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| | El ejercicio fisico como estrategia para la prevencién del consumo de drogas MARIA LUNA ADAME TOMAS JESUS CARRASCO GIMENEZ 1. Introduccion No existe, al menos en los paises desarrollados, una causa mds importante de sufrimien- to humano que el consumo de drogas. Las cifras referentes a su coste econémico (por gas- tos sanitarios y en seguridad ciudadana) nos impresionan, pero, a menudo, también nos ha- cen olvidar el dramatico tributo de dolor que se esconde tras ellas. ‘Lamentablemente, la efectividad de las técnicas de tratamiento disponibles es muy limitada, lo que convierte a la prevenci6n en la estrategia mas prometedora para afrontar este desafiante reto. La prictica regular de ejercicio fisico produce numerosos efectos fisicos y psicolégi- cos, muchos de los cuales seria de esperar que pudieran desempefiar un papel preventivo respecto al consumo de drogas. Dichos efectos gon, a nuestro juicio: — Un incremento de la capacidad cardiorrespiratoria y muscular del individuo que le coloca en mejores condiciones para realizar con éxito las tareas que la vida cotidiana nos exige. Resultado de ello deberfa ser una mayor percepcidn de auto- eficacia. Frecuentemente se ha-asociado la baja autoeficacia a un incremento del riesgo de consumo de drogas. — Control del peso corporal: junto con la mejora de las condiciones cardiorrespira- torias y musculares deberfa conducir a una visi6n més positiva de uno mismo, es decir, a un aumento de la autoestima. La baja autoestima es considerada habitual- mente como un importante factor de riesgo. Aumento de los niveles de opidceos endégenos: la sensacién de bienestar provo- cada por dicho aumento permite satisfacer la necesidad, presente en todos los se- res humanos, de experimentar, con razonable frecuencia, un estado de gnimo re- lajado y placentero, Ademés, el efecto ansiolitico de las endorfinas y encefalinas cerebrales supone una valiosa ayuda para hacer frente al estrés. La busqueda de sensaciones placenteras y el estrés estén estrechamente vinculados al inicio y mantenimiento del consumo de drogas. — Mejora de la salud general, menor incidencia de enfermedades: la mejora del es- tado de salud se traduce, por un lado, en unas condiciones més favorables para (© Ediciones Pirémide 218 Psicologia preventiva afrontar el estrés, tanto el derivado de grandes acontecimientos vitales, comg ¢ asociado a los retos que Ia vida cotidiana nos impone, ¥, Por otro, en la reduccign de una de las principales fuentes de estrés: la sutaniat i io: el aburrimiento y la carencia de alternativas con las que [Je nema Sloe a ee ocean a conduzca a la droga como recurso de afrontamiento. El ejercicio fisico propor. ciona una altemnativa en principio variada y entretenida para ocupar los perio, dos de ocio. — Oportunidad para establecer relaciones de amistad: la participacién en deportes de equipo deberfa propiciar el hacer nuevos amigos, creando o fortaleciendo de esta manera una red de apego 0 apoyo interpersonal. La existencia de este tipo de redes es considerada un factor protector contra el inicio en el consumo de drogas. — Ocasién para la adquisicién y puesta en préctica de habilidades de autocontro: la préctica de ejercicio fisico proporciona al individuo oportunidades para adquirir ¢ incrementar la capacidad de mantener una conducta con el apoyo exclusivo de reforzadores condicionados, en aquellas ocasiones en las que el reforzador prima. rio que se busca alcanzar esté muy separado de la emisiOn de la conducta (los beneficios del entrenamiento pueden tardar en llegar, la mejora de la calificacién del equipo exigir4 un trabajo duro, etc.). La falta de autocontrol ha sido sefialada a menudo como un factor de riesgo para el inicio en el consumo de drogas. Ademés de los efectos fisicos y psicolégicos que acabamos de mencionar, cabe suponer que, en muchos casos, la practica del ejercicio fisico estar asociada a una pre- ocupacién por la salud y el cuidado del cuerpo, dificilmente compatible con el consumo de drogas. Hay, por tanto, numerosos motivos, a priori, para esperar que el ejercicio fisico tenga un efecto preventivo sobre el uso y abuso de drogas, y que, consecuentemente, constitu- ya una herramienta preventiva, potencialmente itil, que deberia ser incluida en los pro- gramas de prevencién. Sin embargo, la revisi6n de la literatura sobre la-relaci6n entre ejercicio fisico y con- sumo de drogas pone de manifiesto, a pesar del reducido ntimero de trabajos publicados, un panorama plagado de resultados contradictorios. En efecto, mientras que algunos ¢s- tudios encuentran una relacién negativa, Pequefia o moderada entre ejercicio y consumo de drogas (Buhrman, 1977; Escobedo, Marcus, Holtzman y Giovino, 1993; Hastad, Se- srave, Pangrazi y Petersen, 1984; Lytle, Kelder, Perry y Klepp, 1995; Thorlindsson, 1989; Thorlindsson, Vilhjalmsson y Valgeirsson, 1990), otros informan de una relacién positi- eae Mundt, Bush y Iannotti, 1993; Zakarian, Hovell, Hofstetter, Sallis y aad ¥ Ofros muestran unos resultados mixtos dependiendo de qué edad y droga se tal (Terre, Drabman y Meydrech, 1990; Aaro, Laberg y Wold, 1995) e incluso de qué drog# ¥ tipo de actividad fisica consideremos (Jones y Moberg, 1988; Kamoven, Rimpelé ¥ Rimpelii, 1995). El ejercicio fisico como estrategia Para la prevencién del cons sumo de drogas 219 ién critica de la literatura 2.1. Composicién de la muestra ‘Como se desprende de la tabla 12.1, la composicién de la muestra difiere considera- blemente de unos estudios a otros. Excepto los estudios de Thorlindsson y Thorlindsson y otros, realizados en Islandia, y los de Aarg y otros y Karnoven y otros realizados en Noruega y Finlandia, respectivamente, los restantes han sido llevados a cabo en Estados Unidos. Los estudios de Escobedo y otros, Thorlindsson y otros, Aarg y otros y Karno- ven y otros incluyen muestras representativas a nivel nacional de la poblacién de preado- lescentes y adolescentes de sus diferentes paises (en el caso de Karmoven y otros sélo de varones). Los restantes estudios incorporan muestras de poblacién principalmente de ni- vel econémico bajo, con una composicién racial y un cardcter urbano, suburbano o rural que varia de un estudio a otro. Por tanto, la disparidad de los resultados encontrados en estas investigaciones podria deberse a diferencias en la composicién de las muestras a partir de las cuales han sido obtenidos, lo que sugerirfa que el efecto del ejercicio fisico sobre el consumo de drogas est4 mediatizado por factores culturales, sociceconémicos 0 del entomo fisico en que se ubica el grupo social y/o racial estudiado. Es necesario realizar, en consecuencia, més investigaciones para poder precisar en qué medida la diferente composicién de las muestras contribuye a la disparidad de los resul- tados informados. ercicio fisico y consumo 2.2. Fiabilidad de las medidas de ej de drogas Como también se desprende de Ia observacién de Ia tabla 12,1, todos los estudios ex: cepto uno emplean tnicamente medidas de autoinforme para evaluar tanto la prictica del ejercicio como el consumo de drogas. ee : - ‘Las medidas de autoinforme presentan siempre problemas de fiabilidad relativos a la i oto para informar adecuadamente acerca de la conducta sobre la que se aot Dede de nifios, estas dudas resultan especialmente justificadas, lo ave ha llevado a algunos autores a proponer, para Ia evaluacién del ejercicio fisico, ona ene de recomendaciones acerca de la construccién de las pruebas de autoinforme: on a cién del nivel de vocabulario de los nifios a la que se dirige, inclusién de marc © Ediciones Pirémide ‘SURAIp 3 Sp ond pepianse e| so YRD?— “yoyooye je wed sarmpuns sopeyounug ~roseur 9p o9equI OW, — “UP Te spw o atonbed orpaus owng— “omjuzedio un opeumy 24 rouny— :Sopersunus ap aues vun e ou/is uespuodsoy opeyusa sey so0an seupNg?— ésou Te StonpYODTE Sepiqaq seUIO} s090A seupNy?— (eUEUIDS vy seumy Solpe3i9 ap sayanbed sowupnsy?— owe opesed ja ayueinp joyoo “Ie/o2%qei opiuinsuos sey soon seuyn?— 1 U2 hopeuasius ws sod ages © repeat ‘SeOIWD $e] 3p kun epED 2p sUodap fo ua e791 “99 1 9p K wonsed 9p fate 19p uproengenc, USPOHIOYODTE supIgag seUIO,?— sewing? — swoup 9p ownsuoa sunjvaa end spepecitnn sferunBag V@l VI@VL © Ediciones Pirdmide “yoyoore & sommameaty | mcmpeiep seeiog ora Son. eed — 3 euewias vy & seonzed so200 seiens? “eueuios ej y— | smowTEMIgey seuNY somAreSI> soUpND?— | ToYooTE K soma | -o1d woo peIseLMINYY =n {auodap sesnsead wouansayy z= op? lees | ea of eisedso ormraiafe sooey ersuansayy anb wo?— sed n GeFoN089 e| us odinbo ap sauodap e aiseSnf me : S200 sewupns? “sosatw 7} soumyg soj ug— | “oII}ssE8y Somes ‘onisyy orraiate yo semyena 2 sepansas aed syepezin sfemuntaig ea eon (ug: oO) VT VIEW 222 Psicologia preventiva TABLA 12.1 (continuacion) Confidencia- ida life sobre consumo Cuestionario andnimo Articulos Buhrman (1977) Hastad, Segrave, Pangrazi y Petersen (1984) Jones y Moberg (1988) Thorlindsson (1989) Terre, Drabman y Meydrech (1990) Thorlindsson, Vilhjalsson y Valgeirsson (1990) Escobedo, Marcus, Holtzman y Giovino (1993) D’Elio, Mundt, Bush y Iannotti (1993) Zakarian, Hovell, Hosftetter, Sallis y Keating (1994) ara, Laberg y Wold (1995) Karnoven, Rimpela y Rimpela (1995) Lytle, Kelder, Perry y Klepp (1995) TABLA 12.1 (continua jon) “Articulos Poneman (197) Hastad, Segrave, Pangrazi y Pe- tersen (1984). Jones y Moberg. (1988). Exaditicos descriptivos y regreson wan aac de aca = Tereiinmaliple: mayor consume de abc do caf ene fos que pariipan en auviates depose ge oe he To hacen; menor consumo ene lose elvan acids asco dividates gue ent ton que no ls feulSan(os te distica de las diferencias), : = “ener “Thorlindfsson (1989). Correlacién de Pearson: corelacion negativa significativa ene participaciin on ae Portes y consumo de tabaco. CorrelaciGn negativa entre paricipacion em deportes y Consumo de alcohol, pero significativa s6lo en una de lay dos mucstras inclesdas ca el estudio, Terre, Drabman y Meydrech | Andlisis de componentes principales con rotacin ortogonal: en los sjetos do 12-13 (1990), afios se observa una covariaciOn negativa entre gustar la actividad fisica 9 ct conea- mo de alcohol; en los sujetos de 14-15 aiios encuentran una covariaciGn ncpativa entre sedentarismo y consumo de tabaco de mascar o esnifar. Thorlindsson, Vilhjalsson y Val- | Correlaciones, regres scirsson (1990). : relacién negativa pequefia, pero estadisticamente significa tiva, entre ejercicio fisico y consumo de tabaco y alcohol. Escobedo, Marcus, Holtzman y 7 Regresi6n logistica: la probabilidad de ser fumador habitual y de ser gran fumador se Giovino (1993). reduce de forma estadisticamente significativa conforme la participacién en deportes es mayor (controlando los efectos de la edad, sexo, raza y rendimiento académico) D’Elio, Mundt, Bush y Iannotti | Regresién logistica: los sujetos con niveles de ejercicio moderados y muy altos pre- (1993). sentan un mayor riesgo de fumar (estadisticamente signficativo); los sujetos con ni- veles altos presentan también un mayor riesgo, pero estadisticamente no significat- vo. Encuentran también un mayor riesgo de consumo de alcohol a mayor practica de ejercicio, pero no estadisticamente significativa. Al controlar las variables nivel so- civecondmico, sexo, ntimero de amigos que beben, mimero de amigos que fuman, utoestima y rendimiento académico, el incremento de riesgo de fumar pasa a ser es tadfsticamente no significativo. Zakarian, Hovell, Hofstetter, | Regresién miltiple: en los varones encuentran una pequeia relacién pesitiva entre Sallis y Keating (1994), ejercicio fisico y consumo de cigarrillos (el ejercicio es la quinta variable en porcen- taje de varianza explicado: 8 = 0,09), En las mujeres observan una pequeta relaciéa positiva entre ejercicio fisico y consumo de alcohol (el ejercicio es la sexta variable fn porcentaje de varianza explicado: 8 = 0,09) ‘Aare, Laberg y Wold (1995), Correlaciones de Pearson: pequefia correlacién negativa (r = -0,15) entre actividad ff sica y consumo de cigarrllos. Correlacién précticamente nula (? = 0,1) entre activi dad fisica y consumo de alcohol. Kamoven, Rimpelit y Rimpeli | Regresin logistica: mayor consumo de tabaco de esnifar entre tos adolescents que U5) ran ener | aticipan en actividades deporivas organics or libs. Mencx consumo ene os Solestenes que realizan actividades ficMeporivasinvidales que ext loss jetos inactivos. Menor consumo de cigarilos entre los que participan en actividades Organiza pores que entre ox que no fo hacen Peo exe menor consumo pare ce ser explicado, al menos en parte, por el mayor consumo de taco de esifr (us ttuién del consume de cigarllos por el de abaco de esifren los adolescents participan en actividades organizadas). Menor consumo de alcohol entre Ios sujetos ‘que participan en actividades organizadas. Lytle, Kelder, Perry y Klepp | Regresién lineal y logistica: mayor consumo de cigarillos entre los fisicamente in- 4995), activos. Psicologia preventiva Jdespues de sicos 0 de tis " A le tiempo familiares para el nifilo —dentro/fuera de la escuela, antes! mente véli- a ae gees ene de las preguntas, etc., recomendaciones igual Lest del consumo de drogas (Baranowski, 1985, 1988). jos problemas de fiabilidad de los autoinformes se agravan cuando, como es el caso del ejercicio fisico y el consumo de drogas, las conductas que s¢ pretenden evaluar tienen una alta o una baja deseabilidad social y/o el informar sobre elias puede resultar comprometedor para el sujeto. El ejercicio fisico es una conducts Om una alta deseabili- dad social, un comportamiento bien visto en nuestra cultura. Bn consecuencia, 10s nifios y adolescentes pueden exagerar sus niveles de préctica del ejercicio en respuesta a esa demanda. El consumo de drogas, por el contrario, es un comportamiento con una baja deseabi- lidad social, y los chicos pueden. sentirse recelosos de informar sobre él por miedo a re- presalias por parte de sus padres, maestros 0 incluso de 1a policia. Para resolver estos problemas de fiabilidad el recurso més adecuado es incluir en el estudio algtin tipo de prueba objetiva (de rendimiento fisico, como el Test de Cooper, para la evaluacién de la practica deportiva; pruebas bioquimicas en Ja evaluacion det ponsumo de drogas) que permita confirmar la autenticidad de los autoinformes. Sin em- bargo, sélo el estudio de D’Elio y otros incluyé, y tinicamente para una submuestra de Jos sujetos, una prueba de rendimiento fisico, y rninguno incorpor6 una prueba bioquimi- ca que corroborara la sinceridad de los informes sobre consumo. ‘Cuando, por razones logfsticas o de presupuesto, no &S posible inchuir este tipo de pruebas, la opcién més apropiada consiste en utilizar cuestionarios completamente anéni- mos (prescindiendo incluso de cualquier tipo de cédigo o sefial) (Gfroerer. 1985), enfati- zar la confidencialidad de la informacién obtenida a través de ellos, y llevar a cabo la evaluacién bajo condiciones Bogus Pipeline, evitando la presencia de maestros 0 profe- sores (el Bogus Pipeline es un procedimiento que ha demostrado incrementar la fiabili- dad de los autoinformes sobre conductas con alta y baja deseabilidad social. Para mis informacién, consultar Carrasco, Luna y Vila, 1993, y Roese y Jamieson, 1993). D'Elio y otros, Terre y otros, Jones y Moberg, ¥ Thorlindsson y otros emplearon cuestionarios anénimos. D’Elio y otros, y ‘Terre y otros proporcionaron a Jos sujetos g& rantfas sobre la confidencialidad de la informacién. Ninguno de los estudios aplicé el pro- cedimiento Bogus Pipeline, y no especifican si los profesores estuvieron presentes duran te la administracién de los cuestionarios. En el trabajo de D’Elio y otros los sujetos habfan sido evaluados ya en otra ocasién por el mismo equipo. La familiaridad de los evaluadores proporciona credibilidad a las garantias de anonimato y confidencialidad Y se ha sugerido incrementar la fiabilidad de los autoinformes. La evaluaci6n del consumo de drogas en nifios y adolescentes requiere, ademis, te ner presente a la hora de elaborar los cuestionarios el cardcter evolutivo y progresivo & dicho consumo. Es importante incluir, entre las opciones de respuesta que se offezct todas las situaciones en que pueda encontrarse un nifio o adolescente respect al oa mo de drogas (Ary y Biglan, 1988; Baugh, Hunter, Webber y Berenson, 98; EI * De Moor, Young, Wildey, Molgaard, Golbeck, Sallis y Stem, 1990; Stern, Prochas licer y Elder, 1990). Sin embargo, como se desprende de la inspeccion de la tabla 0 las preguntas utilizadas en los estudios que estamos examinando no cumplen : pss © Ediciones El ejercicio fisico como estratogia para Ia provencidn 01 consumo de drogas 295 j6n, evaluando s6lo una o dos categorfas de con: i i fi sum mena gran cantidad de informacion que nos permitiria ae supone la pérdida felacidn entre ejercicio fisico y consumo de drogas (por ejemplo, Con més precisiém ta ica deportiva en aquellos que prueban la droga, pero no pers ¢l mismo papel ve en aquellos que se convierten en consumidores habituales?). ( sen en su consumo ser planteada también respecto a las preguntas empleadas para aaeee similar fisica, redactadas la mayorfa en términos excesivamente amplios 0 ambi lar la actividad Montaye y Caspersen, 1985). 1gu0s (La Porte, ‘Todas estas insuficiencias relativas a la medida de la actividad fisi podrian también estar detrés de los resultados contradictorio, y sug . oe Gad de nuevas investigaciones que las soslayen. preven Ie mnceni- 23. Técnicas de anilisis estadistico aplicadas La utilizaci6n de técnicas estadisticas muy diferentes para el andlisis de datos (sim- ples correlaciones, andlisis factorial de componentes principales con rotacién ortogonal, regresi6n logistica, etc.) podria haber contribuido en alguna medida a la aparicién de re- sultados no coincidentes. Sin embargo, s6lo el reandlisis de los datos de cada uno de los estudios utilizando una misma técnica de anilisis estadistico (la mas recomendabie. dado el objetivo perseguido y la naturaleza de los datos, seria la regresién logistica) o un pro- cedimiento de metaanélisis permitiria comprobar esta posibilidad. Otra cuestin relevante en relacién con el andlisis estadistico es la conveniencia de controlar el efecto de otras variables que pueden influir en la relacién entre ejercicio fisi- co y consumo de drogas. Sélo tres estudios han adoptado esta medida. Buhrman (1977) encontr6 que, al controlar el efecto de las variables profesién del padre, nivel educative de la madre, rendimiento académico, pertenencia a organizaciones extraescolares y lide- razgo dentro del grupo de iguales, 1a relacién negativa entre prictica deportiva ¥ cons mo de tabaco se redujo considerablemente, dejando de ser estadisticamente signfcal’. mientras que, por el contrario, se fortaleci6 1a relacién negativa respecto al consumo de alcohol. La telacién positiva entre ejercicio fisico y consumo de tabaco detectada en el estu- dio de D'Elio, Mundt, Bush y Tannotti (1993) también pass ser estadisticamente 00 sig- nificativa al controlar las variables nivel socioeconémice, s¢Xo, radmero de amiss Roy fuman, némero de amigos que beben, autoestima y rendimicn™ ee del ries £0, en el estudio de Escobedo, Marcus, Holtzman y Ciovino (1993) la wake £0 de consumo de tabaco, asociada a Ia pré‘ctica de clerei'e been oe Y rendimnento camente significativa al controlar los efectos de la edad, sexo, académico, serial Ee Estos resultados muestran la complejidad de la fearless — ee lacién directa entre la practica deportiva ¥ el consumo ¢ 8 en a Cesario identificar de forma precisa el conjunto de varies 0 ae ae cha relacién (las tres investigaciones que han tomado en con’ © Bdlciones Pirdmide 226 Psicologia preventiva en el conjunto de variables controladas), y, por otro, comprobar si el efecto de estas variables difiere en funcién de la droga estudiada, , Por tanto, son necesarias nuevas investigaciones realizadas a partir de muestra Pro. cedentes de diversos grupos socivecondmicos y demogréficos, y con un disefio cuidade que incluya una adecuada evaluacién y andlisis de los datos, antes de poder establece, conclusiones firmes sobre la relacién entre ejercicio fisico y consumo de drogas, 3. Conclusiones A la espera de estas investigaciones, podemos, no obstante, especular acerca de algy. Nos factores que pueden desempefiar un papel importante en dicha relaci6n. En efecto, al comienzo de esta exposicién enumeramos una serie de efectos del ejercicio fisico que Potencialmente podrian conducir a una reduccién del riesgo de consumo de drogas. No hemos considerado, sin embargo, que la préctica deportiva puede tener también, bajo cier. tas condiciones, el efecto opuesto: constituir un factor de riesgo. Estas condiciones son: 1. La existencia de una fuerte presi6n, en el entorno del nifio/a o adolescente, para mejorar su rendimiento fisico. En determinados ambientes, como, por ejemplo. las High School y las universidades norteamericanas, los chicos y chicas que practican deporte pueden verse sometidos a fuertes Presiones derivadas de la gran importancia que se concede a las ligas y sistemas de competicién. En ellas se Pone en juego el prestigio de la escuela o de la universidad, la popularidad entre Sus compafieros de los chicos y chicas que participan como atletas o deportistas, € incluso la posibilidad de poder continuar sus estudios con una beca. Como re- sultado de ello, la presién a la que se ven sometidos los nifios o adolescentes puede alcanzar unas cotas intolerables. La droga puede aparecer entonces como el recurso, falsamente idéneo, para lograr una mejora en el rendimiento ylo re ducir la ansiedad provocada Por las demandas del entorno. La presencia préxima de otros chicos que ya consumen droga con estos fines y el conocimiento, a tra- vés de los medios de comunicacién, de casos de deportistas de elite consumido- is que, aun cuando son descubiertos, reciben frecuentemente sanciones leves 0 de cumplimiento Poco estricto pueden contribuir al inicio en la droga. 2. La «cultura» de determinados deportes: la Practica de algunos deportes ha estado asociada tradicionalmente al consumo de ciertas drogas. El ejemplo mas emble- matico es el béisbol Norteamericano, relacionado casi desde sus orfgenes al con- sumo de tabaco de mascar, Asi, un nifio 0 adolescente atraido por estos deportes waa oe Gl consumo de esa droga un requisito imprescindible para ser acepadD en el ambiente que le rodea. 3. La prictica de deportes de equipo, especialmente en barrios marginales, puede fa- 0 entre en contacto con consumidores y/o traf ; ; que el consumo de droga facilitard su ingreso en us determinada pandilla 0 «tribu», o bien aprenda por modelado que la droga uo © Ediciones Pieide jercicio fisico c i El ef i omo estrategia para la prevencidn del c onsumo de drogas 227 recurso aparentemente titil para afr Se pets, tar las situaciones de estrés a las que pueda Por tanto, el ejercicio fisico proporciona ur gicos positives que deberfan traducirse en ca are Ga efectos fisicos y peicols- gas y que 10 convierten, en consecuencia, en una herrami | riesgo de consumo de dro- de prevenci6n. Es necesario, no obstante, ee ae Gtil para los firmen este aserto y, mientras tanto, su incorporacién a investigaciones que con- urar evitar aquellas condiciones en las que la practi Bogie 6 eee efecto opuesto al buscado. Prdctica deportiva parece producir un

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