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Francisco Negreira del Río, Ph.D. and Jesús Negreira del Río, Ph.D.
Para la familia Consejero Independiente puede significar una persona cercana a ella,
alguien que conocen y en quien confían, un asesor vinculado, abogado por ejemplo,
con quien han trabajado largo tiempo y a quien consideran una persona madura,
reflexiva y que les puede ayudar. Y esta ayuda se referirá posiblemente a su actuación
como mediador ante posibles conflictos familiares; por supuesto su ayuda técnica en
cuestiones de su competencia también es bien valorada. Un argumento similar
podíamos encontrar para la familia que incorpora a un antiguo directivo ahora
jubilado. Trata de retener su conocimiento específico en áreas del negocio.
Sin embargo, en la medida en que el poder puede ser ejercido por una parte de esa
propiedad que actúe movida por sus propios intereses particulares, desatendiendo o
expropiando incluso los de aquellos que no tie nen acceso completo a la información o
a la toma de decisiones, o bien que aún siendo ejercido de acuerdo al interés
mayoritario exista un déficit claro en las personas de la familia vinculadas a la gestión
en el conjunto de capacidades y habilidades necesarias para ejercer dicha
responsabilidad, se ve justificada la necesidad de incorporar al Consejo de
Administración de la compañía profesionales independientes que ejerzan una
supervisión efectiva de la labor del primer ejecutivo, que complementen las
competencias directivas de los miembros de la familia y que sirvan de elemento
catalizador de las buenas relaciones entre los mismos.
La literatura científica sobre la materia ofrece evidencia empírica que avala con datos
las ventajas que las empresas de propiedad familiar obtienen para el conjunto de
stakeholders de la incoporación de Independientes a su Consejo: Anderson y Reeb
(2004) encuentran que las firmas cotizadas más valiosas son aquellas en las que
Consejeros Independientes balancean y equilibran la representación familiar en el
Consejo; Miller y LeBreton Miller (2006) proponen que las pérdidas de propiedad
(aquellas derivadas de ceder la gestión del negocio a un profesional externo que
actuará movido por sus propios intereses o las derivadas de un ej ercicio del poder por
parte de un propietario que no atiende a los intereses del resto) pueden ser
disminuidas si en el Consejo aparecen Consejeros Independientes y accionistas
influyentes ajenos a la familia; Faccio, Lang y Young (2001) demuestran que sin
supervisión externa accionistas mayoritarios como las familias fundadoras tienen
tendencia a expropiar riqueza de la firma a costa de los accionistas minoritarios. Esta
lectura es coherente con la investigación previa realizada por Dalton et. al (1998), e n la
que concluyen que un Consejo con numerosos miembros con relaciones vinculadas a
la compañía (internos, afiliados, interdependientes, etc.) es menos probable que
proporcione una evaluación desapasionada del CEO. Dado que una de las
responsabilidades fundamentales de un Consejo es elegir a sus miembros a fin de
robustecer su capacidad supervisora (Ford, 1998; Rubenson and Coupt, 1996), la
presencia de Consejeros externos verdaderamente independientes se vuelve
imprescindible.
Las competencias técnicas que el Consejero Independiente debe aportar para cumplir
con su misión en el Cons ejo son objetivas y relativamente fáciles de identificar.
Permítannos seguir las recomendaciones al respecto de John L. Ward (1991) en las
pautas a seguir en la conformación de ese consejo de administración activo y eficaz.
No es interés ahora reproducir una metodología concreta propuesta por dicho autor,
aún de forma sintética, sino aportar reflexión sobre determinados puntos críticos o
aspectos del proceso que consideramos relevantes en las empresas de nuestro
entorno.
La primera pregunta que la familia propietaria debe formularse es ¿cuál es la misión
del Consejo de Administración?, ¿qué funciones queremos que desempeñe? Para ello
es imprescindible un análisis previo sobre la posición competitiva de la empresa, sus
fortalezas y debilidades, los retos que afronta y cuáles son sus principales
orientaciones estratégicas. Estas cuestiones resolverán los principales desafíos que el
Consejo debe resolver a corto, medio y largo plazo. ¿Afronta la compañía su primer
relevo generacional?, ¿queremos un Consejo que ayude en el proceso?; ¿Necesita la
compañía una profunda revisión y profesionalización en su estilo de gestión?,
¿queremos un Consejo que lo impulse?; ¿Su misión es ayudar a la empresa a sobrevivir
en un entorno de crisis? Una vez definidas la misión y funciones de dicho l Consejo
estaremos en condiciones de desarrollar la estructura y perfil del mismo que puede
dar cumplimiento a los objetivos a alcanzar.
A mayores, el Consejo de una empresa familiar tiene unas particularidades propias que
le diferencian del resto: muchos de sus miembros tienen vinculaciones familiares,
afectivas y personales que afectan sin duda a la toma de decisiones.
A fin de mitigar los problemas que esta segunda perspectiva pudieran provocar en el
gobierno de la empresa, el Consejero Independiente deberá ser una persona que
aporte determinadas características personales cruciales y añadidas a su experiencia y
bagaje técnico.
En primer lugar, debe ser alguien imparcial y con objetividad en su juicio. Además de
serlo, deberá parecerlo, en caso contrario no será aceptad o como ͞árbitro͟ por
determinadas partes de la familia y por tanto no podrá realizar su trabajo. Esto
significa que su integridad estará avalada por años de ejercicio profesional intachable.
Además, sólo quién no necesite los beneficios económicos derivado s del puesto, o
estos no supongan una parte significativa de sus ingresos totales, podrá mantener esta
objetividad e imparcialidad en sus posiciones.
Además, y para poder utilizar esta empatía en beneficio de la empresa debe ser claro y
honesto, es decir, debe tener mucha mano izquierda acompañada de una derecha
contundente para hablar claro cuando sea preciso. Si hay algo que se está haciendo
mal deberá llamar la atención sobre el particular, aunque el que se esté equivocando
sea el Presidente de la empresa, o un familiar con una gran ascendencia sobre la
familia. Es por tanto la asertividad la última de estas cualidades personales.
V
Es importante dejar bien claro que la labor de un Consejero debe ser remunerada, el
altruismo no tiene lugar en la empresa, y la empresa familiar es, ante todo, una
empresa. Aceptado que la retribución debe ser equi tativa para los propietarios y de
modo que no perjudique los intereses de los minoritarios no representados, la
dificultad estriba en hallar la fórmula con la que fijar la retribución del resto de
miembros del Consejo. Si fijamos una cantidad muy elevada estaremos primando que
quieran acceder al Consejo personas que no tienen la competencia adecuada pero que
se sientan atraídas por el aspecto pecuniario y por el contrario, si pagamos muy poco
desmotivaremos a quien es verdaderamente consciente de la responsabilidad que
asume.
Ello significa que un Consejero cobraría por un día de trabajo (la mañana de la reunión
más el tiempo previo a prepararla) lo que cobra por un día de trabajo el máximo
ejecutivo de la compañía. Si quiere emplear un factor multiplicador de este valor
porque entiende que un día de Consejo exige dos o tres días de trabajo de
preparación, adelante, estaremos totalmente de acuerdo con usted. Como el salario
de éste último no forma parte de esta discusión a todos les parecerá razonable la cifra
(sea alta o baja, estará en consonancia al tamaño y la capacidad de la empresa). Esto
permitirá al propio asesor que orienta a la empresa familiar dar una solución práctica a
una duda muy extendida entre las empresas familiares que buscan incorporar
Consejeros Independientes a su nuevo Consejo de Administración.
Creemos que quien desde su actividad profesional asesora a las empresas familiares
debe conocer el reto que significa la incorporación de externos a los órganos de
gobierno de las empresas de propiedad familiar. El valor que estos aportan, así como
los frenos y reticencias que se encontrarán por parte de la familia propietaria o alguno
de sus miembros, explican por sí mismos la necesidad de asesoramiento que las
empresas familiares tienen en el proceso de construcción de este nuevo Consejo de
Administración. Un asesor externo podrá ayudar, y mucho, a la incorporación de
Independientes. Sin su labor, es difícil que las familias empresarias den los pasos
directos y acertados hacia el éxito.
!"
Francisco Negreira del Río y Jesús Negreira del Río son profesores doctores del claustro
permanente de la Escuela de Negocios Caixanova.
Han publicado el libro ͞Yo no vendí, no lo hagáis vosotros͟ y diversos artículos sobre la
materia en revistas especializadas: ͞Cómo dirigir al director general: la gestión de la
zona gris͟, Harvard Deusto Business Review, 157, 42-52 (2007); ͞El gobierno de la
empresa familiar: cómo jugar al golf y ganar al ajedrez͟, Harvard Deusto Business
Review, 132, 56 -61 (2005); ͞La sucesión en la empresa familiar, implicaciones͟, Revista
de Empresa, 22, 10-19 (2007).