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Creado en los Talleres de Godoy Cruz, Mendoza, Rep. Argentina; y editado en Santiago de Chile
EDITORIAL
Y TAMBIEN EN LOS PAGOS HISPANOS…
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ARTICULO DE FONDO
Terapia Breve Centrada en Soluciones Integrativa: Un mapa provisorio1
Mark Beyebach2
1
Integrative Brief Solution-Focused Therapy: A Provisional Roadmap
Traducción: Lic. Pacheco Pereda
2
Master en Terapia Sistémica. Universidad Pontificia de Salamanca. C/Compañia, 537002 Salamanca (España))
mark.beyebach@upsa.es
3
El equipo de Salamanca ha incluido a diferentes personas en este período de tiempo. En sus inicios el equipo terapéutico
estuvo compuesto por José Luis Rodríguez Arias, María Dolores Grande y Fernando de la Cueva. También estuvieron
involucrados en la introducción del enfoque orientado a la solución Angel Altuna y Rafael Piqueras. Alberto Rodríguez
Morejón y yo trabajamos juntos durante diez años en el consultorio privado y en la Universidad, y se nos unió durante dos
años José María Rodríguez de Castro. Actualmente, el equipo me incluye a mi y a Margarita Herrero de Vega, junto a los
formadores en el programa.
3
adolescentes. En este entorno, las sesiones son efectuadas por uno de los formadores en alrededor del 60%
de los casos, y en casi el 40% de los casos por uno de los estudiantes, siempre bajo la supervisión del resto
del equipo de formación. Los estudiantes son psicólogos posgraduados y antes de hacer terapia han
participado en al menos un año en un programa intensivo de terapia orientada a la solución. El número
promedio de sesiones está por debajo de 5 sesiones (x= 4,7), y las tres cuartas partes de los casos se
muestran exitosos en el seguimiento (Beyebach, Rodríguez Sánchez, Arribas de Miguel, Herrero de Vega,
Hernández y Rodríguez Morejón, 2000).
En nuestro caso, introducir otras técnicas en el modelo orientado a la solución no fue realmente una
decisión deliberada, sino que algo que mi equipo y yo fuimos probando. Una vez que nos habíamos
familiarizado con la terapia orientada a la solución a finales de de los 80’ (De Shazer, 1982, 1985, 1988; de
Shazer et al., 1986), y después de un período de cierto “purismo” radical (Beyebach y Morejón, 1997), nos
encontramos haciendo diversas cosas “diferentes” que parecían no encajar con el modelo orientado a la
solución, y que nos movilizaba en la dirección de una práctica más ecléctica. Al principio vimos esto como
una debilidad, como un desvío indebido del modelo orientado a la solución, pero después de atormentarnos
intelectual y clínicamente con la idea, decidimos que ese “desvío” podía ser visto no como un problema, sino
que como una solución, en la medida que lo agregamos a nuestra práctica. El paso siguiente fue etiquetar
esos desvíos, esta práctica ecléctica, como integración, para comenzar a pensarla dentro del contexto de la
vasta literatura de integración en psicoterapia, y para ordenar nuestras ideas comenzamos a escribir acerca
de ellas (Beyebach y Rodríguez Morejón, 1999).
En este proceso de reflexión, mis colegas y yo descubrimos que, para nosotros, apartarnos del
enfoque orientado a la solución “puro” significaba que la probabilidad de tomar ciertas direcciones
terapéuticas era mayor en ciertas situaciones y ciertos casos. Esto significa que como terapeuta uno toma la
responsabilidad de seguir ciertos atajos, al disminuir el número de alternativas bajo ciertas circunstancias, lo
cual es un poco incómodo, lo que parecía estar en desacuerdo con la proverbial posición de “no experto” que
se supone que asume un terapeuta bien intencionado centrado en las soluciones. Además, la “integración”
parecía estar trabajando más con el “lado problemático” de las quejas de nuestros clientes. E incluso peor, a
veces parecía más difícil para el terapeuta: dar más consejos, ser más directivo, o incluso asumir el rol de un
“experto”. Y esto también creaba algunas inquietudes.
Respecto al cuándo era más probable que usáramos técnicas no orientadas a las soluciones, nos
dimos cuenta que esto ocurría cuando las técnicas centradas en las soluciones no estaban ayudando a
producir cambios suficientes (rápidos), o cuando parecían no coincidir con la posición o los deseos de
nuestros clientes. Pero también fuimos conscientes que a veces, aunque el enfoque orientado a la solución
parecía ser el adecuado, e incluso podría haber funcionado, simplemente escogimos seguir cursos
alternativos de acción, cursos de acción que para cierto tipo de situaciones clínicas nos parecía que tenían
una gran promesa de éxito. Esta tercera razón para la integración parecía estar especialmente en conflicto
con las premisas orientadas a la solución: estábamos siguiendo nuestros mapas más que los de nuestros
clientes.
Como la sistematización y la teorización son buenos modos para afrontar las aprehensiones y la
incertidumbre, comenzamos a desarrollar algunas guías que nos ayudarían a clarificar nuestra práctica
clínica, y los proyectos de formación e investigación. En otras palabras, intentamos movernos desde el
eclecticismo hacia la integración, desde la práctica azarosa hacia un enfoque más sistemático y detallado.
Este capítulo es uno de los resultados de este esfuerzo continuo, y es necesariamente provisional y
tentativo.
4
Comenzaré este capítulo examinando qué técnicas o modelos nos gusta integrar a mis colegas y yo
con el modelo orientado a la solución, y en qué formas hemos practicado esas opciones terapéuticas. En las
tres secciones siguientes, exploraré en mayor profundidad tres formas diferentes de integración que usamos.
Primero, discutiré la integración como una respuesta terapéutica cuando en el enfoque orientado a la
solución no funciona. Segundo, en situaciones clínicas en las cuales desde el inicio del tratamiento decidimos
no usar técnicas orientadas a la solución, en la medida que nos guiamos por las necesidades singulares de
nuestros clientes. Una tercera posibilidad que consideraremos es la integración, bajo ciertas circunstancias,
de técnicas no orientadas hacia la solución como una forma de abreviar el proceso. En la cuarta sección de
este artículo discutiré situaciones clínicas y tipos de caos que desde mi punto de vista ameritaron el uso de
esos atajos. Finalmente, propondré algunas interrogantes respecto a nuestro enfoque integrativo y discutiré
acerca de las deficiencias y limitaciones que hemos identificado mis colegas y yo.
En todo caso, me gustaría dejar claro que el enfoque que estoy presentando aquí ha sido
desarrollado solamente en base a la experiencia clínica y la reflexión teórica.4 Aunque en este proceso
también hemos hecho alguna investigación para estudiar algunos aspectos específicos de nuestro trabajo
(Beyebach y Escudero Carranza, 1997; Beyebach et al., 1996; Beyebach et al., 2000), desafortunadamente
estamos lejos de llegar a una integración basada en la evidencia empírica como es propuesto por
distinguidos investigadores en el campo (Goldstein, 1991; Shoham y Rohrbaugh, 1996).
Norcross y Newman (1992) distinguen tres enfoques diferentes hacia la integración en psicoterapia.
La integración teórica combina los principios y las prácticas de dos o más modelos “puros” de psicoterapia en
un marco jerárquico que se traduce en procedimientos claros de tratamiento. Esto implica el esfuerzo de
reconciliar o combinar diferentes supuestos teóricos. La integración técnica puede ser descrita como la
importación y exportación de ciertas técnicas “que funcionan” desde un enfoque a otro. Y el enfoque de los
factores comunes que buscan identificar los elementos que contribuyen a los resultados positivos en los
diversos enfoques de terapia.
En nuestra práctica, mis colegas y yo no pretendemos integrar modelos o enfoques de psicoterapia
(integración teórica), sino que simplemente aumentar el rango y el efecto de nuestra terapia introduciendo
algunas técnicas diferentes en nuestro marco teórico y clínico básico (integración técnica). Más
específicamente, incluimos ciertas técnicas no orientadas a la solución dentro de un marco construccionista
(Gergen, 1985) y orientado a la solución (de Shazer, 1982, 1985, 1988, 1991, 1994). Desde luego, ciertos
procedimientos terapéuticos importantes podrían colocar en riesgo la integridad epistemológica de nuestro
modelo, lo que podría llevar inadvertidamente a la adopción de premisas diferentes o a una posición
terapéutica diferente vis a vis con el cliente (Lazarus y Messer, 1991). Esta es una de las razones por las
cuales preferentemente (aunque no exclusivamente) usamos técnicas que provienen de campos ligados
histórica y conceptualmente a la terapia orientada a la solución: terapias sistémicas (Minuchin, 1974;
Navarro, 1992; Penn, 1982; Selvini-Palazzoli et al., 1978; Tomm, 1987), terapias estratégicas (Fisch et al.,
1982; Haley, 1976; Weakland, 1983) y enfoques narrativos (White, 1995; White y Epston, 1989).
4
Las ideas presentadas aquí han sido desarrolladas a través de los años por medio de la discusión y la colaboración con
colegas en Salamanca y con la retroalimentación de nuestros clientes. También hay un número de terapeutas que han
visitado nuestro programa y han compartido sus experiencias y su sabiduría. Estoy especialmente agradecido de Steve de
Shazer, Eero Riikonen y Sara Vataja, Michael Hjerth y Anders Claeson del FKC de Estocolmo, Luc Isebaert, Chris Iveson
del BTP de Londres, Grez Smith, Marcelo Pakman, Ben Furman y al último pero no por eso el menos agradecido, Matthew
Selekman.
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Me gustaría reconocer que, aunque en este artículo me concentro solamente en el por qué y cuándo integrar, considero
que es igualmente importante ser claros en cuándo y por qué no integrar. Creo que este es un propósito muy interesante
intentar y mantener los elementos básicos del enfoque orientado a la solución incluso frente a las situaciones clínicas
difíciles, como lo hacen por ejemplo en Milwaukee (de Shazer, 1994) y en Londres (George et al., 1999).
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Alejandra, de 10 años, fue llevada a terapia por sus preocupados padres, que presentaron
una queja inusual: su hija estaba trabajando mucho en la escuela y en la casa. Mi primera
reacción fue hacer un chiste respecto a presentar a esta familia a todas las otras familias con
las cuales trabajamos donde la situación es la opuesta: padres desesperados con sus hijos
indolentes, que no trabajan en nada. Pero los padres dejaron en claro la seriedad de la
situación: Alejandra pasaba casi todo su tiempo frente a los libros de texto y haciendo tareas
(¡incluso durante esta conversación ella tenía sus libros sobre su falda!). Si los padres le
retiraban los libros, ella se colocaba muy tensa y ansiosa, comía muy poco y casi no dormía.
De hecho, se la veía cansada y totalmente agotada.
Fue fácil descubrir lo que los padres querían de la terapia, y también transformarlo en metas
concretas, pequeñas y positivas. Sin embargo, estaba claro que Alejandra no tenía ningún
interés en asistir a terapia o hacer algún cambio. Ella simplemente quería estudiar más,
trabajar más y no estar ahí, en nuestra oficina, perdiendo el tiempo hablando conmigo “y esos
tipos estúpidos detrás del espejo”. Continué la sesión explorando en forma infructuosa
excepciones y mejorías recientes. En la escala de progreso, las cosas iban para peor, de modo
que me concentré específicamente en las señales pequeñas que les dirían que las cosas habían
mejorado finalmente un poco. Después de la pausa, el equipo felicitó a Alejandra y a sus
padres, y les solicitó a los padres prestar atención a los momentos en los cuales las partes
pequeñas del milagro hubieran ocurrido.
En la segunda sesión, dos semanas después, las cosas no habían mejorado. La madre me
informó que el padre no había podido venir, y que en las últimas dos semanas casi no hubo
“buenos momentos”. En diversas ocasiones, el padre había perdido la paciencia y había
castigado a Alejandra para que “entrara en razón”, lo cual solamente había contribuido a que la
situación estuviese más tensa. El tutor [escolar] de Alejandra también había tenido una
extensa conversación con ella para persuadirla que trabajara menos (ella ya había alcanzado
las mayores calificaciones posibles), y los pares estaban pensando consultar a una psiquiatra
para que prescribiera algún medicamento para la “obsesión” de su hija. Alejandra no
comprendía mucho por qué todo el mundo estaba tan preocupado.
Después de algunos intentos de conversación acerca de soluciones, el equipo decidió dar un
giro. Comenzamos a pensar más en términos del MRI y optamos por tomar en consideración la
pauta interaccional que habíamos construido como sostenedora del problema. Después de la
pausa, felicité a Alejandra nuevamente, y después hablé con su madre a solas. Le dije que
había una “cura” radical para la “obsesión” de su hija, que era extremadamente efectiva, pero
que implicaba un montón de valor de su parte y de su esposo. Le expliqué cómo, a nuestro
parecer, mientras más ella y el esposo intentaban hablar con su hija las cosas no funcionaban,
más trabajaba o pensaba Alejandra en las tareas escolares, y cómo esto llevaba a los padres a
insistir más, cual nuevamente fortalecía la determinación de su hija. La madre estuvo de
acuerdo. Entonces sugerí que una forma de romper este ciclo era que ella y su esposo
detuvieran sus intentos de ayudar a Alejandra, y que en su lugar la estimularan a estudiar
más. Desde luego, ellos podrían hacer algunas actividades interesantes con el hermano
pequeño de Alejandra, Andrés, cerca del lugar donde ella estuviera haciendo sus tareas. Pero
que no la invitaran a unírseles, como generalmente lo hacían. Además, si Alejandra mostraba
7
algunos signos de querer unírseles, tendrían que pedirle que les asegurara que realmente
había hecho las tareas.
La madre pudo ver la lógica de nuestra sugerencia, pero se mostraba vacilante para tomar
una acción extrema. Además quería conversarlo primero con su esposo. La apoyen en esa
posición, señalando que nuestra sugerencia funcionaría si era llevada a cabo por ella y su
esposo juntos como un equipo, y si estaban lo suficientemente determinados para llevarla a
cabo durante una semana. Estuvimos de acuerdo en tener otra sesión con el esposo y ella,
para discutir el “plan” en detalle.
La tercera sesión no fue muy larga. Conversé con ellos cómo podían cambiar su respuesta
lógica y “normal”, pero infructuosa, hacia su hija. Analizamos en detalle cómo ambos podían
resistirse a la tentación de pedirle a Alejandra que dejara de estudiar. También desarrollamos
una lluvia de ideas acerca de cómo llevar a cabo actividades interesantes cerca de Alejandra y
cómo resistirse nuevamente a la invitación de unírseles. Después de casi 30 minutos, ambos
estaban determinados para llevar a cabo el plan, tomar nota de cualquier reacción positiva de
Alejandra, y mantener el plan por lo menos durante dos semanas.
La cuarta sesión fue muy diferente de las tres previas. Había ocurrido un cambio dramático.
Una vez que los padres de Alejandra comenzaron a insistir que estudiara más, ella había
comenzado a perder interés en las tareas. Había comenzado a trabajar mucho menos, había
comenzado a unirse a la madre y Andrés en alguno de sus juegos. Desde luego, los padres
habían reaccionando recordándole que debía estudiar más, pero Alejandra no había seguido
sus consejos. Había comenzado a disfrutar nuevamente de sus pasatiempos usuales, se veía
mucho mejor e incluso ¡me regaló su primera sonrisa!
Usamos el resto de la sesión explorando cómo era esta “nueva vida”, lo que Alejandra y sus
padres estaban haciendo en forma diferente, y qué planes tenían para el mes siguiente. De
regreso al enfoque orientado a la solución, simplemente tuvimos a la familia hablando de sus
cambios, y lo que continuamos haciendo en la quinta sesión, la cual fue la última. En un
seguimiento de dos años, Alejandra continuaba haciéndolo bien. Era una buena estudiante,
pero en una forma que su madre describió como una forma mucho más “razonable y
saludable”.
El tipo de técnica importamos para cada caso depende desde luego de las particularidades del caso
y de la posición de nuestros clientes. Sin embargo, hay ciertas guías que nos informan en el proceso de
toma de decisiones. Estas son las siguientes:
• Intentamos mantener la idea de ser lo más simples posible. Por consiguiente, si un
pequeño cambio en una parte de la pauta del problema puede ser suficiente, no
intentamos invertir todo el sistema de soluciones intentadas. O, si podemos producir
suficiente cambio al interrumpir el intento de solución principal del cliente, no buscaremos
una amplia re-organización en el sistema familiar. De hecho, las técnicas en la lista
anterior están ordenadas en lo que puede ser visto como un orden de complejidad
creciente.
• Tendemos a ir desde lo más simple a lo más complejo en forma progresiva. Solamente si
un tipo de intervención prueba que no funciona, nos moveremos hacia la siguiente más
compleja.
• Usamos intervenciones que nos permitan mantener una posición epistemológicamente
coherente en la terapia: para nosotros, no tendría sentido, por ejemplo, comenzar
haciendo terapia orientada a la solución (un modelo constructivista, no normativo, donde
el terapeuta intenta adoptar una posición de no experto), movernos a intervenciones de la
terapia familiar estructural (un modelo realista, normativo, con el terapeuta en el rol de un
experto), después usar un formato de equipo reflexivo (nuevamente constructivista y no
normativo, diluyendo la pericia [de los terapeutas] en una multiplicidad de voces), y
finalmente tomar algunas ideas psico-educativas (nuevamente normativo).
Desde luego, es una misión delicada si el cambio está sucediendo o no, y si es lo “suficientemente
rápido”. A menudo enfrentamos este dilema: ¿debiéramos mantenernos en un enfoque centrado en las
soluciones, o es tiempo de comenzar a hacer algo diferente? En gran grado esto depende del juicio de
nuestros clientes: si ellos no ven cambios, o si perciben que las cosas están cambiando muy lentamente,
entonces estamos de acuerdo con ellos que no están ocurriendo cambios, o que están ocurriendo muy
lentamente. Por consiguiente, la mejor forma de describirlo es preguntar directamente a los clientes: “¿Cree
que lo estamos haciendo bien?” “¿Hay cosas que se están moviendo en la dirección correcta para usted? ¿La
situación ha mejorado lo suficiente?” Sin embargo, éste no es el único criterio de selección para nosotros. A
6
En nuestra experiencia, un gran número de terapeutas centrados en la solución integra técnicas centradas en la soluciñon,
técnicas estratégicas y técnicas narrativas (cfr. por ejemplo Dykes y Neville, 2000; Saggese y Foley, 2000; Shilts y Reiter,
2000; Selekman, 1993, 1997), probablemente debido a que esos tres enfoques comparten supuestos terapéuticos básicos
acerca del proceso de cambio y del rol de los recursos de los clientes.
9
veces los clientes están satisfechos con el cómo van las cosas, pero nosotros no lo estamos. Y a veces puede
ocurrir lo opuesto.
Hay al menos dos tipos de información que tomamos en cuenta al hacer nuestro juicio respecto al
ritmo de los cambios. Uno es el riesgo potencial de la situación: está el riesgo de la violencia, de las
complicaciones médicas, el suicidio, o incluso la participación de profesionales de la salud mental y el riesgo
resultante de los efectos iatrogénicos. En el caso de Alejandra, no solamente tomamos en cuenta la
desesperación y desesperanza crecientemente rápida, sino que también el riesgo de la medicalización.
El otro tipo de información que mis colegas y yo estamos más o menos conscientes, es la duración y
la seriedad del problema que estamos tratando. Aunque es difícil bosquejar un guía clara en este aspecto, no
es muy probable por ejemplo que nos coloquemos muy impacientes si estamos alrededor de la 6ª sesión y
solamente han ocurrido pequeños cambios en una cliente que ha sufrido de anorexia durante cinco años;
pero estaremos muy incómodos si habiendo usado 6 sesiones progresivamente lentas con un cliente que ha
desarrollado recientemente ansiedad con los espacios abiertos. Otro ejemplo: es probable que esperaríamos
cambios rápidos con los padres de un niño rebelde, que con un caso donde estamos viendo a una persona
mayor, socialmente aislada y desempleada en forma crónica.
En todo caso, deseamos ver algunos progresos, aunque sean pequeños. Si el cliente abre la sesión
afirmando que las cosas están iguales o peor, usaremos algún tiempo intentando deconstruir este marco de
no cambio y encontrar algunas excepciones (de Shazer, 1988), pero, como regla, si las cosas siguen iguales
durante más de dos sesiones seguidas, introducimos cambios en nuestro actuar7. El siguiente caso es un
ejemplo de este tipo de integración secuencial.
Rocío y Damián, de 16 y 16 años respectivamente, vinieron a consultar con sus padres, Rosa
y Nacho. Rocío había estado en tratamiento durante dos años con diagnóstico de “anorexia”,
pero las cosas no habían mejorado, y ella aun estaba comiendo poco y vomitando dos veces al
día. Rocío estaba bajo control médico, pero había abandonado los tratamientos psicológicos
que ella había iniciado. Angustiada, su madre había decidido buscar alguna ayuda profesional
diferente.
En la primera sesión estuvimos clarificando qué quería exactamente la familia de nosotros, y
qué deseaban que hiciéramos en forma distinta a los otros profesionales que habían
consultado. Rocío afirmó que quería encontrar la forma para “salir de la anorexia”, pero
pensaba que sería muy difícil, “casi imposible”. Explicó además que la terapia de grupo no
había funcionado con ella, y que ella pensaba que ayudaría si tenían algunas sesiones de
terapia familiar. De los psicólogos que había visto antes, sólo uno había sido útil, el que había
sido “duro” con ella, y que no se había limitado a escucharla y mostrar acuerdo moviendo la
cabeza. La madre y el padre agregaron que ellos querían ayuda para toda la familia, y que en
los dos años que habían pasado habían extrañado mucho eso. Damián fue mucho más directo
todavía y afirmó con franqueza que él quería que le impidiéramos morir a Rocío.
En la medida que la familia no reportaba cambios pre-tratamiento en su situación, hice la
Pregunta Milagro, y la conversación se centró en ese tema casi durante media hora. La familia,
7
Un interesante estudio llevado a cabo recientemente en Estocolmo sugiere que los reportes de ausencia de avance de los
clientes al inicio de la sesión “debiera ser tomado en serio, y no ser subjetivado en maniobras terapéuticas destinadas a
‘reencuadrar’, ‘re-historiar’ o ‘re-construir’ el tiempo entre las sesiones como un éxito (…) El reporte de ausencia de cambio
probablemente está indicando la necesidad de alterar el tratamiento para mantener la relación y aumentar la probabilidad de
éxito.” (Reuterlov et al., 2000, pp. 114)
[N.T.] Véase “Más allá de la integración: El triunfo de los resultados por sobre el proceso en la práctica clínica”, Hipnópolis,
Año 3, Nº 5, Nueva Era
10
incluida Rocío, cooperaron dando detalles de lo que querían que fuera diferente, incluyendo
cambio en el comportamiento de Rocío (que comiera más, dejara de vomitar, saliera
nuevamente con sus amigos, se concentrara más en los estudios en lugar de rumiar respecto a
la comida, etc.); y en el comportamiento de toda la familia (conversarían y se reirían en lugar
de gritarse, volverían a salir juntos de excursiones, retomarían el contacto con los vecinos y los
amigos…). Al término de la sesión, les presenté la pregunta de escala (de Shazer y Berg,
1992): “En una escala de 1 a 10, donde 1 indica que las cosas han estado de lo peor, y 10
indica que ha sucedido el Milagro, ¿dónde se colocarían ustedes hoy?” Aunque las respuestas
parecían prometedoras (Damián: 1; Rocío: 3; Rosa: 3; Nacho: 2), no quedaba tiempo para
continuar la conversación.
Después de la pausa, presenté las felicitaciones del equipo y les pedí a los miembros de la
familia que simularan en secreto que el milagro había sucedido (de Shazer, 1991), dos días por
semana y en secreto, y que intentaran adivinar en qué días los otros estaban simulando.
En la segunda sesión, habían ocurrido algunas partes del milagro: los miembros de la familia se
sentían más relajados, había habido menos peleas en torno a la comida y los vómitos, y habían
conversado más entre ellos y tenido más “buenos momentos”. Amplifiqué los cambios e intenté
comprender cómo los habían logrado. Macho había hecho el esfuerzo para evitar argumentos
inútiles con su hija respecto a la comida, y la madre había sido capaz de “olvidarse del
problema” por algunos momentos. Rocío afirmó que había estado pensando respecto al
problema de la comida y que realmente quería ser “normal” nuevamente. También quería que
los miembros de la familia fueran felices nuevamente. Damián dijo que su hermana había
estado “amorosa” la mayoría de los días, y que esto le había facilitado el “portarse bien”. No
había cambios acerca de la comida y los vómitos, pero Rocío expresó su deseo de hacer algo al
respecto. En la escala, Rocío y sus padres ubicaron la situación en “3”. Damián incluso fue más
arriba, un “6”. Después de la pausa, los felicité a todos por sus cambios y los estimule a
mantenerse haciendo aquello que había sido útil. También expresé nuestra curiosidad respecto
a los nuevos cambios que podrían reportar en la sesión siguiente.
Sin embargo, en la tercera sesión no había nada nuevo. Mientras que Rocío se había
mantenido comiendo muy poco y vomitando dos veces al día, los cambios en la familia habían
retrocedido. El ánimo general era peo, y Damián incluso se había negado a venir a la sesión.
Después de hablar con toda la familia, el equipo decidió cambiar la dinámica: yo vería a Rocío
por separado e intentaría la externalización del problema (White y Epston, 1989). En la
conversación con ella, Rocío expresó su deseo de derrotar a la “anorexia”, pero tenía sus dudas
acerca de si eso era posible o no. Discutimos acerca de la “voz de la anorexia” que la
desmoralizaba, y después de la pausa le pedí que prestara atención a las ocasiones en la
cuales ella era capaz de desobedecer a “la voz” o hacer frente a esos argumentos. Estimulamos
a los padres a no abandonar la terapia y observar cualquier cambio positivo en el
comportamiento de Rocío con la comida.
En la cuarta sesión, las cosas habían mejorado nuevamente, y la puntuación en la escala
estuvo sobre “5”8. Un día Rocío había sangrado de la garganta y había tenido miedo de morir.
Las consecuencias médicas del vomito (de las cuales estaba bien consciente después de haber
asistido a la psicoterapia de grupo) habían comenzado a hacerse mucho más evidentes para
ella, y había dejado de vomitar durante algunos días. Los padres estaban muy felices con ese
8
En el sistema escolar español, un “5” es la calificación mínima para “pasar” de curso.
11
desarrollo, pero también temían que Rocío “retrocediera en la anorexia” tan pronto como el
miedo de ella desapareciera. Después de discutir en detalle acerca de cómo lo había hecho
Rocío para no vomitar durante 3 días seguidos, identificamos algunas cosas útiles: Rocío y su
madre salieron a dar una caminata después del almuerzo, Rocío jugó con su hermano en lugar
de estar melancólica respecto a su peso, y el padre la estimuló para que continuara y le habló
en una “voz suave”. Rocío estaba encontrando argumentos más convincentes para derrotar a la
“voz de la anorexia”, y también mejorando la relación con sus amigos. Después de eso trabajé
en la escala de confianza (“En una escala de 0 a 10, donde 10 significa que tienes toda la
confianza del mundo que serás capaz de continuar con esos cambios, y 0 significa que no
tienes ninguna confianza, ¿dónde te ubicarías hoy?” ”¿Qué advertirías que estarías haciendo en
forma diferente si tuvieras una puntuación más alta?”), e identificamos algunos medios para
que continuaran los cambios. Después de la pausa, felicité a todos por el progreso que estaban
haciendo, pidiéndoles que continuaran con sus cambios, y prestaran atención a cómo se
sobreponían a los “malos momentos” que pudieran ocurrir.
En las siguientes dos sesiones, tuvimos conversaciones conjuntas con toda la familia, pero
tomando algún tiempo para estar a solas con Rocío y conversar acerca de las modos de luchar
contra la anorexia. Rocío y su familia fueron capaces de hacer que los cambios continuaran,
aunque ella nunca tuvo más que tres días seguidos “libres de vómito”.
En la sesión siete, se hizo claro que aunque Rocío estaba participando más y más en
actividades sociales, se sentía feliz y más relajada, y que estaba comiendo en forma “normal”,
la pauta del vómito persistía: después de uno o dos días sin vomitar, el temor de Rocío de
engordar fue tan fuerte que “tuvo” que vomitar nuevamente algunos días. Sus padres y
Damián estaban reaccionando y contribuyendo positivamente a los cambios de Rocío, pero
estaban preocupados por los riesgos que poseía el vómito. El equipo tuvo una larga discusión y
finalmente decidimos que teníamos que cambiar de dinámica nuevamente, en la medida que
los cambios en el nivel familiar no se estaban traduciendo en cambios en la pauta comida-
vómito. Además, no parecía ser sólo un asunto de tiempo, ya que la situación en general había
mejorado, no era fácil para Rocío mantener el comportamiento de vomitar. En otras palabras,
teníamos una seria sospecha que estábamos convirtiéndonos en parte del problema, no de la
solución. Por consiguiente, decidimos trabajar más desde una perspectiva estructural.
Colocaríamos a los padres a cargo de su hija, hasta que Rocío estuviera preparada para
cambiar (Minuchin, 1974; Haley, 1976).
Discutimos la situación la familia y estuvieron de acuerdo que Rocío necesitaba ayuda algo
más “intensiva” para impedir el vómito, haciendo lo siguiente: la madre permanecería con la
hija al menor durante dos horas después del almuerzo y después de la cena, para asegurarse
que ella resistía la urgencia de vomitar. Damián se haría cargo de la vigilancia en la escuela, y
Nacho estaría a cargo de confortar a su esposo cuando llegara a la casa. Rocío, después de
algunas vacilaciones, aceptó el plan. Estimulamos a la familia a continuar con el plan y también
le solicitamos a Rocío que escribiera los argumentos de la anorexia y sus propios argumentos
contra la anorexia, y que advirtiera en qué momentos ella se sentía más fuerte. También
conversamos acerca de las dificultades posibles que pudieran surgir y las estrategias que
podría usar la anorexia para impedir que la familia trabajara como un equipo.
Las semanas siguientes fueron muy pesadas. Después de la aceptación inicial de la vigilancia
de la madre, Rocío comenzó a reaccionar en contra. De pronto, comenzó a percatarse de lo
12
mal que se sentía cuando no podía vomitar. Trabajamos con ella para ayudarla a identificar
nuevamente los trucos y las trampas de la anorexia, y con sus padres para mantener su lucha
contra la anorexia, mientras eran amables con Rocío. Después, alrededor de un mes de haber
comenzado el “plan”, las cosas comenzaron a estar mejor nuevamente.
Decidimos continuar usando esta estrategia durante algún tiempo. En las sesiones en
conjunto posteriores, trabajamos con los padres a solas respecto a cómo mantener su fortaleza
y no desgastar sus recursos, siguiendo las ideas acerca del trabajo con familias con personas
crónicamente enfermas (González et al., 1987; Rolland, 1987). Después conversamos acerca
de cómo Nacho podría hacer más por su esposa y también traer a algunos miembros de la
familia extendida para que proveyeran de períodos de descanso a Rosa. Con Rocío,
comenzamos a discutir respecto a cómo ella sabría que había llegado el tiempo que su familia
no continuara vigilándola, y cómo sería su futuro cuando finalmente ella decidiera dejar de
vomitar.
Después de algunas sesiones, Rocío había dejado de vomitar casi por completo. Ahora la
tarea era retirarse, a una situación en la cual ella pudiera tener el control de su comida y no
vomitar. Esto implicó “dejarla sola” en forma gradual durante algunos almuerzos, después el
almuerzo y la cena un día, luego dos días, etc.
En la sesión catorce, casi un año después del comienzo de la terapia con nosotros, las cosas
finalmente habían cambiado lo suficiente como para que Rocío y sus padres indicaran un “8” en
la escala. Para Damián, estaban mas arriba, en un 9,5. El vómito ocurría de vez en cuando,
pero ahora servía como un recordatorio para que Rocío estuviera en guardia, como una forma
de fortalecer su determinación. Revisamos con la familia el video de la primera sesión, y se
hizo evidente que la mayoría de las metas habían sido alcanzadas y que ahora era una “familia
diferente”.
Realizamos algunas sesiones de seguimiento, a los seis y 12 meses, para asegurarnos que la
familia podía manejar con éxito las posibles recaídas. Las cosas continuaban mejorando. Ahora
Rocío estaba libre de vómitos, ya no estaba más preocupada de su peso y la comida, y estaba
planeando estudiar psicología. Pensaba que la mala época que había tenido con la anorexia la
ayudaría a ser una buena psicóloga. Le solicitamos que se convirtiera en nuestra consultante y
que escribiera una carta en la cual nos explicara cómo había derrotado a la anorexia, y le
solicitamos permiso para usarla con otras muchachas que estuvieran experimentando
dificultades similares.
Este caso ilustra lo difícil que puede ser encontrar el lugar correcto para la integración de diferentes
procedimientos terapéuticos. Al trabajar con Rocío y su familia, estuvimos enfrentados constantemente al
dilema de ser muy invasores versus permanecer pasivos frente al problema del vómito. Después de
comenzar de acuerdo al enfoque centrado en soluciones, basándonos en la cooperación con Rocío,
finalmente tomamos el lado de los padres de Rocío y adoptamos una estrategia proveniente de la terapia
familiar estructural, en la cual Rocío tenía menos que aportar. Uno podría preguntarse si hubiese sido más
eficiente haber usado una estrategia estructural desde el comienzo. Pero entonces, también podríamos
especular que el inicio con un enfoque centrado en la solución creó un contexto adecuado de cooperación,
donde el enfoque más invasor fue aceptado con mayor facilidad. Sea cual sea la verdad, no podemos
conocerla.
13
El caso también suministra un ejemplo del trabajo con un equilibrio entre las intervenciones al nivel
interpersonal y familiar, y las intervenciones a un nivel más intrapersonal y cognitivo. Y finalmente, como
discutiremos más abajo, al trabajar con un caso de trastorno alimentario se crean algunas complicaciones
adicionales que tienen que ser tomadas en consideración, como los riesgos médicos.
En nuestra práctica, la introducción de técnicas no orientadas a la solución no significa que las cosas
necesariamente van mal o que son muy lentas. A veces usamos procedimientos terapéuticos que no están
centrados en soluciones desde la primera sesión, porque pensamos que de esta forma nos acomodamos
mejor a los puntos de vista de nuestros clientes. En esas ocasiones desde luego negociamos el contrato
terapéutico, trabajos en base a metas, usamos escalas, etc., en el modo usual orientado a las soluciones,
pero además introducimos otros elementos. Aunque esta posibilidad puede presentarse por si misma en toda
clase de casos y situaciones, hay tres tipos de situaciones en las cuales es más probable que mis colegas y
yo nos apartemos de la ruta orientada a la solución.
1) A veces tenemos clientes que muy claramente exigen de nosotros un “consejo experto”. No
desean que los ayudemos a imaginar qué podría funcionar mejor (o como es usual, un enfoque orientado a
la solución), sino que quieren que nosotros se lo digamos. Desde luego, esta es una situación más que
común, probablemente vinculada al modelo médico que es tan penetrante en nuestra cultura9. En la mayoría
de los casos somos capaces de renegociar el contrato terapéutico y somos eventualmente exitosos en la
evitación del “rol de aconsejadores”, pero en otros casos la única forma de cooperar con nuestros clientes es
precisamente aceptar el rol que ellos quieren que desempeñemos. En estos casos, es más probable que
usemos técnicas no orientadas a las soluciones, como la psico-educación, técnicas de modificación
conductual, etc.
Jesús, de 15 años, y su madre vinieron a vernos porque le estaba yendo mal en la escuela, lo
cual creaba mucha tensión entre Jesús y sus padres. Jesús y su madre buscaban ayuda para
cambiar la situación. La madre nos solicitó consejos acerca de cómo manejar a su hijo, y Jesús
quería algunas “técnicas de estudio” para concentrarse mejor y ser más eficiente en la
preparación de sus exámenes. La Pregunta Milagro ayudó a clarificar lo que Jesús sentía que su
madre podría hacer para ayudarlo: en lugar de estar detrás de él todo el tiempo, ella se
mantendría distante y le ofrecería ayuda solamente cuando él la solicitara; ella también dejaría
de hablar con los maestros casi todos los meses, lo cual avergonzaba a Jesús. Respecto a las
“técnicas de estudio”, la negociación de metas y la discusión de las excepciones no ayudaron a
extraer un buen “método”; por el contrario, se hizo evidente que la madre y él buscaban que le
enseñáramos a Jesús la “forma correcta” para concentrarse y preparar sus exámenes en forma
eficiente. De modo que hicimos una cita por separado y un miembro del equipo, que era
consejero educacional, le suministró algunos consejos y le sugirió algunos ejercicios. En
nuestras sesiones de terapia, le preguntaba a él qué diferencias estaban teniendo las nuevas
técnicas, qué efecto tendría esto para el resto de su vida, qué estaba advirtiendo su madre que
era diferente, etc.
9
Y agravada por el contexto universitario en el cual trabajamos.
14
Una razón relacionada para asumir un rol más directivo como experto es que a veces nuestros
clientes están muy confundidos y lo que ellos desean tiene poca claridad. Nuevamente, un enfoque posible
sería ayudarlos a alcanzar alguna claridad respecto a sus metas, acerca de qué harán, etc., pero si la
situación es realmente caótica sentimos que nosotros tenemos que aportar alguna claridad, como se ilustra
en el caso siguiente:
2) Una experiencia de la mayoría de los terapeutas centrados en soluciones es que, más a menudo
que escasamente, al comienzo de la terapia el cliente parece estar mucho más interesado en explicar los
detalles del problema más que en explorar las metas o las excepciones. Por esto es que la co-construcción
de conversaciones centradas en la solución exitosas requiere de cierto nivel de habilidades técnicas,
autodisciplina y persistencia (de Shazer, 1994). A veces, esto incluye abrir algún espacio para que el cliente
pueda relatar la historia del problema y se sienta escuchado.
Sin embargo, hay ocasiones cuando nuestros clientes parecen sentir que eso no es suficiente, y
exigen claramente que escuchemos toda su historia en detalle. Esto es muy común en los casos de clientes
que han estado sujetos a una historia de violencia o abuso. En otras ocasiones, esto simplemente se
relaciona al hecho que los clientes poseen una agenda clara que incluye relatar la historia de su problema en
detalle.
Hemos encontrado que en esas ocasiones, es probable que la insistencia del terapeuta en introducir
un enfoque orientado a las soluciones dañe la relación terapéutica y disminuya el acople. Por esto es que en
esos casos preferimos honrar esas historias y escucharlas con respeto. A veces, esta es una escucha
centrada en soluciones, pero en otras ocasiones es simplemente lo siguiente: escuchar a los clientes, darles
apoyo, mostrar empatía y respeto. El siguiente caso ilustra esos puntos:
En alguna forma Eusebio fue un cliente especial. El estaba en el último año de sus estudios
de psicología, y tenía una idea clara de lo que implicaba una “buena terapia”; un recuento
detallado de la historia del problema e información específica de sus causas, de modo de
evaluarla correctamente y desarrollar las intervenciones terapéuticas “correctas”. De modo que
cuando le pregunté en el primer encuentro cómo podría ayudarlo del mejor modo, me dijo que
15
deseaba superar sus ataques de pánico, y que con ese propósito me entregaría una lista
detallada de las fechas más importantes en la evolución de este problema. Quería que
escucháramos su historia de modo que pudiéramos encontrar soluciones específicas. Decidí
seguir su consejo y usé la primera sesión escuchando la historia del problema. En el mensaje
final, el equipo y yo lo felicitamos por sus percepciones adecuadas y su gran habilidad para el
insight y la auto-observación, y le dimos la Tarea Fórmula de la Primera Sesión (de Shazer,
1985). En la segunda sesión, sentí que estaría bien regresar a la conversación de soluciones
con él. Comencé mi entrevista preguntándole, ¿Qué está mejor?” y manteniendo esta línea de
preguntas por el resto de la sesión. El resto de las sesiones fueron simples y centrada en
soluciones, y fue fácil involucrar a Eusebio como un co-terapeuta que usaba su propio
conocimiento de la psicología para “curarse a si mismo”. En la sexta sesión decidimos finalizar
la terapia, puesto que Eusebio sentía que tenía suficiente control sobre su ansiedad y no había
tenido ningún ataque de pánico. Tuvimos dos sesiones de seguimiento a petición de Eusebio.
Otra buena opción terapéutica para hablar de los problemas en una forma útil es externalizar el
problema (White y Epston, 1989; White, 1995). De este modo acogemos la demanda de la familia de
discutir el problema, pero al mismo tiempo creamos nuevas opciones y pavimentamos el camino para
explorar las excepciones (“situaciones extraordinarias”). Esto puede ser especialmente útil cuando se trabajo
con niños que presentan problemas, en la medida que facilita que los padres y el niño participen en la
conversación (Dykes y Neville, 2000). En todo caso, la información recogida en el proceso de escuchar la
historia del problema puede suministrar ideas para intervenciones en la pauta del problema y en
reencuadres.
3) También ocurre que los clientes exigen explícitamente de la terapia algunas comprensiones de
sus problemas, saber por qué ha ocurrido o por qué están sucediendo. Aquí nuevamente, nuestra primera
reacción es probar si podemos mantenernos en un enfoque centrado en soluciones, haciendo preguntas
como; “Bien, a usted le gustaría conocer las raíces de sus problemas. ¿Estaría bien si primero le ayudamos a
resolverlos y después intentamos comprenderlos?”; “Si tuviera que elegir entre comprender los problemas,
pero no resolverlos, y solucionarlos sin saber por qué han sucedido por primera vez, ¿qué preferiría usted?”
(Hjerth, 1997); “Imagine que usted comprende todas las causas de esos problemas que lo han estado
atormentando, ¿qué diferencia haría eso para usted?” Sin embargo, hay veces en que los clientes realmente
quieren comprender más que resolver o superar algo. En esos casos, aun trabajamos dentro de un enfoque
orientado a las soluciones, pero pensamos que la cooperación será facilitada si nos acomodamos a las
percepciones de nuestros clientes.
Una cosa útil de hacer esto, es trabajar más en una forma narrativa, donde la conversación acerca
de los valores, las cualidades personales y los significados en general es más probable que ayude a nuestros
clientes. Uno también puede explorar en detalle las explicaciones que los clientes se han dado a si mismos
es hacer preguntas “por qué” (Furman y Ahola, 1992). Otra opción es obtener primero información histórica
y ofrecer una o algunas explicaciones posibles para la situación problema; dependiendo de la posición del
cliente, podemos asumir una posición de un “veredicto experto” o usar el formato del equipo reflexivo
(Anderson, 1987). A veces simplemente derivamos el caso a un colega de orientación psicodinámica.
16
Cecilia, de 21 años, vino a terapia porque buscaba “colocar las cosas en su lugar”. Durante
algunos años había tenido un número de experiencias que ella denominaba “extrañas” (incluido
algunos abusos de drogas, problemas con los amigos, una pelea con su pareja [mujer]), y
aunque ahora ella sentía que estaba “retornando a la normalidad”, quería darle un sentido a lo
que le había ocurrido. Esto incluía en primer lugar la comprensión de por qué le había sucedido
esto a ella. Esto nos llevó a un acercamiento más narrativo (White y Epston, 1989), donde
exploramos el significado que habían tenido para Cecilia estos diversos incidentes pasados, lo
que ellos le dijeron respecto a sus debilidades y fortalezas como persona, lo que ella había
aprendido de esas experiencias, etc.
En todas esas situaciones podría argumentarse que no somos nada de integrativos, en la medida
que nuestro enfoque aun está centrado en soluciones; después de todo, lo que estamos haciendo es
cooperar con nuestros clientes y trabajar dentro del esquema de ellos, la cual es por cierto una forma de
hacer terapia centrados en soluciones. Sin embargo, creo que es útil conceptualizar esas prácticas como
algo diferente a la terapia orientada a la solución (de Shazer, 1985, 1988, 1991, 1994); por otro lado,
sostenemos que cualquier terapia respetuosa o que incluso la buena terapia ¡está centrada en soluciones
(Beyebach y Morejón, 1999)!
Hasta aquí, he discutido situaciones donde nos hemos apartado del modelo centrado en soluciones
en respuesta a la retroalimentación de nuestros clientes: según cómo progrese la terapia (integración
secuencial) o lo que fomenta la cooperación (integración para mejorar la acomodación [mutua]). Sin
embargo, hay algunas situaciones donde nuestra decisión de integrar prácticas no centradas en soluciones
es tomada casi a priori, de acuerdo al tipo de situación o problema que está presentando el cliente.
Aquí, a veces antes de comenzar la primera entrevista, es probable que consideremos ciertas líneas
de acción más que otras. En otras palabras, reconozco que en esos casos usamos algunos “atajos
preferidos”. Algunos de ellos simplemente los hemos seguido a través de los años y han dejado trazado el
camino para invitarnos a recorrerlos nuevamente; otros han sido creados por décadas de práctica de la
psicoterapia y la investigación: muchos terapeutas e investigadores antes que nosotros han tomado esas
rutas, y son claramente visibles en nuestro propio camino que desciende desde la colina del problema.
Primero, presentaré algunas situaciones clínicas donde siento que es apropiado no centrarse en
soluciones. Después discutiré cómo ciertos tipos de problemas presentados nos invitan a tomar algunos
atajos.
Aunque la evidencia empírica no es clara, sentimos que usualmente tenemos más opciones
terapéuticas si podemos incluirlos en terapia, o al menos en algunos momentos a todos los participantes que
comprende el sistema determinado por el problema (o el determinado por la solución) (Anderson y
Goolishian, 1988). Por consiguiente, es probable que coloquemos nuestros esfuerzos para incluir en la sesión
siguiente a las personas que no asisten. Esto podría implicar una conversación simple con los familiares
respecto a cómo invitarlo/a, algunas tareas respecto a este problema, o incluso una carta de invitación
(White y Epston, 1989).
Desde luego, en muchas ocasiones esto no tendrá el éxito de comprometer al miembro ausente.
Aquí es muy útil seguir las ideas centradas en la solución respecto a cómo trabajar en una relación
terapéutica de tipo demandante (de Shazer, 1988). En muchos casos, concentrarse en las metas y las
excepciones, y dar tareas de observación hace una gran diferencia. Sin embargo, también es probable que
hagamos un esfuerzo para hacer que nuestros clientes hagan algo diferente respecto al problema, y esto
usualmente implica sugerir algunas tareas de interrupción de pautas problema (O´Hanlon y Weiner-Davis,
1989; de Shazer, 1982). En otras palabras, es más probable que usemos intervenciones centradas en el
problema, y las usemos al principio, en situaciones clínicas donde estamos haciendo “terapia familiar con
individuos” (Weakland, 1983).
Situaciones de crisis
A veces la situación es muy impredecible o incluso peligrosa; es decir, hay un riesgo serio de
suicidio o violencia; hay claras señales de una crisis psicótica inminente; el tiempo está corriendo más rápido
que el necesario para que se tomen decisiones académicas o legales; o la familia está enfrentando cualquier
otro tipo de crisis aguda. Una vez más, compartimos la visión que en esas situaciones el terapeuta puede
mantener con éxito una posición centrada en soluciones (Booker, 1996), y que es especialmente útil en las
situaciones de crisis agudas evitar tomar la posición automática de un “terapeuta-Rambo", que hace su
aparición y “resuelve todo”. Sin embargo, también pensamos que aquí son necesarias a veces alternativas
más tradicionales, como por ejemplo suministrar guías claras de supervisión y apoyo a la red social de la
persona suicida, diseñar un plan de escape para la persona en riesgo de violencia, o persuadir activamente
al cliente para que consulte a un psiquiatra.
Tratamientos previos
A través de los años, un número creciente de clientes nos ha consultado después de haber tenido
un número de tratamientos psicoterapéuticos o psiquiátricos previos, y a menudo mientras están en terapia
con uno o más profesionales. Nuevamente, vemos esas situaciones como una invitación, no para apartarnos
del modelo orientado a la solución, sino que añadir algunas piezas al modelo base.
Pensamos que aquí es importante tomar algún tiempo en la primera sesión para explorar cómo
fueron los tratamientos previos. Y para nosotros es importante explorar qué fue de ayuda (pistas útiles para
las soluciones) y lo que no ayudó. Esto nos permite encontrar formas mejores para cooperar con nuestros
clientes, y también nos entrega algunas indicaciones acerca de cuáles vías seguir y cuáles evitar. Además,
nos gusta preguntar en forma explícita qué mensajes le entregaron los profesionales anteriores, puesto que
esos mensajes (“Usted es un caso desesperado”; “Todos sus problemas se relacionan con su madre”; “Si
usted hubiera criado adecuadamente a su hijo, él no consumiría drogas en la actualidad”) tiene una fuerte
influencia en el cómo nuestros clientes perciben su situación y sus posibles soluciones (o imposibilidades).
Si los clientes no han tenido un tratamiento antes, pero actualmente se encuentran en tratamiento,
hacemos un esfuerzo especial para clarificar qué es lo que precisamente buscan en nosotros, y clarificar
nuestro rol en la situación. Además, es probable que invitemos a nuestros clientes, quizá como un aspecto
posterior en la terapia, a pensar respecto a cómo vivirán una vez que hayan dejado a los profesionales
(incluidos nosotros) que están actualmente en sus vidas. Una vez que ocurren mejorías, también
promovemos que el crédito por los éxitos sea compartido por todos los profesionales que han participado
(Furman y Ahola, 1992; Selekman, 1993, 1997).
10
Pero también debiera ser tomado en cuenta que de hecho hay un número reciente de literatura centrada en soluciones
acerca del trabajo con poblaciones con problemas especificos (Berg y Miller, 1992; Berg y Reuss, 1997; Dolan, 1991;
Selekman, 1993, 1997), y en el campo relacionado del MRI, Giogio Nardone está trabajando sistemáticamente en el
desarrollo de intervenciones específicas para problemas específicos (Nardone y Watzlawick, 1990).
19
En mi opinión, esta es una premisa muy útil, que nos ayuda a recordar que la persona siempre es
más que el problema (George et al., 1998), y escuchar atentamente a nuestros clientes, y no desde nuestras
teorías preconcebidas acerca de ellos (Duncan y Miller, 2000). Pero creo que esta posición respetuosa no
debiera llevarnos a ignorar el conocimiento fragmentario que nos ha brindado décadas de investigación en
psicoterapia (Bergin y Garfield, 1994). Por el contrario, creo que es en el mejor interés de nuestros clientes
que los terapeutas que están trabajando con ellos estén al tanto de ese conocimiento y puedan usarlo al
menos en parte.
Por ejemplo, cuando ayudamos a clientes que están abrumados por problemas con un alto grado de
auto-referencia (tartamudez, tic, insomnio…), donde es probable que todo esfuerzo deliberado por disminuir
el problema llevará a aun aumento de la consciencia de si mismo y por lo tanto aun aumento del problema
(Shoham y Rorhbaugh, 1997), tendemos a usar prescripción de síntoma, desde nuestra perspectiva el mejor
medio de hacer frente a esas situaciones (Orlinsky et al., 1994). En los casos donde lo biológico es el
aspecto predominante (trastornos alimentarios, psicosis, etc.), es probable que lentifiquemos el ritmo de
nuestra intervención. Y, como se discutió más arriba, las situaciones con un riesgo de peligro más inmediato
exigen enfoques más prácticos.
Así también hay un número de problemas más o menos bien definidos que me parece que ameritan
que agreguemos conceptos y técnicas diferentes a nuestro enfoque centrado en soluciones. En todos esos
casos hay algunas técnicas no orientadas a la solución que pueden ser usadas con éxito, pero también hay
algunos desafíos teóricos y prácticos que nos invitan a ampliar nuestro marco de referencia. Por lo tanto,
para cada uno de los tipos de problemas discutiré brevemente cómo adaptamos nuestro marco conceptual,
qué técnicas importamos, y qué “temas” hemos encontrado útiles en las conversaciones terapéuticas11. Debe
observarse, eso sí, que ante todos esos problemas nuestra forma básica de pensamiento está centrada en
soluciones, y que aun usamos la pregunta milagro, trabajamos con excepciones, con escalas, etc.
También debe tenerse en cuenta que estoy adoptando la posición de un “terapeuta general”,
preparado para hacer terapia con una variedad de problemas y poblaciones de clientes. Sin embargo, podría
argumentarse que si un terapeuta enfrenta, por ejemplo, un caso de esquizofrenia o anorexia, él/ella no
debiera gastar tiempo pensando en integración, sino que es mejor derivar el caso tan pronto como sea
posible a una unidad especializada (por ejemplo, un programa psico-educacional bien diseñado para
pacientes esquizofrénicos, grupos de apoyo para los niños pequeños enfermos y sus familias; unidades
multidisciplinarias especializadas en el tratamiento de la anorexia severa, etc.).
No estoy totalmente de acuerdo con esa posición. Por un lado, porque no siempre es posible, en la
medida que no siempre hay unidades especializadas o equipos disponibles, al menos en España. En segundo
lugar, no siempre es necesario; por ejemplo, Pierre Beumont, uno de los especialistas más grandes en
anorexia, sostiene que los casos de trastornos alimentarios debieran ser tratados por médicos generales
(entrenados), dejando sólo los casos severos a equipos multidisciplinarios especializados (Touyz y Beumont,
1999). Y tercero, desde mi punto de vista, demasiada especialización en un problema o “patología” conlleva
el riesgo de generar potencialmente pautas problemas sostenidas por los profesionales, incluso produciendo
a veces reales lobbies profesionales que se perpetúan a si mismos.
En todo caso, ninguna de mis recomendaciones debiera ser tomada como un diseño para hacer
buena terapia, sino que más bien como una forma para fomentar la cooperación con otros profesionales y
enfoques (que, como se mencionó más arriba, es probable que participen). Para cada una de esas
situaciones, presentaré mis pensamientos y cómo éstos invitan a mis colegas y a mí a expandir el modelo
11
Quiero agradecer la influencia de Pepe Navarro (Navarro, 1992), con quien he discutido muchas de esas ideas.
20
conceptual, respecto a las técnicas que pueden ser útiles y acerca de los “temas” de conversación que
encontramos potencialmente fructíferos.
Violencia intrafamiliar
El trabajo con familias o parejas donde está presente la violencia es un gran desafío para cualquier
terapeuta, él cual incluso podría sentir que en esos casos simplemente no hay cabida para la psicoterapia.
También pienso que el trabajo con las víctimas de abuso pasado o presente lleva fácilmente al trabajo
centrado en soluciones (Dolan, 1991); trabajar en un formato conjunto que incluya al ofensor puede ser una
historia diferente, en parte debido a que la “mala voluntad” no coincide con facilidad con las premisas
humanistas positivas del enfoque orientado a soluciones. Sin embargo, creo que la terapia centrada en
soluciones conjunta no sólo es posible (Lipchik y Kubicki, 1996; Lethem, 1994), sino que a menudo es
necesario tener en consideración algunos problemas que deben ser considerados en forma sistemática.
Nosotros incluimos en forma sistemática tres consideraciones básicas al enfrentarnos a esas situaciones:
1) “Protección antes de la terapia”, que significa cosas tan básicas como planes de seguridad,
contacto con la policía y otros procedimientos de auto-defensa, que toman prioridad antes de
cualquier intervención “psicoterapéutica”. Nos atrae la idea que, en el la misma forma en que
el ofensor es responsable de la violencia (Jenkins, 1990), la víctima tiene la responsabilidad
de protegerse (Lethem, 1994).
2) También tenemos en la mente que es probable que las víctimas de violencia estén en una
posición de temor y amenaza que inhibe su funcionamiento cognitivo y hace más dificultosa
la toma de decisiones racionales. No vemos esto como una justificación para tomar
decisiones por nuestros clientes (“los salvadores bien intencionados” generalmente terminan
muy frustrados), sino como un recordatorio que tenemos que ser muy claro y quizá a veces
tenemos que ser más directivos que en otros casos.
3) Finalmente, también incluimos el sistema legal en nuestra consideración, en la misma forma
como incluiríamos al sistema escolar al trabajar con niños o adolescentes que tienen
problemas en ese contexto.
Desde el punto de vista técnico, cuando mis colegas y yo trabajamos con una pareja o una familia
en la cual ocurre violencia física, suministramos en forma sistemática algún espacio para entrevistas
individuales con las víctimas de modo de asegurar que ellos tienen algún “espacio de seguridad” en el cual
conversar acerca de sus problemas. Además, comenzamos la terapia centrándonos en el problema de la
violencia. Aquí, es probable que trabajemos con un contrato de no agresión, desarrollamos planes de
escape, e intervenimos en la secuencia de la violencia para introducir mecanismos de detención, como el
tiempo-fuera (Perrone y Nannini, 1997).
Con parejas, y una vez que se ha trabajado la díada responsabilidad-protección, a menudo
intentamos llevar la conversación al dilema confianza/miedo, para ayudar a la pareja a reconstruir la
confianza personal que la violencia ha erosionado. Cuando trabajamos con familias en las cuales los hijos o
hijas son golpeadas o éstos atacan a sus padres12, mis colegas y yo generalmente discutimos con los padres
acerca de cómo pueden resistirse a la “trampa coercitiva”, o cómo podrían hacer el sacrificio final por sus
hijos, por ejemplo tener el coraje de dar el gran paso de acudir a la policía.
12
Algo que estamos encontrando más a menudo en nuestro consultorio.
21
Trastornos alimentarios
También es probable que los trastornos alimentarios (anorexia, bulimia y un amplio rango de
problemas entre ambos trastornos) propongan desafíos formidables a cualquier terapeuta. Aquí, creo que el
marco centrado en soluciones debe ser ampliado para tomar en cuenta los aspectos biológicos de esos
problemas. Por ejemplo, la premisa centrada en soluciones que “son suficientes los pequeños cambios” en la
medida que llevará a otros cambios, no es muy útil en situaciones donde la biología de la cliente puede
restringir mucho sus respuestas a los cambios, o incluso su habilidad para cambiar.
Por consiguiente, creo que en cualquier caso de anorexia o bulimia, si la cliente ni está siendo
controlada médicamente, el terapeuta tiene el deber de derivarla a un médico para que examine su salud
física y tome las medidas apropiadas (lo cual podría incluir la hospitalización si el riesgo médico es muy
grande). Es simplemente muy peligroso tener en terapia a una persona con un trastorno alimentario sin
control médico.
Desde el punto de vista técnico y especialmente al trabajar con anoréxicas famélicas, a mi equipo y
yo nos gusta suministrar a la cliente tantas opciones como sea posible, y aquí el enfoque centrado en
soluciones ofrece una excelente influencia, pero también tomamos en cuenta el problema del peso, aunque
nuestra cliente puede no tener ninguna preocupación al respecto. Esto no significa que usamos todas
nuestras sesiones discutiendo acerca de la comida (por el contrario, creo que es muy importante evitar la
trampa de “hablar de la comida”), sino que significa que los cambios en otras áreas (amigos, familia,
colegio…) son bienvenidos, pero solamente son “suficientemente buenos” si también se pueden traducir en
ganancias en el peso.13
Mis colegas y yo también encontramos que las ideas de la “entrevista motivacional” (Miller y
Rollnick, 1991) son útiles para ayudar a las clientes con trastorno alimentario a hacer la decisión de cambiar,
y a menudo externalizar “la voz de la bulimia” o la “voz de la anorexia” (White y Epston, 1989), de modo de
crear un espacio entre la cliente y su identidad del trastorno alimentario. Aquí, “independizarse” de la
anorexia, de la “dictadura del peso”, de la “tiranía de la delgadez”, etc., pueden ser temas poderosos para
las conversaciones terapéuticas. También conversamos habitualmente del riesgo de las recaídas, las cuales
ocurren a menudo en esos casos (Brownell y Fairburn, 1995; Garner y Garfinkel, 1993).
13
Para algunas pacientes famélicas, la posición “protección antes de la terapia” discutida en los problemas de violencia se
traduce en “alimentación antes de la terapia”.
22
el tratamiento (en el caso de los clientes adultos, especialmente a la esposa), en la medida que hay
considerable evidencia empírica que aumenta la probabilidad de un resultad exitoso (Alexander, Holtzworth-
Munroe y Jameson, 1994). También colocamos en la agenda la prevención de recaídas cuando los clientes
han hecho avances.
Psicosis
Las psicosis, y específicamente la esquizofrenia, es uno de los pocos problemas donde la
investigación realmente apoya la efectividad de la terapia familiar. A lo largo de las últimas dos décadas, un
gran número de equipos han estado documentando la efectividad de la terapia familiar psico-educativa en
casos de esquizofrenia (Anderson et al., 1986; Falloon et al., 1984; Leff et al., 1985) y, nuevamente, pienso
que no debiera ignorarse la información que se ha obtenido a partir de esos estudios. Aunque los programas
psico-educativos son complejos, multidimensionales y multidisciplinarios, hay un número de elementos que
en ausencia de equipos especializados a los cuales derivar el caso, el terapeuta centrado en soluciones
podría tomar en cuenta.
Uno de los aspectos importantes es el rol de la mantención de los medicamentos neurolépticos en la
reducción de recaídas. Aquí, en cooperación con el psiquiatra, mi equipo y yo promovemos la toma de
decisiones infirmadas al respecto, y es probable que apoyemos la ingestión de medicamentos en los
esquizofrénicos más jóvenes. El otro elemento es que la investigación de recaídas en esquizofrenia (y más
generalmente en otras condiciones como depresión, anorexia o adicción a drogas) ha mostrado que es de
máxima importancia lo que ha sido etiquetado como “Emociones expresadas” (Leff y Vaughn, 1985; Vaughn
y Leff, 1976), las cuales son un fuerte predictor de recaídas. La implicación práctica es que también
fomentamos, aunque podría no ser una prioridad de la familia, la reducción de comentarios críticos y
23
hostiles, así como también la sobre-involucración con el paciente. A veces, esto incluye la entrega de
información psico-educativa acerca de la condición, aunque preferimos dejar esto al psiquiatra o al médico.
También es útil en estos casos la metáfora “colocando la enfermedad en su lugar”, tanto para el
paciente como a su familia, razón por la cual volvemos a ella repetidamente a través del proceso de
tratamiento.
1) Mantener el criterio de la simplicidad que se ha discutido más arriba, lo cual nos ayuda a
evitar volvernos demasiado complejos.
2) Usar las técnicas no centradas en soluciones en la misma forma respetuosa que en cualquier
práctica centrada en soluciones: maximizando la acomodación de las técnicas [al
consultante], escuchando al cliente, proponer en lugar de imponer, etc.
24
3) No asumir el rol de un terapeuta experto [en otras personas] cuando se usan técnicas no
centradas en soluciones, presentándolas por ejemplo como algo que otros clientes han
desarrollado y/o han encontrado útiles. Además, el terapeuta puede escoger resaltar ciertos
aspectos del reporte del cliente que son acordes a la intervención que ha planeado. Por
ejemplo, el cliente puede describir diversas excepciones diferentes, y el terapeuta puede
escoger dar énfasis a aquellas que concuerdan con el análisis del MRI acerca de la pauta que
mantiene el problema y que el terapeuta cree que tienen un mayor potencial de brindar un
cambio perdurable. En esta forma, el terapeuta no presentará esto como una intervención
desarrollada por él o el equipo, sino que simplemente le solicitará al cliente que “haga más
de los mismo”.
4) Mantener la mente abierta y evitar ver la tarea o la técnica importada como la única útil.
5) Retornar a la práctica centrada en soluciones tan pronto como sea posible, por ejemplo
amplificando los cambios y felicitando a los clientes tan pronto como ella presentan alguna
mejoría. Aunque el uso de intervenciones directivas hace menos fácil compartir el crédito con
el cliente, algunas preguntas acerca del efecto y las consecuencias de los cambios ayudará a
descubrir otras mejorías que pueden ser atribuidas al cliente [como su propia agencia de
cambio].
1) Desde luego, nuestro proceso de toma de decisiones al hacer terapia está lejos de ser lo claro y
preciso que pudiera parecer en la descripción que he hecho aquí. Muy a menudo nos
encontramos usando técnicas o haciéndonos preguntas que simplemente parecen “surgir” en
forma intuitiva y como el resultado de un proceso racional de toma de decisiones. Ellas son en
parte una reacción a nuestros clientes, y en parte el resultado de la experiencia y el
entrenamiento clínico, pero el proceso por medio del cual ella “toman vida” es no deliberado.
Sin embargo, creo que es muy valioso intentar presentar una descripción ordenada de nuestros
procedimientos y formular ciertas reglas. Por un lado, porque esto suministra hipótesis que
pueden ser colocadas a prueba en forma empírica, y porque facilita el estudio de los resultados
y el entrenamiento. Y por otro lado, porque paradójicamente nos ayuda a resistir el “efecto de
agujero negro” que generalmente tienen los problemas; deseamos disciplinarnos para
continuar estando centrados en las soluciones, pero para ser capaces de lograr ese fin (sin ser
rígidos), ¡tenemos que tener claro cuando nos permitimos no estar centrados en soluciones!
2) El enfoque que estoy sugiriendo no posee evidencia empírica que lo apoye, excepto algunos
resultados preliminares de seguimiento (Beyebach et al., 1996, 1997, 2000). Mis colegas y yo
25
3) Aunque pareciera razonable importar una técnica que ha probado ser útil en otro contexto y en
otro modelo terapéutico, uno debiera tener en mente que cualquier técnica dada, desarrollada
en un contexto particular y bajo ciertas premisas teóricas, es probablemente transformada en
una técnica diferente cuando es usada en una circunstancia diferente (Lazarus y Messer, 1991;
Shoham y Rohrbaugh, 1996). En otras palabras, es probable que la psico-educación tenga un
efecto diferente si es entregada en una unidad psiquiátrica como parte de un programa
multifamiliar, que si es entregada por un terapeuta centrado en soluciones que trabaja con una
familia. O la metáfora de “coloque a la enfermedad en su lugar” podría ser recibida en forma
muy diferente por una familia que la escucha de su doctor en una gran clínica que si proviene
de un psicólogo centrado en soluciones que trabaja en un consultorio modesto.
4) Finalmente, tengo que admitir que nuestras descripciones acerca de cuando integramos son
muy amplias, en la medida que solamente estamos concentrándonos en variables de macro-
nivel. Mi equipo y yo intentamos tomar en cuenta no solamente el tipo de problema, sino que
también la presentación clínica y la posición de nuestros clientes; si realmente queremos
optimizar la acomodación cliente-técnica, tendremos que tener en cuenta atributos aun más
específicos de los clientes, especialmente los relacionales, que prometen mejorar el
aparejamiento cliente/terapia (Rohrbaugh y Shoham, 1996). Aquí es muy útil la práctica
centrada en soluciones, en la medida que coloca énfasis en la posición y en el lenguaje del
cliente, pero este sutil ajuste del proceso aun está lejos de bien comprendido e investigado.
CONCLUSION
En este artículo he presentado nuestro pensamiento actual acerca de la introducción de técnicas y
procedimientos no centrados en la solución en un marco orientado a las soluciones. Mis colegas y yo
sentimos que en esta forma tomamos ventaja de los desarrollos en otros métodos de terapia sistémica y/o
breve, así como también del conocimiento acumulado a lo largo de los años en los campos de la terapia
individual y familiar. Aunque creemos que en esta forma estamos prestando un mejor servicio a nuestros
clientes, necesitamos un mayor refinamiento teórico y más investigación detallada que apoye nuestras
proposiciones.
14
Una de las interrogantes especificas que estamos examinando empíricamente es si cambiar o no de enfoque en un caso
estancado ayuda realmente a que sea más probable un resultado positivo, o, si por el contrario, comenzar a usar técnicas
no centradas en soluciones no tiene efectos o quizá incluso hace que los resultados empeoren.
26
AGRADECIMIENTOS
Agradezco a Matthew Selekman, quien no sólo me invitó a contribuir con este capítulo, sino que
también revisó cuidadosamente mi manuscrito y mostró una paciencia infinita al corregir toda clase de
errores gramaticales y al hacer sugerencias de estilo útiles para hacer más legible el texto.
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[Medios narrativos para fines terapéuticos, Paidós, Barcelona, 1993]
[Traducido y publicado aquí sin autorización de M. Selekman and S. Geyerhofer (Eds.) Beyond Solution-
Focused Brief Therapy: International Perspectives. Chicago: Zeig y Tucker (en prensa), ni de Mark
Beyebach15]
15
[N.E.] Aunque imaginamos que el colega Beyebach estaría muy contento al saber que en los pagos del Sur del Cono Sur
nos interesamos en su trabajo.
30
Cartas al Editor
¡Felicitaciones a los Editores de Hipnópolis por la línea editorial de este Año 3!
Obviamente se trata de una Nueva Era…
Sigan así
lectoragradecido@hotmail.com
Sres. Editores:
Gracias por desenterrar artículos que nos llevan a nuestros orígenes.
Se agradece el arqueo-artículo de de Shazer.
terapeutaintegrativo@ciudad.com.ar
Tengo el pesar de anunciar que Steve de Shazer falleció la noche del 11 de Septiembre.
Después de algunos recientes problemas de salud, se sintió enfermo en un vuelo a Viena, en
donde fue hospitalizado y falleció en esa ciudad. Estaban con él su esposa Insoo Kim Berg y
Ferninand Wolf.
En nombre de todos, expresamos nuestras profundas condolencias a Insoo y a la familia. Nuestra
pérdida también es muy grande.
Alasdair Macdonald
Presidente de la Asociación Europea de Terapia Breve
ajmacdon@psychsft.freeserve.com.uk
Estamos de duelo por la pérdida del Maestro Steve de Shazer y hermanados en el dolor; me
permito brindarles mis condolencias que también recaen en mí, al igual que en los Terapeutas
Ericksonianos del Cono Sur y de otras latitudes.
La noticia de la muerte de Steve de Shazer llegó y se quedó en nuestra vivencia. Pero de alguna
forma continuará vivo en nosotros cuando utilicemos su contribución a la teoría y práctica de la
Terapia Breve.
Y parafraseando a su también maestro, Milton H. Erickson, tu voz irá con nosotros, apreciado
Steve.
Obituary
Steve de Shazer passed away September 11, 2005, in Vienna, Austria several
hours after being admitted to the hospital. His wife, Insoo Kim Berg, was by his
side.
An iconoclast and creative genius known for his minimalist philosophy and view of
the process of change as an inevitable and dynamic part of everyday life, de
Shazer reversed the traditional psychotherapy interview process by asking clients
to describe a detailed resolution to the problem that brought them into therapy,
thereby shifting the focus of treatment from problems to solutions.
Born and raised in Milwaukee, Wisconsin, de Shazer was the son of an electrical
engineer father and an opera singer mother. An avid baseball fan, and gourmet
cook, he took long daily walks, typically early in the morning, always before
retiring at night. His leisure pursuits ranged from reading philosophy tracts in
original German or French, listening to Duke Ellington, Thelonius Monk and other
Jazz greats, to perusing esoteric cook books, Gourmet Magazine, and The Cooks
Illustrated which he read cover to cover every month.
Steve de Shazer is survived by his wife, Insoo Kim Berg, his step-daughter, Sarah
Berg, his sister and several nieces and nephews.
Please visit this website again for information regarding a memorial service for
Steve. Information regarding contributions to a research fund will be posted also.
Please do not send flowers but cards can be sent to Insoo at:
PO Box 13736
Milwaukee, WI 53213
32
IN MEMORIAN
El mundo de la terapia breve está de duelo, Steve de Shazer ha abandonado a una edad bastante
temprana (65 años) el mundo corpóreo a útimas horas de la noche del 11 de Septiembre…
Sin embargo Steve, tu inmensa obra nos acompañará en nuestro imaginario de la terapia breve por
muchos, muchos años… Sin duda estarás descansando ya de tus dolencias y de tu enorme esfuerzo por
contribuir al desarrollo de una terapia genuinamente humanista… es decir, un enfoque que realmente resalta
las potencialidades y los aportes de las personas a su propio proceso de cambio.
¡Qué coincidencia que el número anterior de Hipnópolis haya tenido como artículo principal a un
trabajo de Steve, y que este número contenga un trabajo que muestra cómo trabajar en forma integrativa
apoyados en su obra!
Steve, desde estas lejanas tierras te agradecemos en nombre de los millares de consultante que se
han beneficiado del modelo terapéutico que contribuiste a desarrollar; y te aseguramos que estarás muy
vivo en las conversaciones terapéuticas inspiradas en tu pensamiento y que ayudarán a inumerables
consultantes latinoamericanos a descubrir cuán capaces son de trabajar en la mejoría de sus propias vidas.
Editores de Hipnópolis
Antecedentes Educacionales
1964 B.F.A., Universidad de Wisconsin-Milwaukee
1971 M.S.S.W., Universidad de Wisconsin-Milwaukee
Experiencia Profesional
Co-Fundador, Centro de Terapia Familiar Breve (BFTC)
1978-1989 Director
1989-2005 Investigador Asociado
Organizaciones Profesionales
Asociación Norteamericana de Terapia Matrimonial y Familiar
1979 Supervisor Acreditado
1983 Miembro de la Asociación
Actividades Profesionales
1976 ◊Techniques of brief therapy, A panel with John H. Weakland, Dick Fisch, and Paul Watzlawick.
Second Don D. Jackson Memorial Conference
1977,
1979, 1980 ◊Chicago Family Therapy Conferences
1981 ◊Epistemological frontiers of family therapy, Institute with Paul Dell and Bradford Keeney. AAMFT
Annual Conference
1982 ◊Three faces of brief/systemic therapy, Institute with Karl Tomm and James Coyne. AAMFT Annual
Conference
33
◊Problems: The strategic/interactional view, Panel with James Coyne and Scott Fraser. AAMFT
Annual Conference
◊Seminars/Trainings with Insoo Kim Berg: Oslo, Norway; Cardiff, Wales; Birmingham, UK.
1983 ◊Brief family therapy/structural family therapy: What differences do the differences make? Institute
with Jorge Colapinto. AAMFT Annual Conference.
◊Seminar with Insoo Kim Berg: Oxford, UK
1984 ◊Brief therapy: Doing research equals changing therapists, A workshop with Wallace Gingerich and
Michele Weiner-Davis. AAMFT Annual Conference.
1985 ◊What do therapists do that is worth doing? A workshop with Wallace Gingerich and Michele
Weiner-Davis. AAMFT Annual Conference
◊Brief therapy with drug abusers. Keynote Speech, 16th Annual Fall Chemical Dependency
Conference, Minneapolis, Minnesota
◊Seminars/Trainings with Insoo Kim Berg: Copenhagen, Denmark; Hamburg, Heidelberg, Germany
1986 ◊Techniques of solution, workshop with Insoo Kim Berg. 5th International Congress of Family
Therapy. Jerusalem
◊Techniques of brief therapy, Keynote Speech. 3rd Annual Japanese Family Psychology Association
Conference. Sendai, Japan
◊Vulnerability is in the eye of the beholder, McGill University, School of Social Work
“Strategic, brief therapy” panel with John H. Weakland and Dick Fisch. 3rd International Congress
on Ericksonian Approaches to Hypnosis and Psychotherapy. Phoenix
◊ “Utilization: The foundation of solutions” Workshop. 3rd International Congress on Ericksonian
Approaches to Hypnosis and Psychotherapy. Phoenix
1987 ◊Von der Systemishen Therapie zur Systemischen Konsultation? Conference with Gianfranco
Cecchin and Bradford Keeney. Marburg, Germany
◊BRIEFER I: An expert system for brief therapy, workshop with Wallace Gingerich. American Family
Therapy Association Annual Conference
◊BRIEFER II: An expert system for brief therapy Paper presented with Kim, J. Gingerich, W. and
Kim, P. IEEE Systems, Man, and Cybernetics Annual Conference
◊The expert system as behind-the-mirror consultant, workshop with Wallace Gingerich. AAMFT
Annual Conference
◊Seminars/Trainings with Insoo Kim Berg: Seoul, Korea; Kowloon, Hong Kong; Vienna, Salzburg,
Austria; Amsterdam, Netherlands; Hamburg, Germany; Copenhagen, Denmark; Malmo, Sweden;
Oslo, Norway
1988 ◊Brief therapy: Two systemic views, seminar with John H. Weakland. Phoenix, Arizona.
What is it about brief therapy that works? Workshop with John H. Weakland. University of
Wisconsin-Milwaukee
◊Seminars/Trainings with Insoo Kim Berg: Kowloon, Hong Kong; Seoul, Korea; Copenhagen,
Denmark; Karlsham, Malmo, Sweden; Salzburg, Austria; Cologne, Germany
◊Research in brief therapy, panel with John H. Weakland, Peter Sifneos, and Hans Strupp. 4th
International Congress on Ericksonian Approaches to Hypnosis and Psychotherapy. San Francisco
◊What is it about brief therapy that works? (An answer for December 1988 Only), Paper. 4th
International Congress on Ericksonian Approaches to Hypnosis and Psychotherapy. San Francisco
◊The crystal ball technique, workshop. 4th International Congress on Ericksonian Approaches to
Hypnosis and Psychotherapy. San Francisco
1989 ◊Seminars/Trainings: Stockholm, Malmo, Vaxjo, Sweden; Helsinki, Finland; Copenhagen, Aahus,
Denmark; Munich, Marburg, Heidelberg, Bad Herrenalb, Germany; Oslo, Norway; Salzburg, Vienna,
Austria; Salamanca, Spain
◊Seminars/Trainings with Insoo Kim Berg: Seoul, Chinchon, Korea; Sydney, Adelaide, Canberra,
Brisbane, Launceston, Australia
◊Predication and change, workshop. The Networker Symposium. Washington, DC.
◊Therapy is nothing but a bunch of talk, Social Work Symposium, Poughkeepsie, NY.
◊Resistance revisited, Grand Rounds, University of Texas, Southwest Medical Center. Dallas
◊The crystal ball technique, plenary. 1st European Congress of Ericksonian Hypnosis and
Psychotherapy. Heidelberg
◊Constructing solutions, workshop. 1st European Congress of Ericksonian Hypnosis and
Psychotherapy. Heidelberg
1990 ◊Seminars/Trainings: Aarhus, Copenhagen, Denmark; Stockholm, Malmo, Sweden; Helsinki,
Tampere, Finland; Santiago, Spain; Paris, France; Bruges, Belgium; Hamburg, Heidelberg, Munich,
Marburg, Germany
◊Seminars/Trainings with Insoo Kim Berg: Breman, Berlin, Germany; Salzburg, Austria; Aarhus,
Copenhagen, Denmark; Tokyo, Japan; Kowloon, Hong Kong; Seoul, Korea
◊Constructing solutions, workshop. AAMFT Annual Conference.
1991 ◊Working conversations: There is no escape from language, workshop. The End of Grand Designs
and the Flowering of Systemic Practice. Heidelberg
◊Finding solutions in crazy, chaotic situations, workshop with Brian Cade and Lyman Wynne. The
End of Grand Designs and the Flowering of Systemic Practice. Heidelberg
34
1998 ◊Seminars/Trainings: Bruges, Belgium; Copenhagen, Denmark; Paris, St-Malo, France; Berlin,
Bremen, Euskirchen, Friedrienshafer, Nurnberg, Heidelberg, Munich, Germany; Amsterdam,
Netherlands; Malmo, Stockholm, Sweden; Solothurn, Winterthur, Switzerland.
◊Getting to the surface of the problem: The bricks and mortar of our constructions, paper. Brief
Therapy Conference. New York
◊Wittgenstein for therapists, coversation with Mathias Varga von Kibed. European Brief Therapy
Association Annual Conference. Bruges, Belgium
1999 ◊Seminars/Trainings: Salzburg, Vienna, Austria; Bruges, Belgium; Copenhagen, Denmark;
Quimper, Paris, France; London, Glasgow, UK; Bremen, Heidelberg, Munich, Nurnberg, Tubingen,
Germany; Dublin, Ireland; Utrecht, Netherlands; Belfast, N. Ireland; Lodz, Poland; Malmo, Sweden;
Bern, Winterthur, Switzerland
◊Seminars/Trainings with Insoo Kim Berg: Seoul, Korea; Nagoya, Fukuoka, Japan; Singapore
◊Wittgenstein for therapists, conversation with Mathias Varga von Kibed and Gale Miller. European
Brief Therapy Association Annual Conference. Salamanca, Spain
2000 ◊Seminars/Trainings: Vienna, Austria; Bruges, Belgium; Copenhagen, Denmark; St-Malo, Paris,
Nantes, France; Glasgow, London, UK; Bremen, Heidelberg, Cologne, Munich, Nurnberg, Germany;
Utrecht, Netherlands; Bergen, Norway; Malmo, Sweden; Bern, Winterthur, Switzerland
2001 ◊Seminars/Trainings: Bruges, Belgium; Bremen, Cologne, Munich, Nurnberg, Germany; Malmo,
Sweden; Winterthur, Bern, Switzerland; Vienna, Austria; London, UK; Copenhagen, Denmark; St-
Malo, France
◊Seminars/Trainings with Insoo Kim Berg: Osaka, Japan; Seoul, Korea; Singapore
2002 ◊Seminars/Trainings: Berlin, Nurnberg, Bremen, Heidelberg, Hamburg, Cologne, Munich,
Duesseldorf, Germany; Malmo, Stockholm, Sweden; Bruges, Belgium; Winterthur, Bern,
Switzerland; London, UK; Copenhagen, Denmark; St-Brieuc, France; Vienna, Austria.
◊Less is more: The discipline of brief therapy. Workshop, Networker Symposium. Washington, DC.
◊Meaning Making Procedures. Paper presented at Eine Rose ist eine Rose a Symposium on the Role
and Function of Metaphor. Heidelberg.
◊The Craft of Inteviewing. Workshop, Eine Rose... Symposium, Heidelberg
1976- present ◊Numerous workshops, seminars, consultations throughout United States and Canada
◊Editorial Boards: Familiendynamik, Family Process; Journal of Marital and Family Therapy,
Zeitschrift far Systemiche Therapie, American Journal of Family Therapy, Journal of Contemporary
Family Therapy, Systeme
Libros
1982 Patterns of Brief Family Therapy. New York: Guilford
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1985 Keys to Solution in Brief Therapy. New York: Norton
◊Claves Para La Solucion En Terapia Breve. (1986) Buenos Aries: Editorial Paidos
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