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Salir de la economía

Alain CAILLÉ*

Resumen Abstract
Frente al paradigma utilitarista, en el que (001140 BEYOND EHE FCONOMY)
todo es cálculo de interés, hay que inventar otro Facing ide Utilitarian paradigm, in which
modelo de la acción económica. Es un viaje a las everything la an utilities calculation, it is
raíces primitivas de toda sociabilidad humana, neceasary te make up a difieren 1 model of
para volver a encontrar, no el intercambio, sino el economic action. It is a ¡ourney te ide original
‘4on’ — arquetipo antiguo, pero también condi- roela el the whole human aociability, te finé once
c,dn contemporánea de la supervivencia de la de- more not Mw exohange buí the gui —oíd
mecr¿lc,a. arehetype, buí alan a contemporary cendition ter
ide survival ni democracy

m¡~ posible salir de la eco- pocas horas, unos pocos minutos ga-
Jjiiiiiiinomía y aflojar la opresión nados o perdidos pueden representar
L/~de sus leyes reales o su- ganancias o déficits monetarios consi-
puestas?, ¿se puede considerar posi- derables. No parece que ningún país
ble dejar de resolverlo todo en térmi- pueda permitirse quedarse atrás en la
nos exclusivamente económicos y así carrera hacia el incremento de la pro-
no entregar siempre el debate político ducción mercantil. Unas pocas déci-
sólo a los ‘expertos”? mas o centésimas de tasa de creci-
Estas preguntas se hacen cada miento de menos representan, para
día más molestas y, sin embargo, son algunos países, un número importante
las más urgentes. En la era de la ges- de hospitales, estadios, carreteras, es-
tión de “stock cero”, de ‘iust intime”, y cuelas, que no serán construidos. Por
de a interconexión planetaria durante lo tanto, se está imponiendo la convic-
las veinticuatro horas del dia de todos ción, a escala planetaria, de que se
los mercados reales y financieros, tienen que suprimir o declarar ilegiti-
más que nunca “time is money”. Unas mas todas las actividades que no

- Profesor de Sociología en la Universidad de Caen y d¡rector de la Revue do MAUS (Movimiento antiulí-


litarista en las ciencias sociales> que tunda en 1981. Articulo publicado en la revista AUTREMENT
gentilmente autorizado para ser publicado en español por CUADERNOS DE TRABAJO SOCIAL.

59(1996) Págs. MSa 152 143


Cuadernos de Trabajo
Cd. Universidad Social n Madrid 1996
Complutense
Alain CAILLÉ

sean productivas, todas las que no se- caer en la miseria y en la barbarie.


an susceptibles de generar” rápida- Frente a la reconocida evidencia de la
mente la “aprovechabilidad’ buscada necesidad económica, que de ahora
universalmente. en adelante es ley obligada, nadie se
El beneficio de la duda, para lo extraña ya de que se vaya debilitando
que no es inmediatamente rentable, el debate político en los paises que
sólo se otorga a lo que posiblemente han llegado a la edad de la razón. Y
contribuya a la eficacia económica a no hablemos de los debates religiosos
medio o largo plazo. Al fin y al cabo, la o culturales, que va no interesan a
cultura, las películas, ¡os libros, las mucha gente.
pinturas pueden generar dinero, si se
hace bien su promoción. Y se tiene
Y sin embargo
que fomentar la ciencia, pues está lle-
na de patentes en potencia. Sin em- La sumisión al “principio de reali-
bargo, nuestra época no se fía de la dad, que desde hace poco la econo-
“alta cultura” o de la investigación fun- mía parece ser la única en represen-
damental, cuya contribución al creci- tar, no comporta solamente ventajas.
miento económico es, decididamente, ¿Cuáles son las causas últimas de las
demasiado incierta. A los que tendrían amenazas que nos asaltan?, ¿un cre-
la tentación de sospechar que la nece- cimiento demográfico muy superior al
sidad económica se autoengendra y crecimiento económico?, ¿la incapaci-
autoalimenta, que el crecimiento eco- dad de la mayor parte de los Estados
nómico aparece tanto más necesario para acceder a la democracia y trans-
cuanto que su misión es paliar la des- formarse en Estado de derecho?, ¿los
trucción de numerosos recursos no efectos perversos inherentes al mismo
económicos que acarrea —entre ellos, crecimiento económico?. El caso es
los que no tenian precio hasta hace que algunas predicciones marxistas —

poco, porque no se vendían— a todos eJ empobrecimiento relativo o absolu-


aquéllos el ejemplo de los paises so- to, la polarización que hace que una
cialistas les trae un contundente des- miseria profunda se desarrolle junto a
mentido. Son los que, efectivamente, la concentración de riquezas cada vez
pretendieron salir de la economía, más fabulosas en manos de grandes
abolir el mercado y el espíritu mercan- sociedades (o mafias>— que parecían
til. Si bien es cierto que olvidamos que aberrantes para los países desarrolla-
esos países sólo quisieron ir más allá dos se hacen cada vez más plausibles
de la economía de mercado para in- a escala mundial.
tentar hacerse más productivos y efi- Tan grave como la degradación
caces que los países capitalistas. De de la situación material de países o
cualquier forma, las cosas ahora están continentes enteros es, quizás, su im-
claras. Salir de la economía parece pacto moral y simbólico. Desde el mo-
que no significa más que salirse de la mento en que ya no se reconoce la
civilización, renunciar a la humanidad, irreductible pluralidad de los valores

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Salir de la economía

fundamentales y no subsiste más que La escasez


un único criterio del valor humano, el
de la eficacia instrumental, se hace di- Las dos grandes ideologías de la
<cii atribuir a los perdedores, cuyo nú- era moderna, el liberalismo y el mar-
mero crece exponencialrrieflte, una xismo, comparten un mismo presu-
humanidad verdadera excepto con la puesto, una misma certidumbre: el pri-
boca pequeña y por educación diplo- mer hecho de la historia humana es el
mática. de la escasez de bienes materiales
La única arma que tienen los pai- cuyo resultado es la necesidad univer-
sea pobres es de doble filo. Es la de sal de trabajar para sobrevivir. Esta
su vitalidad demográfica, que hace necesidad habria sido particularmente
caer la renta media, pero tiene la ven- implacable en los principios de la his-
taja psicológica de oponerse a la este- toria humana, y no se suavizará más
rilidad de los ricos y de suscitar en que lentamente gracias a tos progre-
ellos una intensa culpabilidad. ¿No se sos de la ciencia y de la industria.
convertirá ese recurso en verdadero Ahora bien, nada es más falso
recurso económico, cuando el exceso que esta fábula fundadora de la repre-
de cuerpos resultante de la explosión sentación que nuestras sociedades
demográfica de los pobres permita a modernas se hacen de si mismas. En
éstos, conforme a las leyes del merca- ninguna de las sociedades de “caza-
do, transtormarse en proveedores de dores-recolectoreS’ que aún subsisten
órganos de sustitución— riñones, se dedica más de cuatro o cinco horas
ojos, córneas, piel, etc.. en beneficio diarias a la supervivencia material.
de los ganadores planetarios? Además, no es un tiempo d& trabajo
Dejemos aquí esas bien conoci- propiamente dicho. Vemos que esta
das descripciones. Que no se asuste negación a someterse a la necesidad
nadie. No nos disponemos a sacar de material es deliberada pues, por una
nuestro sombrero un proyecto de re- parte, impediría dedicar más tiempo a
forma planetaria, una llamada a un la acumulación y, por otra parte, a me-
crecimiento equilibrado y duradero, nudo la porción más significativa de la
garantizado por nubes de expertos, o producción así obtenida se destina a
al respeto a la Tierra Madre patrocina- la exhibición, al derroche festivo, inclu-
do por las grandes industrias contami- so a la dilapidación más que al consu-
nadoras. Nuestro propósito es a la vez mo de subsistencia.
más modesto y más ambicioso. Se En una palabra, los salvajes pre-
apoya en una única certeza: si se tendían ser antiutilitaristas, “contra la
quiere aflojar la opresión que la nece- economia’, lo mismo que eran “contra
sidad económica ejerce en la existen- el Estado, según el etnólogo Pierre
cia social concreta de los individuos, Clastres. No sólo se niegan cons-
primero hay que reducir el peso de la cientemente a perder la vida ganándo-
“creencia económica’ sobre los espíri- sela, sino que además lo hacen de
tus contemporáneos. forma ostentosa, a cuál más generoso

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Alairt CAILLÉ

o dilapidador, como si se quisieran que olvidar las lecciones de la historia.


convencerse a sí mismos de que son A lo largo de períodos muy extensos,
libres por no depender de ninguna ne- el crecimiento de la producción econó-
cesidad económica. Este horror a la mice no significa menos trabajo y por
necesidad económica y al trabajo to- lo tanto menos necesidades económi-
davia se encuentra patente en las so- cas, sino más. Así lo escribía ya en el
ciedades antiguas —en las que se es siglo XIX el economista y filósofo John
ciudadano en la medida en la que no Stuart Mill, “Nunca un invento técnico
se trabaja— y, más generalmente, en ha ahorrado un segundo de trabajo a
todas las sociedades premodernas en la humanidad”.
las que la pertenencia a la clase domi-
nante se manifiesta precisamente por
la posibilidad de librarse de la obliga- El mercado
ción de trabajar.
Hace falta recordar esos hechos La otra gran ficción en la que se
para percatarse del trastorno histórico apoya el concepto moderno de la ne-
sin precedentes que representa el ad- cesidad económica es la de la eterni-
venimiento de la modernidad occiden- dad del intercambio de tipo mercantil.
tal. Por primera vez en la historia el En el origen, los hombres habrían
trabajo, siguiendo las huellas de la practicado el trueque. Un bien por otro
Reforma, llega a ser un valor como tal, bien, un servicio por otro servicio. Lue-
signo de salvación y de elección divi- go, habrían inventado la moneda, que
na. Hay que recordar que a finales de permite aplazar la contrapartida y uni-
la Edad Media, la iglesia aún imponía versalizar el intercambio. El capitalis-
ciento treinta a ciento cuarenta días mo no sería más que el resultado so-
festivos o de descanso al año. Todo fisticado de esta lógica universal del
esto tiende poco a poco, a desapare- toma y daca. Ahora bien, tal como lo
cer <en el siglo XIX), y se va “deslegiti- enseñó perfectamente el antropólogo
mando” y ‘estigmatizando” cada vez francés Marcel Mauss en su “Ensayo
más profundamente a los vagos po- sobre el don’ (1924) —seguramente el
bres, a los vagabundos, y también a libro más importante que hayan produ-
los vagos ricos, a los curas, a los aris- cido las ciencias sociales— los inter-
tócratas, etc... en una palabra, a todos cambios primitivos no se hacen como
los improductivos. Así que hoy día, contratos, ni siquiera de forma larva-
con lo que se ha denominado eutana- da, sino como regalos.
sia de los rentistas’, después de la pri- Todo lo que circula en la socie-
mera guerra mundial, la pertenencia a dad arcaica lo hace, según Mauss,
la élite no presupone ya el ocio, sino respondiendo a la triple obligación de
al contrario, mucho más tiempo de tra- dar, recibir y devolver. La forma primi-
bajo, mucha más eficacia productiva tWa de la relación entre los hombres
que el promedio de la población. no es pues el intercambio mercantil,
Se puede uno congratular de es- sino el don. Es importante, sin embar-
ta evolución democrática. Pero no hay go, no entender esto en su acepción

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Salir de la economía

contemporánea, labrada por dos mil no-equivalencia y endeudamiento. En


años de cristianismo y que ha llevado la circulación de la deuda y la desi-
a una visión perfectamente idealizada, gualdad alternada es donde se crea y
en la que no es posible hablar de don se prolonga la relación social. Hay que
si éste no se realiza de una forma to- añadir, y ello es importante, que el
talmente unilateral, sin nada a cambio, don arcaico no consiste en bienes uti-
como algo gratuito y sin ningún fin. El litarios, alimentarios o similares. Estos
don arcaico en cambio hace alarde son compartidos y no intercambiados.
de generosidad pero sin ignorar en Lo que circula en definitiva es la vida,
absoluto el interés y está sometido al este valor supremo del mundo arcai-
ritualismo de la obligación. co, y sus símbolos, las mujeres como
¿Qué diferencia hay entonces madres en potencia, el prestigio, el
con el intercambio mercantil? Una di- nombre, los bienes preciosos (la “mo-
ferencia capital. El toma y daca funcio- neda” primitiva). En resumen, la socie-
na a la espera de una corresponden- dad arcaica primitiva lo ignora casi to-
cia equivalente inmediata o con fecha do del comercio, que no necesita para
determinada. El don arcaico parece a nada, ya que es económicamente au-
veces estar muy cerca de esta lógica tosuficiente.
de la equivalencia. Por ejemplo se da
una mujer a cambio de otra mujer. El
pago pude ser inmediato o bien apla- Salir del utilitarismo
zado por una generación, o incluso
más si lo hacen efectivo otros clanes El lector de los párrafos anterio-
res casi con toda seguridad pensará
distintos de los que han recibido el
don. Pero la regla prescribe general- que su autor es víctima del mito del
mente que el pago sea más importan- buen salvaje, y que padece de un
te que el don inicial. E incluso en las “Rousseauismo’ impenitente.
formas más parecidas al trueque, este Sin embargo, no pensamos que
último es explícitamente condenado y éste sea el caso. En efecto, la cues-
despreciado. Tiene que quedar un tión es ciertamente saber si hay que
margen de incertidumbre y desigual- definir la modernidad a partir del con-
dad entre el don y su vuelta, el contra- cepto que se crea de sí misma, o si
don, que hace que todos los protago- hay que intentar interpretarla en rela-
nistas tengan una deuda inextinguible ción con un universo antropológico.
de todos hacia todos, deuda que la ló- Ya se habrá entendido que optamos
gica del don arcaico requiere cada vez por la segunda solución. Esta última
más amplia y compleja. no implica ningún desprecio de la mo-
Así pues mientras el intercambio dernidad, ninguna renuncia a ella. No
mercantil se apoya en el ideal regula- se pretende aquí proponer disimulada-
dor de la equivalencia y de la abolición mente alguna supuesta subversión del
de la deuda la triple obligación de dar, Estado de derecho o desaparición del
recibir y devolver apunta en cambio mercado, sino comprender su natura-
hacia la creación de cierta dosis de leza y su verdadera razón de ser.

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Alain CAILLÉ

De alguna manera, nuestra situa- ciedad. Más bien constituyen el espa-


ción de herederos del pensamiento cio de lo que propondremos llamar
moderno no nos facilita la tarea. Hoy una sociafidad secundaria”, en la que
día no resulta ya muy original conside- las relaciones entre los seres huma-
rar que esto no es más que una di- nos y sociales no son una relación en-
mensión del pensamiento de la sospe- tre personas, sino antes entre funcio-
cha, cuyo objetivo estaba en denun- nes, y en la que se encuentran subor-
ciar los pretextos falaces en los que dinadas a una exigencia de imperso-
se apoyaba el orden social tradicional. nalidad, ya tome ésta forma de igual-
Al censurar la hipocresía que puede dad ante la ley dentro del Estado, ya
ser el origen de toda creencia religio- tome la de la equivalencia en el mer-
sa, al quitar las máscaras que eran el cado económico, o la de la objetividad
atributo de las “poses” aristocráticas, científica. Pero tras esta socialidad se-
se ha dedicado a hablar crudamente y cundaria, por encima y por debajo de
a colocar la integralidad de la acción ella, sobrevive, en la sociedad moder-
social en el lugar que ha parecido que na igual que en cualquier sociedad,
era la única realidad, el de los intere- otra sociedad, la de la socialidad pri-
ses materiales o de los intereses del maria, la de las relaciones entre per-
poder. Sin duda, esta desmitificación sona y persona, y como tal, sometida
era en parte legítima, pero es necesa- a la exigencia de la personalización.
rio desmitificaría también a ella para Es en el registro de esta socialidad
darle el alcance adecuado. donde se desarrollan la alianza y el
Interpretar la acción humana con parentesco, la familia por tanto, la ve-
el solo lenguaje de los intereses eco- cindad, la amistad, y buena parte de la
nómicos es suponer que sólo se orga- vida asociativa.
niza conforme a la lógica del mercado.
Imaginarla en el lenguaje de los inte-
reses del poder es limitarla a la única El otro paradigma: dar-
dimensión de lo político o de lo esta- recibir-devolver
tal, ese lugar en el que los intereses
compiten para conseguir el monopolio ¿Cuándo se puso en marcha la
de la legitimidad. visión “interesista” (o “utilitarista”, o
Pensar en los seres humanos co- ‘economicista”, no hagamos aquí dis-
mo en unos calculadores racionales, tinción) del mundo, la que reduce todo
es imaginárselos a todos salidos del a los intereses calculados de sus suje-
molde del sujeto de la ciencia como tos? ¿con el nacimiento de la econo-
unos pequeños sabios todos iguales. mia política a finales del siglo XVIII?,
Ahora bien, Estado, mercado, ciencia, ¿más tarde?, ¿más temprano, si-
son unas instituciones muy reales. In- guiendo las huellas de la Reforma?,
cluso son las instituciones clave del ¿mucho antes, desde la Antigúedad,
orden social moderno. Sin embargo, en el merco del cálculo socrático, lue-
no encarnan en absoluto a toda la so- go epicúreo, de los placeres y las pe-

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Salir de la economía

nas? Poco importa. Baste anotar que funcionarían ni un minuto las empre-
el dominio de la economía sobre la sas si no consiguieran movilizar la ad-
realidad social es inseparable del de hesión de sus asalariados; sin ética
la “axiomática del interés” sobre los del servicio público el Estado no es
espíritus. Ésta, que identificaremos más que una cáscara vacía, y la cien-
con el utilitarismo, se organiza en “pa- cia no puede progresar más que si los
radigma”, en un modelo sintético de investigadores experimentan más o
inteligibilidad, es decir que quiere ser menos el sentimiento de participar de
a la vez explicativa y normativa. una empresa comun.
Pretende al mismo tiempo decir Que no se nos acuse ahora de
cómo es el mundo y cómo debería tener un concepto demasiado idílico
ser. La distinción que acabamos de in- de la modernidad! La lucha de intere-
troducir entre socialidad primaria y so- ses es bien real en ella, incluso dentro
cialidad secundaria permite sugerir en de la socialidad primaria, y más aún si
qué medida es suficiente el paradigma se considera que esta última no puede
“interesista” —porque todo lo juzga existir sin depender del mercado, el
desde el punto de vista de la sociali- Estado o la ciencia. Volvamos pues a
dad secundaria, y porque queda por nuestra pregunta inicial: ¿Qué es lo
integrar el punto de vista de la sociali- que puede explicar la fuerza del mer-
dad primaria— e imaginar el paso su- cado (y de la ciencia y del Estado)? La
plementario que conviene dar para respuesta evidencia lo que no existe
disponer de otro paradigma a la vez en la sociedad arcaica, completamen-
antitético y complementario del ante- te regida por la exigencia del don. Es
rior. que el don y la socialidad primaria
Este paso consiste en formular constituyen un orden del ‘entre-sí’. La
una hipótesis: la triple obligación de socialidad secundaria, por el contrario
dar, recibir y devolver constituye a la —el mercado, el Estado la ciencia—,
vez la ley y la matriz de la socialidad relaciona a unos extranjeros radicales,
primaria. Así se percibe que la exigen- que tienen que aprender a convivir, en
cia primitiva del don sobrevive hoy día teoría y en la práctica, aunque no ha-
mucho más ampliamente de lo que lo ya casi ninguna posibilidad de que lle-
habían reconocido Marcel Mauss y guen a superar su diferencia y su riva-
luego Claude Lévi-Strauss: dicho de lidad haciéndose parientes por una ley
otra manera mucho más allá de los forzada de alianza.
periodos de tiestas, por lo menos si es La fuerza del mercado se explica
verdad que no puede existir ninguna por el contrato social —donde encon-
relación entre personas más que tramos a Rousseau— que quita toda
fundamentada, de una forma u otra, la arbitrariedad de las relaciones inter-
en una relación de don y contra-don. personales al someterlas a una socia-
En cierto sentido, la generosidad lidad explícitamente secundaria o, si
obligada está en todas partes y no só- se quiere, secundarizada, es decir al
lo dentro de la socialidad primaria. No reconocer la existencia de una sociali-

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Alain CAILLÉ

dad primaria que la asienta. Son las pansión indefinida de la economía <y,
razones por las que entre otras, po- en el caso presente, a la comerciali-
demos entender que hayan caído en zación del cuerpo humano). Esto, a fa-
el totalitarismo esas sociedades que vor del sí.
pretendieron disolver el mercado o el Sin embargo no basta, ni mucho
Estado en el cuerpo social o, en otras menos, con blandir las palabras don o
palabras, reabsorber la socialidad se- generosidad para tener la solución de-
cundaria en una socialidad primaria finitiva. Aunque sea sólo porque las
evanescente, intentando crear un pue- formas de don son múltiples, y el don,
blo o unas relaciones de parentesco. por definición, casi no se puede defi-
Pero, a la inversa, valoramos hasta nir. ¿Un don que se pueda definir bien
qué punto podrían volverse inhuma- aún es un don? El don que rige las re-
nas unas sociedades que sólo se de- aciones interpersonales no es el mis-
sarrollasen en el registro de la imper- mo que el don caritativo que incita a
sonalidad mercantil o administrativa. dar a los extraños. Y este último, igual
Aqui está, en el fondo, una pri- que el primero, no carece de ambigúe-
niera conclusión normativa a nuestro dad. Cuando la ley Caillavet (1976>
nuevo paradigma en gestación. Un impone que, salvo voluntad contraria
paradigma, ya se habrá entendido, expresa, todos los franceses difuntos
que no niega la legitimidad del merca- pueden ser considerados como do-
do y de la economía, ni pretende abo- nantes voluntarios de sus órganos es-
lirIos, simplemente quiere ponerlos en tablece de hecho, so capa de don, un
su sitio exacto. impuesto sobre los cuerpos y transfor-
¿Es posible ir más allá y sacar de ma al Estado en propietario eminente
la observación del don esas conclusio- de éstos. No intentemos pues oponer
nes de moral y de política a las que al criterio ético del utilitarismo —la feli-
aspiraba Marcel Mauss? Sí y no. Las cidad del mayor número posible— otro
morales que dominan nuestra época criterio único, y limitémonos a obser-
son utilitaristas. Postulan que es justo var que si la condición para que reine
y moral lo que ayuda a la felicidad del la armonía dentro de la socialidad pri-
mayor número de personas y, concre- maria es la generosidad, la del buen
tamente, dejan para el mercado la ta- funcionamiento de la socialidad se-
rea de determinar lo que hace máxima cundaria está en el respeto necesario
la felicidad. Creen que si se hacen co- al pluralismo.
rrectamente los contratos, nada podría Admitir ese pluralismo, y por lo
prohibir, por ejemplo, la venta de un ri- tanto reconocer la pluralidad irreducti-
ñón o de un niño, ya que de esta tran- ble de los valores, no es otra cosa
sacción se beneficia tanto el compra- más que ser efectivamente demócra-
dor como el vendedor. Pero la exigen- ta. Por el grado de democracia plura-
cia de generosidad, solicitada por la lista al que acceden las sociedades
lógica del don, permite en cambio ima- modernas, se puede medir su estado
ginar que se pueda poner coto a la ex- de salud. Compuestas por relaciones

150 Cuadernos de Trabafo Social


Salir de la economía

entre sujetos que son a priori indife- tividades, o de tasación de precios pa-
rentes y extraños, sólo son tolerables ra los productos más importantes para
en la medida en que éstos se toleran el consumo popular o para el índice
..

unos a otros, sin por ello llegar a igno- de precios. Modulados por considera-
rarse del todo. El mercado, el “dulce ciones administrativas y políticas es
comercio’ (según Montesquieu), incita poco frecuente que los precios de los
a la tolerancia. Pero amenaza perma- bienes y de los servicios expresen su
nentemente con dislocar los motivos real valor de mercado. Y en efecto si
por los que los miembros de una so- lo razonamos repetidamente no ve-
ciedad tienen el sentimiento de perte- mos por qué el Estado tendria que
necer a un mismo conjunto, con disol- abstenerse de financiar tal o cual acti-
ver el pluralismo en la diferencia o en vidad socialmente importante aunque
la hostilidad generalizada. no resulte rentable; por ejemplo, el ar-
memento, la cultura o la agricultura.
Pero tantas medidas repetidas no
Subordinar la economía
constituyen una doctrina coherente,
La cuestión que se tiene que susceptible de universalización; es
plantear no es tanto la de la salida de grande el riesgo, desde el momento
la economia cuanto la de su limita- en que se escoge la vía de las tasa-
ción. Como única modalidad concebi- ciones y de las subvenciones, de aca-
ble de intercambio entre extraños, mu- bar sustituyendo una arbitrariedad ad-
tuamente indiferentes, la economía de ministrativa a la arbitrariedad del mer-
mercado es plenamente legitima. Pero cado. Si realmente se desea aflojar la
sólo lo es si se subordina, por una opresión de la economía hay que ha-
parte, a la exigencia de la generosidad cerIo en nombre de principios genera-
entre personas y, por otra parte, a la les, abstractos y universalistas. Si se
del respeto hacia el pluralismo entre quiere reencajarla economía en la so-
ciudadanos. Su único sentido, su úni- ciedad y subordinaría a fines sociales,
ca razón de ser es ponerse al servicio éticos y políticos, entonces hay que
de la generosidad y de la ciudadanía. enunciar los fines incondicionales a
Estamos muy lejos de ello. los que se estima que estos medios
Percibimos no obstante la direc- económicos se tienen que subordinar.
ción que podrían tomar las sociedades Las consideraciones anteriores
modernas si llegaran a desear de ver- —en las que encontramos a Kant—
dad substraerse a la necesidad eco- nos indican los dos fines incondiciona-
nómica o limitar su influencia en la de- les a los que se podría subordinar la
más esferas de existencia. El arsenal lógica instrumental de la economía. El
clásico de los Estados que quieren primer fin incondicional es tratar a los
controlar la economía de mercado, seres humanos como fines y no como
aparte de la manipulación de las tasas medios, o en otras palabras reconocer
de interés, consiste en una serie de en ellos a priori e incondicionalmente
medidas de subvención de ciertas ac- humanidad y ciudadanía. La traduc-

Cuadernos de Trabajo Social 151


Alain CAILLÉ

ción económica de esta exigencia im- El segundo fin incondicional es la


plica la creación de una renta de ciu- preservación de la democracia, es de-
dadanía, que otorgaría a todos los que cir de las condiciones políticas de ex-
no disponen para vivir de una renta presión de la pluralidad de los concep-
equivalente a la mitad del salario míni- tos del mundo. La traducción econó-
mo, por ejemplo, una asignación de mica de esta segunda exigencia de in-
un importe igual a la mitad de este sa- condicionalidad es mucho menos evi-
ario. El actual R.M.l. (renta mínima de dente que la primera. Si ésta implica
inserción) francés no es más que una que nadie pueda caer por debajo de
primera aproximación, dudosa, hacia cierto nivel de recursos, la segunda es
el objetivo a alcanzar. Otorgado bajo quizá que nadie pase de cierta canti-
la condición para el beneficiario de dad máxima de recursos. El nivel má-
comprometerse a buscar un trabajo o ximo de renta se podría fijar muy alto.
una “inserción”, condena a la hipocre- La promulgación de un tope no implica
sía a los que el estado actual del mer- pues ninguna ideología igualitaria.
cado no lleva más que al fracaso. Re- Lo importante es afirmar que de-
vocable, los encierra en una lógica de ben existir límites a la acumulación de
supervivencia día a día y les prohíbe riqueza, que el exceso y la desmesura
hacer planes de futuro. Incompatible son en sí mismos tan asociales como
con otras fuentes de ingreso (excepto la carencia o la miseria. ¿Cómo se
por poco tiempo), les encierra en un pueden determinar los importes de las
círculo vicioso al disuadirles de buscar rentas mínimas y máximas?, ¿qué cri-
subsidios complementarios, ya que terios hay que adoptar? No existe nin-
serían de inmediato substraídos par- guna respuesta objetiva y unívoca a
cialmente por el Estado. Por el contra- estas preguntas, ninguna respuesta
rio, una verdadera renta de ciudada- inspirada por la sola necesidad econó-
nía, debe ser incondicional, perma- mica. Las únicas respuestas plausi-
nente y compatible con otra. Al revés bies son las que emergen de un deba-
de lo que se podría creer, aunque se te democrático. Pero si nuestras de-
acompañara de medidas de incitación mocracias modernas llegaran a plan-
al trabajo a tiempo parcial —tal como tearse este tipo de preguntas significa-
sería deseable—, la creación de tal ría que, sin siquiera pretenderlo, ha-
renta de ciudadanía sería soportable brían acabado con el reino de la eco-
para las finanzas públicas. Su adapta- nomia.
ción —a un nivel proporcional a la ri-
queza de cada país— se podría gene-
ralizar por el mundo, y empezar a ilus-
trar, a escala planetaria, el aumento Traducción:
del respeto al hombre por el hombre. JOELLE REDIER-DESPLA TS

152 Cuadernos de Trabajo Social

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