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Sus muertes frenaron procesos de proyectos productivos, pero no fue el final del

camino de la barbarie. Con la llegada de la pandemia a Colombia, los violentos


encontraron una manera de reinventar su operación criminal para hacerla más
efectiva. Ante la ausencia del Estado en la ruralidad, grupos armados empezaron
a tomar el control total de la población civil.

Una de las grandes debilidades que tiene el grupo o comunidad ASCAMTA


(Asociación Campesina de trabajadores de Argelia-Cauca) es el miedo que
infunden grupos violentos en el Cauca y Nariño dedicados al negocio de la
droga.

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