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En las manifestaciones poéticas del siglo dieciséis en las que se describe el fe-
nómeno amoroso existen diferentes variantes que van desde lo material a lo inmate-
rial, llegando a sugerirse incluso la imposible fusión física de los amantes. Como se
puede apreciar en la frase “amada en el amado transformada” –de “Llama de amor
viva”, escrita por el místico Juan de la Cruz– la exploración de la atracción y deseo
hacia el ser querido traspasa límites que no excluyen este culminante y sobrenatural
abandono del cuerpo del uno en su unión con el del otro. En la exploración poética
de la imposible transmutación, el amor místico renacentista parece empujar al indi-
viduo hacia un fin físicamente imposible. La transcorporación implica eliminar el
dos por el ser uno, en una operación irracional alcanzada a partir de diferentes pa-
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602 ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE EL MAL DE ESPÍRITU…
1
“Lo mismo en Llama de amor viva. La poesía de San Juan está penetrada por el Renacimiento:
“Amada en el Amado transformada”, aparece en el platonismo del Cortesano: “como verdaderos aman-
tes en lo amado podamos transformarnos”. Esta unión transformante de los místicos se encuentra en
Plotino, se repite en Herrera, vive en el petrarquismo; la belleza de los temas alcanza en San Juan miste-
rioso encanto, música inefable. La expresión “Amada en el Amado transformada” en sí no sería platóni-
ca ni cristiana sino panteísta, pues el alma se transformará en substancia de Dios, siendo como es subs-
tancia creada y por tanto distinta; por eso San Juan en su comentario explica. Luis de León, más geomé-
trico, en su órfica oda a Felipe Ruiz, exclama “allí a mi vida junto”, pero el gran lírico puede osar en la
inspiración ir más allá del límite; hijo del Padre que le sonríe, une las dos substancias en el amor y la
hermosura” (Marasso: 241).
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“I have come to the conclusion that imperialism and exploitation are forms of cannibalism and, in
fact, are precisely those forms of cannibalism which are most diabolical or evil. Traditional ritualistic
“cannibalism” (so called) found among many folk peoples was essentially an act of eating a small
portion of a dead enemy´s flesh in order to gain part of the strength or power of that person or to show
respect (in a spiritual way) of that person. (Thus, usually only a respected enemy warrior was so used.)
[...]. Cannibalism, as I define it, is the consuming of another´s life for one´s own private purpose or
profit. [...] It should be understood that wétikos do not eat other humans only in a symbolic sense […] it
is cannibalism accompanied by no spiritually meaningful ceremony or ritual. It is simply raw consump-
tion for profit, carried out often in an ugly and brutal manner. There is no respect for a peon whose life
is being eaten. No ceremony. No mystical communication. Only self-serving consumption” (Forbes: 34).
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poético aparece enferma sin remisión, a partir de un deseo erótico sólo saciable
mediante la completa fusión con el amado.
Para ciertos grupos de ideólogos indígenas norteamericanos, la corriente de des-
trucción que los europeos trajeron al nuevo continente se puede explicar mediante
la constatación de que sufrían una enfermedad, que trascendía lo puramente físico,
llamada matchi. Ésta se podría definir como una afección del alma que condiciona-
ba el modo de comportarse fuera de su natural autoconsciencia humana3. Los que
sufrían de este estado psíquico son denominados wetikos4, o según Forbes indivi-
duos convalecientes de una anomalía que se define como la enfermedad de la ex-
plotación, y que incluye, entre sus síntomas, ambición y crueldad en el uso de las
vidas ajenas sin sentimiento de remordimiento, en una suerte de destrucción del
potencial espiritual de uno, además de ser una “muy grave y no menos contagiosa
enfermedad” (12-13, 26)5.
A la descripción de este estado, o más bien padecimiento, se puede también
añadir que estamos ante una especie de euforia psicótica nacida de la proyección de
un deseo voluntariamente incontenido e irrefrenable de lograr un objetivo, sin parar
en razones éticas ni morales; hasta que no se produzca la imposible fusión con lo
deseado, no disminuye el deseo. Este proceso –una especie de canibalismo destruc-
tivo e intercambiador del sentido del yo en el universo por la insaciable persecución
de algo externo al núcleo esencial que da sentido al ser humano– se acerca curio-
samente a propuestas estéticas que se promovían desde la citada poesía mística del
3
“I contend that the werewolves, vampires, goblins, trolls, ogres, witches, dangerous ghosts,
haunted houses, sadists, murderers, rapists, Satanists, inquisitors, Calvinistic puritans, sexually “messed-
up” people (sex-haters, sex-chasers, and so on), crusaders against non-conformists, and enslavers of
human flesh are all part of this mátchi (evil) world view (or element) in the European heritage [...]. The
mátchi syndrome brings ugliness into the mind and makes it grow there, even as it perhaps reflects the
real but human-created ugliness of the wétiko world. Ugliness of the mind and ugliness of behaviour
feed upon. and reinforce, each other. (Forbes: 80-84)
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“Many people have examined the subjects of aggression, violence, imperialism, rape, and so on. I
propose to do something a little different: first, I propose to examine these things from a Native Ameri-
can perspective; and, second, from a perspective as free as possible from assumptions created by the
very disease being studied. Finally, I will look at these evils, not simply as “bad” choices that men make,
but as a genuine, very real epidemic sickness. Imperialists, rapists, and exploiters are not just people
who have strayed down a wrong path. They are insane (unclean) in the true sense of that word. They are
mentally ill and, tragically, the form of soul-sickness that they carry is catching” (Forbes: 11).
5
“In any case, the wétiko disease, the sickness of explotation, has been spreading as a contagion for
the past several thousand years. And as a contagion unchecked by most vaccines it tends to become
worse rather than better with time. More and more people catch it, in more and more places; they be-
come the true teachers of the young. [...] [Among Native Americans] Greed and glutony, along with the
cruel using of others´ lives without remorse, is seen as destructive of one´s own spiritual potential as
well as a form of disease. [...] I shall argue that Columbus was a wétiko, that he was mentally ill or
insane, the carrier of a terribly contagious psychological disease, the wétiko psychosis. The Native
people he described were, on the other hand, sane people with a healthy state of mind” (Forbes: 12-13,
26, 32).
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dieciséis; en éstas también se defendía un amor que no sacia, que busca alcanzar el
fundirse con el otro desde el yo abandonado de su identidad y lugar universal.
En otro sentido, en el contexto del trágico proceso de la invasión del Nuevo
Mundo por parte de los europeos, se pueden destacar reflexiones histórico-artísticas
acerca de la fuerza que origina el deseo irrefrenable. Este sería el caso de mitos al
uso como el del Dorado. Ésta referencia irreal fue utilizada para motivar adecua-
damente a los pioneros europeos, motivando su proyección insaciable hacia algo
tan material como el oro. Sin embargo, no se ha prestado tanta atención a la exten-
sión del concepto de la enfermedad matchi y la transformación del individuo en un
wetiko, dentro de su posible y acausal relación con la idea de amor percibida en la
citada poesía amatoria renacentista. Tampoco se ha explorado el alcance de este
mal del espíritu en el resto de la literatura de la época, que no excluiría las manifes-
taciones narrativas o teatrales de sus autores más relevantes.
En nuestro caso particular, proponemos una reflexión sobre cómo se presenta la
definida enfermedad espiritual matchi en significativos personajes cervantinos,
epitomizados por el protagonista del Quijote, en su proceso de conversión en weti-
kos. Se podrá apreciar así que la actitud enfermiza y extrema –definida dentro de la
citada filosofía nativo-norteamericana–, patente en el espíritu de los renacentistas
europeos, y recibida en la América coetánea al trabajo literario de Cervantes, tam-
bién fue reseñada desde la propia sociedad desde la que surgía el fenómeno6. Espe-
cíficamente, en la obra cervantina nos centraremos en el énfasis que pone su autor
en dos aspectos diferentes dentro del proceso de transformación del individuo ante
las enfermedades del alma o males del espíritu, con síntomas similares a lo descrito
por Forbes como síndrome matchi. Específicamente se aprecia una preocupación,
en primer lugar, por el misterio de la generación de un mal de espíritu que provoca
las aberraciones a las que puede llegar un ser humano en la persecución del deseo.
En segundo lugar, se explora específicamente el proceso de desarrollo y conse-
cuencias en el seno de la sociedad en la que el personaje se mueve, en lo que de-
nominamos con un consciente término bélico, “daños colaterales”.
El caso de Anselmo en “El curioso impertinente” sería un claro representante de la
manifestación de una enfermedad espiritual que se puede asociar directamente a las
reflexiones previas sobre el concepto de matchi y wetiko. También hemos podido apre-
ciar estos fenómenos, en mayor o menor medida, en otros personajes cervantinos como
el soldado de “La guarda cuidadosa” o los ancianos protagonistas de “El viejo celoso” y
“El celoso extremeño”. Finalmente, el propio Alonso Quijano es, por su parte, un per-
sonaje que sufre de un modo espontáneo el deseo del consumo desmesurado de ficcio-
nes de tema caballeresco. Este protagonista proyecta su actitud de canibalización del
mundo literario y una particular búsqueda y desmedida absorción de éste que va acom-
pañada de una ansiedad por formar parte de él. Abordaremos así el caso del propio
6
Asi, en los escritos del padre Las Casas y de otros humanistas se denunciaban gráficamente las
destructivas acciones de los soldados que llegaron a América.
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Son significativas, en este sentido, las diferentes interpretaciones de este capítulo en relación con
las teorías de Huarte de San Juan, en especial la obra de Rafael Salillas, Un gran inspirador de Cervan-
tes, el doctor Juan Huarte. y su Examen de ingenios, Madrid, impr. a cargo de E. Arias, 1905.
8
Existe cierta similaridad sonora entre la amada del loco enamorado y la que tiene que inventar ad
hoc Alonso Quijano para complementar, tanto el aspecto sentimental de su “superhéroe”, como el grado
de motivación necesario para cualquier caballero que se precie.
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Explorando de una manera más cuidadosa las fases de la evolución narrativa del
joven enamorado de La Celestina en su proceso de contaminación espiritual, se
aprecia que la obra que protagoniza gira entorno al tema principal del fortísimo
vínculo que ejerce el erotismo. El amor físico parece figurar así como detonante de
la enfermedad espiritual del protagonista. La Celestina se cierra con un momento
trágico, uno de los más elevados de las letras en español, lo que enfatiza que el
tema del mal de amores es lo suficientemente relevante para que se le dedique esta
densa conclusión en una obra en la que el reflejo de su impacto social se concentra
en el desmesurado dolor que encierran las palabras del padre de Melibea. Es signi-
ficativo también que gran parte del mensaje moral se concentre principalmente en
la conclusión de su historia, en el episodio del llanto de Pleberio. En este discurso
se aprecia un tono marcado por la seriedad, el sufrimiento y la trascendencia, equi-
parable a los momentos de raciocinio más elevado que anteceden al fallecimiento
de Alonso Quijano, en la traumática transformación final del abandono del perso-
naje de Don Quijote. La obra cervantina, posiblemente para mantener el tono cómi-
co general, no concluye con una moralina en su primera parte, pero tampoco carece
al final de la segunda del recurso del “llanto de Alonso Quijano”, en el que el
hidalgo regresa a su armario original, que estaba lleno de fe cristiana, arrepenti-
miento y rechazo hacia los negativos vínculos de las ficciones de mala calidad. Se
concluye, al fin, que éstos pueden ser los causantes de su desviación como indivi-
duo hacia fronteras insospechadas que repercuten en su entorno de un modo conta-
gioso, como se aprecia en el caso del vacío de Sancho ante la muerte de su paisano.
En definitiva, en esta pequeña reflexión sobre dos obras que distan más de cien
años de distancia temporal entre sus momentos de publicación, se pretende destacar
la apreciación en ambos autores una preocupación sobre las incontrolables e incon-
troladas tendencias hacia la destemplanza de los individuos que formaban parte de
sus sociedades. Estas no sólo no parecen tener solución aparente, sino que parecen
ser lo suficientemente importantes para poder marcar los destinos de muchos otros
individuos en el entorno social en el que ambos protagonistas mencionados se des-
envolvían habitual y ficticiamente. La tendencia de Alonso Quijano, interpretada
dentro de una difícilmente explorada y explorable enfermedad del alma, goza tam-
bién de la fuerza y capacidad de adaptación necesaria requerida al entorno del par-
ticular enfermo. Además encierra gran parte del mensaje moral de la novela cervan-
tina, en una época en la que la intolerancia y el juicio riguroso ante las acciones
anormales estaban siempre acechando y que además era acompañado de dolorosí-
simas consecuencias para los individuos que “se equivocaban”.
Se puede proponer así la consideración de Alonso Quijano como un enfermo
del alma al estilo de Calixto, además de destacar que en la novela que protagoniza
el hidalgo se lleva a cabo una exploración sobre las consecuencias de esa particular
tendencia enfermiza. A partir de estas premisas se puede reflexionar más profun-
damente sobre algunos significativos episodios de la novela cervantina, en los que
existen desdoblamientos y tesis planteadas precisamente alrededor del las transfor-
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En especial en la segunda parte del Quijote, véase por ejemplo el episodio de las Cortes de la
Muerte.
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–Por amor de Dios, señor caballero andante, que si otra vez me encontrare,
aunque vea que me hacen pedazos, no me socorra ni ayude, sino déjeme con mi
desgracia; que no será tanta, que no sea mayor la que me vendrá de su ayuda de
vuestra merced, a quien Dios maldiga, y a todos cuantos caballeros andantes han
nacido en el mundo.
Íbase a levantar don Quijote para castigalle, mas él se puso a correr de modo
que ninguno se atrevió a seguille. Quedó corridísimo don Quijote del cuento de
Andrés, y fue menester que los demás tuviesen mucha cuenta con no reírse, por no
acaballe de correr del todo. (I, 31, 319)
OBRAS CITADAS
CERVANTES, Miguel de, Don Quijote de la Mancha, Madrid, RALE, Alfaguara, 2005.
FORBES, Jack D., Columbus and other cannibals; the wétiko disease of exploitation, imperi-
alism and terrorism, New York, Autonomedia, 1979.
MARASSO, Arturo, Cervantes, Buenos Aires, Academia Argentina de Letras, 1947.
ROJAS, Fernando de, La Celestina, ed. de Julio Cejador, Madrid, Ediciones de “La lectura”,
1918.
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Para un análisis en mayor detalle de este personaje véase mi “El efecto de la verosimilitud mágica
y la articulación del mal en el Quijote”. Symposium, 60, I, Spring (2006): 41-60.