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Lo cierto es que la necesidad del poder se confunde con la necesidad del estado, pues su
triple función de dirección, especialización y coacción es lo que determina y mantiene el hecho
Estado, que perfecciona la sociedad, la estructura conscientemente y la domina. La unidad
social previa al Estado nace por obra del poder y de la convivencia”.
SEGÚN ALBERTO MALPARTIDA MANSILLA, de acuerdo con éste autor: “El origen del poder,
se distingue entre el absoluto y el histórico. El absoluto se refiere a los motivos por el cual
existen los seres humanos que tienen autoridad y mando precisando las razones. El histórico a
las circunstancias por lo que surgió este poder sean o no legítimos, es decir legal o
constitucional y de facto o por la fuerza según sea el caso. Para Jellinek existen doctrinas
que tratan de probar la necesidad de Poder del Estado, partiendo de situaciones religiosas,
físicas, jurídicas, morales y psicológicas. Enúnciase también a la fuerza como explicación del
origen del poder. En esta clasificación tenemos entre los que más trascendencia alcanzan, al
marxismo, que indicaba que el Estado era el mecanismo que usaba una clase dominante para
explotar a las demás clases inermes constituidas por el proletariado. Hay otro grupo de
pensadores que refieren también en este tema a la fuerza, pero lo mencionan sólo como una
creadora por reacción del estímulo que mueve a la aparición del poder, que en definitiva surge
mediante otro camino. En consecuencia no es fácil encontrar expositores que funden la
legitimidad del poder tan solo en la fuerza, quizás en muchas obras aparezca ello como un
presupuesto, pero en pocas se les enuncia en forma clara y terminante. Hay doctrinas que
consideran que el poder surge como consecuencia de las necesidades de la vida o de la
naturaleza del hombre. Platón y Aristóteles, entre los antiguos. Hegel y Heller entre los más
cercanos son un buen ejemplo de estas opiniones. En alguna medida estas explicaciones se
encuentran también en muchas de las doctrinas religiosas así como en los contractualistas.
Las dos primeras de estas proposiciones pueden ser consideradas juntas. Parecen ser,
por supuesto, definiciones circulares, y de, hecho, lo son.
Para el peruano ENRIQUE GHERSI es el poder, en último termino, el elemento que subyace
en el funcionamiento general de las sociedades, y, agrega que FABRIZZIO ONOFRI escribe
con belleza y precisión que “Solo el poder y nada más que el, determina el comportamiento de
una sociedad, porque el poder ésta en la base de todas las relaciones sociales.”
SEGÚN RAUL FERRERO REBLAGLIATTI, señala el autor que el poder es “(...) la facultad de
gobernar, de dictar reglas a la conducta ajena. Al abordar el presente estudio, comprobamos
que el poder es inherente a la naturaleza humana y que el estado, en un primer aspecto, es
institucionalización del poder. El Poder es la energía organizadora de la vida social. Hauriou
lo define como “una energía de la voluntad” que asume el gobierno gracias a su superioridad,
para asegurar el orden y crear el derecho. Ello significa que la aptitud para el mando y la
vocación de poder son cualidades naturales del espíritu, que corresponden a personas
dotadas de ascendiente. Acertadamente, Meinecke define el poder como un impulso de
intensificación de la personalidad.
Para Bourdeau, el Poder es una fuerza al servicio de una idea. “Es una fuerza nacida de la
voluntad social preponderante, destinada a conducir el grupo hacia un orden que estima
benéfico y, llegado el caso, capaz de imponer a los miembros los comportamientos que esta
búsqueda exige”. La coacción que el poder ejerce en todo grupo social, así como el derecho de
la colectividad a imponer normas, constituyen hechos evidentes y constantes, más allá de las
justificaciones que se buscan para razonarlos. La fuerza de que dispone el estado es tan
ostensible que domina por simple demostración, sin que el poder necesite recurrir a ella en la
generalidad de los casosiv. (...)”
No cabe explicarse la vida social sin analizar el impulso de poder, ya que la historia nos
prueba que la voluntad de dominio es una de las fuerzas más constantes en la dinámica
social y seguramente la de mayor expansión. Sociológicamente, el
poder es la aptitud de un individuo o de un grupo para realizar su voluntad, para exigir
colaboración de los demás individuos o grupos. La voluntad de poder, verdadera libido
dominandi, significa la ambición de un hombre, de un sector o de un pueblo. El temperamento
político aspira a ocupar el escenario, a dominar o cuando menos sobresalir, y constituye la
motivación impura de los grandes.
Hegel, piensa que la autoridad del estado no depende de un capricho, teniendo al contrario un
carácter incondicional es un fin en sí superior a todos los demás. El Estado es la realidad de la
idea ética, el espíritu en tanto voluntad sustancial. Es así que es una realidad práctica y que el
más alto deber del individuo es integrarlo. Considera Hegel al estado el sumo grado y que la
evolución dialéctica alcanza el espíritu objetivo y le atribuye el valor de realidad de la idea moral.
Concluyendo con las explicaciones psicomorales y al mismo tiempo con las doctrinas
justificatorias del poder Herman Heller indica: “la institución estatal se justifica pues por el
hecho de que en una determinada etapa de la división del trabajo y del intercambio social la
certidumbre. Del mismo modo que el aumento del tráfico y el tránsito hasta un cierto grado
reclama una regulación e incluso un reordenamiento de los servicios de policía de tránsito, así
también el desarrollo de la civilización hace preciso una organización estatal cada vez
diferenciada para el establecimiento, explicación y ejecución del Derecho. En estos casos nace
del hombre mismo ero no como consecuencia de un acto contractual sino en razón de las
propias necesidades o tendencias de aquél.”
La temática del binomio Poder y Estado tiene excepcional interés, tanto para le estudioso
de la politología, como para el simple espectador de la vida misma.
El poder en el Estado es un atributo absolutamente imprescindible para la existencia y
supervivencia de la sociedad, toda vez que esta no puede desarrollar su actividad, ni hacer
cumplir las leyes, ni sancionar los delitos, ni garantizar el orden ciudadano, ni oponerse por
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la fuerza a un presunto rival que pretende apoderarse de su territorio, si no tiene la espada
del poder. La cuestión del poder en el Estado, tiene sus precedentes en la “potestas”
romana, la regalías fuedales y los poderes del constitucionalismo decimonónico; así pues,
no nos enfrentamos con un tema abstracto, sino con uno de los resultados de la cultura
occidental en su devenir histórico.
3.2. PODER DE POLICÍA
Para CHARLES EVANS HUGHES, en su obra “La Suprema Corte de los Estados Unidos”
define el poder de la policía como el poder de velar por la salud, la seguridad, la moral y el
bienestar del pueblo. De modo general se extiende a todas las grandes necesidades
públicas.
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A. DEFINICIÓN
El Poder Nacional, es la capacidad del Estado para imponer su voluntad de lograr y/o
mantener sus objetivos y realizar sus fines, pese a los obstáculos internos y externos;
capacidad que emana de la integración de los medios tangibles e intangibles, cuálitativa
.y cuantitativamente considerados, que posee dicho Estado en un momento
determinado.
B. CARACTERÍSTICAS
1. INSTRUMENTALIDAD
El Estado busca alcanzar objetivos y fines esta búsqueda supone una voluntad que
demanda el despliegue de la acción.
2. DINAMISMO
El Poder Nacional indica una capacidad actual y al mismo tiempo transitoria, es decir
que está en movimiento. El Poder Nacional de hoy, no es el mismo de ayer, ni será
el de mañana. Los medios están en la Realidad Nacional y ésta es esencialmente
dinámica, por tanto el poder o capacidad que trasciende en los medios, como parte de
ese dinamismo.
3. VARIABILIDAD
El Poder Nacional está condicionado por los factores de tiempo y espacio. En cuanto
al tiempo. se advierte que por su característica dinámica. el valor de los medios que
otorga poder varia de una época a otra "por múltiples razones. Principalmente porque
los medios se incrementan cualitativa y cuantitativamente por un lado y otro se
desgastan caducan o parecen; y porque un medio o conjuntos de medios pudo tener
en el pasado un valor que no es el mismo en la actualidad y puede no serlo en el
futuro, en función al destino de su uso.
En cuanto al espacio la variabilidad es asimismo patente puesto que un medio o
c1asede medio en un lugar determinado son escasos tienen alto valor que no es el
mismo en un lugar donde son abundantes. Por otro lado la Realidad Nacional concreta
e virtud de su grado de desarrollo alcanzado puede requerir preferentemente una
clase determinada de medios aplicables en otra realidad de diferente desarrollo.
4. TOTALIDAD
El Poder Nacional es el resultado de la integración de las capacidades específicas de
medios de toda naturaleza que el Estado a logrado poseer en su devenir histórico. El
Poder Nacional es pues la combinación singular de un sistema de fuerzas que se
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Interrelacionan combinan y se potencian recíprocamente cuyos orígenes se
encuentran en los medios de cualidad y cantidad diversas. El Poder Nacional abarca
la totalidad de los medios existentes en la Realidad Nacional.
1.LA APRECIACIÓN.
Comprende el establecimiento del Estado o situación real en que se encuentra el Poder
Nacional en un determinado momento.
2.LA EVALUACIÓN
Consiste en la contrastación de las posibilidades del Poder Nacional, antes apreciadas
(considerando las limitaciones) con las necesidades y obstáculos previamente
determinados que Confrontan el desarrollo de la Política Nacional.
Todo Estado persigue fines u objetivos, por cuya razón orienta sus esfuerzos y emplea
todos los medios a su alcance encarando los obstáculos de distinto tipo que se
presentan en el interior y desde el exterior, su Realidad Nacional.
Los Estados, en razón de sus realidades, tienen capacidades diferentes, es decir Poder
Nacional diferenciados; unos son más poderosos que otros, en el sentido que unos
influyen en mayor grado en el ámbito internacional, así como influidos de distinta
medida.
Es en virtud del Poder Nacional que los Estados tienen capacidad de negociación, de
transacción, de disuasión en sus relaciones con otros Estados.
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El Poder Nacional, no solo es diferenciado en una relación de Estado a Estado, sino
que también lo es en lo que respecta a los efectos que pueden producir en su ambiente
interno, frente a sus propias necesidades y obstáculos que son inherentes a la Política
Nacional, en el camino hacia la realización de los altos fines del Estado y del logro de
sus objetivos.
El concepto de Poder se cementa a su vez en dos conceptos: "voluntad y capacidad
" de ahí que una primera aproximación a la definición del Poder, permite señalarlo
como " la capacidad para imponer una voluntad " en donde el Poder aparece como
un instrumento por excelencia, de la voluntad plasmada en acción.
Cabe hacer notar en el aspecto de la voluntad, que tanto para su determinación como
para la viabilidad, juega importante papel el sujeto (individual y colectivo) encargado de
expresarla, aquí tienen lugar la motivación y el liderazgo, la capacidad de conducción,
las habilidades y destrezas, las técnicas, los valores y en general todo aquello que
redunde en la acción efectiva y positiva en el logro de fines y objetivos.
El Poder Nacional está constituido por el conjunto de medios de toda índole que se
encuentran en posesión de la Nación y por lo tanto del Estado, en un determinado
momento de su existencia como entidad social y jurídico – política; esto significa que
para los efectos de la determinación del Poder Nacional cuenta únicamente los medios
como aptitud de aplicación inmediata o a lo sumo, en plazos breves, es decir en la
coyuntura.
Los medios que se encuentran en estado latente con aptitud de empleo posterior,
escapan a los alcances del concepto del Poder Nacional, integrando el contenido del
Potencial Nacional.
4. FACTORES DEL PODER POLÍTICO.
Una fuerza organizada, ejercida por una autoridad superior a todos y que mira el bien
común, es evidentemente preferible a las fuerzas particulares, dispersas y antagónicas,
que emplearían los hombres si el Estado no existiera. El conflicto de intereses y el contraste
de apetitos y pasiones, que son la entraña misma de la vida, hacen quimérico pensar en la
conciliación espontánea. Si se ensayara la anarquía como forma de vida legítima, inspirada
en la creencia de la bondad universal, el resultado sería la imposición despótica de un
hombre o de un grupo. El orden social que la historia de la humanidad patentiza, nos indica
como la sociedad ha optado entre una situación de anarquía librada al abuso de los más
fuertes, y una situación de autoridad, con imperio de la fuerza pública que el Estado emplea
para proteger a todos los asociados. La sociedad ha escogido siempre al gobierno que
asegura un orden.
Los gobiernos de hecho se constituyen por revolución o por golpe de Estado, como sucedió
en los casos típicos de Cronwell y Bonaparte, respectivamente. Por lo general se consolidan
por medio de una Constitución o bien por el uso acertado de las facultades legislativas que
se arrogan. El gobierno de facto conserva casi todos los caracteres del poder legítimo y su
legislación es convalidada expresamente por el régimen legal posterior o bien subsiste por
la bondad intrínseca de las normas dictadas. Fundamentalmente, el gobierno de facto se
legítima cuando cumple el fin para el que existe el Poder. El advenimiento del General de
Gaulle al gobierno, en 1958 demuestra hasta qué punto la toma del poder es una empresa
de la voluntad.
Cualquiera que sea su origen, el Poder necesita contar con adhesión pública, siquiera sea en
su forma de asentimiento tácito, pues de lo contrario establece un régimen de fuerza que
es inestable. El grupo que ejerce el poder tiende a convertir su gobierno de hecho es un
gobierno de derecho, sea que provenga de un golpe de Estado o de una revolución.
Un gobierno puede mantenerse por la fuerza durante largos períodos, pero sólo en los
casos en que una raza más ilustrada domina a otra. En cierto grado de civilización, es
imposible que subsista un gobierno que tenga en su contra a la enorme mayoría de la
nación. La adhesión a las monarquías en gran parte pasiva e inspirada en hábitos
tradicionales, explica el poder de que gozaron los reyes. El principio de la soberanía del
pueblo reside en el fondo de todos los gobiernos y se oculta aún en las instituciones menos
libres, como observara Tocqueville. El propio emperador romano, autócrata omnipotente,
decía fundar su autoridad en la delegación de poder que había recibido del pueblo.
En cuanto a lo primero, o sea como competencia del Estado, el poder tiene la facultad de
mandar porque la naturaleza social del hombre hace necesaria una autoridad. En cuanto a
determinar a qué grupo de hombres corresponde el gobierno, ello constituye un problema
debatido durante milenios y que trataremos de delucidar más adelante.
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El Poder institucionalizado es el Estado. La formación de éste no trae consigo,
aparentemente, una modificación del fenómeno político primordial, pues siempre se ve unos
hombres que mandan y otros hombres que obedecen.
Pero en esencia sí existe una transformación, pues las personas que deciden ya no llevan en
sí mismas la vocación de mando. Ahora es la voluntad social la que sustenta la existencia de
un Poder y no reconoce jefes sino simples gobernantes, habilitados en virtud de un estatuto
del poder, o sea la Constitución, obligados a ceñirse en el ejercicio de su autoridad a los fines
del Estado. Desde que el Estado adquiere forma, la investidura de los gobernantes, así
como su actividad y su sucesión, se hallan normados por el derecho.
El titular del Poder es el Estado, o sea un titular abstracto. En su nombre se exige
obediencia y se obliga a un comportamiento determinado. El Poder resulta así dividido
entre un titular, que es el Estado, y los agentes a su servicio, que son los gobernantes.
Como ilustran Kalsen y Georges Burdeau, el Estado existe porque es pensado, a la vez que
se da en la experiencia como real. Es pensado por los gobernantes, que encuentran en él
la fuente de su autoridad, y por los gobernados, que ven en él un fundamento de las reglas.
La "Razón de Estado" es la máxima del obrar político, la ley motor del Estado, a fin de
mantenerlo vigoroso. Pueden los políticos discrepar en cuanto a los medios para alcanzar
los objetivos del Estado, pues en cada momento histórico hay una línea ideal de obrar, o sea
una razón de Estado ideal. Pero, junto al valor del bien del Estado, existen otros valores
elevados que también piden para sí una vigencia incondicionada, como son la moral y la
idea del Derecho. En último término, el poder mismo puede verse amenazado por el
quebrantamiento de los valores morales y jurídicos.
Meinecke, en "La idea de la razón de Estado en la Edad Moderna", señala el vasto espacio
en la cual se entrecruzan en la acción gubernativa al utilitarismo y la motivación ética al
punto que ésta se pone de manifiesto sólo cuando coincide con el provecho del Estado. El
político respeta las fronteras del Derecho y limita su impulso de mayor poder por la presión
coincidente de razones prácticas y de móviles idealistas. El hombre "goza con deleite del
poder en sí y en lo que tiene de intensificación de la personalidad". La voluntad de poder, al
lado del hambre y del amor, dice Meinecke, es uno de los impulsos más eficaces; "sin las
bárbaras concentraciones de poder, tejidas con terror y crueldad, de déspotas y castas
primitivas, no se hubiera llegado a la fundación de Estados ni a la educación del hombre
para grandes cometidos supra-individuales". Desde luego, en la misma dirección han
obrado también los ideales, como factores para edificar y vigorizar el Estado.
Como afirma Jellinek, hay un derecho virtual, engendrado por el ansia de justicia, que
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aspira a ser derecho actual mediante su consagración por la ley. Por eso, las ideas políticas
adquieren juricidad, o sea que la política se juridiza, cuando la aspiración alcanza a triunfar
en la esfera del poder. Una visión realista del poder nos lleva a considerar la relación entre
derecho y política, ya que el objeto directo de la idea de derecho no es el hombre sino el
grupo social, el cual asume un ordenamiento según sea la ideología de quienes gobiernan.
La política tiene por fin al gobierno y dirección del Estado; para sus relaciones se sirve de
técnicos y administradores que hacen posible la ejecución de los planes concebidos por los
políticos. El estadista posee el arte de hacer posible lo que es necesario, sirviendo su ideal
con eficiencia. Se encuentra situado en la zona de interferencia de dos ámbitos: lo que
debe ser y lo que puede ser, como anota Ruíz del Castillo; orienta a la opinión pública y
procura crear el ambiente favorable a sus designios. Para el pensador, la política es un
conjunto de principios; para el estadista, es una realización que marcha a través de escollos,
transacciones e impurezas.
Cabe distinguir, pues, entre la política como ciencia de gobierno, especulación teórica, y la
política como arte de gobierno, actividad práctica.
En la realidad social tal diferencia es difícil de advertir, pues la política se vale de
instrumentos jurídicos y de medios prácticos para alcanzar finalidades señaladas por la
elaboración doctrinaria. Arnold Brecht ha puesto de relieve, con los ejemplos de Lenin y
Stalin, que el pensamiento teórico no es asunto ajeno a la vida, como sostienen algunos
políticos de oficio. La importancia de la teoría es muy grande. Basta recordar que la
ideología Marxista condujo al poder a Lenín, precisamente en el país que Marx consideró no
adecuado en razón de hallarse insuficientemente desarrollado.
La ideología, es decir la superestructura, cambió las formas de producción es decir la
infraestructura, contrariando el determinismo económico por efecto de la voluntad de poder.
Por lo que se refiere a la importancia que tiene las teorías políticas, citamos el pensamiento
de Stalin, expresado en una de sus conferencias sobre los fundamentos del leninismo: "La
teoría pierde todo objeto si no enlaza con la práctica revolucionaria, exactamente igual que
la práctica queda ciega si no elimina su camino con la teoría". La teoría puede convertirse en
otra inmensa fuerza si se desarrolla en unión con la práctica.
Más allá de toda cuestión jurídica, es indubitables que la voluntad de poder constituye una
de las grandes fuerzas de la vida individual y social.
Bertrand Rusel afirma en su obra "El Poder" que éste tiene en el mundo del espíritu la
misma importancia que la energía en el mundo de la física.
Por tanto, el Estado debe ser mirado esencialmente, como agrupación política, o sea como
un ente de poder, antes que como ordenamiento jurídico. Es la agrupación política suprema
y; como quiera que orienta su actividad con arreglo a cauces jurídicos, puede definírsele
como un ser político que se organiza jurídicamente.
Querer huir de la política es como pretender huir del Estado, dice Carl Schmit, dado que la
comunidad nacional nos envuelve y nos afecta en una totalidad en la que se entrecruzan la
administración, la economía, la moral y el poder. El fenómeno político guarda relación con el
fenómeno económico, el demográfico y otros, que pueden ser anteriores, concomitantes o
subsiguientes, pero siempre es motor de una colectividad el poder por el poder, la voluntad
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de dominio. De ahí la importancia de integrar el mando en un orden moral para evitar la
opresión.
La política está constituida por puntos de vista sobre la justicia. Los partidos y los grupos
presionan en el sentido de aquello que consideran justo, aunque no lo sea objetivamente.
La política actual se cubre de un substrato ideológico y todo obrar tiene tras de sí, más o
menos conscientemente, un pensamiento. La noción ideológica según la cual se organiza
jurídicamente la convivencia social, es llamada "fórmula política", inspirada en una
concepción capital sobre el modo de relación que deba existir entre la sociedad y los
individuos. Por eso, hablamos de sistemas políticos liberales, socialistas, comunistas, etc.
Claro está que, unas veces, son las ideas las que determinan los hechos políticos, y otras
veces son éstos los que toman tributarias a las ideas, en un proceso de interacción.
La función política es vital, figura el lado de aquellas que aseguran físicamente la
supervivencia de la especie, como la nutrición o la reproducción. Expresa la conciencia del
grupo para encontrar un eje de cohesión.
La política está profundamente inserta en lo social. Las teorías que diferencian la sociedad
natural de la sociedad política pretenden señalar el paso de la primera a la segunda, como
sucede con tal liberalismo y con el marxismo, se funda en una hipótesis no comprobada por
la historia. El carácter religioso o guerrero que tuvieron las primeras autoridades ha
ocultado el hecho esencial de que la autoridad es siempre política, no importa quien la ejerza,
ya provenga de la imposición o de la elección.
El hecho político es simultáneo al hecho social, es indispensable para evitar que la sociedad
se disuelva. La distinción entre sociedad natural y sociedad política puede hacerse
conceptualmente pero no en la realidad.
La sociedad no es una adición de individuos, sino un compuesto. Por virtud del Poder
adquiere una voluntad y sigue un comportamiento determinado. Este comportamiento es
producto de la orientación política. El ordenamiento jurídico y la estructura del Estado son
resultantes de la actividad política. Por la toma de conciencia de ésta realidad, el poder se
ha convertido hoy en el centro de la lucha social y económica. A su vez, la política es mirada
como el arte de convertir las tendencias sociales en normas jurídicas. El político hace posible
el objetivo entrevisto o anhelado.
Nuestra época es una transición del Estado Liberal al Estado Social, siendo perceptible una
mayor participación del pueblo en el poder. Se quiere pasar de la democracia gobernada a la
democracia gobernante. Las construcciones formales están cambiando su contenido, para
no quedar vacías de verdad. Tanto el pensamiento del derecho natural del Siglo XVIII como
el derecho racional de Kant, concibieron una organización estatal con raíces individualis- tas.
Pero a partir de la primera guerra mundial, se hizo patente que los partidos políticos, los
sindicatos y los grupos de presión iban operando con un dinamismo que debilitaba lo formal
del derecho. Por ello se ha acentuado notablemente desde que los sindicatos de masas, las
Iglesias, el poder militar y la tecnocracia han gravitado claramente sobre la vida del Estado.
Ello significa analizar, con frialdad de especialista, cuáles son los instrumentos que
permitirán implementar el cambio de un modo racional, progresivo, con la conciencia de
que el poder es bifásico, o sea supone percepción clara de las metas en quienes gobiernan y
motivación acertada en quienes obedecen y presionan para participar. La relación mando-
obediencia conduce, en el mundo de hoy, hacia una amplia participación popular, con lo que
la política se ennoblece en la medida en que el miedo deja de ser el sistema normal de
gobernar.
El equilibrio constitucional es el término medio, pues el orden hace resistencia a los cambios,
en tanto que la libertad y el poder suelen presionar para alterar lo establecido por virtud de la
dinámica política. Si la resistencia que el orden opone a los cambios reclamados por la
libertad, es excesiva, dice Haurion, el poder coloca su fuerza al lado del cambio. Por el
contrario, si las reformas le parecen exageradas o prematuras, el poder se inclina del lado
del orden. Otro tanto podemos decir de las reformas exigidas por el sentido, de justicia o de
liberación social, que Hauriou no pudo entrever.
Pero cuando el orden no muestra capacidad para introducir los cambios que la tensión
social exige, se presenta el fenómeno denominado revolución. Consiste en el cambio
brusco de estructuras, sea raíz de un simple golpe de estado o bien tras una subversión
radical, que se enfrenta a las fuerzas del Gobierno y las domina.
5. EL PODER POLÍTICO
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1. TIPOS DE PODER.
Según (el poder en las organizaciones): hay 4 tipos principales de poder en las organizaciones
con sus fuentes:
b. PODER LEGITIMO: poder de posición, poder oficial. Es el que se le adjudica por una
autoridad superior. Culturalmente, las autoridades delegan el poder legitimo a otros para que
les controlen los recursos, compensen o castiguen a los demás en su nombre. Este poder es
deseado por casi todas las personas, cuya finalidad debe ser el orden de la sociedad.
Ejemplo: el juez no dicta sentencias por sus cualidades personales sino como miembros del
poder judicial que tienen la autoridad legitimada por un superior.
PODER POLÍTICO: apoyo de un grupo. Es muy importante la habilidad que tenga ese líder
d.
para trabajar en equipo, con otras personas y dentro de sistemas sociales cuya finalidad sea
la de conseguir sus apoyos. Este poder surge dentro de los medios técnicos y organizaciones
inciertos. Se da frecuentemente en aquellas situaciones de apoyos recíprocos. Ejemplo: el
político que pide votos a cambio de mejoras laborales.
como el coercitivo están muy conectados y así, a veces, no resulta fácil distinguirlos. Por
ejemplo, ¿es lo mismo no dar una recompensa que castigar? O la retirada de un castigo
¿puede percibirse como una recompensa?.
Por ello el modelo de poder y autoridad legitima suele estar respaldado por un sistema auxiliar
de recompensas castigos. El poder esta delimitado por reglas, leyes y ello constituye a su
aceptación por los miembros de la organización. Las condiciones que facilitan su aceptación
son los siguientes:
Bibliografía
ANDRADE SANCHEZ, Eduardo Ob cit Leer Cap III. MIRO QUESADA RADA, Fca Ob cit Leer
Cap III. BAZAN SALVADOR, Oscar Ob cit Leer Pag. 30 a 36.
BOREA ODRIA, Alberto Ob cit Leer Cap IV.
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CASTRO CONTRERAS J, Sociología Edit. San Marcos Lima 8va edic. 1990 Cap. VII.
MIRO QUESADA RADA, F. Ob cit pag. 88 a 103.