Está en la página 1de 1

La desaparición de Honoré Subrac

A pesar de las minuciosas investigaciones, la policía no ha llegado a dilucidar el misterio de


la desaparición de Honoré Subrac.

Había sido amigo mío, y como yo conocía la verdad acerca de su caso, me sentí obligado a
informar a la justicia sobre lo que había ocurrido. El juez ante el cual presté declaración
empleó conmigo, después de haber escuchado mi relato, un tono de cortesía tan espantado,
que no me cupo la menor duda de que me tomaba por loco. Se lo dije, y entonces él se puso
aún más amable. Luego, levantándose de su silla, me condujo hasta la puerta, y vi que su
escribano estaba de pie, con los puños apretados, dispuesto a saltar sobre mí si me daba un
ataque de furia.

No insistí. El caso de Honoré Subrac era, en efecto, tan extraño, que la verdad parecía
increíble. Se sabía, por las noticias aparecidas en los diarios, que Subrac pasaba por ser un
individuo original. Tanto en invierno como en verano solo vestía una hopalanda y se
calzaba únicamente con pantuflas. Era muy rico, y como su manera de vestir me
sorprendía, le pregunté un día cuál era su motivo.

―Es para desvestirme con mayor rapidez en caso de necesidad—, me respondió. Por otra
parte, es fácil acostumbrarse a salir con poca ropa y se puede prescindir muy bien de ropa
interior, medias y sombrero. Vivo así desde los veinticinco años y nunca me enfermé.

Estas palabras, lejos de aclararme las cosas, agudizaron mi curiosidad.

—¿Por qué —pensé— Honoré Subrac tendrá necesidad de desvestirse tan rápido?

E imaginé toda clase de suposiciones…

También podría gustarte