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LECTURA N°1
La mejor voz
Una cigarra cantaba alegremente, cuando un sapo la interrumpió: “Yo canto mucho mejor”. La cigarra, en vez de ignorarlo y seguir
cantando en otro lado, le respondió: “No, no es verdad, yo canto mucho más lindo”. El sapo insistió: “A los animales les gusta más mi
canto”. A lo que la cigarra contestó: “¿Cómo puedes saber eso?”. “Me lo han dicho”, contestó el sapo. Así estuvieron discutiendo un
buen rato hasta que a la cigarra se le ocurrió la idea de elegir un juez que determinara quién era mejor cantor.
Se encontraron con una garza que, apacible, descansaba sobre una sola de sus patas. “Señora garza, ¿podría escucharnos y decidir
quién de los dos canta mejor?”, le preguntó el sapo al ave. La garza los observó indiferentes, pero aceptó ser juez.La cigarra
comenzó a cantar, pero la garza la interrumpió: “Querida, no te escucho desde donde estás, ¿podrías acercarte un poco más?” La
cigarra dudo en acercarse, pues sabía que no era seguro, pero el sapo dijo: “Lo que pasa es que te da miedo perder”. El sapo se
acercó a la garza y comenzó a cantar. Como la cigarra era muy orgullosa, para no perder la competencia se acercó al ave.Mientras el
sapo cantaba absorto, la garza se engulló a la cigarra. Y como la mesa estaba servida, se comió también al sapo. La garza se posó
sobre su otra pata y siguió disfrutando de la tarde.
Ahora responde:
2. Este pequeño cuento es una fábula porque cuenta una historia con animales y contiene una moraleja, es decir, un consejo.
¿Conoces otra? ¿Cuál?
1. alegres y cantadores
2. inteligentes y rápidos
3. confiados y engreídos
10. ¿Alguna vez te ha pasado que, por sentirte orgulloso, te descuidas de algo?
LECTURA N°2
Dédalo e Ícaro
Dédalo era un hábil inventor y arquitecto que vivía en Atenas. El rey de Minos le pidió que construyera un laberinto para encerrar al
Minotauro, un terrible monstruo con cabeza de toro y cuerpo de hombre que amenazaba el reino.Dédalo y su hijo Ícaro diseñaron
un intrincado laberinto para que quien entrara no pudiera salir. Para que ningún mortal pudiera conocer el secreto de los caminos,
el rey Minos encerró al diseñador y a su hijo dentro de la construcción.La salida estaba clausurada, así que padre e hijo debían
pensar en una solución que no fueran las puertas. Observaron a su alrededor, reflexionaron y, por fin, a Dédalo se le ocurrió la
solución después de ver volar a los pájaros cerca de ellos. ¡Se harían sus propias alas y escaparían volando!.Con plumas de aves y
cera de abeja se hicieron unas espectaculares alas y así escaparon de aquella prisión. Toda bien, ¿cierto? El padre le advirtió a su hijo
que estarían seguros siempre y cuando no volaran ni muy alto ni muy bajo.Ícaro se sintió libre y tan seguro de sus alas que olvidó los
consejos de su padre. Empezó a acercarse al sol y la cera comenzó a derretirse. Las alas se desprendieron de Ícaro, quien cayó en
picada al mar y murió.
Ahora responde:
El lagarto está llorando. La lagarta está llorando. El lagarto y la lagarta con delantalitos blancos.Han perdido sin querer su anillo de
desposados. ¡Ay, su anillito de plomo, ay, su anillito plomado!Un cielo grande y sin gente monta en su globo a los pájaros. El sol,
capitán redondo, lleva un chaleco de raso.¡Miradlos qué viejos son! ¡Qué viejos son los lagartos! ¡Ay, cómo lloran y lloran, ¡ay! ¡ay!
Ahora responde:
LECTURA N°4
Nadie sabe dónde vive. Nadie en la casa lo vio. Pero todos escuchamos al sapito Glo Glo Glo.
¿Vivirá en la chimenea? ¿Donde el pillo se escondió? ¿Donde canta cuando llueve el sapito Glo Glo Glo?
¿Vive, acaso, en la azotea? ¿Se ha metido en un rincón? ¿Está abajo de la cama? ¿Vive oculto en una flor?
Nadie sabe dónde vive. Nadie en la casa lo vio. Pero todos escuchamos cuando llueve: glo... glo... glo…
Ahora responde: