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No cabe duda de que la relación médico-paciente ha actuado desde siempre como un eje
vertebrador de la profesión médica. Y es que dicha relación congrega poderosas fuerzas humanas:
la fe, la confianza, la esperanza, la fortaleza moral o la aceptación de la adversidad como
fenómeno vital. En los últimos tiempos la medicina se ha transformado más que en cualquier
época, por ello la relación médica ha sufrido cambios sustanciales, pero sin perder su carácter de
fundamento del acto médico.
El fin propio de la relación clínica es la salud del paciente. Aquí, precisa Laín, contrariamente a lo
que sostienen algunos, el fin último del médico no puede ser la bondad moral del ser humano o su
felicidad. Estas no son consecuencia necesaria de la salud y dependen por un lado, de lo que cada
persona haga por sí misma en ejercicio de su libertad para hacer realidad su proyecto vital y, por el
otro, de esa enigmática determinación de la vida humana representada por el azar.
El vínculo propio de la relación médico–paciente es aquel en el que adquieren una realidad
concreta los actos objetivantes y empáticos antes mencionados. Si bien este vínculo muestra un
abanico de distintas posibilidades, cuando la relación es óptima, el vínculo que une entre sí al
médico y al enfermo es el eros terapéutico, la filantropía, vale decir el amor al prójimo. Laín nos
recuerda que Paracelso escribía que es el amor lo que nos hace aprender el arte de la medicina, y
fundamentalmente nuestra vocación por cuidar la vida y la salud del prójimo. Años después Freud
dará el nombre de ‘transferencia’ a la intensa relación personal que se da en el curso de la
atención médica, sobre todo cuando se trata de enfermedades de evolución prolongada.
El momento ético, que entraña la sujeción a las normas que regulan la conducta del
médico en marco de la relación clínica; y
El momento histórico – social, que comprende los aspectos sociales del médico, del
paciente, de la enfermedad y de la propia relación.
La Anamnesis
Para aprender a interrogar al paciente y obtener una historia clínica adecuada se requiere
de una guía organizada y objetiva. Solamente así se puede evitar la elaboración de
historias ambiguas, superficiales, desorganizadas, artificiosas y redundantes.
Con el fin de contribuir a la realización eficiente e integral de la anamnesis en la práctica
clínica diaria, a través de este trabajo se presentan sus aspectos metodológicos más
relevantes.
2. Recepción. Al hacer contacto con el paciente la entrevista se debe iniciar con el saludo
cordial y personalizado. Esto implica el uso apropiado de los nombres del paciente y no de
términos despersonalizadores como "abuela" o "mamá". Además ayuda a que el
entrevistador se introduzca con su nombre y explique el papel que desempeñará en caso
de existir alguna ambigüedad.1-6
3. Desarrollo. Se efectúa para delimitar o clarificar las demandas del paciente (motivo de
consulta) y obtener una explicación de éstas.
Para realzar la comprensión sobre los intereses del entrevistado y poder satisfacerlos, de
forma directa o indirecta, se ha de prestar atención y dar respuesta a 3 aspectos: 1. La
causa de la visita, 2. ¿Cuáles son sus preocupaciones? y 3. Las causas de sus
preocupaciones.1
También hay que distinguir entre las percepciones del paciente y las que las demás
personas de su entorno (por ejemplo, familia y personal médico) consideran relevantes. 7
Luego de esta fase, cada vez que se crea útil, se ha de continuar interrogando sobre los
signos que se descubren o valoren durante el examen objetivo.
Signos Vitales
Axilar
Objetivos
Bandeja
Termómetro Clínico.
Técnica
Lavado de manos.
Registrar en cuadro clínico los datos obtenidos, informar al médico si hay alteración en la
temperatura del paciente.
Rectal
Objetivos
Técnica
Lavado de manos
Elevar la nalga superior, pedir al paciente que haga una respiración profunda.
Introducir suavemente en zona anal el termómetro alrededor de 1,5 a 4 cm, según la edad
del paciente.
No forzar la inserción del termómetro, si no se puede introducir puede que la zona este
ocupada con materia fecal (especialmente en niño o lactante.).
Pulso
Objetivos
Material
Anotador.
Técnica
Lavado de manos.
Presionar con el pulpejo de los dedos anular y medio (no utilizar el dedo pulgar puede
confundirse las pulsaciones).
El
pulso se palpa mejor sobre arterias cercanas a la superficie corporal que descansa sobre
huesos.
Una vez que se palpa el pulso contar con el segundero por 30 “ (segundos) y multiplicar
por dos, de esa manera se obtendrá las pulsaciones de un 1 (uno) minuto. (Otra forma de
obtener las pulsaciones es palpar en 15” el pulso y multiplicar este resultado por cuatro).
En un pulso irregular es necesario contar las pulsaciones en un minuto para obtener datos
fehacientes.
Si se toma pulso apical, colocar la campana del estetoscopio sobre el vértice del corazón,
sitúese a la izquierda del esternón y segundo espacio intercostal, siga auscultando hasta
localizar el latido cardíaco con mayor intensidad.
El conteo del mismo se obtiene igual que el pulso periférico.
Limpiar y desinfectar las olivas del estetoscopio y campana para cada control.
E
n un pulso irregular es necesario contar las pulsaciones en un minuto para obtener datos
fehacientes.
Frecuencia respiratoria
Objetivos
Materiales
Reloj con segundero.
Anotador.
Técnica
Lavado de manos.
Realizar el conteo por 30 segundos y multiplicar por dos, para tomar la FR en un minuto, si
los movimientos torácicos son regulares, caso contrario contar 60 segundos.
Para qué la respiración sea normal debe tener un ritmo regular, los espacios entre una y
otra normalmente son uniformes, debe ser no tan profunda; el volumen de aire
intercambiado debe ser pequeño, la respiraciones deben ser de manera silenciosa y sin
esfuerzo.
Registrar los datos obtenidos y sus características en la hoja de controles de signos vitales,
informar al médico tratante cualquier anormalidad.
Realizar el
conteo por 30 segundos y multiplicar por dos , para tomar la FR en un minuto, si los
movimientos torácicos son regulares, caso contrario contar 60 segundos.
Presión arterial
Objetivos
Obtener una medición de la tensión arterial basal para evaluaciones posteriores.
Materiales
Estetoscopio.
Técnica
Lavado de manos.
Consultar si toma algún fármaco que pueda hacer variar los valores.
El antebrazo apoyado a nivel del corazón ( la T/A aumenta cuando el brazo está por
debajo de ese nivel y disminuye a la inversa).
Colocar el manguito desinflado alrededor de la parte superior del brazo, por arriba de 2,5
cm desde el espacio antecubital.
Los auriculares del estetoscopio deben estar en el oído de manera que se inclinen un poco
hacia adelante.
Qué es la psoriasis?
La psoriasis es una enfermedad inflamatoria crónica de la piel que se caracteriza por la aparición
de lesiones rojizas escamosas preferentemente en codos, rodillas y cuero cabelludo, y que tiene la
posibilidad de afectar a uñas y articulaciones. No es una enfermedad contagiosa ni hereditaria, y,
aunque existe predisposición genética en las personas que la padecen, suelen estar involucrados
además otros factores desencadenantes.
Se origina debido a una disfunción en el sistema inmune y puede aparecer en cualquier parte del
cuerpo.
La psoriasis presenta diversas formas clínicas, según la Sociedad Española de Reumatología (SER):
Psoriasis vulgar (en placas). Es la más frecuente. El 90% de los adultos afectados presenta
esta variante, que se caracteriza por la presencia de placas escamosas, rojizas, muy bien
delimitadas, que suelen distribuirse de forma simétrica por el cuerpo. Generalmente, estas
placas no producen síntomas aunque pueden producir un poco de picor. El cuero
cabelludo, los codos, las rodillas y la región sacra son, con frecuencia, las zonas más
afectadas. Los genitales se ven afectados hasta en un 30% de los casos. Las placas pueden
persistir meses o años en las mismas localizaciones. Las lesiones pequeñas pueden confluir
formando grandes placas de bordes geográficos o aclararse en el centro adoptando una
morfología anular.
Psoriasis gutata. En general, es muy poco frecuente, pero es la forma de presentación más
habitual en niños y adolescentes (entre un 44% y un 95% de los pacientes infantiles la
padecen). Se caracteriza por numerosas placas de pequeño tamaño (entre 0,5 y 1,5
centímetros) que aparecen principalmente en el tronco y cerca de las extremidades,
aunque no suele afectar a plantas y pies. Suele aparecer en forma de brotes después de
determinadas infecciones. En niños, las lesiones suelen remitir espontáneamente en
semanas o meses, mientras que este tipo de psoriasis tiende a hacerse crónica en adultos.
Variantes pustulosas. Son variantes de la psoriasis en las que se forman pústulas visibles a
simple vista (pustulosis palmoplantar, acrodermatitis pustulosa, psoriasis pustulosa
generalizada y psoriasis gestacional o del embarazo).
La enfermedad comienza cuando los linfocitos T, un tipo de células blancas presentes en la sangre
que ayudan a proteger el cuerpo contra las infecciones, se activan de manera indebida. Esto
desencadena diversas respuestas inmunitarias, entre ellas, la proliferación y dilatación de los vasos
sanguíneos de la piel y la proliferación de un tipo de células de la piel llamadas queratinocitos. En
consecuencia, se acelera el proceso de renovación celular de la epidermis, que de treinta días (que
es lo habitual) pasa a producirse en solo cuatro, lo que provoca que las células suban demasiado
rápido a la superficie de la piel y se acumulen en la capa córnea, donde se forman placas de
escamas blanquecinas.
Aunque, como hemos dicho, la psoriasis no es una enfermedad hereditaria, sí es frecuente que las
personas que la sufren cuenten con antecedentes familiares de psoriasis. En concreto, una tercera
parte de los pacientes tiene familiares directos con esta dolencia.
Infecciones. La psoriasis en gotas aparece con frecuencia poco tiempo después de una
faringitis por estreptococo.
Tabaco. No solo aumenta el riesgo de psoriasis, sino que también puede aumentar la
gravedad de la enfermedad. El tabaco también puede desempeñar un papel en el
desarrollo inicial de la enfermedad.
Algunos estudios relacionan también la psoriasis con una alimentación rica en la ingesta
de un ácido graso llamado ácido araquidónico (AA), presente en alimentos como la carne
de vacuno, el cerdo, el pollo, los huevos, la leche de vaca, los cacahuetes, los lácteos y la
mantequilla, entre otros.
¿Qué síntomas produce?
La principal lesión de la psoriasis son las placas o manchas rojas cubiertas de escamas
blanquecinas de grosor variable, formadas por los queratinocitos que se acumulan en la piel. El
tamaño y la forma de las placas varían en función del paciente e, incluso, en el mismo paciente:
pueden ser de pocos milímetros o llegar a cubrir zonas corporales extensas. A veces las placas
pueden estar rodeadas de un anillo más claro.
Estas placas, que pueden producir picor o dolor, suelen aparecer en codos, antebrazos, rodillas, la
parte baja de la espalda, la cara, las palmas de las manos y las plantas de los pies, aunque depende
de cada paciente y del tipo de psoriasis que padezca. También es frecuente que la enfermedad se
manifieste en el cuero cabelludo y las uñas e, igualmente, puede aparecer en los genitales y
dentro de la boca.
En ocasiones, puede ser difícil de diagnosticar, porque los síntomas se parecen a los de otras
enfermedades cutáneas, por lo que puede ser necesario examinar una pequeña muestra de piel
en el microscopio. Así mismo, una maniobra exploratoria clásica de la placa de psoriasis es el
raspado metódico de Brocq, que se realiza con una cucharilla metálica sobre una placa sin tratar.
Aunque todos los tratamientos de la psoriasis son efectivos para la mayoría de los pacientes,
ninguno lo es para todo el mundo, ya que la respuesta a cada tratamiento varía de una persona a
otra.
Solo excepcionalmente la psoriasis se cura de manera permanente, pero lo habitual es que sea
recurrente y crónica. El tratamiento, enfocado al control de los síntomas y la prevención de
infecciones secundarias, depende de factores como la gravedad de la enfermedad, el tamaño de
las placas, el tipo de psoriasis y la reacción del paciente ante ciertos tratamientos.
Tratamiento
Una vez realizado el diagnóstico, el énfasis de la información que se entrega al paciente debe estar
en:
Explicar los factores desencadenantes asociados (estrés, fármacos: beta bloqueadores, inhibidores
de la enzima convertidora de angiotensina, litio, heridas en piel, consumo de tabaco y alcohol)
Algunos de los tratamientos disponibles en Atención Primaria y que se han estudiado son:
Corticoides
Nunca hay que usar corticoides sistémicos por el peligro de un rebote severo, además de los
efectos secundarios que produce sobre la piel.
Son una muy buena alternativa al uso de corticoides, e incluso se pueden asociar a ellos (6,8,11).
La ventaja es que tiene menos efectos secundarios que los corticoides, y son menos desagradables
que el alquitrán aunque pueden irritar localmente la piel. En Chile el calcipotriol se vende en
crema y solución, la desventaja es su elevado costo.
En una revisión sistemática se encontró que el calcipotriol es más efectivo que placebo, y que el
calcipotriol más corticoides potentes mejoran significativamente las lesiones comparados con
calcipotriol solo (5).
Emolientes y queratolíticos
Estos son recomendables para cualquier paciente, se usan como coadyuvantes de otro
tratamiento (6). Limitan la descamación, disminuyen las fisuras y pueden ser antipruriginosos.
Alquitrán de Hulla
Esta sustancia ha sido utilizada por años, y su uso ha disminuido paulatinamente como terapia
tópica exclusiva con la llegada de los otros fármacos (2). Su olor es muy fuerte y manchan, por lo
que muchos pacientes se niegan a utilizarlo; no se conoce con claridad su mecanismo de acción. Se
ha descrito que pueden causar irritación y foliculitis. Los ensayos clínicos randomizados que han
estudiado su efectividad son muy pequeños para demostrar significancias estadísticas relevantes
(11).
Otros tratamientos
Hay una variedad de alternativas de tratamiento tales como baños de sol, baño en la playa,
vitaminas orales, productos naturales, acupuntura, helioterapia, etc., que no disponen de estudios
con la fuerza de evidencia suficiente para promoverlos