la gente se sienta bien... sin perjudicar la
capacidad de pensar o de realizar actividades», apuntó: «si se
lograse disociar esa propiedad de los efectos dañinos del tabaco,
podría ser una droga ideal» [«Beneficial effects of nicotine»].129 Un
científico británico empleado en una compañia tabaquera no se
ahorró poesía al decir que «esta droga extraordinaria y benéfica no
sólo ayuda al cuerpo a resistir las presiones externas, sino que
además muestra un pronunciado efecto tranquilizador» [C. Ellis,
documentos internos sustraídos y publicados en el New York Times
del 16 de junio de 1994; vide D.M. Perrine, The Chemistry of Mind–
Altering Drugs].85

131
Para una fascinante historia del tabaco, incluyendo datos sobre la
cantidad de tabaco por cigarrillo y el advenimiento del cigarrillo
industrial como modalidad predominante de dosificación del tabaco,
vide Tobacco in History: The Cultures of Dependence, de J. Good-
man;128 y el incremento en el consumo que se produce como
compensación para el uso de cigarrillos bajos en nicotina se discute
en el libro de D.M. Perrine The Chemistry of Mind Altering Drugs] a,
En Nicotine Replacement: A Critical Evaluation [Pharmaceutical
Products Press, Binghatnton, NY, 1992], de O. F. Pomerleau y C. S.
Pomerleau (Eds.), pueden encontrarse unos 13 artículos sobre
posología de la nicotina.

132
Estos datos sobre farmacocinética de artefactos tradicionales y
recientes para el consumo de nicotina se encuentran en: M.A.H.
Russell, –Nicotine replacement: The role of blood nicotine levels,
their rate of change, and nicotine tolerance,) [en O.F. y C.S.
Pomerleau (Eds.), Nicoline Replacement; vide supra, págs. 63–94];131
y en N.L. Benowitz, «Toxicity of nicotine: Implications with regard to
nicotine replacement therapy» [ibid.; págs. 187-217]131 La cita,
incisiva y pertinente, proviene del artículo de Russell, pá9. 78

133
Mediante esta interesante técnica se encapsuló insulina [Merck Index
12: 5011] y testosterona [Merck Index 12: 9322] en partículas
porosas de poli(ácido láctico–co–ácido glicólico) o PLGA (50:50),
demasiado grandes (5–20 mcm.) para que pudiesen ser eliminadas
fácilmente de los pulmones, y se dosificó a ratas como aerosol
inhalado. Tras una sola dosis, y a pesar de tener una vida media de
11 minutos, se mantuvieron niveles altos de insulina en sangre
durante 96 horas; 12–24 horas en el caso de la testosterona, cuya
vida media sistémica es de 10–20 minutos [D.A. Edwards et alii
«Large porous particles for pulmonary drug delivery» Science
276:1868–1874 1997]. Las partículas pueden formarse fácilmente al
secarse con atomizador, y esta técnica sin duda podría producir la
liberación prolongada sistémica, tanto de drogas de alto y bajo peso
molecular, como de lípido e hidrosolubles.

134
Frente a lo que ocurre con la inmunización pasiva contra la cocaína –
en la Nota 111 se mostró cómo la llamada «vacuna de la cocaína» es
más de Procusto que profiláctica–hay esperanzas de lograr una
inmunización pasiva contra la tolerancia a la morfina y otros opiáceos,
una «vacuna contra la tolerancia a opiáceos» que podría, de hecho,
resultar una valiosa profilaxis para consumidores habituales de
opiáceos, contra los efectos nocivos que produce la medicación
cotidiana, como una aparición de tolerancia a la analgesia y a otras
propiedades útiles de los opiáceos. Esa tolerancia puede llevar a un
aumento continuado de la dosis, y a los problemas que ello conlleva.
Como vimos en la nota 116, la hormona intestinal colecistoQuina
(CCQ) funciona en el sistema nervioso como antagonista de la
analgesia y, otros efectos de endopiáceos–como antagonista opiáceo
endógeno análogo a la naloxona y naltrexona [vide supra, págs. 19 y
65]. Desde hace mucho tiempo se sabe que el antagonista de la CCQ
proglumida o Promid® [Merck Index 12:7958] podría potenciar mucho
la analgesia producida por morfina y otros endopiáceos, tanto en seres
humanos como en roedores, y a la vez impedir o reducir la tolerancia
opiácea inducida por su administración repetida [D.D. Price et alii
«Potentiation of systemic morphine analgesia ¡n humans [sic] by
proglumide, a cholecystokiniu antagonist» Azzestlresia and Analgesia
64: 801806, 1985; J. Lang et al¡i «proglumide prevents and currais
acote tolerante co morphine in rats» Neuropharrnacology 23:715–718,
1984: L.R. Watkins et al¡¡, «Potentiation of opiate analgesia and
apparent reversal of morphine tolerante by proglumide» Science 224:
395–396,1984 ibid. «Cholecystokinin antagonists selectively potentiate
analgesia induced by endogenous opiates» Brain Research 327:181–
190, 1985] , Otros antagonistas de la CCQ, como el benzotripto,
pueden igualmente potenciar los opiáceos y antagonizar la tolerancia a
sus efectos, y se cree que las propiedades antianalgésicas de la CCQ
son fundamentales para el desarrollo de tolerancia opiácea; en
intentos de lograr homeostasis mediante administración repetida de
opiáceos, los organismos vivos regulan al alza el sistema CCQ;
aumentando la liberación de CCQ, el número y sensibilidad de los
receptores, etc. [E.P. Wiertelak et alii, «Cholecystokinin antianalgesia:
Safety cues abolish morphine analgesia» Science 256: 830–833,
1992]. Del mismo modo, se ha demostrado que los anticuerpos contra
la CCQ potencian la analgesia morfinica en roedores [PI Faris, «Opiate
antagonistic function of cholecystokinin in analgesia and energy
balance systems» Annals of the New York Academy of Sciences 448:
437–447,1985 S. N. Suberg et alii, « Effect of anticholccystokinin
antibody (AS) en morphine (110R) induced suppression of spir aI
noccoltivc transmission»Society of Neuroscience Abstracts 11:
285,1985]. Dado que la CCQ es un péptido, es a la vez antigénica, y
podrían producirse baratos anticuerpos monoclónicos anti–CCQ,121
haciendo así asequible una forrna de inmunización pasiva contra la
tolerancia originada por la administración continuada de opiáceos,
que, además, potenciaría sus efectos más destacados. Tal «vacuna
contra la tolerancia opiácea», en solitario o en combinación con
antagonistas a la CCQ como la proglumida (que es eficaz por vía oral
en los seres humanos, carece de toxicidad, es económica y, además,
ha sido probada y comercializada en algunos paises como fármaco
anti-úlcera), representaría un gran adelanto para enfermos de cáncer
u otros que sufran dolor crónico, para personas hipersensibles al dolor
y para individuos constitucionalmente anhedónicos que se
automedican habitualmente con opiáceos. Al contar con claras
ventajas de tipo económico y toxicológico (pues se partiría de dosis
inferiores, cuyo incremento se obviaría o disminuiría en la misma
proporción en que la tolerancia se aboliría o minimizaría), los fármacos
anti–CCQ suministrados juntamente con la medicación opiácea
reducirían substancialmente uno de los efectos secundarios más im-
portantes y perjudiciales de los opiáceos, tomando así ese aspecto de
su toxicidad.

135
Incluso quienes proponen fantasías románticas, sobre robots
inteligentes que evolucionan, son concientes de la necesidad
fundamental de que en éstos haya circuitos robóticos de
recompensa/refuerzo, como motor motivacional para la imaginaria
evolución de máquinas inteligentes. El experto robótico Hans Moravec
apuntó: «El éxito o fracaso dependerá de programas separados que
dirijan las acciones y generen señales internas de castigo y
recompensa, confirmando así su carácter: qué prefiere hacer y qué
prefiere no hacer» [C. Platt, Super humanism» iWred 3.10: 144–149,
202, 204, 201, 208; 1995], No perdamos el tiempo con ensoñaciones
libres de drogas ligadas al dominium alto tecnológico... Hasta los
robots realmente requieren recompensas... drogas para los droides.

136
Para las observaciones de Escohotado, vide Historia general de las
drogas, Vol. II [Págs. 219-220]56 C. Holden ha descrito la estimulación
cerebral como tratamiento para el parkinsonismo: «Shock therapy for
Parkinson's pacients» [Science 276:1651, 1997]. Para las obser-
vaciones de de Ropp sobre «un nuevo tipo de pecado», vide Drugs and
the Mind [Sc. Martin's Press, New York, 1957].

137
Tracé los perfiles de esta Inquisición Farmacrática en The Age of
Entheogen, the Pharmacratic Inquisition, The Entheogenic Reformation,
en mi libro The Age of Entheogens The Angels Dictionary,10 y me
acerqué por primera vez a esta materia en el Proemio a Pharmaco-
theon: Entheogenic Drugs, Their Plant Sources and History.33 Fueron
precursores importantes el libro de Thomas S. Szasz Ceremonial
Chemistry: The Rizual Persecution of Drugs, Addicts, and Pushers37 y el
de Antonio Escohotado, Historia general de las drogas.56 Para el trabajo
de G. Reichel–Dolmatoff entre los indios tukano y su encantadora
mitología de Pamurf Gahslru o Anaconda–Canoa yAhpikondiá, nuestro
desventurado río lácteo, víde Arnazonian Cosmos: The Séxual and
Religious Symbolism of the Tukano Indians [The University of Chicago
Press,1971]; The Shaman and the jaguar: A Study of Narcotic Drugs
Among the Indians of Colombia [Témple University Press, Philadelphia,
A, 1975]; Beyond the Milky Way. Hallucinatory Imagery of the Tukano
Indians; The Forest Within: The World View of theTukano Amazonian
Indians [Themis Books, Tornes, Devon, 1996]; y Yunzpara. Studies of
an Amazonian Foundation Myth [Harvard University Press, Cambridge,
hra, 1996]. Estos dos últimos libros de Reichel–Dolmatoff se
publicaron póstumamente.
INDICE ANALÍTICO

Recientemente el gobierno instituyó un pro-


grama anti–narcótico, y sus biólogos se creen
progresista. Sería difícil explicarles que su programa
tiene la misma relación a los problemas humanos
que tiene el cartero a gobierno mundial. Además,
fisiólogos oficiales activamente estudian posibilidades
de ayudar con drogas a alpinistas a altitudes
extremas, mientras no estudian en lo más mínimo la
posibilidad de realzar nuestras funciones formales y
estéticas.

Gottfried Benn Provoziertes Leben [1941]

abedules [Betula spp.]


absenta [A. absinthium]
absintol [tujona de absinthe]–
abstemios [del alcohol]–
abstinencia, síndrome de a drogas
abuso de drogas [sic]–
acetaldehido, metabolita de alcohol–
acetilcolina, neurotransmisor.–
ácido acético, metabolita de alcohol–
ácido clorxídrico [HCL], gástrico–
ácido iboténico [de Amanita muscaria]–
ácido lisérgico, amida de [ergina]–
ácido lisérgico–N–hidroxictilamida–
acupuntura, endopiáceos y–
Adán, «primer hombre» [sic] bíblico–
Ad–Din, A., qat pionero militar–
Adenina / adenosina–
adicción–
adivinación, técnica diagnóstica–
ADN [Ácido DesoxiriboNucléico]–
adormidera, semillas, y droga–orinálisis–
adrenalina [o epinefrina]–
β –adrenoreceptores [de adrenalina]–
afflatus divino–
ágape [fiesta de amor comunal]–
Agaricus spp., hongos comestibles–
Agave spp., fuente de pulque–
agua [no] elemento
Agua de la Vida, enteógeno primal–
Agustín, santo católico–
ahnishinaubeg [ojibway], indios–
Ahpikondiá, río de leche–
aire [ær] como elemento primal–
ajenjo [Artemisia absinthium]–
Alander, O.R., botánico sueco–
Alarico, rey godo rapaz–
Albigenses [Cátaros, cathari]–
alcaloides–
alcohol–
alcohol etílico, etanol–
alcoholismo–
Alejandro III, [¿?–1181] Papa de Cruzada–
aleloquímica / alomonas–N(6)–alíl–LSD [ALLYLAD]–
alimentos–
al–kohl [trisulfuro de antimonio, Sb2S3]–
Allegro, J.M., lingüista británico–
alojas, libaciones de miel fermentada–
alquitrán del humo de tabaco–
alucinaciones, visiones y–
alucinógenos [sic]–
Alzheimer, enfermedad de, nicotina y–
Amanita caesarea, hongo comestible–
Amanita Muscaria–
Amanita pantherina [tengu–take]–
Amazónas de los Eones–
Amazon[ia]–
ambrosía [amrta]–
América libre de drogas [sic]–
American chemical society [ACS]–
aminoácido–
ampacao [Amanita muscaria igorot]–
amrta–
anabasina, el alcaloide de tabaco–
Anaconda–Canoa–Anadenanthera colubrina / A. peregrina–
analgésicos [o estimulantes]– analgésicos–
Ananda / ananda [beatitud sánscrital–
anandamida–
anatomía humana y botánica–
Anaxímenes de Mileto–
Andes, los indios de–
anestésicos generales–
anestésicos locales [cocaína como]–
anfetaminas–
Anhalonidin /Anhalonin–
Anhalonium lewinii /A. williamsii–
anhedonia [sic]–
anhelo, supresores de anhelo
anodinos [drogas analgésicas]–
anorexia nervosa–
Antabus® [disulfiramo]–
Anthesteria, festival dionisíaco–
antiadicción, agentes de–
antiasmáticos, agentes–
anticonvulsivos, agentes–
antidepresivos–
antidrogas «medicinales»–
antiembriagantes–antiesquizofrénicos–
antimitridatismo de la marihuana–
ansiedad–
ansiogenicos–
ansiolíticos–
Apolo, dios solar griego–
araquidoniletanolamida [anandamida]–
Árbol de la Ciencia del Bien y del Mal, Árbol de la Vida bíblico–
Árbol de la Vida–
Árbol del Mundo [o Árbol de la Vida]–
archæus, fuerza vital según Paracelsus–
arche, elemento de Tales de Mileto–
área basal del lóbulo frontal cerebral–
Areca catechu [betel] /arecolina–
Ariadna, hilo laberíntico de–
arios [indo–]–
Arístides el Retor, orador griego–
aromaterapia, supuest. psicoactiva–
Arquímedes, filósofo griego–
ars moriendi [arte arcaica de morir]–
Artaud, A., dramaturgo francés–
arte / artistas–
arte rupestre [arcaica]–
Artemisia absinthium [absenta]–
artificial, definido por Dicc. de RAE–
Aschenbrandt, T., médico alemán–
Asclepio [Æsculapius], dios sanador–
astrología, método de adivinación astral–
atletismo–
Atropa belladonna [belladona]–
Aurorix® [moclobemida IMAO/IRMA]–
autismo, defecto congénito–
automedicación–automedicación, hipótesis de–
aversión a droga–
Avesta de Zoroastro–
Avicena [ibn Sina, A.A. al–H.]–
`awa [pócima de kava hawaiana]–
ayahuasca–
ayahuasca, iglesias de [UDV, Daime]–
ayunar–
bacanales / bacantes–
Baco / Baccha [de Eurípides]–
bacteria de fermentación–
balas mágicas, adicción–
Balzac, Honoré de, escritor francés–
Banisteria caapi [liana de ayahuasca]–
Banisteriopsis caapi [liana, ayahuasca]–
barbitúricos, sedantes prototípicos–
Barnard, M., filóloga usana–
Baudelaire, C., poeta francés–
beleño [Hyoscyamus niger L., henbane]–
Belzebú [bíblico dios–mosca ecronita]
Bema, festival maniqueo de–
Benn, G., médico / escritor alemán–
Berttley, K.W / los compuestos Betuley–benzodiacepinas–
benzotripto [antagonista de CCQ]–
Beringer, K.[1893–1949],farm. alemán–
betel [Areca catechu masticatorio]–
Betula nana [abedul enano siber.]–
Biblia, escrito judeo/cristiano
Bibra, E.F. von–
Bigwood, J.E., enteobotánico inglés–99
Blake,W–
boletos [latín para Amanita]–
bolond gomba [hongo de arlequin]–
Bosch, H., artista flametlco
bricolage corporal, «trapicheando,–
Briggs, J. R., médico usano–
Brough, J., vedista británico–
Brugmansia sanguinea, B. spp.
Buda / budismo–
bufotenina [5–hidroxi–DMT]–
huir¡ [religión fang de ¡boga]–
α –bungarotoxina / Bungarus multicinctus–154
buprenorfina, HCL [Témgesic®]–
Burroughs, W S., autor usano–
Burton, R.E, erudito británico–
Buspar® / buspirona, HCL / Narol®–
caapi [Banisteriopsis caapi, ayahuasca]–
Caapi Woman [Gahpí Mahsó]–
cabras, descubridores de drogas–
cacáhuatl [poción de T cacao]–
cacao [habas de Theobroma cacao]–
café [Coffea spp.]–
cafeína–
calcio [ca++]–
calvinismo farmacológico–
Camporesi, P., historiador italiano–
campo unificado, teoría [Wasson]–
canales iónicos–
cáncer–
cannabidiol [Cannabis terpenoide]–
cannabinoide, neuroreceptores–
cannabinoides [cáñamo terpenoides]–
Cannabis spp.–
cáñamo [Cannabis sativa L. fibrosa]–
carbohidratos–
β –carbolinas [ansiogénicas y IMAO]–
carbono [c] dióxido de carbono [CO2]–
caribú como descubridores de drogas–
carisoprodol [Soma® de Wallace Labs.]–
casomorfinas [exorfinas de cafeína]–
cassava [mandioca, Manihot esculenta]–
Castañeda, C., novelista peruano–
Cátaros [cathari, Albigenses]–
Catha edulis [hoja estimulante qat]–
catinona [anfetamina de qat]–
catolicismo romano–
cebil [rapé de Anadenanthera colubrina]–
Celsus, A.C. [autor de De Medicina]–
cervezas–
CiaNuro de Hidrógeno [HCN] y koribó–
cigarrillos–
cirugía cosmética–
citisina [alcaloide tóxico cíe Sophora]–
citocrome P450IID6, enzima–
Claviceps paspali [cornezuelo]–
Claviceps purpurea [cornezuelo]–
clorina [CL-] neuroquímico de–
cloroformo [CHCL3 anestésico]–
clorpromacina, HCL [Tharazine®]–
Clozaril® [clozapina, benzodiacepina]–
coca [Erythroxylum spp.]–
Coca–Cola® [«gaseoso» de coca y cola]–
cocaína [alcaloide de coca]–
cocaína, «vacuna» contra [sic]–
cocoa [polvo de Theobroma cacao]–
Cocteau, J., poeta opioísta francés–
cocteles [libaciones]–
codeína–
Coffea arabica [estimulante, el café]–
cola [Cola nitida, estimulante, cafeína]– colecistoQuina [hormona
CCQ]–
colérico, humor/temperamento–
Coleridge, ST, poeta inglés–
colinérgicos, receptores–
colirios enteogénicos–
Comité Olímpico Internacional–
Committee on Drug Addiction, US–
complexión [humores cardinales]–
comunión sagrada–
cond. Buscadora de droga–
cond. buscadora de novedades–
conservación del humor [sic]–
contrarreforma católica–
Cooke, M.C., mic. inglés–
Copernicus, N., astrónomo danés–
coprina [ciclopropanona de Coprinus]–
Coprinus atramentarius [hongo]–
Coramine® [ácido nicotinico dietilamida]–
cornezuelo [Claviceps purpurea]–
corto, alelo [C], serotonina tr.–
Cosmic [o World] Tree, Axis Mundi–
crack [base–libre cruda de] cocaína–
crecimiento humano, Horm. [hCH]–
crisina [5,7–dihidroxi–flavona]–
Cristo / cristianismo–
cuerpo estriado, región cerebral–
CXBX, ratones «noqueados»–
chamanismo–
Chaucer, G., poeta inglés–
chauvinismo farmacológico–
chocolate [Theobroma cacao]–
Chronos, dios temporal griego–
chukotka, pueblo siberiano–
chunlash, indios de norteamérica–
Darwin, C., evolucionista inglés–
Datura spp. [Solanacea visionarias]–
Davy, H., químico inglés–
dawamesk [confite de Cannabis]–
debrisoquina, sulfato de [Tendor®]–
Degas, E. [1834–1917], artista francés–
Delfos, oráculo de Apolo en–
delirantes [mal nombre, enteógenos]–
delirium tremens alcohólicos–
delusiones / delusionógenos–
Delysid® [tartrato de LSD de Sandoz]–
dementia pracox [esquizofrenia]–
Demerol® [meperidina, HCL opiáceo)–
Démeter, deidad agrícola griega–
DeNoble, V, farmacólogo usano–
dependencia [o habituación a droga]–
dependencia física a drogas–
dependencia psicológica a drogas–
depresión–
depresivos [o sedantes]–
De Quincey, T.
desana, indios de Amazonia–DesHidroEpiAndrosterona [DHEA]–
deshidrogenása, etanol–deshidrogenasa de aldehido, enzima–
destilación, tecnología de–
Dexatrim® [fenilpropanolamina, HCL]–dextroanfetamina [d-
anfetamina]–
diabetes mellitus [deficiencia insulínica]– Diamorphine® [heroína,
HCL]–
diazepam / desmetildiazepam–Dietilamida del Acido Lisérgico [LSD]–
dietilamida, ác. nicotínico [Coramine®]–
3,4-dihidroxifenil–L–alanina [DOPA]–
Dilaudid® [hidromorfinona, HCL]–
dinorfinas A y B [Κ –endopiáceos]–
Dioniso, dios griego–
Dioscórides, Pedanius–
disforiantes [o aversivos]–
disulfiramo [Antabus®]–
DMT [N,N–DiMetilTrlptamina]–
Doctrina de las Signaturas, Paracelsus–
dogrib, indios de norteamérica–
Dolophine® [metadona, HCL]–
dolor–
L–Dora [3,4–Dihidroxifenil–L–Alanina]–
dopamina–
dopamina / DRD2 receptores de dopamina,
dopamina, transp.–
Dowson, E.C. [1867–1900], poeta inglés–
drogas–
drogas tontas [o estúpidas]–
drogas visionarias–
Eclipse® [cigarrillo «casi sin humo»]–
ectomórfico [somatotipo de Sheldon]–
Edad de los Enteógenos–
Edad Media, de oscurantismo–
Edén, paraíso artificial bíblico–
eficacia eufórica, de embriagantes–
egipcios arcaicos–
elementos fundamentales–
Elementos sagrados–
Eliade, M., historiador–elimoclavina [alcaloide del cornezuelo]–
Ellis, H., psicólogo británico–
Emboden, Jr., WA., botánico usano–
embriagantes–
embriagantes chamánicos–
embriaguez farmacológica–
Empédocles de Acragas–
encefalinas, Leu, y Mer'–
Endabuse® [ibogaína, HcL]–
endomórfico [somarotipo de Shcldon]–
endopiáceos–
endorfinas / β –endorfina–
enemas, clísteres visionarios–
enfisema, enfermedad de fumadores–
enteobotánica–
enteógenos–
enteognosia [enteobotánica]– entretenimiento y embriagantes–
Ephedra spp. 1 efedrina–
epoptai, visionarios eleusinos–
Erasmus, D., «humanista» holandés–
ergina [amida de ácido lisérgico]–
ergonovina [propanolamida ác. Lisé.–
EritroPoietina [EPO, hormona]
Eros, deidad griega del erotismo–
Erythroxylum coca [coca, pl. de cocaína]– Erythroxylum
novogranatense [coca]– Escohotado, A. [filós. español]–
escopolamina [Solanacea ale.]–
espiritualidad–
esquizofrénicos–
esteroides–
estimulantes–
Estrada, Á., etnógrafo mejicano–
estramonio [Brugmansia sanguínea]–
estructura–actividad–relación, estudios de–
etanol–
éter [CH3CH2OCH2CH3]–
éter dietilico, anestésico general–
etnofarmacognosia–
N(6)–etil–LSD [EHLAD]–
etorfina, HCL [M–99 opiáceo]–
eudemonismo, eudaimonia–
euforia–
eufóricos–
eugenesia, política racista nazi–
Euphorica [eufóricos de Lewin]–
Eurípides, [ca. 480–400] dramaturgo–
Eva, «primera mujer„ [sic] bíblica–
evolución–
Excitantia [estimulantes de Lewin]–
exorfinas [casomorfinas]–
explosivos nucleares [o humanicidas]–
éxtasis–
Éxtasis [MDMA, HCL, empatógeno]–
extensión vital, tecnologías para–
extrovertidos, drogas y–
Eysenck, H., Psicólogo–
Ezequiel, profeta bíblico–
farmacia celestial baudelairiana–farmacogenética–
farmacohedonología–
Farmacología cosmética–
farmacoódio [o prohibición de drogas]– farmacoparaísos–
farmacopatología–
farmacopotenciación [vida provocada]–
farmacotimia [habituación a drogas]–
farmacracia [dictadura de drogas]–
Fastin® [fentermina, HCL, anoréxico]–
Fatiga como droga y drogas contra–
Favor® [cigarrillo «sin humo»]–
fe ciega, creencias religiosas–
Félice, P. de, historiador
β –fen[il]etilaminas–
fenfluramina, HCL [Pondinil® artoréx.]–
fenilpropanolamina, HCL [Dexatrim®]–
fenobarbital [Luminal®/ Dormileno]–
fenotipos conductuales–
fentanil, citrato [Sublimaze® opiác.]–
fentermina, HCL [Fast¡n® anoréxico]–
Fericgla, J.M., etnógrafo catalán–
fermentación alcohólica–
Fermi, E., físico nuclear italiano–
feromonas, clase aleloquímica–
filosofía / filósofos–
Finnegans Wake [novela de J. Joyce]–
Firdousi, poeta persa del Shanahmeh–
fitoquímica
flagelación, senda a paraíso artificial–
Flaubert, G., escritor francés–
flavonoides [Flypericum IMAO]–
Fleischl–Marxow, E. von, y S. Freud–
flemático, humor/temperamento–
Fliegenpilz [Amanita muscaria]–
fluoxetina, HCL [Prozac® IRS]–
Food and Drug Administration [FDA]–
fosfenos [visiones entópticas]–
fósforo, coca como fuente de–
frenología [ersatz «ciencia mental»]–
Freud, S., pionero psicoanalítico–
Frobenius, J., editor protestante suizo–
fuego, elemento de Heráclito–
Fuente de la Juventud farmacéutica
fumar, las drogas y–
fumatorios [materia fumable]–
Furst, P.T, etnógrafo usano–
GABA [Ác. γ –AninoButírico]–
GABAA neuroreceptor, subtipo–
Gahpí Mahsó [Caapi Woman tukana]–
galenismo / galénico–
Galeno de Pérgamo–
Ganga Yamuna River [río Ganges]–
Gauguin, f. [1848–1903], art. holandés–
Gautier. T, esc. francés–
Gilgamesh, Epopeya babilónica de–
ginebra [licor destilado de juniperus]–
glechon [kykeon Mentha pulegium]–
γ –globulinas [inmunoestimulantes]–
Goethe, J.W. von [1749–1832], poeta–
Grial, Santo, enteógenos y–
Grof, S., LSD–psicoterapeuta–
guaraná [Paullinia cupana estimulante]–
guerra a las drogas, prototipos–
habituación–
habitués de droga–
Hachichins, Le Club des–
Hahnemann, C.F.S., homeópato–
Halifax, J., etnógrafa usana–
hambre, dolor y anodinos alimenticios–
haoma, soma de la Avesta–
harmina [ayahuasca, harmel alcaloide]–
Harrison Narcotic Act de 1914, US–
Hartwich, C., farmacéutico alemán–
hashish–
Hayley, W, poeta cojo inglés–
hedonismo / hedonología–
hedonofarmacología, ciencia del placer–,
Heffter, A., quím. alero.–
Heffter, Técnica de, psiconáutico–
Heim, R. [1900–1979], micól. francés–
Hennings, P.E., botánico alemán–
hepatitis, uso i.v. de drogas y–
Heráclito de Éfeso–
heroína, HCL [Diamorphine®]–
hidrocodinona, bitartrato [Dicodid®]–
Hidrógeno [H2], elemento de agua–
hidromorfinona, HCL [Dilaudid®]–
hidroxi–dietiltriptamina [CZ–74]–
Hierba de Inmortalidad [enteógeno]–
híkuri [cacto péyotl huichol]–
hinduísmo, paraíso artificial–
hiosciamina [alcaloide de Solanacea]–
hiperactividad, síndrome de–
hiperbóreos y la Amanita Muscaria–
hipérico [Hypercum perforatum]–
hiperserotonínico, el carácter–
Hipócrates de Cos, «humorista»–
hipoendopiáceo, el temperamento–
Hofmann, A., químico suizo, desc. de LSD–
Holmes, OW, jurista usano–
Holmstedt, B., químico sueco–
Hombre Marlboro, imagen machista–
homeopatía de (U.S. Halmernann–
Hom Yasht [himnos Avesta de haoma]–
hongos–
Horowitz, M., escritor usano–
Hostia [sacramento católico]–
Houston, J., psicóloga usana–
Hsiao–ch´un [«hongo de risa» chino]–135
Huautla de Jiménez, Oaxaca, México–
Hugo, V.M., escritor francés–
humanicidas [explosivos nucleares]–
humores cardinales–
Humores Hipocráticos–
Humulus lupuius [lúpulo de cervezas]–
Huxley, A., escritor inglés–
Hygieia, semidiosa griega sanadora–
Hyoscyamus spp. [beleño, henbane]–
Hypericurn perforaturn L. [hipérico]–
Hypnotica [hipnóticos de Lewin]–
ibn–Sina, A.A. al–H. [Avicena]–
¡boga [raíz de Tabernanthe ¡boga]–
ibogaína [alcaloide de T. ¡boga]–
¡caro [ayahuasva melodías sanadoras]–
ideal artificial de Baudelaire–
idiosincrasia–
igorot, pueblo de las Filipinas–
iluminación espiritual–
imipramina, HCL [Tofranil®]–
impresionistas, artistas del siglo XIX–
incubación, rito sanatorio de Asclepio–
Inderal® [propranolol HCL/ Sumial®]–
individualidad bioquímica–
Inebriantia [anestésicos de Lewin]–
ingeniería psicofarmacológica–
Inhibidor, Recapt. de serotonina–
Inhibidor de vínculo Diacepínico [IVD]–
inhibidores, MAO [IMAO]– inmunodepresivos, drogas como–
inmunoestimulantes, drogas como–
Inocencio [sic] III, Papa rapaz–
Inquisición Farmacrática–
insulina, hormona hipoglicernica–
intoxicación–
introvertidos, drogas y–
inyección de droga–
ipadú [polvo amazónico de coca]–
Ipomea violacea [enteógeno tlitliltzin]–
iproniazida, fosfato de [Marsilid®]–
Isaías, profeta israelita bíblico–
Islam, paraíso artificial musulmán–
israelitas [o hebreos] –
Jacob III, P., químico usano–
Jarry, A. [1873–1906], dramatur. Francés–
Jehová, dios bíblico duplícito–
Johnson, B., corredor canadiense–
Johnton, J.F., quím. escocés–
Jones, J., opiólogo británico–
Jordan, Biblical River of Milk–
Joyce, ]. [1882–1941], esc. irlandés–
judaísmo, religión israelita [o hebrea]–
judeocristianismo, religión–
juego, adicción a [o ludopatíaJ–
Jünger, E., psiconauta alemán–
Juramento Hipocrático de los médicos–
kahunas [chamanes hawaianos]–
kairomonas, clase aleloquímica–
kakuljá hurakan [Amanita muscaria]–
Kaplan, R.W., etnógrafo usano–
katzenjammers [o resacas]–
kava [Piper methysticum]–
kavaína [kava–lactona o kava–pirona]–
Keewaydinoquay, chamán ojibway–
Kennedy, J.F. [1917–1963], Presidente–
khanty [ostiácos], pueblo de Siberia–
Khantzian, E.J., psiquiatra usano–
Koop, C.E., Cirujano General usano–
koriácos, de Kamchatka, Siberia –
koribó–nafuni [rapé de Tanacium]–
Kraepelin, E., psiqui. alemán–
Kramer, P.D., psiquiatra usano–
krateres, vasos para pócima eleusina–
kykeon, enteógeno eleusino–
La Barre, W, etnógr. usano–
lactasa gástrica/lactosa [azúcar de leche]–
Lago de Leche, enteógeno siberiano–
Largo, alelo [L] serotonina trans.–
láudano–
Leavitt, F., drogabusólogo usano–
lenitivas [o paliativas]–
Lenson, D., farmacógrafo usano–
letheon [éter dietllico como anestésico]–
levaduras de fermentación–
Lewin, L., quím. alemán–
Lewis, C., corredor olímpico usano–
licores alcohólicos–
Life Magazine usana–
Lindner, P., microbiólogo alemán–
ling chih [hongo Ganoderma lueidum]–
lingüística–
Linnxus [Carl von Linné], botánico–
N–linoleoiletanolamina [de T cacao]–
[b–lipotropina, hormona pituitaria–
Litio [LI+] / carbonato de litio–
Logos, de Heráclito de Éfeso–
London, J., escritor usano–
Lophophora diffusa [péyotl aliado] –
Lophophora williamsii [péyotl]–
Lophophorin [péyotl alcaloide]–
LSD–25 [Ác. Lisérgico, Dietilamida]–
Ludlow, F.H., hachichin–
Luftwaffe, fuerza aérea alemana nazi–
Luminal® [fenobarbital, Dormileno®]–
llamas, descubridores de drogas–
rnadjound / majoon, Cannabis cónfite–
maguey [Agave spp. para pulque/actli]–
maltasa gástrica, idiosincrasia en–
rnandrágora [Mandragora oficinarum]–
Mandragora oficinarum [mandrágora]–
Manet, É. [1832–1883], artista francés–
Mani, profeta persa–
maniqueísmo, religión de Mani–
Manson, C., asesino cúltico usano–
mantram, senda a paraíso artificial–
MAOA / MAOB [enzimas]–Mardersteig, G., impresor italiano–
marihuana [Cannabis spp.]–
Marinol® [THC farmacéutico]–
Marsilid® [iproniacida, fosfato de]–
Martín de Valencia, fraile franciscano–
Masterpiece Tobac® [chicle/tabaco]–
Masters, R.E.L., médico usano–
masturbación, pecado de autoabuso–
matamoscas [A. muscaria]–
Materia Medica de P. Dioscérides–
mazatecos, indios mesoamericanos–
MDMA, HCL [Éxtasis, Adam, XTC]–
Medea, deidad griega de hechicería–
medicina moksha [enteógeno de Huxleyj–
medicinas patentadas, opiáceos y–
meditación, paraíso artificial–
melancólico, humor/temperam.–
melatonina, hormona «reloj» pineal–
ménades [o bacantes de Dioniso]–
mensajero, ARN [Ácido RiboNucléico]–
Meperidina, HCL [Demerol® opiáceo]–
meprobamato [Miltown® sedante]–
mescal [mal nombre de péyotl]–
mescal, botones [mal nombre de péyotl]– mescalina [alcaloide de
péyotl]–
Mescalito [sic], ficción de Castañeda–
mesolímbico, dopamina y–
mesolímbico, sistema del cerebro–
mesomórfico [somatotipo de Sheldon]–
metadona, HCL [opiáceo Dolaphine]–
metanfetamina, HCL [Pervitin®]–
metilcatinona, HCL [estim. artificial cat]–
metilfenidato, HCL [Ritalin®]–
α –metil–fentanil [«China White»j–
2–metil–nicotina [análogo de nicotina]–
4–metil–nicotina [análogo de nicotina]–
metisticina [kava–lactona o pirona]–
mexcálmetl / mezcál [de Agave spp.]–
Mezcalin [mescalina de péyotl]–
Michaux, H. [1899–1984], poeta fr.–
mijoulo folho [hongo loco francés]–
miltirona [Salvia miltiorrhiza quinona]–
Milton, J., poeta paradisíaco inglés–
Miltown® [meprobamato sedante]–
minoxidil [Rogaine® anticalvicie]–
rniskwedo [Amanita muscaria ojibway]–
Mississippi River de norteamérica–
Misterios arcaicos–
Misterios eleusinos–
misticismo–
Mitchell, SW, médico usano–
Moclobemida [IMAO/IRMA Aurorix®]–
MonoAmino oxidasa [MAO]–
monoteísmo del Oriente Próximo –
Moravec, H., experto «robótico» usano–
Morcau, J. .J., psiquiatra francés–
Morfeo, dios soñoliento griego–
morfina–
morfina, metiléter de [codeína]–
Morgan, EP, médico usano–
Mortimer, WG., médico usano–
Morton, WTG., dentista de letheon–
moscas [de posesión «demónica»]–
MPPP / MPTP / MPP + [opioide y toxina]–
mukhomor [A. muscaria rusa]–
Mimo, H., etnógrafo usano–
muscale, botones [péyotl mal nombre]–
muscimol [Amanita muscaria alcal.]–
Mushrooms Rusia & History–
música y músicos–
Musset,A. de [1810–1857], escritor fr.–
mystai, neófitos eleusinos–
mysterium sempíternum–
naloxona, HCL [antagonista opiácea (narcótica) Narcan®]–
naltrexona, HCL [ReVia®]–
Narcan® [naloxona, HCL [ Naloxone®]–
Narcóticos–
narcóticos [o opiáceos], antagonistas de–
Narrenschwamm [hongo de arlequín]–
National institute on Drug Abuse–
Native American [péyotl] Church–
natural, definido por Diccionario RAE–
nazis [partido alemán NSDAP]–
néctar [de inmortalidad y tóxico]–
Neogea [o Nuevo Mundo]–
Nepeta catarla L. [hierba gatera]–
nepetalactonas [de .Nepeta catarla L.]–
Nerval, C. de [1808–18S5], escritor fr–
neuroadaptación a las drogas–
neurofarmacología–
neurohumores [neurotransmisores]–
neurolépticos / Neuroleptica–
neuronas–
neuroreceptores–
neuroquímica–
«neuroticismo» y la ansiedad–
neurotransmisores–
neurotransmisores, transportadores de–
Nezahualcóyotl, Acolmiztli, poeta–
niacina [ácido nicotínico, vitamina B6]–
Nichols, D.E., químico usano–
Nicoderm® [parche dérmico de nicotina]–
Nicorette® [chicle de nicotina]–
Nicotiana tabacum [planta del tabaco]–
nicotina–
nicotina, chicle de [Nicorerte®]–
nicotina, parches de [Nicoderm®]–
nicotina, solución intranasal de–
nicotina, sustitución de–
nicotínicos, los neuroreceptores–
Nicotrol® [nebulizador de nicotina]–
Nietzsche, F.W, filósofo alemán–
nirvana, paraíso meditativo–
Nitrógeno [N2], elemento del aire–
nootrópicos [o drogas listas]–
Nootropil® [piracetam, Genogr¡s®]–
norepinefrina–
nornicotina, el alcaloide del tabaco–
nostrum numinosa medicinal–
núcleo accumbens–
nutrición–
Nyí, Rock of, de la Amazonia–
obesidad, adicción alimenticia–
octli [vino de Agave mesoamer., pulque]–121 Odín, dios chamánico
nórdico–
oinoi [vinos griegos fortificados]–
ojibway [ahnishinaubeg], indios–
ojos desincorporados, glifos visionarios–
N–oleoiletanolamina [de T. cacao]–
ololiuhqui [seco. De T. corymbosa]–
opiáceos, [neuro] receptores–
opiáceos / opioides–
opio [de Papaver somniférum]–
oración, senda a paraíso artificial–
oráculos adivinatorios–
orinálisis, pruebas de drogas–
ostiácos [khanty], pueblo de Siberia–
Othrörir [amrta nórdica, ambrosía]–
Otro mundo, fe ciega en–
óxido nitroso [N2O], anestésico–
oxígeno [O2], elemento del aire–
Paleogea [o el Mundo Viejo]–
paliativos [lenitivos]–
Palmer, C., escritora usana–
Parreurí–Gahsíru [Anaconda–Canoa]–
Panacea, semidiosa griega sanadora–
Pangea/éica [Tierra]–
panx [Amanita muscaria siberiana]–
Papaver somniferum L. [adormidera]–
Paracelsus, químico suizo–
paraísos–
paraísos artificiales–
paraísos estéticos, naturales–
paraísos naturales–
paranoia inducida por la cocaína–
paricá [Anadenanthera peregrina rapé]–
Parke, Davis & Co., farmacéutica–
parkinsonismo–
Parnassos, Axis Mundi délfico–
parsimonia farmacológica–
Paspalum distichum, hierba silvestre–
Passiflora arrulea [fitosedante]–
Pasteur, L. [1822–1895], químico fr.—
Paullinia cupana [estimul. guaraná]–
pecado, placer como [sic]–
Peganum harmala [planta de harmel]–
Pellotin [alcaloide de Péyotl]–
Penélope [personaje homérico, Odisea]–
Penteo [personaje, Eurípides, Baccha]–
pepsina gástrica, idiosincrasia en–
péptidos neuroquím.–
persas [indoarios]–
Pervitin® [metanfetamina, HCL]–
pesquizas de cavidades corporales–
péyotl [Lophophora williamsii]–
Phantastica [de Lewin]–
pharmacophilia–
pharmacotheon–
Picasso, P. [1881–1973], artista español–
Pichois, C., editor de Baudelaire–
Piedra Elixir [o «Filosofal»]–
Piedra Filosofal [o «Elixir»]–
Pimodan, Hotel de París–
pindolol [Visken®] y los enteógenos–
Piper methyscum [kava, ´awa]–
piracetam [«droga lista» Nootropil®]–
Pira–paraná River, río de la Amazonia–
placebo, sacramentos [inactivos)–
placebo, sustituto de droga–
placer–
placer, centros neurales de–
placer, drogas de–
placeres más puros–
plantas–espíritu / –maestra–
Platón [427–347], Fílósofo griego–
Plutarco [46–120], escritor griego
Poe, E.A., poeta usano morboso–
poesía–
poliabuso [sic] de las sustancias–
polimorfrsmos genéticos–
Pollin, W, ex–director del NIDA usano–
Ponce de León, J., conquistador español–
Pondinil® [fenfluramina, HCL anorex.]–
Popol Vuh [texto maya quiché]–
Porta, G.B. Della, erudito italiano–
posología psiconáutica
potasio [K+] en café y en las neuronas–
Pozo de Mimir de Odín–
Praxágoras de Cos y los humores–
Prentiss, DW., médico usano–
profecía, psicopatología [sic] de–
prohibición de la droga–
Promid® [proglumida anti–úlcera]–
Propensos a Ataques Abstinenciales [PAA], ratones–
propranolol, HCL [Inderal®
/Sumial®]–
protestantismo, Reforma cristiana
Prousr, M. [1871–1922], autor francés–
Proyecto Genoma Humano–
Prozac® [IRS fluoxetina ect]–
pruebas genéticas, bioética de–
Pseudomonas lindneri, pulque bacteria–
psicodislépticos [enteógenos (tic)]–
psicofarmacia, ciencia celestial de–
psicofarmacología–
psicofarmacología cosmética–
psiconiétricas, pruebas–
psiconautas–
psiconáuticos, bioensayos–
psicopatología–
psicopompos–
psicoterapia–
psicotomiméticos [sic]–
psilocibina–
psilocina [enteógeno 4–OH–DMT]–
Psilocybe caerulescens Mur. [teonanácatl]–
Psilocybe mexicana Heim [ teonanácatl]–
psiquedélico [psicodélico]–
psyche o alma, griego arcaico–
Psychotria viridis [ayahuasca DMT–hoja]–
Puharich, A., médico usano–
pulque [vino de Agave, octli]–
Puranas, leyendas hindúes de la India–
puritanismo farmacológico–
putka / putika [hongo] y la soma védica–
qat [Catha edulis]–
quiché, indios mayas de centroamérica–135 quintaesencia,
miscelánea–
Ramakrislina, santo de la India
rapés, drogas y–
Rätsch, C., psiconauta alemán–
Rauvola serpentina [snakeroot]–
reactor nuclear, «pila atómica„ de Fermi–
receptores, neuro–
recompensa, el circuito de–
recompensa de drogas–
recompensa, síndrome deficitario de–
Reforma Enteogénica–
Reforma protestante–
refreno negativo [o aversión]–
refuerzo positivo–
Reichel–Dolmatoff, G. [1912–1994]–
religiones–
religiones artificiales–
religiones naturales [extáticas]–
Renacimiento, Paracelsus como heraldo–
renos, descub. de drogas–
Repke, D.B., químico usano–
resacas [o katzenjammers]–
reserpina [prototipo tranquilizadorl–
Resistentes a Ataques Abstinenciales [RAA], ratones–
Retin–A® ác. retinóico [vit. A–ácido]–
retraso mental–
ReVia® [naltrexona, HCL]–
Reynolds, R.J., tabaquera usana–
RgVeda, epopeya indoario–Rimbaud, A. [1854–1891], poeta francés–
Ritalin® [metilfenidato, HCL]–
River of Milk [Ahpikondiá amazónico]–
Rogaine® [minoxidil anticalvicie]–
Romano, Imperio–
Ropp, R.S. de, farmacólogo usano–
Rouhier, A., péyotlista francés–
Rock, C.A.P., filólogo usano–
Russell, A.H., experto en tabaco–
Saar, M., mitólogo estonio–
Sabina, M., chamana mazateca–
sacramentos–
salené huby [«hongo loco» eslovaco]–
Salman Savaji, J., poeta sufi–
salud pública, embriagantes y–
Salud Pública [antidroga/ Leyes de [sic]–
salvanol / salviol [tujona visionaria]–
Salvia miltiorrhiza [salvia sedante]–
Salvia ofcinalis [salvia culinaria]–
samadhi /satori, paraísos meditativos–
Sandoz LTD.,farmacéutica–sangúineo, humor/temperamento–
Santa Cena [Santa Comunión]–
sapos [anuranos or anfibios tóxicos]–
Saryanavat, montaña paradisíaca india–
Schultes, R. E., ecobotánico usano–
Science, de AAAS, revista usana–
Seattle, jefe indio de norteamérica–
sedantes–
serotonina [5–Hldroxl–Triptamina o 5–HT]
serotonina, transportador–
serpiente, espíritu ctónico–
sertrallna, HCL [IRS Zoloft®]–
Sertürner, F.WA., químico alemán–
sexo–
Shabescari, M., poeta sufi–
Shakespeare, W [1564–1616], poeta br—
Sbanabmeh de Firdousi, epopeya persa–
Shulgin, A., escritora neozelandesa–
Shulgin, AT, químico usano–
SIDA e inyección ¡.v. de drogas–
Siegel, R.K., médico usano–
Simpson, J.Y, obstétrico escocés–
síndrome de Tourettc, nicotina y–
sistema límbico, cerebro–
sodio [Na+] y neurotransmisión–
Solanum spp. [género de Solanacea]–
Soma [enteógeno indoario]–
Soma® [carisoprodol sedante]–
somatotipificar, de WH. Sheldon–
Sophora secundrllora [mescal (sic) haba]–
soplando, procesamiento de tabaco–
Späth, E., químico mescalínico alemán–
Staples, D., filólogo usano–
stibas [lecho de la incubación]–
subidón del corredor [endopiáceo]–
substantia nigra cerebral–
sucrasa gástrica, idiosincrasia en–
sueño corto [Sc], ratones–
Sueño largo [SL], ratones–
sueños–
supersticiones [sic] religiosas–
Sustancias, droga endógena del dolor–
Swedenborg, E., teólogo sueco–
symposion, fiesta griega de embriaguez–
synapsis neurales–

Szasz, T, médico usano–


tabaco [Nicotiana spp.]–tabaco masticable, uso usano–
tabaco, sábana de [restos prensados]–
Tabernanthe ¡boga [planta ¡boga fang]–
Tales de Mileto y agua como elemento–
tanacetona [tujona visionaria, absinthe]–
Tanacium nocturum [planta de rapé]–
taoistas y su hongo fabuloso ling chih]– tarahumaras, indios de
mesoamérica–
té [Camellia sinensis, planta, cafeína]–
tegmentoventral, área cerebral–
teleología, «Doctrina de las Signaturas»–
telepatina [harmina de la ayahusca]–
telesterion [templo eleusino]–
Temgesic® [buprenorfina, HCL /Bupre®]–
temicxoch [sueño enteogénico]– temperamento intrínseco
Tendor® [debrisoquina, sulfato de]–
Tengu / hongo tengu–take–
teobromina [alcaloide del cacao]–
teonanácatl, hongos visionarios–
Teoría Wasson [de religiones]–
teósofos, Paracelsus y–
testosterona, hormona de sexo–
THC–20–
Thénard, L.J., científico francés –
Theobroma cacao [planta del chocolate]–
theriacum inmuno estimulante–
Thermobacterium mobile, y pulque–
Thorazine® [clorpromacina, HCL]–
Thoreau, H.D., escrir. usano–
tierra como elemento primal–
Tilia spp., benzodiacepinas en–
Time Magazine, revista usana–
tlitliltzin [semillas de Ipomea violacea]–
toadstool [Amanita muscaria inglesa]–
tocat del bolet [tocado por la Amanita]–
Tofranil® [imipramina, HCL]–
tolerancia a las drogas–
tolerancia cruzada a drogas aliadas–
tolerancia opiácea, vacuna contra–
Tonga [poción, Brugmansia sanguínea]–
tónico hiperhedónico de Huxley–
Toulouse–Lautrec, H. de [1864–1901]–
toxicomanía [drogohabituación]–
trabajomanía [adicción al trabajo]–
trance, los narcóticos [sic] de Eliade y–
tranquilizantes [sedantes medicin.]–
∆ 1–3,4–trans–TetraHidroCannabinol [THC]–
transubstanciación, sacramentos–
trastorno depresivo disdopamínico–
Trinity botánica de los indios tukano–
triptaminas visionarias–
trisulfuro de antimonio [Sb2S3]–
tropanos [Solanacea]–
tujona [3–tujanona de absinnthe]–
tukanos, indios amazónicos–
Turbina corymbosa [ololiuhqui fuente]–
ungüentos, pomadas visionarias–
Ur–Religion, chamanismo como–
usanos, definido [UnitedstatesiANS]–
U.S. v. Doremus caso de Corte Suprema–
vacunas [inmunoestimul.]–
Valeriana oficinalis [sedante valeriana]–
Valium® [diazepam]–
Valium® receptor–
Van Gogh, V [1853–1890], artista holan.–
Vedas indoarias–
Venus, diosa romana concupiscente–
Verlaine, PM. [1844–1896], poeta franc.—
verrückte Schwammerl [hongo de locura]–
Vesalius, A., anatomista italiano–
Vía Láctea, galaxia–
Vin Mariani® [coca/vino de Burdeos]–
vinos–
visiones enteogénicas–Visken® [pindolol] y enteógenos–
vitamina A [todo–trans–retinol]–
vitamina B2 [riboflavina, lactoflavina]–
vitamina C [ácido–L–ascórblco]–
vitamina E [α –tocoferol]–
vitaminas en la alimentación–
vodka [licor de patata destilado]–
warao, indios sudamericanos–
Wasson, R.G.–
Wasson, V.P, etnomicóloga rusa–
Wehrmacht, ejército alemán nazi–
Weil, A.T, médico organófilo usano–
White, WC., cientifico de opio usano–
Wilbert, J., etnógrafo alemán–
Wilde, O. [F.O. Wills], escritor inglés–
Wilson, E., crítico literario usano–
Wood, A., médico escocés–
Wordsworth, W, poeta británico–
Wren, C., arquitecto británico–
xantina, alcaloides de–
santonas [IMAOS de Hypericum]–
xochioctli [octli o pulque enteogénico]–
xóchitl [«flor» enteógeno en náhuatl]–
yagana / yagana [poción kava de Fidji]–
Yerrnak, conquistador de Siberia–
Yggdrasil, Árbol del Mundo nórdico–
yoga, senda a paraíso artificial–
Yu, Lu, oficial chino–
Zoloft® [IRS sertralina, HCL]–
zoofarmacognosia–
zoroastrismo / mazdeísmo de Avesta–
Zoroastro / Zaratustra [ca. VI s. a.c.]–

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