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Sara Lifszyc - El Capitalismo
"La reflexión acerca de las formas de la vida humana, incluyendo por tanto el análisis científico de
ésta, sigue en general un camino opuesto al curso real de las cosas. Comienza post festum y arranca,
por tanto, de los resultados preestablecidos del proceso histórico. Las formas que convierten a los
productos del trabajo en mercancías y que, como es natural, presuponen la circulación de éstas,
poseen ya la firmeza de formas naturales de la vida social antes de que los hombres se esfuercen por
explicarse, no el carácter histórico de estas formas, que consideran ya algo inmutable, sino su
contenido. Así se comprende que fuese simplemente el análisis de los precios de las mercancías lo
que llevó a los hombres a investigar la determinación de la magnitud del valor [...] Pero esta forma del
mundo de las mercancías -la forma dinero-, lejos de revelar el carácter social de los trabajos privados
y, por tanto, las relaciones sociales entre los productores privados, lo que hace es encubrirlas."
Karl Marx, el capital
1. Introducción
Durante todo el siglo XX, la palabra capitalismo se convirtió en un término de uso generalizado para
designar, sin mayores precisiones, distintas realidades de la sociedad moderna. En el uso cotidiano
suele utilizarse el término capitalista para calificar a personas que en sus actitudes y acciones se
caracterizan por un afán, a veces desmedido, de obtener beneficios en todos los planos de la vida
social, tanto en los negocios como en la vida personal. También se definen como capitalistas
determinadas concepciones de mundo que tienden a resaltar los valores individuales, que naturalizan
la equidad del capital y resaltan la funcionalidad de la sociedad ordenada jerárquicamente en clases
sociales.
La amplitud de sentidos de un término suele ser un obstáculo para la reflexión en general, y en
particular cuando el término "capitalismo" es utilizado para explicar una realidad y construir
diagnósticos y pronósticos sobre los acontecimientos que se suceden en un país y en el mundo actual.
La necesidad de establecer con claridad los alcances y significados se convierte en una tarea
prioritaria, más aún en las ciencias sociales, donde se requiere que las palabras tengan sentidos
precisos, distintos a los atribuidos por el sentido común. Éstas no son ni la realidad misma ni su
descripción exacta: son conceptos que los investigadores construyen y constituyen los instrumentos
fundamentales para captar y explicar los fenómenos sociales.
El objetivo de este trabajo es brindar algunos lineamientos para clarificar el significado del
capitalismo como fenómeno social y como concepto analítico, teniendo en cuenta que, si bien existen
diferentes abordajes, que no desconocemos, priorizaremos el realizado por uno de sus teóricos más
representativos: Karl Marx.
2. Hacia una redefinición
En las ciencias sociales los mismos fenómenos pueden ser interpretados de múltiples formas pero,
más allá de las diferencias, deben contribuir a la explicación del fenómeno real, a captar su origen y
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dinámica. Los diferentes esquemas interpretativos suelen originar extensos debates en los que se
confrontan supuestos teóricos, empíricos y metodológicos que ponen a prueba su alcance
explicativo.
El capitalismo es un fenómeno complejo con manifestaciones en diferentes dimensiones de la
realidad, que ha dado lugar, a lo largo del tiempo, a una amplia gama de significados. Las diferencias
interpretativas han originado encendidos debates entre diversas corrientes de pensamiento. Una
buena parte de dichos estudios suelen tomar como referente a Karl Marx (1818-1883), cuyo
pensamiento ha ejercido una notable influencia en el campo de las ciencias sociales y cuyas
formulaciones se convirtieron, directa o indirectamente, aun para sus detractores, en el centro de la
gran mayoría de las controversias.
Los debates sobre el capitalismo tendieron a desarrollarse en torno a los planos
teórico-metodológicos [sic] y también en el ideológico-político, en este último, bajo la apariencia de
confrontaciones científicas. En estas polémicas se observa que muchas veces suelen entremezclarse
las ideas de Marx referidas a las formas de superación del capitalismo con su principal descubrimiento
teórico, que fue el formular con implacable rigurosidad las leyes de funcionamiento de la sociedad
capitalista. Este tipo de controversias también tuvo lugar mientras Marx vivía, pues en la segunda
edición de El Capital (1867), su obra principal, ya señalaba: "[...] lo que puede servirle de punto de
partida no es la idea, sino la manifestación externa exclusivamente. La crítica tiene que limitarse a
comparar y contrastar un hecho no con la idea, sino con otro hecho".
Esta confusión ha originado no sólo prejuicios; también ha opacado y desmerecido el valor científico
de sus descubrimientos, a punto tal de convertir al término "capitalismo" en una palabra tabú,
inficionada ideológicamente.
Como señala Marx:
[... ] "la libre investigación científica tiene que luchar con enemigos que otras ciencias no conocen. El
carácter especial de la materia investigada levanta contra ella las pasiones más violentas, más
mezquinas y más repugnantes que anidan en el pecho humano: las furias del interés privado".
No obstante las pasiones que este tema despierta desde el punto de vista ideológico, también en el
plano teórico el capitalismo ha originado extensos debates. En las ciencias sociales estos criterios son
plurales, en el sentido de que acerca de una misma realidad, el "capitalismo", distintos investigadores
pueden abordarla de manera diferente.
Por ejemplo, suele considerarse el capitalismo como un sistema cuyo funcionamiento está regido por
las leyes del mercado, basado en la libre empresa y en la iniciativa individual. Desde otra perspectiva,
se categoriza al capitalismo como un fenómeno presente en las sociedades urbanas e
industrializadas, en las que el poder político y el ejercicio de la dominación se encuentran
centralizados en un Estado nacional. También se consideran que son capitalistas las sociedades
modernas en las que predominan las libertades individuales, con movilidad social, tanto ascendente
como descendente, estratificadas en clases.
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Estos significados del término capitalismo tienen en común que son parciales; se han considerado
algunos de sus elementos característicos, y al hacerlo se tiende a circunscribirlo a una sola dimensión,
ya sea a la económica, la política o la social, sin integración entre ellas. Estas parcializaciones suelen
opacar la comprensión del fenómeno, e incluso, a veces, conducir a ciertos equívocos.
Es corriente pensar que la industrialización y el Estado son atributos del capitalismo, como si fueran
términos de una relación causal, en la cual la industrialización y el Estado serían una consecuencia
lógica derivada del funcionamiento del capitalismo. Sin embargo, es posible observar que en
diferentes épocas históricas han existido desarrollos industriales y formas de Estado,
independientemente el uno del otro. La particularidad del capitalismo moderno en Occidente,
residiría entonces, en la convergencia de ambos fenómenos, la industrialización y el Estado, como sus
componentes. Al respecto, señala Ugo Pipitone:
"En realidad, más que una idea específica se trata de una visión global que hace coincidir el desarrollo
capitalista con el desarrollo industrial y con el cambio tecnológico. [...] de la misma manera como el
renacimiento del comercio europeo antecedió en cuatro siglos a la expansión colonial, hubo tres
siglos (por lo menos) de la evolución del capitalismo antes de la Revolución industrial. Por banal que
pueda parecer, tiene un sentido redescubrir el agua tibia: entre capitalismo e industria el prius
histórico es el capitalismo. obviamente las diferencias entre estas dos dimensiones tienden a
desdibujarse cuando se tiene una visión del capital casi exclusivamente técnica o cuantitativa. En esta
perspectiva, la originalidad histórica del capital parece consistir en las manufacturas, en las fábricas
como lugares de concentración de eficientes y poderosos medios de producción. De ahí que, si bien
de manera silenciosa, tienden a coincidir entre sí las imágenes del capitalismo e industria [sic]. En
esta visión no sólo hay una evidente distorsión histórica, sino además, una fuente grave de errores
acerca del presente."
En cambio, para Marx (quien ha utilizado en forma indistinta los términos de "sociedad burguesa",
"sociedad moderna" y "régimen de producción capitalista"), el capitalismo no es reductible ni a lo
económico, ni a lo político ni a lo social. Es un fenómeno integral, caracterizado por un tipo de
organización de la sociedad en su conjunto, en el que las relaciones sociales asumen la forma de
relaciones entre los propietarios y no-propietarios de los medios de trabajo. Ésta es la principal
diferencia respecto a otras formas de relaciones sociales -esclavistas o serviles- que la precedieron, ya
que es dentro del capitalismo moderno donde esas relaciones se plantean como relaciones entre
hombres libres e iguales. En la sociedad en la que prevalece ese tipo de vínculo social, el móvil central
es la producción, la apropiación y la acumulación de riquezas.
3. El capitalismo: un concepto y un desarrollo histórico
En una primera instancia se puede establecer que el capitalismo es una forma de organización social
basada en la producción de mercancías, en la acumulación de riquezas en manos de particulares, y en
la existencia de un mercado mundial integrado. El trabajo libre, asalariado, y la propiedad privada de
los medios de producción son sus categorías básicas. Éstas expresan el divorcio del productor de sus
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instrumentos de trabajo y del producto de su trabajo; expresan la separación definitiva del capital del
trabajo de la figura del trabajador. En épocas históricas anteriores a la conformación de la sociedad
moderna, ambas categorías no se diferenciaban, se fundían en la figura del trabajador manual; en el
capitalismo se escinden para re-unirse a través de una relación social entre el obrero y el capitalista.
Como señala Hobsbawm:
[...] "la radicalización de esta separación del trabajador directo de sus medios de producción, llega a
su culminación con el capitalismo, en el que el obrero queda reducido a simple fuerza de trabajo,
pudiendo añadirse que, inversamente, la propiedad se transforma en un dominio de los medios de
producción enteramente divorciado del trabajador".
El concepto de sociedad desarrollado por Marx es una de las premisas de las cuales parte para
construir y fundamentar su método para el análisis de las realidades socioeconómicas y políticas,
pasadas, presentes y futuras.
Para él la sociedad es un todo: una configuración integrada por diferentes niveles, en la que la
producción es la dimensión fundante de lo social. Señala que para que exista cualquier sociedad, los
individuos deben reproducirse como tales: deben satisfacer sus necesidades produciendo los medios
para su subsistencia. La producción material que constituye la estructura económica, incluye al
trabajo como la actividad creadora y transformadora por excelencia, mediante la cual las personas
obtienen de su medio natural y cultural los elementos necesarios para su vida. En dicha actividad las
personas van estableciendo relaciones entre ellas, es decir, la producción de la vida es social. Cómo
producen y qué relaciones establecen con su entorno y con los otros individuos, la forma que adopta
la producción de sus vidas, es decir, el modo de producción, define el tipo de sociedad.
Por ello, el análisis de Marx del capitalismo comienza por la mercancía, por la forma concreta que
adopta el resultado del trabajo y al mismo tiempo expresa las relaciones sociales de producción que
esa clase de trabajo requiere. Estas categorías constituyen la base de la sociedad, la estructura sobre
la cual se va configurando la otra dimensión social, la superestructura jurídica, política e ideológica.
Ambas, base y superestructura, definen el modelo de sociedad y el modelo de sociedad no es otra
cosa que lo que se deriva de un modo de producción. Y dice:
"En la producción social de su vida, los hombres entran en determinadas relaciones necesarias e
independientes de sus voluntades, relaciones de producción que corresponden a una determinada
fase del desarrollo de sus fuerzas productivas materiales. El conjunto de estas relaciones de
producción constituye la estructura económica de la sociedad, que tiene una base real, sobre la que
se edifica una superestructura jurídica y política y a la cual corresponden determinadas formas de
conciencia. El modo de producción de la vida material condiciona, por lo tanto en general, el proceso
de vida social, política y espiritual."
En la sociedad capitalista, las relaciones de producción adoptan la forma de relaciones entre
propietarios aparentemente iguales, que intercambian libremente sus productos: propietarios de los
medios de producción, de los instrumentos y las materias primas y propietarios de la fuerza de
trabajo. Estos últimos conforman la categoría de trabajadores totalmente "libres"; libres en un doble
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sentido: no están sujetos territorialmente al dominio de ningún señor, y también libres en el sentido
de no poseer ninguna propiedad, sometidos a una desnudez total, pues lo único que poseen es su
capacidad de trabajo, su fuerza de trabajo. La aparición del trabajador libre como categoría social ha
sido el resultado de un proceso histórico, en que el productor, en un estadio histórico, era propietario
de sus medios de vida y controlaba las condiciones de producción de su existencia, es decir
controlaba el proceso de trabajo. La separación del productor de su producto y de sus instrumentos
comienza en el mundo feudal.
Como afirma Marx:
"La estructura económica de la sociedad capitalista brotó de la estructura económica de la sociedad
feudal.
Al disolverse ésta, salieron a la superficie los elementos necesarios para la formación de aquélla".
"De los siervos de la Edad media surgieron los villanos libres de las primeras ciudades; de este
estamento urbano salieron los primeros elementos de la burguesía".
Alrededor del siglo XI, con el resquebrajamiento del mundo feudal, con la disolución de los lazos de
vasallaje y la descomposición del feudo como unidad social económica y política, la actividad
productiva se fue trasladando del campo a la ciudad. En esta última predominaba la producción
artesanal, en la cual el trabajador fabricaba en su domicilio productos por encargo. En una etapa
posterior, el trabajador se irá transformando en un productor independiente que producirá y venderá
su producto. Los instrumentos de producción, sus habilidades y su producto son de su propiedad,
mejor dicho, son aún de su propiedad.
"El productor directo, el obrero, no pudo disponer de su persona hasta que no dejó de vivir sujeto a la
gleba y de ser esclavo o siervo de otra persona. Además, para poder convertirse en vendedor libre de
su fuerza de trabajo, que acude con su mercancía a donde quiera que encuentra mercado para ella,
hubo también que sacudir el yugo de los gremios, sustraerse a las ordenanzas sobre los aprendices y
los oficiales y a todos los estatutos que embarazaban el trabajo".
Entre los siglos XIII y XIV, con la intensificación del comercio y el crecimiento de la población urbana,
el productor delegará la venta de su productos en el mercader, quien concentrará la producción de
diferentes trabajadores independientes y los venderá en el mercado, aprovechando las diferencias de
precios entre la compra y la venta para obtener sus ganancias. Al mismo tiempo, y como forma de
incrementar sus beneficios, extenderá los límites del mercado hacia lugares cada vez más lejanos.
A partir del siglo XV, las innovaciones científicas, los descubrimientos de territorios y la
circunnavegación de África, la colonización de América, los mercados de China e india, dieron al
comercio un nuevo impulso: se inicia el desarrollo del comercio de ultramar. La manufactura vino a
ocupar el lugar del artesanado, que no podía abastecer la demanda de los nuevos mercados
extranjeros. Pero el crecimiento de los mercados continuaba y la demanda iba en aumento. Ya no
bastaba tampoco con la producción manufacturera. El desarrollo de la ciencia y la tecnología
posibilitaron la introducción de la máquina a vapor, que revolucionará la producción y la gran
industria sustituirá a la manufactura.
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Los pequeños productores independientes no podrán resistir la competencia del capital que los
arrollará y los transformará en obreros industriales y la economía de mercado comenzará a transitar
hacia una más amplia y desarrollada: la economía capitalista.
Como señala Marx en un conocido párrafo:
"Al llegar a una determinada fase, las fuerzas productivas de la sociedad chocan con las relaciones de
producción existentes, o lo que no es más que su expresión jurídica de esto, con las relaciones de
propiedad dentro de las cuales se han desenvuelto hasta allí. De formas de desarrollo de las fuerzas
productivas, estas relaciones se convierten en trabas suyas. Se abre así una época de revolución
social."
Efectivamente, entre los siglos XVIII y XIX este largo proceso de transición culminó con dos grandes
revoluciones que dieron sustento político, jurídico y tecnológico a la consolidación del capitalismo
moderno. La Revolución Francesa en el siglo XVIII, porque liberó a los individuos de las relaciones de
propiedad personal, disolviendo los lazos de sujeción y vasallaje, estableciendo la libertad y la
igualdad de las personas. La Revolución Industrial en el siglo XIX, con la adopción de la nueva
tecnología, posibilitó el salto cualitativo para el desarrollo de la producción a gran escala. Se había
iniciado una nueva época de enormes cambios y transformaciones, bajo el predominio del capital,
como una forma de relación social de producción entre personas jurídicamente iguales, pero
socialmente diferentes, transformando la producción "en un gran arsenal de mercancías", tal como
señala Marx en el primer párrafo de El Capital, convirtiendo a la fuerza de trabajo en una mercancía
más que es vendida y comprada.
"Ni el dinero ni la mercancía son de por sí capital, como no lo son tampoco los medios de producción
ni los artículos de consumo. Necesitan convertirse en capital. Y para ello han de concurrir una serie de
circunstancias concretas, que pueden resumirse así: han de enfrentarse y entrar en contacto dos
clases muy diversas de poseedores de mercancías; de una parte, los propietarios de dinero, medios de
producción y artículos de consumo, deseosos de valorizar la suma de valor de su propiedad mediante
la compra de fuerza ajena de trabajo; de otra parte, los obreros libres, vendedores de su propia fuerza
de trabajo y, por tanto, de su trabajo. Obreros libres en el doble sentido de que no figuran entre los
medios de producción, como los esclavos y los siervos, etc., ni cuentan con medios de producción
propios, como el labrador que trabaja su propia tierra, etc.; libres y dueños de sí mismos [...]. El
régimen del capital presupone el divorcio entre los obreros y la propiedad sobre las condiciones de
realización de su trabajo [...]. La producción capitalista no sólo mantiene este divorcio, sino que lo
reproduce y acentúa a escala cada vez mayor. Por tanto, el proceso que engendra el capitalismo sólo
puede ser uno: el proceso de disociación entre el obrero y la propiedad sobre las condiciones de su
trabajo, proceso que de una parte convierte en capital los medios sociales de vida y de producción,
mientras de otra parte convierte a los productores directos en obreros asalariados."
4. El valor del trabajo y el trabajo como valor
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En el punto anterior se sintetizaron las categorías básicas sobre las que se funda el capitalismo; en el
presente se esbozará el mecanismo de su funcionamiento. Se ha señalado que las relaciones sociales
en el capitalismo aparecen como relaciones entre iguales, desde el punto de vista jurídico, que
intercambian sus diferentes productos en iguales proporciones. Para que esta relación se mantenga
como igualdad, el trabajador debe vender su fuerza de trabajo, no su persona: vende su potencia, su
capacidad y habilidad, por un determinado tiempo. Pues, como dice Marx, [...] "si se la vende en
bloque y para sí, siempre lo que hace es venderse a sí mismo, convertirse de libre en esclavo, de
poseedor de una mercancía en mercancía".
El trabajo es la actividad que realiza el ser humano con la ayuda de instrumentos-herramientas para
transformar, en un tiempo y en un espacio, un objeto en producto. Por ejemplo: el pan no es
simplemente la suma de sus elementos, es algo diferente al trigo y a la levadura: es algo más. El
trabajo combina dichos elementos y los transforma en un objeto cualitativamente diferente a sus
componentes, los que a su vez son resultado de trabajos realizados por otras personas: en este caso,
el pan es la suma de trabajos anteriores. El trabajo crea valores que se manifiestan cuando se plasma
en productos concretos útiles, objetos que satisfacen algún tipo de necesidad, pues nadie produce
objetos inútiles. Cuando los productos son consumidos o usados por su propio productor, éstos sólo
asumen la característica de ser objetos útiles, de ser valores de uso. Pero cuando lo producido por el
trabajo no le pertenece, y su destino es ser vendido en el mercado, el producto, además de ser un
valor de uso, contiene un valor de cambio. Dicho valor se revelará en el contacto con otros productos,
que al igual que éste han sido el resultado del trabajo humano.
Es entonces cuando el producto adopta la forma de mercancía y la generalización de este tipo de
producción pone de manifiesto la transformación operada en la figura del trabajador libre, que debió
vender su capacidad útil, su fuerza de trabajo para poder subsistir, convirtiéndose ella misma en una
mercancía más. El trabajador vendió al propietario de los medios de producción su fuerza de trabajo,
y éste la compró por su valor equivalente en dinero.
Hasta acá no existe ningún misterio: ninguno perdió ni ganó en el cambio y éste se desarrolló según lo
esperado y lo pactado en términos de equivalentes.
Pero, entonces, ¿cómo se desarrolla la acumulación del capital? se pregunta Marx; ¿de dónde
proviene la ganancia del propietario de los medios de producción? Y Marx responderá que provendrá
del trabajo realizado no-remunerado, pues el secreto de la producción capitalista reside en el proceso
de trabajo, cuando el trabajador produce más valor del valor por el que fue comprado. Como se
señalara anteriormente, la fuerza de trabajo posee la cualidad de crear, tanto valores de uso como de
cambio y éste se determina por su costo, es decir, por el tiempo socialmente necesario para su
producción. En el caso de la fuerza de trabajo, el costo de producción se estima en una cantidad de
medios de vida para poder al día siguiente continuar con sus tareas, en iguales condiciones de fuerza
y de salud. Es la cantidad indispensable de objetos como comida, descanso, confort, vestimentas,
algunas de las cuales deberá reponer todos los días y otras con menor frecuencia.
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El valor y los equivalentes
Durante siglos, filósofos y economistas intentaron develar el secreto del intercambio de equivalentes,
intentaron explicar qué es el valor y por qué adopta la forma de equivalencias cuyo patrón de medida
es la cantidad de trabajo utilizada en su producción, es una magnitud, un valor, independientemente,
del tipo producto concreto que sea. Dice Marx:
"Esta forma de equivalencia se presenta con mayor claridad si nos remontamos a Aristóteles, que fue
el primero de los pensadores que analizó la forma valor". Ante todo, Aristóteles dice claramente que
la forma dinero de la mercancía no hace más que desarrollar [...] la expresión del valor de una
mercancía en otra cualquiera. He aquí sus palabras: 5 lechos = 1 casa, no se distingue de 5 lechos =
tanto o cuanto dinero.
Aristóteles advierte, además, que la relación de valor que contiene esta expresión de valores, a su vez,
una relación condicionada, pues la casa se equipara cualitativamente a los lechos, y si no mediase
alguna igualdad sustancial, estos objetos corporalmente distintos no podrían relacionarse entre sí
como magnitudes conmensurables. "El cambio -dice Aristóteles- no podría existir sin la igualdad, ni
ésta sin la conmensurabilidad". Más al llegar aquí, se detiene y renuncia a seguir analizando la forma
valor. "Pero en rigor -añade- es imposible que objetos tan distintos sean conmensurables", es decir
cualitativamente iguales. Esta equiparación tiene que ser necesariamente algo ajeno a la verdadera
naturaleza de las cosas [...]"
"El propio Aristóteles nos dice, pues, en qué tropieza al llevar adelante su análisis: tropieza en la
carencia de un concepto de valor. ¿Dónde está lo igual, la sustancia común que representa la casa
respecto a los lechos?: ¿en la expresión de valor de éstos? Semejante sustancia 'no puede existir, en
rigor', dice Aristóteles.
¿Por qué? La casa representa respecto a los lechos algo igual en la medida en que representa aquello
que hay realmente de igual en ambos objetos, a saber: el trabajo humano."
"Aristóteles no podía descifrar por sí mismo, analizando la forma del valor, el hecho de que en la
forma de los valores de las mercancías todos los trabajos se expresan como trabajo humano igual y,
por tanto, como equivalentes, porque la sociedad griega estaba basada en el trabajo de los esclavos y
tenía, por tanto, como base natural la desigualdad entre los hombres y sus fuerzas de trabajo. El
secreto de la expresión de valor, la igualdad y equiparación de valor de todos los trabajos, en cuanto
son y por el hecho de ser todos ellos trabajo humano en general, sólo podía ser descubierto a partir
del momento en que la idea de la igualdad humana poseyese la firmeza de un prejuicio popular.
Y para esto era necesario llegar a una sociedad como la actual, en que la forma mercancía es la forma
general que revisten los productos del trabajo, en que, por tanto, la relación social preponderante es
la relación de unos hombres con otros como poseedores de mercancías. Lo que acredita
precisamente el genio de Aristóteles es haber descubierto en la expresión de valor de las mercancías
una relación de igualdad. Fue una limitación histórica de la sociedad de su tiempo la que le impidió
desentrañar en que consistía 'en rigor' esta relación de igualdad."
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Como dice Marx: "El valor de la fuerza de trabajo es el valor de los medios de vida necesarios para
asegurar la subsistencia de su poseedor [...] Las necesidades naturales, el alimento, el vestido, la
calefacción, la vivienda, etc., varían con arreglo a las condiciones del clima y demás condiciones
naturales de cada país [...]" Es decir, el trabajador ha vendido su fuerza de trabajo por un determinado
valor, pero a lo largo de su jornada produce un valor superior al que ha sido comprado. La diferencia
entre el valor que ha producido y el valor por el cual fue comprado es la ganancia del propietario de
los medios de producción.
Si el costo de la fuerza de trabajo equivale a una equis cantidad de horas de una jornada de trabajo,
en la que el trabajador produce un volumen determinado de productos equivalente al valor por el que
fue comprado, en ese punto podría dar por finalizada su jornada. Pero no puede y debe continuar
trabajando: lo que produce de ese momento en más ya no le será recompensado. Esa cantidad
adicional de productos creados y no remunerados representa la ganancia del propietario del capital,
es el plus-valor de su trabajo. Es a partir de este momento que la aparente igualdad de las relaciones
de producción revela su asimetría, cuando el trabajo no remunerado es apropiado por los dueños del
capital. Dicho trabajo se convierte en capital cuando se concreta la venta de la mercancía y la
ganancia obtenida la invierte nuevamente en la producción. El propietario de los medios recupera el
capital invertido más el plus de ganancia que será nuevamente invertido para continuar y ampliar el
ciclo productivo y reproductivo del capital, que es un ciclo de reproducción ampliada.
Dice Marx:
"El valor del capital revestía forma de dinero desde el momento mismo de desembolsarse; en cambio,
la plusvalía (o plus-valor) se presenta desde el primer momento como valor de una determinada parte
del producto. Al venderse éste y convertirse en dinero, el valor del capital compra su forma primitiva,
mientras que la plusvalía cambia de forma y modalidad, son sumas de dinero y reversión a capital se
efectúa del mismo modo, sin que medie diferencia alguna. El capitalista invierte ambas sumas en
comprar las mercancías que le permitan acometer de nuevo la fabricación de su artículo, esta vez
sobre una escala ampliada."
El trabajo no remunerado implica la creación de un valor adicional que se genera en el proceso de
producción, su apropiación por parte del capitalista es lo que posibilita la acumulación y la
reproducción del capital. El capitalismo se caracteriza por la apropiación de plus-valor, que es el
motor de su funcionamiento; su continuidad depende de la expansión y profundización del
intercambio y de ampliación del proceso de acumulación. Es decir, la continuidad del capitalismo se
centra en el aumento permanente de la productividad del trabajo, con el fin de obtener cada vez
mayor ganancia. Para lo cual requiere la asistencia de la ciencia y la técnica para revolucionar los
procesos de producción, la tecnología, los procesos de trabajo y también los métodos de
organización.
Al mismo tiempo se va profundizando la interdependencia de los mercados para que las mercancías
puedan venderse con mayor celeridad y convertirse nuevamente en capital. Ambos, productividad y
mercado, son los elementos indispensables para el sostenimiento del capitalismo, si bien la creación
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del plus-valor se inicia en la producción (en el proceso de trabajo), culmina en el mercado con la venta
de la mercancía, cuando se transforma de plus-valor en capital.
Las revoluciones tecnológicas, los cambios en las habilidades y capacidades de la fuerza de trabajo
más la creciente interdependencia del mercado mundial, se desarrollan a expensas del capital y no a
la inversa, sin ellos es imposible concebir el desarrollo del capitalismo.
"[... ] la necesidad del mercado exterior para un país capitalista no se halla determinada en modo
alguno por las leyes que rigen la realización del producto social, sino por el hecho de que el
capitalismo sólo aparece como resultado de una circulación de mercancías muy desarrollada, que
rebase las fronteras del Estado. Por eso no es posible concebir una nación capitalista sin comercio
exterior, ni tal nación capitalista ha existido nunca en la realidad.
En los métodos precapitalistas de producción rige la ley de la repetición del proceso de producción
con la misma extensión y sobre las mismas bases que antes: esta ley regía para la economía a base de
prestaciones personales del terrateniente, para la economía natural del campesino, para la
producción artesana del industrial. La ley de producción capitalista en cambio, es ésta; cambios
constantes de los métodos de producción y aumento ilimitado de su volumen [...] esta necesidad
demuestra palmariamente la obra histórica de progreso del capitalismo, que viene a destruir el
aislamiento y el carácter cerrado de los antiguos sistemas económicos, agrupando a todos los países
del mundo en una gran unidad económica."
En una breve síntesis se ha caracterizado al capitalismo, independientemente de las formas históricas
que ha asumido, como un tipo de organización social cuyo objetivo es la acumulación de riquezas y la
continua reproducción del capital. La expansión e integración constante del "mercado exterior" en
una "gran unidad económica", más el creciente aumento de la productividad del trabajo, por la
permanente innovación tecnológica, son los mecanismos que garantizan su continuidad.
Considerando que la sociedad actual es una sociedad capitalista, y teniendo en cuenta las
transformaciones que en todos los planos de la vida social se están desarrollando desde hace varias
décadas, se plantea una serie de interrogantes relacionados con el sentido y la dirección de los
cambios. En tal sentido es pertinente preguntar: ¿estos cambios preanuncian una nueva era histórica?
¿El capitalismo está cambiando? Responder a estos interrogantes no es sencillo. Mucho se ha escrito,
se han acuñado nuevos términos, formulado una variedad de hipótesis y pronósticos de distinto
tenor; no obstante, las interpretaciones del sentido y la dirección de los cambios todavía son
ambiguas. Algunos autores sostienen que estos cambios, propios del capitalismo, corresponden a su
nueva etapa, la etapa globalizadora. Para otros autores, son el fin del capitalismo.
A partir de las últimas décadas del siglo XX el mundo se ha convertido en una inmensa "aldea global"
de la mano de la revolución científico-tecnológica, las sociedades en general y las economías y los
mercados en particular se han vuelto más interdependientes. Las empresas se han transformado en
grandes corporaciones, o firmas como se las denomina actualmente, que se han globalizado y
transnacionalizado. Los procesos de producción, los métodos y la organización del trabajo se han
automatizado a tal punto que van sustituyendo y desplazando de la escena productiva al trabajador
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asalariado. El mundo del trabajo requiere una fuerza de trabajo con habilidades y capacidades
basadas más en el desarrollo del conocimiento que en el uso de destrezas técnicas. Mientras tanto, la
desocupación crece, la exclusión se multiplica, la riqueza se concentra y la brecha social es cada vez
mayor. Si la atención se centra en cambios en las características de las fuerzas productivas,
tecnologías y trabajo y en el funcionamiento del mercado mundial, se puede afirmar que los mismos
se inscriben dentro de la lógica de funcionamiento del capitalismo. No obstante, la novedad histórica
de esta época respecto de las anteriores radica en la dinámica que el desarrollo de las nuevas
tecnologías de la información le ha conferido. Pero ni las relaciones de producción ni las formas de
apropiación y acumulación del capital han cambiado hasta ahora. Desde este punto de vista es
posible pensar que el capitalismo ha entrado en una nueva fase de su desarrollo y no constituye el
inicio de su final.
Pero también esta afirmación puede ser puesta en duda, si se consideran los efectos de la
automatización sobre los procesos de producción y sobre el trabajo. Este último se ha ido
desplazando del centro de la escena y de ser el fundamento de la creación del plus-valor, pasó a ser
un elemento de control y supervisión, y dado que las máquinas por sí mismas no crean valor,
entonces, ¿dónde se origina la creación del plus-valor? ¿El plus-valor dejará de ser la razón de
existencia del capital? El capitalismo, por su propio desenvolvimiento histórico, ¿se encuentra en una
encrucijada?
Estas preguntas plantean un dilema difícil de resolver por ahora, aunque varios autores han señalado
que la automatización ha decretado el fin de la era del trabajo y, en consecuencia, estos cambios
pueden ser el inicio del final del capitalismo. En su época, cuando la Revolución Industrial se
encontraba en su pleno apogeo, Marx vislumbró la posibilidad de la casi total automatización de los
procesos de trabajo y refiriéndose a dicha problemática, señaló:
"El trabajo ya no aparece tanto como estando incluido en el proceso de producción; el hombre se
comporta más bien como un supervisor y regulador del proceso productivo [...] se presenta al lado del
proceso productivo, en lugar de ser su agente principal. En esta transformación lo que aparece como
pilar fundamental de la producción y de la riqueza no es ni el trabajo directo ejecutado por el hombre
ni el tiempo por él trabajado, sino la apropiación de su propia fuerza productiva general [...] tan
pronto como el trabajo en forma directa ha cesado de ser la gran fuente de riqueza, el tiempo de
trabajo deja, y tiene que dejar de ser, su medida y por lo tanto el valor de cambio del valor de uso [...].
Con ello se desploma la producción fundada en el valor de cambio."
De acuerdo con esta cita, y debido a la mayor automatización, es posible inferir que está
desapareciendo un tipo de trabajo, el trabajo asalariado, creador de valores de cambio, propio del
capitalismo industrial. Podría ser el fin de una forma de trabajo, en tanto actividad, en tanto forma de
hacer, y de concebir el trabajo. Pero no es el fin del trabajo concebido como potencialidad creadora y
transformadora propia de los seres humanos; el trabajo como tal seguirá persistiendo.
Sin haberse modificado las relaciones de producción, sin transformaciones en las formas de
acumulación y reproducción del capital, ¿es posible que sólo los cambios tecnológicos sean un
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indicador suficiente del final de una época histórica? Creemos que para que ello efectivamente
suceda son necesarios cambios en las relaciones básicas y fundamentales propias del capitalismo.
Más allá de las elucubraciones teóricas y de las especulaciones hipotéticas, lo que sí queda claro es
que aún es prematuro prever el desenlace de este proceso, sobre todo cuando estamos en un mundo
en el que lo viejo no termina de morir y lo nuevo apenas comienza a nacer. Porque más allá de las
preocupaciones de los estudiosos de la realidad social por dilucidar y develar el sentido de los
cambios, la reflexión científica, por ahora, sólo puede aventurar hipótesis, dado que, tal como se
señala en el comienzo de este trabajo:
"La reflexión acerca de las formas de la vida humana, incluyendo por tanto el análisis científico de
ésta, sigue en general un camino opuesto al curso real de las cosas. Comienza post festum y arranca,
por tanto, de los resultados preestablecidos del proceso histórico."
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EL CAPITALISMO (MARX)
● Se suele parcializar el significado de capitalismo abordándolo solamente desde una de sus
implicancias (económica, social, etc.)
● Este en realidad es un fenómeno integral caracterizado por un tipo de organización de la
sociedad en su conjunto, en las que las relaciones sociales asumen la forma de relaciones
entre los propietarios y no propietarios de los medios de trabajo.
● Las relaciones se plantean entre hombres libres e iguales.
● Se puede establecer que el capitalismo es una forma de organización social basada en la
producción de mercancías, en la acumulación de riquezas en manos de particulares y en la
existencia de un mercado mundial integrado.
● El trabajo libre, asalariado, y la propiedad privada de los medios de producción, son sus
categorías básicas. Estas expresan el divorcio del productor de sus instrumentos y del
producto de su trabajo, expresan la separación definitiva del capital del trabajo de la figura
del trabajador.
● La sociedad es un todo: una configuración integrada por diferentes niveles, en la que la
producción es la dimensión fundamental de la social.
● Para que exista cualquier sociedad, los individuos deben reproducirse como tales: deben
satisfacer sus necesidades produciendo los medios para su subsistencia.
● Incluye al trabajo como la actividad creadora y transformadora por excelencia.
● En dicha actividad las personas van estableciendo relaciones entre ellas, es decir, la
producción de la vida es social. Cómo producen y que relaciones establecen con su entorno y
con los otros individuos, la forma que adopta la producción de sus vidas, el modo de
producción, define la sociedad.
● En una sociedad capitalista, las relaciones de producción adoptan la forma de relaciones
entre propietarios aparentemente iguales, que intercambian libremente sus productos.
● Los trabajadores son libres en doble sentido: no están sujetos al dominio de ningún señor y
tampoco poseen ninguna propiedad. (solamente su fuerza de trabajo).
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● Esta capitalismo surge con el resquebrajamiento del mundo feudal.
● LEER LA HISTORIA DE CÓMO FUE SURGIENDO EL CAPITALISMO.
● La relación social de producción entre personas jurídicamente iguales, pero socialmente
diferentes.
● El trabajador debe vender su fuerza de trabajo, no su persona.
● El trabajo es la actividad que realiza el ser humana con la ayuda de
instrumentos-herramientas para transformar, en un tiempo y un espacio, un objeto en
producto.
● El trabajo crea valores que se manifiestan cuando se plasma en productos concretos útiles,
objetos que satisfagan algún tipo de necesidad.
● Cuando los productos son consumidos por su creador son valores de uso y cuando su destino
es ser vendido en el mercado, además de ser de uso tiene valor de cambio.
● El secreto de la producción capitalista reside en el proceso de trabajo, cuando el trabajador
produce más valor por el que fue comprado.
● El costo es el tiempo utilizado para su producción. Este se estima en la cantidad de medios de
vida para poder el día siguiente continuar con sus tareas.
● La diferencia entre el valor que ha producido y el valor por el cual fue comprado es la ganancia
del propietario de los medios de producción
● La cantidad de productos creados y no remunerados (por realizarlos al término de su jornada)
presente la ganancia del propietario de del capital, es el plus -valor de su trabajo.
● Este luego de venderse se invierte el dinero en otra producción logrando el ciclo de
producción ampliada.
● La continuidad del capitalismo se centra en el aumento permanente de la productividad del
trabajo, con el fin de obtener cada vez mayor ganancia
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● Las revoluciones tecnológicas, los cambios en las habilidades y capacidades de la fuerza de
trabajo más la creciente interdependencia del mercado mundial, se desarrollan a expensas
del capital y no a la inversa, sin ellos es imposible concebir el desarrollo del capitalismo.
● A partir del siglo XX los procesos de producción, los métodos y organización del trabajo se han
automatizado a tal punto que van sustituyendo y desplazando de la escena productiva al
trabajador asalariado.
● El mundo del trabajo requiere una fuerza de trabajo con habilidades y capacidades basadas
más en el desarrollo del conocimiento que en el uso de destrezas técnicas. Mientras tanto, la
exclusión crece, la desocupación se multiplica, la riqueza se concentra y la brecha social es
cada vez mayor.
● Es posible que el trabajo asalariado esté desapareciendo.
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