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a historia de Constanza Di Leandro (26) siempre tuvo tintes borrosos.

El primer
indicio fue temprano, a los 6 años, en un acto escolar en jardín de infantes.
“Todos hablaban de cómo habían salido de la panza de sus mamas, y nunca había visto
una foto de esas en mi casa. Le pedí a mi madre que me la mostrara, me miró fijo y
me respondió “no saliste de ahí””.

Coti -como le dicen sus amigos- nació el 24 de septiembre de 1994 en San Miguel de
Tucumán. Fue entregada a los pocos días a otra familia, se crió en Banfield, Lomas
de Zamora. Hace tres años tuvo a su hijo, Giovanni (3). A los 9 supo que sus
padres, Alfredo Di Leandro y Leticia García la habían adoptado, pero no mucho más.
Hasta ahí era la vida que todos conocían, incluso ella.

Hace apenas unos días, a partir de una publicación en redes sociales pidiendo datos
sobre su origen, pudo llenar esa parte de la historia que jamás le habían contado.
Con esperanzas, aunque con la única prueba de un llamado, cuenta con entusiasmo:
“Encontré a mi madre biológica, y siento un gran alivio. Solo necesitaba saber
eso”.

La angustia de no tener respuestas

Si bien supo desde temprana edad que Alfredo y Leticia no eran sus padres
biológicos, siempre vio su historia como confusa, con huecos por completar. “Nunca
me quisieron contar de qué forma me adoptaron, ni porque lo hicieron bajo qué
circunstancias. Crecí en una casa llena de amor, cariño aunque sin comunicación. Mi
origen era un tema tabú”, destaca.

El desconocimiento le generó angustia. Tal es así que cerca de los 10 años tuvo su
primer intento de suicidio. Luego otro a los 16 años. “Tuve que hacer terapia
durante varios años. Si bien eso me ayudó mucho, vivía enojada”, admite.

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