A raíz del Caso Odebrecht en el Perú, se remeció a la política y la economía de
diversos países de Latinoamérica, incluyendo a nuestro país, motivo por el cual, se generaron las investigaciones contra los actos de corrupción más emblemáticos del siglo XXI, designándose por parte de nuestro Ministerio Público, un equipo Fiscal especial a cargo del caso, dando inicio a diversas investigaciones, todas ellas relacionadas a actos de corrupción de altos funcionarios del Gobierno del Perú y personas vinculadas al sector de la construcción.
El fenómeno de corrupción en las contrataciones con el Estado, tienen
establecido un patrón criminal que responde a características como: Política de acuerdos fraudulentos con funcionarios del Estado para obtener obras mediante el pago de sobornos a solicitud de los empresarios. En consecuencia, de lo indicado, se generaron sobrecostos en las obras que se obtuvieron de manera delictiva.
En nuestro contexto actual, la corrupción ha marcado durante los últimos
tiempos. En efecto, uno de los principales retos que el gobierno ha tenido que asumir es hacerles frente no solo a los efectos de los actos de corrupción de la empresa brasileña Odebrecht y otras durante los pasados gobiernos, sino además al combate de este fenómeno a futuro, de aquellos actos que aún no se han descubierto y que posiblemente se vengan dando tanto en las pequeñas esferas del Estado como en los altos estratos de la Administración Pública.
Este tipo de corrupción ha generado daños no solo a la economía de la
sociedad y del estado, sino también genera daños a personas en concreto, ha traído inestabilidad política, por dañar la ética del Estado como actor imparcial, socavando de esta manera la confianza en el actuar gubernamental, lo que genera una imagen negativa de la institucionalidad del Estado y aumenta la incertidumbre en los agentes económicos, creando un impacto negativo en las decisiones de inversión y de consumo; promover ambiciones económicas socialmente nocivas y quejas sociales de diferentes sectores de la sociedad, como consecuencia del impacto negativo de la corrupción política en el gasto y de su contribución a la desigualdad y a la pobreza.